Jorge Ubico Castañeda

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Jorge Ubico Castañeda

General Jorge Ubico Castañeda


Ministro de Fomento
1 de enero de 1920-8 de abril de 1920
Presidente Lic. Manuel Estrada Cabrera


21.º presidente de la República de Guatemala
14 de febrero de 1931-1 de julio de 1944
Predecesor José María Reina Andrade
Sucesor Federico Ponce Vaides

Información personal
Nacimiento 10 de noviembre de 1878 Ver y modificar los datos en Wikidata
Ciudad de Guatemala (Guatemala) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 14 de junio de 1946 Ver y modificar los datos en Wikidata (67 años)
Nueva Orleans (Estados Unidos) Ver y modificar los datos en Wikidata
Causa de muerte Cáncer de pulmón Ver y modificar los datos en Wikidata
Sepultura Cementerio General de la Ciudad de Guatemala Ver y modificar los datos en Wikidata
Residencia 14 calle zona 1 Ciudad de Guatemala
Nacionalidad Guatemalteca
Religión Catolicismo Ver y modificar los datos en Wikidata
Lengua materna Español Ver y modificar los datos en Wikidata
Familia
Padre Arturo Ubico Urruela Ver y modificar los datos en Wikidata
Cónyuge Marta Lainfiesta Dorión Ver y modificar los datos en Wikidata
Educación
Educado en Escuela Politécnica Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación Militar
Años activo 1896-1944
Rango militar General Ver y modificar los datos en Wikidata
Partido político Partido Liberal
Distinciones
Firma

Jorge Ubico Castañeda (ciudad de Guatemala, 10 de noviembre de 1878 - Nueva Orleans, Estados Unidos, 14 de junio de 1946) fue un militar y político guatemalteco que se convirtió en el vigesimoprimer presidente de Guatemala. Previamente fungió como jefe político de la Verapaz y de Retalhuleu durante el gobierno de Manuel Estrada Cabrera. Luego se postuló a la presidencia de Guatemala en 1926, pero perdió las elecciones. Finalmente alcanzó la presidencia en 1931, cargo que desempeñó hasta 1944. Sostuvo su mandato por medio de un régimen totalitario y de una Asamblea Nacional Legislativa totalmente supeditada a sus designios,[1]​ así como por medio del apoyo político y económico de la United Fruit Company (UFCO) de los Estados Unidos.[2][3]​ Se lo reconoce por haber sido el último gobernante liberal autoritario en América Latina y por haber mantenido la criminalidad al mínimo en el país durante su gobierno.

Biografía

Fue hijo de Arturo Ubico Urruela, abogado y político guatemalteco, activista del Partido Liberal de Guatemala y presidente de la Asamblea Nacional Legislativa durante gran parte de los 22 años del gobierno de Manuel Estrada Cabrera. Creció en la clase acomodada de ese país centroamericano. Asistió a las instituciones educativas de más alto prestigio en el país y recibió educación complementaria en escuelas militares de Estados Unidos y Europa. En Guatemala ingresó a la Escuela Politécnica, pero no terminó sus estudios militares.[1]

En 1897 fue nombrado jefe político en grado de segundo teniente de infantería para Tactic, Alta Verapaz. Fue allí donde se desarrolló como militar y ascendió rápidamente, a través de todos los rangos, hasta convertirse en general de brigada a los 28 años de edad. Luego fue gobernador de Retalhuleu, cargo en el cual siguió la línea militar del gobierno de Estrada Cabrera. En enero de 1920 fue nombrado ministro de Fomento por dicho presidente, pero renunció cuando la Asamblea General Legislativa declaró mentalmente incompetente a aquel gobernante. Ubico dijo entonces que se desligaba de un gobierno «tiránico».[4]

En 1921 participó en la junta militar que instaló al general José María Orellana en la presidencia del país tras el derrocamiento del presidente Carlos Herrera y Luna. Con Orellana alcanzó el grado de general de división en 1922, si bien un año más tarde renunció a su cargo y se desligó temporalmente del Ejército.

Sin embargo, Ubico regresó pronto a la política, pues se creía destinado a llevar a Guatemala al desarrollo y al progreso. Por esa razón envió varias propuestas de ley al Congreso, algunas de las cuales fueron aprobadas. Tras algunas desavenencias con el general Orellana, pasó a la oposición hasta la muerte de este en 1926. Cuando el sucesor de Orellana, el general y presidente interino Lázaro Chacón, convocó a elecciones, Ubico fundó el Partido Liberal Progresista y participó en dichas elecciones en contra del mismo Chacón. No obstante, fue derrotado.[5]

Ascenso al poder

Luego de su derrota electoral, se retiró a la vida privada. Sin embargo, con la inestabilidad que se dio tras la renuncia de Chacón en 1930 por enfermedad, Ubico se involucró nuevamente en la política. El presidente interino Baudilio Palma fue derrocado y asesinado en un golpe militar por el general Manuel María Orellana Contreras[Nota 1]​, pero este gobierno no fue reconocido por Estados Unidos, a instancias de la United Fruit Company, que entonces ya tenía fuertes inversiones en Guatemala derivadas de las concesiones otorgadas durante el gobierno de Estrada Cabrera. La Asamblea Nacional Legislativa designó a José María Reina Andrade, quien había sido ministro de Gobernación durante buena parte del gobierno de Estrada Cabrera, y este inmediatamente convocó a elecciones, a las cuales se presentó Ubico como candidato único.[Nota 2][1][6]

Gobierno

Una vez en la presidencia, Ubico asumió poderes dictatoriales. Mantuvo una asamblea legislativa manipulada y obediente a sus designios. Uno de sus principales objetivos fue lograr una reorganización de la administración pública, para lo cual nombró a varios allegados, los llamados ubiquistas, en posiciones clave del Gobierno, entre ellos el coronel Roderico Anzueto, quien ocupó el cargo de jefe de la Policía.

