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2011[editar]

Junio[editar]

Las armas que más buscan los narcos mexicanos en EU

Introducción[editar]

El eje de acción de este negocio en el país radica en tres actividades principales: el tráfico de drogas, el lavado de dinero y el narcoterrorismo.[1]​ A esto se suma el tráfico de armas y la corrupción política. De acuerdo a Edgardo Buscaglia, consejero en materia de seguridad de la ONU, el narcotráfico mexicano mantiene operaciones en al menos 38 países distintos.[2]​ Si bien el narcotráfico es un problema notable a nivel nacional, de acuerdo a encuestas realizadas por la cadena británica BBC, el principal problema en México es la corrupción seguido del tráfico de drogas.[3]​ Para la escritora Mónica Serrano, «el poder ejecutivo y la economía débiles del país han ocasionado que muchos quieran integrarse a este tipo de actividades».[4]

Al principio, las drogas se utilizaban en México con fines terapéuticos y medicinales.[5]​ A mediados del siglo XX, pasó a convertirse en un negocio rentable para los cultivadores extendiéndose por gran parte del país.[6]​ Si bien varios individuos comenzaron a obtener ganancias a partir del tráfico de drogas con EE.UU y la zona norte de México, en los años 1970 se llevó a cabo un operativo militar conocido como «Operación Cóndor» que, más allá de brindar los resultados esperados, hizo que los narcotraficantes trasladaran sus operaciones a otras ciudades del país.[7]​ De acuerdo a varias fuentes, una década después el capo Miguel Ángel Félix Gallardo se ocupó de distribuir las rutas del narcotráfico a nivel nacional entre los distintos grupos de traficantes existentes en esa época.[8]​ A pesar de esto, Félix Gallardo negó que él hubiese hecho tal división.[9]​ Los años 1990 se vieron marcados primordialmente por la producción de drogas sintéticas y por el incremento en la violencia ante las medidas policíacas adoptadas por el gobierno mexicano en conjunción con el estadounidense.[10]​ Igualmente, se dio a conocer la existencia de vínculos entre narcotraficantes y militares así como funcionarios públicos.[11]​ La cifra de asesinatos relacionados con el narcotráfico ha ido en aumento a partir de la década de 2000, en especial desde 2006 cuando el presidente Felipe Calderón asumió el poder y comenzó la denominada «guerra contra el narcotráfico» en la que desplegó a una considerable cantidad de soldados y agentes en distintas ciudades del país para erradicar la problemática.[12]​ Esto ha sido objeto de numerosas críticas en su gestión, sin embargo Calderón mencionó que el objetivo verdadero de dicha guerra era el de brindar más confiabilidad a las instituciones mexicanas encargas de la impartición de justicia así como las de representación popular.[13]

En 2007 se tenía conocimiento de la existencia de siete grupos de narcotraficantes en México (conocidos comúnmente como «cárteles»): el Cártel del Golfo, el de Sinaloa, el de Juárez, el de Tijuana, el del Milenio, el de Colima y el de Oaxaca.[14][15]​ Grupos adicionales surgidos en años más recientes incluyen a las organizaciones de los Beltrán Leyva, Los Zetas, La Familia Michoacana, Caballeros templarios, La mano con ojos, entre otros.[16]​ Tan sólo los cárteles del Golfo, de Sinaloa y de Tijuana operaban en esa época en más de 15 entidades federativas de las 31 existentes a nivel nacional.[14][17]

Los impactos que ha tenido el narcotráfico en México han sido significativos; en primera instancia destaca la cantidad de muertes incluida la de niños y jóvenes que colaboran con los capos mexicanos, así como la de periodistas (se lo ha llegado a considerar al país como «uno de los más peligrosos para el periodismo a nivel mundial»).[18]​ Entre la población surgió desde los años 1970 la denominada «narcocultura» en donde se han definido los rasgos físicos e ideales de los capos a través de la vestimenta, la música (narcocorridos), las producciones cinematográficas y televisivas y el lenguaje coloquial. Por otra parte, el lavado de dinero ha garantizado ingresos de hasta 24 mil millones USD para el tráfico de drogas,[19]​ que sumado a la contratación de «mano de obra barata» para la realización de distintas funciones ligadas al narcotráfico[20]​ ha hecho de esta actividad una altamente lucrativa. Dada la notable cifra de consumidores de droga en territorio estadounidense,[21]​ el gobierno de ese país ha emprendido operativos como el de la Iniciativa Mérida con lo que ha destinado hasta 248 millones USD anuales,[22]​ al percibir el narcotráfico como una seria amenaza.[23]

Historia[editar]

Orígenes y primeros años[editar]

Si bien en su arribo a América, Cristóbal Colón y sus acompañantes encontraron semillas de amapola y opio en el continente,[24][25]​ el cultivo de la marihuana y la amapola se ha realizado en México desde la llegada de los españoles en el siglo XVI, aunque éstas se usaban para fines meramente terapéuticos y medicinales.[5]​ Se atribuyen a Pedro Cuadrado, quien formaba parte de la expedición española de Pánfilo de Narváez, los primeros sembradíos de marihuana en la antigua Nueva España.[26]​ Aunque en 1769 la Inquisición promulgó un edicto de fe para prohibir el sembradío de la marihuana (aunque la prohibición atendía al abuso en su uso terapéutico), en 1777 los borbones le ordenaron al virrey de la Nueva España, Antonio María de Bucareli y Ursúa, que permitiera la siembra de marihuana y de lino envíando para ello a sembradores experimentados a Nueva España.[26]

No fue sino hasta principios del siglo XX, cuando varios personajes provenientes de China llegaron al país contratados para que trabajasen en la industria ferrocarrilera del Porfiriato, pues constituían una mano de obra barata, que se introdujo el opio al país y con ello el negocio del narcotráfico.[5][1][27]​ El investigador Samuel Ojeda Gastélum atribuye a la «ignorancia y la extrema pobreza de los campesinos de la zona serrana» el origen del cultivo de drogas en el país en la zona geográfica conocida como el «Triángulo Dorado de la droga» (conformado por los estados de Sinaloa, Chihuahua y Durango).[6]​ De acuerdo a una investigación realizada por el diario El Universal, el principal sitio donde se asentaron los cultivadores de drogas fue en el municipio de Badiraguato, en Sinaloa.[6]​ Ahí llegaron tras huir de las malas condiciones en las que trabajaban en las minas de cobre de Santa Rosalía, Baja California Sur, que eran explotadas en esa época por la empresa Compagnie du Boleo.[28]

Cannabis.

Para el escritor Leonidas Alfaro Bedolla, el sembradío de droga originalmente para usos medicinales se convirtió en un negocio rentable para los cultivadores.[6]​ Ante esto, el gobierno federal determinó prohibir la inmigración china en 1921, con tal de evitar que esta actividad continuase en aumento.[1]​ Mientras tanto, las mafías chinas se convirtieron en las precursoras de los cárteles al enfrentarse entre sí por el control en la distribución de la droga y sus contribuciones. Surgieron incluso asociaciones de carácter civil para presionar la salida de los inmigrantes chinos del país, destacando el Club Democrático Sonorense, el Partido Nacionalista Anti-Chino de Baja California y los Comités Anti-chinos de Culiacán y de Mazatlán.[5][29]​ Si bien el entonces presidente Venustiano Carranza había ilegalizado un año antes, en 1920, el opio en el sector norte de México, el entonces gobernador de Sinaloa se rehusó a llevar esto a la práctica. En 1923, el presidente Álvaro Obregón ordenó la construcción de un aeropuerto en Ciudad Juárez para vigilar con fuerzas policíacas el sector y prevenir el tráfico de la droga en el norte del país, así como para la quema de sembradíos. Aunado a ello, prohibió el uso de narcóticos.[1]​ En 1926, se prohibió además el cultivo y la comercialización de marihuana y de amapola bajo el mandato presidencial de Plutarco Elías Calles.[1][27]​ En un inicio, las autoridades no encarcelaban a los sembradores ya que consideraban que estos no cometían un mayor crímen que el de los traficantes que los explotaban, no obstante conforme se fue haciendo más evidente el problema de los sembradíos comenzó a aplicarse la ley también contra los jornaleros implicados.[27]​ Un año antes, el 8 de enero de 1925, Elías Calles había dado a conocer un decreto federal en donde se legisló sobre la importación del opio, la heroína y demás tipos de drogas terapéuticas.[30]​ Finalmente, para 1927, este último logró la expulsión de la mayoría de los inmigrantes chinos del país, aunque el problema ya se había arraigado en las comunidades rurales sinaloenses.[5]

Tras el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, los jornaleros mexicanos se dedicaron a extraer los narcóticos de las plantas para que así sirviesen como tratamiento médico para las tropas estadounidenses que volvían de la guerra.[6]​ Esto se realizaba de forma legal en el país bajo un acuerdo entre EE.UU y México donde los entonces presidentes Theodore Roosevelt y Manuel Ávila Camacho se comprometieron a permitir el sembradío de drogas en territorio mexicano, mismo que acabaría una vez finalizada la contienda.[5]

Primeros narcotraficantes[editar]

En la década de 1940, las autoridades de Sinaloa comenzaron a emprender acciones contra los cultivadores a través de la Policía Judicial del Estado. No obstante, esto sólo trajo un breve período de paz para la región ya que luego comenzaron a surgir narcotraficantes con ciertas influencias en la política.[6]​ El 1 de abril de 1941, se destruyó uno de los primeros sembradíos de amapola en Badiraguato bajo el mando del jefe policíaco Alfonso Leyzaola, a quien horas después de lo anterior unos narcotraficantes secuestraron y asesinaron, usando su homicidio como advertencia para el gobierno.[6]​ De acuerdo a una nota publicada en el periódico Noroeste, donde se habla de las anécdotas recogidas por la hija de Leyzaola en el libro En el nombre de mi padre, el agente policíaco mató en el proceso a Alfonso Tirado, ex presidente municipal de Mazatlán y narcotraficante al que estimaban en el sur de Sinaloa, y que además era precandidato a la gubernatura del estado.[31]​ No obstante, algunas fuentes consideran que Tirado fue acribillado por su rivalidad política con otro candidato a la gubernatura, Rodolfo T. Loaiza,[32]​ quien encargó a Leyzaola que asesinara a Tirado.[33]​ Tres años después, el 21 de febrero de 1944, ya siendo gobernador de Mazatlán, Loaiza fue asesinado por el pistolero Rodolfo Valdés El gitano, quien se dedicaba asimismo al tráfico de drogas con Colombia.[34][35]

Cargamento de heroína en costales.

El investigador Gregorio Urías Germán señaló que a partir de los años 1960 el cultivo de droga pasó a asentarse en algunas familias de Culiacán. De esta forma, los primeros personajes conocidos como narcotraficantes fueron Eduardo Fernández y Jorge Favela.[6]​ De acuerdo a Ojeda Gastelúm, la alta demanda de droga en esa época hizo que emergieran posteriormente otras figuras conocidas del narcotráfico como Pedro Avilés Pérez, Ernesto Fonseca Carrillo, Manuel Salcido Uzeta y Rafael Caro Quintero.[6]​ En el caso de Avilés Pérez, se lo considera el precursor de los narcotraficantes mexicanos, siendo uno de los primeros en exportar la droga por medio de aviones a EE.UU. Tras su muerte en 1978 en un tiroteo con agentes policíacos, Félix Gallardo asumió el control del narcotráfico a nivel nacional.[36]​ Avilés Pérez empezó su trayectoría en el tráfico de drogas como pistolero en Badiraguato, aunque era originario de Durango, convirtiéndose en poco tiempo en la «figura dominante en el bajo mundo de Sinaloa» y uno de los más conocidos a nivel nacional. Mientras tanto, Fonseca Carrillo y Caro Quintero aprendieron del narcotráfico al trabajar al lado de Avilés Pérez.[37]​ Previo a Avilés Pérez, no se tiene constancia de otro personaje que llegara a monopolizar el tráfico de drogas en México, con la excepción de Jaime Herrera Nevares, quien controlaba el paso de heroína a EE.UU a través de Durango.[38]

Operación Cóndor[editar]

Entre 1975 y 1978, se llevó a cabo un operativo militar centrado primordialmente en Sinaloa para combatir el narcotráfico, el cual se denominó Operación Cóndor (si bien tuvo el mismo nombre que la Operación Cóndor organizada por Chile, ésta no tuvo nada que ver con aquella movilización),[39]​ al que algunas fuentes refieren como «el fin de la producción de goma de opio y el principio del trasiego de cocaína». Esta época se caracterizó porque sembró asimismo el temor en la sociedad ante la violencia ejercida por los mandos militares de esa época.[40]​ Dicho operativo era realizado conjuntamente por los gobiernos de EE.UU y de México (durante los mandatos de Richard Nixon y Luis Echeverría Álvarez) en donde el primero mandó dinero, armamento, helicópteros y agentes de la DEA para combatir el tráfico de drogas.[38]

Vista nocturna del centro de Guadalajara, Jalisco.

