Conquista del Desierto

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Conquista del Desierto

Fecha 18781885
Lugar La Pampa y la Patagonia
Casus belli Malones indígenas a los pobladores criollos de la frontera
Conflicto Expansión del territorio efectivamente controlado por Argentina
Resultado Victoria de Argentina sobre los pueblos originarios de la Pampa y la Patagonia a través de una guerra ofensiva y planificada
Cambios territoriales Las campañas militares argentinas obtuvieron el dominio efectivo sobre toda la llanura pampeana y la patagonia argentina
Beligerantes
Bandera de Argentina República Argentina Mapuches o araucanos y pueblos araucanizados
Comandantes
Julio Argentino Roca
Conrado Villegas
Cipriano Catriel
Ignacio Coliqueo
Valentín Sayhueque
Juan Calfucurá
Inacayal
Tripailao
Manuel Baigorrita
Peyeumán
Painé
Manuel Namuncurá
Feliciano Purrán (P.D.G.)
Vicente Catrinao Pincén  (P.D.G.)
Mariano Rosas
Epumer Rosas  (P.D.G.)
Renquecurá
Alvarito Rumay
Fuerzas en combate
6000 soldados (1879)[1]
1000 indios aliados (1873)[2][nota 1]
8000 de Calfucurá (1872)[3][4][nota 2][nota 3]
5000 de Namuncurá (1875)[nota 4]
5000 de Sayhueque (1877)[5][nota 5]

La Conquista del Desierto fue una campaña militar llevada a cabo entre 1878 y 1885 por el gobierno de la República Argentina contra los pueblos amerindios, principalmente los araucanos y tehuelches, que logró el objetivo de ejercer el efectivo dominio sobre la región pampeana y la Patagonia que la Argentina consideraba parte de su territorio, por haber estado incluidos en los límites del Virreinato del Río de la Plata, perteneciente a la corona de España, pero que hasta ese entonces permanecían bajo el control de diversas tribus aborígenes.

En un sentido histórico más amplio, el término incluye también a las campañas previas a la Conquista del Desierto, es decir, al conjunto de expediciones militares llevadas a cabo por los españoles y los gobiernos nacionales y provinciales argentinos que los sucedieron, en contra de los indígenas, antes de la gran campaña de 1879.

Antecedentes

Entre 1833 y 1834, al concluir su primera gobernación en la Provincia de Buenos Aires, el general Juan Manuel de Rosas emprendió una exitosa campaña contra las tribus indígenas conocida como Campaña de Rosas al Desierto. Según un informe que Rosas presentó al gobierno de Buenos Aires a poco de comenzar su conquista, el saldo fue de 3200 indios muertos, 1200 prisioneros y se rescataron 1000 cautivos (blancos). La situación en la frontera tuvo una precaria paz.

El enfrentamiento entre la Confederación Argentina y la Provincia de Buenos Aires debilitó en sumo grado la seguridad de las fronteras interiores con los pueblos indígenas que habitaban en el sur -araucanos y grupos pehuelches araucanizados-, quienes debido al beneficio que les reportaba la disminución de las fuerzas en la frontera recrudecieron los malones contra los blancos, casi de forma permanente, aprovechando la situación interna embanderándose tanto a favor de la Confederación -por ejemplo ranqueles y Juan Calfucurá-, y otros a favor de Buenos Aires -el caso de Cipriano Catriel-.[6][7]

En la segunda mitad del siglo XIX, tanto la Argentina como Chile alcanzaron un nivel adecuado de orden interno para plantearse como objetivo el de ejercer plena soberanía sobre la totalidad de sus territorios heredados de España. Así mientras en Argentina se realizaría la Conquista del Desierto, en Chile se llevaría a cabo un proceso similar denominado Pacificación de la Araucanía.[8]

El 29 de octubre 1855, el cacique araucano Calfucurá infligió una de las peores derrotas sufridas por el Ejército de Operaciones del Sur cuando venció al General Manuel Hornos. De los 3000 efectivos bien armados, 18 oficiales y 250 soldados resultaron muertos, 280 heridos y se perdieron gran cantidad de caballos, armas y municiones.[9]

La Guerra del Paraguay, que se extendió desde 1864 a 1868, produjo el debilitamiento de la frontera sur la que fue permeable a nuevos malones indios. El 21 de enero de 1864, ochocientos indios liderados por Juan Gregorio Puebla intentaron apoderarse de Villa Mercedes {San Luis} defendido por el Regimiento 4.º de Caballería a órdenes del Coronel Iseas, pero se retiraron rápidamente luego de perder a Puebla quien fue alcanzado por el fuego de un ranchero, Santiago Betbeder[10]​que había combatido en la Guerra de Crimea como Sargento Mayor del Ejército Francés. No obstante, matan al ranchero Martiniano Juncos y se roban a su esposa Ventura Villegas y a tres de sus hijos: María, Policarpo y Zenona. El 20 de noviembre de 1868 unos 3000 indios dirigidos por el cacique Epumer Rosas, después de atacar a los rancheros de San Luis, sitiaron y asaltaron a la población de Villa La Paz (Mendoza), llevándose numerosos cautivos.[11]

Empero, durante el transcurso del conflicto internacional, en 1867 el Congreso Nacional sancionó la ley n.º 215. A través de ella se estableció llevar la frontera sur a la ribera de los ríos Negro y Neuquén, otrorgándoles a las tribus nómades todo lo necesario para su existencia fija y pacífica para lo cual mandó darles territorios a convenir; permitió una expedición general contra aquellas tribus de indios que se opusieran al sometimiento pacífico de las autoridades nacionales, las que serían expulsadas más allá de la nueva línea de frontera; autorizó la adquisición de vapores para la exploración de los ríos, la formación de establecimientos militares en sus márgenes y el establecimiento de líneas de telégrafo y estableció gratificaciones para los expedicionarios a través de una ley especial.

El malón, 1845, óleo de Mauricio Rugendas.

Durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento (1868-1874), se logró consolidar en el río Quinto la frontera por el sur del área controlada por las provincias de Córdoba y San Luis, levantándose los fortínes: Fraga, Romero, Toscas, Villa Mercedes, Retiro, Totoritas, Esquina, Pringles, Tres de Febrero, El Lechuzo, 1° de Línea, Sarmiento y Necochea; al este del río Quinto; mientras que al oeste de ese curso fluvial se erigieron los fortines Achirero, Guerrero y Gainza. El área controlada por la Provincia de Buenos Aires por el sur se logró estabilizar en la línea que unía Lavalle Norte (Ancaló), General Paz, Blanca Grande, Lavalle Sur (Sanquilcó), y San Martín.

El general Julio Argentino Roca a fines de la década de 1870.

El 5 de marzo de 1872 con un ejército estimado en 6000 combatientes, Calfucurá inició la llamada invasión grande a la provincia de Buenos Aires.[12]​ Montó así una fuerza integrada aproximadamente por sus 1500 lanzas de escolta, sumando 1500 aportadas por Pincén, 1000 argentinos de Neuquén y 1000 chilenos traídos por Alvarito.[12]​ Sólo los ranqueles de Mariano Rosas no se sometieron al mando de Namuncurá, aunque pelearon por su cuenta.[12]​ De esta forma atacaron los pueblos de General Alvear, Veinticinco de Mayo y Nueve de Julio, resultando muertos alrededor de 300 criollos y tomado cautivos 500 blancos y robadas 200 000 cabezas de ganado.[13]​ Los indios con frecuencia asaltaban los asentamientos fronterizos, robaban caballos y ganado, y las mujeres y niños capturados eran esclavizados u ofrecidos como esposas a los guerreros.[14][15]​ El ganado robado era comercializado por hacendados chilenos que llegaron a instalar una población sobre el río Neuquén, llamada Malbarco, en donde engordaban la hacienda antes de trasladarla a su país. Las autoridades chilenas consentían y fomentaban estas actividades.

