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El biógrafo [[Suetonio]] describe la semblanza de Augusto de la siguiente forma:
El biógrafo [[Suetonio]] describe la semblanza de Augusto de la siguiente forma:


{{cita|«Poseía una rara belleza (...) Tenía unos ojos vivos y brillantes (...) Tenía dientes pequeños, blancos y desiguales, el cabello ligeramente rizado y algo rubio; las cejas juntas, las orejas medianas, la nariz aguileña y puntiaguda, la tez entre morena y blanca, corta estatura (...)»|Suetonio<ref>Suetonio, ''Augusto'' de caracter un tanto brusco
{{cita|«Poseía una rara belleza (...) Tenía unos ojos vivos y brillantes (...) Tenía dientes pequeños, blancos y desiguales, el cabello ligeramente rizado y algo rubio; las cejas juntas, las orejas medianas, la nariz aguileña y puntiaguda, la tez entre morena y blanca, corta estatura (...)»|Suetonio<ref>Suetonio, ''Augusto'' [http://penelope.uchicago.edu/Thayer/E/Roman/Texts/Suetonius/12Caesars/Augustus*.html#79 79], translated by [[John Carew Rolfe|J. C. Rolfe]].</ref>}}

[http://penelope.uchicago.edu/Thayer/E/Roman/Texts/Suetonius/12Caesars/Augustus*.html#79 79], translated by [[John Carew Rolfe|J. C. Rolfe]].</ref>}}


== Construcciones por o en honor a Augusto ==
== Construcciones por o en honor a Augusto ==

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Augusto
Emperador del Imperio romano
Archivo:Aug11 01.jpg
IMPERATOR CAESAR AUGUSTUS
Reinado
16 de enero de 27 a. C.-19 de agosto de 14
Predecesor Ninguno
Sucesor Tiberio Julio César, hijastro por su tercera esposa, e hijo adoptivo
Información personal
Nombre completo Cayo Julio César Augusto
Nacimiento 23 de septiembre de 63 a. C.
Roma, República Romana
Fallecimiento 19 de agosto de 14 d. C.
Nola, Italia, Imperio romano
Sepultura Mausoleo de Augusto
Familia
Dinastía Julio-Claudia
Padre Cayo Octavio Turino; adoptado por Julio César
Madre Atia Balba Cesonia
Cónyuge Clodia Pulcra (? – 40 a. C.)
Escribonia (40 a. C.38 a. C.)
Livia Drusila (38 a. C.- 14 dC)
Hijos Julia la Mayor

Cayo Julio César Augusto (Roma, 23 de septiembre de 63 a. C. - Nola, 19 de agosto de 14 d. C.) fue el primer emperador del Imperio romano, gobernando en solitario desde el año 31 a. C. hasta su muerte en el año 14 d. C.[note 1]Augusto, en la onomástica oficial, IMPERATOR·CAESAR·DIVI·FILIVS·AVGVSTVS, que significa Emperador César Augusto, hijo adoptivo del Divino (Julio César). Su nombre en la infancia fue Caius Octavius Thurinus (Cayo Octavio Turino). Tras la adopción testamentaria de su tío abuelo, Julio César, pasó a llamarse Caius Iulius Caesar Octavianus (Cayo Julio César Octaviano). Finalmente, el 16 de enero de 27 a. C., por aclamación del Senado a propuesta de Lucio Munacio Planco, su nombre oficial quedó fijado como IMPERATOR CAESAR AVGVSTVS Tras su muerte, desde el 17 de septiembre de 14 d. C., cuando fue declarada su apoteosis, se le recordó siempre como Divus Augustus. Debido a la gran variedad de nombres que ostentó, es común hacer referencia a él como Octavio cuando se hace referencia a eventos acaecidos entre 63 a. C. y 44 a. C., Octaviano cuando se hace referencia a eventos acaecidos entre 44 a. C. y 27 a. C., y como Augusto para los hechos posteriores a esa fecha. En las fuentes griegas, Augusto aparece como Ὀκτάβιος (Octavio), Καῖσαρ (César), Αὔγουστος (Augustuo), o Σεβαστός (Sebastos), dependiendo del contexto.

Es considerado el primero y más importante de los emperadores romanos, además de ser el hombre que durante más tiempo gobernó el Imperio (41 años), aunque él mismo no se consideró como tal durante su reinado, prefiriendo usar el título republicano tradicional de princeps civium (esto es, el primero de los ciudadanos). Por esta causa, los romanos conocieron el nuevo sistema político como Principatus. Tras una larga guerra civil, Augusto mantuvo externamente las instituciones republicanas, pero en realidad reinó como un autócrata durante más de 40 años, transformando definitivamente la República romana en el Imperio. Acabó con un siglo de guerras civiles y dio a Roma una era de paz (Pax Romana), prosperidad y grandeza.

Juventud de Octavio

Augusto nació en Roma, recibiendo el nombre de Caius Octavius Thurinus.[1]​ Su padre, Cayo Octavio Turino, provenía de una familia respetable del orden ecuestre y ejercía el cargo de gobernador de Macedonia. Su madre, Atia Balba Cesonia, era sobrina del gobernante de facto de Roma, Cayo Julio César, hija del matrimonio entre Marco Atio Balbo y Julia César (hermana de Cayo Julio César). Su infancia transcurrió en la casa de su abuelo, cerca de Velitrae (el moderno Velletri). Su padre murió en 59 a. C., cuando Octavio apenas tenía cuatro años, y pasó el resto de su infancia bajo la tutela de su padrastro Lucio Marcio Filipo.

En 51 a. C., a la edad de once años, pronunció la oración fúnebre por su tía-abuela Julia, tía de Cayo Julio César y viuda de Cayo Mario. Se le otorgó la toga viril (en latín toga virilis) a los quince años y fue elegido Pontífice. César quería que Octavio se uniera a él en la Segunda Guerra Civil de la República de Roma durante su campaña de África, pero su madre Atia protestó, al considerarlo demasiado joven. Al año siguiente, en el 46 a. C., finalmente, consintió en que Octavio se uniera a César en Hispania, donde éste luchaba contra Cneo Pompeyo y Sexto Pompeyo, los hijos de Pompeyo, pero cae enfermo. Recuperado, en el 45 a. C., se dirige a Hispania, naufragando en el viaje. Tras llegar a tierra, atravesó el territorio, hasta llegar al campamento de César, en junio de 45 a. C., 3 meses después de la derrota y muerte de Cneo Pompeyo en la Batalla de Munda. Tras su regreso a Roma entró en la órbita de César, su pariente más cercano, y se convirtió en un temprano aliado suyo en el Foro y su mano derecha. Su primo hermano Sexto César había muerto el año anterior en Oriente. César cambió su testamento, fechado el 13 de septiembre de 45 a. C., en favor de Octavio, aunque manteniéndolo en secreto.

Ascenso al poder

El Testamento de César

El famoso Augusto de Prima Porta

Cuando César fue asesinado el 15 de marzo de 44 a. C., Octavio estaba con el ejército en Apolonia, en lo que ahora es Albania, y en ese entonces era Macedonia. En su testamento, César, sin hijos legítimos, adoptó a su sobrino nieto, que toma el nombre de Cayo Julio César Octaviano[2]​ y le nombró su heredero. Marco Antonio acusó posteriormente a Octavio de haberse ganado su adopción a cambio de favores sexuales, aunque Suetonio considera dicha acusación como una difamación con fines políticos.[3]

Después de las exequias funerales y la lectura pública del testamento de César, los principales conjurados (Marco Junio Bruto y Cayo Casio Longino) huyeron de Roma, al tiempo que Marco Antonio declara abolida la dictadura, aunque se niega a reconocer a Octavio (que todavía no había vuelto de Macedonia), como heredero del poder político de César.

