Guerras de independencia hispanoamericanas

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Guerras de independencia hispanoamericanas
Parte de guerras de independencia latinoamericanas
Archivo:Spanish american independence.PNG
  • Fecha 1810-1833[1]
    Lugar Hispanoamérica
    Resultado
    • Victoria independentista.
    • Creación de nuevos estados en el continente América.
    • España pierde la mayor parte de su imperio de ultramar en América.
    Beligerantes
    Realistas Independentistas
    Comandantes
    Félix María Calleja
    Pablo Morillo
    José Fernando de Abascal y Sousa
    Juan Pío Tristán
    Mariano Osorio
    Rafael Maroto
    José de la Serna
    Joaquín de la Pezuela
    José Manuel de Goyeneche
    José Tomás Boves
    Juan de Sámano
    José de San Martín
    Antonio Nariño
    Francisco de Paula Santander
    Simón Bolívar
    Antonio José de Sucre
    José María Morelos y Pavón
    Bernardo O'Higgins
    Manuel Belgrano
    Martín Miguel de Güemes
    José Artigas
    José Joaquín de Olmedo
    Pedro Domingo Murillo
    José de la Riva Agüero
    José Bernardo de Tagle
    Juan Gregorio de Las Heras
    Miguel Estanislao Soler
    Miguel Hidalgo y Costilla
    Agustin de Iturbide
    Vicente Guerrero
    José Miguel Carrera
    Unidades militares
    Ejército Realista Ejércitos Patriotas
    Fuerzas en combate
    ± 35 000 realistas nativos[2]
    ± 40 000 realistas españoles
    ± 130 000 independentistas nativos[3]​ españoles[4]
    Bajas
    Muertos

    ± 34 400 españoles[5]

    ± 35 000 nativos[2]
    Muertos

    ± 250 000 nativos en Nueva España[5]

    ± 320 000 nativos en Nueva Granada[5]

    Las guerras de independencia hispanoamericanas o guerras hispanoamericanas de independencia fueron una serie de conflictos armados que se desarrollaron en las posesiones americanas del Imperio español a principios del siglo XIX, en los cuales se enfrentaron el bando que se autodenominó patriota, independentista o revolucionario — que luchó a favor de la emancipación de la corona española — contra el bando que se conoció como realista o virreinal — el cual defendió la lealtad al rey de España. Según la postura historiográfica, estos procesos pueden ser vistos como guerras de independencia, guerras civiles o bien, una combinación de diversas formas de guerras.[6]

    Los movimientos independentistas de Hispanoamérica adquirieron formas variadas de acuerdo con las condiciones que imperaban en cada región.[8]

    La independencia de las colonias británicas de América del Norte en 1776 y las abdicaciones de los reyes Borbones en 1808 ante la invasión francesa de España, constituyen dos hechos que incentivaron el independentismo en la debilitada Monarquía española.

    Como respuesta a la entronización del rey José Bonaparte en España, entre 1808 y 1810 se instalaron juntas de gobierno que ejercieron la soberanía en nombre del abdicado rey Fernando VII, tanto en la península ibérica, como en los territorios americanos. La resistencia de las juntas americanas a someterse la Junta Suprema Central formada en España, radicalizó las posiciones y llevó a la lucha armada entre realistas y patriotas. A partir de 1810 diversos territorios americanos comenzaron a declararse estados nacionales independientes bajo regímenes republicanos, formando grandes ejércitos "libertadores" de alcance continental, entre los que se destacaron los comandados por el rioplatense José de San Martín y el venezolano Simón Bolívar. La independencia de los nuevos estados se consolidó en la década de 1820, luego de la victoria en la batalla de Ayacucho. Después de perder El Callao en enero de 1826, los únicos territorios dominados por los españoles en América eran Cuba y Puerto Rico.

    Luego del asedio final en El Callao no hubo otra operación militar en suelo continental desde España sobre las antiguas posesiones hasta 1829, cuando la expedición de Isidro Barradas llegó a Tampico y fue derrotada por el Ejército Mexicano. Sin embargo los gobiernos independientes enfrentaron las guerrillas realistas, por ejemplo entre 1823 y 1827 en Venezuela; entre 1822 y 1826 en Pasto, Colombia; hasta 1832 en el sur de Chile, apoyados por mapuches y pehuenches; y hasta la década de 1830, la guerrilla de Iquicha en Perú.

    Estados Unidos, el Reino Unido y Francia establecieron relaciones comerciales con los nuevos gobiernos americanos y posteriormente reconocieron la soberanía de los nuevos estados a lo largo de la década de 1820. Sin embargo España sólo abandonó los planes de reconquista después de la muerte del rey Fernando VII, ocurrida en 1833. Las Cortes españolas renunciaron a sus posesiones en América en 1836 y autorizaron al gobierno para realizar tratados de paz y reconocimiento con todos los nuevos estados surgidos en el continente.[9][10][11][12]

    Contexto

    Al acabar el siglo XVIII, gracias a su dilatado imperio, España figuraba aún entre las grandes potencias internacionales. El imperio no sólo aportaba prestigio y peso diplomático; también resultaba crucial para la economía española. En el último tercio del siglo el tráfico con los territorios de ultramar representó cerca de la mitad del comercio exterior. Absorbía un 48% de las exportaciones, integradas por productos españoles pero también por artículos europeos, pues España en calidad de metrópoli ejercía el monopolio del comercio, y todos los países que quisieran traficar con las Indias debían hacerlo a través de los puertos españoles. Los territorios americanos también ofrecían un suministro constante de metales preciosos: entre 1784 y 1796 las minas de plata de México y el Alto Perú aportaron una media anual de 355 millones de pesos.

    Sin embargo, sostener el imperio no resultaba fácil. Si preservar el monopolio comercial y eliminar el contrabando en tiempos de paz ya era de por sí complicado, más lo fue desde finales del siglo XVIII, cuando la alianza de España con Francia obligó a mantener un estado prácticamente permanente de guerra con Gran Bretaña. Las contiendas hispano-británicas entorpecieron el comercio español con América, hasta el punto de interrumpirlo casi por completo: en 1801 el promedio anual de exportaciones a las Indias había descendido un 93%; las importaciones también cayeron radicalmente. Tras la destrucción de la flota española en la batalla de Trafalgar, en 1805, Gran Bretaña se aventuró, incluso, al ataque directo a las costas americanas. En 1806 y 1807 la armada británica trató de ocupar el puerto de Buenos Aires y las autoridades virreinales rechazaron el ataque. Una acción que reveló la impotencia de España para defender sus reinos ultramarinos y demostró a los criollos (descendientes de españoles nacidos en América) la propia fuerza que tuvieron en el desarrollo y el triunfo frente a las pretensiones inglesas.

    Antecedentes al proceso independentista

    Muchos años antes del comienzo del conflicto, en 1808, se reconocen antecedentes al proceso independentista en Hispanoamérica. Algunos se produjeron en la América española, otros en la metrópoli española, y el último grupo fueron internacionales, de influencia mundial reconocida, como la revolución francesa o la independencia de los Estados Unidos de América.

    En Hispanoamérica

    • Las ideas liberales de la Ilustración que fueron difundidas en América y en toda Europa y que llegaban a las universidades, las academias literarias y las sociedades económicas fomentaron los ideales revolucionarios que eran contrarios a la actuación de la Monarquía española en su Imperio. Entre estas nuevas ideas sobresalían el principio de soberanía nacional, el contrato social de Rousseau, y los derechos individuales, opuestos al absolutismo real.
    • Los encuentros de los máximos dirigentes hispanoamericanos de la revolución en el exterior y la participación de algunos de ellos en las revoluciones liberales europeas, así como sus contactos con los gobiernos exteriores.

    En España

    Por parte de la misma monarquía española se desarrollaron planes para dar una independencia total, regulada y pacífica a los virreinatos americanos durante los años 1804 y 1806, pero que se vieron interrumpidos por sucesos dramáticos de la política europea española bajo el reinado de Carlos IV de España.[13]

    Internacionales

    Fundamentos del proceso independentista

    Placa recordando la ayuda británica en la Batalla de Maipú, en Mendoza.

    El proceso independentista en Hispanoamérica estalló en 1808 con los movimientos juntistas americanos, y al ser un proceso tan largo, complejo y amplio, está lleno de particularidades.

