Diferencia entre revisiones de «Mesoamérica»
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'''Mesoamérica''' {{etimología|griego|μέσος|intermedio|rom=mesos}} es el término con que se denomina la región del [[América|continente americano]] que comprende aproximadamente del centro de [[México]] (a partir de una línea que discurre desde el [[río Fuerte]], baja hacia el sur hasta los valles del Bajío y luego sigue con el rumbo norte hasta el [[río Pánuco]]), y los territorios de [[Guatemala]], [[El Salvador]], [[Belice]], y las porciones occidentales de [[Honduras]], [[Nicaragua]] y [[Costa Rica]]. Se trata de una macrorregión cultural de gran diversidad étnica y lingüística, cuya unidad cultural se basa en aquello que [[Paul Kirchhoff]] definió como el ''complejo mesoamericano'' y discutido en un congreso específico sobre este tema organizado por el Dr. Jaime Litvak. |
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el cristian es popo
Mesoamérica (del griego: μέσος [mesos] ‘intermedio’) es el término con que se denomina la región del continente americano que comprende aproximadamente del centro de México (a partir de una línea que discurre desde el río Fuerte, baja hacia el sur hasta los valles del Bajío y luego sigue con el rumbo norte hasta el río Pánuco), y los territorios de Guatemala, El Salvador, Belice, y las porciones occidentales de Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Se trata de una macrorregión cultural de gran diversidad étnica y lingüística, cuya unidad cultural se basa en aquello que Paul Kirchhoff definió como el complejo mesoamericano y discutido en un congreso específico sobre este tema organizado por el Dr. Jaime Litvak. Entre otras cosas, el llamado complejo mesoamericano incluye la agricultura del maíz, el uso de dos calendarios (uno ritual de 260 días y otro civil, de 365 días), los sacrificios humanos y la organización estatal de las sociedades. El complejo mesoamericano sirvió como herramienta teórica para distinguir a los pueblos de la región con respecto a otras macrorregiones culturales que los circundaban, como Aridoamérica y Oasisamérica. El primero de estos términos también fue acuñado por Kirchhoff. En las fuentes de habla inglesa, ambas macrorregiones son agrupadas en el Suroeste estadounidense (que en ocasiones incluye erróneamente como periféricas a las culturas del Bajío o el Norte de Mesoamérica).
Es bien cierto que la homogeneidad del proceso civilizatorio mesoamericano ha sido discutida, especialmente por autores de origen anglosajón como Michael D. Coe. En sus críticas, estos autores esencializan las diferencias entre los diferentes pueblos que habitaron la región (por ejemplo, al establecer una distinción entre lo que llaman México —aunque México sea una entidad moderna nacida en el siglo XIX— y el Área Maya, como hace Coe, 1996: introducción). Sin embargo, desde los enfoques teóricos empleados por arqueólogos y antropólogos como Palerm (1972), López Austin y López Luján (1996), o Duverger (1994), tienen prioridad las características culturales que pueden encontrarse en las diversas áreas culturales que engloba la macrorregión mesoamericana. La difusión de dichos rasgos culturales se debe a la interacción las diversas etnias que vivieron en ese territorio durante una historia de milenios.
A modo de aclaración, hay que señalar que en este artículo se han privilegiado los enfoques de estos últimos trabajos en la medida en que permiten tener un panorama amplio de la civilización mesoamericana. Las especificidades de cada período y cultura podrán ser revisados en los artículos correspondientes, contenidos en la Categoría:Mesoamérica, y que también son enlazados desde el texto que abajo se presenta. Por otra parte, hay que aclarar también que algunos nombres de las deidades, culturas y sitios han sido escritos en su versión española adaptada del náhuatl, en tanto que de ese modo son más conocidos en el mundo académico. Ello no quiere decir que todos los pueblos mesoamericanos hablaran náhuatl. De hecho, el uso de la lengua en Mesoamérica sólo se hizo intensivo a partir del siglo X, con la llegada de los pueblos teochichimecas y posteriormente de los toltecas y mexicas (éstos últimos, creadores del Estado más extenso que haya conocido Mesoamérica precolombina).
Las culturas mesoamericanas compartían varios rasgos comunes, a saber: -El uso de la coa, la autoflagelación, sacrificios. -Construcción de pirámides. -Juegos de pelota y el volador. -Calendarios de 360 días y 5 días "fatales". -Calendario agrícola de 260 días. -Sistema teocrático. -Elaboración de estatuillas de mujeres desnudas en forma de rendir tributo a la fertilidad.
Contexto ecológico
Las tierras mesoamericanas se localizan entre los 10° y 22° de latitud norte. Pertenecen a la región la zona central de México, el istmo de Tehuantepec, la península de Yucatán; Guatemala, Belice, El Salvador y la costa pacífica de Honduras, Nicaragua y Costa Rica hasta el golfo de Nicoya. Se trata de una combinación compleja de varios sistemas ecológicos. Michael D. Coe agrupa los diferentes nichos en tierras altas (aquellas situadas entre los 1000 y 2000 msnm), que son conocidas como altiplanos; y tierras bajas, con alturas cercanas al nivel del mar, que no rebasan los 1000 metros de altitud. En el primer grupo cabe destacar su gran diversidad climática, que va desde los climas fríos de montaña al seco tropical. Predominan, sin embargo, los climas templados con lluvias moderadas. En las tierras bajas predominan los climas subtropicales o tropicales, como en la costa del golfo de México y el mar Caribe.
Algunos de los valles de las tierras altas de Mesoamérica poseen suelos fértiles con vocación agrícola. Tal es el caso de los valles de Oaxaca, el de Puebla-Tlaxcala y de México. Sin embargo, su situación intermontana impide el paso de las nubes. Esta situación es especialmente crítica en los valles de tierra caliente de la Mixteca, quizá los más resecos de las tierras altas. Además de la escasez de lluvia, existen pocas corrientes hídricas, de caudal reducido. Las primeras investigaciones arqueológicas en Mesoamérica planteaban que el clima debió ser más benigno en el pasado. Sin embargo, con el paso de los años y con la profundización del conocimiento sobre la región, se sabe que el clima no debió ser muy diferente de lo que es ahora, aunque los ecosistemas muestran un grado de desgaste importante, ocasionado por la actividad humana. Buena parte de las tierras altas muestran evidencias de una temprana deforestación, y varias especies han desaparecido de sus antiguos hábitats.
Por lo tanto, las tierras altas de Mesoamérica, si bien no son extraordinariamente ricas, tampoco fueron demasiado pobres como para impedir el desarrollo de las altas culturas agrícolas de la antigüedad prehispánica. De hecho, su situación es similar a la de otras regiones del mundo donde ocurrieron procesos civilizadores tempranos, como el norte de Perú, o el valle del río Indo, en Asia. En estos sitios, como en Mesoamérica, los seres humanos debieron aprender a aprovechar al máximo los recursos de que disponían en sus nichos ecológicos. Los mesoamericanos de las tierras altas, como pueblos agrícolas, aprendieron a almacenar agua y a conducirla desde sus fuentes en las montañas hasta las tierras de labor. Quizá la más característica de las técnicas agrícolas de Mesoamérica fue el cultivo en chinampas, desarrollado en los lagos de la meseta Tarasca y especialmente en el valle de México, donde se conservan algunas zonas de chinampería en Xochimilco. Además, debieron aprender a contar el tiempo, puesto que el período en el cuál podían sembrar quedaba comprendido entre dos temporadas que amenazaban el buen término de las cosechas del principal cultivo -el maíz-: la temporada seca y caliente de inicio de primavera y las heladas invernales.
Muy otra era la situación en las tierras bajas. Especialmente en el sureste de la costa del golfo de México, las lluvias son demasiado abundantes. Las selvas tropicales de vegetación espesa cubrían buena parte de las llanuras costeras, y esto representaba un obstáculo para el desarrollo de la agricultura. En estos sitios, tanto la vegetación como el exceso de agua representaban un problema, por ello, los antiguos mesoamericanos idearon sistemas de drenaje, de los cuales hoy se pueden observar restos en la Chontalpa tabasqueña, donde subsisten los llamados camellones chontales.
Por otra parte, la fauna de que disponían los pueblos mesoamericanos no era fácilmente domesticable. Muchos milenios antes del inicio de la civilización de la América Media, las especies mayores de mamíferos que hubiesen podido ser domesticadas habían desaparecido por la cacería excesiva. Tal fue el caso del caballo y varias especies bovinas. Esto explica que los pueblos de la región carecieran de animales de carga y que la civilización mesoamericana fuese exclusivamente agrícola. Las únicas especies domesticadas fueron el xoloitzcuintle y el guajolote, pero nunca formaron parte importante de la dieta y la economía de la mayor parte de los mesoamericanos. No obstante lo anterior, las sociedades del área practicaban la caza de otras especies, ya como complemento de su dieta (venados, conejos, aves, numerosas órdenes de insectos), o como artículos suntuarios (pieles de felinos, aves de plumajes vistosos).
Dado que Mesoamérica se encuentra fragmentada en nichos ecológicos muy reducidos y diversos, ninguna de las sociedades que la habitaron en tiempos prehispánicos era autosuficiente. Por ello, desde los últimos siglos del período arcaico, anterior al Preclásico, los pueblos de la región se especializaron en la explotación de ciertos recursos naturales abundantes en y luego establecieron redes de intercambio comercial que subsanaron las carencias del medio ambiente. Los pueblos del Occidente, por ejemplo, se especializaban en la producción agrícola y de cerámica; los oaxaqueños producían algodón y cochinilla; de las costas provenía sal, pescado seco, conchas marinas y pigmentos como la púrpura; de las tierras bajas del Área Maya y del Golfo se obtenía cacao, vainilla, pieles de jaguar, aves preciosas como el quetzal o la guacamaya; del centro salía buena parte de la obsidiana que se empleaba en la fabricación de armas y herramientas.
Áreas culturales
Mesoamérica no fue un área constituida homogéneamente. Todo lo contrario, estaba conformada por cientos de pueblos con cultura y costumbres radicalmente distintas. Desde el surgimiento de los olmecas hasta el siglo XVI, varias ciudades alcanzaron su apogeo y llegaron a dominar a otras.
Uno de los pocos aspectos comunes de las civilizaciones prehispánicas fue su cosmovisión y la teocracia. A pesar de ello, cada pueblo interpretaba a su manera los símbolos y la religión que profesaban. Jamás en su historia los mesoamericanos estuvieron unificados bajo un mismo idioma o creencia.
Otro factor importantísimo para definir la variedad cultural mesoamericana fue la enorme diversidad de entornos geográficos en el territorio y el comercio intercultural. Los pueblos que radicaban en zonas altas producían herramientas y cerámica artesanal; los de zonas cálidas cultivaban maíz y algodón; los de la selva, cacao y plumas preciosas; y, finalmente, los de los pueblos costeros, comerciaban con productos marinos.
Se denominan áreas culturales las regiones habitadas por pueblos que comparten varios elementos en común, ya sea por su ausencia o presencia en los sistemas culturales. Ello no quiere decir que todos los pueblos agrupados en una misma área cultural conformen una unidad étnica: en muchos casos, ni siquiera comparte el mismo idioma. Lo anterior no obsta para que no pueda existir algún tipo de interacción entre ellos, sea por virtud de sus relaciones políticas, comerciales o de simple contigüidad geográfica. Abajo se presenta una caracterización somera de las diferentes áreas culturales de Mesoamérica, basados en el Atlas del México Prehispánico (2000), y en el Atlas Histórico de Mesoamérica (Manzanilla y López Luján, 1989).
