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Los comienzos de la dictadura se vieron sembrados por la represión hacia los vencidos. Se continuó con la organización del sistema totalitario y autocrático que se inició durante la guerra. Se declararon delictivos los partidos y los sindicatos confiscando sus bienes y sometiendo a sus miembros a juicios en tribunales militares. Hasta [[1948]] no se levantó el [[Guerra|Estado de Guerra]]. |
Los comienzos de la dictadura se vieron sembrados por la represión hacia los vencidos. Se continuó con la organización del sistema totalitario y autocrático que se inició durante la guerra. Se declararon delictivos los partidos y los sindicatos confiscando sus bienes y sometiendo a sus miembros a juicios en tribunales militares. Hasta [[1948]] no se levantó el [[Guerra|Estado de Guerra]]. |
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La historia contemporánea de España es el periodo de la historia que transcurre, desde la Guerra de Independencia, en 1808, hasta la actualidad. La guerra de la Independencia abrió lo que se conoce como la Crisis del Antiguo Régimen, este Antiguo Régimen, coincidente mayoritariamente a la Edad Moderna, se socavaba, no tan solo con la entrada de ejército napoleónico que permitió la entrada y el establecimiento, en un principio parcial, de las ideas liberales, sino después con el reinado de Fernando VII en un largo proceso que condujo a la democracia a España. Fernando VII, al final de su reinado, era consciente de que no podría contener el avance de las ideas liberales por mucho tiempo.
Sin embargo, los primeros pasos de la democracia se vieron salpicados de reacciones antidemocráticas por parte de sectores conservadores como los carlistas. Algunas veces la oposición a la democracia no se enfrentaba directamente a ella sino que se integraba en ella y se aprovechaba de esta para conseguir el poder. Como ejemplo de ello están los diarios conservadores que permitía la prensa libre, tan odiada por ellos pero, al fin y al cabo, empleada por ellos. Pero el mejor ejemplo de esta integración del conservadurismo en la democracia es el Caciquismo. Por la que los votos de las personas de la clase más humilde eran comprados por los caciques para alcanzar cotas más altas de poder y que ganase el partido conservador o liberal según el turno, sin saber esta clase que le convenía votar a un tercer partido.
Durante la Guerra de Independencia las colonias se habían habituado a gobernarse a sí mismas y se fueron rebelando una a una. Los intereses de Estados Unidos salvaguardaron los intereses de América con la Doctrina Monroe resumida en su famosa frase: «América para los americanos» evitando que los cien mil hijos de San Luis que sí actuaron en España para devolver el poder absoluto al rey, intervinieran en América. Finalmente en 1898 España perdería sus últimas colonias de Filipinas, Cuba y Puerto Rico por la intervención, una vez más, de los Estados Unidos.
No obstante, en los comienzos de la democracia todos los partidos se veían salpicados de corrupciones y de falsas promesas que mermaban considerablemente la imagen de esta. La democracia española no maduraría hasta 1975 con la muerte del dictador Francisco Franco y no sin antes verse manchada de sangre durante la Segunda República entre continuos enfrentamientos entre cedistas por un lado y anarquistas y comunistas por otro, también en la Revolución de Asturias de 1934 no aceptando la victoria cedista las clases opositoras y finalmente en 1936 no aceptando los sectores conservadores la victoria del Frente Popular, provocando un golpe de Estado militar que no triunfó en toda España y tuvo que dirimirse en una cruenta guerra civil que acabaría con una dictadura de casi cuarenta años, desde 1939 hasta 1975.
Al ser esta una época reciente y estar las "heridas" aún abiertas la neutralidad de la bibliografía desde 1931 hasta 1975 escasea. La Guerra fría hizo que el régimen de Franco fuera buen visto por su ferviente anticomunismo a pesar de la falta de libertad, derecho que defendía los Estados Unidos y el Reino Unido, los nuevos aliados del caudillo junto a la Europa capitalista y democrática. Por otra parte se mitifica la Segunda República como una democracia en la que todos los ciudadanos eran libres e iguales, algo que teóricamente era cierto, pero en la práctica se impedía expresar la ideología por la intolerancia política que imperaba entre los sectores ácratas, comunistas y conservadores que solo causaban muerte y desolación. En décadas posteriores a 1975 la dictadura era condenada y mal vista mayoritariamente, muchas veces sin tener en cuenta la situación anterior durante la Segunda República. Si bien la república tuvo la voluntad de hacer reformas agrarias, judiciales y educativas más justas, algunas de estas acarrearían problemas. El caso de la refoma agraria se aplicó de una forma demasiado acelerada, radical y tajante, provocando la irritación de los sectores conservadores. Por otra parte, sino se aplicaban bien o no contentaban a las clases obreras o campesinas, estas, se levantaban contra la República empeorando aún más la situación.
Tras la muerte de Franco en 1975 hasta 1978 España tuvo una época de transición política a la democracia, llamada por la historiografía la España de la transición. El hastío de dictadura que tenían la mayoría de los españoles y, a su vez, el temor a un nuevo enfrentamiento bélico provocó que se votaran partidos menos radicales, decayendo así los extremos, como el Partido Comunista de España (PCE) o los partidos profranquistas como Fuerza Nueva. Así el Partido Socialista Obrero Español, Alianza Popular y la Unión de Centro Democrático se fueron perfilando como los partidos más importantes ganando finalmente UCD, estando al frente Adolfo Suárez, en las primeras elecciones democráticas tras el franquismo en 1979. Esto dio lugar a una nueva era, esta vez sí con una democracia más consolidada. Hubo otro paréntesis antidemocrático con el golpe de Estado del teniente coronel Antonio Tejero el 23 de febrero de 1981, pero que finalmente no llegó a triunfar. España se integraría en 1982 bajo Leopoldo Calvo-Sotelo (UCD) en la OTAN. En ese mismo año ganó las elecciones el PSOE con Felipe González y sería el responsable en el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea (futura Unión Europea) en 1986.
Tras la llegada de la democracia el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) pasaría de ser un partido ideológicamente socialista, a convertirse en un partido socialdemócrata, aunque, conservando su nombre original, y siendo apoyado por los partidos socialdemócratas europeos. Por tanto, desde 1982 hasta 1996 España estaría bajo los designios de los ideales socialdemócratas y con una serie de reformas progresistas que contrastaban con el viejo nacionalcatolicismo durante el franquismo. La grave corrupción política, la primera huelga general que tuvo lugar durante este periodo y el escándalo de los GAL acabaron auspiciando el cambio político al neoliberalismo económico y el retorno de cierto conservadurismo en lo social con el Partido Popular (PP) y bajo el liderazgo de José María Aznar desde 1996 a 2004 . Durante este periodo la economía se regeneró gracias a la reformas económicas. Sin embargo al final del periodo, el estrepitoso hundimiento del Prestige y el apoyo de Aznar a la impopular Guerra de Iraq menoscabaron al gobierno neoliberal. Por otra parte había surgido un renovado líder en el PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, que hacía lo que él mismo denominaba como oposición tranquila, mediante la cual, su partido practicaba un tipo de oposición constructiva que atrajo a muchos votantes y mejoró la imagen del PSOE. Pese a ello, el Partido Popular parecía que iba a mantenerse en el poder.
El 11 de marzo de 2004, tres días antes de las elecciones generales, se produjo el mayor atentado llevado a cabo en nuestro país en varios puntos de la red ferroviaria de Madrid y que causaría casi doscientos muertos. Este atentado sería en un principio atribuido a ETA, el grupo terrorista que reivindica la independencia del País Vasco. Más tarde se descubrió que se trataba de Al-Qaeda lo que días después se confirmaría con la reivindicación de este grupo terrorista. Hasta entonces el PP sostuvo la argumentación de que el atentado había sido perpetrado por ETA aun cuando todo apuntaba a que había sido llevado a cabo por Al-Qaeda por el apoyo del gobierno a la guerra de Iraq. La mayor parte de la opinión pública recordó lo nefasto de la guerra de Iraq y el desastre del Prestige, que junto a la poca credibilidad al partido por la denostada insistencia del PP de que el atentado lo había llevado a cabo ETA cuando nadie ya nadie daba crédito a esa afirmación, hizo posible otro cambio de gobierno y una vuelta de España a la socialdemocracia, llegando al poder Zapatero.
En 2008 volvió a ganar las elecciones el PSOE, pero desde entonces hasta la actualidad la imagen del PSOE se ha visto mermada debido, en parte, a la grave crisis y a la subida del paro (la mayor de Europa). Si bien la crisis es global, se ha acusado al PSOE de mentir sobre la situación durante las elecciones de 2008 y no haber actuado con previsión. Sin embargo el PP también atraviesa un momento salpicado por denuncias de corrupción y mientras tanto suben en intención de voto otros partidos como el nuevo partido Unión, Progreso y Democracia e Izquierda Unida. Ambos partidos mejoran sus resultados frente a los dos grandes en un momento en el que parece haber cambiado la mentalidad del voto útil.
Precedentes
Hasta el siglo XVIII no había naciones, solo dominios territoriales como patrimonio regio. Entonces surge una idea de nación, que consiste en que, ésta es el conjunto de ciudadanos libres e iguales que eligen como gobernarse. Surge como un pacto social para lograr el bien común.
A fines del mismo siglo los románticos definen nación como una esencia natural, una manera de ser, una cultura (sobre todo la lengua), el derecho (reflejo de las costumbres). En 1812 aparecerá el liberalismo en la Constitución de 1812 (La Pepa) ligado al capitalismo y a los ideales franceses de libertad, fraternidad e igualdad, aunque la Constitución de Cádiz servía, a la vez, para atraer a los afrancesados a expulsar al invasor. Con las revoluciones liberales se acabará con el Antiguo Régimen.
Antes de todo esto no existía el concepto de propiedad privada, solo el dominio sobre la tierra, y por otro lado los gremios acaparaban los trabajos no agrícolas. Los ciudadanos con la revolucíón liberal dejarán de ser súbditos como hasta este momento y la soberanía ya no estará en la figura del rey sino en los ciudadanos. Igualmente se abolieron los gremios y los señoríos.
La revolución liberal y la organización del Estado liberal (1808-1868)
Entre 1808 y 1868 tuvo lugar una profunda transformación en la sociedad en el marco de una revolución liberal. Los estamentos privilegiados del Antiguo Régimen perdieron el poder económico y político dando lugar la Crisis del Antiguo Régimen y dando paso al Estado liberal. La burguesía instauró los principios del capitalismo e implantó el régimen parlamentario democrático.
Se estructuraron a la vez los nuevos intereses del mercado nacional, con instituciones estatales en redes provinciales, creando un sistema educativo nacional y público, un poder judicial funcionarizado y un ejército nacional. Surgen, por otro lado, conflictos entre las clases más bajas que reclaman sus derechos y el voto. Se instauró la libertad de prensa, se independizaron los artistas y el Romanticismo y el Realismo crean géneros y nuevas ideas.
En estas seis décadas tuvo lugar una revolución donde se cambiaron todos los aspectos de la sociedad española y que en 1868 ya se planteaba la democracia y equiparación con la potencias capitalistas occidentales.
