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Diferencia entre revisiones de «Teoría conspirativa»

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*El fraude del [[Sida]] como negocio farmacéutico y factor de [[genocidio]] a gran escala.
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*El [[Cáncer]] es simplemente un hongo fácilmente curable.
*El [[Cáncer]] es simplemente un hongo fácilmente curable.
*Teoría de los Grados de Confidencialidad Mundial, en la cual s eafirma que hay 40 grados y estos son la élite de la sociedad quienes ocultan los mas grandes secretos de la humanidad.


== Terminología ==
== Terminología ==

Revisión del 00:59 14 may 2010

Una teoría conspirativaconsiste en la explicación de un evento o cadena de eventos ya sucedidos o todavía por suceder (comúnmente políticos, sociales, populares o históricos) a partir de la ocultación de sus verdaderas causas al conocimiento público o a un complot secreto, a menudo engañoso, por parte de un grupo de personas u organizaciones poderosas e influyentes que permanecen en la sombra.

Una teoría conspirativa afirma que los atentados del 11-S fueron favorecidos por la administración de George W. Bush para tener una excusa para las guerras contra Afganistán e Iraq.

Muchas teorías conspirativas afirman que eventos importantes en la Historia han estado dominados por conspiradores que manipulan acontecimientos políticos detrás de escena.

La expresión "teoría de conspiración" se usa para destacar la falta de fundamento de una explicación, evaluándola como especulativa, falsa o estrafalaria. Casi nunca se llaman "teorías de la conspiración" las explicaciones de hechos que han tenido lugar por causa de una conspiración históricamente probada, llamándoseles simplemente «conspiración».

Ejemplos de teorías conspirativas comunes

Terminología

El término "teoría conspirativa" se usa como descripción, para algunos neutral, de cualquier aseveración de conspiración. "Conspirar" significa "unirse en secreto acuerdo con el fin de efectuar un acto ilícito o impropio o para usar tal medio para llevar a cabo un fin ilícito".[11]​ Sin embargo, el término "teoría conspirativa" también se usa para indicar un género narrativo que incluye una amplia selección de argumentos (no necesariamente relacionados) a favor de la existencia de grandes conspiraciones que en caso de ser ciertas tendrían profundas implicaciones sociales y políticas.[cita requerida]

El primer uso registrado de la expresión "teoría conspirativa" data de 1909. Originalmente se trataba de un término neutral pero durante los avatares políticos de la década de 1960 el término adquirió su actual sentido peyorativo.[12]​ El término ingresó en un suplemento al Oxford English Dictionary recién en 1997.[13]

En un ensayo de Daniel Pipes, según él «adaptado de un estudio preparado para la CIA»,[cita requerida] se intenta identificar las creencias que distinguen la mentalidad conspirativa de patrones más convencionales de pensamiento:

  • las apariencias engañan;
  • las conspiraciones conducen la historia;
  • nada es al azar;
  • el enemigo siempre gana;
  • poder, fama, dinero y sexo dan cuenta de todo.[14]

El término "teoría conspirativa" es usado por académicos establecidos y en cultura popular para identificar un tipo de folclore similar al de una leyenda urbana, especialmente un relato explicativo que se construye con fallos metodológicos particulares.[15]​ El término también se usa peyorativamente para desestimar aseveraciones que se consideran mal concebidas, paranoicas, sin fundamento, extravagantes, irracionales o no merecedoras de consideración seria. Por ejemplo los términos "chiflado conspirativo" y "teorizador conspirativo" se usan en ocasiones peyorativamente. Algunos de los que soportan teorías o especulaciones que son tildadas de "teorías conspirativas" rechazan el término por prejuicioso.[cita requerida]

Es controversial si una aseveración conspirativa particular puede tildarse imparcial o neutralmente de teoría conspirativa. La teoría conspirativa se ha vuelto un término político altamente cargado y la amplia crítica de "teorizadores conspirativos" por parte de académicos, políticos, psicólogos y medios supera las líneas políticas tradicionales de derecha e izquierda.[cita requerida]

El académico estadounidense Noam Chomsky contrasta la teoría conspirativa como más o menos lo opuesto al análisis institucional, el cual se enfoca mayormente en el comportamiento público a largo plazo de instituciones conocidas públicamente, según se registra por ejemplo en documentos académicos o reportes de medios de comunicación, en lugar de coaliciones secretas de individuos.[16][17]

Conspiracionismo

Las teorías conspirativas a menudo no se toman seriamente debido a que muchas de ellas, casi por definición, carecen de evidencia verificable. Esto lleva a la pregunta de qué mecanismos podrían existir en la cultura popular que lleven a la invención y diseminación subsiguiente de teorías sin fundamento.

En búsqueda de respuestas a tal pregunta, la teoría conspirativa se ha vuelto un tema de interés para sociólogos, psicólogos y expertos en folclore desde por lo menos la década de 1960, cuando el asesinato del presidente de EEUU John F. Kennedy provocó una respuesta del público sin precedentes dirigida contra la versión oficial del caso según lo expuso el Reporte de la Comisión Warren. El informe de dicha comísión ha sido contradicho por el Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos, establecido en 1976, que en su informe final concluye que el presidente John F. Kennedy fue probablemente asesinado como resultado de una conspiración.