    En América

    • El descontento de la población americana, en los criollos, que querían la independencia para cambiar un sistema colonial al que consideraban injusto ya que los excluía de las máximas decisiones políticas y económicas, y en las castas, al tratarse de grupos explotados. Los criollos querían dirigir el poder político y practicar el librecambio o libre mercado, pudiendo desarrollar libremente sus actividades comerciales. Tales libertades en el comercio estaban frenadas por el monopolio que se ejercía desde la metrópoli, sumado a gabelas y trabas. Insistían en tomar el control de los cabildos y la administración de las colonias.
    • El concepto del derecho indiano, según el cual Hispanoamérica era un bien realengo perteneciente a la corona española como patrimonio de la familia real, provocó que cuando el rey Fernando VII junto con su padre Carlos IV fueron retenidos en Francia, las provincias americanas no reconocieran a las cortes de Cádiz ni a la Junta Suprema Central sino que formaran Juntas de Gobierno en cada país, con el objetivo inicial de gobernar y posteriormente de sustituir al estado español.
    • Los criollos no estaban de acuerdo con algunos aspectos fundamentales de la constitución española de 1812, como el reparto de la tierra o la igualdad política entre ellos y los indios. Este motivo tuvo especial importancia en México. Así es que, cuando la constitución española entró en vigor nuevamente en 1820, los criollos, liderados por Agustín de Iturbide, cambiaron de bando y pasaron de defender la unidad de la Monarquía Española a luchar por la independencia.

    En España

    • El vacío de gobierno en España, causado sucesivamente por la guerra con Napoleón y por el Trienio Liberal que ocupó la revolución del constitucionalismo español, abrió la oportunidad para que la clase dominante hispanoamericana, formada por criollos europeos, dieran impulso y sostuvieran el movimiento y la guerra por la independencia como medio definitivo de conservar y mejorar su estatus, disminuido o en riesgo de perderse por el liberalismo. La independencia de la Patria fue el carácter esencial del movimiento que finalmente predominó en todos los lugares de América, por encima de otros movimientos independentistas que, como el fallido de Hidalgo en México, se pretendían acompañar también de una verdadera revolución social. En algunos países resultó una continuidad de las prácticas de castas coloniales, donde esclavos, indígenas y criollos no ejercían los mismos derechos.

    Internacional

    • La negativa de ningún apoyo de parte de Gran Bretaña y Francia a favor del rey Fernando VII de España para recuperar sus reinos americanos, declarada en el Memorandum Polignac, y la finalidad de dichos países de establecer un libre comercio con los países independientes americanos.
    • La intención de Gran Bretaña, finalmente alcanzada, de la posición de potencia hegemónica mundial en el tráfico internacional marítimo, a expensas de España.
    • El apoyo que Inglaterra dio en su territorio a la formación de las logias que apoyaron la independencia de América y a sus jefes, que acabaron siendo posteriormente los líderes de la independencia de América, como Simón Bolívar y José de San Martín.
    • La ayuda de Inglaterra en la logística de las tropas independentistas, el movimiento naval de sus tropas, por ejemplo a Venezuela, de manera limitada durante las guerras Napoleónicas y más abiertamente después, o el traslado y armado de tropas pro independencia desde Europa e Inglaterra, como los más de 5000 fusileros polacos.

    La formación de los estados hispanoamericanos

    Inicio: las juntas autónomas hispanoamericanas

    En Europa, con la ocupación francesa de España y la captura de la familia real española, el emperador Napoleón Bonaparte impuso en 1808 las abdicaciones de Bayona por las que el monarca Fernando VII de España y su padre y predecesor Carlos IV de España renunciaban a sus derechos a la corona de España, que incluía a los territorios americanos, en favor del emperador Napoleón, quien finalmente los otorgó al rey José Bonaparte, luego de lo cual Fernando VII quedó cautivo. Todo ello desencadenó el levantamiento de los pueblos de España conocido como Guerra de la Independencia Española (1808-1814) contra la ocupación napoleónica, y de la creación de Juntas de autogobierno en la península.

    En los años siguientes se sucedieron pronunciamientos en cada lugar del continente americano para formar juntas de gobierno americanas para conservar los derechos de la persona del rey Fernando VII, pero sin embargo autónomas de cualquier gobierno de España, fuera o no como consecuencia de la ocupación de Napoleón. De esta forma, en América comenzaron una serie de movimientos locales que desconocían los nombramientos americanos provenientes de España para el gobierno americano, y que se justificaban por la abdicación forzada de los herederos legítimos de la monarquía española y la usurpación del trono español por José Bonaparte. En el año 1808 el ayuntamiento de Ciudad de México se erigió en la primera Junta autónoma americana, inclusive con el apoyo del virrey de Nueva España, José de Iturrigaray; sin embargo, el movimiento fue disuelto y concluyó con el encarcelamiento de los miembros del ayuntamiento y la destitución de Iturrigaray.

    Juntas de gobierno autónomas hispanoamericanas
    Año Día Nombre Ubicación País actual Líderes
    1808 9 de agosto Junta de México Virreinato de Nueva España México Francisco Primo de Verdad
    Melchor de Talamantes
    José de Iturrigaray
    1808 21 de septiembre Junta de Montevideo Virreinato del Río de la Plata Uruguay Francisco Javier de Elío
    1809 25 de mayo Revolución de Chuquisaca Virreinato del Río de la Plata Bolivia Bernardo de Monteagudo
    Jaime de Zudáñez
    1809 16 de julio Junta Tuitiva en La Paz Virreinato del Río de la Plata Bolivia Pedro Murillo
    1809 10 de agosto Primera Junta de Quito Virreinato de Nueva Granada Ecuador Juan Pío Montúfar
    1810 19 de abril Junta Suprema de Caracas Capitanía General de Venezuela Venezuela Francisco de Miranda
    Martín Tovar Ponte
    José de las Llamozas
    Juan Germán Roscio
    1810 22 de mayo Junta de Cartagena[fn 1] Nuevo Reino de Granada Colombia José María García de Toledo
    1810 25 de mayo Primera Junta de Buenos Aires Virreinato del Río de la Plata Argentina Cornelio Saavedra
    Mariano Moreno
    Manuel Belgrano
    1810 3 de julio Junta extraordinaria de Santiago de Cali[14] Nuevo Reino de Granada Colombia Joaquín de Caycedo y Cuero
    1810 20 de julio Junta de Santa Fe Nuevo Reino de Granada Colombia Francisco José de Caldas
    Camilo Torres
    1810 16 de septiembre Grito de Dolores Virreinato de Nueva España México Miguel Hidalgo y Costilla
    1810 18 de septiembre Primera Junta Nacional de Gobierno de Chile Capitanía General de Chile Chile Mateo de Toro y Zambrano
    Juan Martínez de Rozas
    1810 22 de septiembre Segunda Junta de Quito Virreinato de Nueva Granada Ecuador Carlos de Montúfar
    José de Cuero y Caicedo
    1811 28 de febrero Grito de Asencio Virreinato del Río de la Plata Uruguay Pedro José Viera
    Venancio Benavides
    1811 15 de mayo Junta del Paraguay Virreinato del Río de la Plata Paraguay Pedro Juan Caballero
    Fulgencio Yegros
    Gaspar Rodríguez de Francia
    1811 20 de junio Bando al pueblo de Tacna Virreinato del Perú Perú Francisco Antonio de Zela
    1811 5 de noviembre Primer Grito de Independencia de Centroamérica Capitanía General de Guatemala, Virreinato de Nueva España El Salvador Manuel José Arce
    Leandro Fagoaga
    José Matías Delgado
    1814 3 de agosto Rebelión del Cuzco Virreinato del Perú Perú José Angulo
    Mateo Pumacahua

    La Guerra de la Independencia Española fue el detonante de la independencia americana y dio lugar en España a un largo período de inestabilidad en la monarquía durante el reinado de Fernando VII. La eliminación de la dinastía de los Borbones del trono español por parte de Napoleón desató una crisis política en todo el Imperio español. Aunque el mundo hispano de manera casi uniforme rechazó el plan de Napoleón para dar la corona a su hermano José, no concebía una solución clara a la ausencia de un rey legítimo. A raíz de las teorías tradicionales de política española denominadas contractualismo, dada la naturaleza contractual de la monarquía, representada en la filosofía del derecho de Francisco Suárez, las provincias peninsulares respondieron a la crisis mediante el establecimiento de juntas autónomas. La medida, sin embargo, condujo a una mayor confusión ya que no había una autoridad central, y la pretensión de unas pocas juntas en la península de ser la representación de toda la monarquía en su conjunto no fue reconocida por la mayoría de las demás juntas. La Junta de Sevilla, en particular, pretendía extender su autoridad sobre el imperio de ultramar debido al papel histórico de la provincia en el monopolio del comercio exclusivo con América.

    Estas pretensiones fueron resueltas a través de negociaciones entre las juntas y el Consejo de Castilla, lo que condujo a la creación de una Junta Suprema y Central de Gobierno de España y de Indias, el 25 de septiembre de 1808. Se convino en que los reinos tradicionales de la península enviarían dos representantes a esta Junta Suprema Central, y que los reinos de ultramar podrían enviar un representante cada uno. Estos "reinos" se definían como los virreinatos de: Nueva España, Perú, Nueva Granada y Buenos Aires, y las capitanías generales independientes de: la isla de Cuba, Puerto Rico, Guatemala, Chile, Venezuela, y las Filipinas.

