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Revisión del 07:21 4 may 2009

Museo del Prado
Bien de interés cultural

Fachada principal del Museo del Prado, con la estatua de raul y torres
Ubicación
País Bandera de España España
Localidad Edificio Villanueva y Ciudad de Madrid
Coordenadas 40°24′50″N 3°41′32″O / 40.413888888889, -3.6922222222222
Tipo y colecciones
Tipo Museo de arte, Museo nacional, Organización, Atracción turística y Destino turístico
Historia y gestión
Creación 1819
Inauguración 19 de noviembre de 1819
Director Miguel Falomir Faus
Información del edificio
Construcción Proyecto aprobado en 1786 (originalmente para albergar el Gabinete de Historia Natural).
Arquitecto Juan de Villanueva
Información para visitantes
Teléfono 91 330 28 00.
Sitio web oficial

El Museo Nacional del Prado, ubicado en Madrid (España), es una de las pinacotecas más importantes del mundo, singularmente rica en cuadros de maestros de los siglos XVI al XIX. Su principal atractivo radica en la amplia presencia de Velázquez, Goya, Tiziano y Rubens, de los que el museo posee las mejores colecciones que existen a nivel mundial, a lo que hay que sumar las colecciones de autores tan importantes como El Greco, Murillo, José de Ribera, Zurbarán, Rafael, Veronese, Tintoretto, Van Dyck o El Bosco, por citar sólo los más relevantes. Las habituales limitaciones de espacio explican que el museo exhiba una selección de obras de máxima calidad (unas 900 pinturas), del total de 7.800 que tiene en su inventario, y que por ello sea definido como «la mayor concentración de obras maestras por metro cuadrado». Gracias a la reciente ampliación de Rafael Moneo, se prevé que la selección expuesta crezca en un 50%, con unas 450 obras más.[1]

Al igual que otros grandes museos europeos, como el Louvre de París y los Uffizi de Florencia, el Prado debe su origen a la afición coleccionista de las dinastías gobernantes a lo largo de varios siglos. Refleja los gustos personales de los reyes y su red de alianzas y enemistades políticas, por lo que es una colección asimétrica, insuperable en determinados artistas y estilos, y débil en otros. Sólo desde en el siglo XX se procura (con resultados desiguales) solventar las ausencias más notorias.

Las escuelas pictóricas de España, Flandes e Italia (sobre todo Venecia) ostentan el protagonismo en el Prado, seguidas por el fondo francés, más limitado si bien incluye buenos ejemplos de Nicolas Poussin y Claudio de Lorena. La pintura alemana cuenta con un repertorio discontinuo, con cuatro obras de Durero y múltiples retratos de Mengs como principales tesoros. Junto con un repertorio inglés más bien testimonial, hay que mencionar la pintura holandesa, una sección no demasiado amplia pero que incluye a Rembrandt.

El Prado no es un museo enciclopédico al estilo del Museo del Louvre, la National Gallery de Londres, o incluso, a una escala mucho más reducida, el vecino Museo Thyssen-Bornemisza, que tienen obras de prácticamente todas las escuelas y épocas, sino una colección intensa y distinguida, formada por unos pocos reyes aficionados al Arte, donde muchas de las obras fueron creadas por encargo directo. El núcleo de obras procedente de la Colección Real se ha ido complementando con aportaciones posteriores, que apenas han desdibujado su perfil inicial. Muchos expertos la consideran una colección «de pintores admirados por pintores», enseñanza inagotable para nuevas generaciones de artistas, desde Manet y Toulouse-Lautrec, que visitaron el museo en el siglo XIX, hasta Dalí y Antonio Saura, quien decía: «Este museo no es el más extenso, pero sí el más intenso».

Aunque sean aspectos menos conocidos, cuenta también con una importante sección de Artes Decorativas (Tesoro del Delfín) y con una destacada colección de esculturas greco-romanas. Junto con el Museo Thyssen-Bornemisza y el Museo Reina Sofía, el Museo Nacional del Prado forma el Triángulo del Arte, meca de numerosos turistas de todo el mundo. Esta área se enriquece con otras instituciones cercanas: el Museo Arqueológico Nacional, el Museo Nacional de Artes Decorativas, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y otros pequeños museos.

Historia

Edificio Villanueva del Museo del Prado.

El edificio que alberga el Museo del Prado fue concebido inicialmente por José Moñino y Redondo, conde de Floridablanca y Primer Secretario de Estado del rey Carlos III, como Gabinete de Historia Natural, en el marco de una serie de instituciones de carácter científico (pensadas según la nueva mentalidad de la Ilustración) para la reurbanización del paseo llamado Salón del Prado. Con este fin, Carlos III contó con uno de sus arquitectos predilectos, Juan de Villanueva, autor también del vecino Jardín Botánico.