La invasión napoleónica y el reinado de José I (1808-1813)
En 1808 un ejército de 100.000 franceses con el pretexto de ocupar Portugal, aliada de Gran Bretaña, traspasó la frontera pirenaica por la alianza franco-española llevada a cabo por Manuel Godoy. Napoleón al ver la posibilidad de invadir, no solo Portugal sino toda la península y llevar las ideas revolucionarias a ambos países trató un año antes mediante el Tratado de Fontainebleau de 1807 de lograr la abdicación de Carlos IV y la de Fernando VII en Bayona en 1808 y pasar los derechos de la corona a su hermano José Bonaparte. Esto desencadenó una guerra de independencia nacional, en la que los historiadores no se ponen de acuerdo en las causas del estallido. Se sostiene la idea de que el pueblo con talante conservador y con alarde de patriotismo optó por expulsar al ejército francés en vez de acogerse a los ideales liberales que traían consigo. Sin embargo, el único modo de entender el estallido, es analizar los sucesos anteriores a este, como lo hace Arturo Pérez-Reverte en Un día de cólera y que refleja muy bien una de sus afirmaciones:
«El dos de mayo no fue un movimiento patriótico, fue un día de cabreo».
Los españoles habían visto como la monarquía, les gustase esta o no, había sido usurpada impunemente por los franceses. Los franceses, a su vez, campeaban a sus anchas por Madrid, lugar del estallido del 2 de mayo, con aire altivo y con excesos hacia la población, que podían parecer, a simple vista, detalles sin importancia pero que crispaban aún más los ánimos de ésta. Por todo lo acontecido en ese día la última gota colmó el vaso de la paciencia de los madrileños y este se levantó contra el invasor. Todo esto al margen de interpretaciones realizadas por las diferentes conveniencias políticas en épocas posteriores.
Por otro lado surgirían los afrancesados, españoles atraídos por las ideas francesas y en contraposición los nacionalistas españoles, cuya prioridad se reducía al odio visceral al francés y su inmediata expulsión. En un término medio habían surgido los liberales nacionalistas o fernandinos, también llamados doceañistas, que crearon en 1812 la famosa Constitución de Cádiz. Estos liberales apoyaron a Fernando VII, "el deseado", ya que pensaban que con la expulsión del ejército francés y con su reinado se aprobaría la Constitución. No sabían hasta que punto se equivocaban. Fernando VII no pudo ser más reaccionario frente a la revolución liberal y así lo demostró con el Manifiesto de los Persas.
Hasta entonces, a comienzos del reinado de José I Bonaparte, que abarcó de 1808 a 1813, los afrancesados iniciaron la organización de la sociedad burguesa, con la desamortización de conventos, abolición de derechos feudales y del Santo Oficio de la Inquisición y la supresión de aduanas interiores. Además se ocuparon de la división provincial del Estado. Los afrancesados y los liberales compartían las mismas ideas en diferentes bandos, aunque más profundo y radical el gaditano que el afrancesado; y no fueron bien aplicadas las reformas de los liberales nacionalistas por causa de una guerra con altibajos. No pudieron ser finalmente puestas en práctica hasta la expulsión del ejército francés, en 1813, por el primer Duque de Wellington con tropas inglesas, españolas y portuguesas.
Tras el inicio de la guerra se produjo una victoria, contra todo pronóstico, de un ejército español recién formado contra el ejército francés en Bailén que demostró que el ejército napoleónico no era invencible y que animó al resto de Europa a rebelarse contra el invasor. Sin embargo, pese al desembarco de tropas inglesas en la península, los franceses habían logrado ocupar totalmente de nuevo toda la península.
El ejército de Bailén se formó en territorio no ocupado por las tropas francesas por Juntas militares, más concretamente por la Junta de Andalucía. La Junta Central constituida por decisión de las Juntas provinciales, convocó en 1810, en respuesta a las reformas de José I y ante los sucesivos desastres militares, a unas Cortes generales y extraordinarias que representasen a la nación. Sitiados en Cádiz, los liberales fernandinos lograron excluir de las Cortes la representación de la aristocracia y de la iglesia y en la primera sesión adoptaron principios revolucionarios: como que la soberanía reside en la Nación y que esta era representada por los diputados, que estos eran inviolables y que el poder legistalivo, expresión de soberanía, residía por tanto, en las Cortes. Esto supuso el nacimiento de la nación española que suponía un derrumbamiento total de las instituciones del Antiguo Régimen, llevando a cabo reformas liberales y creando un texto constitucional que establecía la organización de los poderes en el nuevo Estado representativo de la nación española.
La libertad y la igualdad entraban en la historia y se inauguraba el sufragio universal, en sistema indirecto para votar y con un sistema censitario para ser elegido. A la vez las Cortes de Cádiz también impulsaron la guerra, promoviendo la sublevación guerrillera; destacando hombres como el Empecinado y Mina; y encomendaron toda la jefatura militar a Wellington. Con esto lograron derrotar al ejército napoleónico en Vitoria en 1813 y expulsarlo definitivamente de España.
Descolonización americana
En América, mientras tanto, se había dejado un vacío de soberanía causado por la guerra en las colonias americanas. Aunque las Cortes habían acogido a los españoles de ambos hemisferios y hubo diputados representando a las colonias, las ideas de libertad y el ejemplo de los Estados Unidos habían calado hondo. Además se habían acostumbrado al autogobierno. De ese modo en 1810, desde México hasta Argentina y Chile, se constituyeron Juntas con capacidad soberana que desencadenaría una guerra que duraría hasta 1824 cuando España fue derrotada manteniéndose solo Cuba y Puerto Rico subordinadas a la metrópoli, situación que duraría hasta 1898.
El reinado de Fernando VII (1814-1833)
Hasta la llegada de Fernando VII en 1814 España se gobernó en base a las Cortes constitucionales de Cádiz. En ese momento el rey promovió un golpe de Estado absolutista publicando el Manifiesto de los Persas y se dedicó a perseguir por igual a los liberales (antes fernandinos) y a los colaboradores del rey José I, los afrancesados, dando lugar a una situación algo novedosa, el exilio y la persecución política.
A los liberales solo les quedó la opción del pronunciamiento militar para restablecer la constitución, opción por la cual fracasan. No tuvieron más remedio Mina, el Empecinado y otros como Porlier o Vidal que exiliarse o ser fusilados como Lacy. También se restableció la Inquisición y los privilegios de los aristócratas y del clero, por más que la guerra americana agravaba la quiebra del sistema de fiscalidad absolutista, incapaz de obtener recursos sin incluir a los privilegiados. Presionado por Estados Unidos, el rey les vende las Floridas, los barcos comprados al zar ruso Alejandro I resultan no estar en las mejores condiciones y muchos no estaban en condiciones de volver a navegar.
El Trienio Liberal (1820 - 1823)
El ejército preparado para embarcar en Cádiz para sofocar las Juntas independentistas que surgieron en las colonias americanas se rebela a las órdenes del coronel Riego el 1 de enero de 1820, logrando la adhesión de las ciudades organizadas de nuevo en Juntas para restablecer el régimen constitucional. El golpe de Riego triunfa iniciándose así el Trienio liberal. Las Sociedades Patrióticas y la prensa ayudaron a extender la idea de libertad a todos los rincones del país. Las Cortes elegidas por sufragio universal indirecto, repusieron la legislación gaditana de modo que la abolición de los señoríos, junto a la efectiva desamortización y cierre de conventos y la supresión de la mitad del diezmo desencadenaron la reacción absolutista.
Frailes y parte de la jerarquía eclesiástica apoyaron partidas de campesinos desposeídos de tierra y promovieron conspiraciones apoyadas por el rey. La ley de venta de realengos y baldíos para los campesinos no se llegó a hacer efectiva, como tampoco el sistema fiscal proporcional previsto. Si se impulsó la articulación del mercado nacional, sin aduanas interiores y con un fuerte proteccionismo agrario. Se organizó la división provincial, llevándose efectiva en 1833 ya que en 1823 el proyecto se frenó con la caída del gobierno liberal. La España liberal servía entonces de ejemplo para el resto de Europa, por lo que, las potencias absolutas como Francia, Austria y Rusia encomendaron a a un ejército francés — Los cien mil hijos de San Luis — para que restablecieran el poder absoluto del rey. Esto daría comienzo a la década ominosa de 1823 a 1833.
La década ominosa (1823 - 1833)
La vuelta del absolutismo trajo consigo el terror. Se creó la policía política, se ahorcó a Rafael de Riego y otra nueva oleada de exiliados salió del país. Resurgieron a la par los pronunciamientos, saldados con fracasos y ejecuciones, las de El Empecinado, Torrijos, Mariana Pineda, etc. Las camarillas (la gente que aconsejaba y influenciaba al rey) absolutistas no sabían encauzar las necesidades del Estado, sobre todo en ese momento, al haber perdido los ingresos de las colonias. El rey no tuvo más remedio que recurrir a políticos ilustrados. Surgieron así la ley de minas, aranceles proteccionistas para la industria, la promulgación del Código de comercio (1829) o la división provincial (1833), sin saberlo el rey estaba abriendo la puerta al liberalismo. Además de 1830 se había establecido en Francia una monarquía burguesa y Fernando VII lograba, al fin, tener dos hijas. Sin embargo, Carlos, hermano del rey nunca les reconoció sus derechos por ser mujeres por la vigencia de la ley sálica lo que daría en años posteriores a las cruentas guerras carlistas, el último intento de recuperar el Antiguo Régimen de los detractores del liberalismo.
Regencia, guerra civil y revolución (1833-1839)
En 1833 la hija de Fernando VII, Isabel II heredaba la corona con tan solo tres años, pasando la regencia a su madre María Cristina. Su tío Carlos reclamaba el trono por parecerle ilegal la eliminación de la ley sálica.
Esta oposición hizo que se levantaran partidas de absolutistas y que parte de la Iglesia, parte de los sectores aristocráticos y parte del ejército le apoyaran formando un bando "carlista". Sin embargo la mayoría de la población, desde burgueses hasta las clases más humildes aspiraban a un sistema liberal y por eso apoyaron a María Cristina que no tuvo más opción que aceptar el apoyo de los liberales en contra de su voluntad pero a favor de los intereses familiares.
Se reagruparon las fuerzas liberales, se armaron milicias contra los carlistas y se inició una importante guerra civil por todo el país. Tras tres gobiernos: el de Martínez de la Rosa, Mendizábal y Calatrava y con el impulso de nuevas Juntas, organizadas ciudad por ciudad, se restableció el sistema constitucional en 1836. El conservadurismo de María Cristina influyó para que el año siguiente se creara una nueva constitución (la de 1837) de un carácter más conservador.
En esa constitución se implantó el sufragio censitario y se otorgó a la corona el poder ejecutivo que prevalecía sobre el legislativo, con capacidad, incluso las Cortes de vetar leyes. Se produjo en ese momento la escisión entre liberales moderados como Toreno, Narváez y Alcalá Galiano y progresistas como Mendizábal y Espartero.
Mendizábal nacionalizó los bienes del clero regular para privatizarlos de inmediato y hacer de la tierra un bien mercantil en el mercado nacional de capitales. A la vez que trataba de enjugar la deuda pública.
El régimen señorial se abolió sin atender las expectativas de miles de campesinos que habían poseído tierras sometidas por la aristocracia y que en ese momento, gracias a la ley, eran propietarios de absoluto derecho de grandes latifundios. No se llegó, sin embargo, a cumplir las aspiraciones a la propiedad de estos campesinos.
