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Catalina de Aragón

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Catalina de Aragón
Reina consorte de Inglaterra
Infanta de Aragón y Castilla
Reina consorte de Inglaterra
11 de junio de 1509 - 23 de mayo de 1533
Predecesor Isabel de York
Sucesor Ana Bolena
Princesa consorte de Gales
14 de noviembre de 1501 - 2 de abril de 1502
Predecesor Ana Neville
Sucesor Carolina de Brandeburgo-Ansbach
Información personal
Coronación 24 de junio de 1509
Nacimiento 15 de diciembre de 1485
Palacio Arzobispal, Alcalá de Henares, España
Fallecimiento 7 de enero de 1536 (50 años)
Castillo de Kimbolton, Kimbolton, Cambridgeshire, Inglaterra
Sepultura Abadía de Peterborough
Familia
Casa real Casa de Trastámara
Padre Fernando II de Aragón
Madre Isabel I de Castilla
Consorte
  • Hijos

  • Firma Firma de Catalina de Aragón

    Catalina de Aragón, (Alcalá de Henares, Corona de Castilla, 16 de diciembre de 1485 - Castillo de Kimbolton, Inglaterra, 7 de enero de 1536) fue Reina de Inglaterra desde 1509 hasta 1533 como la primera esposa del Rey Enrique VIII y madre de María I de Inglaterra; anteriormente fue Princesa de Gales como esposa de Arturo, Príncipe de Gales.

    Hija de la reina Isabel I de Castilla y del rey Fernando II de Aragón, Catalina tenía tres años cuando fue prometida en matrimonio al Príncipe Arturo, primero en la línea de sucesión al trono inglés. Se casaron en 1501, y Arturo falleció cinco meses después. En 1507, actuó como embajadora para la Corte Española en Inglaterra, convirtiéndose en la primera mujer embajadora de la historia Europea.[1]​ Posteriormente, en 1509 Catalina contrajo matrimonio con Enrique, que había recientemente sucedido al trono y además era el hermano menor de Arturo. Durante seis meses en 1513, sirvió como regente de Inglaterra mientras Enrique VIII estaba en Francia. Durante ese tiempo, los ingleses resultaron victoriosos en la Batalla de Flodden Field contra los escoceses, un evento en el que Catalina desempeñó un papel importante.[2]

    Por 1525, Enrique VIII estaba locamente enamorado de su amante, Ana Bolena, e insatisfecho con su matrimonio con Catalina que no había producido ningún varón superviviente, dejando a su hija, la futura María I de Inglaterra, como heredera presunta durante una época en la cual no había ningún antecedente establecido para que una mujer sucediera al trono. Enrique buscó una manera de que se declara nulo su matrimonio, poniendo en marcha una cadena de acontecimientos que condujeron a la ruptura de Inglaterra con la Iglesia Católica. Cuando Clemente VII rehusó la declaración de nulidad el matrimonio, Enrique le desafió asumiendo la supremacía sobre asuntos religiosos. En 1533 el matrimonio fue declarado inválido y Enrique se casó con Ana Bolena en juicio del clero en Inglaterra y sin referencia al Papa. Catalina se negó a reconocer oficialmente a Enrique como jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra y se consideraba la esposa legítima del rey tanto como la verdadera reina, atrayendo mucha simpatía popular.[3]​ A pesar de esto, Enrique sólo la reconoció como Princesa Viuda. Después de ser desterrada de la Corte, pasó el resto de su vida en el Castillo de Kimbolton donde murió el 7 de enero de 1536. Los súbditos ingleses de Catalina la tenían en alta estima y su muerte desencadenó un periodo de luto tremendo entre la gente inglesa.[4]

    El libro controvertido "De institutione feminae christianae" por Juan Luis Vives, que afirmaba que las mujeres tienen derecho a una educación, fue encargado por y dedicado a ella. Tal fue la impresión que Catalina causó en la gente que, incluso su enemigo Thomas Cromwell, dijo de ella "Si no fuera por su sexo, podría haber desafiado a todos los héroes de la historia."[5]​ La reina obtuvo una apelación exitosa por la vida de los rebeldes involucrados en Evil May Day por el bien de sus familias.[6]​ Catalina también se ganó la admiración generalizada por iniciar un amplio programa para el socorro de los pobres.[7][6]​ La reina fue mecenas del Humanismo Renacentista y amiga de los grandes eruditos Erasmo de Rotterdam y Tomás Moro.[7]

    Infanta de Aragón y Castilla

    Retrato por Juan de Flandes de Catalina a los once años. Muestra un gran parecido con su hermana, la reina Juana de Castilla.