El proyecto arquitectónico de la actual pinacoteca fue aprobado por Carlos III en 1786. Supuso la culminación de la carrera de Villanueva y una de las cimas del neoclasicismo español, aunque dada la larga duración de las obras y avatares posteriores, el resultado definitivo se apartó un tanto del diseño inicial.

Las obras de construcción se desarrollaron durante los reinados de Carlos III y Carlos IV, hasta el punto de que el edificio quedó prácticamente finalizado a principios del siglo XIX. Pero la llegada de las tropas francesas a España y la guerra de la Independencia dejaron su huella en él; se destinó a fines militares (cuartel de caballería) y cayó en un estado casi de ruina total. Las planchas de plomo de los tejados fueron fundidas para la fabricación de balas.

La reina Isabel de Braganza, considerada la inspiradora del Museo, en una estatua de José Álvarez Cubero perteneciente a la propia colección del Prado.

Sólo gracias al interés manifestado por Fernando VII y, sobre todo, de su segunda esposa Isabel de Braganza, se inició, a partir de 1818, la recuperación del edificio, sobre la base de nuevos diseños del propio Villanueva, sustituido a su muerte por su discípulo Antonio López Aguado.


El 19 de noviembre de 1819 se inauguraba discretamente el Museo Real de Pinturas (primera denominación del museo), que mostraba algunas de las mejores piezas de las Colecciones Reales Españolas, trasladadas desde los distintos Reales Sitios. Fallecida la reina meses antes, en reconocimiento de su labor se bautizaría con su nombre al salón ovalado (actual Sala 12, de Velázquez) que en aquel entonces tenía un balconaje desde el cual se podía observar la galería de escultura de la planta baja (luego convertida en salón de actos y actual Sala de las Musas). En este comienzo el museo contaba con 311 cuadros expuestos en tres salas, todos ellos de pintores de la escuela española, aunque almacenaba muchos más. En años sucesivos se irían añadiendo nuevas salas y obras de arte, destacando la incorporación de los fondos del Museo de la Trinidad, creado a partir de obras de arte requisadas en virtud de la Ley de Desamortización de Mendizábal (1836). Dicho museo fue absorbido por el Prado en 1872.

Tras el destronamiento de la reina Isabel II de España en 1868, el Museo Real pasó a ser nacional, medida ya irreversible tras absorber al de la Trinidad. Después se fueron integrando en él otras instituciones, entre la que destaca especialmente el Museo Nacional de Arte Moderno en 1971 —cuya sección del siglo XX se integra hoy en el Museo Reina Sofía—. La incorporación de las colecciones del Museo de Arte Moderno, trajeron aparejado, además, el ingreso de las colecciones de otros museos más, por entonces también desaparecidos: El Museo de Ultramar y el Museo Iconográfico, que obligarían a la institución a incrementar su política de difusión de fondos, mediante la creación de depósitos estables de obras de arte en otras instituciones publicas y privadas, dentro y fuera de la Península.

Las majas vestida y desnuda, de Goya, en las salas del Museo del Prado.

Durante el siglo XIX y buena parte del XX, el Prado vivió una situación de cierta precariedad, pues el Estado le brindó un apoyo y recursos insuficientes. Las deficientes medidas de seguridad, con una parte del personal del museo residiendo en él y montones de leña almacenados para las estufas, provocaron la alarma de algunos entendidos. Es conocido el artículo de Mariano de Cavia, que informaba de un (ficticio) incendio que había arrasado el Prado. Los madrileños se acercaron al lugar alarmados, y la falsa noticia ayudó a la adopción de algunas mejoras de urgencia.

A pesar de diversas ampliaciones de alcance menor, el Prado sufría limitaciones de espacio, más graves a partir de los años 60, cuando el boom turístico disparó el número de visitantes. Poco a poco, la pinacoteca se adaptó a las nuevas exigencias técnicas; el sistema de filtraje y control del aire se instaló en los años 80, coincidiendo con la restauración de muchas pinturas de Velázquez. El tejado, construido con materiales dispares y mediante sucesivos remiendos, sufrió ocasionales goteras, hasta que en 1995 se convocó un concurso restringido para su remodelación integral, ganado por los arquitectos Dionisio Hernández Gil y Rafael Olalquiaga, ejecutándose las obras entre 1996 y 2001.[2]


En 1995, un acuerdo parlamentario suscrito por los dos principales partidos, PP y PSOE, puso al museo a salvo de los vaivenes políticos y proporcionó la calma necesaria para un proceso de modernización, que incluía cambios jurídicos además de la ampliación. Ésta, tras un controvertido concurso de ideas, fue adjudicada al arquitecto Rafael Moneo, ya bien conocido en estas lides por sus trabajos en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida y el Museo Thyssen-Bornemisza.