    Este plan fue criticado por ofrecer una representación desigual y escasa de los territorios de ultramar; sin embargo, a fines de 1808 y comienzos de 1809 las capitales provinciales eligieron los candidatos, cuyos nombres fueron enviados a las capitales de los virreinatos o capitanías generales. Varias grandes ciudades importantes se quedaron sin ninguna representación directa en la Junta Suprema. En particular Quito y Chuquisaca (La Plata o Sucre), que se veían a sí mismas como capitales de sus provincias, se resintieron de ser subsumidas dentro de los más grandes "Vice-reinos". Esta inquietud llevó a la creación de juntas en estas ciudades en 1809, que finalmente fueron reprimidas con violencia por las autoridades durante el curso del año. Un intento fallido de establecer una junta en la Nueva España fue detenido también. Con el fin de establecer un gobierno con mayor legitimidad, la Junta Suprema pidió la celebración de "Cortes extraordinarias y generales de la nación española". El esquema de las elecciones para las Cortes, ahora sobre la base de provincias (diputaciones provinciales) y no de los reinos, era más equitativo y proporcionado pero no colmaba las expectativas americanas, a la espera de redefinir lo que se consideraban las Provincias españolas en América basadas en las antiguas intendencias de ultramar.

    La disolución de la Junta Suprema el 29 de enero de 1810, debido a los reveses sufridos por las fuerzas españolas frente a Napoleón, desencadenó una nueva ola de juntas en América. La ocupación francesa en el sur de España obligó a la Junta Suprema a buscar refugio en la isla-ciudad de Cádiz. La Junta, desacreditada, fue sustituida por un cuerpo más pequeño, de cinco personas, llamado Consejo de Regencia de España e Indias. La mayoría de los americanos no veía razón para reconocer un gobierno provisional que estaba bajo la amenaza de ser capturado por los franceses en cualquier momento, y comenzó a trabajar para la creación de juntas locales americanas para preservar la independencia de la región de los franceses. Los movimientos juntistas tuvieron éxito en la Nueva Granada (Colombia), Venezuela, Chile y Río de la Plata (Argentina) pero no así en América Central. En última instancia, América Central, junto con la mayoría de la Nueva España, Quito (Ecuador), Perú, Charcas (Bolivia), el Caribe y las Islas Filipinas, se mantuvieron bajo control de los realistas durante la siguiente década y participaron en el esfuerzo español para establecer un gobierno liberal representado por las Cortes de la monarquía española.

    Radicalización: congresos constituyentes y declaraciones de independencia

    En el año 1810 se da la clausura de la Junta Central sevillana que, tras las victorias napoleónicas y la pérdida casi completa del territorio peninsular, es sucedida por la Regencia de Cádiz, la que a su vez sirvió de preámbulo para la instauración de la Constitución española de 1812, y como resultado desde Cádiz (último reducto español independiente), se pretende dar fin al estado absolutista de toda la monarquía, y en consecuencia a la instauración en Europa y América de un régimen liberal, pero que en definitiva pretendía someter a Fernando VII y los dominios americanos, a los que se otorgó una representación minoritaria, al dictado europeo de las leyes nacionales de la Península Ibérica.

    En América se produce la radicalización del conflicto y la transformación de las juntas de autogobierno americanas, que reconocían previamente a la persona del monarca español, en los respectivos congresos nacionales de cada estado naciente que realizan seguidamente sus declaraciones de independencia. Estos hechos suceden en un ambiente de violencia creciente y de conflictos militares que se extienden a nivel continental. Las declaraciones de independencia de los nuevos países americanos son:

    Congresos Constituyentes Nacionales y Declaraciones de Independencia de cada estado.
    Virreinato o territorio emancipado Año Fecha Declaración Nombre País actual
    Capitanía General de Venezuela 1811 5 de julio Acta de la Declaración de Independencia de Venezuela Confederación Americana de Venezuela Venezuela
    Virreinato de Nueva Granada 1811 11 de septiembre Independencia de Cartagena Estado Libre de Cartagena Colombia
    Real Audiencia de Quito
    del Virreinato de Nueva Granada
    1811 11 de octubre Constitución de Quito Estado de Quito Ecuador
    Virreinato del Río de la Plata 1813 31 de enero Asamblea General Constituyente del Año 1813 Provincias Unidas del Río de la Plata Argentina y Bolivia (Uruguay no fue admitida y Paraguay no participó)
    Gobierno de las Misiones Guaraníes
    del Virreinato del Río de la Plata
    1813 12 de octubre Primera constitución paraguaya Independencia paraguaya Paraguay
    Virreinato de Nueva España 1813 13 de septiembre Independencia de la América Septentrional Congreso de Chilpancingo México
    Gobernación de Montevideo
    del Virreinato del Río de la Plata
    1815 29 de junio Congreso de Oriente Liga Federal Uruguay
    Virreinato del Río de la Plata 1816 09 de julio Declaración de independencia de la Argentina Congreso de Tucumán Argentina
    Capitanía General de Chile 1818 12 de febrero Acta de Independencia de Chile Chile Chile
    Virreinato de Nueva Granada
    y Capitanía General de Venezuela
    1819 17 de diciembre Congreso de Cúcuta Gran Colombia Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá
    Gobierno de Guayaquil
    del Virreinato del Perú
    1820 9 de octubre Independencia de Guayaquil Provincia Libre de Guayaquil Ecuador
    Virreinato del Perú 1821 28 de julio Declaración de Independencia Congreso Constituyente del Perú (1822) Perú
    Capitanía General de Guatemala 1821 15 de septiembre Independencia de Centroamérica[15][16] Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica
    Provincia de Nueva España 1821 28 de septiembre Acta de Independencia del Imperio Mexicano Junta Provisional Gubernativa México
    Provincia de Panamá y Provincia de Veraguas
    del virreinato de Nueva Granada
    1821 28 de noviembre Acta de Independencia de Panamá Independencia de Panamá Panamá
    Provincia de Charcas
    del Virreinato del Río de la Plata
    1824 6 de agosto Declaración de Independencia de Bolivia Asamblea General de Diputados de las Provincias del Alto Perú Bolivia

    Desarrollo del conflicto

    Desarrollo de las guerras de independencia hispanoamericanas
         Gobierno bajo control realista     Leal a la Junta Central Suprema o Cortes     Junta americana o movimiento de insurrección     Independencia declarada o establecida     España bajo la revolución liberal

    Durante las luchas entre los independentistas y los realistas se sucedieron situaciones de violencia mutua. Los revolucionarios desconocieron las autoridades monárquicas españolas en América, formaron ejércitos y constituyeron repúblicas americanas. El gobierno español y Fernando VII reaccionan negando legitimidad a las juntas de gobierno americanas, y bajo la dirección española, se formaron en América los ejércitos realistas con un auxilio de expedicionarios españoles, pero principalmente por una mayoría de tropa y oficialidad de origen americano, lo que para unos autores le dio el carácter de guerra civil.[17][18]

    La intervención británica en la emancipación hispanoaméricana

    La intervención británica en la emancipación hispanoaméricana son todas las medidas políticas, diplomáticas y de ayuda militar del Reino Unido contra los dominios españoles en América, realizada tanto por particulares, amparados por el estado británico, como por su gobierno y representantes. Aun cuando los británicos colaboraban en la guerra peninsular contra el invasor francés, los gobiernos españoles reconocieron que el Reino Unido era el principal estado enemigo en la disputa internacional de la América española. La ayuda a las naciones rebeldes, no reconocidos como estados, tiene su punto culminante los años 1817 y 1818, y finalmente fue prohibida por el gobierno británico en el Foreign Enlistment Act of 1819.

    Sudamérica

    La fase inicial tuvo como componente principal el enfrentamiento militar de las grandes capitales de las distintas provincias de virreinatos y capitanías que permanecieron leales al gobierno de España contra otras que, a ejemplo de las juntas de España, crearon Juntas de autogobierno americanas donde los naturales de América tomaron el control del gobierno.

    En esta primera fase, el gobierno constitucional de Cádiz luchó contra los ejércitos de las juntas. En el sur, el antiguo virreinato del Perú sofocó sus propios movimientos insurgentes y envió auxilios a otras provincias leales de América que todavía resistían frente los revolucionarios, convirtiéndose en el gran reducto militar español del Sur. Estas fuerzas no solo frenaron el avance de las armas de la Junta de Buenos Aires, la más activa, sino que acabaron con las juntas del Alto Perú o actual Bolivia, de Chile y de Quito, y permitieron crear otros ejércitos leales con naturales de los países en revolución.

    Más adelante, a partir de 1812, llegarían expedicionarios europeos a cuentagotas a distintos puntos, y por fin en 1815 una gran expedición española dirigida por Pablo Morillo invadió la Nueva Granada y dio apoyo a los leales de Costa Firme. Tanto Pablo Morillo como el virrey José Fernando de Abascal y Sousa sobresalieron como organizadores de la defensa de la monarquía española en América. Para 1816 Sudamérica parecía otra vez en manos realistas, pero quedaba multitud de guerrillas en Venezuela y en el Alto Perú, el reducto leal de Montevideo había sucumbido, mientras que la poderosa junta de Buenos Aires rearmaba sus ejércitos regulares que habían sido destrozados en sus ataques sobre el Alto Perú. Bolívar, desde Haití, regresó a Venezuela, aglutinó todo el caudillaje, y retomó la ofensiva en el norte del continente.

