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Diferencia entre revisiones de «Falacia»

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Por definición, razonamientos que contienen falacias lógicas no son válidos, pero muchas veces pueden ser (re) formulados de modo que cumplan un modo de razonamiento válido. El desafío del interlocutor es encontrar la premisa falsa, esto es, aquella que hace que la conclusión no sea firme.
Por definición, razonamientos que contienen falacias lógicas no son válidos, pero muchas veces pueden ser (re) formulados de modo que cumplan un modo de razonamiento válido. El desafío del interlocutor es encontrar la premisa falsa, esto es, aquella que hace que la conclusión no sea firme.
=Sofisma=
'''Sofisma''' o '''sofismo''' (del [[griego antiguo]] σόϕισμα -ατος, derivado de σοϕίξεσϑαι "para hacer razonamientos engañosos") en [[filosofía]], es un razonamiento o falacia llamado refutación aparente, refutación sofística y también un silogismo aparente, o silogismo sofístico, a través del cual uno quiere defender algo falso y confundir al contradictor. No debemos confundir sofismas con paralogismos: los primeros provienen de la mala fe, los segundos de la ignorancia.


== Véase también ==
==Los Sofismas en la Antigua Grecia==
La palabra sofista (del [[griego]] sofistes) deriva de las palabras ''sophia'' y ''sophos'', que significan "sabiduría" o "sabio" desde los tiempos de [[Homero]], y se utilizó originalmente para describir la experiencia en un conocimiento o profesión particular. Sin embargo, gradualmente, la palabra también llegó a denotar [[sabiduría]] general y especialmente [[sabiduría]] sobre asuntos humanos (por ejemplo, política, ética). Este fue el significado atribuido a los [[Siete Sabios]] [[griegos]] de los siglos VII y VI a. C. (como [[Solón]] y [[Tales de Mileto]]), y este fue el significado que apareció en las historias de [[Heródoto]]. [[Platón]] dice que los sofistas no están interesados en obtener la solución correcta, sino que solo quieren que todos los oyentes estén de acuerdo con ellos.

Los mayores y mejores sofistas conocidos fueron [[Protágoras]] de Abdera, (c 490 -421 aC.) [[Gorgias]] de Leontinos (c 487 -. 380 aC), [[Hipias]] de Elis, [[Licofrón]], [[Prodicos]] habría sido maestro [[Sócrates]] y [[Trasímaco]], [[Calicles]] aunque había muchos otros de los cuales sabemos poco más que los nombres.

[[Protágoras]] fue uno de los maestros más conocidos y exitosos. Enseñó a sus alumnos las habilidades y el conocimiento necesarios para una vida exitosa, especialmente en [[política]], en lugar de [[filosofía]]. Entrenó a sus alumnos para discutir desde el punto de vista, porque creía que la verdad no puede limitarse a un solo lado del argumento. [[Protágoras]] escribió sobre una variedad de temas y algunos fragmentos de su trabajo han llegado hasta nuestros días. Él es el autor de la famosa frase: ''"El hombre es la medida de todas las cosas"'', que es la oración inicial de su obra llamada Verdad. Esta oración sería uno de los pilares del [[relativismo]]. También enseñó cómo hacer que el argumento más débil sea el más fuerte, haciendo convincentes las posiciones impopulares. Según [[Platón]], [[Protágoras]] define su arte como ''"educar a los hombres"''.

[[Gorgias]] es otro sofista conocido, autor de una obra perdida conocida como ''Da Natureza do inexistente'', donde argumenta que no existe nada, trata de convencer a sus lectores de que el [[pensamiento]] y la [[existencia]] eran diferentes y dijo que ''"lo que importa es la adherencia, no la enseñanza de lo justo o lo injusto "''. Es importante señalar que [[Gorgias]] iba en contra del pensamiento de [[Parménides]], quien afirmó la existencia del ser y la imposibilidad de la existencia del no ser. A diferencia de este pensador, afirmó que el ser no existía, porque las definiciones que le dieron los diferentes [[filósofos]] que lo precedieron eran contradictorias<ref>{{Cita publicación|url=|título=Sofisma|apellidos=|nombre=|fecha=|publicación=Wikipédia, a enciclopédia livre|fechaacceso=|idioma=pt|doi=|pmid=}}</ref>.

==Los Sofismas en la historia de la Lógica==
Escasos versados en [[Lógica]], han sido capaces de explicar la presencia de los sofismas. De hecho, la investigación de estos siempre ha resultado una ardua tarea para los lógicos. En muchas ocasiones la clasificación y el análisis de los sofismas han sido una de las piezas claves de la [[Lógica]]. Otras, si aparecían sólo era para enumerar la misma lista de falacias comentada anteriormente en el apartado de clasificación.

Sin embrago, los sofismas, desde que [[Aristóteles]] nos ilustró con la [[Lógica]], se han considerado como objetos de esta [[ciencia]]. Este hecho, como bien indica [[Hamblin]], actualmente el autor del tratado más extenso sobre las [[falacias]], hace presagiar que algo interesante hay en este tema. Ahora bien, no siempre los sofismas se han considerado una parte de la [[Lógica]].

