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Culturas precolombinas y época colonial

Catalina de Erauso se travestía como hombre para luchar en la Guerra de Arauco, siendo conocida como «la monja alférez».

Durante la época precolombina, la homosexualidad era un concepto considerado de diversas maneras por los distintos pueblos indígenas que habitaban el territorio. Para los mapuches, la sexualidad era igualitaria entre hombres y mujeres, por lo que un hombre afeminado no perdía ningún privilegio, poder o estatus, simplemente porque ser hombre no era distinto de ser mujer. Los machis antiguamente eran en su mayoría hombres, adornados y vestidos con elementos de características femeninas, puesto que el poder espiritual estaba asociado a dicho género. Según algunos investigadores, los machis weye, como eran denominados en mapudungun,[1][2]​ practicaban la pederastia de forma pasiva, siendo acompañados por jóvenes que actuaban como si fueran sus maridos.[3]​ En tanto, otros consideran que la idea de que los machis eran homosexuales o pederastas surgió cuando los conquistadores españoles llegaron a Chile e intentaron comprender las actitudes de los machis desde su perspectiva completamente diferente a la mapuche.[4]​ El Imperio inca, que dominó la mitad norte de Chile, tenía a la homosexualidad asociada a conceptos de carácter religioso y sagrado, siendo practicada normalmente —incluso, las relaciones lésbicas eran bien vistas—;[5]​ sin embargo, otras fuentes señalan castigos en contra de los homosexuales.[6]

Respecto de la homosexualidad en la cultura mapuche, historiadores plantean que eran aceptados en la comunidad como una persona con dos almas o dos presencias no materiales en su corporalidad.[7]

Con la Conquista de Chile por parte del Imperio español desde 1541 y la instauración del régimen colonial, la homosexualidad quedó prohibida y sancionada al igual que en la metrópolis, siguiendo los preceptos de la Iglesia católica. A pesar de ello, no era la Inquisición la encargada de sus castigos, sino los tribunales reales y el obispado.[8]

La alta presencia de hombres en la Capitanía General de Chile producto del conflicto armado con los mapuches y la mayor permisividad sexual otorgada relativo a la metrópolis fomentaban las relaciones sexuales entre hombres, que una vez descubiertas eran castigadas severamente. Hacia 1612, tras sus expediciones durante la Guerra de Arauco, el gobernador Juan de la Jaraquemada recorrió los fuertes existentes y juzgó a diversos implicados en acusaciones de sodomía y traición, condenando a la hoguera a trece soldados en el fuerte de Paicaví y seis en el de Angol.[9][10]

Otra enfermedad más pestilente dio a algunos españole sen Paicabi, y due del alma, porque se hallaron tenidos de un sodomítico contagio, quemaron los trece y perdonose el uno por no ser tan culpado, cosa tan lastimosa y que puede servir de escarmiento a los que son tocados...

El influjo de la moral cristiana afectó también a las culturas indígenas: los machis fueron reemplazados en su mayoría por mujeres, e incluso Claudio Gay describiría siglos más tarde que los «indios de Chile», pese a su belicosidad, solo practicaban la pena de muerte para los culpables de «sodomía y hechicería».[11]​ Los sacerdotes eran los encargados de enseñar y guiar a los habitantes alejados del pecado, especialmente a través de la confesión, el cual contenía un extenso cuestionario que incluía preguntas respecto a la sodomía (incluyendo bajo ese término otros términos como bestialismo, necrofilia y sexo anal); esto muchas veces tenía el efecto contrario y se convertía en una instancia para que los mismos sacerdotes realizaran prácticas prohibidas con los confesados. La práctica del llamado «pecado nefando» por parte de sacerdotes, tanto con feligreses como con pares, fue ampliamente documentada por diversas confesiones ante inquisidores, usualmente obtenidas tras aplicar torturas.[10]

Dentro de la época colonial destaca la historia de Catalina de Erauso, una joven española que se travestía para luchar en la Guerra de Arauco. Tras haber sido expulsada de un convento en San Sebastián, Catalina se embarcó al Nuevo Mundo como hombre para luchar contra las huestes mapuches en 1619. Por su valentía, fue condecorada con el grado de alférez, sin que nadie dudara de su sexualidad masculina. En 1623 confesó su verdadero género y, al comprobarse que era virgen, se la envió a España, siendo entrevistada por el rey Felipe IV de España y el papa Urbano VIII, quienes le permitieron ser tratada como hombre.

Inicios del Chile independiente

Art. 365 del Código Penal: El procesado por el delito de sodomía sufrirá la pena de presidio menor en su grado medio.[12]

Pese a alcanzar su independencia a principios del siglo XIX, la relevancia de las concepciones morales de la época colonial se mantuvieron prácticamente invariables en Chile, incluyendo el rechazo hacia la homosexualidad. Sin embargo, la concepción tras este rechazo a la diversidad sexual cambió a medida que se establecían las ideas que darían cuerpo a la nueva nación. Como forma de marcar una diferencia con el pasado colonial, el país recién constituido comenzó un proceso de modernización ideológica, pasando de una visión de carácter eminentemente religiosa a una de carácter científica. La homosexualidad, antes considerada como pecado, pasó a ser considerada una enfermedad. A esta visión se sumó la idealización de los roles de hombres y mujeres en la sociedad, donde la virilidad se constituía como una virtud masculina que atravesaba y unificaba a las diversas clases sociales, mientras que las conductas homosexuales o afeminadas atentaban contra dicho principio.[13]

Las conductas homosexuales fueron tipificadas como crimen bajo el término inespecífico de «sodomía», nunca definida en el texto legal pero entendida por los penalistas, en general, como penetración anal, sin distinguir entre violación, pedofilia o relaciones consentidas. Esta tipificación fue incluida a través del artículo 365 del Código Penal, vigente desde 1875, que contemplaba una pena de presidio menor en su grado medio (es decir, un rango entre los 541 días y los 3 años de prisión). Durante el siglo XIX, las causas criminales por sodomía aumentaron con respecto a los periodos anteriores y se concentraron principalmente durante el último tercio de dicha centuria. En los juicios incoados por sodomía se realizaban incluso exámenes médicos del ano y del recto de los imputados para poder determinar la veracidad de las acusaciones de sodomía existentes en su contra.[14][15]​ La comunidad médica chilena consideraba la homosexualidad como una «aberración» y estaba al tanto de los estudios realizados a nivel internacional sobre el tema, aunque no le prestó gran importancia y la relacionó principalmente con la masturbación.[13]

Dentro de los casos de sodomía durante el siglo XIX, destaca el de dos marineros de la corbeta Esmeralda. En 1873, el guardiamarina segundo Carlos Eledna y el marinero José Mercedes Casanga fueron sorprendidos durmiendo semidesnudos, tras lo que se les acusó de sodomía. Ante los hechos, se realizó un juicio sumario a bordo, siendo parte del jurado el capitán Arturo Prat —quien seis años después sería protagonista del combate naval de Iquique a bordo de la misma nave—. Los acusados fueron condenados a diez años de cárcel y sesenta latigazos en la espalda. Dicho castigo se realizó a bordo de la nave; Casanga no resistió el castigo completo llegando a los cincuenta azotes «antes de desmayarse vomitando hiel por la boca».[16][17]​ En este caso, nuevamente el informe médico de los genitales de los acusados fue fundamental para la sentencia.[15]

Como parte de la lucha anticlerical que se puso de manifiesto en el país desde mediados del siglo XIX, muchos críticos de la Iglesia Católica en Chile señalaron a esta como un foco de homosexualidad a través de sus seminarios e internados, los cuales también atentaban contra la imagen de virilidad del hombre chileno a causa del encierro y el celibato. Existieron diversos pasquines en el país que hablaban, entre otras cosas, del desarrollo de la homosexualidad al interior de las congregaciones religiosas, entre las que destacaron, por ejemplo, algunas citas de El padre Padilla.