Al asumir al cargo de presidente Nicolás Avellaneda, el cacique Manuel Namuncurá le ofreció la venta de cautivos a 40 pesos oro cada uno y, a cambio de no invadir y poder alimentar a su población y tribus amigas, pidió: «Cuarenta mil pesos oro, cuatro mil seiscientas vacas, seis mil yeguas, cien bueyes para trabajar, telas de seda, tabaco, vino, armas, cuatro uniformes de general, etc.»[12]​ También incluye algo solicitado por primera vez por los indios: la provisión de jabón.[12]

A finales de 1875, los indígenas se reorganizaron y reaccionaron contra el avance de la frontera sur de la Argentina. Adolfo Alsina, ministro de Guerra bajo la presidencia de Nicolás Avellaneda, presentó al gobierno un plan que más tarde describió como el plan del Poder ejecutivo es contra el desierto para poblarlo y no contra los indios para destruirlos. Entonces se firmó un tratado de paz con el cacique Juan José Catriel, sólo para ser roto por él corto tiempo después cuando atacó junto al cacique Manuel Namuncurá, las localidades bonaerenses de Tres Arroyos, Tandil, Azul y otros pueblos y granjas en un ataque incluso más sangriento que el de 1872. Las cifras hablan de 5000 indios que arrasaron Azul, Olavarría y otros lugares vecinos, de 300 000 cabezas de ganado robado, de 500 cautivos y de 200 colonos muertos.[16]​Más de 1000 colonos europeos fueron tomados cautivos y 1 000 000 de cabezas de ganado fueron el saldo de las incursiones de los indios entre 1868 y 1874.[17]​El diario Centinela, de Buenos Aires, reportaba de la existencia de muchos oficiales prisioneros entre los indios y las negociaciones para su rescate.[18]

El ministro Adolfo Alsina dirigió la defensa de los poblados y estancias y concentrándose en la frontera de la provincia de Buenos Aires, respondió al ataque, forzando a los indios a retroceder. Para proteger los territorios conquistados y para evitar el transporte del ganado robado construyó la llamada Zanja de Alsina, en 1876, que era una trinchera de dos metros de profundidad y tres de ancho con un parapeto de un metro de alto por cuatro y medio de ancho. La Zanja de Alsina sirvió como límite para los territorios sin conquistar de 374 km entre Italó (en el sur de Córdoba) y Colonia Nueva Roma (al norte de Bahía Blanca). Además, Alsina ordenó la instalación de telégrafos para mantener comunicados los fortines a lo largo de toda la frontera. La construcción de la zanja al ser sólo una medida defensiva y no ofensiva, que no resolvía definitivamente el problema de los malones fue duramente criticada.

Pueblos indígenas involucrados

Los pueblos indígenas que se vieron involucrados en las campañas, incluyendo a los aliados del gobierno, fueron los siguientes:

  • Ranqueles, surgidos de la araucanización o mapuchización de un sector de los tehuelches septentrionales, dominaban el sur de las provincias de Mendoza, Córdoba y San Luis y el norte de la de La Pampa.
  • Salineros, gobernados desde las Salinas Grandes por la dinastía araucana de los Curá, dominaban el sudeste de La Pampa y el oeste de Buenos Aires.
  • Tribu de Pincén[19]​en el noroeste de Buenos Aires.
  • Tribu del cacique Cachul, tehuelches septentrionales araucanizados, vivían en la zona de Tapalqué.
  • Manzaneros, tehuelches septentrionales araucanizados ubicados en Río Negro, Neuquén y Chubut.[20]

Aliados al estado argentino

Parcialidades o tribus que, por lo menos en el último período de la conquista del desierto, combatieron junto a las tropas del estado argentino:[21]

  • Tribu del cacique Juan Sacamata, tehuelches septentrionales. En 1906 el gobierno argentino, en reconocimiento a su colaboración, le otorgó un territorio de 4 leguas cuadradas (9320 ha), al norte del lago Musters, en el valle de Sarmiento.
  • Tribu del cacique Manuel Quilchamal, tehuelches septentrionales cordilleranos.
  • Tribu del cacique Catriel, tehuelches septentrionales araucanizados; vivían en la zona de Azul.
  • Tribu del cacique Coliqueo, era el resto de los boroganos que se salvaron de la masacre de Masallé; se ubicaban en Los Toldos.

En contra del estado argentino

El cacique ranquel Pincén conocido como "el terror de los fortines".

Parcialidades o tribus que, por lo menos en el último período de la conquista del Desierto, combatieron contra las tropas del estado argentino:[21]

  • Tribu del cacique Tracaleu, araucanos.
  • Tribu del cacique Marcelo Nahuel, araucanos.
  • Tribu del cacique Juan Salpú, tehuelches septentrionales.
  • Tribu del cacique principal Manuel Baigorrita, ranquelinos; con sus tolderías en Poitahué.
  • Tribu del cacique principal Epumer Rosas -Epumer Paine-, ranquelinos; con sus tolderías en Leubucó.
  • Tribu del cacique Reumay.
  • Tribu del cacique Pincén.
  • Tribu del cacique Manuel Grande.
  • Tribu del cacique Tripailao.
  • Tribu del cacique Ramón Cabral o Ramón Platero, ranquelinos; con sus tolderías en Quenque. Después de la guerra fue un estanciero de Villa Mercedes, provincia de San Luis.
  • Tribu del cacique Namuncurá. Posteriormente se asentó en el río Pichileufú en Neuquén.
  • Tribu del cacique Zuniga, pincunche. Posteriormente se asentó junto con restos de los ranquelinos en el río Agrio.
  • Tribu del cacique Purrán, pehuenche. Posteriormente asentada en Loncopue.
  • Tribu del cacique Sayhueque, manzaneros, tehuelches septentrionales araucanizados). Estaban asentados en la confluencia del río Caleufú con el río Collón Curá.

La campaña de Roca

Territorio de la Argentina controlado efectivamente por el Estado antes de la primera presidencia de Julio Argentino Roca (1880-1886).
Fotografía tomada por Antonio Pozzo del Ejército Argentino en la ribera del río Negro.
Instalaciones de un fortín utilizado durante la Campaña al Desierto en Cipolletti.

Hacia la década de 1870 los continuos ataques masivos que desde el dominio indígena practicaban los aborígenes contra las estancias y poblados, mediante los malones dificultaban el progreso de la región y del país.

Después de que Adolfo Alsina muriera en 1877, el general Julio Argentino Roca fue nombrado nuevo ministro de Guerra por el presidente Avellaneda. Pero, en contraste con su antecesor Alsina, Roca creía que la única solución contra la amenaza de los indígenas era subyugarlos, expulsarlos, o asimilarlos. La política de contención del indio en las fronteras no había dado resultados satisfactorios.

El general Roca presentó su proyecto de realizar una serie de incursiones militares llamadas en su conjunto «conquista del desierto» que se llevarían a cabo con una conjunción entre fuerzas militares nacionales más guerreros de las tribus aliadas. La finalidad era dar por término a los constantes ataques indios, y al mismo tiempo, incorporar a los esquemas productivos de la Argentina los territorios pampeanos y patagónicos donde las distintas tribus amerindias habitaban, afianzando definitivamente la soberanía nacional.

Para llevar a cabo este plan, el 4 de octubre de 1878 fue sancionada la ley N° 947, que destinaba 1.700.000 pesos para el cumplimiento de la ley de 1867 que ordenaba llevar la frontera controlada efectivamente por el Estado argentino hasta los ríos Negro, Neuquén y Agrio.

