Diversidad sexual en Chile

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Derechos LGBT en Chile


Bandera

Escudo


Chile con territorios reclamados
Homosexualidad
Es legal Sí
Desde 1998
Edad de consentimiento sexual
Heterosexual y homosexual igual No
Edad de consentimiento homosexual 18
Protección legal contra la discriminación
Laboral Sí
Bienes y servicios Sí
En todos los aspectos Sí
Protección legal de pareja
Acceso igualitario a la unión civil Sí
Matrimonio entre personas del mismo sexo No
Derechos reproductivos y de adopción
Derecho de adopción conjunta No
Derechos de género
Cambio de sexo legal Sí
Cambio de sexo en documentos de identidad Sí
Otros derechos
Donación de sangre Sí

La homosexualidad en Chile ha sido históricamente un tema tabú dentro de la sociedad de ese país,[1]​ caracterizada de manera general como conservadora incluso en comparación con otros países latinoamericanos.[2][3][4]

Durante gran parte de la historia chilena, la homosexualidad se mantuvo oculta al estar legalmente prohibida, pero sin procedimientos específicos destinados a su represión. La principal excepción fue la persecución de homosexuales durante el primer gobierno de Carlos Ibáñez del Campo y la promulgación de la «Ley de Estados Antisociales» de 1954 que afectaba específicamente a vagabundos, mendigos, locos y homosexuales.[5]

Desde el inicio de la Transición a la democracia en 1990, la sociedad chilena ha comenzado a ser más abierta con respecto a esta orientación sexual: la mayor parte de las disposiciones que penalizaban la sodomía fueron derogadas en 1998, y en 2003 fue presentado en el Congreso Nacional un proyecto de ley para establecer un pacto de unión civil entre personas del mismo sexo, el que fue aprobado el año 2015.[6]​ Por otro lado, el 3 de agosto de 2010, ingresó a primer trámite constitucional un proyecto de ley destinado a legalizar el matrimonio homosexual.[7][8]

Pese a la relativa apertura que ha vivido la sociedad chilena, diversas investigaciones académicas han demostrado que persisten actitudes negativas hacia la homosexualidad, sin que existan diferencias significativas por género, especialmente al evaluar acciones implícitas (prejuicios) por sobre las explícitas.[9][10]​ Diversos casos de homofobia han sido denunciados ante diferentes instituciones y organismos públicos,[11]​ especialmente las Fuerzas Armadas de Chile —donde no existe prohibición oficial de ingreso para los homosexuales, aunque podrían ser expulsadas las personas que «vulneran los valores y la moralidad» de las Fuerzas Armadas—.[12]​ También ha existido un rechazo de parte de la Iglesia católica y las iglesias evangélicas.[13][14][15]

Historia

Culturas precolombinas y época colonial

Catalina de Erauso se travestía como hombre para luchar en la Guerra de Arauco, siendo conocida como «la monja alférez».

Durante la época precolombina, la homosexualidad era un concepto considerado de diversas maneras por los distintos pueblos indígenas que habitaban el territorio. Para los mapuches, la sexualidad era igualitaria entre hombres y mujeres, por lo que un hombre afeminado no perdía ningún privilegio, poder o estatus, simplemente porque ser hombre no era distinto de ser mujer. Los machis antiguamente eran en su mayoría hombres, adornados y vestidos con elementos de características femeninas, puesto que el poder espiritual estaba asociado a dicho género. Según algunos investigadores, los machis weye, como eran denominados en mapudungun,[16][17]​ practicaban la pederastia de forma pasiva, siendo acompañados por jóvenes que actuaban como si fueran sus maridos.[18]​ En tanto, otros consideran que la idea de que los machis eran homosexuales o pederastas surgió cuando los conquistadores españoles llegaron a Chile e intentaron comprender las actitudes de los machis desde su perspectiva completamente diferente a la mapuche.[19]​ El Imperio inca, que dominó la mitad norte de Chile, tenía a la homosexualidad asociada a conceptos de carácter religioso y sagrado, siendo practicada normalmente —incluso, las relaciones lésbicas eran bien vistas—;[20]​ sin embargo, otras fuentes señalan castigos en contra de los homosexuales.[21]

Con la Conquista de Chile por parte del Imperio español desde 1541 y la instauración del régimen colonial, la homosexualidad quedó prohibida y sancionada al igual que en la metrópolis, siguiendo los preceptos de la Iglesia Católica. A pesar de ello, no era la Inquisición la encargada de sus castigos, sino que los tribunales reales y el obispado.[22]

La alta presencia de hombres en la Capitanía General de Chile producto del conflicto armado con los mapuches y la mayor permisividad sexual otorgada relativo a la metrópolis fomentaban las relaciones sexuales entre hombres, que una vez descubiertas eran castigadas severamente. Hacia 1612, tras sus expediciones durante la Guerra de Arauco, el gobernador Juan de la Jaraquemada recorrió los fuertes existentes y juzgó a diversos implicados en acusaciones de sodomía y traición, condenando a la hoguera a trece soldados en el fuerte de Paicaví y seis en el de Angol.[23][24]

Otra enfermedad más pestilente dio a algunos españole sen Paicabi, y due del alma, porque se hallaron tenidos de un sodomítico contagio, quemaron los trece y perdonose el uno por no ser tan culpado, cosa tan lastimosa y que puede servir de escarmiento a los que son tocados...

El influjo de la moral cristiana afectó también a las culturas indígenas: los machis fueron reemplazados en su mayoría por mujeres, e incluso Claudio Gay describiría siglos más tarde que los «indios de Chile», pese a su belicosidad, solo practicaban la pena de muerte para los culpables de «sodomía y hechicería».[25]​ Los sacerdotes eran los encargados de enseñar y guiar a los habitantes alejados del pecado, especialmente a través de la confesión, el cual contenía un extenso cuestionario que incluía preguntas respecto a la sodomía (incluyendo bajo ese término otros términos como bestialismo, necrofilia y sexo anal); esto muchas veces tenía el efecto contrario y se convertía en una instancia para que los mismos sacerdotes realizaran prácticas prohibidas con los confesados. La práctica del llamado «pecado nefando» por parte de sacerdotes, tanto con feligreses como con pares, fue ampliamente documentada por diversas confesiones ante inquisidores, usualmente obtenidas tras aplicar torturas.[24]

Dentro de la época colonial destaca la historia de Catalina de Erauso, una joven española que se travestía para luchar en la Guerra de Arauco. Tras haber sido expulsada de un convento en San Sebastián, Catalina se embarcó al Nuevo Mundo como hombre para luchar contra las huestes mapuches en 1619. Por su valentía, fue condecorada con el grado de alférez, sin que nadie dudara de su sexualidad masculina. En 1623 confesó su verdadero género y, al comprobarse que era virgen, se la envió a España, siendo entrevistada por el rey Felipe IV de España y el papa Urbano VIII, quienes le permitieron ser tratada como hombre.