    Nacida en el Palacio arzobispal de Alcalá de Henares, el 15 de diciembre de 1485, fue la menor de las hijas del rey Fernando II de Aragón y de la reina Isabel I de Castilla. Catalina era la que más se parecía físicamente a su madre: tenía los ojos azules, era de baja estatura[8]​ con el pelo largo y rojizo-dorado, además de tener una cara redonda y la tez pálida.[9]​ Descendía, por la línea materna, de la Casa Real Inglesa; su bisabuela Catalina de Lancaster, por quien le pusieron el nombre, y su tatarabuela Felipa de Lancaster ambas eran hijas de Juan de Gante, y nietas de Eduardo III de Inglaterra. Por ello, era prima en cuarto grado de Enrique VII y de su esposa Isabel de York, padres de Enrique VIII.

    Catalina recibió la educación que se le daba entonces a una futura reina, siendo educada por Alessandro Geraldini, miembro de las Sagradas Órdenes. Estudió derecho canónico y civil, la aritmética, literatura clásica, genealogía y heráldica, historia, filosofía, religión y teología. Tuvo una crianza muy religiosa y desarrolló una fe que desempeñaría un gran papel en su etapa de madurez.[10]​ Aprendió a hablar, leer y escribir en castellano y latín además de hablar francés y griego. También se la instruyó en habilidades domésticas como la cocina, la danza, el dibujo, el bordado, los buenos modales, hacer encaje, la música, la costura, el hilado y el tejido.[11]​ Más tarde el gran erudito Erasmo dijo que a Catalina le "encantaba la buena literatura y que la había estudiado con éxito desde la niñez."[12]​ Por lo tanto Catalina llegó a ser excepcionalmente culta para la época, incluso como reina. Según las crónicas inglesas de la época, Catalina poseía unas cualidades intelectuales con las que pocas reinas podían rivalizar.[13]

    A los seis años contempló la toma de Granada (1492). Allí se quedó a vivir con sus padres, instalándose más tarde en la cercana Santa Fe. Sus padres estaban tejiendo una red de alianzas matrimoniales en contra de Francia: Juan y Juana con los Habsburgo; Isabel y María de Aragón con Portugal.

    Desde muy temprana edad, se le consideraba a Catalina como una esposa adecuada para Arturo, Príncipe de Gales, primero en la línea de sucesión al trono inglés, gracias a la ascendencia inglesa que heredó ella de su madre. Por parte de su madre, Catalina gozaba de un reclamo legítimo al trono inglés más fuerte que aquel de Enrique VII mediante las dos primeras esposas de Juan de Gante, primer Duque de Lancaster: Blanca de Lancaster y Constanza de Castilla. Por el contrario, Enrique VII era el descendiente del casamiento entre Juan de Gante y Catalina de Roet-Swynford, cuyos hijos nacieron fuera de matrimonio, siendo legitimados solamente después de la muerte de Constanza y el matrimonio sucesivo de Juan con Catalina. A pesar de ser legitimados, los hijos de Juan y Catalina fueron prohibidos de jamás heredar el trono inglés, una restricción que se ignoró en las siguientes generaciones. A causa de la ascendencia de Enrique VII a través de hijos ilegítimos prohibidos de suceder al trono inglés, la monarquía Tudor no era reconocida oficialmente por todos los reinos Europeos. Durante esa época la Casa de Trastámara era la más prestigiosa de Europa[14]​ gracias al reinado de los Reyes Católicos y por lo tanto la alianza de Catalina y Arturo validó la Casa de Tudor a ojos de la realeza europea y reforzó el reclamo Tudor al trono inglés mediante el linaje de Catalina de Aragón. También le habría otorgado un reclamo indisputable a un heredero varón. Se celebró un matrimonio por poderes entre ambos el 19 de mayo de 1499 y se escribían en latín hasta que Arturo cumplió los quince años, cuando se decidió que eran lo suficientemente mayores para contraer matrimonio.[15]​ Cuando Catalina de Aragón viajó hasta Londres, trajo consigo un grupo de acomodadores africanos, uno de ellos siendo identificado como el trompetero John Blanke.[16]​ Éstos son los primeros africanos documentados en llegar a Londres durante esa época y se consideraban como criados de lujo. Causaron una gran impresión en cuanto a la princesa y al poder de su familia.[17]

    Princesa de Gales

    Arturo alrededor del tiempo de su matrimonio, hacia 1501
    Retrato de una princesa, posiblemente Catalina de Aragón, hacia 1502, por Michael Sittow, a principios del siglo 16, Museo Kunsthistorisches, Viena.[18][19]

    La política de los Reyes Católicos fue de aislar a Francia. En consonancia con esa política, Catalina fue prometida en matrimonio el 26 de marzo de 1489 con el príncipe Arturo de Gales, primogénito de Enrique VII de Inglaterra, en el Tratado de Medina del Campo. Catalina sufrió mucho al abandonar la Alhambra, ya que había pasado en el castillo rojo su niñez y adolescencia. A los 15 años, el 17 de agosto de 1501, el barco de la infanta partió desde La Coruña hacia Inglaterra, pero en el golfo de Vizcaya se desarboló, por lo que debió fondear en el puerto de Laredo para iniciar nuevamente el viaje el 27 de septiembre del mismo año.