Mientras tanto, los jefes de sectores de fronteras realizaron diversas operaciones durante el año 1878 y comienzos de 1879, para preparar la ofensiva. El 6 de diciembre de 1878, elementos de la División Puán, al mando del coronel Teodoro García, se enfrentaron con una fuerza de indios en las alturas de Lihué Calel. En una batalla breve pero muy reñida, 50 indios fueron muertos, 270 capturados y 33 colonos europeos fueron puestos en libertad.[22]

A finales de 1878, empezó la primera ola para dominar la zona entre la Zanja de Alsina y el río Negro, a través de ataques sistemáticos y continuos a los toldos de los indígenas. El coronel Nicolás Levalle, y luego el teniente coronel Freire, atacaron a las fuerzas encabezadas por Manuel Namuncurá, provocándole más de 200 muertos. Mientras tanto, el coronel Lorenzo Vintter tomaba prisionero a Juan José Catriel y más de 500 de sus guerreros, a la vez que se hizo otro tanto con Pincén, cerca de Laguna Malal. Estos caciques fueron confinados en la isla Martín García. Posteriormente, el ranquel Epumer fue capturado en Leuvucó por el capitán Ambrosio. Otras acciones fueron dirigidas por el mayor Camilo García, el teniente coronel Teodoro García, el coronel Rudecindo Roca, el coronel Nelson, el mayor Germán Sosa, el coronel Eduardo Racedo, el teniente coronel Rufino Ortega, y el teniente coronel Benito Herrero. En estas operaciones, unos 400 indios son muertos y más de 4.000 son capturados y unos 150 colonos europeos son liberados y 15.000 cabezas de ganado son recuperadas.[23]

El 11 de octubre de 1878, mediante la Ley 954, el presidente Nicolás Avellaneda creó la Gobernación de la Patagonia, con asiento en la población de Mercedes de Patagones, actual Viedma, al mando del coronel Álvaro Barros y con jurisdicción en todos los territorios fuera de las provincias hasta el cabo de Hornos. La medida tomada fue un gran avance de la geopolítica de Argentina en el afianzamiento de su soberanía territorial.[24]​ Con 6000 soldados en cinco divisiones (entre ellos 820 indígenas aliados), en abril de 1879 comenzó la segunda ola, que alcanzó la isla de Choele Choel en dos meses, después de matar a 1.313 indios y capturar a más de 15.000.[25]​ En este avance también se reportó 308 caballos muertos por cansancio y 9 mulas fueron degolladas por un jefe militar para dar de beber sangre de ellas a algunos oficiales y soldados postrados por la sed.[26]​ Desde otros puntos, las compañías del sur hicieron su camino hacia el río Negro y el río Neuquén, el tributario septentrional del río Negro. Se construyeron muchos establecimientos en la cuenca de estos dos ríos, así como también en el río Colorado. Uno de los principales fue el fuerte General Roca. El fuerte Primera División fue establecido en la confluencia de los ríos Neuquén y Limay.

  • La primera división, al mando del general Roca, partió de Carhué el 29 de abril de 1879 con 1.900 soldados y 105 indígenas aliados, y el 24 de mayo entraron en la isla de Choele-Choel. En junio, Roca regresó a Buenos Aires, quedando al mando el coronel Conrado Villegas.
  • La segunda división, al mando del coronel Nicolás Levalle, partió de Carhué con 325 soldados y 125 indígenas aliados pertenecientes al cacique Tripailao. Avanzó hacia Traru-Lauquen en la actual provincia de La Pampa, y enfrentó a Namuncurá.
  • La tercera división, al mando de Eduardo Racedo, partió de Villa Mercedes hacia Poitahué con 1.350 hombres, entre los que se contaban guerreros ranqueles de las tribus aliadas comandadas por los caciques Cuyapán y Simón. Esta división persiguió al cacique Baigorrita, no logrando capturarlo, aunque sí tomó prisioneros a 500 de sus indígenas.
  • La cuarta división, al mando de Napoleón Uriburu, partió desde San Rafael el 21 de abril, rumbo a la confluencia de los ríos Limay y Neuquén. Esta división dio muerte, en Chos Malal, al cacique ranquel Peyeumán; en el río Agrio tomó prisionero al cacique Painé con 60 de sus guerreros; y finalmente dio muerte al cacique Baigorrita. Estas acciones dejaron un saldo de 1.000 indígenas muertos, y 700 tomados prisioneros.
  • La quinta división, al mando del teniente coronel Hilario Lagos, partió de Trenque Lauquen, y en Curu-Pichi-Cajuel el teniente coronel Godoy mató al capitanejo Lemumier y su hijo. Esta columna tomó a 629 indígenas como prisioneros.[27]

De acuerdo con la Memoria del Departamento de Guerra y Marina de 1879, se tomaron prisioneros cinco caciques principales y uno fue muerto (Baigorrita), 1.271 indígenas de lanza fueron tomados prisioneros, 1.313 indios de lanza resultaron muertos, 10.513 indios de chusma fueron tomados prisioneros, y 1.049 indios fueron reducidos.

La Campaña al Neuquén y Río Negro

La vuelta del Malón, 1892, óleo de Angel Della Valle.

Roca siguió a Nicolás Avellaneda como presidente de Argentina. Creyó que era imperativo conquistar el territorio al sur del río Negro lo más pronto posible y ordenó la campaña de 1881 bajo el mando del coronel Conrado Villegas con 1700 soldados en tres brigadas que comenzaron la campaña a principios de 1881. En un año, Villegas, ascendido a general y a cargo de la frontera sur, conquistó el territorio de la actual Provincia del Neuquén y llegó hasta el río Limay. Las tropas partieron de Buenos Aires el 19 de octubre de 1880 en el vapor Villarino con destino a Carmen de Patagones. En noviembre partieron de esta localidad rumbo a Choele Choel, en donde permanecieron hasta marzo de 1881.

La escuadrilla del río Negro, integrada por los vapores Río Negro y Triunfo, estaba al mando del teniente coronel de marina Erasmo Obligado y sirvió de apoyo a los expedicionarios. En el Río Neuquén se embarcó la comisión exploradora fluvial al mando del teniente Eduardo O´Connor, llegando hasta la vuelta del Desengaño en el río Limay. A fin de año Obligado alcanzó la confluencia de los ríos Collón Curá y Limay a bordo del Río Negro.[28]

La Campaña a los Andes

Mangrullo de un fortín utilizado durante la Campaña al Desierto en Cipolletti.

Entre noviembre de 1882 y abril de 1883 el general Villegas inició una nueva campaña con tres brigadas (cerca de 1400 hombres) y consiguió controlar la totalidad de la actual provincia del Neuquén:

  • La primera brigada, al mando del teniente coronel Rufino Ortega operó en la zona del río Agrio y de Aluminé, obtuvo la rendición de Millamán con casi 100 de sus indígenas. El teniente coronel Ruibal derrotó al cacique Queupo, mientras que el cacique Cayul fue capturado con cerca de 80 de sus guerreros. El mayor José Daza derrotó a Alvarito Rumay y capturó a los capitanejos Cayupán y Nahuelpán. Esta brigada tomó a 500 indígenas prisioneros, al tanto que otros 120 resultaron muertos.
  • La segunda brigada, al mando del teniente coronel Enrique Godoy operó en la zona de Collón Cura y Caleufú. Persiguió a Namuncurá, a Reuque-Curá, el cual fue logrado tomar prisionero, y a Ñancuche, quien huyó a Chile. Esta brigada tomó a 700 indígenas prisioneros, mientras que otros 100 resultaron muertos.
  • La tercera brigada, al mando del teniente coronel Nicolás Palacios se dirigió al Nahuel Huapi y atacó a los caciques Sayhueque e Inacayal, tomando a 500 indígenas prisioneros, mientras que otros 145 resultaron muertos. Entre algunas batallas, se encuentra el combate de Apeleg.

La comisión exploradora fluvial al mando de Obligado volvió a intentar navegar el Limay llegando en el Río Negro hasta el Collón Curá y luego en lancha hasta Traful.

El 15 de febrero de 1883, los soldados del Regimiento 5 de Caballería al mando del sargento mayor Miguel E. Vidal fundaron el fortín Junín de los Andes.

Las campañas finales

Cartel señalando el combate de Pulmari, en Neuquén.

Se continuó presionando a los aborígenes que resistían más hacia el sur, hasta lograr la rendición de Manuel Namuncurá con 330 de sus guerreros.

El teniente coronel Lino Oris de Roa al mando de 100 soldados llegó hasta el valle inferior del río Chubut operando entre noviembre de 1883 y enero de 1884. El 6 de enero de 1883 fue sorprendida en el valle Pulmarí, una partida de 10 soldados al mando del Capitán Emilio Crouzeilles por un centenar de indios y soldados chilenos.[29]​Iniciado el desigual combate llegó el Teniente 2° Nicanor Lazcano con algunos refuerzos. Los dos oficiales y la mayor parte de la tropa dejaron sus vidas.[30]​El 17 de febrero de 1883, un destacamento de 16 soldados argentinos al mando del teniente coronel Juan Díaz, fueron rodeados al llegar a Valle de Pulmarí, por unos 100-150 indios apoyados por un pelotón de soldados chilenos. Muy inferiores en número, los soldados argentinos no obstante vencieron con habilidad a sus atacantes, incluyendo una carga a la bayoneta montada por el pelotón chileno.[31]​Mas tarde, el mayor Miguel Vidal atacó a Sayhueque e Inacayal, librando la última batalla el 18 de octubre de 1884, en la que Inacayal y Foyel fueron derrotados por el teniente Insay, logrando la rendición de la mayoría de sus 3000 indígenas. El 1 de enero de 1885 Sayhueque se rindió al nuevo gobernador de la Patagonia, el general Lorenzo Vintter, en la actual Provincia del Chubut.