Así pues, en el siglo XVI, las autoridades del [[Estagira]] se vieron en cuantiosas ocasiones desdibujadas, pues a menudo, los sofismas, eran expulsados del círculo de la [[Lógica]]. Uno de los nombre más sonados que estuvo a favor de esta medidas fue [[Pierre de la Ramée]], que atacó en repetidas ocasiones a [[Aristóteles]], así pues, el más destacado ataque de este lógico contra [[Aristóteles]] prepondera por la importancia de las razones que ofrece para rechazar dicho estudio lógico:

Para lo cual (para la doctrina de ‘os silogismos sofísticos) no puede haber lugar en la verdadera descripción del arte (de la Lógica), ya que la norma del vicio en nada es homogénea a la explicación de la virtud: antes bien, lo recto es ello mismo indicio de sí y de lo torcido<ref>{{Cita publicación|url=|título=Citado por BORGER, E., Per una teoria delle fallacie dal punto di vista della Logica Simbolica|apellidos=|nombre=|fecha=|publicación=Linguistica|volumen=|número=|páginas=|fechaacceso=|issn=|doi=|pmid=}}</ref>.

En efecto, como observa [[Pierre de la Ramée|Pierre de la Rameé]], no se puede describir de igual manera un [[razonamiento]] incorrecto y otro correcto, pues la norma del primero no es sino el incumplimiento de una norma que sólo en apariencia sigue, y que, por el contrario es efectivamente cumplida por el segundo.

Sin embargo, siglos después, [[Gerald Massey]] razona a favor de la disparidad entre las reglas de la sofística y de la [[lógica formal]], es por ello que expresa que no existe una teoría de las [[falacias]]. Pero su crítica va mucho más allá, pues manifiesta que no hay una teoría de las [[falacias]] porque no puede haberla, ya que las formas válidas de razonar se comportan respecto a las argumentaciones válidas de manera diferente a como se relacionan las inválidas.

El principio más significativo de toda aplicación de la [[lógica formal]] al [[lenguaje]] es que las argumentaciones que cumplen formas válidas de argumentar son correctas, por lo tanto es totalmente imposible que una argumentación donde no ocurra dicha circunstancia que no sea lícito. En cambio, cuando especificamos las formas inválidas de razonar, no se produce siempre que, al cumplirse las condiciones implícitas en dicha forma por parte de un discurso del [[lenguaje]] natural, dicho discurso sea una argumentación invalida. Por ejemplo:

Todos los que miden 1,65 metros tienen un sombrero
Todos los hombres adultos que son altos tienen un sombrero
Por lo tanto, todos los hombres adultos que miden 1,65 metros tienen un sombrero

Para Massey este es un [[razonamiento]] válido pues entiende que medir 1,65 metros se define como hombre adulto que es alto. Aunque no es suficiente que en un discurso se ajuste a la forma de una [[falacia]] para que sea un [[razonamiento]] incorrecto, para ello es necesario que al traducirlo al [[lenguaje]] formal se demuestre que nunca tendría una forma válida.

También de alguien que ha cometido una [[falacia]] se puede decir, no sólo porque su razonamiento no sea válido, sino porque ha cree que la validez de su argumentación radica en una forma falaz de argumentar. Por lo tanto, será falaz, también ,la argumentación válida que se haya hecho siguiendo las reglas inválidas. Por lo tanto, las formas de un discurso erróneo no es apto para decidir sobre la validez de una reflexión, pero valen para calificar de falaces las creencias lógicas de quien razona, es por todo lo dicho que la investigación de los sofismas tiene un interés más psicológico que lógico

Sin embargo, [[Rolf George]] discrepa sobre el pensamiento que tiene Massey sobre las [[falacias]] formales. George dice que para que un razonamiento pueda considerarse válido o inválido, hay que saber que clase de argumentación que desea realizar el que razona. Según, este [[filósofo]] esto da la posibilidad de precaver la observación de Massey y defender el estudio de las formas falsas de razonar como parte de la Lógica.

Así pues, según George, dos argumentaciones con las mismas premisas y conclusión pueden ser argumentaciones diferentes. Poniéndolo de forma más formal sería algo tal que así:
A ˄ (B ˄ C) → A

De esta forma introducimos las partes de esta argumentación que se toman como variables en un rectángulo. Con forme a esta convención diremos que si todas las ''subproposiciones'' están encajonadas, entonces la consecuencia es lógica. De otro modo, si todas quedan fuera de los rectángulos, entonces es una consecuencia material.

En conclusión, entre los [[razonamientos]] de Massey y la nota crítica de George, para saber que lugar ocupan los sofismas en la [[Lógica]] debemos investigar la definición de '''sofisma formal'''.

==Definición de Sofisma formal ==
Los [[aristotélicos]] desde el siglo XII enumeran dos exigencias para definir que lugar ocupan los sofismas. Estas son:

•Principium motivum sive causa movens sive causa apparentiae.

•Principium defectus sive causa non existentiae sive causa falsitatist.

[[Petrus Hispanus]] define los sofismas de la siguiente manera:

Principium autem motiviun sive causa apparenie in qualibet fallacia est quod movet ad credendum quod non est. Principium verodefectus sive causa falsitatis est quod facit creditum esse falsum<ref>{{Cita libro|título=Summulae Logicale~t lract. VII, 27|url=|editorial=|fecha=|fechaacceso=|páginas=|nombre=|apellidos=|enlaceautor=|año=|isbn=|editor=|ubicación=|página=|idioma=|capítulo=}}</ref>.

Para poder entender de manera más eficaz el concepto de sofisma formal, es importante comprender primero el significado de discurso y argumentación.

•Un '''discurso''' es un conjunto de palabras del lenguaje común, ordenadas de tal manera que tengan sentido, es decir, combinadas de acuerdo con la gramática que gobierna el lenguaje usual de que se trate. Por ello, un discurso será declarativo si todo él es susceptible de ser calificado de verdadero o falso.