En el 44 a. C. y 43 a. C. los conjurados se dispersan por el Imperio romano: Marco Junio Bruto se refugia en Macedonia, Casio lo hace en Siria, y Décimo Junio Bruto Albino en la Galia Cisalpina.

En esta última se desarrolla la Guerra de Módena, con Marco Antonio persiguiendo a Décimo Bruto por la provincia, hasta encerrarlo en Módena, donde lo somete a asedio.

Mientras, Octavio atraviesa Italia y recluta un ejército entre los veteranos de César, haciendo valer su condición de heredero. Con apenas 18 años, se subestiman sus posibilidades y su poder real. Así, se enfrenta al lugarteniente de César, Marco Antonio; contando con el apoyo de Cicerón y de los republicanos del Senado de Roma que le conceden poderes de propretor, con lo que esperan dividir a los cesaristas y enfrentarles entre sí; también cuenta con el apoyo de los grandes financieros (como Mecenas, su amigo), lo que le permitió costearse su ejército privado.

Tras derrotar a Marco Antonio en el año 44 a. C., en la guerra de Módena, en la que mueren los cónsules Aulo Hircio y Cayo Vibio Pansa Centroniano, exige del Senado el nombramiento como cónsul; rechazado por su juventud (tenía sólo 20 años), marcha sobre Roma y se hace nombrar cónsul por el pueblo y las legiones, no teniendo necesidad de trabar combate.

Desde el año 43 a. C., Octavio es cónsul haciéndose otorgar poderes extraordinarios, en principio para hacer cumplir las sentencias de los tribunales especiales establecidos para perseguir a los asesinos de César.

Enfrentado a la resistencia de los republicanos Bruto y Casio, fuertes en Oriente, Octavio decide aliarse con sus antiguos enemigos Marco Antonio y Marco Emilio Lépido. El 11 de noviembre del 43 a. C. se produce la Entrevista de Bolonia, de la que sale el Segundo Triunvirato.

El Segundo Triunvirato (43 a. C. - 36 a. C.): Octavio, Antonio y Lépido

Una vez controlada Roma, el Segundo Triunvirato logra el reconocimiento legal de sus acuerdos, a diferencia del Primer Triunvirato de Pompeyo, César y Craso.[4]​ Por la Ley Titia: Constitución del Triunvirato de la República, en latín Lex Titia: Triumviri rei publicae constituendae, se limita su vigencia a 5 años, y se procede al reparto territorial:

Los triunviros promueven una campaña de proscripciones en la que se confiscan las propiedades y se ejecuta a unos trescientos senadores, entre ellos Cicerón, y al menos dos mil caballeros romanos (equites). Se trata de algo más que la estricta persecución de los asesinos de César, ya que cumple la doble tarea de eliminar todos los adversarios y al tiempo recabar fondos para pagar a las tropas.[6]

En el 42 a. C., Marco Antonio y Octavio marchan contra Bruto y Casio, refugiados en Oriente, mientras que Lépido permanece en Roma. En la doble batalla de Filipos en Macedonia, Marco Antonio vence a Casio primero y, 20 días después, a Marco Bruto, suicidándose ambos.

Mientras Octavio regresa a Roma, Marco Antonio se hace atribuir las provincias orientales, esto es, Asia, Siria y Egipto, dirigiéndose a ésta última, donde conforma una alianza con la reina Cleopatra, antigua amante de Julio César y madre de Cesarión, según Cleopatra hijo de César. Durante su estancia en Egipto, Marco Antonio mantuvo una relación amorosa con Cleopatra, de la que nacen tres hijos, Alejandro Helios, Cleopatra Selene, y Ptolomeo Filadelfo.

En el 41 a. C., con el pretexto del reparto no equitativo de tierras entre los veteranos por parte de Octavio, se produce la Batalla de Perugia, en la que Agripa, magister militum de Octavio derrota al cónsul Lucio Antonio, hermano de Marco Antonio.

En el 40 a. C., con la mediación de Mecenas, se produce la Conferencia de Brindisi, en la que establece un nuevo reparto de zonas de influencia entre los triunviros:

  • las provincias de Occidente, ampliadas hasta el río Drin (en Albania), para Octavio,
  • las provincias de Oriente, recortadas hasta el río Drin, para M. Antonio,
  • África para Lépido,
  • Italia se considera neutralizada bajo el dominio conjunto de los triunviros.

Para sellar la paz entre ambos, Marco Antonio deja a Cleopatra y contrae matrimonio con Octavia, hermana de Octavio en el 40 a. C. Fruto de esta unión, nacieron dos niñas, llamadas ambas Antonia. Sin embargo, en el 36 a. C. Antonio abandonará a Octavia volviendo a Egipto con Cleopatra.

Octavio y Sexto Pompeyo (39 a. C. - 36 a. C.)

Calmadas momentáneamente las tensiones en el Triunvirato, Octavio procede a ocuparse de Sexto Pompeyo, el hijo superviviente de Pompeyo, que dominaba con su flota el Mediterráneo occidental, controlando de facto Cerdeña y Sicilia, y amenazando la provisión de trigo a Roma.

La primera opción de Octavio es la cooptación, y en el 39 a. C. acuerdan el Tratado de Miseno, por el que Sexto Pompeyo se compromete a abastecer a Roma de trigo a cambio del reconocimiento del dominio de Sicilia y Cerdeña y la concesión de Córcega y Acaya.

En el 38 a. C., se procede a la renovación prevista del Segundo Triunvirato por otros 5 años.

En el 37 a. C., Octavio cambia de política respecto a Sexto Pompeyo, y llega al Tratado de Tarento con Marco Antonio, que cede su flota a Octavio a cambio de apoyo económico y la recluta de legiones en Italia para una futura campaña contra los Partos.

En el año 36 a. C., la flota de Octavio, encomendada a Agripa, derrota a Sexto Pompeyo en las batallas de Milas y Nauloco, siendo posteriormente asesinado por los hombres de Octavio.

Octavio y Lépido: Ruptura y preterición (36 a. C.)

En paralelo a las operaciones navales, Lépido había procedido a invadir Sicilia, donde trata de atraerse a los sextianos, con el fin de conservarla para sí. Sin embargo Octavio se presenta en la isla y consigue atraerse a las tropas de Lépido.

Octavio acusa de traición a Lépido, y procede a su destitución como triunviro. Sin apoyos, Lépido cede sus dominios de Sicilia y África a Octavio, que le perdona la vida y lo envía a Roma, desprovisto de todos sus títulos, excepto el de Pontifex Maximus que conserva hasta su muerte el 13 a. C.

Octavio y Marco Antonio: ruptura del Triunvirato y Guerra Civil (36 a. C. - 30 a. C.)

Desde la creación del Segundo Triunvirato, el marco de actuación de Marco Antonio es Oriente. Entretanto, Octavio, sin dejar de consolidarse en Occidente, refuerza su red de apoyos en Roma, a la par que desarrolla una campaña de desprestigio contra Marco Antonio, al que presenta como subordinado a los intereses de Cleopatra y poco patriota, al adaptarse a los modos y tradiciones orientales, y, sobre todo, egipcias. La situación se torna cada vez más tensa, sobre todo a raíz del incumplimiento del Tratado de Tarento (Octavio evita que las tropas reclutadas se unan a Marco Antonio cuando éste las reclama) y del abandono de Octavia por Marco Antonio en el 36 a. C., cuando vuelve a Egipto con Cleopatra.