Siglo XIX

Art. 365. El procesado por el delito de sodomía sufrirá la pena de presidio menor en su grado medio.- Código Penal.[26]

Pese a alcanzar su independencia a principios del siglo XIX, Chile mantuvo prácticamente invariable su rechazo hacia la homosexualidad. Sin embargo, la concepción existente de la homosexualidad cambió debido a las ideas que darían cuerpo a la nueva nación. Como forma de marcar una diferencia con el pasado colonial, el país recién constituido comenzó un proceso de modernización ideológica, pasando de una visión de carácter eminentemente religiosa a una de carácter científica. Así, la homosexualidad que antes era un pecado, comenzó a ser considerada una enfermedad. A esta visión se sumó la idealización de los roles de hombres y mujeres en la sociedad, donde la virilidad se constituía como una virtud masculina que atravesaba y unificaba a las diversas clases sociales, mientras que las conductas homosexuales o afeminadas atentaban contra dicho principio.[27]

Las conductas homosexuales fueron tipificadas como crimen bajo el término inespecífico de «sodomía», nunca definida en el texto legal pero entendida por los penalistas, en general, como penetración anal, sin distinguir entre violación, pedofilia o relaciones consentidas. Esta tipificación fue incluida a través del artículo 365 del Código Penal, vigente desde 1875, que contemplaba una pena de presidio menor en su grado medio, es decir, un rango entre los 541 días y los 3 años de prisión. Durante el siglo XIX, las causas criminales por sodomía aumentaron con respecto a los periodos anteriores y se concentraron principalmente durante el último tercio de dicha centuria. En los juicios incoados por sodomía se realizaban incluso exámenes médicos del ano y del recto de los imputados para poder determinar la veracidad de las acusaciones de sodomía existentes en su contra.[28][29]​ La comunidad médica chilena consideraba la homosexualidad como una «aberración» y estaba al tanto de los estudios realizados a nivel internacional sobre el tema, aunque no le prestó gran importancia y la relacionó principalmente con la masturbación.[27]

Dentro de los casos de sodomía durante el siglo XIX, destaca el de dos marineros de la corbeta Esmeralda. En 1873, el guardiamarina segundo Carlos Eledna y el marinero José Mercedes Casanga fueron sorprendidos durmiendo semidesnudos, tras lo que se les acusó de sodomía. Ante los hechos, se realizó un juicio sumario a bordo, siendo el capitán Arturo Prat —quien seis años después sería protagonista del combate naval de Iquique a bordo de la misma nave— parte del jurado. Los acusados fueron condenados a diez años de cárcel y sesenta latigazos en la espalda. Dicho castigo se realizó a bordo de la nave; Casanga no resistió el castigo completo llegando a los cincuenta azotes «antes de desmayarse vomitando hiel por la boca».[30][31]​ En este caso, nuevamente el informe médico de los genitales de los acusados fue fundamental para la sentencia.[29]

Como parte de la lucha anticlerical que se puso de manifiesto en el país desde mediados del siglo XIX, muchos críticos de la Iglesia Católica en Chile señalaron a ésta como un foco de homosexualidad a través de sus seminarios e internados, los cuales también atentaban contra la imagen de virilidad del hombre chileno a causa del encierro y el celibato. Existieron diversos pasquines en el país que hablaban, entre otras cosas, del desarrollo de la homosexualidad al interior de las congregaciones religiosas, entre las que destacaron, por ejemplo, algunas citas de El padre Padilla.

Las verdaderas causas del incremento del mariconismo entre nosotros son las siguientes: la confesion i los internados, i entre estos, mui principalmente los seminarios, que son semilleros de maricones. Entiéndase que al hablar de confesion, no me refiero a la que hacen las mujeres, porque de ella resultan huachos, i nó maricas. Pero de los internados de monjas, cleriguitos i seglares, salen la mayor parte de los fabricantes de roscas y tortillas. I ello se esplica. Entre cien muchachas, entre las cuales no hai un muchacho ni para remedio, las pobrecillas se dicen: «Con lo que hai nos vamos»; i, a falta de carne, le atracan al pescado. Acabad con todos los internados i acabareis con el mariconismo, I tendreis una nacion de hombres mui hombres…
Juan Rafael Allende, «El mariconismo en Chile». El padre Padilla, Santiago de Chile, 13 de marzo de 1886[27]

De igual forma que respecto de la Iglesia Católica, las acusaciones de homosexualidad recayeron sobre diversos grupos, como por ejemplo la burguesía, por parte de grupos de ideología marxista.[27]​ En otras ocasiones, las acusaciones de sodomía eran utilizadas como pretexto y catalizador para discusiones políticas de diversa índole. Entre 1904 y 1905, estalló una acusación de violación de un menor de 11 años por parte de un sacerdote en un exclusivo colegio perteneciente a una congregación católica, lo que pondría en la discusión pública la legitimación de la educación laica y el fin del financiamiento estatal a los colegios religiosos.[32]​ El sacerdote, en medio del revuelo público, fue condenado a 54 años de presidio, una pena bastante mayor a la que tenían otras situaciones de similares características pero de menor impacto público, con el fin de ser una condena ejemplificadora.[27]

Siglo XX

Augusto d'Halmar, primer Premio Nacional de Literatura, escribió Pasión y muerte del cura Deusto, una de las primeras novelas hispanoamericanas de temática homosexual.[33]

A partir de la década de 1920, la homosexualidad comenzó lentamente a ser aceptada en Chile, principalmente por parte de la aristocracia, fruto de los procesos de liberalización que se vivían entonces en Europa, principalmente en París, Londres y Berlín, los principales referentes culturales de la oligarquía.[33]

En el mundo aristocrático y en los ambientes culturales asociados, la homosexualidad era tolerada aunque reprimida. Muchos homosexuales mantenían matrimonios, pero frecuentemente mantenían encuentros con otros hombres de su entorno. Otra característica de estos hombres aristócratas eran los encuentros sexuales con personas de niveles inferiores en la escala social. Era común que los acaudalados de Valparaíso bajasen al puerto a tener sexo con marineros, mientras que la Plaza Yungay era el equivalente para los santiaguinos. El día del roto chileno se llegaba a convertir incluso para éstos en una festividad de corte homosexual. A lo largo del país, era habitual entre los pescadores tener sexo con aristócratas, incluso vanagloriándose de aquello como una entretención, sin considerarse atraídos sexualmente por personas de su mismo sexo.[34]

La poetisa Gabriela Mistral, cuyo lesbianismo fue confirmado en 2009 al desclasificarse parte de su correo personal, generó múltiples debates respecto a su sexualidad.[35]

La caleta de Horcón, sin embargo, se convirtió en una imagen emblemática de dichas situaciones, transformándose durante gran parte del siglo XX en un lugar frecuente de encuentro sexual entre homosexuales y pescadores, quienes practicaban usualmente el rol activo. Horcón era una de las localidades más pobres de los alrededores de Valparaíso, y a ella llegó a instalar su residencia veraniega el acaudalado empresario Federico Claude, heredero de Federico Schwager y sus compañías de carbón. Junto a Claude arribaron varios de sus amigos, quienes habitualmente tenían sexo con los pescadores a cambio de beneficios, como alimentos o variados enseres, ejerciendo una suerte de prostitución implícita y que las mujeres de la caleta debieron soportar para poder subsistir.[36]​ La llegada del hippismo durante los años 1960, las mejoras en la calidad de vida de los habitantes de la localidad y el aumento de las libertades para homosexuales en el país, produjo un declive en las actividades homosexuales en Horcón, lo que ha llegado a convertirse actualmente en un tabú para dicha caleta.[37]