    Tras un mes de navegación Catalina llegó al puerto de Plymouth, donde fue recibida por el obispo de Bath, en representación del príncipe. Ella y Arturo se conocieron el 4 de noviembre en Dogmersfield en Hampshire. Se sabe poco sobre las primeras impresiones que tuvieron el uno del otro, pero Arturo escribió una carta a sus suegros afirmando que sería "un cariñoso y verdadero marido" y le dijo a sus padres que estaba inmensamente contento de "contemplar la cara de su novia agradable." Ambos descubrieron que no se podían entender, dado que habían aprendido pronunciaciones del latín distintas.[20]​ Diez días más tarde, el 14 de noviembre de 1501, Catalina y, para ella, el desconocido y joven príncipe de Gales, se desposaron en la catedral de San Pablo de Londres. Causó una gran impresión a su suegro el rey. Se había acordado una dote de 200.000 coronas y se pagó la mitad poco después de la boda.[21]

    Una vez casado, Arturo fue enviado, como príncipe de Gales al Castillo de Ludlow en Shropshire para presidir el Consejo de Gales y Marcas Galesas y fue acompañado por la ahora princesa de Gales. La pareja se instaló en Castle Lodge, Ludlow. Unos pocos meses después, los dos enfermaron, posiblemente del sudor inglés que estaba arrasando la zona. El 2 de abril de 1502, el joven príncipe murió y dejó a Catalina viuda y, según ella y personas de su entorno afirmaron después, aún virgen. Este punto resultaría el centro de una gran controversia años después.

    Llegados a este punto, Enrique VII se tuvo que enfrentar al reto de evitar la obligación de devolverle la dote al padre de Catalina, pese a que sólo había recibido la mitad. Para llegar a un acuerdo, se decidió que la princesa se casaría con Enrique, Duque de York, segundo hijo de Enrique VII y cinco años más joven que ella. No obstante, la muerte de la madre de Catalina hizo que su "valor" en el mercado de matrimonio disminuyera. Castilla era un reino mucho más grande que Aragón, y lo heredó la hermana mayor de Catalina, Juana, que padecía de inestabilidad mental. Ostensiblemente, el matrimonio fue retrasado hasta que Enrique alcanzara la mayoría de edad, pero Enrique VII pospuso tanto el pago del resto de la dote que parecía improbable que tuviera lugar el matrimonio. Mientras tanto, la princesa vivía virtualmente como prisionera en Durham House en Londres.[22]​ Algunas de las cartas en las que Catalina se queja a su padre sobre su tratamiento a manos de Enrique VII han sobrevivido. En una de estas cartas le dice "Yo elijo en lo que creo, y no digo nada. Pues no soy tan simple como parezco." Carecía de dinero y le costaba salir adelante dado que tenía que mantener a sus damas de compañía tanto como a sí misma. En 1507 sirvió como la embajadora española en Inglaterra, siendo la primera mujer embajadora de la historia europea.[1]​ Aunque Enrique VII y sus consejeros esperaban que Catalina sería fácil de manipular, ella les llegó a enseñar que estaban equivocados.[1]

    El matrimonio con el hermano de Arturo dependía de la concesión de una dispensa por el Papa porque derecho canónico prohibía que un hombre se casara con la viuda de su hermano. Catalina testificó que su matrimonio con Arturo no se había consumado debido a la juventud y al carácter enfermizo del príncipe, hecho que fue certificado con una dispensa del Papa Julio II. También es verdad que derecho canónico sólo consideraba un matrimonio consumado como válido.[23][24]

    Reina de Inglaterra (1509-1533)

    Escudo de Catalina de Aragón como reina consorte de Inglaterra. En la parte de la derecha pueden observarse las armas de los Reyes Católicos y sosteniendo el escudo la figura del Águila de San Juan, adoptada de la heráldica de sus padres.
    Grabado en madera del siglo 16 de la coronación de Enrique VIII y Catalina de Aragón, ambos mostrando sus emblemas heráldicas, la Rosa Tudor y la Granada

    Boda

    En 1509 falleció Enrique VII y su hijo Enrique VIII asumió el reinado, mostrando su deseo de poseer cuanto antes a la princesa. Por esa razón, la boda de ambos se celebró dos meses después, el 11 de junio de 1509,[25]​ siete años tras la muerte de Arturo. La pareja se casó en una ceremonia privada en la Iglesia de Greenwich, Catalina teniendo 23 años mientras que al rey sólo le faltaban unos días para que cumpliera los 18.[25][26]