En el 34 a. C., Marco Antonio, sin las tropas italianas prometidas, lleva a cabo una campaña contra los partos, que fracasa, aunque logra ocupar Armenia.

Durante el año 33 a. C. la situación empeora entre Octavio y Marco Antonio. En primer lugar, Marco Antonio cede algunos de los territorios conquistados a Cleopatra, en pago por los suministros materiales, económicos y militares que ésta ha aportado, aunque esto es presentado por Octavio y sus propagandistas como el primer paso para la fundación de un reino helenístico, con base en Egipto. En segundo lugar, Marco Antonio, para contrarrestar lo anterior y buscar apoyos entre los cesarianos, se nombra tutor de Cesarión, al que proclama como hijo legítimo de Julio César. A su vez, Octavio, para diluir los posibles apoyos a Marco Antonio, publica el testamento de Marco Antonio, en el que no aparecen ni Octavia ni sus hijas, legalmente herederas según el Derecho Romano.

Las hostilidades estallan en la Guerra Ptolemaica, en el 32 a. C., declarada por Octavio. Ésta se decidió el 2 de septiembre de 31 a. C., en la gran batalla de la bahía de Actium, en la costa occidental de Grecia, en la que Marco Vipsanio Agripa derrota a la flota romano-egipcia, mientras sus rivales huyen a Egipto.

Octavio les persigue hasta Egipto, tomando Alejandría el 2 de agosto de 30 a. C. Marco Antonio se suicida. Cleopatra también se suicida después de que se le explicara el papel que jugaría en el desfile triunfal de Octavio; y Cesarión, el supuesto hijo de Julio César y Cleopatra, "fue asesinado sin remordimiento alguno".[7]

Augusto como pretor

Octavio se convierte en Augusto: la creación del Principado

La Devolución de Poderes y Restauración de la República

Con la parte occidental del imperio dominada, y cuyo control se había reforzado con un juramento de lealtad a Octavio antes de la batalla de Actium en 31 a. C., la política octaviana durante la Guerra Ptolemaica había sido tendente a atraerse a los orientales. Así, perdonó la vida e integró en su ejército a las 19 legiones que se habían rendido. Asimismo, fueron parte de los 120.000 veteranos asentados como colonos en Oriente, con la doble función de recompensar a estos y controlar el territorio. En consecuencia, después de la derrota de Marco Antonio y Cleopatra, el Oriente le apoyó, colocando a Octavio como el único gobernador de todo el imperio.

Los casi 100 años de guerras civiles, habían dejado a Roma en una situación de casi total anarquía, con una estructura estatal obsoleta, una situación legal confusa, pero no preparada para un Estado regido por una sola persona, aunque fuera Octavio. No obstante, Octavio no podía entregar su autoridad sin riesgo de más guerras civiles entre los generales romanos, e incluso, aunque él no lo hubiese querido, su posición como líder le exigía que cuidase del bienestar de las provincias. Así, Octavio disolverá sus fuerzas personales, llevando a cabo unas elecciones, en las que resultará elegido cónsul, con lo que ahora estaba legalmente al mando de las legiones de Roma.

Fundamento Legal del Principado

La condición de Princeps Civium (el "primer ciudadano") sólo implica la de "primus interpares ("primero de los iguales"), se basa en la aceptación general (consensus universorum) por parte del resto de la ciudadanía. Los Poderes (Potestae) del Princeps derivan de su Ejemplaridad, que alimenta su Prestigio (Dignitas), aunque son formalmente conferidos según los principios constitucionales romanos, básicamente por el Senado.

El Primer Pacto (27 a. C. - 23 a. C.)

El 13 de enero de 27 a. C., Octavio devolvió oficialmente al Senado romano sus poderes extraordinarios (potestas omnium rerum), proclamando la "Restauración de la República", proponiendo resignar el mando militar sobre Egipto y dimitir del consulado.

Según algunas fuentes, esta situación causó alborotos entre la plebe de Roma, lo que condujo a un compromiso entre el Senado y Octavio denominado Primer Pacto el 16 de enero de 27 a. C., en el que se delimitan los poderes civiles, militares, religiosos y título y honores de Octavio, así como el área de acción del Senado.

Octavio mantiene el consulado (que renovará anual y sucesivamente hasta el 23 a. C.), y que es el basamento constitucional de su poder.

Se dividen las provincias en dos grupos:

Al dominio de Octavio se añade Egipto como posesión personal, así como la supervisión sobre los reinos vasallos: desde el 26 a. C. Mauritania, el 20 a. C. Capadocia y Armenia y el 14 a. C. el Reino del Bósforo.

Los aspectos económicos se regulan también dividiéndolos:

  • Octavio administra el Tesoro del Emperador (Fiscus). Además cuenta con las rentas de Egipto en exclusiva.

En el aspecto simbólico, importante por ser donde reside la Auctoritas de donde deriva la Potestas de Octavio, el Senado le otorga dos honores o títulos clave:

  • Augustus: es un título religioso que no denotaba autoridad política, pero que confería al Princeps un status sagrado; tal status colocaba su cargo y sus decisiones en un rango casi divino. Según el contexto socio-religioso de la época, el título simbolizaba la autoridad de Octavio sobre la humanidad, y trascendía cualquier definición de su estado constitucional. Además, el título Augustus, servía para fomentar una transición a un reinado pacífico en contraste con la ola de terror que le había llevado al poder bajo el nombre Octaviano.

En este mismo campo de lo simbólico, el Senado otorgó a Octavio el privilegio legal de llevar la corona cívica de roble y laurel. Esta disposición supera la tradicional usanza, en la que se otorgaba sólo a generales romanos victoriosos, y se sostenía por encima de la cabeza sujeta por un esclavo que constantemente le repetía la frase, "Recuerda, eres mortal". El hecho que a Octavio se le había concedido el derecho de ponerse la corona (no simplemente portarla encima de la cabeza), es quizás la señal más clara de la creación de una monarquía de facto.

Estas acciones hubieran sido altamente anormales de ser emitidas por el Senado romano, pero éste ya no era el mismo cuerpo de patricios que había asesinado a César. Marco Antonio y Octavio habían eliminado del Senado a los elementos cómplices del asesinato, y remplazado con partidarios leales.

El 2° Pacto (23 a. C. - 19 a. C.)

En las elecciones consulares de 23 a. C., Octavio Augusto renuncia a presentarse al consulado, después de llegar a un arreglo con el Senado de Roma.

Por el conocido como Segundo Pacto, Augusto renuncia al Consulado el 1 de julio de 23 a. C.

A cambio asume el poder tribunicio (tribunicia potestas), pero no el título de tribuno, con carácter vitalicio. Esto le confiere numerosas competencias:

  • Convocar al Senado.
  • Convocar las Asambleas de la Plebe.
  • Derecho de veto de las decisiones del Senado y las Asambleas de la Plebe.
  • Presidir las elecciones.
  • Derecho a intervenir en primer lugar en cualquier reunión.

También se le confiere la autoridad moral tribunicia (tribunicia auctoritas morum), que generalmente estaba reservada al Censor; esto incluye el derecho de supervisar la moral pública y escrutar las leyes para asegurar que respondían al interés de los ciudadanos. También habilita para llevar a cabo el censo y, con ello, determinar la validez, económica, social y moral, para acceder al Senado.

