Historia de la ciencia
Historia de la ciencia, de la ciencia y de la técnica o de la ciencia y la tecnología son denominaciones de la disciplina que estudia el desarrollo histórico de la ciencia y la técnica o tecnología, así como la interrelación que han tenido entre sí y con el resto de los aspectos de la cultura (la economía, la sociedad, la política, la religión, la ideología, etc.) El análisis histórico de la ciencia y la tecnología recurre a los contenidos y a la metodología de las distintas subdivisiones de la historia, tanto temáticas (historia de las ideas, historia cultural, historia social, historia económica) como temporales y espaciales.
Teorías y sociología
Los primeros problemas de la disciplina son la definición de qué sea la ciencia (un problema no historiográfico, sino epistemológico, de filosofía o teoría de la ciencia), su identificación o no con la ciencia moderna surgida de la revolución científica del siglo XVII (un cuerpo de conocimiento empírico y teórico, producido por una comunidad global de investigadores (la comunidad científica) que hacen uso de técnicas específicas y reproducibles para observar y explicar los fenómenos de la naturaleza) y cuáles serían sus objetivos (el puro conocimiento, el autoconocimiento, o la aplicación a finalidades prácticas que mejoren la vida humana -ciencia pura o ciencia aplicada-). Buena parte del estudio de la historia de la ciencia se ha dedicado a la historia del método científico, con la ayuda, en particular, de la sociología de la ciencia que, estudiando las condiciones sociales en que tiene lugar el trabajo concreto de los científicos, reconstruye la forma en que se "produce" y "construye" el conocimiento científico.
A partir de que, desde el primer tercio del siglo XX, la propia ciencia dejara de ser determinista (demonio de Laplace)[7] y se hiciera probabilística y consciente de sus propios límites (principio de incertidumbre o relación de indeterminación de Heisenberg, teoremas de incompletitud de Gödel y otras expresiones de impredecibilidad,[8] impredicatividad[9] e indecidibilidad en ciencia) y de la influencia decisiva del observador en la observación; cambió también la perspectiva sobre la teoría y la historia de la ciencia.
A mediados del siglo XX, tres filósofos de la ciencia presentaron tres opciones distintas en la consideración de la naturaleza progresiva o no del conocimiento científico y su forma histórica de producirse: Karl Popper (el conocimiento científico es progresivo y acumulativo, pero "falsable", con lo que únicamente se puede considerar ciencia lo que puede ser cuestionado), Thomas Kuhn (el conocimiento científico no es necesariamente progresivo, sino una respuesta a las demandas sociales, y en la mayor parte de los casos, la "ciencia normal" es únicamente el constante esfuerzo por confirmar el vigente paradigma, que únicamente cambiará por una revolución científica, de las que ha habido muy pocas históricamente), y Paul Feyerabend (el conocimiento científico no es acumulativo o progresivo, sino inconsistente y anárquico -anarquismo epistemológico-, no habiendo criterio de demarcación, en términos de método, entre lo que suele llamarse "ciencia" y cualquier otra forma de investigación).
En el último tercio del siglo se establecieron como disciplina específica los estudios de ciencia, tecnología y sociedad (CTS), que insisten en la importancia del factor humano[10] dentro del conocimiento científico, y de la subjetividad sobre la anteriormente pretendida objetividad de los datos científicos, incluso de los llamados "hechos" o datos más evidentes, resultado de la observación, que fuera de su contexto (las teorías que los explican -o no- y las hipótesis que confirman -o no-) carecen de valor. Especialmente desde la publicación y divulgación de los libros de Popper (La lógica de la investigación científica, 1934 y 1959), Kuhn (La estructura de las revoluciones científicas, 1962) y Feyerabend (Contra el método, 1975), se han generado constantes debates en las comunidades científicas y académicas, tanto en el ámbito de las llamadas "ciencias duras" como el de las llamadas "ciencias blandas", el de las ciencias físico-naturales y el de las humanidades y ciencias sociales (o humanas, o ciencias morales y políticas), sobre la naturaleza, significado, objetividad, subjetividad,[11] capacidad analítica, sintética y predictiva de la ciencia; el cuestionamiento del objeto[12] y la metodología propios de cada ciencia, las ventajas e inconvenientes de la especialización y el reduccionismo, las posibilidades de interdisciplinariedad y de perspectivas holísticas;[13] y la relación del conocimiento científico con los conceptos de verdad y de realidad.
La palabra "científico" (scientist) no existía hasta que la acuñó el erudito inglés William Whewell, en 1840. Sólo porque esta palabra sea hoy de uso común, no significa que se haya usado durante mucho tiempo.
Prehistoria y Edad Antigua
Que la ciencia esté sujeta a evolución o sea susceptible de progreso es una idea ajena a las épocas históricas anteriores a la Edad Moderna (polémica de los antiguos y los modernos, 1688-1704); y nuestra percepción del "atraso" científico relativo a una época, un lugar o una rama del saber con respecto a otra proviene específicamente del positivismo de Auguste Comte, para quien hay "tres estadios teoréticos diferentes: el teológico o estadio ficticio; el metafísico o estadio abstracto; y por último, el científico o positivo" (Curso de filosofía positiva, 1830-1842). No habría ciencia, desde esa definición, antes de la revolución científica del siglo XVII. No hay términos universalmente aceptados para calificar a la forma de conocimiento del hombre prehistórico (que representaba artísticamente su visión del mundo -arte paleolítico- e incluso ha dejado algunas muestras de cómputos numéricos -hueso de Ishango-); las producciones intelectuales, muy sofisticadas, de las primeras civilizaciones (para las que se han propuesto las expresiones "pensamiento pre-filosófico" o "mitopoeico");[16] la ciencia griega (cultura griega), que fue esencialmente un ejercicio teórico que no se sometía al método experimental, y que no se implicaba en la esfera de la producción (el modo de producción esclavista no demandaba innovaciones tecnológicas); o la ciencia romana (cultura romana), continuadora intelectual de la helenística (cultura helenística) en una civilización de inclinación marcadamente pragmática, donde sobresalió una notable ingeniería.
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Series de muescas del hueso de Ishango, intepretadas como cómputos numéricos.
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Bisonte de la cueva de Altamira. El arte paleolítico supone una actividad consciente de observación e interpretación de la naturaleza.
