Diferencia entre revisiones de «Domingo»

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Revisión del 19:50 14 ene 2010

La Resurrección de El Greco (1596-1599).

El domingo es el día de la semana entre el sábado y el lunes. Es el séptimo día de la semana en la mayoría de los países de habla hispana, aunque no oficialmente sino por costumbre o tradición. Ya que de forma oficial según el Estándar ISO8601 del año 1988, establecido internacionalmente, el séptimo día de la semana es el sábado. También, el domingo es primer día de la semana litúrgica en la tradición cristiana, al igual que lo es en otras tradiciones culturales. El domingo es considerado un día feriado o festivo en la mayoría de los países del mundo y es parte del fin de semana. Solamente países influenciados por la cultura islámica o judía tienen el viernes o el sábado como el día feriado semanal.Proviene del latin "dominus" ("señor" o "maestro de la casa").

El calendario gregoriano se repite cada 400 años, y ningún siglo comienza en domingo. El año nuevo judío jamás cae en día domingo. Cualquier mes que comience en domingo tendrá un viernes 13.

Etimología

El nombre 'domingo' proviene del latín dies Dominicus (día del Señor), debido a la celebración cristiana de la Resurrección de Jesús. En la antigua Roma se llamaba a este día dies solis (día del Sol).

Día del señor en el catolicismo romano

Desde los primeros años del cristianismo,los creyentes acostumbraban a reunirse el primer día de la semana en recuerdo de la Resurrección de Jesús. Solo a finales del siglo I, hallamos ya la expresión "Kyriaki himera", Día del Señor, referida al domingo. [Acotación: Mientras esto sucedía, los grupos Nazarenos oríginales, del siglo I, de fuertes raíces judías, siguieron observando las fiestas del calendario judío, entre ellas el reposo sabático semanal, conforme a la Toráh, como muestra el texto del Mateo Hebreo de Shem Tov] [1] y [2]

Y en el ya aceptado, casi oficialmente cristianismo el 7 de marzo de 321, Constantino I el Grande decretó que el domingo sería observado como el día de reposo civil obligatorio:

En el venerable día del Sol, que los magistrados y las gentes residentes en las ciudades descansen, y que todos los talleres estén cerrados. En el campo sin embargo, que las personas ocupadas en la agricultura puedan libremente y legalmente continuar sus quehaceres porque suele acontecer que otro día no sea apto para la plantación o de viñas o de semillas; no sea que por descuidar el momento propicio para tales operaciones la liberalidad del cielo se pierda.[1]

Rápidamente la Iglesia Cristiana, para entonces una fuerte e influyente institución, se adhirió a este espíritu legal para hacer del domingo una fiesta de observancia obligatoria: la segunda ley del Canon (ley eclesiástica) 28 del tercer Concilio de Orleans, en Francia, en el año 538 dC, proclama el descanso obligatorio del domingo con leyes más severas.

Los "cristianos" actualmente consideran al domingo como el día del descanso, un día sagrado y que habitualmente conlleva la asistencia a misa en caso de los católicos y a otros servicios religiosos para las religiones cristianas no-católicas. El rechazo al descanso dominical o a su valor religioso como Día del Señor se da en iglesias minoritarias como los Adventistas llamados del Séptimo Día y otros grupos sabatistas que reivindican el reposo sabático del Antiguo Testamento como algo obligatorio para los cristianos.

El día de domingo fue proclamado como día de reposo (el shabat judío) por varias razones, entre las que podemos citar las que indica Justino Mártir:

  • se adora en domingo porque se quiere igualar al Shabat, día de descanso hebreo, en el que Jesús resucitó;
  • el domingo, primer día de la semana en el cómputo judío, es aquel en el cual Dios creó la luz (Génesis 1, 3) anticipando la Resurrección de Cristo, nueva creación y llegada definitiva de la Luz divina al mundo.


