Diferencia entre revisiones de «Historia de Barcelona»

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En el verano de [[1936]], durante la [[Segunda República Española]], Barcelona se disponía a organizar otro gran evento internacional: las Olimpíadas Populares. Para ello, construyó el [[Estadio Olímpico Lluis Companys|Estadio Olímpico]] y acondicionó la montaña de Montjuic. Sin embargo, pese a que todo estaba preparado, los Juegos no se pudieron celebrar, ya que en el mes de julio el ejército inició su golpe militar contra la II República, dando origen a la [[Guerra civil Española|Guerra Civil]].
En el verano de [[1936]], durante la [[Segunda República Española]], Barcelona se disponía a organizar otro gran evento internacional: las Olimpíadas Populares. Para ello, construyó el [[Estadio Olímpico Lluis Companys|Estadio Olímpico]] y acondicionó la montaña de Montjuic. Sin embargo, pese a que todo estaba preparado, los Juegos no se pudieron celebrar, ya que en el mes de julio el ejército inició su golpe militar contra la II República, dando origen a la [[Guerra civil Española|Guerra Civil]].


En Barcelona se vivió un proceso revolucionario mediante el cual gran parte de las empresas y servicios fueron colectivizados por sindicatos como la [[Confederación Nacional del Trabajo|CNT]] y la [[Unión General de Trabajadores (España)|UGT]]. La autoridad del Gobierno de la República y la Generalitat de Cataluña era teórica, controlando de forma efectiva las calles los [[anarquismo|anarquistas]]. A partir de los [[Jornadas de Mayo de 1937|Sucesos de Mayo]], la influencia de los anarquistas decreció.
En Barcelona se vivió un proceso revolucionario mediante el cual gran parte de las empresas y servicios fueron colectivizados por sindicatos como la [[Confederación Nacional del Trabajo|CNT]] y la [[Unión General de Trabajadores (España)|UGT]]. La autoridad del Gobierno de la República y la Generalidad de Cataluña era teórica, controlando de forma efectiva las calles los [[anarquismo|anarquistas]]. A partir de los [[Jornadas de Mayo de 1937|Sucesos de Mayo]], la influencia de los anarquistas decreció.


[[George Orwell]], comentó sobre la Barcelona de aquellos días en ''[[Homenaje a Cataluña]]'':
[[George Orwell]], comentó sobre la Barcelona de aquellos días en ''[[Homenaje a Cataluña]]'':

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La historia de Barcelona se extiende a lo largo de 4.000 años, desde finales del neolítico, con los primeros restos hallados en el territorio de la ciudad hasta la actualidad. El sustrato de sus habitantes aúna a los pueblos íberos o layetanos, cartagineses, romanos, judíos, visigodos cristianos, y musulmanes.

Orígenes

Los orígenes de la ciudad de Barcelona son confusos. Antes de la conquista romana de la península Ibérica, el área del llano de Barcelona y áreas colindantes conserva restos de finales del neolítico y principios del calcolítico. Posteriormente se desarrolló la cultura de los layetanos, un pueblo íbero. Se tiene constancia de dos poblaciones vecinas, Barkeno, situada sobre el monte Táber, (Ciutat Vella) y Laie (o Laiesken), cuya localización se cree en las faldas de la montaña de Montjuïc (siglos III y II a. C.), con cierta actividad comercial. Al parecer también hubo un pequeño establecimiento griego, de nombre Kallipolis (Καλιπολις) aunque no está clara su localización.

Se han encontrado dos cecas de ese período. Entre los siglos III a. C. y II a. C., circularon dracmas de imitación emporitana con la leyenda íbera Barkeno. Laiesken acuñó también monedas que prevalecieron durante el primer período romano. [1]

Durante la Segunda Guerra Púnica (218 a 202 a. C. ) Cartago, liderado por Aníbal Barca, ocupa la población en el trascurso de su marcha hacia los Pirineos, habiendo traspasado el Ebro, que era hasta entonces el límite de dominio cartaginés. En muchos casos, esta ocupación (218 a. C.) es señalada como fecha de fundación de la ciudad.

Leyendas sobre la fundación

Dos leyendas principales dan cuenta del origen de la ciudad.

La de origen romano atribuye la fundación a Hércules (Heracles en su versión griega), 400 años antes de la fundación de Roma. En esa versión, Hércules, tras el cuarto trabajo, se une a los argonautas liderados por Jasón a la búsqueda del vellocino de oro, cruzando el Mediterráneo mediante nueve navíos. Una tormenta dispersa la flota cerca de la costa catalana, aunque consiguen reagruparse todas excepto una nave. Jasón encarga a Hércules la búsqueda del noveno navío. Encontró el naufragio de la Barca Nona (novena) junto a una suave colina (Montjuïc). A los tripulantes les agradó tanto el lugar que con la ayuda de Hércules y Hermes fundaron una ciudad con el nombre de la Barca Nona, Barcanona. Esta historia representa una variación del mito original en el que el vellocino se encontraba en la Cólquida, un territorio situado en el Cáucaso y actualmente parte de Georgia. Acorde a la adaptación mitológica romana de Heracles a Hércules, se relocalizan los hechos a la vertiente occidental del Mediterráneo.

La leyenda del origen cartaginés otorga a Amílcar Barca, padre de Aníbal, la fundación de la ciudad, hacia el 230 a. C. con el nombre de Barkenon, Barcelino o Barci Nova en relación a su linaje. Esta etimología también es referida a menudo respecto a Aníbal Barca. Otra versión relaciona ambas leyendas mediante una fundación de Hércules y una reconstrucción posterior por parte de Amílcar.

En cualquier caso, estos orígenes se han basado en conjeturas sin base arqueológica ni histórica, propuestos por crédulos historiadores medievales del siglo XV como Pere Tomic o Jeroni Pau. El origen etimológico está bien fundamentado en el topónimo layetano e ibérico y defendido por lingüistas y etimólogos de renombre como Joan Coromines.

Barcelona romana

Archivo:Aug11 01.jpg
Busto de Augusto César.

