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México

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Plantilla:Infobox País México (del náhuatl: Mexíhco [en el ombligo de la luna]) es un país multiétnico, con gran riqueza cultural y arqueológica, ubicado en América del Norte. Limita con los Estados Unidos de América al norte, y al sureste con Guatemala y Belice. En el oriente, su mar patrimonial se extiende por el golfo de México y por el occidente, en el océano Pacífico. El nombre oficial del país es Estados Unidos Mexicanos. En extensión territorial ocupa la quinta posición en el continente americano, y el décimo cuarto a nivel mundial. Es el país con la mayor población hispanohablante en el mundo, y al mismo tiempo, el que tiene la mayor población indígena de América. La sede de los poderes de la Federación es el Distrito Federal, que también recibe oficialmente el nombre de Ciudad de México.

El nombre

Página del Códice Mendoza, donde se representa el glifo de México en el centro del Anáhuac

México es una entidad política que nace en el siglo XIX. Algunos precursores de la Independencia llamaban al país que todavía no había nacido América mexicana (incluso Morelos no usa nunca el nombre de México en Los Sentimientos de la Nación). El último debate fue el sostenido en el Congreso de Chilpancingo (1813), donde algunos diputados propusieron que el nombre del país fuera Anáhuac, nombre con el que los mexicas denominaban a los territorios bajo su dominio (Cem Anáhuac Tenochca Tlalpan = El Mundo, Tierra Tenochca). Finalmente se decidió que el nombre de la nueva nación sería México.

Etimología

Existen varias hipótesis sobre el significado de la palabra "México". Lo que es seguro es que se trata de un vocablo de origen náhuatl, con el que los mexicas designaban la capital de su Estado. La hipótesis más comúnmente aceptada es la que señala que el nombre del país proviene de los vocablos meztli = luna, xictli = ombligo o centro, y -co = sufijo de lugar. De esta suerte, el nombre de México significa Lugar en el centro de la luna, o más precisamente, en el lago de la luna, que fue uno de los nombres con que los mexicas conocieron el lago de Texcoco. La toponimia náhuatl, además de descriptiva, estaba cargada de ciertos sentidos místicos, sólo conocidos por algunos iniciados, como señala Sahagún en su Historia de las cosas de la Nueva España. En esta interpretación esotérica, el nombre concedido a México significa Centro del mundo, y de esta manera es representada la ciudad en varios códices, como el lugar en donde confluyen todas las corrientes de agua que atraviesan el Anáhuac (el mundo, la tierra rodeada por los mares).

Otra hipótesis es la que relaciona el nombre del país con el del dios Mexi (pronunciado en náhuatl ['me∫i]), dado por los mexicas a su dios tutelar Huitzilopochtli, el colibrí siniestro. De esta suerte, México es el lugar donde habita Huitzilopochtli. Según cuentan las crónicas mexicas, Huitzilopochtli sacó a esta tribu de Aztlán (un sitio mítico, que algunos creen localizado en Nayarit o en Nuevo México) para llevarlos a una tierra prometida. Para llegar a este lugar, la tribu debió peregrinar durante doscientos años. Al encontrar en el islote de Mexihco, en la laguna de Texcoco, la señal dada por su dios (y que hoy es el escudo de armas de la nación mexicana), los mexicas pusieron fin a su peregrinar y nombraron a este lugar México-Tenochtitlan, en recuerdo de su dios y de su principal sacerdote, llamado Ténoch.

Cuando los españoles se encontraron con este pueblo y transcribieron su idioma, naturalmente lo hicieron siguiendo las reglas del idioma español de aquel tiempo. La lengua náhuatl tiene un sonido /∫/ (como shop en inglés), y este sonido fue representado con la letra x en español (compárese: Ximénez), y aunque la pronunciación cambió, la grafía de México conservó la equis por razones etimológicas e históricas, como otros tantos nombres de sitios y objetos cuyos nombres tienen origen en alguna lengua indígena. Plantilla:Wikisource obra Algunos autores (especialmente en España) escriben el nombre del país o la capital como Méjico. Aunque ambas formas son consideradas correctas por la Real Academia de la Lengua Española, es esta misma institución quien sugiere la forma México y el uso de la x en todos sus derivados. Históricamente, la mayoría de los hispanohablantes han usado la forma con x.

Historia

Época Prehispánica

Monte Albán. Cultura Zapoteca

El territorio fue descubierto y habitado por grupos de cazadores y recolectores hace más de 30 mil años. La agricultura en México se desarrolló hacia el año 9000 adC, aunque el cultivo más importante de la agricultura mesoamericana, el maíz, se domesticó hacia el año 5000 adC. Las evidencias arqueológicas demuestran que la primera alfarería fue producida alrededor del 2500 adC, hecho que se toma como marcador del inicio de la civilización mesoamericana, en tanto que es definitorio de las sociedades sedentarias.

Antes del desarrollo de la agricultura intensiva (entre los años 1800 y 1500 adC), las sociedades mesoamericanas fueron igualitarias, esto es, se trataba de grupos humanos con una diferenciación social incipiente, basada en diferencias de género, edad y grupos de parentesco.

Dado que la construcción de sistemas de irrigación requerían de grandes cantidades de mano de obra, se puede considerar que el desarrollo de las sociedades estratificadas en Mesoamérica tiene lugar hacia el mismo periodo, aunque se consolida durante el período preclásico tardío y clásico temprano. Hacia el año 100 dC, la ciudad de Teotihuacan se convertiría en el primer Estado complejo de la región, colocándose con China, India, Egipto y Perú en la lista de los Estados prístinos de la humanidad.

Por más de 3 milenios, México fue cuna de culturas avanzadas como la olmeca, tolteca, purépecha, mexica y maya, entre otras. Además fue el escenario de varios Estados, como Tlaxcala, Reino de Coliman y Tenochtitlan, que se establecieron y desarrollaron en el centro y el sur del territorio actual del país en diferentes épocas desde aproximadamente 100 dC y hasta poco después de la llegada de los primeros exploradores españoles a América.

Los antiguos habitantes del territorio mexicano alcanzaron un nivel muy avanzado para la época en matemáticas, astronomía, arquitectura, botánica y otras materias del conocimiento. Aún cuando pertenecían a diversas culturas y su desarrollo tuvo diversas etapas, los indígenas que habitaban este territorio compartían una cosmogonía similar.

Las culturas olmeca, teotihuacana, tolteca, maya y mexica extendieron su alcance a otras regiones, consolidaron el poder e influyeron en arte, comercio, política, tecnología y teología. Los mexicas fueron los primeros en el mundo en practicar la educación obligatoria para toda la gente, sin importar género o clase. Había dos tipos de escuelas: el tepochcalli, para los estudios prácticos y de los militares, y el calmecac, para aprender escritura, la astronomía, el arte de gobernar, la teología, y otras áreas.

Época colonial

Hernán Cortés, conquistador de México
El Puerto de Acapulco, 1628.

En 1519, Hernán Cortés llegó a la isla de Cozumel y desde allí comienza su incursión en el actual territorio mexicano, que resultó finalmente en la derrota del imperio azteca o mexica, a manos de Cortés y sus aliados en 1521. No sin antes una férrea oposición por parte de los Aztecas, quienes lucharon por dos años antes de su caída. Moctezuma II, Cuitláhuac y Cuauhtémoc fueron los últimos emperadores aztecas. Se funda entonces una vasta colonia del Imperio Español que se llamó la Nueva España, y que posteriormente fue ampliando su territorio con exploraciones y conquistas de Hernán Cortés y otros exploradores españoles, hasta abarcar gran parte del sur del actual territorio de Estados Unidos.

Posteriormente llegaron al país los misioneros españoles quienes tenían la encomienda de evangelizar a los indígenas sobrevivientes de la conquista y así cristianizarlos, para que olvidaran su religión anterior que incluía entre otras cosas los sacrificios humanos. De estos frailes que llegaron al país se destacaron Fray Toribio de Benavente "Motolinia" y Fray Bartolomé de las Casas por sus cuidados y protección hacia los indígenas.

Miguel Hidalgo y Costilla, iniciador de la guerra de independencia

La independencia

Uno de los pretextos tomados por los criollos para reclamar la independencia de las colonias españolas fue la ocupación francesa de España, a principios del siglo XIX. En varias partes de América Latina tuvieron lugar algunas rebeliones independentistas, algunas más exitosas que otras. México no fue la excepción. Los primeros intentos separatistas de Nueva España corresponden a la conspiración de La Profesa (nombrada así por el templo en el que se reunían los conspiradores a tomar chocolate y simular tertulias literarias, para ocultar sus intenciones reales), en la ciudad de México. Este grupo contaba con cierta simpatía del virrey Iturrigaray, pero fue descubierta y aplastada. Sin embargo, en otras regiones del país había núcleos de rebelión, debido a la inconformidad de los criollos con su situación secundaria en la sociedad novohispana y la ocupación francesa de la metrópoli.

La conspiración de Querétaro sería finalmente la que desataría la revolución de Independencia de México. En la conspiración participaban, entre otros, los corregidores de la ciudad de Querétaro, Josefa Ortiz de Domínguez y Miguel Domínguez; Ignacio Allende e Ignacio Aldama, y el cura Miguel Hidalgo. Sería este último quien daría el llamado a la insurrección en el pueblo de Dolores, Guanajuato, el 16 de septiembre de 1810.

Tras varias victorias, entre las que destacan la toma de Guanajuato, Valladolid, y la derrota que propinaron a las tropas realistas en Cerro de las Cruces (a un tiro de piedra de la Ciudad de México), el ejército insurgente se retiró hacia occidente. Fueron derrotados en la batalla de Puente de Calderón por Félix María Calleja, a la postre, virrey novohispano. Las tropas realistas persiguieron a la insurgencia hasta apresarlos en Acatita de Baján, Coahuila. Los líderes fueron fusilados y sus cabezas exhibidas en las cuatro esquinas de la Alhóndiga de Granaditas, en Guanajuato. Esto fue en el año de 1811.

Para este tiempo, la insurgencia se había hecho fuerte en el sur de la intendencia de México. Al frente de la tropa se hallaba el cura y Generalísimo José María Morelos y Pavón, quien había recibido la orden directa de Hidalgo de encabezar la revolución en la Sierra Madre del Sur. Entre los triunfos más sonados de Morelos y su ejército (del que formaban parte, entre otros, Mariano Matamoros, los hermanos Galeana y los hermanos Bravo), se encuentra el sitio de Cuautla, que fue roto tras casi un año de asedio realista. Morelos convocó al primer congreso americano en 1813, en Chilpancingo, al que acudieron diputados de las provincias del naciente país, y promulgaron la Constitución de Apatzingán un año más tarde, sobre la base del documento escrito por Morelos, intitulado Sentimientos de la Nación.

Sin embargo, la necesidad de proteger al Congreso, y las contradicciones entre éste y el Generalísimo (que había rechazado el título y se hizo llamar Siervo de la Nación), terminaron por minar la capacidad bélica del ejército insurgente. Finalmente, fueron derrotados en Cuautla. Morelos fue conducido a la ciudad de México, donde fue enjuiciado, degradado, excomulgado y preso. Fue finalmente fusilado en San Cristóbal Ecatepec (que hoy se llama Ecatepec de Morelos en recuerdo del cura), en el año de 1815.

A esas alturas, el ejército insurgente había entrado en una fase francamente defensiva. Habían sido fusilados Matamoros y Morelos, muertos en combate fueron algunos de los Galeana (no todos: Pablo siguió combatiendo a los realistas en Zacatula, hasta 1822, cuando Vicente Guerrero le mandó a avisar que la guerra había terminado un año antes). Los únicos frentes fuertes eran el veracruzano, al mando de Guadalupe Victoria, y el de Vicente Guerrero, en el sur de México. En el norte, la campaña relámpago de Pedro Moreno y Francisco Javier Mina (un joven español de ideas liberales, recién desempacado de la Madre Patria), había concluido desastrosamente, a pesar de sus triunfos iniciales.

Acta de Independencia de México

De esta manera, la revolución popular de independencia mexicana se hallaba muy lejos del triunfo. El virrey Apodaca había ofrecido indulto a los insurgentes, lo que minó el ejército en resistencia. La oferta llegó a Guerrero por conducto de su padre, y la rechazó con la famosa frase la Patria es primero, que hoy está escrita con letras de oro en el Palacio Legislativo de San Lázaro. Aprovechando la situación, algunos militares criollos -que habían combatido a los insurgentes durante los años anteriores- tomaron la dirección del movimiento. Agustín de Iturbide -personaje de conducta cuestionable que durante la Guerra de Independencia amasó una gran fortuna abusando de su posición como oficial militar- selló un pacto con Guerrero, jefe de los insurgentes surianos, en compañía de quien promulgó el Plan de Iguala en 1821. Poco tiempo después, llegó el nuevo virrey de Nueva España, Juan O'Donojú, que también sería el último, y que aceptó firmar el acta de independencia de México el 27 de septiembre de 1821.