    Ofensiva desde Buenos Aires

    Tras consolidarse la Junta en Buenos Aires, sus primeras acciones bélicas apuntaron a controlar el Virreinato del Río de la Plata ya que no todas las provincias acompañaron sus acciones de igual forma, y algunas permanecieron leales a España:

    Contrarrevolución en Córdoba
    Santiago de Liniers enfrentó a la Revolución en Córdoba.

    El mismo día de la instalación de la Primera Junta, el derrocado virrey Cisneros envió un mensaje secreto a su antecesor, Santiago de Liniers, que se hallaba en Córdoba, en que le encargaba la dirección de la resistencia contra la Revolución.[19]​ Liniers y Gutiérrez de la Concha alistaron milicias urbanas y milicianos reuniendo 1500 hombres y 14 cañones.[20][21]

    En la ciudad de Mendoza, Faustino Ansay dirigió un levantamiento tomando el cuartel y reuniendo más de 200 soldados. Tres días más tarde, falto de apoyo, depuso su actitud y reconoció a la Junta. Las demás ciudades terminaron acatando a la junta bonaerense.

    Expedición a las Provincias Interiores y Alto Perú (Bolivia)

    La organización del ejército que debía marchar al interior fue encargada al vocal Juan José Castelli, quien reunió 1.150 hombres provenientes de los regimientos de infantería y caballería, tanto de las tropas milicianas como de los veteranos.[22]​ La artillería estaba compuesta de 4 piezas volantes y 2 obuses. La fuerza iba regularmente uniformada, con abundantes municiones y buen armamento y con el sueldo pagado por anticipado, gracias a un empréstito obtenido del comercio por el vocal Juan Larrea.[23]​ En octubre de 1810, la vanguardia del Ejército del Norte inició su marcha hacia el Alto Perú. El 7 de noviembre ambas fuerzas se enfrentaron en la Batalla de Suipacha. Se enfrentaron 800 realistas con 4 cañones contra 600 patriotas con 2 cañones. González Balcarce atrajo a las tropas realistas incitándolas a cruzar el río con una fuga fingida; en la orilla sur fueron sorpresivamente atacados de flanco por la infantería y la artillería que estaban ocultas entre los cerros mientras que la caballería, que en apariencia huía, dio vuelta para enfrentarlos. Los realistas se dieron a la fuga abandonando armas, artillería y municiones, desbandándose por completo.[24]​ El resultado de Suipacha tuvo un fuerte efecto moral, y el 10 de noviembre la ciudad de Potosí deponía al gobernador Francisco de Paula Sanz.[25]​ En Chuquisaca, un cabildo abierto reconoció la autoridad de la Junta porteña, declarando nula su adhesión al Virreinato del Perú. En La Paz, el intendente Domingo Tristán y Moscoso se plegó a la revolución y un congreso del pueblo aceptó por unanimidad la autoridad de la Junta de Buenos Aires. Todo el Alto Perú quedaba asegurado para los patriotas.

    Paraguay

    Tanto el territorio de Paraguay como el de la Banda Oriental del Uruguay fueron mantenidos por los realistas. La Junta de Buenos Aires cortó las comunicaciones fluviales de Montevideo con el Paraguay a través del río Paraná, y las autoridades de la ciudad de Corrientes detuvieron varias embarcaciones que se dirigían a Asunción.[26]

    El gobernador Bernardo de Velasco dirigiendo fuerzas realistas paraguayas incursionó en el territorio de las Misiones en busca de armas.[27]​ El 1 de octubre, una flotilla paraguaya atacó Corrientes y rescató los buques paraguayos incautados; continuó incursionando en la zona durante varias semanas, apoderándose también de la Guardia de Curupayty, que Corrientes mantenía en el actual Departamento de Ñeembucú.[26]​ El 4 de septiembre, la Junta nombró al vocal Manuel Belgrano comandante de las fuerzas que debían operar en la Banda Oriental contra los realistas de Montevideo, asignándole un ejército exiguo: 250 hombres extraídos de diversos cuerpos militares porteños, con 6 cañones.[28]​ Sin embargo, cuando la noticia del ataque a Misiones llegó a Buenos Aires la Junta decidió desviar la pequeña división de Belgrano hacia el Paraguay. Tras cruzar el Paraná, el pequeño ejército siguió aumentando sus fuerzas con tropas voluntarias reunidas por el comandante militar de Entre Ríos, José Miguel Díaz Vélez, y unos 200 hombres del Regimiento de Patricios mandados por Gregorio Perdriel. A fines de octubre, organizadas sus fuerzas en 4 divisiones[29][30]​ y llevando al paraguayo José Machain como sargento mayor, el ejército avanzó hacia el norte por el centro de Entre Ríos, evitando cruzar cursos de agua. El 6 de noviembre, una escuadrilla con 300 realistas al mando de Juan Ángel Michelena ocupó Concepción del Uruguay; las milicias de esa villa, comandadas por Diego González Balcarce, se incorporaron al ejército de Belgrano.

    El 19 de diciembre Belgrano cruzó con el grueso del ejército revolucionario el río Paraná y atacó la posición fortificada de Campichuelo, de donde los realistas se retiraron tras un breve intercambio de disparos.[31]​ Los patriotas ocuparon sin lucha el evacuado pueblo de Itapúa, distante cuatro leguas, pero la falta de caballos y el mal estado de la tropa obligaron a Belgrano a detenerse sin poder perseguir a los realistas. Los pobladores locales huyeron del ejército —al que consideraban invasor— llevándose todos los medios de subsistencia. El territorio paraguayo, con sus numerosos ríos, esteros y selvas tropicales, era un terrible obstáculo para el avance del ejército. No obstante, los hombres de Belgrano continuaron su difícil avance y obtuvieron una pequeña victoria junto al río Tebicuary. El 19 de enero, dio comienzo a la Batalla de Paraguarí. Pese a la diferencia numérica —460 hombres contra 6000— los independentistas lograron tomar la posición paraguaya y obligar a sus tropas a retirarse, mientras Velasco huía hacia el pueblo de Yaguarón. Pero las tropas de la avanzada de Belgrano se dedicaron al pillaje y luego confundieron los auxilios enviados por Belgrano con enemigos, por lo cual se desbandaron cuando los paraguayos se reorganizaron y contraatacaron. Belgrano se vio obligado a retroceder por el camino por el que había llegado, pero no fue perseguido.[32]​ En la Batalla de Tacuarí, el 9 de marzo, las tropas patriotas fueron derrotados definitivamente. El fracaso de Belgrano llevó a un contraataque paraguayo, por el cual la ciudad de Corrientes fue invadida y ocupada militarmente el 7 de abril.[26]​ Un mes más tarde, sin embargo, se formó un Congreso provincial que derrocó a Velasco y lo reemplazó por una Junta provisional de gobierno; en ésta jugaba un papel decisivo Gaspar Rodríguez de Francia, que gobernaría al país durante casi tres décadas. El nuevo gobierno proclamó la independencia del Paraguay respecto del gobierno de Buenos Aires.

    Uruguay

    El 9 de octubre de 1810 se hizo cargo del gobierno de Montevideo el general Gaspar de Vigodet, recién llegado de España, el cual reforzó su posición militar con tropas urbanas dirigidas por oficiales de la Real Armada. Lanzó una serie de campañas terrestres hacia las localidades del interior de la Banda Oriental, obligando sucesivamente a sus autoridades a reconocer la autoridad montevideana. Ése fue el principio de la unificación jurídica de la futura Provincia Oriental. Poco después, envió al marino Juan Ángel Michelena a ocupar las costas del río Uruguay, obligando a las autoridades de los pueblos de ambas márgenes del mismo a someterse a su autoridad, pero en algunos sectores encontraron resistencia de partidas irregulares formadas por pobladores locales. Tras una serie de escaramuzas, los realistas evacuaron sus posiciones en la margen occidental del río Uruguay, y los revolucionarios quedaron dueños de la región en marzo de 1811.[33]