    Coronación

    El sábado 23 de junio, la procesión tradicional a Westminster, que solía suceder el día anterior a la coronación de reyes ingleses, fue recibida por una gran multitud entusiasmada. Según la costumbre, los recién casados pasaron la noche antes de su coronación en la Torre de Londres. El domingo 24 de junio de 1509, siendo también el día de pleno verano, Enrique VIII y Catalina fueron ungidos y coronados juntos por el Arzobispo de Canterbury en una ceremonia dadivosa, celebrándose en la Abadía de Westminster. A continuación se sirvió un banquete en el Hall de Westminster. También se crearon muchos nuevos Caballeros del Orden del Baño en honor a la coronación.[26]​ Durante el mes siguiente, muchas ocasiones sociales presentaron a la Reina al público inglés. Causó una impresión excelente y fue muy bien recibida por la gente inglesa.[27]

    Embarazos e hijos

    El 31 de enero de 1510, Catalina dio a luz prematuramente a una hija mortinata. Un hijo, Enrique, Duque de Cornualles, nació en el año nuevo de 1511. El 22 de febrero de 1511, el joven príncipe falleció repentinamente con sólo 53 días de edad. La causa de muerte no fue documentada. En 1513, Catalina volvió a quedarse embarazada.[28]​ Catalina había vuelto a perder otro hijo cuando retornó Enrique de Francia, siendo mortinato o muriendo poco después de nacer. En diciembre de 1514 tuvo otro hijo, Príncipe Enrique, que falleció al poco rato. El 18 de febrero de 1516, Catalina dio a luz a una hija sana.[29]​ Le pusieron el nombre de María y fue bautizada tres días después en una gran ceremonia en la Iglesia de los Frailes Observadores. En 1518, Catalina se quedó encinta por última vez. El 10 de noviembre nació una hija, pero el bebé era débil y murió al cabo de unas horas o una semana como mucho. En total, Catalina estuvo embarazada seis veces.[30]

    Catalina observando a Enrique justar en honor al nacimiento de un hijo. El caballo de Enrique está engalanado con la inicial de Catalina en inglés, "K."
    Nombre Nacimiento Muerte Notas
    Hija sin nombre
    31 de enero 1510[31]
    Mortinata
    Enrique, Duque de Cornualles 1 de enero 1511 23 de febrero 1511 Vivió 53 días
    Enrique, Duque de Cornualles
    Octubre 1513
    Mortinato o vivió unas horas
    Enrique, Duque de Cornualles
    Diciembre 1514
    Vivió unas horas
    María I, Reina de Inglaterra 18 de febrero 1516 17 de noviembre 1558 Única hija superviviente
    Hija sin nombre 10 de noviembre 1518 17 de noviembre 1518 Vivió 7 días

    Influencia

    Retrato de Enrique VIII por Hans Holbein el Joven hacia 1540

    El 11 de junio de 1513 Enrique nombró a Catalina como regente o Gobernadora de Inglaterra mientras que él viajó a Francia por una campaña militar.[32]​ Cuando Luis I de Orleans, Duque de Longueville fue capturado en Thérouanne, Enrique le mandó a vivir en la Corte de Catalina. Ella le escribió una carta a Wolsey, diciéndole que tanto ella como su consejo preferirían que el Duque se alojara en la Torre de Londres ya que los escoceses estaban "tan ocupados como lo están ahora". También añadió sus oraciones para que "Dios nos traiga tanta suerte contra los escoceses, como tiene allí el Rey."[33]​ La guerra con Escocia mantenía ocupados a sus súbditos y ella estaba "horriblemente atareada con hacer estandartes, pancartas e insignias" en el Palacio de Richmond. Los escoceses invadieron y el 3 de septiembre Catalina le ordenó a Thomas Lovell que reuniera un ejército de los condados del centro de Inglaterra.[34]​ Catalina, a pesar de estar muy embarazada, cabalgó hacia el norte en armadura completa para dirigirse a las tropas, (dio a luz a un hijo mortinato alrededor de octubre). Su discurso impresionante fue relatado al historiador Pedro Mártir de Anglería en Valladolid una quincena más tarde.[35]​ Aunque un boletín informativo italiano afirmó que Catalina estaba 100 millas al norte de Londres cuando le llegó la noticia de la victoria en la Batalla de Flodden Field, en realidad estaba cerca de Buckingham.[36]​ Desde Woburn Abbey le envió una carta a Enrique junto a un trozo del chaquetón sangriento de Jacobo IV de Escocia, muerto en batalla, para que el Rey lo utilizara como bandera en el asedio de Tournai.[37]

    A medida que Catalina envejecía, aumentó su dedicación religiosa tanto como su interés en asuntos académicos. Continuó a expandir su conocimiento además de proveer entrenamiento e instrucción para su hija. La educación de mujeres se puso de moda debido, en parte, a la influencia de Catalina. También donó sumas de dinero considerables a varias universidades. Sin embargo, Enrique todavía consideraba un heredero varón como algo imprescindible. La Dinastía Tudor era nueva y su legitimidad aún podía ser probada.[38]​ Sucedió una larga guerra civil (1135-54) la última vez que una mujer, (la Emperatriz Matilde), había heredado el trono. Los recuerdos en cuanto a los desastres de guerra civil estaban aún frescos en la memoria colectiva por culpa de la Guerra de las Dos Rosas.[39]