Las verdaderas causas del incremento del mariconismo entre nosotros son las siguientes: la confesion i los internados, i entre estos, mui principalmente los seminarios, que son semilleros de maricones. Entiéndase que al hablar de confesion, no me refiero a la que hacen las mujeres, porque de ella resultan huachos, i nó maricas. Pero de los internados de monjas, cleriguitos i seglares, salen la mayor parte de los fabricantes de roscas y tortillas. I ello se esplica. Entre cien muchachas, entre las cuales no hai un muchacho ni para remedio, las pobrecillas se dicen: «Con lo que hai nos vamos»; i, a falta de carne, le atracan al pescado. Acabad con todos los internados i acabareis con el mariconismo, I tendreis una nacion de hombres mui hombres…
Juan Rafael Allende, «El mariconismo en Chile». El padre Padilla, Santiago de Chile, 13 de marzo de 1886[13]

De igual forma que la Iglesia Católica recibía acusaciones de homosexualidad entre sus filas, algunos grupos de ideología marxista hicieron lo mismo con miembros de la burguesía chilena.[13]​ En otras ocasiones, las acusaciones de sodomía eran utilizadas como pretexto y catalizador para discusiones políticas de diversa índole. Entre 1904 y 1905, estalló una acusación de violación de un menor de 11 años por parte de un sacerdote en un exclusivo colegio perteneciente a una congregación católica, lo que pondría en la discusión pública la legitimación de la educación laica y el fin del financiamiento estatal a los colegios religiosos.[18]​ El sacerdote, en medio del revuelo público, fue condenado a 54 años de presidio, una pena bastante mayor a la que tenían otras situaciones de similares características pero de menor impacto público, con el fin de ser una condena ejemplificadora.[13]

Diversidad sexual en el siglo XX

Liberalización en espacios aristocráticos y artísticos

Augusto d'Halmar, primer Premio Nacional de Literatura, escribió Pasión y muerte del cura Deusto, una de las primeras novelas hispanoamericanas de temática homosexual.[19]

A partir de la década de 1920, la homosexualidad comenzó lentamente a ser aceptada en Chile, principalmente por parte de la aristocracia, fruto de los procesos de liberalización que se vivían entonces en Europa, principalmente en París, Londres y Berlín, los principales referentes culturales de la oligarquía.[20]​ En el mundo aristocrático y en los ambientes culturales asociados, la homosexualidad era tolerada aunque reprimida. Muchos hombres gais se encontraban casados con mujeres, pero mantenían frecuentemente encuentros sexuales con otros hombres de su entorno.

Otra característica de estos aristócratas eran los encuentros sexuales con personas de niveles inferiores en la escala social. Era común que los acaudalados de Valparaíso bajasen al puerto a tener sexo con marineros, mientras que los de Santiago tenían su equivalente en la Plaza Yungay; para los santiaguinos, el Día del roto chileno se llegaba a convertir incluso en una festividad de corte homosexual. A lo largo del país, era habitual entre los pescadores tener sexo con aristócratas, incluso vanagloriándose de aquello como un entretenimiento, sin considerarse atraídos sexualmente por personas de su mismo sexo.[21]

La caleta de Horcón, sin embargo, se convirtió en una imagen emblemática de dichas situaciones, transformándose durante gran parte del siglo XX en un lugar frecuente de encuentro sexual entre homosexuales y pescadores, quienes practicaban usualmente el rol activo. Horcón era una de las localidades más pobres de los alrededores de Valparaíso, y a ella llegó a instalar su residencia veraniega el acaudalado empresario Federico Claude, heredero de Federico Schwager y sus compañías de carbón. Junto a Claude arribaron varios de sus amigos, quienes habitualmente tenían sexo con los pescadores a cambio de beneficios, como alimentos o variados enseres, ejerciendo una suerte de prostitución implícita y que las mujeres de la caleta debieron soportar para poder subsistir.[22]​ La llegada del hippismo durante los años 1960, las mejoras en la calidad de vida de los habitantes de la localidad y el aumento de las libertades para homosexuales en el país, produjo un declive en las actividades homosexuales en Horcón, lo que ha llegado a convertirse actualmente en un tabú para dicha caleta.[23]

La poetisa Gabriela Mistral, cuyo lesbianismo fue confirmado en 2009 al desclasificarse parte de su correo personal, generó múltiples debates respecto a su sexualidad durante varias décadas.[24]

En los círculos artísticos y literarios chilenos, radicados principalmente en Santiago, la homosexualidad era vivida libremente, aunque no públicamente, e incluso diversos homosexuales eran muy influyentes, destacando personajes como Augusto D'Halmar, Hernán Díaz Arrieta (Alone) y Benjamín Subercaseaux.[25]​ La literatura chilena de principios del siglo XX comenzó a desarrollar profusamente historias de temática homosexual, las que se iniciaron con la única novela de Alone, editada en 1915, donde se incluyó el primer personaje afeminado de la literatura nacional.[26]​ Posteriormente, la novela Pasión y muerte del Cura Deusto, publicada en 1924 por D'Halmar —ganador del primer Premio Nacional de Literatura en 1942—, narraba el trágico amor de un sacerdote por otro hombre. Aunque la novela fue publicada inicialmente en España, es considerada como la primera que habla explícitamente de la relación entre personas del mismo sexo en Latinoamérica. En 1935, Joaquín Edwards Bello describió en La chica del Crillón a un personaje lésbico, tema que fue pocas veces mencionado. Varios autores heterosexuales, como Alejandro Jodorowsky y Enrique Lafourcade —este último dedicó importantes roles a la homosexualidad dentro de sus primeras obras como Pena de muerte (1952) y Para subir al cielo (1959)—, compartieron con homosexuales que impulsaron sus carreras.[21]​ La relativa apertura del tema en los círculos aristocráticos, intelectuales y artísticos, influida por los sucesos en Europa, permitió la publicación de algunas obras extranjeras que también trataron la homosexualidad.[20]