En la región del Golfo de México, espacio de clima cálido y tropical, se desarrolló la cultura madre: la olmeca, que desarrolló un importante simbolismo del poder de sus reyes a través de numerosos monumentos. Luego de la decadencia olmeca, la región fue poblada por huastecos, mayas y totonacas.
El reino de Michoacán, espacio de clima templado y con habitantes aparentemente descendientes de las etnias peruanas, se estableció en 1250 bajo la dirección de Tariácuri. En los siguientes años su hegemonía creció al extremo de no poder ser vencidos por los aztecas, y su influencia llegó a Guanajuato y Guerrero. La complicada burocracia montada por los purépechas impidió su conquista por los aztecas. Estaba dividido en cuatro provincias y una de sus principales actividades era la elaboración de fina cerámica.
Centro de México
Es conocida como "altiplano central". Recibió influencia olmeca durante el primer milenio ADC, y poco tiempo después comenzaron a florecer culturas propias. La ciudad de Teotihuacan, llamada por los mexicas "ciudad de los dioses", fue quizás la cultura más importante de las que radicaron en Mesoamérica, pues su influencia incluso llegó a Aridoamérica y Oasisamérica. Tras la caída teotihuacana se asentaron en sus proximidades las culturas de Xochicalco, cercana al actual estado de Morelos, Cacaxtla y Cholula, en Tlaxcala. En el segundo milenio comenzaron las invasiones toltecas y en 1325 se fundó Tenochtitlan.
Una de las áreas más importantes durante la historia prehispánica de México fue la que se conoce como Centro de México. Está conformada por los valles de tierra templada a fría situados en la parte meridional de la Altiplanicie Mexicana y en el norte de la cuenca del río Balsas. Es un nicho ecológico caracterizado por su clima templado y la ausencia de corrientes importantes de agua. Las lluvias, por otro lado, se presentan entre los meses de abril a septiembre, y no son demasiado abundantes. Este hecho fue el que motivó el desarrollo temprano de obras hidráulicas, entre las que se cuentan la canalización de los ríos y los sistemas de acequias en las laderas de los cerros para almacenar el agua.
El valle de Tehuacán, localizado al sureste de esta región es importante porque de él proceden los restos más antiguos de cultivo del maíz y algunas de las muestras de la cerámica más antigua de Mesoamérica. El Centro de México incluye además, la cuenca lacustre del valle de México, compuesta por varios lagos y lagunas. En torno al lago de Texcoco crecieron poblaciones tan importantes como Cuicuilco, en el período Preclásico; Teotihuacan en el Clásico y Tula y Tenochtitlan en el período Posclásico.
Las últimas culturas del altiplano fueron las de la Triple Alianza: Texcoco, Tlacopan y Tenochtitlan. Con un inicio difícil, los mexicas se asentaron en el valle de México en 1325 y un siglo después comenzó su hegemonía al liberar Izcóatl a su pueblo de manos de los señores de Azcapotzalco. En 1430 la Triple Alianza quedó formalmente constituida. Izcoátl, por consejo de Tlacalael, mandó quemar los códices de la historia azteca y reescribió totalmente la historia de su pueblo.
En menos de cien años la Triple Alianza conquistó gran parte de Mesoamérica, con la característica de que permitían a los pueblos sometidos conservar su cultura y religión.
Área Maya
En los primeros años del primer milenio a. de C., los mayas crearon una cultura bien estructurada, cuya base sólida era un enorme conjunto de ciudades monárquicas que al paso de los años construyeron enormes centros ceremoniales. Uno de los más perdurables aportes mayas fue su conocimiento de la astronomía y de la matemática. Fue tal el poder de los mayas que lograron establecerse en Guatemala y Belice.
El gobierno maya fue quizás el mejor estructurado de Mesoamérica. La función de rey local la ostentaba el Halach Uinic, el Batal recaudaba tributos, el Halpop hacía las veces de poder judicial y el Nalcom dirigía el ejército. La sociedad funcionaba a través de una equilibrada división del trabajo.
Pirámide social maya:
-Halach Uinic -Ah Cuch Caboob, consejo de asesores -Nobleza, sacerdotes y militares. -Guardianes y burguesía menor. -Campesinos y esclavos, artesanos.
El pueblo maya fue el más apegado a las creencias cósmicas mesoamericanas. Todos sus actos estaban regidos rigurosamente por su calendario, que influían en casi todos los aspectos de la vida de una persona. El calendario ritual comprendía 13 meses de 20 días y el civil 18 meses de 20 días, con lo que suman 360 días y cinco "nefastos" para reflexionar.
La cultura maya alcanzó un elevado nivel cultural y manejaba perfectamente las matemáticas. Libros como el Popol Vuh y el Chilam Balam se convirtieron en dos de los mayores testimonios de la cultura maya luego de su derrota a manos de los españoles.
El área Maya es una de las más amplias de Mesoamérica. Algunos autores la dividen en dos sectores: la península de Yucatán, en el norte, y las Tierras Altas, en el sur. La primera comprende, además de la Península de Yucatán, el Petén y Belice. Se trata de una zona de tierras bajas y clima caliente, azotada por los huracanes y las tormentas tropicales del mar Caribe. Es una plataforma caliza, apenas elevada hacia el sur, en donde la denominada sierrita rompe la llanura del paisaje. Carece de corrientes de agua superficial, pues el suelo es demasiado permeable, en cambio, son abundantes los cenotes. Por otra parte, las Tierras Altas comprenden los Altiplanos de Guatemala, Chiapas, el occidente de Honduras y el occidente y centro de El Salvador, (la zona central de El Salvador tuvo contacto comercial con Centroamérica, pero fue más grandemente influido por el área maya (muestra de eso son los sitios famosos de San Andrés, Joya de Cerén y Cihuatán)). Es una región de clima templado-frío, y con lluvias abundantes. Las laderas de las montañas están cubiertas de una espesa vegetación que amenaza el desarrollo de la agricultura. Las Tierras Altas mayas no están menos expuestas a la influencia de los ciclones caribeños, y con frecuencia ocasionan destrozos en la zona.
Los primeros desarrollos culturales importantes del área maya ocurrieron en su parte sur. La primera cerámica, producida en la localidad beliceña de Cuello parece indicar que el desarrollo de la alfarería en el Área Maya fue derivado de las tradiciones sudamericanas. La Primera Ciudad con arquitectura Monumental fue Nakbé (ca 1000AC), seguida por El Mirador, (ca 600 AC) la ciudad más grande de todas y la mayor de la América Precolombina, localizadas en la Cuenca del Mirador, en Petén, Guatemala, en donde se inició la cultura del Preclásico con todos los atributos del Clásico, En las tierras bajas del Pacífico de Guatemala se desarrolla Takalik Abaj la única ciudad de Mesoamérica con ocupación Olmeca y luego Maya. Siglos más tarde, se desarrollaron los primeros centros de población que habrían de convertirse en ciudades en el período Clásico. Entre ellos hay que contar a Kaminaljuyú en las tierras altas de Guatemala, Quiriguá, Uaxactún y Tikal, esta última habría de ser la más grande de las ciudades mayas entre los siglos III y VIII d. C. La caída y abandono de las grandes ciudades mayas se debió a una combinación de factores: guerras internas, desastre ecológico, cambio climático, migraciones provenientes del Norte de Mesoamérica. De esta manera, el corazón de la cultura maya se trasladó a las tierras de Yucatán. En esta región habrían de florecer las ciudades tardías de Chichén Itzá, Uxmal y Tulum, entre muchas otras, que en realidad eran pequeños estados hostiles entre sí. Sin embargo Tayasal, capital de los Maya-Itzá, en El Petén, fue la ültima ciudad de América en ser conquistada, en 1697. En la actualidad hay 27 grupos mayas, 21 de ellos en Guatemala, que guardan muchas tradiciones como el Popol Vuh y el Rabinal Achí.
Oaxaca
Sin duda alguna se trata de una de las más importantes zonas mesoamericanas. En los valles centrales de Oaxaca se originó la civilización zapoteca, quienes establecieron el calendario de 260 días, usado posteriormente por la mayoría de los pueblos mesoamericanos, y un sistema de escritura propio y diferente al olmeca y al maya. Monte Albán se convirtió en el paradigma de esta civilización, y a su caída la región fue ocupada por los mixtecos.
La región oaxaqueña fue desde la época mesoamericana una de las más diversas. Se trata de un territorio sumamente montañoso, enmarcado por la Sierra Madre del Sur y el Escudo Mixteco. Incluye una porción de la cuenca del río Balsas, caracterizada por su sequedad y complicado relieve. Sus cauces de agua son cortos y de poca capacidad. En ese sentido, se parece bastante a la región del Centro de México.
Dos fueron los escenarios principales de la historia cultural de los pueblos oaxaqueños. Por un lado, los valles Centrales de Oaxaca vieron el desarrollo de la cultura zapoteca, una de las más antiguas y conocidas del ámbito mesoamericano. Esta cultura se desarrolló a partir de los cacicazgos regionales que controlaban la tierra de cultivo (muy fértil, aunque demasiado seca) de los pequeños valles de Etla, Tlacolula y Miahuatlán. Algunos de los primeros ejemplos de gran arquitectura en Mesoamérica pertenecen a esta región, como el centro ceremonial de San José Mogote. La hegemonía de este centro ceremonial en la región del Valle, pasó a manos de Monte Albán, la capital clásica de los zapotecos. La caída de Teotihuacán en el siglo VIII d. C. permitió el mayor apogeo de la cultura zapoteca. Sin embargo, la ciudad de Monte Albán fue abandonada en el siglo X d. C., y dio lugar a una serie de centros regionales que se disputaban la hegemonía política.
Al poniente de los valles Centrales, se localiza la región Mixteca. Se trata de un terreno sumamente montañoso de altitudes muy variables, que llegan a más de 3000 msnm. Los climas varían del templado de montaña al trópico seco, y en general la lluvia es escasa. Existen pocas corrientes superficiales de agua, y en la actualidad, buena parte de la zona presenta un grado de deforestación alarmante derivado de la agricultura de roza practicada por los antiguos habitantes de la región. La Mixteca es también una zona ocupada desde tiempos inmemoriales. Ya desde el período Preclásico se habían formado en la región algunos núcleos de población importantes, como Yucuita y Cerro de las Minas. Sin embargo, las capitales mixtecas no alcanzaron nunca la magnitud de sus vecinas zapotecas. El mayor apogeo de la cultura mixteca fue alcanzado en el período Posclásico, cuando el señor Ocho Venado de Tututepec y Tilantongo emprendió una campaña de unificación política de las ciudades-estado mixtecas y llegó a ocupar los Valles Centrales de Oaxaca.