Desde el año 218 a. C. hasta el siglo I a. C. la información es escasa. La entrada de la Antigua Roma, por entonces una República, en la península Ibérica para contrarrestar el poder de los cartagineses acabó por devenir en el inicio de la conquista que duraría hasta el 19 a. C., año en que César Augusto daría por concluido el control de la península. La prolongación de esta conquista se debió a la fuerte resistencia que expusieron los pueblos del interior y del norte (Guerras Cántabras). Las ciudades ya dominadas del noroeste peninsular sirvieron de base para llevar a cabo la empresa. Barcino se benefició de estos hechos aunque con discreción bajo la superioridad de otras ciudades como Tarraco o Caesaraugusta.

Durante el control de Roma por César Augusto (27 a. C. - 14 d. C.), que establece el dominio en imperio, se formaliza el nombre de Barcino (entre el 15 a. C. y 10 a. C.), forma reducida de la oficial Colonia Faventia Julia Augusta Pia Barcino o la más comúnmente extendida Colonia Julia Augusta Faventia Paterna Barcino (Inscr. ap. Gruter, p. 426, nos. 5, 6). Es con el nombre de Barcino que aparece en el célebre mapamundi de Claudio Ptolomeo. La mención de Colonia hace referencia a una ciudad fundada para distribuir tierras entre los soldados romanos retirados del ejército, en este caso, tras las Guerras Cántabras. Era también conocida en forma reducida como Colonia Faventia (Plinio el Viejo, iii. 3. s. 4). El geógrafo romano Pomponius Mela (ii. 6) hace referencia a la población entre otros pequeños poblados de la zona bajo la sombra de Tarraco. El papel estratégico de Barcino, punto de llegada de los grandes ejes norteño (ramal de la Vía Augusta) y mediterráneo, otorgó a la ciudad desde muy pronto un activo desarrollo comercial y económico, (Rufo Festo Aviano, Or. Mar. 520: Et Barcilonum amoena sedes ditium). Desde muy pronto también disfrutó de exención de impuestos.

Barcino

En la refundación de César Augusto, Barcino toma la forma urbana de castrum inicialmente y oppidum después, con los habituales ejes organizadores Cardus Maximus y Decumanus Maximus y un espacio central o foro asentado sobre el montículo Mons Taber (25 msnm), ya ocupado por la presencia layetana. El conjunto estaba amurallado, con un perímetro de 1,5 km y protegiendo un recinto de 12 ha.

El máximo esplendor de la época romana se dio durante el siglo II, con una población que debía oscilar entre los 3.500 y 5.000 habitantes. La población ascendió a entre 4.000 y 8.000 habitantes durante el siglo III. La principal actividad económica era el cultivo de tierras circundantes (especialmente la vid), que tenía buena fama y se exportaba a otras áreas del imperio como la Galia, Italia, el norte de África e incluso en la frontera germánica. Por el valor de los restos arqueológicos (tamaño del templo, abundancia de esculturas, mosaicos, ánforas) se ha determinado que los habitantes gozaron de un buen nivel de vida. Sin embargo, la ciudad no dispuso de teatro, anfiteatro ni circo.

Sistema de gobierno

El gobierno de la ciudad seguía las formas que el imperio y la provincia otorgaba a las colonias de la misma época, un poder bastante autónomo. El municipio tenía jurisdicción sobre la ciudad en sí (urbs), y el área rural que la rodeaba (territorium). Las clases sociales, tan arraigadas en la Antigua Roma, se podían dividir entre ciudadanos (cives), aquellos nacidos en la ciudad o que habían obtenido la ciudadanía; domiciliados sin ciudadanía (incolae), residentes transitorios (hospites) y esclavo sin derechos. Ciudadanos y domiciliados pagaban impuestos municipales, aunque sólo los plenos ciudadanos podían ejercer puestos de gobierno. Solo a partir del año 212, tras la aprobación de la Constitutio antoniniana de Caracalla, los domiciliados y resto de hombres libres de las provincias podían ejercer derechos de ciudadanía.

La curia municipal (ordo decuriorum), formada por un centenar de miembros (curiales), era una asamblea que trataba todos los aspectos de poder de la ciudad (políticos, administrativos, judiciales). La curia se renovaba cada 5 años, aunque para poder ejercerla se requería ser un hombre libre, poseer patrimonio... Dos representantes presidían la curia por un año, y disponían de poder civil, criminal y hasta militar. Los ediles (ædiles) vigilaban las calles e instituciones públicas. Otros funcionarios, elegibles cada 5 años, se encargaban del censo, patrimonios, finanzas, cultos ordinarios (sacerdotes o pontífices) o imperiales (sevires augustales) entre otras actividades.

Murallas

Como ciudad de origen castrense, la fortificación de la plaza se protegía mediante una muralla. La primera muralla de Barcino, y primera de Barcelona, de fábrica sencilla, se comenzó a construir con la denominación de Colonia en el siglo I a. C. La primera muralla tenía pocas torres, sólo en los ángulos y en las puertas del perímetro amurallado.

Archivo:ClaudiusII(CNG).jpg
Busto de Claudio II.

Las primeras incursiones de francos y alamanes a partir de los años 250, suscitaron la necesidad de reforzar las murallas. Bajo el mandato en el imperio, ya decadente, de Claudio II, Barcino inicia la construcción de mejores fortificaciones entre los años 270 y 300. La nueva muralla se construyó sobre las bases de la primera, y estaba formada por un muro doble de dos metros (hasta 8 metros en algunos tramos), con espacio en medio relleno de piedra y mortero principalmente (modernas muestras arqueológicas demuestran que también se utilizó de relleno esculturas, inscripciones y otros elementos arquitectónicos). El muro constaba de 78 torres de unos 18 metros de altura, la mayoría de base rectangular (diez con base semicircular, situadas en las portaladas). Las obras de mejora fueron de las más importantes hechas durante el Bajo Imperio en la Tarraconense y constituyen una de las causas por las que Barcino tomó relevancia al empezar a compararse con Tarraco.