Pese a esta relativa apertura, el rechazo fuera de estos círculos era generalizado, por lo que muchos autores de importancia ocultaron su homosexualidad ante el gran público. Este fue el caso de José Donoso y Gabriela Mistral, dos de los más grandes escritores de la literatura en el país.[27][28]​ Solamente tras la muerte de ambos y la publicación de su obra epistolar personal a comienzos del siglo XXI, se pudo comprobar la compleja relación de ambos con su propia sexualidad, lo que había sido largamente un tema tabú.[29][30]​ Tanto Donoso como Mistral reflejaron en sus cartas el dolor de no poder vivir sus relaciones personales, que en el caso de la ganadora del Premio Nobel de Literatura se reforzaba asociando su lesbianismo a su carácter feminista; Donoso, en tanto, abordó el tema en diversas publicaciones catalogadas por algunos como un enmascaramiento de sus tendencias sexuales.[31][32]

Una tarde estaba yo en casa de un amigo que siempre sospeché de ser homosexual, sin haberlo confirmado. Llegó entonces el ex marido de una prima mía, un muchacho muy buenmozo, y pude advertir que había algo entre ellos, algo que era amor. Me conmoví hasta los huesos, me dio una envidia, una desesperación, unas ganas de tener exactamente lo que esos dos tenían —y, sin embargo, un deseo vehemente de no ser como ellos... Es esa envidia lo que está en la base de todos mis problemas, gorda. ¿De dónde viene, por qué es, qué significa? ¿Hasta dónde puede llegar a destruir nuestra vida, esa envidia mía por una situación homosexual? [...] La tentación es inmensa, terrible, pero resulta que eso (asumir una vida homosexual) me produciría tanto o más dolor que el no hacerlo. Mi neurosis es debida, ahora, a esa sensación de estar viviendo sobre arena movediza.
Carta de José Donoso a su entonces novia María Ester Serrano, 30 de agosto de 1960.[33]

Como contrapartida, María Luisa Bombal en El árbol plasmó sus sentimientos sobre su matrimonio con el pintor homosexual argentino Jorge Larco (1897-1967), con el que carecía de amor y vida sexual.[20]

Represión estatal

El puerto de Pisagua, en el norte del país, fue utilizado por Carlos Ibáñez del Campo y sus sucesores como campo de concentración de opositores políticos y homosexuales.

Al contrario de la tolerancia vivida en algunas esferas aristocráticas, en la mayoría del país se manifestó un fuerte rechazo hacia la homosexualidad. Si bien la sodomía ya era penalizada en el Código Penal, la llegada de Carlos Ibáñez del Campo al poder en 1927 profundizó las políticas de persecución contra los homosexuales.

La dictadura de Ibáñez se caracterizó por una fuerte represión a sus opositores, aunque no hay indicios de una política de exterminio planificado.[34][n 1]​ Pese a que su administración contaba con personas consideradas como homosexuales, incluyendo los ministros Pablo Ramírez y José Santos Salas, Ibáñez del Campo aplicó efectivamente varias redadas masivas a homosexuales durante su primer gobierno, y hay constancia de que era profundamente homofóbico —según algunos, debido a que su hijo Carlos era homosexual—. El hundimiento de un barco con homosexuales a bordo (intencionado o accidental) parece ser un mito de dudoso origen;[35]​ podría tratarse, como lo indica el historiador Leonardo Fernández, de una sucesión de datos que provienen de distintas épocas y que fueron configurando un mito.[36]

Durante la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo (1927-1931), militar que logró llegar al poder tras un golpe de Estado en 1927 y gobernó hasta 1931, durante su régimen se dio origen a la ley 11.625 sobre Estados Antisociales que consideraba los homosexuales como delincuentes habituales pero con la diferencia que se les considera como enfermos a los cuales se podía rehabilitar internándolos o sometiéndolos a la vigilancia del Patronato de Reos.[37]

Lo que sí es efectivo es que varios detenidos por sodomía fueron enviados al presidio de Pisagua, en el norte del país, antes de que este se constituyera en campo de concentración en 1948. De hecho, fue una política aplicada en 1941, durante el gobierno de Pedro Aguirre Cerda.[36]​ Con posterioridad, Pisagua se convirtió en un lugar masivo de confinamiento, bajo el gobierno de Gabriel González Videla, la segunda administración de Carlos Ibáñez y de Augusto Pinochet.[38]

El presidente Jorge Alessandri fue víctima de ataques homofóbicos por parte de algunos medios de comunicación opositores.

En el caso de Ibáñez del Campo, este continuó con sus políticas represivas en su segundo gobierno, a partir de 1952. Durante su gobierno fue promulgada la Ley 11625 sobre Estados Antisociales y Medidas de Seguridad (1954),[39]​ propuesta inicialmente durante el gobierno de su antecesor González Videla. La ley estableció diversas medidas de seguridad (como internaciones curativas, multas y presidio) contra grupos de «peligrosidad social», incluyendo a vagos, toxicómanos y homosexuales, entre otros.[40]​ Esta ley requería de la dictación de un reglamento que permitiera su aplicación; si bien este reglamento nunca fue dictado y la ley fue derogada en 1994,[41]​ tuvo una aplicación irregular, quedando registro de algunos homosexuales trasladados a localidades como Chanco y Parral.[36]

Quedan sometidos a las disposiciones del presente Título y sujetos a las sanciones que como medidas de seguridad establece: [...] 5.º. Los que por cualquier medio induzcan, favorezcan, faciliten o exploten las prácticas homosexuales, sin perjuicio de la responsabilidad a que haya lugar, de acuerdo con el artículo 365, 366, 367, y 373 del Código Penal.
Ley 11625 de Estados Antisociales, 4 de octubre de 1954.[39]

La antigua libertad vivida en los círculos artísticos y en la aristocracia hasta los años 1950, prácticamente desapareció como efecto de las persecuciones del gobierno de Ibáñez. Un ejemplo de ello fue el actor Daniel Emilfork, que se radicó en Francia.[42]​ Muchos prefirieron emigrar a Europa y los Estados Unidos en busca de mayor libertad.