    En 1520 el Emperador Carlos V, sobrino de Catalina, realizó una visita de Estado a Inglaterra y ésta instó a Enrique que se aliara con Carlos en vez de con Francia. Inmediatamente después de la partida del Emperador, Catalina acompañó a Enrique a Francia para hacerle visita a Francisco I y gozar del célebre Campo del Paño de Oro. Dos años más tarde, se declaró la guerra contra Francia y Carlos fue recibido una vez más en Inglaterra, donde comenzaron los planes para prometerle en matrimonio a la joven María.

    El "gran asunto" del Rey

    Catalina suplicando en el juicio contra ella por parte de Enrique. Cuadro por Henry Nelson O'Neil.

    En 1525, Enrique VIII se enamoró de Ana Bolena, una dama de compañía de la Reina Catalina y 9 años más joven que el Rey. Enrique empezó a cortejarla;[40]​ por estas fechas Catalina ya no podía concebir hijos. Enrique empezó a creer que su matrimonio era maldito y buscó confirmación en la Biblia, interpretándola como diciendo que si un hombre se casa con la viuda de su hermano, serán sin hijos.[41][7]​ Incluso si no se había consumado el matrimonio con Arturo, (y Catalina insistiría hasta su muerte que era virgen cuando llegó al lecho de Enrique), la interpretación del texto bíblico por Enrique significaba que el matrimonio había sido indecente a ojos de Dios.[24]​ La cuestión de que si el Papa que presidió el matrimonio de Enrique y Catalina había tenido el derecho de decidir en contra del impedimento bíblico indicado por Enrique, se convertiría en un tema candente de la campaña en la que éste intentaría arrebatarle una declaración de nulidad al Papa actual.[24]​ Es posible que la idea de una declaración de nulidad se le haya sugerido a Enrique mucho antes y es muy probable que fuera motivada por su deseo de tener un hijo. Antes de que el padre de Enrique sucediera al trono, Inglaterra se encontraba sitiada por conflicto armado a causa de reclamos rivales a la Corona Inglesa y quizá Enrique quería evitar una incertidumbre semejante sobre la sucesión.[42]

    Mis tribulaciones son tan grandes, mi vida tan perturbada por los planes inventados a diario para promover la intención retorcida del Rey, las sorpresas que me da el Rey, con ciertas personas de su consejo, y mi tratamiento es lo que sabe Dios, que es lo suficiente para acortar diez vidas, mucho más la mía.

    Pronto, el único objeto absorbente del deseo de Enrique se convirtió en asegurar una declaración de nulidad.[43]​ Catalina fue desafiante cuando se le sugirió que se retirara discretamente a un convento, diciendo "Dios nunca me llamó a un convento. Yo soy la verdadera y legítima esposa del Rey."[44]​ Enrique tuvo esperanzas con una apelación a la Santa Sede, actuando independientemente del Cardenal Thomas Wolsey, además de no contarle nada de sus planes. William Knight, el secretario del Rey, fue enviado al Papa Clemente VII para demandar por una declaración de nulidad, bajo el argumento de que dispensando la bula del Papa Julio II se había obtenido bajo falsas pretensiones.

    Sin embargo, por aquel entonces el Papa era el prisionero del sobrino de Catalina, Carlos V tras el Saco de Roma en mayo de 1527, y por lo tanto le resultó difícil a Knight obtener acceso para verle. Al final, el enviado de Enrique tuvo que regresar a Inglaterra sin haber conseguido gran cosa. Ahora a Enrique no le quedaba más remedio que encargarle este gran asunto a Thomas Wolsey, que hacía todo lo posible para asegurar una decisión a favor de Enrique.

    Lady María hija de Catalina y Enrique con 28 años

    Wolsey incluso llegó hasta tal punto de convocar una corte eclesiástica en Inglaterra a la que asistieron Catalina y Enrique, y en la cual presidía un representante del Papa. Aquí, el 21 de junio de 1529, es donde Catalina produjo su discurso célebre; se levantó, y, lentamente, con los ojos de todos fijos en ella, rodeó la apretada fila de obispos, subió al otro lado de la tribuna y se arrodilló a los pies de su marido:

    "Señor, os suplico por todo el amor que ha habido entre nosotros, que me hagáis justicia y derecho, que tengáis de mí alguna piedad y compasión, porque soy una pobre mujer, una extranjera, nacida fuera de vuestros dominios. No tengo aquí ningún amigo seguro y mucho menos un consejo imparcial. A vos acudo como cabeza de la Justicia en este Reino.