Foro

El forum era la plaza central dedicada a la vida pública y a los negocios. Se situaba en la confluencia entre el cardus maximus y el decumanus maximus, aproximadamente en el centro del recinto amurallado. En el foro se concentraban las construcciones dedicadas a los negocios, la justicia, las termas o baños públicos, etc, y era el lugar donde las autoridades se reunían en la Curia y la Basilica, etc. El recinto del foro no ha estado claramente delimitado, pero parece coincidir aproximadamente con la actual plaza de San Jaime.

Templo

El templo de Barcino estaba dedicado a Augusto, primer emperador y fundador de la Barcino romana. Fue construido pocos años después de la fundación de la ciudad, probablemente a principios del siglo I d. C. Era un edificio de planta rectangular, sobre podium, hexástilo y períptero, de unos 35 metros de largo por 17,5 de ancho, unas dimensiones considerables para la ciudad. Entre la columnata de orden corintia se situaba la cella, un habitáculo que contenía la imagen o escultura del emperador Augusto, accesible desde el foro. Las ceremonias no se hacían en el interior del templo sino en el exterior, en el mismo forum, hacia la fachada principal del templo. Parece que, además del Templo de Augusto, el conjunto estaba presidido por uno o dos templos menores más.

Acueductos

Dos acueductos conducían las aguas hacia Barcino. Uno de ellos traía el agua que caía desde Collserola, al noroeste, y otro desde el norte, tomando agua del río Besós. Ambos acueductos se unían enfrente de la puerta decumana de la ciudad (orientada hacia el noroeste, y actual plaza Nova). El agua era utilizada tanto para usos domésticos como para los baños públicos, que exigía gran cantidad de este recurso. Trascurrido su uso, una red de cañerías y alcantarillado expulsaba el agua hacia el mar.

Necrópolis

Se han hallado varios conjuntos de tumbas o necrópolis en el exterior del área amurallada, tal como era costumbre en la época. La necrópolis más importante descubierta cuenta con más de 70 tumbas de los siglos II y III, en la vía que se dirigía al Vallés. En la plaza de la Vila de Madrid hay expuestos los restos de aras, estelas y cupas dispuestas a ambos lados de una vía sepulcral romana descubiertas casualmente en 1954.

Barcelona paleocristiana

Las primeras comunidades cristianas comenzaron a establecerse pronto en la región. En 259 se creó la diócesis de Tarraco. En Barcino, hay constancia de una primitiva comunidad y obispo propio entre 260 (primeras incursiones francoalamanas alrededor del 270) y principios del siglo IV.

A principios del siglo IV surgen las veneraciones a cristianos martirizados durante la persecución de Diocleciano. Es el caso de san Cucufato (Sant Cugat en catalán), personaje de origen africano que había estado evangelizando en varias áreas de la actual Cataluña (Barcino, Egara, Illuro, Emporion) y que fue asesinado alrededor del Castrum Octavium (actual Sant Cugat del Vallés). Otras veneraciones, como sobre el martirio de santa Eulalia o san Severo, son de referencias más confusas; la santa Eulalia de Barcino parece ser un desdoblamiento de la santa Eulalia de Emerita Augusta. No es hasta el Edicto de Milán, en 313, que se dejó de perseguir y sancionar creencias ajenas al Imperio, especialmente el cristianismo.

Cabe suponer que alguna comunidad judía estaba establecida en la ciudad durante el siglo IV. Caracalla permitió a partir de 212 la libertad para construir edificios de culto de judíos en el Imperio al considerarles ciudadanos. Algunos hallazgos en la Sinagoga Mayor de Barcelona, hacen creer en un templo primitivo judío en el mismo emplazamiento, y posiblemente afirmar que se trataría de la primera sinagoga de la península Ibérica, segregada de actividades propiamente cristianas.

El primer obispo conocido de Barcino fue Pretextato (Pretextat), que en el año 347 asistió al sínode antiarriano de Sárdica (o Serdica, actual Sofía, Bulgaria) , con Osio (Hosius) de Corduba. Le siguió el obispo Lampi (393-400). En esta época se inició la construcción de un templo paleocristiano, la basílica de la Santa Cruz, origen de la actual catedral.

Parece ser que el siglo IV fue una época tranquila y de paz. Por las necropolis se ha establecido que la ciudad amurallada estaba bastante poblada. Se deduce un buen nivel económico por los escritos del obispo Paciano (o Pacià). Posteriormente conocido como san Paciano, dirigió la diócesis entre el 360 y 390, y es conocido por sus escritos contra los errores de los noviciados y sobre el bautismo y la penitencia. El obispo también advirtió de los peligros morales de una vida demasiado lujosa y cómoda, y de practicar ritos paganos en fin de año. A finales de siglo los municipios bajo el poder de Roma comenzaron a perder poder, en demanda del Imperio de más recursos económicos, lo que finalmente derivó en la ruralización de parte de la población y un moderado autogobierno de la ciudad.

Finalmente, tras la muerte de Teodosio I (379-395), se sucede la separación definitiva del Imperio Romano en dos, el Imperio Romano de Oriente y el Imperio Romano de Occidente. Teodosio I convirtió el cristianismo en la religión oficial del estado.

Barcelona visigoda

El inicio del siglo V representó el principio de la ya difícil existencia del Imperio Romano de Occidente. Los visigodos, una rama de los pueblos godos, irrumpieron en el Imperio primero por los Balcanes y posteriormente se afincaron hacia el oeste. Otros pueblos bárbaros, como los vándalos, los suevos y los alanos entraron en la península Ibérica por el Pirineo Oriental en 409, tomando varias provincias del oeste y sur de la Hispania. Posteriormente, al mando de Alarico, los visigodos saquearon Roma en agosto de 410.

El sucesor de Alarico, su hermanastro Ataúlfo, arriano, se casó con Gala Placidia en 414 tras haberla secuestrado en Roma y dirigió a los visigodos entre 410 y 415. Tras el saqueo de Roma, los visigodos se asentaron al sur de la Galia, pero con la constante presión de los ejércitos romanos (410-414, derrota en Narbona) tuvieron que cruzar los Pirineos, entraron en la Tarraconense y establecieron en Barcino una modesta corte. La capitalidad apenas duró unos meses, pues Ataúlfo murió asesinado en su palacio de la ciudad por el esclavo Dubius de Sigerico o Barnolfo, enemigos de Ataúlfo. Le siguió Sigérico (por 7 días) y después Walia. Hacia 416 se les permite entrar en Hispania para controlar a los otros pueblos bárbaros establecidos, en calidad de fœderati de Roma. Walia reconquistó gran parte de la Hispania por lo que el emperador Flavio Honorio permitió a los visigodos, bastante romanizados ya (o "civilizados"), acceder a la Aquitania y la Gallia Narbonensis a partir de 417 para establecer su territorio. Wallia estableció corte estable en 417 en Tolosa.