En los gobiernos posteriores, aunque la represión por parte del Estado disminuyó considerablemente, no fue así en la de la sociedad. Un ejemplo de ello fue el trato dado por los medios de comunicación a los homosexuales o cómo utilizaban la homosexualidad como una forma de desprestigio.[43]​ El caso más claro fue el vivido por el presidente de Chile entre 1958 y 1964, Jorge Alessandri. Alessandri fue el primer presidente soltero en la historia de Chile, lo cual generó una serie de rumores en un país tan conservador como Chile sobre su sexualidad; el rumor de su homosexualidad fue utilizado por la satírica revista Topaze y por el periódico Clarín, quienes denominaban al derechista Alessandri como «La Señora».[44]

Unidad Popular y la primera manifestación gay

En 1970, fue elegido Salvador Allende como presidente de Chile, liderando el gobierno de la Unidad Popular, una coalición que contaba con socialistas, comunistas y otros partidos de izquierda. Pese a que su gobierno representaba un quiebre respecto a las ideologías conservadoras, esto no se reflejó respecto a la situación de las diversidades sexuales. La abierta homofobia en algunos movimientos de izquierda la idealización de la virilidad, asociada al hombre revolucionario y al obrero esforzado. Durante el gobierno de Allende bajo su presidencia que se realizó la primera marcha del movimiento de la diversidad y dándose la apertura de los primeros locales LGBT en los barrios obreros de Santiago y Valparaíso.[45]​ La oposición de derecha, en tanto, aprovechaba la imagen de la femeneidad, visible en las manifestaciones de cacerolazos. La homosexualidad quedaba, por tanto, contraria a ambas concepciones.[43]

Quizás el emblema más importante de la homofobia mediática fue el periódico Clarín, de corte popular, sensacionalista y de izquierda, la cual continuamente publicaba notas sobre homosexuales de forma denigrante, titulando usualmente con notas de crónica roja cometidas por «colipatos», «locas» o «yeguas», como usualmente denominaba a los gais.[46]

El 22 de abril de 1973 ocurrió en la Plaza de Armas de Santiago la primera manifestación de homosexuales en Chile. Cerca de unos veinticinco homosexuales y travestis que usualmente recorrían en las noches las calles Huérfanos y Ahumada en el centro de Santiago se reunieron para protestar por los abusos de Carabineros, que los apresaban continuamente por «faltas a la moral y las buenas costumbres», los golpeaban y rapaban la cabeza. Pese a esta represión, la manifestación se realizó con normalidad; sin embargo, los medios de comunicación se encargarían de los ataques a través de sus crónicas. Incluso, el intendente de la provincia de Santiago, Julio Stuardo, dijo que utilizaría «de la fuerza pública y de todos los resortes que [le] da el mandato constitucional» con tal de impedir una nueva manifestación programada esta vez en el Barrio Alto de la capital.[47]

Las yeguas sueltas, locas perdidas, ansiosas de publicidad, lanzadas de frentón, se reunieron para exigir que las autoridades les den cancha, tiro y lado para sus desviaciones. Pese a que la reunión había sido bastante publicitada, la policía no se hizo presente. Entre otras cosas, los homosexuales quieren que se legisle para que puedan casarse y hacer las mil y una sin persecución policial. La que se armaría. Con razón un viejo propuso rociarlos con parafina y tirarles un fósforo encendido.
«Ostentación de sus desviaciones sexuales hicieron los maracos en la Plaza de Armas», diario Clarín, 24 de abril de 1973.[48]

Pese a los casos de homofobia registrada, el período de la Unidad Popular presenció el primer caso registrado de personas transexuales. En 1973, Marcia Torres se convirtió en la primera persona en América Latina en realizar una cirugía de reasignación de sexo,[49]​ tras lo cual pudo rectificar su acta de nacimiento.[50]

Dictadura militar

Acciones de represión y violaciones de derechos humanos

El 11 de septiembre de 1973, un golpe de estado realizado por las Fuerzas Armadas y de Orden bombardeó el Palacio de La Moneda. Pese a la superioridad numérica y de poderío militar que enfrentaban, algunos grupos de apoyo al gobierno de Allende intentaron resistir al golpe. Dentro de este grupo se encontraba Mario Melo Pradenas, quien fuera parte del Movimiento de Izquierda Revolucionaria hasta su expulsión producto de su homosexualidad. Según cuenta la propia secretaria de Allende, Melo se subió a la azotea del Palacio para defender el gobierno, incluso luego de ser expulsado del MIR.[51][52]​ Algunos días después, Melo fue apresado por fuerzas del régimen y pasó a formar parte de los miles de detenidos desaparecidos que no han sido encontrados hasta la fecha. Según algunos relatos, Melo habría sido asesinado en el campo militar de Peldehue y su cuerpo lanzado al mar.[53]​ Registrándose cientos de casos donde travestis que fueron golpeados y asesinados en los primeros días de la dictadura y represión directa en lugares de encuentro de travestís.[54]

Al ser derrocado el gobierno de Salvador Allende, se inició una dictadura militar al mando de Augusto Pinochet que se extendería hasta 1990. La dictadura militar estableció una fuerte represión en toda la sociedad chilena por cerca de diecisiete años, y la comunidad homosexual y transexual no estuvo exento de ello.[55]​ El establecimiento del toque de queda en el país afectó directamente a la vida bohemia donde se expresaba con más fuerza la comunidad homosexual, mientras que las fuerzas militares y policiales realizaron continuas redadas a locales, con mucha violencia especialmente hacia los transexuales, muchos de los cuales debían esconderse en muebles para no ser atacados. Las persecuciones particularmente hacia homosexuales generaron una fuerte estela de desconfianza y miedo entre las personas. En muchos casos, la violencia se manifestó en tratos denigrantes, detenciones, torturas y asesinatos por el solo hecho de ser homosexual.[56]​ El historiador Gabriel Salazar muestra cómo la dictadura militar endureció los conceptos de hombría y feminidad; a través del culto de la personalidad de la pareja presidencial se promociona la figura de la mujer como ama de casa, relegada al ámbito privado, casero y a las tareas domésticas mientras el macho esta presentado como el dirigente, fuerte y viril. El modelo patriarcal difundido desde la dictadura militar reduce a las personas en dos roles únicos: hombre y mujer, y a una sexualidad única: la heterosexualidad. La homofobia, la lesbofobia, y la transfobia fueron realidades en los hechos perpetuados por el régimen y que corresponde a las normas sociales demostradas por el dictador Pinochet.[57]

A la fecha, solo un caso de violaciones a los derechos humanos contra personas LGBT ha sido procesado oficialmente: el de un hombre homosexual sin identificar que habría sido descubierto teniendo relaciones sexuales con un soldado conscripto en los polvorines ubicados bajo el morro de Arica y que luego fue ejecutado por agentes de la Armada en la cuesta de Acha, en 1975. Este caso surgió recién en 2010, cuando uno de sus asesinos confesó lo ocurrido.[58]

Los organismos represivos como la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA, f. 1974) y la Central Nacional de Informaciones (CNI, f. 1977) investigaron en muchas ocasiones a personas homosexuales o que podían serlo. Un caso paradigmático es el acápite especial sobre «homosexualismo» en la investigación realizada entre 1976 y 1978 a Jaime Guzmán, uno de los principales ideólogos del pinochetismo y de la constitución de 1980 y fundador del partido conservador Unión Demócrata Independiente. El informe, que intentaba vigilar a uno de los principales adversarios del director de la DINA Manuel Contreras dentro del gobierno, establecía un perfil del abogado y en él se especificaba la cercanía de Guzmán con personas reconocidas por su homosexualidad, y aunque no mencionaba literalmente que éste lo fuera, muestra el nivel de intolerancia que existía en las altas esferas del gobierno hacia diversas orientaciones sexuales.[59]