Algunos grupos menores continuaron indómitos en Chubut hasta 1888.

Consecuencias

Recreación de mangrullo en Plaza Huincul.

El Informe Oficial de la Comisión Científica[32]​ que acompañó al Ejército Argentino es considerablemente específico respecto de los resultados de la guerra:

El año 1879 tendrá en los anales de la República Argentina una importancia mucho más considerable que la que le han atribuido los contemporáneos. Ha visto realizarse un acontecimiento cuyas consecuencias sobre la historia nacional obligan más la gratitud de las generaciones venideras que la de la presente, y cuyo alcance, desconocido hoy, por transitorias cuestiones de personas y de partido, necesita, para revelarse en toda su magnitud, la imparcial perspectiva del porvenir. Ese acontecimiento es la supresión de los indios ladrones que ocupaban el Sur de nuestro territorio y asolaban sus distritos fronterizos: es la campaña llevada a cabo con acierto y energía, que ha dado por resultado la ocupación de la línea del Río Negro y del Neuquén.
Se trataba de conquistar un área de 15.000 leguas cuadradas ocupadas cuando menos por unas 15.000 almas, pues pasa de 14.000 el número de muertos y prisioneros que ha reportado la campaña. Se trataba de conquistarlas en el sentido más lato de la expresión. No era cuestión de recorrerlas y de dominar con gran aparato, pero transitoriamente, como lo había hecho la expedición del Gral. Pacheco al Neuquén, el espacio que pisaban los cascos de los caballos del ejército y el círculo donde alcanzaban las balas de sus fusiles. Era necesario conquistar real y eficazmente esas 15.000 leguas, limpiarlas de indios de un modo tan absoluto, tan incuestionable, que la más asustadiza de las asustadizas cosas del mundo, el capital destinado a vivificar las empresas de ganadería y agricultura, tuviera él mismo que tributar homenaje a la evidencia, que no experimentase recelo en lanzarse sobre las huellas del ejército expedicionario y sellar la toma de posesión por el hombre civilizado de tan dilatadas comarcas.
Y eran tan eficaces los nuevos principios de guerra fronteriza que habían dictado estas medidas, que hemos asistido a un espectáculo inesperado. Esas maniobras preliminares, que no eran sino la preparación de la campaña, fueron en el acto decisivas. Quebraron el poder de los indios de un modo tan completo, que la expedición al Río Negro se encontró casi hecha antes de ser principiada. No hubo una sola de esas columnas de exploración que no volviese con una tribu entera prisionera, y cuando llegó el momento señalado para el golpe final, no existían en toda la pampa central sino grupos de fugitivos sin cohesión y sin jefes.
Es evidente que en una gran parte de las llanuras recién abiertas al trabajo humano, la naturaleza no lo ha hecho todo, y que el arte y la ciencia deben intervenir en su cultivo, como han tenido parte en su conquista. Pero se debe considerar, por una parte, que los esfuerzos que habría que hacer para transformar estos campos en valiosos elementos de riqueza y de progreso, no están fuera de proporción con las aspiraciones de una raza joven y emprendedora; por otra parte, que la superioridad intelectual, la actividad y la ilustración, que ensanchan los horizontes del porvenir y hacen brotar nuevas fuentes de producción para la humanidad, son los mejores títulos para el dominio de las tierras nuevas. Precisamente al amparo de estos principios, se han quitado éstas a la raza estéril que las ocupaba.

Las palabras con las que concluyó el informe demuestran el temor y el desprecio que en aquel período mostraba el estado argentino y su población hacia las etnias indígenas que le oponían resistencia.

Roca, al mando de un ejército moderno y bien pertrechado,[33]​ sometió la tenaz pero inútil resistencia que pudieron ofrecer los otrora indomables araucanos, causando una gran cantidad de víctimas y desplazando a las poblaciones restantes a regiones periféricas. En esos mismos años, la misma etnia de los araucanos fue también derrotada, en este caso por el estado chileno, durante la Ocupación de la Araucanía, denominada en los documentos oficiales chilenos como «pacificación de la Araucanía».

Se estima que la campaña argentina fue causa directa de la muerte de más de mil indígenas (hombres, mujeres y niños).[34]

Las tribus que sobrevivieron fueron desplazadas a las zonas más periféricas y estériles de la Patagonia. Unos 10 000 nativos fueron tomados prisioneros,[35]​ y unos 3000 enviados a Buenos Aires, donde los separaban por sexo, a fin de evitar que procrearan hijos:[36]​ a las mujeres las repartieron por los diferentes barrios de la ciudad como sirvientas, mientras una parte de los hombres se envió a la isla Martín García, donde murieron, en su gran mayoría, a los pocos años de reclusión.

Esta campaña se realizó, además, porque la persistente dificultad de poblamiento que la Argentina había tenido respecto a las tierras patagónicas heredadas de España, había provocado que otros países se fijaran en esa región, por lo que algunos pretendían considerarla una terra nullius. Entre estos países estaban Francia, el Reino Unido —que ya le había arrebatado las islas Malvinas— y Chile, que ya contaba con una floreciente colonia posicionada al oriente del cordón andino, Punta Arenas, sobre el estrecho de Magallanes. De esta manera, el éxito militar conseguido en la Conquista del Desierto posibilitó que millones de hectáreas se sumaran al control efectivo de la República Argentina. Estas enormes extensiones sureñas fueron adjudicadas a bajo precio, o directamente regaladas, a terratenientes y políticos influyentes.[37][38]​ Por ese entonces eran muy pocas las personas criollas dispuestas a habitar en regiones tan apartadas de la civilización principalmente debido a las grandes distancias para acceder, la falta absoluta de poblados en donde satisfacer necesidades mínimas, la inexistencia de caminos y ferrocarriles, las rigurosidades del clima que dificultaban la vida cotidiana, el emprendimiento de actividades económicas y el desarrollo de la agricultura y la ganadería y la escasez de un elemento vital, el agua dulce, en grandes áreas de la meseta central. Aquellos tiempos históricos fueron signados por toda clase de privaciones materiales aunque la región tuvo un futuro promisorio que recién comenzó a mostrar su potencial real ya iniciado el siglo XX.

Justificación de la campaña en la época

Por ejemplo, sostiene el historiador Roberto Ferrero:

"La conquista del desierto era una necesidad histórica. Las tentativas de una acción civilizadora pacífica, en la que habían sacrificado sus vidas jesuitas y franciscanos en los siglos anteriores, habían fracasado porque no tenían en cuenta que los indios no sometidos aún estaban en otro estadio de la organización social. Se encontraban en una etapa preagraria,.... al nivel de cazadores-recolectores (incluyendo el robo de ganado como una novísima forma de caza) ....Contra esa naturaleza social de las tribus se estrellaron todos los esfuerzos por inculcarles formas más elevadas, que sólo podían ser producto de una larga evolución que la nación no podía esperar sin el peligro cierto de empobrecerse económicamente, perder la Patagonia a manos de Chile o ver surgir asomados a su frontera nuevos Estados bárbaros sometidos a la tutela imperialista. Esto último ya lo había intentado el francés Aurelio Antonio Tounens, alias "Orllie-Antoine I", rey de Araucaria y Patagonia, en 1860/70".