Algunos usurpadores de Roma, como Máximo de Hispania (409-411 y/o c. 418-422) contra Honorio y Sebastián (444), escogieron como capital Barcelona. Máximo llegó a acuñar moneda de carácter imperial (y no provincial) [2].

Durante el reinado de Eurico (466-484), se declara el reino de los visigodos independiente de Roma. Finalmente, tomó la Tarraconense (470-475, y forzó con Odoacro deponer al último emperador romano de Occidente, Rómulo Augústulo en 476.

A la muerte de Alarico II luchando contra los francos en 507, su hijo ilegítimo y sucesor Gesaleico replegó su reino y lo concentró en Hispania. Su reino duró hasta 511 e hizo capital del territorio a Barcelona. Le sucedió Amalarico y la regencia de Teodorico el Grande que establecieron corte en Narbona. Su sucesor, Teudis, volvió a establecer la corte en Barcelona, hasta el año de su muerte en 548. Finalmente, tras sedes poco estables, Leovigildo fijó capital estable en Toledo en 573. Una rebelión iniciada por el duque Paulo por hacerse con el poder a título de rey en Narbona en 673 incluyó aproximadamente los territorios de Septimania y Cataluña, y por tanto, Barcelona, aunque fue apaciguada por el rey visigodo Wamba. Su reinado duró hasta 680 y le siguió Ervigio que reformó el Liber Iudiciorum y promulgó reformas contra los judíos. El estado visigodo se derrumbó con el desembarco musulmán de Gibraltar en 711.

La ciudad durante el periodo visigodo

Ya desde el final del imperio la ciudad había destacado en la Tarraconense, y parece que tuvo bastante importancia entre los visigodos por establecer corte y capital en varios periodos (Ataúlfo, Máximo, Gesaleico, Teudis). Las causas parecen ser la fortaleza de su muralla, los ejes de comunicaciones y un posicionamiento fronterizo de la Hispania, cercano de la Galia y de los ostrogodos en los territorios que iban restando del Imperio en la actual Italia.

En general, el periodo visigodo en Barchinona es bastante desconocido. Parece que la ocupación del territorio por los visigodos fue pacífica y que los ciudadanos no abandonaron la forma de vida romana y paleocristiana de forma agresiva, en parte porque los visigodos también estaban bastante romanizados. En la ciudad, los visigodos no constituyeron una población importante, y sólo ocuparon puestos de poder como la guarnición militar y las autoridades. Estas autoridades fueron el conde (comes civitatis), y su vicarius que ejerció el poder civil y militar tanto en la ciudad como en el territorium (considerado un área mayor que el territorium romano) y el obispo, responsable del ámbito religioso. Se considera un periodo de prosperidad económica (especialmente a finales del siglo VI) debido a la influencia que mantuvo y a las monedas acuñadas en la ciudad. Fue ceca de Leovigildo, de monedas de oro de imitación bizantina y de otros sucesores hasta Witiza, que derivaron en monedas propiamente visigodas.

Los primeros visigodos que ocuparon la ciudad eran arrianos, mientras que la ciudad, por tradición hispanorromana era católica. A los indígenas se les toleró la religión, aunque les obligaron a trasladarse de su templo mayor, la Basílica para oficiar en la iglesia de San Justo. Los visigodos transformaron la basílica en catedral arriana. Incluso durante el obispado de Nebridi se celebró un concilio católico de la província eclesiástica de la Tarraconense (540). Leovigildo persiguió a los católicos para convertirlos en su fe arriana aunque posteriormente su hijo Recaredo hizo de la religión católica la oficial del territorio visigodo (589). Un Segundo Concilio católico se celebró en Barchinona en 599 en la Iglesia de la Santa Cruz, bajo el obispado de Ugern.

Hay pocos restos del periodo visigodo, en que la ciudad se mantuvo intramuros. Se conocen restos de un palacio edificado en el siglo V sobre el antiguo foro romano, posteriormente palacio episcopal. Otro palacio, tal vez donde fuera asesinado Ataúlfo, se descubrió bajo la actual Sala del Tinell, en la actual Plaza del Rey (Ciutat Vella), donde también se descubrió una necrópolis de la época (siglos VI-VII). También es posible ver la planta de la basílica paleocristiana del siglo IV, junto a la catedral actual.

Durante el periodo se hablaba un latín vulgar, posiblemente con pequeñas variantes autóctonas y hebreo por parte de los judíos. Varias leyes y ordenanzas atentaron contra la población judía durante la época visigoda; en algunos momentos, según el rey, se prohibieron matrimonios con cristianos, se obligó a que fueran bautizados, escarnio público o desprovistos de sus propiedades. Incluso durante el reinado de Wamba (672-680), la población judía debió ser considerable como para demandar al rey un edicto de expulsión de los sefardíes.

Durante el período visigodo el nombre de la ciudad toma diversas formas posibles, surgidas de la voz latina Barcino. Siguiendo las declinaciones latinas, se encuentran textos con las grafías Barcinone, Barcinonem, Barcinonam, Barcinona. En ocasiones aparece con una hache intercalada, como en italiano actual, para representar el sonido /k/, siguiendo la antigua pronunciación latina original. Así, aparece como Barchinona, Barchinonam, Barchinone. Con el tiempo, las declinaciones fueron desapareciendo pero se mantuvieron esas formas, en detrimento de la original romana Barcino como nombre de la ciudad. Actualmente, para referirse a aquel periodo de la ciudad, suele referirse también por el genérico Barchinona.

