Tita Merello

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Tita Merello

Tita Merello en 1952.
Información personal
Nombre de nacimiento Laura Ana Merello
Apodo Tita de Buenos Aires Ver y modificar los datos en Wikidata
Otros nombres

La morocha argentina[1]

Tita de Buenos Aires[2]
Nacimiento 11 de octubre de 1904
Bandera de Argentina Buenos Aires
Fallecimiento 24 de diciembre de 2002 Ver y modificar los datos en Wikidata (98 años)
Buenos Aires (Argentina) Ver y modificar los datos en Wikidata
Sepultura Panteón de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Argentina
Religión Catolicismo Ver y modificar los datos en Wikidata
Familia
Pareja Luis Sandrini (1942-1948) Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación actriz, cantante
Años activa 1920 - 1991
Seudónimo Tita Merello Ver y modificar los datos en Wikidata
Género Tango Ver y modificar los datos en Wikidata
Instrumento Voz Ver y modificar los datos en Wikidata
Premios artísticos
Premios Cóndor de Plata Mejor actriz
1955: Guacho
1953: Deshonra
1952: Los isleros
1951: Arrabalera

Laura Ana Merello, más conocida como Tita Merello (Buenos Aires,[3]11 de octubre de 1904Ib., 24 de diciembre de 2002), fue una actriz y cantante argentina de tango y milonga.

Nacida en un sitio precario, sus inicios profesionales sucedieron en el teatro.[4]​ Su primer papel en cine fue en ¡Tango! —el primer filme sonoro argentino—, junto a Libertad Lamarque. Luego de realizar una serie de películas a lo largo de la década de 1930, se consagró como actriz dramática en La fuga (1937), dirigida por Luis Saslavsky. A mediados de los años 1940, se radicó en México, donde filmó Cinco rostros de mujer, por la cual obtuvo el premio Ariel, el más relevante a nivel local; al regresar, protagonizó Don Juan Tenorio y Filomena Marturano, que posteriormente fue llevada al teatro. Su período de mayor popularidad sucedió en la década siguiente, cuando encabezó filmes como Los isleros, considerada su mejor interpretación, Guacho y Mercado de Abasto. Otros de sus trabajos más recordados son los de Arrabalera, Para vestir santos y El amor nunca muere.[5]

Fue una de las cantantes surgidas en la década de 1920 que, junto con Azucena Maizani, Libertad Lamarque, Ada Falcón, Mercedes Simone y Rosita Quiroga, crearon la modalidad vocal femenina en el tango.[6]​ Principalmente, fue recordada por los temas musicales «Se dice de mí» y «La milonga y yo».[7]​ Si bien nunca se casó ni tuvo hijos, mantuvo una apasionada relación sentimental con el actor Luis Sandrini, de quien se separó en 1948.

A partir de los años de 1960, la mayoría de sus trabajos estarían dirigidos por Enrique Carreras. Fue una asidua partícipe del ciclo Sábados Circulares; mientras tanto, continuó haciendo cine, con películas como Amorina. Su papel en 1974 como la Madre María, dirigida por Lucas Demare, fue muy elogiado al igual que su colaboración con Alejandro Doria en Los miedos (1980). Se retiró del cine en 1985, pero continuó actuando en teatro, TV y radio; incluso, fue distinguida como «Ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires» en 1990.[8][9]​ Sin embargo, sus cuadros depresivos, agravados por su avanzada edad, la alejaron casi totalmente del espectáculo aunque continuaba, mediante vía telefónica, con sus charlas radiales y televisivas. Falleció a los 98 años en la Nochebuena de 2002, en la Fundación Favaloro.[10]​ Al momento de su muerte, contaba con más de treinta películas filmadas, veinte obras teatrales estrenadas, nueve actuaciones televisivas, tres ciclos radiales y varias participaciones en espectáculos de revista.[11]

Biografía

Primeros años

Merello (centro) con su hermano Pascual (izquierda) y su madre Ana.

Laura Ana Merello —conocida posteriormente como Tita Merello— nació el sábado 11 de octubre de 1904 a las 19 UTC-3 en un conventillo del barrio porteño de San Telmo ubicado en la calle Defensa 715 (actual sede de rumbo sur, asociación civil dedicada al patrimonio), entre Balcarce y el pasaje San Lorenzo.[12][13]​ Hija de la planchadora Ana Gianelli y del cochero Santiago Merello, tuvo un medio hermano menor —de distinto padre—, Pascual Anselmi (1910-2002).

Su padre murió cuando su hija tenía apenas cuatro meses de edad víctima de tuberculosis.[14]​ «...miro mucho [las fotos amarillentas], siempre. Me da ternura ver sus grandes bigotazos y sus ojos dulces. Cuando un hombre muere joven, queda siempre detenido en esa edad. Ahora lo cuido como si fuera mi hijito», dijo ya anciana sobre su padre.[15]​ Merello, quien tuvo una infancia muy dura marcada por la pobreza y la falta de cariño, más tarde diría: «El dolor nació conmigo». Recién a los cuatro años, fue reconocida en la partida de nacimiento[nota 1]​ y a los cinco fue trasladada a un asilo de Villa Devoto porque su madre debía trabajar y no podía hacerse cargo de ella.[16]​ Durante su infancia, además de su estancia en el asilo, vivió esporádicamente en varios sitios, por ejemplo, en Montevideo, capital de Uruguay, donde sin recibir salario se desempeñó como sirvienta.[5]​ Luego, poco antes de cumplir 10 años, aconsejada por un médico que le diagnosticó tuberculosis —cuyos síntomas nunca se presentaron—,[17]​ residió con su tío en un campo ubicado en Bartolomé Bavio, cerca de Magdalena, realizando distintos trabajos en los que ayudaba a su familia ordeñando vacas, preparando asados y cebando mates,[15]​ tareas de las cuales señaló: «Trabajaba como un hombrecito, entre los hombres. Pasaban los días, las noches. Nunca un gesto de ternura». La soledad, la pobreza y el abandono emocional marcaron la personalidad de Merello, quien ya adulta se definió de niña como una «chica triste, pobre y además, fea. Presentía que iba a seguir siéndolo siempre. Después descubrí que no hace falta ser bonita. Basta con parecerlo. Soy insolente de nacimiento y temperamento. Y con capacidad para sostener una insolencia... No recuerdo si tuve una infancia precoz. Lo que sé es que fue muy breve. La infancia del pobre siempre es más corta que la del rico».[6][18]

En 1916, trasladó su domicilio a una precaria vivienda de la calle Corrientes 1318, donde residió con su madre.[19]​ En esa época, con 12 años, Merello no había podido concurrir a la escuela y, por lo tanto, no sabía leer ni escribir. En sus propias palabras, sólo sabía diferenciar la «a» de la «o».[20]​ Recién en la década de 1920, Simón Yrigoyen Iriondo, familiar del expresidente Hipólito Yrigoyen, puso fin a su analfabetismo, bajo la guía de Eduardo Borrás.[6]​ Más tarde, antes de fallecer, Iriondo diría que «es terca, muy terca, a veces ella parecía la maestra y yo el alumno. Y no se podía rendir ante la evidencia de que era yo quien enseñaba, es que siempre quería saberlo todo».[20]​ Uno de sus principales biógrafos, Néstor Romano, analizando su estrellato sin haber tenido estudios, escribió: «Jamás pasó por un conservatorio de arte escénico ni educó su voz en escuelas de canto. Simplemente se hizo en la calle. Sin ayuda de nadie, a fuerza de talento y voluntad, construyó una carrera que la llevó desde los bares del bajo porteño y una cuarta fila de coristas a los primeros planos del tango y el cine nacional».[21]

Carrera

Ingreso al teatro y primeras grabaciones (1920-1933)

Tita Merello en su juventud.