Directores del Museo

La dirección del Museo del Prado, desde su fundación al momento presente se desarrolla en tres grandes etapas:

  1. Los Grandes de España (Marqués de Santa Cruz, Príncipe de Anglona, Duque de Híjar), que asumieron labores administrativas ayudados para las cuestiones artísticas de Vicente López, primer pintor de Cámara de Fernando VII.
  2. Pintores de Corte, Académicos o Artistas de gran reputación que asumieron efectivamente el cargo, (José de Madrazo, Juan Antonio de Ribera, Federico de Madrazo, Antonio Gisbert, Francisco Sans Cabot, Vicente Palmaroli, Francisco Pradilla o José Villegas, entre otros).
  3. Profesionales del mundo del arte (Aureliano de Beruete y Moret, Francisco Javier Sánchez Cantón, Diego Angulo Íñiguez, José Manuel Pita Andrade, Alfonso E. Pérez Sánchez, Xavier de Salas, Francisco Calvo Serraller, José María Luzón Nogué, Fernando Checa Cremades o el actual director, Miguel Zugaza Miranda).

Colecciones

Formación

La Colección Real

El núcleo original de las colecciones del Museo del Prado procede de la monarquía española. Los Reyes de España fueron coleccionistas de arte durante tres siglos, y repartieron sus adquisiciones y encargos por las numerosas residencias que acumularon en toda la Península Ibérica: el Alcázar, el Pardo, la Torre de la Parada, el Buen Retiro, La Granja de San Ildefonso, Aranjuez, así como los monasterios de Yuste y el Escorial.

  • Los Habsburgo: Carlos I encargó mayoritariamente retratos y obras religiosas con un fin práctico, sin ánimo de coleccionar. Fue su hijo Felipe II quien empezó a valorar la Colección Real como un tesoro a preservar, y la adscribió a la Corona como patrimonio indivisible. El llamado «Rey prudente» reunió numerosas pinturas compradas por su padre, y otras que procedían de la colección de su tía, María de Hungría. Añadió importantes obras a las colecciones de la corona, como las significativas pinturas de El Bosco. Felipe III no contó con artistas de renombre internacional a su servicio como su padre y su abuelo, y fue su hijo Felipe IV quien otorgó a la colección de la corona española una categoría superior entre las colecciones reales europeas, en buena medida debido a la construcción y decoración del Palacio del Buen Retiro.[3]​ Felipe IV, además tuvo a su servicio a Velázquez durante cuarenta años. Carlos II, pese a vivir en una de las épocas más críticas de la Historia de España, consiguió lo que ninguno de sus antecesores había logrado: traer al servicio de España al artista de mayor reputación en Europa, Lucás Jordán, desde Nápoles para encargarle numerosas obras reales, retratos y decoraciones, y además preservó la unidad de la colección; así, impidió que la gran Adoración de los magos de Rubens fuese regalada por su esposa Mariana de Neoburgo a un noble extranjero.
  • Tras la etapa napoleónica, que culminó con la huida de José I con un importante botín de pinturas de la Colección Real (ahora en parte en Apsley House, Londres[4]​), Fernando VII, con el impulso imprescindible de su esposa Isabel de Braganza culminó un proyecto esbozado ya en tiempos de su padre: la fundación de un museo a la imagen del Louvre de París, que exhibiera las piezas más escogidas de la colección del Rey de España. Fernando aportó dinero de su «bolsa personal» o «bolsillo secreto» (el equivalente a los fondos reservados de hoy día, remozó el edificio proyectado por Carlos III e inauguró el Museo del Prado el 19 de noviembre de 1819, como un edificio privado de la Corona. El museo, con la denominación de Museo Real, se mantuvo como propiedad de los reyes hasta el destronamiento de Isabel II de España (1868). Ya anteriormente había eludido un gravísimo peligro, cuando se planteó, por cuestiones hereditarias, dividir entre la reina y su hermana. Este problema pudo solucionarse felizmente al llegarse al acuerdo de que la reina pagara a su hermana María Luisa Fernanda la parte que le correspondía en metálico, quedándose ella con la totalidad de la colección. La fusión del Prado con el Museo de la Trinidad terminó por afianzar su nueva condición de Museo Nacional.
Los principales artífices de la colección real de pintura
Carlos I (15001558)
Tiziano
Comenzó la colección y tuvo predilección por Tiziano.
Felipe II (15271598)
Sofonisba Anguissola
Continuó con Tiziano y cimentó la colección de pintura flamenca del siglo XVI, especialmente El Bosco y Moro.
Felipe IV (16051665)
Velázquez
Enriqueció considerablemente la colección, sobre todo con Velázquez, Rubens y pintura italiana.
Isabel de Farnesio (16921766)
Jean Ranc
Formó la colección de Murillo, compró las esculturas de Cristina de Suecia y hasta 351 de sus pinturas ingresaron en el Prado.

El Museo de la Trinidad

Nuevas adquisiciones

Secciones

Las Meninas, de Velázquez.

