Diferencia entre revisiones de «Leyenda negra española»

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[[Archivo:De Bry 1c.JPG|right|thumb|350px|<small>Ilustración de [[Theodor de Bry]] ([[1528]]-[[1598]]) inspirada en el siguiente pasaje de la ''[[Brevísima relación de la destrucción de las Indias|Brevísima]]'' de fray [[Bartolomé de Las Casas]]: «''Tomaban las criaturas de las tetas de las madres por las piernas, y daban de cabeza con ellas en las peñas. Otros daban con ellas en rios por las espaldas, riendo y burlando y cayendo en el agua decían, "bullis cuerpo de tal"; otras criaturas metían en la espada con las madres juntamente, y todos cuantos delante de si hallaban. Hacían unas orcas largas que juntasen casi los piés á la tierra, y de trece en trece, á honor y reverencia de nuestro Redentor y de los doce Apóstoles, poniéndoles leña y fuego los quemaban vivos.»</small>]]
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El [[Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española|diccionario]] de la [[Real Academia Española]] define '''leyenda negra''' como «''opinión contra lo español difundida a partir del siglo XVI»'' y como ''«opinión desfavorable y generalizada sobre alguien o algo, generalmente infundada»''.
El [[Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española|diccionario]] de la [[Real Academia Española]] define '''leyenda negra''' como «''opinión contra lo español difundida a partir del siglo XVI»'' y como ''«opinión desfavorable y generalizada sobre alguien o algo, generalmente infundada»''.


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== Bibliografía ==
== Bibliografía ==
*{{cita libro | apellidos = Alvar | nombre = Alfredo | enlaceautor = Alfredo Alvar | título = La leyenda negra | año = 1997 | editorial = Madrid: Akal | isbn = }}
*{{cita libro | apellidos = Alvar | nombre = Alfredo | enlaceautor = Alfredo Alvar | título = La leyenda negra | año = 1997 | editorial = Madrid: Akal | isbn = 84-460-0797-5 }}
*{{cita libro| apellidos = Arnoldsson | nombre = Sverker | enlaceautor = Sverker Arnoldsson | título = La Leyenda Negra. Estudios sobre sus orígenes | año = 1960 | editorial = Gotemburgo: Göteborgs Universitets Årsskrift}}
*{{cita libro| apellidos = Arnoldsson | nombre = Sverker | enlaceautor = Sverker Arnoldsson | título = La Leyenda Negra. Estudios sobre sus orígenes | año = 1960 | editorial = Gotemburgo: Göteborgs Universitets Årsskrift}}
*{{cita libro | apellidos = Carbia | nombre = Rómulo D. | enlaceautor = Rómulo D. Carbia | título = Historia de la leyenda negra hispano-americana | año = 2004; primera edición 1943 | editorial = Madrid: Marcial Pons Historia | isbn = 84-95379-89-9}}
*{{cita libro | apellidos = Carbia | nombre = Rómulo D. | enlaceautor = Rómulo D. Carbia | título = Historia de la leyenda negra hispano-americana | año = 2004; primera edición 1943 | editorial = Madrid: Marcial Pons Historia | isbn = 84-95379-89-9}}

Revisión del 23:33 25 may 2010

Ilustración de Theodor de Bry (1528-1598) inspirada en el siguiente pasaje de la Brevísima de fray Bartolomé de Las Casas: «Tomaban las criaturas de las tetas de las madres por las piernas, y daban de cabeza con ellas en las peñas. Otros daban con ellas en rios por las espaldas, riendo y burlando y cayendo en el agua decían, "bullis cuerpo de tal"; otras criaturas metían en la espada con las madres juntamente, y todos cuantos delante de si hallaban. Hacían unas orcas largas que juntasen casi los piés á la tierra, y de trece en trece, á honor y reverencia de nuestro Redentor y de los doce Apóstoles, poniéndoles leña y fuego los quemaban vivos.»

El diccionario de la Real Academia Española define leyenda negra como «opinión contra lo español difundida a partir del siglo XVI» y como «opinión desfavorable y generalizada sobre alguien o algo, generalmente infundada».

Definición

Se suele atribuir la paternidad del término «leyenda negra» a Julián Juderías, pero el origen real del término es desconocido. El investigador Luis Español lo relaciona con la «leyenda áurea», de la que sería una simple contraposición. Se conocen por lo menos dos autores que emplearon el término en el sentido actual antes que Juderías; son Emilia Pardo Bazán en una conferencia en París en 1899 y Vicente Blasco Ibáñez en una conferencia en Buenos Aires en 1909.[1][nota 1]

Pero sería Julián Juderías su gran difusor y describe el concepto en 1914 en su libro La Leyenda Negra como:

[...] el ambiente creado por los relatos fantásticos que acerca de nuestra patria han visto la luz pública en todos los países, las descripciones grotescas que se han hecho siempre del carácter de los españoles como individuos y colectividad, la negación o por lo menos la ignorancia sistemática de cuanto es favorable y hermoso en las diversas manifestaciones de la cultura y del arte, las acusaciones que en todo tiempo se han lanzado sobre España fundándose para ello en hechos exagerados, mal interpretados o falsos en su totalidad, y, finalmente, la afirmación contenida en libros al parecer respetables y verídicos y muchas veces reproducida, comentada y ampliada en la Prensa extranjera, de que nuestra Patria constituye, desde el punto de vista de la tolerancia, de la cultura y del progreso político, una excepción lamentable dentro del grupo de las naciones europeas.
Julián Juderías[2]

La segunda obra clásica del tema es Historia de la Leyenda Negra hispanoamericana de Rómulo D. Carbia. Si Juderías hizo más hincapié en la vertiente europea de la leyenda, el argentino Carbia se centra en su vertiente americana. Así, para Carbia, dando una definición más extensa del concepto:

[...] abarca la Leyenda en su más cabal amplitud, es decir, en sus formas típicas de juicios sobre la crueldad, el obscurantismo y la tiranía política. A la crueldad se le ha querido ver en los procedimientos de que se echara mano para implantar la Fe en América o defenderla en Flandes; al obscurantismo, en la presunta obstrucción opuesta por España a todo progreso espiritual y a cualquiera actividad de la inteligencia; y a la tiranía, en las restricciones con que se habría ahogado la vida libre de los españoles nacidos en el Nuevo Mundo y a quienes parecería que se hubiese querido esclavizar sine die.
Rómulo D. Carbia[3]

Después de Juderías y Carbia muchos otros autores han definido y empleado el concepto.

En 1944, el American Council on Education, preocupado con el sesgo antihispano del sistema y el material educativo en EE. UU., definió el concepto en un largo informe como:

The "Black Legend" is a term long used by Spanish writers to denote the ancient body of propaganda against the Iberian peoples which began [sic] in sixteenth century England and has since been a handy weapon for the rivals of Spain and Portugal in the religious, maritime, and colonial wars of those four centuries.
La leyenda negra es una expresión usada por escritores españoles para designar la antigua propaganda contra los pueblos iberos, que empezó en el siglo XVI en Inglaterra y ha sido desde entonces un arma para los rivales de España y Portugal en las guerras religiosas, marítimas y coloniales de aquellos cuatro siglos.
American Council on Education[4]

Philip Wayne Powell en su libro Tree of Hate (1971) define la Leyenda negra básicamente como la creencia de que:

The basic premise of the Black Legend is that Spaniards have shown themselves, historically, to be uniquely cruel, bigoted, tyrannical, obscurantists, lazy, fanatical, greedy, and treacherous; that is, that they differ so much from other peoples in these traits that Spaniards and Spanish history must be viewed and understood in terms not ordinarily used in describing and interpreting other people.
La premisa básica de la Leyenda Negra es que los españoles se han mostrado históricamente como excepcionalmente crueles, intolerantes, tiránicos, oscurantistas, vagos, fanáticos, avariciosos y traidores; es decir, que se diferencian de tal modo de los demás pueblos en estas características que los españoles y la historia de España deben ser vistos y comprendidos en términos que no son empleados habitualmente para describir e interpretar a otros pueblos.
Philp Wayne Powell[5]

Un autor más reciente, Manuel Fernández Álvarez, ha definido la Leyenda negra como:

Cuidadosa distorsión de la historia de un pueblo, realizada por sus enemigos, para mejor combatirle. Y una distorsión lo más monstruosa posible, a fin de lograr el objetivo marcado: la descalificación moral de ese pueblo, cuya supremacía hay que combatir por todos los medios.
Manuel Fernández Álvarez[6]

Es importante recordar un punto en el que están de acuerdo la mayoría de los historiadores y que ha sido expresado con acierto por William S. Maltby:

The Black Legend may not constitute a legitimate or justifiable point of view, but it is necessary to recall that it is a legend and not a myth. It sprang, as legends do, from actual events, and these cannot be ignored in the interests of partisanships. Spaniards committed grave wrongs, but so did men of other nations [...]
Quizás la leyenda negra no constituya un punto de vista legítimo o justificable, pero es necesario recordar que es una leyenda y no un mito. Nació, como todas las leyendas, de hechos reales y estos no pueden ser ignorados por intereses partisanos. Los españoles cometieron grandes injusticias, igual que hicieron otras naciones [...]
William S. Maltby[7]

Interpretaciones críticas

En años recientes se ha formado un grupo de historiadores, entre los que se encuentra Alfredo Alvar, Ricardo García Cárcel, Lourdes Mateo Bretos y Carmen Iglesias, que no creen en la existencia objetiva de la leyenda, sino que consideran que la leyenda negra no es más que la percepción que tienen los españoles sobre su imagen en el extranjero. Carmen Iglesias lo expresa de la siguiente forma:

La «leyenda negra» es por así decir, la imagen exterior de España tal como España la percibe [...] La leyenda negra consiste, por tanto, en los rasgos negativos —que son objetivamente los más repetidos— que la conciencia española descubre en la imagen de ella misma.
Carmen Iglesias[8]

García Cárcel incluso niega directamente la existencia de la leyenda negra en su libro La leyenda negra:

Ni leyenda, en tanto en cuanto el conjunto de opiniones negativas de España tuvieran no pocos fundamentos históricos, ni negra, dado que el tono nunca fue constante ni uniforme. Abundan los grises, pero la coloración de estas opiniones estuvo siempre determinada por los colores contrapuestos de lo que aquí hemos llamado leyenda rosa.
Garia Carcel y Mateo Bretos[9]

En opinión del historiador e hispanista Henry Kamen, el concepto de «leyenda negra» dejó de existir en el mundo anglosajón hace ya muchos años, aunque se mantiene por cuestiones políticas internas españolas.[10]​ La posición de Kamen y su libro Imperio han sido fuertemente criticados por Arturo Pérez-Reverte y José Antonio Vaca de Osma.[11][12]​ El historiador Joseph Pérez también opina que la leyenda negra ya no existe, aunque todavía se encuentren rastros aquí y allá, ya que los prejuicios sobre España no se distinguen de los que existen sobre otros países.[13]

El escritor argentino Ernesto Sabato en su artículo «Ni leyenda negra ni leyenda blanca», publicado en el periódico El País en 1991, ante la proximidad del 500º aniversario del descubrimiento de América, propone una superación del «falso dilema» entre ambas leyendas, para presentar un enfoque que, «sin negar y dejar de lamentar "las atrocidades perpetradas por los sojuzgadores"», al mismo tiempo sea capaz de asumir la cultura, la lengua castellana y el mestizaje, que esa empresa conformó en América.[14]

Historia

El origen italiano

El historiador Sverker Arnoldsson de la universidad de Gotemburgo, en su libro La leyenda negra. Estudios sobre sus orígenes, coloca el origen de la Leyenda negra en la Italia medieval, al contrario que otros autores anteriores que lo colocan en el siglo XVI.[nota 2]​ Arnoldsson se basa en los estudios de Benedetto Croce y Arturo Farinelli para afirmar que la Italia de los siglos XIV, XV y XVI era eminentemente hostil a España. De hecho Arnoldsson divide la Leyenda negra en Italia en dos partes: la más antigua (de comienzos del siglo XIV), anticatalana o antiaragonesa, y otra más moderna que se forma a partir de 1500, y que ha permanecido posteriormente.

Las teorías de Arnoldsson han sido puestas en duda por diversos historiadores. En general, se basan en los siguientes argumentos:[15]

  1. Que los primeros escritos contra los españoles se hayan escrito en Italia, no es motivo suficiente para poner allí el origen de la Leyenda negra: es una reacción normal en cualquier sociedad que se ve dominada por poderes extranjeros.
  2. La Leyenda negra implica una cierta tradición, lo que no se puede afirmar del caso italiano que se basaba exclusivamente en una reacción a la presencia reciente de tropas españolas.
  3. Desde finales del siglo XV y principios del XVI, existían también muchos que admiraban España y sobre todo a Fernando el Católico.