En el bando absolutista los carlistas se habían quedado sin apoyo internacional y sin recursos y el general carlista Maroto tuvo que firmar la Paz con Espartero en lo que se conoce como el abrazo de Vergara, por el cual se firmó un convenio finalizando la guerra civil y lo que también se conoce como Primera Guerra Carlista.
Regencia de Espartero (1840 – 1843)
María Cristina al casarse de nuevo estaba en situación de ilegalidad como regente. En 1840, a la hora de sancionar la ley la sometió a la designación del gobierno provocando un pronunciamiento municipal que la obligó a exiliarse. Entonces las Cortes votaron a Espartero para la Regencia. Gobernaron entonces los progresistas procediendo a la desamortización del clero secular con la ley que garantizaba por parte del Estado el mantenimiento de las parroquias y de los seminarios, se abolieron los fueros en el País Vasco y se dio un extraordinario impulso a las iniciativas burguesas, con la llegada de remesas de capital inglés y francés a sectores como la minería y el préstamo crediticio. También se organizó el sistema educativo nacional, desde la primaria hasta la universitaria y se asentó el Estado liberal como una realidad más patente.
Surgió otro partido en el seno del liberalismo, el republicano, que recogía la frustración popular ante las esperanzas puestas en las libertades constitucionales. Las nuevas desigualdades dieron pie a la cuestión social. La crisis del textil en Cataluña y el miedo al librecambismo provocaron la insurrección de obreros republicanos y de patronos moderados en Cataluña tomando Barcelona en 1842. Espartero entró en la ciudad condal sofocando la revuelta y ejecutando a los líderes populares. Esto supuso el fin de su carrera política. María Cristina y los moderados conspiraron hasta que se tuvo que exiliar. En ese momento los moderados se desprendieron de sus aliados republicanos y disolvieron las Cortes proclamando la mayoría de edad de Isabel II con trece años de edad.
Reinado de Isabel II (1843 - 1868)
El reinado de Isabel II fue un reinado en el que, salvo dos años, estuvo tan solo el partido moderado cargado con veleidades dictariales y con líderes afines como Narváez, Salamanca, Bravo Murillo, O'Donnell y Pidal. Se disolvió la Milica nacional, que era similar a la Santa Hermandad de los Reyes Católicos, que funcionaba con ciudadanos que tenían que velar por el orden público y así lo estipulaba la Constitución. Por el contrario crearon la Guardia Civil como cuerpo militarizado para vigilar el orden de los propietarios de la desamortización.
A los dos años, en 1845, incluso reescribieron una Constitución aún más conservadora que la de 1837. Esta daba predominio a la corona y era la encargada de designar al gobierno, controlaba la iniciativa legislativa y designaba senadores vitalicios. El sufragio se restringió aún más, según la riqueza y los alcaldes también eran designados por el ejecutivo, creándose un caciquismo electoral controlado por las clases altas. La corrupción estaba a la orden del día y los que estaban en la cúspide del poder, incluido la familia real, se aprovecharon del despegue del capitalismo con negocios como el ferrocarril, las minas, la banca y las sociedades financieras. Los escándalos de las concesiones ferroviarias facilitaron la vuelta al poder de los progresistas para encauzar la legalidad del desarrollo capitalista, y de ese modo, de 1854 a 1856 en el Bienio progresista, gobernaron bajo Espartero, cerraron el ciclo de privatizaciones de la tierra con la ley desarmotizadora de Madoz en 1855 y se legisló sobre minas, finanzas e inversiones de capital. En las décadas siguientes el crecimiento de la industrialización fue continuo y el capitalismo se extendió también en el campo.
Los moderados con un nuevo golpe de Estado de O'Donnell volvieron a restablecer la Constitución de 1845, evitando que progresistas y republicanos redactasen otra Constitución e hiciesen de la Milicia nacional de un pueblo que ya comenzaban a hacer las primeras huelgas exigiendo más comida, trabajo y libertad. Sin embargo, la agitación era imparable. El partido republicano abanderó la ocupación de tierras en el campo andaluz, sufriendo la represión y los fusilamientos masivos ordenados por Narváez (El Arahal en 1857 y Loja en 1861). En las ciudades el alto precio de los alimentos, los impuestos indirectos (en el consumo) y el sistema de quintas eran las causas que provocaban los motines liderados por los republicanos. La gente ocupaba la calle y se asaltaban todo tipo de comercios por el hastío al conservadurismo. Otra causa importante era cuando el sistema de Quintas que debían hacer de servicio durante ocho años y que no cumplían los ricos por pagar la cuota o por costearse un reemplazista y que además si había guerra no conseguían volver la mayoría. Por eso las expediciones africanas ni la Guerra de Cuba serían populares. Las clases populares se adherían al republicanismo con la esperanza de que la situación cambiase.
El poder se vio usurpado por las camarillas palaciegas lo que provocó el pacto de Ostende entre moderados, progresistas y demócratas contra la familia real.
La década moderada
Narváez quedó como líder del partido moderado y asumió la Presidencia del Gobierno. Supuso una época de estabilidad. Tras ser adelantada la mayoría de Isabel y ocupar el trono se decantó, en seguida por los moderados, dejando a un lado a los progresistas. Los moderados trataron de ir deshaciendo las los avances relativa a las libertades de la Regencia de Espartero y para ellos hicieron una nueva constitución (1845) que devolvió e modelo de soberanía compartida entre el monarca y las Cortes y restauró algunos poderes a la Corona. También hubo división entre los moderados.
En 1844 se creó la Guardia Civil como fuerza armada que debía aplicar la ley y el orden, en un principio, en el medio rural. Esta institución suplantó a la Milicia Nacional. Se creó la Ley de Ayuntamientos en 1845, que permitía al gobierno nombrar a los alcaldes en pro al centralismo.
En 1845 se estableció una nueva constitución: la de 1845, que se diferenciaría de la del 37 en que la Soberanía estaría compartida entre la monarquía y las Cortes dándose así, un poder legislativo compartido pero con preeminencia de la Corona. El Estado vuelve a la confesionalidad "la religión de la nación española es la religión católica". Se recortaron algunos derechos individuales como la libertad de expresión.
La Ley Electoral de 1846 configuró un régimen oligárquico, ya que, creó un sufragio muy restringido que limitó al derecho a votar a 97.000 varones mayores de 25 años (el 0,8% de la población total).
En 1851 se firmó el Concordato con la Santa Sede. El Papa reconoció a Isabel II como reina y aceptó la pérdida de los bienes eclesiásticos ya desamortizados. A cambio el Estado español se comprometió a subvencionar a la Iglesia y a darle el control de la enseñanza y la censura.
El bienio progresista
El poder que aunó Narváez, progresivamente, más autoritaria propició un pronunciamiento llevado a cabo por el general O'Donnell en Vicálvaro (la Vicalvarada). Tras el manifiesto de Manzanares el golpe se radicalizó y consiguió un gran respaldo popular, animando así, a otros generales a unirse al pronunciamiento haciendo que triunfase finalmente. Tras esto se creó un gobierno presidido por Espartero.
O'Donnel por su parte creó la Unión Liberal, que trató de cubrir los votos entre los moderados y los progresistas. Durante este periodo se llevó a cabo la desamortización de Madoz (1855), medidas para modernizar al país, como la Ley de Ferrocarriles. Las nuevas Cortes constituyentes intentaron hacer una nueva Constitución que no llegó a llevarse a cabo.
Los gobiernos de la Unión Liberal
Entre finales del 1856 y 1858 volvería de nuevo Narváez. La agitación social provocaron la ruptura entre Espartero y O'Donnel. Estando O'Donnel en la presidencia se llevó a cabo una revisión de la labor del bienio que traería de regreso de Narváez al poder en octubre de 1856 hasta 1858.
El 30 de junio de 1858, O'Donnel formó un nuevo gobierno y duraría hasta principios de 1863. Durante este periodo se mantuvo la recuperación económica y se controló la corrupción electoral y la propia desunión en el partido.
Se restableció la Constitución de 1845 pero con un acta adicional para complacer a los progresistas. Se invirtió en grandes obras públicas, se desarrolló la red ferroviaria y el ejército, se continuó con la desamortización pero entregando parte de la deuda pública a la Iglesia y reponiendo el Concordato de 1851. Se aprobaron también una serie de importantes leyes que seguirían repercutiendo más adelante. Sin embargo siguió habiendo mucha corrupción política y económica, y tampoco se llegó a aprobar la prometida ley de prensa quedándose así sin apoyo parlamentario.
Fin del reinado de Isabel
Los progresistas y los moderados se aliaron para presionar a la Unión Liberal provocando la dimisión de O'Donnel en marzo de 1863. Sin embargo la sustitución del gobierno no fue fácil. Los partidos tradicionales estaban con problemas internos. Ambos partidos propusieron sus ideas, formar gobierno o disolver las Cortes respectivamente. La Reina dio el poder a un conde casi sin apoyo, y tras él, se sucederían otros siete gobiernos hasta La Gloriosa.
Narváez creó un gobierno en septiembre de 1864 intentando reunir apoyos y volver al unionismo integrando a los progresistas en la política por temor a que se cuestionara el reinado. Los progresistas se negaron, lo que llevó a Narváez a un autoritarismo y el aumento de la disensión en su gobierno, traduciéndose en dimisiones dentro del gabinete.
La crisis desembocó en el retorno de O'Donnell. Se aprobó una ley para aumentar el censo electoral en 400.000 votantes y se convocaron elecciones a cortes pero sin el apoyo de los progresistas. Prim por su parte se sublevó en Villarejo de Salvanes pero fracasando y una vez más en el cuartel de San Gil que también acabó en fracaso.
Narváez volvería de nuevo con una política más dura y no perdonando a ninguno de los perdonados por O'Donnell tras su retirada y mantuvo el rigor autoritario de O'Donnell que éste había implantado tras la falta de apoyo de los progresistas. Murió Narváez y le sustituyó Luis González Bravo, una figura más autoritaria que condujo en septiembre de 1868 a la revolución de La Gloriosa dando lugar al exilio de Isabel II y dando comienzo al Sexenio Democrático.
Sexenio democrático (1868-1874)
Desde 1866 España venía sufriendo una crisis política y económica. Las acciones españolas cayeron en la bolsa de París, y el negocio ferroviario se vino a pique. Ante ello, Narváez actuó con mano dura. Ocupó las Cortes, envió al exilio al general Serrano, cerró las Escuelas de Magisterio, destituyó a profesores agnósticos, e incluso mandó al exilio a los Montpensier, hermana y cuñado de la reina Isabel II.
O´Donnell murió en 1867 y Narváez lo hace al año siguiente. Las dos figuras clave de la política española durante 20 años ya no estaban, la Reina formó gabinetes que duraban días y cuya única medida era exiliar a los militares y políticos. En el exilio, en la ciudad belga de Ostende se produjo el pacto entre la élite española. Allí estaban progresistas como Prim y Sagasta, unionistas como Serrano y demócratas como Rivero y Castelar. El exilio formó a los intelectuales españoles, que conocieron en Londres, París y Bruselas, sobre todo, las ideas políticas que surcan Europa. Por ejemplo, Pi i Margall leerá a Proudhon, que influirá en su pensamiento político.