Pintura

Escuelas
Escuela española

Con gran diferencia, la mayor y más importante colección del mundo. Cronológicamente abarca desde murales románicos del siglo XII hasta el final del siglo XIX. Sus ricas colecciones incluyen pintura medieval, con Bartolomé Bermejo, Juan de Flandes y Berruguete, renacentista, con autores como Pedro Machuca, Juan de Juanes y Juan Correa de Vivar, manierista con el protagonismo absoluto de El Greco, y barroca con Zurbarán, Ribera, Murillo y Velázquez. Sólo las colecciones de estos cuatro autores suman 200 pinturas. Del siglo XVIII, destacan principalmente Goya, los bodegones de Luis Meléndez y la variada colección de Luis Paret, considerado el mejor pintor español de estilo rococó. Desde hace muchos años se trabaja en la puesta en valor de la pintura española del siglo XIX posterior a Goya, que incluye riquísimos y muy caudalosos fondos desde el Neoclasicismo hasta Sorolla; las pinturas de este siglo suman casi 3.700 obras en total (casi la mitad de todas las pinturas del museo). Entre las últimas novedades de la colección española, destacan las compras de La condesa de Chinchón de Goya, El barbero del Papa de Velázquez y la Colección Naseiro de bodegones, que ha cubierto múltiples lagunas dentro de tal temática.

Escuela italiana

Desde el primer Renacimiento, con unos pocos ejemplos de Fra Angélico (La Anunciación), Mantegna, Antonello da Messina y Botticelli, hasta el siglo XVIII (Tiépolo y Corrado Giaquinto). También, ocho obras de Rafael y su taller (Retrato de cardenal, Sagrada Familia del cordero), obras maestras de Correggio, Bronzino, Parmigianino, Andrea del Sarto (Virgen de la escalera), Sebastiano del Piombo, Federico Barocci, Annibale Carracci, Caravaggio (David vencedor de Goliat), Guido Reni, Guercino, Artemisia Gentileschi, Luca Giordano... y la mayor colección mundial de la escuela veneciana (Tiziano, Tintoretto, Veronés y Bassano).

La sala de Tiziano.
Escuelas flamenca y holandesa

Primitivos flamencos como Robert Campin (con 3 obras de las aproximadamente 20 que se le atribuyen), Weyden (El descendimiento de la cruz), Dieric Bouts, Petrus Christus y Hans Memling, y la mejor colección de El Bosco. Igualmente sobresalientes son las pinturas de Patinir, El Triunfo de la Muerte de Pieter Brueghel el Viejo y varias de Quentin Metsys y Pieter Coecke. Pintura flamenca del siglo XVII: una enorme colección de Rubens, más de 25 cuadros de van Dyck, varios de Jacob Jordaens, incluyendo su Autorretrato con su familia, y la serie de Los Cuatro Sentidos de Brueghel. Es la mejor colección flamenca del mundo, a la que sólo se le puede comparar la del Kunsthistorisches Museum (Museo de Historia del Arte), de Viena. La pintura holandesa del XVII tiene una presencia mucho más corta, aunque incluye La reina Artemisa de Rembrandt y ejemplos de Gabriel Metsu, Willem Claesz Heda, Adriaen van Ostade, Mathias Stomer, Jacob Ruysdael y Philips Wouwerman.

Escuela francesa

Apenas hay ejemplos anteriores a 1600, aunque los siglo XVIIsiglos XVII y XVIII cuentan con obras magistrales de Poussin, como El Triunfo de David y El Parnaso. Claudio de Lorena cuenta con varios paisajes sobresalientes, y hay un par de ejemplos de Simon Vouet. El tenebrismo cuenta con ejemplos llamativos de Georges de La Tour y Valentin de Boulogne. Retratistas de los borbones españoles, como Jean Ranc y Van Loo, así como de los franceses (Hyacinthe Rigaud y Antoine-François Callet) tienen presencia junto a maestros rococós como Watteau y Boucher.

Escuela alemana

Reducida en número, pero de gran calidad. Cuatro de las obras maestras de Alberto Durero, entre ellas su Autorretrato de 1498 y la pareja de tablas de Adán y Eva, así como una Virgen y dos curiosas escenas de cacería de Lucas Cranach, dos alegorías muy importantes de Hans Baldung Grien y, ya del siglo XVIII, un rico grupo de retratos de Anton Raphael Mengs.

Escuela inglesa

Existe una pequeña colección de pintura inglesa, tanto de artistas nativos como de extranjeros que trabajaron de forma estable en aquel país: Thomas Gainsborough, Joshua Reynolds, Thomas Lawrence, David Roberts y ya de la época victoriana, Lawrence Alma-Tadema. Casi todas estas obras fueron adquiridas en la década de 1950 con los fondos inicialmente destinados a comprar el Retrato de la Marquesa de Santa Cruz, de Goya, que finalmente acabó por incorporarse a las colecciones del museo en 1986.