Una visión del mundo que tiene como centro teorías conspirativas en el desarrollo de la historia se denomina en ocasiones como "conspiracionismo". El historiador Richard Hofstadter se dirigió al papel de la paranoia y el conspiracismo a lo largo de la historia de EEUU en su ensayo The Paranoid Style in American Politics, publicado en 1964. El clásico de Bernard Bailyn The Ideological Origins of the American Revolution (1967) nota que un fenómeno similar puede encontrarse en Estados Unidos durante el tiempo que precedió a la independencia estadounidense.[18]​El término "conspiracismo" fue popularizado por el académico Frank P. Mintz en la década de 1980. El trabajo académico en teorías conspirativas y conspiracismo presenta un rango de hipotesis como base de estudio del género. Entre los principales académicos del conspiracismo se encuentran: Hofstadter, Karl Popper, Michael Barkun, Robert Alan Goldberg, Daniel Pipes, Mark Fenster, Mintz, Carl Sagan, George Johnson y Gerald Posner.

De acuerdo a Mintz, el conspiracismo denota "creencia en la primacía de conspiraciones en el desarrollo de la historia":[19]

"El conspiracismo satisface las necesidades de diversos grupos políticos y sociales en EEUU y otras regiones. Identifica élites, las culpa por las catástrofes económicas y sociales, y asume que las cosas serán mejores una vez la acción popular las pueda remover de las posiciones de poder. Como tales, las teorías conspirativas no tipifican una época o ideología particular".[20]

A lo largo de la historia humana, líderes políticos y económicos "han sido" genuinamente la causa de enormes cantidades de muerte y miseria, y ellos en algunas ocasiones se han visto involucrados en conspiraciones mientras al mismo tiempo promueven teorías conspirativas sobre sus objetivos. Hitler y Stalin serían meramente los ejemplos más prominentes; ha habido numerosos más.[21]​ En algunos casos ha habido aseveraciones desestimadas como teorías conspirativas que luego se mostraron tener alguna base en los hechos (para ejemplos, ver abajo "Conspiraciones verificadas")[22][23]​ La idea de que la historia misma está controlada por grandes y duraderas conspiraciones es desestimada por el historiador Bruce Cumings:

"Pero si las conspiraciones existen, ellas raramente mueven la historia; hacen una diferencia al margen de cuando en cuando pero con las consecuencias imprevistas de una lógica fuera del control de sus autores: y éste es el error de la "teoría conspirativa". La historia se mueve por las amplias fuerzas y grandes estructuras de las colectividades humanas."[24]

El término "conspiracismo" se usa en el trabajo de Michael Kelly, Chip Berlet y Matthew N. Lyons.

De acuerdo con Berlet y Lyons, "El conspiracionismo es una forma narrativa particular de articular un chivo expiatorio, la cual enmarca enemigos satanizados como parte de un vasto e incisivo argumento contra el bien común, mientras que valora el chivo expiatorio como un héroe para la alarma resonante".[25]

Argumentos generales contra el conspiracismo

Los argumentos contra el conspiracismo no suelen dirigirse a demostrar que está siempre equivocado ni a analizar si es posible que acierte, al menos algunas veces, sino a supuestamente analizar los mecanismos psicológicos por lo que aparece. Esto, a juicio de algunos, quita legitimidad al mismo concepto de conspiracismo y a los argumentos "contra el conspiracismo".

Muchas personas tienden a responder a eventos o situaciones que han tenido un impacto emocional en ellos tratando de darle sentido a aquellos eventos, típicamente en términos espirituales, morales, políticos o científicos. Eventos que parecen resistirse a tales interpretaciones (por ejemplo, porque son, de hecho, inexplicables(?) - como los milagros o que la tierra sea redonda - ) pueden provocar que el inquisidor busque con más premura un significado, hasta que alcance uno que sea capaz de ofrecerle al inquisidor la satisfacción emocional requerida.

En otras ocasiones, el desarrollo de secuencias complejas de eventos tales como fenómenos políticos son explicables, pero no en términos simples. Las teorías conspirativas son a menudo preferidas por las personas como modo de entender lo que está pasando a su alrededor sin tener que lidiar con las complejidades de la historia e interacción política.


Como historiador sociológico, Holger Herwig encontró estudiando explicaciones alemanas para el origen de la Primera Guerra Mundial que «aquellos eventos que son más importantes son más difíciles de entender porque atraen la mayor atención de inventores de mitos y charlatanes».

Este proceso normal (de entendimiento?) podría desviarse por varias influencias. Al nivel del individuo, necesidades sicológicas apremiantes pueden influenciar el proceso (de entendimiento?) y ciertas de nuestras herramientas mentales universales pueden imponer 'puntos ciegos' epistémicos. Al nivel de grupo o sociológico, factores históricos pueden hacer el proceso (que proceso?) de asignar significados satisfactorios más o menos problemático.


Alternativamente, las teorías conspirativas pueden surgir cuando la evidencia disponible en el registro público no corresponde con la versión común u oficial de los eventos. En este sentido, las teorías conspirativas pueden servir en ocasiones para resaltar 'puntos ciegos' en las interpretaciones comunes u oficiales de los eventos (Fenster, 1999).


