Diferencia entre revisiones de «Guerra civil española»
Estado de la cuestión sobre las víctimas de la represión nacional y de la republicana |
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El militar [[Ramón Salas Larrazábal]] estudió las cifras de víctimas que pudieron morir en estas retaguardias. Consideró, según sus estudios que todas las víctimas fueron inscritas en los [[Registro Civil|Registros Civiles]], haciendo un cálculo aproximado de las muertes de la Guerra. En el [[Anexo:Mortalidad en la Guerra Civil Española, por inscripción en juzgados]], se puede ver un resumen de sus conclusiones. Sin embargo en estudios posteriores, y por ejemplo, en [[Navarra]] que el consideraba lugar ''testigo'', se ha podido comprobar que las [[víctimas de la Guerra Civil en Navarra|víctimas de la represión]] eran muy superiores a las cifras que él había calculado. |
El militar [[Ramón Salas Larrazábal]] estudió las cifras de víctimas que pudieron morir en estas retaguardias. Consideró, según sus estudios que todas las víctimas fueron inscritas en los [[Registro Civil|Registros Civiles]], haciendo un cálculo aproximado de las muertes de la Guerra. En el [[Anexo:Mortalidad en la Guerra Civil Española, por inscripción en juzgados]], se puede ver un resumen de sus conclusiones. Sin embargo en estudios posteriores, y por ejemplo, en [[Navarra]] que el consideraba lugar ''testigo'', se ha podido comprobar que las [[víctimas de la Guerra Civil en Navarra|víctimas de la represión]] eran muy superiores a las cifras que él había calculado. |
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En la actualidad existen dos obras fundamentales para la cuantificación de los muertos víctimas de la represión durante la Guerra Civil Española: la coordinada por Santos Juliá: ''Víctimas de la Guerra Civil'' (Barcelona, 1999) y la de Ángel David Martín Rubio: ''Salvar la memoria'' (Badajoz, 1999). Según los datos de la primera de ellas, las víctimas de la represión franquista de guerra y postguerra ascenderían a un máximo de 145.00 personas, y las de la represión republicana (sólo durante la guerra, por razones obvias), a 50.000. Para Martín Rubio, por el contrario, la víctimas de la represión nacional (guerra y postguerra) no pasarían de 80.000, de las que un máximo de 30.000 corresponderían a la represión de postguerra. Las víctimas de la represión republicana serían superiores a las 60.000. |
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Por tanto, el marco de la represión originada por la guerra civil estaría para víctimas nacionales entre 50.000 y 60.000, y para victimas republicanas entre 80.000 y 145.000. Dada que la divergencia entre las dos últimas magnitudes en demasiado grande es de esperar que en los próximos años se vaya aclarando hacia cuál de las dos cifras se tiende. |
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== Consecuencias == |
== Consecuencias == |
Revisión del 21:18 12 jun 2010
La Guerra Civil Española fue un conflicto social, político y militar que tuvo lugar en España entre el pronunciamiento del 17 y 18 de julio de 1936 y el último parte de guerra firmado por Francisco Franco el 1 de abril de 1939.
Suele dársele también el nombre de guerra de España, que comparte con otras guerras civiles del siglo XIX (las guerras carlistas).
Los bandos en contienda no estaban estrictamente definidos, pero se les suele denominar bando nacional, organizado en torno a los militares sublevados, y bando republicano, el constituido entorno al gobierno de la Segunda República Española ejercido por el Frente Popular desde las elecciones de febrero de 1936; mientras que recibían de su contrario los adjetivos de fascista y rojo, respectivamente. Aunque generalmente estaban representados por la derecha política y la izquierda política, hubo parte de la derecha política que permaneció fiel a la Segunda República. El bando nacional era apoyado por las clases altas y la iglesia católica, que en zonas de pequeña propiedad agrícola -Galicia, Castilla la Vieja, Navarra- contaban con apoyos más amplios, mientras que el republicano era apoyado por un movimiento obrero dividido entorno a si era primordial ganar la guerra y luego hacer la revolución o llevar a cabo la revolución a la par que la guerra, lo cual derivó en violentos enfrentamientos internos. El bando republicano defendía el laicismo, habiendo posturas anticlericales (con significativas excepciones, como el nacionalismo vasco). Ambos bandos tenían distintas ideas de España y opciones de organización territorial, de forma de Estado o de su misma existencia.
El contexto internacional pasaba por los momentos críticos anteriores a la Segunda Guerra Mundial. Mientras que las democracias liberales (Inglaterra y Francia) procuraron el mantenimiento de una política de no intervención, el bando nacional fue directamente apoyado por las potencias del fascismo, la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini, mientras el Partido Comunista de España (PCE), perteneciente a la Internacional Comunista, conseguía el apoyo a la Segunda República de la URSS y de las Brigadas Internacionales.
El tema de la Guerra Civil es el de mayor producción literaria de toda la historiografía española,[2] así como el más polémico y generador de debate social y político (véase memoria histórica). Aunque hay un acuerdo casi unánime en las fechas, los denominados revisionistas próximos al franquismo, proponen la revolución de 1934 como inicio de la guerra. La propia declaración del estado de guerra fue divergente en ambos bandos: el gobierno republicano no declaró el estado de guerra hasta casi su final (para mantener el control civil de todas las instituciones), mientras que el gobierno de Franco no levantó la declaración hasta varios años después de terminada (para garantizar su control militar).
Las consecuencias de la Guerra civil han marcado en gran medida la historia posterior de España, por lo excepcionalmente dramáticas y duraderas: tanto las demográficas (aumento de la mortalidad y descenso de la natalidad que marcaron la pirámide de población durante generaciones) como las materiales (destrucción de las ciudades, la estructura económica, el patrimonio artístico), intelectuales (fin de la denominada Edad de Plata de las letras y ciencias españolas) y políticas (la represión en la retaguardia de ambas zonas -mantenida por los vencedores con mayor o menor intensidad durante todo el franquismo- y el exilio republicano), y que se perpetuaron mucho más allá de la prolongada posguerra, incluyendo la excepcionalidad geopolítica del mantenimiento del régimen de Franco hasta 1975.
Introducción
La Guerra Civil Española ha sido considerada en muchas ocasiones como el preámbulo de la Segunda Guerra Mundial, puesto que sirvió de campo de pruebas para las potencias del Eje, además de que supuso un desenlace entre las principales ideologías políticas de carácter revolucionario y reaccionario, que crecían en Europa y que entrarían en conflicto poco después: el fascismo, el constitucionalismo de tradición liberal burguesa y los diversos movimientos revolucionarios (socialistas, comunistas, anarquistas y trotskistas). El Partido Comunista de España impulsó la creación de un Frente Popular que aglutinase a la mayoría de fuerzas antifascistas, con el objetivo de defender el funcionamiento democrático parlamentario del Estado por medio de la Constitución vigente, la Constitución de la República Española de 1931. Por la contra, los anarquistas de la CNT y los comunistas del POUM rechazaron pactos con la burguesía y defendieron la revolución a la par que la guerra, con el objetivo de establecer un modelo social libertario o un estado socialista (en términos marxistas dictadura del proletariado)[3][4], eliminando la coerción de cualquier estructura jerárquica a través de una economía de carácter comunista y autónomo, y una organización política basada en órganos de base y comités, sintetizado todo ello en la consigna del comunismo libertario, aunque muchos también aceptaron participar en el gobierno a finales de 1936.[5].[6] Los partidos nacionalistas se centraron en la defensa de su autonomía o en planteamientos secesionistas. Muchos militares sublevados y los falangistas defendieron, en palabras del propio Franco, la implantación de un Estado totalitario. Los monárquicos pretendían la vuelta de Alfonso XIII. Los carlistas la implantación de la dinastía carlista, etc. En ambos bandos hubo intereses encontrados.
De hecho, estas divisiones ideológicas quedaron claramente marcadas al estallar la Guerra Civil: los regímenes fascistas europeos (Alemania, Italia) y Portugal apoyaron desde el principio a los militares sublevados.
El Gobierno republicano recibió el apoyo de la URSS, único país comunista de Europa, quien en un primer momento movilizó las Brigadas Internacionales y posteriormente suministró equipo bélico a la República. También recibió ayuda de México, donde hacía poco había triunfado la Revolución mexicana.
Las democracias occidentales, Francia, el Reino Unido y Estados Unidos, decidieron mantenerse al margen, según unos en línea con su política de no-confrontación con Alemania, según otros porque parecían preferir la victoria de los sublevados. No obstante, el caso de Francia fue especial, ya que estaba gobernada, al igual que España, por un Frente Popular. Al principio intentó tímidamente ayudar a la República, a la que cobró unos 150 millones de dólares en ayuda militar (aviones, pilotos, etc.), pero tuvo que someterse a las directrices del Reino Unido y suspender esta ayuda.
En cualquier caso, esta alineación de los diferentes países no hacía más que reflejar las divisiones internas que también existían en la España de los años 1930 y que sólo pueden explicarse dentro de la evolución de la política y la sociedad española en las primeras décadas del siglo XX.
Algunos ven en estas profundas diferencias político-culturales lo que Antonio Machado denominó las dos Españas. En el bando republicano, el apoyo estaba dividido entre los demócratas constitucionales, los nacionalistas periféricos y los revolucionarios. Éste era un apoyo fundamentalmente urbano y secular, aunque también rural en regiones como Cataluña, Valencia, País Vasco, Asturias y Andalucía. Por el contrario, en el bando nacional, el apoyo era básicamente rural y burgués, más conservador y religioso. Sobre todo fueron aquellas clases más o menos privilegiadas hasta entonces, (burgueses, aristócratas, muchos militares, parte de la jerarquía eclesiástica, terratenientes o pequeños labradores propietarios, etc.) que tras la victoria del Frente Popular veían peligrar su posición o consideraban que la unidad de España estaba en peligro.
El número de víctimas civiles aún se discute, pero son muchos los que convienen en afirmar que la cifra se situaría entre 500.000 y 1.000.000 de personas. Muchas de estas muertes no fueron debidas a los combates, sino a las ejecuciones sumarias, paseos, que llevó a cabo de manera sistemática el bando nacional con libertad total de sus superiores, mientras en el bando republicano solo ocurrieron de manera ocasional y descontrolada, ya que se seguía manteniendo la legalidad y las libertades civiles. Los abusos se centraron en todos aquellos sospechosos de simpatizar con el bando contrario. En el bando nacional se persiguió principalmente a sindicalistas y políticos republicanos (tanto de izquierdas como de derechas), mientras en el bando republicano esta represión se dirigió hacia simpatizantes de la reacción o sospechosos de serlo y sacerdotes de la Iglesia Católica, llegando a quemar conventos e iglesias y asesinando a obispos, sacerdotes y monjas. Es incalculable la pérdida en el patrimonio histórico y artístico de la Iglesia Católica, pues se destruyeron unos 20.000 templos —entre ellos varias catedrales— incluyendo su ornamentación (retablos e imágenes) y archivos.[7][8]
Tras la guerra, la represión franquista se cebó con el bando perdedor, iniciándose una limpieza de la que fue llamada España Roja y de cualquier elemento relacionado con la República, lo que condujo a muchos al exilio o a la muerte. La economía española tardaría décadas en recuperarse.
Los simpatizantes republicanos vieron la guerra como un enfrentamiento entre «tiranía y democracia», o «fascismo y libertad», y muchos jóvenes idealistas de otros países participaron en las Brigadas Internacionales pensando que salvar a la República Española era la causa idealista del momento. Sin embargo, los partidarios de Franco la vieron como una lucha entre las «hordas rojas» (comunistas y anarquistas) y la «civilización cristiana». Pero estas dicotomías son, inevitablemente, simplificaciones: en los dos bandos había ideologías variadas, y muchas veces enfrentadas (por ejemplo, anarquistas contra comunistas en uno, falangistas contra monárquicos y carlistas en el otro).
Trasfondo político
Al abandonar Alfonso XIII España, vista la falta de apoyo popular en las elecciones municipales de 1931, se proclama la República y se convocan elecciones que ganan las izquierdas republicanas y obreras (el PSOE se convierte en el partido con más diputados en las Cortes). Comienza el llamado Bienio Progresista, durante el cual el Gobierno de la República, formado por distintas formaciones republicanas de izquierda (Acción Republicana, radicales-socialistas...) y el Partido Socialista, trata de poner en marcha una serie de leyes de alto contenido social. El fracaso y la lentitud en la aplicación de las mismas llevan a un descontento popular, que culmina en una serie de levantamientos anarquistas (en enero y diciembre de 1933), reprimidos con dureza y que provocan un fuerte escándalo político, la caída del Gobierno y la celebración de elecciones anticipadas en 1933.
La CEDA, partido derechista, gana estas elecciones, pero el Presidente de la República no les permite formar gobierno, por lo que lo acaban formando los radicales de Lerroux con el imprescindible apoyo de la CEDA. Comienza el gobierno de centro derecha llamado por la izquierda Bienio Negro, ya que anuló muchos de los derechos sociales y reformas progresistas aprobadas durante el gobierno anterior, bienio progresista, oponiéndose especialmente a la reforma agraria. Gran parte del pueblo llano había esperado grandes cambios de la Segunda República. Pero la victoria de los conservadores truncó las esperanzas de muchos y reverdeció la agitación y las protestas al ver el rumbo de marcha atrás que tomaba su política.
Ante lo que consideran mal gobierno de Lerroux, la CEDA exige su participación en el gobierno. Se nombran tres ministros de la CEDA, pero este nombramiento (constitucional) no es aceptado ni por la izquierda ni por los nacionalistas. ERC (Esquerra Republicana de Catalunya) proclama desde Barcelona el Estado Catalán dentro de la República Federal Española y UGT declara una huelga general revolucionaria, lo que provoca la Revolución de 1934 y la proclamación desde Oviedo de la República Socialista Española. La situación queda rápidamente dominada por el Gobierno, salvo en Asturias, único lugar en el que los anarquistas se unen a los partidos y sindicatos de izquierdas. El Gobierno reprime la sublevación de Asturias con dureza, trayendo de África a la Legión y, una vez finalizada, se produce una fuerte represión.