En los círculos artísticos y literarios chilenos, radicados principalmente en Santiago, la homosexualidad era vivida libremente, aunque no públicamente, e incluso diversos homosexuales eran muy influyentes, destacando personajes como Augusto D'Halmar, Hernán Díaz Arrieta (Alone) y Benjamín Subercaseaux.[38]​ La literatura chilena de principios del siglo XX comenzó a desarrollar profusamente historias de temática homosexual, las que se iniciaron con la única novela de Alone, editada en 1915, donde se incluyó el primer personaje afeminado de la literatura nacional.[39]​ Posteriormente, la novela Pasión y muerte del Cura Deusto, publicada en 1924 por D'Halmar —ganador del primer Premio Nacional de Literatura en 1942—, narraba el trágico amor de un sacerdote por otro hombre. Aunque la novela fue publicada inicialmente en España, es considerada como la primera que habla explícitamente de la relación entre personas del mismo sexo en Latinoamérica. En 1935, Joaquín Edwards Bello describió en La chica del Crillón a un personaje lésbico, tema que fue pocas veces mencionado. Varios autores heterosexuales, como Alejandro Jodorowsky y Enrique Lafourcade —este último dedicó importantes roles a la homosexualidad dentro de sus primeras obras como Pena de muerte (1952) y Para subir al cielo (1959)—, compartieron con homosexuales que impulsaron sus carreras.[34]​ La relativa apertura del tema en los círculos aristocráticos, intelectuales y artísticos, influida por los sucesos en Europa, permitió la publicación de algunas obras extranjeras que también trataron la homosexualidad.[33]

Pese a esta relativa apertura, el rechazo fuera de estos círculos era generalizado, por lo que muchos autores de importancia ocultaron su homosexualidad ante el gran público. Este fue el caso de José Donoso y Gabriela Mistral, dos de los más grandes escritores de la literatura en el país.[40][41]​ Solamente tras la muerte de ambos y la publicación de su obra epistolar personal a comienzos del siglo XXI, se pudo comprobar la compleja homosexualidad de ambos, lo que había sido largamente un tema tabú.[42][43]​ Tanto Donoso como Mistral reflejaron en sus cartas el dolor de no poder vivir sus relaciones personales, que en el caso de la Premio Nobel de Literatura se reforzaba asociando su lesbianismo a su carácter feminista; Donoso, en tanto, abordó el tema en diversas publicaciones catalogadas por algunos como un enmascaramiento de sus tendencias sexuales.[44][45]

Una tarde estaba yo en casa de un amigo que siempre sospeché de ser homosexual, sin haberlo confirmado. Llegó entonces el ex marido de una prima mía, un muchacho muy buenmozo, y pude advertir que había algo entre ellos, algo que era amor. Me conmoví hasta los huesos, me dio una envidia, una desesperación, unas ganas de tener exactamente lo que esos dos tenían —y, sin embargo, un deseo vehemente de no ser como ellos... Es esa envidia lo que está en la base de todos mis problemas, gorda. ¿De dónde viene, por qué es, qué significa? ¿Hasta dónde puede llegar a destruir nuestra vida, esa envidia mía por una situación homosexual? [...] La tentación es inmensa, terrible, pero resulta que eso (asumir una vida homosexual) me produciría tanto o más dolor que el no hacerlo. Mi neurosis es debida, ahora, a esa sensación de estar viviendo sobre arena movediza.
Carta de José Donoso a su entonces novia María Ester Serrano, 30 de agosto de 1960.[46]

Como contrapartida, María Luisa Bombal en El árbol plasmó sus sentimientos sobre su matrimonio con el pintor homosexual argentino Jorge Larco (1897-1967), que carecía de amor y vida sexual.[33]

Represión estatal

El puerto de Pisagua, en el norte del país, fue utilizado por Carlos Ibáñez del Campo y sus sucesores como campo de concentración de homosexuales.

Al contrario de la tolerancia vivida en algunas esferas aristocráticas, en la mayoría del país se manifestaba un fuerte rechazo hacia la homosexualidad. Si bien la sodomía ya era penalizada en el Código Penal, la llegada de Carlos Ibáñez del Campo al poder en 1927 profundizó las políticas de persecución contra los homosexuales.

La dictadura de Ibáñez se caracterizó por una fuerte represión a sus opositores, muchos de los cuales fueron asesinados por grupos paramilitares. Si bien no existen pruebas de que efectivamente se hubiesen realizado, dentro de las prácticas con que el gobierno de Ibáñez del Campo atemorizaba a los detenidos estaban las de «fondeamiento», que consistía en lanzar a los opositores políticos desde barcos en alta mar con un peso atado en sus piernas, de forma tal que se hundieran rápidamente. Ibáñez del Campo, quien era profundamente homofóbico —según algunos, debido a que su hijo Carlos era homosexual—, ejecutó una serie de redadas y detenciones contra homosexuales.[47]​ En muchas oportunidades, aunque nunca se ha comprobado, se ha mencionado que el gobierno de Ibáñez realizó razzias de detención de varios homosexuales en Santiago, los que habrían sido enviados posteriormente a barcos en Valparaíso para ser ejecutados mediante fondeo.[48]

Lo que sí es efectivo es que varios de los detenidos por sodomía fueron enviados al puerto de Pisagua, en el norte del país, donde se estableció una especie de campo de concentración para homosexuales, lo cual no solo fue realizado por Ibáñez del Campo, sino que también por sus sucesores, existiendo certeza de estas políticas hasta 1941, durante el gobierno de Pedro Aguirre Cerda.[48]​ Pisagua, una localidad rodeada por altos cerros y el océano, sufría en esa época un masivo éxodo de sus habitantes, por lo que se convirtió en un lugar perfecto para la encarcelación de diversos represaliados, práctica que sería posteriormente continuada por Gabriel González Videla y Augusto Pinochet contra sus opositores políticos.[49]

El presidente Jorge Alessandri fue víctima de ataques homofóbicos por parte de algunos medios de comunicación opositores.

En 1952, cuando Ibáñez del Campo regresó al poder, esta vez en elecciones democráticas abiertas, como presidente, continuó con sus políticas represivas. Durante su gobierno fue promulgada la Ley 11625 sobre Estados Antisociales y Medidas de Seguridad (1954),[5]​ propuesta inicialmente durante el gobierno de su antecesor González Videla, ley que establecía diversas medidas de seguridad (como internaciones curativas, multas y presidio) contra grupos de «peligrosidad social», incluyendo a vagos, toxicómanos y homosexuales, entre otros.[50]​ Esta ley requería de la dictación de un reglamento que facilitaría su aplicación, pero que nunca fue dictado, por lo que no pudo ser aplicada, hasta que finalmente fue derogada en 1994.[51]​ Sin embargo, dicha ley habría tenido aparentemente una aplicación marginal, quedando registro de algunos homosexuales trasladados a localidades como Chanco y Parral.[48]

Quedan sometidos a las disposiciones del presente Título y sujetos a las sanciones que como medidas de seguirdad establece: [...] 5.º. Los que por cualquier medio induzcan, favorezcan, faciliten o exploten las prácticas homosexuales, sin perjuicio de la responsabilidad a que haya lugar, de acuerdo con el artículo 365, 366, 367, y 373 del Código Penal.
Ley 11625 de Estados Antisociales, 4 de octubre de 1954.[5]

La antigua libertad vivida en los círculos artísticos y en la aristocracia hasta los años 1950, prácticamente desapareció como efecto de las persecuciones del gobierno de Ibáñez. Un ejemplo de ello fue el actor Daniel Emilfork, que se radicó en Francia.[34]​ Muchos prefirieron emigrar a Europa y los Estados Unidos en busca de mayor libertad.