Pintores representados

Por orden alfabético


Galería

Dibujos y estampas

Sobresale la colección de dibujos de Goya, la más amplia del mundo. Junto a ella, la colección de dibujos españoles del siglo XIX, con más de 3.000 obras originales, es de extraordinaria importancia. Es sumamente raro un gran dibujo de Juan Guas. Las colecciones de dibujos extranjeros son más desiguales, aunque incluyen notables ejemplos italianos, de autores como Giorgio Vasari (San Lucas pintando a la Virgen) y Annibale Carracci. De manera sorprendente, en fecha reciente se identificaron dos bocetos de Miguel Ángel para la Capilla Sixtina.

Escultura

Escultura griega y romana, también del siglo XVI y posterior. Destacan las Musas que pertenecieron a Cristina de Suecia, y que tras la última ampliación se ubican en el recibidor oval, bajo la sala de Las Meninas. Asimismo, es reseñable el conjunto de esculturas renacentistas debidas a los broncistas italianos Leone y Pompeo Leoni, que se exponen en el restaurado Claustro de los Jerónimos. También pertenecen al Prado dos rarísimas esculturas de El Greco y la obra maestra de Pedro de Mena, La Magdalena penitente.

Vaso de la Montería (detalle), una de las piezas del Tesoro del Delfín.


Artes decorativas

El Tesoro del Delfín, valiosa colección de orfebrería y gemas talladas. Además el Museo guarda una rica colección de tapices, armaduras porcelanas, así como el caudaloso monetario que fue de Alberto Bosch.

El "Prado disperso"

Obras expuestas cedidas en depósito por terceros

La sede

Edificio Villanueva

El edificio diseñado por Juan de Villanueva, en su concepción original, está formado por un cuerpo central terminado en ábside, al que flanquean dos galerías alargadas que terminan en pabellones cuadrados, uno a cada extremo. Dicho esquema fue ampliamente modificado, primero para adaptar al uso de pinacoteca un edificio que había sido concebido para Museo de Ciencias, y después en las sucesivas ampliaciones que se fueron relizando, y que afectaron sobre todo a la fachada que mira a la iglesia de los Jerónimos.

El cuerpo central destaca en planta y en alzado por un gran pórico compuesto por seis columnas de orden toscano, un entablamento, una cornisa y un ático que lo remata. Esta fachada es el acceso principal, orientado hacia el Paseo del Prado, y presenta la originalidad de no disponer sobre la columnata del característico frontón triangular, sino de uno con forma rectangular, adornado por un friso escultórico obra de Ramón Barba, representando una alegoría del rey Fernando VII como protector de las ciencias, las artes y la técnica. En su cara posterior, esta sección central termina en forma semicircular o absidial, de tal modo que su plano adopta forma basilical. Originariamente, dicha estancia abarcaba las dos plantas de altura, y a finales del XIX se dividió en dos pisos. El inferior era la sala de juntas, hasta su reciente conversión en recibidor. La planta superior es la actual sala 12, presidida por Las Meninas.

Planta del antiguo Museo del Prado, antes de su última ampliación.

Las dos galerías laterales tienen dos plantas en altura. La inferior con unos ventanales profundos y alargados que acaban en arco de medio punto y la superior con una galería de columnas jónicas (en la actualidad hay un tercer piso retranqueado, obra posterior).

La fachada norte presenta un pórtico con dos columnas jónicas y sobre ellas un entablamento liso. Esta fachada corresponde a la segunda planta del edificio. Cuando se construyó el edificio, la primera planta quedaba, por ese lado, bajo el nivel del terreno, que por aquella época bajaba en una pequeña cuesta hasta el paseo del Prado, hasta que más tarde se desmontó este desnivel hasta ponerlo a la misma altura que el suelo real del monumento. Hubo que construir una escalinata para su acceso (1882).

Vista de la fachada norte original del Museo del Prado (Entrada al Real Museo por el Lado de San Jerónimo, de Fernando Brambila).

La fachada sur (que da a la plaza de Murillo, frente al Jardín Botánico) está formada por un vano adintelado, de acceso al interior, y una logia o galería con seis columnas de orden corintio sobre las que se apoya un entablamento.

El interior del edificio es abovedado en sus salas centrales. El vestíbulo de la entrada norte está formado por una rotonda con ocho columnas jónicas cuya bóveda tiene decoración de casetones.