Barcelona musulmana

Los musulmanes entraron en la península en 711. Durante ese año, en la parte norte de la Tarraconense estaba en el poder Agila II, un líder enemigo del también visigodo Roderico, por lo que se sirvió de los musulmanes para combatirle, hecho que evitó la conquista musulmana de la ciudad en el primer momento de la entrada musulmana a la península. Le siguió Ardón que fijó residencia en Narbona, y tras oponer resistencia a los musulmanes, éstos, bajo el mando de Al-Hurr, conquistaron definitivamente el territorio entre 717 y 718. Mientras que Tarragona (Tarraco, طرخون -Tarrakuna-) fue devastada, la entrada en Barchinona fue pactada y sin resistencia.

El valí de Barcelona Sulayman ben al-Arabí junto a otros valíes contrarios a Abderramán I, buscaron la ayuda de Carlomagno para contrarrestar el poder del emirato en 777. El acuerdo no prosperó y Sulayman fue capturado en Saraqusta. Durante la Batalla de Roncesvalles fue liberado y, de vuelta en Saraqusta, envió a su hijo Matruh a controlar Barcelona y Gerona. A la muerte de su padre en 780 por el valí Husayn de Zaragoza dispuso la ciudad a favor del emirato de Córdoba, al que ayudó sitiando Zaragoza en 781. En 789 se revoltó de nuevo y tomó el control de Zaragoza y Huesca (Wasqa). A la muerte de Matruh en 792, tomó el poder de Barcelona Sadun al-Ruayni.

Sadun viajó a Aquisgrán en 797 para solicitar ayuda contra el Emirato de Córdoba (entonces bajo el control de Al-Hakam I) a Carlomagno, al que ofreció la ciudad. Éste envió a su hijo Ludovico Pío que, junto a otros nobles pretendía tomar la ciudad pacíficamente, ya en otoño de 801. Sadun no cumplió su palabra y se negó a entregar la ciudad, por lo que los francos atacaron la ciudad de Barcelona. El asedio fue largo y Sadun escapó en busca de ayuda de Córdoba. Fue capturado, y tomó el poder Harun, último valí de Barcelona. Partidario de seguir defendiéndose del ataque franco, fue destituido por sus allegados y entregado a los francos probablemente el 3 de abril de 801.

El poder musulmán en la ciudad duró algo más de 83 años. Durante la ocupación musulmana, la ciudad fue conocida como برشلونة, Barshiluna (entre otras transliteraciones como Medina o Madinat (مدين) Barshaluna, Bargiluna, Barxiluna).

La presencia musulmana no intentó convertir a la población local pues permitió la libertad de culto y, generalmente, los ciudadanos recibieron un trato bastante favorable. Los valíes musulmanes habilitaron una guarnición militar en la ciudad y cobraron impuestos especiales a los no musulmanes, pero probablemente fueron menores que durante la época visigoda. El principal templo cristiano, la catedral, fue convertida en mezquita. El gobierno civil fue respetado y la ciudad conservó las autoridades tradicionales (conde y obispo cristiano, y jefe de la comunidad judía).

Barcelona carolingia

El período histórico de la ciudad bajo dependencia de la dinastía carolingia abarca desde la entrada a la ciudad de Ludovico Pío en 801 hasta la ofensiva dirigida por Almanzor en 985. El final de este período coincide con un declive importante del Imperio Carolingio que, entre guerras internas, es incapaz de controlar los territorios periféricos o marcas. La primera mitad de los prácticamente dos siglos que dura este periodo de dependencia del imperio franco, la ciudad restituye las sedes de la mayoría cristiana y vive con el constante temor de los ataques promovidos desde el Emirato de Córdoba. Ya a principios del siglo X el peligro desciende y la ciudad se recluye en sí misma. Este período más pacífico promovió una posterior apertura comercial y económica. A finales de siglo, la ciudad y el condado tendieron a un desligamiento hacia los francos mientras las relaciones con Córdoba y Roma fueron en aumento.

Entrada y poder de los francos

Tras la entrada solemne y pacífica en la ciudad el 28 de diciembre, Ludovico designó a un godo local, Bera, como conde (comes) de Barcelona. Recibió también el título de marqués al hacerse cargo del territorio fronterizo o marca (Marca Hispánica). El obispado pasó a depender de la sede metropolitana de Narbona. A pesar de estos cambios, la ciudad pudo mantener un régimen en el que se mantuvo el derecho propio visigodo. En 815, un ejército comandado por Ubayd Allah, tío de Al-Hakam I, se dispuso a conquistar la ciudad, pero antes de atacarla un ejército godo reclutado por Bera frustró el intento y obligó a los atacantes a retirarse. A la muerte de Odilón, conde de Gerona (que incluía los pagus de Besalú y Ampurias) Bera recibe el poder sobre esos territorios. Hacia 820 Bera y sus seguidores godos se sublevaron contra el poder carolingio y finalmente, es depuesto y sus territorios pasan a manos del conde Rampón.

En 827 tropas musulmanas volvieron a asaltar la ciudad sin éxito. Sin embargo, varios años después, en 852 los musulmanes, probablemente bajo el mandato de Abd al-Karim ben Mugith toman la ciudad como represalia por la muerte a cargo de ciudadanos barceloneses de su aliado Guillermo de Septimania, y enemigo de Alerán, conde durante la toma de la ciudad. Devastaron la ciudad durante la batalla, en la que Alerán debió morir en combate. De nuevo en 861, bajo el conde Hunifredo, tropas musulmanas atacaron Barcelona tras un tiempo de tregua. Conquistaron territorios próximos y asediaron la ciudad, aunque Hunifredo debió negociar y consiguió renovar la tregua, aunque bajo el consentimiento de Carlos el Calvo, rey de Francia y aceptada por Mohamed I, emir de Córdoba.

La unión del condado al Imperio Carolingio ya estaba debilitada a finales de siglo. Tras ser depuesto el conde Bernardo II, el título de conde lo recibió Wilfredo I, llamado el velloso, hijo de Sunifredo I que también hubo poseído el título. Este cambio orientó el condado de nuevo a un linaje hispanogodo en lugar de franco.