El régimen de Ubico se caracterizó por los intentos de este de estabilizar las finanzas del Estado, para lo cual redujo el gasto público. También fue significativo su impulso a la construcción de obra pública, especialmente carreteras, en beneficio de la actividad cafetalera, dominada por inmigrantes alemanes en la Verapaz (donde había sido jefe político). Para la construcción de carreteras empleó trabajo forzado de indígenas, quienes eran vigilados por el departamento militar de diseño y construcción de carreteras y reclutados a la fuerza mediante la Ley de Vagancia[7]​. Su administración fue útil para el monopolio bananero de la UFCO, que se benefició con la política estadounidense para América Central durante la Segunda Guerra Mundial y había apoyado el ascenso de Ubico al poder.[2][3]


Documental fílmico de The Field Museum sobre Guatemala en 1934:

Secciones Descripción
Parte 1
- Vapor de la Great White Fleet
- Ferrocarril de la IRCA
- Puerto Barrios
- Plantaciones de banano
Parte 2
Parte 3
  • Finca cafetalera:
- Propietarios extranjeros
- Hombres, mujeres y niños indígenas cosechando café
- Planta de procesamiento de café
Parte 4
- Personal norteamericano armado
- Litoral del Pacífico
- Zootecnistas estudiando fauna

Los métodos de Ubico fueron siempre autoritarios: reprimió duramente a la oposición de cualquier índole (especialmente la de tinte comunista o democrático),[1]​ envió al paredón de fusilamiento a los opositores internos de su partido e impuso censura a la prensa, de modo que toda noticia debía ser autorizada previamente por él un día antes de su publicación. Además, hizo cambios al artículo 66 de la Constitución para prolongar su permanencia en el poder.

Ubico reprimió fuertemente la delincuencia con la denominada Ley Fuga, por medio de la cual los acusados de delitos políticos eran ejecutados extrajudicialmente en un lugar conocido como La Barranquilla, cercano al lugar donde en 1950 se construyó el estadio Mateo Flores en la capital, o bien en las inmediaciones de la Penitenciaría Central de Guatemala.[1]​ También combatió la corrupción del Estado con la creación de la Contraloría General de Cuentas de la Nación y del Tribunal de Cuentas. De esta manera comenzó a castigarse con cárcel el robo del erario público. Luego obligó a la Asamblea Legislativa a decretar una donación para él mismo, de doscientos mil dólares de la época, por sus contribuciones a la patria.

Entorno internacional

El gobierno de Ubico se inició poco después de la Gran Depresión de Estados Unidos. Asimismo, en 1933, Adolfo Hitler tomó el poder en Alemania, siete años antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. En 1932, en El Salvador ocurrió una rebelión de campesinos guiada por preceptos marxistas que a la postre fue aplastada. Con la finalidad de prevenir revueltas similares en Guatemala, Ubico ordenó el arresto y la detención de líderes del partido comunista.[Nota 3][8]​ También Honduras y Nicaragua estaban regidos por las férreas dictaduras de Tiburcio Carías Andino y Anastasio Somoza, respectivamente, y en la República Dominicana regía con mano de hierro el generalísimo Rafael Leonidas Trujillo, aliado incondicional de Estados Unidos.

Economía

A causa de los efectos mundiales de la Gran Depresión,[Nota 4]​ la economía de Guatemala sufrió con la caída de los precios de su principal producto de agroexportación: el café. De ese modo, para asegurar ese cultivo, se buscó la permanencia de abundante mano de obra gratuita y semigratuita en las fincas cafetaleras con el fin de minimizar costos y mantener ganancias. Esto significó un régimen que no toleraba ninguna oposición, así como la implementación de la Ley contra la Vagancia, que incrementó la disponibilidad de mano de obra indígena.[8]

Ley contra la Vagancia

El 7 de mayo de 1934 se derogó el Reglamento de Jornaleros, instituido durante el gobierno de Justo Rufino Barrios y uno de los principales motores económicos de los terratenientes liberales.[7]​ A los tres días, en sustitución de este reglamento, en el Decreto 1996 se promulgó la Ley contra la Vagancia y la Ley de Vialidad. Por medio de esta ley se tenía por vagos a los jornaleros indígenas que no pudieran demostrar haber prestado servicios por montos entre 100 y 150 jornales en las fincas de los terratenientes, por lo cual se los enviaba a romper piedra a los caminos sin paga alguna. De esta forma, ya no había necesidad de retenerlos en las fincas a la fuerza, pues ahora, con tal de evitar el trabajo en los caminos, se ofrecían voluntariamente para trabajar como jornaleros.[7]