Para poder mantenerse económicamente, Merello comenzó trabajando como corista de la compañía de Rosita Rodríguez en el Teatro Avenida, descripto en los periódicos de la época, aproximadamente por 1917.[4][22]​ Su debut ahí fue en Las vírgenes de Teres, de 1920, que no significó una buena experiencia ya que el público la desaprobó con silbidos y abucheos.[6]​ A pesar de que juró no volver a cantar luego de la traumática experiencia, a los pocos meses continuó en las cafeterías de la Avenida de Mayo, popularizándose por su interpretación del tango «Titina».[23]

«No empecé por vocación, sino por hambre... Me costó trabajo aprender a vivir, pero aprendí a vivir, a leer, a pensar por mi cuenta. Si fuera verdad que la inteligencia se desarrolla mejor cuando encuentra resistencia, yo tendría que ser la mujer más inteligente del mundo. Fui resistida y resistente».
Tita Merello.[18]

En 1922, prosiguió su carrera en el Teatro Bataclán, en la zona de locales de escasa categoría del Bajo Flores, considerado de muy bajo nivel, picaresco y casi pornográfico, donde actuó realizando algunas escenas eróticas, señalando que «... las mujeres cantábamos cosas "pillinas". Yo bailaba mostrando las piernas».[5][15]​ Sin embargo, su carrera comenzó a ascender y fue así como en 1923, luego de aprender a leer, se integró como vedette de la revista nacional al reconocido Teatro Maipo en el espectáculo revisteril Las modernas Scherezadas, cantando su primer tango, «Trago amargo» de Rafael Iriarte con letra de Julio Navarrine, bajo la dirección de Roberto Lino Cayol, quien la definió con el apelativo de «La vedette rea».[4][6]​ En este teatro, fue figura estelar compartiendo cartel con los cómicos Pepe Arias, Marcos Caplán y Luis Arata.[5]​ El periodista Jorge Göttling, analizando su estadía en el Maipo, expresó: «Ella contaba que allí, con ese lúgubre decorado, cantó en público el primer tango, con su voz feroz y desafinada. Alguien intuye el nacimiento de una artista popular: el empresario Roberto Cayol».[24]

En 1925, Merello actuaba en la revista Mujeres, flores y alegría de Antonio Botta y H. Oriac (Humberto Cairo) en el Teatro Maipo, donde cantaba el tango «Pedime lo que querés» de Francisco Canaro con letra de Juan Andrés Caruso. En el mismo año estrenó el tango «Leguisamo solo» de Modesto Papávero (creado en homenaje al jockey uruguayo Irineo Leguisamo) en la revista "En la raya lo esperamos" de Luis Bayón Herrera en el Teatro Bataclán.

Tras varias actuaciones, su primer contacto con el denominado «teatro dramático» lo obtuvo en la obra El lazo, escrita por Claudio Martínez Paiva en los años 1920, donde conoció al empresario dueño del Teatro El Nacional, Pascual Carcavallo, que presentaba algunos de los espectáculos porteños más populares.[25]​ En 1927, volvió a actuar en el Teatro Maipo junto a Elías Alippi y Sofía Bozán interpretando el tango «Un tropezón» y en una oportunidad, fue escuchada por Carlos Gardel, considerado el mayor exponente del tango, quien comentó que no le agradaba su forma de cantar.[26]​ Casualmente, en 1994, Merello, testigo viviente de la década de 1920 y 1930, admitió que Gardel no adquirió reconocimiento en su época por sus condiciones vocales sino por sus novedosas películas sonoras filmadas en el exterior. Confesó que además su popularidad se acrecentó luego de su trágica muerte en 1935.[27]

Tita Merello escogiendo su vestuario, c. 1930.

Merello alternó la actuación con contadas incursiones dentro del género discográfico. En 1927, grabó dos temas para el sello Disco Nacional-Odeón: los tangos «Te acordás reo» de Emilio Fresedo y «Volvé mi negra» de José María Rizzuti con letra de José Antonio Díaz Gómez que quedaron inéditos.[28]​ En 1929, grabó otros veinte temas para el sello RCA Victor, entre ellos «Tata... Llevame pal centro», «Che... Pepinito» y «Te has comprado un automóvil».[29]​ Además, escribió las letras de los tangos «Llamarada pasional», dedicada a Luis Sandrini, «Decime Dios... Dónde estás?» y «Muchacho rana».[10]​ El historiador de tango Oscar del Priore señaló que «Tita y Sofía Bozán serán las grandes creadoras de ese tango humorístico y transgresor. En su caso estaban de más los alardes y los despliegues de técnica vocal. Lo necesario era lo profundo y gracioso de las letras, el apóstrofe crítico o la semblanza personal».[6]

Muchos historiadores afirman que participó en una película muda en 1928, antes que en ¡Tango!, titulada Buenos Aires tenebroso, cuyas copias desaparecieron y se ignora el director y los integrantes del elenco, aunque Merello nunca lo afirmó ni puso en evidencia.[30]​ Una faceta tampoco conocida de Merello es su trabajo como periodista. En 1931, se inició en el periodismo mediante la revista Voces, escribiendo crónicas y poemas. Por su primer artículo, recibió 200 pesos.[20]

Con respecto al teatro, Merello tuvo una de sus grandes oportunidades en 1930, cuando intervino en El conventillo de la Paloma,[31]​ uno de los sainetes más populares, redactado por Alberto Vacarezza. Ahí, compuso al personaje denominado «Doce pesos», estrenado en 1929 por Libertad Lamarque. A pesar de que nunca fueron amigas, ambas fueron cantantes solistas y tuvieron sus inicios artísticos en teatro. Lamarque le pidió que la reemplazara en 1930, pedido que Merello aceptó.[25]​ Ambas debutarían en cine juntas, en 1933.

Debut en cine y revelación como actriz (1933-1937)

Hizo su debut cinematográfico en la primera película sonora argentina: ¡Tango! (1933),[10]​ con dirección de Luis José Moglia Barth, por la cual recibió 200 pesos argentinos por cinco días de filmación en donde por contrato, los demás actores (Alicia Vignoli, Tita Merello, Alberto Gómez, Carmencita Calderón y Luis Sandrini) debían aparecer en los créditos debajo de Libertad Lamarque, la protagonista principal, que recibió 50 pesos más que Merello.[32]​ Merelló firmó el contrato para esta película con Argentina Sono Film el 21 de octubre de 1932. Las tareas de rodaje implicaban la presencia de los actores durante seis horas en el estudio.[32]​ En el filme, Azucena Maizani, «La Ñata Gaucha», inauguraba la película pero no intervenía en la trama para luego dar lugar a las orquestas de Osvaldo Fresedo, Edgargo Donato, Pedro Maffia, Juan de Dios Filiberto y el dúo Ponzio-Bazán. También actuó Luis Sandrini, que había actuado en Los tres berretines (1933), y no tuvo un lugar destacado dentro del reparto.[32]

Paralelamente, Merello actuó con la compañía de Francisco Canaro en La muchachada del centro (1932), que se mantuvo durante 900 representaciones e incluso fue llevada a Uruguay, momento en que Merello fue reemplazada a causa de una dolencia por Elsa O'Connor. En la obra, Merello interpretó los tangos «La muchachada del centro» y «Me enamoré una vez», una milonga de Canaro con letra de Ivo Pelay.[33]​ Merello volvió a trabajar con Canaro en 1934 en Ídolos de la radio, película estrenada en el cine Monumental que intentaba rubricar la manera en que la radio había llegado a los hogares mediante sus mayores exponentes, incluyendo, además de Merello, a Ada Falcón, Pablo Osvaldo Valle, Olinda Bozán o Tito Lusiardo. En Así es el tango (1937), Merello recibió un papel cómico en compañía de Luisa Vehil. El director Eduardo Morera comentó: «...habían compuesto un tango (titulado «Nostalgias») para que Tita lo estrenara... Ella lo ensayó, pero cuando iba a interpretarlo me di cuenta de que su personaje no tenía nada que ver con el romanticismo de esa canción. Si Tita la hubiera interpretado, habríamos quebrado el clima que requería la historia». Finalmente, Vehil interpretó el tango y Merello se ofendió tanto que jamás volvió a cantar el tango «Nostalgias».[34]

Tita Merello y Santiago Arrieta en La fuga (1937).

Interpretó luego varios papeles de «segunda dama joven», opuesta a la primera actriz. En La fuga (1937) sucedió su revelación como actriz dramática al lado de Santiago Arrieta y cantó «Nieblas del Riachuelo», editado rápidamente por Enrique Cadícamo a pedido del director.[31]​ El papel de Merello era el de una cantante de cabaret que se relacionaba con Francisco Petrone. La película fue muy elogiada por la crítica, a pesar de que sus copias desaparecieron en un incendio ocurrido en los laboratorios Alex.[35]​ Luego de filmar Noches de Buenos Aires (1935), continuó actuando en el Teatro Porteño, donde fue multada con 20 pesos por aparecer en público sin medias de nailon, lo que, al igual que mostrar el torso en el caso de los varones, era considerado un acto de inmoralidad. Más tarde, diría: «Pensar que ahora las mujeres salen totalmente desnudas en un escenario o en las playas. Los tiempos han cambiado. ¡Y cómo! He podido vivir para ver esas transformaciones, esos cambios».[36]​ Paralelamente, en teatro, representó Santa María del Buen Ayre, de Enrique Larreta, por la que recibió un premio en Uruguay además de excelentes críticas.[37]​ Fue uno de sus trabajos teatrales más recordados.