•Una '''argumentación''' es un discurso declarativo donde, en primer lugar se distingue antecedente o premisas de consecuente o conclusión, y en segundo lugar, entre el antecedente y el consecuente se da la relación de buena consecuencia. Asimismo, es imprescindible, tener en cuenta dos condiciones:

1)El [[lenguaje]] tiene suficiente recursos para establecer la separación entre el antecedente y el consecuente y señalar que el discurso que utiliza tales recursos tiene, cuando menos, la pretensión de ser una argumentación.

2) Es necesario que haya entre antecedente y consecuente una relación de consecuencia. Sin embargo, nos bastará con señalar que hay buena consecuencia en una argumentación si cumple unas condiciones lógicas tales que ninguna argumentación que las cumpla pueda tener el antecedente verdadero y el consecuente falso.

Después de estas aclaraciones, nos adentraremos de lleno en la definición de sofisma formal.

Para llegar a esta definición tenemos que remontarnos de nuevo a [[Aristóteles]] que expone unas reglas referentes a lo que podríamos llamar predicación compuesta respecto de un mismo sujeto. No se puede pasar siempre de dos predicaciones respecto de un sujeto individual a la predicación compuesta.

Una de las reglas de validez que ofrece [[Estagira]] sobre este tema es posible expresarlo así: Sea que un predicado compuesto AB, por este orden, se dice de un sujeto C, entonces, si A y B no son opuestos, y si al sustituir A por su definición, vemos que no se predica accidentalmente de C, entonces puede afirmarse separadamente A de C y B de C.

No obstante, este tipo de reglas no forman parte de ningún cálculo de la lógica actual, aunque expresan condiciones lógicas para establecer razonamientos de interés.

La definición de la argumentación correcta recurriendo a los cálculos de la [[lógica]] contemporánea, sin excluir otros procedimientos, no presenta dificultades. Sin embargo, la definición de los sofismas ofrece complicaciones muy notables. Si unimos las nociones de ''causa apparentiae'' y de ''causa defectus'' a las de discurso declarativo y de argumentación, tenemos la siguiente definición de sofisma formal:

Discurso declarativo que parece (por la ''causa apparentia''e) una argumentación, pero que no lo es (por la ''causa defectus'').

==Lenguaje común y lenguaje simbólico==
En cada [[lenguaje]], para expresar las nuevas relaciones lógicas que halla en los discursos del lenguaje común, existen unos signos que le son característicos. Atendiendo a esta observación pueden establecerse las siguientes reglas de ordenación de los lenguajes pueden fijarse las siguientes pautas:

a) El lenguaje μ es de grado posterior al lenguaje λ si todos los discursos declarativos que pueden simbolizarse en μ, pueden simbolizarse en λ, sin hacer uso de los signos característicos de μ pero no a la inversa

b) Sea que A no todos los discursos declarativos que pueden simbolizarse con los signos del lenguaje μ pueden simbolizarse por medio de los signos del lenguaje υ y viceversa. Sea además B que los lenguajes μ y y son ambos inmediatamente posteriores al lenguaje λ. Si se dan estas dos condiciones, los lenguajes μ y υ son del mismo grado.

Así se ordenarían los lenguajes de la lógica de primer orden y los de la lógica modal enunciativa, según este criterio. Sean los signos característicos de estos lenguajes los que se enumeran:

•Lógica de enunciados: p, q. r...; →, ⌐

•Lógica de predicados: f, g, h...; x, y, z...; a, b, c...; V

•Lógica de identidad: =

•Lógica modal: L

La ordenación de estos cálculos se debe porque hemos aplicado las reglas anteriores (a y b) y se expresaría ta que así:
[[Archivo:Sofisma imag.png|centro|432x432px]]
Es obvio que la [[Lógica]] no ha alcanzado la perfección y que los lenguajes lógicos nos llevan a hacer una nueva afirmación sobre las relaciones entre los discursos en lenguaje y su simbolización. Por ello, no existe una sola fórmula que analice y detalle un discurso de forma correcta o mayor eficaz, pues puede haber más de una. Esto puede entenderse mejor gracias a dos proposiciones que hacen uso de dos relaciones recíprocas (simbolizar correctamente y cumplir que se produce desde un discurso a una fórmula). Dichas proposiciones son las siguientes:

1) Si una fórmula de un lenguaje de grado n simboliza adecuadamente discurso declarativo, siempre cabe que otra fórmula de grado n + 1 lo simbolice igualmente.

2) Dada una fórmula de un lenguaje simbólico siempre es posible que hallemos un discurso declarativo en lenguaje común que cumpla esa y otra fórmula de un lenguaje más detallado. Las fórmulas de un lenguaje simbólico pueden ser válidas, contradictorias o satisfacibles.

==El papel de los sofismas en la lógica formal==
Los lógicos, en el estudio de las [[falacias]], es común que partan de razonamientos donde la existencia de un error es evidente porque tienen el antecedente verdadero y el consecuente falso. La formalización de estos discursos dará lugar a una [[contradicción]] o a algo que satisface la fórmula. Por ello, los sofismas son considerados fuente de fórmulas que pueden ser ordenadas axiómaticamente de manera similar a como son clasificadas las fórmulas corroboradas.

Así pues, el estudio de los sofismas es de gran utilidad para los lógicos. Pero ésto, implica que la [[lógica formal]] tiene la capacidad de estudiar los sofismas. Esto pudiera ser debido a que los sofismas no podrían ser más que un instrumento inventado por el lógico, pero sin que este último lo tuviera como objeto de estudio.