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Stonehenge. La orientación arquitectónica de los monumentos megalíticos, como de la mayor parte de las construcciones antiguas, exigía conocimientos astronómicos.
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Disco de Nebra, Europa Central, II milenio a. C. Es la primera obra conocida en la que se representa una cosmovisión concreta y compleja.[22]
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Zigurat de Ur. La posibilidad de que entre las funciones de los templos sumerios y babilónicos estuviera la observación astronómica es compatible con el desarrollo precoz de esa ciencia en esa civilización.
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Tablilla de arcilla con escritura cuneiforme, empleada para el registro de datos astronómicos (492 a. C.)
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Representación de instrumental médico del antiguo Egipto.
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Tornillo llamado "de Arquímedes", probablemente utilizado en Egipto desde épocas anteriores al científico griego, aunque el método más habitual para sacar agua del Nilo fue tradicionalmente el chaduf, una especie de palanca.
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Chaduf representado en la tumba de Ipuy en Der-el-Medina.
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Hipócrates contemplando la llegada de Esculapio a Cos.
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Experimentos matemático-musicales de Pitágoras.
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Manuscrito medieval latino de la Física, de Aristóteles.
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Edición moderna de la Lógica de Aristóteles.
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Método de aproximación a π ("pi") utilizado por Arquímedes.
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Mecanismo de Anticitera (150-100 a. C.)
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Reconstrucción del posible aspecto de la máquina de vapor de Herón de Alejandría.
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Edición moderna de De rerum natura de Lucrecio.
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Edición moderna de Naturalis Historia, de Plinio el Viejo.
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Pilar de hierro de Delhi, muestra de la sofisticada metalurgia de la India antigua.
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Medición de alturas por Liu Hui (ca. 220–280).
Edad Media
Mientras que en el Extremo Oriente se siguió desarrollando la civilización china con su propio ritmo cíclico, en Occidente la civilización clásica greco-romana fue sustituida por la cultura cristiana (latina y bizantina) y la civilización islámica, ambas fuertemente teocéntricas. Los cinco siglos de la denominada "época oscura" de la Alta Edad Media significaron un atraso cultural en la cristiandad latina, tanto en relación con la Antigüedad clásica como en relación con la simultánea Edad de Oro del islam, que no actuó únicamente como un contacto de innovaciones orientales (chinas, hindúes y persas, como el papel, el molino de viento o la numeración hindú-arábiga) hacia Occidente, sino añadiendo aportes propios y originales. No obstante, el desarrollo productivo del modo de producción feudal demostró ser más dinámico que el esclavista en cuanto a permitir desarrollos tecnológicos modestos, pero de notables repercusiones (la collera, el estribo, la vertedera). Aparentemente, el mundo intelectual, enclaustrado en los scriptoria de los monasterios y dedicado a la conservación y glosa de los textos sagrados, la patrística y la parte del saber antiguo que pudiera conciliarse con el cristianismo (Boecio, Casiodoro, Isidoro, Beda, Beato, Alcuino), estaba completamente desconectado de ese proceso, pero en su torno se fue gestando alguna variación en la concepción ideológica del trabajo que, con contradicciones y altibajos, inspiró la justificación de los intereses de la naciente burguesía y el desarrollo del capitalismo comercial a partir de la Baja Edad Media. Mientras tanto, las instituciones educativas se fueron sofisticando progresivamente (escuelas palatinas, escuelas monásticas, escuelas episcopales, studia generalia, universidades medievales) y en ellas, a pesar del efecto anquilosador que se supone al método escolástico, surgieron notables individualidades (Gilberto de Aurillac, Pedro Abelardo, Graciano, Raimundo de Peñafort, Tomás de Aquino, Roberto Grosseteste, Roger Bacon -Doctor Mirabilis-, Duns Scoto -Doctor Subtilis-, Raimundo Lulio, Marsilio de Padua, Guillermo de Ockham, Bártolo de Sassoferrato, Jean Buridan, Nicolás de Oresme) y algunos conceptos innovadores en terrenos como el de la química, en forma de alquimia (destilación del alcohol), el de la lógica (Petrus Hispanus), el de las matemáticas (calculatores de Merton College) o el de la física (teoría del impetus).[23]
Ya al final de la Edad Media, fue decisiva la adopción de innovaciones de origen oriental (brújula, pólvora, imprenta) que, si en la "sinocéntrica" civilización china no pudieron tener un papel transformador, sí lo tuvieron en la expansiva civilización europea.[24]
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Institutiones divinarum et saecularium litterarum de Casiodoro (segunda mitad del siglo VI).
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Médicos debatiendo en una ilustración del manuscrito llamado Dioscórides de Viena (siglo VI). La medicina bizantina contó con otros textos, como el Epítome de Pablo de Egina (siglo VII).
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Etimologías de Isidoro de Sevilla (ca. 627-630).
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Esquema de una lámpara con engranajes en el tratado de dispositivos mecánicos de Ahmad ibn Mūsā ibn Shākir, uno de los hermanos Banū Mūsā (siglo IX).[30]
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Álgebra de Al-Juarismi (muchos términos matemáticos, como álgebra, algoritmo y guarismo, provienen de las matemáticas árabes).
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Anatomía del ojo en una obra de Hunayn ibn Ishaq (ca. 1200).
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Perpetuum mobile, diseño de Villard de Honnecourt (ca. 1230).
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Summulae logicales de Petrus Hispanus (siglo XIII).