Primeras agrupaciones LGBT

Pese a la violenta represión, en esta época comenzaron a crearse las primeras organizaciones para comunidades homosexuales aunque de manera ilegal y oculta. La primera, llamada «Movimiento Integración», fue creada en 1977 por un grupo de profesionales vinculados a la Pontificia Universidad Católica de Chile y apoyada por el sacerdote holandés Cornelio Lemmers —afín a la Teología de la Liberación— y realizaba diversos encuentros en viviendas privadas o en un local llamado El delfín, así como también un congreso en 1982, pero finalmente se disolvió al año siguiente.[60]​ El año 1983 vio el nacimiento de Ayuquelén (pretendiendo significar «la alegría de ser» en mapudungun), el primer grupo lésbico feminista nacional. Aunque su nacimiento se originó luego de la visita de algunas feministas chilenas a la segunda Reunión de Feministas de América Latina y el Caribe realizada en Perú el año anterior, el punto de inflexión fue el asesinato de la escultora y artista Mónica Briones ese año. Según la investigación realizada por la periodista y activista lésbica, Érika Montecinos Urrea, Mónica Briones fue asesinada en la insersección de las calles Irene Morales con Merced luego que un individuo "con pinta de militar" la atacó a golpes hasta desangrarla, según relató la único testigo, Glorial del Villar, amiga de la víctima[47]​ Ayuquelén estuvo desde sus inicios ligada al movimiento feminista, aunque sus relaciones fueron difíciles, pues temían una identificación conjunta de ambos movimientos. En esa época también entraron en contacto con grupos internacionales como el ILIS y el ILGA.[61]​ En Concepción, en tanto, surgió el Colectivo SER hacia fines de la década de los años 1980 y del cual nació también Lesbianas en Acción. En los noventas nació la Coordinadora Lésbico Feminista y a inicios de 2000, la revista lesbofeminista, hoy agrupación, Rompiendo el Silencio.

«Mi hombría me la enseñó la noche
detrás de un poste.
Esa hombría de la que usted se jacta
se la metieron en el regimiento
un milico asesino
de esos que aún están en el poder».

El secretismo en el que se organizaban grupos homosexuales contrastó con la apertura que llegó de la mano del libre mercado instaurado por los Chicago Boys y la disminución en la represión al ocaso de la dictadura. Así, desde inicios de los años 1980 comenzaron a proliferar diversas discotecas y bares gais. Aunque se mantenían las redadas y los locales mantenían oculta su orientación al público homosexual, discotecas como Fausto y Quásar (inauguradas en 1979 y 1980, respectivamente) tenían una gran convocatoria en Santiago.[63]​ También durante las décadas de 1970 y 1980 comienza a masificarse el transformismo mediante el Circo Timoteo, espectáculo itinerante que paulatinamente comienza a incluir a pesar del rechazo de parte de las autoridades.[64][65][66]

La única acción pública por parte de personas homosexuales fue a través del colectivo cultural Las Yeguas del Apocalipsis, formado por los artistas Francisco Casas y Pedro Lemebel. El grupo, cuyo nombre hacía mofa de los conceptos asociados a la homosexualidad y el sida, se caracterizó por presentaciones espontáneas basadas en el travestismo, generando gran polémica en el contexto de la época. Casas y Lemebel, abiertamente opositores a la dictadura, participaron además en una serie de actos contrarios a Pinochet en vísperas del plebiscito nacional de 1988. Las fuertes e intempestivas acciones de Las Yeguas contaron con un fuerte rechazo, incluso de los grupos opositores que ellos apoyaban. Durante la proclamación de Patricio Aylwin como candidato de la Concertación para la elección presidencial de 1989 que ponía fin a la dictadura, Lemebel y Casas colgaron un lienzo que decía «Homosexuales por el cambio». Los dirigentes democristianos expulsaron a ambos del acto en el teatro Cariola y prohibieron la difusión del hecho en los medios de prensa.[47]

Aparición del sida

Sin embargo, esta condición de gueto tolerado se vería rápidamente puesto en jaque. La aparición del sida durante esos años generó aún una mayor discriminación dentro de la sociedad, que catalogó a la población homosexual como la causante de este síndrome. La primera víctima registrada en el país de la en ese entonces denominada «peste rosa» fue el 22 de agosto de 1984 con el fallecimiento del profesor de castellano Edmundo Rodríguez Ramírez a los 38 años en el Hospital Clínico de la Universidad Católica de Chile;[67]​ al año siguiente se totalizaron 10 casos y hacia finales de la década llegaron a 79.

El temor al contagio de esta enfermedad de la que poco se conocía provocó un aumento en las redadas, generando detenciones masivas en los locales que habían abierto sus puertas algunos meses antes. En agosto de 1985, el artista plástico Ernesto Muñoz dio una entrevista a la revista Apsi intentando desmitificar la enfermedad y de paso declarando abiertamente su homosexualidad, en un hecho inédito para el país.[68]​ El cantante Eduardo Valenzuela, que representó al país en la OTI 1987 y era una de las voces más promisorias del ambiente chileno, vio su carrera destruida luego de que se diera a conocer que padecía de sida.[69]​ El 28 de julio de 1987 surge la Corporación Chilena de Prevención del Sida, más conocida como Acción Gay, primera organización en el país dedicada a generar conciencia sobre el VIH/SIDA.[70]

Reivindicación y aceptación

Retorno de la democracia y lucha por la legalización

«No veo en qué pueden aportar los gays y lesbianas en la vida política de Chile. Creo que no tienen nada que ver con la actividad política. Para mí, es una enfermedad que tiene que ser tratada».
Jaime Ravinet, alcalde de Santiago (1990-2000)

El fin de la dictadura militar en 1990 y el inicio de la transición chilena a la democracia generaron una oportunidad para los colectivos LGBTIQ+ para la manifestación y la reivindicación de sus derechos. En 1991, en la ciudad sureña de Coronel se realizó el primer Congreso Homosexual Chileno, que contó con la participación de diversas organizaciones nacidas durante la dictadura como Ayuquelén. En dicho congreso participaron representantes de Santiago que, el 28 de junio de ese año, darían vida al Movimiento de Liberación Homosexual (Movilh), que se convertiría posteriormente en una de las principales agrupaciones de activismo LGBTIQ+.[47]

En 1992, el gobierno chileno decidió realizar las primeras campañas de prevención del sida, pese al rechazo de la jerarquía de la iglesia católica en Chile. Esto fue aprovechado por diversos colectivos para poner en el tapete el tema de la homosexualidad en el país, participando en entrevistas en periódicos y, por primera vez en televisión, durante el programa Unas y otras de Pamela Jiles y Delia Vergara en Televisión Nacional de Chile.[47]​ Ese mismo año, por primera vez se trató la muerte de homosexuales durante la dictadura: en una marcha en conmemoración de la publicación del Informe Rettig sobre las violaciones a los derechos humanos entre 1973 y 1990, diez homosexuales enmascarados y de luto portaron un lienzo con el mensaje «Por nuestros hermanos caídos - Movimiento de Liberación Homosexual» mientras marchaban, recibiendo muestras tanto de apoyo como de rechazo por otros manifestantes.[47]​ Un año después, en la marcha organizada por la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, más de 300 homosexuales y travestis participaron por primera vez a cara descubierta, logrando gran repercusión mediática.