Orígenes psicológicos

De acuerdo a algunos psicólogos, una persona que cree en una teoría conspirativa tiende a creer en otras; una persona que no cree en una teoría conspirativa tiende a no creer en otra.[26]​ Esto puede deberse a diferencias en la información en que se basan las partes para formular sus conclusiones.

Psicólogos creen que la búsqueda de significado es común en el conspiracismo y en el desarrollo de teorías conspirativas, y que puede ser suficientemente fuerte como para llevar ella sola a la primera formulación de la idea[cita requerida]. Una vez concebida, el sesgo de confirmación y la evación de disonancia cognitiva pueden reforzar la creencia. En un contexto donde una teoría conspirativa se ha vuelto popular dentro de un grupo social, el reforzamiento comunal puede igualmente jugar un papel.

Investigaciones llevadas a cabo en la Universidad de Kent, Reino Unido sugieren que las personas pueden ser influenciadas por teorías conspirativas sin ser conscientes de que sus actitudes han cambiado. Luego de leer teorías conspirativas populares sobre la muerte de Diana, Princesa de Gales, participantes en este estudio estimaron correctamente qué tanto las actitudes de sus pares habían cambiado, pero subestimaron significativamente qué tanto sus propias actitudes habían cambiado para volverse más a favor de las teorías conspirativas. Los autores concluyen que las teorías conspirativas pueden por tanto tener un 'poder escondido' para influenciar las creencias de las personas.[27]

En el pensamiento mágico, se toman como postulados válidos ciertas creencias fuertemente arraigadas en el grupo, y sobre éstas se construye un mundo "racional", siguiendo unas pautas lógicas y pseudocientíficas. De este modo, a una persona que no haya tamizado previamente dicha ramificación de ideas o pensamientos, hasta encontrar sus bases más fundamentales, le puede parecer a simple vista que dichos pensamientos tienen un orden científico con fundamento y hasta cierto punto con consistencia formal.

Ejemplos de esto pueden ser las ciencias adivinatorias, la astrología, el psicoanálisis y otra serie de pseudociencias que han aceptado, unos postulados mágicos de sentido histórico y cultural, que les hacen dar conclusiones y razonamientos mucho más llenos y, aparentemente, con más sentido y significado para el hombre creyente, que la propia ciencia. Se utiliza el llamado método científico para remarcar lo endeble y arbitrario de las convicciones basadas en lo sobrenatural.

Proyección

Algunos historiadores han señalado el elemento de proyección psicológica en el conspiracismo; es decir, la atribución a los supuestos "conspiradores" de características indeseables del ser. Richard Hofstadter, en su ensayo The Paranoid Style in American Politics, afirma que:

...es difícil resistir la conclusion de que este enemigo es en muchos aspectos la proyección del ser; los aspectos tanto ideales como inaceptables del ser se le atribuyen a él. El enemigo puede ser el intelectual cosmopolita, pero el paranóico lo excederá en el aparato de la erudición... el Ku Klux Klan imitó al catolicismo al punto de usar prendas sacerdotales, desarrollando un ritual elaborado y una jerarquía igualmente elaborada. La John Birch Society simula células comunistas y operación quasi-secreta a través de grupos "frontales", y reza una persecución sin piedad de la guerra ideológica a lo largo de líneas muy similares a las que encuentra en el enemigo comunista. Portavoces de varios "cruzados" anticomunistas fundamentalistas expresan abiertamente su admiración por la dedicación y disciplina que clama la causa comunista.
Richard Hofstadter

Hofstadter también notó que la "libertad sexual" es un vicio frecuentemente atribuido al grupo objetivo del conspiracista, notando que "muy a menudo las fantasías de verdaderos creyentes revelan fuertes escapes sadomasoquistas, vívamente expresados, por ejemplo, en el deleite de antimasones con la crueldad de castigos masónicos."[28]

¿Sesgo epistémico?

Es posible que ciertos sesgos epistémicos humanos básicos se proyecten en el material bajo escrutinio. De acuerdo a un estudio las personas aplican una regla general por medio de la cual esperan que un evento significativo tenga una causa significativa (esto puede reemplazarse por: la gente espera para algo extraordinario, una explicación extraordinaria).[29]​ El estudio ofreció a tres sujetos cuatro versiones de eventos en los cuales un presidente extranjero (a) fue asesinado (b) fue herido pero sobrevivió (c) sobrevivió con heridas pero luego murió de un ataque cardíaco y (d) salió ileso. Los sujetos tendieron en mayor medida a sospechar conspiración en los casos de los 'eventos importantes' (en los que el presidente muere) en comparación a los otros casos a pesar de que toda la demás evidencia disponible para ellos fue la misma.