    La Junta bonaerense encomendó al teniente coronel Juan Bautista Azopardo transportar por vía fluvial refuerzos para el ejército de Belgrano en el Paraguay. Las autoridades realistas de Montevideo destacaron para interceptarlo una flotilla de siete navíos de calidad superior y tripulación más experimentada que los de su adversario, dirigida por Jacinto Romarate. La flotilla de Azopardo remontó el Paraná hasta llegar el 2 de marzo a la altura de San Nicolás de los Arroyos donde se inició el Combate de San Nicolás donde la flota patriota fue derrotada y accedió a rendirse. El comandante cayó prisionero de los realistas y fue llevado a España, mientras el gobierno porteño lo condenaba en ausencia por impericia en el comando.[34]​ Con la desaparición de la pequeña fuerza naval patriota quedó confirmado el dominio de los ríos por parte de la flota realista de Montevideo, que se modificaría recién tres años más tarde. En enero de 1811 llegó a Montevideo Francisco Javier de Elío, designado virrey del Río de la Plata. Los realistas controlaban Montevideo, pero en las zonas rurales de la Banda Oriental las ideas revolucionarias eran acalladas por la fuerza. En lugar de apelar a su fidelidad, el gobierno de Montevideo exigió a la población rural la exhibición de los títulos de propiedad de los campos que ocupaban —generalmente a título precario— amenazando a los que no lo hicieran con la expulsión de los mismos.[35]

    El 28 de febrero, a orillas del arroyo Asencio, el comandante Pedro José Viera lanzó el llamado "Grito de Asencio", levantándose en armas contra la autoridad de Elío. Fue secundado por estancieros y gauchos locales que conformaron partidas de irregulares, iniciando una serie de combates contra fuerzas leales al rey con el Combate de Soriano, ganado por Miguel Estanislao Soler y milicianos orientales el 4 de abril de 1811. La Junta auxilió a los patriotas de la Banda Oriental con el fin de extender la revolución e intentar neutralizar a Montevideo, apostadero de la flota española en el océano Atlántico sur. Por ese puerto podrían llegar tropas desde España para sofocar la revolución en el antiguo virreinato, de modo que su conquista era crucial. Belgrano, que fue nombrado comandante de las fuerzas militares el 7 de marzo, se puso en contacto con el capitán José Gervasio Artigas quien, tras desertar de su puesto en la guarnición de Colonia del Sacramento, pasó a Buenos Aires para ofrecer sus servicios a la Junta.[36]​ Artigas desembarcó en suelo oriental el 9 de abril al frente de algunas tropas de Buenos Aires y fue reconocido como jefe por los patriotas locales. Tras algunos combates menores pudo avanzar hacia Montevideo. Elío envió a su encuentro una división a órdenes del capitán José Posadas, pero Artigas lo derrotó el 18 de mayo en la Batalla de Las Piedras.[37]

    Reducidos los realistas al control de Montevideo y Colonia, ambas plazas fueron puestas bajo sitio el 21 y 26 de mayo respectivamente. A comienzos de junio, los realistas evacuaron Colonia, la cual fue ocupada por los revolucionarios, y Artigas puso sitio a Montevideo con el auxilio de los gauchos orientales y las fuerzas enviadas por Buenos Aires. Sólo las murallas de la ciudad y los cañones de la flota anclada en el puerto impidieron una rápida caída de la ciudad, pero su situación era comprometida.

    El virrey Elío, sitiado en Montevideo, vio como única salida el auxilio de las tropas portuguesas del Brasil y solicitó su concurso para derrotar a los revolucionarios. Ya el 20 de marzo de 1811 Elío había emitido una proclama al pueblo oriental amenazando con la intervención portuguesa si la insurrección continuaba.

    Portugal siempre había disputado a España el territorio de la Banda Oriental y no dejaría pasar la ocasión: el gobierno portugués había organizado el Ejército de Observación de Diego de Souza. Estas fuerzas ya habían tomado contacto con el gobernador paraguayo Velasco, ofreciéndole su ayuda contra el ataque de Belgrano.[38]​ Souza tenía, además, orden de hacer reconocer como reina del Río de la Plata a la infanta Carlota Joaquina, esposa del rey Juan VI de Portugal y hermana de Fernando VII.[39][40]​ El 17 de julio cruzó la frontera un ejército de 3.000 soldados portugueses comandados por el gobernador Souza. Todos los pueblos del este del actual territorio uruguayo fueron ocupados por tropas portuguesas,[41][42][43]​ y el 14 de octubre se estableció el cuartel general portugués en Maldonado.[38]

    México

    La lucha comienza en 1810 con el grito de Dolores en el estado de Guanajuato. El grito fue dado por el cura Miguel Hidalgo y Costilla, formador de la conspiración de Querétaro. El plan de Hidalgo era formar una Junta de Gobierno Autónoma fiel a Fernando VII. La insurrección creció rápidamente y estuvo a punto de tomar por asalto la ciudad de México, ya que el ejército realista fue derrotado e Hidalgo contaba con más de 80.000 hombres; pero decidió ir al norte rumbo a Guadalajara, donde fue atacado por sorpresa por el nuevo ejército realista de Félix María Calleja, uno de los mejores generales en el virreinato. Tras esta derrota en Guadalajara, Hidalgo y su ejército marcharon al norte rumbo a Estados Unidos pero fueron atacados por sorpresa nuevamente y encarcelados en Chihuahua, donde Hidalgo fue fusilado en 1811.

    Un año después, en 1812, un soldado y ex alumno de Hidalgo, José María Morelos y Pavón, con un puñado de hombres que escaparon en Guadalajara y refuerzos del sur de la Nueva España, organizó una nueva campaña independentista y logró derrotar al recientemente nombrado virrey Calleja. Con la victoria organizó un congreso independiente y una constitución en Apatzingán entre 1813 y 1814. Pero tras el regreso de Fernando VII al trono llegaron nuevos refuerzos realistas, y comandados por el virrey Calleja derrotaron y fusilaron al General Morelos a principios de 1815. Sus oficiales empezaron entonces una guerra de guerrillas al sur de la Nueva España. A partir de 1816, el nuevo virrey Apodaca intentó pacificar el virreinato, y en 1818 la Nueva España estaba casi en paz. La expedición de Francisco Xavier Mina dio una esperanza que pronto fue derrotada, y solo quedaba una Guerrilla al sur del país, la de Vicente Guerrero; este ex-soldado de Morelos resistió fuertemente a los realistas durante años en la sierra del sur. Pero en 1820 se dio la noticia de que Fernando VII había aceptado la Constitución de Cádiz, lo que causó un descontento general en el virreinato. Uno de tales descontentos era Agustín de Iturbide, general realista que tenía la misión de derrotar a Guerrero pero que decidió unirse al movimiento y proclamó el Plan de Iguala declarando la independencia. A finales de 1820 todo el mundo estaba apoyando el Plan de Iguala, y el nuevo jefe político superior, Juan O'Donojú, lo aceptó. El 27 de septiembre de 1821, 10 años y 12 días después de que el cura Hidalgo proclamara la libertad de México, Agustín de Iturbide entró triunfante en la ciudad de México y declaró el fin de 300 años de virreinato español y el comienzo del Imperio Mexicano con él como Emperador, el cual no duró más que escasos meses. Caído el imperio se convocó a los ex-territorios españoles, en ese momento provincias, a crear una república, lo cual dio lugar a la formación de los Estados Unidos Mexicanos.

    En el Caribe, las islas de Cuba y Puerto Rico no fueron asoladas por la guerra y siguieron formando parte integrante del Reino de España hasta el año 1898.

    Participantes

    Realistas

    En las Guerras de Independencias Hispanoamericanas, los realistas fueron el bando caracterizado por las fuerzas armadas formadas principalmente por españoles, europeos, americanos e indios, y empleadas para la defensa de la monarquía española en el primer tercio del siglo XIX.[44]

    Los diccionarios de la Real Academia los definen desde 1803 como regiarum partium sectator, el que en las guerras civiles sigue el partido de los reyes. En 1822 se añadió potestatis regia defensor, que defiende regalías y derechos de los reyes.

    Realistas y Otros comandantes de la Corona Española
    Nueva España, Guatemala y Cuba
    Félix Calleja, fue uno de los Virreyes mas imponentes de la Nueva España.
    Felix María Calleja
    Nueva Granada, Venezuela y Quito
    Pablo Morillo, fue uno de los comandantes Realistas más importantes de toda la Nueva Granada.
    Pablo Morillo
    Río de Plata y Paraguay
    Liniers fue un militar frances muy fiel a la Corona española y fue así que lo proclamaron Virrey de Río de Plata
    Santiago de Liniers
    Perú, Charcas y Chile
    Fernando de Abascal fue uno de los Virreyes mas Despotas del Perú durante la colonia Española.
    Fernando de Abascal

    Independentistas

    Durante las Guerras de Independencia Hispanoamericanas, patriotas fue la forma común en que se llamaron a sí mismos los combatientes a favor de la independencia de la Corona española combinando sentimientos de liberación y de arraigo por la Patria, la tierra natal o adoptiva a la que se sentían ligados por unos determinados valores, cultura, historia y afectos.