Contrato con Francisco Canaro y «Se dice de mí» (1942-1944)

En 1942, durante el estreno de Buenos Aires de ayer y de hoy, de Canaro-Pelay, Merello, en el papel protagónico, sorprendió al público por su avance histriónico. Canaro dijo que «mostró dos facetas distintas en ambas épocas de la historia».[38]​ La obra también fue llevada no solamente al Teatro Presidente Alvear sino también al Teatro Solís, de Montevideo. En esa temporada, interpretó «Tranquilo, viejo Venancio» y «Se dice de mí», una milonga que se identificaba con su personalidad, con letra de Ivo Pelay y música de Francisco Canaro. Para 1943, el tema era sumamente popular en Argentina. Sin embargo, sería más relacionado a Merello décadas después, cuando se acrecentaron sus apariciones televisivas y el público pudo conocer su opinión personal. Además, Merello lo volvió a cantar en 1955, durante Mercado de Abasto, con dirección de Lucas Demare. Posteriormente, la cantante Yolanda Rayo la utilizaría para la cortina musical de la telenovela colombiana Yo soy Betty, la fea.[39]

En 1944, se alejó laboralmente de Francisco Canaro, luego de finalizar la pieza teatral que contó con la participación de Amalia Bernabé y Tomás Simari, para proseguir con Dos corazones, también presentada en el Alvear. Ahí, cantó «Todo es mentira» y «¿Qué tal?». Al igual que con Buenos Aires de ayer y de hoy, cuando terminaron la temporada bonaerense, se dirigieron al Teatro Artigas de Montevideo.[40]

Estadía en México y Cinco rostros de mujer (1946-1947)

En 1946, Sandrini fue convocado para trabajar en tres producciones cinematográficas mexicanas.[41]​ Merello, estando en pareja con él, lo acompañó y ahí fue contratada para participar en Cinco rostros de mujer, producida por Clasa Films Mundiales, que había analizado su actuación en La fuga y consideró que era una «actriz cabal».[42]​ Además, el filme contaba con la participación de Arturo de Córdova, Carolina Barret, Ana María Campoy y Pepita Serrador.[43]​ El director era Gilberto Martínez Solares y los guiones estaban a cargo de Carlos A. Olivari y Sixto Pondal Ríos, quienes también se encargaron de realizar la adaptación del libreto.

En esta película cumplió el papel de una mujer de cabaret que seducía a Arturo de Córdova, entonando en una escena los versos de «Copa de ajenjo». La película se estrenó el 26 de febrero de 1947 en aquel país, teniendo un importante apoyo de la crítica.[44]​ Su labor mereció el premio Ariel, el más importante de México otorgado por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, que justificaba que había sido la mejor actriz del año. Sin embargo, Merello no volvió a ser contratada en México. Otra película de Merello rodada en el exterior fue 27 millones (1942, Chile), con Ana González, cuyo estreno en Argentina se demoró hasta 1947, cuando fue presentada sin éxito en una sala de segunda línea.[45]

Tiempo después, la pareja retornó a Buenos Aires por un pedido del productor Atilio Mentasti, quien rodaría Dios se lo pague, Historia de una mala mujer y Don Juan Tenorio (esta última con Sandrini y Merello, que sería una de sus películas más recordadas).[42]​ Merello encarnó el papel de la ama, mientras que el papel protagónico fue cedido a la cantante Virginia Luque.[46]Don Juan Tenorio, finalmente presentada en 1949, fue una comedia con libretos de Pascual Guillén y José Zorrilla.[47]​ La trama indicaba que el sobrino de un retirado y pobre actor desea casarse con su novia, pero el padre de la joven se niega porque no es rico. Entre los demás integrantes del elenco se encontraban Virginia Luque, Jorge Salcedo, Berta Ortegosa, Alberto de Mendoza y Manuel Alcón.[48]

Consagración (1948-1955)

Guillermo Battaglia, Gloria Ferrándiz y Tita Merello en Filomena Marturano (1948).

Para el final del rodaje de Don Juan Tenorio, los problemas entre Sandrini y Merello se habían acrecentado notablemente según manifestaron sus allegados. Sandrini recibió una propuesta del director Benito Perojo, de España, para filmar ¡Ole, Torero! en 1948, lo cual significaría su primer trabajo en Europa. Por su parte, Merello recibió la oferta de un papel protagónico para Filomena Marturano, de Eduardo De Filippo. Sandrini no le perdonó que se quedase en Buenos Aires filmando la película sin acompañarlo y la relación entre ambos terminó.[49]​ Sin embargo, gracias a Filomena Marturano, Merello se consagró en el espectáculo y adquirió un gran reconocimiento. En el filme, compartió cartel con Gloria Ferrandiz y Guillermo Battaglia. Su argumento indicaba que tras veinte años de convivencia con un hombre llamado Domingo Soriano, Filomena Marturano se casa fingiéndose moribunda. Su objetivo era que sus hijos llevasen su apellido, por lo que su esposo se distancia pero luego regresa para saber cuál de los niños era suyo.[50]​ Este filme permaneció trece meses en cartel y dos años después de su presentación se llevaría a cabo su versión teatral, que poseía cuadros musicales.[51]​ El director De Filippo dijo que «nadie la interpretó mejor que la "signora" Merello».[51]​ Fue ahí cuando se la comenzó a relacionar con Anna Magnani y Bette Davis.

Interpretó a Laura Moreno en Morir en su ley, dirigida por Manuel Romero.[52]​ Ahí tuvo como galán a Roberto Escalada, quien representó a Pedro Amalfi.[53]​ La película, auspiciada por Lumiton y en la cual cantó «No aflojés», alternaba géneros como el drama y el suspenso. Para 1950, Merello era solicitada frecuentemente en películas. Arrabalera, por la cual recibió junto a Santiago Gómez Cou el premio a los mejores actores de 1950 de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina, estaba a cargo de Tulio Demicheli, y allí Merello cantó el tango «Tarjeta postal» y «Arrabalera», que da nombre al filme. Continuamente, de lunes a viernes a las 20:30 h, encabezaba por radio Ahora habla una mujer, un microradial transmitido por la Red Privada de Emisoras.[54]

Tita Merello en Los isleros (1951).

En 1950, recibió un libro cinematográfico de Ernesto L. Castro para la filmación de Los isleros, con dirección de Lucas Demare,[55]​ quien anteriormente había obtenido mucha repercusión con Pampa bárbara, Su mejor alumno y La guerra gaucha a lo largo de los años 1940. Allí compartió cartel con Arturo García Buhr, interpretando el personaje de La Carancha en Paraná.[28]​ Su papel correspondía a una mujer que vivía en un lugar hostil y después, en medio de la falta de recursos, tiene varios hijos que crecen rápidamente. Estos eran interpretados por Martha Torres, Alberto de Mendoza, Daniel Tedeschi y Sergio Renán.[6]​ La Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina la condecoró con el premio a la Mejor Actriz. A su vez, el director, demás actores y otros integrantes de la producción fueron galardonados.[56]​ Su actuación en el filme, llamado también Pasión maldita, fue considerada por los críticos como la mejor de su carrera artística, a pesar de que Merello consideraba como sus películas preferidas a Guacho y Amorina.[27]

Tras su actuación en Vivir un instante con Alberto Closas, incursionó en Pasó en mi barrio, con libretos de Sixto Pondal Ríos y Carlos Olivari, que trabajaron a dúo en varias películas. El filme rodado en 1951 relataba la historia de un hombre que es encarcelado por cometer un error y su esposa (Merello) debe hacerse cargo del cuidado y la educación de sus hijos, que ya adultos, ven salir a su padre de la prisión pero lo rechazan totalmente considerándolo un delincuente.[57]Deshonra fue un melodrama policial dirigido por Daniel Tinayre que transcurre en una cárcel de mujeres y que tuvo en su elenco a figuras como Mecha Ortiz, Jorge Rigaud, Guillermo Battaglia y Aída Luz.[58]​ Se estrenó el 3 de junio de 1952 en las salas comerciales del país, poco antes del deceso de Eva Perón. El papel principal había sido pensado para Amelia Bence pero finalmente fue otorgado a Fanny Navarro, quien actuó allí con Merello.[6]​ Luego del estreno, representó en teatro Hombres en mi vida, de Eduardo Pappo, cuya temporada en 1952 fue corta debido a que la actriz había sido contratada para protagonizar Guacho.[44]

En 1955, cantó «Se dice de mí» en la película Mercado de abasto, de Lucas Demare y con la protagonización de Pepe Arias y Juan José Míguez. Esta comedia musical fue estrenada en el cine Gran Rex.[59]​ En el filme, intervino Pepe Arias, prohibido por el gobierno de Juan Domingo Perón. Se le había imposibilitado de actuar en televisión, radio y efectuar bromas políticas. Merello habló por el actor y le fue levantada la prohibición.[60]

Bajo la coordinación de Leopoldo Torre Nilsson, filmó Para vestir santos (1955), donde interpretó a Martina Brizuela, una típica mujer de bajos recursos.[61]​ Además, fue secundada por Beatriz Taibo y Yuki Nambá, quien se convirtió en su amiga y la definió como «lo máximo, una actriz con un talento total». El guion explicaba la historia de un rufián y un comerciante que se disputan el amor de una joven que se desempeña en un puesto de mercado.[62]​ En el mismo año encabezó con Mirtha Legrand y Zully Moreno El amor nunca muere. Auspiciada por Artistas Argentinos Asociados, su sinopsis relataba tres historias románticas ocurridas en distintas épocas sobre tres mujeres que se unen entre sí por medio de un medallón al final de la historia.[63]

Tita Merello a los 36 años, fotografiada por Annemarie Heinrich.