Al conde Wilfredo a menudo se le pedía, fuera el obispo o la creciente comunidad ciudadana, un compromiso para su seguridad. Wilfredo, se mostró más interesado en los asuntos de poder que en la defensa ciudadana, y sus enemistades con los dirigentes de Lérida conllevó un ataque en 897 por parte del valí de esa ciudad Lop ibn Muhammad ibn Lop. Barcelona fue evacuada por la población civil debido al ataque, y el conde murió poco después contra el mismo valí en las inmediaciones de Navès. Tras Wilfredo, el condado fue heredado por sus hijos Wifredo II Borrell y Suñer I, ya sin designación real franca. En 988, el hijo de Suñer, Borrell II hizo efectiva la independencia respecto a los reyes francos, y rehusó rendir vasallaje a Hugo Capeto, tras la nula ayuda que el anterior rey franco, Lotario otorgó al condado para combatir el ataque de Almanzor.

El ataque de Almanzor

Tras varias incursiones por otros reinos y condados cristianos del norte de la península, Almanzor arribó a las inmediaciones de Barcelona a finales de junio de 985. El primer día de julio, los musulmanes alcanzaron las murallas, que resistieron el feroz asedio hasta acceder a la ciudad el 6 de julio, tras 8 días de ataques intensos y acompañado por bloqueo del puerto llevado a cabo por una importante flota dirigida por el almirante Abd al-Rahman ibn Rumahis[1]​(عب الرحمن بن رمهس). El objetivo de las campañas de Almanzor era doble, por un lado, sustraer dinero y posesiones valiosas y por otro, someter a la población local, incluso sometiendo algunos como esclavos que fueron llevados a Córdoba, por los que tal vez poder exigir tributos a los cristianos. La ciudad fue saqueada y prendida en fuego, junto con los monasterios, iglesias y la catedral (aunque se pudieron conservar algunos documentos). Muchos de los habitantes de la ciudad o del condado que se protegieron entre las murallas fueron hechos prisioneros, esclavos o asesinados. La ocupación duró unos seis meses. Entre los prisioneros hubo ciudanos ricos e importantes, como el vizconde Udalardo, el arcediano Arnulfo, el juez Orús y el mercader Marcús. Su rescate fue largo y difícil.

La ciudad durante los primeros condes

El condado era dirigido y gobernado directamente por el conde, que se ayudaba por un vizconde, mientras que las cuestiones de gobierno local de la ciudad las administraba un vicario o veguer que también regía sobre el ámbito militar y la dirección de la policía. El obispo, que a menudo asumía la representación de la ciudad, se encargaba de los desvalidos y velaba por el cumplimiento de las capitulares condales. Hacia el 874 se halló en Santa María del Mar un cuerpo atribuido a santa Eulalia y se trasladó el cuerpo a la catedral. La catedral paleocristiana del siglo IV fue restaurada tras la llegada de los francos y en las obras intervino el obispo Frodoí hacia el 877.[2]​ Durante los aproximadamente dos siglos que duró la influencia carolingia en Barcelona, la ciudad contaba además de la catedral con las iglesias urbanas de San Justo (Sant Just), San Miguel (Sant Miquel) y San Jaime (Sant Jaume), además de las localizadas extramuros de Santa María del Pí, Santa Maria de les Arenes o del Mar, San Juliano de Montjuïc (Sant Julià), el monasterio benedictino de Sant Pau del Camp y de monjas benedictinas de San Pedro de Puellas (Sant Pere de les Puel·les).

Los judíos formaban una comunidad importante que se asentaba en el Call, y disponían de un cementerio en Montjuïc. Ellos constituían un núcleo activo que se dedicaba a la medicina, el comercio, la pequeña industria, y potenciaron las relaciones con al-Andalus. El ámbito marítimo estaba a manos de los cristianos y se desarrolló comerciando entre varios puertos mediterráneos musulmanes.

El desarrollo de la agricultura en el llano de Barcelona se fraguó en la construcción, a mediados del siglo X y seguramente por el conde Miró, de dos canales de agua que dirigían las aguas del río Llobregat y del Besós a las inmediaciones de la ciudad. La del Besós era conocida como rec comtal o Regomir y era paralela a la strata francisca, una vía que suponía una variante de la antigua Via Augusta romana, y que fue construida por los francos para aproximar mejor la ciudad al centro del imperio carolingio.

Edad Media

Con el paso del tiempo, el condado fue adquiriendo una independencia práctica respecto del reino carolingio, que se oficializaría en el año 986, con el conde Guifré el Pilós (nombre en catalán de Wifredo el Velloso). El establecimiento del estado feudal en Cataluña a lo largo del siglo XI no impidió que el condado de Barcelona adquiriese preeminencia sobre el resto de condados de la Marca. Así, Barcelona se convertiría en el centro político, económico, social, cultural y comercial de un territorio que comprende no sólo la actual Cataluña, sino el conjunto de reinos que conformaron la antigua Corona de Aragón (Cataluña, Aragón, Valencia, Mallorca -islas Baleares-, Rosellón, Cerdeña, Nápoles, Atenas y Neopátria). Barcelona llegaría a ser una de las principales potencias mediterráneas en los siglos XIII, XIV y XV, en competencia con Génova y Venecia. Durante el transcurso de estos siglos de esplendor la Bandera de Barcelona nace como un símbolo de la ciudad.

Edad Moderna

Sin embargo, desde el siglo XIV la ciudad entró en un periodo de decadencia que, con altibajos, se prolongaría a lo largo de los siglos siguientes. Las tensiones derivadas de la unión dinástica con Castilla, iniciada con el matrimonio entre Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, alcanzó su momento álgido con la Guerra dels Segadors, entre 1640 y 1651, y más tarde, con la Guerra de Sucesión (de 1706 a 1714), que significó la desaparición de las instituciones propias de Cataluña.

En la Guerra de Independencia fue tomada por las tropas napoleónicas. Es de destacar el episodio sucedido el 9 de marzo de 1809, cuando la ciudad estaba a punto de ser liberada por Juan Clarós, cuando un temporal lo impidió.

La recuperación económica iniciada a finales del siglo XVIII y la industrialización en el siglo XIX propiciaron que Barcelona volviera a convertirse en un importante centro político y cultural.