En los gobiernos posteriores, aunque la represión por parte del Estado disminuyó considerablemente, no fue así en la de la sociedad. Un ejemplo de ello fue el trato dado por los medios de comunicación a los homosexuales o cómo utilizaban la homosexualidad como una forma de desprestigio.[52]​ El caso más claro fue el vivido por el presidente de Chile entre 1958 y 1964, Jorge Alessandri. Alessandri fue el primer presidente soltero en la historia de Chile, lo cual generó una serie de rumores en un país tan conservador como Chile sobre su sexualidad; el mito de su homosexualidad fue utilizado por la satírica revista Topaze y por el periódico Clarín, quienes denominaban al derechista Alessandri como «La Señora».[53]

Unidad Popular y la primera manifestación gay

Quizás el emblema más importante de la homofobia mediática fue Clarín, de corte popular, sensacionalista y de izquierda, que continuamente publicaba notas sobre homosexuales de forma denigrante, titulando usualmente con notas de crónica roja cometidas por «colipatos», «locas» o «yeguas», como usualmente denominaba a los gays.[54]​ Esta homofobia realizada por parte de la prensa izquierdista se puede considerar como efecto de la idealización del prototipo de hombre durante los años de la Unidad Popular, correspondiente al obrero esforzado. Así, la izquierda levantaba a la virilidad como ideal de la revolución liderada por Salvador Allende, mientras la derecha aprovechaba la imagen de la femeneidad, visible en las manifestaciones de cacerolazos; la homosexualidad, por tanto, quedaba contraria a ambas concepciones, especialmente a la de la izquierda política.[52]

El 22 de abril de 1973 ocurrió en la Plaza de Armas de Santiago la primera manifestación de homosexuales en Chile. Cerca de unos veinticinco homosexuales y travestis que usualmente recorrían en las noches las calles Huérfanos y Ahumada en el centro de Santiago se reunieron para protestar por los abusos de Carabineros, que los apresaban continuamente por «faltas a la moral y las buenas costumbres», los golpeaban y rapaban la cabeza. Pese a esta represión, la manifestación se realizó con normalidad; sin embargo, los medios de comunicación se encargarían de los ataques a través de sus crónicas. Incluso, el intendente metropolitano dijo que utilizaría «de la fuerza pública y de todos los resortes que [le] da el mandato constitucional» con tal de impedir una nueva manifestación programada esta vez en el Barrio Alto de la capital.[55]

Las yeguas sueltas, locas perdidas, ansiosas de publicidad, lanzadas de frentón, se reunieron para exigir que las autoridades les den cancha, tiro y lado para sus desviaciones. Pese a que la reunión había sido bastante publicitada, la policía no se hizo presente. Entre otras cosas, los homosexuales quieren que se legisle para que puedan casarse y hacer las mil y una sin persecución policial. La que se armaría. Con razón un viejo propuso rociarlos con parafina y tirarles un fósforo encendido.
«Ostentación de sus desviaciones sexuales hicieron los maracos en la Plaza de Armas», diario Clarín, 24 de abril de 1973.[56]

Dictadura militar

El 11 de septiembre de 1973, un golpe de estado realizado por las Fuerzas Armadas y de Orden derrocó al gobierno de Salvador Allende, iniciando una dictadura militar al mando de Augusto Pinochet que se extendería hasta 1990. El Régimen Militar estableció una fuerte represión en toda la sociedad chilena por cerca de diecisiete años, y la comunidad homosexual y transexual no estuvo exento de ello.[57]​ El establecimiento del toque de queda en el país afectó directamente a la vida bohemia donde se expresaba con más fuerza la comunidad homosexual, mientras que las fuerzas militares y policiales realizaron continuas redadas a locales, con mucha violencia especialmente hacia los transexuales, muchos de los cuales debían esconderse en muebles para no ser atacados. Las persecuciones particularmente hacia homosexuales generaron una fuerte estela de desconfianza y miedo entre las personas. En muchos casos, la violencia se manifestó en tratos denigrantes, detenciones, torturas y asesinatos por el solo hecho de ser homosexual.[58]

Los organismos represivos como la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA, f. 1974) y la Central Nacional de Informaciones (CNI, f. 1977) investigaron en muchas ocasiones a homosexuales. Un caso paradigmático es el acápite especial sobre «homosexualismo» en la investigación realizada entre 1976 y 1978 a Jaime Guzmán, uno de los principales ideólogos del pinochetismo y de la constitución de 1980 y fundador del partido conservador Unión Demócrata Independiente. El informe, que intentaba vigilar a uno de los principales adversarios del director de la DINA Manuel Contreras dentro del gobierno, establecía un perfil del abogado y en él se especificaba la cercanía de Guzmán con personas reconocidas por su homosexualidad, y aunque no mencionaba literalmente que éste lo fuera, muestra el nivel de intolerancia que existía en las altas esferas del gobierno hacia diversas orientaciones sexuales.[59]

Pese a la violenta represión, en esta época comenzaron a crearse las primeras organizaciones para comunidades homosexuales aunque de manera ilegal y oculta. La primera, llamada «Grupo Integración», fue creada en 1977 y realizaba diversos encuentros en viviendas privadas o en un local llamado El delfín, pero finalmente se disolvió rápidamente. El año 1984 vio el nacimiento de Ayuquelén (pretendiendo significar «la alegría de ser» en mapudungun), el primer grupo lésbico nacional. Aunque su nacimiento se originó luego de la visita de algunas feministas chilenas a la segunda Reunión de Feministas de América Latina y el Caribe realizada en Perú el año anterior, el punto de inflexión fue el asesinato de Mónica Briones ese año. Briones falleció luego que un ex policía celoso de su novia la golpeó hasta la muerte en las cercanías de Plaza Italia ante numerosos testigos, sin que nadie se atreviese a intervenir, mientras gritaba «¡Maldita lesbiana!». La familia de Briones no denunció el hecho y prefirió ocultarlo, argumentando que su hija falleció en un accidente de tránsito.[55]​ Ayuquelén estuvo desde sus inicios ligada al movimiento feminista, aunque sus relaciones fueron difíciles, pues temían una identificación conjunta de ambos movimientos. En esa época también entraron en contacto con grupos internacionales como el ILIS y el ILGA.[60]​ En Concepción, en tanto, surgió el Colectivo SER hacia fines de la década de los años 1980 y del cual nació también Lesbianas en Acción.