    Territorios

    Consecuencias

    Mortalidad

    Comparada con la guerra de independencia estadounidense, donde no se vivió nada parecido, la pérdida de vidas y la destrucción material del conflicto durante la independencia hispanoamericana fue extremadamente mayor.[45]

    En efecto, no sólo se trató de una guerra por la independencia (como el caso norteamericano) sino que se dieron circunstancias que añadieron un mayor encarnizamiento a la lucha.[46]​ Entre ellas, cabe señalar la enorme extensión territorial de la guerra, que abarcó la casi totalidad de Hispanoamérica, la política de terror practicada por ambos bandos, la alternancia de victorias y derrotas entre los partidarios de la independencia y los leales a la autoridad real (llamados patriotas y realistas, respectivamente), el exilio y desplazamiento de poblaciones y la prolongación en el tiempo de la lucha que produjo una completa ruina en muchas de las ciudades y campos de la América española, la pérdida de capitales y bienes de todo tipo tras la parálisis del comercio y actividades productivas, y la dedicación de los recursos materiales y humanos al esfuerzo bélico. Todo ello en el marco de una guerra que cuadruplicó la duración de la estadounidense —cuyo último episodio fue la Batalla de Yorktown (1781).

    Consecuencias para Hispanoamérica

    La Batalla de Ayacucho, de Martín Tovar y Tovar. Librada el 9 de diciembre de 1824, marcó el fin de las guerras de independencia en Sudamérica.

    Muchas fueron las consecuencias para Hispanoamérica.

    Desapareció el monopolio comercial y, por tanto, el proteccionismo, con el consiguiente empobrecimiento de muchas regiones hispanoamericanas, incapaces de competir con las industrias de Europa.

    Además, en el Congreso de Panamá, en 1826 se vio frustrado el sueño que Bolívar tenía para América de crear unos Estados Unidos de América del Sur. Sin embargo, la opinión de algunos iberoamericanos es muy diferente, ya que afirman que la independencia permitió a sus países la oportunidad de desarrollarse en función a sus propias necesidades y la de aplicar una justicia más equitativa entre sus componentes étnicos.

    Si bien no se pretendieron cambios en la estructura territorial derivada del Uti possidetis, el movimiento independentista tuvo un efecto disgregador que fue la causa de la fragmentación de los antiguos virreinatos y capitanías en varios países nacientes, de manera que el independentismo continuó su proceso político más allá de la emancipación propiamente dicha. Los seis países independientes que se crearon a la conclusión de las guerras de independencia hispanoamericana fueron:

    Adicionalmente, en el Río de la Plata hubo un movimiento autonomista que mantuvo su autogobierno con éxito y que originó la constitución de otro país:

    • Mariano Florentino Olivares - Alegoría de la unión americana, 1895
      Paraguay[fn 2]

    Países desaparecidos proclamados autónomos o declarados independientes en las guerras de emancipación

    Países independientes fuera de las guerras de emancipación

    El Uruguay formó parte del Río de la Plata pero fue efímeramente incorporado al Brasil y nuevamente integró las Provincias Unidas del Río de la Plata, hasta su independencia en 1828. Además, luego de complejos procesos que se sucedieron en años posteriores, se dio origen a los 16 estados hispanoamericanos: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela. En el Caribe, Santo Domingo (actual República Dominicana) siguió formando parte de España hasta finales del año 1821, mientras que Cuba y Puerto Rico lo siguieron haciendo hasta su separación como resultado de la Guerra Hispano-Estadounidense en el año 1898.

    • 1828 - Uruguay se independiza de las Provincias Unidas del Río de la Plata y del Brasil.

    Luego de concluir la Guerra Hispano-Estadounidense y tras la firma del Tratado de París (1898), Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam quedaron bajo control de los Estados Unidos.

    Declaraciones de independencia fuera de la Emancipación.
    País Año Fecha Declaración Nombre País del que se independizaron o separaron
    Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica 1838 - 1839 - 1841 Separación República Federal de Centro América
    Panamá 1903 3 de noviembre Separación Junta Provisional de Gobierno Colombia
    Ecuador 1830 13 de mayo Primera Carta Magna del Ecuador Asamblea Constituyente de Riobamba Gran Colombia
    Uruguay 1830 28 de junio Convención Preliminar de Paz (1828) Estado Oriental del Uruguay Provincia Cisplatina

    Consecuencias para España

    La Batalla de Pueblo Viejo. Tuvo lugar el 9 de septiembre de 1829. Fue el último intento de reconquista de México.

    Las Guerras de independencia hispanoamericanas generaron la pérdida de los virreinatos y las capitanías generales que formaban parte del Imperio español, el que quedó muy reducido territorialmente y diezmado económicamente. Ello significó un desastre para la Monarquía española y para la corona.

    Para los comerciantes de Cádiz, la administración gubernamental española, los nobles y, naturalmente, para la familia real (propietaria directa de estos bienes realengos) desapareció una fuente esencial de ingresos -las riquezas y los caudales de Indias-, fundamentales para la Real Hacienda y el monopolio gaditano.

    El sector más humilde o de menores recursos de la nación española, en cambio, se mostró un tanto indiferente a la independencia americana y en todo momento lo consideró un problema en cierto modo ajeno a ella, ya que América estaba desligada para la inmensa mayoría de los sectores desfavorecidos entre los españoles peninsulares, campesinos, trabajadores o comerciantes de clases medias o altas, no existía relación alguna con sus vidas, y no les reportaba ningún beneficio (o perjuicio).[52]

    La expedición de Barradas en 1829 fue el último esfuerzo militar de España en suelo continental contra la independencia hispanoamericana.[53]

    Con la Revolución de 1830 cayó definitivamente el absolutismo en Francia y el principal apoyo del rey Fernando VII en la Santa Alianza, pero todos los proyectos militares del gobierno español para la reconquista de Hispanoamérica tuvieron su final en el año 1833, con el fallecimiento del monarca español,[9][54]​ cumpliéndose la respuesta negativa que dio el ministro español Francisco Zea Bermúdez, frente al anuncio del gobierno británico hecho en 1825 por George Canning de reconocimiento de los nuevos países, cuando afirmó que "El Rey no consentirá jamás en reconocer los nuevos estados de la América española y no dejará de emplear la fuerza de las armas contra sus súbditos rebeldes de aquella parte del Mundo".

    Al morir Fernando VII el Reino de España continuó su propio proceso político, inmerso en las guerras civiles conocidas como las Guerras carlistas (1833-1876), quedando como una potencia de segundo orden entre los estados europeos. Aún peor, tras la Revolución Gloriosa de 1868 que derrocó a Isabel II, estallaron guerras independentistas en Cuba (1868-1880) y Puerto Rico (1871), los dos últimos territorios españoles en América. Este proceso se prolongó hasta 1898, con la pérdida de los últimos territorios de ultramar españoles del Caribe y el Pacífico a manos de los Estados Unidos.

    Expulsión de los españoles

    La expulsión de los españoles de América es la tragedia humana a raíz de toda una serie de medidas tomadas contra ellos por parte de los gobiernos independientes durante el proceso de las guerras de independencia hispanoamericana. Estuvo dirigida en principio contra los encargados de la administración española para extenderse seguidamente contra la población española en general, bajo acusaciones diversas.

    Hubo dos formas predominantes del exilio: la primera fue producto de las circunstancias de la guerra, y la segunda obligado por leyes de expulsión en contra de los españoles por parte de los gobiernos hispanoamericanos inmersos en la guerra y que se extendió más allá de la conclusión del conflicto.

    Negociaciones de paz y reconciliación, Tratados de Paz y Amistad

    Tras el fallecimiento del monarca Fernando VII de España, y con el nuevo reinado de su hija, Isabel II de España, se dio inicio a una nueva etapa de relación internacional. Las cortes generales del reino autorizaron el 4 de diciembre de 1836 la renuncia de la corona española a cualquier derecho territorial y de soberanía, y que, no obstante los territorios de la Constitución de Cádiz de 1812, se hiciera el reconocimiento de la independencia de todos los nuevos países americanos mediante la conclusión de Tratados de Paz y Amistad sobre la base de que "no se comprometen ni el honor ni los intereses nacionales", lo que se promulgó el 16 de diciembre de 1836.[55][56]