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Extracción dental en la ilustración de una letra capitular de Omne Bonum (ca. 1360–1375).[31]
Edad Moderna
Desde la Antigüedad los conceptos de "ciencia" y "filosofía" eran indisociables, en un esquema de las ramas del conocimiento (el arbor scientiarum) que desde la Edad Media está presidido por la teología (philosophia ancilla theologiae -"la filosofía es esclava de la teología"-, tópico atribuido a Pedro Damián).[36] La separación de los ámbitos de las llamadas "ciencias útiles" y de las llamadas "humanidades", y el fin del uso del latín como lengua científica se fue produciendo con mucha lentitud, y no antes del siglo XVIII; pero ya desde su comienzo en la segunda mitad del siglo XV, la "modernidad" de la "Edad Moderna" significó en primer lugar la secularización del pensamiento y la diferenciación entre "letras humanas" y "letras divinas", paso indispensable para convertir la "filosofía natural" en un dominio autónomo que sólo se sometiera a la razón y a la experimentación, diferenciado del de las ciencias morales, humanas o sociales (diferenciación que posteriormente será lamentada como una escisión intelectual entre dos culturas). Tales subdivisiones fueron produciéndose a medida que el desarrollo de la historia cultural fue haciendo imposible que un "humanista" pretendiera dominar todas las ramas del saber (al menos en cuanto a la capacidad objetiva de leer todo lo que se publicaba, ya que la imprenta multiplicó las publicaciones). En torno a 1500 Leonardo da Vinci pudo ser un sabio universal. En la primera mitad del siglo XVII todavía René Descartes podía ser a la vez óptico, geómetra, analista matemático, psicólogo, teórico del conocimiento y metafísico; mientras que Spinoza pretendía demostrar la ética "de modo geométrico" y Leibniz fue considerado "el último sabio universal".[37] Para redactar L'Encyclopedie a mediados del siglo XVIII tuvo necesariamente que recurrirse a múltiples expertos en múltiples disciplinas especializadas.
Con la revolución copernicana se inició un conflicto entre la ciencia y la fe: Miguel Servet y Giordano Bruno fueron quemados, uno por los protestantes y otro por los católicos (en realidad las partes más problemáticas de su pensamiento no eran tanto las científicas -circulación sanguínea y heliocentrismo, respectivamente- como las propiamente religiosas, pero la clave residía precisamente en el hecho de que tanto jueces como acusados compartían la convicción de que ambos ámbitos estaban necesariamente vinculados), mientras que Galileo optó por retractarse. El propio Copérnico fue ajeno a tales problemas, al no publicarse su obra hasta después de su muerte. Con un planteamiento muy distinto, Blaise Pascal (Pensées, 1669) concilió su conciencia científica con su conciencia religiosa aplicando una "apuesta" probabilística que le demostraba la conveniencia de mantener creencias sobrenaturales; un fideísmo compartido por algunos católicos, como Pascal, y algunos protestantes, como Pierre Bayle, que llegó a proponer la completa separación de las esferas de la fe y la razón (Dictionnaire Historique et Critique , 1697). La condena papal a Galileo no se levantó explícitamente hasta el siglo XX, pero ya en 1741 Benedicto XIV (llamado "el papa de las luces") había otorgado el imprimatur a sus obras completas, una vez que James Bradley había aportado una prueba óptica de la trayectoria orbital de la Tierra. El conjunto de las obras heliocentristas fueron sacadas del Index librorum prohibitorum en 1757. Pero no fue hasta después de la Revolución francesa que fue posible una escena como la protagonizada por Laplace y Lagrange ante Napoleón Bonaparte, en la que se consideraba la existencia de Dios como una mera hipótesis, que había pasado a ser innecesaria para explicar el mundo.
Las observaciones de Tycho Brahe (Tablas rudolfinas, 1627) llevaron a Kepler a confirmar, muy a su pesar, la inviabilidad del sistema ptolemaico. Christian Huygens desarrolló una teoría ondulatoria de la luz (1678). Evangelista Torricelli midió la presión atmosférica con el primer barómetro (1644). Francis Bacon definió el método experimental y Robert Boyle fundó la "filosofía de la naturaleza". Tras la precoz renovación del álgebra de François Viète (1591), a finales del XVII Isaac Newton y Leibniz inventaron el cálculo infinitesimal, diferencial e integral. Con esas nuevas herramientas matemáticas, y sus investigaciones en óptica y mecánica, Newton estableció el nuevo paradigma de las ciencias físico-naturales, lo que permite hablar a finales del siglo XVII del triunfo de una verdadera revolución científica coincidente en el tiempo con la llamada crisis de la conciencia europea que significó la apertura de una nueva época en la historia de la cultura y las ideas: la Ilustración.
En 1738, la expedición de Pierre Louis Moreau de Maupertuis para medir el arco de meridiano terrestre verificó la corrección de la teoría de Newton, habiendo de desecharse la teoría de los vórtices[38] de Descartes. Voltaire se convirtió en el principal propagandista de Newton y la ciencia moderna (Épître sur Newton, 1736, Éléments de la philosophie de Newton, 1738). La mecánica analítica se desarrolló en el siglo XVIII con Varignon, D'Alembert, Maupertuis, Lagrange y otros, que también continuaron la obra de Jakob Bernoulli sobre el análisis matemático (prolongada en la de su hermano Johann Bernoulli y la de Euler).[39] El formalismo en medios continuos permitió a D'Alembert determinar en 1747 la ecuación de las cuerdas vibrantes, y a Euler establecer en 1755 las ecuaciones generales de la hidrodinámica, campo en el que otros Bernoulli (Daniel, Hydrodynamica, 1738, y Johann) habían realizado importantes contribuciones. Tras que D'Alembert publicara su Traité de dynamique (1743), en el que intenta reducir toda la dinámica a la estática, Maupertuis descubría el principio de mínima acción, y Lagrange publicaba Mécanique analytique (1788). La física experimental y el estudio de la electricidad tuvieron un desarrollo significativo desde los años 1730, con los franceses Nollet y Du Fay, el holandés Musschenbroek, los ingleses Desaguliers y Stephen Gray y el norteamericano Benjamin Franklin. Al final del siglo desarrollaron sus trabajos Charles de Coulomb y Alessandro Volta.
Las teorías del calor se desarrollaron a partir de Boyle y Mariotte a finales del XVII (Ley de Boyle-Mariotte, 1662, 1676). Guillaume Amontons hizo importantes trabajos sobre los termómetros a comienzos del siglo XVIII, que son pronto superados por los de Fahrenheit y de Réaumur. En 1741, Anders Celsius definió como extremos de su escala de temperaturas en cien grados la ebullición y la congelación del agua, lo que fue adoptado por Linneo en 1745 y confirmado en 1794 por el sistema métrico decimal.[40] Todavía no había una diferencia conceptual entre temperatura y calor, hasta Herman Boerhaave, Joseph Black y finalmente Antoine Lavoisier, que nombra a un fluido como "calórico" (cuya inexistencia no se comprobó hasta el siglo XIX).[41]
El mismo Lavoisier revolucionó la química al superar la teoría del flogisto que venía utilizándose como paradigma de la química pneumática desde Becher y Stahl hasta Priestley (quien a pesar de descubrir el oxígeno como componente del aire que permitía la combustión y la respiración, lo llamaba "aire desflogistizado"). La introducción de la noción de elemento químico y el establecimiento de una nomenclatura química funcional convirtieron al Traité Élémentaire de Chimie de Lavoisier (1789) en el primer manual de una química establecida sobre bases científicas sólidas. La alquimia quedó relegada al ámbito de las pseudociencias.