Los primeros reconocimientos a la nación independiente provinieron de Chile, Gran Colombia y Perú. En 1825, los Estados Unidos reconocieron a la nueva nación hispana con los límites de 1820 establecidos por el gobierno estadounidense y la Corona de España, por el Tratado Adams-Onís. Los límites estaban fijados por el paralelo 42ºN, las Rocallosas, el río Nexpentle, el río Rojo y el río Sabina hasta desembocar en el Golfo de México.

Archivo:Escudo de armas del I Imperio Mexicano.JPG
Escudo de Armas del Primer Imperio Mexicano

Siglo XIX

Durante casi todo el siglo XIX el joven país afrontó guerras intestinas por el poder. Tras la consumación de la independencia nacional, se discutía la forma de gobierno de la nueva nación. El Plan de Iguala señalaba que a su independencia, México debía convertirse en una monarquía encabezada por un miembro del linaje de Fernando VII. Mientras se encontraba un candidato a la corona de México, se había instalado una Junta de Gobierno Provisional, ocupada por tres personas. Meses más adelante, en 1822, Agustín de Iturbide manipuló la situación a su conveniencia y se hizo proclamar Emperador de México. En aquel tiempo, formaban parte del territorio mexicano el antiguo virreinato de Nueva España y el de la Capitanía General de Guatemala.

El Primer Imperio Mexicano duró apenas unos cuantos meses. Rápidamente se vio envuelto en una crisis financiera derivada de la necesidad de pagar los daños provocados por los once años de revolución independentista. Además, los grupos republicanos cobraban cada vez más fuerza. En el año de 1823, Antonio López de Santa Anna, Anastasio Bustamante. Vicente Guerrero y otros personajes importantes de la última etapa de la guerra de independencia proclamaron el Plan de Casamata, por el que desconocieron el gobierno de Iturbide y anunciaban la instauración de una república. El emperador intentó defenderse por medio de las armas, pero su ejército fue derrotado y él exiliado en ese mismo año. Con la derrota del Imperio, las provincias centroamericanas vieron la oportunidad de separarse de México, lo cual hicieron todas, salvo Chiapas, para formar las Provincias Unidas de Centroamérica.

Antonio López de Santa Anna, una de las figuras más polémicas del México decimonónico.

Tras un breve interludio, presidido por una Junta Provisional, encabezada por Pedro Celestino Negrete, en 1824 el Congreso Constituyente promulgó la constitución que habría de regir a la República. Este documento asentaba que la nación adoptaba como forma de gobierno la república federal, con división de poderes. Éstos residirían en la Ciudad de México, y estaría integrada por estados federados y territorios federales. El Congreso convocó a elecciones en las que salió electo Guadalupe Victoria para el período de 1824-1828.

A partir de la conclusión del período de Victoria, la vida política mexicana se tornó inestable, debido a las pugnas entre la antigua aristocracia y el pequeño grupo de burgueses liberales del país. El personaje central a lo largo de la primera mitad del siglo XIX fue Antonio López de Santa Anna, quien repelió la intentona hispana por reconquistar México y ascendió al poder once veces: cinco de ellas como abanderado de los liberales y las otras seis como conservador.

En 1833 tuvo lugar el primer intento de reforma liberal profunda del Estado, encabezada por Valentín Gómez Farías (a la sazón presidente interino, pues Santa Anna se había retirado a descansar a su hacienda) y José María Luis Mora. La reforma fracasó por el regreso de Santa Anna a la presidencia, con el apoyo de los conservadores. En 1835 fueron promulgadas las Siete Leyes, una constitución de corte centralista, que ocasionó la declaratoria de independencia de Zacatecas (rebelión reprimida brutalmente por el general Cos) y Texas. Este último territorio, perteneciente al estado de Coahuila y Texas, se separó de México en 1836. Cinco años más tarde la República de Yucatán declaró su independencia, y no se reincorporaría a México hasta 1848.

El 6 de enero de 1843, fue proclamada la segunda república centralista de México, encabezada por Santa Anna. La vida de la república sería muy corta, pues tres años más tarde fue incapaz de enfrentar la invasión estadounidense, hecho que los liberales aprovecharon y terminaron por rehabilitar la constitución de 1824 el 22 de agosto de 1846.

Territorios mexicanos incorporados a Estados Unidos en 1848.

Por esa época, México enfrentaba una guerra con Estados Unidos. Este país había anexado la república de Texas en 1841, y en 1846 reclamó a México la posesión de la franja de tierra comprendida entre los ríos Bravo y Nueces. El límite de la provincia texana históricamente había sido el río Nueces, unos 300 km más al norte del Bravo, por lo que las reclamaciones eran infundadas. El gobierno estadounidense acometió contra México, y ocupó el país desde 1847 hasta 1848.

Durante la invasión a la Ciudad de México los ejércitos de Estados Unidos al mando de Winfield Scott torturaron y mataron a muchos soldados del Batallón de San Patricio, que colaboraron con la resistencia mexicana. Finalmente, el 14 de septiembre de 1847, los estadounidenses izaron su bandera en el Palacio Nacional. La guerra concluyó con la firma del Tratado de Guadalupe-Hidalgo, en el que México reconocía la frontera texana en el río Bravo y "cedía" los territorios de California y Nuevo México (cerca de 2.000.000 de km² que hoy conforman los territorios de California, Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah, la mayor parte de Colorado y la región suroeste del Wyoming).

Tras la guerra con Estados Unidos, fue electo para la presidencia José Joaquín de Herrera. El gobierno de Herrera fue más o menos tranquilo, aunque las elecciones para relevarlo fueron presa de la división entre liberales y conservadores. Este nuevo conflicto se resolvió con la llegada de Santa Anna al poder, que gobernó por última ocasión la república entre 1853 y 1855. Santa Anna se autonombró dictador de México y gobernó con el título de Su Alteza Serenísima (el tratamiento fue elevado al rango de ley constitucional). Mientras tanto, la mayor parte del país seguía en la miseria. El colmo fue el aumento en el monto de los impuestos y la creciente corrupción del gobierno santaannista.

Benito Juárez

Por ello, en 1854 los liberales se fueron a la guerra, amparados en el Plan de Ayutla y encabezados por Juan Álvarez e Ignacio Comonfort. El movimiento, conocido como Revolución de Ayutla, concluyó con la renuncia y destierro de Santa Anna y la instalación de Álvarez como interino. Durante las presidencias de Álvarez y Comonfort, fueron promulgadas varias leyes de corte liberal, conocidas como Leyes de Reforma, que, entre otras cosas, establecieron la separación entre el Estado mexicano y la Iglesia Católica y anularon los privilegios de las corporaciones (incluidas las comunidades indígenas). La puesta en marcha de estas leyes dio lugar a un nuevo conflicto entre liberales y conservadores, conocido como Guerra de los Tres Años o Reforma.

Benito Juárez ocupó la presidencia interina de la república tras la renuncia de Comonfort, y fue convocado un nuevo congreso constituyente que promulgó el 5 de febrero de 1857 la nueva constitución mexicana, de orientación liberal moderada. Sin embargo, las reformas contempladas por la nueva constitución fueron motivo de una nueva rebelión conservadora en Tacubaya y, desconociendo el gobierno de Juárez, nombraron un presidente provisional. Las huestes de ambos bandos se enfrascaron en una guerra que concluyó con la victoria de los liberales en enero de 1861.

En ese mismo año, el gobierno de la república decretó la suspensión de pagos de la deuda externa, pues carecía de medios para pagarla. Francia, uno de los principales acreedores, instó a España e Inglaterra a presionar por la vía militar al gobierno mexicano. La marina de los aliados llegó a Veracruz en febrero de 1862. El gobierno mexicano se aprestó a negociar por la vía diplomática, y logró el retiro de los ingleses y españoles.

Fusilamiento de Maximiliano, Miramón y Mejía en el Cerro de las Campanas.

Los franceses, por su parte, dieron comienzo a las hostilidades militares. Salvo la batalla de Puebla, ganada por el ejército de Ignacio Zaragoza y las milicias populares del estado, el resto de la campaña fueron victorias para los franceses, que tomaron la capital en junio de 1863. El gobierno republicano, con Juárez a la cabeza, se había trasladado a San Luis Potosí el 31 de mayo. Fue perseguido por los franceses, y finalmente se estableció en Paso del Norte. Mientras tanto, en la capital, el 10 de julio la Asamblea de Notables había nombrado como emperador de México a Maximiliano de Habsburgo. El Segundo Imperio Mexicano duraría hasta 1867, con la rendición de los conservadores y el fusilamiento del emperador en Santiago de Querétaro.

Porfirio Díaz Mori encabezó el gobierno durante el periodo de 1876 a 1910.

Juárez siguió en el poder hasta su muerte el 18 de julio de 1872. Los últimos años de su gobierno fueron duramente criticados por las diversas facciones en que se habían dividido los liberales. Para las elecciones de 1871, se presentaron como candidatos Sebastián Lerdo de Tejada, Porfirio Díaz y el mismo Juárez, quien ganó. A su muerte ocupó la presidencia Lerdo de Tejada, que elevó a rango de ley constitucional las leyes radicales de reforma promulgadas durante el periodo de 1855-1856. Cuando Lerdo intentó reelegirse, los porfiristas se levantaron en armas y lo derrocaron. Aunque por ley la presidencia debía ser ocupada por José María Iglesias, los porfiristas desconocieron su gobierno y finalmente Díaz ocupó la presidencia en 1876. Así comenzó el período que en la historia de México es conocido como Porfiriato.

La dictadura de Díaz sólo fue interrumpida por los cuatro años de gobierno de Manuel González, compadre del dictador, y evidentemente sometido a su poder. En este período las Leyes de Reforma (en especial la Ley Lerdo) sirvieron de marco para favorecer la concentración de tierras en manos de unos pocos terratenientes. Los campesinos eran enganchados para trabajar en las haciendas, y algunos grupos indígenas que se mostraban particularmente rebeldes, como los yaquis y los mayas fueron desterrados de sus lugares origen y obligados a trabajar hasta la muerte en lugares como Valle Nacional, el valle del río Yaqui o Yucatán.

El gobierno de Díaz favoreció la inversión extranjera. La cabeza de este plan de desarrollo económico fue José Yves Limantour, de ascendencia francesa y miembro del grupo de los Científicos. La mayor parte del capital invertido en México era francés, y en importancia seguían las inversiones inglesas, estadounidenses, alemanas y españolas. Minas, petróleo, ferrocarril, textiles, plantaciones de azúcar: todo ello estaba en manos de extranjeros. Aparentemente el país prosperaba, pero esto sólo ocurría a costa de la miseria de la mayor parte de la población. Por ello, cuando en la famosa entrevista Díaz-Creelman, el dictador señaló que México estaba listo para la democracia, algunos personajes le tomaron la palabra y se presentaron a las elecciones de 1910, que ganó Francisco I. Madero. Díaz desconoció el resultado de los comicios y así inició la Revolución Mexicana.

Historia Reciente

Madero y Zapata en Cuernavaca, Morelos

Es un tópico apuntar que el siglo XX mexicano comienza con la Revolución. Como se ha dicho arriba, Díaz había convocado a elecciones para elegir a su sucesor, de las que salió victoriosa la fórmula compuesta por Madero y José María Pino Suárez, del Partido Antirreeleccionista. Sin embargo, Díaz desconoció el resultado de las votaciones. Como reacción, Madero llamó al levantamiento armado por medio del Plan de San Luis. Al llamado se levantaron numerosos grupos de las más diversas clases sociales y enarbolando las más variadas banderas sociales: en el noroeste, Álvaro Obregón encabezó la revuelta de los pequeña clase media campesina, en Chihuahua Francisco Villa encabezaba un regimiento formado por ganaderos; en Coahuila, Venustiano Carranza representaba a los hacendados; y en el estado de Morelos, Emiliano Zapata y sus tropas de indígenas reclamaban el reparto agrario. Díaz finalmente dimitió el 24 de mayo de 1911. Salió exiliado del país siete días más tarde, a bordo del vapor Ypiranga, con rumbo a Francia, donde murió y fue sepultado.

Mientras tanto, el Congreso nombró como interino al señor Francisco León de la Barra (porfirista), que entregó la presidencia a Madero en noviembre de 1911. En febrero de 1913, Victoriano Huerta dio un golpe de Estado contra Madero, a quien mandó asesinar junto con Pino Suárez en la "Decena Trágica", y gobernó como dictador hasta 1914. En el bando revolucionario también había disputas: por ejemplo, Zapata había desconocido a Madero porque sintió que lo había traicionado al no haber iniciado el reparto agrario. A la muerte de Madero, las facciones revolucionarias se levantaron en armas contra el usurpador, y lo derrocaron, quedando como presidente Venustiano Carranza. A éste correspondió promulgar la Constitución que rige actualmente en México, y que incorporó varias de las demandas sociales reivindicadas por los movimientos revolucionarios y sus antecesores (jornada de ocho horas, libertad de culto, salario mínimo, reparto agrario, nacionalización de los recursos naturales...). Mientras tanto, el ejército revolucionario se dividió en dos facciones: una, encabezada por Carranza y Obregón, moderada y vinculada con los intereses de la burguesía norteña; y la otra, con Zapata y Villa, más radicales y vinculados con los intereses de los campesinos. Los vencedores fueron los primeros, Zapata fue asesinado en Chinameca en 1919, y cuatro años más tarde la misma suerte tuvo Villa.