El historiador Antonio Guerrino ha escrito:

"Muchas familias de los pequeños pueblos del Interior tenían alguna anécdota que referir, o habían sido robados por ellos, habían sufrido la pérdida de sus ganados, o les habían invadido su rancho o, lo que era común, se habían llevado a su mujer y a sus hijas".[39]

Durante la Guerra del Pacífico, al mismo tiempo que las fuerzas chilenas avanzaban por el desierto hacia el Perú, las fuerzas argentinas estaban avanzando lentamente y ocupando la Patagonia. El analista político Jorge Castro ha dicho en una entrevista concedida al diario "La Nación:

"La Argentina resolvió la cuestión territorial de la Patagonia con la Campaña del Desierto del general Roca, en 1879, y con el hecho de que las fuerzas chilenas estuvieran comprometidas en la Guerra del Pacífico con Perú. Ésa fue la razón técnica que hizo posible el Tratado de 1881 entre Argentina y Chile".[40]

Las relaciones argentino-chilenas oscilaban entre la guerra y la paz. Chile, aunque victorioso en la Guerra del Pacífico contra la alianza peruano-boliviana, pactada en el Tratado secreto de 1873, anhelaba la paz con Argentina y trataba de evitar que interviniera en el conflicto del norte. Argentina incorporó efectivamente a su soberanía nacional los territorios del sur del país que había heredado de España producida la Revolución de Mayo de 1810 despejando toda forma de apropiación indebida por parte de Chile o, peor aún de Gran Bretaña.

Debate sobre la aplicación del concepto de genocidio

Tehuelches en 1897 en una de las expediciones por el geógrafo Hans Steffen Hoffman.

A mediados del siglo XX se forjó el concepto de genocidio para designar los "actos con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso". Diversos estudiosos han postulado aplicar la definición de genocidio a los actos realizados por el estado argentino durante esta etapa histórica, mientras que la mayoría de los investigadores argumentan que esto no es correcto.

Argumentos de los que postulan la tesis del genocidio

Dentro de los argumentos de los que apoyan esta tesis se citan los que tienen que ver con la declaración de las intenciones de Argentina:

  • En el Congreso se hablaba de «exterminar a los indios salvajes y bárbaros de Pampa y Patagonia».
  • Desde el gobierno de Martín Rodríguez en la provincia de Buenos Aires, década de 1820, se hablaba de exterminio. Él ya decía «primero exterminaremos a los nómades y luego a los sedentarios».

También se citan los métodos utilizados en la campaña, que concuerdan con la definición de genocidio:

  • Ataques a tolderías con mujeres y niños solos en momentos en que los hombres adultos estaban en otras partidas.
  • Campos de concentración en las actuales Valcheta, Chichinales, Chimpay y Junín de los Andes. Algunos cercados por alambre tejido de gran altura.[41]
  • Traslados por la fuerza de los prisioneros caminando hasta Carmen de Patagones (un puerto en la desembocadura del río Negro), en donde los embarcaban a Martín García (una isla en el Río de la Plata enfrente de Buenos Aires). Estos traslados podían ser de hasta de 1000 km y exterminaron a miles de personas, ya que se mataba a los que no caminaban.
  • Traslados forzosos de familias a otros sitios dentro del territorio, ocurridos después de la campaña por la «policía de frontera».
  • Un segundo campo de detención en la isla Martín García. Allí tuvieron que habilitar dos cementerios especiales en 1879.
  • Separación de las familias.
  • Cambios de nombres, de manera que no se pudiera reconstruir la historia familiar.
  • La cifra de muertos varía mucho. En la Pampa vivían unos 20 000[42]​a 30 000[43]​indios; más si se les sumaban los de Neuquén, las faldas andinas y la Patagonia alcanzarían las 50 000[44][45]​ó 60 000 almas,[46]​ al momento de producirse la campaña militar, que según estimaciones no oficiales bien pudo costar unas 20 000 vidas.[47]​ Al resto, o se los redujo en reservas, o se los separó de sus familias y culturas. Se debe mencionar que en los censos argentinos de 1895 y 1914 los indígenas de esta región no fueron contabilizados y en cambio fueron estimados en unas 30 000 y 18 425 almas, respectivamente.[48]

Argumentos de los que rechazan la tesis del genocidio

La mayoría de los historiadores estiman que es anacrónico considerar genocidio la Conquista del Desierto, por intentar aplicar un concepto de derecho internacional surgido casi un siglo después a los hechos de que se trata. Tampoco fue una guerra, pues —según Karl von Clausewitz— «el fin de la guerra no es exterminar al enemigo sino desarmarlo».

Los argumentos para desmentir la teoría del genocidio son:[49]

  • La aplicación de conceptos actuales para calificar hechos del pasado es inadecuada, ya que el marco ético y político tenía otras características y estado de ideas, propias de su época.
  • Varias tribus indígenas combatieron aliadas a las tropas del estado argentino, en contra de otras tribus.
  • Varios pueblos originarios de la región se habían extinguido previamente ya sea por matanzas o conquistas de las tribus de araucanos provenientes de Chile.
  • Falta de documentación sobre hechos a partir de los cuales se pueda inferir que se trató de genocidio. Además, esta falta no se debe a que se ocultaran algunos hechos ya que a la expedición se incorporaron periodistas, hombres de ciencia y religiosos que escribieron y publicaron lo que vieron.
  • Se pone en duda que las más de 5000 personas que participaron en las campañas hubieran sido todas cómplices de un genocidio ocultando información de este tipo.
  • Se pone en duda que lo hubiera permitido un humanista como el presidente Nicolás Avellaneda.
  • Buen trato a los indios prisioneros, niños, mujeres y ancianos, quienes fueron examinados por sus dolencias, vacunados, y muchos de ellos remitidos a hospitales de Buenos Aires.
  • Asignación por parte del Estado de grandes reservas de tierra a los indígenas, inclusive a los caciques y tribus del bando derrotado. Aunque fueron cercenadas posteriormente, esto último fue hecho por individuos y no por el estado argentino.
  • El discurso del 13 de septiembre de 1878 del general Roca ante el Congreso no habló de exterminación sino de «absorción y asimilación» y la ley del 4 de octubre de 1878 del Congreso Nacional que financia la campaña estableció la entrega tierras a los que se sometan y a los indios amigos.
  • La cantidad de indios muertos en la Campaña (1313) en contraposición a la cantidad de prisioneros entregados al Gobierno Nacional (11 784) no es compatible con una intención de exterminación.[50][51]
  • El 5 de mayo de 1884 se aceptó la rendición del cacique Manuel Namuncurá ("pie de piedra" o "pie azul") y recibió el grado de Coronel de la Nación, como una forma de incorporación de los indios a la nación Argentina y no como un exterminio.
  • Los indios guerreros tomados prisioneros durante el avance de Roca se distribuyeron a través del ejército como soldados.[52]
  • A las mujeres y niños indígenas se los entregaban a familias de militares y a gente de bien como sirvientas, institución común en la época.
  • Ambos bandos contaban con fusiles.[53]​Los indios compraban fusiles Martini-Henry en Chile y a cambio pagaban con el ganado argentino robado en los malones.
  • Los malones indios sobre los pueblos y la zona rural criolla provocaron devastación entre la población blanca. El caso del ataque a los pueblos de General Alvear, Veinticinco de Mayo y Nueve de Julio, todos en la Provincia de Buenos Aires, en 1872 fue un claro ejemplo.
  • Las matanzas por parte de los indígenas perpetuadas sobre los criollos -varones, mujeres y niños- demostraron el grado de crueldad de algunas tribus, a las que —siguiendo idéntico razonamiento— podría aplicárseles también el calificativo de genocidas.
  • El sometimiento a servidumbre o esclavitud y el cambio de nombre de la población blanca que era llevada cautiva a las tolderías demostró igual razonamiento.

Impacto demográfico

La siguiente tabla muestra diversas estimaciones realizadas sobre la población y el número de guerreros que poseía cada una de las principales agrupaciones indígenas del llamado Desierto.

