Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel

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Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel
Gran Duque de Alba
III Duque de Alba de Tormes
1531-1582
Predecesor Fadrique Álvarez de Toledo y Enríquez de Quiñones
Sucesor Fadrique Álvarez de Toledo y Enríquez de Guzmán
Gobernador del Milanesado
1555-1556
Predecesor Ferrante de Gonzaga
Sucesor Cristoforo Madruzzo
Información personal
Nacimiento 29 de octubre de 1507
Piedrahita (Ávila)
Fallecimiento 11 de diciembre de 1582
Lisboa
Apodo El Duque de Hierro
Familia
Cónyuge María Enríquez de Guzmán
Hijos Véase Hijos
Información profesional
Lealtad España
Fuerza Infantería
Unidad Tercio español
Mandos Capitán General del ejército de Flandes
Conflictos



Firma Firma de Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel

Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel o Ferdinandus Toletanus Dux Albanus[1]​ (Piedrahita, 29 de octubre de 1507 - Lisboa, 11 de diciembre de 1582), llamado el Gran Duque de Alba[2]​ y el Grande[3]​, fue un noble, militar, diplomático español, III duque de Alba de Tormes, IV marqués de Coria, III conde de Salvatierra de Tormes, II conde de Piedrahita y VIII señor de Valdecorneja, Grande de España y caballero de la Insigne Orden del Toisón de Oro.

Fue el hombre de mayor confianza y obediencia del rey Carlos I de España y emperador Carlos V del Sacro Imperio Romano Germánico y de su hijo y sucesor, Felipe II de España, Mayordomo mayor del Rey de España de ambos, miembro de sus Consejos de Estado y Guerra, gobernador del ducado de Milán (1555-1556), virrey del reino de Nápoles (1556-1558), gobernador de los Países Bajos (1567-1573) y virrey y condestable del reino de Portugal (1580-1582). Representó a Felipe II en sus esponsales con Isabel de Valois y con Ana de Austria, quienes fueron la tercera y la cuarta -y última- esposas del monarca respectivamente.

Considerado por los historiadores como el mejor general de su época[4][5]​ y uno de los mejores de la historia,[6]​ se distinguió especialmente en La Jornada de Túnez (1535) -participando en la victoria de Carlos I sobre el pirata otomano Barbarroja que devolvió el predominio de la Monarquía Hispánica sobre el occidente del Mar Mediterráneo-, y en batallas como Mühlberg (1547) -en la que el ejército del emperador Carlos venció a los príncipes protestantes alemanes-. Eternizó su memoria reprimiendo la rebelión de los Países Bajos, donde actuó con gran rigor castigando a los rebeldes, instituyendo el Tribunal de los Tumultos y derrotando totalmente a las tropas de Guillermo de Orange y posteriormente a Luis de Nassau en la Batalla de Jemmingen (1568) en los primeros momentos de la Guerra de los Ochenta Años. Coronó su carrera ya anciano con la crisis sucesoria en Portugal de 1580, venciendo en la Batalla de Alcántara y conquistando ese reino para Felipe II. Gracias a su genio militar España logró la unificación de todos los reinos de la península ibérica y la consecuente ampliación de los territorios de ultramar.

Fue el más importante de los representantes de la casa de Toledo o casa de Álvarez de Toledo. [7][8]

El 26 de diciembre de 1566 recibió la Rosa de Oro, el bonete y el estoque bendito otorgados por el papa Pío V, a través del breve Solent Romani Pontifices, en premio a sus singulares esfuerzos en favor del catolicismo y por ser considerado como uno de sus campeones.[9]

Fue camarada de armas, amigo y protector del poeta y soldado Garcilaso de la Vega, que dedicó parte de su Égloga II a ensalzar a la casa de Alba y su duque.

Su divisa en latín era Deo patrum nostrorum, que en español significa Al Dios de nuestros padres.

Su figura constituye una de las más importantes de la leyenda negra española, que lo describe como un auténtico señor de la guerra, famoso e intrépido pero, al mismo tiempo, brutal, implacable y severo al extremo.[10]​ Aun así Alba fue el mayor héroe que España ha producido y uno de los primeros hombres de su siglo [11]​ y un líder indiscutible, duro, recio y respetuoso de sus hombres. Los discursos donde decía, «señores soldados», hacían de las delicias de los Tercios, sus tropas de élite. Acostumbraba expresar:

Los reyes usan a los hombres como si fuesen naranjas, primero exprimen el jugo y luego tiran la cáscara.