Aunque esta deducción carece de fundamento, pues la [[lógica]] no es una [[ciencia]] puramente teórica. Los [[conocimientos]] teóricos se ocupan simplemente de propósitos que el hombre sólo puede conocer. Por lo tanto, la [[lógica formal]] razona sobre las leyes de la consecuencia, que no son manejables por el hombre, sino sencillamente conjeturas. Y es por ello, que un lógico teórico en un discurso simplemente verá algo que puede ser sometido a su consideración y análisis. En consecuencia podrá, gracias a las leyes que conoce, dictaminar si una reflexión es correcta o por lo contrario es incoherente. No obstante, no podrá decretar que es sofístico cuando efectúa una fórmula satisfactible, a no ser que con la ayuda de algunas reglas lógicas, descubra la causa de la apariencia, lo que permite declarar ese argumento como [[falacia]] de forma relativa y no absoluta. Atendiendo a las últimas consideraciones podemos decir que el lógico, como teórico puro, no puede juzgar sobre los sofismas.

= Véase también =
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* [[:Categoría:Falacias]]
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= Notas y referencias =
== Notas y referencias ==
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= Bibliografía =
== Bibliografía ==


* {{cita libro|título=Humbug! The skeptic's field guide to spotting fallacies in thinking|año=2005|idioma=inglés|editorial=Nifty Books|autor=Clark, J., Clark, T.|ubicación=Brisbane}}
* {{cita libro|título=Humbug! The skeptic's field guide to spotting fallacies in thinking|año=2005|idioma=inglés|editorial=Nifty Books|autor=Clark, J., Clark, T.|ubicación=Brisbane}}
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* {{cita libro|título=Attacking Faulty Reasoning|año=2005|idioma=inglés|editorial=Wadsworth|autor=T. Edward Damer|ubicación=Belmont, CA}}
* {{cita libro|título=Attacking Faulty Reasoning|año=2005|idioma=inglés|editorial=Wadsworth|autor=T. Edward Damer|ubicación=Belmont, CA}}
* {{cita libro|apellido=Walton|nombre=Douglas|título=The Place of Emotion in Argument|editorial=The Pennsylvania State University Press|año=1992|idioma=inglés}}
* {{cita libro|apellido=Walton|nombre=Douglas|título=The Place of Emotion in Argument|editorial=The Pennsylvania State University Press|año=1992|idioma=inglés}}
*José Miguel Gambra. El lugar de los sofismas en la Lógica.
*Aristotelis ''Opera.'' Ecl. de Bekker, W. de Gruyter, Berlín, 1960.
*Copi, 1.M , ''Introducción a la Lógica,'' Fudeba. Buenos Aires 1974.
*Hamblim, C. L.. ''Faflacies,'' Methuen, Londres, 1970.
*Massey, G., The Fallacy behind Fallacies, en ''Ihe Foundations of Analytic philosophy,'' French, P. A.. Vehling. T. E., Wettstein 1-1. K. eds., University of Minneapolis Press, Minneapolis 1981.
*Petrus Hispanus, ''Traclarus'' called afterwards Summule Logicales. Van Gorcum, Assen, 1962.
*Pierre de la Ramée, ''Díaleclcae Instifutiones. Arisíotelicae Animadversiones,'' E. Eromman Verlag. Stuttgart 1964.


= Enlaces externos =
== Enlaces externos ==
* [http://www.usoderazon.com/conten/arca/dicci/dicci2.htm Diccionario de falacias], por Ricardo García Damborenea.
* [http://www.usoderazon.com/conten/arca/dicci/dicci2.htm Diccionario de falacias], por Ricardo García Damborenea.
* [http://www.angelfire.com/az/ateismo/logica.html Lógica y falacias], traducción de un texto en inglés.
* [http://www.angelfire.com/az/ateismo/logica.html Lógica y falacias], traducción de un texto en inglés.

Revisión del 17:25 29 mar 2020

Falacias

En lógica, una falacia (del latín fallacia ‘engaño’) es un argumento que parece válido, pero no lo es.[1][2]​ Algunas falacias se cometen intencionalmente para persuadir o manipular a los demás, mientras que otras se cometen sin intención debido a descuidos o ignorancia. En ocasiones las falacias pueden ser muy sutiles y persuasivas, por lo que se debe poner mucha atención para detectarlas.[3]

Que un argumento sea falaz no implica que sus premisas o su conclusión sean falsas ni que sean verdaderas. Un argumento puede tener premisas y conclusión verdaderas y aun así ser falaz. Lo que hace falaz a un argumento es la invalidez del argumento en sí. De hecho, inferir que una proposición es falsa porque el argumento que la contiene por conclusión es falaz es en sí una falacia conocida como argumento ad logicam.[4]

El estudio de las falacias se remonta por lo menos hasta Aristóteles, quien en sus Refutaciones sofísticas identificó y clasificó trece clases de falacias.[1]​ Desde entonces se han agregado a la lista cientos de otras falacias y se han propuesto varios sistemas de clasificación.[5]

Las falacias son de interés no solo para la lógica, sino también para la política, la retórica, el derecho, la ciencia, la religión, el periodismo, la mercadotecnia, el cine y, en general, cualquier área en la cual la argumentación y la persuasión sean de especial relevancia.