Guerrero
Tradicionalmente se considera a Guerrero como una región perteneciente al área Occidente. Sin embargo, los descubrimientos más recientes, han reorientado la división de las áreas culturales mesoamericanas, y en los trabajos de reciente autoría, Guerrero aparece como un área cultural independiente. Guerrero ocupa aproximadamente la superficie del estado del mismo nombre, localizado en el sur de México. Se puede dividir en tres regiones con características diferentes: al norte, la depresión del río Balsas, donde esta corriente de agua juega el papel más importante en la configuración de la geografía regional. La depresión del Balsas es una región baja, de clima cálido y escasas lluvias, cuya sequedad es aminorada por la presencia del río Balsas y sus numerosos afluentes. La parte central corresponde a la Sierra Madre del Sur, región rica en yacimientos minerales y con escasas cualidades agrícolas. La parte sur del área guerrerense es constituida por la costa del océano Pacífico, una llanura costera muy angosta, llena de manglares y palmeras, azotada por los huracanes provenientes del Pacífico.
Guerrero fue el escenario de las primeras tradiciones alfareras de Mesoamérica. Los restos más antiguos de ella han sido encontrados en Puerto Marqués, cerca de Acapulco, y tienen una edad aproximada de 3500 años. Durante el preclásico, la cuenca del Balsas se convirtió en una zona de vital importancia para el desarrollo de la cultura olmeca, que dejó huellas de su presencia en sitios como Teopantecuanitlán y las grutas de Juxtlahuaca. Más tardío fue el desarrollo de una tradición escultórica conocida como Mezcala, caracterizada por su tendencia a la geometrización del cuerpo humano. Durante el período Posclásico, la mayor parte de Guerrero quedó bajo dominio de los mexicas, e independiente al señorío tlapaneco de Yopitzinco.
Occidente
La zona de la que aquí hablamos servía de "puente" entre Mesoamérica y Oasisamérica. Las culturas de esta zona, como los tarascos y caxcanes, desarrollaron formas de vida distintas a otros lugares de Mesoamérica. Un ejemplo de esto son las hermosas pirámides de Guachimontones, en Jalisco.
El Occidente es una de las zonas menos conocidas de Mesoamérica. Se trata por ello mismo de una extensa región, que comprende las laderas de la Sierra Madre Occidental, una parte de la Sierra Madre del Sur y la cuenca media y baja del río Lerma. Las estribaciones de la montaña estaban cubiertas de bosques de pinos y encinos, pero la actividad silvícola ha reducido su tamaño. La tierra tiene vocación agrícola por su fertilidad y la disposición de recursos hidráulicos, especialmente en la llanura costera de Sinaloa, el Bajío y la Meseta Tarasca. Los climas varían del frío de montaña, en el oriente de Michoacán, hasta el clima tropical de las costas de Nayarit.
La región fue el hábitat de pueblos de habla uto-azteca, como los coras, huicholes y tepehuanos. La incorporación de estos pueblos a la esfera de la civilización mesoamericana fue muy gradual, y se presume que los primeros desarrollos cerámicos de la región estuvieron vinculados con las tradiciones de los pueblos andinos de Ecuador y Perú. Los cambios que afectaron al resto de las regiones de manera clara son menos observables en Occidente, por ello, las tradiciones culturales del preclásico, como la de Colima, Jalisco y Nayarit o la de Tumbas de Tiro sobrevivieron hasta bien entrado el período Clásico (150-750/900 d. C.). La más conocida de las sociedades de Occidente es la purépecha o tarasca, que rivalizó en el siglo XV d. C. con el poderío de los mexicas.
Norte
La zona Norte de Mesoamérica formó parte de esta superárea cultural sólo durante el período clásico (150-750 d. C.), en que el apogeo de Teotihuacan y el crecimiento de la población favorecieron las migraciones hacia el norte y el comercio con las lejanas tierras oasisamericanas. Se trata de un territorio llano, comprendido entre las sierras Madre Oriental y Occidental. El clima es seco, casi desértico, y la vegetación es escasa, por lo que la agricultura en el Norte sólo fue posible mediante la canalización de las corrientes de agua superficial (entre las que destacan el río Pánuco y los afluentes del Lerma) y el almacenamiento del agua de lluvia. La excesiva dependencia del buen clima llevó a los pueblos del Norte de Mesoamérica a abandonar la región a mediados del siglo VIII d. C., en que enfrentaron una prolongada sequía y las invasiones de pueblos aridoamericanos.
Los centros de población en el Norte eran dependientes de la red de comercio que se estableció entre Teotihuacan y las sociedades de Oasisamérica. Sitios como La Quemada en Zacatecas, o La Ferrería en Durango, sirvieron como fuertes para vigilar las rutas comerciales. Cuando la agricultura y el sistema social colapsaron en el Norte, los ocupantes de la región migraron hacia Occidente, el Golfo y el Centro de México.
Centroamérica
El área mesoamericana conocida como Centroamérica ocupa la zona occidental de Honduras y Nicaragua y las áreas circundantes del golfo de Nicoya en Costa Rica, donde existieron los reinos de Nicoya y Chorotega. Se trata de una región de clima tropical, con actividad telúrica importante, que incluye además los dos grandes lagos mediterráneos de América Central: el Nicaragua y el Managua. Como en el caso de la región Norte, Centroamérica formó parte del mundo mesoamericano sólo temporalmente. Se suele considerar que los pueblos centroamericanos forman parte de la llamada zona de transición entre el Área Intermedia, el mundo andino y Mesoamérica. Los primeros contactos entre el área nuclear mesoamericana ocurrieron en el preclásico, como indica la influencia olmeca en el área. Sin embargo, en el período Clásico las relaciones se interrumpieron y Centroamérica recibió un mayor influjo de las culturas del altiplano colombiano. Ejemplo de ello es el desarrollo temprano de la metalurgia en Centroamérica con respecto al resto de los pueblos mesoamericanos, sin embargo en el sitio famoso de Quelepa en la zona oriental de El Salvador se ve el comercio y gran influencia de Teotihuacan y Copán primeramente y luego con los sitios de Veracruz. Para el período Posclásico, toda el área quedó incluida más el occidente en la esfera mesoamericana, esta vez ampliada hasta el departamento de Escuintla en Guatemala, y fue invadida por pueblos como los pipiles y nicaraos, hablantes de náhuat, un dialecto del idioma de los mexicas y se percibe en la cultura y arquitectura la influencia de los Toltécas y Aztécas.
Características de la civilización mesoamericana
La civilización mesoamericana ha progresado a través de los tiempos.
Paul Kirchoff, al mismo tiempo que delimitó el área mesoamericana en términos geográficos, propuso una serie de características que definían a las culturas de la región y que eran comunes a todas ellas. Entre esos rasgos culturales, notó el uso de dos calendarios, uno ritual de 260 días, y otro de 365 días. La numeración con base veinte y la escritura pictográfica-jeroglífica, el sacrificio humano, el culto a ciertas divinidades (entre las que sobresalen los cultos a las divinidades del agua, el fuego y la Serpiente Emplumada), y varios elementos más. Los anteriores son rasgos culturales más o menos compartidos por todos los pueblos de la Mesoamérica precolombina.
Si bien Paul Kirchhoff dio una definición general de Mesoamérica, actualmente el mismo va más allá de simplemente criterios materiales (cultivo de maíz, empleo de algodón, politeísmo, etc.), e incluye aspectos culturales que se originaron a partir de las primeras sociedades sedentarias. Christian Duverger argumenta que la máxima expresión de la civilización mesoamericana fue la cultura mexica. Sin embargo, esta perspectiva ha sido combatida por otros autores (como López Austin, López Luján y Florescano), quienes sostienen que la civilización mesoamericana es el resultado de la participación de múltiples pueblos con diferentes creencias. A pesar de la diversidad étnica, Mesoamérica alcanzó un grado de relativa homogeneidad gracias a los contactos existentes entre las diferentes regiones por virtud de los intercambios comerciales o las campañas militares.
Calendario de 260 días
El calendario de 260 días el cual era llamado Xihuitl o civil, agrupado en 13 meses de 20 días, al cual se le daba el nombre de Tonalpohualli entre los pueblos centrales, Tzolkin entre los mayas y Pije entre los zapotecas., cuyo inicio fue a partir del 1.200 a. C., refleja la evolución del uso de la medición del tiempo, no sólo para saber qué días hay que cultivar, qué celebraciones religiosas se debían de realizar, cuál era el movimiento de los astros; sino que también era usado con fines adivinatorios y de establecimiento de los diversos destinos de los hombres.
Los nombres usados para identificar tanto los días como los meses y los años en el mundo mesoamericano proviene en gran parte de la visión mágico – religiosa que tuvieron los habitantes de Mesoamérica del medio natural con el cual convivían a principios del período Preclásico Temprano: animales, flores, los astros y la muerte. La presencia de este calendario está en todas las zonas culturales mesoamericanas: desde los olmecas, la región de Oaxaca, la zona Maya y el Altiplano Central.
Escritura glífica
La escritura glífica y su estudio han pasado por diversas etapas. Desde un principio se discutió si el sistema glífico mesoamericano (excluyendo el sistema maya) era una muestra de un sistema de signos que expresaban ideas, principalmente religiosas. Un sistema que no utiliza la fonética. En relación con el uso de elementos pictográficos y su relación con los iconos, la escritura mesoamericana siempre manejó una gran variedad de significados, no sólo una visión artística, sino también religiosa y cultural. Los glifos comprenden personajes, animales, calendáricos, topónimos de lugares, entre otros, que están presentes en todas las culturas mesoamericanas, incluso en Teotihuacan, donde las imágenes son bellas y elaboradas artísticamente. Los glifos que predominan son los pictográficos e ideográficos.
La utilidad de la escritura entre los mesoamericanos fue variada: sirvió para permitir la interpretación de las señales enviadas por los astros en relación con el nombre y destino de las personas. Otro uso fue para la explicación tanto de los mitos e historias de los pueblos, que eran plasmados en los glifos, fuera en piedras o en manuscritos. Este trabajo era realizado por los sacerdotes, quienes eran los únicos que podían comprender las imágenes.
Pero un uso muy importante fue la escritura que era usada por los gobernantes para legitimar su poder. La mesoamericana fue una escritura plasmada en monumentos públicos, pinturas murales, estelas y estructuras piramidales, que dan a toda persona común una simple explicación del poder de sus señores, una especie de propaganda.
Ofrendas a la tierra
El enterrar ricas ofrendas dadas a la tierra, en los centros ceremoniales, proviene desde los tiempos del inicio del sedentarismo de los grupos otrora nómadas. Delimitar el espacio ceremonial y territorial para establecer un orden cósmico en la tierra, para justificar el dominio de las clases gobernantes hacia el resto de la sociedad.
Una alabanza a los dioses primigenios: el viejo fuego proveniente de los volcanes, y la Madre–Tierra. Ofrendas que son demostradas a todo individuo perteneciente a una sociedad mesoamericana a través de un túmulo de tierra, posteriormente las construcciones monumentales de tipo piramidal.
Las ofrendas son importantes para el centro ceremonial: le dan el poder ideológico y religioso. Si se cuenta que se dan saqueos de ofrendas, significa algo más que búsqueda de riquezas: es debilitar y erradicar ese poderío religioso y político al centro ceremonial. Las ofrendas tienen significado, cuál, aún no se sabe con certeza, pero se tiene por sostenido que cada objeto tiene un poder mágico, independientemente de si los objetos de la ofrenda son de reciente elaboración o son mucho más antiguos que la ofrenda.