La vida del III duque de Alba fue jalonada por una larga serie de hazañas militares que contribuyeron a que España alcanzase su apogeo durante el siglo XVI.

Biografía

Primeros años

Fernando Álvarez de Toledo nació en Piedrahita, provincia de Ávila, el 29 de octubre de 1507. Era hijo de García Álvarez de Toledo y Zúñiga, heredero de Fadrique Álvarez de Toledo y Enríquez de Quiñones, II duque de Alba de Tormes, y de Beatriz Pimentel y Pacheco, hija de Rodrigo Alonso Pimentel, IV conde-I duque de Benavente y de su esposa, María Pacheco. Siguiendo la línea dinástica le hubiera correspondido a García ser el tercer duque, mas éste murió en una campaña en África en 1510, en la isla de Yerba, por lo que Fernando quedó huérfano a los tres años de edad. Cuando falleció Fadrique, en 1531, el título ducal pasó directamente a su nieto Fernando como hijo varón primogénito de García.

Arquetipo de la nobleza de Castilla, fue educado en la corte ducal de la casa de Alba, situada en el castillo palacio de Alba de Tormes, por dos preceptores italianos, Bernardo Gentile —benedictino siciliano— y Severo Marini y por el poeta y literato renacentista español Juan Boscán quienes lo formaron en el catolicismo y en el humanismo. Dominaba perfectamente el latín y conocía el francés, el inglés y el alemán.

Desde su juventud estuvo siempre al servicio de los monarcas españoles, bien de Carlos I en principio o bien de Felipe II después, tanto como soldado, cortesano, diplomático o gobernante.

Su dedicación a las armas fue constante desde muy joven, hasta el punto de que con tan sólo seis años acompañó a su abuelo a Navarra con el ejército que la tomó. En 1524, cuando contaba con diecisiete años, se unió sin el permiso familiar a las tropas del Condestable de Castilla Íñigo de Velasco que sitiaron y rindieron la plaza de Fuenterrabía, ocupada por franceses y navarros; por su intervención en la exitosa contienda fue nombrado gobernador de Fuenterrabía. Más tarde venció al ejército francés en Perpiñán.

Escudo de armas de Don Fernando Álvarez de Toledo. Duque de Alba.

Contra los otomanos

Siendo ya duque de Alba acudió en 1532 a la llamada del emperador Carlos V y marchó a Viena, acompañado de su amigo Garcilaso de la Vega, para defenderla del acoso otomano. No fue preciso entrar en combate, pues visto el formidable ejército imperial de más de 200 000 hombres, los turcos levantaron el asedio.

Donde sí tuvo ocasión de luchar fue en Túnez: a primeros de junio de 1535 embarcó en Cagliari con el contingente militar que mandaba el marqués del Vasto; el 14 de julio cayó la fortaleza de La Goleta y una semana después la propia ciudad de Túnez defendida por Barbarroja. De esta forma España recuperó el control sobre todo el oeste del Mar Mediterráneo.

Mayordomo Mayor de Carlos

En 1541 Fernando Álvarez de Toledo fue nombrado por Carlos V mayordomo mayor del Rey de España y, por tanto, jefe superior de su casa, encomendándole las importantes tareas relacionadas con la Real Casa y Patrimonio de la Corona de España. Alba mantuvo el cargo en la corte hasta el fallecimiento del monarca en 1556.

Caballero de la Orden del Toison de Oro

En 1546, el III duque de Alba obtuvo un nuevo reconocimiento que aumentó su prestigio personal. Fue investido por el rey Carlos I, quien era el Gran Maestre de la Insigne Orden del Toisón de Oro, caballero de esta prestigiosa institución como premio a la fidelidad del duque hacia el monarca-emperador.

En Alemania

El Gran Duque de Alba, por Antonio Moro, circa 1549.

En 1547 el emperador tuvo que enfrentarse a las fuerzas protestantes de la Liga de Esmalcalda; el duque de Alba estaba al mando de los Tercios españoles que intervinieron en la batalla de Mühlberg, a orillas del río Elba, con victoria de las armas imperiales contra el elector de Sajonia. La participación del Gran Duque en los consejos brindados a Carlos V y su mando de los Tercios españoles fueron fundamentales y terminaron por decidir la batalla.