    Tratados de reconocimiento de las independencias
    Fecha País Gobiernos americanos Gobiernos españoles
    28 de diciembre de 1836[fn 3] México México Presidente José Justo Corro
    Plenipotenciario Miguel Santa María
    Regente María Cristina de Borbón, viuda de Fernando VII
    Presidente del Consejo de Ministros y Plenipotenciario José María Calatrava
    16 de febrero de 1840 EcuadorBandera de Ecuador Ecuador Presidente Juan José Flores
    Plenipotenciario Pedro Gual
    Regente María Cristina de Borbón, viuda de Fernando VII
    Presidente del Consejo de Ministros y Plenipotenciario Evaristo Pérez de Castro
    25 de abril de 1844[57] ChileBandera de Chile Chile Presidente Manuel Bulnes
    Plenipotenciario General José Manuel Borgoño
    Reina Isabel II de Borbón
    Presidente del Consejo de Ministros, Ministro de Estado, y Plenipotenciario Luis González Bravo
    30 de marzo de 1845 VenezuelaBandera de Venezuela Venezuela Presidente Carlos Soublette
    Plenipotenciario Alejo Fortique
    Reina Isabel II
    Presidente del Consejo de Ministros Ramón María Narváez
    Plenipotenciario Francisco Martínez de la Rosa
    21 de julio de 1847 Bolivia Bolivia Presidente José Ballivián
    Plenipotenciario José María Linares
    Reina Isabel II
    Presidente del Consejo de Ministros y Plenipotenciario Joaquín Francisco Pacheco
    10 de mayo de 1850 Costa Rica Costa Rica Presidente Juan Rafael Mora Porras
    Plenipotenciario Felipe Molina
    Reina Isabel II
    Presidente del Consejo de Ministros Ramón María Narváez
    Plenipotenciario Pedro José Pidal
    24 de julio de 1850 Nicaragua Nicaragua Presidente Norberto Ramírez
    Plenipotenciario José de Marcoleta
    Reina Isabel II
    Presidente del Consejo de Ministros Ramón María Narváez
    Plenipotenciario Pedro José Pidal
    9 de julio de 1859[fn 4] Bandera de Argentina Argentina Presidente Justo José de Urquiza
    Plenipotenciario Juan Bautista Alberdi
    Reina Isabel II
    Presidente del Consejo de Ministros Leopoldo O'Donnell
    Plenipotenciario Saturnino Calderón Collantes
    29 de mayo de 1863 Guatemala Guatemala Presidente Rafael Carrera y Turcios
    Plenipotenciario Felipe del Barrio Larrazábal
    Reina Isabel II
    Presidente del Consejo de Ministros y Plenipotenciario Manuel Pando Fernández de Pinedo
    24 de junio de 1865 El Salvador El Salvador Presidente Francisco Dueñas
    Plenipotenciario Juan Víctor Herrán
    Reina Isabel II
    Presidente del Consejo de Ministros Leopoldo O'Donnell
    Plenipotenciario Manuel Bermúdez de Castro y Díez
    19 de julio de 1870 Uruguay Uruguay Presidente Lorenzo Batlle
    Plenipotenciario Adolfo Rodríguez
    Regente del Reino Francisco Serrano
    Presidente del Consejo de Ministros Juan Prim
    Plenipotenciario Carlos Creus y Camps
    14 de octubre de 1874[fn 5][fn 6] República DominicanaBandera de la República Dominicana República Dominicana Presidente Ignacio María González Santín
    Plenipotenciario Manuel Joaquín Delmonte
    Presidente del Poder Ejecutivo de la República Española Francisco Serrano
    Presidente del Consejo de Ministros Práxedes Mateo Sagasta
    Plenipotenciario Juan Gutiérrez de la Concha
    14 de agosto de 1879 Perú Perú Presidente Mariano Ignacio Prado
    Plenipotenciario Juan Mariano de Goyeneche y Gamio
    Rey Alfonso XII
    Presidente del Consejo de Ministros Arsenio Martínez-Campos
    Plenipotenciario El I marqués de Molins
    10 de septiembre de 1880 ParaguayBandera de Paraguay Paraguay Presidente Cándido Bareiro
    Plenipotenciario Carlos Saguier
    Rey Alfonso XII
    Presidente del Consejo de Ministros Antonio Cánovas del Castillo
    Plenipotenciario Francisco Otín y Mesía
    30 de enero de 1881 ColombiaBandera de Colombia Colombia Presidente Rafael Nuñez
    Canciller y Plenipotenciario Luis Carlos Rico
    Rey Alfonso XII
    Presidente del Consejo de Ministros Antonio Cánovas del Castillo
    Plenipotenciario El I marqués de Molins
    17 de noviembre de 1894 HondurasBandera de Honduras Honduras Presidente Policarpo Bonilla
    Plenipotenciario José Diego Gámez
    Regente María Cristina de Austria
    Presidente del Consejo de Ministros Práxedes Mateo Sagasta
    Plenipotenciario Julio de Arellano
    10 de mayo de 1904[58][59] Panamá Panamá Presidente Manuel Amador Guerrero Rey Alfonso XIII
    Presidente del Consejo de Ministros Antonio Maura

    Notas

    1. El 22 de mayo de 1810 se estableció una Junta de Gobierno en Cartagena debido a la prisión de Fernando VII. El 14 de junio de 1810 el Cabildo depuso al gobernador Francisco Montes y lo deportó a La Habana. El 14 de agosto el Cabildo nombró Presidente de la Junta Suprema de Cartagena a José María García de Toledo. El 11 de noviembre de 1811 Cartagena declaró la independencia. El 17 de agosto de 1815 las tropas españolas al mando del Pacificador Pablo Morillo pusieron sitio a Cartagena, que cayó el 5 de diciembre y sus líderes ejecutados. por su resistencia, Bolívar nombró a Cartagena como Ciudad Heroica.
    2. Argentina la considera parte integrante y no reconoce su independencia hasta el 17 de julio de 1852.
    3. Los tratados de paz y amistad entre las naciones hispanoamericanas y España están publicadas en la Gaceta de Madrid dentro de la página web del BOE [1] República Mejicana(sic) 7 diciembre 1857; Ecuador 14 noviembre 1842; Chile 27 septiembre 1845; Venezuela 24 junio 1846; Bolivia 02 junio 1861; Costa Rica 29 diciembre 1850; Nicaragua 27 julio 1851; Guatemala 25 junio 1864; Argentina 25 junio 1864; El Salvador 30 junio 1866; Uruguay 28 enero 1883; República Dominicana 06 febrero 1876; Perú 15 marzo 1880; Paraguay 02 julio 1882; Colombia 22 diciembre 1881 y Honduras 11 julio 1896.
    4. El Reino de España y la República Argentina firmarían un nuevo tratado el 21 de septiembre de 1863 con el fin de reflejar la situación existente tras la reincorporación al país de la provincia de Buenos Aires al finalizar la guerra entre la Confederación Argentina y dicha provincia (1852-1862). Además se reemplazaba el principio del ius sanguinis por el ius soli para la ciudadanía de los inmigrantes españoles a la Argentina.
    5. Este tratado fue sancionado nuevamente por el rey Alfonso XII tras la restauración de la monarquía (1874) .
    6. La República Dominicana y el Reino de España firmaron un tratado anterior de paz y amistad sancionado el 25 agosto de 1855, por parte española la Reina Isabel II y plenipotenciario Claudio Antón Luzuriaga y por la parte dominicana el Presidente Pedro Santana y plenipotenciario Rafael María Baralt. La anexión a España de la República Dominicana entre 1861 y 1865 dejó sin efecto este tratado.