Otra regla epistémica general que puede aplicarse equívocamente a un misterio que involucra otras personas es cui bono (¿quién se beneficia?). Esta sensibilidad a motivos ocultos de las demás personas podría ser un aspecto ya sea evolucionado o enculturado de la conciencia humana, pero cualquiera sea el caso ella parece ser universal. Si el inquisidor carece de acceso a los hechos relevantes del caso, o si hay intereses estructurales más que motivos personales involucrados, este método de inquisición tenderá a producir un reporte falsamente conspirativo de un evento impersonal[cita requerida]. El corolario directo de este sesgo epistémico en culturas precientíficas es la tendencia a imaginar el mundo en términos de animismo. Objetos inanimados o sustancias de significancia para las personas reciben un carácter fetichista y se suponen abrigar espíritus malignos o benignos.

Lo contrario de "cui bono", y una posición generalmente útil cuando se está evaluando una teoría conspirativa, es un corolario de la navaja de Occam. "Nunca atribuya a conspiración lo que puede deberse a incompetencia". Es decir, eventos importantes tienen una mayor probabilidad de deberse a fallas o descuidos de una persona o grupos de ellas que a sus planes y esfuerzos.

Psicología clínica

Para individuos relativamente poco comunes, una compulsión obsesiva a creer, probar o repetir una teoría puede indicar una o más de varias enfermedades psicológicas bien comprendidas y otras hipotéticas: paranoia, negación, esquizofrenia, síndrome de mundo mezquino.[30]

Orígenes socio-políticos

Christopher Hitchens representa las teorías conspirativas como 'humos exhaustos de la democracia', el resultado ineludible de una gran cantidad de información circulante entre un gran número de personas. Otros autores sociales y sociólogos argumentan que las teorías conspirativas se producen de acuerdo a variables que pueden cambiar dentro de una sociedad democrática (o de otro tipo).

Reportes conspirativos pueden ser satisfactorios emocionalmente cuando ubican eventos en un contexto moral entendible. El partidario de la teoría es capaz de asignar responsabilidad moral por un evento o situación emocionalmente perturbadora a un grupo de individuos claramente concevido. Crucialmente, tal grupo no incluye al creyente. El creyente puede entonces sentirse excusado de cualquier responsabilidad moral o política pues remediar cualquier falla institucional o social podría ser la fuente efectiva de la disonancia.[31]

Donde un comportamiento responsable se previene por condiciones sociales o simplemente va más allá de las habilidades de un individuo, la teoría conspirativa facilita la descarga emocional o duelo que requieren tales retos emocionales (según Erving Goffman)[cita requerida]. Como los pánicos morales, las teorías conspirativas ocurren así más frecuentemente dentro de comunidades que están experimentando aislamiento social o pérdida de poder político.

Mark Fenster argumenta que "sólo porque teorías conspirativas de amplio espectro estén erradas no significa que no den con algo. Específicamente, ellas se dirigen ideológicamente a inequidades estructurales reales y constituyen una respuesta a una sociedad civil fulminante y a la concentración de propiedad de los medios de producción que juntos dejan al sujeto político sin la habilidad de ser reconocido o de significar algo en el reino público" (1999: 67).

Por ejemplo, la forma contemporánea de antisemitismo se identifica en la Enciclopedia Britannica 1911 como una teoría conspirativa sirviendo al autoentendimiento de la aristocracia europea, cuyo poder social declinó con el ascenso de la sociedad burguesa.[32]

A lo largo de la historia, el antisemitismo es prominente en las teorías conspirativas. De acuerdo a Kenneth S. Stern,

Históricamente, los judíos no se han llevado bien con las teorías conspirativas. Tales ideas alimentan el antisemitismo. Los mitos en que judíos mataron a Cristo, o envenaron pozos, o mataron niños cristianos para cocer matzo, o se inventaron el Holocausto, o traman el control del mundo, no se suceden unos a otros; en cambio, la lista de bulos antisemíticos se alarga. El movimiento de milicia hoy cree en la teoría conspirativa de los Protocolos, incluso si algunos la llaman de otra manera y nunca mencionan a los judíos. Desde la perspectiva de la historia, sabemos que éste es el tipo de clima en que el antisemitismo puede crecer.[33]

Desilusión

Al final del siglo XX, varios observadores notaron descensos en la participación electoral y en otras medidas centrales del compromiso social. Como ejemplo prominente, véase la tesis de Robert Putnam Bowling Alone. Quienes fueron más influenciados por este periodo, la llamada "Generación X", se caracterizan por su cinismo hacia las instituciones y autoridades tradicionales, ofreciendo un ejemplo del contexto de pérdida de poder político mencionado anteriormente.

En ese contexto, un individuo típico tenderá a estar más aislado de los tipos de redes de pares que confieren acceso a amplias fuentes de información, y puede desconfiar intuitivamente de cualquier aseveración hecha por ciertas personas, medios y otras instituciones autorizadas. Para algunos individuos, la consecuencia puede ser una tendencia a atribuir cualquier cosa negativa que ocurra a la autoridad de la que se desconfía. Por ejemplo, algunos atribuyen los atentados del 11 de septiembre de 2001 a una conspiración que involucra al gobierno de EEUU (o políticos desaprobados) en lugar de o junto con terroristas islámicos asociados con Al Qaida (véase conspiraciones del 11-S). Tales cargos pueden también colorearse con motivación política. Se hicieron cargos similares (en algunos círculos) según los cuales la administración de Franklin D. Roosevelt del gobierno de EEUU fue de alguna manera culpable del ataque a Pearl Harbor en 1941.