Definiciones

Todavía no hay acuerdo sobre la mejor definición de "falacia" y existen muchas propuestas que rivalizan entre sí.[6]​ En 1970, Charles Hamblin publicó una obra seminal titulada Falacias, que rastrea el desarrollo de la noción desde Aristóteles hasta mediados del siglo XX y concluye que la definición estándar de "falacia" es «un argumento que parece válido, pero no lo es».[1]​ Autores posteriores como Ralph Johnson y Hans Hansen cuestionaron esta conclusión y propusieron definiciones alternativas,[7][8]​ mientras que otros autores, como Douglas Walton, defendieron la aproximación de Hamblin.[9]

Algunas definiciones alternativas a la de Hamblin hacen énfasis en las fallas lógicas de las falacias. Por ejemplo, se pueden definir las falacias como argumentos deductivamente inválidos o con muy poco apoyo inductivo.[6]​ El problema con esta definición es que algunas falacias consisten en argumentos deductivamente válidos, cuya falla está en otra parte, por ejemplo el falso dilema o la petición de principio.[6]​ Se[¿quién?] enmienda esta definición agregando que los argumentos no falaces, además de tener validez deductiva o apoyo inductivo, deben tener premisas verdaderas y bien justificadas, y no caer en la petición de principio.[6]​ Esta definición tiene la ventaja de que incluye a los falsos dilemas y a las peticiones de principio como falacias, pero tiene la desventaja de que también incluye como falacias a muchos argumentos legítimos, por ejemplo argumentos científicos del pasado que tenían premisas falsas, pero que sin embargo eran argumentos muy serios y bien intencionados.[6]

Van Eemeren y Grootendorst proponen una definición «pragma-dialéctica», en la que las falacias se conciben como violaciones de las reglas de la discusión.[10]​ Así por ejemplo, si una regla de la discusión es no atacar al oponente a nivel personal, se sigue que todo argumento ad hominem es falaz. Una dificultad con esta aproximación sin embargo, es que no hay acuerdo sobre la mejor manera de caracterizar las reglas de una discusión.[6]

La falacia lógica es un modo o patrón de razonamiento que siempre o casi siempre conduce a un argumento incorrecto. Esto es debido a un defecto en la estructura del argumento que lo conduce a que este sea inválido. Las falacias lógicas suelen aprovecharse de los prejuicios o sesgos cognitivos para parecer lógicas. Cambiándose, a veces, el error inconsciente o involuntario por una manipulación deliberada. Por eso, las falacias lógicas son los mecanismos automáticos más comunes para poner en práctica los sesgos cognitivos. Algunas importantes falacias lógicas que emplean los sesgos cognitivos se muestran a continuación. Véase también control social, control mental, propaganda, lavado de cerebro.

Generalmente los razonamientos falaces no son tan claros como los ejemplos. Muchas falacias involucran causalidad, que no es una parte de la lógica formal. Otras utilizan estratagemas psicológicas como el uso de relaciones de poder entre el orador y el interlocutor, llamamientos al patriotismo, la moralidad o el ego para establecer las premisas intermedias (explícitas o implícitas) necesarias para el razonamiento. De hecho, las falacias se encuentran muy a menudo en presunciones no formuladas o premisas implícitas que no son siempre obvias a primera vista.

Ejemplos

Afirmación del consecuente

En lógica, la afirmación del consecuente, también llamado error recíproco o error converso, es una falacia formal. Esta se comete al tomar una afirmación condicional verdadera "Si A, entonces B", e incorrectamente afirmar su recíproca o conversa "Si B, entonces A". Esto es un error, porque el consecuente B puede tener otras razones para ocurrir aparte de A.

El error converso es común en el pensamiento diario incluso de gente de alto cociente intelectual,[11][12]​ llevando a problemas de comunicación, argumentos erróneos, y pérdida de productividad, entre otros. Aunque la afirmación del consecuente es un argumento erróneo, la negación del consecuente si es, en cambio, una forma de argumento válida.

Argumento ad hominem

En lógica, se denominan como argumento ad hominem (del latín ‘contra el hombre’)[13][nota 1]​ o falacia ad hominem varios tipos de argumentos, muchos de los cuales considerados falacias informales, que consisten en refutar una afirmación en función del carácter o de algún atributo del emisor de la afirmación, en lugar de analizar el contenido sustancial del argumento en sí mismo.[17][18]​ Generalmente sigue la siguiente estructura: «A afirma x; B afirma que A tiene algo cuestionable; luego, por extensión, B afirma que x es cuestionable». La conclusión también suele indicar que lo que afirma A no merece ser tenido en cuenta.

Es una de las falacias lógicas más conocidas. Tanto la falacia en sí misma como la acusación de haberse servido de ella (argumento ad logicam) se utilizan como recursos en discursos reales.[19]​ Como técnica retórica es efectiva, y tiene como objetivo persuadir de una idea a personas que se mueven más por sentimientos que por la lógica;[20]​ se atacan, así, no los argumentos propiamente dichos, sino a la persona que los produce y algunas de sus circunstancias, como origen, etnia, educación, riqueza (o pobreza), estatus social, moral, familia, etcétera.

Petición de principio

La petición de principio o presuponer la conclusión (del latín petitio principii, "suponer el punto inicial") es una falacia informal que se produce cuando la proposición que se pretende probar se incluye implícita o explícitamente entre las premisas del argumento, que asumen la verdad de la conclusión, en lugar de respaldarla.[21]​ La primera definición conocida en Occidente de esta falacia fue acuñada por Aristóteles en su obra Primeros analíticos.[22]

Ejemplo, el siguiente argumento es una petición de principio:

  1. Yo siempre digo la verdad.
  2. Por lo tanto, yo nunca miento.

En este argumento, la conclusión está contenida en la premisa, pues decir la verdad es antónimo de mentir. Las peticiones de principio resultan más persuasivas cuando son lo suficientemente largas como para hacer olvidar al receptor que la conclusión ya fue admitida como premisa.