La United Fruit Company

La United Fruit Company (UFCO) apoyó al general Ubico en su ascenso al poder, de modo que este presidente se convirtió en un instrumento de dicha multinacional. El servicio ferroviario nacional y el servicio portuario de Puerto Barrios estaban bajo la concesión otorgada a la International Railways of Central America (IRCA), controlada por la UFCO, la cual fijaba tasas muy altas en el transporte y no reportaba utilidades al Gobierno.[2][3]​ La UFCO prácticamente se convirtió en un Estado dentro de otro Estado gracias a la generosa concesión de extensas tierras de plantación en la región costera del Pacífico, sobre todo en Tiquisate, así como a la exención de impuestos, la importación libre de impuestos de todos los bienes necesarios, la garantía de bajos salarios para sus empleados y la concesión de la explotación de servicios públicos como el ferrocarril.[9]​ Asimismo, la transnacional estadounidense era dueña de la única flota de cargueros con acceso a Puerto Barrios: la Great White Fleet. Por otro lado, la producción y distribución de energía eléctrica estaba monopolizada por otra empresa estadounidense: la Electric Bond & Share.

Pago de la deuda inglesa

Hacia el final de la gestión de Ubico, cuando este ya había decidido renunciar, pagó una deuda con la Gran Bretaña adquirida tras el fracaso de la Exposición Centroamericana de 1897, durante el gobierno de José María Reyna Barrios. Esta deuda fue la principal causa de que el gobierno de Estrada Cabrera buscara el apoyo militar y político de Estados Unidos, con el fin de defenderse de una temida invasión militar de Inglaterra para cobrar la deuda. Ubico esperó hasta el último momento para saldarla, ya que no confiaba en que su sucesor, quienquiera que fuera, la sufragara.[10]

Otorgó a los terratenientes cafetaleros y a la UFCO inmunidad criminal en el Decreto 2795, que textualmente dice: «Estarán exentos de responsabilidad criminal los propietarios de fincas...».[Nota 5][11]

Educación

Ubico mantuvo la universidad nacional dentro de la jurisdicción del Ministerio de Instrucción Pública y derogó la Ley de Educación impulsada por el presidente Lázaro Chacón.

Asimismo, fomentó y aplicó las siguientes medidas:[12]

  • Se le prohibió el trabajo magisterial a la mujer casada.
  • Se fomentaron la delación y el espionaje entre los maestros, tácticas que ya habían sido utilizadas antes en Guatemala, durante el gobierno de Estrada Cabrera.
  • Se promovieron numerosos actos públicos de felicitación al presidente y al Partido Liberal Progresista.
  • Se redujeron las jubilaciones de algunos maestros retirados a cantidades de hasta dos quetzales mensuales, que por ende resultaban insuficientes para subsistir.[Nota 6]
  • Se organizaron mediatizadas exposiciones escolares.
  • Se militarizaron (en 1938) las escuelas normales. Estas fueron dirigidas por el pedagogo Luis Martínez Mont, quien había regresado a Guatemala luego de realizar estudios avanzados de psicología infantil en Suiza con el famoso psicólogo infantil Jean Piaget.[13]
  • Se pospuso la construcción de nuevas escuelas públicas primarias y la reparación de las ya existentes a causa de los efectos de la Gran Depresión durante los primeros años de gobierno de Ubico. No obstante, esto cambió hacia 1943, cuando se fomentó la construcción.
  • Se invirtieron grandes sumas de dinero en miles de uniformes escolares y banderas de colores.
  • Se promovieron concursos atléticos interescolares.[12]

Infraestructura

Durante el gobierno de Ubico se edificaron muchas y variadas obras públicas, algunas de ellas representativas de la arquitectura guatemalteca. Entre las más notables figuran el Palacio Nacional, el Palacio de Comunicaciones, el Palacio de la Policía Nacional y los salones de la Feria de Noviembre[Nota 7]​, entre otros.

Infraestructura
Palacio de Comunicaciones.
Palacio de la Policía Nacional.
Salones de la feria de noviembre en la zona 13 (convertidos en museos tras el derrocamiento de Ubico).
Durante el gobierno de Ubico se construyeron edificaciones de muy buena calidad, que sobrevivieron sin mayores daños el terremoto de Guatemala de 1976.

Renuncia

El 1 de junio de 1944, Ubico incrementó el salario de los empleados públicos en un 15 %, pero solo para aquellos que ganaban menos de 15 quetzales mensuales. Esto dejaba fuera a los maestros, que reaccionaron con una serie de protestas pacíficas con el fin de ser beneficiados con ese aumento.[1]​ Por su parte, los estudiantes universitarios iniciaron marchas pacíficas para exigir la destitución de sus decanos, ya que, durante el gobierno de Ubico, la Universidad de San Carlos era dependencia del Ministerio de Instrucción Pública y las autoridades eran nombradas directamente por el presidente de la República.[1]​ Ubico accedió a cambiar a los decanos, pero los sustitutos, nombrados por el presidente, no fueron del agrado de los estudiantes, quienes en consecuencia redoblaron sus protestas.[1]

La Carta de los 311

La Carta de los 311, llamada así porque contó con el aval de 311 firmas, principalmente de jóvenes universitarios, fue un documento enviado a Ubico tras la supresión de las garantías constitucionales que este ordenó luego de las protestas de los estudiantes universitarios. Se reproduce a continuación el texto de la misiva:[14]

Señor Presidente de la República:

Los suscritos ciudadanos guatemaltecos, en ejercicio del derecho garantizado por el artículo 22 de la Constitución de la República, nos dirigimos a usted con las muestras de nuestro mayor respeto y exponemos:

El día de hoy promulgó su gobierno el Decreto No. 3114, que restringe las garantías constitucionales. La parte considerativa de esta disposición consigna que elementos disociadores de tendencias nazi-fascistas perturban gravemente la paz de la República procurando obstaculizar al gobierno el mantenimiento del orden.
Es por todos conocida la génesis de ese decreto, y la propia Secretaría Presidencial, en un boletín dado a publicidad en la prensa, la funda en la acción de problemas de orden interno de la Universidad.
La opinión pública espontáneamente se ha solidarizado con las aspiraciones de los estudiantes en esta hora trágica en que la flor de la juventud de los países libres ofrendan sus vidas en defensa de los altos ideales de la humanidad y de la democracia, a cuya causa está afiliada nuestra patria.
Es por ello doloroso ver que el Primer Magistrado de la Nación, sin duda basado en informaciones inexactas, tendenciosas e interesadas, haya lanzado a la juventud el grave cargo de nazi-fascismo.[Nota 8]​ La juventud, señor Presidente, jamás vibra al impulso de mezquinas tendencias y, por el contrario, interpreta y encarna los ideales más limpios y las más nobles aspiraciones. La de Guatemala no es en este caso una excepción.
Convencidos de la pureza de los ideales de la juventud universitaria guatemalteca, nos sentimos obligados, como ciudadanos conscientes, a solidarizarnos plenamente con sus legitimas aspiraciones.
Es así como, movidos tan sólo por nuestro fervoroso patriotismo, venimos a rogar la ilustrada atención de usted acerca de los apremios de la hora actual y del imperativo del deber, sentido por todos, de que el Gobierno se encauce hacia metas prometedoras que aseguren el derecho y satisfagan las legítimas aspiraciones de la familia guatemalteca.
El decreto de suspensión de garantías ha venido a crear una situación de intranquilidad y zozobra que agudiza la angustia de la hora en que vive la humanidad, en vez de asegurar la paz y el orden que pareció inspirarlo.
La restricción de garantías crea una situación de hecho, en la cual el pueblo carece de medios legales para manifestar sus justos anhelos y es susceptible de provocar consecuencias funestas que, como guatemaltecos conscientes, seríamos los primeros en deplorar.
Ante un régimen de derecho, la ciudadanía actúa dentro de la legalidad. Una situación de hecho engendra, tarde o temprano, un reacción de violencia.
Con toda hidalguía reconocemos que la actual administración presidida por usted ha hecho, en lo material, obra constructiva. Empero, su labor, como todo lo humano, no ha llegado a satisfacer muchas aspiraciones populares por falta de medios de libre expresión.
Alrededor de los gobernantes actúan y medran fuerzas burocráticas e intereses creados que se fortalecen con el transcurso de los años y que llevan al mandatario visiones falseadas de la realidad ambiente. Por esta razón debe desconfiarse siempre de las “adhesiones” que, nacidas del temor o del interés, llegan hasta el gobernante a través del mecanismo oficial, las cuales jamás presentan el auténtico “sentimiento popular”. Seguramente corresponderá a usted aquilatar muy pronto el valor de tales “adhesiones”, a diferencia de la genuina sinceridad que nos anima.
Guatemala no puede substraerse a los imperativos democráticos de la época. Es imposible frustrar con medidas coercitivas los incontenibles impulsos de la generosa ideología que está reafirmándose en la conciencia universal a través de la más sangrienta de las luchas libradas entre la opresión y la libertad.[Nota 9]
Estamos seguros, señor Presidente, de que su espíritu comprensivo acogerá la presente gestión con el mismo interés patriótico que nos mueve a dirigírsela. Confiados en él, pedimos lo siguiente:
1o. El restablecimiento de las garantías suspendidas, para que el pueblo pueda gozar, sin demora, de la plenitud de sus derechos constitucionales; y

2o. Dictar las disposiciones pertinentes a fin de que tales garantías tengan plena efectividad.

Guatemala, 22 de junio de 1944.

Este memorial fue redactado en casa del doctor Julio Bianchi y firmado por 311 personas, entre quienes figuraban:

Ubico no respondió favorablemente a esta carta, como se desprende de la segunda misiva que se le dirigiera pocos días después, en la cual se le exige su renuncia:[15]

Señor Presidente de la República:

El día sábado 24 de junio, a las dieciséis horas, se presentó a usted un memorial suscrito por más de trescientas personas pidiéndole: a) el restablecimiento, sin demora, de las garantías constitucionales; y b) la plena efectividad de tales garantías. Hicieron la entrega de ese memorial, en nombre de los firmantes, los licenciados Federico Carbonell y Jorge A. Serrano, quienes, al día siguiente en la mañana, fueron llamados al Palacio Nacional con el objeto de que reunieran a un grupo de personas firmantes de la solicitud, a fin de discutir la forma más conveniente y patriótica de conjurar la gravísima situación creada en el país. Atendiendo esa insinuación y guiados únicamente por móviles del más puro interés patriótico, celebramos una junta con los secretarios Salazar, Anzueto, Sáenz de Tejada, González Campo y Rivas, y como única gestión posible por nuestra parte ofrecimos acercarnos a los diversos sectores representados en las manifestaciones populares, con el objeto de conocer en forma precisa todas y cada una de sus aspiraciones y transmitirlas al Gobierno de la República. Con ese exclusivo propósito solicitamos que se nos otorgaran por escrito las garantías necesarias: seguridad personal, libertad de prensa, de asociación y de libre expresión de palabra. Ninguna de ellas nos fue concedida, y el acta, que principiaba a redactarse, quedó inconclusa ante la imposibilidad de conciliar dos criterios totalmente opuestos: el nuestro, que consideraba indispensable para solucionar la aguda crisis del país la obtención de los medios indicados; y el del Gobierno, que apelaba a mantener inalterable la situación de fuerza creada por la suspensión de garantías y que se negaba a otorgarnos en lo personal las seguridades por escrito que tan de buena fe le solicitábamos.