Tribu Cacique Lanzas Población Ubicación
Estimación oficial de 1869[54]
Pampas Mariano Cañumil
Juan Picliun
310 1550 Entre el río Negro y el Colorado
Tribu de Calfucurá
(salineros[nota 6]​ y boroanos)[nota 7]
Juan Calfucurá 800 4000 Entre el río Diamante y el Colorado
Centrado en Grandes Salinas
Ranqueles Mariano Rosas
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Ramón Cabral[nota 8]
1000 4500 Al norte del Diamante, Leubucó y Poitahué
Pehuenches Varios[nota 9] 1200 6000 Faldas andinas del sur de Mendoza al norte de Neuquén
Tribu de Coliqueo[nota 10]
(boroanos aliados)
Ignacio Coliqueo s/i[nota 1][nota 11] 1375 Los Toldos
Bandas de cristianos e indios Varios 500 2000 Pampa
Tribu de Catriel[nota 12]
(ranqueles aliados)
Cipriano Catriel
Chipitrú
600[nota 1][nota 11] 3000 Guatraché
Estimación de Mansilla (1870) & Levalle (1877)[55][56]
Ranqueles Epumer Rosas
Baigorrita
Ramón Cabral
1300 8000-10 000
Tribu de Calfucurá Juan Calfucurá
Manuel Namuncurá
2300 10 000
Tribu de Catriel Cipriano Catriel 760 3000
Tribu de Renquecurá
(salineros y pehuenches)
Renquecurá 2200[nota 13] 8000 Entre el río Negro y el Colorado
Estimación de Terrera (1875)[57]
Tribu de Namuncurá Namuncurá 1500 7500
Tribu de Catriel Juan José Catriel 760 3000
Tribu de Pincén
(pampas, ranqueles y araucanos)
Pincén 150[nota 14] 580 Toay
Pehuenches
(banda de Purrán)
Purrán 40 160
Tribu de Renquecurá Renquecurá 2200 6000
Estimación de Zeballos (1878)[5]
Tribu de Namuncurá
(sucesor de Calfucurá)
Manuel Namuncurá 2000[nota 15] 10 000-12 000
Tribu de Pincén Pincén[nota 16] 100
(antes 300)
1000
Ranqueles Epumer Rosas 250-300
(antes 1.600)
4000
Manzaneros[nota 17] Valentín Sayhueque 5000[nota 18] 30 000 Sur de Neuquén y noroeste de Río Negro

Estimación de la población de la Patagonia:[58]

Fuente Categoría Población Fecha
Viedma, 1837 Almas 4000 1780-1783
Munfliz; Drifrieri, 1961 Hombres 4000 1826
Nuñez; Drifrieri, 1961 Indios 8000[nota 19] 1825
Drifrieri, 1961 Indígenas de Tierra del Fuego 7000-8000[nota 20] Siglo XIX
Cooper, 1946 Onas 2000 1875