Mayordomo mayor de Felipe

A partir de 1548 el rey Carlos intensificó los preparativos del príncipe Felipe como su sucesor de la Monarquía Hispánica. Para ello nombró al duque de Alba -quien ya ostentaba el cargo de mayordomo mayor del Rey de España- mayordomo mayor de su hijo y le encomendó la adaptación de la casa de Castilla a la casa de Borgoña, a la que consideraba más completa e internacional. Fernando emprendió junto con Felipe un viaje por Europa que se extendió hasta 1551.

Fallecido el rey Carlos, el nuevo rey Felipe II mantuvo a Alba en el cargo de mayordomo mayor del Rey de España, durante gran parte de su reinado y hasta el fallecimiento del duque en 1582.

En Inglaterra

El duque de Alba acompañó personalmente al príncipe Felipe a Inglaterra con motivo de su segundo matrimonio con la reina María I de Inglaterra, de la casa de Tudor. Fue uno de los quince Grandes de España que asistieron a la ceremonia en la abadía de Winchester el día 25 de julio de 1554.

Gobernador del ducado de Milán y virrey de Nápoles

Al año siguiente se avivó en Italia el conflicto entre Francia y España; el III duque de Alba fue enviado allí como capitán general, gobernador de Milán (1555) y virrey de Nápoles (1556).

El recién nombrado papa Pablo IV, enemigo visceral de los Habsburgo, incitó al rey Enrique II de Francia a expulsar a los españoles de Italia, para lo cual unió sus propias tropas a las del francés mientras que en julio de 1556 declaró a Felipe II desposeído de su título de rey de Nápoles. El duque no esperó más[12]​ y se dirigió a Roma al frente de 12 000 soldados; ante tal amenaza el papa pidió una tregua parlamentada, tiempo que aprovechó para que un ejército francés mandado por Francisco de Guisa entrase por el norte de Italia y marchase hacia Nápoles. Alba optó por evitar la batalla campal, reforzando las defensas de las principales ciudades a la espera de que el ejército galo, lejos de sus bases, acabase por rendirse. La táctica del duque consiguió los resultados esperados. Por ello y ante la llamada de Enrique II a consecuencia de la aplastante victoria de España sobre los franceses en la Batalla de San Quintín, el duque de Guisa hubo de volver presurosamente a Francia. Sin apoyo francés, las tropas papales fueron arrolladas por las españolas y el duque de Alba entró victorioso en Roma en septiembre de 1557. El papa solicitó la paz y la obtuvo.[13]

En 1559 se firmó entre los reyes de España y de Francia la Paz de Cateau-Cambrésis, que fue el tratado de mayor importancia de la Europa del siglo XVI, cuya vigencia duró durante un siglo. Por este tratado España inició su preponderancia en occidente y la península itálica obtuvo un prolongado período de tranquilidad. La paz entre ambas potencias quedó sellada a través del matrimonio entre el monarca español -dos veces viudo- e Isabel de Valois, la hija del rey francés Enrique II. En la boda real, que se celebró en París, "por poderes", fue Fernando Álvarez de Toledo, quien representó a Felipe II y tomó simbólicamente posesión del tálamo nupcial.[14]

Gobernador de los Países Bajos

Arribo del Duque de Alba a Róterdam en 1567, por Eugène Isabey, 1844. Museo de Orsay, París.

Durante el transcurso de agosto hasta octubre del año 1566, se produjo en los Países Bajos la «Tormenta de las imágenes» o «Asalto a las imágenes», durante la cual los protestantes calvinistas provocaron una iconoclasia, y opuestos a las imágenes católicas, profanaron los lugares de culto y destruyeron estatuas de iglesias y monasterios. Los ultrajes comenzaron en Saint-Omer y se extendieron rápidamente a Ypres, Amberes y de allí al resto de las provincias. La revuelta religiosa pronto se transformó en una civil.