Maltby añade a estos argumentos la falta de un hilo conductor que una la críticas italianas con la forma canónica de la Leyenda en los Países Bajos e Inglaterra.[16]

El sentimiento anticatalán

En su primera forma, anticatalana o antiaragonesa, la Leyenda negra comienza con la influencia política de la Corona de Aragón en determinados territorios de Italia en el siglo XIII. La presencia de príncipes, cortesanos, soldados y mercenarios (e incluso piratas) aragoneses en Italia condujo a una reacción de la sociedad local, sobre todo de las élites que se consideraban herederos de la Antigüedad romana. Los hidalgos españoles comienzan a tener fama de «rudos, ignorantes, sin intereses intelectuales» y ridículamente ceremoniosos. La expansión aragonesa en el sur de Italia también coincide con el auge del comercio en Barcelona y Valencia, competidoras para las ciudades italianas del norte a partir del 1300, sobre todo en los mercados mediterráneos occidentales. La reacción de nuevo será la extensión de una imagen de avaricia y astucia infame de los comerciantes catalanes. Un tercer punto en la percepción de la Corona de Aragón, y por extensión de la Península Ibérica, de los italianos es la de inmoralidad y de desmesurada sensualidad que creen ver en las cortes papales de Calixto III y su sobrino Alejandro VI, ambos de origen valenciano, la corte aragonesa de Nápoles y sobre todo de las cortesanas valencianas, que eran muy conocidas en Italia. Finalmente, los elementos no europeos, sobre todo la influencia judía e islámica, eran vistos con desconfianza. Los judíos expulsados en 1492 llegaron en grandes cantidades a las ciudades italianas, con lo que se llegó a confundir «marrano» con «español», hasta el punto de que el papa Julio II llamaba «marrano circonciso» a su predecesor Alejandro VI. La enemistad entre españoles e italianos llegó al punto de que en 1503, tras la muerte de Alejandro VI, hubo una persecución violenta contra los detestados nepotes catalanes, que tuvo como resultado algunos muertos.[17][nota 3]

Aunque la leyenda negra anticatalana tuvo su origen en Italia, se extendió al Mediterráneo oriental con las expediciones de los almogávares, que influyeron decisivamente en el temor y rechazo que adquirieron en dicha zona, que hicieron famosa la imprecación o insulto «¡venganza catalana te alcance[18]

El sentimiento anticastellano

Hasta el 1500 los catalanes representaban a ojos de los italianos tanto a catalanes, como aragoneses, valencianos, castellanos o portugueses, en fin, a los españoles. Esta situación cambió a partir de 1500, momento en el que Castilla comenzó a tener la preeminencia política, económica y militar sobre los demás reinos de la Península Ibérica.[19]​ Durante el siglo XVI, las intervenciones militares de tropas españolas en Italia se generalizarán, no sólo con el consiguiente rastro de destrucción y muerte que llevan las guerras, sino también con infinidad de conflictos menores causados por soldados acuartelados que no recibían sus soldadas a tiempo. Serán importantes en la formación de la opinión italiana el saqueo de Prato de 1512, en la que se calculan entre 500 y 5600 muertos según las fuentes, y sobre todo el saqueo de Roma de 1527, a pesar de que también participaran tropas alemanas e italianas.[20]​ La imagen del español cruel, astuto y rapaz se fue extendiendo. En 1559 Marcantonio da Mula comenta,

[...] è dubbio se questa brava gente abbia dato piu utile o più danno ai suoi signori da parecchi anni in quà: perchè, si come sono stati causa di donarli delle vittorie, così hanno fatto perder loro di molti cuori e volontà de' popoli col maltrattarli, e il cuore de'sudditi è la maggior fortalezza che habbia il principe.
[...] es dudoso si esta brava gente ha sido más útil o más dañina a sus señores desde hace unos años, porque, así como han sido la causa de darles victorias, también han hecho perder muchos corazones y voluntades del pueblo con maltratarlo, y el corazón de los súbditos es la mayor fortaleza que tiene el príncipe.
Marcantonio da Mula[21][nota 4]

También el gobierno en Nápoles y otras dependencias de la Corona Española eran causa de animadversión en la población. Así, por ejemplo, a pesar de que los impuestos no eran excesivos se producían muchas quejas.[22]​ La Inquisición levantó muchas protestas contra el gobierno, hasta el punto de que el descontento sobre los familiares contribuyó en gran medida a los motines de 1511 y 1516 en Sicilia. En Nápoles, el simple rumor de la sustitución de la inquisición episcopal por la Inquisición española produjo un motín muy violento en 1547. El miedo, que en Nápoles llevó al asalto del cuartel de soldados españoles y a degollar a muchos, era causado en parte por sentimientos nacionalistas, ya que se veía con razón a la Inquisición como un instrumento político del rey. Finalmente, incluso la justicia española, que era «excesivamente» imparcial, se ganó la enemistad de la aristocracia y las clases privilegiadas.[23]

En el plano cultural, los italianos eran conscientes de su superioridad frente a los españoles, reduciendo la cultura española a las novelas caballerescas, que los intelectuales atacaban desde el plano moral, intelectual y estético.[nota 5]​ La influencia española en Italia en los siglos XV y XVI fue enorme, hasta el punto de que aprender y escribir castellano estaba de moda y las novelas de caballerescas Tirante el Blanco y Amadís de Gaula eran lo más leído tanto en Italia como en España. Esta consciencia era más dolorosa cuanto que les era evidente la superioridad de las armas españolas.[24]

El origen alemán

Arnoldsson ha dado un segundo origen de la Leyenda negra en Alemania.[25]​ El humanismo alemán fue muy nacionalista y se creó más bien en oposición al humanismo italiano, ensalzando a los antepasados germánicos frente al enemigo romano. Sin embargo, tanto en Ulrico de Hutten como en Martín Lutero, los dos autores más influyentes de comienzos del siglo XVI, se confunde lo italiano con das Welsche, es decir, el mundo latino o lo romance, en el que se incluye Francia, Portugal y España, con el matiz de «falso, inmoral, extranjero en oposición a lo nacional».[26]

Lutero sintió una evidente enemistad por España, a pesar de que el país todavía no era la potencia militar y cultural que llegaría a ser más tarde, y su pensamiento tuvo una influencia posterior indudable. Para Lutero, los españoles eran ladrones, falsos, orgullosos y lujuriosos. Esta desconfianza puede tener varios orígenes, de entre los que Arnoldsson destaca:[27]

  • la identificación de Italia, España y el papismo, con lo que lo españoles quedaron caracterizados como crueles, rapaces, inmorales y falsos;
  • su antisemitismo, ya que consideraba a los españoles descendientes de los judíos, «sunt plerunque Marani, Mamalucken»;
  • su temor a una invasión española y turca, pueblos que consideraba próximos,
Ideo prophetatum est Hispanos velle subigere Germaniam aut per se aut per alios, scilicet Turcam [...] Et ita Germania vexabitur et viribus ac bonis suis exhausta Hispanico regno subiugabitur. Eo tendit Sathan, quod Germaniam liberam perturbare tentat.
Lutero[28]

En 1566 se publicaron las conversaciones de Lutero, en las que daba su conocida opinión sobre los españoles.[29]

Sin embargo, no sería hasta la Guerra de Esmalcalda cuando se propagarían estas opiniones entre el pueblo germano. La propaganda de guerra de la Liga de Esmalcalda era muy nacionalista e identificaba a su enemigo, el emperador Carlos V, con los extranjeros, con Roma, el Catolicismo, el papa y España, a pesar de que entre los partidarios de Carlos V también había alemanes y protestantes: no querían ser «gobernados por españoles». Comienza la imagen del rey de España como adalid del Catolicismo, en parte promovida por la propia corona. Pero sobre todo contribuyeron a ese odio las tropelías de las tropas de Carlos V, compuestas por españoles, italianos y alemanes.[30]

Hacia finales del siglo XVI se introduce en la Leyenda negra un cierto tinte racista bajo la influencia de panfletos franceses y neerlandeses: la importante proporción de judíos y moros, el tinte moreno y la estatura serán anatemizados por los intelectuales alemanes.

[...] Spaniern [...], die essen gern weiss Brot vnd küssen gern weisse Meidlein, vnd sind sie stiffelbraun vnd Pechschwartz wie König Balthasar mit seinem Affen.
Los españoles comen pan blanco y besan mujeres rubias con mucho gusto, y son tan marrones y negros como el rey Baltasar y su mono.
Johann Fischer, Geschichtklitterung (1575)[31][nota 6]

El origen judío

El historiador Philip Wayne Powell añade un tercer origen entre los judíos expulsados de España. Powell coloca el comienzo de la crítica de las poblaciones judías contra España en 1480, con la creación de la Inquisición Española que se dirigía principalmente contra criptojudíos y falsos conversos, pero es a partir de la expulsión de 1492 que se generalizó esta opinión. A pesar de que habían sido expulsados anteriormente de casi todos los países europeos, en ningún otro habían tenido durante la Edad Media tanto arraigo, llegando a vivir lo que se ha llamado una Edad de Oro, dando una relevancia especial a esta expulsión.[32]

Estudios de Kaplan, Yerushalmi, Mechoulan y Jaime Contreras muestran que muchos intelectuales judíos expulsados colaboraron en la extensión de la imagen negativa de España. La comunidad sefardí más importante estaba en Ámsterdam, en los Países Bajos, con dos sinagogas. Su actividad, «poco affectos al servicio de Su Majestat», llegó a provocar la protesta de los embajadores españoles ante el Archiduque en Bruselas. Especialmente odiada era la Inquisición, considerada la «cuarta bestia de la que habla el profeta Daniel», justificación desnaturalizada, cúmulo de maldades, que había corrompido la sociedad. La crítica se extendió a Flandes y Venecia, donde también se habían asentado sefardíes. Así, las comunidades daban publicidad a las ejecuciones de la Inquisición, como la ocurrida en 1655 en Córdoba.[33]

Los sefardíes se mostraron agradecidos con su nueva patria durante la guerra de independencia: así como España era «tierra de idolatría» y de esclavitud, como la de Egipto, cuyos gobernantes sufren la maldición de Yaveh; Holanda en cambio es la tierra de la libertad, sobre la que el Dios de Israel hará caer todas las bendiciones, tal como escribieron Daniel Levi de Barrios o Menasseh ben Israel (anteriormente llamado Manoel Soeiro).[34]​ También emplearon su poder dentro de la industria editorial, tanto para apoyar a los holandeses en su lucha, como para extender la crítica hacia España.[32]

Críticos españoles

Diversos historiadores, comenzando por Juderías[35]​ y Carbia, siguiendo con Maltby,[36]​ García Cárcel[37]​ o Español Bouché,[38]​ han señalado la importancia de la autocrítica española, tanto en el siglo XVI como en época moderna, en la génesis de la leyenda negra. Autocrítica que no tiene comparación con la habida en otros países, tanto en el siglo XVI, como en las colonizaciones posteriores.

La Brevíssima relación

Tras el descubrimiento de América en 1492, surgió en la Corona de Castilla un debate sobre la forma en que debían ser tratadas las poblaciones indígenas. Inicialmente se había introducido el sistema de las encomiendas, muy similar al que se había dado a las poblaciones moriscas de Granada y también a la mita, que habían empleado los incas en época precolonial. El sistema no dejaba de ser polémico por la crueldad con la que eran tratados los indios.[39]​ Contra la situación protestaron muchos religiosos e intelectuales, entre ellos Antonio de Montesinos, Tomás Ortiz, Vicente Valverde, Luis de Morales, Francisco de Benavides, Martín de Calatayud, Bartolomé de la Peña, Juan Fernández Angulo, Domingo de Santo Tomás, Cristobal Molina y Luis de Morales.[40]​ Este esfuerzo continuo fructificó con la promulgación por Carlos I de España de las Leyes Nuevas en 1542, que prohibían nuevas encomiendas y ordenaban que las existentes pasasen a la corona tras la muerte de los encomenderos. Aunque con un éxito relativo, la medida no consiguió acallar el litigio.[39]

Dentro de este ambiente de controversia, destacó sin duda Bartolomé de las Casas y su Brevissima relación de la destrucción de las Indias.[nota 7]​ La obra es una impresionante descripción de las crueldades y violencias realizadas por los españoles en América.

En estas ovejas mansas y de las calidades susodichas por su Hacedor y Criador así dotadas, entraron los españoles desde luego que las conocieron como lobos y tigres y leones crudelísimos de muchos días hambrientos. Y otra cosa no han hecho de cuarenta años a esta parte, hasta hoy, y hoy en este día lo hacen, sino despedazallas, mattallas, angustiallas, afligillas, atormentallas y destruillas por las estrañas y nuevas y varias y nunca otras tales vistas ni leídas ni oídas maneras de crueldad, de las cuales algunas pocas abajo se dirán, en tanto grado que habiendo en la isla Española sobre tres cuentos de ánimas que vimos, no hay hoy de los naturales della doscientas personas.
Bartolomé de las Casas, Brevisima relación de la destruición de las Indias (1552)[41]

Publicó la obra en 1552 en Sevilla. La primera traducción al holandés fue en 1578, en plena guerra de independencia, y hasta 1617 tuvo 16 reimpresiones. En 1617 se publicó por primera vez en francés, con la expresa intención de apoyar a los rebeldes holandeses, y en 1800 ya se habían publicado ocho ediciones. La primera edición inglesa es de 1583; la alemana de 1597. La latina de 1598 fue profusamente ilustrada por Theodore de Bry, grabados que fueron empleados posteriormente en muchas otras ediciones, por lo que su impacto en la percepción de la leyenda negra fue enorme. La versión italiana siguió en 1626.[42]​ Las licencias que se tomaron a menudo los editores y traductores convirtieron un texto que era una defensa de los indios, una protesta humanitaria, en un ataque contra España, una manifestación de Las Casas de odio o aversión a su propio país, en una descalificación de forma generalizada de la moral de sus compatriotas, que no fue en ningún caso la intención del autor.[43]

El papel de Las Casas dentro de la leyenda negra es muy controvertido. Por una parte, están aquellos que quieren ver en sus escritos el origen de la leyenda, opinión que comenzó en el siglo XVII con León Pinelo y Solórzano Pereira, continuó con Antonio de Solís, se mantuvo en el siglo XIX con Menéndez y Pelayo y culminó en el siglo XX con Menéndez Pidal, Juderías y Carbia. Presentaron la obra de Las Casas como un cúmulo de exageraciones e inexactitudes, tratando de demostrar así que las críticas a la conquista tenían falsedades como origen, además de que restaron importancia a los excesos durante la conquista. Por la otra parte están diversos autores, como Lewis Hanke, Manuel Giménez Fernández, Venancio D. Carro o Juan Pérez de Tudela, que exoneran a Las Casas de ser el origen de la leyenda y culpan a los que que hicieron posteriormente un mal uso de los textos. Así se han formado dos campos, los «lascasistas» y los «antilascasistas».[44]​ La posición de García Cárcel es distinta, en el sentido de que niega una relación entre la vertiente europea de la leyenda negra y su vertiente americana, rechazando el carácter de «leyenda negra» de esta segunda.[45]

Los «antilascasistas» también atribuyen a Las Casas el origen de la «leyenda dorada de los indios», que presenta a la América prehispana como una feliz Arcadia en la que que no existía violencia ni maldad:[46]

Todas estas universas e infinitas gentes a toto género crió Dios las más simples, sin maldades ni dobleces, obedientísimas, fidelísimas a sus señores naturales y a los cristianos a quien sirven; más humildes, más pacientes, más pacíficas y quietas, sin rencillas ni bollicios, no rijosos, no querulosos, sin rancores, sin odios, sin desear venganzas, que hay en el mundo. Son así mesmo las gentes más delicadas, flacas y tiernas en complisión y que menos pueden sufrir trabajos, y que más fácilmente mueren de cualquiera enfermedad, que ni hijos de príncipes y señores entre nosotros, criados en regalos y delicada vida, no son más delicados que ellos, aunque sean de los que entre ellos son de linaje de labradores.
Bartolomé de las Casas, Brevisima relación de la destruición de las Indias (1552)