Ante esto, llegó la declaración del 18 de septiembre de 1868, cuando Prim se pronunció junto a la marina de Topete, los lemas eran «¡Abajo los Borbones!» y «¡Viva España con Honra!». La Reina, que está veraneando en San Sebastián cruzó la frontera y desde allí reclamó sus derechos.
La "Gloriosa Revolución" triunfó porque en ella confluyeron múltiples intereses. Además de los grupos políticos de Ostende, apoyaron la revolución los sectores financieros e industriales, conscientes de que el gobierno isabelino era incapaz de superar la crisis económica. De hecho en esta época se formó el germen de lo que sería el Banco de España, y se creó la peseta en 1869.
De nuevo España se organizó en juntas como en 1812, 1836 o 1854. Se volvió a organizar la Milicia Nacional, con el nombre de Voluntarios de la Libertad y se empiezan a adoptar medidas como abolir los consumos y las quintas, y se pide el sufragio universal masculino. Serrano asume el gobierno provisional, asumiendo el poder de las juntas al disolver estas y convoca elecciones a Cortes, siempre desde la declaración de la aceptación de la monarquía.
Las primeras actuaciones fueron en materia religiosa. Se disuelven las órdenes religiosas que operaban desde 1837, se cerraron monasterios, se confiscaron sus bienes, y se hizo un inventario de los objetos de arte de las iglesias, que pasaron a engrosar el patrimonio nacional. Esto provocó la ruptura de las relaciones con la Santa Sede.
Los obreros también pedían medidas. Las ideas del socialismo europeo habían entrado en España y calaron hondo en la industria catalana y levantina, del mismo modo, que en el campo andaluz, donde esta Fancelli proclamando la Internacional. Se pedía la libertad de reunión y de asociación, y se pedían tierras para que las ocuparan los campesinos. Hubo sublevaciones, como las de Jerez en 1869, reprimida de forma sangrienta por el ejército.
En materia económica, España remontó el vuelo. Las acciones españolas subieron en París, se atrajo capitales extranjeros y se dio un nuevo impulso al ferrocarril. La ley de minas hizo crecer las exportaciones de Río Tinto, Almadén o Bilbao, así como desarrolló una creciente siderurgia en el País Vasco.
Aunque no todo fueron buenas noticias, ya desde época muy temprana el gobierno tuvo que hacer frente a dos problemas: el problema carlista y el problema colonial. Este último se manifestó desde octubre de 1868 con el Manifiesto de Yara por el que Cuba pedía su autodeterminación. Los ideales de la metrópoli habían llegado a Cuba y Puerto Rico, que no proclaman a Prim ni la revolución, sino su propia independencia. A esto hay que añadir la influencia americana, que vivió de cerca la Guerra de Secesión Americana, con lo que acabaron triunfando las tesis abolicionistas de la mano de Rafael María de Labra y el guerrillero Céspedes, que tomó las armas en Yara, prometiendo libertad a los esclavos.[1]
Gobierno provisional, Constitución y Regencia (1868-1871)
Se convocaron en diciembre de 1868 elecciones municipales, con sufragio universal masculino, donde los republicanos obtienen importantes parcelas de poder. En total 20 capitales de provincia son republicanas, entre ellas Barcelona, Valencia o La Coruña.
A comienzos de 1869 se convocaron elecciones mediante sufragio universal masculino. En ellas venció la coalición de unionistas y progresistas, con dos importantes minorías, carlistas y republicanos.
Al vencer los candidatos partidarios de la monarquía, estas cortes elaboraron una Constitución monárquica, tras darle vueltas al modelo de Estado, surgiendo así la Constitución de 1869.
Esta constitución es la primera democrática de la Historia de España. El país se constituye como monarquía parlamentaria con estricta separación de poderes. El legislativo de las cámaras, el ejecutivo para el rey, con limitaciones, y un poder judicial independiente. Así mismo, el texto ofrece una declaración de derechos detallada. Se incluye el de libertad, inviolabilidad del domicilio, derecho al voto, de residencia, libertad de enseñanza, de expresión, reunión y asociación. En cuanto a la religión, se aprueba la libertad de cultos, pero con la obligación de mantener el clero y culto católico.
A falta de Rey, Serrano se convirtió en Regente, mientras Prim formó los primeros gobiernos, con Sagasta, Ruiz Zorrilla y Silvela en los principales ministerios. De hecho, Sagasta en gobernación reprimió los focos de federalismo que surgen análogos a la revolución. Se reducen las iniciativas republicanas en Andalucía, Extremadura, Cataluña y Aragón con ayuda del ejército, y para octubre de 1869 todo quedó solucionado, gracias sobre todo al general Caballero de Rodas.
La guerra cubana condicionó a los gobiernos posteriores. Se decretaron nuevas quintas y hubo manifestaciones de madres sobre todo para suprimirlas. El ejército entró en Barcelona, donde se estaba introduciéndose la internacional.
El problema cubano se intentó solucionar con la Ley Moret de 1870, que dio "libertad de vientre" y la libertad a los 60 años. Pretendía una abolición progresiva, pero no solucionó nada. En ese mismo año se dio la autonomía a Puerto Rico.
En la metrópoli, el interés fue buscar un nuevo monarca. Se barajaron diversos nombres, como Fernando de Coburgo, el propio Espartero o el Duque de Montpensier. Finalmente el elegido será Amadeo, Duque de Aosta e hijo de Víctor Manuel, rey unificador de Italia. La cuestión consistía en hallar un monarca liberal acorde con la nueva constitución.[1]
Reinado de Amadeo I (1871-1873)
El 20 de diciembre llegaba Amadeo a Cartagena. Allí recibió la noticia de la muerte del general Prim tres días antes, su principal valedor. El responsable no se ha esclarecido, aunque puede ser que los intereses del partido negrero estuviesen tras ese asesinato.
Amadeo no pudo ser la solución, pero él se comportó como un monarca liberal. Acató la Constitución hasta el extremo y convirtió en su cruzada la abolición de la esclavitud en Cuba. Los principales líderes del periodo fueron del partido progresista, que llegado a ese punto se escinde. Sagasta se queda en el llamado Partido Constitucional, mientras que en torno a Ruíz Zorrilla se agruparon los "radicales". Sagasta se alió con alfonsinos y unionistas, con lo que se acerca a las tesis pro-abolicionistas, mientras que Ruíz Zorrilla se alió con republicanos, e incluso llegará a echar mano de los carlistas.
El verdadero enfrentamiento entre Ruiz Zorrilla y Sagasta llegó con el tema de la Internacional. Sagasta acusa a la organización de provocar los constantes levantamientos que hay en el país y no descansa hasta que la ilegalizó. Entonces la Internacional se convierte en clandestina, a la vez que Paul Lafargue entró en España y empezó a circular el Manifiesto Comunista.
La guerra siguió su curso. Al problema cubano, que se alargaba, se añade el problema carlista, desde que Amadeo ocupa el trono. En mayo de 1872, el intitulado como Carlos VII entraba en Navarra. Serrano frenó a los carlistas, firmando la convención de Amorebieta e integrándolos en el gobierno. Pero continúan las partidas, especialmente por Navarra y Cataluña, a veces se confundían entre el bandolerismo.
En Cuba, Zorrilla se empeñó en abolir la esclavitud, con el apoyo de Amadeo. Pero los negreros, traficantes de esclavos, se opusieron, con la ayuda de los alfonsinos de Cánovas y de los carlistas. Por un lado los negreros enviaron soldados a luchar a Cuba, con una buena paga, dieron también dinero a los carlistas para hostigar a las tropas reales y dieron apoyo a los alfosinos de Cánovas. De hecho, el hermano de Cánovas era un destacado líder de los negreros.
Amadeo buscó una causa para abdicar. Aprovechó una grave crisis entre Ruíz Zorrilla y el cuerpo de artillería. Amadeo apoyó al cuerpo, y el Congreso al gobierno, así que este el 11 de febrero de 1873 presenta su abdicación. Esa misma noche, se proclama la Primera República Española.[1]
La Primera República (1873-1874)
El Congreso proclamó la República por 256 votos a favor y 32 en contra. Estanislao Figueras, republicano moderado, fue elegido como Jefe del Ejecutivo, con un gobierno formado solo por republicanos. Esta república nace de forma irregular y sin apoyos de peso, solo Estados Unidos y Suiza reconocieron al nuevo régimen ante el recelo de media Europa.
Figueras gobernó junto con los republicanos de peso en su gobierno. Estuvieron Castelar, Pi i Margall, Salmerón o el General Acosta. De hecho será Pi el que desde un momento temprano se haga con el poder desde la Gobernación. En los primeros decretos se abolieron los títulos de nobleza, reorganizan los Voluntarios de la Libertad para defender la República, prometieron abolir la esclavitud y convocaron una Asamblea Constituyente.
Desde temprano, surgieron movimientos federales. Barcelona se proclamó como Estado de la República Federal democrática. Hay movimientos obreros que pidieron reducción de jornada y aumento de salarios. En Málaga, los internacionalistas se hicieron con el poder, y en el campo andaluz y extremeño los jornaleros ocuparon tierras. Serrano intentó un golpe reaccionario, pero fracasó.
Pi i Margall se proclamó Presidente de la República en junio, tan solo por un mes. El problema carlista se agravó. El guerrillero Savalls sembraba el pánico en Cataluña y Carlos fue adquiriendo apoyos.
Esto sumado a Cuba, y al problema cantonalista fue demasiado para Pi i Margall. Y es que desde la proclamación de la República se forman movimientos cantonalistas federalistas, con un programa político y económico bien detallado. Relevante es el cantón de Cartagena, que resistirá al gobierno.
Salmerón asumió el ejecutivo y se entró en el terreno de la República unitaria. Se preocupó sobre todo del problema cantonal, mandando al ejército a sofocarlo. Así mandó a Pavía a Andalucía, a Martínez Campos a Valencia y a López Dominguez a Cartagena, pero con esto la República estaba cavando su propia tumba, al ponerse en manos de generales alfonsinos.
Salmerón abandonó el ejecutivo tras el problema con Estados Unidos y el Reino Unido, al apresar en Cuba al buque Virginius y haberse fusilado 53 personas entre ellas ciudadanos estadounidenses y británicos. Castelar arreglará el conflicto con los americanos y asumirá en septiembre el ejecutivo. Cerró la asamblea hasta enero con poderes especiales, de los que no abusó, para solucionar el problema cubano, carlista y cantonal. Al ir a abrir de nuevo las sesiones el 2 de enero se encuentra con el Golpe de Estado de Pavía, que da el poder a Serrano. El final la Constitución de 1873, constitución federal no llegó a establecerse. Esta establecía una República federal de 17 Estados y varios territorios de ultramar, cada uno con su propia Constitución. Dentro de cada Estado, los municipios tendrían también una Constitución local y división de poderes entre alcaldía, ayuntamientos y tribunales locales.