Ejemplo, la afirmación "El verde es el mejor color porque es el más verde de todos los colores" afirma que el color verde es el mejor porque es el más verde, lo que presupone que es el mejor.

Sin embargo, en el uso vernáculo moderno, la petición de principio se usa a menudo para significar "plantear la pregunta" o "sugerir la pregunta". A veces se confunde con "eludir la pregunta", un intento de evitarla, o tal vez más a menudo rogar la pregunta significa simplemente dejar la pregunta sin respuesta.

La falacia es un tipo de razonamiento circular: un argumento que requiere que la conclusión deseada sea verdadera. Esto ocurre a menudo de manera indirecta, de modo que la presencia de la falacia está oculta, o al menos no es fácilmente evidente.

Formalmente, las peticiones de principio son argumentos deductivamente válidos,[21]​ pues es deductivamente válido que de A se sigue A. Existe desacuerdo acerca de por qué algunos argumentos deductivamente válidos se consideran peticiones de principio y otros no.[21]​ Una propuesta[¿quién?] es que la diferencia es psicológica: si la conclusión nos parece demasiado obvia con respecto a las premisas, entonces consideramos que el argumento es una petición de principio; de lo contrario, no.[21]

Esta denominación no se suele aplicar a la falacia más general que resulta cuando la evidencia dada para una proposición necesita tanta prueba como la proposición misma. La denominación más usada para una argumentación semejante es la de falacia de las muchas preguntas.

Toda petición de principio tiene esta característica: que la proposición por ser probada (como conclusión) se asume en algún punto anterior, se asume en alguna de las premisas. Debido a lo anterior, esta falacia fue clasificada por Aristóteles como una falacia material, en vez de como una falacia lógica.

La petición de principio es una forma de razonamiento circular[21]​ y, como tal, puede dejar de ser falaz si es lo suficientemente amplia.[23]​ Por ejemplo, en los diccionarios las definiciones son siempre circulares (pues definen palabras a partir de más palabras), pero no por eso dejan de ser informativas y por lo tanto no se consideran problemáticas.[23]​ Del mismo modo, una petición de principio lo suficientemente amplia puede dejar de ser un círculo vicioso para pasar a ser un círculo virtuoso.

Clasificaciones

A lo largo de los siglos, se han propuesto varias maneras de clasificar las falacias, pero todavía no se llega a una clasificación o taxonomía definitiva.[2]​ En esta sección se exponen algunas de las clasificaciones más influyentes.

La primera clasificación fue la de Aristóteles, quien dividió en dos grupos a las trece falacias que identificó: las que dependen del lenguaje y las que no.[24]​ En el primer grupo puso las seis falacias que dependen de ambigüedades, anfibologías, combinaciones de palabras, divisiones de palabras, acento y formas de expresión.[24]​ En el segundo grupo puso las siete falacias que no dependen del lenguaje, entre ellas los accidentes, la falacia de las muchas preguntas, la petición de principio y la afirmación del consecuente.[24]

Otra clasificación conocida es entre falacias formales e informales.[25]​ Las primeras son aquellas cuya invalidez se puede demostrar mediante métodos formales,[25]​ tales como la afirmación del consecuente y la negación del antecedente. Las segundas son aquellas cuya invalidez depende del contenido de los argumentos o de la intención del que argumenta,[25]​ por ejemplo la falacia del hombre de paja o los argumentos ad hominem.

Aún otra clasificación es entre falacias deductivas e inductivas.[25]​ Las falacias deductivas son aquellas que pretenden validez deductiva, aunque no lo logren, como por ejemplo la afirmación del consecuente. Las falacias inductivas son aquellas que solo pretenden dar apoyo inductivo a la conclusión, aunque tampoco lo logren, como por ejemplo la generalización apresurada.

Falacias formales

Las falacias formales son aquellas cuyo error reside en la forma o estructura de los argumentos. Algunos ejemplos conocidos de falacias formales son:

  • Afirmación del consecuente: Un ejemplo de esta falacia podría ser:
    1. Si María estudia, entonces aprobará el examen.
    2. María aprobó el examen.
    3. Por lo tanto, María estudió.
    Esta falacia resulta evidente cuando advertimos que puede haber muchas otras razones de por qué María aprobó el examen. Por ejemplo, pudo haber copiado, o quizá tuvo suerte, o quizá aprobó gracias a lo que recordaba de lo que escuchó en clase, etc. En tanto es una falacia formal, el error en este argumento reside en la forma del mismo, y no en el ejemplo particular de María y su examen. La forma del argumento es la siguiente:
    1. Si p, entonces q.
    2. q
    3. Por lo tanto, p.
  • Generalización apresurada: En esta falacia, se intenta concluir una proposición general a partir de un número relativamente pequeño de casos particulares. Por ejemplo:
    1. Todas las personas altas que conozco son rápidas.
    2. Por lo tanto, todas las personas altas son rápidas.
    El límite entre una generalización apresurada y un razonamiento inductivo puede ser muy delgado, y encontrar un criterio para distinguir entre uno y otro es parte del problema de la inducción.