Como resultado, muchos capos se trasladaron a Guadalajara donde fundaron el cártel de Guadalajara para continuar lucrando con el tráfico de drogas, así como a Colima.[7]​ Se considera que este operativo tuvo cierto éxito al destruir plantíos y capturar a sembradores, pero a raíz de ello el narcotráfico se extendió a otras zonas fuera de Sinaloa, con lo que llegó a estados como Michoacán, Sonora, San Luis Potosí, Zacatecas, Guerrero y Oaxaca, teniendo como base operacional a Guadalajara.[41]​ A finales de los años 1970, el gobierno estadounidense presionó a las autoridades federales para que actuaran en contra de dicha organización; en 1981, el agente de la DEA Enrique Camarena Salazar se infiltró en el cártel donde permaneció por cuatro años hasta que se lo descubrió, por lo cual fue asesinado en 1985. Ante esto, las autoridades de EE.UU continuaron involucrándose en el combate al narcotráfico en México, lo cual trajo como resultado la muerte y el encarcelamiento de varios narcotraficantes, entre ellos Félix Gallardo.[42]​ La Operación Cóndor en México ha sido descrita como una época en la que se sitiaron varias ciudades de la región norte del país con tal de combatir el narcotráfico, aunque para ello los militares recurrían al uso de la violencia, privación de libertad, cateos, robos e inclusive asesinatos.[43]

«El padrino» y vínculos con Colombia[editar]

En los años 1980 y 1990, Colombia era la principal productora de cocaína y ésta ingresaba a México por estados del sur del país como Quintana Roo y Guerrero, así como por la región del Caribe.[44]​ El origen de los cárteles mexicanos como organizaciones lucrativas ilegales se remonta al ex agente de la Policía Federal Judicial Miguel Ángel Félix Gallardo (conocido como «El padrino») que en los años 1980 prácticamente controlaba todo el tráfico ilegal de drogas en México y en la frontera con EE.UU, esto tras la muerte de Avilés Pérez, contando según algunos medios con la protección del gobierno en Sinaloa.[45][46][9]​ Poco después comenzó a transportar marihuana y opio a territorio estadounidense, convirtiéndose además en el primer capo mexicano en relacionarse con los cárteles colombianos en esa década. En poco tiempo, Félix Gallardo pasó a ser una figura importante en el cártel de Medellín, dirigido por Pablo Escobar, figurando en la prensa como «el traficante de heroína más grande de México y uno de los más grandes en el hemisferio occidental».[8][46]​ En esa época, no existían organismos delictivos de esa clase en México; «El padrino» era únicamente quien se encargaba de todas las operaciones del narcotráfico.[8]​ En 1987, se mudó con su familia a Guadalajara, donde fundó el cártel de Guadalajara, la primera organización dedicada al tráfico de drogas en el país.[9]​ Según Peter Dale Scott, este grupo logró prosperar en gran medida por la protección que tenía de la Dirección Federal de Seguridad, que era encabezada por Miguel Nassar Haro, un agente de la CIA.[47]

Félix Gallardo decidió entonces dividir las operaciones bajo su control para que así fuese más eficiente el tráfico de drogas.[8]​ De acuerdo al periodista Jesús Blancornelas, por medio de una reunión llevada a cabo en Acapulco, Félix Gallardo se encargó de diseñar las plazas o territorios; la ruta de Tijuana sería para los hermanos Arellano Félix, la vía de Ciudad Juárez para la familia Carrillo Fuentes, el paso a través de Sonora sería controlado por Caro Quintero, el control de Matamoros, Tamaulipas le correspondería a Juan García Abrego (que más tarde daría lugar al cártel del Golfo), mientras que las operaciones en la costa del Pacífico serían llevadas a cabo por Joaquín Guzmán Loera e Ismael Zambada García, lo cual sería el origen del cártel de Sinaloa.[35]​ Estos últimos dos contactaron luego con Héctor Luis Palma Salazar para que los apoyara en sus nuevas funciones. El 8 de abril de 1989, Félix Gallardo fue arrestado por el asesinato del agente de la DEA Camarena, por lo que comenzó la batalla para determinar quién sería el líder del narcotráfico en México. Sin embargo, tras su liberación en 2009, Félix Gallardo reveló en un documento que él no había realizado tal división de rutas comerciales de la droga en México, sino el comandante de la Policía Judicial Federal, Guillermo González Calderoni, y otros agentes de dicha institución.[9]​ Los malentendidos entre algunos miembros de los cárteles, provocó el surgimiento de una semiología a través de mensajes donde se amedrenta a sus rivales, que van desde advertencias escritas hasta ejecuciones de familiares.[48][49]

El involucramiento del gobierno estadounidense en las actividades ilícitas colombianas y la posterior caída de los cárteles de Cali y de Medellín trajeron como consecuencia la modificación del sistema en México: desde entonces, se comenzó a producir la droga en el país mediante el sembradío y transformación del alcaloide. Tras esto, el país fue «repartido» entre los distintos cárteles para garantizar la distribución de la droga convirtiéndose entonces en uno de los principales productores y consumidores de droga en el mundo.[44]​ Incluso, México consiguió dominar la totalidad del mercado estadounidense de drogas a principios de los años 1990.[14]​ De acuerdo al National Drug Intelligence Center (NDIC): «[los cárteles mexicanos] usan sus redes de transporte bien establecidas vía terrestre para trasladar cocaína, marihuana, metanfetaminas y heroína, a mercados de la droga a lo largo del país. [Los grupos colombianos] mantienen un control significativo sobre la distribución y el contrabando de cocaína y heroína en Sudamérica, aunque su rol ha disminuido al mismo grado en que los grupos mexicanos se han expandido».[14]

Años 1990[editar]

Drogas sintéticas y corrupción política[editar]

Para la producción de drogas sintéticas, las sustancias químicas requeridas por lo general ingresan desde el sur y las costas del Golfo de México.[44]​ En la imagen, vista nocturna del puerto de Veracruz.

En 1990, de acuerdo a un estudio realizado por el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), el narcotráfico y demás actividades ilegales en México generaron el 44% del ingreso a nivel nacional, cifra que aumentó al 50% en 2000.[50]​ A comienzos de esa década, se requirieron sustancias químicas como la efedrina para aumentar los efectos provocados por las drogas sintéticas; éstas comenzaron a ingresar por el sur y las costas del Golfo de México.[44]​ Por un tiempo, se permitió la importación legal de dichas sustancias en el país, sin embargo tan pronto las autoridades se percataron que algunos narcotraficantes estaban inmiscuidos en los laboratorios que las solicitaban que se tomaron medidas gubernamentales, como la modificación de la Ley General de Salud donde se prohibió la compra/venta de medicamentos que usaran este tipo de sustancias.[44]​ Hasta entonces, se introdujo una gran cantidad de agentes químicos que sirvieron primordialmente para la producción de anfetaminas y metanfetaminas, aún cuando el negocio principal del narcotráfico yace en la producción y la distribución de marihuana, cocaína y heroína.[1]​ De hecho, la efedrina es una droga consumida por una gran cantidad de estadounidenses, y en esa época los cárteles mexicanos se dedicaban a distribuirla en EE.UU.[51]​ En este rubro destacó el rol del cártel de Colima.[51]​ En un período de cuatro años que abarca de 1992 a 1996, el gobierno mexicano decomisó un total de cinco toneladas de efedrina producidas por este grupo de traficantes, lo cual habla de su papel en el negocio de las drogas sintéticas.[51]​ Por otra parte, tan sólo en 1993 el 60% de la marihuana que se consumía en EE.UU provenía de México, de acuerdo a informes del gobierno estadounidense.[52]​ Se tiene noción de que entre 1990 y 1997 las autoridades del país destruyeron en total de 56 800 hectáreas de amapola.[53]​ En esa época, el gobierno estadounidense lanzó un operativo militar denominado «Zorro» para encarcelar a capos importantes del país y combatir las organizaciones de tráfico de drogas.[54]

A partir de la conformación de los carteles, la violencia se incrementó significativamente en todo el país, cometiéndose principalmente crímenes políticos que han sido vinculados con el narcotráfico. El 24 de mayo de 1993, en el Aeropuerto Internacional de Guadalajara, un grupo armado asesinó al cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo lo cual pasó a ser calificado como un crímen político ya que, de acuerdo al abogado José Antonio Ortega Sánchez, el cardenal conocía los vínculos de los narcotraficantes mexicanos y colombianos con algunos políticos y figuras del gobierno federal.[55]​ Según Emilio González Márquez, gobernador de Jalisco de 2007-13: «El cardenal Posadas Ocampo también fue muy activo en denunciar en sus homilías la corrupción, el narcotráfico y las acciones que dañaban la dignidad de los seres humanos».[55]​ Poco después del acontecimiento, Rodolfo León Aragón, entonces director de la Policía Judicial Federal, le confesó a Benjamín Arellano Félix que el asesinato lo habían cometido miembros de la organización policíaca, así que al buscar a un culpable tuvieron que atribuir el crímen al cártel de Tijuana.[55]​ No obstante, hay fuentes donde se concluye que el homicidio respondió a un enfrentamiento entre los grupos de Sinaloa y de Tijuana, por lo que el cardenal murió al ser confundido como uno de los guardaespaldas de Guzmán Loera, líder del primero.[56]​ A pesar de esta última declaración, Juan Sandoval Íñiguez, cardenal sucesor de Posadas Ocampo, sostuvo que el crímen no se debió a una confusión sino que fue producto de algo premeditado.[57]​ No hay una versión oficial al respecto.[58]​ De manera similar, el 23 de marzo de 1994 el entonces candidato del PRI a la presidencia de México Luis Donaldo Colosio Murrieta murió asesinado a tiros; algunas versiones apuntaron a que el crímen lo habían perpetrado las organizaciones de tráfico de drogas, sin embargo esta teoría no pudo ser comprobada con certeza.[59]​ Otro caso similar aconteció en 2010, cuando fue asesinado el político Rodolfo Torre Cantú, candidato a la gobernatura de Tamaulipas, un hecho que se atribuyó al crimen organizado llegando a ser comparado con el caso del homicidio de Colosio.[60]

Vista panorámica de Tijuana, ciudad fronteriza de México, que a partir de los años 1990 comenzó a catalogarse como uno de los puntos de producción de drogas sintéticas.