El periodista Pedro Ochoa, realizando una conclusión sobre sus trabajos cinematográficos, dijo: «En ocasiones debió defender a sus hijos de sus propios padres. Así sucedió en Pasó en mi barrio, Guacho, Filomena Marturano y Mercado de abasto. Por momentos es una madre posesiva y que llega a la injusticia para sobreproteger a sus hijos. Sugestivamente uno de sus últimos papeles fue el de la Madre María. Tita es una actriz versátil que asumió los papeles más disímiles, pero del conjunto de sus películas se destaca un solo personaje».[44]

Exilio y regreso (1955-1958)

En 1955, protagonizó La morocha, donde personificó a una prostituta que buscaba clientes entre las calles Viamonte y Suipacha de la ciudad de Buenos Aires. Según el libreto, conoce a un anticuario interpretado por Luis Arata, quien le ofrece una vivienda para esconderse de la policía.[64]​ Viviendo allí, se enamora del sobrino del anticuario compuesto por Alfredo Alcón, que encarnaba a un pianista.[6]​ Establecen una relación sentimental donde ambos se ayudan atravesando difíciles momentos. Entre los otros integrantes del elenco se podía encontrar a Susana Vargas, Héctor Calcaño y Yuki Nambá, de quien fue íntima amiga.[65]

Al informarse por parte de la productora Artistas Argentinos Asociados que la película demoraba en estrenarse (se presentó recién en 1958) pensó que su carrera podría terminar,[20]​ ya que —según recordó en varias notas televisivas— la presionaban a menudo, se le limitó el trabajo y estaba acusada de traficar té de Ceylán por una comisión investigadora.[66]​ Tras el derrocamiento al expresidente Juan Domingo Perón, viajó a México. Entre las figuras de mayor renombre se encontraban Libertad Lamarque, Cantinflas, Pedro Infante, Amanda Ledesma, Arturo de Córdova y María Félix, muchos de los cuales habían participado en el cine argentino.[66]​ Sobre la cinematografía en aquellas épocas, el diario La Nación publicó que la caída de Perón generó una crisis muy grave y las comisiones investigadoras se aplicaron a detectar abusos en la concesión de créditos y hubo nuevas listas negras de artistas prohibidos.[67]​ Si bien Merello nunca se consideró peronista, luego de la muerte del político en 1974, expresó públicamente: «Ha muerto una gran esperanza, especialmente de los trabajadores, pero también del país entero. La muerte de una esperanza es un gran dolor. Es cuanto puedo decir por ahora».[68]

Sin embargo, en México había fallecido Jorge Negrete, a quien había conocido años antes, y la productora Clasa Films con la que había filmado anteriormente, había cerrado por bancarrota.[69]​ Ante la falta de trabajo, hizo todo lo posible para regresar a Argentina pero aún existían restricciones para los que apoyaban al peronismo o estaban supuestamente relacionados a aquel movimiento político (Merello, años antes, había sido fotografiada junto a Juan Perón en un evento público).[31]​ Regresó para aceptar el contrato de Hugo del Carril, quien le ofreció hacer algunas actuaciones en un parque de diversiones de la localidad de Morón.[28]​ En 1957, para la televisión mexicana, interpretó el papel principal de Antes del desayuno, con autoría del dramaturgo Eugene O'Neill.[70]

«Siempre se me ha criticado que me quejo por la falta de dinero, pero es verdad. Yo he trabajado esporádicamente, en épocas en las que no se pagaba tanto como ahora. Además, siempre he ayudado a quien me lo pidió, eso lo pueden confirmar todos los que han necesitado de mí. Yo he dado mucho, nunca tuve intenciones de ser la más rica del cementerio».
Tita Merello.[18]

El 1 de mayo de 1958, habiendo ganado las elecciones presidenciales, Arturo Frondizi, que integraba la Unión Cívica Radical Intransigente, asumió el cargo de presidente de la Nación Argentina, por lo que Merello pudo retornar a su país natal definitivamente.[28]​ Estando en Buenos Aires, cantó en locales y protagonizó la obra teatral Amorina, comenzando a relacionarse laboralmente con Hugo del Carril, quien la dirigió en varias ocasiones.[6]

Regreso al cine y al disco (1961-1967)

Sus apariciones en televisión se acrecentaron considerablemente, siendo protagonista en 1964 de Acacia Moreno, teleteatro escrito por el guionista Alberto Migré y con la participación especial de Oscar Ferrigno. Sin embargo, había debutado recién en 1962 con Tangos en mi recuerdo y posteriormente realizó Vivimos así, bajo la dirección de David Stivel, programa que debió abandonar por problemas de salud.[71]

En 1961, después de varios años sin aparecer en cine, se sometió a una pequeña operación estética en su nariz para luego comenzar a rodar Amorina,[72]​ donde actuó junto a María Aurelia Bisutti, Golde Flami, Alberto Bello, Rodolfo Ranni y Juan Carlos Palma. Su labor actoral mereció el premio en dinero que otorgaba el Instituto Nacional de Cinematografía (fundado en 1957). Posteriormente encabezó, ayudada por del Carril, dos espectáculos de revista llamados Estrellas en el Avenida y La Moreira, representados en el Teatro Presidente Alvear. Del Carril fue muy importante en la vida de Merello, de él dijo: «... recuerdo cómo me cuidaba en cada uno de los planos... logró sacar de mi interior esa verdad que las actrices necesitamos exteriorizar».[73]

Tita Merello y Osvaldo Miranda en Ídolos de entrecasa (1968).

Por aquellos años, se dedicó asiduamente al canto y grabó cuarenta temas en discos con las orquestas de Carlos Figari y Héctor Varela.[28]​ El escritor argentino Horacio Salas, en su libro El Tango, comentó: «Tita Merello asumió desde el humor la representación de los sectores marginales, que nacidos en la más extrema pobreza arribaron al centro con el objeto de sobrevivir en el mundo del tango. Algunas de las letras de su repertorio son recuerdos de la picaresca de los primeros años y representan, en la misma asunción de su origen, una burla a la tilinguería del medio pelo porteño abocado a ocultar el ámbito en que transcurren los años de la infancia y las dificultades económicas sufridas hasta que llega el momento del éxito».[4]​ A su vez, Pedro Ochoa comentó: «Muchos hoy recuerdan a Tita Merello, con justicia, por sus grabaciones, pero un breve repaso de su filmografía, su vida y su discografía arrojará que Tita fue una actriz que canta. Lo mejor es definirla como una actriz ligada al tango».[6]

En 1964, protagonizó una película sobre el caso policial de la joven Norma Penjerek, violada y asesinada dos años antes, titulada Los hipócritas. En Ritmo nuevo, vieja ola, personificó a una vedette pasada de moda que vive en la Casa del Teatro pero trata de hacerle creer a su entorno de llevar una buena vida. Finalmente, una de las últimas películas menos exitosas de Merello en la década de 1960, El andador, había sido llevada al teatro en enero de 1966.[74]

Popularidad televisiva y últimas películas (1968-1985)

Sus participaciones como comentarista en Sábados circulares de Nicolás Mancera alrededor de 1968,[75]​ donde cantaba y relataba anécdotas y consejos, fueron muy populares. Fue ahí donde impuso la costumbre de aconsejar a las mujeres de realizarse exámenes ginecológicos para prevenir enfermedades.[76]​ Ese mismo año intervino en Ídolos de entrecasa y estrenó ahí la reconocida canción «La milonga y yo», con vestuario de Horace Lannes teniendo como acompañante a Osvaldo Miranda.[77]

En los años 1970, debutó como productora de televisión y Hugo del Carril, informado de los problemas económicos de Merello, financió una obra y la convocó para actuar al lado de Enrique Dumas en Mar del Plata, pero el espectáculo fue un fracaso y el ya nombrado director renunció al primer mes.[15]​ El 27 de abril de 1970, Canal 13 emitió Charlando con Tita, un ciclo diario de media hora de duración, y el 17 de mayo Merello celebró sus «bodas de oro con el espectáculo» con la participación de Floreal Ruiz, Beba Bidart, Roberto Rufino y Luis Granelli.[78]

En 1972, publicó con la editorial Kier un libro titulado La calle y yo, donde redactaba recuerdos, consejos, reflexiones y algunos versos y poemas de su autoría.[28]​ «Alguna que otra vez me propusieron escribir mis memorias. Cuando lo pensé, lo rechacé. Me llenaría de penas», dijo. Sin embargo, La calle y yo recopila los pensamientos de Merello según su manera de ver la vida.[79]​ En 1973, representó con Olinda Bozán el espectáculo de revista En vivo y al desnudo en el Teatro Astros, escrita y dirigida por los hermanos Gerardo y Hugo Sofovich.