Con la llegada de Obregón al poder en 1920, varios de los artículos constitucionales fueron puestos en vigor. Entre las consecuencias de ello está la Guerra Cristera, que enfrentó a tropas campesinas alentadas por la jerarquía católica contra el ejército federal. Obregón fue sucedido en el cargo por Plutarco Elías Calles, quien opinaba que la Revolución había de perpetuarse en instituciones y formó en marzo de 1929, el Partido Nacional Revolucionario, primer antecedente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que dominó la escena política hasta 1988. Calles fundó el Banco de México y puso fin a la Cristiada, llegando a un acuerdo con el clero. Al final de su período, Obregón se reeligió, pero fue asesinado en San Ángel antes de tomar posesión. Siguieron tres presidentes que gobernaron dos años cada uno y que fueron títeres de Calles, a quien se acusa de haber planeado el asesinato de Obregón. Durante este período, conocido como Maximato, México enfrentó la resaca de la crisis de 1929 y perdió la soberanía sobre un territorio lejano y casi desconocido: la Isla de la Pasión, que pasó a manos francesas.

Archivo:Lazaro-Cardenas-Expropiando.jpg
El Presidente Lázaro Cárdenas declarando la Expropiación Petrolera.

Lázaro Cárdenas, el presidente electo para el primer período sexenal de la historia de México (1934-1940), desterró a Calles, apoyado en su amplia popularidad entre la población más pobre y mayoritaria. Dio gran impulso a la educación ("socialista") y al reparto de tierras. Es recordado por la expropiación petrolera, acontecida el 18 de marzo de 1938, y por la nacionalización de los ferrocarriles. No obstante que inició con un impulso radical, el gobierno de Cárdenas al final debió moderarse por el contexto de crisis económica derivado de los pagos de las nacionalizaciones. Su sucesor, Manuel Ávila Camacho, frenó el reparto agrario, concilió con la naciente clase burguesa industrial y enfrentó el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Durante y luego de este conflicto internacional, el país vivió la época de mayor crecimiento económico, basado en la sustitución de importaciones. Las ciudades crecieron y el nivel de vida se elevó considerablemente. No obstante lo anterior, algunos grupos no lo pasaban también. Muestra de ello es el movimiento de los ferrocarrileros de la década de 1950 (cuyos líderes como Demetrio Vallejo fueron encarcelados en Lecumberri o desterrados a las Islas Marías), y el nacimiento de las guerrillas por el mismo tiempo. En 1968, tocó a los estudiantes encabezar el movimiento social. La revuelta estudiantil concluyó con la matanza de Tlatelolco, el 2 de octubre, diez días antes de la Olimpiada de México. Gustavo Díaz Ordaz, a la sazón presidente, dijo unos años después que se hizo lo que se debió hacer (reprimir); y los que son señalados como principales responsables (como Luis Echeverría Álvarez) han enfrentado juicios penales de los que salieron exonerados, no sin el disgusto de los agraviados.

La década de los setenta marcó el inicio de la debacle del sistema político y económico mexicano. Las guerrillas se multiplicaban, los jóvenes exigían más libertad (hay que recordar el festival de Avándaro y la matanza de estudiantes del 10 de junio de 1971 cerca de la Escuela Normal en la Ciudad de México). Para inicios de la década siguiente, la situación económica pareció mejorar con la subida de precios del petróleo, aunque el país terminó en la bancarrota. El gobierno de José López Portillo tuvo que reconocer la lastimosa situación de la economía mexicana, y también permitió por primera vez en mucho tiempo la participación en elecciones de varios partidos políticos que habían sido proscritos, como los comunistas, socialistas, y otros. En 1982 fue electo presidente Miguel de la Madrid Hurtado, cuya administración estuvo marcada por la austeridad y la devaluación. En 1985, el 19 de septiembre, la ciudad de México y otras poblaciones del occidente del país (notablemente Ciudad Guzmán) fueron destruidas por un terremoto. La indolencia de las autoridades y el cúmulo de injusticias sociales que emergieron a la superficie cuando los edificios se fueron a tierra atizaron el descontento popular. Para la elección de 1988, se presentó a los comicios una coalición llamada Frente Democrático Nacional (FDN), integrada por fuerzas políticas de izquierda, encabezadas por Cuauhtémoc Cárdenas, ex priísta e hijo de Lázaro Cárdenas. Se enfrentaba a Carlos Salinas de Gortari, quien finalmente salió triunfante entre acusaciones de fraude electoral por parte del FDN y sus simpatizantes.

El gobierno de Salinas siguió la política neoliberal de De la Madrid. Durante su sexenio y el siguiente, la mayor parte de las empresas paraestatales fueron privatizadas. El comercio exterior creció, lo mismo que la actividad industrial basada en la maquila. Nuevamente el nivel de vida de los mexicanos había subido. Sin embargo, Salinas concluyó su gobierno enfrentado con la guerrilla chiapaneca del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y acusado del asesinato de varios líderes de la oposición perredista. El gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León inició con una crisis económica conocida como efecto Tequila, que ocasionó devaluación, contracción del mercado laboral y expulsión de mano de obra a Estados Unidos en cantidades masivas.

En el año 2000 México vivió por primera vez, tras 71 años, la alternancia política cuando una alianza de los partidos conservadores PAN y PVEM derrotó al PRI en las elecciones presidenciales. Desde el 2000 el PRI se constituyó como la primera minoría en las dos cámaras que conforman el Congreso de la Unión, la Cámara de Senadores. En el 2003, el PRI aumentó su participación como primera minoría en la Cámara de Diputados y logrando el consenso de distintos partidos, incluidos los conservadores PAN y PVEM o la izquierda PRD, PT y Convergencia_por_la_Democracia, ha manejado las decisiones del Poder Legislativo federal.

Geografía física

Mapa físico de México, donde se señalan algunas de los accidentes y regiones más notables del país.

Comparte frontera por el norte con Estados Unidos y al sureste con Guatemala y Belice. Su superficie es de 1 972 547 km², ubicados en el sur del subcontinente norteamericano. Posee 10 000 km de costa repartidos en dos vertientes: al occidente, el océano Pacífico y el golfo de California; y al oeste, el golfo de México y el mar Caribe, que forman parte de la cuenca del océano Atlántico.

Repartidas en su mar territorial se hallan numerosas islas, entre las que destacan los archipiélagos de Revillagigedo (Socorro, Clarión, San Benedicto, Roca Partida), y las islas Marías, en el Pacífico; las de Guadalupe, Cedros, Ángel de la Guarda, Coronado, Rocas Alijos, Isla del Tiburón, Isla del Carmen, frente a la península de Baja California y la costa de Sonora; y las de Ciudad del Carmen, Cozumel, Mujeres, y el arrecife Alacranes, en la cuenca atlántica. En conjunto suman una superficie de 5073 km². La posesión del archipiélago del Norte, reclamada por México, está indefinida.

Relieve

El relieve se caracteriza por ser muy accidentado y alojar múltiples volcanes. El territorio es recorrido por las sierras Madre Oriental y Madre Occidental, que son una prolongación de las Montañas Rocosas. La sierra Madre Occidental termina en Nayarit, en la confluencia con el Eje Neovolcánico. A partir de allí, paralela a la costa del Pacífico, corre la Sierra Madre del Sur.

El Iztaccíhuatl, en el Eje Neovolcánico

El Eje Neovolcánico atraviesa el territorio del oeste al oriente, hasta unirse con la sierra Madre Oriental en el Escudo Mixteco o Zempoaltépetl (3395 msnm). En el Eje Neovolcánico, de gran actividad volcánica como su nombre lo indica, se ubican los picos más altos de México: el Pico de Orizaba o Citlaltépetl (5700 m), el Popocatépetl (5462 m), el Iztaccíhuatl (5286 m) y el volcán Fuego de Colima. En esta provincia geológica tuvo lugar el nacimiento del Paricutín, el volcán más joven del mundo.

Las prolongaciones al sureste de la sierra Madre Oriental son conocidas como Sierra Madre de Oaxaca o de Juárez, que concluye con la Sierra Madre del sur en el istmo de Tehuantepec. Al oriente de esta región se extienden la Mesa Central de Chiapas y la Sierra Madre de Chiapas, que tiene su punto culminante en el volcán Tacaná (4 117 m).

Imagen de satélite de la península de Yucatán

Los accidentes geográficos más visibles del territorio mexicano son la península de Baja California, en el noroeste, y la península de Yucatán, al oriente. La primera es recorrida de norte a sur por una cadena montañosa que recibe los nombres de Sierra de Baja California, de Sierra de San Francisco o de la Giganta. Su punto más alto es el volcán de las Tres Vírgenes. La península de Yucatán, por el contrario, es una plataforma de piedra caliza casi completamente llana.

Ubicada entre las sierras Madre Oriental y Occidental, y el Eje Neovolcánico, está la Altiplanicie Mexicana, que a su vez es dividida en dos partes por pequeñas serranías como la de Zacatecas y las de San Luis. La parte norte es más árida y más baja que la sureña. En ella se localizan el desierto de Chihuahua y el semidesierto de Zacatecas. Al sur de las serranías transversales se encuentra la fértil región del Bajío y numerosos valles de tierra fría o templada, como la Meseta Tarasca, los valles de Toluca, México, y el Poblano-Tlaxcalteca. En esta mitad sur del altiplano se concentra la mayor parte de la población mexicana.

Entre el Eje Neovolcánico y la Sierra Madre del Sur se localiza la Depresión del Balsas y la Tierra Caliente de Michoacán, Jalisco y Guerrero. Al oriente, atravesando la intrincada Sierra Mixteca, se encuentran los Valles Centrales de Oaxaca, rodeados por montañas abruptas que complican el acceso y las comunicaciones. Plantilla:Montañas de México

Hidrografía

Río Bravo o Grande del Norte

Los ríos de México se agrupan en tres vertientes. La vertiente del Pacífico, la del Golfo y la vertiente interior. El más largo de los ríos mexicanos es el Bravo, de la vertiente del Golfo. Éste tiene una longitud de 3 034 km, y sirve como límite con Estados Unidos. Otros ríos en esta vertiente son el Usumacinta, que sirve como límite con Guatemala; el río Grijalva, quizá el más caudaloso del país; y el río Pánuco, a cuya cuenca pertenece el Valle de México.

En el Pacífico desembocan los ríos Lerma y Balsas, de vital importancia para las ciudades de las tierras altas de México; los ríos Sonora, Fuerte, Mayo y Yaqui; que sostienen la próspera agricultura del noroeste del país, y el río Colorado, compartido con Estados Unidos.

Los ríos interiores, es decir, aquellos que no desembocan en el mar, suelen ser cortos y con caudal escaso. Destacan el río Casas Grandes en Chihuahua, y el Nazas, en Durango.

Lago de Pátzcuaro, en el estado de Michoacán

La mayor parte de los ríos de México tienen poco caudal, y son casi todos ellos innavegables.

México alberga numerosos lagos y lagunas en su territorio, pero de tamaño modesto. El más importante cuerpo interior de agua es el lago de Chapala, compartido por Michoacán, Jalisco y Guanajuato, y que a causa de la sobreexplotación está en riesgo de desaparecer. Otros lagos importantes son el lago de Pátzcuaro, el Zirahuén y el Cuitzeo, todos ellos en Michoacán. Además, la construcción de presas ha propiciado la formación de lagos artificiales, como el de las Mil Islas, en Oaxaca.

Clima

México es un país con una gran diversidad climática. La situación geográfica del país lo ubica en dos áreas bien diferenciadas, separadas por el trópico de Cáncer. Este paralelo separaría al país en una zona tropical y una desértica. Sin embargo, el relieve y la presencia de los océanos influyen mucho en la configuración del mapa de los climas en el país. De esta forma, en México es posible encontrar climas fríos de alta montaña a unos cuántos centenares de kilómetros de los climas más calurosos de la llanura costera

La zona cálida lluviosa comprende la llanura costera baja del Golfo de México y del Pacífico. En esta región las temperaturas oscilan entre los 15.6°C y los 40°C. Una zona templada comprende las tierras localizadas entre los 914 y los 1830 msnm. Aquí, las temperaturas oscilan entre los 16,7 ºC en enero y de 21,1 ºC en julio. La zona fría va desde los 1830 m de altitud hasta los 2745 metros.

El clima templado subhúmedo o semiseco alcanza temperaturas que oscilan entre los 10 y los 20°C: Presenta precipitaciones no mayores a los 1000 mm anuales. A una altura superior a 1 500 metros, la presencia de este clima depende de la latitud de la región. En las áreas con este tipo de clima, las heladas son una constante que se presenta cada año.

Un segundo tipo de clima lo constituyen el cálido-húmedo y el cálido-subhúmedo. En las zonas con este clima, llueve durante el verano o a lo largo de todo el año. La pluviosidad alcanza el índice de 1.500 mm, y presenta una media anual térmica que oscila entre los 24 y 26 ºC. Las zonas con este tipo de clima se ubican en las planicies costeras del golfo de México, del océano Pacífico, el istmo de Tehuantepec, en el norte de Chiapas y en la península de Yucatán.