Estos autores han relacionado la leyenda dorada con la creación del «indigenismo», en el sentido del noble salvaje.[47]​ Esta relación ha sido discutida por García Cárcel, que afirma que entre los críticos de la conquista existen aquellos que consideraban inferior al indio, es decir, la crítica de la colonización española y la defensa de los indígenas no iban necesariamente de la mano.[48]

Pero el texto de las Casas no fue el único empleado en el extranjero para demostrar los desmanes de España en América. Los relatos de Girolamo Benzoni, Francisco López de Gómara y Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés también fueron empleadas por historiadores, filósofos, polemistas y propagandistas extranjeros.[49]​ Por ejemplo, la obra de Benzoni, que tuvo más de 30 ediciones, presenta la conquista como una campaña de saqueo y exterminio; los conquistadores como crueles y sanguinarios, codiciosos e interesados sólo en enriquecerse, cobardes, sucios, traidores y responsables de la desaparición de los indígenas; los frailes «hacen de día cosas que otros se avergonzarían de hacer de noche». Al igual que en el caso de Las Casas, los historiadores se dividen entre aquellos que acusan a Benzoni de haber escrito un panfleto y los que lo consideran un autor a tener en cuenta.[50]

Los textos sobre los desmanes españoles fueron empleados para demostrar las afirmaciones sobre el carácter cruel y codicioso del español en todo tipo de escritos posteriores. Por otra parte, servían de argumento a las potencias rivales para negar por razones morales el monopolio ibérico en América.[51]​ Uno de los fenómenos más interesantes en la leyenda negra es que, en base a un hecho concreto, la conquista, es decir, los primeros 50 años, se ha extendido la condena y el descrédito a los 300 años de colonización y a todos sus aspectos.[52]

Críticas a la Inquisición

Francisco de Encinas, con sus hermanos Jaime y Juan, fue de los primeros en criticar la persecución de los protestantes por la Inquisición española en su relato De statu belgico deque religione hispanica historia Francisci Enzinas Burgensis publicado en 1545 en español y en 1558 en francés.[nota 8]​ Según Encinas, en la Inquisición nada tenían de humanos, vivían en el lujo, «eran monstruos, secuaces de Satanás», que saqueaban España envueltos en secretismo. Se atribuye a Encinas un segundo libro, publicado bajo el seudónimo Dryander, titulado Les principaux instuments du Seigneur pour maintenir le vrai christianisme renaissant de notre temps en Espagne, publicado en Basileo o Ginebra entre 1560 y 1565, en el que menciona con mayor precisión algunos casos de protestantes perseguidos por la Inquisición.[53]

Mayor influencia tuvo el Sanctae Inquisitionis Hispanicae Artes (Exposición de algunas mañas de la Santa Inquisición Española) publicado en Heidelberg en 1567 bajo el seudónimo Reginaldus Gonzalvus Montanus. Parece que Gonzalvus era un alias de Antonio del Corro, un teólogo protestante español exiliado en los Países Bajos. Del Corro añadió credibilidad a su relato por el conocimiento que tenía del tribunal. El libro fue un éxito inmediato, entre 1568 y 1570 hubo dos ediciones en inglés, una en francés, tres en holandés, cuatro en alemán y una en húngaro y continuó publicándose y citándose hasta el siglo XIX. El relato, en general correcto, toma la forma de un prisionero que pasa por todas las etapas del proceso y sobre todo el interrogatorio, permitiendo al lector identificarse con la víctima. Esta corrección de la descripción oculta que del Corro presenta algunas de las prácticas más extremas de la Inquisición como la regla, a todo acusado como inocente, a todo oficial de la Inquisición como taimado y vano y cada paso en el proceso como una violación de la ley natural. Del Corro, que alababa el propósito inicial de la Inquisición, es decir, perseguir a los falsos conversos, no había previsto el uso de su libro en la Leyenda Negra, de forma similar a lo que ocurrió con Bartolomé de las Casas. Estaba convencido de que la Inquisición había sido convertida por los monjes dominicos en algo execrable del que Felipe II no conocía su funcionamiento real y de que el pueblo español se oponía a la funesta institución.[54]

Antonio Pérez

Antonio Pérez, ex secretario de Felipe II, caído en desgracia por tramar la enemistad del rey con su hermano y por vender secretos de estado, tuvo que huir a Aragón en 1590, donde se convirtió en protagonista de las Alteraciones de Aragón. Desde el exilio, Pérez, que se identificaba con los enemigos del rey y de Castilla en Aragón, publicó varios tratados criticando a Felipe II. Quizás el más importante fuera el titulado Relaciones, publicado por primera vez en español bajo el seudónimo de «Rafael Peregrino» en Bearn en 1591, posteriormente ampliado y publicado en 1594 en Londres con el título de Pedaços de historia.[55][56]

Atribuido a José Teixeira, un exiliado portugués, partidario del pretendiente al trono portugués Antonio, y a Antonio Pérez, en 1597 se publicó en Auch, en francés, el Traicté paraenetique; un año después se volvió a publicar en La Rochelle y en Agen (edición comentada) y de nuevo en 1641.[nota 9]​ Ese mismo año, 1598, se publicó la primera traducción al flamenco y en 1626 se publicó la primera traducción al italiano. También en 1598, se publicó en Londres y en inglés, con el título Treatise paraenetical,[nota 10]​ y se volvió a editar en 1625 con el título The Spanish Pilgrime.[nota 11]​ El Traicté paraenetique era un ataque personal a Felipe II, pero también una crítica a Castilla y los castellanos. Desde el texto pretendía mostrar la división interna de la península, explicando el odio que los demás reinos peninsulares tenían a los castellanos. Presenta a los castellanos como personas «malignas y perversas», «llenas de orgullo, arrogancia, tiranía e infidelidad», descendientes de judíos y por tanto traidores en los que no puede confiar. Del rey dice que «la tiranía es tan natural para Felipe como la risa lo es a un hombre» y que envenena a todos sin hacer distinciones.[56][57]

Después del primer entusiasmo, Pérez pasó a ser ignorado, pero sus escritos fueron empleados más tarde por otros autores.[58]​ Las Relaciones fueron traducidas al inglés y publicadas en 1715 en Londres, posiblemente bajo influencia del gobierno, en una época en la que Inglaterra seguía una política agresiva contra España.[56]

Polemistas protestantes

Los protestantes se identificaban en el siglo XVI con las herejías desde la época de la conversión del Imperio romano hasta el siglo XV, lo que llevó a la creación de martirologios en Alemania e Inglaterra, colecciones de vidas de mártires descritas con mucho morbo, a menudo profusamente ilustradas, que circularon entre las clases más populares y que insuflaban la indignación contra la Iglesia Católica. Uno de los más famosos y el que más influencia tendría fue el Book of Martyrs (El libro de los mártires, 1554) de John Foxe, en parte gracias a los 50 grabados de torturas y malos tratos que lo ilustraban. A pesar de que parece haber estado mal informado y por ejemplo no mencionó los autos de fe de Valladolid, Foxe dedicó un capítulo entero a la Inquisición española, el The execrable Inquisition of Spayne.[59]

The cruell and barbarous Inquisition of Spayne [...] now it is practised agaynst them that be neuer so litle suspected to fauour the veritie of þe Lorde. The Spanyardes, and especially the great diuines there do hold, that this holy and sacrate Inquisition can not erre, and that the holy fathers the Inquisitours, can not be deceaued. [...] Three sortes of men chiefly in daunger of the Inquisition. Three sortes of men most principally be in daūger of these Inquisitours. They that bee greatly riche, for the spoyle of their goods. They that be learned, because they will not haue their misdealynges and secret abuses to be espyed and detected. They that begyn to encrease in honor and dignitie, leste they beyng in authoritie, should worke them some shame, or dishonor. [...] yea and thoughe no worde bee spoken, yet if they beare any grudge or euill will agaynst the partie, incontinent they commaunde him to be taken, and put in an horrible prison, and then finde out crimes agaynst him at leasure, and in the meane tyme no man liuyng so hardye once to open his mouth for him. If the father speake one worde for his childe, he is also taken, and cast into prison, as a fauourer of heretickes. Neither is it permitted to any person, to enter to the prisoner: but there he is alone, in such a place, where he can not see so much as the groūde, where hee is, and is not suffred eithre to read or write, but there endureth in darkenes palpable, in horrors infinite, in feare miserable, wrastlyng with the assaultes of death. [...] Adde more ouer to these distresses & horrors of the prison, the iniuries, threates, whippings & scourgings, yrons, tortures, & rackes, which they endure. Some tymes also they are brought out, and shewed forth in some higher place, to the people, as a spectacle, of rebuke and infamie. [...] The accuser secret, the crime secret, the witnes secret: what soeuer is done, is secret, neither is the poore prisoner euer aduertised of any thyng.
La cruel y bárbara inquisición de España [...] ahora practicada en contra de aquellos mínimamente sospechosos de no favorecer la verdad del Señor. Los españoles, y especialmente las grandes dignidades allí, afirman que la Inquisición Española no puede errar y que los santos padres de la Inquisición no pueden ser engañados [...] Tres tipos de personas corren peligro por esta Inquisición. Aquellos que sean muy ricos, para expoliar sus bienes. Aquellos que sean cultos, porque no quieren que sus malas acciones y abusos secretos sean espiados y detectados. Aquellos que comienzan a crecer en honor y dignidad, a no ser que estén bajo la autoridad, les formarán alguna vergüenza o deshonra [...] y aunque no se diga ninguna palabra, si guardan algún rencor o mala voluntad contra la parte, incontinentes mandan que sea apresado y puesto en una horrible prisión y entonces inventan crímenes contra él a voluntad y mientras ningún hombre hablará por él. Si el padre habla una palabra por su hijo, también es apresado y encerrado en prisión como favorecedor de herejes. Tampoco le es permitido a nadie visitar al prisionero: y allí está sólo, en tal lugar, dónde no puede ver mucho más que el suelo, en el que se encuentra, y no se le permite leer o escribir, más aguanta en la oscuridad palpable, en horrores infinitos, triste y lleno de miedos, peleando con los asaltos de la muerte [...] Añade a estas aflicciones y horrores de la prisión, las heridas, amenazas, latigazos y flagelaciones, hierros, torturas y tormentos que soportan. Algunas veces son sacados y expuestos en algún lugar más importante, para la gente, como espectáculo, para reprobación e infamia [...] El acusador es secreto, el crimen secreto, los testigos secretos: lo que se haga es secreto, tampoco se advierte al prisionero de nada.
John Foxe[60][nota 12]

En el texto se encuentran muchos de los elementos que se repetirán más adelante: cualquiera puede ser juzgado por cualquier nimiedad, la Inquisición no puede equivocarse, los acusados lo son a menudo por dinero, envidia o para ocultar acciones de la Inquisición, si no encuentran pruebas se inventan, los prisioneros son aislados sin ningún contacto exterior en calabozos oscuros donde sufren horribles torturas, etc. Foxe ya advertía que la funesta institución podría introducirse en cualquier país que aceptara el catolicismo.[61]

De la misma época es el Livre des martyrs del editor ginebrino Jean Crespin, que contaba con el apoyo de Calvino. Editado en 1554, se reeditó en 1564 y 1570, finalmente, ampliado por Simon Goulart, en 1582 y 1619.[62]

Los ataques a la Inquisición y a la Iglesia Católica formaban parte de una guerra de propaganda entre católicos y protestantes, que se desarrolló a partir de finales del siglo XVI.[63]

La forma canónica de la Leyenda negra: la independencia de los Países Bajos

El duque de Alba en un grabado anónimo del siglo XVI. El Duque está representado comiendo a un niño; detrás, una hidra con las cabezas de Granvela y otros aliados; a sus pies, los cadáveres decapitados de Egmont y Horn.

Es en los Países Bajos donde todos los hilos mencionados se unen por primera vez en uno de los ataques propagandísticos más violentos contra el imperialismo español. El emperador Carlos V, nacido en Flandes, fue tratado de forma más benigna que su hijo, Felipe II, tanto por sus súbditos de los Países Bajos, como por los historiadores posteriores, a pesar de que el primero era mucho más intransigente y estricto que el segundo. Los nobles protestantes flamencos, aliados de Carlos V, se opusieron violentamente al gobierno de Felipe II y para ello comenzaron por atacar a sus representantes.[64]

El primero en ser atacado fue Antonio Perrenot de Granvela, arzobispo de Malinas (1560) y cardenal (1561), que trató de reformar la organización eclesiástica flamenca: el hecho hubiese reducido la riqueza y la independencia del clero local. Granvela, que era del Franco Condado y por tanto extranjero, fue llamado «archidespreciable» y «dragón rojo» de España por sus enemigos, a pesar de no ser un servidor de España, sino del rey Felipe. La principal disputa era de los protestantes con los católicos, a los que temían por su poder, con el rey al frente. Sin embargo, para los dirigentes implicados, estaba claro de que se trataba de un problema político y no religioso, así lo dijo el Duque de Alba e incluso el embajador francés. Quizás el que sufrió los mayores ataques fue el Duque de Alba, la gran bestia negra de los flamencos, encargado de acabar con la sublevación de los nobles y los iconoclastas protestantes. Para ello creó el Tribunal de los Tumultos, conocido por sus enemigos como «Tribunal de Sangre», en el que se ajustició a muchos de los rebeldes, incluidos a importantes nobles y aristócratas. La guerra que siguió fue atroz por ambos lados; el que se recuerde principalmente al Duque de Alba y la crueldad española es, según Joseph Pérez, debido a que la historia la escribe el vencedor y las víctimas fueron consideradas a posteriori héroes fundadores de Holanda. La leyenda negra del Duque de Alba, sediento de sangre, monstruo de crueldad, llega a nuestros días y a los niños holandeses se les asusta con su nombre si se portan mal.[65]​ No ha sido hasta el siglo XX que se ha podido limpiar el nombre del duque de Alba: uno de los mayores generales de su época, fino estratega, inflexible con la disciplina (castigaba los excesos injustificados de sus tropas contra la población), político sagaz, uno de los hombres más cultos de su época, que comandaba en Flandes un ejército de 54.000 soldados, de los que sólo 7.900 eran españoles y 30.400 eran flamencos.[66]