En 1974, protagonizó la película La Madre María, basada en la biografía de María Salomé Loredo, una mujer que ayudaba y curaba a los necesitados.[80]​ Su personaje fue uno de los más queridos y aceptados por el pueblo argentino, componiendo a una mujer que transmitía alivio, paz y sanación a individuos con problemas de salud. El filme, grabado con altas temperaturas, se estrenó tres días después del fallecimiento de Juan Domingo Perón.[81]​ Dos años después, incursionó en un documental dedicado a la historia de la música popular argentina presentado por Julio Mahárbiz titulado El canto cuenta su historia.

En 1977, ya instaurada la última dictadura militar argentina, hizo una temporada marplatense en el Teatro Astros y otra en el Teatro Estrellas junto a figuras como Mariano Mores, Los Chalchaleros, Osvaldo Pugliese y Héctor Gagliardi.[71]​ Con los inicios de la década de 1980, los reconocimientos aumentaron notablemente. En 1980, el Museo del Cine le entregó la Cámara Pathé junto a Niní Marshall, Delia Garcés, Libertad Lamarque y Mecha Ortiz «en reconocimiento a las primeras figuras del cine nacional».[82]​ Paralelamente, fue intervenida quirúrgicamente en el Hospital de Clínicas por el Dr. Dante Calandra a causa de un cáncer que le habían diagnosticado. «Sentí miedo, pero me puse nuevamente en las manos de Dios, de los médicos, técnicos, enfermeras de esa institución. Ellos me hacían sentir que hacían fuerza conmigo para salir del pozo, y salimos», dijo.[20]​ Merello pasaría el resto de su vida incentivando a las mujeres a practicarse el examen ginecológico papanicolau, con la frase «Muchacha, hacete el papanicolau», que se tornó muy popular y es recordada incluso hasta la actualidad.[10]

En 1981, la Fundación Konex le confirió el premio Konex como una de las cinco más importantes actrices dramáticas de la historia en la Argentina. En 1984, actuó en su última pieza teatral: Para alquilar balcones,[28]​ de Enrique Carreras y contando con la actuación de Violeta Rivas, Carlos Estrada y Mercedes Carreras en el Teatro Odeón, de la ciudad de Mar del Plata. Luego de componer un rol dramático con Miguel Ángel Solá y Soledad Silveyra en Los miedos dirigida por Alejandro Doria, se retiró del cine con Las barras bravas teniendo 80 años y convencida para su actuación por Enrique Carreras —Merello no quería memorizar más letras—.[5]​ En 1985, volvió a ganar un premio Konex, esta vez como una de las cinco mejores cantantes femeninas de tango de la historia. En 1986, incursionó en varios ciclos de ATC (Argentina Televisora Color) y Radio Splendid y en 1987, fue nombrada Vecina Honorable de la Ciudad de Villa Gesell.[71]

Vida posterior

Reclusión y soledad

Hugo del Carril, Tita Merello y Ricardo Alfieri en 1972.

Desde la década de 1980, se recluyó en su vivienda de Capital Federal, acrecentó su fe en Dios y comenzó a resignarse a la prensa.[83]​ Por muchos años, desde 1967, su perro Corbata fue su única compañía y solía acompañarla en sus charlas televisivas. Sobre él, dijo:

«Hace mucho tiempo que lo tengo. Está tan solo como yo. ¡Cómo se aburre! Es lo único que tengo».[84]

A pesar de sus indicios de depresión, Merello se refugió de la soledad en Dios. Incluso, confesó su intento de atentar contra su vida: «Una vez casi me suicido. Estuve tres veces a punto de morir. Y en todas volví a nacer. Dios me salvó».[85]​ En su vivienda de la calle Rodríguez Peña, tenía un altar para su madre y la actriz italiana Eleonora Duse, además de que asistía a misa rigurosamente.[86]​ En una oportunidad confesó: «No soy una mística».[87]

«Hace tiempo que decidí no permitir la entrada del periodismo en casa. Me revisan todo. Me husmean cada detalle. Además, las fotos... Tengo que maquillarme, peinarme, vestirme bien, para que se me vea bien y no salgan diciendo: "Mirá como está... da lástima"».
Tita Merello.[83]

Durante las vacaciones de verano, la reconocida actriz solía viajar a Villa Gesell, donde tenía una vivienda que le había obsequiado su hermano en donde recibía a artistas y a escasos periodistas como Juan Alberto Mateyko con el objetivo de entrevistarla.[15]​ Pronto, sus salidas prácticamente se redujeron a los paseos con sus mascotas alrededor del barrio del edificio de la calle Rodríguez Peña al 1000, donde estaba asentada.[88]​ Poco tiempo después, molesta por los comentarios de la gente, fotógrafos y reporteros gráficos, disminuyó sus viajes y exposición pública e ingresó en una notable reclusión.[5]​ Continuaba vigente con apariciones radiofónicas o televisivas generalmente por teléfono, en programas musicales del fin de semana del canal de TV América 2 o en Radio Continental.[5]​ En 1990, declaró: «A los 86 ya no hay futuro» y casi dos décadas antes había decidido ser cremada al morir.[89][90]

«Hace 49 años me senté por primera vez en un banco situado en la iglesia de la Merced, en la calle Reconquista, y sigo yendo al mismo banco. Pero los pedidos son distintos... Hace 49 años no fui a pedir. Lo que sí me acuerdo es que no recé. Estuve un mes en cama y me iban a operar. Esto lo digo para que la gente nunca pierda la fe, aún en los peores momentos. Me iban a sacar un riñón. Ya tenía la habitación pedida. Me levanté con el permiso del médico para ir a la iglesia. Y fui a la Merced. Me senté mucho tiempo en ese banco pidiendo claridad en mi determinación. Cuando regresé a mi casa, en la calle Agüero, frente al Mercado de Abasto, le dije a mi mamá que no me iba a operar. Todavía tengo el riñón. ¿Vale la pena que siga yendo cuarenta y nueve años después? En ese banco rezo por mis compañeros que no tienen trabajo. Y también he pedido por el amor. ¿Por qué no? Por que el amor también quise vivirlo. Y lo viví. Pero ahora pido más para los demás...»
Tita Merello.[91]

Últimos años

Durante sus últimas décadas, Merello adquirió popularidad por su larga vida y experiencia, que se hacían evidentes durante sus conversaciones televisivas en ciclos como Badía y Cía, Polémica en el bar o Dale, Loly, (en este último, invitada por Lolita Torres. Ambas fueron amigas y lamentó la muerte de Torres ocurrida pocos meses antes de la suya, en septiembre de 2002).[15]​ Contemporáneamente, su extensa trayectoria comenzó a ser reconocida. En 1990, el Consejo Deliberante la declaró Ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires por considerarla un «mito viviente de la iconografía porteña».[71]​ Un año después, en 1991, la Asociación Argentina de Actores (AAA) le entregó el premio Pablo Podestá que distingue a las más importantes figuras de la escena nacional.[71]

En 1992, luego de realizar su última obra discográfica en compañía de Nacha Guevara, apareció en el programa de Susana Giménez, ¡Hola Susana!, te estamos llamando, donde la conductora la reconcilió con Malvina Pastorino (fallecida en 1994) en el Día del Amigo.[71]​ Ambas conversaron sobre viejas épocas y brindaron al final del programa. En 1994, al cumplir noventa años, realizó su última entrevista televisiva voluntaria con Julio Mahárbiz en su domicilio. Allí la actriz confesó que Enrique Carreras utilizaría sus textos para organizar un espectáculo titulado Ídolos de entrecasa, pero el director murió al año siguiente.[27]​ En sus últimos años, sólo frecuentó la radio, en ciclos de Radio Continental con periodistas como Jorge Jacobson, Beba Vignola, René Morán o Oscar Gómez Castañón; también hizo un micro radial por Radio Nacional llamado El cantar de los cantares.[92]​ Durante una conversación con Jorge Bocacci, Merello le espetó: «¿Qué palabra es más fea o más fuerte para vos, olvido o muerte?», a lo que Bocacci respondió: «La más fuerte es olvido». «Exacto, el olvido. Eso es lo que estoy viviendo yo, el olvido», dijo Merello.[93]

En 1996, se le otorgó el premio Fondo Nacional de las Bellas Artes, mediante vía telefónica por la empresaria Amalia Fortabat. El honor consistía en una estatuilla y 20.000 pesos que donó al Hospital de Niños y a la exCasa Cuna.[94]

«A todos los argentinos les pido que no se olviden de mí. Gracias por creer que fui algo más de lo que soy».
—Tita Merello, 1999.[31]

A pesar de haber perdido la visión en un ojo y de padecer problemas auditivos, Merello siempre mantuvo una buena salud. Sin embargo, el 24 de mayo de 1996 debió ser internada en el Hospital de Clínicas durante tres días a causa de una fuerte hemorragia nasal derivada de un pico de presión.[95]​ El 11 de enero de 1998, debió someterse a un chequeo cardiovascular y análisis permanentes debido a una serie de mareos que padeció en su domicilio. El parte médico de entonces, comunicaba que su estado de salud era «satisfactorio y con parámetros normales».[96][92]​ Con pequeños problemas cardíacos de los cuales debía controlarse, se dirigió a la Fundación Favaloro, institución a la que ingresó en 1997 con el objetivo de efectuarse una revisión general. Luego, por voluntad propia, decidió permanecer ahí hasta su muerte, recibiendo constantemente la atención de especialistas en la habitación 924 del noveno piso,[15]​ donde permanecía con la presencia de su ayudante María Rosa y la visita de sus sobrinas Mónica y Yolanda, hijas del hermano, que murió tres meses antes que Merello.[15]

Siempre mantuvo extensas charlas telefónicas con el cineasta Daniel Tinayre, motivo por el cual se creyó que fueron pareja en su juventud. En 1997, llamó sorpresivamente al programa de Mirtha Legrand aclarándole que su relación con Tinayre había terminado cuando él la conoció a ella: «Se enamoró de mí, pero se casó con vos», dijo.[71]​ De las 42 temporadas del ciclo de Legrand, Merello no asistió en ninguna de ellas.[97]​ En 1999, vendió su departamento y donó lo recaudado al Hospital de Niños.