Para atajar tanto a los revoltosos civiles como a los religiosos, el rey Felipe II envió al III duque de Alba al mando de un poderoso ejército que llegó a Bruselas el 22 de agosto de 1567. A su llegada sustituyó a Margarita de Parma, la media hermana natural del rey español, como responsable de la jurisdicción civil y rápidamente se dio cuenta de que la nobleza local estaba en franca rebeldía contra el rey Felipe II y apoyaba abiertamente a la corriente protestante.[15]

Pocos días después, el 5 de septiembre, estableció el «Tribunal de los Tumultos», popularmente conocido en los Países Bajos como el «Tribunal de la Sangre», para juzgar a los responsables de los disturbios del año anterior y especialmente a los herejes. El conde de Egmont, general católico al servicio de Felipe II que estuvo al frente de la caballería que venció a los franceses en la batalla de San Quintín (1557) y el conde de Horn, dos de las tres cabezas del levantamiento, fueron capturados. El tribunal actuó con un extraordinario rigor y sentenció a muerte a los condes y otro numeroso grupo. La pena se ejecutó el 5 de junio de 1568 en la Plaza del Ayuntamiento de Bruselas. El duque de Alba tenía poca confianza en la justicia flamenca y él mismo presenciaba las ejecuciones. En el ajusticiamiento del conde de Egmont, quien era su amigo personal a quien respetaba, no pudo contener el llanto. Jamás se arrepintió o tuvo remordimientos por estas sentencias. Incluso solicitó a su rey una pensión vitalicia para la viuda del conde de Egmont.

Anverso de la medalla en bronce con la efigie y coraza del Gran Alba portando el Toisón de Oro en conmemoración de sus triunfos en 1571 con la leyenda en latín «FERDIN[andus] • TOLET[anus] • ALBÆ • DUX • BELG • PRÆF[ectus]». "Fernando de Toledo Duque de Alba Gobernador de los Países Bajos".
Reverso de la misma medalla en bronce con la inscripción en latín «DEO ET REGI VITÆ VSVS». "Dios y Rey [son] propósitos de vida".

Por otro lado, el mantenimiento de las tropas llevadas a Flandes acarreaba cuantiosos gastos económicos que forzaron al duque a imponer nuevos tributos a la población. Algunas ciudades, entre ellas Utrecht, se negaron al pago del «diezmo» y se declararon en rebeldía. La rebelión se extendió rápidamente por los Países Bajos.

Este estado de cosas propició la intervención desde el exterior del tercer cabecilla del levantamiento, el insumiso príncipe de Orange, Guillermo Nassau, «el Taciturno», quien contó con la ayuda de los hugonotes franceses. Numerosas ciudades fueron tomadas por la fuerza de las armas. Las tropas españolas avanzaban bajo estandartes con la leyenda latina Pro lege, rege, et grege, que en español significa Por la ley, el rey, y el pueblo.

En 1572 los Tercios produjeron el Saqueo de Malinas para luego ocupar Zutphen, Alkmaar y Naarden. El Asedio de Haarlem por los españoles, en el que ambos bandos se caracterizaron por su brutalidad y salvajismo, culminó con la rendición de la ciudad y la ejecución de toda su guarnición, estimada en 2000 hombres. Estas terribles campañas militares y la durísima represión con que actuó el III duque de Alba hacia los rebeldes flamencos le valió el apelativo de «El Duque de Hierro», en los Países Bajos.

A pesar que las acciones militares fueron constantes, la situación política no mejoró en modo alguno. Las numerosas quejas llegadas a la corte, entre ellas las del erudito Benito Arias Montano, en contra de los métodos utilizados en Flandes, durante cinco años de represión y con más de 3000 ejecuciones, decidieron a Felipe II cambiar de política y relevar al duque de Alba. En su lugar el monarca envió a Luis de Requesens quien optó por usar menos la fuerza y dar más concesiones a los rebeldes. Alba retornó a España en 1573.

A pesar de todo, el duque aún contaba en las deliberaciones del Consejo de Estado. El duque Fernando pertenecía, desde la época del rey Carlos I, a la ala dura o conservadora de la corte española denominada albista o de los imperiales. En esta facción se encontraba el inquisidor general Fernando de Valdés, los Pimentel, el duque de Alburquerque y otros miembros de la casa de Toledo. Este bando disputaba los asuntos del reino con la posición más blanda o liberal llamada ebolista o de los humanistas, liderada por Ruy Gómez de Silva, príncipe de Éboli y su secretario Francisco de Eraso. En este bando se ubicaba también los Enríquez y el duque de Gandía. Tras la muerte del príncipe de Éboli, en 1573, Antonio Pérez, el secretario real pasó a liderar la facción liberal y comenzó su asociación con Ana de Mendoza de la Cerda, princesa de Éboli.

Si bien los albistas aconsejaron al rey mantener una posición firme en la cuestión de los Países Bajos, el propio Felipe II reconoció públicamente que

No es posible llevar adelante lo de Flandes por la vía de la guerra.