Ningún tribuno romano había tenido jamás tales poderes y en tal combinación. Si los poderes de censura fueron otorgados a Augusto como parte de su autoridad de tribuno, o si simplemente asumió estas responsabilidades, es todavía un asunto de debate.

En el aspecto militar, a Augusto se le concedió la ampliación territorial y funcional de sus poderes: la "autoridad sobre todos los procónsules" (imperium proconsulare maius et infinitum), que le concedía el derecho de intervenir en cualquier provincia, imperial o senatorial, del imperio romano y anular cualquier decisión de cualquier gobernador. Incidentalmente, Augusto se convirtió en el único individuo capaz de recibir triunfos dado a que era mando supremo del ejército romano.

Pese a los nuevos poderes y a la renuncia al consulado, retiene alguna de las funciones consulares, principalmente el abastecimiento de trigo (cura anonae) de Roma y el mantenimiento y control de las calzadas (cura viarum).

La imposición del 3° Pacto: La consolidación definitiva (19 a. C.)

En el año 19 a. C. Augusto procura un nuevo pacto, por el cual asume nuevos poderes, sin renunciar a los anteriores, lo que implica la total consolidación del poder de Augusto:

  • El consulado pleno y, en esta ocasión, vitalicio.
  • El cargo de Censor y Vigilante de las Costumbres (cura morum)..

Con el tiempo, asumirá o se le concederán nuevos cargos y honores:

  • En el 13 a. C., se le concede el poder militar (imperium) dentro de los límites de la ciudad, (pomerium) de Roma: todas las fuerzas armadas en la ciudad, antes bajo el control de los prefectos urbanos, pasan al mando de Augusto, que reforma la Guardia Pretoriana, que se estableció en Roma como una unidad especial de escolta personal del emperador y de protección de la familia imperial.
  • En el 12 a. C., después de la muerte de Lépido, accede al cargo de Pontifex Máximus.
  • En el 10 a. C., recibe el último de los honores que le serán conferidos: Padre de la Patria (Pater patriae).

El siglo de Augusto

El Ara Pacis - Panel sur con una procesión.

La audacia de Augusto le llevó al poder y su gobierno se caracterizó por la prudencia con la que gobernó. A cambio del poder absoluto y la confianza que el pueblo había depositado en él, Augusto dio a Roma 40 años de paz cívica y de prosperidad constante, el período conocido históricamente como la Pax Augusta, o paz augusta. Creó el primer ejército permanente y la marina de guerra de Roma y colocó a las legiones a lo largo de las fronteras del imperio, donde no podrían involucrarse en la política. También reformó las finanzas de Roma y los sistemas fiscales.

Política exterior

Ampliación territorial

La política exterior de Augusto, ha sido definida como de "redondeo de fronteras", y evitó tanto renovar el enfrentamiento finisecular con el Imperio Parto como las guerras de entidad, exceptuando la incursión en Germania.

Península Ibérica

Así, la primera ampliación territorial, corresponde a esta política de aseguramiento de fronteras, con la conquista del resto del territorio de la Península Ibérica. Las primeras acciones de las Guerras Cántabras empezaron en el 29 a. C. y se consideró oficialmente cerrada en el 24 a. C., aunque un rebrote de rebelión en el 22 a. C. obligó al envío de Agripa, que acabó con la rebelión en el 19.

Galacia

Otra ampliación, en el 25 a. C., deriva del legado del rey Amintas de Galacia, cuyo reino había sido confirmado por Marco Antonio en el 36 a. C. y aumentado con territorios de Pisidia, Licaonia y partes de Frigia y de Isauria. Vencido en el 31 a. C. por el propio Octavio Augusto, se le mantuvo en el trono como vasallo, con la condición del legado testamentario.

La Frontera del Danubio

Los territorios alpinos fueron conquistados después de las incursiones de los galos y las fronteras se extendieron al Danubio Superior. La tarea fue encomendada a sus hijos adoptivos Tiberio y Druso, que conquistaron el Nórico en el 16 a. C. y la Retia en el 15 a. C.

El avance hacia el Danubio Medio continuó con la reconquista de Panonia en la Guerra de Bato entre los años 6 y 9.

La Frontera del Elba y el Rin

El interés por región de Germania (Alemania moderna) es la política expansiva más mantenida en el tiempo, desarrollándose en varias campañas:

  • La Segunda Campaña de Tiberio se desarrolla entre los años 4 y 6, dirigida contra los Queruscos, con los que llega a un Tratado, los Longobardos y los Marcomanos encabezados por Marbod, aunque debe abandonar para trasladarse a Panonia.
  • La expansión en Germania acaba con la victoria de Arminio, en alemán Hermann, que aniquila 3 legiones al mando de Varo el 9 en la batalla del bosque de Teutoburgo. Después de eso Augusto evacua la Germania Magna, aceptando el Rin como la frontera norte permanente del imperio.

El Imperio Parto

En el este, cambió la política de agresión al Imperio Parto por otra de contemporización, bien simbolizada por la devolución por parte de Fraates IV de las águilas e insignias tomadas a Marco Licinio Craso y Marco Antonio tras el acuerdo de no intervención en las áreas de interés.

Los Reinos vasallos

En África, en el año 26 a. C., se sometió a vasallaje la Mauritania.

En el Este, se satisfizo con establecer el control romano sobre Capadocia y Armenia y el Cáucaso, a partir del año 20 a. C.

El grupo de reinos vasallos se completa el 14 con el del Bósforo.

Política interna

En materias domésticas, Augusto canalizó la abundancia enorme traída de todo el imperio para mantener al ejército feliz con pagos abundantes, y a mantener a los ciudadanos de Roma contentos con juegos magníficos y obras que embellecieron la capital. Según unas fuentes, Augusto se jactó que había "encontrado a Roma de ladrillo, y la había dejado de mármol". Asimismo, construyó la Curia, un nuevo hogar para el Senado, construyó los templos de Apolo y del Divino Julio, así como una capilla cerca del Circo Máximo. El templo Capitolino y el teatro de Pompeyo se registran como proyectos de Augusto, cuyo nombre no fue mencionado a propósito. Fundó un ministerio de transporte que construyó una red extensa de calzadas que mejoró la comunicación, el comercio y el servicio de correos. Augusto también fundó la primera brigada de bomberos del mundo, y creó una fuerza regular de policía para Roma.

Estatua de bronce de Augusto, Museo Arqueológico de Atenas

La economía

Los gobernantes romanos entendían poco sobre la economía, y Augusto no era ninguna excepción. Como todos los emperadores, exigió demasiado a la agricultura y gastó el crédito en los ejércitos, los templos y los juegos. Una vez que el imperio dejó de extenderse, y no había nuevos botines de las conquistas, la economía comenzó a estancarse y a declinar con el tiempo. El reinado de Augusto se considera así, en cierta manera, como el punto alto del poderío y prosperidad de Roma. Pero, aunque Augusto colocó a los soldados jubilados a través del imperio en un esfuerzo de restablecer la agricultura, la capital siguió siendo dependiente del grano traído de Egipto.

La Religión y la Moral

Augusto promovió la religión tradicional romana, especialmente el culto a Helios, y presentaba la derrota de las fuerzas egipcias ante los romanos, como la derrota de los dioses de Egipto por los de Roma.

Durante su gobierno llevó a cabo una cruzada de valores morales, regulando el matrimonio (prohíbe el casamiento entre senatoriales y descendientes de libertos), la familia y la procreación, a la vez que desalentaba los lujos, el sexo desenfrenado (incluyendo la prostitución y la homosexualidad) y el adulterio. La campaña, iniciada el 18 a. C., llevó a su propia hija Julia al destierro bajo cargos de adulterio, y posteriormente a su nieta, también llamada Julia.