Las ciencias de la Tierra y la biología conocieron un gran desarrollo a partir de los primeros viajes de exploración científica, y del tratamiento de los datos obtenidos por científicos de gabinete:[42] Buffon, Linneo, Georges Cuvier, Jean-Baptiste Lamarck.
El fin de siglo ve la creación del sistema métrico decimal, con el notable impulso de Laplace.
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Estudios anatómicos de Leonardo da Vinci
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Curvas balísticas de Tartaglia.
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Uso de la ballestilla en una ilustración de Cosmographiae introductio de Petrus Apianus (1529).
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Christianisimi restitutio de Miguel Servet (1553), en cuyo Libro V se describe por primera vez la circulación pulmonar.
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Instauratio magna de Francis Bacon (1621), que incluye el Novum organum, texto fundamental de la revolución científica del siglo XVII.
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Observatio Domini Petri de Fermat, la anotación al margen de la Aritmética de Diofanto donde el joven matemático expuso en 1637 la llamada conjetura de Fermat, que no pudo demostrarse hasta 1995.
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Bomba de aire en una ilustración de New Experiments ... Touching the Spring of the Air de Robert Boyle (1661).
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Institut de France, institución que reúne las academias francesas. La Académie des sciences fue fundada en 1666.
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Espermatozoides dibujados por Anton van Leeuwenhoek a partir de sus observaciones al microscopio, 1678.
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Diseño de submarino de Denis Papin publicado en las Acta Eruditorum (Leipzig, 1695), una de las primeras revistas científicas.
Edad Contemporánea
En el siglo XIX las matemáticas se refinaron con Cauchy, Galois, Gauss o Riemann. La geometría se revolucionó con la aparición de la geometría proyectiva y las geometrías no euclidianas.
La óptica sufrió una revisión radical con Thomas Young y Augustin Fresnel, que pasaron de una concepción corpuscular de la luz (newtoniano) a una concepción ondulatoria (prefigurada por Huygens). La electricidad y el magnetismo se unificaron (electromagnetismo) gracias a James Clerk Maxwell, André-Marie Ampère, Michael Faraday y Carl Friedrich Gauss. La relación entre el maquinismo de la primera Revolución industrial (la máquina de vapor) y la ciencia de la termodinámica (Sadi Carnot, Clausius, Nernst y Boltzmann) no fue de ningún modo la de un principio científico que se aplicara a la técnica, sino más bien al contrario; pero a partir de la Segunda Revolución Industrial, los retornos tecnológicos se producirán fluidamente ("era de los inventos", 1870-1910).[50] A finales del siglo XIX se descubrieron nuevos fenómenos físicos: las ondas de radio, los rayos X, la radiactividad (Heinrich Rudolf Hertz, Wilhelm Röntgen, Pierre y Marie Curie).
Se descubren en el siglo XIX la casi totalidad de los elementos químicos, permitiendo a Mendeleiev el diseño de la tabla periódica que predice incluso los no descubiertos. Se crea la química orgánica (Wöhler, Kekulé).
La fisiología abandonó la teoría de la generación espontánea y desarrolló las vacunas (Edward Jenner y Louis Pasteur). La biología se constituyó como ciencia gracias en gran parte a Jean-Baptiste Lamarck, que acuñó el término en 1802, proponiendo un nuevo paradigma: el evolucionista, si bien con bases diferentes a las que terminarán desarrollándose con Darwin (El origen de las especies, 1859). Se abandonó el vitalismo a partir de la síntesis de la urea, que demostró que los compuestos orgánicos podían obtenerse por puras leyes físico-químicas, como los compuestos inorgánicos. La genética nació a partir de la obra de Gregor Mendel (1866), pero presentada de una forma inaplicable, que hubo de esperar al siglo XX para que, tras reelaborarse (leyes de Mendel, Hugo de Vries, Carl Correns y Erich von Tschermak), fuera recibida por la comunidad científica y desarrollara su potencialidad.
La enseñanza tuvo un papel capital en el desarrollo de la ciencia y las técnicas en el siglo XIX.[51] Los Estados que democratizaron la enseñanza se dotaron de un contexto y unos medios favorables a la investigación científica, y se garantizaron permanecer en la vanguardia durante muchos años. El ejemplo emblemático fue Francia, que tras su Revolución hizo de la ciencia uno de los pilares de la escuela pública y las instituciones pre-existentes, que se impulsaron notablemente (Collège de France, Muséum national d'histoire naturelle,École Nationale Supérieure d'Arts et Métiers) o crearon ex-novo (École polytechnique, Conservatoire National des Arts et Métiers, etc.) La sustitución de la Iglesia por el Estado como suministrador de la educación convirtió al país a una especie de credo laico y republicano, que no sólo separó la Iglesia del Estado, sino de la ciencia. Con un proceso más gradual, semejantes resultados se tuvieron en el Reino Unido.
La profesionalización de la ciencia es una de las transformaciones más notables de la actividad científica en la Edad Contemporánea.[52] Instituciones preexistentes (universidades, academias, museos, jardines botánicos) se convirtieron en centros científicos en el sentido contemporáneo de ese concepto, y marginalizaron los aportes de los científicos aficionados. Desaparecen los gabinetes de curiosidades, sustituidos por un coleccionismo sistemático que nutrió las vitrinas de colecciones públicas y privadas. Los intercambios que eran tan corrientes entre savants, amateurs y simples curiosos se hicieron cada vez más raros. Aun así, algunos campos siguieron acogiendo el trabajo aficionado, como la astronomía, la meteorología, la botánica, la ornitología o la entomología.
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La riqueza de las naciones de Adam Smith (1766), texto fundacional de la ciencia económica.