    Pongo a Dios y a todo el mundo por testigos de que he sido para vos una mujer verdadera, humilde y obediente, siempre conforme con vuestra voluntad y vuestro gusto… siempre satisfecha y contenta con todas las cosas que os complacían o divertían, ya fueran muchas o pocas… he amado a todos los que vos habéis amado solamente por vos, tuviera o no motivo y fueran o no mis amigos o mis enemigos. Estos veinte años o más he sido vuestra verdadera mujer y habéis tenido de mí varios hijos, si bien Dios ha querido llamarles de este mundo. Y cuando me tuvisteis por primera vez, pongo a Dios por testigo que yo era una verdadera doncella no tocada por varón. Invoco a vuestra conciencia si esto es verdad o no [...] Me asombra oír qué nuevas invenciones se inventan contra mí, que nunca procuré más que la honorabilidad, y me obliga a oponerme al orden y al juicio de este nuevo tribunal, en el que tanto daño me hacéis.

    Y os suplico humildemente que en nombre de la caridad y por amor a Dios, que es el supremo juez, me evitéis la comparecencia ante este tribunal en tanto mis amigos de España no me hayan aconsejado cuál es el camino que me corresponde seguir. Pero si no queréis otorgarme tan menguado favor, cúmplase vuestra voluntad, que yo a Dios encomiendo mi causa."

    Y con una profunda reverencia al Rey y sin una mirada siquiera a los dos legados o a los obispos que estaban reunidos, se dirigió lentamente hacia la puerta de la Gran Sala. Un espectador oyó que el gentilhombre de Catalina, Griffith, le decía tímidamente: "Madame sois llamada de nuevo" y, en efecto, la tercera convocatoria formal del tribunal se estaba pronunciando desde los estrados. "No importa" respondió, "para mí, este tribunal no es imparcial. No permaneceré aquí."[45]

    No obstante, Clemente VII no tuvo intención de permitir que se llegara a una decisión en Inglaterra y su enviado papal fue evocado. (Es difícil saber hasta que punto fue influido el Papa por Carlos V, pero Enrique tenía claro que era improbable que el Papa declarara nulo su matrimonio con la tía del Emperador).[46]​ El Papa prohibió que Enrique se volviera a casar antes de haberse tomado una decisión en Roma. Wolsey había fracasado y fue despedido de cargo público en 1529. A continuación Wolsey comenzó a tramar un complot secreto para forzar Ana Bolena al exilio, y empezó a comunicarse con el Papa para lograr ese fin. Cuando se descubrió la conspiración, Enrique ordenó el arresto de Wolsey, y de no haber sido enfermo terminal y falleciendo en 1530, quizá habría sido ejecutado por traición.[47]​ Un año después, Catalina fue desterrada de la Corte, y se concedieron sus antiguos apartamentos a Ana Bolena. Cuando murió el Arzobispo de Canterbury William Warham, se nombró a Thomas Cranmer, el capellán de la familia Bolena, como sucesor al puesto libre.

    Por último, Enrique se casó el 25 de enero de 1533 con Ana Bolena, ya embarazada de la futura reina Isabel I. El Arzobispo de Canterbury, Thomas Cranmer, declaró nulo el matrimonio del rey con Catalina (23 de mayo de 1533). Enrique VIII se separó de la obediencia a la Iglesia Católica de Roma en 1534 y se hizo reconocer como jefe supremo de la nueva Iglesia de Inglaterra.[48]

    Cuando Enrique decidió buscar la declaración de nulidad su matrimonio con Catalina, Juan Fisher se convirtió en su consejero más leal y en uno de sus partidarios principales. Juan asistió a la corte del enviado papal en nombre de ella, y conmocionó a las personas presentes con la franqueza de su lenguaje y con la declaración que, como Juan el Bautista, estaba dispuesto a morir para defender la indisolubilidad del matrimonio. Esto enfureció tanto a Enrique que redactó un largo discurso en latín dirigido a los legados en respuesta al discurso de Fisher. La copia de Fisher sigue en existencia, el margen lleno de sus anotaciones manuscritas, demostrando lo poco que temía la ira de Enrique. La labor de Fisher terminó cuando la causa a Roma fue eliminada, pero Enrique jamás le perdonó.[49][50]​ Entre otras personas que apoyaban la causa de Catalina se encontraban Tomás Moro, María Tudor, Reina de Francia la propia hermana del Rey, (aunque como miembro de la familia Tudor y de sangre real, estaba exenta de cualquier castigo y ejecución), María de Salinas, el Emperador Carlos V, Paulo III y los Reformadores Protestantes Martín Lutero[51]​ y William Tyndale.[52]

    Destierro y muerte

    Estatua de Catalina de Aragón en su ciudad natal, Alcalá de Henares.
    Tumba de Catalina de Aragón en el interior de la catedral, con la leyenda "Catalina Reina de Inglaterra".