La misma división se mantendría en el Estado, el poder ejecutivo lo ejercería un jefe de gobierno cuyo jefe lo nombraría el presidente. El legislativo lo desempeñarían dos cámaras, ambas de elección directa, con un Senado formado por cuatro representantes de cada Estado, y un Congreso con un diputado por 50.000 habitantes. El judicial lo presidiría un Tribunal Supremo constituido por tres magistrados de cada Estado. Además existiría el llamado poder de relación en poder el Presidente, entre los demás poderes y los Estados Federales. Se procedía también con esta constitución a la separación de la Iglesia y Estado, proclamando el Estado Laico.[1]
Dictadura de Serrano (1874)
El poder llegó a Serrano que gobernó durante un año en dictadura. Se enfrentó al problema financiero que acució al país, a la forma de gobernar, el cantonalismo aún fuerte en Cartagena, la guerra carlista y la guerra de Cuba. Forma gobierno con los republicanos unitarios de García-Ruíz y Echegaray como Ministro de Finanzas, que pone orden, dando forma al Banco de España.
Inmediatamente los países europeos, con Alemania a la cabeza, reconocieron al nuevo régimen. Se disolvieron los Voluntarios de la Libertad y Sagasta ilegalizó la Internacional de nuevo. Se cerraron sedes y periódicos revolucionarios.
Alfonso declaró en Sandhurst haber aprendido la lección de su madre y prometió ser "católico, liberal y patriota" ganándose así a reaccionarios y liberales moderados. Mientras, Serrano contuvo a los carlistas en Navarra, levantó el sitio de Bilbao y los atacó en Cuenca.
El 29 de diciembre Martínez Campos se pronunció en favor de Alfonso. Serrano dio el poder a Cánovas, líder del partido alfonsino, que se mantuvo reaccionario y organizó una contrarrevolución.
Al terminar esta dictadura se dio la restauración borbónica, por lo que la Dinastía Borbón volvia a reinar en España hasta el dia de hoy.[1]
Restauración borbónica
Reinado de Alfonso XII (1875-1885) y la regencia de María Cristina (1885-1902)
Con la restauración borbónica ocupó el poder Cánovas de forma dictatorial. Obligó a todos los profesores a jurar fidelidad al dogma católico y al rey. Giner de los Ríos, Salmerón y Castelar fueron expulsados de la universidad por negarse a ello y lo que dio pie a la creación de la Institución Libre de Enseñanza. También acabaría con los carlistas y aboliría el sistema foral vasco. Además comenzó a preparar una nueva Constitución, la Constitución de 1876, que daría de nuevo a la Corona el control del poder ejecutivo y primacía sobre el legislativo. También volvió el sufragio censitario y un senado que tenía senadores vitalicios y también se tornó muy aristocrático. Se suspendían las garantías constitucionales en el artículo 17 y fue muy empleado hasta 1923.
El conflicto de Cuba había entrado en negociación desde 1878 por los acuerdos de Zanjón. La isla se convirtió en una provincia con la promesa de autogobernarse y de aplicarse la ley antiesclavista de Moret. Sin embargo esta no se aplicaría hasta 1886 y la autonomía tampoco se aplicó. La guerra definitiva se iniciaría en el año 1898 y con la intervención de Estados Unidos.
Cánovas procuró tener una oposición dinámica del sistema constitucional. En 1879 Sagasta, apoyado por Castelar, creó el partido liberal-fusionista que integraba a progresistas y demócratas desencantados con el republicanismo y en sucesivos gobiernos restableció todo lo conseguido durante el sexenio democrático. Destacando que en 1890 restableció el sufragio universal masculino.
El sistema de la Restauración, era turnista, entre el partido de Cánovas y Sagasta e imperaba el Caciquismo. Las previsiones de cada partido se mantenían por el clientelismo, los pucherazos y la violencia y el rey era el que encargaba a uno u otro partido de formar gobierno. No obstantes se abrieron nuevas libertades gracias a la presión de Emilio Castelar a Sagasta cuando formaba gobierno con su ayuda. De este modo se creó la libertad de prensa y el asociacionismo ciudadano, lo que propició la creación de partidos y sindicatos de ideologías marxistas y anarquistas.
El anarquismo se basaba en la acción y el terror; y llegaron a crear gran inestabilidad, aunque nunca lograron derribar al sistema como pretendían.
El crecimiento capitalista iba en aumento. La industria catalana, el sector minero-siderúrgico de Asturias y País Vasco, así como también en las compañías comerciales y financieras y en menor medida en la agricultura, ya que, el excedente de mano de obra hacía posible dejar la maquinaria agrícola de lado de momento. Todo esto no hizo nada más que aumentar la desigualdad social y empobrecer aún más a las clases humildes. Los beneficios aumentaban para los patronos y los obreros no veían revalorizado su trabajo, lo que provocaba que la carestía fuera en aumento en las clases populares debido a que los precios eran altos quedándose con un reducido mercado nacional, algo que no planteaba problema alguno a los patronos ya que exportaban al resto de países europeos los excedentes.
El problema de la guerra se había solucionado en 1897, sin embargo EE.UU. quería controlar Cuba debido a su importancia estratégica para comerciar con el Pacífico, a través del futuro proyecto de construcción del canal de Panamá que se empezaría a construir en 1902.
Finalmente en la guerra hispano-estadounidense, lo que se conocería como el desastre de 1898, España perdió Cuba y Filipinas y se obligaría a vender a EE.UU Puerto Rico por 20 millones de dólares, también se vendió más tarde las Marianas y las Carolinas a Alemania por 25 millones de dólares.
Los conflictos sociales se recrudecieron aumentando el anticlericalismo y el antimilitarismo. El Estado se apoyaba en la Guardia civil y en el ejército para preservar el orden.
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Antonio Cánovas del Castillo, máximo dirigente del Partido Conservador, promovió un sistema bipartidista de alternancia política junto al Partido Liberal de Sagasta.
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Práxedes Mateo Sagasta, fundador del Partido Liberal y siete veces presidente de gobierno. Fue también ingeniero, un destacado masón y Gran Maestre del Gran Oriente de España.
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Emilio Castelar y Ripoll, fue un líder republicano que fue presidente durante la I república y presionó a Sagasta para que restableciera las libertades conseguidas durante el sexenio a cambio de su apoyo.
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Sátira de la farsa electoral y el caciquismo en la revista La Flaca. En España, el cacique era una persona de influencia en las zonas rurales que compraba o influia en las votaciones a sus protegidos y trabajadores en un sistema clientelar.
El reinado de Alfonso XIII (1902-1931)
La crisis del campo llega a su momento culmen en 1902. Miles de jornaleros andaluces secundaron las huelgas pidiendo tierras. Pueblos enteros emigraban a América, Francia o Argelia. Los patronos se mostraban cada vez más opuestos a las reivindicaciones obreras, algo que aumentaba la confrontación. Las jornadas eran largas y agotadoras, predominaba el destajo y las condiciones de vida eran deficientes y la mortalidad infantil estaba disparada. Así el anarquismo acrecentó su influencia, sobre todo en Cataluña y en 1906 atentaron directamente contra el monarca en el día de su boda.
Había una gran desestabilidad política y se sucedían muchos gobiernos en pocos años. Aún así, se adoptaron algunas reformas como la ley de repoblación interior de 1907 y un plan de embalses para triplicar los regadíos, aunque faltaron créditos, que sin embargo, no faltaron para la reconstrucción de la marina de guerra. En 1908 se puso en marcha el Instituto Nacional de Previsión, sería un antecedente de la seguridad social. También se creó el Ministerio de Educación, donde el Estado asumía el pago a los maestros y en 1907 se crearía nacía la Junta para Ampliación de Estudios, órgano de investigación científica presidida por Santiago Ramón y Cajal, todo por influjo de los institucionalistas que se inspiraban en la Institución Libre de Enseñanza de Giner de los Ríos. Desde el movimiento obrero también se fomentó la educación (obrera) en las escuelas modernas anarquistas y las casas del pueblo socialistas.
Tras el desastre de 1898 España y tras la vista de como se repartían las grandes potencias África, el gobierno español quiso tener también sus colonias en el continente africano en un intento de recuperar parte del prestigio perdido. Así muchos fueron a una guerra que no era apoyada por el pueblo y en la que solo iban los pobres, ya que pocos podían pagar los 6.000 reales que te eximían de ir a la guerra. En julio de 1909 se daría la Semana Trágica en Barcelona y que se extendió por toda España. Se produjo por la llamada de los reservistas lo que provocó la revuelta que sería rápidamente sofocada. En la propia ciudad condal se quemaron conventos e iglesias en un movimiento anticlerical en que Lerroux subiría como la espuma por apoyar esa causa.
Maura declaró el Estado de Sitio en todo el país, hubo miles de detenidos que fueron juzgados por consejos de guerra y entre ellos Ferrer i Guardia el creador de las escuelas modernas anarquistas en España. Se le fusiló en contra de la opinión internacional, lo que hizo dimitir a Maura.
Ganó las elecciones Canalejas que impuso la obligatoriedad del servicio militar y el soldado de cuota, el control de las órdenes religiosas para frenar el anticlericalismo, la creación de la Mancomunitat para Cataluña e impulsó la enseñanza primaria. En 1912 sería asesinado provocando la división entre ls partidos dinásticos — el liberal y el conservador — desestabilizando el sistema. Los republicanos y socialistas subían y los anarquistas se unieron en el sindicato Confederación Nacional del Trabajo (CNT) en 1911.
La llegada de la Primera Guerra Mundial en 1914 dividió a los españoles entre aliadófilos (demócratas) y germanófilos (conservadores), e incluso había un sector de la población neutralista que propugnaba mantener la declarada neutralidad de España en el conflicto. Esta neutralidad fue beneficiosa para el crecimiento económico aumentando las exportaciones a los países beligerantes, se optó por el proteccionismo industrial promovido por Francesc Cambó, líder de la Lliga Regionalista. Sin embargo los precios subían por el aumento de las exportaciones y los salarios no, así el poder adquisitivo bajaba y aumentó la desigualdad y el aumento de discordia entre patronos y obreros. En ese momento la Unión General de los Trabajadores (UGT) creció enormemente en afiliados. Se reivindicaba una regeneración del régimen político, pero el gobierno de Dato contestó con la represión. El rey se entrometía demasiado en los gobiernos y le entusiasmaba dirigir personalmente la guerra de Marruecos. Los nacionalismos empezaban a repuntar en Cataluña y el País Vasco y a la vez comenzaban otros como el gallego, el valenciano o el andaluz.
La dictadura de Primo de Rivera
El desastre de Annual en 1921 y el recrudecimiento de la violencia entre anarquistas y la patronal sirvió de pretexto para que el General Miguel Primo de Rivera diera un golpe de Estado y pidiera el poder al rey y que este se lo concediera. Se impuso entonces una dictadura que fue apoyada por la burguesía catalana, por los partidos dinásticos e incluso del filósofo Ortega y Gasset.
Imitando a Mussolini creó el partido Unión Patriótica y la organización corporativa de la economía, logró la colaboración de UGT bajo mandato de Largo Caballero. Nacionalizó sectores claves como las refinerías y la comunicación (CAMPSA y la Compañía Telefónica Nacional) y salió victorioso en Marruecos con la ayuda de Francia en el desembarco de Alhucemas. Sin embargo la mala gestión monetaria impidió llevar a cabo el plan de obras públicas. Poco a poco la imagen del dictador se vio mermada y conspiraba la oposición: los universitarios, los republicanos y los propios obreros provocando en 1930 la renuncia de Primo de Rivera encomendándole al general Berenguer y al almirante Aznar el gobierno durante la denominada dictablanda.