Los escándalos financieros y políticos hacen caer al Gobierno radical-cedista y se convocan nuevas elecciones, en las que, por primera vez en mucho tiempo, la izquierda une fuerzas formando el Frente Popular, y los anarquistas, tradicionalmente abstencionistas, a pesar de no formar parte de la coalición, le dan su apoyo.
Con unos resultados muy ajustados, gana las elecciones el Frente Popular. Poco tiempo después, basándose estrictamente en una norma sobre la disolución de las Cortes, es destituido el Presidente de la República, Alcalá-Zamora; por otra parte, se destina fuera de Madrid a los generales que se consideran desafectos a la República.
Durante la Segunda República, la polarización de la política española que se inició a finales del siglo XIX alcanza su cenit. Conviven una izquierda revolucionaria y una derecha fascista importantes, con una izquierda moderada y una derecha republicana; un centro anticlerical y una derecha de fuerte componente católico y monárquico, una sociedad secular muy anticlerical y un catolicismo ultraconservador.
Desde 1808, la sociedad española intentaba salir de una tradición absolutista que, a diferencia del resto de los países de Europa, lastraba aún al país, manteniendo fuertes diferencias económicas entre privilegiados y no privilegiados, derivados del moderantismo decimonónico. Los conservadores, muchos militares, terratenientes y parte de la jerarquía católica ven peligrar su posición privilegiada y su concepto de la unidad de España.
Una población rural dividida entre los jornaleros anarquistas y los pequeños propietarios aferrados a (y dominados por) los caciques y la Iglesia; unos burócratas conformistas y una clase obrera con salarios muy bajos y, por lo tanto, con tendencias revolucionarias propias del nuevo siglo, hacen que también entre las clases pobres la división fuese muy acusada. También existía una tradición de más de un siglo (desde los tiempos del rey Fernando VII), según la cual los problemas no se arreglaban más que con los levantamientos.
Este conjunto de circunstancias hace que, durante la Segunda República, el clima social sea muy tenso, la inseguridad ciudadana muy alta y los atentados de carácter político o anticlerical una lacra para el país.
No es extraño, pues, que en una España marcada por la reciente dictadura de Primo de Rivera e intentonas fallidas, como las de José Sanjurjo, volviese a haber ruido de sables y se temiese un plan para derribar al nuevo Gobierno establecido. Los acontecimientos darían la razón a los pesimistas.
La Revolución Social
Como consecuencia de la inacción del Gobierno en los primeros momentos de la revuelta militar, en las áreas controladas por los anarquistas (principalmente Aragón y Cataluña), en suma a las temporales victorias militares, se llevó a cabo un gran cambio social, en el cual los trabajadores y los campesinos colectivizaron la tierra y la industria y establecieron consejos paralelos al ya entonces paralizado Gobierno. A esta revolución se opusieron los republicanos y comunistas apoyados por la Unión Soviética. La colectivización agraria había tenido un considerable éxito a pesar de carecer de los recursos necesarios, cuando Franco ya había capturado las tierras con mejores condiciones para el cultivo. Este éxito sobrevivió en las mentes de los revolucionarios libertarios como un ejemplo de que una sociedad anarquista puede florecer bajo ciertas condiciones como las que se vivieron durante la Guerra Civil Española.
Cuando la guerra progresó, el Gobierno y los comunistas fueron capaces de acceder a las armas soviéticas para restaurar el control del Gobierno y esforzarse en ganar la guerra, a través de la diplomacia y la fuerza. Los anarquistas y los miembros del POUM fueron integrados al ejército regular, aunque con resistencia; el POUM fue declarado ilegal, denunciado falsamente de ser un instrumento de los fascistas. En las Jornadas de mayo de 1937, las milicias anarquistas y poumistas se enfrentaron a las fuerzas de seguridad republicanas por el control de los puntos estratégicos de Barcelona, tal como George Orwell lo relata en Homenaje a Cataluña.
La Iglesia y la Guerra Civil Española[9]
Cambio: Laicidad del Estado
En octubre de 1931, Manuel Azaña, que para entonces ocupaba la jefatura del Gobierno republicano, declaró:[10]
España ha dejado de ser católica...El Sol, 14 de octubre de 1931
actuando su gobierno en consonancia con ello. Desvinculando la Iglesia del Estado, mostrando así el avance hacia un Estado Laico, en consecuencia los subsidios que se otorgaban al clero quedaron abolidos. La educación no debía tener carácter religioso, sino que debía ser suministrada y subvencionada por el Estado (que aún con dificultades económicas, debido a las deudas por indemnizaciones del programa de desamortización de terrenos agrarios, fomentó la educación pública e inició la creación de nuevas escuelas), se introdujo el matrimonio civil, el divorcio y el entierro civil. Las reformas fueron interpretadas como un ataque hacia la Iglesia. El cardenal Pedro Segura y Sáenz se lamentó de este «severo golpe» y temió por la hegemonía eclesiástica en la nación. Desde este momento las diferencias entre la jerarquía eclesiástica y el gobierno de la Segunda República Española se irían haciendo mayores.[11]
La guerra civil: una cruzada
El golpe de Estado tenía motivos políticos, pero el conflicto pronto tomó un cariz religioso. La Iglesia Católica, cuyo poder había sido socavado, se convirtió en blanco de ataques. Trece obispos, 4.184 sacerdotes, 2.365 religiosos, 263 monjas y millares de personas vinculadas a asociaciones confesionales o meramente católicas practicantes fueron asesinados por revolucionarios opuestos al golpe militar, que equiparaban a la Iglesia Española con la derecha. Se saqueó y prendió fuego a iglesias y monasterios. Ante esta barbarie, la Iglesia confió en los sublevados para defender su causa y «devolver la nación al seno de la Iglesia».
La realidad no era sencilla, pues algunos de los que se encontraban en el bando republicano de la guerra también eran católicos, sobre todo en el País Vasco, de recia tradición católica (especialmente su partido más representativo PNV), por lo que los curas vascos sufrieron persecución por los dos bandos, unos por ser curas y otros por ser nacionalistas. La guerra civil enfrentó no solamente a republicanos y sublevados (entre los que también había republicanos), sino a católicos contra católicos, pese a la carta pastoral non licet de los obispos de Vitoria y Pamplona, en la que dicen:
No es lícito, en ninguna forma, en ningún terreno, y menos en la forma cruentísima de la guerra, última razón que tienen los pueblos para imponer su razón, fraccionar las fuerzas católicas ante el común enemigo...
Menos lícito, mejor, absolutamente ilícito es, después de dividir, sumarse al enemigo para combatir al hermano, promiscuando el ideal de Cristo con el de Belial, entre los que no hay compostura posible...
Llega la ilicitud a la monstruosidad cuando el enemigo es este monstruo moderno, el marxismo o comunismo, hidra de siete cabezas, síntesis de toda herejía, opuesto diametralmente al cristianismo en su doctrina religiosa, política, social y económica...
[12]
El cardenal Isidro Gomá, arzobispo de Toledo y primado de España, escribió:
¿La guerra de España es una guerra civil? No; una lucha de los sin Dios [...] contra la verdadera España, contra la religión católica.La Guerra de España, 1936–1939, página 261.
Poco después del comienzo de la guerra (1936), este mismo cardenal se refirió al conflicto como una lucha entre:
España y la anti-España, la religión y el ateísmo, la civilización cristiana y la barbarie.La Guerra de España, 1936–1939, página 261.
En enero de 1937, en su Respuesta obligada: Carta abierta al Sr. D. José Antonio Aguirre[12] dice:
El amor al Dios de nuestros padres ha puesto las armas en mano de la mitad de España aún admitiendo motivos menos espirituales en la guerra; el odio ha manejado contra Dios las de la otra mitad...
De hecho no hay acto ninguno religioso de orden social en las regiones ocupadas por los rojos; en las tuteladas por el ejército nacional la vida religiosa ha cobrado nuevo vigor...
...Cuente los miles que han sido villanamente asesinados en las tierras todavía dominadas por los rojos. Es endeble su catolicismo en este punto, señor Aguirre, que no se rebela ante esta montaña de cuerpos exánimes, santificados por la unción sacerdotal y que han sido profanados por el instinto infrahumano de los aliados de usted; que no le deja ver más que una docena larga, catorce, según lista oficial —menos del dos por mil— que han sucumbido víctimas de posibles extravíos políticos, aun concediendo que hubiese habido extravío en la forma de juzgarlos.
El cardenal Francisco Vidal y Barraquer, arzobispo de Tarragona, quien trató de mantener una posición imparcial durante la guerra, fue obligado por el Gobierno de Franco a permanecer en el exilio hasta su muerte en 1943.
Casi un año después de iniciada la guerra, el 11 de julio de 1937, después de la cruel persecución sufrida por la Iglesia en la mayor parte de la España republicana, los obispos españoles publicaron una carta colectiva a los obispos de todo el mundo en la que explican su posición respecto a la guerra civil, exponiendo que no están defendiendo un régimen totalitario contra un régimen democrático.[13] Entre otras cosas decía lo siguiente:
Que la Iglesia, a pesar de su espíritu de paz y de no haber querido la guerra ni haber colaborado en ella no podía ser indiferente en la lucha...
Hoy por hoy, no hay en España más esperanza para reconquistar la justicia y la paz y los bienes que de ellas derivan, que el triunfo del movimiento nacional. Tal vez hoy menos que en los comienzos de la guerra, porque el bando contrario, a pesar de todos los esfuerzos de sus hombres de gobierno, no ofrece garantías de estabilidad política y social...
Demos ahora un esbozo del carácter del movimiento llamado «nacional». Creemos justa esta denominación. Primero, por su espíritu; porque la nación española estaba disociada, en su inmensa mayoría, de una situación estatal que no supo encarnar sus profundas necesidades y aspiraciones; y el movimiento fue aceptado como una esperanza en toda la nación; en las regiones no liberadas sólo espera romper la coraza de las fuerzas comunistas que le oprimen. ....
La irrupción contra los templos fue súbita, casi simultánea en todas las regiones, y coincidió con la matanza de sacerdotes. Los templos ardieron porque eran casas de Dios, y los sacerdotes fueron sacrificados porque eran ministros de Dios...
Prueba elocuentísima de que de la destrucción de los templos y la matanza de los sacerdotes, en forma totalitaria fue cosa premeditada, es su número espantoso. Aunque son prematuras las cifras, contamos unas 20.000 iglesias y capillas destruidas o totalmente saqueadas. Los sacerdotes asesinados, contando un promedio del 40 por 100 en las diócesis desbastadas en algunas llegan al 80 por 100 sumarán, sólo del clero secular, unos 6.000. Se les cazó con perros, se les persiguió a través de los montes; fueron buscados con afán en todo escondrijo. Se les mató sin perjuicio las más de las veces, sobre la marcha, sin más razón que su oficio social.«Carta colectiva de los obispos españoles a los obispos de todo el mundo con motivo de la guerra en España», en la Enciclopedia Espasa-Calpe, suplemento 1936–1939, páginas 1553–1555.
En la Guerra Civil española, ante la persecución religiosa en la zona republicana, la Iglesia y el Movimiento Nacional hicieron causa común, colaborando la Iglesia activamente durante ella (de forma muy similar a lo que haría la Iglesia Ortodoxa Rusa en la URSS con Stalin durante la Segunda Guerra Mundial), legitimando el discurso de los sublevados con la idea de la cruzada, sirviendo los obispos y sacerdotes como capellanes a los combatientes nacionales, administrándoles los sacramentos y bendiciendo las armas y las banderas de los regimientos que partían al frente. Se sintió enormemente aliviada por el triunfo de las tropas de Franco, y recibió además la compensación económica que supuso el restablecimiento del presupuesto del clero en octubre de 1939.[14]
El 20 de mayo de 1939, en la Iglesia de Santa Bárbara (Madrid), el general Franco entregó la espada de su victoria al cardenal Gomá. El Ejército, el Movimiento Nacional y la Iglesia celebraron juntos aquel triunfo.
En el mensaje Con inmenso gozo, difundido por Radio Vaticano el 16 de abril de 1939, el recientemente elegido Papa Pío XII saludaba el resultado de la guerra.[14][15]
Los detonantes
Antes del Pronunciamiento del 17 y 18 de julio de 1936 una serie de hechos alarmaron a la opinión pública.
Entre febrero y julio de 1936 se produjeron grandes disturbios en la calle, contabilizándose centenares de tiroteos y decenas de muertos, además de asaltos a iglesias, partidos políticos o periódicos.
El 14 de abril de 1936 se produce el desfile de conmemoración del Quinto aniversario de la República, presidido por Manuel Azaña. Durante el paso de la Guardia Civil, los abucheos y los disturbios fueron abundantes, ya que se dudaba de la fidelidad al Gobierno de la misma, y el resultado fue la muerte del alférez De los Reyes durante una trifulca.
Pero el 16 de abril el entierro constituyó una excusa para que la derecha se echase a la calle para protestar efusivamente; la comitiva, que quiso recorrer mucha más distancia que la que la separaba del cementerio, acabó por provocar trifulcas (existen fotografías de tiroteos por las calles) que hicieron entrar en juego a los Guardias de Asalto. En todo este caos, resulta muerto Andrés Sáenz de Heredia (primo de José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange), y una muchedumbre, al observar cómo el teniente José del Castillo Sáez de Tejada dispara a un joven tradicionalista (carlista), José Llaguno Acha, enfurece e intenta lincharlo. Tanto el joven como él necesitaron atención médica.