La posterior actuación de los ebolistas en los asuntos de estado, que provocaron la desconfianza del rey, y el fracaso de las concesiones políticas llevadas a cabo por Luis de Requesens en Flandes, quien debió reiniciar las hostilidades contra los rebeldes, determinaron que Felipe II volviera a dispensar al duque de Alba un trato superior en la corte.

Destierro efímero

El Gran Duque de Alba, por Peter Paul Rubens (copiando un original de Tiziano), circa 1603. Madrid, Palacio de Liria.

Su hijo y heredero Fadrique había dado promesas de matrimonio a Magdalena de Guzmán, dama de la reina Ana de Austria, pero no las cumplió, lo que le costó el arresto y encarcelamiento en el Castillo de La Mota, en Medina del Campo (Valladolid), en 1566. Al año siguiente fue puesto en libertad para que pudiera marchar con su padre a Flandes prestando servicio en el ejército. En 1578 Felipe II ordenó reabrir el proceso contra Fadrique, en el transcurso del cual se descubrió que a fin de evitar su boda con la reclamante, Fadrique se había casado, por tercera vez, en secreto y por poderes con María de Toledo, hija de García Álvarez de Toledo y Osorio, IV marqués de Villafranca del Bierzo, valiéndose de una autorización emitida para tal fin por su padre el duque de Alba, contraviniendo las disposiciones del rey. Fadrique quedó confinado en su prisión, en el Castillo de la Mota y el duque fue desterrado de la corte, por un período de un año, de donde partió al exilio a Uceda con la prohibición de salir de la villa. El destierro anual fue «Por romper el estricto protocolo de La Corte». Sus secretarios Fernando de Albornoz y Esteban de Ibarra fueron igualmente encarcelados.[16]

Conquistador de Portugal

La muerte del rey Sebastián I de Portugal en la batalla de Alcazarquivir, en 1578, sin descendencia directa que lo sucediera en el trono, hizo que la corona recayera en su tíoabuelo, el cardenal Enrique I de Portugal. El fallecimiento de éste, también sin herederos, provocó la crisis sucesoria portuguesa de 1580.

El consejo de regencia en Portugal era favorable a entregar el trono al rey Felipe II de España, quien tenía derecho a la corona lusitana debido a que su madre había sido Isabel de Portugal -la segunda hija del rey Manuel I de Portugal y de su segunda esposa María de Aragón y Castilla, siendo por tanto, infanta de Portugal por nacimiento-.

Sin embargo, otro pretendiente al trono, Antonio, Prior de Crato, un hijo bastardo del infante Luis de Avis y, por tanto, nieto de Manuel I, se proclamó rey en junio de 1580.

Para neutralizar militarmente las pretensiones monárquicas del prior de Crato, Felipe II rápidamente rehabilitó a Fernando Álvarez de Toledo, quien era famoso por ser un excelente general y de quien precisó otra vez de sus servicios.[17]

El rey le encomendó al anciano duque, quien tenía 72 años y gozaba de una enorme popularidad en el mando de la tropa, la misión de conquistar Portugal. Éste accedió a la nueva encomienda de Felipe manifestándole que

Sois el único monarca de la tierra que sacáis de la prisión a un general para daros otra corona.[18]

El duque, nombrado capitán general, reunió sus fuerzas, estimadas en 40 000 hombres, en Badajoz,[19]​ y en junio de ese mismo año cruzó la frontera hispano-portuguesa y avanzó hacia Lisboa. El el 25 de agosto de 1580 venció al ejército portugués del general Diego de Meneses en la batalla de Alcántara y entró triunfante en la ciudad, despejando el camino para la llegada de Felipe II que se convirtió en el rey Felipe I de Portugal, logrando la unión dinástica aeque principaliter[20]​ con los demás reinos de la Monarquía Hispánica bajo la Casa de Habsburgo. Así, el Imperio español alcanzó su apogeo.

El rey Felipe II recompensó a Fernando Álvarez de Toledo con el cargo de I virrey de Portugal, el 18 de julio de 1580, representando al monarca español como rey de Portugal en la unión dinástica y también con el título de condestable de Portugal, que le significaron al duque de Alba ser la segunda persona en la jerarquía después del propio rey, poderes ambos que ostentó hasta su muerte.

Fallecimiento

Mausoleo de Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III duque de Alba de Tormes.