Desde el principio, los flamencos hicieron un amplio uso de la propaganda, aprovechando su pujante industria editorial, en lo que llegó a llamarse la «Guerra de Papel».[67]​ Libelistas fueron el pintor Lucas de Heere, el poeta Van der Noot, el geógrafo Ortelius y muchos otros.[68]​ Uno de los principales propagandistas fue Felipe de Marnix de San Aldegonde, teólogo muy vinculado a Calvino, que posteriormente entraría a trabajar para Guillermo de Orange. Marnix, que había estado en Alemania, empleó todos los recursos a su disposición: los crímenes de las tropas españolas en la Guerra de Esmalcalda, la igualdad de españoles y turcos, sugiriendo una alianza, la maldad del Duque de Alba, etc., afirmaciones que repetiría en la Dieta de Worms en 1578.[69]​ Los panfletistas también apelaban al miedo a la Inquisición española, afirmando que el rey quería introducirla en los Países Bajos, empleando elementos de obras críticas publicadas anteriormente para explicar lo que ocurriría en tal caso.[63][nota 13]​ Incluso se llegó a publicar un documento falso del Santo Oficio que declaraba a todos los holandeses culpables de lesa majestad y amenazaba con una confiscación de bienes generalizada; documento que fue considerado auténtico por historiadores holandeses hasta el siglo XIX.[70]

La Apología del príncipe d'Orange

Guillermo de Orange, que se había convertido en el líder de los rebeldes, fue nombrado en 1576 stathouder (no soberano) de las Provincias Unidas, por lo que se puede suponer que la rebelión todavía no se dirigía contra rey. En 1579 las tropas españolas, tras amotinarse por no recibir la soldada, saquearon Amberes, hecho que también pasarían a formar parte de la Leyenda negra, como epítome de la crueldad española. Ese mismo año, Felipe II puso precio a la cabeza de Guillermo de Orange, que contraatacó publicando su Apología del príncipe d'Orange.[nota 14]​ La Apologie ou Défense du très illustre Prince Guillaume [...] contre le ban et édict publié par le roy d'Espagne [...], en realidad escrita por su capellán, Pierre L’Oyseleur, fue la ruptura definitiva de Guillermo con Felipe II y se puede considerar el acta de nacimiento de la Leyenda negra. El panfleto reproducía acusaciones anteriores contra el Duque de Alba, generalizando las culpas y las características de crueldad, barbarismo y saña a todos los españoles: los soldados españoles violaban a las mujeres enfrente de maridos e hijos. También retomaba las acusaciones italianas y alemanas de mezcla de razas, acusando a los españoles de judíos y moros.[71]

Pero no sólo reprodujo ideas anteriores, sino que elaboró argumentos nuevos. Atacó personalmente al rey, Felipe II, acusándolo de mujeriego, adúltero, de haber tenido relaciones incestuosas con su hermana, de bigamia, de asesino de su esposa Isabel de Valois y finalmente lo acusó de haber detenido, condenado y ejecutado a su propio hijo y heredero, don Carlos. Todas las acusaciones acabaron en el olvido, a excepción del sobrenombre «el Demonio del Sur»[72]​ y de la historia de «Don Carlos», que a partir de ese momento formó parte inseparable de la Leyenda negra.[73]​ Varios historiadores la tomaron por cierta, como Pierre de Brantôme (Memorias, 1665) y Jacques Auguste de Thou (Historia sui temporis, 1620).[74]​ En las artes, el camino lo abriría César Vichard de Saint-Réal en 1672 con su obra Dom Carlos. Aunque en su mayoría fantástica, fue tomada por real por varios autores posteriores, que retomarían la trama. Así, el Don Karlos, Infant von Spanien de Friedrich Schiller, publicado en 1787, estaba basado en la historia de Saint-Réal y en History of Philip II de Robert Watson. El impulso dado al tema por Schiller hará que se publiquen varias obras y alguna ópera con la misma trama, de las que la más famosa sin duda es el Don Carlos de Giuseppe Verdi.[75]​ Otro punto nuevo que introdujo en sus críticas fue la intolerancia religiosa española, que se vería reflejada tanto en la persecución de los protestantes por parte de la Inquisición,[nota 8]​ como en la crueldad de los españoles en América.[76]

El mérito de Guillermo de Orange es haber reunido una serie de informaciones, rumores y críticas dispersas y reunirlas para formar un sistema coherente y eficaz de propaganda.[63]​ Como resultado, se ha mantenido hasta hoy la percepción de que en la guerra de Flandes se opusieron «todo lo que es bueno, verdadero y libre contra los poderes de la oscuridad, la intolerancia y la supersitción».[77]

El ascenso de Inglaterra

El antihispanismo inglés estaba basado en razones morales, más que intelectuales, al contrario que el flamenco, y en una creencia en la maldad inherente de los españoles.[78]​ Las razones que impulsaron a los autores ingleses a escribir este tipo de literatura se pueden dividir en tres: la defensa de la Reforma Protestante, el apoyo a las políticas del gobierno y el aliento a la aventura de ultramar.[79]​ Aparece a la vez que las primeras consciencias y estereotipos nacionales en el Renacimiento. Maltby aventura que fue un instrumento propagandístico empleado por Inglaterra para justificar sus acciones y unir voluntades, que más tarde pasó a formar parte de la historiografía general.[80]

Inglaterra, que veía con simpatía la revolución de los Países Bajos e incluso llegó a enviar tropas en 1585, era terreno fértil para los panfletos holandeses. También hubo numerosos polemistas propios e incluso la reina Isabel I justificó el apoyo a los rebeldes con su propia «declaración», aunque evitó escrupulosamente criticar la figura del rey español.[nota 15]​ Pero son los cronistas, como Holinshed, Camden y Baker, los que dan una medida de la aceptabilidad del antiespañolismo entre los intelectuales de inteligencia crítica y, por tanto, cuanto fue transmitido a generaciones posteriores. Al contrario que en los propios Países Bajos, en Inglaterra no circulaba propaganda o escritos favorables a España o el catolicismo.[81]

El enfrentamiento de Inglaterra y España era inevitable tras recibir esta última la bula papal y firmarse el Tratado de Tordesillas, por los que España reclamaba todos los territorios al oeste del meridiano 46º 37’ longitud oeste. A causa de la debilidad de Inglaterra, la reina Isabel quería evitar un enfrentamiento directo, así que todos los viajes y exploraciones realizados por ingleses eran «no oficiales» y por tanto tratados como actos de piratería por los españoles. Los desagradables encuentros con las autoridades españolas fueron relatados de forma muy subjetiva por los navegantes que se aventuraron hacia occidente, entre los que se contaban Francis Drake y John Hawkins. Sus aventuras ejercieron una atracción irresistible entre el público local, extendiendo la idea del carácter español como «traicionero y cruel», en el que no hay nada positivo. Especialmente importante fueron las publicaciones de Richard Hakluyt, que fue un influyente agente promocionando la exploración y el colonialismo inglés, y de su albacea, el reverendo Samuel Purchas.[82]

La Armada Invencible

Hacia 1588, la guerra no declarada realizada por los piratas ingleses había llegado a un punto que decidió a Felipe II a enviar la «Grande y Felicísima Armada» para invadir las islas británicas. El fracaso de la misión es bien conocido y se ha convertido en uno de los puntos más recurrentes de la Leyenda Negra española. En Inglaterra es considerada uno de los momentos más brillantes de su historia, representa la superioridad moral y militar de la nación, la victoria del protestantismo y el liberalismo frente al oscurantismo romano. Sin la Armada, es posible que los panfletos antiespañoles hubiesen sido olvidados, pero al organizar un intento de invasión en toda regla, a ojos de los ingleses, los españoles demostraban que todas las acusaciones que se habían hecho hasta el momento eran ciertas. Así, la propaganda añadió dos nuevas características al carácter español: la cobardía y la incompetencia.[83]

Se dieron dos explicación de la «derrota». La primera fue el «carácter español»:

[...] none more glories in his Chivalry than the Spaniard: But I suppose his religion and stomach be equally poised: the one false the other faint, that what they attempt, is not to be overcome with prowess, but to suppress with multitudes: for their service in wars in either by policy to circumvent by perjury, to entail by treason, to undermine, or by some little martial practice to weaken the enemy, whom if they find valiantly to resist, their brave once cooled, they seldom or never dare give another Encounter [...]
[...] nadie tiene más glorias en su caballerosidad que el español. Pero supongo que su religión y su estómago están compuestos de la misma manera: el uno falso, el otro débil, aquello que intentan no se realiza con valor y destreza, sino para ser suprimido con multitudes: porque su servicio en las guerras bien como política tratan de sortear con perjurio, para implicar por traición, para minar, o bien debilitar al enemigo a través de algún pequeño ejercicio marcial, que si es tan valiente de resistir, enfriada su valentía, rara vez o nunca se atreven a dar otro encuentro [...]
Spanish masquerado (1589), Robert Greene[84][nota 16]
Sátira británica de 1740, publicada a raíz de la Guerra de la oreja de Jenkins, en la que se puede leer la leyenda «Los españoles construyen castillos en el aire, los británicos le otorgan su importancia al comercio».

La segunda fue que Dios estaba de parte inglesa, como explicó Thomas Nash, «así murieron nuestros enemigos, así lucharon los cielos por nosotros; [...]»,[84][nota 17]​ e incluso la propia reina, que preguntaba a los mercaderes de la Hansa:

And if the victorious hand of God had not herein derided the cunning devises and purposes of the Spaniards, if it had not scattered so great a terror to all Christendom and drenched their carcasses in the sea, what should the state of the said Hanse merchants have been?
¿Y si la victoriosa mano de Dios aquí no hubiese burlado los maliciosos ingenios y propósitos de los españoles, si no hubiese dispersado tanto terror a toda la cristiandad y empapado sus carcasas en el mar, cuál sería el estado de los tales mercaderes de la Hansa?

Los autores de la época también exageraron el tamaño de la invasión, redujeron su propia importancia e incluso inventaron episodios que nunca ocurrieron. Como ejemplo se puede mencionar a William Cecil, que afirmó sin rubor que la flota española al completo, con sus 160 barcos, había sido «perseguida furiosamente» por 50 barcos ingleses en su huida alrededor de Inglaterra.[86]​ Otro cuento que ha sido repetido hasta nuestros días fue inventado por Petruccio Ubaldini, un florentino asentado en Inglaterra, que afirmaba que la explosión por razones desconocidas en la santabárbara de uno de los barcos españoles había sido causada por un artillero flamenco, que se habría suicidado de esa forma porque un capitán de la infantería española había violado a su mujer e hija, «de acuerdo con la costumbre de ese país».[87]​ Muchos panfletos conjeturaban lo que habría pasado si las tropas españolas hubiesen invadido efectivamente el país, dando rienda suelta a imágenes de látigos, cadenas y torturas. Thomas Deloney incluso lo expresó con todo detalle en un largo poema, dedicando veinticuatro estrofas sólo a explicar los tipos y características de látigos que emplearían los españoles para flagelar a los ingleses.[88]

En los años siguientes, el tono de las crónicas y panfletos ingleses no cambió. Se celebraban y justificaban los ataques ingleses, se inflaban sus victorias y se ignoraban las españolas —o se convirtían en victorias propias—, extendiendo y asentando la leyenda de la incompetencia militar española. Pero aún así, la violencia del ataque propagandístico fue decayendo poco a poco.[89]

El enfrentamiento con Francia y Portugal

El antiespañolismo apareció en Portugal a raíz de la toma de poder de Felipe II en 1580. Los partidarios de los demás pretendientes y, posteriormente, ambos nacionalismos elevaron una espiral de réplicas y contrarréplicas entre portugueses y españoles. El panfletista de más éxito fue José Teixeira, mencionado más arriba, que en sus panfletos publicados en Inglaterra hablaba como si Felipe II hubiese realmente tomado preso, cargado de cadenas y enviado a galeras al anterior rey de Portugal, Sebastián I.[90]

Portada del Coppie de L'Anti-Espagnol de Antoine Arnauld.