Y el 12 de julio, el mencionado José del Castillo Sáez de Tejada muere asesinado mientras pasea tranquilamente por la calle (probablemente por falangistas.[16] Castillo era conocido por su activismo izquierdista y por negarse a intervenir contra los rebeldes de la Revolución de Asturias, «Yo no tiro sobre el pueblo» fueron sus palabras [cita requerida], y este acto de rebeldía le costaría un año de cárcel.
La conmoción por el asesinato no tardó en extenderse entre la propia Guardia de Asalto a la que él pertenecía. Y a la madrugada siguiente, en represalia, un grupo de guardias, al no encontrar en su casa a Gil-Robles, secuestran y matan a José Calvo Sotelo, quien era miembro de las Cortes y líder de la oposición al Frente Popular y había sido ministro de finanzas durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Este crimen convenció de la necesidad de dar el golpe de Estado a los militares que aún estaban indecisos, entre ellos y según Preston, a Franco. Este golpe de Estado estaba preparado por Mola (el Director) para mediados o finales de julio desde hacía tiempo (el Dragon Rapide ya estaba en camino), y contaba con el apoyo de la Falange y de los movimientos conservadores y católicos. El levantamiento acababa de comenzar.
La guerra
La insurrección del 17 de julio
El golpe de Estado fue cuidadosamente planeado, entre otros militares, por los generales José Sanjurjo, Emilio Mola (el Director del alzamiento) y secundado por Francisco Franco, con el que contaban desde el principio, pero que no confirmó su participación hasta el asesinato de Calvo Sotelo. Los planes se establecieron ya en la primavera de 1936, y en la conspiración participaron mandos militares —la Unión Militar Española, antirrepublicana, y la Junta de Generales (cuyo coordinador era el mismo Mola)—, monárquicos, carlistas y otros sectores de la extrema derecha.
El general José Sanjurjo debería haber sido el futuro Jefe de Estado pero murió en accidente de aviación al trasladarse a España desde Portugal, donde estaba exiliado por su intento de golpe de Estado en Sevilla el 10 de agosto de 1932.
Los últimos detalles de la sublevación se concretaron durante unas maniobras realizadas el 12 de julio en el valle del Llano Amarillo, en Ketama, Marruecos, estando previsto dar el golpe de Estado escalonadamente, el 18 en Marruecos y el 19 en el resto de España.
El 17 de julio por la mañana en Melilla, los tres coroneles que estaban al tanto del alzamiento militar se reúnen en el departamento cartográfico y trazan los planes para ocupar el 18 los edificios públicos, planes que comunican a los dirigentes falangistas. Uno de los dirigentes locales de la Falange informa al dirigente local de Unión Republicana, llegando esta información al General Romerales, Comandante Militar de Melilla, que a su vez informa a Casares Quiroga. Romerales envía por la tarde una patrulla de soldados y guardias de asalto a registrar el departamento cartográfico. El coronel al mando del mismo retrasa el registro y llama al cuartel de la Legión, desde donde le envían un grupo de legionarios. Ante estos, la patrulla se rinde y los sublevados proceden a arrestar a Romerales, proclaman el estado de guerra e inician anticipadamente el levantamiento, informando a sus compañeros del resto de Marruecos que habían sido descubiertos. Esto hizo que se adelantase en Marruecos la fecha prevista.
Mola decide adelantar las fechas previstas, por lo que al día siguiente, 18 de julio, la sublevación se generaliza en casi toda España, y el 19 de julio ya es general.
Excepto casos aislados, los militares triunfan en las zonas donde fueron más votadas las candidaturas de derechas en las elecciones de febrero de 1936, y fracasan donde la victoria electoral correspondió al Frente Popular, como en Madrid y Barcelona, donde la insurrección es aplastada sin miramientos. Así, el 21 de julio los rebeldes han tomado el control de la zona de Marruecos bajo protectorado español, las islas Canarias (excepto La Palma), las islas Baleares (excepto Menorca), parte de la provincia de Cádiz y su capital homónima, junto con las ciudades de Córdoba, Sevilla y Granada en Andalucía y la zona situada al norte de la Sierra de Guadarrama y del río Ebro (incluyendo a Galicia, la Región de León, Castilla la Vieja -excepto la provincia de Santander actual Cantabria-, el norte de Extremadura, Navarra y la parte occidental de Aragón), excepto Asturias (salvo su capital Oviedo que quedó en manos nacionales), Cantabria, Vizcaya y Guipúzcoa en la costa norte, la parte oriental de Aragón, la región de Cataluña en el nordeste, Valencia, parte de Castilla la Nueva y el oriente de Andalucía. El 27 de julio de 1936 llegó a España el primer escuadrón de aviones italianos enviado por Benito Mussolini.[17]
Las fuerzas republicanas, por su parte, consiguen sofocar el alzamiento en la mayor parte de España, incluyendo todas las zonas industrializadas, gracias en parte a la participación de las milicias recién armadas de socialistas, comunistas y anarquistas, así como a la lealtad de la mayor parte de la Guardia de Asalto y, en el caso de Barcelona, de la Guardia Civil. El gobernador militar de Cartagena, Toribio Martínez Cabrera, era simpatizante del Frente Popular y la marinería también era contraria al golpe militar, lo que unido a los tumultos populares de los días 19 y 20 hicieron fracasar el movimiento golpista en Murcia.
Por otra parte, caen en manos de los sublevados algunas de las ciudades andaluzas más grandes, incluyendo Sevilla (donde el general Gonzalo Queipo de Llano se hace con inusitada facilidad con el mando de la 2ª División Orgánica), Cádiz, Córdoba y Granada. De éstas, las tres primeras se convirtieron en centros del levantamiento militar en la región de Andalucía.
Centros del levantamiento militar
Los centros del levantamiento militar eran 13: Ceuta en el norte de África; Cádiz, Sevilla y Córdoba en Andalucía; Ferrol (la ciudad natal de Franco), provincia de La Coruña, en Galicia; Oviedo, capital de Asturias, la cual soportó un asedio por parte de los republicanos durante 90 días, hasta la entrada de las tropas franquistas el 17 de octubre; Salamanca y León en la entonces existente región de León; Valladolid y Burgos en la antigua Castilla la Vieja; Vitoria, capital de la provincia de Álava, en el País Vasco; Pamplona, capital de Navarra y Zaragoza, capital de la provincia del mismo nombre, en Aragón. Los principales núcleos republicanos eran 7: Madrid en la antigua Castilla la Nueva, Bilbao, capital de Vizcaya, en el País Vasco; Barcelona en Cataluña; Valencia actual capital de la Comunidad Valenciana; Cartagena y Albacete en la región de Murcia; y Málaga en Andalucía.
De los citados centros de la sublevación parten las ofensivas del Ejército de España, a hacer lo que la propaganda nacional llamó la Reconquista, para tomar las ciudades en manos de la República o a liberar a los lugares en manos de los rebeldes asediados por las tropas gubernamentales, como son los casos del sitio de Oviedo y del Alcázar toledano. En este contexto, los nacionalistas y los republicanos proceden a organizar sus respectivos territorios y a reprimir cualquier oposición o sospecha de oposición. Una estimación mínima señala que más de 50.000 personas fueron ejecutadas, muertas o asesinadas en cada bando, lo que da una indicación de la gran dureza de las pasiones que la guerra civil había desatado.
El resultado del levantamiento es incierto. Aproximadamente un tercio del territorio español ha pasado a manos rebeldes, con lo que ninguno de los dos bandos tiene absoluta supremacía sobre el otro. La intentona de derrocar de un golpe a la República había fracasado estrepitosamente. Ambos bandos se preparan para lo inevitable. Un enfrentamiento que iba a desangrar España durante tres largos años. La Guerra Civil Española acababa de empezar.
El desarrollo de la guerra
Toda esperanza de un rápido desenlace desaparece el 21 de julio, el quinto día de rebelión, cuando los sublevados conquistaron el puerto naval de Ferrol. El triunfo parcial de la sublevación militar anima a las potencias fascistas a apoyar a los rebeldes. En los primeros días muere el general Sanjurjo en un accidente de aviación, por lo que el mando de los rebeldes queda entonces repartido entre Emilio Mola y Franco.
Sin embargo, el mando de los nacionalistas fue asumido gradualmente por el general Franco que lideraba las fuerzas que había traído de Marruecos. El 1 de octubre de 1936 fue nombrado Jefe del Estado y formó gobierno en Burgos. El 3 de junio de 1937 muere en otro accidente de avión el general Emilio Mola, quedando definitivamente Franco solo al frente de la rebelión militar.
El presidente de la República Española hasta casi el fin de la guerra fue Manuel Azaña, un liberal anticlerical, procedente del partido Izquierda Republicana. En tanto que el Gobierno republicano estaba encabezado, a comienzos de septiembre de 1936, por el líder del partido socialista Francisco Largo Caballero, seguido en mayo de 1937 por Juan Negrín, también socialista, quien permaneció como jefe del Gobierno durante el resto de la guerra y continuó como jefe del Gobierno republicano en el exilio hasta 1945.
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Imagen de una moneda de 25 céntimos de 1937 acuñada por el bando nacionalista.
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Imagen de una moneda de 5 céntimos de 1937 acuñada por el bando republicano.
La guerra terrestre
1936
Al fracasar el golpe de Estado y preverse una guerra de larga duración, el primer problema con el que se enfrentan los sublevados es un problema logístico. El Ejército de África está en Marruecos, y debe pasar a la península, la flota republicana bloquea el estrecho de Gibraltar impidiendo su paso y el ejército de Mola está escaso de municiones. Se pone en marcha inmediatamente un puente aéreo, al principio sólo con medios propios, y luego apoyado por aviones italianos y alemanes, entre Marruecos y Sevilla. Con los pocos aviones de ataque y bombardeo disponibles, se hostiga a la escuadra republicana en el estrecho, permitiendo el paso de un primer convoy naval prácticamente desprotegido entre Ceuta y Algeciras, y se inicia la Campaña de Extremadura para tratar de unir las dos zonas en poder de los sublevados, lo que se consigue con la toma de Badajoz a mediados de agosto de 1936, menos de un mes después del alzamiento militar. La rapidez con que cayeron una tras otra las poblaciones en el avance por Extremadura y el Tajo puede atribuirse al avance del Ejército de África de Franco, las tropas mejor entrenadas y curtidas en combate, quizá las únicas verdaderamente profesionales en los primeros caóticos meses de guerra.[18]
Una vez unidas las dos fuerzas, se inicia el avance sobre Madrid, como intento de subsanar la contienda lo antes posible. En esta serie de acciones, pasó a la mitología de la guerra la liberación de los rebeldes asediados en el Alcázar de Toledo el 28 de septiembre, que bajo el mando del coronel José Moscardó soportaban los ataques republicanos desde el 22 de julio; al recibir Moscardó a Varela (encabezando al Ejército de África) éste le dijo la famosa frase: Mi general, sin novedad en el Alcázar. Franco ordenó desviarse hacia Toledo en contra de la opinión de sus consejeros que le recomendaron tomar Madrid; hoy en día hay quienes piensan que de haber tomado Madrid de inmediato la guerra se habría acortado sustancialmente de no haberse liberado el Alcázar toledano, pues de todos modos las tropas sitiadoras tenían que defender a la capital, pero el hecho levantó la moral franquista. El 8 de noviembre empieza la Batalla de Madrid pero los rebeldes no logran su objetivo (la toma de la capital), estabilizándose el frente el día 23.
Por otra parte, el Gobierno de la República pasa sucesivamente de las manos de Santiago Casares Quiroga, quien dimite tras el alzamiento, a las de Diego Martínez Barrio, que ni siquiera jura el cargo. Tras él llegan José Giral, dirigente de Izquierda Republicana, y el miembro del PSOE Francisco Largo Caballero.
En el norte, las tropas nacionales toman Irún el 5 de septiembre y San Sebastián el 13 de septiembre, quedando el norte republicano rodeado por tierra por los nacionalistas. El 17 de octubre se rompe el cerco de Oviedo.
1937
En torno a Madrid se producen diferentes ofensivas y batallas, tratando un bando de aislar Madrid y el otro de aliviar la presión sobre la capital. Son la batalla del Jarama, del 6 al 24 de febrero, la batalla de Guadalajara, con victoria republicana en parte gracias a los planes de ofensiva contra las tropas italianas de José Miaja, del 8 al 18 de marzo; y la batalla de Brunete del 6 al 26 de julio, con victoria de los nacionales. Las dos primeras son iniciativas de los sublevados y la tercera de los republicanos. Ninguna consigue su objetivo.
Pese a que Largo Caballero mejoró la coordinación del Ejército republicano, fue incapaz de contener las disputas entre las formaciones políticas de la coalición gubernamental (que incluía pensamientos tan distantes como el socialismo, el comunismo, el republicanismo burgués, el nacionalismo regional y, unos meses después, el anarquismo) y, por tanto, fue sustituido por Juan Negrín, sobre el que pronto cayó la acusación de estar dominado por los comunistas.
En el frente de Aragón, la República inicia a finales de agosto una ofensiva en Belchite, para intentar aliviar la presión en el frente del norte. Casi al mismo tiempo, los nacionales rompen en el norte el llamado Cinturón de Hierro y ocupan Bilbao, Santander y finalmente, el 20 de octubre, Gijón, poniendo fin al frente norte. Los prisioneros del Frente Norte fueron recluidos en el campo de Miranda de Ebro.
En el sur, toman Málaga el 8 de febrero, estabilizándose el frente en la provincia de Almería. Al finalizar el año, la República toma la iniciativa y comienza la batalla de Teruel siguiendo los planes del general Vicente Rojo.
1938
Continúa la batalla de Teruel, que es tomado el 8 de enero por los republicanos y vuelto a recuperar el 20 de febrero por los nacionales.