Las artes

Como patrón de las artes, Augusto dotó de favores a poetas, artistas, escultores, y arquitectos. Se considera que durante su reinado la literatura romana (latina) alcanzó su edad de oro. Horacio, Tito Livio, Ovidio, y Virgilio prosperaron bajo su tutelaje, pero a su vez, tuvieron que pagar tributo a su genio y adherirse a sus normas. (Ovidio fue desterrado de Roma a lo que hoy es Rumanía por haber violado los códigos de moralidad de Augusto).

Esta época fue llamada la época de oro porque en esta es en donde se da el auge y decadencia de dos géneros en especial en la literatura romana: La poesía y la prosa. Para la poesía fue un periodo de gran ayuda ya que esta se desarrolló de una manera muy fácil a causa de que después de tantos enfrentamientos en Roma, los ciudadanos no tenían de que preocuparse materialmente (gracias a los botines acumulados de tantas guerras) y de esta manera su tiempo lo dedicaron a la literatura, a las artes como tal. En la poesía expresaban su horror hacia la guerra y las inquietudes de la política. El poema que más se destacaba en esta época era la elegía que venia de la inspiración personal. Generalmente las elegías le cantaban al amor y era cultivada por múltiples poetas de la época.

En cambio, la prosa, empieza a decaer y lo hace bastante. La prosa fue un recurso muy utilizado durante la República, especialmente por los políticos de la época, para contar sus historias, los discursos que hacían frente al senado apoyando, criticando o estando en contra de algo o alguien del senado que no estuviera de acuerdo con sus propuestas. Sin embargo, bajo el régimen de Augusto esta decayó considerablemente ya que la elocuencia no tiene función alguna y la elocuencia judicial tampoco puede tener un papel importante porque todas las causas son juzgadas o por el emperador o sus mandatarios y este juicio es a puerta cerrada.

La mayoría de los prosistas de la República eran políticos. Los pocos supervivientes que quedaron de la época de la República fueron: Asinio Polion, que escribió una Historia de las guerras civiles , y Meselas con sus Memorias. Los prosistas del Principado en su mayoría eran hombres de letras como Cicerón, los historiadores Tito Livio, Trogo Pompeyo y Fenestella o el arquitecto Vitrubio.

Fue patrocinador de la Eneida de Virgilio con la esperanza que ésta aumentara el orgullo de la herencia romana en el pueblo. Con el pasar del tiempo, se ganó el aprecio de la mayoría de la clase intelectual romana aunque, en privado, muchos todavía deseaban volver a los tiempos de la República. Usó los juegos y las fiestas públicas para su propia gloria y la de su familia y para consolidar su popularidad con las masas. Cuando murió, una vuelta al viejo sistema de la República era inimaginable. La única cuestión que quedaba sin resolver a su muerte era quién le iba a suceder.

Sucesión

El control que Augusto ejerció sobre el imperio, fue tal que le permitió preparar su sucesión, introduciendo, si bien imperfectamente, el principio hereditario.

El surgimiento del problema sucesorio

Inmediatamente después del Primer Pacto, Augusto enfermó, haciendo patente los problemas de sucesión. El propio Augusto cedió el control de los símbolos y documentación del Gobierno a Agripa y Mecenas, integrantes del círculo más cercano, los “Amigos del César” (Amici Caesaris).

Una vez recuperado, en año 24 a. C., Augusto empezó a preparar los mecanismos de sucesión.

El primer candidato: Marcelo

El primer sucesor considerado fue su sobrino Marco Claudio Marcelo, hijo de su hermana Octavia. A tal efecto, lo convirtió en su yerno, casándolo con su hija Julia la Mayor en el año 23 a. C. y que falleció al poco, víctima de una intoxicación. Aunque las fuentes antiguas tienden a acusar a Livia, esposa de Augusto, de su muerte, así como de otras varias, no existen pruebas al respecto.

El segundo candidato: Agripa

El siguiente candidato pareció ser Agripa, su mano derecha desde los primeros tiempos, al que casó con la recientemente enviudada Julia la Mayor. Fruto del matrimonio nacieron cinco hijos:

Una señal que confirmaría su consideración como posible sucesor, es el haber sido el único personaje con el que Augusto compartió la Potestad Tribunicia, con la que gobernó el Oriente del Imperio, a partir del 18 a. C., en principio por un plazo de 5 años. La muerte de Agripa en 12 a. C., impide saber si se le hubieran renovado las competencias.

Los hijos de Livia: Tiberio y Druso

Los hijastros que Livia había aportado al matrimonio con Augusto, fruto de su anterior marido Tiberio Claudio Nerón, no fueron en ningún caso postergados, siendo adoptados por Augusto y encomendándoseles diversos cargos y misiones de alto rango, como por ejemplo las Campañas en Germania.

Asimismo, Augusto propició el matrimonio de Tiberio, al que ordenó divorciarse de Vipsania Agripina, con su hija, recién enviudada de Agripa, Julia la Mayor. Augusto prefería claramente al hijo menor, Nerón Claudio Druso Germánico, hasta el punto de presionar al Senado para permitir a Druso ejercer cargos 5 años antes de la edad reglamentaria. Sin embargo, Druso morirá en Germania el 14 de septiembre de 9 a. C.; mientras, Tiberio mantendrá tales diferencias con Augusto que dimitirá de sus cargos en el 6 a. C. y se autoexiliará en Rodas en el año 5 a. C.

Los hijos de Agripa

El favor que Augusto había concedido a Agripa, se trasladó a su descendencia, y así, adoptó rápidamente a sus dos hijos mayores, Cayo César y Lucio César, en el mismo año 12 a. C. Que los preparaba para ser sus sucesores parece claro, por cuanto al alcanzar los 15 años, al vestir la toga virilis, fueron nombrados Príncipe de la Juventud, (Principem Iuventus), el primero en el año 4 a. C. y el segundo en el 2 a. C.

Póstumo César y Tiberio

El tercer hijo varón, Póstumo César o Agripa Póstumo, no fue inicialmente adoptado, al parecer por el deseo de Augusto de que hubiera continuidad del apellido familiar, pero debido a las tempranas muertes de Cayo Julio en el año 4 hallándose en Licia y de Lucio César en el año 2 en Marsella, también acabó siendo adoptado por Augusto el 26 de junio del año 4.

La temprana edad de Agripa Póstumo, impelió a Augusto a reclamar a Tiberio en Roma, que fue adoptado el mismo 26 de junio de 4, aunque con la condición de que adoptaría a su sobrino Nerón Claudio Druso, lo que hizo el 27 de junio de 4, esto es al día siguiente.

La doble adopción, no confirió estabilidad a la sucesión, antes bien, enfrentó a ambos herederos.

Muerte de Augusto y Ascenso de Tiberio

El 19 de agosto del 14, Augusto muere en Nola. Póstumo Agripa y Tiberio habían sido nombrados coherederos. Sin embargo, Póstumo había sido desterrado y muere antes de poder acceder al trono por una conspiración fomentada por Livia quien quería a su hijo como emperador pero para Tiberio fue fácil asumir los mismos poderes que había tenido su padrastro.

El legado de Augusto

Retrato de Augusto: detalle de la famosa estatua de Prima Porta.