El "Teorema de la Racionalidad"

Otra crítica de las teorías conspirativas es que se basan en cierta visión del mundo que puede o no ser correcta. Graham Allison, politólogo, desarrolló este argumento en su libro, Essence of Decision, y lo llamó informalmente el "teorema de la racionalidad".

Básicamente, Allison argumentó:

  • Muchas teorías (incluyendo teorías conspirativas) se basan en el supuesto de expectativas racionales. Bajo este supuesto, los eventos y decisiones se explican con las respuestas racionales de grupos e individuos.
  • Sin embargo, Allison señaló que grupos e individuos no siempre actúan de manera racional.
  • Allison argumentó que usando un pensamiento racional, los individuos toman automáticamente un enfoque de "caja negra" hacia los problemas, lo que significa que se concentran en los datos que eran disponibles y en los resultados pero fallan en no considerar otros factores tales como burocracia, malentendidos, desacuerdos, etc.
  • Finalmente, Allison argumentó que el pensamiento racional viola en general la ley científica de falsabilidad, pues de acuerdo con el teorema de la racionalidad, no hay evento o grupo de eventos que no puedan explicarse de una manera racional y decidida.

Aunque Allison estudió principalmente la crisis de los misiles de Cuba, en esencia, él ilustró el teorema de la racionalidad haciendo referencia al ataque a Pearl Harbor, específicamente la teoría de que las autoridades estadounidenses permitieron intencionalmente que comenzara el ataque.

Allison argumentó que, para que esta teoría conspirativa específica se cumpla, los análisis primero tienen que suponer que los oficiales actuaron de una manera racional y que tuvieron completo acceso a toda información que indicara que el ataque era inminente.

Sin embargo, al examinar evidencia interna adicional, Allison argumentó que mientras, desde una perspectiva de caja negra, EEUU tenía suficiente evidencia del ataque a Pearl Harbor, una combinación de burocracia y malentendidos fue la razón real de por qué sucedió el ataque. Por ejemplo, Allison notó que evidencia del ataque venidero estaba dispersa en diferentes departamentos gubernamentales, y no se combinó inmediatamete para crear una imagen entera. Similarmente, algunas autoridades interpretaron erróneamente los datos disponibles (el 7 de diciembre de 1941 la base en Pearl Harbor estaba de hecho en alerta pero la alerta era por posible sabotaje japonés, no un ataque aéreo general.

Tropos de los medios

Comentadores de los medios notan regularmente una tendencia en los medios de noticias y de cultura popular a entender eventos a través del prisma de agentes individuales, contrario a reportes estructurales o institucionales más complejos.[34]​ Si esta es una observación correcta, puede esperarse que la audiencia que demanda y consume este mismo énfasis sea más receptiva a reportes personalizados y dramáticos de fenómenos sociales.

Un segundo tropo de los medios, tal vez relacionado, es el esfuerzo de destinar responsabilidades individuales a eventos negativos. Los medios tienen una tendencia a comenzar a buscar culpables si un evento es de tal importancia que no deja la agenda de noticias en algunos días. De esta tendencia, se ha dicho que el concepto de accidente puro ya no se permite en un artículo de noticias.[35]​ Nuevamente, si esta es una observación correcta, ella puede reflejar un cambio real en cómo el consumidor de medios percibe eventos negativos.

Controversias

Aparte de las controversias sobre los méritos de aseveraciones conspirativas particulares (véase catálogo abajo) y de las varias opiniones académicas discrepantes (arriba), la categoría general de teoría conspirativa es "en sí misma" una materia de cierta disputa pública.

Uso

El término "teoría conspirativa" es considerado por diferentes observadores como una descripción neutral de una aseveración conspirativa, un término peyorativo usado para desestimar tal aseveración sin más examen,[36]​ y un término que puede acogerse positivamente por proponentes de tal aseveración.

Algunos usan el término para argumentos que pueden no creer completamente pero consideran radicales y emocionantes. El significado del término más ampliamente aceptado es el que se comparte en el uso en cultura popular y académico, de hecho teniendo implicaciones negativas para el valor de verdad probable de un relato.

Dado este entendimiento popular del término, es concebible que el término pueda ser usado ilegítima e inapropiadamente como medio de desestimación de lo que de hecho son acusaciones sustanciales y bien evidenciadas. La legitimidad de cada uno de tales usos será por tanto un asunto de controversia. Observadores desinteresados compararán los rasgos de una alegación con los de la categoría mencionada anteriormente, para efectos de determinar si un uso dado es legítimo o perjudicial. En relación con esto, Michael Parenti ha usado el termino conspirafobia (conspiracy phobia).[37]​ Este autor, asimismo, en uno de sus artículos, llama a la CIA «una conspiración institucionalizada».[37]

Ciertos proponentes de aseveraciones conspirativas y sus partidarios argumentan que el término es completamente ilegítimo y que debe considerarse precisamente tan manipulador políticamente como la práctica soviética de tratar disidentes políticos como dementes clínicos.[38]​ Críticos de esta visión afirman que el argumento tiene poco peso y que la afirmación misma sirve para exponer la paranoia común entre los teorizadores conspirativos. Por otra parte, Daniel Pipes, uno de los que usan el término frecuentemente,[39]​ incluso reconoce que algunos informes los hizo por encargo de la CIA.[40]​ Además, los críticos del conspiracismo suelen mencionar sólo las teorías conspirativas más ridículas sin mencionar las conspiraciones que están históricamente demostradas.