A partir de 1993, las ciudades de Tijuana y Mexicali comenzaron a identificarse como algunos de los principales lugares de producción de drogas sintéticas exportadas a EE.UU. Otras ciudades que poco después pasarían a asociarse con el tráfico de drogas fueron San Felipe y San Luis Río Colorado.[10]​ Algunas fuentes consideran que la crisis nacional de 1994 garantizó un incremento en el flujo ilegal de drogas y ante ello la violencia también aumentó, primordialmente por las medidas policíacas llevadas a cabo por el gobierno.[10]​ A lo largo de la década, el cártel de Tijuana era el que poseía mayor poder en el país aunque su rivalidad con la organización de Sinaloa conllevó a su decadencia.[10]​ Aunado a ello, sus principales líderes terminaron encarcelados o asesinados a partir de los años 2000.[61]​ De acuerdo a un reportaje del periódico mexicano La Vanguardia, la muerte de Rafael Aguilar Guajardo en 1993 (uno de los fundadores de dicho cártel) puso fin al predominio de la organización de Juárez como la principal traficante de drogas en el país, para dar lugar al surgimiento de Carrillo Fuentes.[62]​ Para finales de 1997, los líderes de este grupo eran considerados como unos de los diez delincuentes más buscados por el FBI.[10]

En 1997, el periodista Jesús Blancornelas (cuyos reportajes comúnmente abordaban temáticas sobre la vida de los narcotraficantes y sus operaciones) sufrió un atentado en donde murió su guardaespaldas, y aunque recibió impactos de bala y estuvo en situación grave, logró sobrevivir al atentado. Más tarde, de acuerdo a averiguaciones policiales, se dio a conocer que dicho atentado había sido perpetrado por pistoleros del cártel de Tijuana.[63][64][65]​ Al año siguiente, el 17 de septiembre de 1998, un grupo de pistoleros de este mismo grupo asesinó a 19 personas en Ensenada, Baja California.[66]

En ese período el narcotráfico comenzó a vincularse con la corrupción en los cuerpos policíacos y en la esfera política del país.[11]​ Algunos ejemplos de figuras de la política relacionadas con esto en los años 1990 fueron Mario Ruíz Massieu (muerto en 1999, previamente vinculado con tráfico de dinero y nexos con el narco)[67][68]​ y Jesús Gutiérrez Rebollo (director del Instituto Nacional contra el Combate a las Drogas; detenido en 1997 por nexos con el cártel de Juárez). En 2002, se dio a conocer que este último se encargaba de proteger por un tiempo a criminales del cártel de Juárez enviándolos a distintas ciudades del país, para tiempo después presentarlos ante las autoridades y encarcelarlos en una zona militar de la que luego saldrían libres.[69]

Carrillo Fuentes y el cártel de Juárez[editar]

Boeing 727.

Tras la muerte del capo mexicano Pablo Acosta (mejor conocido por sus operaciones ilegales en la zona fronteriza norte de México),[70]Amado Carrillo Fuentes se convirtió en uno de los narcotraficantes más poderosos y buscados de México siendo quien encabezaba al cártel de Juárez.[61][71][72]​ Apresado en Culiacán en agosto 1989 por Gutiérrez Rebollo, obtuvo su liberación dos años después presuntamente por sus vínculos con el mismo funcionario.[69]​ A mediados de la década de 1990, celebró varias fiestas a donde acudieron personajes del espectáculo y artistas musicales.[73]​ Cabe añadirse que, al igual que los hermanos Arellano Félix, Carrillo Fuentes era uno de los criminales más buscados por el FBI,[73]​ teniendo vínculos con el cártel colombiano de Medellín.[70]

Su rasgo más característico era el traslado de drogas por medio de aviones Boeing 727 principalmente, por lo cual se le apodó El señor de los cielos. Su popularidad en Sinaloa marcó un hito, llegando a ser considerado como un héroe por la población.[70]​ Asimismo, hacía uso de tecnología innovadora para comunicarse con sus aliados.[71]​ Murió el 4 de julio de 1997,[73]​ tras someterse a una cirugía plástica para reconstruirse los rasgos faciales..[74]​ Más tarde, tras haber sido enjuiciados por homicidio, los doctores fueron asesinados violentamente.[73]

Cárdenas Guillén y Los Zetas[editar]

Soldados mexicanos durante el desfile militar del 16 de septiembre de 2009.

En 1996, García Abrego fue encarcelado en Monterrey y deportado a EE.UU.[75][76]​ Tras esto, el mando del cártel del Golfo recayó en Osiel Cárdenas Guillén, quien para asumir el control total de la organización[77]​ formó en 1997 un grupo de pistoleros a partir de numerosos miembros desertores del Ejército que poseían un entrenamiento élite en las filas armadas. Dicho grupo pasó a denominarse «Los Zetas»,[78]​ un término utilizado en el Ejército para referirse a los oficiales de más alto rango.[79]​ Algunos reportes indican que Los Zetas se conformaron originalmente por 30 tenientes y subtenientes desertores del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales, siendo uno de sus fundadores el teniente Arturo Guzmán Decenas. Este último murió en un enfrentamiento con las fuerzas policiales en 2002, y tras esto el mando de Los Zetas recayó en Heriberto Lazcano Lazcano.[77]​ Con el paso del tiempo, el grupo pasó a ser identificado como uno de los más violentos en el país.[80]​ De acuerdo al Centro para Estudios de Inmigración (CIS, por sus siglas en inglés):

Algunos de ellos [Los Zetas] son simplemente traficantes de drogas vestidos como militares. Otros poseen una formación militar que dejaron atrás para empezar a colaborar con los capos. Y algunos otros, casi con toda seguridad, son militares que ejercen un gran sustento a los traficantes.
Mark Krikorian, director ejecutivo del CIS.[81]

Sus características más distintivas son «el alto nivel de profesionalismo de sus miembros, la incorporación de policías y militares, su involucramiento con pandillas y bandas menores de delincuentes (como los Mara Salvatrucha), y el uso de sistemas avanzados de codificación telefónica».[79]​ Tras la detención de Cárdenas Guillén, su fundador, Los Zetas se distanciaron del cártel del Golfo[77]​ y, para 2008, comenzaron a aliarse con otros cárteles como el de los Beltrán Leyva y el de Juárez. Al año siguiente, se dio su separación definitiva del cártel del Golfo, por lo cual se han enfrascado en enfrentamientos armados contra este último en las ciudades de Tamaulipas y Nuevo León para definir el control del tráfico de drogas en esa región.[78]

Años 2000 y 2010[editar]

Con la muerte de Carrillo Fuentes, la violencia se incrementó significativamente en el norte del país, principalmente en Ciudad Juárez, para suceder al capo muerto en el control de las rutas de distribución de las drogas al extranjero.[71]​ Para entonces, Chihuahua ya se había convertido en la urbe mexicana del tráfico de drogas habiendo sobrepasado a Sinaloa.[76][82]​ Eventualmente, Vicente Carrillo Fuentes, hermano de Amado, asumió el control del cártel, aunque algunas fuentes consideran que el poder recayó en Juan José Esparragoza Moreno, hasta su arresto en 2004.[82]​ Ese año, José Agustín Montiel López (coordinador de las fuerzas policíacas de Morelos) fue detenido por la Procuraduría General de la República (PGR) acusado de proteger a los capos Vicente Carrillo Fuentes y Esparragoza Moreno.[82][83]​ Poco después, Ignacio Coronel Villarreal pasó a identificarse como uno de los líderes del cártel junto con Carrillo Fuentes, por lo que el FBI giró órdenes de aprehensión contra ambos. Asimismo, se subrayaron en el mismo a otros sujetos involucrados en el tráfico de drogas sintéticas.[84]

A continuación, se muestra la cantidad de homicidios registrados desde 2001 en México vinculados al narcotráfico; las autoridades mexicanas coincidieron en que más del 90% del total aquí expuesto se trata de personas relacionadas con esta actividad:[85]

Año Cantidad de muertes Referencias
2001 1080 [86]
2002 1230 [86]
2003 1290 [86]
2004 1304 [86]
2005 1776 [86]
2006 2221 [86]
2007 2700 [87]
2008 5630 [88]
2009 9616 [89]
2010 15 273 [89]
2011 19 396
(hasta el 31 de octubre)
[90]
Total 61 516

La fuga de Guzmán Loera, muerte de Ramón Arellano Félix y detención de Cárdenas Guillén[editar]

Desde los años 1980, Joaquín Guzmán Loera ya se hallaba vinculado con Félix Gallardo en el cártel de Guadalajara. Tras la división de este, ejerció el mando en el cártel de Sinaloa y con el paso del tiempo se vio envuelto en un enfrentamiento con el cártel de los Arellano Félix por el dominio de la zona fronteriza y la ciudad de Tijuana, ambas rutas importantes para el narcotráfico. En 1993, se le relacionó con un cargamento de marihuana confiscado por el gobierno en Baja California, lo cual sirvió de preámbulo para su arresto el 9 de junio de ese mismo año, acusado de homicidio y tráfico de drogas. Se le sentenció a 20 años de prisión en el Centro Federal de Readaptación Social Número 2, en Guadalajara.[91][92]​ Sin embargo, el 19 de enero de 2001, Guzmán Loera se fugó del reclusorio tras corromper el sistema penitenciario a base de sobornos, amenazas y vínculos con los responsables de esa prisión. Incluso, se sabe que mientras estaba en calidad de detenido, seguía realizando negocios ilícitos desde el interior del penal, protegido por el director del penal, Leonardo Beltrán Santana. Tras esto, las autoridades enjuiciaron a la mayor parte del personal del reclusorio, con condenas que iban de los seis a los 25 años de prisión; Beltrán Santana recibió una condena de poco más de 11 años, obteniendo su libertad anticipada en junio de 2010.[93]

Desde entonces, Guzmán Loera retomó sus actividades como capo al enviar cargamentos de droga desde Colombia a EE.UU; incluso, mantiene operaciones en territorio estadounidense por medio de varios contactos. Es asimismo uno de los capos más buscados por los gobiernos mexicano y estadounidenses,[92]​ quienes catalogan a su recaptura como una de sus principales prioridades de Estado,[94]​ aunque ésta ha sido infructuosa a pesar de los constantes intentos.[94]​ Algunas fuentes sostienen que tras su fuga, el narcotraficante se reunió con los líderes de los demás cárteles para acordar una alianza entre las mismos.[95]​ En 2008, ingresó a la lista de los individuos más millonarios del mundo según la publicación Forbes, y al año siguiente figuró como una de las personalidades con mayor poder e influencia según la misma revista.[91]​ En 2009, la revista Time lo incluyó igualmente en su listado de las personas más influyentes del mundo.[96]

En 2002, Ramón Arellano Félix, uno de los fundadores del cártel de Juárez, murió asesinado en un enfrentamiento a balazos con la polícia en Mazatlán. De acuerdo a informes, el capo se hallaba en dicha ciudad para matar a Ismael Zambada García, uno de los líderes del cártel de Sinaloa.[97]​ Semanas después, su hermano Benjamín (también uno de los coordinadores del cártel) fue capturado por las autoridades.[98]​ Si bien las autoridades consideraron que ante esto la organización de Juárez estaba destinada a su desaparición, se dio a conocer que el mando del cártel podría haber recaído en Manuel Aguirre Galindo, Eduardo Arellano Félix o Francisco Javier Arellano Félix.[99]​ En marzo de 2003, Osiel Cárdenas Guillén fue capturado por las autoridades durante un operativo militar.[100]​ Tras esto, el grupo de Los Zetas comenzó a extenderse por todo el país.