En vista de tales circunstancias, dimos por concluida nuestra misión.

En la tarde del propio día de ayer, el Honorable Cuerpo Diplomático acreditado en el país se sirvió convocarnos al edificio de la embajada norteamericana para comunicarnos que el Gobierno de la República había solicitado abocarse con nosotros y conocer si estábamos en disposición de reanudar las conversaciones suspendidas esa mañana. Ante la situación, cada vez más tirante, y a pesar de que ya eran conocidos de todos los incalificables atropellos del mediodía, aceptamos la iniciativa del Gobierno y acudimos nuevamente a Palacio. Encontramos la misma actitud de intransigencia de parte de la Delegación del Gobierno, formada por algunos secretarios de Estado y de la Presidencia. Fueron inútiles todos nuestros razonamientos y esfuerzos por lograr del Gobierno las facilidades que pudieran acercarnos al éxito de la misión que se quería confiarnos y que, por aquellos deplorables sucesos, aparecía cada vez más remoto. Llegados a este punto, solicitamos entrevistarnos directamente con usted esperando encontrar mayor armonía con nuestro criterio.

Usted, señor Presidente, recordará todas nuestras observaciones: la insistencia sincera y razonada con que le hicimos ver el origen popular y espontáneo del movimiento reivindicador que conmueve al país, provocado por los largos años en que el pueblo se ha visto privado del ejercicio de sus derechos; la necesidad ingente de restablecer las garantías ciudadanas; el distanciamiento real en que se ha mantenido usted del pueblo, debido a la falta absoluta de medios de libre expresión; de haberse creado hacia usted, en el país, por su actuación y la de sus colaboradores, más que un sentimiento de respeto, uno de temor individual e inseguridad social; la inconveniente centralización de las funciones públicas; el desequilibrio que significa la existencia de un Gobierno rico frente a un Pueblo pobre; la justificada impaciencia del pueblo de Guatemala ante la inmutabilidad de su Gobierno por el largo espacio de catorce años; su sistema de gobierno en pugna con las realidades del presente; la resistencia de su Administración a realizar las necesarias reformas sociales; los abusos de autoridad reiteradamente cometidos durante su administración; los perturbadores intereses creados entre sus servidores que han contribuido a falsearle la realidad ambiente; y, en fin, señor Presidente, todas aquellas circunstancias que han llevado al país a la presente situación de unánime protesta pública.

En un principio, nuestras esperanzas se vieron alentadas por la actitud receptiva de usted ante la franqueza de nuestras expresiones, ante la sinceridad de nuestros propósitos y ante el común interés patriótico que en usted suponíamos. Nos manifestó usted que la única forma de gobernar al país es la que usted ha puesto en práctica; que no restituiría las garantías constitucionales; que la libertad de imprenta suponía la inseguridad del Gobierno; que la organización de partidos políticos de oposición era incompatible con el orden público y que no los permitiría mientras estuviera en el poder; que el actual movimiento de opinión tiene su origen en corrientes ideológicas que vienen de fuera. Ante nuestra más profunda sorpresa afirmó usted que, por su prestigio y experiencia gubernativa, su alejamiento del poder significaría el caos para Guatemala, dándonos la impresión de conceptuarse insustituible al frente de los destinos del país.

Le reiteramos la solicitud ya hecha al Gabinete, de todos los medios necesarios para ponernos en contacto con la opinión pública y traerle una clara expresión de los deseos ciudadanos. Accedió usted únicamente a que, sin hacer reunión de clase alguna, nos pusiéramos en contacto en forma individual con personas de los distintos sectores y le transmitiésemos las verdaderas aspiraciones del pueblo guatemalteco.

Para el debido cumplimiento de nuestra gestión patriótica, y con la única garantía que nos fue concedida por usted, salimos del Palacio a cumplir la misión que voluntariamente nos habíamos impuesto.

¡Cuál sería nuestra sorpresa al darnos cuenta de que, mientras parlamentábamos en Palacio, y el Honorable Cuerpo Diplomático estaba dedicado a las nobles funciones de Mediador, la Policía y la tropa acribillaban a balazos a hombres, mujeres y niños que pacíficamente desfilaban por las calles, entre cuyas damas se contaba doña Julieta Castro de Rölz Bennett, esposa de uno de nosotros!

La indignación general por tan reprobables hechos era profunda e incontenible. La sangre de las víctimas robustecía las ansias de libertad. Considerábamos que la crueldad de la fuerza pública era insuperable obstáculo a nuestros propósitos, y así quedó confirmado al entrevistarnos con personas de los diferentes sectores sociales.

Con tan dolorosa convicción volvimos a presencia del Cuerpo Diplomático y le expusimos el fracaso de nuestras gestiones, debido a los últimos acontecimientos, de los cuales ya estaba enterado ese Honorable Cuerpo, cuyos sentimientos humanitarios fueron de nuevo evidenciados.