«Mi hombría me la enseñó la noche
detrás de un poste.
Esa hombría de la que usted se jacta
se la metieron en el regimiento
un milico asesino
de esos que aún están en el poder».

El secretismo en el que se organizaban grupos homosexuales contrastó con la apertura que llegó de la mano del libre mercado instaurado por los Chicago Boys y la disminución en la represión al ocaso de la dictadura. Así, desde mediados de los años 1980 comenzaron a proliferar diversas discotecas y bares gays. Aunque se mantenían las redadas y los locales mantenían oculta su orientación al público homosexual, discotecas como Fausto y Quazar tenían una gran convocatoria en Santiago.[62]​ Sin embargo, esta condición de gueto tolerado se vería rápidamente puesto en jaque. La aparición del sida durante esos años generó aún una mayor discriminación dentro de la sociedad, que catalogó a la población homosexual como la causante de este síndrome. La primera víctima registrada en el país de la en ese entonces denominada «peste rosa» fue en agosto de 1984, al año siguiente se totalizaron 10 casos y hacia finales de la década llegaron a 79. El temor al contagio de esta enfermedad de la que poco se conocía provocó un aumento en las redadas, generando detenciones masivas en los locales que habían abierto sus puertas algunos meses antes. En agosto de 1985, el artista plástico Ernesto Muñoz dio una entrevista a la revista Apsi intentando desmitificar la enfermedad y de paso declarando abiertamente su homosexualidad, en un hecho inédito para el país. El cantante Eduardo Valenzuela, que representó al país en la OTI 1987 y era una de las voces más promisorias del ambiente chileno, vio su carrera destruida luego de que se diera a conocer que padecía de sida.[63]

La única acción pública por parte de homosexuales fue a través del colectivo cultural Las Yeguas del Apocalipsis, formado por los artistas Francisco Casas y Pedro Lemebel. El grupo, cuyo nombre hacía mofa de los conceptos asociados a la homosexualidad y el sida, se caracterizó por presentaciones espontáneas basadas en el travestismo, generando gran polémica en el contexto de la época. Casas y Lemebel, abiertamente opositores a la dictadura, participaron además en una serie de actos contrarios a Pinochet en vísperas del plebiscito nacional de 1988. Las fuertes e intempestivas acciones de Las Yeguas contaron con un fuerte rechazo, incluso de los grupos opositores que ellos apoyaban. Durante la proclamación de Patricio Aylwin como candidato de la Concertación para la elección presidencial de 1989 que ponía fin a la dictadura, Lemebel y Casas colgaron un lienzo que decía «Homosexuales por el cambio». Los dirigentes democristianos expulsaron a ambos del acto en el teatro Cariola y prohibieron la difusión del hecho en los medios de prensa.[55]

Retorno de la democracia y lucha por la legalización

«No veo en qué pueden aportar los gays y lesbianas en la vida política de Chile. Creo que no tienen nada que ver con la actividad política. Para mí, es una enfermedad que tiene que ser tratada».
Jaime Ravinet, alcalde de Santiago (1990-2000)

El fin del Régimen Militar en 1990 y el inicio de la transición chilena a la democracia generaron una oportunidad para los colectivos LGBT para la manifestación y la reivindicación de sus derechos. En 1991, en la ciudad sureña de Coronel se realizó el primer Congreso Homosexual Chileno, que contó con la participación de diversas organizaciones nacidas durante la dictadura como Ayuquelén. En dicho congreso participaron representantes de Santiago que, el 28 de junio de ese año, darían vida al Movimiento de Liberación Homosexual (Movilh), que se convertiría posteriormente en una de las principales agrupaciones de activismo LGBT.[55]

En 1992, el gobierno chileno decidió realizar las primeras campañas de prevención del sida, pese al rechazo de la jerarquía de la iglesia católica en Chile. Esto fue aprovechado por diversos colectivos para poner en el tapete el tema de la homosexualidad en el país, participando en entrevistas en periódicos y, por primera vez en televisión, durante el programa Unas y otras de Pamela Jiles y Delia Vergara en Televisión Nacional de Chile.[55]​ Ese mismo año, por primera vez se trató la muerte de homosexuales durante la dictadura: en una marcha en conmemoración de la publicación del Informe Rettig sobre las violaciones a los derechos humanos entre 1973 y 1990, diez homosexuales enmascarados y de luto portaron un lienzo con el mensaje «Por nuestros hermanos caídos - Movimiento de Liberación Homosexual» mientras marchaban, recibiendo muestras tanto de apoyo como de rechazo por otros manifestantes.[55]​ Un año después, en la marcha organizada por la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, más de 300 homosexuales y travestis participaron por primera vez a cara descubierta, logrando gran repercusión mediática.

Miembros del Movimiento Unificado de Minorías Sexuales (MUMS) protestando fuera de los juzgados de Valparaíso por el incendio de la discoteca Divine.

Pese a estos signos de apertura, no cambiaron los prejuicios contra la homosexualidad dentro de la población chilena. El ejemplo más claro y recordado de ello fue el incendio que afectó a la discoteca Divine en Valparaíso, el 4 de septiembre de 1993, y en el cual las actitudes homofóbicas de la población se manifestaron tanto por parte de las víctimas como de las instituciones destinadas a proteger a éstas. Aunque se especuló de un posible atentado, la justicia chilena cerró el caso sin culpables y solo en 2008 logró ser reabierto. Algunos estudios de opinión realizados hacia fines de la década demostraban una fuerte violencia verbal y física contra los homosexuales por parte de la ciudadanía (especialmente desde y hacia hombres), mientras que la prensa, si bien ya no realizaba descalificativos directos como antaño, mantenía discursos enjuiciantes y condenatorios a través de la ironía y otras formas implícitas.[64]​ Un estudio de opinión pública determinó que 43,6% de la población adulta de la Región Metropolitana estaba de acuerdo con la prohibición de la homosexualidad por antinatural y un 74% aceptaba «poco» o «en absoluto» la homosexualidad.[64]

«Creo en la libertad, pero no creo en la libertad de algunas desviaciones patológicas de la sexualidad normal. Yo me preocupo de la familia, la mujer, los hijos y que no se propague el sida».
—Diputada María Angélica Cristi, durante el debate de despenalización de la sodomía.

En este contexto, la principal lucha de las organizaciones de apoyo a las minorías sexuales fueron la despenalización de la sodomía a través de las modificaciones al Artículo 365.° del código penal chileno. El proyecto fue presentado por el gobierno con el apoyo de la coalición gobernante, la Concertación de Partidos por la Democracia, en agosto de 1993 en la Cámara de Diputados de Chile. Sin embargo, el proyecto generó un fuerte y largo debate, incluso dentro del oficialismo. En el debate se planteó desde la despenalización a la retipificación de la sodomía, la edad del sujeto pasivo y la posibilidad de contemplar a la mujer como el sujeto activo del delito, entre otras materias.[65]​ Finalmente, se llegó a un acuerdo referente a restringir la sodomía como delito únicamente cuando el sujeto pasivo era un varón menor de 18 años de edad. Si bien la reforma legal promulgada en junio de 1999 legalizó definitivamente la homosexualidad en Chile, el mantenimiento en caso de menores de edad ha sido criticada hasta la fecha como discriminatorio,[65]​ pues para relaciones heterosexuales la edad de consentimiento sexual era de 12 años en ese momento (aumentada posteriormente a 14 años).