En el exterior, frente a la fachada principal, está ubicada la estatua de Velázquez, obra del escultor Aniceto Marinas. El pedestal es de Vicente Lampérez. Tiene una dedicatoria: Los artistas españoles, por iniciativa del Círculo de Bellas Artes, 1899. Este monumento se inauguró el día 14 de junio de ese mismo año con la presencia de la Reina Regente y de Alfonso XIII. Fue una ceremonia muy emotiva en la que se rindió homenaje y reconocimiento al gran pintor Velázquez y a la pintura española. Además de los reyes acudieron al acto:

  • Como delegados de Francia, los pintores Jean Paul Laurens y Carolus Duran. Depositaron coronas con cintas que llevaban los colores franceses y en las que podía leerse: «Au grand Velázquez, les peintres français».
  • Los embajadores de Alemania y Austria.
  • Edward Poynter, director de la Royal Academy y de la Royal Gallery de Londres.
  • Mariano Benlliure, en nombre de los artistas de Roma.
  • Representación de la Academia de Bellas Artes y Ayuntamiento de Sevilla.
  • Asociación de Escritores y Artistas.
  • Escuela de Bellas Artes de Madrid, Barcelona y Valladolid.
  • Sociedad de Arquitectura, Ayuntamiento, Diputación y Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Existen además, junto a sus puertas principales, otros dos monumentos del siglo XIX, dedicados a Goya, obra del escultor valenciano Mariano Benlliure, y a Murillo.[5]

Ampliaciones y reformas

Entre las reformas más importantes de edificio concebido por Villanueva, cabe citar, por orden cronológico, la de Narciso Pascual y Colomer, que diseñó la basílica y el ábside del cuerpo central (1853); la de Francisco Jareño, que desmonta la cuesta por la que se accedía a la fachada norte y crea una escalera monumental, abriendo ventanas en la parte baja (1882 y 1885); en 1927, Fernando Arbós y Tremanti construyó dos pabellones en la parte posterior del edificio; hacia la mitad del siglo se llevó a cabo la reforma de Pedro de Muguruza, con una remodelación de la galería central y una nueva escalera para la fachada norte (que contó con bastantes críticas, ya que destruyó la espléndida escalera ideada por Jareño), con la intención de dar más luz a la zona de la cripta; Chueca Goitia y Lorente realizaron a su vez ampliaciones en las salas (1956 y 1967). La incorporación del Casón del Buen Retiro, para albergar las colecciones de pintura de los siglos XIX y XX, se decidió en 1971.

Cubo de Moneo, junto a la iglesia de los Jerónimos.

Claustro de los Jerónimos

Siguiendo el proyecto de Rafael Moneo, en 2007 se culminó la mayor ampliación del Museo en sus casi doscientos años de historia. Esta ampliación no supuso cambios sustanciales para el Edificio Villanueva, y se plasmó en una prolongación hacia el claustro de los Jerónimos (el llamado Cubo de Moneo) a fin de que el museo contase con espacio suficiente para sus crecientes necesidades.

La conexión entre ambos edificios es subterránea, pues aprovecha y cubre el desnivel entre los Jerónimos (calle Ruiz de Alarcón) y el Paseo del Prado. Las mejoras más visibles de esta intervención incidieron en la atención al visitante (entrada, bar-restaurante, taquillas, tienda), la ampliación de los espacios expositivos, con cuatro nuevas salas para exposiciones temporales en dos plantas y la habilitación del claustro como sala de escultura de Leone y Pompeo Leoni; un auditorio nuevo y una sala de conferencias, así como otros espacios de uso interno (restauración y almacenes). Esta ampliación se presentó el 27 de abril de 2007 si bien la inauguración oficial no tuvo lugar hasta medio año después, el 30 de octubre, con una selección de la colección de pintura española del siglo XIX, que había permanecido almacenada unos once años.

La incidencia definitiva de la ampliación no será totalmente perceptible hasta 2010-12, ya que falta por reordenar toda la colección expuesta y sumarle más piezas.[6]​ El traslado de los almacenes y equipos científicos al Cubo de Moneo liberó 25 salas del edificio principal que serán acondicionadas gradualmente. Los responsables del museo estiman en un 50% el incremento de obras expuestas, unas 450-500, que en un porcentaje importante corresponderían al siglo XIX, tradicionalmente subestimado.

Casón del Buen Retiro

Salón de Reinos

Antigua sede de Aldeasa

Palacio de los Águila (Ávila)

El Museo y la sociedad

Como primera institución cultural española, el Prado es un organismo público, sostenido con los impuestos de los ciudadanos, pero que a su vez es objeto de numerosas atenciones de toda la sociedad. Muchas iniciativas se materializan en forma de donaciones y legados. A lo largo de su historia, el Prado ha acogido muy distintos legados de colecciones y de obras de arte de propietarios particulares que han querido contribuir al enriquecimiento del patrimonio público español en su más importante y famosa colección. Así son especialmente conocidos los Legados Errazu, Fernández Durán o Pablo Bosch, y más recientemente el de la Marquesa de Balboa, que han legado a perpetuidad importantes conjuntos de obras a las colecciones del Prado, uniendo para siempre su nombre al del Museo. Grandes instituciones privadas recurren ahora a la forma de dación en pago de impuestos, para colaborar económicamente con el enriquecimiento de la pinacoteca, que puede así comprar de forma ágil costosas obras de arte en el mercado. Por último, hay que mencionar la generosidad de algunos particulares que han donado importantes cantidades económicas al Museo con el fin de que se adquieran nuevas obras o de proveerlo de nuevas instalaciones, como hizo a su muerte Fernando Villaescusa y como acaba de hacer S. M. Don Juan Carlos I, al donar íntegramente la cuantía del premio que le ha otorgado la Mutua Madrileña al Prado.