Fernando Álvarez de Toledo murió en Tomar, localidad próxima a Lisboa, el 11 de diciembre de 1582, auxiliado por el famoso fray Luis de Granada, a la edad de setenta y cuatro años. Conservó hasta último momento todo su modo y bravura y también su aspecto valeroso que hasta ante los mismos monarcas era la figura de su grandeza de espíritu y de su inteligencia.

Tres cosas diré a Vuestra Majestad; la una es que no se ofreció negocio vuestro, aunque fuese muy pequeño, que no le antepusiese al mío, aunque fuese importantísimo; la segunda, es que mayor cuidado tuve siempre de mirar por vuestra hacienda que por la mía y así no os soy en cargo de un solo pan a Vos ni a ninguno de vuestros vasallos; la tercera, es que nunca os propuse un nombre para algún cargo que no fuese el más suficiente de todos cuantos yo conocía para ello, pospuesta toda afición.[21]

Sus restos fueron trasladados a Alba de Tormes, donde fue enterrado en el convento de San Leonardo. En 1619 fueron trasladados al convento de San Esteban de Salamanca, en donde desde 1983 reposan en una capilla del convento que contiene un mausoleo proyectado por Chueca Goitia y que fue costeado por la Diputación Provincial de Salamanca.[22][23]

Matrimonio e hijos

Su primer hijo, Fernando de Toledo (1527-1591), fue fruto de una relación con una molinera de la cercana localidad de La Aldehuela.[24][25]

El duque se casó en 1527 con su prima María Enríquez de Toledo y Guzmán (m. 1583), hija de Diego Enríquez de Guzmán, III conde de Alba de Liste, con la que tuvo cuatro hijos, tres varones y una mujer.

  1. García Álvarez de Toledo y Enríquez de Guzmán (23 de julio 1530-1548)
  2. Fadrique Álvarez de Toledo y Enríquez de Guzmán, IV Duque de Alba (21 de noviembre de 1537 - 3 de septiembre de 1585)
  3. Diego Álvarez de Toledo y Enríquez de Guzmán (1541-1583), conde de Lerín y condestable de Navarra por su matrimonio, celebrado el 24 de marzo de 1565, con Brianda de Beaumont (1540-1588), hija de Luis de Beaumont.[26]​Le sucedió Antonio Álvarez de Toledo y Beaumont, V duque de Alba de Tormes (1568-29 de enero de 1639)
  4. Beatriz Álvarez de Toledo y Enríquez de Guzmán (m. 1637), se casó con Álvaro Pérez Osorio, V marqués de Astorga.

Ancestros

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
García Álvarez de Toledo y Carrillo de Toledo
I duque de Alba de Tormes
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Fadrique Álvarez de Toledo y Enríquez de Quiñones
II duque de Alba de Tormes
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
María Enríquez de Quiñones y Toledo
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
García Álvarez de Toledo y Zúñiga
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Álvaro de Zúñiga y Guzmán
I duque de Plasencia
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Isabel de Zúñiga y Pimentel
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Leonor Pimentel y Zúñiga
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel
III duque de Alba
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Alonso Pimentel y Enríquez
III Conde de Benavente
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Rodrigo Alonso Pimentel
I duque de Benavente
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
María de Quiñones y Portugal
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Beatriz Pimentel y Pacheco
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Juan Pacheco , I duque de Escalona
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
María Pacheco y Portocarrero
señora de Villacidaler
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
María Portocarrero Enríquez
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

El castillo palacio de Alba de Tormes

Fernando Álvarez de Toledo, III duque de Alba, por Leone Leoni.

Los éxitos militares del Gran Duque de Alba que lo acompañaron durante toda su vida como general de los reyes Carlos I y Felipe II no empañaron los trabajos que Fernando le dispensó al castillo ducal de la casa de Álvarez de Toledo ubicado en Alba de Tormes.