Referencias

  1. El Historiador | Artículos | “La conquista del desierto”
  2. Alfredo Marcelo Serres Güiraldes. La estrategia del general Roca. Buenos Aires: Editorial Pleamar, 1979, pp. 223.
    En cuanto a la tribu de Cipriano Catriel -que como ya hemos visto prestó tan buenos servicios al gobierno nacional— (...) El 11 de diciembre de 1873, al frente de 1000 guerreros —de los cuales 800 portaban lanzas, 50 armas de fuego y el (...).
  3. Bengoa, José (2000) [1985]. Historia del pueblo mapuche: siglo XIX y XX. Santiago de Chile: LOM Ediciones, pp. 259. ISBN 956-282-232-X.
  4. Juan Carlos Coria (2004). Julio Argentino Roca: de soldado a presidente. Buenos Aires: Círculo Militar, pp. 53. ISBN 978-9-50982-267-2. Las tribus de la Pampa eran capaces de movilizar 9.000 lanzas entre las huestes chadiches de Calfucurá y su hijo Namuncurá, de Renquecurá, las ranqueles de Catriel, de Baigorrita, Mariano Rosas y Ramón Cabral, de Ramón Tripailao y Manuel Grande y de Pincén.
  5. a b Juan Guillermo Durán. "Catecismos pampas (1870-1885): circunstancias históricas y alcances pastorales". Revista de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina. ISSN 0328-1396, Nº. 69, 1997, pp. 25-26. Las cifras que tratan sobre la disminución sufrida hacia 1878 de la población de las tribus salvajes proviene de Estanislao Zeballos, La conquista de quince mil leguas, 1878, pp. 296; 298-299; 308; 319. Obtenidos gracias a las informaciones dadas por las diversas embajadas de indígenas enviadas a hablar con el gobierno, en particular una enviada en 1877.
  6. Walther, J.C. (1970). La Conquista del Desierto. Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires. p. 271. 
  7. Best, F. (1960). Historia de las guerras argentinas. Buenos Aires: Peuser. p. 361. 
  8. Bengoa, José (2000) [1985]. Historia del pueblo mapuche: siglo XIX y XX. Santiago de Chile: LOM Ediciones. ISBN 956-282-232-X.
  9. Campañas Militares Argentinas - Tomo III (1854-1865) , Isidoro J. Ruiz Moreno, pp. ?, Emecé, 2005
  10. Historia de la Provincia de San Luis - Tomo I, Juan Wenceslao Gez, p. 194, Talleres gráficos de J. Weiss y Preusche, 1916
  11. Historia de Mendoza, Pedro Santos Martínez, p. 308, Plus Ultra, 1979
  12. a b c d e MANUEL NAMUNCURA ("PIE DE PIEDRA") sitio web Instituto Malvinas. Consultado el 5 de enero de 2011.
  13. Historia del pueblo mapuche: (Siglo XIX y XX), José Bengoa, p. 261, Lom Ediciones, 2000
  14. Argentina: Countries of the World, Erika Wittekind, p. 67, ABDO, 01/09/2011
  15. Captive Women: Oblivion And Memory In Argentina, Susana Rotker, p.32, University of Minnesota Press, 04/12/2002
  16. Los Mapuches, Omar Lobos, p.65, Ediciones Del Sol, 2008
  17. Manual de Historia Constitucional Argentina, Celso Ramón Lorenzo, p.412, Editorial Juris, 1997
  18. La medicina en la conquista del desierto, Antonio Alberto Guerrino, p.25, Editorial Dunken, 2006
  19. INSTITUTO MALVINAS - Para pensar la Patria
  20. Los tehuelches: y otros cazadores australes. Pág. 82-83. Escrito por Irma Bernal, Mario Sánchez Proaño. Publicado por Editorial Galerna, 2001. ISBN 950-556-422-8, 9789505564224
  21. a b CULTURA ANCESTRAL
  22. The Argentine Military and the Boundary Dispute With Chile, 1870-1902, George V. Rauch, p. 45, Greenwood Publishing Group, 1999
  23. The Argentine Military and the Boundary Dispute With Chile, 1870-1902, George V. Rauch, p. 45, Greenwood Publishing Group, 1999
  24. A 130 años: Creación de la Gobernación de la Patagonia Diario Río Negro. Consultado el 30 de marzo de 2011.
  25. The Argentine Military and the Boundary Dispute With Chile, 1870-1902, George V. Rauch, p. 47, Greenwood Publishing Group, 1999
  26. La medicina en la conquista del desierto, Antonio Alberto Guerrino, p.46, Editorial Dunken, 2006
  27. «Created with DiDa». Consultado el 2009. 
  28. Crónica histórica del Lago Nahuel Huapi. Pág. 263. Autor: Juan M Biedma. Editor: Editorial del Nuevo Extremo, 2003. ISBN 987-1068-21-2, 9789871068210
  29. The Argentine Military and the Boundary Dispute With Chile, 1870-1902, George V. Rauch, p. 48, Greenwood Publishing Group, 1999
  30. Historia de las misiones salesianas en La Pampa, República Argentina, Volume 1, Lorenzo Massa, p. 169, Editorial Don Bosco, 1967
  31. The Argentine Military and the Boundary Dispute With Chile, 1870-1902, George V. Rauch, p. 49, Greenwood Publishing Group, 1999
  32. Introducción del Tomo I del Informe Oficial de la Comisión Científica agregada al estado mayor general de la Expedición al Río Negro (Patagonia), texto electrónico en ECyT-ar.
  33. La principal diferencia sería de armamentos, principalmente el uso del Remington. Pero la conquista del desierto sería la primera operación de envergadura en el país que haría uso intensivo del telégrafo en las comunicaciones militares. Su uso militar fue promovido ya durante la gestión de Adolfo Alsina durante la presidencia Avellaneda. Uno de los 5 hilos conductores que salían del pequeño local de la Dirección General de Correos y Telégrafos en la ciudad de Buenos Aires iba siguiendo la Conquista del Desierto: desde Azul hasta Trenque Lauquen y Carhué, para unir a las cinco comandancias de frontera, arribando a Fuerte General Roca, en el Río Negro, en 1883. Su uso en la Campaña del Desierto en reemplazo de las señales mediante cañonazos y del uso de chasquis fue intenso y facilitó la logística y coordinación de las operaciones. Entre abril de 1876 y julio de 1877 las diversas oficinas del Telégrafo Militar intercambiaron 52218 telegramas por su red de 696 km. La cabecera estaba instalada en el Ministerio de Guerra y Marina en la Casa de Gobierno y contaba con 11 aparatos Morse atendidos por 30 hombres entre oficiales, suboficiales y soldados. El 18 de junio de 1879 Avellaneda saludaba por telégrafo al comandante de la expedición Roca: "Mis felicitaciones y las de toda la Nación. Lo saludo en las márgenes del Río Negro y del Neuquén donde su presencia realiza los votos de muchas generaciones". Así, pronto "No quedó Comandancia, fuerte o fortín sin la debida instalación de este valioso auxiliar de la defensa, porque, no solo evitaba demoras que traían graves perjuicios en las operaciones militares, sino que también producía economías importantes en cientos de soldados y caballos que se empleaban en las comunicaciones sin hilos. Las líneas telegráficas fueron debidamente tendidas por nuestros soldados y sin interrupción alguna hasta algo después de 1885. La vida de los telegrafistas de frontera alcanzó los grados de heroísmo, no sólo por los riesgos a que su libertad y vida se hallaban expuestos, sino por las privaciones y sufrimientos que debieron soportar trabajando duramente jornadas de sacrificios y ganando sueldos de hambre"(teniente coronel Eduardo Ramayón, La conquista del desierto, Buenos Aires, 1913).
  34. Según el informe del jefe militar Julio Roca, al Congreso, se mataron 1.323.
  35. Roca, muy poco después presidente, acotó ante el Congreso de la Nación, que también se habían tomado como prisioneros a 10 539 mujeres y niños y 2320 guerreros.
  36. Osvaldo Bayer dijo que “Roca fue implementando la esclavitud en el frente, lo que aquella brillante Asamblea del año XIII había eliminado cuando declaró la libertad de vientres, en todos los diarios de Buenos Aires, en 1879, se pueden ver los avisos donde dice reparto de indios, recorran los diarios. Y en La Nación del 21 de enero de 1879, un diario conservador, publicó esta crónica: ‘Llegan los indios prisioneros con sus familias a los cuales los trajeron caminando en su mayor parte o en carros, la desesperación, el llanto no cesa, se les quita a las madres sus hijos para en su presencia regalarlos a pesar de los gritos, los alaridos y las súplicas que con los brazos al cielo dirigen las mujeres indias. En aquel marco humano los hombres indios se tapan la cara, otros miran resignadamente al suelo, la madre aprieta contra el seno al hijo de sus entrañas, el padre indio se cruza por delante para defender a su familia de los avances de la civilización.’
  37. Roca dejó el camino expedito para entregar las tierras a los nuevos propietarios, a los que ya había sido asignada antes de la operación militar mediante la suscripción de 4000 bonos de 400 pesos, cada uno de los cuales dio derecho a 2500 ha. Un total de 10 millones de hectáreas, en consecuencia, fueron vendidas por el Estado a comerciantes y estancieros bonaerenses en forma previa a la conquista de las tierras, mientras que el excedente obtenido, en lotes de a 40 000 hectáreas cada uno, fue rematado en 1882 en Londres y París, dando lugar así a la aparición de los primeros terratenientes de esos orígenes en los campos argentinos. Y como aún quedó más y nadie pensó en los aborígenes, en 1885 se cancelaron con tierras las deudas acumuladas con los soldados desde 1878, ya que llevaban 7 años sin cobrar, pero como tanto los oficiales como la milicia necesitaban efectivo, terminaron malvendiendo sus partes a los mismos que habían sido los financistas primitivos, de manera que toda esa superficie pasó a manos de 344 propietarios a un promedio de 31 596 ha cada uno. "Apropiación de la tierra a los aborígenes y genocidios en el Río de la Plata", Fernando Del Corro, periodista y docente de la UBA
  38. Osvaldo Bayer sostuvo que “es increíble la forma como se repartió la tierra después de la campaña del desierto, fíjense en el resultado que sacamos del Boletín de la Sociedad Rural Argentina fundada en 1868, fíjense que entre 1876 y 1903, en 27 años, se otorgaron 41.787.000 hectáreas a 1843 terratenientes, vinculados estrechamente por lazos económicos y familiares a los diferentes gobiernos que se sucedieron en aquel período, principalmente a la familia Roca”. Los documentos que menciona dicen que “sesenta y siete propietarios pasaron a ser dueños de seis millones de hectáreas, entre ellos se destacaban veinticuatro de las familias llamadas patricias, que recibieron entre 200.000 hectáreas (la familia Luro) y 2.500.000 obtenidas por la familia Martínez de Hoz, bisabuelo del que iba a ser ministro de economía de la dictadura militar.
  39. La medicina en la conquista del desierto, Antonio Alberto Guerrino, p.19, Editorial Dunken, 2006
  40. Diario "La Nación" de Buenos Aires, 5 de enero de 1997, pág. 22
  41. La Patagonia albergó campos de concentración indígena en 1880 Nota diario La Mañana de Neuquén del 11-07-2011
  42. Florencia Trentini, Sebastián Valverde, Juan Carlos Radovich, Mónica A. Berón & Alejandro Balazote. "Los nostálgicos del Desierto": La cuestión mapuche en Argentina y el estigma en los medios. Cultura y representaciones sociales. No. 8, abril de 2007, pp. 202.
  43. Michael George Mulhall & Edward T. Mulhall (1876). Manual de las repúblicas del Plata. Buenos Aires: Imprenta del "Standard", pp. 253. Ocho mil de ellos guerreros.
  44. Lucio Cornejo (1999). De la Argentina dorada al segundo centenario 1910 - 2010. Salta: Editorial EUCASA, pp. 58. ISBN 978-9-50623-061-6.
  45. Michael George Mulhall & Edward T. Mulhall (1876). Manual de las repúblicas del Plata. Buenos Aires: Imprenta del "Standard"; Londres: E. Stanfordd, apéndice, pp. 2. Las tierras no sometidas sumaban 100.000 indios (50.000 en el Chaco, 30.000 en la Pampa y 20.000 en la Patagonia).
  46. Hernández, Isabel (2003). "Autonomía o ciudadanía incompleta. El Pueblo. Mapuche en Chile y Argentina." Pehuén/CEPAL Naciones Unidas. Parte III, pp. 114. ISBN 956-16-0371-3.
  47. Proyecto de Ley de la comisión anti-monumento a Julio A. Roca
  48. Historia de los Censos (2010), pp. 4 y 5.
  49. [1] "Roca y el mito del genocidio" LaNacion.com
  50. De acuerdo con la Memoria del Departamento de Guerra y Marina de 1879, se tomaron prisioneros 5 caciques principales y uno fue muerto: Baigorrita, 1271 indios de lanza prisioneros, 1313 indios de lanza muertos, 10 513 indios de chusma prisioneros y 1049 indios reducidos. Los números son creíbles por dos razones. En primer lugar periodistas y científicos acompañaban las columnas y, principalmente, en la época de su publicación el éxito de la Campaña se medía por la mayor cantidad de indios involucrados. Los 1313 indios muertos en la Campaña del Desierto de Avellaneda-Roca no significan una cantidad desusadamente grande, la primer Campaña del Desierto de Juan Manuel de Rosas acabó con más del doble de ese número: fueron 3200 los indios ultimados. Por otra parte la cantidad de indios muertos desde el recrudecimiento de la invasión mapuche en 1828 hasta el fin de la segunda Campaña del Desierto se estima en cerca de 50 000; cantidad similar a la de hombres, mujeres y niños criollos muertos o esclavizados por los indios en igual período.
  51. George von Rauch (1999). Conflict in the Southern Cone: The Argentine Military and the Boundary Dispute With Chile, 1870-1902. Westport: Greenwood Publishing Group, pp. 40. ISBN 978-0-27596-347-7. El conflicto constante en la frontera sur fue muy costoso para el Estado argentino y una de las principales razones de la campaña de conquista. Se estima que entre 1820 y 1870 los malones de los llamados salvajes costaron a las provincias rioplatenses once millones de cabezas de ganado, dos millones de caballos, la destrucción de 3000 casas, más de 50 000 pobladores raptados o asesinados, y unos dos millones de pesos de oro de la época en daños a la propiedad.
  52. WHAT BECAME OF PATAGONIA, Otago Witness , Issue 1894, 9 March 1888, Page 32
  53. 5th Infantry Brigade in the Falklands 1982, Nicholas Van der Bijl, David Aldea, p.29, Leo Cooper, 2003
  54. Juan Guillermo Durán. "Catecismos pampas (1870-1885): circunstancias históricas y alcances pastorales". Revista de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina. Nº. 69, 1997, pp. 24. ISSN 0328-1396. Los datos extraídos del I Censo nacional argentino de 1869 provienen del apartado Territorio Nacional de la Pampa en los que se divide el territorio salvaje o no sometido en cuatro unidades, que suman en total (sumándoseles 3000 indios sometidos o no censados y 2000 blancos viviendo con ellos) 21 000 indios. También se menciona aparte a la tribu de Coliqueo, aliada de los bonaerenses, cuyos datos provienen de Primer Censo de la República Argentina, verificado en los días 15, 16 y 17 de septiembre de 1869, bajo la dirección de Diego G. de la Fuente, superintendente del Censo (Bs.As., 1872), 613-614; 50.
  55. Lucio Cornejo (1999). De la Argentina dorada al segundo centenario 1910 - 2010. Salta: Editorial EUCASA, pp. 60. ISBN 978-9-50623-061-6.
  56. Juan Guillermo Durán. "Catecismos pampas (1870-1885): circunstancias históricas y alcances pastorales". Revista de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina. ISSN 0328-1396, Nº. 69, 1997, pp. 25. Las cifras de los ranqueles provienen de Mansilla (en Una excursión a los indios ranqueles. Epílogo, 392.), mientras que las tratantes sobre las demás tribus son de Levalle (en Adolfo Alsina, La nueva línea de fronteras: Memoria especial del Ministerio de Guerra, 146. Guillermo Alfredo Terrera, Caciques y Capitanejos en la Historia Argentina, 17-1).
  57. Terrera, Caciques y capitanejos en la historia Argentina..., pp. 18; en total 5500 lanzas y 20 000 almas en la Pampa.
  58. Denevan, William M. (1992) [1976]. The Native population of the Americas in 1492. Madison: University of Wisconsin Press, pp. 203. ISBN 0-299-13430-X.