Miembros del Movimiento Unificado de Minorías Sexuales (MUMS) protestando fuera de los juzgados de Valparaíso por el incendio de la discoteca Divine.

Pese a estos signos de apertura, no cambiaron los prejuicios contra la homosexualidad dentro de la población chilena. El ejemplo más claro y recordado de ello fue el incendio que afectó a la discoteca Divine en Valparaíso, el 4 de septiembre de 1993, y en el cual las actitudes homofóbicas de la población se manifestaron tanto por parte de las víctimas como de las instituciones destinadas a proteger a estas. Aunque se especuló de un posible atentado, la justicia chilena cerró el caso sin culpables y solo en 2008 logró ser reabierto. Algunos estudios de opinión realizados hacia fines de la década demostraban una fuerte violencia verbal y física contra los homosexuales por parte de la ciudadanía (especialmente desde y hacia hombres), mientras que la prensa, si bien ya no realizaba descalificativos directos como antaño, mantenía discursos enjuiciantes y condenatorios a través de la ironía y otras formas implícitas.[71]​ Un estudio de opinión pública determinó que 43,6% de la población adulta de la Región Metropolitana estaba de acuerdo con la prohibición de la homosexualidad por antinatural y un 74% aceptaba «poco» o «en absoluto» la homosexualidad.[71]

«Creo en la libertad, pero no creo en la libertad de algunas desviaciones patológicas de la sexualidad normal. Yo me preocupo de la familia, la mujer, los hijos y que no se propague el sida».
—Diputada María Angélica Cristi, durante el debate de despenalización de la sodomía.

En este contexto, la principal lucha de las organizaciones de apoyo a las minorías sexuales fueron la despenalización de la sodomía a través de las modificaciones al Artículo 365.° del código penal chileno. El proyecto fue presentado por el gobierno con el apoyo de la coalición gobernante, la Concertación de Partidos por la Democracia, en agosto de 1993 en la Cámara de Diputados de Chile. Sin embargo, el proyecto generó un fuerte y largo debate, incluso dentro del oficialismo. En el debate se planteó desde la despenalización a la retipificación de la sodomía, la edad del sujeto pasivo y la posibilidad de contemplar a la mujer como el sujeto activo del delito, entre otras materias.[72]​ Finalmente, se llegó a un acuerdo referente a restringir la sodomía como delito únicamente cuando el sujeto pasivo era un varón menor de 18 años de edad. Si bien la reforma legal promulgada en junio de 1999 legalizó definitivamente la homosexualidad en Chile, el mantenimiento en caso de menores de edad ha sido criticada hasta la fecha como discriminatorio,[72]​ pues para relaciones heterosexuales la edad de consentimiento sexual era de 12 años en ese momento (aumentada posteriormente a 14 años).

En las elecciones municipales de 1996, se presentaron las primeras candidaturas homosexuales en las comunas de Santiago, Concepción y Antofagasta con el apoyo del MOVILH y el Centro Lambda, aunque sin éxito. Este acuerdo entre ambas organizaciones permite posteriormente la fusión de ambas que daría origen al Movimiento Unificado de Minorías Sexuales (MUMS), actualmente llamado Movimiento por la Diversidad Sexual, pero que enfrentaría una escisión que daría origen al actual Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh).[73]​ Al alero del MUMS, en 2000 se articuló Traves Chile, la primera agrupación de transgéneros en el país que alcanzaría su autonomía un año más tarde,[47][74][75]​ transformándose en la primera en su tipo con un estatus jurídico-legal en Chile.[76]

En enero de 1995 se inició la publicación de Lambda News, primera revista chilena dedicada especialmente al público LGBT, desarrollada por el Centro Lambda Chile y que estaba enfocada principalmente en entregar informaciones sobre la prevención y atención del VIH/SIDA.[77]

Procesos de apertura social

Con el advenimiento del siglo XXI, la aceptación de la homosexualidad comenzó a aumentar rápidamente en la población chilena y las muestras públicas de homofobia comenzaron a declinar. La influencia de la televisión fue de gran importancia para ello: algunos rostros conocidos del mundo artístico salieron del clóset, visibilizando la existencia de homosexuales para una parte importante de la ciudadanía, dando paso luego a programas (principalmente, de ficción) que mostraban la vida de personajes homosexuales. El primer hito al respecto fue la sitcom Vivir al día de La Red, emitida en 1998 y que por primera vez presentaba un personaje homosexual (interpretado por Nicolás Huneeus) que poseía pareja, salía del clóset con su grupo de amigos y no era caricaturizado en la historia.[78]​ Otro hito importante fue la telenovela Machos, producida en 2003 por Canal 13 y la primera en contar con un rol protagónico de un homosexual. Pese a que Machos no mostró explícitamente la vida homosexual del personaje interpretado por Felipe Braun, dejó de lado la caricaturización de la homosexualidad presente en producciones anteriores, aunque con una conservadora aproximación, y permitió la aparición de otros personajes sexualmente activos, en el contexto de la principal señal televisiva católica del país, la cual en ese entonces pertenecía todavía en su totalidad a la Pontificia Universidad Católica de Chile. Televisión Nacional de Chile casi simultáneamente con su teleserie Puertas adentro producida en 2003, mostró una pareja de homosexuales, interpretada por Luis Alarcón y José Soza, que ha ocultado su atracción por años, hasta que aparecen unas cartas y su relación se conoce, enfrentando la discriminación y el rechazo de la gente.[79]​ Así mismo lideró el proceso en las telenovelas nocturnas locales, los productos de mayor consumo televisivo en el país: Los treinta mostró el primer beso entre hombres en horario prime en 2005,[80]​ y El señor de La Querencia a la primera pareja lésbica en 2008. Al año siguiente, ¿Dónde está Elisa?, la nocturna más vista en la historia de la televisión chilena, fue la primera en mostrar una relación sexual entre dos hombres, y, además, fue la trama que terminó de consagrar al escritor homosexual Pablo Illanes.[81]​ En tanto, la vespertina Cómplices (2006) trajo a la primera pareja homosexual de relevancia en una telenovela[82]​ y Los exitosos Pells (2009) fue la primera telenovela chilena en mostrar un beso entre dos hombres en horario apto para menores.[83]