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Balanza para pesar reactivos y productos de las reacciones en Tratado elemental de química, de Lavoisier (1789).
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Ensayo sobre el principio de la población, de Malthus (1798).
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Una de las cartas escritas por Galois la noche anterior al duelo que le llevó a la muerte, y donde se esforzó por dejar a la posteridad un extraordinario conjunto de ideas matemáticas, expuestas precipitadamente (29 de mayo de 1832).
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Las ecuaciones de Maxwell en una placa de bronce de su monumento. Inicialmente (1865) eran ocho, que fueron agrupadas y reformuladas en cuatro (1884, después de su muerte).
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Comparación de los embriones de hombre y perro en El origen del hombre, de Darwin (1874).
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Estudios sobre la histeria, de Freud (1895).
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Dibujo de Ramón y Cajal a partir de su estudios microscópicos neuronales (1899).[55]
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Primera conferencia Solvay (1911).
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Bronisław Malinowski con la tribu Trobriand (ca. 1918).
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Observatorio Monte Wilson, donde Edwin Hubble descubrió (1929) el desplazamiento hacia el rojo de la luz de las galaxias, dato esencial para la cosmología (teoría del Big Bang).
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Titular periodístico sobre declaraciones de Albert Einstein contra la teoría cuántica (1935).
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Secuencia de imágenes de rayos X de una fase del Proyecto Manhattan (1943-1945) que desembocó en la primera bomba atómica.
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Foto publicitaria de los laboratorios Bell para anunciar la invención del transistor (30 de junio de 1948), con John Bardeen, Walter Brattain y William Shockley (los tres obtuvieron el Premio Nobel de Física de 1956).
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Detalle del modelo de ADN de Watson y Crick (1953).
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El código genético (la correspondencia entre los tripletes del ARNm y cada uno de los aminoácidos).
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Simulación de la generación del bosón de Higgs en el detector CMS del LHC (CERN, 2012).
Véase también
Historias nacionales
- Historia de la ciencia en la Argentina
- Historia de la ciencia y la tecnología en España
- Historia de la ciencia y la tecnología en el Reino Unido
Historias sectoriales
Ciencias formales
Ciencias naturales
- Historia de la física
- Historia de la astronomía
- Historia de la gnomónica
- Historia de la cartografía
- Historia de la navegación astronómica
- Historia de la geodesia (geodesia)[56]
- Historia de la química
- Historia de la medicina
- Historia de la farmacia
- Historia de la botánica
- Historia de la zoología
- Historia de la biología
- Historia de la biotecnología
- Historia de la ecología (ecología#Historia)[57]
- Historia de la geología (geología#Historia)[58]
Ciencias sociales, humanas o morales y políticas
- Historia de las ciencias sociales
- Historia de la filosofía
- Historia de la ética (ética)[59]
- Historiografía
- Estudio de la historia del arte
- Historia de la arqueología
- Historia de la geografía
- Historia del derecho
- Historia de las ideas políticas
- Historia del pensamiento económico
- Historia de la lingüística
- Filología
- Historia de la psicología
- Historia de la sociología
- Historia de la educación
- Historia de las ideas
Historiadores de la ciencia
La siguiente es una lista no exhaustiva de conocidos historiadores de la ciencia:
- Isaac Asimov
- José Babini
- Gaston Bachelard
- Jean C. Baudet
- Jacob Bronowski
- Mario Bunge
- Georges Canguilhem
- Bernard Cohen
- Alistair C. Crombie
- Pierre Duhem
- Paul Feyerabend
- Thomas P. Hughes
- Stanley L. Jaki
- Alexandre Koyré
- Helge Kragh
- Thomas Kuhn
- Imre Lakatos
- Anneliese Maier
- Abraham Pais
- Karl Popper
- Julio Rey Pastor
- Carl Sagan
- George Sarton
- José Manuel Sánchez Ron
- Lynn Thorndike
- Michel Serres
- Stephen Shapin
Bibliografía
- Comellas García-Llera, José Luis (2007). Historia sencilla de la ciencia. Ediciones Rialp. ISBN 978-84-321-3626-9.
- Peter Bowler; Ian Morus (2007). Panorama general de la ciencia moderna. Editorial Crítica. ISBN 978-84-8432-862-9.
- A. C. Crombie (1987). Historia de la ciencia: De San Agustín a Galileo. Alianza Universidad. ISBN 978-84-206-2994-0.
- Alistair Cameron Crombie (1993). Estilos de pensamiento científico a comienzos de la Europa moderna. Universitat de València. ISBN 9788460087106. ISBN 978-970-07-7189-2.
- Patricia Fara (2009). Breve historia de la ciencia. Ariel. ISBN 978-84-344-8830-4.
- Alfonso Pérez de Laborda (2005). Estudios filosóficos de historia de la ciencia. Encuentro. ISBN 9788474907698.
- Jacob Bronowski (Manuel Carbonell, trad.) (1978). El sentido común de la ciencia. Península (Colección Historia/Ciencia/Sociedad 146). ISBN 84-297-1380-8.
- Miguel Artola y José Manuel Sánchez Ron, Los pilares de la ciencia, Madrid: Espasa, 2012, ISBN 9788467008494.
- Antonio Mingote (ilustraciones) y José Manuel Sánchez Ron (texto), ¡Viva la ciencia!, Barcelona: Crítica, 2008, ISBN 9788474238785.
- Miguel Ángel Quintanilla y José Manuel Sánchez Ron, Ciencia, tecnología y sociedad, Madrid: Santillana, 1998, ISBN 84-294-4976-0.
Documentales
- Carl Sagan y otros, Cosmos: un viaje personal, 1980.
- Neil deGrasse Tyson y otros, Cosmos: una odisea de tiempo y espacio, 2014.
Novela gráfica
- Apostolos Doxiadis y Christos Papadimitriou (texto), Alecos Papadatos y Annie Di Donna (dibujos), Logicomix, 2008-2011.
Referencias
- ↑ O laboratorio químico. Wächter, Michael: Chemielabor. Einführung in die Laborpraxis, Wiley-VCH, Weinheim 2011, 1. Aufl., ISBN 978-3-527-32996-0, fuente citada en de:Chemielabor
- ↑ John Warwick Montgomery, "Lutheran Astrology and Lutheran Alchemy in the Age of the Reformation," Ambix: The Journal of the Society for the Study of Alchemy and Early Chemistry, 11 (June 1963), fuente citada en en:Heinrich Khunrath
- ↑ Interpretación del mito.