Sacrificios humanos
Al hablar del sacrificio humano, no se trata simplemente de matar por gusto. El acto de sacrificar tiene un gran significado religioso – político. El sacrificio significa la renovación de la energía cósmica divina. Los dioses dieron la vida al hombre, sacrificando la suya propia. El hombre deberá de entregar su vida para mantener el orden divino establecido.
La sangre significa la vida en la creencia mesoamericana: la sangre humana es el líquido que satisface la sed de los dioses (en este caso el dios Sol), la sangre tiene un porcentaje de la sangre de los dioses. Con la sangre revitaliza no sólo a las divinidades, sino también a la tierra, las plantas y los animales (por ejemplo, al águila y al jaguar). La sangre es como el agua, necesaria para la vida terrenal y la vida celestial.
Y esta obligación de revitalizar el orden cósmico se ve reflejado en las sociedades mesoamericanas a través de las imágenes que evocan el sacrificio: águilas y jaguares devorando corazones humanos; la presencia de círculos de jade o chalchihuites que representan corazones; imágenes que a la vez reflejan petición de lluvia y a la vez petición de sangre, con un mismo propósito: reponer la energía divina; la presencia de plantas y flores que simbolizan a la vez a la naturaleza y a la sangre brotando vida.
¿Qué importancia tiene el sacrificio en los aspectos sociales y religiosas de las culturas mesoamericanas? Primero, la presencia de la muerte convertida en dios. La muerte es la consecuencia del sacrificio del hombre, pero no es el fin: es la continuación del ciclo cósmico. La muerte genera vida, la energía divina es liberada tras la muerte y regresada a los dioses, para que éstos generen nueva vida. Segundo, justifica la guerra, ya que en esta actividad se obtienen los sacrificios más valiosos: los guerreros que poseen la energía necesaria para fortalecer a los dioses en sus constantes actividades divinas. La captura de prisioneros y la guerra se convierten a la vez en un medio de ascensión en la escala social, y se convierte en un juego divino. Tercero, justificar el control del poder real, de dos sectores de las sociedades mesoamericanas: los sacerdotes, que controlan la ideología religiosa; y los guerreros, que suministran los sacrificios a las ceremonias a través de la guerra y la conquista de territorios (con sus tributos correspondientes).
La gran extensión del panteón mesoamericano se dio gracias a la incorporación de elementos ideológicos – religiosos nuevos a la primigenia religión Fuego – Tierra – Agua – Naturaleza. La importante incorporación de las divinidades astrales (sol, estrellas, constelaciones, Venus) y su representación en esculturas antropozoomorfas antropomorfas, zoomorfas o formas de objetos cotidianos.
Las cualidades de los dioses y sus atributos fueron cambiando a través del tiempo y de la influencia cultural de otros grupos mesoamericanos. Dioses que a la vez son tres entes cósmicos diferentes y a la vez son solo uno. La religión mesoamericana tiene una característica importante: la existencia del dualismo entre las divinidades. El enfrentamiento entre polos opuestos: positivo, ejemplificado con la luz, lo masculino, la fuerza, la guerra, el sol, etc.; y lo negativo, la oscuridad, lo femenino, el sedentarismo, la paz, la luna, etc.
Sistema dualista de pensamiento
Hay que entender por pensamiento dualista a la capacidad que tienen los indígenas de pensar los contrarios bajo una modalidad única, y el espíritu mesoamericano está marcado por éste, tanto en la religión y la política como en las creencias populares y los comportamientos cotidianos. Este pensamiento nace de la superposición de los nahuas y los autóctonos, es decir, de una fusión cultural entre ambos; existen un sinnúmero de manifestaciones en torno a este tipo de pensamiento, pero solamente se tomarán los ejemplos más representativos: el nagualismo y el juego de pelota.
Nahualismo
Se conoce como nahualismo a la capacidad que tiene el ser humano de recubrirse con un aspecto animal, o la práctica del Nahual. Esta palabra se le da por un lado a la encarnación animal de un hombre y por el otro al hombre que tiene el poder de encarnarse en ese animal, pero lo que hay en el fondo de esta creencia es la afirmación de que se puede ser hombre y animal a la misma vez; además es estrictamente individual no como en el totemismo que tiene un valor colectivo. Existen nahualli muy conocidos como el jaguar y el águila; también de animales más modestos como el perro, el armadillo, el tlacuache, etc
Dentro del arte prehispánico, el nahualismo ha recibido diversas formas de interpretación, la primera forma es poco entendible para nosotros, ya que se tiene la impresión de estar frente a un armadillo o a un jaguar, pero en realidad lo que representa es un nahualli de un dios o un soberano. La segunda forma se presenta más directa, el hombre y su doble se representan juntos como una criatura antropozoomorfa, es decir, una parte de humano ya sea la cabeza, los brazos; y una parte de animal como pueden ser patas, pico, cola, etc. El nahualismo es una idea típica de Mesoamérica por la que se designa exclusivamente a la relación hombre-animal.
Juego de pelota
El juego de pelota es uno de los rasgos culturales más importantes de Mesoamérica. No se trata de un deporte aunque por su nombre la mayoría de las veces es asociado a este término. Hay que entenderlo como un rito y el terreno donde se juega está siempre ubicado entre centros ceremoniales. Este juego tenía una esencia cósmica, a éste se le relacionaba con el movimiento solar y con el movimiento del universo; dicho movimiento se representaba con la ayuda de la pelota, la cual era de hule endurecido que lo sacaban de la savia de una higuera; utilizaban principalmente este material por la capacidad de rebotar.
En el juego existían muchas reglas, pero éstas cambiaban según las regiones donde se practicaba. Había uno en donde solamente se podía jugar con las manos, otro en que empleaban las caderas y los codos, o bien uno en el que se utilizaba solamente bate. Para cada tipo existían diferentes terrenos: uno con banquetas para que la pelota rebotara a la altura de la cadera, otro con el suelo removido. En general todos los campos tenían la forma de I y en los extremos se podía encontrar uno cabezas de aves como en Copán o grandes anillos por los cuales tenía que atravesar la pelota, como en Xochicalco. El juego de pelota concluía con un sacrificio humano, lo que no se sabe es si el sacrificado era el capitán del equipo ganador o del perdedor; que en la mayoría de los casos eran prisioneros de guerra.
Magia y lógica
Medicina
En cuanto al saber mesoamericano, se lo puede encontrar en dos principales ejes: el espíritu mágico y el espíritu lógico, los cuales, a pesar de ser distintos, coexistían. En el ámbito de la medicina se tenían dos escuelas: una de tradición chamánica; entendiendo por chamán a un sacerdote curandero que se ocupaba de ciertas enfermedades, la más frecuente de ellas era la pérdida del alma. El chamán recurría para la recuperación de sus pacientes a los psicotrópicos (peyote, tabaco, frijoles rojos cargados de mezcalina) y a las manipulaciones mágicas (encantamientos, ofrendas).
La otra medicina consistía de un saber pragmático. En Mesoamérica había curanderos que sabían tratar las fracturas, curar y vendar heridas; e incluso se practicaban ciertas intervenciones obstétricas. Además, también curaban con plantas o bien utilizando el principio activo de la aspirina, que para este tiempo ya conocían y extraían de la corteza del sauce.
Matemáticas
En cuanto a las matemáticas no las veían como simples números, sino más bien le daban un valor y un contenido simbólico y esto gracias al pensamiento dualista. El sistema mesoamericano era vigesimal, es decir, constaba de una base 20 y los números se representaban por medio de puntos que valían uno y barras que le daban un valor de 5. Este tipo de aritmética se combinaba con una numerología simbólica: el 2 se relaciona con el origen, pues todo origen se toma como desdoblado; el 3 con el fuego doméstico; el 4 ligado a las cuatro esquinas del universo; el 5 expresando la inestabilidad; el 9 hace referencia al mundo subterráneo, y a la noche; el 13 es el número de la luz; el 20 de la plenitud y el 400 del infinito.
Una de las grandes contribuciones a las matemáticas, sobre todo de los mexicas, fue la invención del Nepohualtzitzin que es un ábaco utilizado para realizar operaciones aritméticas de manera rápida. El dispositivo, fabricado con madera, hilos y granos de maíz, también es conocido como "computadora azteca".Los mayas fue la primera civilización de mesoamerica que tuvo en las matemáticas el número cero
Astronomía
Con lo que respecta a la astronomía, ésta nace con la observación de los astros y de la construcción simbólica de la vida cósmica. Los mesoamericanos comprendieron que el cielo se organizaba mediante ciclos regulares originando una sucesión de estaciones y fenómenos astronómicos. Asociaban figuras como animales, plantas, con la diferentes constelaciones. Los conocimientos astronómicos se fueron acumulando a lo largo de milenios. Este proceso tiene su culminación con la invención del calendario (cuyas raíces se encuentran en el período Preclásico Medio), no apoyado tanto en la observación de los astros, sino en la aritmética:
"Los mesoamericanos prefirieron construir un calendario más abstracto, basado en las correlaciones entre los distintos cómputos, de estructura más aritmética que astronómica. Por ejemplo sorprende que hayan preferido el año de 360 días 18 meses 2 días al año de 365 días de la cuenta larga maya”. (Duverger 1999: 71).
Espacio tiempo simbólico
Estos dos términos lo asocian a los cuatro puntos cardinales, el espacio y el tiempo son ligados al calendario, asegurando así la rotación de cualidades que tiene el espacio. Es decir, en Mesoamérica, una fecha o un acontecimiento siempre estaba vinculado a una dirección del universo y el calendario expresa una topografía simbólica característica peculiar de este período. Los días estaban asociados, según su nombre, a un punto cardinal que les confería un significado mágico.
- Los signos del oriente son: cocodrilo, serpiente, agua, caña, movimiento. Al oriente se asocian la idea de fecundidad vegetal o, en otras palabras, la exuberancia tropical; también se le vincula con el mundo de los sacerdotes.
- Los signos del norte son: viento, muerte, perro, jaguar, pedernal. Este punto contrasta con el oriente porque simbólicamente es árido, frío y opresivo. Se le considera como la parte nocturna del universo, como la morada de los muertos. El perro (xoloitzcuintle) aquí tiene un significado muy singular, ya que es el que acompaña al difunto durante el viaje y le hace cruzar el río de ultratumba que lo conduce hacia la nada.
- Los signos del oeste son: casa, venado, mono, águila, lluvia. Es un rumbo asociado con el ciclo de vegetación, específicamente con el ecosistema de tierras altas templadas, con lluvia delgada y cambio de estaciones.
- Los signos del sur son: conejo, lagartija, hierba seca, zopilote, flor. Se relaciona por un lado con el Sol luminoso y caliente del medio día, por el otro con la lluvia repleta de bebida alcoholizada. El conejo, símbolo principal, está asociado con los agricultores y el pulque.
Con esto se puede decir que una característica mesoamericana es la geografía simbólica, la cual lleva a cualidades imaginarias y no a un lugar en específico; si fuera así entonces estos signos no se aplicarían a Mesoamérica en general sino existirían un sinnúmero para cada zona topográfica.
Territorio y centros ceremoniales
Los centros ceremoniales son la base de las poblaciones de Mesoamérica. Éstos determinan la existencia del urbanismo, que no es más que una porción del espacio que caracteriza a los centros ceremoniales, que a su vez constituyen el corazón del espacio sagrado. Los centros tienen como función orientar el espacio y transmitir esta orientación al espacio que los rodea. Las ciudades con su centro ceremonial constituían siempre la entidad política y cada hombre se podía identificar según la ciudad en que vivía.