En los primeros años de los años 2000, nacen además los primeros sitios digitales para lesbianas en Chile. Uno de ellos fue la revista digital de cultura lesbiana Rompiendo el Silencio fundado por la periodista Erika Montecinos Urrea. Posteriormente, el año 2008 esta revista logra imprimirse y venderse en quioscos a lo largo de todo Chile, cuya última edición fue impresa en el año 2010. Desde febrero de 2013, el grupo que organizaba la publicación de la revista se convierte en la Agrupación Lésbica Rompiendo el silencio siendo una de las principales organizaciones en la actualidad que lucha por los derechos humanos y la visibilidad de las mujeres lesbianas y bisexuales. Algunos de sus logros son haber incorporado en el plan de acción de violencia hacía las mujeres 2014-2015, la violencia contra las mujeres por su orientación sexual y haber presentado en conjunto con otras organizaciones lesbofeministas (Visibles, Corporación Humanas, Familia es Familia), el proyecto de ley de derechos de filiación para hijos de parejas del mismo sexo. En mayo de 2002 surge OpusGay, primer periódico impreso dedicado principalmente al público LGBT chileno, que editó 8 números hasta diciembre del mismo año y posteriormente continuó como periódico digital, apoyado por el Movilh.[84]

La sociedad chilena aumentó fuertemente su tolerancia, dentro de lo aceptable, y se puede decir que de a poco dejó de condenar, de manera general, como un conjunto, a la homosexualidad y las personas homosexuales, aunque las expresiones abiertas de este tipo se mantuvieron restringidas. De acuerdo a un estudio realizado por el Pew Research Center en 2007, un 64% de los chilenos opinaba que la homosexualidad debía ser aceptada, contra un 31% de rechazo, cifras similares a las de países como Italia (65%), Brasil (65%) y México (60%), superiores a las de Perú (51%), Estados Unidos (49%), Venezuela (47%) y Polonia (45%), pero inferiores a las de Argentina (72%) y gran parte de Europa (desde un 86% en Suecia hasta un 71% en el Reino Unido).[85]​ La tendencia además aumenta en los jóvenes: un 76% de las personas entre 18 y 39 años está en favor de la aceptación del "estilo de vida homosexual", contra un 56% de los mayores de 40 años.[85]

Aunque tímidamente iniciadas durante los años 1990, en la década siguiente las marchas del orgullo gay y otras manifestaciones se han ampliado y desarrollado en libertad, especialmente en el centro de Santiago (como en el Palacio de La Moneda).

Las marchas del orgullo gay que comenzaron tímidamente a fines de la década de 1990, lograron mayor relevancia. La primera marcha del orgullo en Santiago se realizó a lo largo de la Alameda el 27 de junio de 1999, en conmemoración del Día Internacional del Orgullo LGBT.[73]​ Esta fecha, sin embargo, fue trasladada al año siguiente al mes de septiembre para evitar el invierno austral. En paralelo, Movilh organizó la «Gay Parade» en noviembre. En sus primeros años, estos eventos no superaron las 5000 personas, pero a medida que mejoró la aceptación dentro de la sociedad, el número de asistentes creció. En 2010, la «Gay Parade» congregó a más de 40 000 asistentes en el Paseo Bulnes,[86]​ y este tipo de eventos se replicaron en otras ciudades de Chile, aunque a menor escala.

De igual forma, el «ambiente gay» en Chile ha aumentado considerablemente durante los años 2000, concentrándose principalmente en Santiago de Chile, el Gran Valparaíso y en el Gran Concepción en menor grado, aunque notoriamente más bajo que en las grandes ciudades de países cercanos, como Buenos Aires o Río de Janeiro. Las discotecas santiaguinas se concentran en el sector del Barrio Bellavista y el Barrio Lastarria.[87]

«¿Por qué tenemos que apoyar a la comunidad homosexual? Tendríamos luego que apoyar, digamos, a los grupos que proponen, no sé, relaciones anómalas con niños o a los grupos que proponen la eutanasia
Carlos Larraín, presidente de Renovación Nacional, en el programa de Chilevisión Tolerancia cero.

Durante la campaña presidencial para las elecciones de 2009, todos los candidatos se mostraron favorables a impulsar una legislación en favor del reconocimiento de las uniones de hecho, tanto homosexuales como heterosexuales, que beneficiaría a cerca de 2 millones de personas.

En 2011, grupos a favor de los derechos del colectivo LGBT convocaron a la «Marcha por la igualdad» el 25 de junio; de acuerdo a cifras no oficiales, esta convocó alrededor de 50 mil personas a lo largo de la Avenida Libertador Bernardo O'Higgins para demandar, entre otras cosas, que «se reconozca la unión civil de parejas gais».[88]​ En octubre, la Iglesia evangélica Luterana manifestó su apoyo al proyecto de Acuerdo de Vida en Pareja (AVP),[89]​ lo que fue calificado por el Movilh como «un gesto de reconocimiento inédito de parte de una institución religiosa hacia la diversidad sexual».[90]​ El mismo año, el expresidente de la Juventud Renovación Nacional, Óscar Rementería, asumió públicamente su homosexualidad, convirtiéndose en uno de los primeros políticos de derecha en realizar ese tipo de declaraciones. Posteriormente se incorporó a la vocería del Movilh.[91]

En las elecciones municipales de 2012 fueron elegidos como concejal Jaime Parada por Providencia y Miguel Garcés por la comuna de Antuco, convirtiéndose en los primeros hombres abiertamente gay en asumir un cargo público en Chile. En la comuna de Valparaíso fue elegida como concejala la transgénero Zuliana Araya,[92][93]​ y en Lampa fue reelegida la transexual conocida como Alejandra González (Felipe González Pino).[94]

El 17 de mayo de 2013, en el marco de las celebraciones del Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia, y de manera inédita en el país, las comunas de Providencia, Santiago, La Reina, Independencia, San Antonio y Coquimbo izaron la bandera arcoíris en sus respectivas municipalidades.[95]​ El 28 de junio realizó lo mismo la municipalidad de Antofagasta en el marco del Día Internacional del Orgullo LGBT.[96]​ En 2014 el número de comunas que realizó dicha actividad aumentó a 25,[97]​ y en 2015 a 37, incluyendo además en dicho año de forma inédita las sedes del Partido Humanista y Renovación Nacional.[98]

En las elecciones parlamentarias de 2013 Claudio Arriagada (militante del Partido Demócrata Cristiano) se convirtió en el primer candidato abiertamente homosexual en ser elegido como diputado. Arriagada había asumido su homosexualidad en julio del mismo año.[99]

El 27 de agosto de 2014, el marino Mauricio Ruiz fue el primer militar chileno en reconocer públicamente su homosexualidad y contó con el apoyo de sus superiores.[100]

El 17 de mayo de 2016, el Palacio de La Moneda se transformó en la primera sede de gobierno de América Latina (y la segunda en América después de la Casa Blanca) en iluminarse con los colores del arcoíris en conmemoración al Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia.[101]

En las elecciones municipales de 2016, tres hombres abiertamente homosexuales y dos mujeres transgénero fueron elegidos como concejales por primera vez en sus respectivas comunas. Ricardo Cantín en Coyhaique,[102]​ Hernando Durán Palma en Talca,[103]​ Esteban Barriga en Temuco,[104]​ Juliana Bustos Zapata en Collipulli[105]​ y Almendra Silva Millalonco en la comuna de Cisnes.[106]​ Por su parte, Jaime Parada y la transgénero Zuliana Araya fueron reelegidos como concejales para el período 2016-2020.