El trópico seco presenta variedades de los climas anteriores. Se localiza en los declives de la Sierra Madre Occidental y Oriental, las cuencas altas de los ríos Balsas y Papaloapan, así como en ciertas regiones del istmo de Tehuantepec, la península de Yucatán, y el estado de Chiapas. El trópico seco es, por lo tanto, la zona más importante de los climas cálidos extremosos en México.

Las zonas áridas son las regiones donde la precipitación anual es menor a 350 mm. La temperatura anual varía entre los 15 y los 25°C, y su índice de precipitación también es sumamente variable. La mayor parte del territorio mexicano, ubicado al norte del trópico de Cáncer, es una zona con este tipo de características

La estación húmeda se extiende entre los meses de mayo y octubre. En promedio llueve durante 70 días al año. La tónica dominante, sin embargo, es la escasez de lluvia en la mayor parte del territorio, hecho relacionado con los obstáculos que representan a las nubes de lluvia las altas montañas que enmarcan la Altiplanicie Mexicana. En la zona templada altiplánica del país, el promedio de lluvia es de 635 mm anuales. La zona más fría, de alta montaña, registra índices de 460 mm. En tanto, el semidesierto del norte del Altiplano apenas alcanza 254 mm de lluvia anuales. En contraste con la aridez de este territorio (que concentra el 80% de la población mexicana), existen algunas regiones que pueden recibir casi 1000 mm y hasta 3000 mm.

El promedio de temperatura para el país es de unos 19°C. Sin embargo, la ciudad de México presenta sus promedios extremos en los meses de enero (12ºC) y julio (16.1°C). En contraste, Monterrey, capital del estado norteño de Nuevo León presenta en los mismos meses 14.1°C y 27.2°C.

Política

Días feriados oficiales
Fecha Motivo
1 de enero Año Nuevo
5 de febrero Día de la Constitución
24 de febrero Día de la Bandera
21 de marzo Natalicio de Benito Juárez
1 de mayo Día del Trabajo
5 de mayo Aniversario de la Batalla de Puebla
16 de septiembre Independencia de México
1 de noviembre Día de Todos los Santos
2 de noviembre Día de Muertos
20 de noviembre Aniversario de la Revolución Mexicana
1 de diciembre Toma de posesión presidencial (cada 6 años)
25 de diciembre Navidad

Forma de gobierno

Según la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (promulgada el 5 de febrero de 1917), el país es una república democrática, representativa y federal integrada por 31 estados libres y soberanos y un distrito federal, sede de los poderes de la Federación. Los gobiernos de las entidades federativas y de la federación se dividen en tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial.

El Poder Ejecutivo federal reside en la Presidencia de la República. Es ejercido por el presidente, quien es el jefe de Estado y de gobierno. El presidente tiene la facultad de nombrar a los titulares de las secretarías de Estado, que son por eso integrantes del gabinete presidencial. El mandato del presidente dura seis años, y no existe la posibilidad de reelección. Tampoco existen los cargos de primera dama ni el de vicepresidente. Este último fue suprimido desde la Constitución de 1857, debido a la gran inestabilidad política que causó el cargo durante el primer medio siglo del México independiente. En caso de que un presidente de la República no pueda concluir su mandato, la presidencia interina queda en manos del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Desde el año 2000, este cargo es ejercido por Vicente Fox Quesada, del PAN. Lo antecedieron en el cargo Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000), Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1888), José López Portillo y Pacheco (1976-1982), Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), Adolfo López Mateos (1958-1964), Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958), Miguel Alemán Valdez (1946-1952), Manuel Ávila Camacho (1940-1946), todos ellos del (PRI).

El Poder Legislativo reside en el Congreso de la Unión, que se divide en dos cámaras: La Cámara de Senadores (senado) y la Cámara de Diputados (cámara baja).

El senado se compone de 128 senadores (tres por entidad federativa más 32 de representación proporcional). La Cámara de Senadores se renueva completamente cada 6 años en concordancia con el periodo presidencial. La cámara baja se compone por 300 diputados de mayoría (distritos electorales uninominales) y 200 de representación proporcional. Las elecciones para los legisladores de la Cámara de Diputados se celebran cada tres años. Los senadores y diputados federales no pueden ser reelegidos para un segundo período consecutivo en la misma cámara.

El Poder Judicial recae en la Suprema Corte de Justicia de la Nación y en un conjunto de tribunales inferiores y especializados. La Suprema Corte está formada por 11 ministros elegidos por el Congreso de la Unión, cuya duración en el cargo es de 15 años.

Véase también:

División político-administrativa

La Federación mexicana está compuesta por treinta y un estados y un Distrito Federal. Cada uno de los estados es libre y soberano, tiene una constitución y un congreso propios. Los gobiernos estatales se encuentran divididos en tres poderes: el Ejecutivo, que se deposita en una persona denominada Gobernador, elegido cada seis años sin posibilidad de reelección; el Legislativo, que se deposita en el Congreso del Estado, compuesto por Diputados elegidos para un período de tres años; y el Judicial, que se deposita en el Tribunal Superior de Justicia de cada entidad.

A su vez, los estados se encuentran divididos en municipios (2.430 en total). Los ayuntamientos municipales son encabezados por el presidente municipal. Cada municipio posee un Cabildo, integrado por regidores y síndicos, electos para períodos de tres años. Oaxaca es el estado con mayor número de municipios en México con 570, en tanto que Baja California sólo tiene cinco.

Los poderes de la Federación residen en el Distrito Federal. Hasta antes de 1997, el Gobierno del Distrito Federal era encabezado por un Regente, nombrado por el Presidente de la República. A partir del 6 de julio de aquel año, los defeños eligen a su Jefes del Gobierno, y desde 1994, eligen diputados a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, una especie de congreso estatal con funciones recortadas. El Distrito Federal se divide en delegaciones políticas, y los jefes de estas unidades territoriales son electos popularmente desde el año 2000 para períodos de tres años.

División política de México
Entidad federativa Población (2005) Superficie (km²) Capital
Estados Unidos Mexicanos 103 088 000 1 959 248 Ciudad de México
1. Aguascalientes 1 051 000 5 625 Aguascalientes
2. Baja California 2 842 000 71 546 Mexicali
3. Baja California Sur 517 000 73 943 La Paz
4. Campeche 751 000 57 727 Campeche
5. Chiapas 4 256 000 73 681 Tuxtla Gutiérrez
6. Chihuahua 3 238 000 247 487 Chihuahua
7. Coahuila de Zaragoza 2 475 000 151 445 Saltillo
8. Colima 562 000 5 627 Colima
9. Durango 1 489 000 123 367 Victoria de Durango
10. Guanajuato 4 893 000 30 621 Guanajuato
11. Guerrero 3 116 000 63 618 Chilpancingo de los Bravo
12. Hidalgo 2 334 000 20 856 Pachuca de Soto
13. Jalisco 6 652 000 78 630 Guadalajara
14. México 14 161 000 22 333 Toluca de Lerdo
15. Michoacán de Ocampo 3 988 000 58 667 Morelia
16. Morelos 1 605 000 4 892 Cuernavaca
17. Nayarit 943 000 27 862 Tepic
18. Nuevo León 4 164 000 64 203 Monterrey
19. Oaxaca 3 522 000 93 343 Oaxaca de Juárez
20. Puebla 5 391 000 34 251 Puebla de Zaragoza
21. Querétaro de Arteaga 1 593 000 11 658 Santiago de Querétaro
22. Quintana Roo 1 134 000 42 535 Cd. Chetumal
23. San Luis Potosí 2 412 000 61 165 San Luis Potosí
24. Sinaloa 2 610 000 57 331 Culiacán Rosales
25. Sonora 2 384 000 179 516 Hermosillo
26. Tabasco 2 013 000 24 747 Villahermosa
27. Tamaulipas 3 020 000 80 148 Ciudad Victoria
28. Tlaxcala 1 061 000 3 997 Tlaxcala de Xicohténcatl
29. Veracruz 7 081 000 71 856 Xalapa de Enríquez
30. Yucatán 1 803 000 39 671 Mérida
31. Zacatecas 1 357 000 75 416 Zacatecas
32. Distrito Federal 8 670 000 1 484 Ciudad de México

Vida política en México

México cuenta con 8 partidos políticos oficiales registrados ante el IFE (Instituto Federal Electoral) los cuales son, ordenados alfabéticamente:

  1. CD (Convergencia por la Democracia) (Se le conoce comúnmente como Convergencia)
  2. PASC (Alternativa Social Democrática y Campesina)
  3. PAN (Partido Acción Nacional)
  4. PANAL (Partido Nueva Alianza)
  5. PRD (Partido de la Revolución Democrática)
  6. PRI (Partido Revolucionario Institucional)
  7. PT (Partido del Trabajo)
  8. PVEM (Partido Verde Ecologísta de México)

Economía

Historia económica

Durante la época colonial y el siglo XIX, México fue un país dedicado a la agricultura. La mayor parte de sus ingresos por ventas extranjeras provenían de la explotación minera, especialmente, de la plata. De este mineral, México ha ocupado el primer lugar mundial en producción desde hace más de dos siglos.

El proceso de industrialización de México durante la Colonia y el primer siglo de vida independiente fue sumamente lento. Entre los siglos XVI y XVIII, las leyes coloniales impedían el desarrollo de las manufacturas en la Nueva España como en el resto del imperio español. Éstas debían importarse de la metrópoli, que a su vez las adquiría mayormente de las naciones industrializadas del norte de Europa. Todo el siglo XIX hubo intentos por dotar de una planta industrial al país. Los gobiernos intentaron atraer empresarios extranjeros, sin mucho éxito. Durante la década de 1830, Lucas Alamán estableció el Banco del Avío, destinado al fomento industrial. Sin embargo, todas estas tentativas rindieron escasos frutos.

A finales del siglo XIX, en el Porfiriato, la industria textil era la más desarrollada. Se había establecido en el valle de Puebla, en la región de Orizaba y el valle de México. El gobierno de Porfirio Díaz dio grandes privilegios al capital extranjero con la intención de atraer inversión directa en la construcción de infraestructura de comunicaciones y transporte, y en el crecimiento de la planta industrial. Sin embargo, los beneficios eran para unos pocos extranjeros, mientras la mayoría de los mexicanos vivían en condiciones de miseria y explotación.

En ese período de más de treinta años, entre 1876 y 1910, la red ferroviaria creció asombrosamente, alcanzando los 20.000 km de vías. Por otro lado, se construyó la primera hidroeléctrica de la nación (en Necaxa, Puebla) y se dio inicio a la explotación de los yacimientos petrolíferos, que colocaron a México en el primer lugar mundial de exportación de petróleo en la década de 1910. Cabe mencionar que los ricos campos petrolíferos de Faja de Oro y Cerro Azul, localizados en el norte de Veracruz, fueron brutalmente agotados por la Standard Oil Company, Royal Dutch Shell y sus subsidiarias mexicanas, con un magro beneficio para el erario mexicano.

Tras el triunfo de la Revolución, dio inicio en México un segundo período de expansión industrial, favorecido, entre otras cosas, por la nacionalización del petróleo y la Segunda Guerra Mundial. En las décadas que siguieron a la conclusión de ese conflicto internacional, la economía mexicana tenía un carácter mixto, es decir, la inversión provenía tanto de la iniciativa privada como del Estado. Los sectores estratégicos fueron convertidos en industrias paraestatales, tal fue el caso de la explotación minera, la siderurgia, la producción de electricidad, la infraestructura carretera. Con la intención de favorecer la transferencia tecnológica, el gobierno permitió que muchas firmas internacionales establecieran filiales en el país, aunque siempre asociadas al capital nacional. La agricultura, por otro lado, era fuertemente subsidiada por el Estado, que se convirtió en el principal intermediario de los productos agropecuarios. Durante el período comprendido entre 1950 y 1970, la economía de México creció a un ritmo de 6.27% anual, en lo que se dio en llamar el Milagro mexicano.

Sin embargo, el proteccionismo y el cierre del mercado mexicano; así como fiebre de endeudamiento de la década de 1970 que concluyó con la crisis de la deuda de los años ochenta, dieron fin al período de crecimiento de la economía mexicana. En 1983, el país estaba en la bancarrota, y era incapaz de redimir sus deudas internacionales. Algo similar estaba ocurriendo en el resto de América Latina. Para salir del trance, el gobierno cambió sus políticas y dio inicio el período que en México se conoce como de los tecnócratas, que continúa hasta el año 2006. Este período ha estado marcado por la austeridad en el gasto social, el impulso que se ha dado a la privatización de las grandes empresas paraestatales (de las que a la fecha sólo se conservan dos: Pémex y la Comisión Federal de Electricidad), y un crecimiento económico dependiente de las exportaciones de manufacturas (básicamente, hacia Estados Unidos).

La era tecnócrata no ha estado exenta de sobresaltos. Tras el relevo presidencial de 1994, México se vio sumergido en una nueva crisis, derivada de lo que el ex-presidente Salinas de Gortari llamó el error de diciembre. La economía no se recuperó sino hasta tres años después. A partir de ahí, el crecimiento ha promediado 3.85% anual, y el incremento medio en el sexenio de Vicente Fox, que está por concluir, apenas es de un modesto 1,48% anual.