Las relaciones de vecindad entre Francia y España han sido a menudo difíciles y esta variable enemistad se expresaba en ambos países en textos diversos, llegándose a hablar de una «antipatía natural» entre los dos pueblos, como intentaba racionalizar Carlos García en 1617 con la publicación de La oposición y conjunción de las dos grandes luminarias de la tierra o de la antipatía natural de franceses y españoles.[nota 18][91]​ Los primeros panfletos franceses se generaron en el tercer decenio del siglo XVI, durante el enfrentamiento bélico entre Carlos I y Enrique II, pero ganaron intensidad a partir de 1567: de un total de 822 folletos, en la década de 1580 se publicaron 197 y en la siguiente 303. El historiador Vicente Salavert relaciona esta ofensiva panfletaria con una reacción de pánico, con la que se pretendía ridiculizar el objeto del miedo. A partir de 1635, la imagen presentada cambia y es la de un país acabado y agonizante.[92]

En 1590 se editó el Antiespañol de Antoine Arnauld,[nota 19]​ que informaba a sus compatriotas de la,

[...] insaciable avaricia [de los españoles], su crueldad mayor que la del tigre, su repugnante, monstruoso y abominable lujo: su incendio de casas, su detestable saqueo y pilaje [...] su lujuriosa e inhumana desfloración de matronas, esposas e hijas, su incomparable y sodomítica violación de muchachos, que los semibárbaros españoles cometieron en presencia [... de] padres, esposos o parientes [...]
Antoine Arnauld, Coppie de l'Anti-espagnol, faict à Paris. Deffendu par les rebelle de Sa Majesté (1594)[93]

En el siglo XVI, las criticas francesas se centraban en los siguientes puntos: (1) el carácter de los reyes españoles: avaricia (fiscalidad gravosa), crueldad (maltrato de las reinas) y usurpación (enajenación de Navarra). Cada rey recibe sus críticas, pero sobre todo Felipe II sale mal parado: cristiano nuevo, sarraceno, judío, intrigante ambicioso, tirano, gobernado por la Inquisición. (2) El sistema político español sería limitado y con bases poco estables. Su opresión habría provocado revueltas en Flandes y América, e incluso vascos, asturianos, gallegos y aragoneses no soportarían la arrogancia castellana. (3) La violencia religiosa contra inocentes, sobre todo de la Inquisición. (4) El carácter español, principalmente las acusaciones de cobardes y fanfarrones. A partir del siglo XVII las principales críticas serían (1) el imperialismo militar español, especialmente en el Tratado de las usurpaciones de los reyes de España sobre la Corona de Francia desde Carlos VII (1625), de Christophe Balthazar, reeditado 20 veces. (2) La hipocresía española, sobre todo en relación a la religión y la Inquisición. (3) Las teorías sobre el tiranicidio de los jesuitas Juan de Mariana o Francisco Suárez también produjeron muchas críticas.[94]

Las críticas francesas no hubiesen tenido mayor importancia si Francia no se hubiese convertido durante la Ilustración en el centro intelectual de Europa. La preeminencia cultural de Francia en Europa y América fijó el tono del prejuicio antiespañol, e incluso antihispano, de la interpretación histórica prevalente en los siguientes dos siglos.[95]

La Ilustración

Hacia finales del siglo XVI, las guerras de religión habían dejado claro que tratar de conseguir Estados religiosamente uniformes estaba abocado al fracaso. Los intelectuales en los Países Bajos y Francia comenzaron a afirmar que un Estado debía ocuparse del bienestar de sus ciudadanos aun a costa de permitir la herejía; tolerancia a cambio de paz social. A partir del siglo XVII se comenzó a discutir la libertad de conciencia: los Estados que realizaban persecuciones religiosas no sólo eran poco cristianos, sino que además eran ilógicos. Hacia finales del siglo XVII ya comenzaba a pensarse que la diversidad era más natural que la uniformidad, y que, de hecho, la uniformidad perjudicaba la riqueza de un pueblo. España, que había entrado en decadencia económica a mitad del siglo XVII, era la demostración: la expulsión de los judíos y otros ciudadanos industriosos, ricos y leales sería la causa última. Además, en el caso español, las confiscaciones y multas de la Inquisición agravarían el problema, ya que dirigían el dinero hacia áreas no productivas de la Iglesia. La existencia de la Inquisición sólo podía explicarse por el empleo de la fuerza o porque el espíritu de la gente estaba debilitado, pero nunca por voluntad propia, lo que desembocaría en una falta de imaginación, de aprendizaje; España, a pesar del Siglo de Oro y de que la Inquisición en general se enfocaba exclusivamente a asuntos doctrinales, es representada a partir del siglo XVII como un país sin literatura, arte o ciencias.[96]

Uno de los críticos más importantes de las persecuciones religiosas y de la Inquisición fue Pierre Bayle (1647-1706). En parte, su conocimiento de España y los españoles se basaba en los relatos de la Condesa d'Aulnoy y fue él quien reunió los diversos argumentos de la Leyenda en un todo, en un envoltorio literario salpicado de ironía, lógica, evidencias cartesianas y un cierto gusto por lo escandaloso, que lo convertía en una lectura popular.[97]​ Los grandes pensadores de la Ilustración también emplearon con profusión el «ejemplo Español» para criticar el Antiguo Régimen y su ideología. Montesquieu veía en España el perfecto ejemplo de la mala administración de un Estado bajo influencia del clero. La Inquisición sería la culpable de la ruina económica de los Estados, la gran enemiga de la libertad política y de la productividad social: es anacrónica, irracional e irreligiosa. Sus críticas contra España se encuentran sobre todo en la Cartas Persas y El espíritu de las leyes.

Car il faut savoir que, lorsqu'un homme a un certain mérite en Espagne: [...] quand [...] il ne travaille plus [...] Celui qui reste assis dix heures par jour obtient précisément la moitié plus de considération qu'un autre qui n'en reste que cinq, parce que c'est sur les chaises que la noblesse s'acquiert.
Bueno es saber cuando un hombre tiene cierto mérito en España: [...] cuando [...] no trabaja [...] El que se está sentado diez horas al día lorga una mitad más de consideración que el que descansa cinco horas, porque la nobleza se adquiere en las sillas.
Montesquieu, Carta LXXVIII, Rica à Usbek, à***[98][nota 20]

Pero ningún autor del siglo XVIII contribuyó tanto a desacreditar la persecución religiosa como Voltaire. Voltaire unió los argumentos religiosos y filosóficos de Bayle y los económicos y políticos de Montesquieu para crear definitivamente el mito moderno de «La Inquisición», metonimia de todas las peores formas de persecución religiosa.[99]​ El abate Guillaume-Thomas Raynal, consiguió una fama equivalente a la de Montesquieu, Voltaire o Rousseau con su libro Histoire philosophique et politique des établissements et du commerce des européens dans les deux Indes («Historia filosófica y política de los establecimientos y del comercio de los europeos en las dos Indias »), hasta el punto de que en 1789 se le consideraba uno de los padres de la Revolución francesa. En esta obra, publicada en Ámsterdam, Ginebra, Nantes y La Haya entre 1770 y 1774, culpa a la Inquisición de matar la vida intelectual española: elle [l'Espagne] resta stupide dans une profonde ignorance («ella [España] se quedó estúpida en una profunda ignorancia») y opina que para devolver a España al concierto de las naciones es necesario eliminar la Inquisición, para que sea posible traer a extranjeros de todas las creencias que son los únicos que pueden conseguir «buenas manufacturas» en un tiempo razonable; los obreros indígenas tardarían siglos en conseguir lo mismo.[100]​ Sobre la imagen más primitiva de España, destaca el hispanista francés, Bartolomé Bennassar, en su obra Le Voyage en Espagne, que los filósofos franceses de la ilustración no se moderaron en su juicio crítico con España, que era para ellos más conocida por la Inquisición que por el resto de aportaciones a la cultura universal.[101]

Una de las obras más importantes del siglo, L'Encyclopédie, también critica ampliamente a España en diversos artículos escritos por Louis de Jaucourt. El caballero Jaucourt aprovecha para lanzar invectivas el país y su cultura en muchos de los artículos que escribe: entre ellos, en «España», «Iberia», «Países Bajos», «lana», «monasterio», «título» (se refiere a los nobiliarios), etc.; quema de la que sólo se salva el artículo sobre el vino, en el que alaba los vinos españoles, aunque al final avisa de que su abuso puede causar enfermedades incurables.[102]​ Las críticas son especialmente feroces en el artículo «Inquisición»:

Il faut que le génie des Espagnols eût alors quelque chose de plus impitoyable que celui des autres nations. On le voit par les cruautés réfléchies qu'ils commirent dans le nouveau monde: on le voit surtout par l'excès d'atrocité qu'ils portèrent dans l'exercice d'une juridiction où les Italiens ses inventeurs mettaient beaucoup de douceur. Les papes avaient érigé ces tribunaux par politique, et les inquisiteurs espagnols y ajoutèrent la barbarie la plus atroce.
Hacía falta que el genio de los españoles aun tuviera algo más implacable que el de las demás naciones. Se ve en las crueldades pensadas que cometieron en el nuevo mundo: se ve sobre todo por el exceso de atrocidades que usaron en el ejercicio de una institución en la que los italianos, sus inventores, pusieron mucha dulzura. Los papas habían erigido estos tribunales por política, y los inquisidores españoles añadieron la barbarie más atroz.
Louis de Jaucourt, L'Encyclopédie, vol VIII, pág. 774 b[103]

Tras la publicación de L'Encyclopédie, se acometió un proyecto más ambicioso, el de la Encyclopédie méthodique, una enciclopedia en 206 volúmenes. El artículo sobre España fue escrito por Masson de Morvilliers, autor de la famosa pregunta «¿Qué se debe a España?», de la que la respuesta implícita es «nada».[104]

Aujourd'hui le Danemark, la Sude, la Russie, la Pologne même, l'Allemagne, l'Italie, l'Angleterre et la France, tous ces peuples ennemis, amis, rivaux, tous brûlent d'une généreuse émulation pour le progrès des sciences et des arts! Chacun médite des conquêtes qu'il doit partager avec les autres nations; chacun d'eux, jusqu'ici, a fait quelque découverte utile, qui a tourné au profit de l'humanité! Mais que doit on à l'Espagne? Et depuis deux siècles, depuis quatre, depuis dix, qu'a-t-elle fait pour l'Europe?
Hoy Dinamarca, Suecia, Rusia, incluso Polonia, Alemania, Italia, Inglaterra y Francia, todos pueblos enemigos, ¡todos arden por una generosa emulación del progreso de las ciencias y las artes! Cada uno medita las conquistas que debe compartir con las demás naciones; cada uno de ellos, hasta ahora, ha hecho algún descubrimiento útil, ¡que se ha convertido en provecho para la humanidad! ¿Pero qué se debe a España? Desde hace dos, cuatro, diez siglos, ¿Qué ha hecho España por Europa?
Masson de Morvilliers, L'Encyclopédie méthodique, vol I, «Géographie moderne»[105]

El historiador Ronald Hilton ha dado mucha importancia a este tipo imagen de España del siglo XVIII. Habría dado el entramado ideológico a Napoleón para su invasión en 1807: la iluminada Francia lleva su luz a la atrasada y oscura España.[106]

Los relatos de viajeros y la Inquisición en la ficción

El supuesto carácter español se verá publicitado en el género literario más popular del siglo XVII: los relatos de viajes.[nota 21]​ En 1673, Francis Willoughby en su A Relation of a Voyage Made through a Great Part of Spain («Un relato de un viaje por gran parte de España») concluye lo siguiente:

Spain is in many places, not to say most, very thin of people, and almost desolate. The causes are
1. A bad Religion,
2. The Tyrannical Inquisition,
3. The multitude of Whores,
4. The bareness of the soil,
5. The wretched lazyness of the people, very like the Welsh and Irish, walking slowly and always cumbered with great Choke and long Sword,
6. The explusion of Jews and Moors, [...]
7. Wars and Plantations.
España es en muchos lugares, por no decir en la mayoría, muy poco poblado, y casi desolado. Las causas son
1. la mala religión
2. la tiránica inquisición
3. la multitud de putas
4. la desnudez del suelo
5. la infeliz vagancia de la gente, muy similar a la de los galeses e irlandeses, andando despacio y siempre impedidos por una gran espada
6. la expulsión de judíos y moros, [...]
7. guerras y plantaciones.
Ilustración de Les mystères de l'Inquisition (1844). Paula, la protagonista ultrajada, da muerte al Gran Inquisidor Arbués. Este tipo de ilustraciones tuvieron una importancia capital a la hora de formar la opinión del público.

Uno de los primeros y el más influyente fue el relato de la Condesa d'Aulnoy de 1691, en el que se ennegrece de forma consistente todos los logros españoles en las artes y las ciencias.[108]​ Durante el siglo XVII se puede mencionar además al abate Bertaut, a Antoine de Brunel y a Bartolomé Joly.[109]​ A partir del siglo XVIII hay que añadir a la lista a Juan Álvarez de Colmenar,[nota 22]Jean de Vayarac (1718), Pierre-Louis-Auguste de Crusy, marqués de Marcillac,[nota 23]Edward Clarke,[110][nota 24]Henry Swinburne,[111][nota 25]Tobias George Smollett,[nota 26]Richard Twiss[112]​ e innumerables otros que extienden la Leyenda negra.[nota 27][113]​ Se ha señalado que los escritores de la Ilustración obtuvieron su conocimiento sobre España de estos relatos.[114]

Hacia la mitad del siglo XVIII los gustos del público cambiaron, es la época de la creación de la novela gótica, especialmente popular en Inglaterra (Gothic novel) y en Alemania (Schauerromantik). Se caracteriza por transcurrir su acción en un Medioevo indeterminado en el que se contrastan el terror del marco escénico y de los personajes –sobre todo inquisidores y jesuitas– con la inocencia de los protagonistas, jóvenes virtuosos, «naturales», de gran sentido común y de religiosidad benévola. Las diferentes inquisiciones se funden en un todo único, basado claramente en el modelo español, donde destaca el secretismo y la austeridad implacable del tribunal, que a pesar de la irracionalidad teológica, los procedimientos injustos y la implacable persecución de sus víctimas, sirve a menudo de justicia literaria. Ejemplos son The Monk («El monje»; 1796) de Matthew Lewis, The Pendulum (El pozo y el péndulo; 1843) de Edgar Allan Poe o The Vale of Cedars, or, The Martyr («El valle de los cedros, o La mártir»; 1850) de Grace Aguilar.[115]

La literatura erótica del siglo XVIII evolucionó durante el XIX hacia novelas que muestran la degeneración sexual de figuras del Antiguo Régimen, entre ellos naturalmente también el «inquisidor libidinoso». Se caracterizan por «rehabilitar» al pueblo español; la Inquisición es atribuida a la Iglesia, a Santo Domingo y a reyes débiles que se agarran al poder; al contrario que en la novela gótica, la Inquisición es mostrada de forma voluptuosa y excesiva, llena de hipocresía y codicia. El tema aparecerá de forma intermitente durante todo el siglo XIX. Quizás la novela más característica sea Les mystères de l'Inquisition et autres societés secrets d'Espagne (1844) de Madame de Suberwick, que escribía bajo el seudónimo Victor de Féréal.[116]

El poder del terror producido por la simple mención del nombre de la «Inquisición», sobre todo la española, se mantuvo hasta mediados del siglo XX como símbolo universal de la represión, gracias a obras como Los hermanos Karamázov (1879) de Dostoyevski, cuyo Gran Inquisidor se convirtió en un personaje prototípico, El Greco pinta al Gran Inquisidor (1936) de Stefan Andres o Goya (1951) de Lion Feuchtwanger.[117]

La «leyenda amarilla»

De camino, Granada de Edwin Longsden Long. Viajeros ingleses no sólo escribieron libros, sino que llevaron sus impresiones al lienzo.