Del siglo XIX al XX: Crecimiento geográfico, Exposiciones Universales y clubs deportivos

En 1888 Barcelona organizó una Exposición Universal, gracias a la cuál urbanizó una gran extensión de terreno que comprendía desde el Parque de la Ciudadela hasta la Barceloneta, y mejoró infraestructuras en toda la ciudad. Barcelona aprendió entonces que la organización de grandes eventos internacionales no sólo le facilitaba la urbanización de la ciudad, sino que le reportaba multitud de visitantes y proyección internacional.

En 1897 se produjo un gran crecimiento geográfico y demográfico de la ciudad, ya que se anexionaron a Barcelona seis poblaciones limítrofes, hasta entonces independientes: Sants, Les Corts, Sant Gervasi de Cassoles, Gràcia, Sant Andreu del Palomar y Sant Martí de Provençals.

A nivel social, a finales del siglo XIX los barceloneses vivieron en primera persona la proliferación de nuevas formas de vida, ocio y relación social que tenían en el deporte y la práctica de actividad física su máxima expresión. En los últimos años del siglo la ciudad vio nacer una gran cantidad de clubs de natación, tenis o fútbol que tendrían una gran importancia, en el siglo XX, en la vida social de los barceloneses, y en la proyección exterior de la ciudad. Clubs como el FC Barcelona (fundado en 1899), el RCD Espanyol (fundado en 1900), el Real Club de Tenis Barcelona o el Club Natació Barcelona cobraron enseguida una gran popularidad en la ciudad, y convirtieron a Barcelona en la gran capital del deporte español de principios del siglo XX.

En 1904 se anexionó a Barcelona un nuevo municipio independiente: Horta. Y en 1921 se unió Sarrià.

Exposición Internacional de Barcelona de 1929

En 1929 organizó una nueva Exposición, esta vez Internacional, gracias a la cuál se urbanizó toda la zona de la Plaza España, y se construyeron los pabellones donde hoy está la Feria de Barcelona. La Exposición de 1929 también fue el pretexto para construir el Metro de Barcelona, inaugurado inicialmente en 1924, y ampliado en 1926 con el servicio del "Metro Transversal" entre Bordeta y Catalunya (actual L1) que fue construido con motivo de la Exposición, uniendo el centro de la ciudad con el recinto de la exposición, en Plaza España y Montjuïc.

1936-1939: Guerra Civil

En el verano de 1936, durante la Segunda República Española, Barcelona se disponía a organizar otro gran evento internacional: las Olimpíadas Populares. Para ello, construyó el Estadio Olímpico y acondicionó la montaña de Montjuic. Sin embargo, pese a que todo estaba preparado, los Juegos no se pudieron celebrar, ya que en el mes de julio el ejército inició su golpe militar contra la II República, dando origen a la Guerra Civil.

En Barcelona se vivió un proceso revolucionario mediante el cual gran parte de las empresas y servicios fueron colectivizados por sindicatos como la CNT y la UGT. La autoridad del Gobierno de la República y la Generalidad de Cataluña era teórica, controlando de forma efectiva las calles los anarquistas. A partir de los Sucesos de Mayo, la influencia de los anarquistas decreció.

George Orwell, comentó sobre la Barcelona de aquellos días en Homenaje a Cataluña:

Por primera vez en mi vida, me encontraba en una ciudad donde la clase trabajadora llevaba las riendas. Casi todos los edificios, cualquiera que fuera su tamaño, estaban en manos de los trabajadores y cubiertos con banderas rojas o con la bandera roja y negra de los anarquistas; las paredes ostentaban la hoz y el martillo y las iniciales de los partidos revolucionarios; casi todos los templos habían sido destruidos y sus imágenes, quemadas. Por todas partes, cuadrillas de obreros se dedicaban sistemáticamente a demoler iglesias. En toda tienda y en todo café se veían letreros que proclamaban su nueva condición de servicios socializados; hasta los limpiabotas habían sido colectivizados y sus cajas estaban pintadas de rojo y negro. Camareros y dependientes miraban al cliente cara a cara y lo trataban como a un igual. Las formas serviles e incluso ceremoniosas del lenguaje habían desaparecido. Nadie decía señor, o don y tampoco usted; todos se trataban de «camarada» y «tú», y decían ¡salud! en lugar de buenos días.
George Orwell, Homenaje a Cataluña

Durante la guerra, Barcelona fue bombardeada en diversas ocasiones por el ejército golpista. El apoyo de la ciudad a las fuerzas de la República le costó caro a Barcelona, no sólo durante los tres años de guerra, sino durante los treinta y seis años de dictadura del Ejército.

1939-1975: La dictadura franquista

La ciudad fue ocupada por el ejército faccioso el 26 de enero de 1939, que abolió la autonomía catalana y sus instituciones políticas, como la Generalidad de Cataluña, y prohibió el uso de la lengua catalana y sus manifestaciones culturales. Barcelona se vio sumida, durante los casi cuarenta años de la dictadura franquista, en una gran decadencia social y cultural.

De los 36 años de dictadura franquista (1939-1975) cabe reseñar que, en 1952, Barcelona acogió el Congreso Eucarístico Internacional, que permitió la urbanización de un nuevo barrio conocido como Congrés. Por otra parte, los años de la dictadura se caracterizaron por el "desarrollismo" urbano, que consistió en la construcción desenfrenada de viviendas baratas para absorber la inmigración procedente, sobre todo, de comunidades españolas como Andalucía, Murcia o Galicia. La construcción de viviendas se llevó a cabo, en muchos casos, sin una planificación urbanística previa, y utilizando materiales baratos que, con los años, provocarían problemas varios como la aluminosis. La fiebre constructora provocó un notable incremento demográfico y la creación de nuevos barrios, tanto en el interior de la ciudad, en el Carmel, Nou Barris, El Verdum, Guinardó, como en poblaciones adyacentes a Barcelona como Hospitalet de Llobregat, Bellvitge, Santa Coloma de Gramenet, San Adrián de Besós o Badalona, que multiplicaron la demografía del área metropolitana de Barcelona, también llamada "cinturón".