Indicadores de la economía mexicana

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El peso mexicano es la moneda oficial.
Producción agropecuaria de México
Producto Prod. (Tm) 1
Aguacates 1 040 390 1
Cebollas y chalotes 1 130 660 1
Limones y limas 1 824 890 1
Semilla de cártamo 212 765 1
Carne de caballo 79 507 2
Frutos secos 95 150 2
Papaya 955 694 2
Chile fresco 1 853 610 2
Frijol sin desgranar 93 000 3
Naranja 3 969 810 3
Anís e hinojo 32 500 3
Carne de pollo 2 245 000 3
Espárragos 67 247 4
Mangos 1 503 010 4
Maíz 20 000 000 4
1Lugar a nivel mundial
Fuente: FAO (2004) [1]


De acuerdo con el Banco Mundial, México tiene el tercer ingreso per cápita más alto de Latinoamérica y se ha consolidado como un país de ingreso medio-alto. Sin embargo, la distribución de la riqueza del país no es equitativa y la división entre ricos y pobres es muy grande. Aún así el país tuvo una increíble recuperación de la última crisis financiera desatada en 1994-1995.

México es la decimocuarta economía del mundo [[2]] (siendo el segundo mayor de América Latina, sólo superado por Brasil) y el décimo mayor exportador del mundo. La actividad económica del país depende en gran medida de su comercio con los Estados Unidos de América, los cuales consumen más del 85% de las exportaciones mexicanas y dan trabajo a casi el 10% de su población. El envío de remesas por parte de los migrantes internacionales constituye la segunda fuente de ingresos más importante del país después del petróleo.

Desde mediados de la década de los ochenta el país se ha inclinado por un modelo económico neoliberal con un fuerte énfasis en la apertura comercial hacia otros mercados, lo cual ha convertido al país en el líder mundial en acuerdos de libre comercio habiendo firmado convenios de este tipo con 40 países en 12 diferentes Tratados. Su asociación comercial principal es el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA), integrado son Estados Unidos, Canadá. México también cuenta con un tratado de libre comercio con la Unión Europea y recientemente se selló un compromiso similar con Japón.

Infraestructura

Energía

En México, la generación energética está a cargo de ciertas empresas paraestatales. Estas empresas son la Comisión Federal de Electricidad (CFE), encargada, como su nombre lo indica, de la operación de las plantas generadoras de electricidad y su distribución en todo el territorio nacional (excepto en los estados de Morelos, México, Hidalgo y el Distrito Federal, donde la distribución está a cargo de Luz y Fuerza del Centro, también paraestatal). La otra empresa encargada de la explotación de los recursos energéticos es Petróleos Mexicanos, que está organizada en divisiones que se encargan de aspectos específicos de la industria petrolera.

La principal forma de generación energética en el país es la termoeléctrica, que en el año 2004 producía 23.830 megavatios. Entre las plantas más importantes de este tipo está Los Azufres, en el estado de Michoacán, y su infraestructura representaba el 51.9% del total. Le sigue, de lejos, la energía hidroeléctrica, con un volumen de 9.900 megavatios en el mismo año y 21.6% de la estructura de generación de energía. Otros tipos de generación son la nucleoeléctrica, la geotérmica, la carboeléctrica y la eólica, que en conjunto producen menos de 5.000 megavatios. [3]. En 2003, el consumo promedio de energía por habitante en el país fue de 5,95 megavatios por hora, con un costo de 1,35 pesos mexicanos por kWh.

México es uno de los principales exportadores de petróleo del mundo. Su principal mercado son los Estados Unidos. En el año 2004 producía 3.826 millones de barriles diarios, extraídos principalmente de la costa del golfo de México y la llamada Sonda de Campeche, un yacimiento submarino localizado en la bahía de Campeche. Las reservas probadas de petróleo sumaban en 2005 12 mil millones 882 mil barriles de petróleo, que las colocan en el décimo cuarto sitio a nivel mundial. Los cálculos sobre la vida aproximada de esos yacimientos son de veinte años, si la explotación continúa al ritmo actual.

Transportes

Estadísticas de transportes en México
Carreteras
Tipo Long. (km)
Total 352.072
Brechas 55.984
Terracería 22.663
Revestidas 152.089
Dos carriles 110.367
Cuatro carriles o más 10.969
Ferrocarriles
Total 26.662
Aeropuertos
Tipo Total
Internacionales 47
Nacionales 14
Puertos
Total 108
Fuente: SCT (2004) [4]

La red carretera de México es una de las más extensas de América Latina. Según la Secretaría e Comunicaciones y Transportes (SCT), la longitud total de esta red de vías terrestres fue de 352.072 kilómetros. De ellos, la mayor tercera parte corresponde a brechas revestidas, y poco más de diez mil kilómetros corresponden a carreteras de cuatro carriles. Las carreteras en México se clasifican en federales, que están a cargo de la SCT; estatales, construidas por los gobiernos de los estados (ambas son gratuitas); y autopistas de cuota, administradas por un consorcio denominado Caminos y Puentes Federales (Capufe), que recauda los recursos provenientes del peaje, que son reinvertidos en el mantenimiento de las autopistas. Algunas de estas vías de alta velocidad se encuentran entre las más caras del mundo, como la que une la ciudad de México con Toluca, capital del estado de México; o la Autopista del Sol, que enlaza el Distrito Federal con el puerto de Acapulco. Recientemente han sido construidas obras de gran envergadura, con el propósito de hacer más rápida la transportación terrestre entre las diferentes regiones del país. Quizá la obra más emblemática de éstas es el Puente Chiapas, construido sobre la presa de Malpaso, en el río Grijalva, y que permite un ahorro de hasta seis horas en el traslado de la ciudad de México a Tuxtla Gutiérrez, la capital chiapaneca.

La mayor parte de la red de ferrocarriles sirve en la actualidad para el transporte de mercancías. Tras la privatización de Ferrocarriles Nacionales de México, la empresa paraestatal formada tras la nacionalización de este sistema de transporte con el propósito de operar y mantener la red ferroviaria, las concesionarias se dedicaron exclusivamente al transporte de mercancías, y la red ha permanecido prácticamente sin aumento desde hace más de dos décadas. Sólo el Ferrocarril Chihuahua-Pacífico transporta pasajeros, aprovechando que la ruta por la sierra Madre Occidental tiene un valor importante valor turístico por sus paisajes naturales.

Como el resto de los sistemas de transportes, los aeropuertos y los puertos marítimos también fueron privatizados durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari. Además de numerosas pistas de aterrizaje distribuidas en todo el territorio nacional, México cuenta con varios aeropuertos internacionales y nacionales. Entre los primeros, los más importantes por el nivel de personas que los utilizan y el tráfico aéreo, son el Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la ciudad de México y el Aeropuerto Internacional de Cancún. El primero de ellos atraviesa por serios problemas de saturación, y se propuso la construcción de un nuevo aeropuerto en las tierras ejidales del lago de Texcoco que finalmente fue rechazado por la oposición de los ejidatarios tenientes de la tierra. En compensación, se han realizado obras de ampliación del Benito Juárez y algunos aeropuertos como el de Toluca han comenzado a recibir parte del tráfico destinado originalmente a la ciudad de México.

Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México

Como los ferrocarriles, la mayor parte del tráfico marino es de mercancías. México cuenta con 108 puertos, cincuenta y cuatro en el golfo y otros tantos en el Pacífico. Los más importantes son Veracruz, en la costa atlántica, y Acapulco, en el sur del estado de Guerrero.

Comunicaciones

Los medios de comunicación en México también quedaron en manos de la iniciativa privada, a partir de la década de 1990. Anteriormente fueron operados por compañías paraestatales, como Teléfonos de México y Telégrafos de México. El Servicio Postal Mexicano sigue en manos del Estado. En lo que respecta a la televisión, existió el Instituto Mexicano de la Televisión (Imevisión), aunque desde el inicio los particulares tuvieron derecho a concesiones. En la actualidad, existen dos empresas televisivas privadas que acaparan la mayor parte del mercado (Televisa y Televisión Azteca). El gobierno federal opera el Canal 22 y Canal 11; este último, a través del Instituto Politécnico Nacional. Asimismo, los estados tienen la facultad de operar televisoras a través de organismos descentralizados creados para tal fin. En México existen 733 canales de televisión, algunos de ellos con cobertura nacional.

En radio, existen múltiples empresas privadas. Las más importantes de ellas tienen su sede en el Distrito Federal. En muchas ciudades de la república hay estaciones locales. La Federación opera el Instituto Mexicano de la Radio (IMER), y algunas de sus dependencias operan otras estaciones, como Radio Educación, dependiente de la Secretaría de Educación Pública, y las muchas estaciones de radio indigenista, que dependían del Instituto Nacional Indigenista, convertido en Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indios. Varias universidades también tienen estaciones propias de radio, entre las que destaca Radio Universidad Nacional Autónoma de México, de la UNAM, cuya cobertura alcanza casi todo el territorio nacional, y puede escucharse en la banda internacional e Internet. Existen en México 854 estaciones de radio en amplitud modulada y 634 en frecuencia modulada.

La telefonía fija es operada por unas pocas compañías, de las cuales Telmex es con mucho la más grande. La cobertura del teléfono también ha ido en aumento constante. Se estima que el 80% de los hogares mexicanos cuentan con teléfono fijo, y en muchas comunidades pequeñas existen casetas telefónicas comunitarias. En larga distancia (nacional e internacional), el tiempo total de las conferencias sumó en el año 2004 la cantidad de 32 mil 302 millones de minutos. El número de usuarios de celular en ese mismo año fue de 38 millones de personas, atendidas por trece empresas privadas.

En lo que respecta al uso de nuevas tecnologías de comunicación (Internet), la proporción de usuarios en México es muy baja, de apenas 10%. Para paliar la escasa cobertura (debida entre otras cosas a los precios elevados de la suscripción y el bajo poder adquisitivo del salario), el gobierno de México ha implementado el programa Plazas comunitarias, que son estaciones equipadas con computadoras y una conexión a Internet, establecidas en las regiones más marginadas del país.

Demografía

Dinámica de la población

Población total de México (1895-2005)
Tasa de crecimiento natural de la población mexicana (1895-2000)

Durante todo el siglo XIX, la población de México apenas se había duplicado. Esta tendencia continuó durante las primeras dos décadas del siglo XX, e incluso, en el censo de 1920 se registra una pérdida de cerca de 2 millones de habitantes. El fenómeno puede explicarse porque durante el decenio de 1910 a 1920 tuvo lugar la Revolución mexicana.

La tasa de crecimiento se incrementó drásticamente entre los decenios de 1930 a 1980, cuando el país llegó a registrar índices de crecimiento mayores a 3% (1950-1980). La población mexicana se duplicaba en veinte años, y a ese ritmo se esperaba que para el año 2000 habría 120 millones de mexicanos. Ante esta situación, el gobierno federal creó el Consejo Nacional de la Población (Conapo), con la misión de establecer políticas de control de la natalidad y realizar investigaciones sobre la población del país. Las medidas resultaron exitosas, y la tasa de crecimiento descendió hasta 1.6 en el período de 1995 a 2000. La esperanza de vida pasó de 36 años en 1895 a 72 años en el año 2000.

También cambió la cara de los mexicanos. A principios del siglo cerca del 90% de la población vivía en localidades rurales (pueblos, rancherías, caseríos). El censo de 1960 arrojó datos en los que la población urbana era por primera vez mayor que la rural (50.6% del total). El número de personas que radicaba en su estado natal en 1895 constituía el 96.6% de la población total del país. En el censo de 1920 sumaban poco más del 90%. Treinta años más tarde constituían el 80% y en la actualidad poco más de 18% de los mexicanos radican fuera del estado en que nacieron. Ambas tendencias pueden explicarse por el proceso de industrialización de las ciudades grandes y medianas, así como por la depauperación gradual del campo, ocasionada por la recesión de las actividades agropecuarias.

Las entidades federativas que concentran la mayor población son México, Distrito Federal, Veracruz, Jalisco y Puebla. En cambio, las menos pobladas son Baja California Sur, Campeche y Quintana Roo. Este último estado es uno de los que presenta una tasa de crecimiento poblacional más alta en el país, debido a la industria turística de Cancún, que concentra el 50% de la población quintanarroense.

Por otra parte, la población hablante de lenguas indígenas (único criterio contemplado en la metodología de INEGI para contabilizar a la población indígena del país) cayó de 17% en 1895 a apenas 7% en 2000. Sin embargo, en números absolutos hubo un incremento, pues pasó de poco más de un millón a siete en el censo de 2000. Son las comunidades indígenas las que expulsan una mayor población. La emigración indígena, hasta 1980, tuvo como destinos principales las ciudades medianas y grandes cercanas a las regiones de origen. A partir de la década de los noventa, la migración indígena cobró un rostro internacional, y hoy se dirige principalmente a Estados Unidos.