En este contexto en 1931 se restablecieron las libertades para celebrar elecciones municipales. El PSOE, UGT y los republicanos constituyeron un bloque electoral. En Cataluña surgió Esquerra de Catalunya de Macià. Los partidos monárquicos se aliaron con la Lliga Catalana. La CNT y el nuevo Partido Comunista de España (PCE) se mantenían al margen. En las ciudades ganaron las listas republicano-socialistas y el 14 de abril de ese mismo año, coincidiendo con una fiesta popular, se lanzaron miles de personas a las calles de todas las ciudades ondeando banderas republicanas y el rey no tuvo más opción que exiliarse y renunciar a la jefatura del Estado aunque sin abdicar formalmente.
La Segunda República (1931-1939)
Se instauró un gobierno provisional presidido por Niceto Alcalá Zamora formado por republicanos de distintas ideologías y con socialistas. El 28 de junio de 1931 se celebraron las elecciones a las Cortes constituyentes saliendo mayoría de partidos de izquierdas. En octubre de 1931 Alcalá Zamora dimitiría por el cariz laicista que estaba tomando el gobierno pasando a ser presidente de la República y sustituyéndole Azaña al frente del ejecutivo.
Se establecieron libertades y derechos democráticos recogidos en la Constitución de 1931. Desde entonces existiría igualdad entre hombres y mujeres y con sufragio universal para ambos sexos por igual. Se reconoció la autonomía regional para articular la pluralidad del Estado. El poder ejecutivo recaía en el Presidente de la República y el legislativo unicameral elegidos los representantes de la cámara por sufragio universal, al igual que los ayuntamientos. El Estado era laico y se suprimía el pago del culto y las ayudas a las órdenes religiosas impidiéndole la enseñanza reglada. Además se estableció la libertad de cultos. Se sometían las riquezas al interés de la economía nacional y las expropiaciones se harían con indemnización. Se abolieron las jurisdicciones especiales, como la militar que se ejercía sobre personas civiles desde 1906, se extendía el jurado y se pondría en marcha el Tribunal de Garantías Constitucionales. Pero hasta verse terminado se crearon jurados mixtos, con patronos y obreros en paridad y se decretaba la obligación para los latifundistas tanto de cultivar las tierras, de lo contrario sería expropiada y a la vez el emplear jornaleros del mismo municipio.
El ejército fue reformado, ya que estaba descompensado por la gran cantidad de oficiales y pocos soldados. En 1932 hubo un golpe de Estado monárquico llevado acabo por José Sanjurjo, auspiciado por la ley de libertad de cultos y la quema de conventos que crispó a los conservadores enemigos aférrimos de la República. Otro enemigo de la República y del Estado en sí eran los marxistas y los anarquistas. La CNT-FAI imponía continuamente la huelga general revolucionario como táctica permanente. Se sucedieron graves enfrentamientos entre patronos y obreros como los de Castilblanco, Arnedo y el de Casas Viejas que minarían al gobierno social-azañista hasta el punto de perder las elecciones de noviembre de 1933 en las que ganaría el bloque de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) y el Partido Radical de Lerroux. Pasaría a llamarse a este periodo como bienio radical-cedista.
Del gobierno anterior quedaron reformas por hacer y las que se habían empezado a iniciar se vieron radicalmente interrumpidas por el gobierno cedista. Era prioritario en este gobierno anular la Ley de Reforma Agraria. Se concedió amnistía a los golpistas del 32: Sanjurjo, March, etc. y se vetó la Ley de la Generalitat favorable a los rabassaires. La CEDA, con Gil-Robles a la cabeza, parecía un gobierno reaccionario a los avances democráticos, sin embargo habían ganado las elecciones legalmente y fue acusada sin fundamento de antiparlamentaria y dictatorial como el fascismo. Los sectores revolucionarios también temieron el ascenso de Gil-Robles como Hitler en Alemania a una forma más dictatorial por lo que en octubre de 1934 se rebeló la CNT en Asturias y Cataluña. Francisco Franco sería el encargado de reprimir la revuelta.[2]
Con el escándalo del Estraperlo se disgregó el partido de Lerroux y se adelantarían las elecciones. Por consejo del mismo Stalin, las "izquierdas" se unieron en Europa frente al fascismo. En España, a imitación de Francia, se creó el Frente Popular donde ganarían en las elecciones de febrero de 1936. Los republicanos gobernaron sin los socialistas para no exasperar a los sectores conservadores. Se restablecería la Generalitat y se reiniciarían las reformas paralizadas por el bienio radical-cedista. Se acordaron Estatutos para Galicia y el País Vasco y Azaña se convirtió en el presidente de la República. Sin embargo las confrontación entre la patronal y el proletariado; y el desorden público iban en aumento. El 15 de junio de 1936 el mismo Gil-Robles denunciaba la grave situación:
«160 iglesias destruidas, 251 asaltos de templos, incendios sofocados, destrozos, intentos de asalto. 269 muertos. 1287 heridos de diferente gravedad. 215 agresiones personales frustradas o cuyas consecuencias no constan. 69 centros particulares y políticos destruidos, 312 edificios asaltados. 113 huelgas generales, 228 huelgas parciales. 10 periódicos totalmente destruidos, todos de derecha. 83 asaltos a periódicos, intentos de asalto y destrozos. 146 bombas y artefactos explosivos. 38 recogidos sin explotar.»
Al mes siguiente, concretamente el 12 de julio, fue asesinado José del Castillo Sáez de Tejada, militar de la Unión Militar Republicana Antifascista. Al día siguiente, guardias de asalto, fuerzas de seguridad y compañeros de Castillo quisieron vengarle matando a Gil-Robles, pero al no encontrarse en su domicilio decidieron matar al líder de la oposición, José Calvo Sotelo, antiguo ministro de Hacienda de la monarquía y jefe del Bloque Nacional, agrupación de monárquicos de Renovación Española y de carlistas tradicionalistas. Calvo Sotelo era en ese momento el líder de la oposición y este hecho sin precedentes en una democracia, se considera el más claro detonante de la guerra civil, que estallaría cuatro días después.
Guerra Civil
En la tarde del 17 de julio se daría el golpe de Estado en Marruecos y la mañana del 18 de julio en el resto de España quedando España dividida en dos tras no triunfar el golpe en todo el país. Aun así, esos dos bandos eran muy heterogéneos y se agrupaban los sectores más radicales en un lado y en otro mientras los "moderados" (la tercera España) quedaban escindidos, ya que el no elegir bando suponía la muerte. El bando sublevado o nacional estaba en un principio en clara desventaja, su ejército estaba atrapado en Marruecos y sin la posibilidad de trasladarse a la península ya que la mayor parte de la flota armada se había decantado por el bando republicano matando los marineros a sus oficiales en caso de resultar rebeldes.
El gobierno de la República mandó seis aviones a Marruecos para averiguar lo que pasaba tras la llegada de la noticia de un golpe de Estado en el protectorado, estos fueron capturados y utilizados para trasladar parte del ejército rebelde hasta la ciudad sublevada de Sevilla cuando antes no había ningún medio. Hitler también envió aviones para ir trasladando el resto del ejército que junto a otro convoy rebelde exitoso que logró cruzar el estrecho hasta trasladar todo el ejército africanista hasta la península. Según Stanley G. Payne sin este oportuno envío de aviones por parte de Alemania posiblemente no hubiera triunfado la insurrección.[3] Otro hecho trascendental, para el cambio en el curso de la guerra en sus comienzos, fue la decisión de Torkild Rieber, dueño de la petrolera Texaco, que decidió apoyar al bando sublevado abasteciéndolo con combustible ante el temor del avance comunista en contra de la voluntad del propio presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt.[4]
Tras la ventaja obtenida por el bando nacional por haber cruzado el estrecho impunemente se sumó además el apoyo militar de Italia y Alemania. Por otro lado la Segunda República quedó aislada internacionalmente ya que las democracias europeas buscaban apaciguar a Hitler y tenían la esperanza de no hacer estallar otro nuevo conflicto mundial que finalmente llegaría en septiembre de 1939, cuando Hitler invadió Polonia tras acabar la guerra en España y además en las democracias europeas temían que la victoria de la República se convirtiera en algo similar a la revolución bolchevique de 1917 o peor, que se convirtiera en otra anarquista debido al elevado número de comunistas y anarquistas que existían en el país y que parecían tener un gran contigente de milicianos. Por tanto la Segunda República con su ventaja inicial desaprovechada se veían ahora acorralados por el ejército africanista. Sin embargo el bando republicano también recibiría ayuda militar de la URSS y de voluntarios llegados de países democráticos o comunistas que se organizaban en brigadas. Estas se conocen como las brigadas internacionales.
La guerra se extendería hasta abril de 1939. El propio Azaña presentó fórmulas a Franco para finalizar la contienda, pero Franco buscaba de alguna forma "limpiar" lo que él consideraba la "anti-España". La represión fue brutal en ambos bandos y en una serie de campañas el bando nacional fue derrotando al bando republicano y destruyendo poco a poco sus fuerzas. En la batalla de Teruel ya estaban prácticamente derrotadas las fuerzas republicanas, pero surgió un nuevo ejército en Cataluña que provocó la batalla del Ebro en el año 1938 que alargaría la guerra con la esperanza de unir la incipiente guerra mundial que posiblemente llegaría por la política expansionista de Hitler, algo que en el Pacto de Munich demostró ser lo contrario, por lo menos, no hasta que terminara la guerra civil. Finalmente las tropas nacionales tomarían Madrid dando final a la Segunda República y Francisco Franco instauró una dictadura que duraría hasta 1975, año de su muerte.
La dictadura de Franco (1939-1975)
Los comienzos de la dictadura se vieron sembrados por la represión hacia los vencidos. Se continuó con la organización del sistema totalitario y autocrático que se inició durante la guerra. Se declararon delictivos los partidos y los sindicatos confiscando sus bienes y sometiendo a sus miembros a juicios en tribunales militares. Hasta 1948 no se levantó el Estado de Guerra.
Hubo una fuga de la clase intelectual, el 90% se exilió y se metió en cintura a la educación según el establecimiento de los nuevos parámetros nacionalcatolicistas para la formación de las generaciones venideras.
Las ramas ideológicas del bando nacional o sublevado fueron enlatadas en un partido único, de este modo, los falangistas (revolucionarios y republicanos), carlistas (tradicionalistas), monárquicos y cedistas (conservadores y liberales) estarían unidos, pese a sus ideologías contrapuestas, en un supuesto partido único: Falange Española Tradicionalista de las JONS (añadiendo tradicionalista por el anterior partido carlista Comunión Tradicionalista), que más tarde sería conocido también como Movimiento Nacional.
Manuel Hedilla, sucesor de José Antonio Primo de Rivera al frente de Falange Española de las JONS, tuvo que exiliarse por disidencia. Incluso tras la vuelta de la División Azul —división de voluntarios que se envió a Alemania en el frente ruso durante la Segunda Guerra Mundial— muchos falangistas desencantados con Franco por no haberse impuesto el nacionalsindicalismo crearon Falange Auténtica y barajaron la posibilidad de matar al dictador, aunque luego desecharon la idea. Sin embargo, Franco supo lo ocurrido y los mandó fusilar, eliminando así, toda oposición política en el seno del régimen.