En el Gobierno de la República, Negrín se hace además con el ministerio de la Defensa Nacional, sustituyendo a Indalecio Prieto, y propone a los insurrectos los 13 puntos de Negrín como acuerdo de paz, para restablecer una democracia consensuada sobre principios alejados del conflicto bélico.
El 7 de marzo se inicia la ofensiva de Aragón por parte de los nacionales, con el firme propósito de dividir en dos la zona repúblicana. Se realizó en 3 fases, con uso intensivo de tácticas modernas con medios motorizados y aviación (es probable que en el Bajo Aragón se ensayara por primera vez la "Blitzkrieg" o guerra relámpago alemana). Alcañiz es bombardeado el 3 de marzo, y tomado poco después, Caspe cae el 17 de marzo y Lérida el 3 de abril.
Las tropas de Franco toman Vinaroz el 15 de abril, partiendo finalmente en dos la España republicana. La República contraataca el 24 de julio mediante la batalla del Ebro, que se convierte en una dura guerra de desgaste para ambos bandos y termina el 16 de noviembre con la retirada republicana. A partir de este momento, la ruta de acceso a Cataluña queda despejada. El 23 de diciembre se inicia la Ofensiva de Cataluña.
1939
Se precipitan los acontecimientos, cayendo Barcelona el 26 de enero y Gerona el 5 de febrero. En fechas sucesivas, las tropas nacionales avanzan hacia la frontera francesa y toman los pasos desde Puigcerdá hasta Portbou (Gerona).
En las últimas Cortes republicanas, las de Figueras, Negrín pide entre otras cosas que el pueblo pueda decidir sobre el futuro del régimen, pero ante la inminencia de la victoria los nacionales rechazan sus peticiones.
En Madrid, el Coronel Casado da un golpe de Estado anticomunista en marzo, creándose el Consejo Nacional de Defensa, mientras que Juan Negrín —siguiendo su criterio de mantener la resistencia— y buena parte del Gobierno se refugian en Elda y Petrer, en la llamada «Posición Yuste».
La nueva institución se hace con el control de Madrid tras un cruento enfrentamiento entre las mismas tropas republicanas e inicia las diligencias con el Gobierno de Burgos con el objetivo de acordar la paz. Fracasadas estas, el 26 de marzo cae la ciudad. Y el Gobierno republicano pierde rápidamente las últimas capitales de provincia que mantenía: el 29 de marzo Cuenca, Albacete, Ciudad Real, Jaén y Almería; el 30 de marzo Valencia y Alicante, y el 31 de marzo Murcia.[19]
El primero de abril Franco emite el último parte, que dice lo siguiente:
En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. Burgos, 1º de abril de 1939, año de la victoria. El Generalísimo. Fdo. Francisco Franco Bahamonde.
La guerra naval
Al principio de la Guerra Civil, el reparto de la flota era el siguiente:
- En el lado republicano:
- el Acorazado Jaime I,
- los cruceros ligeros Libertad, Miguel de Cervantes y Méndez Núñez,
- catorce destructores en servicio o a punto de entregar,
- siete torpederos,
- doce submarinos
- la casi totalidad de la Aeronáutica Naval.
- En el bando nacional,
- el acorazado España,
- los cruceros pesados Canarias y Baleares, en muy avanzada fase de construcción en Ferrol,
- los cruceros ligeros Almirante Cervera y República (rebautizado como Navarra),
- el destructor Velasco,
- cinco torpederos
- y varios cañoneros y guardacostas.
El bloqueo del Estrecho
La escuadra republicana, consciente de que debe impedir el paso del Ejército de África a la península, bloquea el estrecho de Gibraltar, siendo hostigada por unos pocos aviones nacionales. Sólo consigue pasar un pequeño convoy con unos mil hombres, lo que se interpreta desde el bando franquista como un gran éxito. Pero ante el avance de los nacionales en el Norte de España, la República decide enviar la Escuadra (salvo dos destructores que quedan a cargo del bloqueo del Estrecho) al frente Norte, consiguiendo así ayudar a las operaciones terrestres y retrasar el avance de los sublevados, al impedirles avanzar por la costa. Pero este alivio en el frente norte es fatal para la República, ya que los cruceros Canarias y Cervera acuden al Estrecho, y el 29 de septiembre de 1936 hunden uno de los destructores (el Almirante Ferrándiz) de la clase Churruca después de inutilizar una de las calderas con un tiro casi imposible (la tercera salva a 20 km) y hacen huir al otro, el Gravina, que se refugia en Casablanca, dejando libre el paso al Ejército de África.
La Campaña del Cantábrico
En septiembre, la República decide enviar al Cantábrico al Acorazado Jaime I, dos cruceros, seis destructores y cinco submarinos, dejando en el Estrecho sólo dos destructores y un submarino.
El 24 de septiembre, la Escuadra republicana llega al Cantábrico y paraliza o retrasa las operaciones en tierra de los sublevados. Impide las operaciones en Guipúzcoa y retrasa el avance de las columnas gallegas hacia Oviedo, obligándoles a ir por el interior.
Su superioridad es absoluta, y durante la estancia de la flota republicana en el Cantábrico, no hay actividad en el mismo de la marina rebelde. Pero este triunfo relativo permite, al tener abandonado el bloqueo del Estrecho de Gibraltar, el paso del grueso de las tropas de África a la península.
El 13 de octubre de 1936, el grueso de la escuadra republicana vuelve al Mediterráneo.
Las acciones navales en el bando nacional el resto del año 1936 se limitan a las protagonizadas por el España, el Velasco, los bous y algunos mercantes armados por el bando nacional, dedicándose al bloqueo, a minar los puertos republicanos y al bombardeo de costa. La República sólo había dejado en el Cantábrico al destructor José Luis Díez (conocido en Bilbao por «Pepe el del puerto», por su poca agresividad) y dos submarinos.
El Gobierno vasco, nacionalistas aliados al bando republicano, crea la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi,[20] al mando de Joaquín Eguía, con algunos bous armados (cuatro bacaladeros con cañones de 101,6 mm), nueve bous en misión de dragaminas y hasta 24 pesqueros pequeños más como dragaminas costeros o de puerto. Estas unidades del Gobierno nacionalista vasco, a diferencia de las unidades aliadas republicanas, demuestran un alto grado de preparación y espíritu combativo, interceptando mercantes alemanes con cargamento para los franquistas y llegando a enfrentarse al Velasco el 15 de noviembre de 1936.
Se cierra el año con la desaparición del submarino C5.
En el año 1937, la misión de la flota rebelde es apoyar las operaciones de tierra encaminadas a terminar con el frente Norte, bloqueando y minando los puertos del Cantábrico para evitar el aprovisionamiento de las fuerzas republicanas y apoyar con fuego naval el avance de las tropas de tierra. Intervinieron con base principal en Ferrol, apoyándose en Pasajes, Bilbao y Santander, a medida que iban siendo conquistadas.
Participaron el España, el Velasco, los minadores gemelos Vulcano y Júpiter, tres mercantes armados y unas flotillas de bous. Esporádicamente se incorporaron los cruceros Canarias y Almirante Cervera.
La República reforzó sus fuerzas con el destructor Císcar y los submarinos C6 y C4. Pero se enfrenta con el problema de falta de mando único. Los nacionalistas vascos no aceptan que sus buques sean mandados por la República. Esto, unido a la baja moral de las dotaciones republicanas, hace que los nacionales tengan prácticamente el dominio del mar.
Las operaciones de bloqueo impuesto se vieron dificultadas por la Marina británica, que tenía en estas aguas al crucero de batalla HMS Hood, los acorazados HMS Royal Oak y HMS Resolution, y varios cruceros y destructores que protegían a los mercantes británicos hasta aguas territoriales españolas, con lo que llegaban con facilidad (sólo quedaban tres millas) a los puertos republicanos víveres y suministros militares. Esto permitió la resistencia republicana al avance nacional, pese al relativo dominio del mar.
El 5 de marzo de 1937, el Canarias llega al Cantábrico y apresa al mercante Galdames, a la altura del cabo Machichaco. Para ello tuvo que enfrentarse a los bous nacionalistas vascos que, pese su inferioridad manifiesta, le hicieron frente con gran valor y arrojo, siendo hundido uno de ellos (el Navarra) y averiados los otros dos.
El 30 de abril, frente a Santander, el acorazado España se hunde tras tocar con una mina propia. La tripulación es rescatada por el Velasco.
Al finalizar la campaña del norte, la República había perdido al destructor Ciscar, hundido por la aviación en el puerto de Gijón, y al submarino C6. Los submarinos C4 y C2 se refugiaron en Francia, desde donde volvieron a manos republicanas a mediados de 1938, y el José Luis Díez se refugió en Inglaterra, después en Francia y en agosto de 1938 intentó pasar al Mediterráneo camuflado como el destructor inglés HMS Grenville (D 19), siendo interceptado por el Canarias. Se refugió en Gibraltar, y en diciembre de 1938, al intentar unirse a la flota republicana, fue inutilizado por el minador Vulcano.
Guerra naval en el Mediterráneo
En el Mediterráneo, la guerra naval se centró en el bloqueo de los puertos enemigos, la protección de convoyes, el bombardeo de costa y el apoyo a operaciones terrestres.
El 20 de julio de 1936, el Libertad y varios destructores bombardean Ceuta, y el día 22 con el Cervantes, Algeciras y La Línea.
El 5 de agosto, los nacionales hacen pasar un convoy con éxito a través del Estrecho. El día 7 de agosto de 1936, el Libertad y el Jaime I bombardean Algeciras (donde hundieron al cañonero Dato) y Cádiz.
En agosto de 1936, la Generalidad de Cataluña y el Comité Central de Milicias Antifascistas intentan recuperar Mallorca enviando a un conglomerado de fuerzas de milicias, al mando del capitán de aviación Alberto Bayo, con el apoyo de unidades de submarinos y de la Escuadra republicana basada en Tánger. El intento de toma de Mallorca, mal organizado y peor dirigido, fue un rotundo fracaso, teniendo que retirarse después del fallido intento de desembarco en la isla por la costa este.
El 12 de diciembre de 1936, el Canarias hundió el vapor soviético Konsomol frente a Orán, hundimiento que tuvo repercusión internacional e hizo a los soviéticos más reticentes a utilizar sus mercantes en apoyo de los republicanos.
La flota franquista apoya el avance sobre Málaga, con bombardeos en la costa.
El 7 de septiembre de 1937, el crucero Baleares se encuentra con los cruceros republicanos Libertad, Méndez Núñez y varios destructores escoltando un convoy frente al cabo Cherchel. Entabla combate y, pese a sufrir averías, obliga a los buques de guerra republicanos a retirarse y a los mercantes del convoy a refugiarse en el puerto de Cherchell.
El 23 de abril de 1938, el Libertad, Jaime I, Méndez Núñez y algunos destructores republicanos bombardearon Málaga. El 25 de abril de 1937, el Canarias y el Baleares acosan a la escuadra republicana cuando entra en Cartagena tras bombardear Málaga. Tras un corto intercambio de disparos, los cruceros nacionales se alejan para evitar a las baterías de costa (380 mm).
El 6 de marzo de 1938 es torpedeado y hundido el crucero Baleares, tras un encuentro nocturno de las dos escuadras en la Batalla de Cabo Palos. Las escuadras se separan y los destructores ingleses Boreas y Kempenfelt acuden a ayudar al salvamento de los náufragos. Rescatan a 435 hombres y desaparecen 786. Durante el salvamento, aviones republicanos bombardean a los destructores ingleses, causándoles bajas (un muerto y cuatro heridos en el Boreas).
En enero de 1938, el Canarias bombardea Barcelona, y en febrero los cruceros nacionales bombardean diversos puertos de la costa republicana y escoltan varios convoyes.
El 7 de marzo de 1939, se produce el hundimiento por parte de las defensas costeras de Cartagena, del buque mercante, utilizado como transporte de tropas Castillo de Olite, convirtiendose en el hundimiento de un solo buque con más victimas mortales de la historia de España; 1476 fallecidos
Participación extranjera en la guerra naval
Hasta febrero del 38, la marina franquista tuvo un fuerte apoyo de la Armada Italiana, que participa con cruceros auxiliares y submarinos en el bloqueo de los envíos de armamento ruso. El escándalo producido al hundir por error un submarino italiano a un destructor británico, hace que los italianos dejen de participar directamente, cediendo cuatro «submarinos legionarios» y vendiendo cuatro destructores y dos submarinos a Franco.
Los alemanes enviaron dos submarinos al Mediterráneo en la conocida como Operación Úrsula, hundiendo el U-34 al submarino republicano C3 frente a Málaga.
También aportaron cruceros, pero estos no intervinieron, salvo en el bombardeo de Almería por el Admiral Scheer el 31 de mayo de 1937, efectuado en represalia por el ataque aéreo que había sufrido el 28 de mayo de 1937 el acorazado de bolsillo Deutschland en Ibiza. Este ataque fue efectuado probablemente por tripulaciones rusas, sin conocimiento por parte del mando republicano. Pero el escándalo internacional que provocó hizo que la República dijese que era un error y que se trataba de aviones republicanos que creían atacar al Canarias. El bombardeo de Almería, que se había producido abiertamente (exhibiendo el pabellón alemán), llegó a ser considerado como motivo para que la República declarara la guerra a Alemania (posición defendida por el coronel Rojo e Indalecio Prieto, en búsqueda de la generalización del conflicto a toda Europa), pero finalmente se impuso la postura contraria de Negrín y Azaña.[21]
La aportación de la URSS fue mínima. Aportaron unos pocos mandos y especialistas a los submarinos y a algún buque de superficie.
Francia y Gran Bretaña participaron con varias unidades para evitar el apresamiento de buques propios por la flota nacional, siendo la participación francesa prácticamente testimonial.