En las elecciones municipales de 1996, se presentaron las primeras candidaturas homosexuales en las comunas de Santiago, Concepción y Antofagasta con el apoyo del MOVILH y el Centro Lambda, aunque sin éxito. Este acuerdo entre ambas organizaciones permite posteriormente la fusión de ambas que daría origen al Movimiento Unificado de Minorías Sexuales (MUMS), actualmente llamado Movimiento por la Diversidad Sexual, pero que enfrentaría una escición que daría origen al actual Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh).[66]​ Al alero del MUMS, en 2000 se articuló Traves Chile, la primera agrupación de transgéneros en el país que alcanzaría su autonomía un año más tarde,[55][67][68]​ transformándose en la primera en su tipo con un estatus jurídico-legal en Chile.[69]

Apertura en el siglo XXI

Con el advenimiento del siglo XXI, la aceptación de la homosexualidad comenzó a aumentar rápidamente en la población chilena y las muestras públicas de homofobia comenzaron a declinar. La influencia de la televisión fue de gran importancia para ello: algunos rostros conocidos del mundo artístico salieron del clóset, visibilizando la existencia de homosexuales para una parte importante de la ciudadanía, dando paso luego a programas (principalmente, de ficción) que mostraban la vida de personajes homosexuales. El primer hito al respecto fue la exitosa telenovela Machos, producida en 2003 por Canal 13 y la primera en contar con un rol protagónico de un homosexual. Pese a que Machos no mostró explícitamente la vida homosexual del personaje interpretado por Felipe Braun, dejó de lado la caricaturización de la homosexualidad presente en producciones anteriores, aunque con una conservadora aproximación, y permitió la aparición de otros personajes sexualmente activos, en el contexto de la principal señal televisiva católica del país, la cual en ese entonces pertenecía todavía en su totalidad a la Pontificia Universidad Católica de Chile. Televisión Nacional de Chile lideró el proceso en las telenovelas nocturnas locales, los productos de mayor consumo televisivo en el país: Los treinta mostró el primer beso entre hombres en horario prime en 2005,[70]​ y El señor de La Querencia a la primera pareja lésbica en 2008. Al año siguiente, ¿Dónde está Elisa?, la nocturna más vista en la historia de la televisión chilena, fue la primera en mostrar una relación sexual entre dos hombres, y, además, fue la trama que terminó de consagrar al escritor homosexual Pablo Illanes.[71]​ En tanto, la vespertina Cómplices (2006) trajo a la primera pareja homosexual de relevancia en una telenovela[72]​ y Los exitosos Pells (2009) fue la primera telenovela chilena en mostrar un beso entre dos hombres en horario apto para menores.[73]

En los primeros años de la década del 2000, nacen además los primeros sitios digitales para lesbianas en Chile. Uno de ellos fue la revista digital de cultura lesbiana Rompiendo el silencio fundado por la periodista Erika Montecinos. Posteriormente, el año 2008 esta revista logra imprimirse y venderse en kioscos a lo largo de todo Chile, cuya última edición fue impresa en el año 2010. Desde febrero de 2013, el grupo que organizaba la publicación de la revista se convierte en la Agrupación Lésbica Rompiendo el silencio siendo una de las principales organizaciones que lucha por los derechos humanos y la visibilidad de las mujeres lesbianas y bisexuales. Algunos de sus logros son haber incorporado en el plan de acción de violencia hacía las mujeres 2014-2015, la violencia contra las mujeres por su orientación sexual.

La sociedad chilena aumentó fuertemente su tolerancia, dentro de lo aceptable, y se puede decir que de a poco dejó de condenar, de manera general, como un conjunto, a la homosexualidad y las personas homosexuales, aunque las expresiones abiertas de este tipo se mantuvieron restringidas. De acuerdo a un estudio realizado por el Pew Research Center en 2007, un 64% de los chilenos opinaba que la homosexualidad debía ser aceptada, contra un 31% de rechazo, cifras similares a las de países como Italia (65%), Brasil (65%) y México (60%), superiores a las de Perú (51%), Estados Unidos (49%), Venezuela (47%) y Polonia (45%), pero inferiores a las de Argentina (72%) y gran parte de Europa (desde un 86% en Suecia hasta un 71% en el Reino Unido).[74]​ La tendencia además aumenta en los jóvenes: un 76% de las personas entre 18 y 39 años está en favor de la aceptación del "estilo de vida homosexual", contra un 56% de los mayores de 40 años.[74]

Aunque tímidamente iniciadas durante los años 1990, en la década siguiente las marchas del orgullo gay y otras manifestaciones se han ampliado y desarrollado en libertad, especialmente en el centro de Santiago (como en el Palacio de La Moneda).

Las marchas del orgullo gay que comenzaron tímidamente a fines de la década de 1990, lograron mayor relevancia. La primera marcha del orgullo en Santiago se realizó a lo largo de la Alameda el 27 de junio de 1999, en conmemoración del Día Internacional del Orgullo LGBT.[66]​ Esta fecha, sin embargo, fue trasladada al año siguiente al mes de septiembre para evitar el invierno austral. En paralelo, Movilh organizó la «Gay Parade» en noviembre. En sus primeros años, estos eventos no superaron las 5000 personas, pero a medida que mejoró la aceptación dentro de la sociedad, el número de asistentes creció. En 2010, la «Gay Parade» congregó a más de 40 000 asistentes en el Paseo Bulnes,[75]​ y este tipo de eventos se replicaron en otras ciudades de Chile, aunque a menor escala.

De igual forma, el «ambiente gay» en Chile ha aumentado considerablemente durante los años 2000, concentrándose principalmente en Santiago de Chile, el Gran Valparaíso y en el Gran Concepción en menor grado, aunque notoriamente más bajo que en ciudades de países cercanos, como Buenos Aires o Río de Janeiro. Las discotecas santiaguinas se concentran en el sector del Barrio Bellavista y el Barrio Lastarria, siendo este último también denominado en algunas ocasiones como una especie de barrio gay santiaguino, debido a la alta presencia de comercio destinado a clientes homosexuales que habitan en los departamentos de las cercanías.[76]

«¿Por qué tenemos que apoyar a la comunidad homosexual? Tendríamos luego que apoyar, digamos, a los grupos que proponen, no sé, relaciones anómalas con niños o a los grupos que proponen la eutanasia
Carlos Larraín, presidente de Renovación Nacional, en el programa de Chilevisión Tolerancia cero.

Pese a esta apertura, aún existen altos grados de homofobia por parte de diversas instituciones chilenas. La iglesia católica en Chile y algunas comunidades evangélicas han manifestado su rechazo a la apertura hacia la homosexualidad,[77]​ mientras el Movilh las ha calificado dentro de las instituciones chilenas con mayor grado de homofobia junto a la Corte Suprema. Además, se han registrado diversas expulsiones de profesores y suspensiones de alumnos debido a su condición sexual, tanto en colegios públicos como privados.