    Al regresar de Dover de una reunión con Francisco I de Francia en Calais, Enrique se casó con Ana Bolena en una ceremonia secreta.[53]​ Algunas fuentes especulan que Ana ya estaba embarazada (y Enrique no quería correr el riesgo de que el niño naciera ilegítimo), pero otras testifican que Ana (observando que su hermana María Bolena había sido el amante del Rey y que luego éste la dejó de lado), se negó a acostarse con Enrique hasta que se casaran. Enrique defendió le legalidad de la unión señalando que Catalina había estado casada anteriormente. Si se había consumado el matrimonio entre ella y Arturo, derecho canónico indicaba que Enrique estaba en su derecho de volverse a casar.[54]​ El 23 de mayo de 1533, Thomas Cranmer actuó como juez en una corte especial convocada en el Priorato de Dunstable para dictaminar la validez del matrimonio de Enrique con Catalina. Cranmer declaró el matrimonio ilegal, pese a la testificación de Catalina que ella y Arturo nunca habían tenido relaciones sexuales. Cranmer luego dictaminó el matrimonio de Enrique con Ana Bolena como válido cinco días más tarde, el 28 de mayo de 1533.[55]

    Hasta su muerte, Catalina seguiría refiriéndose a sí misma como la esposa legítima de Enrique y la única verdadera Reina de Inglaterra, y sus criados continuaron a usar ese título cuando dirigiéndose a ella. Enrique le privó el derecho a cualquier título salvo aquel de "Princesa Viuda de Gales" en reconocimiento de su estatus como la viuda de su hermano.[53]

    Catalina se instaló en el Castillo del More en el invierno de 1531/32.[56]​ En 1535 fue trasladada al Castillo de Kimbolton. Allí, se confinó a un solo cuarto, (del cual salía solamente para asistir a Misa), no llevaba puesto más que el cilicio del Órden de San Francisco y ayunaba continuamente. Se le permitían visitas ocasionales, pero estaba prohibida de ver a su hija María. También estaban prohibidas de comunicarse de forma escrita, pero partidarios llevaban discretamente las cartas de una a la otra. Enrique las ofreció mejor alojamiento y permiso para verse si reconocieran a Ana Bolena como la nueva Reina. Ambas se negaron.[56]

    A últimos de octubre de 1535, sintiendo que se acercaba el fin, Catalina hizo su testamento y le escribió a su sobrino, Carlos V, pidiéndole que protegiera a su hija. En diciembre, María de Salinas, amiga de Catalina que había viajado con ella a Inglaterra todos esos años atrás, se enteró que Catalina estaba muy enferma y se dispuso a verla. Ésta llegó a Kimbolton y prácticamente irrumpió al Castillo, inventándose que la carta licenciando su entrada estaba de camino y suplicando a los guardias que no echaran fuera a una mujer en una noche fría de invierno. Salinas encontró que Catalina estaba muy enferma. Acababa de cumplir 50 años. Apenas podía reacomodarse en la cama, mucho menos ponerse de pie. Había sido incapaz de comer, o retener la comida durante varios días y un dolor de estómago había impedido que durmiera más de dos horas en total durante las seis noches anteriores.[57]

    Las visitas y el cariño de María de Salinas le levantaron la moral e hicieron que mejorara su salud. Catalina empezó a comer y a retener la comida. Su salud continuó a mejorar durante los próximos días. El 6 de enero so reacomodó en la cama, se arregló el pelo y se vistió la cabeza.[58]​ No obstante, Catalina se preocupaba que no duraría hasta la luz del día y esperó hasta el amenecer para que su confesor, Jorge de Athequa, le diera la comunión. A continuación, Catalina se dedicó a rezar, murmurando oraciones hasta que finalmente falleció poco antes de las dos de la tarde, el 7 de enero de 1536.[59]​ El día siguiente la noticia de su muerte le llegó al Rey. En aquel entonces circulaban rumores de que había sido envenenada,[60][61][62]​ posiblemente por Gregory di Casale.[63]​ Según el cronista Edward Hall, Ana Bolena vistió de amarillo por el luto, siendo esto interpretado de varias maneras; Polidoro Virgilio lo interpretó como que Ana no estaba de duelo.[64]Chapuys documentó que era de hecho Enrique el que se vistió de amarillo, celebrando la noticia y mostrando a su hija tenida con Ana, Isabel, con orgullo a los cortesanos.[65]​ Esto lo vieron muchos como desagradable y vulgar. Otra teoría es que el vestir de amarillo se hizo por respeto a la Reina/Princesa Viuda difunta, pues se decía que el amarillo era el color de luto en España. Desde luego, se reportó que más tarde, tanto Enrique como Ana lloraron individualmente por su muerte y en privado. El día del funeral de Catalina, Ana Bolena sufrió un aborto de un hijo varón. Entonces empezaron a aparecer rumores que Catalina había sido envenenada por Enrique o Ana, o incluso por ambos, dado que Ana había amenazado con asesinar a Catalina y a María en varias ocasiones. Los rumores se produjeron tras el presunto descubrimiento de una neoplasia negra en el corazón durante la embalsamación del cuerpo, posiblemente causada por el envenenamiento.[66]​ El embalsamador encargado de preparar el cadáver de Catalina "encontró todos los órganos internos lo más sanos y normales posibles, con excepción del corazón, siendo muy negro y espantoso a la vista." El embalsamador, en realidad un abacero cuya especialidad era con la cera, partió el corazón por la mitad y lo lavó varias veces, pero permaneció tercamente negro.[67]​ Los expertos médicos coinciden en que la decoloración del corazón no se debió a la intoxicación, sino a un cáncer, cosa que en esa época se desconocía.[68]

