Diferencia entre revisiones de «Bula»

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Una '''bula''' es un documento sellado con plomo sobre asuntos políticos o [[papa|religiosos]] en cuyo caso, si está autentificada con el sello papal, recibe el nombre de '''bula papal''' o '''bula pontificia'''. El nombre '''bula''' procede del latín ''bulla'', término que hace referencia a cualquier objeto redondo artificial, y en un principio se utilizaba para referirse a la medalla que portaban al cuello, en la [[Antigua Roma]], los hijos de las familias nobles hasta el momento en que vestían la [[Toga (vestimenta)|toga]].
Una '''bula''' es un documento sellado con plomo sobre asuntos políticos o [[papa|religiosos]] en cuyo caso, si está autentificada con el sello papal, recibe el nombre de '''bula papal''' o '''bula pontificia'''. El nombre '''bula''' procede del latín ''bulla'', término que hace referencia a cualquier objeto redondo artificial, y en un principio se utilizaba para referirse a la medalla que portaban al cuello, en la [[Antigua Roma]], los hijos de las familias nobles hasta el momento en que vestían la [[Toga (vestimenta)|toga]].


Generalmente se llama bulas a los documentos pontificios que son expedidos por la Cancillería Apostólica papal sobre determinados asuntos de importancia dentro de la administración clerical e incluso civil, constituyéndose en uno de los instrumentos más extendidos en los que se fundamenta y expande la autoridad del pontífice.


Desde un punto de vista formal, la bula es solemne y muy característica. Llevaba un sello de plomo con una cruz en el centro y una representación de San Pedro y San Pablo, mientras que en el reverso se consignaba el nombre del Papa del momento de su publicación y el año del pontificado. Normalmente se envía al arzobispo de la diócesis, quién a su vez la hará llegar a la parroquia. Está escrita en latín y si aparece en castellano es por la traducción hecha desde el arzobispado. Entonces se trata de una copia. En cuanto a su contenido, las bulas expresan muy diversos mandatos en materia de ordenanzas y constituciones, condenaciones doctrinales, concesión de beneficios, juicios de la Iglesia, decretos de indulgencias, de señoríos eclesiásticos, etc.
Desde un punto de vista formal, la bula es solemne y muy característica. Llevaba un sello de plomo con una cruz en el centro y una representación de San Pedro y San Pablo, mientras que en el reverso se consignaba el nombre del Papa del momento de su publicación y el año del pontificado. Normalmente se envía al arzobispo de la diócesis, quién a su vez la hará llegar a la parroquia. Está escrita en latín y si aparece en castellano es por la traducción hecha desde el arzobispado. Entonces se trata de una copia. En cuanto a su contenido, las bulas expresan muy diversos mandatos en materia de ordenanzas y constituciones, condenaciones doctrinales, concesión de beneficios, juicios de la Iglesia, decretos de indulgencias, de señoríos eclesiásticos, etc.

Revisión del 18:44 4 mar 2010

Bula del papa Urbano VIII con el sello (bulla) de plomo.

Una bula es un documento sellado con plomo sobre asuntos políticos o religiosos en cuyo caso, si está autentificada con el sello papal, recibe el nombre de bula papal o bula pontificia. El nombre bula procede del latín bulla, término que hace referencia a cualquier objeto redondo artificial, y en un principio se utilizaba para referirse a la medalla que portaban al cuello, en la Antigua Roma, los hijos de las familias nobles hasta el momento en que vestían la toga.

Generalmente se llama bulas a los documentos pontificios que son expedidos por la Cancillería Apostólica papal sobre determinados asuntos de importancia dentro de la administración clerical e incluso civil, constituyéndose en uno de los instrumentos más extendidos en los que se fundamenta y expande la autoridad del pontífice.

Desde un punto de vista formal, la bula es solemne y muy característica. Llevaba un sello de plomo con una cruz en el centro y una representación de San Pedro y San Pablo, mientras que en el reverso se consignaba el nombre del Papa del momento de su publicación y el año del pontificado. Normalmente se envía al arzobispo de la diócesis, quién a su vez la hará llegar a la parroquia. Está escrita en latín y si aparece en castellano es por la traducción hecha desde el arzobispado. Entonces se trata de una copia. En cuanto a su contenido, las bulas expresan muy diversos mandatos en materia de ordenanzas y constituciones, condenaciones doctrinales, concesión de beneficios, juicios de la Iglesia, decretos de indulgencias, de señoríos eclesiásticos, etc. Cuando la bula es de extensión y/o importancia menor se denomina breve.