Durante el siglo XIX la leyenda negra fue perdiendo fuerza y se sustituyeron antiguos tópicos por otros, por una visión romántica del país, que es lo que ha venido a llamarse la «leyenda amarilla». Aumentó el interés por España, pero por una España exótica, no sólo diferente, sino excepcional, identificada basicamente con lo andaluz. Sobre todo ingleses y alemanes querían ver en el país los ideales de honor, fervor patriótico y religioso, los valores puros, primarios —y algo salvajes— que la civilización estaba destruyendo en Europa. Por otra parte, también comenzó el interés legítimo por la historia y cultura española, el hispanismo y los hispanistas.[118]

Diversos autores visitaron España para experimentar por sí mismos ese «Oriente en Occidente», de entre los que se puede mencionar a Théophile Gautier, Próspero Mérimée, George Sand, George Borrow, conocido como «Jorgito el Inglés», Alfred de Musset, Alejandro Dumas padre, al que se ha atribuido la frase «África comienza en los Pirineos»,[nota 28]Alejandro Humboldt, Walter Scott y Rafaello Sabatini.[119]​ Los más destacados e influyentes fueron Lord Byron, que luego escribiría Lovely girl of Cadix («Dulce niña de Cádiz»), Victor Hugo, que luego publicaría Orientales, y sobre todo Washington Irving, con sus Cuentos de la Alhambra.[120]​ Desde la literatura, la corriente se extiendió hacia la música. Ya se ha mencionado el Don Carlos, pero Verdi también escribió Il trovatore y Ernani, esta última basada en una obra de Victor Hugo; a las que se pueden añadir Egmont y Fidelio de Beethoven, la primera basada en una obra de Goethe. Pero la más reconocida es sin duda Carmen de Bizet, basada en una obra de Mérimée.[121]

La leyenda negra en Hispanoamérica

Las tensiones entre las clases altas de criollos y peninsulares, es decir, los españoles provenientes de la Península Ibérica, es anterior a la independencia de los países Hispanoamericanos. Era un enfrentamiento por la explotación de las riquezas de las tierras y pueblos americanos y que, en general, no afectaba a las clases más bajas.[nota 29]​ Hacia 1800 las ideas de la Ilustración francesa, con su anticlericalismo, su escepticismo y sus movimientos masones, habían sido asumidas con entusiasmo entre los intelectuales americanos. Estas ideas iban mezcladas con la leyenda negra, es decir, con la identificación de España como «horrible ejemplo» de oscurantismo y retraso, como enemiga de la modernidad.[122]

Con estos antecedentes, los rebeldes pudieron emplear la leyenda negra como arma de propaganda contra la metrópoli. Se publicaron innumerables manifiestos y proclamas citando y loando a Las Casas, poemas e himnos describiendo la depravada naturaleza de los «españoles», cartas y panfletos diseñados para adelantar la causa patriótica.[123][nota 30]​ Uno de los primeros fue Juan Pablo Vizcardo y Guzmán en su Carta dirigida a los españoles americanos por uno de sus compatriotas, acusando a la metrópoli de la grave explotación sufrida, resumiendo la situación como «ingratitud, injusticia, servidumbre y desolación». Otro ejemplo es uno de los grandes héroes de la independencia americana, Simón Bolívar, admirador de Las Casas, cuyos textos emplearía con profusión, culpó a los españoles de todos los pecados cometidos en América (por los criollos y no criollos) en los últimos 200 años, convirtiendo a los criollos en las víctimas, en los «colonizados». También será uno de los primeros en apelar al robo de la riqueza americana y reclamar su devolución.[124]

Los murales de Rivera han sido señalados por Powell como una expresión de la leyenda negra en América.[125]

Esta mentalidad antiespañola se mantuvo durante el siglo XIX y parte del XX entre las élites liberales, que consideraban la «deshispanización» la solución a los problemas nacionales.[126]​ Algunos autores incluso han querido ver consecuencias de la leyenda negra en fenómenos culturales hispanoamericanos de las últimas décadas, como determinadas ideas y corrientes del indigenismo,[127]​ o la reacción contra las inversiones españolas en Argentina, sobre todo en los años 2000-2002.[128][nota 31]

No es para tomárselo a broma. Al contrario. El asunto es muy serio. El conflicto de Aerolíneas amenaza con poner a la población argentina en contra de todas las empresas españolas que hacen negocios en ese país latinoamericano [...] Las llamadas a la rebelión contra el invasor no caen en vacío. [...] Hay una gran diferencia entre salvar a Aerolíneas y expulsar a los españoles. Pero a gran parte de la población del país latinoamericano no le ha costado demasiado esfuerzo recorrer ese camino [...]
Rafael Alba, Guillermo Pisani y Gema Velasco, «El calvario de los inversores extranjeros en Latinoamérica», El Economísta, n° 5713, 16-22 de junio de 2001[129]

El historiador Powell afirma que como consecuencia de denigrar la cultura española, se ha conseguido denigrar la propia, de la que forma parte la primera, tanto a ojos propios como extranjeros. Además, el hecho habría producido una cierta falta de raíces entre los pueblos americanos, al rechazar parte de las propias.[130]

La leyenda negra en España

Ya en 1867 Joaquín Costa había planteado la cuestión de la decadencia española. Tanto él como Lucas Mallada se preguntaban si el hecho era debido al carácter español; a lo que se unieron sociólogos, antropólogos y criminólogos franceses e italianos, que hablaban más de «degeneración», que de decadencia, y luego otros españoles como Rafael Salillas o Ángel Pulido. Estas ideas pasaron a la literatura con la Generación del 98, en textos de Pío Baroja, Azorín o Antonio Machado: «[Castilla ...] un trozo de planeta por el que cruza errante la sombra de Caín»; llegando en algunos extremos al masoquismo y el complejo de inferioridad. Joseph Pérez relaciona este rechazo de una parte de la historia propia (la parte de la expuslión de los judíos, la Inquisición, la conquista de América) y la idealización de otra (Al-Ándalus) con movimientos similares en Portugal y Francia.[131]

El enfrentamiento con Castilla

Durante la sublevación catalana de 1640 se publicaron numerosos panfletos contra Castilla que pregonaban los mismos defectos que se oían en el resto de Europa.[132]​ Destacó el Victoria que han alcanzado los catalanes contra los engaños de Castilla (1642) en el que se leía:

Pensaban enfangarnos como han hecho a los indios que con buenas palabras los llamaban a su obediencia y después los mataban con una crueldad que ni Diocleciano a los mártires [...]
Anónimo, Victoria que han alcanzado los catalanes contra los engaños de Castilla, 1642[133]

García Cárcel expresa la importancia de este enfrentamiento de la siguiente forma:

El cruce de descalificaciones mutuas entre Castilla y Cataluña a lo largo de su historia ha hecho más por la presunta leyenda negra europea que Guillermo de Orange o Voltaire. El lascasianismo fue extraordinariamente promocionado en la Cataluña revolucionaria de 1640, y las críticas de Antonio Pérez se explican, sobre todo, en función de las alteraciones aragonesas de 1591.
García Cárcel, «Leyenda negra y autocrítica», ABC, 4 de septiembre de 2007[134]

La permanencia de la leyenda negra en los nacionalismos periféricos españoles ha sido señalado sobre todo en las obras de Sabino Arana y del Doctor Robert.[135]

La leyenda negra en los Estados Unidos

La leyenda negra llegó a Estados Unidos con los primeros colonos puritanos, que se veían a si mismos como la avanzadilla protestante que liberaría a los indios de la opresión y la crueldad española. Uno de los autores más ruidosos fue Cotton Mather, que tradujo la Biblia al español para distribuirla entre los indios de Nueva España.[136]

«Fusilando insurgentes capturados», reconstrucción probablemente filmada en Nueva Jersey. Descripción del catálogo de Edison films: Una fila de soldados españoles alinean a los cubanos contra una pared y disparan una andanada. El fogonazo de los rifles y el humo dispersándose hacen una película chocante. Duración: 0:22 a 34 fps.

Tras su independencia, los Estados Unidos pronto pasaron a ser un rival territorial de España en América, tanto en la frontera con Nueva España, como en Florida, el Misisipi o en Nueva Orleans, puerto que los estadounidenses querían para dar salida a sus productos del oeste. Las ideas ilustradas y liberales que habían entrado en Estados Unidos en el siglo XVIII, se unieron a sus simpatías por las nuevas repúblicas nacientes al sur, aumentando el sentimiento antiespañol.[137]​ Sentimiento que llegó a su cenit durante la Guerra Hispano-Estadounidense, cuando la máquina de propaganda de Hearst y Pulitzer, que emplearon para ello sus imperios periodísticos, tuvieron una influencia enorme en la opinión pública de su país. Los discursos que se oyeron en el Congreso durante el conflicto eran tan insultantes, que produjeron manifestaciones masivas de protesta en España.[138]

Spain has always been exceedingly religious and exceedingly cruel [...] they were fearful that if they should grant the least concession to the Moor, God would destroy them. Their idea was that the only way to secure divine aid was to have absolute faith, and this faith was proved by their hatred of all ideas inconsistent with their own [...] Spain has been and is the victim of superstition [...] Nothing was left but Spaniards; that is to say, indolence, pride, cruelty and infinite superstition. So Spain destroyed all freedom of thought through the Inquisition, and for many years the sky was livid with the flames of the Auto da fe; Spain was busy carrying fagots to the feet of philosophy, busy in burning people for thinking, for investigating, for expressing honest opinions. The result was that a great darkness settled over Spain, pierced by no star and shone upon by no rising sun.
España siempre ha sido excesivamente religiosa y excesivamente cruel [...] tenían miedo de que si daban la menor concesión a los moros, Dios los destruiría. La idea era que el único camino para asegurar la ayuda divina era la fe absoluta, y esa fe era probada por el odio a todas las ideas inconsistentes con las propias [...] España ha sido y es víctima de la superstición [...] Nada quedaba más que los españoles; es decir, indolencia, orgullo, crueldad y superstición infinita. Así España destruyó toda la libertad de pensamiento a través de la inquisición, y durante muchos años el cielo estuvo lívido con las llamas del auto de fe; España estaba ocupada llevando leña a los pies de la filosofía, ocupada quemando a gente por pensar, por investigar, por expresar opiniones honestas. El resultado fue que una gran oscuridad cubrió España, atravesada por ninguna estrella e iluminada por ningún sol naciente.

Los principales historiadores de los Estados Unidos en el siglo XIX, Francis Parkman, George Bancroft, William H. Prescott y John Lothrop Motley, también escribirían Historia teñida de leyenda negra, textos que siguen teniendo importancia en la historiografía estadounidense posterior.[140]​ A principios del siglo XX el punto de vista popular sobre España y los españoles, aceptado e incluso propagado por la intelligentsia era el siguiente:[141]

  1. Los españoles son excepcionalmente crueles; como demostrarían Las Casas y la Guerra de Cuba.
  2. Los españoles son excepcionalmente traicioneros; y señalaban a Felipe II y el hundimiento del Maine como demostración.
  3. Los españoles son excepcionalmente intolerantes; como dejaría claro su fuerte catolicismo y la Inquisición.
  4. La Divina providencia habría castigado a los españoles con su decadencia, su pérdida de poder y de su rico imperio.
  5. Los hispanos de América, a pesar de ser sospechosamente católicos y españoles, debían ser ayudados (a la fuerza si es necesario) para alcanzar la civilización.
  6. Los indios de América serían «buenos salvajes» que habían sido maltratados y asesinados por los españoles. Naturalmente, no se consideraba comparación posible con los indios de Norteamérica.

Durante y tras la Guerra Civil española la leyenda negra tuvo un cierto eco entre los críticos al régimen de Franco, comunistas y anti-católicos, aunque la principal componente de las críticas era de carácter antifascista.[142]

El historiador Powell presenta una crítica literaria de La casa de Bernarda Alba como ejemplo de la salud de la leyenda negra en 1960:

[...] The eternal jailhood which is the normal state of Spanish women from birth until death [...] Passion in Spain is nurtured on deprivation and that fans the flames to a degree almost inconceivable to the resto of us [...] And there you have all the elements of Spain — today, yesterday, and always — death, poverty, heat, pride, cruelty and passion [...]
[...] La eterna cárcel que es el estado normal de la mujer española del nacimiento a la muerte [...] La pasión en España está nutrida por la privación y eso aviva las llamas a un nivel que es casi inconcebible para resto de nosotros [...] Y ahí tienes todos los elementos de España —hoy, ayer y siempre— muerte, pobreza, calor, orgullo, crueldad y pasión [...]
John Crosby, International Herald Tribune (París), 14 de junio de 1960[143]

El sentimiento antihispano y el sentimiento antiamericano

Durante el siglo XIX estas antipatías antiespañolas se volvieron contra México como consecuencia de la guerra de independencia de Texas. Los hispanoamericanos eran considerados herederos de la católica España, además de que el color de piel más oscuro de los mexicanos, consecuencia de una supuesta «degeneración por la mezcla con indios y negros», era fuente de racismo.[144]

Tras la Guerra de Cuba, los Estados Unidos se vieron como gran potencia, que incluso había conseguido plantar cara a Gran Bretaña con éxito en 1895, durante el conflicto fronterizo con Venezuela. La actitud de Theodore Roosevelt en el caso de Panamá, su desprecio por los colombianos, que llama «bandidos de Bogotá», ilustra la actitud que tomarían las clases dirigentes estadounidenses frente a la cultura y los gobiernos hispanos, que son considerados «inferiores», actitud que Powell relaciona con la leyenda negra.[145]

Chronic wrongdoing [Latin American ...] may in America, as elsewhere, ultimately require intervention by some civilized nation, and in the Western Hemisphere the adherence of the United States to the Monroe Doctrine may force the United States, however reluctantly, in flagrant cases of such wrongdoing or impotence, to exercise of an international police power.
Los desmanes crónicos [de Latinoamérica ...] pueden requerir, en América, como en otros lugares, la intervención de alguna nación civilizada y, en el hemisferio occidental, la adherencia de Estados Unidos a la Doctrina Monroe obliga a los Estados Unidos, aunque sea a disgusto, en casos flagrantes de tales fechorías o impotencia, a ejercitar la función de policía internacional.
Theodore Roosevelt, Message of the President of the United States communicated to the two houses of Congress at the beginning of the third session of the Fifty-eighth Congress, 1904.[146][nota 32]