La guerra aérea
Durante la guerra civil española se utiliza masivamente la aviación de combate, de forma que algunas de sus acciones llegan a ser hitos en la historia de la aviación militar.
- Se efectúa el primer puente aéreo de la historia.
- En el caso del bloqueo del Estrecho, la superioridad aérea local de los sublevados compensó su inferioridad naval.
- En la utilización de la aviación de caza, hay un cambio importante, primando sobre las capacidades maniobreras de aviones y pilotos, el techo y la velocidad. Esto significa el fin de los biplanos como aviones de caza.
- Por parte de ambos bandos se bombardean poblaciones indefensas, partiendo de bases aéreas o improvisados campos de vuelo (como el aeródromo de Cáceres o el aeródromo de Los Llanos). Los primeros fueron los aviones de la República, al bombardear la mezquita de Tetuán el mismo 18 de julio. Pero estos ataques fueron muy poco efectivos. El más famoso fue el de Guernica, y los que produjeron más daños y bajas fueron probablemente los de Madrid y Barcelona. Otras ciudades bombardeadas fueron Alicante, Bilbao, Cáceres, Cartagena, Córdoba, Gijón, Granollers, Málaga, Santander, Sevilla, Valencia y Valladolid.
- Ambos bandos efectuaron ataques aéreos a unidades navales, en puerto y en la mar.
- Casi todas las operaciones terrestres fueron previamente preparadas por bombardeos aéreos y ametrallamientos de las unidades enemigas.
- Se demostró la importancia de la aviación de caza para el dominio del aire. Una aviación de caza eficaz evitaba los bombardeos enemigos. Se empezó a utilizar la caza nocturna.
- Aunque anecdótico, se emplearon aviones de bombardeo en picado para lanzar víveres y mensajes de ánimo a posiciones sitiadas, como el Alcázar de Toledo o el Santuario de Santa María de la Cabeza.
- Y otra anécdota fueron los bombardeos ideológicos, mediante octavillas y soflamas a las ciudades que estaban en la retaguardia, como el bombardeo del pan sobre Alicante.
Los medios aéreos en el Estrecho de Gibraltar
- El 19 de julio, una vez que las tropas de Queipo de Llano dominan el aeropuerto de Tablada, Kindelán organiza con tres aviones Fokker V.VII el primer puente aéreo de la historia[cita requerida], llevando a pequeños grupos de legionarios (10 a 15 por vuelo) de Tetuán a Tablada. Este puente aéreo se prolonga, ya con más medios, al haberse recibido aviones de transporte italianos y alemanes, hasta finales de septiembre. Efectuó un total de 677 vuelos y transportó 12.000 hombres con su material.
- El 29 de julio llegan a Marruecos los primeros aviones alemanes e italianos. El envío inicial es de 12 Savoia 81 italianos, de los que llegan 9, ya que tres se pierden en el viaje desde Italia, 20 Junkers 52 (transporte y bombardeo) y 6 Heinkel 51 (cazas) por parte alemana. Hitler manifiesta que presta esta ayuda a Franco, no a los sublevados.
- El 5 de agosto, cinco bombarderos Savoia 81 consiguen alejar del Estrecho a la escuadra republicana, permitiendo el paso de un convoy con unos 1.000 hombres y sus pertrechos.
- Participan en la campaña aérea para impedir el bloqueo del Estrecho por la Flota Republicana 8 Savoia 81 y 9 Junkers.
- Las operaciones aéreas en el Estrecho se pueden considerar terminadas en octubre de 1936, cuando la flota de Franco consigue el dominio del Estrecho.
La campaña de Extremadura
Con los aviones que la República compró a Francia, André Malraux forma la Escuadrilla España y pasa a actuar en Extremadura Al principio obtiene éxitos relativos, retrasando a las tropas nacionalistas en su avance para unir las dos zonas sublevadas. A mediados de agosto de 1936, al recibirse en el bando nacional los cazas italianos Fiat, estos empiezan a apoyar el avance en Extremadura, proporcionando a las tropas sublevadas el dominio del aire e impidiendo la actuación de la aviación republicana.
La guerra aérea en la batalla de Madrid
- El 23 y 25 de agosto de 1936, los nacionalistas bombardean los aeropuertos de Getafe y Cuatro Vientos, y a partir del 27, empiezan a bombardear Madrid. Este es el primer bombardeo de este tipo, en el que se fuerza a la población civil a vivir pendiente de las alarmas aéreas, no encender luces de noche, etc., situación que después sufrirían muchas ciudades europeas en la Segunda Guerra Mundial.[cita requerida]
- Aviones republicanos bombardean el Alcázar de Toledo, y un avión Junker alemán lanza sobre el Alcázar alimentos y dos cartas de ánimo, una de Mola y otra de Franco.
- En octubre de 1936 llegan a Cartagena los primeros aviones rusos y dan un vuelco a la situación. Los Chatos y los Moscas proporcionan a la República la superioridad aérea y hacen que Franco se replantee sus planes del asalto definitivo a la capital.
- Del 23 al 30 de octubre, aumenta el ritmo de los bombardeos por Junkers Ju 52. El 4 de noviembre empiezan a actuar los Chatos y dispersan a los Fiat que escoltaban a los Ju 52 que iban a bombardear Madrid. En los primeros días derriban seis aviones.
- El 13 de noviembre se enfrentan 14 Fiat CR.42 contra 13 Chatos sobre el cielo de Madrid. Combaten sobre el paseo de Rosales y, pese a su mayor velocidad, los aviones rusos no consiguen eliminar del cielo a los aviones rebeldes.
- Los aviones de la Legión Cóndor, en su primera intervención, apoyan el avance de Varela y Asensio, consiguiendo así Asensio pasar el Manzanares y ocupar parte de la Ciudad Universitaria.
El 20 de noviembre de 1936 se da por terminada la primera ofensiva sobre Madrid, aunque continúan los bombardeos aéreos y artilleros sobre la capital.
- En febrero de 1937, en la batalla del Jarama, los Chatos rusos impiden los ataques de los Ju52 alemanes. La República tiene el dominio del aire. Pero el 18 de febrero, tras un combate aéreo dirigido por Joaquín García-Morato al frente de la Patrulla Azul, los nacionales recuperan el dominio del aire. En un combate entre Fiat y Chatos, pese a su menor velocidad, los Fiat derriban a ocho Chatos. A partir de este momento, los rusos, por precaución, deciden no enviar más Chatos a la batalla del Jarama.
- El 8 de marzo, en la batalla de Guadalajara, los aeropuertos de fortuna de los nacionales están embarrados debido a las fuertes lluvias y no permiten que despegue la aviación. Los republicanos tienen el dominio del aire y hostigan a las fuerzas italianas, empleando los aviones incluso para la guerra psicológica, bombardeando a las tropas con pasquines que les invitan a desertar. El día 12, la aviación apoya el avance de las tropas republicanas.
La campaña del Norte
- En agosto de 1936, Junkers alemanes bombardean Irún y San Sebastián.
- El 27 de diciembre de 1936 18 aviones rebeldes bombardean el Barrio Obrero de Santander y otros puntos de la ciudad, produciendo unos 70 muertos y 50 heridos entre población civil inocente. La réplica no se hizo esperar y ese mismo día eran asesinados 156 presos del barco-prisión "Alfonso Pérez", surto en la dársena de Maliaño. Ya con anterioridad la ciudad había sido bombardeada.
- El 4 de enero de 1937, Ju52 de la Legión Cóndor bombardean Bilbao. Dos son derribados, y uno de los pilotos, linchado. Se produce una revuelta popular que asalta las cárceles, asesinando a más de 200 prisioneros políticos. La revuelta, apoyada por un batallón de milicias de UGT, es reprimida por la fuerza de las armas de los gudaris, que consiguen así salvar la vida de parte de los prisioneros políticos.
- El 22 de marzo de 1937, los nacionales concentran su aviación en el frente norte. Se reúnen en Vitoria 80 aviones alemanes y 70 italianos.
- El 31 de marzo, los alemanes bombardean Durango, causando 127 muertos (según Hugh Thomas 258, o 500 según otras fuentes). Este es, en el frente norte, el primer bombardeo aéreo a una ciudad indefensa.
- Hasta el 4 de abril, de 40 a 50 aviones bombardean diariamente Ochandiano.
- El 20 de abril empieza el avance de los nacionales en Vizcaya, precedido por bombardeo aéreo y artillero.
- El 26 de abril, la Legión Cóndor bombardea Guernica. El resultado es de unos 1.000 muertos (150 a 1.600 según fuentes), el 70% de las casas destruidas y el 20% dañadas. Se estima que se lanzaron unos 50.000 kg de bombas desde 43 aviones. Los cazas Messerschmitt-109, en vuelo rasante, ametrallaron a los que huían del pueblo.
- El 30 de abril la aviación republicana ataca al acorazado España y al destructor Velasco tratando de dificultar el rescate por parte del destructor rebelde de la marinería del acorazado, que se iba a pique frente a las costas de Santander.
- En mayo la Legión Cóndor bombardea los bosques con bombas incendiarias, para obligar a retirarse a los republicanos.
- A partir del 22 de mayo, la República envía a los aeropuertos vascos, atravesando el territorio en poder de Franco, unos 50 Moscas, Chatos y Katiuskas, de los que se pierden 5.
- El 11 y 12 de junio se producen bombardeos masivos sobre el Cinturón de Hierro de Bilbao, previos al ataque artillero y al avance de las tropas.
- El 14 de junio la caza efectúa ataques rasantes sobre la carretera de Bilbao a Santander, atacando al personal nacionalista y republicano que huye de Bilbao.
- El 6 de agosto la aviación republicana pierde 12 cazas en una batalla aérea sobre Torrelavega (Cantabria).
- La Legión Cóndor deja el frente norte para apoyar a las tropas en Brunete.
- Continúa el avance de los nacionales por Santander hacia Asturias, con el apoyo de unos 250 aviones, pese a la ausencia de la Legión Cóndor.
- Ya en Asturias, reincorporados los alemanes, estos estrenan tácticas de bombardeo masivo sobre las tropas asturianas (Asturias se había proclamado independiente el 28 de agosto). No hay indicios de aviación asturiana.
- El 21 de octubre, aviones franquistas hunden al destructor Ciscar en el puerto de Gijón.
Batalla de Brunete
- El 18 de julio de 1937, la Legión Cóndor derriba 21 aparatos republicanos, volviendo a dar a los nacionales el dominio del aire.
- Ente el 19 y el 22 de julio, la República pierde unos 100 aviones, y los nacionales 23.
La guerra aérea en Andalucía
- En agosto de 1936, Savoia italianos hostigan a las tropas republicanas que pretenden recuperar Córdoba.
- El 29 de octubre de 1936, una escuadrilla de Katiuska rusos bombardea Sevilla.
- El 8 de febrero de 1937, aviones nacionales atacan a las tropas que se retiran de Málaga. En su última actuación, la escuadrilla de Malraux protege esa retirada.
- A primeros de abril de 1937 cae en manos republicanas el Santuario de Santa María de la Cabeza, en la provincia de Jaén. Durante su asedio fue aprovisionado por aire, habiendo recibido unas 70 toneladas de alimentos desde Córdoba y unas 80 desde Sevilla. Los nacionales empleaban para el aprovisionamiento técnicas de bombardeo en picado, y, para el material delicado (como medicinas), la “técnica del pavo”, que consistía en lanzar en la vertical del santuario un pavo vivo al que se le ataba el material delicado.
- El 7 de noviembre de 1938 es bombardeada la ciudad de Cabra acción considerada el Guernica republicano.
La guerra aérea en el Mediterráneo
- El 5 de noviembre de 1936 es bombardeada por primera vez Alicante y volvería a serlo el día 28 durante 8 horas.
- El 25 de noviembre de 1936, aviones alemanes de la Legión Cóndor efectúan un bombardeo nocturno sobre Cartagena.
- En enero de 1938 y como represalia a varios ataques republicanos, nueve Savoia 79 de la Aviación Legionaria italiana basados en Palma de Mallorca bombardean Barcelona, en un ataque masivo de unos pocos minutos de duración, que produce 150 muertos y 500 heridos, todos civiles.
- Desde el 16 hasta el 18 de marzo de 1938, durante la ofensiva sobre Cataluña y Levante, Heinkel «Zapatones» bombardean a baja altura y baja velocidad el casco urbano de Barcelona en diecisiete misiones separadas unas tres horas, dejando caer las bombas deliberadamente espaciadas. La población civil empieza a huir de Barcelona. Según Hugh Thomas, hubo unos 1.300 muertos y 2.000 heridos. Desde el primer día, García Lacalle, jefe de la caza, solicita el envío de I-16, y cuando consiguió que le enviasen tan sólo cuatro «Chatos», los bombardeos cesaron.
- En mayo de 1938 se reanudan los bombardeos sobre Barcelona y su provincia, Valencia y Alicante. Especialmente duros fueron los bombardeos de Alicante y Granollers. En Alicante, el 25 de mayo, a las 11:05, 9 aviones dejaron caer 90 bombas sobre el Mercado Central, matando a 313 personas en lo que fue calificado como «Ataque deliberado a una zona civil». En Granollers fue el 31 de mayo cuando, a las 9:05 y sin alarma previa, 5 Savoia-S 79 italianos lanzan en un minuto 30 bombas explosivas y al menos 10 incendiarias en el centro de la ciudad. Hubo un mínimo de 224 muertos, unos 200 en el acto, casi todos mujeres y niños.[22]
- El 6 de octubre de 1938 se produjo en Alicante el «bombardeo del pan», mediante el cual se arrojaron panecillos blancos envueltos en la famosa soflama «Ni un hogar sin lumbre, ni un español sin pan. Franco».