La guerra emprendida por Felipe Calderón[editar]

Un periodista protesta contra la violencia hacia sus colegas por parte de narcotraficantes en 2010. Al evento se sumaron 14 municipios del país, incluyendo la ciudad de México.[101]

En 2005 el entonces presidente Vicente Fox Quesada ordenó el envío de un pequeño contingente de soldados a la ciudad fronteriza Nuevo Laredo, Tamaulipas, para combatir la corrupción y los vínculos de agentes policíacos con el narcotráfico, como parte de un operativo denominado «México Seguro».[102][103]​ Durante su campaña como candidato a la presidencia, Felipe Calderón Hinojosa declaró que, si salía electo, una de sus prioridades sería combatir el narcotráfico mediante la aplicación de políticas de Estado contra centros de distribución de drogas.[104]​ Apenas días después de su elección en 2006, ordenó el despliegue de 5000 soldados en todo el país para comenzar la denominada «guerra contra el narcotráfico».[12]​ El primer operativo policíaco histórico en su gestión se implementó el 11 de diciembre de 2006, en Michoacán.[105]​ De esta forma, Calderón Hinojosa actuó de manera enérgica contra el tráfico de drogas desde el inicio de su mandato, sin embargo «la violencia por el narcotráfico empeoró [...y ahora] afecta a ciudadanos que antes no tenían nada que ver y se expande a otras regiones». De acuerdo al analista José Antonio Crespo: «La seguridad fue su primera carta, su primera política importante. Le fue bien desde el punto de vista de popularidad: la gente se lo aplaudió, se elevó su popularidad en las encuestas [...sin embargo] en términos de objetivos que era reducir la violencia derivada del narco es un fracaso, porque no sólo no se ha reducido sino que las muertes violentas se incrementaron».[106]​ Expertos en materia de seguridad del Insyde confirmaron que el narcotráfico a nivel nacional empezó a ser combatido a partir del gobierno de Calderón Hinojosa, ya que «las autoridades federales no confían en las fuerzas policíacas locales [...además de que] la justicia es lenta y las prisiones están llenas hasta el tope».[2]​ A pesar de las críticas que han surgido en el tema en torno a Calderón a lo largo de su mandato, el presidente señaló que los beneficios han sido mayores, pues se capturaron a varios de los «narcotraficantes más buscados» aunque «el objetivo principal es tener nuevas instituciones confiables, de Ministerio Público y de justicia».[13]​ Para el banquero español Francisco González Rodríguez, presidente del BBVA, la decisión de Calderon fue «acertada» al «empezar una política de contraofensiva [lo cual] genera una violencia tremenda y titulares de prensa»,[107]​ mientras que el expresidente colombiano Álvaro Uribe comentó: «El gobierno de Calderon ha dado un ejemplo al mundo de valor civil, coraje y determinación para enfrentar a la criminalidad, porque hay otros países cuyos gobiernos no lo enfrentan y hay permisibilidad, laxitud, tolerancia».[108]

De acuerdo a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), desde 2006 hasta comienzos de 2009 se registraron aproximadamente 10 500 homicidios causados por el narco. Según una encuesta elaborada por Excélsior, un 73% de la población mexicana apoyaba en 2009 las medidas tomadas por Calderón Hinojosa para disminuir el tráfico de drogas en el país.[109]​ Algunos de los principales logros de la llamada guerra contra el narcotráfico han sido las detenciones de numerosos capos por parte de las autoridades,[110]​ así como decomisos valuados en millones USD por concepto de drogas y dinero ilícito.[12]​ En cuanto a detenciones, desde 2006 hasta julio de 2010, la Secretaría de Gobernación (SEGOB) informó de un total de 81 128 personas capturadas que estaban involucradas en dicho negocio ilícito.[111]​ A manera de ejemplo de importantes capturas o acciones emprendidas durante la guerra contra el narcotráfico están la captura en la ciudad de México, en septiembre de 2007, de Juan Diego Espinoza Ramírez, uno de los narcotraficantes colombianos más buscados, esto tras la captura del capo colombiano Diego Montoya. Su aprehensión ocurrió horas después de que fuese detenida también su novia Sandra Ávila Beltrán, y era vinculado con Zambada García.[112]​ A su vez, Ávila Beltrán (también conocida por el mote de «La reina del Pacífico») era una de las que se encargaban de las operaciones financieras del cártel de Sinaloa, teniendo también operaciones en Colombia.[113]​ En 2009, Vicente Zambada Niebla fue capturado por el gobierno mexicano siendo extraditado a EE.UU,[114]​ y, al año siguiente, murió Ezequiel Cárdenas Guillén, hermano de Osiel y uno de sus sucesores al mando del cártel del Golfo.[115]​ El 12 de julio de 2011, el Ejército encontró un plantío de marihuana de 120 hectáreas en Ensenada, Baja California, catalogado como el sembradío más extenso jamás identificado por las autoridades del país. Con un costo de 1800 millones MXN, supervisado por 114 personas y atribuido a Guzmán Loera, el plantío fue incinerado. De acuerdo a la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), tenía una capacidad para producir hasta 60 millones de dosis de marihuana al año.[116]

La cifra de homicidios se incrementó a mediados de 2011 a más de 40 000. La gran cantidad de muertes ha provocado que, en una gran mayoría de los casos, muchos homicidios queden impunes y los cadáveres no logren ser identificados por las autoridades a pesar de contar con tecnología forense y laboratorios especializados para ello.[117]​ De acuerdo a estudios, la mayor cantidad de los asesinatos a consecuencia del narcotráfico se han llevado a cabo en ocho municipios: Ciudad Juárez, Culiacán, Tijuana, Chihuahua, Acapulco, Gómez Palacio, Torreón y Mazatlán, mencionados por orden de descendencia.[118]​ Cabe añadirse que en la ciudad fronteriza de Juárez, en Chihuahua, es donde se llevan a cabo la mayor cantidad de enfrentamientos entre los grupos de Sinaloa y Juárez; de acuerdo al Consejo Nacional de Seguridad Pública, desde 2006 hasta 2010 un 36% de los homicidios relacionados con el narcotráfico en el país han ocurrido en esta ciudad debido al conflicto ya citado.[119]​ Mientras tanto, surgieron otras nuevas organizaciones dedicadas al narcotráfico en el país, destacando los Beltrán Leyva y La Familia Michoacana.

El rol de EE.UU en el combate al tráfico de drogas en México ha sido importante ya que ha destinado miles de millones de dólares en operativos, adiestramiento de agentes policíacos, reforzamiento militar de la frontera con México y aplicación de leyes e iniciativas gubernamentales destinadas a la identificación y encarcelamiento de narcotraficantes mexicanos.[120]​ Prueba de ello es que, en 2008, se puso en marcha la Iniciativa Mérida cuyo objetivo es la cooperación conjunta de los gobiernos estadounidense y mexicano en el combate al tráfico de drogas. No obstante, según el periodista mexicano Jorge Ramos Ávalos, la guerra contra el narcotráfico «está perdida [ya que...] el número de norteamericanos consumiendo drogas ha aumentado, los carteles de las drogas son cada vez más poderosos y los pronósticos no podían ser más pesimistas».[121]

De acuerdo a Edgardo Buscaglia, consejero de seguridad en la ONU, una de las maneras para combatir el narcotráfico en el país sería «atacando el sistema financiero de los grupos de narcotraficantes, el cual consiste en miles de negocios que lavan el dinero proveniente de las drogas para invertirlo en la compra de armas y soldados con los cuales enfrentarse al gobierno». Adicionalmente, el analista consideró que si el gobierno tomara acciones más eficaces contra la pobreza en el país, los jóvenes entonces no se verían tentados a sumarse a dichos grupos delictivos, mientras que una mayor cohesión entre los partidos políticos disminuiría considerablemente la corrupción.[2]​ Otros informes sugieren que las autoridades no deben pactar acuerdos de ningún tipo con el narcotráfico con el fin de reducir la violencia puesto que tal acción les daría una mayor impunidad a las organizaciones criminales y no resolvería los problemas de seguridad existentes.[122]

Funcionamiento[editar]

Pueden identificarse cuatro fases de operación adoptadas por los cárteles mexicanos: producción, transporte, distribución y venta. En la producción, la droga es creada sintéticamente en laboratorios asentados por lo regular en zonas rurales. Loret de Mola identificó, en su libro El negocio: la economía de México atrapada por el narcotráfico, a Sinaloa, Durango, Jalisco, Nayarit, Michoacán, Oaxaca y Sonora como los principales estados productores de droga en el país. En sus palabras, «las características topográficas [de los anteriores estados] resultan ser una pieza clave en la motivación de los campesinos para cultivar estos productos».

A continuación, la fase de transporte se realiza por cualquier medio elegido por la organización correspondiente, ya sea por vía terrestre, aérea o marítima, siempre con «personas de confianza». Tras la producción de la droga en los narcolaboratorios, es llevada por camionetas generalmente por caminos que no involucren vías pavimentadas, para evitar ser ubicados por agentes policíacos. En caso de realizarse el envío por mar, se presta atención al clima imperante en una determinada temporada del año, debido al fuerte oleaje en las costas donde navegan las embarcaciones involucradas en el tráfico. La vía aérea suele ser preferida debido a la breve duración del recorrido. La recepción de la carga de droga es un aspecto que el transportista conoce al ser informado de ello por el propietario del lote. No obstante, Loret de Mola comenta que existen otras alternativas menos ortodoxas para el movimiento de la droga, como el uso de la mensajería postal, de mujeres (estas últimas llegan a transportar la droga en implantes de senos o glúteos) y de cadáveres.

En la etapa de distribución suele haber acuerdos entre funcionarios públicos y narcotraficantes. La mayoría de las organizaciones a nivel nacional trafican la droga con EE.UU debido a que pueden obtener más lucro con su comercialización, dada su alta demanda y un riesgo mayor que conlleva la distribución de droga en territorio estadounidense, pues ello puede facilitar la localización de los involucrados, y su eventual arresto. La venta involucra lotes mayores de droga, lo cual genera ganancias millonarias debido a que es comprada por un gran número de personas, normalmente en pequeñas cantidades. Para esto último, las organizaciones cuentan con células de empleados que llevan a cabo la labor de venta en una región geográfica específica. Loret de Mola explicó que cada célula tiene una función determinada, asignada por los capos de mayor jerarquía, según sea el interés de la organización.[123]

Principales grupos de narcotraficantes[editar]

Mapa que muestra a los diferentes cárteles de droga con mayor presencia en México, de acuerdo a un reporte elaborado en mayo de 2010 por Stratfor.[124][125]​ Los estados controlados por el cártel de Tijuana aparecen iluminados en color rojo; los del cártel de los Beltrán Leyva en anaranjado; los del cártel de Sinaloa en amarillo; los del cártel de Juárez en café; los de La Familia Michoacana en verde; los del cártel del Golfo en cian, y finalmente los de Los Zetas en azul.