    Catalina fue sepultada en la Catedral de Peterborough con la ceremonia debida a una Princesa de Gales viuda, no a aquella de una reina. Enrique no asistió al funeral y también prohibió que asistiera María.[69][68]​ Todos los 29 de enero, aniversario de su entierro, tienen lugar unos actos conmemorativos en la Catedral.

    Apariencia

    Michael Sittow, María Magdalena, probablemente usando a Catalina como modelo

    Catalina tenía una tez muy pálida, los ojos azules y el color del pelo entre rojizo-dorado y cobrizo, al igual que su madre y hermana Juana.[70]​ Durante su vida se la describía como "la criatura más hermosa del mundo"[71]​ y que no había "nada en ella que le faltaría a la doncella más hermosa."[8]​ Más tarde, reflexionarían Tomás Moro y Lord Herbert sobre su apariencia: "Había pocas mujeres que podían competir con la Reina [Catalina] cuando estaba en la flor de la vida."[72][73]

    Deletreo de su nombre

    Se la bautizó con el nombre de "Catalina", pero "Catherine" se convirtió en la versión aceptada en Inglaterra tras el matrimonio con el Príncipe Arturo, que murió de causas naturales poco después. Ella misma firmaba su nombre como "Katherine", "Katherina", "Katharine" y a veces "Katharina". Arturo le escribió una carta, en la cual se dirigió a ella como "Princesa Katerine". Su hija María la nombró como "Reina Kateryn" en su testamento. En el siglo XVI era raro que los nombres, y sobre todo los nombres de pila se escribieran de una forma exacta y según las cartas de Catalina es evidente que ella respaldaba variaciones distintas.[74]​ Nudos del amor que Enrique VIII grabó en varios palacios suyos muestran las iniciales "H & K",[75]​ al igual que otras posesiones de Enrique y Catalina, como cálices de oro, un salero dorado, tazones de oro y candeleros. Su tumba en la Catedral de Peterborough lleva la leyenda "Katharine Reina de Inglaterra".[76][77]

    Escudo de armas de Catalina de Aragón mientras era Reina[78]

    Ancestros

    En la ficción

    Cine y televisión
    Año Película Director Actriz
    1969 Ana de los mil días Charles Jarrott Irene Papas
    1972 Las seis esposas de Enrique VIII (TV) Waris Hussein Annette Crosbie
    2007 Los Tudor (TV) Michael Hirts Maria Doyle Kennedy
    2008 La otra Bolena Justin Chadwick Ana Torrent
    2014 Isabel (serie de televisión) Jordi Frades Natalia Rodríguez


    Predecesor:
    Isabel de York
    Reina consorte de Inglaterra
    11 de junio de 1509 - 23 de mayo de 1533
    Sucesor:
    Ana Bolena
    Predecesor:
    Ana Neville
    Princesa consorte de Gales
    14 de noviembre de 1501 - 2 de abril de 1502
    Sucesor:
    Carolina de Brandeburgo-Ansbach

    Referencias

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    3. Catherine of Aragon (1485–1536),.
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    5. Chapuys, 1533, p. 737.
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    73. Strickland,, p. 493.
    74. El respaldo de Catalina en cuanto a deletreos diferentes puede identificarse en numerosas cartas, firmando como "Katharine la Reina" en una carta para Wolsey en 1513 y como "Katharine" en su última carta enviada a Enrique VIII datando de enero de 1536.
    75. Se usó una "K" en vez de una "C" porque las inscripciones en latín se empleaban en las estructuras, donde una "C" representaba el numeral 100. Se puso en práctica lo mismo durante la época de Henri II y su esposa Catalina de Médici durante su entrada de Estado a Paris el 18 de junio de 1549.
    76. Fraser, 1992, pp. 57-58.
    77. «Find A Grave». Find A Grave. 23 November 2002. Consultado el 16 September 2013. 
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    Fuentes

    Libros

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    Enlaces de Internet


    Enlaces externos