Liturgia Católica

La liturgia distingue unos domingos respecto de otros, y así:

Domingo de adviento
Es cada uno de los cuatro que preceden a la fiesta de Navidad.
Domingo de Ramos
El último de la cuaresma, que da principio a la Semana Santa.
Domingo de Resurrección
Aquel en el que la Iglesia celebra la Pascua de Resurrección, que, en el rito latino, es el domingo inmediato al primer plenilunio después del 20 de marzo.
Domingo de Pentecostés
Festividad de la Venida del Espíritu Santo que se celebra el quincuagésimo día que sigue al de Pascua de Resurrección, contando ambos, y que fluctúa entre el 10 de mayo y el 13 de junio.
Domingo de la Santísima Trinidad
Fiesta movible que celebra la Iglesia el domingo siguiente al Pentecostés.

El Domingo y la Biblia

En la Biblia el domingo aparece como primer día de la semana, frase que aparece varias veces en el Nuevo Testamento (Mt. 28:1; Mr. 16:2, 9; Lc. 24:1; Jn. 20:1, 19. ) Mientras que en Hch. 20:7 y 1 Co. 16:2, se refiere al comienzo del primer día, osea, el Yom Rishón o Día Uno. Lo que sería correspondiente, al final de lo que conocemos nosotros como Sábado. Generalmente es traducción del griego o mía ton sabbátÇn. Como sabbátÇn puede significar "sábado" y también "semana", algunos lo han traducido "sábado", de modo que la frase de Mateo. 28:1 sería "primero de los sábados", una versión que la sintaxis griega y el contexto no permiten. Pero que una correcta exégesis e interpretación escritural, nos lleva a comprender que esa frase, inequívocamente apunta al comienzo del domingo, aun dentro de lo que sería todavía sábado, de ahí que se diga "el primero de los sábadfos" aludiendo a dicho comienzo. Los pasajes de los Evangelios donde aparece la frase establecen que la resurrección ocurrió el 1er día de la semana, en su comienzo, como lo fija la escritura. O sea, lo que sería para nosotros un día sábado, por la tarde-noche, al caer el sol. Cosa que muchos aun confunden con lo que ahora llamamos domingo.

En Hch. 20:7 se hace referencia a una reunión religiosa que dirigió Pablo el 1er día de la semana. Los comentadores no se han puesto de acuerdo si en este pasaje Lucas usa el sistema romano de contar los días (con el inicio a medianoche) o el cómputo judío (con el comienzo a la puesta del sol). Si se usa el romano, la reunión se realizó el domingo de noche hasta la madrugada del lunes, porque Pablo "alargó su discurso hasta la medianoche". Si se emplea el judío, se hizo el sábado de noche hasta el domingo de madrugada, es decir, siempre que la asamblea comenzara después de la puesta del sol; de otro modo hubiera sido en domingo de tarde. La ocasión fue una reunión de despedida, porque Pablo debía "salir al día siguiente". El pasaje no ofrece ninguna prueba de que la iglesia primitiva observara el 1er día de la semana, como algunas veces se sugiere. No obstante, el analisis contextual y cultural, nos remite al conteo hebreo, o sea la forma judía de llevar el conteo de los días, según lo establecido bíblicamente. Por lo que esa mencionada reunión, aconteció según lo que sería para nosotros hoy en el calendario gregoriano, un día sábado por la tarde-noche, y se extendió hasta la media noche. Este pasaje se transforma en un verdadero enigma, cuando se ignora la raíz judía de estas cartas y el carácter judío de los personajes y los escenarios.

El Domingo, el Decreto de Constantino y la Iglesia Católica Romana

Casi imperceptiblemente las costumbres paganas se introdujeron en la iglesia cristiana. El espíritu de transigencia y conformidad fue restringido por un tiempo por causa de la fiera persecución que sufrió la iglesia bajo el paganismo. Pero cuando la persecución cesó, y el cristianismo entró en las cortes y los palacios de los reyes, la iglesia puso a un lado la humilde sencillez de sus guías, Cristo y los apóstoles, para adoptar la pompa y el orgullo de los sacerdotes y gobernantes paganos; y en lugar de seguir las doctrinas bíblicas puso teorías y tradiciones humanas. La conversión nominal de Constantino a principios del siglo IV causó gran regocijo, y el mundo, recubierto con el manto de la justicia, se introdujo en la iglesia. De allí en adelante la obra corruptora progresó rápidamente. El paganismo, vencido en apariencias, fue realmente el vencedor. Su espíritu dominó a la iglesia. Sus doctrinas, ceremonias y supersticiones llegaron a formar parte de la fe y el culto de los profesos seguidores de Cristo.