El edificio, concebido como fortaleza, siguió conservando su propósito militar. Fernando le efectuó reformas a fin de incorporar la forma de estrella típica de las fortificaciones artilladas de su época. Pero también el III duque le practicó modificaciones adecuadas a los usos y al protocolo renacentista. El Gran Duque de Alba asumió "la identidad de los grandes generales triunfantes al servicio del imperio cristiano y, el lenguaje artístico de la iconografía ducal," asumió "la heroicidad de lo antiguo y el paradigma formal del arte clásico".[27]

Fernando Álvarez de Toledo embelleció el palacio contrando los servicios del arquitecto Benvenuto y de los pintores Thomás de Florencia y Cristóforo Passini. Las galerías fueron adornadas con mármol de Carrara el que fue embarcado desde el puerto de Génova hasta Cartagena y, desde allí, siguió su camino en carretas hasta arribar al palacio ducal. Fernando sumó también un busto propio, factura del escultor italiano Leone Leoni y un lienzo también propio, retrato del pintor Tiziano.[28]

Potestades


Predecesor:
Ferrante Gonzaga príncipe de Molfetto
Gobernador del Milanesado

1555-1556
Sucesor:
Cristoforo Madruzzo cardenal y obispo de Trento
Predecesor:
Bernardino de Mendoza
Virrey de Nápoles

1556-1558
Sucesor:
Fadrique Álvarez de Toledo
Predecesor:
Margarita de Parma
Gobernador de los Países Bajos

1567 - 1573
Sucesor:
Luis de Requesens y Zúñiga
Predecesor:
Nueva creación
I Virrey de Portugal

1580-1582
Sucesor:
Alberto de Austria
Predecesor:
Juan I, Duque de Braganza
XII Condestable de Portugal

1581-1582
Sucesor:
Teodosio II de Braganza

Títulos de nobleza


Predecesor:
Fadrique Álvarez de Toledo,
II duque de Alba de Tormes
III duque de Alba de Tormes

1531-1582
Sucesor:
Fadrique Álvarez de Toledo,
IV duque de Alba de Tormes
Predecesor:
García Álvarez de Toledo,
III marqués de Coria
IV marqués de Coria
1510 - 1582
Sucesor:
Fadrique Álvarez de Toledo,
V marqués de Coria
Predecesor:
Fadrique Álvarez de Toledo,
II conde de Salvatierra de Tormes
III conde de Salvatierra de Tormes
1531 - 1582
Sucesor:
Fadrique Álvarez de Toledo,
IV duque de Salvatierra de Tormes
Predecesor:
Fadrique Álvarez de Toledo,
II conde de Piedrahita
III conde de Piedrahita
1531 - 1582
Sucesor:
Fadrique Álvarez de Toledo,
IV duque de Piedrahita
Predecesor:
Fadrique Álvarez de Toledo,
VII señor de Valdecorneja
VIII señor de Valdecorneja
1531 - 1582
Sucesor:
Fadrique Álvarez de Toledo,
IX señor de Valdecorneja