“No hay hombre tribal, el etnocentrismo natural de los pueblos hace que prácticamente todos se autodesignen como los hombres. Por otra parte la pluralidad étnica de mesoamérica no permite asociar una etnia y un territorio; así la ciudad es la que crea la identidad: ser mexica significa habitar en México; ser zapoteco en Zapotlán”. (Duverger, 1996: 77)
Los centros ceremoniales siempre eran construidos para ser vistos. Las pirámides eran construcciones que sobresalían del resto de la ciudad, para manifestar a sus dioses y sus capacidades. Otro rasgo característico de los centros ceremoniales son los sedimentos históricos. Toda construcción ceremonial era construida en varias fases constructivas, una sobre la otra, de suerte que lo que se observa en la actualidad suele ser la última etapa de la construcción. En pocas palabras los centros ceremoniales son la traducción arquitectónica de la identidad de cada ciudad proyectada en la veneración a sus dioses y amos.
Viaje al más allá
En este período se concebían varios tipos de más allá y por ende practicaban varios tipos de funerales: simples o múltiples, fosas, cámaras mamposteadas, urnas, etc. Además de esto también practicaban la cremación, pero hoy se sabe que según el rango social que ocupara una persona, o el tipo de muerte que se tuviera, eran ambos factores los que determinaban el tipo de entierro. Con todo esto se llegaba a una conclusión: la idea de un viaje post mórtem, y la tumba era el punto de partida al más allá. Los mesoamericanos creían en tres destinos: el viaje celeste aquí solamente se encontraban los que habían muerto en el campo de batalla, en la piedra de sacrificios o las mujeres muertas en el parto. Este destino se conocía como Cincalco (casa del maíz). El segundo era el viaje al inframundo que consistía en una peregrinación subterránea que conduciría a los muertos al extremo norte del mundo. Este lugar se llamaba Mictlán (lugar de los muertos). El tercer destino era el viaje hacia el paraíso del sol, que se encontraba con dirección este. Se trataba de un sitio dominado por el sol, y en náhuatl se le daba el nombre de Tonatiuhichan (casa del sol).
En cada entierro se tenía que colocar alimento y bebidas depositados en instrumentos de barro para que el muerto se pudiera alimentar durante el viaje; también se colocaban máscaras para protegerlos del frío; y en la actualidad algunos indígenas colocan pesos entre los dedos del difunto para poder cubrir los viáticos durante el camino.
Arte político-religioso
La expresión artística estaba condicionada por la ideología, que mezclaba tanto la religión como el poder; gran parte de las obras que sobrevivieron a la conquista eran monumentos públicos. Este tipo de arte fue hecho principalmente para ser visto, el cual constituía la clave para la cuenta del tiempo, la grandeza de la ciudad y la veneración de los dioses. Existe, además de éste, otro tipo de arte prehispánico que tiene que ver con el aspecto oculto; se diferencia del primero en cuanto no puede ser observado sino que su valor está en lo que representa, por ejemplo, la vasijas de barro que eran utilizadas en los entierros o las caras invisibles de estatuas.
El arte quedaba en el anonimato, ya que nunca se encontró alguna firma del que lo realizaba; además, se decía que era un arte abstracto, pero no refiriéndose a lo figurativo sino en el sentido de que está desconectado de cualquier referencia naturalista.
Aparte de todo esto, al arte precortesiano se le consideraba también hiperintelectual, capaz de liberarse de toda obligación realista. Siguiendo con esta idea surgen dos observaciones: la primera se refiere a la imagen austera que la arqueología le ha designado: por lo regular se tenía una preferencia hacia las cosas nobles, objetos de museos; y a las piedras perecederas al tiempo se les mostraba antipatía, aunque si bien es cierto esto último es esencial para los centros ceremoniales mesoamericanos.
La segunda observación se refiere al problema de las falsificaciones que se dieron y que aún lo siguen haciendo. La inspiración de éstos juega un papel importante dentro de esta problemática puesto que han tenido que inventar diseños nuevos para así poder venderlos entre coleccionistas, obviamente a éstos les llamará la atención algo novedoso. Todo esto trae como consecuencia una mala comprensión del arte en Mesoamérica.
Organización material
El Estado
Mesoamérica surge con las primeras manifestaciones de la cultura olmeca en el año 1200 a. C., las cuales señalan, contaban con una sociedad estatal. Estas sociedades constan de un sistema de poder y una división de trabajo muy elaborados; la organización territorial se basa en torno a la ciudad que se sitúa en torno a un centro ceremonial; también tenían monedas de cambio: plumas, piezas de algodón, semillas, granos; posteriormente se introdujo el metal añadiéndolo a esto.
Maíz y agricultura
Mesoamérica se considera hija del maíz y no hubiera alcanzado su desarrollo sin este producto; por esto constituye la pieza más importante tanto en la vida cotidiana como en el ámbito religioso y más que un recurso natural es visto como el rasgo principal de la agricultura. En cuanto a su alimentación se basaba en la recolección, en la caza y en la pesca; consumían quelites, fruta, frutas de cactáceas como la pitaya, la tuna, gusano de maguey; además consumían frutas como la piña, la papaya, el mamey. Cazaban iguanas, ranas, serpientes; además consumían moluscos. Con esto se puede ver que su alimentación era muy variada y rica en nutrientes.
Cronología
La complejidad de los desarrollos paralelos de los diversos pueblos mesoamericanos es un factor que ha llevado a los especialistas a plantearse la pertinencia de una única cronología para toda Mesoamérica. Esta realidad compleja, tanto en el tiempo como en el espacio, puede dar alguna luz acerca de la diversidad de cronologías que han aparecido para abordar diacrónicamente el devenir de la civilización mesoamericana.
Las primeras tentativas de periodización para la región aparecen en el siglo XIX, con el asombro de los viajeros estadounidenses y europeos ante los restos olvidados de las antiguas ciudades mesoamericanas —especialmente las del Área Maya—. La cronología más común para la historia mesoamericana divide a la historia precolombina de esta región del mundo en tres grandes períodos, el Preclásico, el Clásico y el Posclásico. Esta periodización ha sido criticada por varios autores,[1] especialmente porque tiene su origen en una analogía entre la cronología empleada para la Antigua Grecia y el proceso civilizatorio que tuvo lugar en Mesoamérica antes de la llegada de los españoles.[2]
A pesar de las críticas, la periodización tradicional para Mesoamérica es de amplio uso en el mundo académico, aunque las fechas y caracterizaciones de cada uno de los tres grandes períodos pueden variar un poco. Aquí se ha elegido la periodización que aparece en El pasado histórico, obra de Alfredo López Austin y Leonardo López Luján.[3] Dicha cronología apunta al desarrollo de la cerámica más antigua como hito inicial de la civilización mesoamericana (siglo XXV a. C.) y señala como su conclusión la conquista de la América Media por parte de los españoles en la tercera década del siglo XVI. Hay que enfatizar que las fechas son aproximadas y no sólo pueden tomarse como una primera aproximación. Cada una de las regiones que constituyen a Mesoamérica y cada uno de sus pueblos tuvo una historia particular cuyos procesos específicos difícilmente podrían ser captados por una cronología, que es sólo un modelo interpretativo.[4]
Línea del tiempo
Historia
Período Preclásico
Mesoamérica comienza un prolongado proceso de sedentarización plena a partir del siglo XXVI a. C., aunque la agricultura —que fue la base de la economía de todos los pueblos mesoamericanos y el factor principal que favoreció su sedentarismo— fue descubierta varios milenios antes.[5] Se toma como comienzo de la civilización mesoamericana la aparición de la cerámica, cuyos vestigios más antiguos corresponden a los hallazgos de Puerto Marqués (en la costa de estado de Guerrero, siglo XXVI a. C.)[6] y a la fase Purrón del Valle de Tehuacán (centro de México, siglo XXIV a. C.).[7] Estos tempranos testimonios de la tecnología cerámica en Mesoamérica —que además son fuente de controversia entre los especialistas[8]— concentrados sólo en algunos sitios como los señalados, han motivado entre algunos autores la opinión de que la aparición de estos materiales se debe probablemente a un vínculo entre los pueblos de la costa del Ecuador y los primeros mesoamericanos.[9]
De acuerdo con la cronología adoptada en este artículo, el período al que se hace alusión se divide en tres grandes etapas: Preclásico Temprano (ss. XXV-XV/XII a. C.), Preclásico Medio (ss. XII-IV a. C.) y Tardío (ss. IV a. C.-II d. C.).[10] Durante la primera etapa, se generaliza la manufactura de la cerámica en toda la región, se consolidó la agricultura del maíz y otras hortalizas y dio inicio un proceso de estratificación social que concluye con la aparición de las primeras sociedades estratificadas en la costa del golfo de México y el Pacífico de Guatemala. En el preclásico temprano, la cultura Capacha fue un motor importante en el proceso civilizador mesoamericano, y su alfarería alcanzo una amplia difusión.
Hacia el año 1500 a. C., las culturas de Occidente entraron en una fase recesiva, acompañada por su asimilación entre los pueblos que habían sostenido relaciones con ellas. De este modo, surgieron Tlatilco en el valle de México y la cultura olmeca, en el Golfo. Tlatilco fue uno de los principales centros de población mesoamericanos de la época. Se especializaba en la explotación de los recursos del lago de Texcoco y la agricultura del maíz. Algunos autores suponen que Tlatilco fue fundada y habitada por los antepasados de los actuales otomíes. Por otro lado, los olmecas habían entrado en una fase expansiva, que los llevó a construir las primeras obras de arquitectura monumental en La Venta y San Lorenzo. Los olmecas intercambiaban productos tropicales de su área nuclear, y controlaban los yacimientos minerales de Guerrero y Morelos, donde establecieron varios enclaves como Teopantecuanitlán y Atlihuayán. Su influencia se hizo sentir en Nicoya, Costa Rica y toda el área Maya. El impulso de la cultura olmeca alcanzó a sus vecinos del sureste y Oaxaca, y contribuyó a las primeras fases culturales de Kaminaljuyú y San José Mogote. Esta última población cedió la hegemonía en el altiplano oaxaqueño a Monte Albán hacia final del preclásico medio. Por esa misma época, en el Bajío, florecía la cultura de Chupícuaro, mientras en el Golfo, los olmecas entraban en declive.
Entre lo grandes hitos culturales que marcaron el preclásico Medio se encuentra el desarrollo de los primeros sistemas de escritura y la numeración vigesimal en el área nuclear olmeca y Monte Albán. Durante este período, las sociedades mesoamericanas eran sociedades estratificadas. Los vínculos entre los diferentes centros de poder habían permitido la consolidación de élites regionales que controlaban la explotación de los recursos y el trabajo de las clases campesinas. La diferenciación social se basaba en la posesión de ciertos conocimientos técnicos, como la astronomía, la escritura, y el comercio. Además, en el preclásico medio, dio inicio el proceso de urbanización que definió a las sociedades del clásico. Algunos núcleos de población como Tlatilco, Monte Albán y Cuicuilco habrían de florecer en la última etapa del Preclásico, mientras que las poblaciones olmecas se contrajeron y dejaron de ser protagonistas en el área.