En el siglo VI el papado ya estaba establecido. La sede de su poder se hallaba en la ciudad imperial (Roma). Edictos reales, concilios generales y ordenanzas de la iglesia sostenidos por el poder civil fueron los peldaños por medio de los cuales el día de fiesta pagano alcanzó su puesto de honor en el mundo cristiano. La primera medida pública que impuso la observancia del domingo fue la ley promulgada por Constantino. (Año 321 de J C.) Dicho edicto requería que los habitantes de las ciudades descansaran en "el venerable día del sol," pero permitía a los del campo que prosiguiesen sus faenas agrícolas. A pesar de ser en realidad ley pagana, fue impuesta por el emperador después que hubo aceptado nominalmente el cristianismo.(Pocos años después de la promulgación del decreto de Constantino, los obispos de Roma le confirieron al domingo el título de “día del Señor.”)

Como el mandato real no parecía substituir de un modo suficiente la autoridad divina, Eusebio, obispo que buscó el favor de los príncipes y amigo íntimo y adulador especial de Constantino, aseveró que Cristo había transferido el día de reposo del sábado al domingo. No se pudo aducir una sola prueba de las Santas Escrituras en favor de la nueva doctrina. Eusebio mismo reconoce involuntariamente la falsedad de ella y señala a los verdaderos autores del cambio. "Nosotros hemos transferido al domingo, día del Señor -dice- todas las cosas que debían hacerse en el sábado." -Roberto Cox, Sabbath Laws and Sabbath Duties, pág. 538.

Con el afianzamiento del papado fue enalteciéndose más y más la institución del domingo. Por algún tiempo el pueblo siguió ocupándose en los trabajos agrícolas fuera de las horas de culto, y el séptimo día, o sábado, siguió siendo considerado como el día de reposo. Pero lenta y seguramente fue efectuándose el cambio. Se prohibió a los magistrados que fallaran en lo civil los domingos. Poco después se dispuso que todos sin distinción de clase social se abstuviesen del trabajo ordinario, so pena de multa para los señores y de azotes para los siervos. Más tarde se decretó que los ricos serían castigados con la pérdida de la mitad de sus bienes y que finalmente, si se obstinaban en desobedecer, se les hiciese esclavos. Los de las clases inferiores debían sufrir destierro perpetuo.

Se recurrió también a los milagros. Entre otros casos maravillosos, se refería que un campesino que iba a labrar su campo en día domingo limpió su arado con un hierro que le penetró en la mano, y por dos años enteros no lo pudo sacar, "sufriendo con ello mucho dolor y vergüenza." -Francisco West, Historical and Practical Discourse on the Lord's Day, pág. 174.

Más tarde, el papa ordenó que los sacerdotes del campo amonestasen a los que violasen el domingo y los indujeran a venir a la iglesia para rezar, no fuese que atrajesen alguna gran calamidad sobre sí mismos y sobre sus vecinos. Un concilio eclesiástico adujo el argumento tan frecuentemente empleado desde entonces, y hasta por los protestantes, de que en vista de que algunas personas habían sido muertas por el rayo mientras trabajaban en día domingo, ése debía ser el día de reposo. "Es evidente -decían los prelados- cuán grande era el desagrado de Dios al verlos despreciar ese día." Luego se dirigió un llamamiento para que los sacerdotes y ministros, reyes y príncipes y todos los fieles "hicieran cuanto les fuera posible para que ese día fuese repuesto en su honor y para que fuese más devotamente observado en lo por venir, para honra de la cristiandad." -Tomás Morer, Discourse in Six Dialogues on the Name, Notion, and Observation of the Lord's Day, pág. 271.

Como los decretos de los concilios resultaran insuficientes, se instó a las autoridades civiles a promulgar un edicto que inspirase terror al pueblo y le obligase a abstenerse de trabajar el domingo. En un sínodo reunido en Roma, todos los decretos anteriores fueron confirmados con mayor fuerza y solemnidad, incorporados en la ley eclesiástica y puestos en vigencia por las autoridades civiles en casi toda la cristiandad. (Véase Heylyn, History of the Sabbath, parte 2, cap. 5, sec. 7.)