Referencias

  1. Nominis causa vide Christian Matthiae: Theatrum historicum theoretico-practicum, Daniel Elzevirius, Amstelodamum 1667, S. 1042.
  2. Entre los numerosos autores que así lo denominan figuran: William Maltby, Henry Kamen y Mariano D. Berrueta.
  3. de Rustant, José Vicente. Historia de don Fernando Álvarez de Toledo, (llamado comunmente el Grande) primero del nombre, Duque de Alva. Tomo I. Madrid. 1751.
  4. De la Fuente Arrimadas, Nicolás. Fisiografía e historia del Barco de Ávila. Ávila. Tipografía y encuadernación de Senén Martín. 1925. P. 251.
  5. Motley, John Lothrop. El ascenso de la República Holandesa. (The Rise of the Dutch Republic). Londres, 1868, 9, 336. El historiador norteamericano sostuvo que Alba fue "el general más exitoso y experimentado de España o de Europa, en su día. Ningún hombre había estudiado la ciencia militar más profundamente, o practicado más constantemente ("the most successful and experienced general of Spain, or of Europe, in his day. No man had studied military science more deeply, or practiced it more constantly.").
  6. Belda Plans, Juan. Grandes personajes del Siglo de Oro español. Ediciones Palabra S.A. Madrid. 2013. P. 20. ISBN 978-84-9840-851-5.
  7. Real Academia de la Historia. Índice de la Colección de don Luis de Salazar y Castro. Tomo XIV. Obras genealógicas y heráldicas. Madrid. 1956. N° 23.280. 105. Pág. 70.
  8. Vázquez, Miguel Muñoz. Historia del Carpio. Tip. Artística, 1963 - Genealogía de la Casa de Álvarez de Toledo, ducado de Alba de Tormes. P. 182.
  9. Sampedro Escolar, José Luis. La Casa de Alba. La Esfera de los Libros, S. L. Madrid. 2007. ISBN 10: 84-9734-595-9. ISBN 13: 978-84-9734-595-8. P. 97/8.
  10. Behiels, Lieve. «El duque de Alba en la conciencia colectiva de los flamencos». Foro Hispánico. Revista Hispánica de los Países Bajos. 3 (1992) 31-43
  11. de Rustant, José Vicente. Op. cit. P. 1.
  12. Carta del duque de Alba a Pablo IV, en la Colección de documentos inéditos para la historia de España, vol. II, pags. 437-446.
  13. Virreyes de Nápoles, op. cit., vol. XXIII, pags. 148-163.
  14. Los escritos de Herrera Casado. Artículos y comentarios sobre Guadalajara. Diciembre 2010. La boda de Felipe II en Guadalajara - 1560. http://www.herreracasado.com/2010/12/
  15. La Monarquía Hispánica o Monarquía Católica del rey Felipe II no podía admitir en sus territorios la existencia de disidencia confesional ya que esta situación atentaba contra el ambicioso plan de expandir la fe católica en todo el mundo cristiano y aún más allá, ello según las conclusiones plasmadas en el Concilio de Trento. Así, la universalidad de la Monarquía de España implicaba la unidad política del rey español bajo una única religión, la católica. La dificultosa tarea que el rey Felipe encomendó al duque de Alba era la de recomponer el orden político bajo el dominio del rey de España y conservar la fe católica en unos países que hasta ese momento habían sido católicos y gobernados por su magestad católica.
  16. Documentos sobre las causas que dieron motivo a la prisión de D. Fadrique, hijo del duque de Alba, y también a la del mismo duque, op. cit., vol. VII, pags. 464-524, y vol. VIII, pags. 483-529.
  17. Disposición de Felipe II sobre dar al duque el mando del ejército, op. cit., vol. XXXII, pags. 7-9.
  18. Sampedro Escolar, op. cit. P. 104.
  19. Título de capitán general que Felipe II dio al duque de Alba, op. cit., pags. 151-160.
  20. John Huxtable Elliott. España en Europa: Estudios de historia comparada: escritos seleccionados. Universitat de València. 2002. Páginas 79-80.
  21. Las últimas palabras pronunciadas por el duque fueron recogidas por fray Luis de Granada en una carta que envió a la duquesa.[1]
  22. Noticia de la traslación del cuerpo del Duque de Alba, op. cit., vol XXXV, pag. 361.
  23. Rosell, María del Mar. Traslado definitivo de los restos del gran duque de Alba a un mausoleo de Salamanca. El País. Edición impresa. 26 mar 1983. http://elpais.com/diario/1983/03/26/cultura/417481210_850215.html. En el traslado, asistieron la duquesa de Alba, Cayetana Fitz-James Stuart y su segundo esposo, Jesús Aguirre y Ortiz de Zárate, sus hijos -el duque de Huéscar Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo y Fernando, Cayetano y Eugenia Martínez de Irujo-, ademas de otros miembros de la familia, de casas nobiliarias, el autor del mausoleo, los alcaldes de las que fueron villas ducales de Salamanca, y otros invitados entre los que se destacó el obispo de la diócesis, Mauro Rubio, quien presidió la solemne ceremonia religiosa.
  24. (Falcó, 1898, p. 120)
  25. Frey Fernando de Toledo, Gran Prior de Castilla
  26. (Falcó, 1898, p. 145)
  27. Herbert GONZÁLEZ ZYMLA (UCM). El castillo palacio de Alba de Tormes, simbolismos clásicos en un edificio medieval. I Congreso Internacional de Historia del Arte y Arqueología en el Real Colegio de España en Bolonia. El Imperio y las Hispanias de Trajano a Carlos V. Clasicismo y poder en el arte español. Bolonia, 13-14 de mayo de 2013.
  28. Idem referencia anterior.

Bibliografía

  • García Pinacho, Mª del Pilar (1998). Los Álvarez de Toledo Nobleza viva. Junta de Castilla y León. Consejería de Educación y Cultura. ISBN 84-7846-775-0. 
  • Kamen, Henry (2004/2007). El gran duque de Alba. Cuarta edición, cartoné. Madrid: La Esfera de los Libros. ISBN 978-84-9734-220-9. 
  • Sampedro Escolar, José Luis (2007). La Casa de Alba. La Esfera de los Libros, S. L. Madrid. ISBN 978-84-9734-595-8. 

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