Esta mañana a las nueve horas fuimos llamados por el señor director general de Policía, quien, en cumplimiento de las instrucciones recibidas del señor Secretario de la Presidencia, nos notificó que la autorización que usted nos había otorgado quedaba sin efecto y que tendríamos que atenernos a las consecuencias emanadas del decreto de suspensión de garantías.

La misión patriótica que habíamos aceptado quedaba definitivamente concluida por disposición del Gobierno.

Como obligada consecuencia de los hechos narrados, consideramos que es nuestro deber ineludible, según lo acordado con usted, llevar a su conocimiento la expresión inequívoca de los anhelos populares que hemos podido palpar y que son el verdadero origen de la situación angustiosa por que atraviesa Guatemala. Tales aspiraciones se concretan visiblemente, palmariamente y de manera incontrovertible en la necesidad sentida por todos, como única solución patriótica y conveniente, la de que usted renuncie de forma legal a la Presidencia de la República.

Protestamos al señor Presidente, en nuestra más alta calidad de ciudadanos, que lo que dejamos expuesto se ciñe por entero a la realidad de los hechos y del momento que vive nuestra Patria.

Guatemala, 26 de junio de 1944.

Firmas autógrafas: Ernesto Viteri B., José Rölz Bennett, Francisco Villagrán, Eugenio Silva Peña, Federico Carbonell, Federico Rölz Bennett.

Manifiesto de renuncia

Ante las anteriores misivas, y a causa del descontento popular generalizado, Ubico decidió renunciar el 1 de julio de 1944[Nota 10]​:[14]

Manifiesto del general Jorge Ubico al pueblo de Guatemala

El día de hoy presenté a la Honorable Asamblea Legislativa la renuncia del cargo de presidente de la República. La presenté con carácter de irrevocable.

Volveré así a la vida privada, después de consagrar al servicio del país mis energías y experiencia en la vasta labor de dirección de un gobierno de orden y progreso.

Me retiro del poder dejando tras de mí una obra realizada que, si no llena ni hubiera llegado nunca a colmar mis aspiraciones de guatemalteco, es prueba no refutable del amor que como ciudadano profeso a mi patria y del cuidado que le dediqué como gobernante.

Jamás mis antecesores tuvieron que hacer frente, como yo, a una época tan preñada de dificultades y peligros; y me satisface poder asegurar que los que juzguen mi actuación hoy y mañana, con espíritu ecuánime y sereno, ajustarán su veredicto a la medida de mis pretensiones.

Un movimiento que empezaba a tomar caracteres de violencia, iniciado y proseguido hasta ahora por una minoría de los habitantes de la capital, me llevó a la decisión de resignar el mando, pues, a pesar del pequeño número de quienes se rebelaron como descontentos del régimen gubernativo, es manifiesto, en las peticiones que ellos me dirigieron, su deseo principal y unánime de que renunciara al ejercicio de la presidencia. Así lo hice, enseguida, sin dudas ni vacilaciones, porque en ningún momento del lapso de mi mandato abrigué el propósito de afirmarme en el poder contra la voluntad de mis condicionales.

Al cesar en las fatigas y sinsabores del elevado cargo que acepté en cumplimiento de un deber de ciudadano, hago expresa mi gratitud para el pueblo leal que estuvo a mi lado en circunstancias prósperas y adversas, lo mismo que para los funcionarios y empleados que me prestaron meritoria ayuda; y formulo votos muy sinceros por la ventura de mi patria y la armonía entre mis ciudadanos.

Guatemala, 1o. de julio de 1944

Jorge Ubico

Motivaciones de la renuncia

Los escritores liberales han dicho que Ubico renunció para evitar un inútil derramamiento de sangre en el país.[10]​ Sin embargo, los opositores al régimen de Ubico indican que lo hizo para darle un escarmiento a Guatemala y que por eso dejó en su lugar a los tres militares más beodos e incompetentes de su plana mayor: Eduardo Villagrán Ariza, Federico Ponce Vaides y Buenaventura Pineda.[16]

Cuentan que, cuando la situación estaba ya inclinándose a favor de la renuncia de Ubico Castañeda, los altos jerarcas del Ejército de Guatemala conferenciaron para determinar a quiénes nombrar para una comisión que le preguntara al presidente de la República a quién pensaba nombrar como su sucesor para tan alto cargo. Los militares determinaron que lo más prudente era comisionar para esto a los generales que tuvieran menos jerarquía dentro de la institución armada guatemalteca: Eduardo Villagrán Ariza, Federico Ponce Vaides y Buenaventura Pineda. Estos solicitaron la correspondiente entrevista con el presidente, la cual, aparentemente, transcurrió en términos como estos:

—Permiso para hablar con el señor presidente.

Ubico Castañeda, quien acostumbraba a no apartar la vista de sus documentos mientras atendía a sus visitantes, contestó sin mirarles:

—Sí, ¿qué quieren?

Los generales, temerosos, continuaron:

—Entre los miembros de su plana mayor se quisiera saber, si en caso de que, ¡Dios no lo permita!, su excelencia llegara a faltar, quién consideraría usted que es el más apropiado para sucederlo.

Sin pensarlo siquiera, Ubico Castañeda levantó la vista un momento y, señalándolos con su pluma fuente, contestó:

—¡Ustedes tres!