Estados Unidos es el país donde viven más mexicanos después de México. Se dice que Los Ángeles, la más grande ciudad de California, es también la segunda ciudad mexicana por su tamaño, pues la cantidad de migrantes y descendientes de mexicanos rebasa con mucho los 4 millones de habitantes de la zona metropolitana de Guadalajara. La presencia mexicana en el vecino del norte comienza con la anexión de la mitad norte del territorio del país en 1847. Algunos de los mexicanos que quedaron al otro lado de la línea regresaron a México, pero otros se quedaron allá (esto ocurrió principalmente en Nuevo México), y conservaron su idioma y costumbres. A ellos se les sumó una buena cantidad de braceros, que se fueron a radicar a Estados Unidos, algunos temporalmente, mediante un acuerdo laboral entre los gobiernos de Washington y México. Las últimas crisis económicas en México han favorecido la emigración hacia el norte, y se calcula que a principios del siglo XXI, cerca de 38 millones de mexicanos o descendientes de mexicanos habitan en los Estados Unidos. La mayor parte de ellos se concentra en California, Texas y Nuevo México. Otras comunidades importantes de mexicanos en el extranjero son las de España, Alemania, Reino Unido y Francia.

Principales zonas metropolitanas
Ciudad Pob. (2000)
Ciudad de México (DF-Méx-Hgo) 18 396 677
Guadalajara (Jal) 3 699 136
Monterrey (NL) 3 299 302
Puebla de Zaragoza (Pue) 1 885 321
Toluca de Lerdo (Méx) 1 451 801
Tijuana (BC) 1 274 240
León (Gto) 1 269 179
Ciudad Juárez (Chih) 1 218 817
Torreón (Coah-Dgo) 1 007 291
San Luis Potosí (SLP) 850 828
Mérida (Yuc) 803 920
Acapulco (Gro) 791 558
Santiago de Querétaro (Qro) 787 341
Tampico (Tamps) 746 417
Culiacán Rosales (Sin) 744 859
Cuernavaca (Mor) 738 326
Aguascalientes (Ags) 707 516
Chihuahua (Chih) 696 495
Morelia (Mich) 659 940
Veracruz (Ver) 642 680
Fuente: CONAPO [5]

Principales ciudades

Ciudad de México, Monterrey, Guadalajara, Puebla, Tijuana, León, Morelia, Torreón, Toluca, San Luis Potosí, Mérida, Acapulco, Mexicali, Veracruz, Querétaro, Aguascalientes, Tampico, Villahermosa y Cancún son las ciudades principales del país según su economía, actividades industriales, servicios, extensión territorial y relevancia cultural y política.

Zonas metropolitanas

El Instituto Nacional de Geografía, Estadística e Informática (INEGI) y el Consejo Nacional para la Población (Conapo), han establecido una serie de criterios para delimitar las zonas metropolitanas, que brevemente pueden ser definidas como aquellas aglomeraciones urbanas que son compartidas por dos o más municipios de un mismo estado o de varios. La condición es que exista una continuidad entre los núcleos de población conurbanos. Entre los criterios empleados en la delimitación de estas zonas metropolitanas están la distancia de las localidades con respecto a la ciudad central, la población total, y otras similares. Un caso especial es Ciudad Juárez, pues se ubica en un solo municipio, en la frontera chihuahuense con Estados Unidos, pero tiene una población de más de 1.200.000 personas.

Las principales aglomeraciones urbanas son la zona metropolitana del Valle de México, que rebasa los 18 millones de habitantes; Guadalajara y Monterrey, con más de 3 millones cada una, y Puebla de Zaragoza, con más de dos millones. Es importante señalar que las zonas metropolitanas de mayor crecimiento en el país son las localizadas en la frontera con Estados Unidos. La mayor de ellas es Tijuana, con poco más de 1 millón 200 mil habitantes, lo mismo que la mencionada Ciudad Juárez.

Los municipios

Si se consideran los municipios como entidades aisladas, el panorama cambia completamente. El más poblado es Iztapalapa (propiamente, una delegación del Distrito Federal), que tiene más 1 millón 700 mil habitantes. Le siguen Ecatepec de Morelos, en el Estado de México, con poco más de 1 millón 600 mil habitantes; y Puebla de Zaragoza, en Puebla, con más de 1 millón 300 mil habitantes. En el polo opuesto se encuentran varios municipios del estado de Oaxaca, cuyas poblaciones no rebasan el millar de personas.

Etnografía

Principales grupos indígenas de México
Grupo Población
Náhuatl 2.445.969
Maya 1.475.575
Zapoteco 777.253
Mixteco 726.601
Otomí 646.875
Totonaca 411.266
Tzotzil 406.962
Tzeltal 384.074
Mazahua 326.660
Mazateco 305.836
Fuente: CDI (2000) [6]

México no dispone de mecanismos que permitan contabilizar con exactitud la magnitud de los grupos étnicos que habitan en su territorio. Como en el resto del mundo, la población mexicana es resultado de la mezcla de gente de diversos orígenes. Los componentes principales de ese mestizaje fueron los indígenas mesoamericanos y los españoles que llegaron en el siglo XVI. A ellos, en las cinco centurias de la historia del país tras el encuentro de América y Europa, se han sumado los africanos, que llegaron a estas tierras en condición de esclavos, y una gran cantidad de asiáticos, cuyo arribo al país data de los tiempos en que llegaba la Nao de China. El flujo de asiáticos incrementó a finales del siglo XIX y principios del XX, en que venían a trabajar en la construcción de las vías férreas en tiempos de Porfirio Díaz.

La política predominante del primer siglo de vida independiente de México era sumamente racista. La nación, para la élite en el poder, debía ser una nación criolla, es decir, blanca. Sin embargo, el proceso de mestizaje estaba demasiado avanzado y la población indígena seguía siendo mayoritaria como para poder llevar a cabo el proyecto de la nación criolla. Tras el triunfo de la Revolución, varios pensadores consideraron que México era una nación mestiza, y entonces las baterías se dirigieron a asimilar a los indígenas a la cultura nacional. Las consecuencias fueron la reducción en términos absolutos y relativos de las personas que hablaban lenguas indígenas.

Éste es el único criterio que se ha empleado para determinar la cantidad de indígenas en el país. Sin embargo, en la actualidad ha sido duramente criticado, pues la pertenencia étnica no está dada sólo por la identidad lingüística. Como señalaba Guillermo Bonfil Batalla en México profundo, muchos de los que se consideran mestizos son en realidad indios despojados de su identidad étnica (lengua) e incorporados a la cultura nacional (es decir, a la cultura mestiza). Por ello, las cifras ofrecidas por el Instituto Nacional de Geografía, Estadística e Informática y la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indios (la versión foxista del Instituto Nacional Indigenista [INI]) varían demasiado. Para el primero, la población indígena es de alrededor de 7% del total, en tanto que para la segunda, la proporción oscila entre 10 y 14%. En la página web de la CDI la cifra ofrecida por la institución es de 10.220.862 indígenas en el país en el año 2000, lo que constituiría cerca del 11% de la población mexicana. Los criterios empleados por la CDI para su cálculo incluyen, además del lingüístico, el lugar de origen, la identidad étnica de uno o ambos padres, la asunción individual de la identidad indígena, entre otros.

La CDI reconoce 65 grupos étnicos, además del mestizo, distinguidos entre sí sobre la base del criterio lingüístico. Los más grandes son el náhuatl, el maya, el zapoteco, el mixteco y el otomí. Todos ellos son descendientes de los antiguos pueblos mesoamericanos. Los grupos más pequeños son el kiliwa, asentado en el norte de Baja California y el lacandón de Chiapas, con apenas unas decenas de integrantes.

Algunas fuentes señalan que el 60% la población del país es mestiza, es decir de ascendencia tanto europea como indígena. La gente de origen predominantemente amerindio, proveniente de diversos pueblos indígenas, representan un 30% de todos los mexicanos. Los mexicanos de ascendencia predominantemente europea representan un 9% de la población, principalmente criollos descendientes de españoles, pero también algunos otros europeos como italianos, irlandeses, franceses, ingleses, alemanes, polacos y rusos (los tres últimos incluyendo a judíos askenazíes). También hay un número considerable de estadounidenses residiendo en el país, debido a la integración de Estados Unidos y México en el TLCAN, y una gran comunidad de origen latinoamericano, especialmente argentinos, chilenos, colombianos, guatemaltecos y de otros países que transitaron por regímenes dictatoriales o conflictos sociales. El 1% de la población restante está compuesta por otras razas, en su mayoría provenientes del continente africano (descendientes de aquellos traídos como esclavos durante la colonia) y los más recién llegados del Asia, como son los libaneses, sirios, armenios, judíos mizrajíes, turcos, chinos y japoneses. Sin embargo, como se ha dicho, no existen cifras oficiales sobre la composición racial de la población mexicana.

Religiones en México1
Religión Creyentes
Católica 74.612.373
Protestantes y evangélicas

Históricas
Pentecostales
La Luz del Mundo
Otras

4,408,159

599.875
1.373.383
69.254
2.365.647

Bíblicas no evangélicas

Adventistas
Mormones
Testigos de Jehová

1,751,910

488.945
205.229
1.057.736

Otras religiones 261.193
Judaísmo 45.260
Sin religión 2.982.929
No especificada 732.630
1Sólo contempla la población mayor de cinco años,
que en el año 2000 sumaba 84.794.454
Fuente: INEGI (2000) [7]


Plantilla:VT2

Religiones

El Estado mexicano es oficialmente laico. La separación entre las instituciones religiosas y la administración política de la nación quedó consagrada en la Constitución del 1857, y fue ratificada en la constitución vigente. La constitución de 1824 declaraba que la religión oficial de la República sería la católica, y Morelos señalaba que no debería haber tolerancia para ninguna otra. A partir de la segunda mitad del siglo XX, inició un proceso de introducción de credos diferentes al católico.

La década de 1920 fue marcada por un conflicto religioso conocido como la Guerra Cristera, en la cual muchos campesinos alentados por el clero se enfrentaron al gobierno revolucionario que había decidido poner en vigencia las leyes constitucionales de 1917. Entre las medidas contempladas por la Carta Magna estaban la supresión de las órdenes monásticas y la cancelación de todo culto religioso. La guerra concluyó con un acuerdo entre las partes en conflicto (Iglesia Católica y Estado), por medio del cual se definieron los respectivos campos de acción. Hasta la mitad de la década de 1990, la constitución mexicana no reconocía la existencia de ninguna agrupación religiosa. En 1993 fue promulgada una ley mediante la cual, el estado les concedía personalidad jurídica como Asociaciones religiosas. Este hecho permitió el restablecimiento de relaciones diplomáticas con el Vaticano, al cual, el Estado mexicano no reconocía como entidad política.

Según las cifras del INEGI, la mayor parte de los mexicanos se declara católica (aproximadamente un 89%). La segunda agrupación religiosa son los Testigos de Jehová, que suman más de 1 millón de adeptos, que convierten a la congregación mexicana de esa religión en la segunda a nivel mundial. En tercer lugar se encuentra la Iglesia de la Luz del Mundo, que tiene su centro en La Hermosa Provincia, una colonia de Guadalajara. La proporción varía entre localidades rurales y urbanas. Las denominaciones pentecostales tienen también una presencia importante, sobre todo en las ciudades de la frontera y las comunidades indígenas. De hecho, las iglesias pentecostales juntas suman más de 1 millón 300 mil adeptos, que en números netos las colocan como el segundo credo religioso en México. Cambia la situación cuando se consideran las diferentes denominaciones pentecostales como entidades separadas.

La proporción de católicos es variable en diferentes ámbitos sociales. En las ciudades, suele ser más baja, aunque hay algunas regiones indígenas en donde los profesores de credos protestantes alcanzan el nada despreciable porcentaje de 30%. Incluso, en algunas zonas de Chiapas, la comunidad de indígenas musulmánes suma unos 5 mil creyentes. La mayor diversidad religiosa se presenta en la zona norte del país, fronteriza con los Estados Unidos, y en el sureste, cuya población tiene un fuerte componente indígena. El centro, y especialmente la región del Bajío, es abrumadoramente católica. Por ejemplo, el 95% de los aguascalentenses se declara católico, igual que poco más del 90% de la población de Jalisco y Guanajuato. También es importante el número de personas que no profesan ninguna religión. Suman más de 2 millones del total de 84 millones de personas mayores de 5 años (cerca del 3% del universo contemplado en los tabulados del INEGI).

En ciertas regiones, la profesión de un credo diferente del católico es vista como una amenaza para la unidad comunitaria. Se argumenta que la religión católica forma parte de la identidad étnica, y que los protestantes no están dispuestos a participar de los usos y costumbres tradicionales (el tequio o trabajo comunitario, la participación en las fiestas patronales y cuestiones similares). La negativa de los protestantes se debe a que sus creencias religiosas no les permiten participar en el culto a las imágenes. En los casos extremos, la tensión entre católicos y protestantes ha dado lugar a la expulsión de los protestantes en varios pueblos. Los casos más conocidos son los de San Juan Chamula [8] [9], en Chiapas, y San Nicolás, en Ixmiquilpan [10], Hidalgo.