Bombardeos sobre poblaciones fuera de las campañas terrestres
- El 18 de julio de 1936, los republicanos bombardean el barrio moro y la Mezquita de Tetuán, provocando una manifestación de marroquíes contra los españoles, que se disuelve al presentarse el Gran Visir y explicarles que los culpables no han sido los sublevados, sino sus enemigos. Franco concedió al Gran Visir la Cruz Laureada de San Fernando por esta intervención.
- El 23 de agosto de 1936 despega del aeródromo del Prat de Llobregat un Fokker, y después de dar varias pasadas, lanza cuatro bombas en las proximidades de la Basílica del Pilar de Zaragoza. Dos impactan en el templo, pero ninguna hace explosión. Los zaragozanos se lo atribuyen a un milagro de la Virgen del Pilar, si bien parece que fueron saboteadas por personal de tierra afecto a los rebeldes, o lanzadas por debajo de la altura mínima de armado de las espoletas.
- A finales de enero de 1938, aviones republicanos bombardean Sevilla y Valladolid.
- El 7 de noviembre de 1938 , tres aviones de la aviación republicana bombardearon la localidad de Cabra, a bastante distancia de las líneas del frente, en la zona franquista.
Campaña en los frentes
Guerra en el País Vasco
Guerra en Cantabria
Guerra en Castilla y León
Guerra en Córdoba
Guerra en Aragón
Participación extranjera
Las principales potencias democráticas de Europa, Francia (salvo un período inicial en el que vendió aviones y proporcionó pilotos a la República) y Gran Bretaña se mantuvieron oficialmente neutrales, pero dicha neutralidad era engañosa, ya que impusieron un embargo de armas y un bloqueo naval (poco efectivo, puesto que los dos bandos recibieron armamento y municiones por vía marítima) a España, además de intentar desalentar a la participación anti-fascista de sus ciudadanos en apoyo de la causa republicana. Pero pese a estos intentos, muchos franceses e ingleses (Malraux, Orwell, etc.) participaron individualmente como voluntarios en la lucha. Dos temores alimentaban esta política: el triunfo de la revolución en España y una confrontación total en el ámbito europeo.
La neutralidad de las democracias occidentales tuvo su justificación oficial a través de su participación en el denominado Comité de No Intervención, del cual formaban parte, además de Francia e Inglaterra, Italia, Alemania, la URSS y otros países menores. Si la misión del comité era impedir el suministro de armas a cualquiera de los dos bandos enfrentados, es fácil suponer, viendo su composición, que su gestión necesariamente habría de ser un completo fracaso, como así ocurrió.
A pesar de todo, el hecho cierto es que mientras los nacionales recibieron armamento, equipo y efectivos de las potencias fascistas, la República solo recibió ayuda importante desde la lejana URSS y, en mucha menor medida, de México. Las principales democracias occidentales (Gran Bretaña, Francia o los Estados Unidos), no le prestaron ayuda, temerosas de su carácter revolucionario y de un enfrentamiento abierto con Alemania e Italia.
Las potencias democráticas, concentradas en su política de apaciguamiento de los regímenes fascistas, no miraban con buenos ojos la oposición frontal de las izquierdas revolucionarias, en las que veían una cierta amenaza de que se extendiera el mal ejemplo soviético. Por ello, la República era vista por esos países como un régimen inclinado a un comunismo al que no tenían gran simpatía.
La Guerra Civil Española fue una guerra total en la que ambos bandos se volcaron con todos los recursos disponibles e hicieron uso hasta del último hombre. Por tanto, cualquier ayuda era poca, siendo esta significativamente mayor para el bando sublevado, lo que resultaría decisivo en el transcurso de la guerra.
Alemania
Ayudó a Franco enviando a España la Legión Cóndor, y miles de técnicos y asesores militares.
Aprovechó la guerra para probar sus nuevos modelos de armas y tácticas. Se probaron los cazas Messerschmitt Bf 109 Junkers Ju 87 A/B y los bombarderos Junkers Ju 52 y Heinkel He 111.
Estrenó en España sus tácticas de bombardeo sobre ciudades. Aunque no fue el único, el más famoso fue el bombardeo de Guernica representado por Picasso en su cuadro Guernica, expuesto en el pabellón español de la Exposición Universal de París de 1937.
La Legión hizo su último desfile oficial en España el 22 de mayo de 1939, cuatro días después 5.136 oficiales y soldados alemanes salieron por barco para Alemania, llevándose con ellos unas 700 toneladas de equipo y la mayor parte de los aviones que quedaban. Desde su llegada a España en julio de 1936 habían reivindicado la destrucción de 386 aviones enemigos (313 de ellos en combate aéreo), con la pérdida de 232 de los suyos (de los cuales sólo 72 fueron destruidos por la acción enemiga). Además, los aviones de la Legión Cóndor habían lanzado unas 21.000 toneladas de bombas, contribuyendo en no escasa medida a la victoria final de los nacionales. 226 miembros de la Legión perdieron la vida en España.
Italia
Envió a España al Corpo Truppe Volontarie y la Aviación Legionaria.
Ayudó al bloqueo del armamento enviado desde la URSS a España con acciones puntuales de su propia Armada.
Aportó cuatro «submarinos legionarios» a la flota de Franco y le vendió cuatro destructores y dos submarinos. La ayuda italiana fue, en palabras de R. Serrano Suñer, la ayuda más «grande, delicada y desinteresada», pues es de mencionar que Italia tenía en España tres divisiones completas y que, mientras Alemania cobraba inmediatamente la ayuda material, Italia ofrecía la ayuda prácticamente gratuita. Además, Italia colaboró con cerca de 300 aviones a la causa rebelde.[23]
URSS
Probaron tácticas y comportamiento en combate de los I-15 («Moscas») e I-16 («Chatos»), así como tácticas de carros y bombardeos a objetivos navales.[24] Aportaron asesores militares, e incluso oficiales de marina para mandar algunos submarinos republicanos.[25][26][27] El 29 de octubre de 1936, 15 tanques rusos T-26 tripulados por rusos y mandados por Paul Arman (a Greiser), atacan a la caballería franquista ensayando las tácticas de Blitzkrieg alemana tan admiradas en Rusia.[28] En 1937 había 125 carros de combate rusos al mando del general ruso Rudolf.[29]
La mayoría de los Chatos y todos los Moscas estaban pilotados por pilotos rusos.[29]
En 1937, dos aviones pilotados por rusos bombardean al acorazado alemán Deustchland en aguas de Ibiza, matando a 22 marineros e hiriendo a 75, de los que más tarde morirían 9.[30]
La Unión Soviética vendió a la República una cantidad indeterminada de armas, vehículos y material. Algunos autores hablan de 680 aviones, 331 carros de combate, 1.699 piezas de artillería, 60 coches blindados, 450.000 fusiles Mosin Nagant, 20.486 ametralladoras y fusiles ametralladores DPM y 30.000 toneladas de munición.[31] La República presuntamente pagó estos y otro envíos con las reservas de oro del Banco de España. Hay que tener en cuenta que, entonces, España poseía la cuarta reserva de oro más grande del mundo, con un valor aproximado de 783 millones de dólares, de los que se pagaron a la URSS unos 500 millones de dólares.[32] Algunos han condenado, posiblemente con razón, a la URSS de abusar de la precaria situación republicana para venderles armas a precios excesivos, llegando algunos (Gerald Howson) a hablar de una verdadera estafa. Los soviéticos también enviaron muchos asesores militares, los cuales participaron activamente, incluso en los combates.[33] Tanto el bando nacional como los propios republicanos criticaron la salida de reservas de oro, realizada en secreto, sosteniendo que había sido un expolio, y se acuñó la expresión «Oro de Moscú», alegando que era una especie de cuenta del Gobierno republicano, depositada en Moscú y no un pago por el material bélico adquirido.
COMINTERN
El Comintern organizó y dirigió a través del NKVD una tropa de voluntarios para que fueran a luchar en favor de la República, las popularmente conocidas como Brigadas Internacionales. Los voluntarios americanos formaron el Batallón Lincoln y los canadienses el Batallón Mackenzie-Papineau (los Mac-Paps). También hubo un pequeño grupo de pilotos estadounidenses que formaron el Escuadrón Yankee, liderado por Bert Acosta. Hubo brigadistas famosos, escritores y poetas como Ralph Fox, Ernest Hemingway, Charles Donelly, John Cornford y Christopher Caudwell que describirían sus experiencias en el frente. Lucharon alrededor de 40.000 brigadistas y otros 20.000 sirvieron en unidades médicas o auxiliares. El 23 de septiembre de 1938 se ordenó su retirada total, con el fin de modificar la posición de no-intervención mantenida por el Reino Unido y Francia.
Otros países
- Ayudaron a los sublevados la brigada irlandesa del general Eoin O'Duffy y Portugal, con tropas de voluntarios, denominadas Os Viriatos y permitiendo el paso de suministros alemanes por sus puertos.
- México apoyó la causa republicana de forma militar, diplomática y moral: proveyendo a las fuerzas leales de 20.000 rifles, municiones (se habla de un aproximado de 28 millones de cartuchos), 8 baterías, algunos aviones y comida así como creando asilos para intelectuales, familias y niños que llegaron al puerto de Veracruz.
- Francia facilitó a la República al principio de la guerra aviones y pilotos, por los que cobró unos 150 millones de dólares.
- EE. UU. vendió aviones a la República y gasolina a Franco.[34]
- La mayoría de las embajadas y legaciones extranjeras de Madrid y algunos consulados de capitales de provincia ejercieron una importante labor humanitaria dando asilo político a miles de españoles de ambos bandos que se encontraban en peligro de muerte.[35]
- Argentina cooperó en la evacuación de asilados hacia Francia con dos buques de la Armada Argentina, el ARA 25 de mayo y el ARA Tucumán.
La represión en retaguardia
Durante los primeros días, unas 50.000 personas que quedaron atrapadas en el bando contrario fueron ejecutadas mediante los llamados paseos. Estos eran realizados por grupos armados que iban a buscar a la gente a sus casas o las cárceles donde se hallaban presos y bajo el eufemismo de vamos a dar un paseo los llevaban a cualquier carretera o a las tapias del cementerio y los ejecutaban.
Posiblemente el más divulgado, por la personalidad del ejecutado, de tales ajusticiamientos, entre los llevados a cabo por el bando nacionalista, sea el del poeta y dramaturgo Federico García Lorca en el barranco de Víznar en Granada. También adquirió gran relevancia la masacre de Badajoz, perpetrada por las tropas sublevadas tras la toma de la ciudad. Por parte del bando republicano se puede citar el caso de los presos sacados de las cárceles de Madrid (entre los que se encontraba el dramaturgo Pedro Muñoz Seca) y ejecutados en la localidad de Paracuellos.
En el contexto de la guerra fueron muchos los que se aprovecharon para realizar tan macabros actos, a veces por venganza sin relación con la propia contienda, y cuando una zona caía en manos de uno u otro bando, no tardaban en llegar los paseos. Especialmente cruel para la población fue el caso de las localidades que fueron intermitentemente ocupadas por ambos bandos, con las consiguientes y repetidas ejecuciones y venganzas.
En la zona bajo control de la República, los enfrentamientos entre milicias y facciones opuestas también sirvieron de coartada a episodios de represión sangrientos, como en el caso de los levantamientos populares de Barcelona en mayo de 1937.
El militar Ramón Salas Larrazábal estudió las cifras de víctimas que pudieron morir en estas retaguardias. Consideró, según sus estudios que todas las víctimas fueron inscritas en los Registros Civiles, haciendo un cálculo aproximado de las muertes de la Guerra. En el Anexo:Mortalidad en la Guerra Civil Española, por inscripción en juzgados, se puede ver un resumen de sus conclusiones. Sin embargo en estudios posteriores, y por ejemplo, en Navarra que el consideraba lugar testigo, se ha podido comprobar que las víctimas de la represión eran muy superiores a las cifras que él había calculado.
Consecuencias
El número de muertos en la Guerra Civil española sólo puede ser estimado de manera aproximada. Las fuerzas nacionalistas pusieron la cifra de 500.000, incluyendo no sólo a los muertos en combate, sino también a las víctimas de bombardeos, ejecuciones y asesinatos. Estimaciones recientes dan asimismo la cifra de 500.000 o menos. Esto no incluye a todos aquellos que murieron de malnutrición, hambre y enfermedades engendradas por la guerra. La cifra de 1.000.000, a veces citada, procede de una novela de Gironella, que la justifica entre los 500.000 reconocidos y otros tantos cuya vida resultó irremediablemente destrozada. El exilio forzoso de muchos represaliados antes, durante y después de la guerra es difícil de cuantificar. Según su situación geográfica y sus preferencias políticas se optó entre salir por mar, cruzando el océano para pasar a países sudamericanos en su mayoría o el mar los más pudientes para ir a Inglaterra o Francia. O por tierra cruzando los Pirineos al lado galo.País este último que muchos eligieron por su cercanía con España y su creencia de buena acogida. Demostrándose su error con hechos como los campos de concentración de Bram .
Las repercusiones políticas y emocionales de la guerra trascendieron de lo que es un conflicto nacional, ya que, por muchos otros países, la Guerra Civil española fue vista como parte de un conflicto internacional que se libraba entre la religión y el ateísmo, la revolución y el fascismo. Para la URSS, Alemania e Italia, España fue terreno de prueba de nuevos métodos de guerra aérea y de carros de combate. Para Gran Bretaña y Francia, el conflicto representó una nueva amenaza al equilibrio internacional que trataban dificultosamente de preservar, el cual se derrumbó en 1939 (pocos meses después del fin de la guerra española) con la Segunda Guerra Mundial. El pacto de Alemania con la Unión Soviética supuso el fin del interés de ésta en mantener su presión revolucionaria en el sur de Europa.