Si bien el término «cártel» es usado en la cultura popular para referirse al grupo delictivo dedicado a la producción y distribución de las drogas, algunos estudiosos coinciden en que un cártel es un grupo que se encarga de fijar los precios de las drogas, lo cual no aplica a los grupos ilícitos en el país. Algunas agencias gubernamentales y especialistas prefieren referirse a estos como «organizaciones traficantes de drogas».[126]​ En 2007, el gobierno tenía identificados a siete grupos de traficantes:[14][15]​ el Cártel del Golfo, el de Sinaloa, el de Juárez (estos operan en gran parte del territorio mexicano; tan sólo el de Juárez abarcaba en ese entonces un total de 21 estados de los 31 que existen en total en el país), el de Tijuana, el del Milenio, el de Colima y el de Oaxaca. Años después aparecieron otras organizaciones como la de los Beltrán Leyva, Los Zetas, La Familia Michoacana, el cártel de Jalisco, La Resistencia, La mano con ojos, La nueva administración, el cártel independiente de Acapulco y un grupo dirigido por el capo Édgar Valdez Villarreal.[16]​ Para finales de 2012, la cantidad de cárteles principales se mantenía en siete: el Pacífico-Sur, Los Zetas, la Federación de Sinaloa, el de Juárez, el del Golfo, los Caballeros Templarios y el de Jalisco Nueva Generación, que operan junto con un total de 20 grupos delictivas regionales de menor escala. La diferencia principal entre las distribuciones del territorio entre 2007 y 2012 radica en que anteriormente las siete organizaciones poseían un determinado control del tráfico de drogas, mientras que en 2012 el 80% de la distribución es manejada únicamente por los cárteles de Sinaloa y de Los Zetas.[127]

Se tiene conocimiento de la existencia de alianzas entre las mismas organizaciones, resultando en grupos más extensos como «la Federación» (unión de los cárteles de Juárez, del Golfo y del Milenio), y la unión entre los cárteles de Tijuana y del Golfo. De acuerdo a la Interpol México, el cártel de Sinaloa y Los Zetas son los grupos de narcotraficantes mexicanos con mayor presencia en otros países,[128]​ mientras que la mayoría de los grupos delictivos se han expandido a EE.UU, donde algunas bandas de criminales se encargan de distribuir las drogas en el país y envíar las ganancias de su comercialización de vuelta a México.[129]

A continuación se mencionan las organizaciones de tráfico de drogas identificadas por el gobierno, junto con una breve descripción:

Cártel de Juárez[editar]

Creado en 1993 por Amado Carrillo Fuentes.[15]​ Con presencia en 21 estados de los 31 que existen en el país (en 2006, se tenía la certeza de que operaba en 17 estados),[17]​ sus principales áreas de influencia eran las ciudades de Culiacán, Monterrey, Ciudad Juárez, Ojinaga, el Distrito Federal, Guadalajara, Cuernavaca y Cancún, de acuerdo a informes policíacos.[14]​ Si bien en sus inicios mantenía una alianza con el grupo de Sinaloa, una vez que Vicente Carrillo Fuentes se hizo cargo del cártel (tras la muerte de su hermano Amado), existe una rivalidad entre ambas organizaciones, principalmente por el control de la región fronteriza con EE.UU.[61][130]​ En 2009, el hijo de Amado Carrillo Fuentes, Vicente Carrillo Leyva, declaró que el cártel era protegido por militares y autoridades del país desde que estaba encabezado por su padre, y que la organización está integrada primordialmente de exmilitares armados, además de tener vínculos con Los Zetas.[131]

Durante la época en que fue dirigido por Carrillo Fuentes, se lo asoció con el cártel de Cali de Colombia.[71]​ De acuerdo a la PGR, es el principal y más poderoso grupo de narcotraficantes en México,[17]​ aunque en 2012 se tenía noción de que las áreas donde opera se han limitado a Chihuahua, Querétaro y Quintana Roo.[127]

Cártel de Tijuana[editar]

Fundado por Ramón Arellano Félix en 1989, una vez que el cártel de Guadalajara se dividiera en dos, siendo la otra organización el cártel de Sinaloa.[15]​ Existente en por lo menos 15 estados al norte del país,[14]​ se dedica esencialmente a la producción de metanfetamina.[10]​ En los años 1990 se consolidó como uno de las organizaciones más poderosas de México, teniendo como sede la ciudad fronteriza de Tijuana,[132]​ si bien en años más recientes fue decayendo ante el arresto o asesinato de sus líderes.[63]​ De acuerdo a informes, en esa época el cártel de los Arellano Félix se dedicaba a cobrar una «tarifa» a los otros grupos delictivos del país por el tráfico de drogas en la región fronteriza norte. Esto llevó a su rivalidad con el cártel de Sinaloa, que se rehusó a pagarle dicha tarifa a los Arellano Félix.[132]​ Desde entonces, esta organización ha disminuido sus operaciones ligadas con la distribución de drogas para dar paso a secuestros y extorsiones.[133]​ A partir de 2008, es encabezado por Luis Fernando Sánchez Arellano, sobrino de los Arellano Félix, quien se ha enfocado en el tráfico de drogas en territorio estadounidense, principalmente en las regiones del sur de California. El FBI ha denominado al cártel de Juárez como Fernando Sánchez Organization (FSO) o The Enterprise, debido a la incorporación del lavado de dinero entre sus nuevas actividades operativas.[134]

Varios informes policiales coincidieron en que el cártel de Tijuana fue el responsable del polémico asesinato del cardenal Posadas en 1993, en Guadalajara. Igualmente, se le vinculó con el atentado que tenía como fin el homicidio del periodista Blancornelas.[63][64][65]

Cártel de Sinaloa[editar]

Su área de influencia se extiende a 17 estados de la República Mexicana, destacando su rol en Sinaloa,[14]​ y siendo la responsable del 45% del narcotráfico en México. Adicionalmente, posee operaciones en Sudamérica, Europa y el continente africano.[135]​ Trabajaba en coordinación con la desaparecida unidad de pistoleros Los Negros, dirigida por Édgar Valdez Villarreal. Es presidido por Joaquín Guzmán Loera desde 2001.[15]​ Entre sus miembros se encuentran Juan José Esparragoza Moreno, Ismael Zambada García y Teodoro García Simental. Además, es apoyado por Jorge Eduardo Costilla Sánchez, del cártel del Golfo, por el grupo de La Familia Michoacana,[61]​ y por Los Caballeros Templarios.[127]​ En 2010, Ignacio Coronel Villarreal murió en Jalisco al ser asesinado durante un operativo militar,[136]​ lo cual provocó el origen de dos nuevos grupos criminales que buscaban el dominio dejado por Coronel Villarreal: el cártel de Jalisco y La Resistencia.[16]​ Desde ese año, la prensa considera que el cártel de Sinaloa se apoderó de los territorios anteriormente controlados por los grupos de Juárez y de Tijuana.[127]

De acuerdo a las autoridades estadounidenses, entre 1990 y 2008, el grupo de Sinaloa fue el responsable de la importación de aproximadamente 200 toneladas de cocaína.[36]​ Según la empresa estadounidense National Public Radio (NPR) y varios políticos y oficiales mexicanos, el cártel de Sinaloa es protegido por el gobierno de México que lo ha beneficiado presuntamente desde que la guerra contra el narcotráfico inició en 2006. Según el periodista Diego Osorno: «Pese a que el cártel de Sinaloa es el 'statu quo' del narco, con redes que se extienden por toda la geografía de poder del país, no se le ha tocado».[137]​ En 2011, el Ejército mexicano descubrió un mega plantío de marihuana en Baja California mismo que ha sido atribuido a Guzmán Loera, siendo el sembradío más extenso jamás hallado por el gobierno en la historia.[116]

Cártel del Golfo[editar]

Establecido en los años 1970 originalmente con el nombre de «cártel de Matamoros» por el capo Juan Nepomuceno Guerra, quien anteriormente había sido agente policíaco de la ciudad de México.[138][139]​ El poder recayó luego en su sobrino, Juan García Ábrego que sería detenido en 1995 y extraditado a EE.UU. Tras esto, el mando del cártel pasó a Osiel Cárdenas Guillén. Operaba en coordinación con los grupos Los Zetas y La Familia Michoacana.[15]​ Con presencia en 13 estados y un foco de influencia predominante en Tamaulipas.[14]​ Cárdenas Guillén creó al grupo de pistoleros Los Zetas a manera de respaldo armado del cártel aunque tras su extradición en 2007, este grupo se independizó y Costilla Sánchez asumió el control del cártel, convirtiéndose en aliado de Guzmán Loera y enemigo de Los Zetas.[61]​ Desde la prisión, Cárdenas Guillén manejaba los negocios de este grupo delictivo, hasta 2007.[130]​ Cabe señalarse que el cártel del Golfo mantiene vínculos con las organizaciones de Sinaloa, los Beltrán Leyva y el cártel de Juárez. Anteriormente, tenía alianza igualmente con La Familia Michoacana hasta su desaparición.[138]​ Más recientemente, se le vincula con el grupo Jalisco Nueva Generación, que fungía como el brazo armado del cártel de Sinaloa.[127]

Cártel de Colima[editar]

Su principal área de operaciones se halla en la producción de drogas sintéticas (metanfetaminas) y su distribución en EE.UU.[132]​ Surgió en 1988, siendo encabezado por los hermanos José de Jesús y Adán Amezcua Contreras,[15]​ quienes fueron detenidos en 2004. Mantiene operaciones en al menos siete estados del país, destacando sus actividades en Colima, Tijuana, Guadalajara y Apatzingán.[140]

Cártel de Oaxaca[editar]

Fundado por Pedro Díaz Parada, tras escapar de prisión en 1985. Se dedica al tráfico de la heroína y a la producción de marihuana.[15]​ Hasta 2002, se tenía conocimiento de su existencia en siete estados del país, entre ellos Veracruz, Chiapas, Durango, Chihuahua y Oaxaca.[132]

Cártel del Milenio[editar]

Junto con las organizaciones de Juárez y Sinaloa formó la alianza conocida como «la Federación» que, si bien colaboraban juntos, se mantenían como entidades independientes.[14]​ El grupo se disolvió en 2008.[130]​ Fundado por los hermanos Armando y Luis Valencia en 1999 tras separarse del cártel de Juárez,[15]​ tiene como base de operaciones los estados de Jalisco y Michoacán. Se le conoce también como el «cártel de Valencia».[132]

Otros grupos[editar]

Además de los grupos anteriores, han surgido otras organizaciones dedicadas al narcotráfico en México y a las cuales se les atribuye el incremento de la violencia en varios estados del país debido a su rivalidad con las principales organizaciones de traficantes, citadas anteriormente.

Entre estas destacan Los Zetas, que surgieron como brazo armado del cártel del Golfo pero que poco después se distanciaron del grupo para comenzar una rivalidad. En 2008, se aliaron con los hermanos Beltrán Leyva, cuando fue capturado Alfredo Beltrán Leyva, un hecho que atribuyeron al cártel de Sinaloa (lo cual marcó el distanciamiento entre el cártel de los Beltrán Leyva y el de Sinaloa).[61]​ Los Zetas son dirigidos por Heriberto Lazcano Lazcano,[61]​ y se les considera como uno de los cárteles más violentos de México, debido a su enfrentamiento con otras organizaciones de traficantes a nivel nacional.[141]​ Una de sus bases operacionales se halla en el estado de Veracruz, donde se halla uno de los principales puertos comerciales de México. A finales de 2011, se dio el hallazgo de 35 cadáveres pertenecientes a miembros de Los Zetas, un crimen adjudicado por el propio cártel de Sinaloa. Otros estados donde mantienen actividades son Nuevo León y Coahuila.[142]​ En agosto de 2011, se les atribuyó un incendio perpetrado en un casino en Monterrey, considerado como el peor atentado contra civiles durante la guerra contra el narcotráfico, donde murieron 52 personas.[142]​ Según Eric L. Olson, del Centro Internacional para Académicos Woodrow Wilson, Los Zetas «se han convertido en el punto focal (del gobierno) en gran medida por su violencia extrema».[142]​ Además del narcotráfico, según informes de la PGR, Los Zetas se dedican al secuestro y trata de personas en varios puntos turísticos del país.[143]

El cártel de los Beltrán Leyva es otro grupo de traficantes que colaboraba con Carrillo Fuentes en el cártel de Juárez. Tras la muerte del capo en 1997, se aliaron a Guzmán Loera y la organización de Sinaloa. El gobierno les ha cateado varias casas y propiedades desde entonces.[73]​ Se les atribuye el asesinato del jefe policial Édgar Millán Gómez en 2008, por el arresto de Alfredo Beltrán Leyva.[144]​ Ese año terminaron su alianza con el cártel de Sinaloa, con el que conformaban la organización denominada La Federación de Sinaloa,[145]​ debido a rencillas entre sus líderes. Previo a esto, las operaciones de ambas organizaciones consistían en recibir cargamentos de droga en el sur del país desde Colombia para luego distribuirlos por territorio estadounidense.[146]​ Según declaraciones de testigos protegidos de la PGR, los Beltrán Leyva dominaban Acapulco tras haber corrompido a las autoridades municipales. En 2010, la Sedena estimó que el cártel estaba «debilitado» tras las detenciones de algunos de sus integrantes más importantes.[147]​ Tras la captura de Valdez Villarreal, el grupo se dividió y dio lugar a otra organización denominada «Cida», que es la que opera en Acapulco desde entonces. Tiempo después, tras la detención de varios de sus integrantes, el Cida dio lugar a otro grupo denominado «La Barredora».[148]​ El grupo de los Beltrán Leyva también suele conocerse como el cártel del Pacífico Sur.[127]