El incremento de población y la irrupción del coche en los años 60' obligaron a desarrollar la red de metro, por una parte, y al asfaltado masivo de calles, la instalación de semáforos, y a la construcción de las primeras rondas de circunvalación de la ciudad. En estos años también se mejoró los sistema de distribución de agua corriente, el alcantarillado, la provisión de electricidad y el alumbrado de la ciudad.

Desde el punto de vista sociocultural, existe el mito de que la llegada masiva de inmigración multiplicó el número de castellanohablantes en una ciudad en la que, hasta los años 30', el idioma catalán era la lengua claramente preponderante; pero no es cierto Barcelona era principalmente Castellanohablante ya desde la época de los Austrias, si bien su cinturón población si pasó de ser catalanohablante a castellanohablante.. A ello también contribuyó el poder de los nuevos medios de comunicación de masas, la radio y la televisión, que se emitían únicamente en castellano, y el hecho que el castellano fuese la única lengua oficial reconocida por el régimen, y por tanto la única utilizada en la vida pública.

1976-1992: De la llegada de la Democracia a los Juegos Olímpicos

La Playa de la Barceloneta y las torres gemelas, símbolo de la Vila Olímpica

Desde finales de los años 70, una vez recuperada la democracia en España, las instituciones catalanas, y las entidades socioculturales, recuperaron la libertad. Barcelona inició un nuevo desarrollo cultural y urbanístico que la ha convertido en la ciudad atractiva que es en la actualidad. En ello tuvo mucho que ver la designación de Barcelona, en 1986, como ciudad organizadora de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.

Los siete años que transcurrieron entre 1986 y 1992 constituyeron años de gran transformación para la ciudad. No sólo se construyeron los complejos deportivos necesarios (Remodelación del Estadio Olímpico Lluis Companys, Construcción del Palau Sant Jordi, etc.) sino que se llevaron a cabo obras tan importantes como la construcción de las Rondas de circunvalación de la ciudad, la recuperación de las playas y todo el frente Marítimo, la construcción de nuevos barrios como la Vila Olimpica, la mejora del sistema de transporte y modernización del metro, la instalación de la nueva torre de telecomunicaciones de Collserola, la renovación y ampliación del Aeropuerto de Barcelona, la renovación de la flota de taxis, la limpieza de fachadas a los edificios de la ciudad, modernización de hospitales, construcción de polideportivos municipales, la multiplicación de plazas hoteleras, etcétera. Los Juegos, además, internacionalizaron definitivamente la imagen de una moderna Barcelona ante todo el mundo, y recuperaron la ilusión de los barceloneses, orgullosos de su ciudad.

La Barcelona actual

Detalle de la torre Agbar del arquitecto Jean Nouvel.

La celebración de un nuevo evento en el año 2004, el Fórum Universal de la Culturas, permitió unos cambios urbanísticos todavía mayores. Se recuperó toda la zona del Besós, hasta entonces poblada de antiguas fábricas en desuso regenerando todo el barrio del Poblenou y construyendo el nuevo barrio de Diagonal Mar. También se pudo construir el puerto deportivo de Sant Adrià, y permitió hacer llegar la Avenida Diagonal hasta el mar. Además, el Fòrum legó a la ciudad nuevos parques y amplios espacios para el ocio de los ciudadanos, nuevas plazas hoteleras de alta categoría, y dos nuevos edificios para exposiciones y congresos que dieron nuevas posibilidades al perfil económico de la ciudad. Después del evento del Fórum, el ayuntamiento ha buscado utilizar el recinto para conciertos, exhibiciones y eventos a fin de atraer más gente al lugar y evitar que la zona quede en abandono. Aun así, al igual que durante su vigencia, durante el año siguiente el lugar no ha sido tan visitado como estaba previsto.

Los profundos cambios experimentados gracias a la celebración de eventos como los Juegos Olímpicos de 1992 y el Fórum del 2004 dejaron una ciudad nueva, cosmopolita y de gran atractivo cultural tanto para los ciudadanos adinerados como para el turismo internacional. El precio que pagaron los barceloneses fue el desorbitado incremento del precio del suelo, que provocó una espectacular alza en el precio de los pisos, situando a Barcelona como una de las ciudades más caras de Europa, con pisos al mismo nivel de precios que ciudades como Madrid o París. Los que no lo pudieron pagar tuvieron que emigrar a otras poblaciones, siendo ésta una de tantas operaciones de limpieza de personas sin recursos económicos de la ciudad.

El AVE ha llegado ya a Barcelona, uniendo la ciudad catalana con la capital. Sin embargo aun no se ha completado la red, que tiene que enlazar también Barcelona con París; situación que sin duda abrirá aun más la ciudad a las comunicaciones.

Evolución demográfica

1900-2005
1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1981 1991 2001 2005
533.000 587.411 710.335 1.005.565 1.081.175 1.280.179 1.557.863 1.745.142 1.754.900 1.681.132 1.505.325 1.593.075
Evolución demográfica de la ciudad de Barcelona, 1900-2005, según datos del INE


El gráfico y la tabla reflejan el sostenido incremento inicial, por efecto del crecimiento de la industria y de la absorción de núcleos cercanos, la fuerte tendencia al alza hasta el máximo de los años setenta y ochenta, y un posterior decremento de la población, que ha sido absorbida sobre todo por la zona metropolitana (en el sentido amplio de la expresión, que abarcaría hasta las poblaciones del "segundo cinturón"). La tendencia más actual parece ser hacia un repunte moderado (+5,8% entre 2001 y 2005).

Grandes acontecimientos internacionales en la historia de Barcelona

Barcelona ha sido escenario, desde finales del siglo XIX, de importantes eventos internacionales, especialmente en los campos de la cultura, la economía y el deporte. Algunos de ellos no sólo han contribuido a dinamizar la economía de la ciudad y proyectar su imagen internacionalmente, sino que han incidido directamente en la organización urbanística de la ciudad. En este sentido, se considera que los tres acontecimientos internacionales más relevantes que han tenido lugar en Barcelona son, por orden cronológico, la Exposición Universal de 1888, la Exposición Internacional de 1929, y los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.

Enlaces de interés

Referencias

  1. La marina de al-Andalus
  2. Historia de la Catedral de Barcelona

Enlaces externos