Más recientemente, el aumento de la inmigración latinoamericana (y sobre todo mexicana) en Estados Unidos, ha generado movimientos como el english only («sólo inglés») y el Proyecto Minuteman, cuya retórica antihispana sigue la línea de la leyenda negra.[nota 33]​ Han reaparecido los prejuicios sobre el hispano vago, dependiente de las ayudas del estado, quitando trabajos y beneficios a los demás, tendente a la criminalidad y extraño a los «valores americanos».[147]

La postura estadounidense en los siglos XIX y XX generó a su vez un importante movimiento de opinión contraria a los Estados Unidos entre las élites intelectuales de América latina, que no sustituyó al sentimiento antiespañol, sino que se unió a él.[148]​ Este paralelo entre la leyenda negra y el antiamericanismo, que no se reduce a Hispanoamérica, ha sido expresado por William S. Maltby de la siguiente manera:

In more ways than one, the position of the United States in the twentieth century approximates that of Spain in the sixteenth. Wielding enormous power in the defense of an essentially conservative ideal, it finds itself object of hatred and jealousy to friends and foes alike. No one who reads the newspaper can doubt that a new Black Legend is being assembled by the nations of the world, or that America is the intended victim. Like Spain, it has indulged its passion for self-criticism to the fullest; and in the end, its fate may be the same.
En más de un aspecto, la posición de los Estados Unidos en el siglo XX se asemeja a la de España en el siglo XVI. Blandiendo un poderío enorme en defensa de un ideal esencialmente conservador, se encuentra como blanco del odio y de los celos de amigos como de enemigos. Nadie que lea los periódicos podrá dudar que las naciones del mundo están compilando una nueva Leyenda Negra, ni de que los Estados Unidos han disfrutado de un poderío mundial; como España, se han permitido llevar la autocrítica hasta el extremo; y, a la postre, su destino puede ser el mismo.
William S. Maltby[149]

La leyenda negra en el mundo contemporáneo

La presencia de la leyenda negra en los textos escolares de los sistemas educativos de diversos países ha sido señalada por varios historiadores. Powell menciona el informe del American Council on Education realizado en 1944, que ya señalaba errores de bulto en los textos educativos de Estados Unidos, incluyendo los textos universitarios. Según el estudio, los libros tendían no sólo a incluir aspectos de la leyenda negra, sino a generalizarlos a toda Hispanoamérica y a todos los hispanoaméricanos. Otras características eran la reducción de la historia americana a dos épocas concretas: la conquista y la independencia de los países hispanos, como si no hubiese ocurrido nada en los 300 años entre uno y otro, ni desde entonces;[150]​ o la simplificación de la sociedad hispanoamericana como una élite blanca que oprime a una mayoría india, ignorando por completo la existencia de una clase media.[151]​ Powell mismo estudió algunos textos educativos en 1971 llegando a la misma conclusión.[152]​ El caso inglés es similar; en 1992 John L. Robinson afirmaba,

Students entering British universities share an exposure to a pernicious anti-Hispanic bias, one perhaps shared by their culture in general but certainly more specifically by the historical literature recommended to them during the years of preparation for advanced schooling.
Los estudiantes que entran en las universidades británicas comparten una exposición a un prejuicio antihispánico, uno quizás compartido por su cultura en general pero ciertamente más específico por la literatura histórica que les es recomendada durante los años preparatorios para la educación universitaria.
John L. Robinson, «The anti-hispanic bias in british historiography», Hispania Sacra, 1992, XLIV (89), p. 21-46[153]

Lo mismo puede decirse de los textos escolares de los demás países de Europa y América, estudiados por Jesús Troncoso García en 2001.[154]

El desprecio, el desconocimiento o la representación sesgada de la cultura española e hispana es una consecuencia que ya se ha mencionado más arriba en diversos momentos. Ejemplos modernos se pueden ver en el cine, tanto de Hollywood como europeo, en el que los hispanos siguen haciendo papeles de «malos», como se ha estudiado en el caso del actor Sergi López, o existe en los argumentos de las películas Muerde la bala (1975), Amistad (1997), La máscara del Zorro (1998) o Misión Imposible II (2000), donde la representación de la cultura española roza lo grotesco.[155]​ Otro ejemplo lo presenta Judith Etzion, que afirma que la posición marginal de la música española en la historiografía musicológica occidental está basada en una falta general de interés por la cultura del país, de lo que tendría culpa la leyenda negra.[156]

En política, Español Bouché da un ejemplo de empleo de la leyenda negra en 1995 durante la llamada «Guerra del fletán», una disputa sobre pesca entre Canadá y España. A pesar de que fue Canadá quien violó la ley internacional al detener a un barco pesquero en aguas internacionales, hubo una violenta campaña de prensa contra España, alentada sobre todo por la prensa amarilla británica, The Sun y Daily Mail, que pedía a sus lectores que imitaran al pirata Francis Drake «que acabó con la armada española en 1588».[157]​ El incidente es considerado crucial en el renacimiento del patriotismo canadiense.[158]​ En el caso inglés, parece que la leyenda negra es un recurso fácil que es empleado por el gobierno en caso de problemas domésticos y que le garantiza el apoyo de la opinión pública.[158]Álvaro Delgado-Gal incluso ha querido ver ramalazos de la leyenda negra en el tratamiento periodístico de la recesión española en 2010.[159][nota 34]

El periodista José Luis Barbería ha analizado las consecuencias económicas de la leyenda negra en su estudio El valor de la 'marca' España, comparando el valor de la «marca» con otras del entorno, como «Italia» o «Francia».[160]

La reacción española y la leyenda rosa

Varios historiadores e investigadores relacionan la leyenda negra antiespañola y anticatólica, con su contracara, la «leyenda blanca» (Gibson), «leyenda rosa» (García Cárcel) o «dorada» (Blasco Ibáñez, Juderías), propagandista de las conquistas de la España católica. Hendrik Henrichs explica este punto de vista en la Revista de Occidente del siguiente modo:

Las naciones poderosas tienden a forjarse una imagen de sí mismas que, en la mayoría de los casos, se fundamenta sobre un mito de origen y una misión en el mundo. La propagación de esta imagen propia suscita a menudo imágenes contrarias en los adversarios de dichas naciones poderosas. En ese intercambio de imágenes internas y externas relacionadas con la identidad y la importancia internacional de una nación determinada se van acuñando frases lapidarias que quedan grabadas en la memoria internacional [...] España, la primera potencia europea en hacerse con un imperio mundial, constituye asimismo el primer ejemplo de esa tensión entre imagen propia e imagen contrapuesta internacional en la historia moderna. Simplificando, se podría decir que la imagen que tenía España de sí misma coincidió durante mucho tiempo con la llamada Leyenda Blanca. La imagen contraria aducida por los adversarios de España se conoce como Leyenda Negra. Si bien estos términos datan de finales del siglo XIX y principios del XX, el conjunto de imágenes propias y contrapuestas al que representan es más antiguo.
Hendrik Henrichs[161]

Como ya se ha visto en las interpretaciones críticas, García Cárcel niega la existencia de la leyenda negra, debido a que hubo una leyenda rosa, que haría de contrapeso, lo que finalmente convertiría la leyenda en «gris», más que en «negra». Este punto de vista ha sido criticado por Español Bouché, ya que la existencia de una «leyenda rosa» no implica necesariamente que tuviese la misma influencia y peso que la «negra», sobre todo internacionalmente.[162]

Entre los autores que defendieron España desde el extranjero se pueden en Francia a Mathieu de Magnes, abad de St. Germain, y Jansenio, en su Mars gallicus; ambos consideran que toda guerra contra España es impía. Felipe II incluso tuvo admiradores en Francia, pero faltó un taller propagandístico que defendiera los intereses españoles en el país. En Portugal fue Damián de Goas quién defendió a España de los ataques de Fugger y Munster. Desde Inglaterra, Thomas Stapleton publicó en 1592 Apologia pro Philippo II, contra varias et falsas acusationes Elisabethae Anglial Reginae y el jesuita padre Gerard escribió Mártires de la Inquisición inglesa, publicado en 1984 en España; se les puede añadir los escritos de Antonio Sherley. Las apologías de España llegaron sobre todo de los Países Bajos e Italia donde destacaron Francisco Zypeo, Jacobo Chiflerio, Giovanni Botero y Campanella, un dominico calabrés que editó Monarquía Hispánica, pero que cambiaría de opinión tras pasar doce años en la cárcel de Nápoles, para acabar siendo agente de Richelieu.[163]

Naturalmente el mayor número de apologías venían de España, donde se mezclaron con las alabanzas a la monarquía. La lista de los segundos es interminable, incluyendo a casi todos los intelectuales del siglo XVI. De la exaltación de los reyes se pasó enseguida al «narcisismo esencialista», que centra las esencias hispánicas en la religiosidad y el militarismo. Arias Montano, Baltasar de Ayala, Cerdán de Tallada y Valle de la Cerda defendieron las acciones de Felipe II en Flandes y Ribadeneyra apoyó la aventura de la Armada Invencible. La conciencia de superioridad y la xenofobia fueron aumentando desde finales del siglo XVI. También apareción la conciencia de «nación española» y la identidad lingüística española con el castellano, como lo asumieron Nebrija e innumerables otros intelectuales. Uno de los elogios más apasionados de la cultura hispana es la Apologia de Adeserenda hispanorum eruditione seu de viris hispaniae doctis enarratio, publicada en 1553 por Alfonso García de Matamoros.[164]

En el siglo XVII este tipo de literatura aumentó notablemente, de lo que son muestra los escritos de Juan Pablo Mártir Rizo, Benito Peñalosa y Mondragón, en su Libro de las cinco excelencias del español, que despueblan a España para su mayor potencia y dilatación (1629), o Juan Caramuel, en su Decalaración mística de las Armas de España ínclitamente belicosas (1636). Destacan sobre todo los textos de Saavedra Fajardo, Gracián y Quevedo durante la polémica con Francia. En su defensa de España, Quevedo es autor de Carta al muy cristianísimo Luis XIII, El Lince de Italia o zahorí español y España defendida y los tiempos de ahora con los novelones sediciosos, una de las primera obras quejándose sobre las malquerencias extranjeras y de la decadencia del país.[165]

¡Oh desdichada España! ¡Revuelto he mil veces en la memoria de tus antigüedades y anales, y no he hallado por qué causa sea digna de tan porfiada persecución! Sólo cuando veo que eres madre de tales hijos me parece que ellos porque los criaste, y los extranjeros porque ves que los consientes, tienen razón de decir mal de tí. [...] No nos basta ser tan aborrecidos en todas las naciones, que todo el mundo nos sea cárcel y castigo y peregrinación, siendo nuestra España para todos patria igual y hospedaje [...].
Quevedo, España defendida (1609)[166]

Durante el siglo XVIII los intelectuales españoles respondieron de forma beligerante a las críticas que llegaban desde Francia. Por ejemplo, José Cadalso respondió a Montesquieu en 1782 en Los eruditos a la violeta y en sus Cartas marruecas; Juan Francisco Masdeu, Rodríguez Mohedano o Luís Josep Velázquez, que acuñó la expresión «Siglo de Oro», serían otros. Pero sobre todo Morvilliers y su «¿Que se debe a España?» levantó ampollas y generó fuertes respuestas, incluyendo una del Conde de Aranda, embajador en Francia. Otras incluyen a Cavanilles (Observations sur l'article Espagne, 1784), Carlo Denina, un religioso italiano, o Forner (Oración apologética por la España y su mérito literario, 1786), quien a su vez recibió críticas de Borrego e Iriarte.[167]​ La Guerra de la Independencia produjo una explosión nacionalista, radicalizándose las críticas al invasor francés. Entre estos autores destacan Antonio de Capmany y Manuel Gómez Imaz.[168]

La polémica sobre la ciencia española y el Regeneracionismo

Dentro de las luchas entre liberales, que defendían ideas krausistas, y conservadores, producto de la Guerra de la Independencia, hacia 1875 estalló la polémica sobre la ciencia española. Mientras que los intelectuales liberales como Núñez de Arce, Manuel de Revilla o Gumersindo de Azcárate defendían que la Inquisición y la Iglesia Católica eran las responsables de la decadencia española, en defensa de la «esencia de España» salió un joven Menéndez Pelayo, con textos como «Mr. Masson redivivo» y «Mr. Masson redimuerto», en los que defendía que, aunque España no había producido genios en el campo de las Ciencias Naturales, la religión no había tenido nada que ver. Pérez relaciona esta división de pareceres a finales del siglo XIX con procesos similares en el resto de Europa, como el Kulturkampf alemán, independientemente de que en España hubiese o no tintes de la leyenda negra en la discusión.[169]

Las leyendas parda y azul

Historiografía moderna

La vertiente europea de la leyenda

La historiografía romántico-liberal se extendió al siglo XX a través de obras críticas con la Inquisición, sobre todo a través del alemán Schäfer (1902) y el norteamericano Henry Charles Lea. También los historiadores judíos de entre siglos, Kauffmann, Gratz, Loeb, seguirán esta corriente, que siguieron aquellos activos en los años 30 y 40 del siglo XX, sobre todo Braunstein, Roth y Baer, que compararán la destrucción del Holocausto y la Inquisición.[170]

Pero poco a poco la beligerancia ideológica va disminuyendo en Europa, ganando solidez científica. Las obras sobre Felipe II sitúan al monarca en su contexto histórico, especialmente apologéticas las de Pfandl (1938) y Walsh (1943), de forma paralela a lo que habían hecho en España Fernández Montaña (1914) y Fernández de Retana (1958), a lo que se opondrán historiadores como Merriman (1934) y Cadoux (1947). El hispanismo se fue haciendo más conservador y la corriente liberal también evolucionó considerablemente en sus premisas en las primeras décadas del siglo, potenciándose los estudios socioeconómicos. Benedetto Croce rompió con el tópico de la dominación despótica de España, en lo que coincidiría con otros muchos autores italianos. Pero sobre todo fue la historiografía francesa la que rompió definitivamente con los tópicos de la leyenda, destacando el trabajo de Lucien Febvre.[171][nota 35]

La Guerra Civil produjo una polarización de la historiografía. En el campo conservador, diversos historiadores publicaron textos beligerantes en defensa de personajes históricos españoles, de la Inquisición, de los Austrias, de la obra de España en América o del carácter español. En el campo liberal, Marcel Bataillon provocó un giro radical con su obra Erasmo y España, que por primera vez destacaba la existencia del pensamiento progresista en la España del siglo XVI, a pesar de la oposición de historiadores de la literatura como Kemplerer, que se negaban a reconocer un Renacimiento o una Ilustración españolas.[172]

En la década de 1960 se publicaron diversas obras que estudiaban por primera vez en el extranjero en detalle diversos aspectos de la leyenda negra. Así, en 1960, Sverker Arnoldsson, profesor de la Universidad de Gotemburgo, publicó La Leyenda Negra. Estudios sobre sus orígenes, que profundiza en los orígenes italianos y germanos de la leyenda. En 1965 Henry Kamen editó The Spanish Inquisition: A Historical Revision, que contribuyó enormemente a desmitificar la Inquisición española. Tres años más tarde, en 1968, William S. Maltby estudiaba en profundidad la leyenda negra en Inglaterra en su The Black Legend in England. A principios de la década siguiente, en 1971, aparecieron en lengua inglesa dos importantes revisiones generales, la de Philip Wayne Powell, con su Tree of Hate (El árbol del odio), que dedica un gran espacio a la leyenda en Estados Unidos, y The Black Legend: Anti-Spanish Attitudes in the Old World and the New, editado por Charles Gibson.