A pesar de esto la falta de autoridad bíblica en favor de la observancia del domingo no originaba pocas dificultades. El pueblo ponía en tela de juicio el derecho de sus maestros para echar a un lado la declaración bíblica: "El séptimo día Sábado es del Señor tu Dios" a fin de honrar el día del sol. Se necesitaban otros expedientes para suplir la falta de testimonios bíblicos. Un celoso defensor del domingo que visitó a fines del siglo XII las iglesias de Inglaterra, encontró resistencia por parte de testigos fieles de la verdad; sus esfuerzos resultaron tan inútiles que abandonó el país por algún tiempo en busca de medios que le permitiesen apoyar sus enseñanzas. Cuando regresó, la falta había sido suplida y entonces tuvo mayor éxito. Había traído consigo un rollo que presentaba como del mismo Dios, y que contenía el mandamiento que se necesitaba para la observancia del domingo, con terribles amenazas para aterrar a los desobedientes. Se afirmaba que ese precioso documento, fraude tan vil como la institución misma que pretendía afianzar, había caído del cielo y había sido encontrado en Jerusalén sobre el altar de San Simeón, en el Gólgota. Pero en realidad, de donde procedía era del palacio pontifical de Roma. La jerarquía papal consideró siempre como legítimos los fraudes y las adulteraciones que favoreciesen el poder y la prosperidad de la iglesia.

El rollo prohibía trabajar desde la hora novena (3 de la tarde) del sábado hasta la salida del sol el lunes; y su autoridad se declaraba confirmada por muchos milagros. Se decía que personas que habían trabajado más allá de la hora señalada habían sufrido ataques de parálisis. Un molinero que intentó moler su trigo vio salir en vez de harina un chorro de sangre y la rueda del molino se paró a pesar del buen caudal de agua. Una mujer que había puesto masa en el horno la encontró cruda al sacarla, no obstante haber estado el horno muy caliente. Otra que había preparado su masa para cocer el pan a la hora novena, pero resolvió ponerla a un lado hasta el lunes, la encontró convertida en panes y cocida por el poder divino. Un hombre que coció pan después de la novena hora del sábado, encontró, al partirlo por la mañana siguiente, que salía sangre de él. Mediante tales invenciones absurdas y supersticiosas fue cómo los abogados del domingo trataron de hacerlo sagrado. (Véase Rogelio de Hoveden, Annals, tomo 2, págs. 528-530.)

Tanto en Escocia como en Inglaterra se logró hacer respetar mejor el domingo mezclándolo en parte con el sábado antiguo. Pero variaba el tiempo que se debía guardar como sagrado. Un edicto del rey de Escocia declaraba que "se debía considerar como santo el sábado a partir del medio día" y que desde ese momento hasta el lunes nadie debía ocuparse en trabajos mundanos.- Morer, págs. 290, 291.

Pero a pesar de todos los esfuerzos hechos para establecer la santidad del domingo, los mismos papistas confesaban públicamente la autoridad divina del sábado y el origen humano de la institución que lo había suplantado. En el siglo XVI un concilio papal ordenó explícitamente: "Recuerden todos los cristianos que el séptimo día fue consagrado por Dios y aceptado y observado no sólo por los judíos, sino también por todos los que querían adorar a Dios; no obstante nosotros los cristianos hemos cambiado el sábado de ellos en el día del Señor, domingo." -Id., págs. 281, 282.

En otros idiomas

Éstos son algunos de los nombres que recibe el domingo en distintos idiomas:

Día del Sol

Día de no trabajo

Otros significados

En sí, el Domingo es el primer día de la semana, aunque se tomó como el Lunes el primer día por ser laboral.

Referencias

  1. Dado el séptimo día de marzo, Crispo y Constantino siendo cónsules cada uno de ellos por segunda vez. Codex Justinianus, lib. 3, tit. 12, 3; Philip Schaff, History of the Christian Church, Vol. 3 (1902), p. 380, note.

Enlaces externos