En abril del año siguiente, fue visitada por los integrantes de la fórmula de la coalición de centro-derecha Encuentro por la Ciudad, Domingo Cavallo y Gustavo Beliz. Luego del encuentro, el exministro de Economía recordó que, en caso de ganar las elecciones bonaerenses, se encargaría de la recaudación impositiva de la ciudad para que «el presidente [Fernando] De la Rúa cumpla con su compromiso electoral de elevar la mínima jubilatoria a 300 pesos por mes».[98][99]​ Otra aparición de Merello relacionada a la política fue en julio de 1997, cuando mantuvo una charla radial con Hilda Duhalde, a quien calificó como una «mujer inteligente y humilde».[100]

Recibió brevemente un subsidio de 800 pesos que le era entregado también a la actriz Sabina Olmos por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales con una colaboración del propio Mahárbiz. Merello siempre utilizó un lenguaje muy particular y mantuvo siempre un característico sentido del humor. Cuando se enteró en 1999 del suicidio de Olmos, que tenía 85 años, expresó: «No supo esperar».[101]​ Luego del mismo episodio ocurrido con René Favaloro en septiembre de 2000, Merello se mostró muy congojada y reflexionó acerca del hecho: «Los hombres y mujeres de la Fundación nos quedamos sin padre. Tengo un retrato de él en mi altar».[71]

  • «Necesito amor... es tan difícil. Acá te dan de todo (refiriéndose a la Fundación Favaloro, donde vivía), pero amor... a veces no tienen tiempo. De la gente siento el respeto más que el amor. La gente respetó a una mujer que empezó no teniendo dónde ir a dormir...»
  • «La gente no tiene tiempo de pensar en Cristo. La gente quisiera tocar a Dios, y sacudirlo un poco y decirle: "Mirá, cuánto nos cuesta poder comer". Será por eso que la gente está incrédula».
  • «Hace tres años que estoy en esa pieza. Por eso necesito aire. Por eso dije que quiero morirme en la calle. Los domingos para mí son trágicos. Los domingos la gente se los dedica a los ravioles, y yo miro el techo».
Tita Merello, 2001.[102]

En agosto de 2001, comenzó a sufrir cuadros depresivos con mayor intensidad[103]​ agravados por su avanzada edad y en noviembre, la retirada actriz de 97 años se dirigió a Radio Colonia acompañada por su ayudante en silla de ruedas para visitar a Julio Mahárbiz que recientemente había sido procesado por varias irregularidades. Su aparición, transmitida por Crónica TV, de Héctor Ricardo García, la mostró frágil, triste y solitaria; incluso, lloró ante cámara.[104]

«Me queda poco hilo en el carretel. Estoy triste de tener que irme. Hace tres años que estoy en la Fundación Favaloro. Tres años en una pieza mirando el techo. No se llena de gente querida. Los sábados y domingos, Rosita tiene su familia, vive lejos. Se levanta a las cinco de la mañana para venir. Es mi única compañía. Mi hermano está viejito. Llega con el paquetito de masas secas. Es una manera de entregarse mansamente. Ya le dije al doctor: "Me voy a morir a la calle". No quiero morirme acá adentro. No sé si hice algo por el país, no sé, pero quiero mucho a mi país. Lo amo. Le debo todo lo que soy. Él puso una sala Tita Merello, un cine Tita Merello, todo lo que podía ponía Tita Merello, y cuando se tiene mil años, como tengo yo, si no se es agradecido no vale la pena vivir. Julio Mahárbiz no es un ladrón. Es un laburador. Sé cómo trabaja, cómo tenía esa Radio Nacional. Envejeció. Tiene los pelos blancos de luchar, primero por aquello: "Aquí Cosquín" y tantas cosas que hizo y no es agradecido. Pero yo sí. Él me sacó un poco del anonimato. Yo era yo, claro, pero necesitaba que alguien me ayudara y no fue mi amante porque soy demasiado fulera y a él le gustan las minas lindas, por lógica y por suerte. Yo sé que es un hombre bueno, y a los hombres buenos la sociedad siempre los juzga, pero el único que puede juzgarlo es Dios. Antes de iniciar el viaje —señalando con su mano hacia arriba—, quería cumplir con esta obligación de estar al lado de alguien que hizo mucho por mí, al que le debo un profundo agradecimiento».
Tita Merello, 2001.[105]

Fallecimiento

Los fallecimientos de Favaloro en julio de 2000 y de su hermano Pascual en octubre de 2002 desanimaron mucho a Merello.[106]​ Días antes de su deceso, advirtió: «Esta Navidad quiero pasarla con los míos, allá arriba, todos juntitos»,[15]​ y según sus médicos sus últimas palabras fueron «Me está llegando la hora».[107]​ Diagnosticada recientemente con un cáncer de mama con metástasis cerebral, para el cual decidió no someterse a tratamiento,[108]​ el 24 de diciembre de 2002 a las 12.40 h, en vísperas de Nochebuena, falleció a la edad de 98 años en la Fundación Favaloro. Anteriormente se hallaba decaída y prácticamente no comía. El director de la institución, Eduardo Gabe, explicó a la prensa que la cantante había amanecido bien con pequeños dolores físicos.[107]​ Además tenía problemas para respirar y un débil latido del corazón, y sin querer desayunar se dirigió a su habitación donde un paro cardiorrespiratorio le sobrevino mientras dormía.[109]​ Una de sus últimas peticiones fue que se donara el dinero que invertirían en flores a la fundación.[107]

A las 9.00 h del día siguiente sus restos fueron trasladados a la iglesia San Pedro González Telmo,[110]​ donde se realizó una misa de cuerpo presente y participaron de ésta familiares, amigos de la actriz y personalidades artísticas como Horace Lannes, Osvaldo Miranda, Eduardo Bergara Leumann, Ben Molar, Jorge Jacobson, entre otros.[111]​ Tras la ceremonia, el cortejo fúnebre se detuvo unos minutos en la Fundación Favaloro siendo aplaudido por todos los presentes. Después se interrumpió en la calle Corrientes al 1300, donde se levantó un monolito que recuerda el conventillo en que vivió Merello en su adolescencia.[112]

Encabezado por el Regimiento de Patricios, se arrojaron flores y se entonó el Himno Nacional Argentino y el tango «Hotel Victoria» (este último a pedido de la difunta). Después, el cortejo fúnebre, rodeado de una multitud, continuó el trayecto hasta el cementerio de Chacarita donde sus restos fueron cremados, tal como había aclarado décadas antes, y depositados en el Panteón de Compositores de SADAIC.[113]

Vida personal

Luis Sandrini.

Estuvo vinculada sentimentalmente con algunos reconocidos actores como Arturo García Buhr, Héctor Méndez o Dardo Rubia.[15]​ Se dijo que Arturo García Buhr la dejó luego de viajar a Río de Janeiro al percibir el carácter abiertamente pasional de Merello, lo que agobió al actor.[114]​ Después de varios años intentó mantener una relación sentimental con Tito Alonso, 22 años menor que ella. Sin embargo, se separaron en 1951 luego de sufrir un accidente automovilístico antes de arribar a Luján mientras viajaban en su automóvil, hecho que le provocó a Merello una fractura de costillas y varias heridas cortantes, además de amaxofobia.[115]​ Se recuperó favorablemente en una clínica de la ciudad de Merlo. Tiempo después, las revistas de espectáculos señalaron que la actriz había tenido otros noviazgos con Adolfo García Grau, Oscar Valicelli, Santiago Arrieta, Juan Carlos Thorry, Luis Arata, Jorge Salcedo, Héctor Calcaño, Alfredo Alcón, Jorge Morales, Alberto de Mendoza y Alejandro Rey, los cuales se encargó de desmentir y tuvieron muy poca credibilidad sobre el público.[15]​ «Bah, son pura comidilla de revistas», dijo. En 1951, murió Ana, su madre, tras varios problemas de salud.[54]