Más recientemente, se informó de la existencia de otro grupo criminal llamado La Familia Michoacana; de 2008 a 2011 se detuvo a un total de 710 integrantes de este cártel en 11 estados del país. De acuerdo a la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), La Familia Michoacana surgió en 2002 bajo la denominación de «La Empresa», cuyo propósito era enfrentarse al cártel de los Valencia para el dominio de Michoacán como base de operaciones delictivas. Para ello se aliaron con el cártel del Golfo y Los Zetas; desde 2008, se distanciaron de estos últimos. Además del narcotráfico, sus integrantes se dedicaban a la extorsión telefónica y los secuestros.[149]​ Dos años después, en 2010, se informó de su desintegración por medio de narcomantas colocadas en la vía pública de varios sitios del estado.[150]​ A principios de 2011, se dio a conocer Los caballeros templarios, un nuevo grupo criminal con operaciones en Michoacán que posee ideología religiosa y cuyo propósito, de acuerdo a sus propios integrantes, es «defender a la población michoacana del materialismo, las injusticias y la tiranía [sic]».[151]​ Se considera que surgió a partir de una división en La Familia Michoacana a partir del arresto del líder de esta última, Jesús Méndez Vargas, y la muerte de su respectivo fundador, Nazario Moreno, a finales de 2010.[152]​ Los caballeros templarios se dedica a la producción de drogas sintéticas así como a la siembra de drogas. Se le responsabiliza de la violencia existente en Michoacán desde su aparición.[153]

Otras organizaciones de las cuales se tiene poca información son el cártel de Jalisco, La mano con ojos, La nueva administración y La Resistencia, que trabajan en coordinación con el cártel del Golfo y La Familia Michoacana/Los caballeros templarios, en Jalisco y Michoacán.[16]​ El grupo de Jalisco Nueva Generación opera directamente con el del Golfo y, algunos especialistas en el tema, consideran que se trata de un grupo que anteriormente formaba parte del cártel del Milenio. Se dedican a la producción de droga química, y son conocidos por sus enfrentamientos con los Zetas.[127]​ El asesinato del capo Arturo Beltrán Leyva en 2009, provocó una disputa entre Édgar Valdez Villarreal y dicho cártel, por lo que el primero fundó su propia organización, con la que mantiene una rivalidad con el cártel del Pacífico, encabezado por Héctor Beltrán Leyva. Tras la detención de Valdez Villarreal en 2010, surgió el cártel independiente de Acapulco, organización que era encabezada por Carlos Montemayor González, hasta su captura a finales de ese mismo año.[16]

Narcotraficantes más buscados[editar]

En marzo de 2009, apareció publicada en el Diario Oficial de la Federación la lista con los narcotraficantes mexicanos más buscados por el gobierno, de acuerdo a informes de la PGR. En ella figuran 37 nombres de capos por los cuales la Procuraduría ofrece recompensas millonarias. Los grupos con mayor cantidad de nombres son el de los Zetas y el del Golfo, con un total conjunto de 15.[154][155]

Consumo nacional[editar]

El gobierno federal reconoce que «la mejor forma de terminar con la producción y el tráfico de drogas es prestando una mayor atención al consumo».[156]​ El consumo de droga en México ha tenido un aumento significativo desde los años 1980, ya que previamente era usada por personas pertenecientes a una «clase socioeconómica alta, o intelectuales y artistas».[157]​ A finales de la década de 1990, México era uno de los quince países con mayor consumo de marihuana entre la población, y el décimo en cuanto a la cocaína.[158]​ Poco más de una década después, ambas drogas seguían siendo las más consumidas en territorio nacional, habiendo un incremento en el uso de estas con el transcurso de los años. En 2008, los cinco estados que concentraban la mayor cantidad de consumidores eran Aguascalientes, Zacatecas, Nayarit, Michoacán y Jalisco.[159]​ Tres años después, en 2011, nuevos estudios de la Secretaría de Salud concluyeron que la marihuana era consumida por 3 millones de mexicanos, mientras que la cocaína era usada por 1,7 millones,[160]​ la mayoría de estos menores de edad, de entre 12 y 17 años. De acuerdo a esto último, el país es considerado como uno de los mayores consumidores de inhalables y de cocaína entre la población joven.[161]​ Los montos económicos calculados en 2010 eran de 41,1 millones USD respecto a la marihuana (en 515 toneladas consumidas al año en el país), 345,7 millones USD de cocaína (en 27,65 toneladas), 138,2 millones USD de heroína (en 3,9 toneladas), y 281,9 millones USD de anfetaminas (en 4,29 toneladas).[162]

El narcotráfico y la corrupción política[editar]

En 1928, surgió el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Emilio Portes Gil, su candidato presidencial, se convirtió en el primer presidente de México de ese partido. Posteriores candidatos continuaron alternándose en el poder hasta el año 2000, cuando Vicente Fox Quesada se convirtió en el primer presidente del Partido Acción Nacional (PAN), contrario a la ideología del PRI. Ernesto Lopez Portillo, fundador del Instituto para la Seguridad y la Democracia (Insyde), destacó que «el narcotráfico, así como otras variantes del crimen organizado [en México], se desarrollaron y consolidaron bajo la protección del poder político»[2]​ el cual, si bien también ha sido consecuencia de varios otros factores, algunos analistas de seguridad coincidieron en que esta actividad criminal había logrado su mayor evolución a partir del acuerdo entre narcotraficantes y los gobiernos bajo el regimen del PRI.[2]

Se han encarcelado a varios funcionarios públicos desde entonces, no limitándose sólo a afiliaciones del PRI sino también de otros partidos políticos como el PAN y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), y entre ellos se incluyen desde presidentes municipales y gobernadores hasta expresidentes.[163][21]​ Inclusive, se han implementado mejoras tanto humanas como técnicas en el Poder Judicial, con el fin de «evitar que los jueces se volvieran blanco de los delincuentes», pero estas no han sido suficientes para lograr el cometido final, esto es el fortalecimiento de las instituciones públicas nacionales y el consecuente debilitamiento del narcotráfico en este rubro.[164][165]​ De acuerdo al experto en ciencia política Javier Santiago Castillo: «Es muy difícil evitar la contaminación de la política, cuando los vendedores de drogas en México tienen tanta fuerza y dinero».[166]​ Este factor ha sido determinante, de acuerdo para algunos como el fundador del PRD Cuauhtémoc Cárdenas, para las elecciones de funcionarios que no tengan nexos con esta actividad ilícita.[167]​ Este escenario se hace evidente también durante elecciones para puestos de representación popular.[168]​ Al igual que las esferas políticas, los mandos militares se han visto involucrados con actividades ilícitas. El caso del general Gutiérrez Rebollo causó polémica en su momento al dar a conocerse la estrecha relación entre algunos integrantes del ejército y narcotraficantes.[169]​ Otros casos incluyen a funcionarios públicos que intercambian información de inteligencia gubernamental con algunos narcos,[170]​ o que protegen legalmente a algunos narcotraficantes.[171]

Para el escritor y periodista Diego Osorno, el narcotráfico en México ha funcionado desde siempre como una paraestatal protegida por el gobierno, cuyas acciones más recientes en el combate al mismo han sido «una mera estrategia de legitimización gubernamental errónea» ya que ha sido evidente el vínculo político con el narcotráfico desde su origen.[35]​ De manera similar, el periodista Ricardo Ravelo Galó (autor de varios libros sobre el narcotráfico) comentó: «Lo más preocupante es que el narco tiene aliados en el gobierno. Lograron enganchar a los cuerpos de la policía y ponerlos a su servicio y también operan con protección política. De otra manera no se explica su poderío».[172]

Tráfico de armas[editar]

De acuerdo al artículo 10 de Constitución Mexicana, los habitantes tienen derecho a portar armas para su seguridad, excepto aquellas exclusivas del Ejército o la Armada.[173]​ A principios de 2009 se reportó que 2,1 millones de mexicanos contaban con permiso para poseer armas por parte de la SEDENA. Aún así, el 15% de los delitos cometidos hasta entonces en el país se debía al uso de armas exclusivas del Ejército. De las 15 millones de armas ilegales, un 95% provenía de EE.UU.[174]​ Dada la importante cifra de armas legales vendidas, ese año la SEDENA contempló abrir sucursales de venta de armas en algunas ciudades del país. A pesar de ello, se tiene noción de que la adquisición de armas ilegales en el denominado mercado negro es más «sencillo».[175]​ Por otra parte, en 2005 las autoridades de México consideraron que el tráfico de armas no era un problema serio y no se tenían «datos precisos» a pesar de considerársele como uno de los principales delitos perpetrados en el país.[176]

Para combatir la problemática de las armas ilegales en México, acrecentada desde 2006, el presidente Calderón en su mandato emprendió campañas policíacas para el decomiso de las mismas. Desde 1995 a 2006 se decomisaron más de 90 mil armas. Sin embargo, de dicha cantidad, solamente un aproximado del 23% habían sido utilizadas por narcotraficantes.[177]​ Desde 2006 a 2010, se tiene noción de un total de 75 mil armas ilegales confiscadas.[178]​ Igualmente, en la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos se estipula que cualquier persona que comercialice armas prohibidas tendrá una sanción de 5 a 35 años de prisión, o en su defecto de 20 a 500 días de multa. Aún así, se calcula que diariamente entran 2 mil armas al país de manera ilegal. Algunas de las armas más comúnmente decomisadas son las granadas de fragmentación y los rifles AR-15 y AK-47, además de los fusiles Barrett M82 y Heckler & Koch HK91, y la pistola Beretta 92.[179]​ Es importante subrayar que los rifles AK-47 son los más utilizados, de los previamente mencionados, por las organizaciones de narcotraficantes al ser «ligeros, exactos y económicos».[180]​ Ciertamente, los cárteles acostumbran adquirir armas de fuego en EE.UU para continuar con sus actividades ilícitas, usándolas para enfrentarse entre estos mismos grupos o a las autoridades.[178]

Conscientes de la situación, tanto el gobierno mexicano como el estadounidense han realizado acuerdos para evitar el tráfico ilegal de armas, especialmente desde los años 2000. En EE.UU se han encarcelado a varios vendedores de armas;[178]​ en agosto de 2011, un operativo realizado conjuntamente por la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), el FBI y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos (ICE) llevó a cabo «uno de los mayores decomisos en la zona fronteriza de México» al confiscar más de 1200 armas ilegales en una armería de Nuevo México.[181]​ En 2008, la ATF puso en marcha el denominado «Proyecto Gunrunner» para fortalecer la seguridad en la zona fronteriza de México y EE.UU y evitar de esta forma el tráfico creciente de armas. Una de las herramientas utilizadas por la organización para este operativo es el eTrace, un sistema computarizado que es capaz de rastrear las armas de fuego.[182]​ Mientras tanto, en México se identificaron al menos ocho estados donde se llevó a cabo la mayor cantidad de decomisos en ese mismo año citado. Varias de las armas que ingresan a territorio mexicano provienen de EE.UU (en especial de los estados de Texas, California y Arizona) y de Europa.[178]​ Hasta 2012, EE.UU destinaba 248 millones USD para el combate al narcotráfico en México y para la Iniciativa Mérida.[22]​ A pesar de lo anterior, la historiadora española Sonia Alda mencionó que «Lo cierto es que pese a su importancia [del tráfico de armas] no se conoce demasiado y no se tiene control sobre las rutas de este mercado».[183]​ Para Rebecca Petters, directora de la Red Internacional de Acción en contra de las Armas Ligeras, el tráfico de armas debe combatirse con «leyes adecuadas que ni EE.UU ni México tienen».[184]​ Esto coincidió con el llamamiento de Calderón para que EE.UU elabore una herramienta legal que impida el tráfico de armas a México.[185]

Operativo «Rápido y furioso»[editar]