El Museo organiza periódicamente exposiciones públicas de arte, fundamentalmente de pintura, relacionadas por lo general con la riqueza específica de sus propias colecciones históricas, aunque en excepcionales ocasiones acoge exposiciones que complementan las grandes ausencias de obras de algunos importantes artistas en el Museo. Así, realiza además ciclos de conferencias y de conciertos, también en conexión con la propia tradición histórica del Prado, que son de acceso público y gratuito y desarrolla una amplísima labor difusora del conocimiento de sus colecciones a través de ambiciosos programas educativos destinados a centros docentes fuera y dentro de la Comunidad de Madrid.

Actividad científica del Museo del Prado

El Museo Nacional del Prado cuenta con un importante número de investigadores en sus distintas Áreas de Conservación, y establece colaboraciones con otros reputados investigadores e historiadores del Arte para desarrollar algunos de sus proyectos más importantes. Además, de forma continua, publica un Boletín en el que prestigiosos autores estudian aspectos inéditos de muchas de sus obras, así como un amplio número de catálogos de exposiciones y catálogos razonados de sus cuantiosas colecciones. Cuenta con un gabinete técnico y un laboratorio químico en el que se hacen estudios de las obras de su colección o de otras obras importantes, en relación con campañas de restauración. El Museo, además, a través de su Área de Educación, organiza Cursos de Alta Especialización, Congresos internacionales y symposia.

  • En el contexto del último encuentro internacional de expertos sobre Goya celebrado en la institución en el mes de junio de 2008, el equipo científico del Museo del Prado ha adelantado algunas conclusiones de un estudio que aparecerá completo en el Boletín del Museo del Prado y que determina la verdadera autoría del cuadro conocido como El Coloso, interpretando las siglas "A. J." que aparece en el ángulo inferior izquierdo como la firma de Ascensio Juliá, el más estrecho colaborador de Goya.[7]

Política de exposiciones del Museo

El Museo Nacional del Prado lleva a cabo una intensa política de exposiciones temporales que revisa, conmemora y da a conocer los aspectos de la Historia del Arte que más estrechamente se relacionan con sus propias colecciones, o que la complementan. Así, el Prado ha repasado a través de exposiciones temporales los grandes núcleos de interés de sus colecciones, desde la pintura medieval hasta la del siglo XIX,[8]​ pasando por los aspectos más llamativos de sus colecciones como Patinir,[9]Durero,[10]Tiziano,[11]Tintoretto,[12]Velázquez,[13]Murillo,[14]El Greco[15]​ o Goya,[16]​ o de los artistas que no tienen representación a pesar de tratarse de grandes pintores de la Historia, como Vermeer,[17]​ así como algunos de los coleccionistas más importantes relacionados con su historia, como Felipe II,[18]Felipe IV,[19]Cristina de Suecia, Carlos I de Inglaterra,[20]Felipe V[21]​ o Ramón de Errazu.[22]

Desde abril de 2007 y coincidiendo con la apertura de la ampliación de la Pinacoteca, dio comienzo una nueva política de exposiciones que asume la exhibición de obras de artistas contemporáneos. Hasta ahora se han celebrado ya una exposición de fotografías de Museos de Thomas Struth,[23]​ que se convirtió así en el primer artista vivo que expone en el Prado desde el siglo XIX, también se ha visto una selección de obras de artistas españolas en activo con las colecciones del Prado como referencia en común,[24]​ un happening de Miquel Barceló acompañado del coreógrafo Josef Nadj,[25]​ una de Cy Twombly[26]​ inspirada en la Batalla de Lepanto y una antológica de Francis Bacon,[27]​ que redefinen así la misión sustancial del Prado en la cultura española y le implican directamente en la acción del Estado sobre el arte actual. Este nuevo rumbo del Museo ha suscitado importantes críticas por reconocidos expertos en el campo de la museología y la historia del arte.[28]​ De hecho, se ha considerado que esta nueva programación podría afectar de algún modo al Decreto que marca el límite de la actividad museística entre los dos grandes museos nacionales españoles de pintura y que señala que los artistas nacidos después de 1881, año del nacimiento de Picasso, corresponden salvo algunas excepciones que están especificadas en ese documento legal, al Museo Reina Sofía, cuya acción quedaría menoscabada por la acción del Prado.[29]