El reinado de Augusto sirvió para cimentar el Imperio romano, un régimen que duraría cientos de años hasta su decadencia y caída. Tanto su nomen adoptivo, César, como su título, Augusto, se convirtieron en títulos ostentados por quienes gobernaron el imperio romano durante cuatro siglos, tanto en Occidente como en Oriente, y aún en el siglo XV se usaban en Constantinopla. En muchos idiomas César se convirtió en sinónimo de emperador. Los títulos zar (en ruso, "Царь" - Tsar' - que proviene de "Цесарь" o César) y káiser (alemán, Kaiser) son derivados del nombre o título César y continuaron en uso hasta el siglo XX. Poco tiempo después de morir Augusto, el 19 de septiembre del 14, fue deificado (consecratio) adorado como un divus. El culto al Divino Augusto continuó hasta que la religión oficial del imperio fue cambiada a la cristiandad por Teodosio I en el siglo IV. Testamento de su legado son el gran número de estatuas y bustos eregidos en su honor, así como también el mausoleo que originalmente contenía las columnas de bronce con las obras de la vida de Augusto llamada Res Gestae Divi Augusti.[8]​ Muchas copias de ese texto se inscribieron a lo largo del Imperio tras su muerte[9]​, con traducciones al griego en muchos lugares y en edificios públicos como, por ejemplo, el tempo de Ankara.[10]

Sin embargo, pocas de las obras escritas por Augusto han pervivido. Entre las que sí que han llegado a nuestros días se encuentras los poemas Sicilia, Epifanio y Ajax, una autobigrafía de 13 tomos, un tratado filosófico y un texto refutando al Eulogio de Catón de Marco Junio Bruto.[11]​ Los historiadores también han utilizado algunas cartas escritas por Augusto y dirigidas a otras personas para obtener algunos datos adicionales sobre su vida personal.[12][13]

Muchos consideran a Augusto el emperador más grande de Roma; sus políticas ciertamente extendieron la vida del imperio e iniciaron la Paz romana también conocida como Pax Augusta. Era inteligente, decisivo, y un político sagaz, pero quizás no tan carismático como Julio César, y en ocasiones tomó decisiones influenciado por su tercera esposa, Livia. Como resultado, Augusto no posee tanto renombre como su antecesor, y a menudo es confundido con el primero. No obstante, su legado demostró perdurar más en el tiempo. La ciudad de Roma fue transformada completamente bajo el mando de Augusto.

Se crearon las primeras fuerzas policiales y de bomberos institucionalizados, estableciendo al prefecto municipal como un cargo permanente.[14]​ La fuerza de policía se dividió en cohortes de 500 hombres, mientras que las fuerzas de bomberos llegaron a estar dotadas por entre 500 y 1.000 hombres, con 7 unidades asignadas a 14 sectores de la ciudad.[14]​ Se nombró a un praefectus vigilum (prefecto de vigilancia) como mando directo de los cuerpos de vigilancia policial y anti-incendios de Roma.[15]​ Además, habiendo finalizado las guerras civiles en Roma, Augusto pudo también crear un ejército profesional para el Imperio, compuesto por unas 28 legiones que suponían unos 170.000 soldados.[16]​ El ejército estaba apoyado por numerosas unidades de tropas auxiliares de 500 soldados cada una, reclutadas a menudo en zonas conquistadas recientemente.[17]​ En el año 6 Augusto estableció el aerarium militare, donando 170 millones de sestercios al nuevo tesoro militar con el que se pagaba tanto a los soldados activos como a los retirados.[18]​ Por último, uno de los legados de carácter político-militar que más durarían entre las instituciones romanas sería la Guardia Pretoriana que creó en 27 a. C. En origen se trataba de una guardia personal en el campo de batalla, que fue evolucionando para convertirse en una guardia imperial y en un importante cuerpo político de Roma.[19]​ Después de Augusto, la Guardia Pretoriana tuvo poder suficiente para intimidar al Senado y para deponer y elegir emperadores. El emperador Majencio fue el último al que sirvieron, y fue Constantino I quien disolvió el cuerpo a comienzos del siglo IV, destuyendo sus barracones, los Castra Praetoria.[20]

Con las finanzas del estado como base del mantenimiento de las carreteras que atravesaban Italia, Augusto creó también un sistema oficial de correos, con la creación de una serie de postas gestionadas por el praefectus vehiculorum.[21]​ Además de una mejora en las comunicaciones de los ciudadanos del Imperio, la mejora y ampliación de la red viaria permitió una movilidad sin precedentes del ejército romano a lo largo y ancho del Imperio.[22]

Augusto representado conforme al estilo egipcio en un relieve del templo de Kalabsha, en Nubia.

Aunque llegó a ser el individuo más poderoso del recién creado Imperio romano, Augusto quiso representar el espíritu de la virtud y las leyes de la República. También quiso tener relación y conexión con la plebe y los ciudadanos desfavorecidos. Para ello hizo gala de una gran generosidad a la vez que ofrecía una imagen de persona poco dada a los lujos y los excesos. En el año 29 a. C., Augusto pagó 400 sestercios por persona a un total de 250.000 ciudadanos, 1.000 sestercios a cada uno de los 120.000 veteranos de las colonias, y dedicó 700 millones de sestercios a la compra de tierras para que sus veteranos pudieran establecerse.[23]​ También restauró 82 templos con el fin de mostrar su preocupación por las deidades romanas,[23]​ y en 28 a. C. ordenó fundir 80 estatuas de plata erigidas a su imagen y en su honor en un intento de aparentar un carácter modesto y frugal.[23]

En una visión retrospectiva del reinado de Augusto y su legado al mundo romano, su longevidad no debe obviarse como un factor clave en su éxito. Tal y como apunta Tácito, las generaciones más jóvenes que estaban vivas en el año 14 no habían conocido otra forma de gobierno que el principado.[24]​ Si Augusto hubiera muerto a edad más temprana, la historia podría haberse desarrollado de distinta forma. El desgaste que supusieron las guerras civiles en la vieja oligarquía republicana y la longevidad de Augusto, por lo tanto, debe verse como factores de gran importancia en la transformación del estado romano en una monarquía de facto a lo largo de estos años. La experiencia de Augusto, su paciencia, su tacto, y su perspicacia política jugaron un papel fundamental a lo largo de su mandato. Puso las primeras piedras de lo que sería el Imperio romano, desde la creación de un ejército profesional que estableció en las fronteras, al principio dinástico que tan a menudo se utilizó en la sucesión imperial, pasando por el embellecimiento de la capital mediante obras financiadas por el emperador. Su legado final fue la paz y prosperidad de la que el imperio gozó durante los siguientes dos siglos bajo el sistema político que el inició. Su memoria se consagró durante la época Imperial como el paradigma de buen emperador. Todos los emperadores posteriores adoptaron su nombre, César Augusto, que fue perdiendo gradualmente su carácter de nombre propio para convertirse en un título.[25]​ Poetas contemporáneos como Virgilio u Horacio alabaron a Augusto como defensor de Roma y de la justicia y moral, un individuo que cargaba con el peso de la responsabilidad de mantener el imperio.[26]​ Sin embargo, Augusto también ha sido objeto de críticas a lo largo de los años por su gobierno sobre Roma y por crear el principado. Por ejemplo, el jurista romano contemporáneo Marco Antistio Labeón, orgulloso de los días previos a la era de Augusto en los que había nacido, criticó abiertamente el régimen del principado.[27]Tácito (c. 56 - c. 117), por su parte, escribió al comienzo de sus Anales que Augusto había subvertido con astucia la República romana en un régimen de esclavitud.[27]​ Continuaba diciendo que, con la muerte de Augusto y el juramento de lealtad a Tiberio, el pueblo romano simplemente intercambió un amo por otro.[27]​ Sin embargo, Tácito también recoge en su obra dos visiones contradictorias, a la vez que comunes, de Augusto:

Fragmento de una estatua ecuestre de Augusto.
Personas inteligentes el alabraon o criticaron de diversos modos. Una opinión era la siguiente. El deber filial y la emergencia nacional, en la que no había lugar a una conducta respetuosa con la ley, le llevaron a una guerra civil - y esto no puede ser promovido ni mantenido por métodos decentes. Hizo concesiones a Antonio y a Lépido con la finalidad de obtener la venganza sobre los asesinos de su padre. Cuando Lépido se volvió viejo y perezoso y Antonio se entregó a la auto-indulgencia, la única posible cura para un país distraído era el gobierno por un solo hombre. Sin embargo, Augusto puso en orden el país no mediante su alzamiento como rey o dictador, sino creando el principado. Las fronteras del imperio estaban en el océano o en ríos distantes. Los ejército, provincias, flotas, el sistema entero estaba interrelacionado. Los ciudadanos romanos estaban protegidos por la ley. Los provincianos eran tratados decentemente. La propia Roma había sido embellecida profusamente. La fuerza se había usado con moderación, simplemente para preservar la paz de la mayoría.
Tácito[28]

Por otro lado, y según la versión opuesta:

El deber filial y la emergencia nacional fueron meros pretextos. En realidad, el motivo de Octaviano, el futuro Augusto, fue el ansia de poder (...) Ciertamente hubo paz, pero fue una paz cubierta de sangre por los desastres y asesinatos.
Tácito[29]

Tácito tenía la opinión de que el emperador Nerva (r. 96-98) sería el único capaz de mezclar dos conceptos opuestos: el principado y la libertad.[30]​ El historiador Dión Casio, del siglo III, consideraba a Augusto un gobernante benigno y moderado aunque, al igual que muchos historiadores posteriores a la muerte de Augusto, le consideraba un autócrata.[27]​ El poeta Marco Anneo Lucano (39-65 d. C.) opinaba que la victoria de César sobre Pompeyo y la caída de Catón el joven (95-46 a. C.) marcaron el final de la libertad en Roma. Sobre el particular, el historiador Chester G. Starr, Jr. escribe que es posible que con ello estuviese expresamente evitando criticar a Augusto de forma directa.[30]

En épocas más recientes, el escritor Jonathan Swift (1667-1745), en su obra Discourse on the Contests and Dissentions in Athens and Rome, cricó a Augusto por instaurar la tiranía en Roma, y hacía una comparación entre la monarquía constitucional del Reino Unido y la república romana del siglo II a. C.[31]​ El almirante e historiador Thomas Gordon (1658-1741) comparó a Augusto con el tirano puritano Oliver Cromwell (1599-1658)[31]​ e insistió, al igual que hizo Montesquieu, en que Augusto se comportó como un cobarde en batalla.[32]​ Augusto también sería tildado de "gobernante maquiavélico", "usurpador sediendo de sangre", "malvado y despreciable" y "tirano" por el historiador Thomas Blackwell.[32]

Reformas económicas

Moneda de Augusto encontrada en el tesoro de Pudukottai, en India, y actualmente expuesta en el Museo Británico.
Imitación india de una moneda de Augusto. Siglo I. Museo Británico.

Las reformas económicas que Augusto implementó en Roma tuvieron un gran impacto sobre el éxito posterior del Imperio. Augusto hizo que una gran porción del terreno sobre el que se había extendido el Imperio pasase a estar bajo control e imposición directa de Roma, en lugar de extraer una cifra variable, intermitente y en cierto modo arbitraria de impuestos de cada provincia local, como había ocurrido hasta entonces.[33]​ La reforma incrementó enormemente la cifra neta de infresos que Roma percibía de sus nuevos terriorios, estabilizando el flujo y regularizando la relación financiera entre Roma y las provincias, en lugar de provocar resentimientos continuos ante cada nueva exacción de tributos.[33]​ Las cifras impositivas durante el reinado de Augusto se determinaban por el censo de población, con cuotas fijas para cada provincia en función del número de habitantes.[34]​ Los ciudadanos de Roma y de Italia pagaban impuestos indirectos, mientras que las provincias debían pagar impuestos directos a Roma.[34]​ Entre los impuestos indirectos se contemplaba un impuesto del 4% sobre el precio de los esclavos y un 1% sobre los bienes vendidos en subasta, así como un impuesto de sucesiones del 5% sobre aquellas herencias cuyo valor fuese mayor de 100.000 sestercios y siempre que el parentesco entre el causante y el heredero no fuese de primer grado.[34]

Asimismo, otra reforma de gran importancia fue la abolición del sistema privado de recolección de impuestos que ejercían los publicanos, que sería reemplazado por un servicio público de carácter funcionarial de recolectores de impuestos. En la era republicana el sistema habitual había sido el de los publicanos, contratistas privados que habían llegado a tener suficiente poder como para influir en la política de Roma.[33]​ Los publicanos habían ganado muy mala fama y una gran fortuna personal gracias a la adjudicación de los derechos de recaudación de impuestos en áreas locales.[33]​ Roma, a través del sistema de subasta, otorgaba el derecho de recaudación de impuestos a la persona que más ingresos ofreciese a Roma, y el beneficio del publicano se basaba en todas aquellas cantidades que fuese capaz de recaudar por encima de la cifra ofertada, contando para ello con la bendición de la metrópolis. La falta de una supervisión efectiva, combinada con el deseo de los publicanos de maximizar sus beneficios, supuso la creación de un sistema de exacciones arbitrarias que a menudo era muy cruel con los contribuyentes. Era un sistema ampliamente percibido como injusto, y muy dañino para la economía.

Además, la conquista de Egipto por Augusto supuso una nueva fuente de ingresos para financiar las operaciones del Imperio.[35]​ Dado que políticamente la región fue considerada como una propiedad privada de Augusto en lugar de una provincia del Imperio, se convirtió en parte del patrimonio de los futuros emperadores.[36]​ En lugar de a un legado o a un procónsul, Augusto colocó como administrador de Egipto a un prefecto de la clase ecuestre con la misión de administrar Egipto y mantener sus lucrativos puertos. Este puesto se convirtió en el mayor logro político que podía alcanzar alguien de la clase ecuestre, aparte del de Prefecto del pretorio.[37]​ Esta tierra de gran productividad aportó enormes recursos a Augusto y a sus sucesores, con los uqe pudieron financiar obras públicas y expediciones militares,[35]​ además de «pan y circo» para el pueblo de Roma.

Mes de Augusto

El mes de agosto (en latín Augustus), conocido hasta ese entonces como sextilis (por ser el sexto mes del calendario romano original) recibió su nombre actual en honor a Augusto. Existe una creencia común de que Augusto tiene 31 días porque Augusto quería que su mes tuviese la misma longitud que el de Julio César (el mes de julio), pero se basa en una invención que data del siglo XIII y que se atribuye a Johannes de Sacrobosco. Sextilis, de hecho, tenía ya 31 días antes del cambio de nombre, y no fue elegido por su longitud. Según un senatus consultum citado por Macrobio, Sextilis fue renombrado en honor a Augusto debido a que varios de los eventos más significativos en su ascensión al poder, culminando con la caída de Alejandría, tuvieron lugar en ese mes.[38]

Proyectos constructivos

Detalle de una esclutura del Ara Pacis (Altar de la Paz), 13 a. C. a 9 a. C.