Un argumento similar fue presentado por un comité de antropólogos para solicitar al gobierno de la República la expulsión del Instituto Lingüístico de Verano (ILV), en el año 1979, al cual se acusó de promover la división de los pueblos indígenas al traducir la Biblia a los idiomas vernáculos y evangelizar en un credo protestante que amenazaba la integridad de las culturas populares. El gobierno mexicano prestó atención al llamamiento de los antropólogos y canceló el convenio que tenía celebrado con el ILV. Los conflictos también se han dado en otros ámbitos de la vida social. Por ejemplo, dado que los Testigos de Jehová tienen prohibida la rendición de honores a los símbolos patrios (algo que en las escuelas públicas de México se realiza cada lunes), los niños que han sido educados en esa religión eran expulsados de las escuelas públicas. Este tipo de problemas sólo se resuelven con la intervención de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, y no siempre con resultados favorables para los niños.

Más allá de las iglesias y denominaciones religiosas, persiste en México un fenómeno que algunos antropólogos y sociólogos llaman religiosidad popular, esto es, la religión tal y como la practica y entiende el pueblo. En México, el componente principal es la religión católica, a la que se han adherido elementos de otras creencias, ya de origen prehispánico, africano o asiático. En general, la religiosidad popular es vista con malos ojos por las religiones estructuradas. Uno de los casos más ejemplares de la religiosidad popular es el culto a la Santa Muerte. La jerarquía católica se empeña en calificarla como culto satánico. Sin embargo, la mayor parte de las personas que profesan este culto se declaran a sí mismos como creyentes católicos, y consideran que no hay ninguna contradicción entre los homenajes que brindan a la Niña Blanca y la adoración a Dios. Otros ejemplos son las representaciones de la Pasión de Cristo y la celebración del Día de Muertos, que se realizan en el marco del imaginario cristiano católico, pero bajo una reinterpretación muy particular de sus protagonistas.

Educación

Biblioteca Central de la Universidad Nacional Autónoma de México

México ha logrado magros avances en educación pública en las últimas dos décadas. En el 2005 el alfabetismo llegaba al 92%, y la media de años de formación alcanzaba los 8.2 por adulto. La educación pública primaria y secundaria (9 años de educación) es gratuita y obligatoria. Durante el sexenio de Vicente Fox se han destinado cada vez menos recursos a la educación pública[11] [12]. Aunque ya existían programas de educación primaria bilingüe desde los años sesenta para las comunidades indígenas, después de una reforma constitucional a mediados de los noventa, estos programas van a tener un nuevo impulso. Hoy se publican libros de texto gratuito en varias lenguas indígenas. Sin embargo, se ha castigado duramente la Educación Superior y la investigación científica. No se ha construido ni una sola universidad pública federal nueva desde los años 80s.

México fue el primer país en establecer, en los años setenta, un sistema de educación secundaria vía satelital, destinado a los pequeños pueblos y las comunidades indígenas de difícil acceso. En el 2005, este sistema contaba ya con 30.000 escuelas conectadas, 3 millones de estudiantes y 300.000 maestros, que reciben material educativo pre-grabado transmitido vía satelital a través de la empresa "Edu-Sat" por medio de teleconferencias y videoconferencias. Las escuelas que utilizan este sistema son conocidas como telesecundarias en México. La programación educativa satelital mexicana también está siendo retransmitida a algunos países de Centroamérica y a algunas regiones de Colombia, y está siendo utilizada en los estados del sur de los Estados Unidos como método de enseñanza bilingüe.

Las dos instituciones de educación superior más importantes en México son la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la universidad más extensa de Latinoamérica además de representar un pilar para las artes y humanidades, y el Instituto Politécnico Nacional (IPN), creado por el Presidente Cárdenas a finales de los años 1930 siendo líder en la administración, la ciencia, la ingeniería y las tecnologías de vanguardia.

Idiomas

Principales lenguas de México1
Lengua Hablantes
Náhuatl 1.659.029
Maya 892.723
Mixteco (Ñüu sávi) 510.801
Zapoteco (Binizaa) 505.992
Tzotzil (Batzil k'op) 356.349
Tzeltal (K'op o winik atel) 336.448
Otomí (Hñä hñü) 327.319
Totonaca (Tachihuiin) 271.847
Mazateco (Ha shuta enima) 246.198
Huasteco (Téenek) 173.233

1 No incluye al español, hablado por 97% de la población

Fuente: CDI (2000) [13]

Las lenguas nacionales

La constitución mexicana concede el estatuto de lenguas nacionales al español y a las 62 lenguas indígenas nativas del territorio. El español -como la abrumadora mayoría de los mexicanos llaman a su propio idioma, independientemente de cómo se denomine en otros países- es la lengua dominante en asuntos oficiales, aunque no existe una declaratoria legal expresa que lo haga lengua oficial del país. Este idioma es hablado por casi todos los mexicanos.

Un 7% de la población habla una lengua indígena. El gobierno reconoce oficialmente 65 [14] lenguas indígenas (agrupando los dialectos similares que para otros lingüistas deberían ser considerados como lenguas diferentes). Entre las lenguas indígenas, las que cuentan con el mayor número de hablantes son el náhuatl y el maya yucateco; juntas, suman más de 2 millones de personas. El caso opuesto es el del maya lacandón, cuyo número de hablantes no llega a los 100. El gobierno federal promueve y ya ha establecido sistemas de educación bilingüe en las comunidades indígenas y rurales, y un porcentaje considerable de la población indígena es bilingüe.

Lenguas extranjeras

Debido a la cercanía con EE.UU., la presencia del inglés es constante, especialmente en los centros urbanos, en la música y en el cine. Desde luego, esto no quiere decir que sea una lengua de uso cotidiano extendido para un número importante de mexicanos.

De las lenguas llevadas a México por los inmigrantes europeos no españoles, llama la atención el caso del véneto, hablado en Chipilo, ciudad poblana fundada en 1882 por inmigrantes italianos. Hoy en día, casi todos los residentes de la ciudad utilizan el véneto en sus actividades cotidianas. El véneto también se escucha en Veracruz, en Huatusco y Colonia Manuel González.

Otro caso similar es el del Plautdietsch (o Plattdeutsch, o simplemente Platt), un dialecto bajo sajón (o “bajo alemán”) que se habla en las comunidades menonitas en los estados de Chihuahua y Durango.

El francés también se escucha en el estado de Veracruz, con una colonización francesa en este estado, particularmente en los poblados de Jicaltepec, Perote, San Rafael y Mentidero, Veracruz. También existe una colonia de barcelonettes en la Ciudad de México y en Puebla. Otro caso es el alemán en la zona del Soconusco, Chiapas, donde se instalaron colonias alemanas.

Las lenguas extranjeras no son consideradas como nacionales, por lo tanto, no se contemplan en asuntos como la educación pública, ni en la impartición de justicia.

Cultura

Bailadora del jarabe tapatío

La construcción de la cultura mexicana es el resultado de un proceso histórico que implica relaciones de poder, intercambios pacíficos, asimilaciones de elementos culturales exógenos y reinterpretaciones de los elementos culturales preexistentes. Como es el caso de todos los países latinoamericanos, cuando México se liberó del dominio español, sus habitantes carecían de lo que se da en llamar identidad nacional. Quizá lo único que la mayor parte de los mexicanos compartían al momento de la independencia era el haber nacido en un territorio que pretendía ser un Estado, y la religión católica. Fuera de eso, los vínculos interregionales eran escasos y las identidades comunitarias y étnicas estaban muy arraigadas.

Asociados al triunfo de Revolución, aparecen nuevas maneras de concebir la identidad nacional. Uno de los pensadores clave en esta nueva etapa de la reflexión sobre lo mexicano es José Vasconcelos. Para este abogado, México era una suerte de "crisol" en el que confluían todas las razas. A la construcción de la cultura y de la historia del país habían contribuido lo mismo los europeos que los indígenas, los africanos que los asiáticos. Por lo tanto, los mexicanos por definición eran (y son) mestizos, tanto biológica como culturalmente. Vasconcelos llamaba raza cósmica a la mestiza, aquella en que confluiría lo mejor de todos los pueblos del orbe. Si se tiene en cuenta que por aquella época afloraban en otras partes del mundo los movimientos de la pureza étnica, el pensamiento de Vasconcelos era sumamente revolucionario. Su influencia se hizo sentir inmediatamente en todo el país a través de la labor de la Secretaría de Educación Pública. Desde 1920 hasta 1940, la educación en México fue empleada como uno de los mecanismos por los cuales se difundió la tesis del México mestizo.

Barriles de añejamiento para Tequila reposado

La escuela se dio a la labor de construir un pasado compartido, que se reforzaba por los medios de comunicación. En especial, el cine contribuyó a la formación de ciertos estereotipos de lo mexicano, que fueron sumamente criticados en años posteriores. En este proceso de no más de tres décadas, la identidad mexicana era la del charro y la china poblana. Jalisco se convirtió por antonomasia en México, y su mariachi y jarabe tapatío, en música y baile nacional. El mole y el tequila fueron elevados a la categoría de platillo y bebida nacionales. Se creó lo que Taibo (1996) llama el santoral laico, en el cual estaban incluidos ciertos personajes de la historia como héroes, y otros tantos como villanos (Cuauhtémoc v. Cortés, Hidalgo v. Iturbide, Juárez v. Maximiliano...). El papel del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) también fue importante: a éste correspondió el rescate del pasado de las grandes culturas prehispánicas, que el discurso oficial mexicano reclama como propio.

La selección de estos y otros elementos culturales se hizo en detrimento de las culturas regionales. No fue sino hasta la década de 1990 que empezaron a cobrar fuerza los movimientos culturales de ciertas regiones del país, como es el caso de la Huasteca, el auge de la música jarocha, la emergencia de las literaturas indígenas. Esto llevó a elevar a rango constitucional la declaración de México como un país multicultural y multiétnico. La identificación de lo mexicano con los estereotipos enlistados arriba ha venido cediendo terreno. Ahora se argumenta que no hay una sola identidad nacional, sino varias, y que son pocos los símbolos que la identifican y establecen una comunidad entre las muchas expresiones de la mexicanidad.

La música mexicana es también fruto de un rico mestizaje. Se sabe muy poco de la música prehispánica, aunque son abundantes los grupos que reivindican esa tradición a lo largo de todo el país. Quizá la danza del Venado, de los indios yaquis y mayos de Sonora, sea uno de los pocos testimonios de la música prehispánica que han persistido hasta nuestros días, tanto en su instrumentación como en la lírica. Sin embargo, es posible señalar que los pueblos precolombinos carecieron de instrumentos de cuerda, y que su música era más rítmica que melódica. Entre los instrumentos que utilizaban está el teponaztle y el huéhuetl, dos tipos de tambores de madera; las ocarinas y flautas de barro o carrizo, raspadores de hueso o de madera, y cascabeles. Tras la llegada de los españoles, los indígenas aprendieron de los misioneros la música europea. Muchas de las danzas de Conquista que se practican en las comunidades indígenas del país tienen origen en ese tiempo; igual que ciertos géneros asociados con el culto católico, como la danza de Matachines y el son de Concheros, entre otros.

Internacionalmente conocido es el conjunto del mariachi, asociado a las grandes figuras de la "canción mexicana" ranchera, que tuvo su período de florecimiento entre las décadas de 1940 a 1970. El mariachi es originario del occidente de México, específicamente de los estados de Nayarit, Colima y Jalisco, que se disputan su paternidad. Lo cierto es que hasta antes del boom del cine mexicano, el mariachi era una orquesta popular e indígena, y su indumentaria nada tenía que ver con la del charro (es decir, el traje de los ricos hacendados ganaderos). Los sones de mariachi (la música que tradicionalmente interpretaban estos conjuntos antes de ser acompañantes de los cantantes rancheros como Jorge Negrete, Pedro Infante, Javier Solís, Lucha Reyes y Vicente Fernández) son sólo uno de los muchos tipos de son que se cultivan en el territorio mexicano. El son es una música en la cual se mezclan las influencias indígenas, españolas y africanas, incluso asiáticas en algunos casos. Se trata de un género con ritmo de 6/8, cuya instrumentación varía de región en región. Un conjunto de sones es denominado jarabe, y de esta suerte, existen los jarabes Tapatío, Mixteco, del Valle, Tlaxcalteca, Michoacano, etc. Además de los ya señalados sones de mariachi, hay son jarocho, huapango, son abajeño y muchos más. Géneros de aparición más tardía son la jarana y la trova yucateca, que se cultivan en la península de Yucatán, y que recibieron influencia caribeña (especialmente del son cubano y el bambuco colombiano); y la chilena, originaria de los estados de Guerrero y Oaxaca, y que recibió la influencia de la cueca chilena y la marinera peruana.

Plato de tacos al pastor, con una clara influencia árabe.

Gastronomía

La cocina mexicana es muy rica y variada. Aunque la dieta indígena fue anterior, gran parte del origen de la actual cocina se establece en el tiempo de la Conquista, por ello, la mayor parte de sus ingredientes son de origen indígena y español. De origen indígena es el maíz, el chile (conocido en casi todo el mundo hispanoparlante como ají), los frijoles, calabazas, aguacates, camote, jitomates, cacao, el guajolote y muchas frutas y condimentos más que sería ocioso intentar enumerar aquí. De igual manera, algunas técnicas de cocina que se emplean en la actualidad son herencia de los pueblos prehispánicos, como la nixtamalización del maíz o la molienda en molcajete y metate. Con los españoles llegaron las carnes de puerco, res y pollo; la pimienta, el azúcar, la leche y todos sus derivados, el trigo y el arroz, los cítricos y otra constelación de ingredientes que forman parte de la dieta cotidiana de los mexicanos.