Hacia el final del período posclásico, la hegemonía política y comercial de la región se trasladó a los núcleos de población localizados en el valle de México. Alrededor del lago de Texcoco existían varias aldeas que terminaron por convertirse en verdaderas ciudades, como las ya mencionadas Tlatilco y Cuicuilco. La primera se localizaba en la ribera norte del lago, mientras que la segunda se ubicaba en las faldas de la serranía del Ajusco. Tlatilco mantenía fuertes relaciones con las culturas del Occidente, en tanto que Cuicuilco controlaba el comercio con el Área Maya, Oaxaca y la costa del Golfo. La rivalidad entre ambas habría de concluir con la declinación de la primera. Por otro lado, en Monte Albán, en la zona oaxaqueña, los zapotecos habían comenzado un desarrollo cultural independiente de los olmecas, reelaborando los elementos de esa cultura y adquiriendo características propias. En el altiplano de Guatemala, Kaminaljuyú avanzaba también en dirección de lo que sería la cultura maya clásica, aunque sus vínculos con el Centro y el Golfo seguían marcando las pautas de los comienzos de esa cultura. En todas las regiones de Mesoamérica, con excepción de Occidente, donde había arraigado la tradición de las Tumbas de Tiro, las ciudades se enriquecieron con construcciones monumentales realizadas sobre planes urbanísticos que sorprenden por su complejidad. De esta fecha datan la pirámide circular de Cuicuilco, la plaza central de Monte Albán y la pirámide de la Luna en Teotihuacan.
Cerca del año 0, Cuicuilco había desaparecido, y la hegemonía en la cuenca de México había pasado a Teotihuacan. Los dos primeros siglos de la era cristiana fueron el período en el que la Ciudad de los dioses habría de consolidarse como la mayor ciudad de la milenaria Mesoamérica y su principal centro político, económico y cultural en los siguientes siete siglos.
Olmecas
Durante muchos años, la cultura olmeca fue considerada la cultura madre de Mesoamérica, debido a la gran influencia que ejerció en toda la región. Sin embargo, desde las perspectivas más recientes, esta cultura es considerada más como un proceso al que contribuyeron todos los pueblos contemporáneos y que cristalizó en las costas de Veracruz y Tabasco. Aún es muy discutida la identidad étnica de los olmecas. Basados en las evidencias lingüísticas, los arqueólogos y antropólogos se inclinan a suponer que se trataba de un pueblo hablante de una lengua otomangueana; o más probablemente, de los antepasados del actual pueblo zoque que viven en el norte de Chiapas y Oaxaca. Según esta segunda hipótesis, los grupos zoqueanos habrían emigrado hacia el sur tras la ruina de los principales centros de población en la llanura del Golfo. Sea como sea, los portadores de la cultura olmeca llegaron al sotavento unos 8 mil años a.C., introduciéndose como una cuña en la franja de pueblos protomayas que habitaban la costa, hecho que explicaría la separación de los huastecos del norte de Veracruz del resto de los pueblos mayances localizados en la península de Yucatán y Guatemala.
La cultura olmeca representa un hito en la historia mesoamericana, en la medida en que varias de las características que definen a la región aparecen con esta cultura. Entre otros, se pueden citar la organización estatal, el desarrollo del calendario ritual de 260 días y el civil de 365, el primer sistema de escritura, la planificación urbana y el carácter multiétnico de sus poblaciones. El desarrollo de esta cultura comienza alrededor del siglo XIV a. C., aunque se consolida hasta el siglo XII a. C. Sus principales sitios fueron La Venta, San Lorenzo y Tres Zapotes en el área nuclear. Sin embargo, en toda Mesoamérica numerosos sitios presentan evidencia arqueológica de ocupación olmeca, especialmente en la cuenca del río Balsas, donde se localiza Teopantecuanitlán. Este sitio es sumamente enigmático, pues está fechado varios siglos antes que las principales poblaciones del Golfo, hecho que no ha dejado de causar controversia e hipótesis que sugieren que el origen de la cultura olmeca ocurrió en esta región.
Entre las expresiones culturales más conocidas de esta cultura se encuentran las cabezas colosales, esculpidas en monolitos de hasta tres metros de altura, con un peso de varias toneladas. Si se tiene en cuenta que los sitios en donde fueron localizados distan varias decenas de kilómetros de las canteras donde se obtiene el basalto, y que los pueblos mesoamericanos carecían de herramientas de fierro, la lapidaria olmeca es una verdadera proeza. Se desconoce cuál era la función de estos monumentos. Algunos autores proponen que se trataba de monumentos conmemorativos de jugadores de juego de pelota que habían sido excepcionalmente notables, o bien, que son retratos de miembros de la élite gobernante olmeca. Los olmecas también son conocidos por sus pequeñas tallas en jade (el material más apreciado de Mesoamérica), y otras tallas en basalto de dimensiones menores. Tanto las figurillas y la escultura olmeca abundan en representaciones del hombre-jaguar, que según José María Covarrubias, puede ser un antecedente del culto a la deidad de la lluvia, o quizá sea un ancestro del futuro Tezcatlipoca, en su advocación de Tepeyolohtli, el Corazón del Monte.
Se desconoce a ciencia cierta cuáles fueron los motivos de la decadencia olmeca. Se la asocia con conflictos políticos entre las élites de los principales centros de poder, y con la invasión de otros pueblos. Como se ha dicho, los zoques podrían ser descendientes de los olmecas, expulsados del área nuclear. Sin embargo, no se descarta que algunos grupos hayan llegado al valle de Oaxaca, a las tierras altas mayas o a la cuenca central de México, donde contribuyeron al desarrollo de las culturas zapoteca y maya, y al apogeo de Teotihuacan en el período clásico.
Período Clásico
El período clásico de Mesoamérica abarca de los años 200 al 900 d. C. La fecha de conclusión puede variar en cada región: por ejemplo, en el Centro de México está relacionado con la caída de los centros regionales del período Epiclásico, hacia el año 900; en el Golfo, con el declive de El Tajín, en el año 800; en el área Maya, con el abandono de las ciudades de las tierras altas en el siglo IX; y en Oaxaca, con la desaparición de Monte Albán hacia el año 850. Normalmente, el clásico mesoamericano es caracterizado como la etapa en que las artes, la ciencia, el urbanismo, la arquitectura y la organización social alcanzaron su cúspide. Esto es cierto, pero no lo es menos el hecho de que se trató de una época dominada por la presencia de Teotihuacan en toda la región, y que la competencia entre los diferentes estados mesoamericanos provocaba continuas guerras.
Esta etapa de la historia mesoamericana se divide en dos fases. La primera es conocida como Clásico Medio, y abarca del año 200 al 600 d. C. La segunda es el Clásico Tardío, que va del 600 al 800/900 d. C. El clásico temprano está dominado por Teotihuacan. De hecho comienza con la política expansionista de esta ciudad, que la llevó a controlar las principales rutas comerciales de Mesoamérica. Durante este tiempo, se consolida el proceso de urbanización que tiene su origen en los dos últimos siglos del período preclásico temprano. Los principales centros de la época son Monte Albán, Tikal y Calakmul, y desde luego Teotihuacan, que concentraba el 80 por ciento de los 200 mil habitantes de la cuenca del lago de Texcoco.
Las ciudades de esta etapa se caracterizan por su carácter cosmopolita, es decir, por su composición multiétnica, que implicaba la convivencia en un mismo núcleo de población de varias lenguas, prácticas culturales y gente proveniente de las más diversas regiones. Se intensificaron las alianzas políticas entre las élites regionales, casi todas ellas aliadas a Teotihuacan. Asimismo, la diferenciación social se hizo más evidente, una pequeña clase dominante imperaba sobre la mayor parte de la población, que estaba obligada a pagar tributos y participar en la construcción de obras públicas, como los sistemas de riego, los edificios religiosos, y las vías de comunicación. El crecimiento de las ciudades no se puede explicar sin el avance de las técnicas agrícolas y la intensificación de las redes de comercio que involucraron no sólo a los pueblos de Mesoamérica, sino a las lejanas culturas de Oasisamérica.
Las artes de Mesoamérica en este tiempo alcanzan algunos de sus picos más refinados. Especialmente notables son las estelas mayas, exquisitos monumentos conmemorativos de los sucesos relacionados con los linajes de las ciudades de las tierras altas. En Teotihuacan, por otro lado, la arquitectura hacía grandes avances: en esta ciudad se definió el estilo clásico de la construcción de basamentos piramidales, constituidos por unidades de talud-tablero. El estilo arquitectónico teotihuacano fue repetido y reelaborado en diferentes ciudades, a lo largo de toda Mesoamérica, los ejemplos más claros son la capital zapoteca de Monte Albán y la ciudad de Tikal, en el Petén guatemalteco. Siglos más tarde, mucho tiempo después del abandono de Teotihuacan, los pueblos del posclásico seguirían los patrones constructivos de Teotihuacan, especialmente en Tollan-Xicocotitlan, Tenochtitlan y Chichén Itzá.
Fueron muchos los avances científicos en esta etapa. Los mayas habían llevado a su máxima expresión el calendario y la numeración que habían heredado de los olmecas. El uso de la escritura se generalizó en toda Mesoamérica, aunque era una actividad sagrada y sólo practicada por los sacerdotes. Sobre la base del viejo sistema de escritura olmeca, otros pueblos desarrollaron la suya propia, siendo los casos más notables los de la cultura ñuiñe y los zapotecos de Oaxaca. La observación astronómica se convirtió en un asunto de la más vital importancia por su relación con la agricultura, base económica de la sociedad mesoamericana.
El período clásico temprano concluye con el declive de Teotihuacan. Este hecho permitió el florecimiento de centros regionales de poder que competían por el dominio de las rutas comerciales y la explotación de los recursos del medio ambiente. De esta manera dio inicio el período Clásico Tardío, que algunos autores llaman Epiclásico. Como se ha dicho, se trata de un período de fragmentación política, en el que ninguna ciudad tenía la hegemonía total. En este período ocurren varios reacomodos de población, derivados de las incursiones de grupos aridoamericanos y norteños, que empujaron a los viejos pobladores de Mesoamérica hacia el sur. A esto, hay que sumar las migraciones de pueblos sureños que terminarían por establecerse en el Centro de México, como los olmeca-xicalanca, procedentes de la península de Yucatán y fundadores de Cacaxtla y Xochicalco.
En el área Maya, Tikal, el antiguo aliada de Teotihuacan, había acompañado a la metrópoli en su decadencia. En su lugar, emergieron las ciudades de Palenque, Copán y Yaxchilán. Éstas y otras ciudades-estado de la región se enfrentaron en sangrientas guerras que serían la ruina de la civilización maya clásica. Hacia el final del período tardío, los mayas habían abandonado la cuenta del tiempo en el calendario de Cuenta Larga, y muchas de sus ciudades fueron incendiadas y abandonadas a la selva. Mientras tanto, en Oaxaca, Monte Albán conocía su período de mayor esplendor, aunque finalmente sucumbiría hacia el siglo IX, por razones que todavía son desconocidas. Su suerte no fue muy diferente de otras ciudades como La Quemada o en el norte, Teotihuacan en el centro: fue incendiada y abandonada. En el último siglo del período clásico, la hegemonía en el valle de Oaxaca se había trasladado a Lambityeco, unos kilómetros al oriente.