En marzo de 2011, se dio a conocer que el agente de la ATF John Dodson había permitido el contrabando de una gran cantidad de armas a México por medio de un operativo denominado «Letting Guns Walk» (trad. lit: «Dejando que las armas caminen») con el fin de identificar a los compradores y así poder arrestarlos. A pesar de ello, los resultados no fueron los esperados[186]​ y un total de 2500 armas arribaron al país para ser adquiridas por narcotraficantes. Los involucrados en el operativo (conocido luego como «Rápido y furioso») indicaron que «desconocían el programa puesto en marcha». Cabe señalarse que esta operación duró desde finales de 2009 hasta principios de 2011. El gobierno de México tampoco estaba enterado de esta acción.[187]​ Se recuperaron algunas armas, pero un total de 1400 continuaban desaparecidas hasta julio de 2011.[188]

Como resultado, se destituyó a Kenneth Melson como director de la ATF y Eric Holder, fiscal de EE.UU, se ha encargado de investigar a los responsables del operativo fallido. No obstante, varios congresistas estadounidenses consideran que la administración de Barack Obama también estuvo consciente de Rápido y furioso, aún cuando éste entró en vigor en el gobierno de George W. Bush.[189]Janet Napolitano, a cargo de la Secretaría de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, añadió que el operativo había presentado «serios errores» y que «no volvería a suceder algo similar».[190]​ El gobierno estadounidense optó por aplicar una nueva política para rastrear a los vendedores de algunos modelos de armas semiautomáticas «con el fin de llegar a las bandas criminales que los adquieren».[188]

Afinidad con el terrorismo[editar]

Generalmente, las organizaciones traficantes en México utilizan métodos terroristas para defenderse de los agentes policíacos. No obstante, no existen indicios que muestren relación alguna de capos mexicanos con organizaciones terroristas de otros países.[191]​ Para EE.UU, las prácticas terroristas resultan riesgosas al crear «vulnerabilidades» que estos últimos podrían usar para atacar territorio estadounidense.[23]​ Un ejemplo de estas acciones es el uso de automóviles cargados de explosivos para atentar contra dependencias u otras personas. Para Hillary Clinton el narcotráfico ha comenzado a operar de «un modo más paramilitar».[192]

A finales de 2011, un subcomité de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos presentó como propuesta una nueva estrategia operativa, en donde se catalogaría al narcotráfico mexicano como «terrorismo» y como tal debían aplicarse medidas más serias para erradicarlo. Uno de los republicanos, Connie Mack, detalló que una motivación para brindarle dicha categoría es que «la situación en México es de total anarquía. El narcotráfico es una insurgencia terrorista».[193]​ A pesar de ello, el demócrata Eliot Engels expresó que «los narcotraficantes no tienen nombre político, no quieren derrocar el gobierno para tomar el control», con lo que manifestó su desacuerdo con la votación.[194]​ A su vez, el Senado de México rechazó la propuesta al citar motivaciones similares a las de Engels.[195]​ Una de las propuestas de esta iniciativa era formular una serie de medidas similares a las que el gobierno estadounidense había aprobado para atacar a los cárteles colombianos en la década de 1990.[193]

Impacto[editar]

Sociedad[editar]

El problema del narcotráfico ha cobrado la vida de miles de niños y jóvenes; desde 2006 hasta 2011, se calcularon hasta 1300 niños mexicanos asesinados por organizaciones criminales y 3000 que quedaron huérfanos por la misma situación. Uno de los riesgos a los que la juventud mexicana está expuesta es a la de sumarse a estos grupos delictivos al querer imitar a los narcotraficantes y su estilo de vida, comúnmente dado a conocer por numerosos narcocorridos.[196][197][198]​ De acuerdo a organizaciones no gubernamentales, se tiene constancia de 75 mil jóvenes involucrados con el narcotráfico, quienes forman parte esencialmente de los brazos armados de las organizaciones traficantes (en 2011 se estimó que 24 mil de ellos trabajaban en el cártel de Sinaloa, 17 mil en el de Los Zetas y 7 500 en La Familia Michoacana). Una variante de estos es denominada «halcón» y se refiere a los jóvenes que se dedican a «vigilar el movimiento de las autoridades».[198]​ En 2010 ocurrió un caso que llamó la atención de la prensa pues se detuvo en el Aeropuerto Internacional de Cuernavaca a un joven de 14 años que ya había asesinado a varias personas por cuestiones de narcotráfico, mientras trabajaba en coordinación con los Beltrán Leyva. De acuerdo a sus declaraciones, cuando cumplió 11 años fue secuestrado por capos quienes lo obligaron a dedicarse al tráfico de drogas como uno de sus pistoleros.[199]​ Cabe resumirse que, durante la guerra contra el narcotráfico, el gobierno ha encarcelado a más de 4 000 jóvenes narcotraficantes.[198]​ Para la escritora Mónica Serrano, «el poder ejecutivo y la economía débiles del país han ocasionado que muchos quieran integrarse a este tipo de actividades», junto a los crecientes niveles de desempleo.[4][169]

Para Felipe González, expresidente español, la violencia en México no es tan alta si se la compara con otras ciudades de Hispanoamérica.[200]​ Coincidentemente, el ruso Yuri Fedotov, a cargo de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, minimizó la situación de México respecto a los efectos del narcotráfico en comparación al panorama colombiano de la década de 1990.[201]​ El incremento en la violencia se debe, entre otros factores, a los conflictos internos entre las mismas organizaciones de traficantes y a su constante enfrentamiento para hacerse del control del tráfico de drogas ya sea a EE.UU, Sudamérica u otros países al otro lado del Pacífico. Los problemas internos a su vez se deben a las disputas para elegir a sus líderes una vez que uno o más de sus capos son capturados por las autoridades, lo cual deriva en un conflicto de intereses.[202]​ Contrario a lo que pudiese pensarse, la violencia suele asentarse en algunas ciudades determinadas, como se puede evidenciar desde los años 2000 (véase la sección correspondiente). Ciertamente, las organizaciones dedicadas al tráfico de drogas comenzaron a usar la violencia y la corrupción como medios para conseguir sus objetivos. Según el investigador Jorge Chavat, para reducir la violencia el gobierno permitió por mucho tiempo que los narcotraficantes actuaran con «ciertas limitaciones implícitas», que a largo plazo dio lugar a un incremento en la corrupción que afectaría a la propia política. Una vez que terminó la hegemonía del PRI en el poder ejecutivo, en el año 2000, comenzó a combatirse la corrupción pero en cambio la violencia presentó un aumento significativo. Sin embargo, Chavat consideró que la corrupción sigue existiendo en los niveles estatales y municipales.[203]

En una entrevista hecha por la española Lolita Bosch al periodista Blancornelas:

La población en general no está en peligro latente. Los enfrentamientos son entre narcotraficantes o contra policías. Pero no enfocados a ciudadanos. Lamentablemente, hay casos de la clásica 'bala perdida' que afecta a inocentes [...] Las razones para matar son simplemente venganzas. Por traición en primer lugar. Por enojo en segundo refiriéndose a periodistas o policías que sí desempeñan bien su papel.
Jesús Blancornelas.[204]

No obstante, más recientemente en 2008 el periodista Javier Valdez consideró que «ya no se necesita ser narco para que te toque [...] La gente cedió la calle. [...] Aquí el riesgo es estar vivo, no ser narco o pistolero».[205]​ La población suele mostrarse atemorizada por las estrategias usadas por los narcotraficantes para infundir miedo, muchas veces usadas para conseguir algún fin. Por ejemplo, en 2010, un grupo de sicarios amedrentó al empresario Alejo Garza Tamez, amenazándolo con armas de fuego para que les entregara una de sus propiedades donde residía en ese instante. Garza Tamez se rehusó y, en cambio, se enfrentó a tiros con ellos. Murió en el percance, pero la propiedad no pudo ser allanada por los sicarios.[206]​ Aunado al asesinato de policías y funcionarios públicos, también el gremio de periodistas mexicanos ha sufrido «acoso y censura» en su labor de acuerdo al Comité para la Protección de Periodistas. Se lo considera al país como uno de los «más peligrosos para ejercer el periodismo en todo el mundo». Inclusive se ha llegado a advertir a periodistas extranjeros sobre el alto riesgo que representa dicho oficio en México. De 2006 a 2010 se tiene constancia de un total de 26 periodistas asesinados de manera violenta.[18]

La cadena británica BBC dio a conocer que varios mexicanos salían del país ante la presión del narcotráfico.[3]​ En cuanto al consumo de drogas, en 2008 se elevó la cantidad en un 28,9% respecto a 2002, lo cual representó aproximadamente 307 mil mexicanos adictos en el país.[105]​ A principios de los años 1990, la cantidad de jóvenes que habían ingresado a sitios para su tratamiento como drogadictos era de aproximadamente 37 mil.[169]

Narcocultura[editar]

A partir de los años 1970 surgió la denominada «narcocultura» en México, una especie de identidad social en la que se estereotiparon los principales rasgos que definen a los narcotraficantes comúnmente: su vestimenta (el cinturón con hebillas doradas y joyas, siluetas de animales de granja como el gallo, la hoja de marihuana, botas estilo vaquero, camisas de seda, estampados de la Virgen de Guadalupe), gustos por la arquitectura falsa que combina diversos estilos artísticos como el barroco, el colonial, el griego y el árabe, así como su filosofia de vida centrada en ideales como el prestigio, el consumismo, el poder, la religiosidad y la violencia. Este concepto se adoptó en la cultura popular, al ser aceptada ampliamente por la población que es ayudada económicamente por los narcotraficantes, quienes invierten frecuentemente en obras públicas y ceden parte de sus ganancias a las comunidades donde se criaron.[5]​ En 1985 la Sedena inauguró un centro de capacitación para los integrantes del ejército, que luego se convirtió en el Museo de Enervantes, lugar donde exhiben elementos relacionados con el narcotráfico, entre ellos algunos objetos que pertenecieron a capos.[207]

La narcocultura nació a partir de la figura de Jesús Malverde, quien es definido como el santo de los narcotraficantes en México, ya que mientras vivió cometía crímenes para ayudar económicamente a las comunidades desfavorecidas, de forma similar al personaje de Robin Hood. La forma de vida de Malverde es entonces imitada frecuentemente por los narcotraficantes, quienes cumplen de una manera similar su ideología de ayudar a la población pobre y, en cambio, dedicarse a actividades ilícitas.[5]​ De acuerdo a Mario Quintero, integrante de la banda musical Los Tigres del Norte: «hay muchos de ellos [narcotraficantes] que han ayudado al pueblo. Esa gente ayuda. Caro Quintero hizo escuelas, puso alumbrado en algunos pueblos. Hacían más que el gobierno. Ahí está también El Cochiloco [apodo de Salcido Uzeta], el fue verdadero benefactor. Entre ellos hay gente bien derecha».[208]​ Tras la muerte de Malverde en 1909, se le erigió una capilla en su honor en Culiacán, la cual es visitada desde los años 1980 por nacionales y extranjeros por igual.[5]

Otra variante de la narcocultura se manifiesta a través de los narcocorridos, composiciones musicales donde se habla de la vida de algún narcotraficante popular y sus vínculos con otros similares o crímenes, elogiando su actuar. Originalmente, esta variante se destinaba a los delincuentes populares no relacionados con el tráfico de drogas, pero a partir de la década de 1980 se comenzó la composición de versos musicales en torno a los narcotraficantes.[5]​ Un rasgo característico de los narcocorridos es que hablan positivamente de la vida de un capo, contrario a la visión que se ofrece a la sociedad donde se los cataloga de criminales. Los jóvenes y adultos tanto del medio urbano como del rural se interesan en dichas composiciones, intentando identificarse con los capos y su enriquecimiento ilícito.[209]​ Uno de los primeros intérpretes de este género musical fue Chalino Sánchez.[210]

Igualmente, existen términos coloquiales producto de la difusión del narcotráfico como un estilo de vida propio; por ejemplo, se suele nombrar a la droga como «medicina», a la cocaína como «harina o perico» y a la marihuana como «mota». En cuanto a otras palabras comunes se conocen algunas como «levantones», para referirse a quienes han sido secuestrados por capos para obtener información, «encajuelados» a las personas que fueron asesinadas por narcos y sus cadáveres colocados en automóviles o «cuernos de chivo» para nombrar a las armas AK-47. Quienes traicionan a los traficantes de alguna u otra forma pasan a denominarse «soplones» y suelen ser ejecutados como parte del código de lealtad que rige al narcotráfico.[211]

El «narcocine» se refiere a todas aquellas producciones cinematográficas donde se hace alusión a la vida de los narcotraficantes. Esta surgió a partir de los narcocorridos y marcó un hito en el cine mexicano, pues bandas musicales como Los Tigres del Norte incursionaron en este género, mientras que actores como Mario Almada (que previamente se dedicaba al género western mexicano) comenzaron a interpretar a narcos como Rafael Caro Quintero en Operación Marihuana (1985).[212][213]​ El tema del narcotráfico ha sido también ampliamente difundido en el cine por medio de producciones notables como El infierno (2010), Salvando al soldado Pérez (2011) y Miss Bala (2011),[214]​ así como por cintas extranjeras como Traffic (2000).