—Tomado de Entrevista con miembro de las juventudes universitarias que participaron en los sucesos de junio de 1944, realizada el 10 de abril de 1984.

Novela Los ojos de los enterrados, de Miguel Ángel Asturias

En su obra Los ojos de los enterrados, tercera y última entrega de la Trilogía bananera, Miguel Ángel Asturias plantea una teoría de por qué Ubico[Nota 11]​ renunció a la presidencia de Guatemala. La novela relata una historia ficticia en la cual dicha acción del presidente se debió a una huelga generalizada en las instalaciones de la UFCO, tanto en Bananera como en Tiquisate, seguida de un paro nacional y de las protestas en la capital. Aunque los movimientos que precipitaron la renuncia de Ubico se dieron principalmente en la ciudad de Guatemala, la teoría de Asturias, si bien ficticia, resulta verosímil por los siguientes factores:

Derrocar a la fiera militar de turno dejando a la frutera intacta era engañarse, y atacar a la compañía con el dictadorzuelo encima era imposible. Había que acabar con los dos al mismo tiempo.
—Miguel Ángel Asturias

Los Ojos de los Enterrados 1a. edición, 1961.

  • Luego de la caída del gobierno de Ponce Vaides en octubre de 1944, tanto la Junta Revolucionaria de Gobierno[Nota 12]​ como Juan José Arévalo, con su Código de Trabajo, y Jacobo Árbenz Guzmán[Nota 13]​ atacaron de frente los intereses de la UFCO y de sus compañías afiliadas, la IRCA y la Gran Flota Blanca.
  • La frutera se encontraba de momento debilitada, ya que la Segunda Guerra Mundial no había terminado y la flota de aquella multinacional no estaba operando en su totalidad: algunos buques habían sido hundidos por submarinos alemanes, y otros eran utilizados para el traslado de pertrechos de guerra y tropas a los frentes.
  • La política conocida como New Deal, del entonces presidente de Estados Unidos Franklin Roosevelt, no favorecía a las empresas multinacionales como la UFCO.[17]

Exilio y muerte

Casa del entonces presidente de la United Fruit Company, Samuel Zemurray, en Nueva Orleans, Estados Unidos.[Nota 14]​ Ubico llegó como huésped de honor a Nueva Orleans gracias a sus servicios prestados a la frutera durante su gobierno y porque aquella ciudad era la sede de la UFCO en Estados Unidos, además de uno de los principales puertos de su Gran Flota Blanca.

Ya en el exilio, su grado de general fue removido el 31 de mayo de 1946, mediante el Decreto 245 del Congreso de la República de Guatemala.[1]

Ubico se exilió en Nueva Orleans, Luisiana, Estados Unidos, donde murió de cáncer pulmonar el 14 de junio de 1946.[1]​ Fue sepultado en Estados Unidos, pero sus restos fueron repatriados a Guatemala durante el gobierno del general Enrique Peralta Azurdia y sepultados en el Cementerio General de la ciudad de Guatemala.[1]

Gobierno de Ponce y Revolución de Octubre

El general Federico Ponce Vaides estuvo en el poder únicamente durante 110 días y continuó con el estilo represivo de su antecesor. Dio instrucciones a la Policía de atacar a sus adversarios. En aquellos días, El Imparcial publicó fuertes editoriales contra las intenciones de Ponce Vaides de perpetuarse en el poder. A consecuencia de esto, el 1 de octubre fue asesinado el periodista Alejandro Córdova frente a su residencia en la capital. El crimen aceleró los preparativos del movimiento cívico-militar del 20 de octubre de 1944.[Nota 15]​ Todos estos acontecimientos terminaron de encender las pasiones reprimidas por varios años. El 20 de octubre de 1944 ocurrió un levantamiento popular en el que participaron abogados, maestros, obreros, estudiantes universitarios y una parte del Ejército. Se desató así una lucha entre estos y la otra parte del Ejército y la Policía, que eran leales a Ponce Vaides. Luego de estos sucesos se difundió la noticia de que el presidente había solicitado asilo político en México y de que el Gobierno había sido tomado por un triunvirato compuesto por un civil y dos militares: el comerciante Jorge Toriello Garrido, el mayor de línea Francisco Javier Arana y el capitán de escuela Jacobo Árbenz Guzmán.

El nuevo gobierno de transición derogó los decretos que había establecido la administración anterior, convocó a una Asamblea Nacional Constituyente, que produjo una nueva carta magna, e instituyó la Junta Revolucionaria del 20 de octubre de 1944 con el propósito de garantizar a la ciudadanía guatemalteca un marco constitucional para llevar a Guatemala a una democracia representativa.

Entre los decretos más importantes que firmó la Junta Revolucionaria destacan:

  • Decreto 1, que disuelve la Asamblea Nacional y convoca a elección de diputados para integrar la Asamblea Revolucionaria.
  • Decreto 7, que deroga el 1474 a partir del 1 de enero de 1945 y, por ende, anula el servicio personal (trabajo forzoso) por pago de impuesto de vialidad.
  • Decreto 14, que otorga autonomía a la Universidad Nacional, la cual pasa a llamarse Universidad de San Carlos de Guatemala.