Falacias informales

Las falacias informales son aquellas cuya falta está en algo distinto a la forma o estructura de los argumentos. Esto resulta más claro con algunos ejemplos:

  • Falacia ad hominem: se llama falacia ad hominem a todo argumento que, en vez de atacar la posición y las afirmaciones del interlocutor, ataca al interlocutor mismo. La estrategia consiste en descalificar la posición del interlocutor, al descalificar a su defensor. Por ejemplo, si alguien argumenta: «Usted dice que robar está mal, pero usted también lo hace», está cometiendo una falacia ad hominem (en particular, una falacia tu quoque), pues pretende refutar la proposición «robar está mal» mediante un ataque al proponente. Si un ladrón dice que robar está mal, quizás sea muy hipócrita de su parte, pero eso no afecta en nada a la verdad o la falsedad de la proposición en sí.
  • Falacia ad verecundiam: se llama falacia ad verecundiam a aquel argumento que apela a la autoridad o al prestigio de alguien o de algo a fin de defender una conclusión, pero sin aportar razones que la justifiquen.
  • Falacia ad baculum: Se llama falacia ad baculum a todo argumento que defiende una proposición basándose en la fuerza o en la amenaza.
  • Falacia circular: se llama falacia circular a todo argumento que defiende una conclusión que se verifica recíprocamente con la premisa, es decir que justifica la veracidad de la premisa con la de la conclusión y viceversa, cometiendo circularidad.
  • Falacia del hombre de paja: Sucede cuando, para rebatir los argumentos de un interlocutor, se distorsiona su posición y luego se refuta esa versión modificada. Así, lo que se refuta no es la posición del interlocutor, sino una distinta que en general es más fácil de atacar. Tómese por ejemplo el siguiente diálogo:
Persona A: Sin duda estarás de acuerdo en que Islandia tiene el sistema legal más justo y el gobierno más organizado.
Persona B: Si Islandia es el mejor país del mundo, eso sólo significa que las opciones son muy pocas y muy pobres.
En este diálogo, la persona B puso en la boca de la persona A algo que ésta no dijo: que Islandia sea el mejor país del mundo. Luego atacó esa posición, como si fuera la de la persona A.

Historia

En los diálogos platónicos aparecen ejemplos de diversas falacias, si bien no se hace una clasificación sistemática de las mismas. El Eutidemo discute una gran cantidad de falacias e intenta llegar a conclusiones sobre su validez o invalidez.[26][27]​ El primer estudio más elaborado sobre las falacias se remonta a Aristóteles,[2]​ quien en un trabajo titulado Refutaciones sofísticas, identificó y clasificó trece falacias.

Falacias en los medios de comunicación y la política

Las falacias se usan frecuentemente en artículos de opinión en los medios de comunicación y en política. Cuando un político le dice a otro «No tienes la autoridad moral para decir X», puede estar queriendo decir dos cosas:

  • Usar un ejemplo de la falacia del ataque personal o falacia ad hominem, esto es, afirmar que X es falsa atacando a la persona que la afirmó, en lugar de dirigirse a la veracidad de X.
  • No ocuparse de la validez de X, sino hacer una crítica moral al interlocutor (y de hecho es posible que el político esté de acuerdo con la afirmación). En este último caso, la falacia consiste en evadir el tema, dando solo una opinión, no relevante, sobre la moralidad del otro.

Es difícil, por ello, distinguir falacias lógicas, ya que dependen del contexto.

Otro ejemplo, muy extendido es el recurso al argumentum ad verecundiam o falacia de la autoridad. Un ejemplo clásico es el ipse dixit (‘él mismo lo dijo’) utilizado en la Antigüedad para conservar intacto el pensamiento de Pitágoras. Un ejemplo más moderno es el uso de famosos en anuncios: un producto que deberías comprar/usar/apoyar solo porque tu famoso favorito lo hace.

Una referencia a una autoridad siempre es una falacia lógica, aunque puede ser un argumento racional si, por ejemplo, es una referencia a un experto en el área mencionada. En este caso, este experto debe reconocerse como tal y ambas partes deben estar de acuerdo que su testimonio es adecuado a las circunstancias. Esta forma de argumentación es común en ambientes legales.

Otra falacia muy usada en entornos políticos es el argumentum ad populum, también llamado sofisma populista. Esta falacia es una variedad de la falacia ad verecundiam. Consiste en atribuir la opinión propia a la opinión de la mayoría y deducir de ahí que si la mayoría piensa eso es que debe ser cierto. En cualquier caso muchas veces la propia premisa de que la mayoría piense eso puede ser falsa o cuando menos dudosa ya que, en muchos casos, dicha afirmación no puede ser probada más que con algún tipo de encuesta que no se ha realizado. En caso de ser cierto tampoco se justifica el razonamiento porque la mayoría piense eso. Se basa en la falsa intuición de que el pueblo tiene autoridad: «tanta gente no puede estar equivocada». Se suele oír con frases del tipo «todo el mundo sabe que...», o «...que es lo que la sociedad desea», así como «la mayoría de los españoles sabe que...».

Por definición, razonamientos que contienen falacias lógicas no son válidos, pero muchas veces pueden ser (re) formulados de modo que cumplan un modo de razonamiento válido. El desafío del interlocutor es encontrar la premisa falsa, esto es, aquella que hace que la conclusión no sea firme.