En su lecho de muerte, se dice que Augusto se jactó de haber encontrado una Roma hecha de ladrillo y de haber legado otra hecha de mármol. Aunque existe cierta verdad literal en su afirmación, Dión Casio indica que se trataba de una metáfora sobre la fuerza del Imperio.[39]​ El mármol podía encontrarse en edificios romanos anteriores, pero no fue utilizado de forma tan extensa como material de construcción hasta el reinado de Augusto.[40]​ Aunque la afirmación no aplicaba a toda Roma o, en especial, al barrio del Subura, Agusto dejó una impronta en la topografía monumental del Centro de la ciudad y del Campo de Marte, con el Ara Pacis (Altar de la Paz) y un reloj de sol monumental, cuya pieza central era un obelisco traído de Egipto.[41]​ Los relieves que decoran el Ara Pacis ofrecían el relato visual de los triunfos de Augusto recogidos en el Res Gestae.[42]

Semblanza

El biógrafo Suetonio describe la semblanza de Augusto de la siguiente forma:

«Poseía una rara belleza (...) Tenía unos ojos vivos y brillantes (...) Tenía dientes pequeños, blancos y desiguales, el cabello ligeramente rizado y algo rubio; las cejas juntas, las orejas medianas, la nariz aguileña y puntiaguda, la tez entre morena y blanca, corta estatura (...)»
Suetonio[43]

Construcciones por o en honor a Augusto

Augusto en la cultura popular

  • En la aclamada serie de televisión de 1976, Yo, Claudio, el emperador Augusto es interpretado por Brian Blessed. Se le muestra como un hombre agradable y simpático que buscaba lo mejor para Roma y su familia; pero aun así, era un títere en manos de su esposa Livia, interpretada por Sian Phillips.
  • En la primera temporada de la serie televisiva Roma de 2005, el joven Augusto es interpretado por Max Pirkis. Augusto es un joven que vive de cerca la guerra civil entre Julio César y sus oponentes políticos. La segunda temporada comienza tras la muerte de Julio César y narra los acontecimientos que culminan con el ascenso de Octavio a la posición de Primer Ciudadano. Al principio de esta última temporada, Max Pirkis vuelve a interpretar a Augusto, cambiando a mitad de temporada por Simon Woods para encarnar a un Augusto más maduro. Se le presenta como un hombre ambicioso, manipulador, sin escrúpulos, frío, y sin carisma para conectar con el pueblo. A medida que va asumiendo poder sus ofertas de pacto adquieren una forma más ventajosa, pero en el fondo se aprecian como órdenes que no se pueden rechazar. Triunfa gracias a una mezcla de astucia política y el miedo que infunde, tanto en sus enemigos como en sus allegados. Quedan fuera de la descripción de su personalidad las virtudes que le hicieron un buen gobernante, y una persona querida y respetada durante siglos.

Bibliografía

Fuentes primarias
Fuentes secundarias
  • Nathan, Fernand; Décadence et chute de l'empire romain, Fernand Nathan Éditeur, S.A., París; Photocomposition Coupé, S.A. - 44880 Sautron, Francia; Impreso en Hong Kong, 1981. ISBN 2 09 293 103 2. Traducción francesa del libro Decline and Fall of the Roman Empire (Decadencia y caída del imperio romano) por Edward Gibbon, 1979, de Bison Books, Londres, R.U., pp. 11-13, 16-18, 27-29.
  • Matyszak, Philip, Chronicle of the Roman Republic, Thames & Hudson, Ltd., Nueva York, NY, 2003. Impreso en Eslovenia por Mladiska Knijga Tiskarna, 2003. ISBN 0-500-05121-6; pp. 202, 204, 205, 208, 210-215, 218-231.

Notas

  1. Datos según las fechas contemporáneas. Augusto vivió bajo dos calendarios: el calendario de la República romana que aplicó hasta el año {{subst:AC|45}} y el calendario juliano a partir de esa fecha. Augusto restauró la aplicación del calendario juliano en Plantilla:Subt:AC, y no está clara la correspondencia de fechas entre esos dos calendarios. (Blackburn & Holford-Strevens 2003: 670–1)

Referencias

  1. Suetonius, Vita Divi Augusti, 7. Este cognomen le fue impuesto a causa de una victoria de su padre en el territorio de Thurium.
  2. En los usos onomásticos romanos era la costumbre que, tras una adopción, el nombre familiar de origen se conservara en el cognomen con la terminación -anus, y de ahí el "Octaviano".
  3. Suetonio, Augusto 68, 71
  4. From the Gracchi to Nero: HH Scullard p163
  5. Kovaliov, S.I. Historia de Roma, pág.525
  6. From the Gracchi to Nero: HH Scullard p164
  7. Alexander to Actium: Peter Green pp 697
  8. Suetonio, Augusto 101.4.
  9. Eck (2003), 1–2
  10. Eck (2003), 2.
  11. Bunson (1994), 47.
  12. Shaw-Smith (1971), 213.
  13. Bourne (1918), 53–66.
  14. a b Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; no se ha definido el contenido de las referencias llamadas eck 79
  15. Bunson (1994), 345.
  16. Eck (2003), 85–87.
  17. Eck (2003), 86.
  18. Bunson (1994), 6.
  19. Bunson (1994), 341.
  20. Bunson (1994), 341–342.
  21. Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; no se ha definido el contenido de las referencias llamadas eck 81
  22. Chisholm (1981), 122.
  23. a b c Eder (2005), 23.
  24. Técito, Anales I.3
  25. Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; no se ha definido el contenido de las referencias llamadas eck 124
  26. Kelsall (1976), 120.
  27. a b c d Starr (1952), 5.
  28. Tácito, Anales, I 9
  29. Tácito, Anales, I 10
  30. a b Starr (1952), 6.
  31. a b Kelsall (1976), 118.
  32. a b Kelsall (1976), 119.
  33. a b c d Eck (2003), 83–84.
  34. a b c Bunson (1994), 404.
  35. a b Bunson (1994), 144.
  36. Bunson (1994), 144–145.
  37. Bunson (1994), 145.
  38. Macrobio, Saturnalia 1.12.35.
  39. Dión Casio 56.30.3
  40. Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; no se ha definido el contenido de las referencias llamadas bunson 34
  41. Eck (2003), 122.
  42. Bunson (1994), 32.
  43. Suetonio, Augusto 79, translated by J. C. Rolfe.

Véase también

Enlaces externos

Precedido por:
No existía el título
Emperador romano
César Augusto

27 a. C.-14
Sucedido por:
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Precedido por:
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Cónsul de la República Romana
44 a. C.
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Precedido por:
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Cónsul de la República Romana junto con Lucius Volcacius Tullus
33 a. C.
Sucedido por:
Gnaeus Domitius Ahenobarbus y Gaius Sosius
Precedido por:
Gnaeus Domitius Ahenobarbus y Gaius Sosius
Cónsul del Imperio romano
31 a. C.-23 a. C.
junto con
M. Valerius Messalla Corvinus(31 a. C.)
Marcus Licinius Crassus Dives(30 a. C.)
Sextus Appuleius (29 a. C.)
M. Vipsanius Agrippa (28 a. C.)
T. Statilius Taurus (27 a. C.)
M. Iunius Silanus (26 a. C.)
Sextus Appuleius (25 a. C.)
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Sucedido por:
M. Claudius Marcellus Aeserninus y L. Arruntius
Precedido por:
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Cónsul del Imperio romano junto con L. Cornelius Sulla
5 a. C.
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Precedido por:
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Cónsul del Imperio romano junto con M. Plautius Silvanus
2 a. C.
Sucedido por:
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