En cuanto a la política exterior, la GCE supuso el aislamiento de España y la retirada de embajadores de casi todo el mundo. Sólo unos pocos países mantuvieron relaciones diplomáticas con España desde el final de la II Guerra Mundial hasta el inicio de la Guerra Fría. A partir de los años 50, las relaciones internacionales españolas, con el apoyo de EE.UU, pasan a ser casi normales, salvo con los países del Bloque Soviético.
Dirección General de Regiones Devastadas
Durante la Guerra Civil Española de 1936 a 1939, muchos pueblos y ciudades, a lo largo de la geografía española, fueron total o parcialmente destruidos. Una vez finalizada la guerra, se constituyó la Dirección General de Regiones Devastadas que asumió la función de reconstruirlos.
Entre muchas poblaciones devastadas, se encontraron las siguientes:
- Asturias: La Foz, Oviedo, Pendones, Tarna, Villamanin.
- Vizcaya: Guernica.
- Cantabria: Las Rozas de Valdearroyo.
- Castellón: Benafer, Xilxes.
- Guadalajara: Gajanejos, Hita, Masegoso de Tajuña.
- Guipúzcoa: Éibar.
- Huesca: Banariés, Banastás, Huerrios, Igriés, Lascascas.
- Madrid: Brunete, La Hiruela, Prádena del Rincón, Villanueva de la Cañada, Villanueva del Pardillo.
- Teruel: Híjar.
- Zaragoza: Belchite.
Las banderas de la guerra
Bando Republicano
Bandera oficial de la República
Al suprimirse todos los regimientos del Ejército, se dejó temporalmente de utilizar, siendo sustituida por las de las diferentes milicias, que adoptaron banderas rojas o rojinegras, en muchos casos con emblemas partidistas, como la hoz y el martillo, un puño cerrado, o el escudo de algún sindicato.
A primeros de octubre de 1936 se crea el Ejército Popular Republicano, disponiéndose que se vuelva a usar la tricolor.[36]
Banderas de unidades
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Bandera utilizada por el Euzko Gudarostea
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Bandera del Batallón Lincoln (estadounidense)
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Bandera del Batallón Dabrowsky (polaco)
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Bandera del Grupo Rakosi (húngaro)
-
Bandera de la 44 División del Ejército Popular
Bando Nacional
Banderas oficiales
-
Al empezar la sublevación, se utiliza la bandera de la II República a excepción de algunas regiones como Navarra.
-
Por el Decreto de 29 de agosto de 1936 se restableció la bandera bicolor como oficial, sin especificar escudo.[36]
-
Por la Orden de 13 de septiembre de 1936 se establecía como escudo el de la República. Los regimientos existentes, sin posibilidades de renovar las banderas taparon con una franja roja la morada, por lo que utilizaron banderas rojigualdas con sus tres franjas de la misma anchura. Sin embargo las unidades nuevas sí utilizaron la representada.
-
El 2 de febrero de 1938, aún sin terminar la guerra civil, se establece de forma oficial la bandera rojigualda, con banda gualda de doble ancho que las rojas laterales. Como escudo central se establece uno inspirado por Falange en elementos de la heráldica de los Reyes Católicos, es decir, el águila de San Juan, las flechas y el yugo.
Banderas de unidades
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Parte izquierda del estandarte de honor de la Legión Cóndor
-
Parte derecha del estandarte.
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Bandera de Falange Española de las JONS
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Bandera imperial con la Cruz de Borgoña o de San Andrés. Se empleó por algunas unidades carlistas en banderas, guiones y banderines. La mayoría de las unidades utilizaron la bandera bicolor con diferentes anchuras de cada color y con diferentes escudos y textos.[39]
-
Bandera de los voluntarios rusos blancos integrados en unidades carlistas.
La guerra civil en el arte
Cine
Véase Categoría:Películas sobre la Guerra Civil Española[40]
Realizadas durante la propia guerra, aunque también hubo películas de ficción (las republicanas Aurora de esperanza -Antonio Sau, Barcelona, 1937-, Barrios bajos -Pedro Puche, Barcelona, 1937- y Nuestro culpable -Fernando Mignoni, 1938- y cinco películas nacionales de Benito Perojo y Florián Rey rodadas en los estudios alemanes de la UFA, de género folclórico -ambiente reconstruido en La niña de tus ojos, Fernando Trueba, 1998-),[41] fueron fundamentalmente de género documental:
- Bando republicano:
- España 1936 (Luis Buñuel)
- Sierra de Teruel (La Esperanza o L'Espoir, de André Malraux, que también escribió una novela con ese mismo título).
- Tierra de España (Joris Ivens) producción estadounidense.
- Bando nacional:
- Noticiario Español, 32 documentales (precedentes del NODO)
- ¡Vivan los hombres libres! (Edgar Neville, 1939)
- Romancero marroquí (1938-39), sobre la intervención de tropas marroquíes
- Fueron mucho menos numerosas, debido a la menor cantidad de productoras (ocho frente a más de cincuenta republicanas);[42] aunque existen documentales portugueses (O caminho de Madrid), italianos (Arriba Spagna. Scene della guerra civile in Spagna) y alemanes (In Kampf Gegen den Weltfeind o legión Cóndor).[43]
Durante el franquismo (hasta 1975):[44]
- Frente de Madrid (Edgar Neville, 1939), adaptación de la novela homónima del mismo autor[45]
- Sin novedad en el Alcázar (Augusto Genina, 1940) italoespañola
- Raza (José Luis Sáenz de Heredia, 1941) con guión del propio Franco
- Rojo y negro (película) (Carlos Arévalo, 1942) censurada por su crudeza, a pesar de su orientación falangista
- El santuario no se rinde (Arturo Ruiz Castillo, 1949)
Desde 1975:[46]
- Ficción:
- Las largas vacaciones del 36 (Jaime Camino, 1975); del mismo autor:
- Dragon Rapide (película), que utiliza como título el nombre del avión en el que Franco salió de Canarias
- El largo invierno
- Los niños de Rusia
- Una vita venduta (Aldo Florio, 1976)
- Las bicicletas son para el verano (película) (Jaime Chávarri, 1984) adaptación de la obra de Fernando Fernán Gómez
- La vaquilla (Luis García Berlanga, 1985)
- Réquiem por un campesino español (película) (Francesc Betriu, 1985) adaptación de la novela de Sender
- ¡Ay, Carmela! (Carlos Saura, 1990)
- Tierra y libertad (Ken Loach, 1995)
- Libertarias (Vicente Aranda, 1996)
- La hora de los valientes (Antonio Mercero, 1998)
- La lengua de las mariposas (José Luis Cuerda, 1999)
- Soldados de Salamina (película) (David Trueba, 2003)
- Las largas vacaciones del 36 (Jaime Camino, 1975); del mismo autor:
- Documental:
- La vieja memoria (Jaime Camino, 1976)
- Retablo de la guerra civil española (Basilio Martín Patino, 1980); el mismo autor previamente había tratado la posguerra en Canciones para después de una guerra, 1971) y la figura de Franco en Caudillo (película) (1974).
- La Guerra Civil Española (Granada Televisión, 1983)
- El honor de las injurias (Carlos García Alix, 2007)[47]
- El Perro Negro (Historias de la Guerra Civil española) (Péter Forgács, 2005)[48]
Novela
- La guerra civil española en la novela[49]
- Por quién doblan las campanas (Ernest Hemingway), se hizo adaptación cinematográfica.
- Frente de Madrid (Edgar Neville)
- La forja de un rebelde (Arturo Barea)
- Réquiem por un campesino español (Ramón J. Sender)
- Contraataque (Ramón J. Sender)
- La fiel infantería (Rafael García Serrano)
- Plaza del castillo (Rafael García Serrano)
- Cumbres de Extremadura (José Herrera)
- Niebla de cuernos (José Herrera)
- Cuerpo a tierra (Ricardo Fernández de la Reguera)
- La retaguardia (Concha Espina)
- Alas invencibles (Concha Espina)
- Madrid, de corte a checa (Agustín de Foxá)
- Los cipreses creen en Dios (José María Gironella)
- Un millón de muertos (José María Gironella)
- Ha estallado la paz (José María Gironella)
- El laberinto mágico (Max Aub), serie de cinco novelas:
- Las últimas banderas (Ángel María de Lera)
- Los que perdimos (Ángel María de Lera)
- El mono azul (Aquilino Duque)
- Tanguy (Michel del Castillo)
- Duelo en el Paraíso (Juan Goytisolo)
- La novela número 13 (Wenceslao Fernández Flórez)
- Sanco Panco (Salvador de Madariaga)
- Volverás a Región (Juan Benet)
- Herrumbrosas lanzas (Juan Benet)
- Las hermanas coloradas (Francisco García Pavón)
- El otro árbol de Guernica (Luis de Castresana)
- Los años únicos (Carmen Díaz Garrido)
- San Camilo, 1936 (Camilo José Cela)
- Soldados de Salamina (Javier Cercas)
- Tiempo de memoria (Carlos Fonseca)
- Un caso de narración contrafactual es la novela En el día de hoy de Jesús Torbado.
- Relatos autobiográficos de gran valor literario e histórico son:
- Homenaje a Cataluña (George Orwell)
- L'Espoir o La Esperanza, (André Malraux, que también dirigió la película homónima)
- Los grandes cementerios bajo la luna (Georges Bernanos)
[50]
Cuento y relato
Es incontable el número de cuentos y relatos basados en la Guerra Civil española. Se trata, como dice el escritor Ignacio Martínez de Pisón, de "relatos concebidos desde el compromiso explícito con uno u otro bando, y no está de más recordar que los autores de algunos de esos relatos colaboraron muy activamente en labores de propaganda: Arturo Barea y María Teresa León para la España republicana; Edgar Neville para la nacional. Sin duda, en el fragor de la contienda fueron muchos los escritores que se adaptaron a la situación de emergencia y alteraron su sistema de prioridades: contribuir a la victoria bélica, aunque fuera con algo tan modesto como una narración o un poema, estaría siempre por encima de cualquier otra consideración"</ref> Una de las principales antologías de relatos que abordan diferentes perspectivas sobre la Guerra Civil española es Partes de guerra (RBA, 2009) de Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960).
Sobre esta antología, dice el autor: “Cuando reuní los 35 cuentos de 31 autores de diferentes generaciones, diferentes lugares, que hablan del campo y en la ciudad, desde el frente y en la retaguardia, la idea era que la antología abarcase la guerra en su totalidad; y que este libro de relatos llegara a sustituir a esa novela colectiva sobre la Guerra Civil que no se ha escrito; y no sabemos si alguna vez se escribirá”.[51]
- Ignacio Aldecoa,
- Bernardo Atxaga,
- Max Aub,
- Francisco Ayala,
- Arturo Barea,
- Pere Calders,
- Juan Campos Reina,
- Manuel Chaves Nogales,
- Miguel Delibes,
- Jesús Fernández Santos,
- Juan García Hortelano,
- Francisco García Pavón,
- Rafael García Serrano,
- Xosé Luis Méndez Ferrín,
- Ana María Matute,
- Edgar Neville,
- Lino Novás Calvo,
- Ramiro Pinilla,
- Fernando Quiñones,
- Manuel Rivas,
- Mercè Rodoreda,
- Tomás Segovia,
- Ramón J. Sender,
- Manuel Talens,
- Andrés Trapiello,
- Juan Eduardo Zúñiga.
Teatro
Bando nacional:
- Cruz y espada, "romance patriótico en cinco retablos" (José Gómez Sánchez-Reina, Granada, 1938)
- A Madrid: 682, "escenas de guerra y amor" (presentado como guión para una película, Juan Ignacio Luca de Tena)
- De ellos es el mundo (José María Pemán, Sevilla y Zaragoza, 1938)
Algunas obras teatrales eran radiadas, como Miaja defiende la Villa y rinde culto a Zorrilla (Joaquín Pérez Madrigal, por Radio Nacional desde Salamanca).[52]
Bando republicano:
- Velada en Benicarló (Manuel Azaña, no representado hasta 1980)
- Noche de guerra en el Museo del Prado (Rafael Alberti, 1956)
- Radio Sevilla (del mismo autor, pieza satírica breve representada durante la propia guerra)
Posteriores a 1975:
Poesía
- Bando nacional
- Poema de la Bestia y el Ángel (José María Pemán, el juglar de la Cruzada)
- Bando republicano
Revistas satíricas
- Bando nacional
- La ametralladora (por los que posteriormente trabajarán en La Codorniz)
- Bando republicano
Historieta
- Bando nacional
- Flechas
- Pelayos (dibujante: Valentín Castany)
- Flechas y Pelayos (producto de la fusión de ambas, paralela a la fusión de las distintos partidos en FET y de las JONS)
- Chicos (Jesús Blasco, Emilio Freixas, Alcaide, Tomás)
- Bando republicano
- En la democracia
- Eloy o Río Manzanares de Antonio Hernández Palacios
- 36-39 Malos tiempos de Carlos Giménez
- Las serpientes ciegas (2008) de Felipe Hernández Cava y Seguí
- El arte de volar (2009) de Antonio Altarriba/Kim.
Pintura y escultura
La Exposición Internacional de París de 1937 alojó un Pabellón de España gestionado por el gobierno de la República en que, entre otros testimonios de la guerra, se presentó el Guernica de Pablo Picasso, la Fuente de Mercurio de Alexander Calder, La Montserrat de Julio González, El Campesino catalán en rebeldía de Joan Miró o El Pueblo Español tiene una estrella de Alberto Sánchez.
Artes gráficas, cartelismo y revistas ilustradas
[55]
- Bando nacional:
- Vértice (revista)
- Jerarquía (revista)
- Ilustradores: Teodoro y Álvaro Delgado, José Caballero, J.J. Acha, J. Olasagasti y Carlos Sainz de Tejada.