- ↑ How We Know: An Exploration of the Scientific Process, by Goldstein, I.F. and Goldstein, M. (Westview / Da Capo ISBN 978-0-306-80140-2, 1981. Fuente citada en en:Theories and sociology of the history of science
- ↑ Agassi, Joseph. Towards an Historiography of Science Wesleyan University Press. 1963. Fuente citada en en:Historiography of science
- ↑ Presentación del libro del mismo título, 18 de abril de 2006.
- ↑ Stephen Hawking, "Does God Play Dice?", Public Lectures. Pierre-Simon Laplace, "A Philosophical Essay on Probabilities. Fuentes citadas en en:Laplace's demon. No debe confundirse con el demonio de Maxwell ni con la hipótesis del genio maligno de Descartes (ni éste con el diablillo de Descartes).
- ↑ Real Academia Española. «impredecibilidad». Diccionario de la lengua española (23.ª edición).. La palabra impredictibilidad, no recogida en el DRAE, tiene bastante uso en la bibliografía (incluso mayor que la forma que sí se recoge en el DRAE). En inglés, la forma usual es unpredictability. En la Wikipedia en inglés el enlace correspondiente redirige al término positivo, en:predictability ("predecibilidad"), existiendo también en:Predictable process ("proceso predecible"); fuente citada en ese artículo: van Zanten, Harry (November 8, 2004). "An Introduction to Stochastic Processes in Continuous Time". Véase también proceso estocástico y teoría de la probabilidad.
- ↑ La palabra no se recoge en el DRAE, pero tiene uso bibliográfico. Predicative and Impredicative Definitions entry in the Internet Encyclopedia of Philosophy. Fuente citada en en:Impredicativity. Véase también paradoja de Russell, paradoja de Richard (Good, I. J. (1966), "A Note on Richard's Paradox", Mind 75, fuente citada en en:Richard's paradox -Jules Richard-), Douglas Hofstadter, Gödel, Escher, Bach.
- ↑ Independientemente del mantenimiento de una ética científica (deontología profesional, bioética, ética de la investigación -National Academy of Sciences. 2009. On Being a Scientist: Third Edition. Washington, DC: The national Academies Press, fuente citada en en:Research ethics-), son inevitables los prejuicios, sesgos, intereses, tanto voluntarios como involuntarios, del investigador individual o colectivo, el destinatario de su investigación (patrocinadores -públicos, privados-, clientes, beneficiarios -por ejemplo, los pacientes de una enfermedad-, perjudicados -por ejemplo, sectores económicos que devendrán obsoletos-, opinión pública general, lobbies de intereses parciales) y los grupos sociales con quienes interactúan (por pertenencia, amistad, enemistad, rivalidad, cooperación, emulación, etc.); y las posibilidades o limitaciones del material investigado y del instrumental con el que investiga en relación con la propia naturaleza humana, sus sentidos y formas de conocer, que llevan aparejados todo tipo de consecuencias para la actividad científica. En ocasiones, la evidencia de la condición humana del conocimiento científico es su propia expresión (solipsismo, principio antrópico).
- ↑ Arthur Schopenhauer, The World as Will and Representation, Dover, Volume I. ISBN 0-486-21761-2. Erwin Schrödinger, What is Life? & Mind and Matter, Cambridge University Press, 1974, ISBN 0-521-09397-X. John R. Searle (June 29, 1972). "Chomsky's Revolution in Linguistics". New York Review of Books. Book review of Mark J Smith (1998). Social Science in Question: Towards a postdisciplinary framework. ISBN 0761960414. V. A. Lektorsky. "The dialectic of subject and object and some problems of the methodology of science". Psychology and Marxism. Marxist internet archive. Fuentes citadas en en:Subject–object problem (problema sujeto-objeto).
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- ↑ Big History - ¿Gran historia? ¿historia grande?. Letras o ciencias - Zorros o erizos
- ↑ Reseña de la exposición "La Biblioteca Infinita - Los lugares del conocimiento en el Mundo Antiguo", 7/05/2014
- ↑ John King Fairbank, China: una nueva historia, pg. 134. La frase en cursiva es una cita de Derk Bodde. También se cita como fuente (de la primera frase) a Joseph Needham.