La actriz, por su parte, no tuvo hijos ni contrajo matrimonio. Sin embargo, en 1988, Merello confesó en el programa El pueblo quiere saber, conducido por Pinky y Lucho Avilés, que había un hombre al cual apodaba «Mingo» que quería como a «un hijo». En la década de 1970, Merello manifestó en varias oportunidades su deseo de contraer matrimonio y fue ahí cuando se la vinculó con el periodista Américo Barrios, exdirector del periódico Democracia. «No sé de dónde lo sacó ella. Nunca me acerqué a ella de manera que pudiera entender algo así. Debe ser una broma de Tita», señaló.[116]

Luis Sandrini

Merello conoció a Sandrini en 1933, durante el rodaje de ¡Tango!. Él se casó en la década de 1930 con la actriz Chela Cordero, nacida en 1892 y fallecida en 1982, quien lo ayudó en su carrera profesional. La relación terminó cuando Sandrini comenzó a salir con Merello en 1942.[117]​ Más tarde, Merello confesó que cuando se enteró de que Cordero, ya anciana, había sido internada en un sanatorio gravemente enferma, concurrió al mismo y le dijo: «¡Perdone, señora, por todo el daño que le hice!».[97]​ Merello acompañaba a Sandrini en todas sus salidas y hasta él la ayudaba laboralmente cuando no era una figura reconocida. En 1946, cuando partieron a México, se relacionaron con otras parejas famosas como la de Hugo del Carril-Ana María Lynch, Libertad Lamarque-Alfredo Malerba o Enrique Discépolo-Tania.[97]​ En 1948, Sandrini fue convocado para filmar en España con Benito Perojo, ¡Ole, Torero!, pero Merello decidió quedarse para filmar Filomena Marturano, que la llevaría al estrellato. Luego de una discusión demostrada en el libro biográfico de Néstor Romano, Se dice de mí (2001, Ed. Corregidor), la relación terminó.[6][118]​ Otra de las versiones dice que, mientras estaban en crisis de pareja, Sandrini compró los derechos de Filomena Marturano para contentar a su esposa y concurrieron a bailar con un grupo de amigos a un local nocturno, donde Merello aceptó bailar con un desconocido. Sandrini le habría recriminado el hecho y luego de una discusión, él la deja, dejándole el departamento que compartían, el coche y la escritura de varios terrenos.[97]

En 1949, cuando Malisa Zini abandonó la compañía que integraba Sandrini, él mismo decidió llamar a la joven actriz Malvina Pastorino para el reemplazo, quien más tarde diría: «Cuando lo conocí me inquietó. Me elogió las piernas y me sentí cohibida, pues tenía fama de "Don Juan": siempre había chicas revoloteando a su alrededor. Mal pude haberlo separado de Tita Merello cuando entre ella y él tuvo un flirt con una brasileña. Luis comenzó a cortejarme como un novio formal. Me hice amiga de su madre [Rosa] y fue a mi casa materna a pedir mi mano. Me enamoré. Hicimos un pacto: no hablar nunca de nuestros respectivos pasados».[97]​ Sandrini y Pastorino se casaron el 20 de mayo de 1952 vía Uruguay y luego en la parroquia de San Isidro. Tuvieron dos hijas: Malvita y Sandra. Sin embargo, los rumores también continuaron relacionándolo con otras actrices. A fines de la década de 1950, la revista Radiolandia lo vinculó con la actriz Nelly Panizza. Pastorino, en una cena de amigos, le dijo: «Si es verdad, me separo; si es mentira, la revista tendrá que desmentirlo porque mi público no quiere verme como la mujer engañada».[97]​ Finalmente, se iniciaron acciones legales para con el director de la publicación, Ricardo Olveira —amigo de Sandrini— que fueron suspendidas cuando se retractó y se disculpó en la editorial, de acuerdo a los deseos de Pastorino.[97]

Merello nunca pudo olvidarse de Sandrini y vivió el resto de su vida recordándolo, motivo por el cual nunca pudo formalizar otras relaciones. Le dedicó un tango que ella misma compuso, «Llamarada pasional».[97]​ Definió su período con Sandrini como «hermoso, tibio, impregnado de sinceridad»,[118]​ «tuve un gran amor y lo llevo en la cartera, que es lo mismo que tenerlo en el alma», dijo. Ana María Campoy, compañera de rodaje en Cinco rostros de mujer, comentó: «Sandrini amaba a Tita con toda intensidad. Durante la filmación comprobé cómo Tita terminaba su parte y corría reunirse con Luis. Era un apogeo total, especial, único. No sé cómo ese amor pudo terminar. No lo comprendo».[119]

El 5 de junio de 1980, Sandrini falleció luego de once días de agonía a causa de un colapso vascular. Merello no asistió a su velatorio en el Teatro Presidente Alvear ni a su entierro en el cementerio de la Chacarita; en cambio, apareció en televisión despidiéndolo: «Permitíme, Malvina, que lo llore con vos».[97]​ El hecho provocó la indignación de Pastorino. También, Merello confesó que el día de la muerte de Sandrini rezó durante toda la noche.[120]​ Sin embargo, luego del deceso del actor, la relación entre ambas comenzó a prosperar hasta su encuentro en 1994 en el ciclo de Susana Giménez, donde Merello afirmó: «Cada una se quedó con un sector del amor. Fueron dos momentos diferentes en su vida», a lo que Pastorino agregó: «Siempre fuimos dos líneas paralelas que jamás pudieron cruzarse. Cada una anduvo por su lado». La aparición de ambas alcanzó 25,5 puntos de rating.[97]​ Ella la había ignorado en todas las ocasiones que la había visto, incluyendo la ceremonia de la entrega de los premios Cóndor en 1950 o en el programa Pantalla gigante, de 1953, conducido por Jaime Jacobson.[120]

Filmografía

Su filmografía, comprendida entre 1933 y 1985, contiene más de treinta películas, entre ellas ¡Tango!, Filomena Marturano, Mercado de abasto, Los miedos, entre otras, casi todas pertenecientes al género dramático respectivamente.[121]​ Definida como una actriz temperamental y versátil ligada al tango,[122]​ Merello debutó en los comienzos del cine sonoro argentino, cuando filmó ¡Tango!, de Luis Moglia Barth. Para el elenco, el director optó por contratar a cantantes, orquestas, bailarines y actores de teatro principalmente.[123]​ Acompañada por Ernesto Ponzio y Juan Carlos Bazán, ahí cantó el tango «Yo soy así pa´l amor». Durante los años siguientes de la década de 1930, continuó participando con frecuencia en filmes musicales, como Así es el tango (1936), en el que bailó con Tito Lusiardo y fue dirigida por Eduardo Morera.[124]

Sin embargo, los historiadores cinematográficos coincidieron en que su primer papel importante lo llevó a cabo en La fuga (1937), un policial humorístico.[125]​ Ahí, Merello estrenó el tango «Nieblas del Riachuelo», compuesto por Juan Carlos Cobián con letra de Enrique Cadícamo. Con Luis Saslavsky, director del filme, volvería a trabajar en 1942 en Ceniza al viento. En 1947, fue convocada en México para desempeñar el papel principal de Cinco rostros de mujer junto a Arturo de Córdova, filme por el cual obtuvo el premio Ariel como mejor actriz. Sus otras dos películas mexinas fueron La vida íntima de Marco Antonio y Cleopatra, una sátira con la cubana María Antonieta Pons y, Yo soy tu padre, de escasa repercusión.[42]

Adquirió relevancia luego de encabezar Morir en su ley, donde interpretó el personaje de la esposa de un pistolero -individuo que hace profesión del uso de la pistola para cometer asaltos- que quiere alejarse de él; se enamora y sufre un desengaño que la lleva a la muerte.[126]​ Sus éxitos más relevantes tuvieron lugar en la década de 1950, período en el que protagonizó 11 películas. En Arrabalera (1950), cantó el tango que lleva el mismo nombre y en esta producción, destacó el dolor de su personaje por ser madre soltera.[127]

En 1951, un año después, protagonizó con Arturo García Buhr y dirección de Lucas Demare, Los isleros, que relata la vida de los pobladores del Delta del Paraná en un ambiente precario.[55]​ Su labor le mereció el premio a la mejor actriz de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina y de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina. En 1955, de nuevo con el mismo director, encabezó Mercado de abasto, donde llevó a cabo el tango «Se dice de mí» y actuó en compañía de Pepe Arias.