Algunas curiosidades

  • Ningún museo o colección en el mundo alberga tantas y tan importantes obras de los siguientes artistas como el Museo del Prado:
  • Goya (133 pinturas, incluyendo casi todos sus cartones para tapices).
  • Tiziano (40 pinturas), junto con importantes series de Tintoretto y Veronés.
  • El Greco (36).
  • Patinir (varias de sus obras maestras, de su cortísima producción).
  • Rubens (alrededor de 80 obras, algunas pintadas a dúo con otros artistas).
  • Velázquez (unas 45 pinturas, de las apenas 125 catalogadas).
  • Eduardo Rosales, con casi 200 obras, entre pinturas y dibujos.
  • Se guarda también el Retrato ecuestre de la reina Margarita del pintor Bartolomé González, mostrando dos de las joyas más famosas del Joyero de la Corona de España: la perla llamada Peregrina (que actualmente se cree identificar por algunos con la que está en poder de Elizabeth Taylor) y el diamante el Estanque, hallado en tierra de Madrid y tallado por Jacome Trezzo.
  • Se encuentran asimismo las pinturas con que Goya decoró su finca de Madrid llamada «La quinta del sordo». Adquirida la propiedad por el barón Emil d’Erlanger, ordenó su traslado a lienzo y, tras presentarlas en París, al no despertar el interés del Museo del Louvre, decidió legarlas al Prado.
  • El museo conserva las comúnmente consideradas 3 mayores obras maestras de El Bosco: Los trípticos del Jardín de las Delicias, el Carro del Heno y la Adoración de los Magos. Proceden de la colección personal de Felipe II, que sentía tanta pasión por este enigmático pintor, que ordenó comprar cuantas obras suyas se pudiese, haciendo copiar algunas que no consiguió.
  • En sus inicios, el museo abría apenas dos o tres días a la semana, y cerraba siempre que llovía, se supone que para evitar masificaciones y suciedad. Por otro lado, durante un tiempo las salas de escultura no estuvieron debidamente pavimentadas, y el polvo debía eliminarse regando el suelo con agua, aunque pronto se esteró y posteriormente se instaló tarima de madera en casi todas las salas. Por cuestiones de seguridad, la madera fue sustituida por mármol después de los años 30.

Localización del museo

Para ver la localización exacta, en el plano de Madrid, pulse aquí.

Notas y referencias

Notas

  1. [1]
  2. Museo Nacional del Prado. «Enciclopedia On-Line/Hernández Gil, Dionisio y Rafael Olalquiaga Soriano.». Consultado el 28-4-9. 
  3. Jonathan Brown, J. H. Elliott, Un palacio para el rey: El Buen Retiro y la corte de Felipe IV, Madrid, Revista de Occidente, 1981, # ISBN: 84-292-5111-1
  4. http://www.museodelprado.es/es/submenu/enciclopedia/buscador/voz/equipaje-del-rey-jose-y-coleccion-del-duque-de-wellington/
  5. María de los Santos García Felguera La fortuna de Murillo (1682-1900), Sevilla, 1989, # ISBN: 84-7798-029-2
  6. [2]
  7. http://www.diarioya.es/content/el-prado-sigue-con-su-honrado-an%C3%A1lisis-de-el-coloso
  8. http://www.elmundo.es/elmundo/2007/10/27/cultura/1193513777.html
  9. http://www.abc.es/hemeroteca/historico-21-06-2007/abc/Cultura/el-prado-rescata-a-patinir-pintor-de-culto-y-padre-del-paisaje_1633827382336.html
  10. http://www.elmundo.es/elmundo/2005/03/04/cultura/1109949040.html
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  12. http://www.elpais.com/articulo/cultura/Prado/recibe/Tintoretto/elpepucul/20070126elpepucul_5/Tes
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  28. http://www.abc.es/hemeroteca/historico-08-04-2004/abc/Cultura/quien-dirige-el-prado_962868091902.html
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  30. Museo del Prado. «Enciclopedia del Prado/Cronología del Museo/1941». Consultado el 28-4-9. 
  31. Museo del Prado. «Enciclopedia On-Line/Dama de Elche (anónimo)». Consultado el 29-4-9. 

Referencias bibliográficas

  • BALIS, A.; DÍAZ, M.;VAN DE VELDE, C.; VLIEGHE, H. (1991). La pintura flamenca en el Prado. Fonds Mercator. ISBN 84-87007-54-6. 
  • BETTAGNO, Alessandro; BROWN, Christopher; CALVO, Francisco; HASKELL Francis; PÉREZ, Alfonso (1996). El Museo del Prado. Fonds Mercator. ISBN 90-6153-363-5. 
  • Varios Autores (2006). La enciclopedia del Museo del Prado. Tf. Editores. ISBN 84-96209-60-1. 

Véase también

Enlaces externos