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- ↑ Comellas, op. cit., pg. 120. Es significativa la comparación de Leibniz con Descartes que se realiza por M. Bordas-Demoulin y F. Boullier en Du cartesianisme et de l'eclecticisme, en Revue des deux mondes, 1843, pg. 938-939: "La historia de las ideas, como todas las otras historias, ofrece accidentes cómicos. Leibniz, que había querido, en interés de la religión, castigar el sistema de Descartes por el procedimiento de señalar sus errores, llega de consecuencia en consecuencia a su famosa conclusión del optimismo, es decir que priva a Dios de toda libertad, porque declara que Dios no ha podido hacer otra cosa que lo que ha hecho, y que todo fue hecho para lo mejor. Dios, en virtud misma de su derecho divino, se vio obligado a formar el mejor universo posible. Y, sin embargo, con su optimismo, ¡Leibniz se cree cristiano! Si Leibniz consiguió, hacia el final del siglo XVII, contrarrestar la influencia de Descartes, no lo hizo tanto gracias a sus ideas dogmáticas sino por su vasta e inteligente erudición en la historia de la filosofía. Descartes, Malebranche y Locke, cada uno por diferentes motivos y en diferentes grados, habían inspirado a sus contemporáneos un cierto desprecio de la sabiduría antigua. Leibniz la honraba, su gran espíritu no aceptaba representar el papel ya visto de la revuelta contra Aristóteles. Monsieur Bordas-Demoulin pretende que Leibniz no se ocupa de lógica más que para oponer Aristóteles a Descartes y adornarse con el título de sabio universal. En estas palabras hay una gran ligereza. ¿Cómo Monsieur Demoulin, quien ha leído mucho a Leibniz, no se acuerda del primer capítulo de los Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano? [ Nouveaux Essais sur l’entendement humain, publicados en 1765 y redactados en 1704, son una refutación capítulo por capítulo del Ensayo sobre el entendimiento humano de Locke, 1689; en forma de diálogo entre un empirista, Philalète, que representa la opinión de Locke, y un racionalista, Théophile, que representa la opinión de Leibniz - gallica.bnf.fr fuente citada en fr:Nouveaux Essais sur l'entendement humain - ], donde uno de los interlocutores, Théophile, dice así: «¿Hace falta que te dé la noticia de que ya no soy cartesiano [ Cartesio es la latinización de Descartes ], y que sin embargo estoy más distante que nunca de tu Gassendi [ Pierre Gassendi (1592-1655), sacerdote y astrónomo, que pretendía conciliar a Epicuro con el cristianismo limitando los átomos a un número finito y atribuyendo su creación e impulso a Dios ] a quien de todas formas también reconozco el saber y el mérito? Me ha impresionado un nuevo sistema del que he leído alguna cosa en las revistas científicas [journaux des savans] de París, de Leipzig y de Holanda, y en el maravilloso diccionario de Monsieur Bayle, artículo Rorarius [ latinización de Girolamo Rorario -D. Des Chene, 2005, ‘Animal’ as category: Bayle’s “Rorarius”- ]. Desde entonces, me parece ver una nueva cara del interior de las cosas. Este sistema parece combinar Platón con Demócrito, Aristóteles con Descartes, los escolásticos con los modernos, la teología y la moral con la razón. Parece que toma lo mejor de todos lados, y después de eso va más lejos de lo que nunca hemos estado.» He ahí la clave de la filosofía leibniziana. Esta filosofía, en el pensamiento de su autor, era la conclusión pacífica del movimiento insurreccional de Descartes; era también la resurrección necesaria de los resultados de la sabiduría antigua, que había sido abandonada en un olvido injurioso; era, en fin, una audaz pretensión de los mejores resultados. Es el destino de todos los innovadores el ser seguidos a medias, y a medias contradichos, por los eclécticos. Tras Aristóteles y Platón ¡qué nube de conciliadores! Leibniz, que por sí solo vale un ejército de filósofos, emprendió el cierre de la revolución cartesiana mediante una transacción que él consideraba satisfacía las pretensiones legítimas de todos los grandes sistemas tanto como todas las exigencias de la razón y de la fe. La transacción fue desgarrada por Kant, que ha representado en el último siglo un papel revolucionario análogo al de Descartes, y que nosotros hemos visto en nuestros días representar por Hegel, retomando por otras vías la obra de Leibniz, desarrollar un sistema con el que ambicionaba abrazar y conciliar todo. En cuanto a Schelling, es probable que termine como Malebranche, sin querer discutir, y en el seno de la fe."
- ↑ Les principes de la philosophie (1644), fuente citada en en:Mechanical explanations of gravitation#Vortex (explicaciones mecánicas de la gravitación).
- ↑ Robert Locqueneux, Une histoire des idées en physique, Paris, Vuibert, 2006: p. 90
- ↑ Robert Locqueneux, Une histoire des idées en physique, Paris, Vuibert, 2006, p. 102
- ↑ Lavoisier, Traité élémentaire de chimie, 2 vol, 1789
- ↑ "Dorinda Outram ha señalado cómo a principios del XIX la oposición entre un espacio interior -receptor del flujo de la información- y otro exterior -un espacio abierto y emisor de información- genera un discurso sobre la distancia respecto al obeto necesaria para rentabilizar toda la información recibida. Según se sea un expedicionario o un científico de gabineta se estará en condiciones de realizar un trabajo más o menos global" (Nuria Valverde, Actos de precisión: instrumentos científicos, opinión pública y economía, CSIC, 2007; cita como fuente a Outram, New spaces in natural history).
- ↑ O ciencia en la Ilustración, ciencia ilustrada. Conant, James Bryant, ed. 1950. The Overthrow of the Phlogiston Theory: The Chemical Revolution of 1775-1789. Cambridge: Harvard University Press. Cowen, Brian William. 2005. The Social Life of Coffee: The Emergence of the British Coffeehouse. New Haven: Yale University Press. Daston, Lorraine. 1998. The Academies and the Utility of Knowledge: The Discipline of the Disciplines. Differences vol. 10, no. 2: 67-86. Gillispie, Charles C. 1980. Science and Polity in France at the end of the Old Regime. Princeton, NJ: Princeton University Press. Headrick, Daniel R. 2000. When Information Came of Age: Technologies of Knowledge in the Age of Reason and Revolution, 1700-1850. Oxford: Oxford University Press. Fuentes citadas en en:Science in the Age of Enlightenment
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- ↑ La utilización de términos como "democrático", "totalitario" y "autoritario" es en sí misma un problema para las ciencias políticas, cuyo lenguaje es particularmente ambiguo (Jesús Palomar, La ambigüedad del lenguaje político, 2011). El primero, de origen en la Grecia clásica (democracia ateniense), fue prácticamente un término peyorativo hasta la revolución americana, y fue analizado sociológicamente por Alexis de Tocqueville (La democracia en América, 1835-1840); el segundo nació como un término autodefinitorio del fascismo, y pasó a ser peyorativo con su derrota en la Segunda Guerra Mundial, identificándose con el comunismo soviético por Karl Popper (La sociedad abierta y sus enemigos, 1945) y Hanna Arendt (Los orígenes del totalitarismo, 1951); el tercero fue definido por el psicoanálisis y el estructuralismo (Wilhelm Reich, Massenpsychologie des Faschismus - Verlag für Sexualpolitik, 1933, Erich Fromm, Theodor W. Adorno, The Authoritarian Personality, 1950) y terminó por utilizarse en oposición a "totalitarismo" para matizar la denominación de ciertos regímenes dictatoriales (Juan José Linz, An Authoritarian Regime: The Case of Spain, 1964).
- ↑ The Age of inventions refers to the time from 1870 to 1910 when new machines and new ways of producing goods and services altered life forever.... From testing their ideas to getting patents to beating the competition, inventors met challenges from beginning to end.... the important inventions of the electric light bulb, the telephone, a new way to produce automobiles, and the airplane (Ann Rossi, The Age of inventions -material didáctico-). Para los inventos señalados en este texto, véase Thomas Alva Edison, Nikola Tesla, Alexander Graham Bell, Antonio Meucci, Henry Ford, hermanos Wright.