Economía nacional[editar]

De acuerdo a una investigación hecha por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) sobre el narcotráfico en México, según estimaciones, en el año 2000 las exportaciones de drogas a nivel nacional se calcularon en un total de 2600 millones USD, lo cual representa solamente un 0,5% del PIB del país. Por lo tanto, esto pone en evidencia que su aportación a la economía mexicana no es significativa. El estudio asegura que los ingresos de la industria maderera son superiores al narcotráfico en México. Si se comparan años anteriores, entre 1961 y 2000, hubo solamente dos años en los que el narcotráfico contribuyó a elevar la tasa de crecimiento económico del país, sin embargo en casi tres lustros de ese mismo período las cantidades no se diversificaron mucho.[215]​ En 2011, estudios de la Universidad de San Diego, en EE.UU, revelaron que los ingresos anuales per cápita de quienes habitaban la zona fronteriza con EE.UU no sobrepasaban la cifra de 7 mil USD, la cual es un 50% inferior a la registrada por los habitantes estadounidenses que en promedio obtienen ingresos mayores de 14 mil USD al año.[20]

El narcotráfico provee una serie de fuentes de empleo donde se contrata por parte de los carteles a campesinos, «traqueteros» (quienes manejan el negocio en países extranjeros, como EE.UU), «mulas» (que se encargan de transportar la droga entre distintas ciudades o países), sicarios y jóvenes (que reciben salarios de entre 6 mil y 12 mil USD al año de acuerdo a una investigación hecha por la revista Contralínea).[20]​ Igualmente, profesionistas como son comunicadores, escritores y contadores públicos son aptos de entrar en esta categoría de empleos. Según datos de la Universidad de Harvard, se han producido hasta 500 000 empleos producto de dichas actividades, siendo los más abundantes aquellos que se dedican al trato directo de la droga desde su cultivo hasta su procesamiento; los narcotraficantes llegan a obtener ingresos hasta de 9 mil millones USD por año.[20]​ El diario mexicano Excélsior publicó en 1998 un artículo donde mencionaba que el enriquecimiento de los carteles se debía fundamentalmente a la gran cantidad de personas que colaboran en este negocio y que constituyen en su conjunto una «mano de obra barata».[169]​ Una de las actividades considerada como «pieza clave» en el tráfico de drogas es el lavado de dinero realizado prioritariamente por medio de instituciones bancarias que colaboran con los capos.[216]​ Por medio de evaluaciones económicas, se sabe que en 2007 el lavado de dinero generaba ingresos de hasta 24 mil millones USD solamente al año. Esta situación ha ocasionado el surgimiento de una subclase económica en México: la «narcoeconomía».[19]​ Otra actividad más recientemente conocida y que posee relación con el tráfico de drogas es el robo de petróleo a Petróleos Mexicanos (PEMEX).[20]​ Para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el narcotráfico constituye un serio problema para la inversión extranjera en el país. En 2010, declaró: «con los recursos financieros increíbles al alcance de los narcos, es realmente difícil para un país con recursos más escasos hacer frente a ese opositor».[217]​ De acuerdo a un informe de la ONU en 2011, el narcotráfico tiene ganancias al año de hasta 14 mil millones USD.[198]​ Debido a esto último, se considera que es una de las actividades más lucrativas en el país, necesaria para mantener la economía nacional, pues de lo contrario podría originar una grave crisis económica a nivel nacional.[123]

Se tiene constancia de que los narcotraficantes en México cobran una especie de «impuesto» a los microempresarios informales en las regiones fronterizas con EE.UU, como el caso de Tamaulipas.[20]​ Una alternativa para evitar sospechas en cuanto a sus ganancias ilícitas es la inversión en bienes inmuebles.[123]

Mercado estadounidense[editar]

Dada la cercanía geográfica con México, EE.UU se ha visto fuertemente relacionado con el combate al narcotráfico mexicano. Se lo ve a México como «un país que impulsa la oferta [...] un abastecedor y proveedor de drogas», mientras que EE.UU representa «una gran demanda». La dependencia a las drogas en la población estadounidense ha existido desde mediados del siglo XIX, y en la década de 1970 tuvo un mayor auge durante la guerra de Vietnam.[21]​ De acuerdo al periodista Carlos Loret de Mola, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte es un ejemplo más que evidencia la complicidad entre ambos gobiernos para mantener el intercambio comercial de narcóticos, al haber sido formulado de tal forma que no afectara los intereses de las organizaciones de traficantes.[123]

El estudio de la UAM hace notar que el número de consumidores en EE.UU ha disminuido con el tiempo desde los años 1960, cuando esta actividad alcanzó su momento cumbre a nivel nacional. Mientras que en 1979 la cantidad de consumidores de marihuana era de 23,8 millones y la de cocaína era de 12,1 millones, en 2001 las cifras se redujeron drásticamente a 12,1 millones y 1,7 millones, respectivamente.[215]​ A pesar de estos datos, en 2009 se registró un récord histórico de consumidores de droga en EE.UU en toda la década de 2000; la mayor cantidad de consumo se destinaba a la marihuana con hasta 16,7 millones de consumidores. Cabe añadirse que resulta notorio el decremento en los adictos a la cocaína, al pasar de 2,4 millones en 2006 a 1,6 millones en 2009. Otros datos relevantes asumen aumentos en la demanda de personas mayores de 50 años atribuida a la generación baby-boom que usaban drogas ilegales de manera cotidiana y cuyo hábito de vida se ha transmitido de padres a hijos.[218]​ Según informes del Instituto Nacional de Abuso de Alcohol y Alcoholismo de Estados Unidos, los jóvenes hispanos que radican en este país son más propensos a convertirse en adictos en comparación a otros sectores sociales; según encuestas publicadas por esta institución, esto se debe primordialmente a «presión social» entre los mismos jóvenes.[219]​ En los años 1980, México producía «cerca del 30% de la marihuana y 40% de la cocaína consumidas en Estados Unidos». Datos más específicos subrayan que la cantidad de cocaína anual envíada a este último ronda las 102 toneladas. Si se considera el precio de venta en 93 USD por gramo de cocaína, esto representa ingresos de más de 9 mil millones USD anuales tan sólo por la comercialización de dicha droga.[220]​ Ciertamente, existen individuos y grupos colectivos que actúan como «sucursales» en EE.UU, pues se encargan de recibir las drogas envíadas desde territorio mexicano. Sin embargo, esto es usualmente ignorado por el gobierno estadounidense al remitirse a los carteles mexicanos como los «causantes directos del problema».[21]

Desde los años 1970, la política de EE.UU respecto al narcotráfico ha sido «acabar con la oferta, para reducir la demanda interna».[221]​ Aunado a ello, el gobierno mexicano también se ha comprometido a destruir sembradíos.[21]​ Si bien el problema que existe en México no es responsabilidad inmediata del gobierno estadounidense, se reconoce que su impacto es tal que deben acordarse pactos y destinar recursos para el combate al mismo. Tanto México como EE.UU han reconocido su involucramiento en la industria de la droga por medio del Grupo de Contacto de Alto Nivel (GCAN), por el cual se han comprometido al mismo tiempo a desarrollar programas encaminados a disminuir el narcotráfico en ambos países.[1]​ Ejemplos de algunas medidas llevadas a cabo por ambos gobiernos en conjunto son el Plan Casa Blanca elaborado en 1998, cuyo eje de acción radica en combatir el lavado de dinero en las instituciones bancarias de México, así como también el envío de helicópteros, la aceptación de soldados para su entrenamiento en EE.UU, y operaciones llevadas a cabo por vía marítima.[169]​ En cuanto a la capacitación de soldados mexicanos en los programas especializados en el combate contra el narcotráfico y en el reforzamiento de la seguridad en los límites fronterizos, en 2010 se estimó que la cantidad de elementos bajo entrenamiento era de 5500.[222]​ Aún así, a mediados de los años 1980, el entonces presidente de EE.UU Ronald Reagan señaló que «por más que mundialmente confisquemos y apliquemos todo el peso de la ley, no vamos a curar esta plaga». Es por ello que otro curso de acción de dicho gobierno se ha encaminado a prevenir y tratar a los adictos como medio alternativo para reducir la demanda.[21]​ Medidas complementarias adoptadas por este gobierno incluyen el «congelamiento de bienes y la persecusión de negocios propiedad de cárteles mexicanos».[223]

Medidas legislativas[editar]

La regulación legislativa nacional dicta que el consumo de drogas no está prohibido, y que quienes posean una cantidad mínima de droga en su haber no pueden ser enjuiciadas. Las sanciones aplican entonces a los que posean cantidades mayores a las especificadas en el Código Penal (la sanción es de 5 a 15 años de prisión, y de 100 a 300 días de multa). No obstante, las actividades propias del narcotráfico (que van desde la producción hasta la distribución de las drogas), sí son objeto de una sanción que abarca de 10 a 25 años en prisión, o el equivalente económico de 500 días de multa. En caso de que el involucrado sea miembro de las Fuerzas Armadas de México, se procede a darle de baja del cuerpo militar y además pasa a inhabilitársele por un tiempo determinado.[224]​ Las acciones emprendidas por Calderón durante su mandato presidencial fueron duramente criticadas, debido a la cifra elevada de homicidios en ese sexenio.[225]​ En 2011 la ONU analizó que, debido a la guerra contra el narcotráfico iniciada por Calderón, la producción de droga había aumentado en comparación a años anteriores, pues los militares y soldados que antes tenía como encargo la localización y destrucción de sembradíos, esta vez se ocupaban de combatir a las organizaciones de criminales.[226]

Una de las propuestas gubernamentales para enfrentarse a las organizaciones de traficantes en México es la legalización de las drogas, un modelo que ha sido analizado en diferentes sesiones legislativas del país, sin llegarse a implementar debido a que algunos que están en desacuerdo con esta consideran que sus principios jurídicos son «endebles y cuestionables». El referente directo para aplicar esta medida es el gobierno estadounidense, donde la marihuana es legal en algunos estados.[227][224]

En 2012, de acuerdo a la ONU, México invirtió 10 700 millones USD para garantizar la seguridad y combatir el tráfico de drogas.[228]​ En octubre de ese mismo año, el Senado aprobó la ley federal para la prevención e identificación de operaciones con recursos de procedencia ilícita, que incluye la capacitación de agentes ministeriales para el «aseguramiento de bienes muebles, inmuebles y cuentas bancarias» relacionadas con narcotraficantes.[229]

Referencias[editar]

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Bibliografía[editar]

En español
En inglés

Enlaces externos[editar]