- Bando republicano
- Hora de España
- Mono Azul
- Fotomontador: Josep Renau.
- Cartelista: Carles Fontseré.[56]
- Gran difusón tuvo el sello de ayuda internacional Aidez l'Espagne, de Joan Miró.
Fotografía
- Robert Capa, autor, entre muchas otras, de la polémica instantánea Muerte del miliciano (identificado como Federico Borrell, pero que podría ser otro de los muertos en Cerro Muriano el 5 de septiembre de 1936), convertida en icono del siglo XX.[57]
- Agustí Centelles
- Pelayo Más, recopilador de la serie de 169 fotos Martirio del Arte y la destrucción de la Iglesia en la España roja (80 de ellas de Toledo).[58]
- Guglielmo Sandri, teniente del ejército italiano, tomó 4000 fotografías, recuperadas en 1992.[59]
Videojuegos
En la industria de los videojuegos sólo se pueden encontrar por ahora tres ejemplos:
- 1936, España en llamas, un mod del juego de la II Guerra Mundial Medal of Honor
- el juego completo Sombras de Guerra
- las dos partes del juego Hearts of Iron, aunque se profundiza más en el conflicto español en la segunda parte.
En el famoso simulador de vuelo IL-2 Sturmovik te ofrece pilotar aviones de la guerra civil y puedes jugar en batallas como la del Ebro en misiones no oficiales.
Véase también
- Personajes relevantes de la Guerra Civil Española
- Cronología de la Guerra Civil Española
- Bando nacional
- Bando republicano
- Ejército de España
- Ejército Popular Republicano
- Federico García Lorca
- Fascismo
- Francisco Franco
- Franquismo
- Operación Úrsula
- Ofensiva de Cataluña
- Segunda Guerra Mundial
- Segunda República Española
- Simbología del franquismo
- Anexo:Imputados por el Juez Garzón en la causa contra el Franquismo
Referencias
- ↑ El número de pérdidas es debatible; las estimaciones sugieren que entre 500,000 y un millón de personas fallecieron. Con los años, los historiadores disminuyeron estas cifras, y estudios modernos concluyen que 500,000 muertes es la cifra más acertada. Hugh Thomas, The Spanish Civil War (2001), pp. xviii & 899–901, inclusive.
- ↑ La bibliografía sobre la guerra civil española es gigantesca. Se ha dicho que supera ampliamente a la existente respecto a cualquier otro gran conflicto del siglo veinte, incluida la segunda guerra mundial, y es cierto. (Carlos Artola: Reseña de "España Traicionada"). Una búsqueda en Dialnet da 5108 documentos. Una búsqueda en una librería especializada da 571 libros comercializados a 2 de julio de 2009.
- ↑ La página de Presidencia dice de Largo Caballero: «Evolucionó hacia posiciones cada vez más izquierdistas, se declaró partidario de la dictadura del proletariado y de un frente obrero».
- ↑ Según la Fundación Nin, la dictadura del proletariado estaba en el programa político del POUM.
- ↑ La guerra civil española, Dir. Edward Malefakis, cap. 6.
- ↑ Como decía el luchador y pensador anarquista Errico Malatesta: «Yo soy comunista, estoy a favor del acuerdo y creo que con una descentralización inteligente y un intercambio continuo de informaciones podrían llegar a organizarse los necesarios intercambios de productos y satisfacer las necesidades de todos sin recurrir al símbolo moneda. Como todo buen comunista aspiro a la abolición del dinero, y como todo buen revolucionario creo que será necesario desarmar a la burguesía, desvalorizando todos los signos de riqueza que puedan servir para vivir sin trabajar». La idea es conseguir una nueva sociedad sin la explotación del hombre por el hombre, sustituyendo el odio por amor; la competencia por la solidaridad; la búsqueda exclusiva del propio bienestar por la cooperación fraternal para el bienestar de todos; la opresión y la imposición por la libertad; la mentira religiosa y pseudo-científica por la verdad.
- ↑ «La Iglesia y la guerra civil», por Javier Tusell.
- ↑ Sobre la Guerra Civil, su gran producción bibliográfica y sus pequeñas lagunas de investigación, por Juan García Durán.
- ↑ La Iglesia y la Guerra Civil Española. La Iglesia española en crisis. ¡Despertad!. 8/3/1990. Watch Tower Bible and tract Society of Pennsylvania.
- ↑ El Sol, 14 de octubre de 1931: «España ha dejado de ser católica. El problema político consiguiente es organizar el Estado en forma tal que quede adecuado a esta fase nueva e histórica del pueblo español».
- ↑ Historia de España. Bachillerato Materia común. Ed. Almadraba.
- ↑ a b Respuesta obligada: Carta abierta AL Sr. D. José Antonio Aguirre por el Emmo. Sr. Dr. D. Isidro Gomá Tomás Cardenal Arzobispo de Toledo. Gráficas Bescansa, Pamplona, 1937.
- ↑ Dos encíclicas y una Pastoral colectiva hace 70 años.
- ↑ a b Documento «Con inmenso gozo». El Franquismo. Primera parte, de Stanley G. Payne. Arlanza Ediciones.
- ↑ Navarra 1936: de la esperanza al terror. VV.AA., Grupo Cultural Altaffaylla, Tafalla, 2003, ISBN 84-930957-9-6.
- ↑ Hugh Thomas, tomo I, pág. 230.
- ↑ Discurso de Benito Mussolini. Roma, Italia, 23 de febrero de 1941, traducción inglesa.
- ↑ La guerra civil española, Dir. Edward Malefakis, cap. 4.
- ↑ Historia de España. La Guerra Civil Española, Ramón Puche Maciá.
- ↑ La Marina de Guerra Auxiliar de Euskadi (1936–37).
- ↑ Jorge Martínez Reverte Guerra contra Hitler. Documentos inéditos prueban que el coronel Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor de la República, propuso al Gobierno de Negrín que provocara una guerra con la Alemania nazi, El País, 18/10/2008; avance de un libro que va a titularse El arte de matar, a publicar en el año 2009.
- ↑ Bombardeig del 31 de maig de 1938.
- ↑ El Mediterráneo, campo de batalla de la Guerra Civil española: la intervención naval italiana. Una primera aproximación documental, por José Miguel Campo Rizo (Departamento de Historia Contemporánea. UNED. de Madrid).
- ↑ Hugh Thomas
- ↑ El C-6, comandado por el ruso Nikolai Yegipko.
- ↑ Submarino C-1. En agosto de 1936 es nombrado comandante el oficial ruso Burmistrov, que sustituyó al C.C. Lara.
- ↑
Para jefe de la flotilla de los tres submarinos, el C-2, el C-4 y el C-6, se nombró al ruso Burmistrov, pasando el C-6 al mando de su compatriota Eguipko, que aunque no tengo noticia de que llegara a hundir ningún barco, sí que, por lo menos, mantuvo a su submarino en actividad hasta el último momento. Ambos alcanzarían el almirantazgo en la Marina soviética, y Eguipko desempeñaría en los años setenta el puesto de almirante-jefe de la base de Leningrado.
- ↑ Thomas, tomo II, pág. 514.
- ↑ a b Thomas, tomo II, pág. 732.
- ↑ Thomas, tomo II, pág. 739.
- ↑ José Mª Manrique Lucas Molina Franco, Las armas de la Guerra Civil Española, La esfera de los libros, ISBN 84-9734-475-8.
- ↑ Thomas, tomo I, pág. 483.
- ↑ Thomas.
- ↑ Noam Chomsky, Estados fallidos: el abuso de poder y el ataque a la democracia, Barcelona, Ediciones B, 2007, p. 77.
- ↑ EL ASILO DIPLOMÁTICO: UN CONDICIONANTE DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES DE LA REPÚBLICA DURANTE LA GUERRA CIVIL Antonio Manuel Moral Roncal Universidad de Alcalá de Henares
- ↑ a b La Bandera de España
- ↑ Banderas de las Brigadas Internacionales (1).
- ↑ Banderas de las Brigadas Internacionales (2).
- ↑ Banderas de Tercios Requetés en la Guerra Civil Española.
- ↑ http://www.ucm.es/info/multidoc/multidoc/revista/num9/cine/guerra-civil/principal.html . En algunas listas se incluyen películas en las que la relación con la guerra civil es muy lejana: http://www.uhu.es/cine.educacion/cineyeducacion/literatura%201966-1985.htm
- ↑ J. M. Caparrós Lera La Guerra Civil española en el cine, ABCD las Artes y las Letras, 15-VII-2006.
- ↑ Algunas claves acerca de la producción de documentales durante la guerra civil
- ↑ franquista
- ↑ J. M. Caparrós (op. cit.) hace un cómputo de 45 películas, 14 de ellas en los primeros años de la posguerra.
- ↑ http://cinematecanacional.wordpress.com/2007/09/08/frente-de-madrid-1939-bn-91/ http://www.cervantesvirtual.com/portal/alece/pcuartonivel.jsp?id=925&conten=ficha&ficha=pelicula&nomportal=alece
- ↑ Según el cómputo de J. M. Caparrós (op. cit.): En cuanto a la visión de los “perdedores”, en la democracia he contabilizado 44 películas sobre la Guerra Civil, casi tantas como en cuarenta años de dictadura. Así, en la Transición se produjeron 15 títulos, en la primera época socialista otras 17 películas, en el período del Partido Popular llegaron a 11, y en la presente etapa del PSOE de momento sólo hay un film de ficción: Iris, de Rosa Vergés.
- ↑ Rocío García Una legendaria venganza contra la miseria. Carlos García Alix estrena El honor de las injurias, un documental que se adentra en el horror de la guerra y del fanatismo a través de la figura de Felipe Sandoval, pistolero anarquista que se quitó la vida en julio de 1936 (sic, es 1939) en un centro de detención, El País, 08/11/2008
- ↑ [1] Premio al mejor documental en el Festival de Cine de Tribeca (Nueva York). La película, creada a partir de las cintas caseras que personajes como Joan Salvans y Alberto Noriega grabaron en esa época, ofrece una visión intimista y poética de las circunstancias que rodearon el conflicto.
- ↑ Véase el ensayo de Maryse Bertrand de Muñoz, en AIH. Actas V (1974). La novelas recientes de la guerra civil española.en Centro Cervantes
- ↑ La guerra civil española en la novela: bibliografía comentada.
Información general:
- Autores: Maryse Bertrand de Muñoz
- Editores: José Porrua Turanzas
- Año de publicación: 1982
- País: España
- Idioma: Español
- ISBN: 84-7217-114-4
- ↑ [http://www.aviondepapel.tv/2009/02/ignacio-martinez-de-pison-recopila-una-antologia-de-relatos-que-suple-la-gran-novela-sobre-la-guerra-civil-espanola/ Relatos que suplen la gran novela sobre la Guerra Civil española por David González Torres, en Avion de papel, 15/02/2009].
- ↑ José María Martínez Cachero Talía en la Guerra Civil: sobre el Teatro de la zona nacional en cervantesvirtual.
- ↑ Humorisme gràfic - història
- ↑ Más noticias de la AACE: LOS CÓMICS Y LA GUERRA CIVIL por J. M. Varona “Ché”
- ↑ Arte de la Guerra Civil Española
- ↑ Aproximación al arte español 1936-39 - Manuel Garcia i Garcia
- ↑ Miguel Angel Villena Un documental desmonta el mito del miliciano de Robert Capa. "La sombra del iceberg" sostiene que el soldado muerto no es Federico Borrell, El País 16/12/2008
- ↑ Con ellas, y con las procedentes del monográfico de 1938 de la revista francesa L'Illustration se montó por el Arzobispado de Toledo en 2008 la exposición Toledo, ciudad mártir. 1936 http://www.alfayomega.es/revista/2008/586/06_aquiahora1.html
- ↑ Miguel Mora España, vista por un fascista italiano. El teniente Sandri tomó 4.000 fotografías durante su servicio en la Guerra Civil - El material, rescatado de la basura, devuelve la memoria de la contienda a Roma, El País 06/11/2008; Álbum de guerra del teniente Sandri (cuatro fotografías en la galería del mismo artículo).
Bibliografía
- Mª Carmen García-Nieto, Guerra civil española, 1936-1939. Salvat Editores, Barcelona, 1982. ISBN 84-345-7996-0
- MARTÍNEZ BANDE, J. La batalla de Teruel. Ed. San Martín (Madrid). ISBN 84-7140-088-X
- MALDONADO MOYA, José Mª. El Frente de Aragón. La Guerra Civil en Aragón (1936-1938). Mira Editores. ISBN 978-84-8465-237-3
- THOMAS, Hugh, Historia de la Guerra Civil Española. Círculo de Lectores, Barcelona, 1976. ISBN 84-226-0874-X.
- THOMAS, Hugh. La Guerra Civil Española. Ed. Grijalbo (Barcelona), 1976. ISBN 84-253-2767-9
- TUÑÓN DE LARA, Manuel. La batalla de Teruel. Instituto de Estudios Turolenses. (Zaragoza), 1986. ISBN 84-505-5073-4
Enlaces externos
- Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Guerra civil española.
- Wikisource contiene obras originales de o sobre Documentos de la Guerra Civil española.
- Wikiquote alberga frases célebres de o sobre Guerra civil española.
- Constitución de la República Española
- La Guerra Civil, 70 años después
- Historia de España — La Guerra Civil Española (1931–1936) en Historiasiglo20.org
- Memoria republicana: «Objetividad y neutralidad en el estudio de la Guerra Civil Española»
- La intervención alemana en la guerra civil española, por Walther L. Bernecker
- En la página web de The European Library Harvest se encuentra material referido al tema
- La República en la paz como en la guerra por Paul Preston. Letras Libres, mayo de 2003.
- Ebre 38 : revista internacional de la Guerra Civil 1936-1939 a texto completo.
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