Como queda dicho, hacia el final del clásico tardío numerosos pueblos del norte penetraron en el corazón de Mesoamérica, y habían llegado para quedarse. Entre estos pueblos venían los nahuas, que serían fundadores de las ciudades de Tollan-Xicocotitlan y Tenochtitlan, las dos capitales más importantes del período posclásico.
Teotihuacan
La ciudad de los dioses, tal cual es el significado de Teotihuacan en lengua náhutal, tuvo sus inicios hacia el final del período preclásico. De sus fundadores no se sabe nada a ciencia cierta, aunque se supone que los otomíes tuvieron un papel importante en el desarrollo de la ciudad, como en la cultura arcaica del valle de México, representada por Tlatilco. En sus inicios, Teotihuacan compitió con Cuicuilco por la hegemonía en la cuenca. Para esta batalla política y económica, Teotihuacan se apoyaba en su control de los yacimientos de obsidiana de la sierra de las Navajas, en el actual estado de Hidalgo. Tampoco se ha determinado la causa de la declinación de Cuicuilco, pero se sabe, en cambio, que buena parte de sus antiguos pobladores se fueron a radicar a Teotihuacan unos años antes de la erupción del Xitle, que enterró la aldea sureña bajo la lava.
Una vez sin competencia en la ribera sur del lago, Teotihuacan conoció una fase de expansión que la llevó a ser una de las mayores ciudades de su tiempo, no sólo en Mesoamérica, sino en el mundo entero. En su crecimiento, atrajo a la inmensa mayoría de los habitantes del valle en la época. Los teotihuacanos eran sumamente dependientes de la actividad agrícola, principalmente del maíz, el frijol y la calabaza, la triada agrícola mesoamericana. Sin embargo, su hegemonía política y económica estaba basada en dos productos extranjeros, sobre los cuales tenía el monopolio: la cerámica Anaranjado, producida en el valle Poblano-Tlaxcalteca, y los yacimientos minerales de la sierra hidalguense. Ambos eran artículos muy apreciados en toda Mesoamérica, y la intercambiaban por mercancía suntuaria y de primera necesidad, proveniente de lugares tan lejanos como Nuevo México o Guatemala. Por ello, Teotihuacan se convirtió en el nodo de la red comercial mesoamericana. Como aliados tenía a Monte Albán y Tikal en el sureste, Matacapan en la costa del golfo, Altavista en el norte, y Tingambato en el occidente.
Los teotihuacanos refinaron el panteón mesoamericano, cuyos orígenes datan de los tiempos olmecas. especial importancia tuvieron los cultos de Quetzalcóatl y Tláloc, deidades agrícolas. Los intercambios comerciales propiciaron la difusión de estos cultos entre las sociedades mesoamericanas, que los retomaron para reelaborarlos luego. Se pensaba que la sociedad teotihuacana desconocía la escritura, pero como demuestra Duverger, la escritura teotihuacana lleva a un punto extremo la pictografía, que provoca una confusión entre escritura y pintura.
La caída de Teotihuacan está asociada a la emergencia de ciudades-estado en los confines del área Centro de México. Se sospecha que éstas florecieron debido al declive de Teotihuacan, aunque es muy posible que haya ocurrido lo contrario: que las ciudades de Cacaxtla, Xochicalco, Teotenango y El Tajín hayan cobrado fuerza primero, y luego estrangularan a Teotihuacan, atrapada en el centro de la cuenca y sin acceso a las rutas comerciales. Esto ocurrió hacia el año 600 d. C., y aunque la población siguió ocupada un siglo y medio más, finalmente fue destruida y abandonada por sus pobladores, que se refugiaron en sitios como Culhuacán y Azcapotzalco, en las orillas del lago de Texcoco.
Mayas del Clásico
Los mayas fueron creadores de una de las culturas mesoamericanas más conocidas. Algunos autores como Michael D. Coe opinan que la cultura de los mayas es por completo diferente del resto de los pueblos mesoamericanos. Sin embargo, muchos de los elementos culturales presentes en los mayas son comunes al resto de Mesoamérica, como el uso de dos calendarios, la numeración vigesimal, el cultivo de maíz, los sacrificios humanos y ciertos mitos como el Quinto Sol, o cultos, como del de la Serpiente Emplumada y la deidad de la lluvia, que en maya se llama Chaac.
Los inicios de la cultura maya se remontan al desarrollo de Kaminaljuyú, en el período preclásico medio. Sin embargo, sus rasgos característicos no aparecieron sino hasta el primer siglo de la era cristiana, y son deudores de los olmecas del golfo que habían emigrado hacia las tierras altas de Chiapas y Guatemala. La evidencia arqueológica indica que los mayas no formaron nunca un Estado unido; más bien, estaban organizados en pequeños cacicazgos que se hacían la guerra mutuamente. De hecho, López Austin y López Luján señalan que si algo caracterizó a los mayas del clásico fue su gran belicosidad. Probablemente fueron un pueblo con mayor vocación guerrera que lo teotihuacanos, y esto vendría a echar por tierra la imagen de una sociedad pacífica y entregada a la contemplación religiosa que se tiene corrientemente de los mayas. Desde luego, practicaron el sacrificio humano y el canibalismo ritual, como lo confirman los murales de Bonampak, una de sus ciudades más importantes.
La aparición de las grandes ciudades mayas fue tardía en comparación con el resto de Mesoamérica. En contraste, el desarrollo de la escritura y el calendario fueron bastante precoces, y algunos de los monumentos conmemorativos más antiguos proceden de sitios localizados en la región. Hace algunos años, los arqueólogos suponían que las zonas arqueológicas de los mayas sólo habían fungido como centros ceremoniales, y que la población llana vivía en aldehuelas ubicadas alrededor de ellos. Sin embargo, las excavaciones más recientes indican que los sitios mayas contaban con servicios urbanos tan complejos como los de Teotihuacan (drenaje, acueductos, pavimentos). La construcción de estos sitios se realizó sobre la base de una sociedad altamente estratificada, dominada por la clase sacerdotal, que al mismo tiempo era la élite política.
Esta élite controlaba la agricultura, que se practicaba mediante el sistema de roza; y, como en el resto del área mesoamericana, imponía a los estratos más bajos de la población impuestos en especie y en mano de obra, que permitieron concentrar recursos suficientes para la construcción de los monumentos públicos que legitimaban el poder y la estratificación de la sociedad. Durante el período clásico, la élite política maya sostuvo fuertes lazos con Teotihuacan, Tras la caída de Teotihuacan, TIkal también entró en recesión, y su poderío pasó a manos de otras ciudades localizadas en la ribera del río Usumacinta, como Piedras Negras, Palenque. Sin embargo, algo que contradice el dominio militar teotihuacano en Tikal, es el hecho de que el apogeo de construcción en Tikal, es después del 700 DC, cuando Teotihuacán cayó. Finalmente, parece que la gran sequía que azotó Centroamérica en el siglo IX dio al traste con el sistema político maya, hecho que ocasionó revueltas populares y el derrocamiento de los grupos dominantes. Muchas ciudades fueron abandonadas y de ellas no se volvió a saber hasta el siglo XIX, cuando los descendientes de los mayas condujeron a los arqueólogos estadounidenses y europeos hasta las ciudades que la selva se había tragado.
Periodo Epiclásico
Luego del ocaso de Teotihuacan se originó una fuerte inestabilidad política entre las diversas sociedades del Altiplano Central, las cuales de forma directa o indirecta estaban controladas e influenciadas por Teotihucan. Entre el 650 y el 1000 hubo un periodo de transición de centros regionales de poder de índole militarista que dominaron entidades políticas menores y que consolidaron las características posteriores del Posclásico. En este periodo se configuran en definitiva sociedades hostiles eminentemente militaristas que rompen la estabilidad impuesta por la hegemonía teotihuacana y resultado de movimientos demográficos de importancia. En este periodo se desarrollaron urbes como Cacaxtla, Xochicalco, Tula Chico, Cantona y Cholula.
Período Posclásico
El período Posclásico abarca el período comprendido entre el año 900 y la conquista de Mesoamérica por los españoles, ocurrida entre 1521 y 1697. Se trata de un período donde la actividad militar cobra gran importancia. Las élites políticas asociadas a la clase sacerdotal fueron relevadas de su cargo por los grupos guerreros. A su vez, por lo menos medio siglo antes de la llegada de los españoles, los guerreros iban cediendo sus posiciones de privilegio a un grupo muy poderoso que nada tenía que ver con la estructura nobiliaria: los pochtecas, comerciantes que se hicieron con gran poder político en virtud de su poder económico.
El período posclásico se divide en dos partes. La primera es el posclásico temprano, que abarca los siglos X al XIII, y es caracterizdo por la hegemonía tolteca de Tollan-Xicocotitlan (Tula). El siglo XII marca el inicio de la etapa tardía del posclásico, que inicia con la llegada de los pueblos chichimecas, emparentados lingüísticamente con los toltecas y los mexicas que llegaron a establecerse en el valle de México en el año 1325, luego de una larga peregrinación de dos siglos desde Aztlán, un sitio del que se desconoce su ubicación precisa. Muchos de los cambios sociales que se observan en este período final de la civilización mesoamericana están relacionados con los movimientos migratorios de los pueblos norteños. Estos pueblos provenían de Oasisamérica, Aridoamérica y la zona Norte de Mesoamérica, empujados por un cambio climático que amenazaba su subsistencia. Las migraciones de los norteños provocaron a su vez, el desplazamiento de pueblos asentados desde siglos en el área nuclear mesoamericana; algunos de ellos llegaron hasta Centroamérica.
Fueron numerosos los cambios culturales que ocurrieron en este tiempo. Uno de ellos fue la generalización de la metalurgia, que llegó importada desde Sudamérica, y cuyos restos más antiguos proceden, como los de la cerámica, del Occidente. El conocimiento de los metales por parte de los pueblos mesoamericanos no alcanzó un gran desarrollo, más bien, su uso fue muy limitado (algunas pocas hachas de cobre, agujas, y sobre todo adornos corporales). Las técnicas más refinadas de la metalurgia mesoamericana fueron desarrolladas por los mixtecos, que produjeron artículos suntuarios de exquisitamente trabajados. También la arquitectura vio notables avances. Se introdujo el uso de clavos arquitectónicos para sostener los recubrimientos de los templos, fue mejorado el mortero para la construcción, se introdujo el uso de columnas y techos de piedra, que sólo habían sido empleados en el área Maya en el clásico. En la agricultura, los sistemas de riego se hicieron más complejos; y en el valle de México, en especial, la técnica de las chinampas fue llevada a su máxima expresión por los mexicas, que construyeron sobre ellas una ciudad de 200 mil habitantes.