Historia

Refiere Plinio el Viejo que Tarquino el Anciano fue el primero que dio una bula de oro a un hijo suyo que teniendo apenas catorce años mató a un sabino en un combate. El mismo autor dice que según algunos historiadores había dado antes Rómulo una bula al hijo de Horto, primogénito de las doncellas sabinas, después del robo de ellas, el cual se llamó más adelante Tulio Hostilio. Los hijos de las familias nobles y ricas llevaban una bula de oro; los de condición inferior, como los manumitidos, llevaban en su lugar un pedazo de cuero. Cuando llegaban a la adolescencia dejaban los primeros la bula a la vez que la pretesta, y generalmente consagraban aquella a los dioses lares o algunas otras divinidades.[1]

Diose en la antigüedad el nombre de bulas a los rescriptos de los príncipes, que llevaban un sello de oro, plata o plomo, ya porque se asemejaba este sello a las bulas que entre los romanos llevaban por adorno los niños, ya por alusión a unas tablas que se exponían al público, en las cuales constaban los días festivos, y tenían el mismo nombre. Convenía este particularmente a las ordenanzas de los príncipes, concernientes al bien público, porque se hallaban patentes y selladas, en lugar de que las cartas relativas a los particulares se espedian firmadas y cerradas. La palabra bula quedo por mucho tiempo apropiada a los edictos de los príncipes; después se extendió a los concordatos hechos entre los soberanos, que se autorizaban con sus sellos; hasta que por último, ha venido a aplicarse exclusivamente a los escritos de los papas sobre algún negocio de importancia.[2]

En el siglo VI se comenzó a utilizar un sello circular, generalmente de plomo aunque en ocasiones muy solemnes podía utilizarse el oro, como medio de autentificar ciertos documentos. Este sello, no el documento en si, recibió el nombre de bula.

Bula papal

En el caso tratarse de un documento papal, la bula llevaba impresa en el anverso el nombre del Papa bajo cuyo pontificado se emitía el documento, y en el reverso las inscripciones SPE y SPA divididas por una cruz, siglas que hacían referencia a San Pedro y San Pablo.

Esta bula o sello se unía, por medio de una cuerda de cáñamo o de una cinta de seda roja o amarilla, al documento que hasta el siglo XI era de papiro lo que explica los pocos originales que se han conservado, quedando en muchos casos sólo el propio sello de plomo. A partir de ese siglo el papiro fue sustituido por el pergamino y posteriormente se usó el papel.

A partir del siglo XIII el término bula deja de hacer referencia al sello para pasar a describir al propio documento sobre el que se colocaba y, a partir del siglo XV, deja de hacer referencia a cualquier documento papal para reservarse a las cartas apostólicas relativas a materia de fe o interés general, concesión de gracias y privilegios, o asuntos judiciales o administrativos expedidos por la cancillería apostólica.

En estos casos la bula comenzaba con el nombre del Papa sin el numeral, seguido de su dignidad de Episcopus (obispo) y del título Servus Servorum Dei (siervo entre los siervos de Dios). Así por ejemplo si una bula es publicada por el actual Papa, la misma estará encabezada por el siguiente texto:

Benedictus, Episcopus, Servus Servorum Dei.

En el siglo XVIII el sello de plomo fue sustituido por la estampación de un membrete rojo.

Las bulas son enrolladas o dobladas y aseguradas con un sello, para que no sean leídas por nadie hasta llegar a su destinatario. Cuando una bula es demasiado importante, se le añade otro sello dorado, y se llama bula áurea.

Las bulas publicadas hasta el siglo XII eran firmadas exclusivamente con el Papa, que desde esa época empezó a utilizar la fórmula Ego, Benedictus, catholice ecclesie episcopus SS. Después fueron también firmadas por los cardenales.

Las bulas son conocidas por las dos o tres primeras palabras del texto que expone los asuntos tratados.

La bula más notable, sin duda, bien que puede decirse múltiple, y cuyo origen se desconoce, es la llamada Bulla in cana Domini, porque se leía públicamente el día de Jueves Santo por un cardenal diácono en presencia del papa, acompañado de los demás cardenales y obispos.

Contenía una excomunión contra todos los herejes, contumaces y desobedientes a la santa sede, y después de leída, arrojaba el papa un hacha encendida a la plaza pública, en señal de fulminar el anatema. En la bula del papa Paulo III, del año 1536, se espresaba ser costumbre antigua de los soberanos pontifices, publicar esta excomunion el día de Jueves Santo, por conservar la pureza de la religion cristiana, y mantener la unión de los fieles; pero no se hablaba en ella del origen de la ceremonia. Las principales partes de la referida bula concernían a los herejes y a sus factores, a los piratas y corsarios, a los que impusieran nuevos peajes, a los que falsificasen bulas y demás cartas apostólicas, a los que maltratasen a los prelados de la iglesia, a los que turbasen o quisiesen restringir la jurisdicción eclesiástica, aun con el pretesto de impedir algunas violencias, fuesen consejeros o procuradores generales de los príncipes seculares, a los que usurpasen los bienes de la iglesia, etc. Todas estas cosas estaban reservadas al papa, y ningún sacerdote podía absolver de ellas, sino en el artículo de la muerte. Estas bulas encontraron, como era natural, una vigorosa resistencia en todos los príncipes cristianos, y cesaron desde el año 1770, en el pontificado de Clemente XIV, aunque con algunas reservas que se depositaron en el Vaticano, y que han continuado sus sucesores.[2]

Lista de bulas

siglo XII

siglo XIII

siglo XIV

siglo XV

siglo XVI

siglo XVII

siglo XVIII

siglo XIX

siglo XX

Referencias

  1. de Paula Mellado, Francisco: Enciclopedia moderna. 1851. Tomo VI. pg. 107.
  2. a b Ibídem.

Enlaces externos