    Referencias

    1. Fin de todos los proyectos españoles de reconquista con la muerte de Fernando VII de España.
    2. a b Gral. Div. (R) Evergisto de Vergara. El Frente del Este: Rivadavia y la Guerra contra el Brasil en 1827 Archivado el 15 de mayo de 2013 en Wayback Machine.. Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires (IEEBA). Agosto de 2006.
      "en Ibero América -para la época de las Guerras por la Independencia- había menos de 50.000 soldados españoles, de los cuales 20.000 nunca salieron de Cuba. Luego, en el proceso de las guerras por la independencia, nunca participaron más de 30.000 españoles." (pp. 2)
    3. Historia de la Humanidad. Editorial Larousse. Capitulo: "Los inicios del siglo XIX". Página 31, año 2005, Santiago de Chile.
    4. Christon I. Archer (2000). The Wars of Independence in Spanish America. Wilmington: Rowman & Littlefield, pp. 301. ISBN 978-0-8420-2469-3. En 1808 Madrid tenía 125.700 hombres acantonados permanentemente desde México al Río de la Plata pero la mayoría eran tropas originarias de las mismas provincias ultramarinas.
    5. a b c De re Militari: muertos en Guerras, Dictaduras y Genocidios. Victimario Histórico Militar. Capítulo VI. Guerras y Genocidios del siglo XIX.
    6. En el caso de Colombia, Reyes Cárdenas (2009) hace una revisión sobre los enfoques historiográficos sobre la guerra independentista en ese país. Pérez Viejo (2011) dice, en una videoconferencia, que considerarlas como procesos independentistas es un enfoque de la "historiografía positivista, liberal" que dificulta la comprensión histórica. Reconoce que el enfoque predominante a lo largo de los casi dos siglos de independencia latinoamericana es precisamente ese —"una guerra de independencia de una serie de naciones que se liberan de otra nación que en este caso es la española"— y propone considerarlas como guerras civiles.
    7. Hamnett, 1995: 48; cfr Villoro, 2002.
    8. Por ello «es esencial que, al principio, no reduzcamos movimientos diferentes a un denominador común. Grupos diferentes actuaron en etapas diferentes: la élite caraqueña tomó la iniciativa de separarse de la monarquía española en 1810 pero la élite de la capital novohispana se dividió en 1808 acerca de la cuestión de la autonomía dentro del imperio, se opuso a la revolución de Independencia en 1810 y no actuó como grupo homogéneo en 1821 cuando se integró en el movimiento de Iturbide».[7]
    9. a b Jaime Delgado (1960). Nuevo Mundo, ed. La independencia hispanoamericana. pp. Página 113. «No obstante, los proyectos de reconquista, oficiales o particulares, no escasearon hasta 1833, fecha de la muerte de Fernando VII». 
    10. François-Xavier Guerra (1995). Editorial Complutense, ed. Las revoluciones hispánicas: independencias americanas y liberalismo español. p. 87. ISBN 9788489365254. «Sin embargo, no fue el fracaso de la expedición de Barradas en 1829 lo que retrajo a Fernando VII de la reconquista, sino una vez más, los acontecimientos europeos -ahora la revolución de 1830- que pondrán en primer plano la situación peninsular y el colapso financiero. Sólo por ese motivo, recordará Ballesteros, el Rey dio al fin libertad a sus ministros para tratar, ya sin ningún género de restricciones, la liquidación del problema de América.» 
    11. Pedro Molas.Del absolutismo a la Constitución
    12. Delfina Fernández (1992). «X El Brigadier Barrada en Nueva España». En Editorial Mapfre, ed. Últimos reductos españoles en América. p. 269. ISBN 9788471003119. «Pero aún después de la entrega de Ulúa, el 23 de noviembre de 1825, persistieron los planes de reconquista de Nueva España, que se salpicaron desde 1826 a 1833, es decir, durante los últimos siete años de Fernando VII. La preferencia dada a la acariciada reconquista de México se fundaba tanto en las razones que hemos examinado ya, como en los efectos económicos que se derivarían, pues en razón de la riqueza del país, se calculaba que, en el caso de tener éxito, de el se lograrían fondos suficientes para otras expediciones, podía ser, pues, la cabeza de la reconquista para otras e incluso de toda América.» 
    13. Obra escogida, por Guillermo Morón
    14. «Actas de formación de juntas y declaraciones de independencia (1809-1822)». 
    15. Acta de Independencia de Guatemala
    16. Acta de Independencia de San Salvador
    17. Libro titulado "Las Guerras en el primer tercio del siglo XIX en España y América" publicado en el año 2004. Castañeda Delgado.Editorial Deimos. Que dice así en su página 594-595: En primer lugar hay que incidir en el concepto de Guerra Civil, aunque muchos historiadores, ante la falta de investigación profunda de la situación y dado el nombre por el que ha pasado a la historia: "guerra de emancipación", han recurrido a la tipología que parecía evidente: guerra de independencia o liberación, cuando en realidad, el 90% de los efectivos de los llamados ejércitos realistas eran de procedencia americana, así como un porcentaje significativo de altos mandos republicanos eran españoles peninsulares de nacimiento. La Guerra Civil tiene unas características distintas a la de la guerra convencional. En la Guerra Civil los actos de crueldad, de matanza indiscriminada, se suceden con los de benignidad y clemencia. Como Guerra Civil que algunos argumentan era, las tropas contra las que se combatía eran hermanas, tendiendo unas y otras a la confraternización, a no ser que se estimulara el odio entre las facciones. en el título: Consideraciones militares a la guerra de emancipación.
    18. Empero, de aceptarse esta postura, se llega a la conclusión que la Guerra de Independencia de Estados Unidos fue también una guerra civil.
    19. Bernardo Frías, Historia del General Güemes y de la provincia de Salta, o sea de la Independencia Argentina, Estudio Tipográfico de "El Cívico", 1907, pág. 22 y 23.
    20. Bidondo afirma que llegaron a ser 3000 hombres, pero que el ejército estaba minado desde su formación por la deserción.
    21. Bidondo, La expedición de auxilio a las provincias interiores (1810-1812), pág. 242.
    22. Archivo general de la República Argentina, publicación dirigida por Adolfo P. Carranza, Publicado por G. Kraft, 1894, pág. 78 y 79.
    23. Paul Groussac, Santiago de Liniers, Conde de Buenos Aires, 1753-1810, Ed. Sopena, 1907.
    24. Sierra, Historia de la Argentina, tomo 5.
    25. Frías, Historia del General Güemes, pág. 159 – 160.
    26. a b c Antonio Emilio Castello, Historia de Corrientes, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1991. ISBN 950-21-0619-9
    27. Víctor N. Vasconsellos, Lecciones de Historia Paraguaya, Ed. del autor, Asunción, 1974, pág. 117.
    28. Ignacio Núñez, Noticias históricas de la República Argentina: Obra póstuma, 2.ª edición, editada por Julio Núñez y publicada por Guillermo Kraft, 1898, pág. 173.
    29. Secretaría General de Ejército, Semblanza histórica del Ejército Argentino, Buenos Aires, 1981, pág. 29 y 30.
    30. Nuestras banderas: vexilología argentina, pág. 50. Publicado por Editorial Dunken. ISBN 987-02-1809-1
    31. Camogli, Batallas por la libertad, pág. 154.
    32. Camogli, Batallas por la libertad, pág. 155-156.
    33. Beatriz Bosch, Historia de Entre Ríos, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1991. ISBN 950-21-0108-1
    34. La historia completa de esta escuadrilla en Ángel Justiniano Carranza, Campañas Navales de la República Argentina.
    35. Alejandro Horowicz, El país que estalló, Tomo I, Ed. Sudamericana, Bs. As., 2004, pág. 226. ISBN 950-07-2561-4
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    37. Ruiz Moreno, Campañas militares argentinas, pág. 101-105.
    38. a b Moacyr Flores, Dicionário de história do Brasil, 2a ed., EDIPUCRS, 2001, 637 pág. ISBN 978-85-7430-209-6
    39. Blas Garay, La revolución de la independencia del Paraguay, Ed. Estudio Tipográfico de la viuda é hijos de Tello, 1897, pág. 151-153.
    40. Vasconsellos, Lecciones de Historia Paraguaya, pág. 120.
    41. Sinopsis Histórica de la Fortaleza de Santa Teresa, en Rocha Info.com. Consultado en mayo de 2010.
    42. José Feliciano Fernandes Pinheiro (visconde de S. Leopoldo), Annaes da Provincia de S. Pedro, Ed. Typ. Casimir, 1839, pág. 291-295.
    43. Archivo General de la Nación (Argentina), Política lusitana en el Río de la Plata, Volumen 2, 1963, pág. 322.
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    45. La independencia hispanoamericana un proceso singular
    46. Ley y la Sangre Guerra de Razas. Thibaud
    47. Web Statistics of Wars, Oppressions and Atrocities of the Nineteenth Century
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    50. Blanco-Fombona, Rufino (1981) [1902]. "La americanización del mundo". En Ensayos históricos. Caracas: Fundación Biblioteca Ayacucho, pp. 353-434 (véase pp. 404). Edición de Rafael Ramón Castellanos & Jesús Sanoja Hernández. Volumen 36 de Biblioteca Ayacucho. ISBN 9788466000031. Basado en el censo oficial de 1825 que serviría de base en 1834 para la división de la deuda pública al fragmentarse la Gran Colombia. En Colección general de los Tratados públicos celebrados por Colombia y Venezuela, Caracas, Valentín Espinal, 1840, pp. 90-101. Según este estudio, la población de Nueva Granada se redujo entre 1810 y 1825 de 1.400.000 (estimación de Restrepo) a 1.228.259 habitantes; la de Ecuador de 600.000 (Restrepo) a 491.996 habitantes; y la de Venezuela de 975.972 (Dauxion-Lavayse) a 659.633 habitantes. Redondeando las cifras, los territorios de la Gran Colombia perdieron un quinto de sus tres millones de habitantes.
    51. Carmona, Manuel G. (1860). "Fastos sangrientos de América. Ojeada sobre las guerras civiles desde la independencia hasta nuestros días". En Sociedad de Amigos de la Ilustración. Revista del Pacífico. Literaria y Científica. Tomo II. Valparaíso: Imprenta y librería del Mercurio de Santos Tornero, pp. 505.
    52. Michael P. Costeloe (2010). Fondo de Cultura Económica, ed. La respuesta a la Independencia: la España imperial y las revoluciones hispanoamericanas. p. 19. ISBN 978-968-16-3261-8. 
    53. José Semprún (1998). Nuevo Mundo, ed. Capitanes y virreyes: el esfuerzo bélico realista en la contienda de emancipación hispanoamericana. p. 256. ISBN 8478236074. «Así pues la expedición Barradas es el último episodio bélico de carácter regular del proceso independentista en la América continental». 
    54. José María Mariluz Urquijo (1958). Los Proyectos españoles para reconquistar el Río de la Plata, 1820-1833. p. 13. «la política española respecto de América y particularmente del Río de la Plata persiguió como único objetivo hasta 1833 la reconquista del dominio perdido». 
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    Bibliografía adicional

    Enlaces externos