Tamales. La variedad de tamales México es amplísima, se hacen en hojas de maíz, de plátano o de papatla (achira)
Pozole

De ese encuentro de dos tradiciones culinarias con milenios de antigüedad, nacieron el pozole y el mole y los tamales en sus formas actuales, el chocolate, una variada gama de panes, los tacos, y el amplio repertorio de antojitos mexicanos. Nacieron bebidas mestizas como el atole, el champurrado, el chocolate con leche y las aguas frescas; postres como el acitrón (biznaga) y toda la gama de dulces cristalizados, el rompope, la cajeta, la jericaya y el amplio repertorio de delicias creadas en los conventos de monjas en todas partes del país.

La historia del país y sus vínculos con otros pueblos permitieron la incorporación de otras cocinas a la cocina mexicana. La Nao de China, que en realidad era un galeón de Manila, trajo del oriente una gama de variadas especias y sobre todo, el arroz. Un buen mole poblano es impensable sin arroz a la mexicana. La cocina árabe llegó a México indirectamente por medio de los españoles conquistadores. También la relación con los países latinoamericanos dejó su impronta en la cocina popular, quizá los casos más conocidos son los ceviches, peruanos de origen, y los moros con cristianos deudores de la gastronomía cubana, que han sido asimilados y reelaborados con ingredientes propios de México.

Las invasiones dejaron su huella en toda la cultura mexicana, y la cocina no es la excepción. El gusto por la carne de res molida llegó con el ejército belga de Carlota. El pan de caja fue, según la leyenda, un invento de las tropas estadounidenses que vinieron a México en 1847. La llegada de inmigrantes de otras latitudes en todo el siglo XIX y XX también participó en la construcción de la gastronomía mexicana. Como ejemplo, los quesos italianos y la polenta que hoy se fabrican en Chipilo, Puebla; o los franceses de Orizaba al igual que su pan y los alemanes (menonitas) de Chihuahua. Los mineros ingleses de México sentaron las bases del paste, un hojaldre que hoy se rellena lo mismo de queso y papas que de mole verde de pepitas de calabaza.

En el año 2005, México presentó la candidatura de su gastronomía para que fuera declarada como parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco. Es la primera vez que un país ha presentado su tradición gastronómica para tal efecto. Sin embargo, el resultado fue negativo, pues, según el fallo, el comité no puso el énfasis adecuado en la importancia del maíz en la cocina mexicana.

Valor económico de la cultura mexicana

Según un estudio ("¿Cuánto vale la cultura?") realizado por el economista Ernesto Piedras, las industrias culturales generan el 6,7 por ciento del producto interno bruto de México. El estudio fue presentado en 2004 y fue publicado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Las industrias culturales son identificadas para México como un sector que representa un motor de crecimiento y desarrollo económicos, superado sólo por los sectores de la maquila, el petróleo y el turismo. En términos de generación de empleo, su participación en Población Económicamente Activa alcanza 3,6%. Análogamente, el cálculo para este sector reporta en términos del comercio exterior una balanza comercial de superávit y en constante crecimiento.

México cuenta con tres Premios Nobel:

Patrimonio cultural de México

Zonas arqueológicas

En México según información del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) informó que a diciembre de 2005 se tenían registrados 37.266 sitios arqueológicos en México. Los sitios arqueológicos son aquellos donde han sido encontradas evidencias de ocupación humana anterior, y no necesariamente corresponden a sitios prehispánicos, aunque la mayor parte lo sean. Por ejemplo, en Monterrey, Nuevo León, existe un museo sobre arqueología industrial. En la ciudad de México, los arqueólogos han rescatado restos materiales de un convento colonial que se localizó en el mismo sitio donde está actualmente el Palacio de Bellas Artes. Como se ha dicho, existen numerosos sitios pertenecientes a los pueblos prehispánicos, miles de ellos, aunque no todos están abiertos al público. La zona que concentra la mayor parte de estos sitios es el área Maya, seguida por el Centro de México y los valles de Oaxaca.

Monumentos históricos

La ley mexicana considera monumentos históricos aquellos construidos entre los siglos XVI y XIX, es decir, desde la llegada de los españoles hasta el siglo anterior. Tanto las zonas arqueológicas como los monumentos históricos son considerados como patrimonio de la nación mexicana, y son custodiados por el INAH y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). Forman parte del complejo de monumentos históricos los núcleos originales de varias poblaciones importantes del país, como Santiago de Querétaro, ciudad de México, Puebla de Zaragoza, Oaxaca de Juárez y Campeche, todas ellas reconocidas además como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. Además de estos grandes aglomerados, existen numerosas construcciones dispersas por todo el país que forman parte del catálogo del INAH.

México en la lista del Patrimonio de la Humanidad
Nombre Proclamación Tipo
Centro Histórico de la ciudad de Oaxaca y zona arqueológica de Monte Albán 1987 Cultural
Ciudad prehispánica de Teotihuacan 1987 Cultural
Centro Histórico de la Ciudad de México y chinampas de Xochimilco 1987 Cultural
Ciudad prehispánica y Parque Nacional de Palenque 1987 Cultural
Reserva de la Biósfera de Sian Ka'an 1987 Natural
Centro Histórico de la Heroica Puebla de Zaragoza 1987 Cultural
Centro Histórico de Guanajuato y sus minas adyacentes 1988 Cultural
Ciudad prehispánica de Chichén Itzá 1988 Cultural
Centro Histórico de Morelia 1991 Cultural
Ciudad Prehispánica de El Tajín 1992 Cultural
Santuario de ballenas de El Vizcaíno 1993 Natural
Primeros monasterios del siglo XVI en las faldas del Popocatépetl 1994 Cultural
Ciudad prehispánica de Uxmal 1996 Cultural
Zona de monumentos históricos de la ciudad de Querétaro 1996 Cultural
Hospicio Cabañas de Guadalajara 1997 Cultural
Zona arqueológica de Paquimé 1998 Cultural
Zona de monumentos históricos de Tlacotalpan 1998 Cultural
Zona de monumentos arqueológicos de Xochicalco 1999 Cultural
Ciudad histórica y fortificada de Campeche 1999 Cultural
Antigua ciudad maya de Calakmul 2002 Cultural
Misiones franciscanas de la Sierra Gorda de Querétaro 2003 Cultural
Festividades indígenas del culto a los muertos 2003 Oral e intangible
Casa-taller de Luis Barragán 2004 Cultural
Islas y áreas protegidas del golfo de California 2005 Natural

Deportes

El Estadio Azteca, uno de los máximos escenarios deportivos de México

Deportes populares

Con frecuencia se dice que el deporte nacional de los mexicanos es la charrería. Este deporte es derivado de las faenas de los caporales en las haciendas ganaderas. Su origen data de la época colonial, y se atribuye a Maximiliano de Habsburgo, segundo emperador de México, la creación del traje de charro en su forma definitiva. La práctica de la charrería está limitada a un sector muy pequeño de la población, debido al elevado costo de la manutención del caballo y de los aperos necesarios (indumentaria, accesorios). El reconocimiento como deporte nacional es más bien honorífico, porque como otros supuestos símbolos mexicanos, no tiene declaración oficial.

Si bien la Secretaría de Educación Pública incluyen la enseñanza de educación física en las escuelas a su cargo, como hacen también las instancias estatales encargadas de la instrucción, en el país el deporte organizado no es una actividad común entre el pueblo. El más extendido sea quizá el fútbol, aunque en ciertas zonas del país tienen presencia importante el básquetbol y el béisbol, en el sur del Distrito Federal la práctica aficionada del frontón y la pelota vasca es muy importante, y ha dado lustre al deporte mexicano a nivel internacional. Es común que existan ligas donde participan equipos populares hasta en las zonas más alejadas de la república, y desde luego, muchos deportes se practican sin necesidad de participación en ligas.

Algunos deportes tienen un origen prehispánico. En Michoacán se practica la pelota tarasca, que como la pelota mixteca de Oaxaca y el ulama de Sinaloa, están vinculados con el antiguo juego de pelota practicado por los pueblos mesoamericanos. Este juego de pelota dramatizaba el movimiento de los astros en el firmamento, y en teoría sus descendientes actuales también lo hacen; claro está que ahora los equipos vencidos no son sacrificados a los dioses. En Chihuahua, los tarahumaras realizan carreras rituales llamadas rarajípara y ariweta. La primera es para varones, y es jugada en equipos que se relevan para completar un recorrido de varios kilómetros por la sierra pateando una pequeña pelota. La segunda es para mujeres, y ellas deben hacer el recorrido empujando un aro.

Deportes profesionales

A nivel profesional, el deporte que tiene más difusión es el fútbol. La liga profesional mexicana está dividida en cuatro divisiones. Al concluir un ciclo (compuesto por torneo de apertura y clausura), el equipo con peor porcentaje de cada división desciende a la inmediatamente inferior, y de ella, el campeón accede al siguiente escalón. El torneo de la Primera División es el que acapara los reflectores en los medios masivos de comunicación. En la actualidad, está integrada por dieciocho equipos divididos en tres grupos de seis. Los dos primeros de cada grupo, y los dos mejores terceros lugares tienen derecho a disputar la liguilla (un torneo a eliminación directa, jugado en partidos de ida y vuelta) por el título de campeón. Los juegos de la selección mexicana de fútbol suelen llamar grandemente la atención, especialmente cuando participa en certámenes como la Copa América, donde ha sido subcampeón en dos ocasiones, y la Copa Mundial de Fútbol, en la que ha cumplido más bien actuaciones modestas. La selección mexicana de fútbol sub-17, se coronó campeona, en el Campeonato Mundial de la especialidad celebrado en Perú en 2005.

Otro deporte con gran tradición a nivel profesional es el béisbol. México tiene dos ligas profesionales: la Liga Mexicana y la del Pacífico. Esta última está integrada sólo por equipos de Sonora, Sinaloa y Baja California, y el campeón representa a México en la Serie del Caribe, disputada con los campeones de Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana. Recientemente, en el Clásico Mundial de Béisbol, el combinado mexicano dio la grata sorpresa al avanzar el primero en su grupo, para ser eliminado en la siguiente ronda al perder ante Japón y Corea del Sur, no sin antes descalificar a Estados Unidos, el anfitrión.

El boxeo y la lucha libre gozan igualmente de buena reputación. En la primera disciplina, boxeadores mexicanos han sido campeones mundiales y olímpicos. Sin embargo, parece que el país atraviesa una sequía en esta disciplina, pues sus representantes ya no son tan competitivos como en las décadas de 1950 hasta 1990. Y del pancracio mexicano, la lucha libre, hay que decir que es un deporte con una gran afición, llena de grandes mitos como El Santo, enmascarado de plata, o su rival Blue Demon; aunque últimamente las principales empresas de lucha libre la han dejado del lado el aspecto deportivo para convertirla en un espectáculo, no por ello menos atractivo para el público.

Deporte de México a nivel internacional

Pese a no contar con un Comité olímpico constituido, México participó por primera vez en los Juegos en 1900 cuando se llevaron a cabo en París. Tres hermanos: Manuel, Pablo y Eustaquio Escandón Barrón participaron en el Torneo de Polo obteniendo la tercera posición en El Gran Premio de la Exposición. Esta victoria se considera extraoficialmente la primera medalla olímpica de México.

México ha sido el único país de América Latina en ser sede de los Juegos Olímpicos de verano, llevados a cabo en 1968. La ceremonia de inauguración se realizó el 12 de octubre, en conmemoración de la llegada de Cristóbal Colón al llamado "Nuevo Mundo". Entre las novedades que presentó el Comité Organizador se encuentra el hecho de que la llamada "flama olímpica" fue encendida por Enriqueta Basilio, la gacela bajacaliforniana, atleta de pista. En juegos olímpicos, su mejor participación fue precisamente en esta ocasión, cuando consiguió nueve medallas, tres de cada metal. Quizá la más recordada de ellas sean las de Felipe el Tibio Muñoz, oro en natación; y la del Sargento Pedraza, que ganó la plata en caminata en una disputada carrera contra un soviético. Otras figuras memorables del olimpismo mexicano son Joaquín Capilla (clavadista), el mexicano que ha ganado más medallas en estas competencias; y Soraya Jiménez (levantadora de pesas), la primera mujer mexicana en conseguir medalla de oro, en Sidney 2000.

Así mismo ha sido sede de la Copa Mundial de Fútbol de 1970 y también la de 1986. Esta última había sido concedida a Colombia, que no pudo cumplir con el compromiso debido a un lamentable desastre natural. En la primera, se coronó campeón el representativo de Brasil, que de esa suerte se quedó con la copa Jules Rimet (que luego les fue robada). En 1986, el campeón fue Argentina, y México fue testigo de cómo la famosa mano de Dios (que en realidad era de Diego Armando Maradona) ayudó a los argentinos a derrotar a los ingleses para pasar a la final en la que vencieron a Alemania).

México también ha sido sede de los Juegos Panamericanos y de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en donde ha cumplido con participaciones notables.

Bibliografía recomendada

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Véase también

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