Diversos casos de homofobia han aparecido en el país durante los últimos años, siendo los más conocidos el caso de los jueces Karen Atala y Daniel Calvo. Atala perdió la custodia de sus hijos en 2003 por convivir con su pareja lésbica y el caso actualmente está en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos debido a la discriminación manifestada por su orientación sexual.[78]​ En el caso de Calvo, éste fue alejado de su investigación en el Caso Spiniak (sobre prostitución infantil) tras ser captado por una cámara escondida de Chilevisión ingresando a un sauna gay, y suspendido por 4 meses de su cargo de ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, finalmente fue trasladado a la 4.ª Fiscalía Judicial del Corte de Apelaciones de Santiago, es decir, dejó su puesto de ministro de Corte y asumió funciones auxiliares en el mismo tribunal.[79][80]

En 2011 el expresidente de la Juventud Renovación Nacional, Óscar Rementería, asumió públicamente su homosexualidad, convirtiéndose en uno de los primeros políticos de derecha en realizar ese tipo de declaraciones. Posteriormente se incorporó a la vocería del Movilh.[81]

Daniel Zamudio y la ley antidiscriminación

Banderas arcoíris flameando durante el funeral de Daniel Zamudio.

Uno de los casos más emblemáticos de homofobia ocurrió en marzo de 2012, cuando el joven Daniel Zamudio fue atacado y torturado por un grupo homofóbico en el Parque San Borja, en el centro de Santiago.[82]​ Tras 25 días internado, falleció producto de las graves heridas.[83]​ El ataque a Zamudio generó una ola de indignación transversal en la sociedad chilena y puso en el tapete por primera vez la necesidad de detener la homofobia y los delitos de odio contra las minorías sexuales. La repercusión llegó a niveles inesperados y el presidente Sebastián Piñera repudió directamente el hecho y reafirmó el compromiso de su gobierno con terminar con los crímenes de odio.[84]​ El caso fue tratado por organizaciones internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, quien instó al Gobierno chileno investigar los hechos de manera «inmediata y seria»,[85]​ mientras la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) publicó una nota llamando a las autoridades chilenas a legislar en contra de la discriminación siguiendo estándares internacionales.[86]

Tras encontrarse con la familia del fallecido, el ministro Rodrigo Hinzpeter anunció que pondrían suma urgencia al proyecto de Ley Antidiscriminación que se discutía en el Congreso Nacional desde 2005.[87]​ El Movilh valoró el anuncio, sin embargo, manifestó que no se debía aprobar «cualquier ley», pues el proyecto que estaba en discusión presentaba diversas falencias.[88]​ En noviembre de 2011, el artículo 2.º del proyecto, que incluía referencia a minorías sexuales, fue votada a favor por 23 senadores —incluyendo 7 PDC, 3 RN y 1 UDI— y en contra por 11 senadores —1 DC, 6 RN y 7 UDI—.[89]

El 30 de julio del mismo año, una pareja de lesbianas fue a un motel y se le negó una habitación por su condición, ante lo cual presentaron un recurso de protección. Este caso finalmente fue fallado a favor de la pareja y fue la primera condena en el marco de la denominada «Ley Zamudio»; el recinto debió pagar una multa de 50 UTM (cerca de 4.000 dólares).

En las elecciones municipales de 2012 Jaime Parada fue elegido como concejal por Providencia, convirtiéndose en la primera persona abiertamente gay en asumir un cargo público en Chile. En la comuna de Valparaíso fue elegida la transexual Zuliana Araya,[90]​ y en Lampa fue reelegido el transgénero Felipe González Pino (también conocido como Alejandra González).[91]

El 17 de mayo de 2013, en el marco de las celebraciones del Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia, y de manera inédita en el país, las comunas de Providencia, Santiago, La Reina, Independencia, San Antonio y Coquimbo izaron la bandera arcoíris en sus respectivas municipalidades.[92]​ El 28 de junio realizó lo mismo la municipalidad de Antofagasta en el marco del Día Internacional del Orgullo LGBT.[93]

En las elecciones parlamentarias de 2013 Claudio Arriagada (militante del Partido Demócrata Cristiano) se convirtió en el primer candidato abiertamente homosexual en ser elegido como diputado. Arriagada había asumido su homosexualidad en julio del mismo año.[94]

El 27 de agosto de 2014, el marino Mauricio Ruiz fue el primer militar chileno en reconocer públicamente su homosexualidad y contó con el apoyo de sus superiores.[95]

Derechos en Chile de la diversidad sexual y de género

Campaña de apoyo al matrimonio entre personas del mismo sexo en Chile convocando a una marcha el 25 de junio de 2011.
(Ver campaña en vídeo: Hombre, Mujer)

Las personas lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (LGBT) en Chile pueden enfrentar desafíos no experimentados por personas no LGBT. La actividad homosexual, tanto femenina como masculina, es legal en Chile, pero las parejas del mismo sexo y las familias encabezadas por parejas homosexuales no tienen las mismas protecciones legales disponibles para los matrimonios heterosexuales, a lo que se une una lenta evolución de la sociedad chilena en cuando a sus percepciones de la homosexualidad propiamente tal.

Al respecto, según un estudio efectuado por la Fundación Ideas en el año 1997, un 70,6% de los chilenos declaraba que «los médicos deberían investigar más las causas de la homosexualidad para evitar que sigan naciendo gays». Asimismo, un 45,2% consideraba que la homosexualidad debiera estar prohibida por ser antinatural.[96]​ Tres años después, el mismo estudio demuestra un aumento sostenido de la tolerancia de la opinión pública. Un 57,3% de los chilenos pensaba que los médicos deberían investigar más la homosexualidad mientras que un 31,6% quería que la homosexualidad volviera a ser prohibida.[97]

Legalización de la homosexualidad

La homosexualidad en Chile se penalizó de jure con la promulgación del Código Penal. El artículo, redactado originalmente en 1875 versaba sobre las prácticas de sodomía y las tipificaba como delito. Se estipulaba para los culpables una pena de presidio menor en su grado medio, es decir, un rango entre los 541 días y los 3 años de presidio. Dicho artículo, en su redacción original, se mantuvo vigente por más de 120 años. En 1994, a fines del gobierno de Patricio Aylwin, comenzaron los primeros intentos por modificar dicha ley, pero solo en 1998 se logró eliminar el carácter de delito de las relaciones homosexuales carnales entre adultos.[98]

La actual ley contra la sodomía establece que la edad de consentimiento para los homosexuales es de 18 años, mientras que para los heterosexuales es de 14 años.[99]​ Esta ley fue posteriormente validada por el Tribunal Constitucional quien rechazó una demanda de inaplicabilidad presentada.[65]

Leyes y medidas antidiscriminacion

Durante el gobierno de Ricardo Lagos, se trabajó en crear las primeras leyes antidiscriminaciones arbitrarias, las cuales fracasaron en el Congreso Nacional, a excepción del Proyecto de Acuerdo contra los Delitos por Homofobia e Identidad de Género, que fue aprobado en la Cámara de Diputados. El texto pide al gobierno, los tribunales y las policías actuar sin discriminación, y con la máxima rigurosidad, en los delitos que afecten a las minorías sexuales. Adicionalmente, se aprobaron una serie de modificaciones al Código del Trabajo que prohíben que a un trabajador se le pueda despedir a causa de su orientación sexual.[cita requerida]

En 2009, bajo el gobierno de Michelle Bachelet, se aprobó una nueva Ley General de Educación, que incluyó los principios de no discriminación y de respeto a la diversidad, además de prohibir que una institución educativa expulse a un alumno por ser homosexual.