En 2017 según una encuesta realizada por Cadem (empresa demoscópica y de investigación de mercado), El 64% de los chilenos se muestra a favor del matrimonio igualitario, l os más reacios al matrimonio igualitario, tal y como se desprende de la citada encuesta, son los evangélicos: con un 41% a favor y un 28% en contra. Entre los católicos, los partidarios ascienden al 66%. Aunque son los chilenos que se declaran como agnósticos o ateos los que de forma más mayoritaria apoyan el matrimonio entre personas del mismo sexo: concretamente, un 71% de ellos.[107]​ Otra encuesta, publicada por el Centro de Estudios Públicos (CEP) en junio de 2017, señalaba que el 40 por ciento apoya y un 39 por ciento rechaza el matrimonio entre personas del mismo sexo, mientras que un 34 por ciento de los encuestados cree que una pareja de hombres homosexuales debe tener derecho para adoptar, mientras que un 65 por ciento cree que solo un padre y una madre pueden criar a un niño. En paralelo, un 37 por ciento cree que una pareja del mismo sexo puede criar a un niño igual que los heterosexuales.[108]

Casos de homofobia

Memorial por la Diversidad Daniel Zamudio Vera en Santiago tras el fallecimiento del joven que fue víctima de ataques homofóbicos en 2012.

En Chile, de acuerdo al "XIV Informe Anual de los Derechos Humanos de la Diversidad Sexual",[109]​ elaborado por el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual, entre 2002 y 2015 fueron reportados 1623 casos donde están involucradas la homofobia y la transfobia. Treinta y dos de esos casos fueron asesinatos, mientras que los demás incluyeron ataques físicos, discriminación laboral y escolar, acosos, abuso policial, declaraciones homofóbicas, entre otros.[110]

Aún existen altos grados de homofobia por parte de diversas instituciones en Chile. La Iglesia Católica en Chile y algunas comunidades evangélicas han manifestado su rechazo a la apertura hacia la homosexualidad,[111]​ mientras el Movilh las ha calificado dentro de las instituciones chilenas con mayor grado de homofobia junto a la Corte Suprema, el Tribunal Constitucional y el partido político de derecha Unión Demócrata Independiente (UDI).[112]

Diversos casos de homofobia han aparecido en el país durante los últimos años, siendo los más conocidos el caso de los jueces Karen Atala y Daniel Calvo. Atala perdió la custodia de sus hijos en 2003 por convivir con su pareja lésbica y el caso actualmente está en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos debido a la discriminación manifestada por su orientación sexual.[113]​ En el caso de Calvo, éste fue alejado de su investigación en el Caso Spiniak (sobre prostitución infantil) tras ser captado por una cámara escondida de Chilevisión ingresando a un sauna gay, y suspendido por 4 meses de su cargo de ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, finalmente fue trasladado a la 4.ª Fiscalía Judicial del Corte de Apelaciones de Santiago, es decir, dejó su puesto de ministro de Corte y asumió funciones auxiliares en el mismo tribunal.[114][115]

Asesinato de Daniel Zamudio

Banderas arcos iris flameando durante el funeral de Daniel Zamudio.

Uno de los casos más emblemáticos de homofobia ocurrió en marzo de 2012, cuando el joven Daniel Zamudio fue atacado y torturado por un grupo homofóbico en el Parque San Borja, en el centro de Santiago.[116]​ Tras 25 días internado, falleció producto de las graves heridas.[117]​ El ataque a Zamudio generó una ola de indignación transversal en la sociedad chilena y puso en el tapete por primera vez la necesidad de detener la homofobia y los delitos de odio contra las minorías sexuales. La repercusión llegó a niveles inesperados y el presidente Sebastián Piñera repudió directamente el hecho y reafirmó el compromiso de su gobierno con terminar con los crímenes de odio.[118]​ El caso fue tratado por organizaciones internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, quien instó al Gobierno chileno investigar los hechos de manera «inmediata y seria»,[119]​ mientras la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) publicó una nota llamando a las autoridades chilenas a legislar en contra de la discriminación siguiendo estándares internacionales.[120]

Tras encontrarse con la familia del fallecido, el ministro Rodrigo Hinzpeter anunció que pondrían suma urgencia al proyecto de Ley Antidiscriminación que se discutía en el Congreso Nacional desde 2005.[121]​ El Movilh valoró el anuncio, sin embargo, manifestó que no se debía aprobar «cualquier ley», pues el proyecto que estaba en discusión presentaba diversas falencias.[122]​ En noviembre de 2011, el artículo 2.º del proyecto, que incluía referencia a minorías sexuales, fue votada a favor por 23 senadores —incluyendo 7 PDC, 3 RN y 1 UDI— y en contra por 13 senadores —1 DC, 6 RN y 6 UDI—.[123]

Estallido social de 2019 y proceso constituyente

El trato a la diversidad sexual en Chile durante el estallido social pareciera ser especialmente degradante, sobre todo en el ámbito de violencia sexual[124]​ En la fotografía, manifestante relatando una cruel detención de un joven transexual por parte de Carabineros de Chile.

En octubre de 2019 estalla en Chile la mayor revuelta social tras el fin de la dictadura militar. Luego de la declaración de Estado de emergencia y toque de queda en la mayor parte de la población chilena surgieron diversas denuncias de abusos y excesos ejercidos por las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile. El Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) y las unidades de Derechos Humanos de la Policía de Investigaciones y del Ministerio Público canalizaron dichas denuncias.[125]

Si bien entre los excesos identificados son varios, se encuentran los siguientes específicamente dirigidos contra la Población de Diversidad Sexual:

Como parte del proceso constituyente en Chile, y tras los resultados de las elecciones del 15 y 16 de mayo de 2021 que definieron la composición de la Convención Constitucional que redactará una nueva carta magna, el 28 de junio del mismo año un grupo de 8 convencionales constituyentes representantes y dirigentes de la comunidad LGBT (Jeniffer Mella, Bessy Gallardo, Valentina Miranda, Rodrigo Rojas Vade, Javier Fuchslocher, Pedro Muñoz Leiva, Gaspar Domínguez y Tomás Laibe) conformaron la «Red Disidente Constituyente», destinada a coordinar la visibilidad y representación de la diversidad sexual en dicho organismo.[130]

Véase también

Notas y referencias

Notas

  1. De hecho, algunos de los asesinatos que se le atribuyen, ocurrieron después de su caída, como el «fondeamiento» o «fondeo» del profesor Manuel Anabalón Aedo quien fue lanzado al mar en Valparaíso con un peso atado en sus piernas en 1932, un año después de la caída de Ibáñez.

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