Franco era simplemente un conservador reaccionario y católico que carecía de una ideología clara por lo que el régimen siguió también esa pauta de inestabilidad ideológica. Se impuso un intento de nacionalsindicalismo que favorecía más al patrono o al Estado que al trabajador, la Iglesia controlaría la educación y parte de la vida política (nacionalcatolicismo) y con el aperturismo del régimen se establecería una democracia orgánica, donde tenía derecho a votar el miembro más importante de cada órgano social: familia, municipio y sindicato. Era una forma de lavar la cara al régimen en una serie de plebiscitos amañados donde siempre ganaba el Sí a favor de éste.
Tras la guerra civil también siguió habiendo oposición republicana protagonizada por los maquis, guerrilleros que se guarnecían en las montañas y cuevas. Los últimos lograron aguantar hasta la década de 1960 y boicotearon todo lo que pudieron al régimen y se enfrentaron a la Guardia Civil.
Pese a la falta de libertad y la represión de toda disidencia salía a relucir la otra cara de la moneda del régimen, se había eliminado la confrontación social y había muchísima más seguridad. El régimen supuso un atraso en las libertades y en los derechos conseguidos durante todo el siglo XIX y principios del XX pero sirvió para dar cierta estabilidad que permitió el desarrollo del país, aunque en un principio tuvo una economía en permanente depresión debido a la mala gestión. También permitió la eliminación progresiva del analfabetismo que rápidamente se pondría en contra del régimen con la llegada de las primeras generaciones a las universidades que se habían labrado su propio criterio y se oponían al régimen pese a la rígida educación que habían recibido.
La grave situación económica tras la guerra junto al aislamiento internacional desoló España dejando a su población con hambre y miseria durante los primeros años del régimen hasta el comienzo de la Guerra Fría. Durante esta, a mediados de los 50, EE.UU. veía a España como un gran enclave geoestratégico y además anticomunista frente al nuevo enemigo que había surgido tras la Segunda Guerra Mundial; la URSS, a pesar del apoyo prestado de Franco a los países del Eje. Por tanto, el plan Marshall se amplió también para España y permitió un despegue de la economía española. Tras esto, España se abrió a cierto liberalismo que llevó al país al desarrollo en la década de los 60. Los tecnócratas del Opus Dei que administraron inteligentemente al país con el apoyo de los créditos del Fondo Monetario Internacional, de la OECE y del gobierno estadounidense; y lanzaron el Plan de Estabilización.
Se liberalizó el mercado permitiendo las inversiones extranjeras, abandonando así la autocracia imperante en el periodo anterior. El turismo fue un motor importante de la economía y se puso en marcha un aparato de propaganda para atraer a más turistas al país.
Pese a esto, muchas familias no tenían más remedio que emigrar a otras regiones de norte a sur o a zonas costeras y del campo a la ciudad; o a otros países de Centroeuropa o América. De este modo se alivió el paro y aumentó la calidad de vida con las divisas que entraban el país de la mano de obra española que trabajaba en el extranjero. La población poco a poco se urbanizó, pasando a ser dos tercios de la población urbana; y la economía se industrializó y terciarizó superando al sector primario. Hubo un programa de obras públicas y las desigualdades sociales se fueron limando con la ampliación de una clase media en expansión aunque seguía habiendo aún mucha desigualdad social y geográfica.
El PCE logró su apogeo en pleno franquismo logrando ser una sólida oposición al franquismo y los trabajadores destruyeron el sindicato único, idea nacional-sindicalista, mal aplicada por el gobierno franquista. Se creó Comisiones Obreras, la universidad exigió libertad e incluso hubo un sector del clero que se opuso al régimen.
Había surgido también un problema de terrorismo con Euskadi ta askatasuna (Euskadi y libertad, ETA), que había surgido como escisión del nacionalismo vasco más radical y fue el grupo responsable de la muerte del presidente del gobierno Carrero Blanco.
En octubre de 1975 y con Franco agonizando, se constituyó una unión de fuerzas democráticas con partidos comunistas y socialistas al frente junto con reformistas surgidos de las elites franquistas que llevarían a cabo la transición política a la democracia. Sería un largo proceso que finalmente haría consolidar la democracia en 1978 con la formación del primer gobierno elegido democráticamente y en 1981 tras el fallo del golpe de Estado prodictatorial de Antonio Tejero que consolidaría aún más la democracia.
España, país democrático y miembro de la Unión Europea (1975 - actualidad)
La transición
Entre 1975 a 1978 se dio un proceso de transición a la democracia en España. En 1977 acordaron los pactos de la Moncloa donde se acordarían las reformas sociales y económicas para la desmantelación del régimen franquista. En 1978 se redactó la Constitución de 1978 que sería aprobada ese mismo año en referéndum. Las elecciones libres a Cortes en junio de 1977 fueron las primeras elecciones que se hacían en cuarenta y dos años.
Adolfo Suárez fue elegido presidente del gobierno de Unión de Centro Democrático (UCD) y jugó un importante papel junto a otros líderes para encauzar la democracia. Felipe González se perfiló como el líder de la clase media obrera.
El problema del terrorismo que ya existía desde el régimen anterior ahora se recrudecía. ETA pedía la independencia del País Vasco y los GRAPO era un grupo terrorista de ideas comunistas y de corte maoísta que continuaba la lucha de clases contra la democracia liberal-burguesa. También surgió un terrorismo tardofranquista que luchó contra los sectores de izquierdas y que protagonizarían la matanza de Atocha en 1977. Este problema recordaba la confrontación clasista que se dio durante la Segunda República. De todos modos la coyuntura internacional era otra, las democracias habían acabado triunfando y se habían consolidado y, a pesar del creciente caos y la crisis económica internacional, la democracia acabaría consolidándose.
Se concedió amnistía política para presos y exiliados durante el franquismo, se restableció la Generalitat de Cataluña, el PCE renunció al leninismo y a la dictadura del proletariado y el PSOE al marxismo, tornándose en socialdemócrata pero conservando el nombre de socialista. Se creó un Estado de autonomías y el Estado se definía como Estado «democrático y social de derecho». Esto permitió que más adelante se pudiera establecer también como Estado de bienestar.
Madurez democrática
En 1979 Adolfo Suárez repitió la victoria electoral y prosiguió con la normalización del sistema. Se aprobó el Estatuto del Trabajador y el Estatuto de Centros docentes, se negoció la entrada en la Comunidad Económica Europea (CEE) y en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). ETA causaba estragos con su violencia irracional y las diferencias que empezaron a surgir en las filas de UCD provocaron la dimisión de Suárez.
En el contexto internacional existía una grave crisis económica que también afectó al país, la inflación anual y el paro iba en aumento. Por esto y el desacuerdo en las Cortes para elegir a Leopoldo Calvo-Sotelo como presidente decidirían Antonio Tejero, Alfonso Armada y Jaime Milans del Bosch dar un golpe de Estado el 23 de febrero de 1981 que no llegaría a triunfar. Como reacción a este golpe las Cortes apoyaron finalmente a Calvo-Sotelo como presidente.
En las elecciones de octubre de 1982 ganó de forma abrumadora el PSOE estando al frente Felipe González. El nuevo gobierno tuvo que hacer frente a la crisis. Los dos grandes sindicatos, UGT y CCOO, presionaron para que se llevaran a cabo las reformas necesarias para establecer el Estado de bienestar que se iría construyendo bajo el mandato del partido. Sin embargo estos sindicatos tuvieron que convocar una huelga general que paralizó al país el 14 de diciembre de 1988 por el descontento con el gobierno socialdemócrata. Finalmente se llevarían a cabo las reformas que transformó el gasto público para llevar a cabo la protección social en salud, parados, jubilados, pensiones y en educación que se impuso la obligatoriedad hasta los 16 años.
Se controló la inflación y se mejoró la política fiscal para ingresar en la Comunidad Europea, lo que se conseguiría en junio de 1985 (entrada oficial el 1 de enero de 1986). En marzo de 1986 y tras un referéndum se ingresó en la OTAN, a pesar de que Felipe González se manifestó abiertamente contra ella anteriormente.
Se aprovechó el ingreso en la Comunidad Europea para mejorar todas las infraestructuras básicas del país al son del crecimiento económico y del fondo de cohesión de la CE que él mismo impulsó. Los españoles veían doblada su Renta per cápita, se aumentó la población activa y se incorporó la mujer al mundo laboral. Pasó a ser un país emisor de migrantes a receptor.
Se creó la Agencia Tributaria que tenía como referente al ciudadano. Se inició la vertebración del país en autonomías a imitación de los estatutos vasco y catalán en la que cada región tenía una serie de competencias independientes del gobierno central.
Seguía existiendo el problema de ETA que ahora buscaba la independencia total de Euskal Herria oponíendose al gobierno español y francés. El gobierno utilizó el terrorismo de Estado con los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) que solo lograron matar a muchos inocentes de una forma propia de la dictadura. A esto se unió la grave crisis económica que surgió y la corrupción política de muchos miembros del gobierno que malversaron fondos estatales para beneficio propio en plena crisis. Esto provocaría la derrota en las elecciones de 1996 y subiría al poder el Partido Popular con José María Aznar como presidente de España aprobado por el Partido Nacionalista Vasco, Convergencia y Unión y Coalición Canaria.
Llegada del neoliberalismo
El nuevo gobierno popular buscó cumplir los criterios de convergencia de Maastricht para poder ser admitida España en la Zona Euro. Para ello se privatizó las empresas estatales y se estimularon los empleos temporales para frenar el paro sin tocar el Estado de bienestar. En 1999 se estableció en la Unión Europea (antigua Comunidad Europea) la entrada de una nueva moneda al mercado europeo denominada Euro y se dio en todos aquellos países de la unión que la aceptaron. España no llegó a cumplir totalmente los requisitos pero fue aceptada finalmente. El valor del euro coincidió en 166,386 pesetas y entró en uso cotidiano desde el 1 de enero de 2002.
En las elecciones generales de 2000 el PP consiguió la mayoría absoluta y aprovechó para hacer reformas mucho más atrevidas.
El gobierno suprimió el servicio militar obligatorio, popularmente conocido como mili. Sin embargo los derechos sociales de los obreros se habían visto reducidos. El presupuesto destinado a las instituciones del Estado de bienestar se habían recortado provocando la huelga general del 20 de junio de 2002 convocada por los dos grandes sindicatos.
En interior se había propulsado el Plan Hidrológico Nacional para abastecer el sobreexplotado levante español. Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, perpetrados por una organización terrorista fundamentalista islámica en Nueva York, EE.UU. declaró la guerra a Afganistán acusándola de ocultar al número 1 del grupo terrorista, Osama Ben Laden. España se unió como miembro de la OTAN a aportar tropas para derrocar a los talibán y a mantener el orden tras la guerra que permanece aún hoy día como zona de conflicto.
Con ETA se intentó mantener una relación pacífica mediante diversos contactos en secreto, lo que llevó a una tregua. Tras fracasar las negociaciones llevadas a cabo se rompió la tregua y se secuestró a Miguel Ángel Blanco que finalmente fue asesinado en un hecho que sacó a la calle a millones de personas pidiendo su libertad y que tras conocerse su asesinato conmocionó al país.