- ↑ Histoire générale des sciences: La science contemporaine - Le s. XIXe, René Taton, 1995 (sixième partie - chapitre premier - Le cadre l'effort collectif).
- ↑ Patrick Matagne, « Amateurs de science: une nébuleuse utile», dans Pour la Science de décembre de 2006, p. 140-143
- ↑ O el Romanticismo en la ciencia, ciencia en la época del Romanticismo, ciencia del Romanticismo o ciencia romántica. Bossi, M., and Poggi, S., ed. Romanticism in Science: Science in Europe, 1790–1840. Kluwer: Boston, 1994. Fuente citada en en:Romanticism in science
- ↑ O historia de la tecnología militar. Harris, Robert and Jeremy Paxman. A Higher Form of Killing: The Secret History of Chemical and Biological Warfare. 2002. Fuente citada en en:Military funding of science, redirige a en:History of military technology
- ↑ La comparación de las trayectorias científicas de Freud y Cajal ha sido particularmente fructífera, puesto que fueron contemporáneos y a principios del sigo XX obtuvieron ambos el reconocimiento internacional. No obstante, la repercusión histórica de ambos ha seguido trayectorias diferentes: Aunque durante la mayor parte del siglo XX parecía que la talla de Freud era incomparablemente mayor, por su descubrimiento del continente desconocido del subconsciente, que le convirtió en un referente cultural de primer orden (en expresión de Paul Ricoeur, uno de los tres "maestros de la sospecha", con Nietzche y Marx), desde finales del siglo, el psicoanálisis ha sido objeto de un creciente desprestigio, que para el mainstream científico le ha dejado reducido al ámbito pseudocientífico de las terapias alternativas, junto a la homeopatía, la naturopatía y las medicinas orientales. Por el contrario, la neurociencia, basada en la teoría neuronal de Cajal, comenzó a dar pasos cada vez más firmes para establecerse como un campo de conocimiento con notables expectativas de desarrollo, y aplicación incluso a las ciencias sociales, precisamente desde finales del siglo XX. Dolores Albiac, Las memorias de Santiago Ramón y Cajal: En "Historia de mi labor científica" cuenta [Cajal] que durante una etapa, al comienzo de su ejercicio profesional, este afán por desentrañar «misterios» le llevó a estudiar las tesis de Freud para aplicar el método hipnótico al análisis de ciertos fenómenos inexplicables que no estaba dispuesto a dejar en el terreno de lo maravilloso hermético. Y algo de estas experiencias está en "El fabricante de honradez", recogido en "Cuentos de vacaciones" —curiosa incursión del científico en el ámbito de la creación literaria—, donde plantea el caso de un falso suero antipasional. Ángela Boto, El siglo del cerebro, El País, 26 de marzo de 2006: "Somos conscientes sólo de una pequeña parte de lo que ocurre en nuestro cerebro, y no hay por qué suponer que el cerebro es sólo el que es consciente". Curiosamente, parece que el círculo se cierra porque Cajal compartió época con el padre del psicoanálisis y sus teorías sobre la fuerte influencia del subconsciente en el comportamiento. De hecho, este mismo año, Austria conmemora el 150º aniversario del nacimiento de Sigmund Freud. Mientras que Cajal trataba de desentrañar los misterios del cerebro escudriñando sus caprichosas estructuras e imaginando cómo se transmitía la información por el entramado neuronal, Freud intentaba descifrar los rincones ocultos de la mente descodificando, entre otras cosas, sus productos. Y llegado el siglo XXI, los neurocientíficos amalgaman las dos tendencias: abordan las preguntas de Freud con las herramientas heredadas de Cajal. El entrecomillado es de Alberto Ferrús, codirector del Instituto Cajal. Mo Costandi, Freud was a pioneering neuroscientist, en The Guardian, 10 de marzo de 2014: Before his rise to fame as the founding father of psychoanalysis, however, Freud trained and worked as a neurologist. He carried out pioneering neurobiological research, which was cited by Santiago Ramóny Cajal, the father of modern neuroscience, and helped to establish neuroscience as a discipline. J. Elguero, «Metodología de la investigación: los ejemplos de Cajal y de Freud», Discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Madrid, Mayo de 2004. Juan Francisco Rodríguez, Vidas cruzadas, Cajal Y Freud, conferencia inaugural del curso 2009-2010 del Instituto Estudios Psicosomáticos y Psicoterapia Médica
- ↑ J.L. Greenberg: The problem of the Earth's shape from Newton to Clairaut: the rise of mathematical science in eighteenth-century Paris and the fall of "normal" science. Cambridge: Cambridge University Press, 1995 ISBN 0-521-38541-5. Fuente citada en en:History of geodesy
- ↑ Simberloff, D. (1980). "A succession of paradigms in ecology: Essentialism to materialism and probabilism". Synthese 43. Fuente citada en en:History of ecology
- ↑ Gohau, Gabriel (1990). A history of geology. Revised and translated by Albert V. Carozzi and Marguerite Carozzi. New Brunswick: Rutgers University Press. ISBN 978-0-8135-1666-0. Fuente citada en en:History of geology
- ↑ MacIntyre, Alistair (1998). A Short History of Ethics: A History of Moral Philosophy from the Homeric Age to the 20th Century. Routledge. Fuente citada en en:History of ethics
Enlaces externos
- Wikimedia Commons alberga una galería multimedia sobre Historia de la ciencia.
- Instituto de Historia de la Medicina y de la Ciencia Lopez Piñero, CSIC-Universidad de Valencia
- Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia
- Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas (SEHCYT)
- Mil años de historia de la ciencia en Italia
- El gran Metro de la ciencia (mapa visual de la historia de la ciencia en forma de plano de Metro)
- Bibliografía española de Historia de la ciencia y de la técnica: Base de datos en línea, elaborada por el Instituto de Historia de la Ciencia y Documentación López Piñero. Recoge referencias bibliográficas de las publicaciones sobre Historia de la ciencia y la técnica aparecidas en España o realizadas por autores españoles a partir de 1988 (enlace actualizado).
- Colección "Historia de la ciencia y la técnica", Akal