Algunos teóricos, como Charles Pigden argumentan que la realidad de tales conspiraciones históricamente comprobadas debería prevenirnos contra cualquier rechazo apresurado de teorías conspirativas. Pigden, en su artículo “Conspiracy Theories and the Conventional Wisdom”[41]​ (‘teorías de conspiración y la sabiduría convencional’) arguye que no sólo ocurren conspiraciones sino que cualquier miembro educado de la sociedad cree en al menos una de ellas; por tanto, todos somos, de hecho, teóricos de la conspiración (se reconozca o no).

En cualquier caso, vale la pena anotar que el mismo término "conspiración" es muy anterior al término "teoría conspirativa" y está muy bien caracterizado en la Historia, el Derecho Penal, las leyes penales y sentencias de los Tribunales. Esto ilustra el hecho de que la conspiración es y ha sido de antaño un comportamiento humano muy real, mientras que la legitimidad del muy reciente concepto de "teoría conspirativa" continúa abierta al debate.

En el Derecho Penal está bien caracterizado el concepto de "conspiración", aparte del hecho de que muchas personas han sido condenadas por los Tribunales por conspiración. El actual Código Penal de España, de 1995, en su art. 17.1 dice: "La conspiración existe cuando dos o más personas se conciertan para la ejecución de un delito y resuelven ejecutarlo." Los anteriores códigos penales españoles también definían y castigaban la conspiración. En la legislación penal de otros países también se castiga la conspiración.

El término "teoría conspirativa" es en sí mismo el objeto de un tipo de teoría conspirativa que argumenta que quienes usan el término están manipulando la audiencia para desestimar el tema en discusión, ya sea en un intento deliberado de ocultar la verdad o como engaño para conspiradores más pausados.[cita requerida]

Cuando se ofrecen teorías conspirativas como aseveraciones oficiales (por ejemplo, proveniendo de una autoridad gubernamental, tal como una agencia de inteligencia) ellas no se consideran usualmente como teorías conspirativas. Por ejemplo, ciertas actividades del Comité de la Cámara de Actividades No-Estadounidenses de la cámara de representantes de EEUU pueden considerarse como un intento oficial de promover una teoría conspirativa, aunque sus aseveraciones son raramente referidas como tales.

Surgen más dificultades de la ambigüedad del término teoría. En el uso popular, este término se usa a menudo para referirse a especulaciones sin fundamento o con bases débiles lo que lleva a la idea de que "No es una teoría conspirativa si es de hecho cierta".[42]

Por otra parte, el uso del concepto de "teoría conspirativa" supone una preocupación exclusiva o preponderante por los "falsos positivos" (creer en una conspiración que no existe) sin prestar atención a la posibilidad de un "falso negativo" (negar una conspiración que sí existe). Los que se ocupan del fenómeno del conspiracismo no se preocupan si dichas teorías aciertan a veces o no.

Evaluación de la validez de teorías conspirativas

Tal vez el aspecto más discutible de una teoría conspirativa es el problema de decidir la veracidad de una teoría conspirativa particular al punto de satisfacer tanto sus proponentes como sus opositores. Las acusaciones particulares de conspiración varían ampliamente en su verosimilitud pero pueden aplicarse algunos estándares comunes para evaluar el valor de verdad probable en cada caso particular:

  • Navaja de Occam: ¿es el relato alternativo más, o menos, probable que el relato establecido?
  • Metodología: ¿están bien construidas las pruebas ofrecidas a favor del argumento, es decir, usando una metodología contundente? ¿Hay algún estándar claro para determinar qué evidencia probaría o refutaría la teoría?
  • Delatores: ¿cuántas personas (y qué tipo) deben que ser conspiradores leales?

Algunas de estas pruebas pueden tener lados negativos también. Por ejemplo, una aplicación excesiva de la "navaja de Occam" puede llevar a la aceptación de visiones de la historia "sobre"simplificadas.

Características de las teorías conspiranoicas.