Véase también

Notas y referencias

  1. a b c Hamblin, Charles Leonard (1970). Fallacies. Methuen. 
  2. a b c Groarke, Leo. «Informal Logic». En Edward N. Zalta, ed. Stanford Encyclopedia of Philosophy (en inglés) (Spring 2013 Edition). 
  3. Hansen, Hans Vilhelm (2002). «The Straw Thing of Fallacy Theory: The Standard Definition of 'Fallacy'». Argumentation 16 (2): 133-155. 
  4. Kenneth, S. Pope (2003). «Logical Fallacies in Psychology: 22 Types» (en inglés). Consultado el 14 de junio de 2013. 
  5. ARP. Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico. Falacias lógicas
  6. a b c d e f Dowden, Bradley. «What is a fallacy?». Internet Encyclopedia of Philosophy (en inglés). Consultado el 12 de junio de 2013. 
  7. Johnson, Ralph H. (1990). «Hamblin on the Standard Treatment». Philosophy and Rethoric 23 (3): 153-167. 
  8. Hansen, Hans Vilhelm (2002). «The Straw Thing of Fallacy Theory: The Standard Definition of 'Fallacy'». Argumentation 16 (2): 133-155. 
  9. Walton, Douglas (1991). «Hamblin on the Standard Treatment of Fallacies». Philosophy & Rhetoric 24 (4): 353-361. 
  10. Van Eemeren, Frans Hendrik; Grootendorst, Robert (1992). Argumentation, Communication, and Fallacies: A Pragma-Dialectical Perspective. Lawrence Erlbaum Associates. ISBN 0805810692. 
  11. Wason, P. C.; Shapiro, D. (1966). «Reasoning». En Foss, B.k M., ed. New horizons in psychology. Harmondsworth: Penguin. 
  12. Wason, P. C. (1971). «Natural and contrived experience in a reasoning problem». Quarterly Journal of Experimental Psychology 23: 63-71. 
  13. Real Academia Española. «ad hóminem». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). 
  14. Wrisley, George (9 de mayo de 2018). Arp, Robert, ed. Ad Hominem: Circumstantial (en inglés) (1 edición). Wiley. pp. 77-82. ISBN 978-1-119-16578-1. doi:10.1002/9781119165811.ch9. Consultado el 18 de julio de 2023. 
  15. Olivesi, Aurélie (5 de abril de 2010). «L’interrogation sur la compétence politique en 2007 : une question de genre ?». Quaderni. Communication, technologies, pouvoir (en francés) (72): 59-74. ISSN 2105-2956. doi:10.4000/quaderni.486. Consultado el 18 de julio de 2023. 
  16. «n2:0047-2786 - Resultados de búsqueda». www.worldcat.org. Consultado el 18 de julio de 2023. 
  17. Real Academia Española. «argumento ad hóminem: El que se funda en las opiniones o actos de la misma persona a quien se dirige, para combatirla o tratar de convencerla.». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). 
  18. Falacias lógicas. Falacia ad hominem en el punto 2.1
  19. Abud, Farid (2013). «Del ataque personal como evasiva, como procedimiento de criminalización y como forma de protesta. Una mirada a los usos del argumento Ad Hominem en el debate Uribe-Coronell». Cuadernos del GESCAL 1 (1): 307-338. Consultado el 18 de julio de 2023. 
  20. Barnes, Ralph M.; Johnston, Heather M.; MacKenzie, Noah; Tobin, Stephanie J.; Taglang, Chelsea M. (30 de enero de 2018). «The effect of ad hominem attacks on the evaluation of claims promoted by scientists». PLOS ONE (en inglés) 13 (1): e0192025. ISSN 1932-6203. PMC 5790247. PMID 29381757. doi:10.1371/journal.pone.0192025. Consultado el 18 de julio de 2023. 
  21. a b c d e Dowden, Bradley. «Begging the Question». Internet Encyclopedia of Philosophy (en inglés). Consultado el 14 de junio de 2013. 
  22. Primeros Analíticos II, 64b, 34 - 65a, 9
  23. a b Dowden, Bradley. «Circular Reasoning». Internet Encyclopedia of Philosophy (en inglés). Consultado el 14 de junio de 2013. 
  24. a b c Aristóteles. Refutaciones Sofísticas. Traducción al inglés por Arthur Wallace Pickard-Cambridge. Archivado desde el original el 12 de diciembre de 2018. Consultado el 8 de junio de 2013. 
  25. a b c d Dowden, Bradley. «Taxonomy of Fallacies». Internet Encyclopedia of Philosophy (en inglés). Consultado el 9 de junio de 2013. 
  26. Platón. Eutidemo. En Wikisource. 
  27. Bobzien, Susanne. «Ancient Logic». En Edward N. Zalta, ed. Stanford Encyclopedia of Philosophy (en inglés) (Fall 2008 Edition). 

Bibliografía

  • Clark, J., Clark, T. (2005). Humbug! The skeptic's field guide to spotting fallacies in thinking (en inglés). Brisbane: Nifty Books. 
  • Comesaña, Juan Manuel (2001). Lógica informal, falacias y argumentos filosóficos. Buenos Aires: Eudeba. 
  • Da Silveira, Pablo (2004). Cómo ganar discusiones (o al menos cómo evitar perderlas). Buenos Aires: Taurus. 
  • Fischer, David Hackett (1970). Historians' Fallacies: Toward a Logic of Historical Thought (en inglés). Harper Torchbooks. 
  • Schopenhauer, Arthur. Dialéctica erística o el arte de tener razón.  (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).
  • T. Edward Damer (2005). Attacking Faulty Reasoning (en inglés). Belmont, CA: Wadsworth. 
  • Walton, Douglas (1992). The Place of Emotion in Argument (en inglés). The Pennsylvania State University Press. 

Enlaces externos


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