A partir de la década de 1980 la historiografía sobre España sufrió un cambio importante, a caballo de las autonomías y la explosión de los nacionalismos, así como de la integración de España en la Comunidad Económica Europea.[173]​ En el extranjero se publicaron innumerables obras revalorizando la administración de los Austrias y a sus protagonistas, como el Duque de Alba, el Conde-Duque de Olivares o Felipe II. Para estos autores, el fallo de la monarquía hispana habría estado en la hipoteca que representaba la defensa del catolicismo, es decir, sería de carácter ideológico-político, no en la técnica administrativa, homologable a otras de la época. Incluso se ha reducido a sus justos límites la derrota de la Armada. El estudio de la Inquisición ha sufrido una explosión, sobre todo gracia al Centro de Estudios Inquisitoriales y al Instituto de Historia de la Inquisición, que han permitido homologar los procesos inquisitoriales a otros de la época, matizando su efecto en la cultura española.[174]

La vertiente americana de la leyenda

Notas

  1. [...] tengo derecho a afirmar que la contraleyenda española, la leyenda negra, divulgada por esa asquerosa prensa amarilla, mancha e ignominia de la civilización en los Estados Unidos, es mil veces más embustera que la leyenda dorada. [...] la leyenda negra falsea nuestro carácter, ignora nuestra sicología y reemplaza nuestra historia contemporánea con una novela [...]
    Emilia Pardo Bazán, conferencia dada el 8 de abril de 1899 en la Sociedad de Conferencias de París, trad. por Arturo Campión, op.cit. Español Bouché (2008), p.60.
    Quiero hablaros de la leyenda negra de España, surgida como una consecuencia de opiniones falsas vertidas en varios siglos de propaganda antipatriótica, [...] Entremos ahora en el terreno de la conferencia, que, como antes lo he dicho, lleva por título “La leyenda negra de España”, título un poco vago, que parece pudiera referirse a todo aquello que en nuestro pasado se refiere a la intolerancia habida en materia religiosa.
    Vicente Blasco Ibáñez, conferencias «La Argentina vista por España» y «La leyenda negra de España», junio de 1909, teatro Odeón de Buenos Aires, op.cit. Español Bouché, p.112.
  2. Arnoldsson menciona a Julián Juderías, a Rómulo D. Carbia, a Escobar López, a Manuel Cardenal y a Juan Fernández Amador de los Ríos como autores que colocan el inicio en el siglo XVI.
  3. Un resumen sobre la leyenda negra de los Borgia se puede encontrar en: Duran, Eulàlia (2008). «The Borja Family: Historiography, Legend and Literature». Catalan Historical Review (en inglés) (1). ISSN 2013-407X, 63-79. 
  4. Traducción propia del original italiano. Texto completo en línea de Relazione di Filippo II Re di Spagna letta in Senato da Marcantonio da Mula il 23 settembre 1559 en la Biblioteca Italiana.
  5. Arnoldsson compara este desprecio con la actitud hacia las películas de Hollywood en algunos círculos europeos.
  6. Traducción propia; n. del t.: stiffelbraun, color marrón bota; Pechschwartz, color negro brea o negro como la pez, aunque Pech también tiene el significado de «mala suerte»; estos términos son habituales en lengua alemana como refuerzo retórico para colores.
  7. Wikisource tiene una copia de la Brevísima relación de la destrucción de las Indias; la obra también se puede obtener de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes: Breve relación de la destrucción de las Indias Occidentales
  8. a b La persecución de los judíos, criptojudíos, musulmanes y conversos era vista con buenos ojos en el resto de Europa e incluso aplaudida en el caso de «un país tan mezclado con judíos y moros» como España. Pérez, p.85 ss.
  9. Teixeira, José; Pérez, Antonio (1597). Traicté paraenetique (Jean de Montlyard, Seigneur de Melleray, trad.) (1ª edición). Universidad Pablo de Olavide. 
  10. Teixeira, José; Pérez, Antonio (1598). Richard Field, ed. A treatise parænetical (1ª edición). Universidad Pablo de Olavide. 
  11. Teixeira, José; Pérez, Antonio (1625). B[ernard] A[lsop], ed. The Spanish pilgrime (1ª edición). Universidad Pablo de Olavide. 
  12. Foxe, John (1570). «The execrable Inquisition of Spayne». Book of Martyrs. ; traducción propia del original.
  13. En los Países Bajos, ya desde el reinado de Carlos I y a pesar de que el mismo Felipe II había asegurado que la Inquisición Española no era exportable, muchos holandeses tenían miedo de que el rey intentase introducirla para reducir sus libertades. Felipe II reconocía que los Países Bajos ya tenían una inquisición propia «más despiadada que la de aquí»: los tribunales de Amberes ejecutaron entre 1557 y 1562 a 103 herejes, más de los que murieron en toda España en ese período. Varios cambios en la organización de la Inquisición holandesa incrementaron los miedos, tanto a la Inquisición Española como a la forma local, y fue acrecentando la oposición durante el siglo XVI, hasta el punto que se temía la anarquía si no se legalizaba el calvinismo. Peters, p.144 ss.
  14. Pierre L’Oyseleur. «Apología del príncipe d'Orange». Universidad de Leiden. Consultado el 8 de marzo de 2010. 
  15. Una serie de panfletos anriespañoles, incluyendo edictos de reyes británicos y el texto completo del panfleto titulado A fig for the spaniard («Una higa para los españoles»), se pueden encontrar en: Cortijo Ocaña, Antonio (Ed.). «Spanish Black Legend». eHumanista (en español, inglés y latín). Consultado el 18 de abril de 2010. 
  16. Greene, Robert (1589). The spanish masquerado (Londres: Roger Ward edición). p. 22. 
  17. So perished our foes, so did heavens fight with us; [...]; traducción propia.
  18. El libro se puede considerar un best-seller: se publicó en español en 1617,, 1622, 1645, 1838 y 1877; en francés en 1617, 1622, 1627, 1630, 1638, 1722; en italiano en 1636, 1637, 1639, 1640, 1650, 1651, 1658, 1660, 1676 y 1702; en inglés en 1641, 1642 y 1704; en alemán en 1645 y 1646. Un comentario sobre la obra puede encontrarse en Perceval, José María. «Noticia y Narrador: el libro del doctor García y los orígenes del publicista real». Materiales de historia. Consultado el 18 de abril de 2010. 
  19. Arnauld, Antoine (1594). P. Ferdelat (Lyon), ed. Coppie de l'Anti-espagnol, faict à Paris. Deffendu par les rebelle de Sa Majesté par Ant. Arnauld (en francés). ; se tradujo al inglés en 1590 con el título The Copie of the Anti-Spaniard... Wherein is directly proued how the Spanish King is the onely cause of all the troubles in France.
  20. Traducción de Alvar, p.29; el texto original se puede leer en Wikisource en francés: Lettre LXXVIII. Rica à Usbek, à***
  21. Una lista de libros sobre viajes por España se puede consultar en Biblioteca de Viajes por España
  22. Álvarez de Colmenar, Juan (1741). Annales d'Espagne et de Portugal : contenant tout ce qui s'est passé de plus important dans ces deux royaumes & dans les autres parties de l'Europe de même que dans les Indes orientales & occidentales depuis l'établissement de ces deux monarchies jusqu'à présent : avec la description de tout ce qu'il y a de plus remarquable en Espagne & en Portugal, leur etat present, leurs interets, la forme du gouvernement, l'étendue de leur commerce, &c. (A Amsterdam : Chez François L'Honoré & fils edición). Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid. 
  23. Crusy, Pierre-Louis-Auguste (1782). Nouveau Voyage en Espagne fait en 1777 & 1778, dans lequel on traite des Moeurs, des Monumens anciens & modernes, du Commerce, du Théâtre, de la Législation, des Tribunaux particuliers à ce Royaume & de l'Inquisition; avec de nouveaux détails sur son état actuel, & sur une procédure récente & fameuse I. Google libros: P. Elmsly. 
  24. Clarke, Edward (1763). Letters concerning the Spanish nation. Google libros: T. Becket y P. A. De Hondt. 
  25. Swinburne, Henry (1787). Travels through Spain in the Years 1775 and 1776 I (2 edición). Google libros. ; Swinburne, Henry (1787). Travels through Spain in the Years 1775 and 1776 II (2 edición). Google libros. 
  26. The present State of All Nations containing a geographical natural, commercial and political History of all the Countries in the Known World.
  27. Por ejemplo, en un libro anónimo publicado en Londres en 1770 se informa de que ... la mente de los habitantes está oscurecida por la superstición y los esfuerzos del ingenio tropiezan con los terrores de la Inquisición y con otras muchas trabas, merced a las cuales la tiranía del clero mantiene al pueblo en la esclavitud.
  28. Se puede ver una discusión sobre el tema en Luján, Néstor. «África empieza en los Pirineos». mgar.net. Consultado el 13 de mayo de 2010. 
  29. Powell compara este tipo de enfrentamiento con el existente antes de la independencia de los Estados Unidos, en Argelia con los colonos franceses o entre los colonos holandeses de Indonesia. De hecho, afirma que las guerras de independencia americanas fueron hasta cierto punto guerras civiles, con los rebeldes liderados por minorías de criollos.
  30. El caso venezolano ha sido estudiado por Gilberto Ramón Quintero Lugo (abril de 2004). «La Leyenda Negra y su influjo en la historiografía venezolana de la Independencia». Tierra Firme 22 (86). ISSN 0798-2968. 
  31. El brote de antiespañolismo fue muy comentado por los periódicos españoles: Francesc Relea (13 de agosto de 2000). «Argentina desconfía del dominio español». El País. Consultado el 29 de abril de 2010.  ; EFE (8 de junio de 2001). «La quinta huelga general en Argentina deriva en ataques contra intereses españoles». El País. Consultado el 29 de abril de 2010.  ; Santiago Hernández (10 de junio de 2001). «España, atrapada en la crisis argentina». El País. Consultado el 29 de abril de 2010. 
  32. El texto completo se puede encontrar en Wikisource en inglés: Roosvelt Corollary.
  33. Para más información véase las voces «H.R. 4437», «Protestas de inmigrantes en los Estados Unidos de 2006», «Gran Paro Estadounidense» y «Movimiento de Milicias en EEUU»
  34. Véase también la voz «PIGS».
  35. Véase también Español Bouché, p. 184-187, que contradice la información de García Cárcel, destacando el antifelipismo de Febvre.

Referencias

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  2. Juderías, p.24
  3. Carbia, p.34-35
  4. Op. cit. Powell (1985), p.134; trad. García Cárcel (1997), p.286
  5. Powell (1985), p.11; traducción propia.
  6. Op. cit. Alvar (1997), p.5
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  19. Arnoldsson, p.77-79
  20. Arnoldsson, p.27 ss.
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  22. Arnoldsson, p.53
  23. Arnoldsson, p.53 ss.
  24. Arnoldsson, p.59 ss.
  25. Arnoldsson, p.104 ss.
  26. Arnoldsson, p.117 ss.
  27. Arnoldsson, p.117 ss.
  28. Lutero: op. cit., Tischr., III, p.382, N° 3533 a (14—31 de enero de 1537); V, p.284, N° 5635 a (12 de mayo de 1544): op. cit. Arnoldsson (1960).
  29. Arnoldsson, p.132
  30. Arnoldsson, p.123 ss.; Kamen, p.305 ss.
  31. Hauffen: op.cit., en: Euphorion, IX, pág. 650, nota2: op. cit. Arnoldsson (1960)
  32. a b Powell, p.50 ss.
  33. García Cárcel, p.71-72
  34. García Cárcel, p.73 ss.
  35. Español Bouché, p.196
  36. Malby, p.138
  37. García Cárcel (1997), p.35 ss.
  38. Español Bouché, pp.182, 196, 199
  39. a b Maltby, p.12 ss.
  40. García Cárcel (1997), p.228
  41. Op.cit. García Cárcel (1997), p.226
  42. Molina Martínez, p.17 ss.
  43. Molina Martínez, p.21
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  45. García Cárcel (1997), p.293 ss.
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  50. Molina Martínez, p.22; García Cárcel (1997), p.295 ss.
  51. Molina Martínez, p.17
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  53. Pérez, p.89 ss.
  54. Kamen, p.307; Peters, p.133-134; Pérez, p.96-97; Arnoldsson, p.131-132
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  57. Maltby, p.90-91
  58. Maltby, p.91
  59. Peters, p.124 ss.; Pérez, p.94-95
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  68. García Cárcel (1997), p.68
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  77. Maltby, p.44 y 59; Powell, p.70
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  84. a b Op. cit. Maltby, p.79; traducción propia.
  85. Op. cit. Maltby, p.80; traducción propia.
  86. Maltby, p.78
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  90. García Cárcel (1997), p.90 ss.
  91. García Cárcel (1997), p.53 ss.; Powell, p.57-58
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  99. Hilton, cap.II; Peters, p.155 ss.; Powell, p.107-108
  100. Hilton, cap.I; Powell, p.107
  101. Bartolome´Bennasar: Le Voyage en Espagne, Ed. Laffont, 1998.
  102. Hilton, cap.II
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Bibliografía

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