En marzo de 2012, el gobierno encabezado por Sebastián Piñera puso urgencia a la aprobación de la Ley Antidiscriminación luego de que el joven Daniel Zamudio fuera asesinado a causa de una brutal tortura.[82][100]​ Finalmente, en mayo de 2012 la Ley Antidiscriminación fue aprobada por el Congreso Nacional de Chile[101]​ siendo promulgada a través del Diario Oficial de la República de Chile en julio de 2012.[102]

Uniones de hecho

Situación del reconocimiento legal de las parejas del mismo sexo en Sudamérica.      Matrimonio.      Unión civil.      Sin reconocimiento.      Sin reconocimiento y prohibición del matrimonio.      Homosexualidad ilegal.

Durante la campaña presidencial para las eleciones de 2009, todos los candidatos se mostraron favorables a impulsar una legislación en favor del reconocimiento de las uniones de hecho, tanto homosexuales como heterosexuales, que beneficiaría a cerca de 2 millones de personas. Cabe destacar que el gobierno de Sebastián Piñera se ha cerrado totalmente a impulsar el matrimonio homosexual argumentando que «el matrimonio es una unión entre un hombre y una mujer».[cita requerida]

En 2011, y luego que el gobierno de Sebastián Piñera decidiera no apoyar el proyecto de Acuerdo de vida en común y propusiera un proyecto mucho más limitado, grupos a favor de los derechos del colectivo LGBT convocaron a la «Marcha por la igualdad» el 25 de junio; de acuerdo a cifras no oficiales, ésta convocó alrededor de 50 mil personas a lo largo de la Avenida Libertador Bernardo O'Higgins para demandar, entre otras cosas, que «se reconozca la unión civil de parejas gays».[103]

En octubre, la Iglesia evangélica Luterana manifestó su apoyo al proyecto de Acuerdo de Vida en Pareja (AVP),[104]​ lo que fue calificado por el Movilh como «un gesto de reconocimiento inédito de parte de una institución religiosa hacia la diversidad sexual».[105]

El 28 de enero de 2015 el Congreso chileno aprobó el proyecto de ley que permitirá las uniones civiles de parejas del mismo sexo, conocido como Acuerdo de Unión Civil (AUC).

"La unión civil es una institución fundamental para las parejas que hoy conviven sin estar casadas. Se trata de un estatuto jurídico que no discrimina y que se aplica a todo tipo de parejas, y lo más importante, que nos permite reconocer las distintas formas de familia que hay en nuestro país", aseguró Álvaro Elizalde, vocero de Gobierno, al conocerse el resultado de la votación de la Cámara de Diputados.

Tras la aprobación, con 78 votos a favor y 9 en contra, el proyecto fue promulgado el 13 de abril del 2015, siendo implementado completamente en octubre del 2015.

Identidad y expresión de género

La diputada María Antonieta Saa redactó un proyecto de ley que permite a transexuales cambiar su nombre y sexo legal por unos acorde a su identidad de género y sin necesidad de cirugías de reasignación corporal. En el 2008, la iniciativa ingresó a tramitación parlamentaria.

El histórico caso llevado por Andrés Rivera, fundador de unas de las pocas ONG dedicadas a luchar por los derechos de los transexuales en Chile, logró cambiar legalmente su nombre en 2007.[106]

Crímenes contra homosexuales

Memorial por la Diversidad Daniel Zamudio Vera en Santiago tras el fallecimiento del joven que fue víctima de ataques homofóbicos en 2012.

Según el X Informe anual de derechos humanos de la diversidad sexual, llevado a cabo por el Movilh, en 2011 hubo un aumento del 34 % en las denuncias por homofobia en el país, totalizando 186 casos.[11][107]

Opinión pública

Campaña de la Fundación Iguales y el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo en Chile.

Pese a la idea de que Chile es un país fuertemente conservador, la opinión pública ha manifestado un creciente apoyo hacia el reconocimiento de derechos hacia las minorías sexuales.

Respecto a la unión civil, aunque históricamente han existido menos estudios al respecto, la ciudadanía se ha mostrado consistentemente a favor de éstas. Según la encuesta de Cadem realizada en noviembre de 2014, un 65% de los chilenos se muestran a favor del Acuerdo de unión civil aprobado en enero del año siguiente.[108]

Con respecto a la ampliación del matrimonio hacia parejas del mismo sexo, encuestas recientes muestran que la mayoría de la población está a favor. Al año 2004, sólo el 24% se mostraba a favor del matrimonio homosexual,[109]​ pero en 2009 este apoyo creció al 33,2% sumado a un 26,5% de apoyo a la adopción por parte de parejas homosexuales.[110]​ La encuesta LAPOP 2010 para Chile mostró un apoyo de un 38% de los encuestados.[111]​ El apoyo era más fuerte entre las mujeres, donde llega al 42%, mientras en los hombres es de un 34%. También existían notorias diferencias comparando por niveles socioeconómicos (53% en clase alta y 33% en clase baja) y por nivel de escolaridad (48% para egresados de educación superior, mientras 26% en los que sólo obtuvieron educación primaria).[111]​ En Santiago, el apoyo sería superior al promedio nacional, llegando al 41% de apoyo en 2011.[112]

El apoyo entre la población más joven es mayor: de acuerdo con el Instituto Nacional de la Juventud, en el 2009 el 56% de los jóvenes entre 15 y 29 años apoyaba el matrimonio homosexual y el 51,3% la adopción por parte de parejas homosexuales. [113]​ Cinco años después, en un estudio realizado hacia el mismo grupo etario que abarcó diferentes aspectos sobre la diversidad sexual y su relación con la juventud, el 70% de los jóvenes se mostraba de acuerdo con permitir el matrimonio igualitario, mientras que el 29% se manifestaba en desacuerdo.[114]​ El apoyo es mayor entre las mujeres (75%) que entre los hombres (65%), en la gente de clase alta (75%), versus los jóvenes de clase media (73%) y de clase baja (64%), entre quienes viven en Santiago (72%), que entre la gente del resto del país (68%) y entre quienes son poco o nada religiosos (77%) versus quienes son algo (73%), mucho y bastante religiosos (50%). Respecto a la unión civil (llamada Acuerdo de vida en pareja en el momento de la encuesta) un 79% se mostró de acuerdo mientras sólo un 19% dijo estar en desacuerdo con la iniciativa.[115]

La encuesta que hasta el momento ha demostrado un mayor apoyo hacia el matrimonio entre personas del mismo sexo fue realizada por Cadem en noviembre de 2014 y muestra que un 55% de los chilenos está a favor, mientras que sólo un 39% se manifiesta en contra.[116]

Véase también

Referencias

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