El sistema político enfrentó también transformaciones importantes. Durante el posclásico temprano, las élites políticas con vocación guerrera se legitimaban por medio de su adhesión a un complejo de creencias religiosas que López Austin llama zuyuanidad. Según esto, las clases dirigentes se proclamaban a sí mismas descendientes de la Serpiente Emplumada, una de las potencias creadoras y héroe cultural en la mitología mesoamericana. Asimismo, se declaraban herederas de una ciudad no menos mítica, llamada Tollan en nahua, y Zuyuá en maya (de donde toma el nombre el complejo descrito por López Austin). Muchas de las capitales importantes del período se identificaban con este topónimo (como Tollan-Xicocotitlan, Tollan Chollollan, Tollan Teotihuacan). Aunque por mucho tiempo se identificó a la Tollan del mito con la Tula de Hidalgo, Enrique Florescano y López Austin señalan que no hay razón para ello. El primero dice que la Tollan mítica es Teotihuacan, y el segundo argumenta que Tollan es parte del imaginario religioso de los mesoamericanos. Otra de las características del complejo zuyuano es la formación de alianzas entre diferentes ciudades-estado, dominadas por grupos afines a la ideología zuyuana; tal es el caso de la Liga de Mayapán en Yucatán, o la confederación mixteca de Ocho Venado en la sierra oaxaqueña. Estas sociedades del posclásico temprano se caracterizaron por su carácter militar y por su composición multiétnica.
Sin embargo, la caída de Tollan-Xicocotitlan puso en jaque el sistema zuyuano, que finalmente concluyó con la disolución de la Liga de Mayapán, el Estado mixteco y el abandono de Tula. Mesoamérica recibió nuevas migraciones del norte, y aunque los grupos recién llegados estaban emparentados con los antiguos toltecas, tenían una ideología por completo diferente. Los últimos en llegar fueron los mexicas, que se establecieron en un islote del lago de Texcoco bajo dominio de los tecpanecas de Azcapotzalco. Este grupo habría de sojuzgar en las décadas siguientes una buena parte de Mesoamérica, conformando un Estado unitario y centralizado que sólo tuvo como rival a los tarascos de Michoacán. Nunca unos pudieron vencer a los otros, y parece ser que hubo una especie de pacto de no agresión entre ambos pueblos. A la llegada de los españoles, muchos pueblos sometidos a los mexicas ya no deseaban seguir bajo su dominio. Por ello, aprovecharon la oportunidad propuesta por los europeos y los apoyaron, pensando que de esta manera quedarían en libertad y sin saber que ésa sería la perdición de todo el mundo mesoamericano.
Mexicas
Quizá la más conocida de las culturas mesoamericanas de la época precolombina sea la mexica. Esto se debe, entre otras cosas, a que su Estado era el más poderoso y rico de la región, a costa de la explotación de los pueblos periféricos. Cuando los españoles consumaron la conquista de México, muchos misioneros se preocuparon en rescatar el testimonio cultural de los pueblos nahuas, y por ello el cúmulo de información que se tiene de ellos es el más importante en extensión y calidad.
Los mexicas eran un pueblo que procedía del norte o el occidente de Mesoamérica. Los nayaritas jurarían que la mítica Aztlán está ubicada en la isla de Mexcaltitán. Algunas hipótesis señalan que pudo haber estado localizada en algún punto del estado de Zacatecas, otras señalan que Aztlán está ubicado en las inmediaciones del Cerro Culiacán en el Bajío, e incluso se ha propuesto que se encuentra en Nuevo México. De cualquier manera, no parece probable que fueran un pueblo ajeno a la tradición mesoamericana clásica. De hecho, compartían muchas características con los pueblos del área nuclear. Se trataba de un pueblo de habla náhuatl, la misma que hablaban los toltecas y chichimecas que los antecedieron en su llegada.
Se calcula que la salida de Aztlán debió ocurrir en las primeras décadas del siglo XII, esto con base en el documento conocido como Tira de la Peregrinación, un códice donde se señalan los hechos notables de la migración, con fechas en calendario nahua. Tras mucho peregrinar, llegaron a la cuenca del valle de México en el siglo XIV. Se establecieron en varios puntos de la ribera del lago (Culhuacán, Tizapán) antes de establecerse en el islote de México, protegidos por Tezozómoc, rey de los tecpanecas. La ciudad de Tenochtitlan fue fundada en el año de 1325, como una ciudad aliada de Azcapotzalco. Sin embargo, apenas un siglo más tarde (1430), los mexicas, aliados con Texcoco y Tlacopan, hicieron la guerra a Azcapotzalco y la derrotaron. Fue así como nació la Triple Alianza , que sustituyó a la antigua confederación regida por los tecpanecas (que incluía a Coatlinchan y Culhuacán).
Al frente de la Triple Alianza, los mexicas dieron inicio a una fase expansionista que los llevó a controlar buena parte de Mesoamérica. Sólo quedaron libres los señoríos de Tlaxcala (nahua), Meztitlán (otomí), Teotitlán del Camino (cuicateco), Tututepec (mixteco), Tehuantepec (zapoteca), el área maya y el Occidente (regido por sus rivales los tarascos). Las provincias sometidas tenían la obligación de pagar un tributo a Tenochtitlan, que está registrado en otro códice conocido como Matrícula de los tributos. Este documento especifica la cantidad y el género de productos que cada provincia debía entregar a los mexicas.
El Estado mexica fue conquistado por los españoles de Hernán Cortés y sus aliados tlaxcaltecas y zempoaltecas en 1521. La caída total de Mesoamérica se consumó en 1697, cuando Tayasal, en Petén, fue tomada por los españoles.
'La Herencia Prehispánica
La conquista española vino a interrumpir brutalmente la vida de todas las culturas mesoamericanas, destruyendo sin respeto los testimonios más importantes de aquellos pueblos indígenas.: templos, estatuas, códices y obras de arte con gran valor. En la actualidad sólo una parte de la cultura de aquellos pueblos permanece como herencia para los habitantes de hoy de esa parte de América. Los mesoamericanos inventaron distintas formas de escritura, destacando los glifos de los mixtecos y nahuas, estos representaban ideas y cosas.En ellos se registraban fechas, lugares, personas, números y conocimientos sobre el hombre y la naturaleza. Una escritura más avanzada fue creada por los mayas, sus glifos representaban palabras, sonidos y números.
Los mesoamericanos fueron grandes observadores, estudiaron los astros y sus movimientos, el Sol y las estaciones, el tiempo de lluvias, los días, los meses y años en que ocurrián los acontecimientos astrales, esto les permitió elaborar dos tipos de calendarios: el solar y el Tonalpohualli. Los mayas crearon el Códice Dresde, escrito en el siglo XIII, es el libro astronómico más importante que sobrevive aún.
Cultivaron ciencias como la medicina, la botánica, la zoología, matemáticas, geografía, astronomía y ecología.Desarrollaron habilidades en las artesanías como la orfebrería. El legado más importante que dejaron a la humanidad las culturas mesoamericanas fueron sus cultivos maíz, jitomate, frijol, calabaza, chile cacao, aguacate amaranto y otros productos que hoy conoce todo el mundo. Descubrieron muchas plantas curativas que todavía en la actualidad se siguen usando para usos curativos, a esta oparte de la medicina ellos le llamaron herbolaria. En las artesanías, se distinguen en nuestros días los tejidos y los bordados utilizados para decorar los vestidos, y, todavía en nuestros días podemos encontrar sombreros, bolsas y tapetes que son tejidos con ramas de la palma. Las culturas mesoamericanas dejaron una gran herencia cultural: lenguas de origen prehispánico, como el nahuátl, maya, mixteca, zapoteca y otomí; las tradiciones y costumbres como los tianguis, la forma de cocinar y las fiestas religiosas; la agricultura y el uso de gran variedad de plantas medicinales.
Notas
- ↑ Entre los críticos a la cronología tradicional de Mesoamérica se encuentran especialistas como los estadounidenses Eric Wolf (1959) y John Paddock (1963); los mexicanos Román Piña Chán (1976) y Enrique Nalda (1981); y el francés Christian Duverger (2007).
- ↑ Para abundar sobre este punto puede revisarse la crítica de Duverger, para quien la cronología tradicional no carece de un fuerte sustrato de apriorismo, esencializando el período Clásico de los mayas como un tiempo de paz y gobiernos teocráticos, a las culturas del Preclásico como atrasadas y a las del Posclásico como bárbaras y decadentes (Duverger, 2007: 176).
- ↑ López Austin y López Luján, 2001: 69-71. Esta cronología es similar a la que aparece en otros trabajos mexicanos sobre arqueología mesoamericana, como el de José Luis Lorenzo Bautista (1965) o el Atlas histórico de Mesoamérica (Manzanilla y López Luján, 1989).
- ↑ Sobre este punto, los autores de la cronología elegida para este artículo señalan lo siguiente:
Al menos, plantearemos una disyuntiva preocupante derivada de los razonamientos arriba expuestos. Un criterio basado en el desarroollo evolutivo llevaría a una división cronológica por áreas culturales que, al ser integrado en una veisión general de Mesoamérica, ofrecería desfases considerables. Por el contrario, un criterio de carácter histórico permitiría uniformar los períodos, pero exigiría formas novedosas de interpretación histórica, tanto de la superárea como de sus áreas constitutivas. [...Elegimos la periodización más popular] más por conveniencia y por costumbre que por convicción, pero sin atribuir a esta clasificación un sentido evolutivo unilineal (López Austin y López Luján, 2001: 68-69).
- ↑ Es probable que el primer cultivo desarrollado en Mesoamérica haya sido la calabaza (Cucurbita pepo), que aparece entre materiales correspondientes al final del Cenolítico (siglo LX a. C.). A la calabaza seguiría el desarrollo del maíz (Zea mays), el frijol (Phaseolus vulgaris) y el chile (Capsicum annuum), cultivos que aparecieron por primera vez en los siguientes 2000 años en lugares tan distantes como la Cueva de la Perra (Tamaulipas) o el Valle de Tehuacán en Puebla (López Austin y López Luján, 2001: 27).
- ↑ Brush, 1965.
- ↑ McNeish, 1967.
- ↑ No todos los mesoamericanistas aceptan la validez de los testimonios de la cerámica en estos dos sitios. Por ejemplo, Duverger (2007) señala que estos descubrimientos no pasan de ser pedazos de arcilla que no resistieron el contacto con el agua. Menos radical, Niederberger (2005) señala que
la ambigüedad de las asociaciones estratigráficas, en el primer caso [el de Puerto Marqués], y la inconsistencia general de la definición de la fase Purrón, en el segundo, llevan a pensar que el problema del origen de la alfarería en la América media está lejos de haber sido resuelto. En efecto, los conjuntos cerámicos que corresponden a las epocas siguientes presentan ya un elevado grado de complejidad.
- ↑ Una de las más antiguas culturas con cerámica en la América precolombina fue la llamada cultura Valdivia, que toma su nombre de la localidad del mismo nombre —localizada en la costa ecuatoriana del Pacífico, al norte del golfo de Guayaquil— donde Emilio Estrada encontró el que por mucho tiempo fue el principal yacimiento correspondiente a este complejo cultural. Los materiales de la cultura Valdivia han sido fechados en el cuarto milenio antes de la era cristiana (Bisof y Viteri, 2006).
- ↑ López Austin y López Luján, 2001: cuadro 1.2.
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Véase también
Enlaces externos
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- Museo Nacional de Antropología (México)
- Instituto Nacional de Antropología e Historia (México)
- Fundación Nacional de Arqueología de El Salvador
- Instituto Hondureño de Antropología e Historia
- Museo Nacional de Costa Rica
- Bibliografía selecta sobre la guerra en Mesoamérica