Véase también

Enlaces externos

Referencias

  1. a b c d e f g h i j k De los Ríos, Efraín (1946). Ombres contra Hombres. México: Fondo de la Cultura de la Universidad de México. 
  2. a b c Bucheli, Marcelo (julio de 2008). «Multinational Corporations, Totalitarian Regimes, and Economic Nationalism: United Fruit Company in Central America, 1899-1975». Business History (en inglés) 50 (4): 433-454. doi:10.1080/00076790802106315. 
  3. a b c Bucheli, Marcelo; Jones, Geoffrey (2005). «The Octopus and the Generals: The United Fruit Company in Guatemala». Harvard Business School Case (en inglés) (Boston, Massachusetts, EE. UU.) (9–805–146). 
  4. «Yo, el supremo». Revista Domingo de Prensa Libre. 5 de noviembre de 2005. Consultado el 21 de agosto de 2014. 
  5. Arévalo Martínez, Rafael (1946). «Prólogo del doctor Julio Bianchi». ¡Ecce Pericles! (Guatemala: Tipografía Nacional). 
  6. Nuestro Diario (Guatemala). diciembre de 1930 - febrero de 1931. 
  7. a b c La patria del criollo, Ensayo de interpretación de la realidad colonial guatemalteca. México: Ediciones en Marcha. 1990. 
  8. a b «Era tras la vida por la que íbamos». Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado. Guatemala. Consultado el 28 de julio de 2014. 
  9. Castellanos Montúfar, Sagrario (2006). «Manuel Colom Argueta». Colección Rescate de la Memoria Histórica de la Persona (Guatemala: Procuraduría de los Derechos Humanos). 
  10. a b Sabino, Carlos (2007). Guatemala, la historia silenciada Tomo I (1944-1989): Revolución y Liberación. Guatemala: Fondo de Cultura Económica. 
  11. Galeano, Eduardo. Las venas abiertas de América Latina.
  12. a b Yagenova, S. V. (2004). Los maestros y la Revolución de Octubre: una recuperación de la memoria histórica del Sindicato de Trabajadores de la Educación de Guatemala (STEG). Guatemala: Editorial de Ciencias Sociales. 
  13. Sandoval, M. (2012). «El alumno de Piaget». elPeriódico (Guatemala). 
  14. a b Javier Broko. «Carta de los 311». Consultado el 20 de agosto de 2014. 
  15. a b Estrada, A. (1979). Datos para la historia de la Iglesia en Guatemala. Guatemala: Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala. pp. 559-574. 
  16. Herrera, Víctor Manuel (10 de abril de 1984). Entrevista con miembro de las juventudes universitarias de 1944. Ciudad de Guatemala: inédita. 
  17. Asturias, M. A. Los ojos de los enterrados. Editorial Lozada, Buenos Aires, 1978.

Bibliografía

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Notas

  1. Orellana Contreras era primo del expresidente José María Orellana.
  2. En menos de un mes se dieron los siguientes hechos: a) derrame cerebral de Chacón; b) la aparente renuncia del general Mauro de León, primer designado a la presidencia; c) nombramiento del licenciado Baudilio Palma, segundo designado a la presidencia, como presidente interino el 12 de diciembre; d) golpe de Estado encabezado por el general Manuel María Orellana Contreras el 16 de diciembre, cuando este derroca a Palma con el argumento de que era al general De León a quien le correspondía la designación a la presidencia (irónicamente, durante el combate, que duró apenas una hora, resultó muerto el general De León); e) nombramiento de José María Reina Andrade como presidente el 2 de enero de 1931, luego de que el cuerpo diplomático se rehusara a tratar con Orellana Contreras; y f) victoria del general Jorge Ubico el 7 de febrero de 1931, en las elecciones convocadas por Reina Andrade con el apoyo de la UFCO.
  3. Tras la captura de estos se cerraron los espacios políticos. Incluso, algunos partidos pasaron a la clandestinidad hasta después de la caída de Ubico.
  4. Crisis del sistema capitalista en el plano mundial.
  5. Este decreto fue derogado tras la Revolución de Octubre, pero fue restablecido en 1967, durante el gobierno del licenciado Julio César Méndez Montenegro.
  6. En esos años, los maestros ganaban al menos quince quetzales al mes.
  7. Convertidos en museos y en la Dirección General de Caminos luego del derrocamiento de Ubico.
  8. En junio de 1944 todavía seguía la Segunda Guerra Mundial, la cual enfrentaba a los ingleses, norteamericanos y soviéticos contra la Alemania nazi y la Italia fascista.
  9. Se refieren aquí a la Segunda Guerra Mundial.
  10. No lo hizo el 30 de junio para no coincidir con la fecha en que se celebraba la victoria liberal de la Reforma de 1871.
  11. A quien llama «la fiera del Guacamolón». A su vez, Guacamolón es el nombre coloquial del Palacio Nacional, en alusión a su color verde.
  12. Que derogó los reglamentos de vialidad y de vagancia, que favorecían la mano de obra barata de los terratenientes.
  13. Con el Decreto 900 de Reforma Agraria, la construcción de la carretera al Atlántico, la construcción del Puerto Santo Tomás de Castilla y la planificación de la hidroeléctrica Jurún Marinalá.
  14. Tras la quiebra de la UFCO en los años 1970, la residencia pasó a ser propiedad de la Universidad de Tulane.
  15. Días después, Ponce Vaides y el director de la Policía Nacional, coronel Moisés Evaristo Orozco, fueron acusados de ser los autores intelectuales del asesinato.


Predecesor:
José María Reina Andrade
Presidente de Guatemala

1931 - 1944
Sucesor:
Federico Ponce Vaides