  1. El relato hace referencia a hechos muy conocidos, muy mediáticos, incluso espectaculares, que forman parte de la cultura popular.
  2. El relato (que se suele plantear como un nosotros sólo hacemos preguntas, aunque es evidente que no quieren ninguna respuesta: ya las tienen todas) está compuesto de afirmaciones que no se pueden demostrar. Ni falta que les hace.
  3. El relato es una historia hollywoodiense de buenos muy buenos e inocentes y malos muy malos capaces de cualquier cosa y provistos de una osadía extrema.
  4. Mucho antes de que la conspiranoia esté totalmente elaborada, los buenos y los malos ya han sido determinados y todo el resto de sus análisis está encaminado a demostrarlo. Siempre empieza con el quién y por qué, y luego elabora el cómo.
  5. Hace falta la participación activa de una cantidad de gente enorme y diversa para que el relato conspiranoico se sostenga. Con frecuencia, requiere de la cooperación y el silencio de miles o millones de personas con intereses dispares e incluso contrapuestos, cosa que en la realidad nunca se da.
  6. El relato tiende a validar los prejuicios, miedos y sospechas de sectores sociales fácilmente identificables, normalmente a lo largo de líneas izquierda/derecha o similares, y típicamente los de la persona que te lo está contando. La conspiranoia no contiene ninguna idea incómoda para los buenos de la película. La mayoría vienen a constituir una dolchstoßlegende.
  7. El relato es increíblemente exhaustivo en los detalles pero omite hechos sustanciales, el cuadro general y los condicionantes históricos: “concentrarse en los árboles para obviar el bosque”. Y en último término, es en extremo simplista, cómoda y conformista una vez separada la paja del grano.
  8. A pesar de que supuestamente hay cientos de presuntos expertos a favor de la tesis conspiranoica, ninguno de ellos es realmente relevante en su campo de estudio. Resulta especialmente recurrente la apelación a “científicos” sin precisar su crédito y especialidad.
  9. Detrás de la conspiranoia hay unos amos del mundo (o de España, o de donde sea) completamente secretistas, con intenciones extrañas; como si los poderosos necesitasen algo más que un teléfono (vale, cifrado) para ponerse de acuerdo. Las intenciones de los malos son extremadamente malas, mucho más allá de las habituales de alcanzar y mantener el dinero y el poder o disimular las meteduras de pata.
  10. Cualquier debilidad del relato conspiranoico se justifica con otra conspiranoia aún más gorda, con apelaciones al “sentido común” o mediante simples afirmaciones ignorantes.
  11. Si las autoridades relevantes ignoran a los conspiranoicos, están intentando ocultar los hechos. Si responden, es que están intentando defender “lo indefendible”.
  12. El relato de la conspiranoia supone que los malos utilizan métodos extremadamente retorcidos, caros e ineficaces para alcanzar sus objetivos; y sin embargo, siempre tienen éxito, como si su plan fuese un mecanismo de relojería insensible a fallos y sorpresas comunes en toda actividad humana. Exactamente como en el guión de una película no muy buena.

Conspiraciones verificadas

En algunas ocasiones alegaciones de conspiración particulares resultan fácilmente verificables, como en el encubrimiento intentado del gobierno francés luego de las acusaciones de Émile Zola en el caso Dreyfus, o en los esfuerzos de la policía secreta del Zar para fomentar el antisemitismo presentando Los protocolos de los sabios de Sión como texto auténtico.[43]

Algunos argumentan que la realidad de tales conspiraciones debe advertir sobre cualquier desestimación casual de la teoría conspirativa. Muchos autores y casas editoriales que publican sobre "teoría conspirativa", como Robert Anton Wilson y Disinfo, usan conspiraciones verificadas como evidencia de lo que puede lograr una trama secreta. Con ello buscan responder a la aseveración de que las conspiraciones no existen o que cualquier teoría conspirativa es necesariamente falsa. Un número de conspiraciones ciertas o posiblemente ciertas se citan siguiendo esas líneas; la mafia, el complot contra Franklin D. Roosevelt en 1933, el programa MKULTRA para el control de la mente, varias participaciones de la CIA en golpes de estado, la operación Northwoods, el testimonio en 1991 de Nayirah ante el congreso de EEUU para conseguir apoyo del público estadounidense para lanzar la Guerra del Golfo, el estudio Tuskegee de sífilis no tratada en el varón negro, la conspiración del tranvía de General Motors, el complot del Servicio Secreto Británico para desestabilizar al primer ministro Harold Wilson y el debate de conocimiento previo sobre Pearl Harbor, entre otros.[cita requerida]

A menudo se articula que la no existencia de conspiración alguna se muestra con la falta de filtraciones o delatores. Dado el éxito del gobierno británico en hacer que miles de personas mantuvieran el ULTRA en secreto (y así asegurar que no se pudiera publicar ninguna historia confiable de la Segunda Guerra Mundial hasta la década de 1970), es obvio que esto no es necesariamente un indicador confiable. Tampoco hubo ninguna o casi ninguna filtración en conspiraciones tales como el Holocausto o la Guerra Sucia en la Argentina.

Uso del término "teoría conspirativa" por Popper

En su trabajo de dos volúmenes Las sociedades abiertas y sus enemigos, 1938–1943, Popper usó el término "teoría conspirativa" para criticar las ideologías que conducen al fascismo, nazismo y comunismo[cita requerida]. Popper argumentó que el totalitarismo estuvo fundado en "teorías conspirativas" que recurrían a complots imaginarios conducidos por escenarios paranoicos predicados en el tribalismo, o racismo. Popper no argumentó contra la existencia de conspiraciones cotidianas (como se sugiere incorrectamente en mucha de la literatura posterior). Popper incluso usa el término "conspiración" para describir la actividad política ordinaria en la Atenas clásica de Platón (quien fue el principal objetivo de su ataque en Las sociedades abiertas y sus enemigos).