En algunas ocasiones encarnó personajes que, casi siempre en medio de la pobreza, debieron cuidar a hijos, hermanos u otros parientes, tal como ocurrió en Para vestir santos. Por otra parte, en Pasó en mi barrio, Guacho, Filomena Marturano y Mercado de abasto interpretó a mujeres que tuvieron que defender a sus hijos de sus propios padres. En Los isleros (1951), una de sus películas más destacadas, cumplió el papel de una madre posesiva y que llega a la injusticia para sobreproteger a sus hijos.[44]

En la década de 1960, generalmente dirigida por Hugo del Carril o Enrique Carreras,[128]​ incursionó en una serie de películas que no tuvieron demasiado éxito en comparación con las anteriores. La versión teatral de Amorina de 1957 fue llevada al cine en 1961, y le valió el premio a la mejor actriz del Instituto Nacional de Cinematografía. Participó como actriz y guionista en ¡Esto es alegría! y en 1974, se estrenó en la sala Normandie La Madre María, basada en la vida de María Salomé Loredo. Ahí, estuvo secundada por diversos actores como María José Demare, José Slavin, Tina Serrano, Marta Gam, entre otros.[129]​ Varios fragmentos de sus grabaciones fueron utilizados en la película El canto cuenta su historia (1976), que contó con la animación de Julio Mahárbiz y el auspicio de Aries Cinematográfica Argentina. Sus últimos trabajos fueron en 1980 y 1985 respectivamente, cuando secundó a María Leal y Soledad Silveyra en Los miedos y acompañó, contando con 80 años, a Mercedes Carreras en Las barras bravas.

Discografía

En 1927, con la compañía Odeón, debutó con un disco de dos temas: «Te acordás reo» y «Volvé mi negra». En 1929 editó otro, esta vez para RCA Victor, que contuvo tangos como «Qué careta», «Che, bacana», «Paquetín paquetón», «No te hagas curar», entre otros. El periodista Jorge Palacio señaló que la mayoría de los tangos interpretados por Merello en sus comienzos poseían letras humorísticas.[130]​ A fines de la década de 1920 dejó de grabar discos, algo a lo que retornaría acompañada por Francisco Canaro y con la ayuda del sello discográfico Odeón recién en 1954,[131]​ cuando produjo siete discos en el período de un año (hasta 1955) contando con 49 años.

Si bien Merello no grabó demasiado, cantó diversas canciones en sus películas y fue reconocida principalmente por su interpretación de «Se dice de mí» y «La milonga y yo», cuyas letras se relacionaban a la cantante.[132]​ Su voz se caracterizaba por tener una tonada muy grave y rígida, y encarnó el tango humorístico con gran expresividad.[133]​ «Llamarada pasional», compuesta por ella misma y con música de Héctor Stamponi, la dedicó a su pareja Luis Sandrini y entre los temas que integraban su repertorio, se hallaban «Qué careta», «Che, pepinito», «Te has comprado un automóvil», «Garufa», entre otros. A lo largo de toda su carrera musical cantó melodías de diversos géneros musicales como el bolero, el tango, la ranchera o la milonga.

Al igual que Libertad Lamarque, en sus películas generalmente había cuadros musicales en donde interpretaba tangos. En Filomena Marturano (1949) cantó «Pipistrela», con letra de Fernando Ochoa y música de Juan Canaro. Paralelamente, en 1969, en Viva la vida, dirigida por Enrique Carreras, interpretó «La milonga y yo», redactada especialmente para ella por Leopoldo Díaz Vélez con música de Tito Ribero. El director de orquesta y arreglador Víctor Buchino trabajó con ella en sus recitales en México y en sus filmes Arrabalera, Filomena Marturano y Morir en su ley; además, se destacó como pianista acompañando a Merello en «No aflojés».[134]

Entre 1964 y 1965, luego de un lapso de ausencia, retornó al medio discográfico con la orquesta de Carlos Figari, entonando melodías como «Graciela oscura», «Soledad, la de Barracas», «Me enamoré una vez» o «Che, Bartolo». Con Figari permanecería trabajando hasta 1969 y, luego de diez años, grabó un disco con la orquesta de Héctor Varela. Ahí, su representación de «Con permiso» muestra desparpajo y sorprende con otras formas de acentuación. Sin embargo, se destacó con «Padrino pelao», que le permitió parodiar antiguas costumbres de barrio.[135]​ Su última grabación la realizó en 1991, acompañando a Nacha Guevara.

Legado

El Complejo Tita Merello.

En los comienzos del gobierno de Carlos Menem el músico Osvaldo Pugliese le dedicó un tango instrumental titulado «Para Tita» y el cantante Cacho Castaña le compuso el tema musical «Tita de Buenos Aires». En 1993, la Asociación Amigos de la Avenida Corrientes descubrió un monumento construido frente a su antigua casa y en 1995 el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) fundó el Complejo Tita Merello. En diciembre de 1999 se inauguró una plaza con su nombre en el Pasaje Jenner, en el barrio de San Cristóbal.[71]​ Debajo de uno de los espacios vacíos dejados de la construcción de autopistas en 1997 se le realizó el homenaje. Al enterarse del acto, lo agradeció desde la Fundación Favaloro pero no asistió a la celebración.[136]​ También se le construyó un monolito ubicado en avenida Corrientes y Talcahuano, gracias a una propuesta de Eduardo Dosisto con la anuencia de la Comisión de Amigos de la Avenida Corrientes, cuyo vicepresidente era Ben Molar.[136]

El 11 de octubre de 1998, al cumplir 94 años, varios amigos lograron detener su aislamiento y los cuadros depresivos que cada vez sufría con mayor intensidad,[137]​ y tuvo una charla con el periodista Jorge Fontana en Radio de la Ciudad y una con Tiempos modernos, de Radio Continental. Ese mismo año también se colocó una placa en su honor en la plaza del barrio de San Cristóbal.[136]​ Además recibió un homenaje en el Auditorio del Colegio de Abogados, de avenida Corrientes, y la Academia Porteña del Tango le brindó un tributo en donde estuvieron presentes Enrique Dumas, Jorge Rivera López, Ben Molar, Soledad Silveyra, Marikena Monti, Beba Pugliese, entre otros.

El 11 de octubre de 2004, al conmemorarse el centenario de su nacimiento,[138]​ el Teatro General San Martín organizó un homenaje denominado Se dice de mí..., ciclo que contenía ocho de sus filmes. Además se mostraron fotos, objetos de la actriz y el vestuario diseñado por Horace Lannes. Por la misma razón se hizo un concierto, un acto en la Legislatura Porteña y un desfile con modelos del propio Lannes. El Departamento de Artes de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA) llevó a cabo un homenaje por su centenario en el XIII Congreso Internacional de Teatro Iberoamericano y Argentino.[139]​ El 1 de julio de 2010 el Complejo Tita Merello, debido a la falta de público y motivado por la no renovación del contrato que lo ligaba al Instituto Nacional de Cinematografía, cerró definitivamente.[140]

El 22 de julio de 2010, se estrenó Dijeron de mí, obra teatral llevada a cabo en el Maipo Kabaret bajo la dirección de Luciano Sardi y con la protagonización de Virginia Innocenti.[141]​ Luego de representar la vida de Eva Perón en Eva, el gran musical argentino, la actriz y candidata a diputada Nacha Guevara interpreta a Tita Merello en una obra teatral dedicada a repasar su vida que se estrenó el 12 abril de 2011, para cuya caracterización debió entrevistar a actores y allegados a la actriz.[142][143]

Un retrato suyo preside el Salón Mujeres Argentinas en la Casa Rosada, junto a otras figuras femeninas de la historia argentina, como Juana Azurduy, Eva Perón, Lola Mora, Victoria Ocampo, Mariquita Sánchez de Thompson, entre otras. Este salón fue inaugurado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en 2009, como parte de las reformas de la Casa de Gobierno.[144]

La periodista Irene Amuchástegui relató: «Entre la imagen de la escultural vedette multada con veinte pesos por aparecer sin medias en el teatro de revistas de los años 1930, y el retrato de la matriarca que moralizaba en la televisión de los años 1980, se despliega una de las personalidades más singulares del espectáculo nacional. Leyenda de Buenos Aires, que la invistió con los honores de una Anna Magnani porteña, Tita Merello vivió entre los halagos de una inmensa popularidad y la soledad que ya parecía inscripta en el destino de la niña que no había podido ser».[6]

En febrero de 2013, sus últimos años fueron la temática de uno de los 13 unitarios del ciclo Historia clínica titulado Cuando yo me vaya, de la productora Underground, basado en el libro homónimo del dr. Daniel López Rosetti y con la participación del historiador Felipe Pigna. El ciclo habla de la influencia que tuvieron la vida pública y personal de las personalidades en su salud. Merello fue representada por Julieta Díaz (quien ya había interpretado a Ada Falcón) en su época de esplendor, y por Claudia Lapacó en sus últimos años.[108]​ La actriz Victoria Carreras tiene previsto estrenar un documental titulado No me han visto en camisón con material audiovisual inédito de Merello en situaciones cotidianas y reportajes a personalidades.[145]

Merello definió su vida de la siguiente manera:

«... hice de mí lo que quería, y tengo el orgullo de haber sacado, de entre las mujeres, una mujer íntegra. Yo le di la cara a la vida, y me la dejó marcada».
Tita Merello[6]

Véase también

Notas

  1. En los principios del siglo XX, los padres solían inscribir a sus hijos en el registro civil mucho después de su nacimiento, por lo que su fecha de registro no coincidía con la de nacimiento.

Referencias

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Bibliografía

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Enlaces externos

Tita Merello en Internet Movie Database (en inglés).