El desastroso accidente del petrolero Prestige que fue una de las mayores catástrofes ecológicas del planeta que ocurrió frente a las costas de Galicia. Fue mal gestionada por el gobierno central y por el gallego que también era gobernado por el PP, lo que agravó el desastre. El desastre del Yak-42, avión que se estrelló en Turquía trasladando tropas españolas desde Afganistán hasta España, se sumó a la mediocre gestión del gobierno frente a las catástrofes evidenciando cierto cinismo ante todas ellas. Las víctimas del avión fueron rápidamente repatriadas y sin identificar para llevar a cabo el funeral cuanto antes, ya que, era un asunto molesto para el gobierno como se ha podido averiguar en los juicios llevados a cabo en 2009 lo que ha desprestigiado aún más al partido.
Iraq estaba gobernado por el dictador iraquí Saddam Hussein que había perpetrado masacres contra el pueblo kurdo y contra los chíitas. Él mismo era de la minoría sunnita y encumbró a esta rama islámica a una posición privilegiada en el país. El país era uno de los más importantes enclaves de reserva del petróleo y con gran influencia en la OPEP. Saddam Hussein procedió a cambiar sus reservas de dólares a euros por su oposición a EE.UU. tras la Guerra del Golfo. Es muy posible que George W. Bush, más adelante, decidiera invadir el país temiendo que la OPEP en su totalidad se cambiara al euro, lo que sería nefasto para la economía estadounidense. Lo más contradictorio es que Bush fue apoyado por países europeos de la Eurozona, como España y Portugal. Además también fue apoyado por el Reino Unido que aún no se había adherido a la Eurozona y conservaba la libra esterlina pero era miembro de la Unión Europea.
En 2003 se procedió a la invasión de Iraq en lo que se llamaría Guerra de Iraq o segunda guerra del Golfo. El pretexto eran la existencia de armas de destrucción masiva que los inspectores de la ONU no llegaron a descubrir y el resto de las naciones condenarían a EE.UU. por su política hostil en lo que se consideró una guerra ilegal. España tras el derrocamiento de Hussein aportó tropas para la seguridad y normalización del país. El apoyo de la guerra trajo nefastas consecuencias para el país.
Aznar había prometido dejar la presidencia después de gobernar ocho y años y cumplió su palabra. Se esperaba que Rodrigo Rato era el hombre más adecuado para sucederle pero Aznar decidió que fuese Mariano Rajoy.
El 11 de marzo de 2004, tres días antes de las elecciones generales, se produjo un atentado terrorista en algunos puntos del sistema ferroviario de Madrid en el que hubo 191 muertos. Este atentado conmocionó al país y al mundo entero. En un principio todo señalaba a que había sido perpetrado por ETA, pero poco a poco, la opinión pública comenzó a pensar que este atentado fue resultado de la venganza del fundamentalismo islámico por haber apoyado la guerra de Iraq. El gobierno hizo todo lo posible por ocultar las evidencias que apuntaban hacia esta segunda hipótesis, saliendo a relucir de nuevo su cinismo, ya que, las encuestas favorecían al canditado del Partido Popular y esto daría un vuelco a las elecciones.
Sin embargo tres días fueron suficientes para que la opinión pública se diese cuenta de las mentiras del gobierno y que empleara el voto castigo para cambiar de gobierno. El PSOE, estando al frente José Luis Rodríguez Zapatero, volvería a gobernar trayendo de nuevo la socialdemocracia a España.
Vuelta a la socialdemocracia
Zapatero había estado en la oposición durante cuatro años durante la última legislatura del gobierno de Aznar. Había conseguido sanear la imagen del PSOE con una política de oposición tranquila en la que imperaba el diálogo frente a la crispación habitual en el congreso que atrajo a muchos votantes. Aun así las encuestas daban por ganador al candidato popular Mariano Rajoy que, al parecer, no fue suficiente la falta de transparencia de su partido, puesta en evidencia tras los atentados. Esto favorecería al PSOE que se había posicionado contra la guerra de Iraq anteriormente, lo que con toda seguridad hizo que el 14 de marzo ganara las elecciones, tres días después de los atentados.
Nada más tomar el poder cumplió dos de sus promesas electorales: traer de vuelta a las tropas españolas en Iraq y subir el salario mínimo interprofesional que era uno de los más bajos de Europa. Más adelante emprendería reformas sociales durante el resto de su mandato que subsanarían en cierta medida a las recortadas por el Partido Popular, sin embargo, muchas promesas parecían darse sin saber si se podrían llevar a cabo realmente. Un ejemplo es la Ley de dependencia que en en 2009 seguía dando problemas a la hora de aplicarse y de distribuir las ayudas. También parecía dejarse un poco de lado la economía.
En la ONU propuso la Alianza de civilizaciones, la cual, se establecería una cumbre sobre esta alianza y otra segunda cumbre en 2009. En 2005 se aprobó en referéndum la constitución europea. Se lanzaron propuestas para las reformas del Estatuto de autonomía de varias comunidades. La reforma del Estatuto catalán fue la más polémica. Se acabarían aprobando en 2006. Ese mismo año el presidente empezó un proceso de paz con ETA en la que la que el principal partido opositor opinaba que no se daban las condiciones mínimas necesarias y que provocó huelgas de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, de hecho, las negociaciones acabarían fracasando en diciembre del mismo año con el atentado en la terminal 4 del aeropuerto de Madrid-Barajas. El Foro de la Familia también se manifestó contra algunas reformas del gobierno como la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo.
En 2007 se celebró, en Santiago de Chile, la XVII Cumbre Iberoamericana en la que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, llamó fascista a Aznar por la presunta participación del ex-presidente en el golpe de Estado que casi lo derrocó. El presidente del gobierno salió en defensa de Aznar y el propio rey de España, Juan Carlos I, intervino para increpar al presidente venezolano con la frase ¿Por qué no te callas?. Esta frase se convirtió en un fenómeno muy popular mediáticamente y provocaría un incidente internacional entre España y Venezuela.
Para las elecciones generales de 2008 las encuestas daban un empate técnico con ligera ventaja del PSOE. Finalmente acabó ganando el PSOE como señalaban las encuestas. La campaña electoral se vio ensombrecida por el asesinato de Isaías Carrasco, ex-concejal del PSOE, que obligó a suspender la campaña electoral.
España durante esta legislatura se había descentralizado para dar más poder a cada comunidad autónoma y a cada ayuntamiento, algo que afectó a todos los ámbitos de gobierno dificultando la ejecución de leyes y a ámbitos como el de la educación, donde cada autonomía aplica de forma diferente y desunida una política educativa descohesionada que contrasta con el elemento cohesionador que se quiere conseguir para la Unión Europea. El hecho de dejar de lado reivindicaciones serias para solicitar la inclusión de idiomas como el vasco, el catalán y el gallego en la Unión Europea y concentrar todo el esfuerzo solamente para conseguir eso ha desprestigiado enormemente a España en la Unión.
Zapatero se enfrentaba a la segunda legislatura en la que debía de enfrentarse a la crisis económica que había surgido en España en el sector de la construcción y que había sido silenciada o minimizada cuando podían haberse llevado medidas de forma preventiva. Esta crisis nacional se unió a la que había surgido en Estados Unidos a causa de los créditos subprime agravando la situación económica y desgastando la imagen del gobierno. Esta imagen se había visto empeorada también por la continuidad de algunos ministros impopulares, o bien, por corrupción o por incompetencia manifiesta. Sin embargo al final llevaría a cabo otra reforma del gobierno en que "limpiaría" a los ministros más impopulares. Pero este cambio de gobierno también generó críticas. Para algunos suponía poner de manifiesto la desastrosa administración del país mientras que para los del mismo partido parecía una buena idea. Hecho que encierra la poca credibilidad de ambos partidos: la oposición siempre criticando las decisiones gubernamentales y el gobierno con falta de autocrítica.
Tras las elecciones generales de 2008, el desgaste de los dos grandes partidos, hace que los pequeños partidos suban en intención de voto. El nuevo partido Unión Progreso y Democracia de Rosa Díez consiguió su primer escaño a pesar del triunfo del bipartidismo. Sin embargo ahora los dos grandes partidos bajan a costa del nuevo partido y de otros como Izquierda Unida que vuelven a subir tras haber perdido su grupo parlamentario. Vuelve el voto castigo pero esta vez para los dos grandes partidos.
Referencias
Bibliografía
- Francisco Javier Paredes Alonso, Historia contemporánea de España. Ed. Ariel, 1998. ISBN 84-344-6603-1, 9788434466036.
- Ana Guerrero, Sisinio Pérez Garzón y Germán Rueda, Historia Política, 1808-1874. Madrid, Ediciones Istmo, 2004. ISBN 84-7090-321-7, 9788470903212.
- José Mª Marí., Carme Molinero, Pere Ysàs, Historia política de España, 1939-2000. Madrid, ed. Istmo, 2000.
- Jesús A. Martínez (Coord.), Historia de España. Siglo XX, 1936-1996. Madrid, ed. Cátedra, 1999.
Notas
- ↑ a b c d e Guerrero, Pérez Garzón y Rueda, 2004, págs. 325-431.
- ↑ Opiníón de Salvador de Madariaga sobre la Revolución de Asturias de 1934.
El alzamiento de 1934 es imperdonable. La decisión presidencial de llamar al poder a la CEDA era inatacable, inevitable y hasta debida desde hacía ya tiempo. El argumento de que José María Gil-Robles intentaba destruir la Constitución para instaurar el fascismo era a la vez hipócrita y falsa. Hipócrita, porque todo el mundo sabía que los socialistas de Largo Caballero estaban arrastrando a los demás a una rebelión contra la Constitución de 1931 sin consideración alguna para lo que se proponía o no Gil-Robles; y, por otra parte, a la vista está que el presidente Companys y la Generalitat entera violaron también la Constitución. ¿Con qué fe vamos a aceptar como heroicos defensores de la República de 1931, contra sus enemigos más o menos ilusorios de la derecha, a aquellos que para defenderla la destruían? Pero el argumento era, además, falso, porque si Gil-Robles hubiera tenido la menor intención de destruir la Constitución del 31 por la violencia, ¿qué mejor ocasión que la que le proporcionaron sus adversarios políticos alzándose contra la misma Constitución en octubre de 1934, precisamente cuando él, desde el poder, pudo, como reacción, haberse declarado en dictadura? Lejos de haber demostrado en los hechos apego al fascismo y desapego al parlamentarismo, Gil-Robles salió de esta crisis convicto y confeso parlamentario, a punto que dejó de ser, si jamás lo había sido, persona grata para los fascistas (...) Con la rebelión de 1934, la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936.Salvador de Madariaga España. Ensayo de historia contemporánea. Espasa-Calpe, Madrid, 1979, p. 362
- ↑ lavanguardia.es. «Payne: "Sin la ayuda de Hitler, la insurrección de Franco hubiera fracasado"». Consultado el 15 de abril de 2009.
- ↑ Arthur Lepic. «Chevron-Texaco, primer mecenas de la vida política estadounidense». Consultado el 13 de abril de 2009.