En su crítica a los totalitarios del siglo veinte, Popper escribió, "No deseo implicar que las conspiraciones nunca ocurren. Por el contrario, son fenómenos sociales típicos".[44]

Reiteró su punto, "Las conspiraciones ocurren, hay que admitirlo. Pero el hecho destacado que, a pesar de la ocurrencia de conspiraciones, refutó la teoría conspirativa es que pocas de estas conspiraciones son finalmente exitosas. Los conspiradores rara vez consuman su conspiración".[45]

Falsabilidad

Popper propuso el término "la teoría conspirativa de la sociedad" para criticar la metodología de los que consideró engañados por el "historicismo" (la reducción de la historia a una evidente e ingenua distorsión a través de un análisis crudamente formulado, predicado en una agenda repleta de suposiciones insensatas).[46]

Karl Popper argumentó que la ciencia se escribe como un conjunto de hipótesis falsables; aquellas teorías y aseveraciones que no admiten ninguna posibilidad de falsación son consideradas metafísicas o no científicas. Críticos de teorías conspirativas argumentan en ocasiones que muchas de ellas no son falsables y entonces no pueden ser científicas. Esta acusación es a menudo correcta, y es una consecuencia necesaria de la estructura lógica de ciertas clases de teorías conspirativas. Éstas toman la forma de aserciones existenciales, alegando la existencia de alguna acción u objeto sin especificar el sitio o momento en el que puede observarse. La falta de observación del fenómeno puede entonces ser siempre el resultado de buscar en el lugar equivocado (esto es, de haber sido engañado por la conspiración). Esto hace imposible cualquier demostración de que la conspiración no existe.

Sin embargo, el uso de la falsabilidad como criterio para distinguir entre ciencia y no ciencia ha sido criticado por un buen número de académicos. Entre ellos están notablemente los una vez estudiantes de Popper: Thomas Kuhn, Paul Feyerabend e Imre Lakatos, que argumentan que ninguna teoría es falsable en el sentido de Popper, y que como consecuencia Popper representa erróneamente el proceso real de descubrimiento científico.[47]

Teorías conspirativas en la ficción

Dado su potencial dramático, las conspiraciones son un tema popular en novelas o películas de acción y ciencia ficción. Una historia compleja se rearregla como obra moral en la que gente mala causa eventos malos y gente buena identifica a aquellas personas y los vence. Teorías conspirativas ficticias ofrecen narraciones claras e intuitivas en las cuales el complot de los conspiradores encaja estrechamente en las necesidades dramáticas del complot de la historia. Como se mencionó anteriormente, el aspecto cui bono de las teorías conspirativas semeja un elemento de historias de misterio: la búsqueda de un posible motivo escondido.

Dr. Strangelove fue una comedia de 1964 sobre la incredulidad hacia el conflicto nuclear moderno. El fin del mundo se precipita por los engaños del General Jack D. Ripper quien está al mando de un ala aérea nuclear del Comando Aéreo Estratégico. El General Ripper cree que hay una conspiración comunista que amenaza con "minar y purificar" los "preciosos fluidos corporales" de los estadounidenses con agua fluorizada.

Conspiración es un thriller de 1997 sobre un chofer de taxi (interpretado por Mel Gibson) que publica un boletín de noticias en el que discute lo que él sospecha ser conspiraciones del gobierno, y resulta que una de ellas es cierta (posiblemente inspirada en el proyecto MK ultra).

The X-Files fue una popular serie de televisión durante la década de 1990 y los primeros años de la década de 2000, la cual seguía investigaciones de dos intrépidos agentes del FBI, Fox Mulder y Dana Scully, quienes eran en ocasiones ayudados por un grupo de teorizadores conspirativos conocidos como Los pistoleros solitarios. Muchos de los episodios se trataban de un complot de invasión extraterrestre supervisada por elementos como el gobierno de EEUU, liderados por un individuo conocido como El Fumador y un todavía más misterioso "Sindicato". La famosa línea de la serie, "la verdad está ahí afuera", puede interpretarse como referencia a la naturaleza de búsqueda de significado del género discutido arriba.

La novela de Umberto Eco El péndulo de Foucault es una amplia y embrollada sátira sobre el conspiracionismo en la que los personajes intentan construir una conspiración que abarca todo comenzando con los Templarios e incluye los bávaros Illuminati, los Rosacruces, los entusiastas de la Tierra hueca, los cátaros e incluso los jesuitas. El código Da Vinci de Dan Brown explora un tema similar, sin la sátira, con la religión como su foco: una conspiración de la Iglesia Católica ha intentado encubrir la "verdadera" historia de Jesús.

Véase también

Conceptos

Teorizadores conspirativos

Referencias

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  4. Ataque biológico en MEXICO Parte 1/8 del audio del programa radiofónico "Los desvelados" 24-25/abril/09 California, Estados Unidos. ACLARACIÓN: son 8 partes del video, la siguientes 7 partes se pueden consultar en la sección del vídeo antes citado en página de Youtube sobre la barra lateral.
  5. Artículo de Alfredo Jalife Rahme acerca de las posibles razones político-empresariales que explican la difusión del virus A/H1N1. Publicado en el diario mexicano La Jornada.
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Bibliografía

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Lecturas adicionales

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Literatura conspiracista

Enlaces externos