Notas

  1. a b c Estanislao Severo Zeballos (1890). Recuerdos argentinos: Callvucurá y la dinastía de los Piedra. Buenos Aires: J. Peuser, pp. 276. Los caciques aliados Catriel y Coliqueo aportaron al ejército con 800 y 200 lanzas respectivamente.
  2. Lobodón Garra (1969). A sangre y lanza. Buenos Aires: Ediciones Anaconda, pp. 452-453; Rómulo Félix Menéndez (1982). Las conquistas territoriales argentinas. Buenos Aires: Círculo Militar, pp. 302-303; George von Rauch (1999). Conflict in the Southern Cone: The Argentine Military and the Boundary Dispute With Chile, 1870-1902. Westport: Greenwood Publishing Group, pp. 46 y 54, nota 38. ISBN 978-0-27596-347-7. En 1878 los indígenas de la Pampa tenían 8.000 guerreros en total: la banda de Namuncurá tenía 2.300 lanzas, Catriel 760, Renquecurá 2.200, Pincén 1.800 y los ranqueles de los caciques Ramón Cabral, Baigorrita y Mariano Rosas 600.
  3. Se estimaba que las hordas sumadas de los caciques Manuel Baigorrita, Ramón Cabral, Mariano Rosas, Juan Calfucurá (y su hijo Manuel Namuncurá), Santiago Renquecurá y Cipriano Catriel, entre muchos otros, alcanzaban un total de nueve mil indios guerreros de todas las tribus del Desierto. A estos se debían sumar ochocientos de los jefes Ramón Tripailao y Manuel Grande que rara vez participaban en los malones de los otros caciques (Coria, Juan Carlos, 2004, Julio Argentino Roca: de soldado a presidente, Buenos Aires, Círculo Militar, pp. 53).
    A estos se unen los contingentes de guerreros, principalmente wenteches o arribanos, que iban cada año a apoyar en las campañas de saqueo. Basándose en la batalla de San Carlos de Bolívar, el historiador José Bengoa Cabello los calcula el un máximo de mil quinientos o dos mil lanzas (2000, Historia del pueblo mapuche. Siglos XIX y XX, Santiago, Lom, pp. 101-102, 253).
    También estaba la confederación de Valentín Sayhueque, el más populoso de todos los grupos indígenas de la región. Probablemente hasta cinco millares de hombres capaces de tomar las armas, aunque nunca participaran de los malones de sus vecinos a pesar de las frecuentes invitaciones (Del Carmen Espósito, María & Óscar Armayor, 2004, Arte mapuche: la historia de su pueblo, el mundo religioso, el arte textil, la platería, instrumentos musicales, alfarería, cestería y tallado, Buenos Aires, Guadal, pp. 27-28).
    Alfredo Ebelot (1839-1920) llegó a estimar en veinte mil el número de guerreros que juntaban las diferentes tribus al sur de la República Argentina en 1870 (Hernández, Isabel, 2003, Autonomía o ciudadanía incompleta: el pueblo mapuche en Chile y Argentina, Santiago, United Nations Publications, pp. 114).
  4. Estanislao Severo Zeballos (1884). La dinastía de los Piedra. Buenos Aires: J. Peuser, pp. 313. La tropa de Namuncurá, compuesta de 5.000 lanzas se distribuía en: 1.500 salineros al mando de Pincén en la vanguardia, 1.000 auxiliares de la Araucanía al mando de Renquecurá en el flanco izquierdo, 1.000 serranos al mando de Carupancurá en el centro, 1.000 pehuenches de Purrán en el flanco derecho y 500 lanzas de Pincén al mando de Namuncurá como su escolta personal.
  5. María del Carmen Espósito & Óscar Armayor (2004). Arte mapuche: la historia de su pueblo, el mundo religioso, el arte textil, la platería, instrumentos musicales, alfarería, cestería y tallado. Buenos Aires: Ediciones Guadal, pp. 27-28. ISBN 978-9-87113-487-8. A pesar de las invitaciones de Calfucurá, Purrán y Namuncurá Sayhueque y sus huestes nunca participaron de los malones de los otros caciques.
  6. Los salineros o chadiches (gente de la sal) eran araucanos que migraron a partir de 1830 a las Pampas de la actual Argentina.
  7. En 1834 el cacique huilliche Calfucurá cruzo los Andes con 200 lanzas y se reunió para comercial con el cacique de los boroanos Mariano Rondeau en Masallé el 9 de septiembre, pero mientras la junta se llevaba a cabo los guerreros de Calfucurá atacaron por sorpresa a los boroanos, masacrando a Rondeau, la mayoría de sus capitanes y 1.000 de sus gentes. Tras esto la mayoría de los boroanos pasaron a integrarse en la tribu de los salineros.
  8. El cacique ranquel Ramón Cabral era llamado el Platero, se rindió en 1875.
  9. A la larga, su principal cacique termino siendo Feliciano Purrán capturado por el ejército regular en 1880. Terrera, Caciques y capitanejos en la historia Argentina...; durante los años 1860 y 1870 tenía 1.600 lanceros, 27 caciques y 20.000 a 30.000 cabezas de vacuno en sus poder.
  10. Ignacio Coliqueo fue uno de los pocos cabecillas de los boroanos que logró escapar de la masacre de Masallé, volvió a Boroa y luego se estableció en Temuco pero en 1869 ante el avance del ejército chileno migró con 250 seguidores a la Pampa, estableciéndose en Los Toldos como aliado de Mitre donde formo su propia tribu, murió en 1871 a los ochenta y cinco años.
  11. a b Graciana Pérez Zavala. "La política interétnica de los ranqueles durante la segunda mitad del siglo XIX". Quinto Sol. No. 11, 2007, pp. 77. ISSN 0329-2665. En 1872 en una expedición del ejército argentino en respuesta a los ataques contra fuertes en las fronteras fueron acompañados por 800 lanceros de Catriel y 150 de Coliqueo.
  12. La tribu de Catriel también es denominada como "serranos".
  13. Terrera, Caciques y capitanejos en la historia Argentina...; Renquecurá (Reuque Curá) en los años sesenta tenía 2.500 bajo su mando, prestando hasta 1.000 a su hermano Calfucurá; en 1875 le quedaban 2.000. Se rindió en 1883 tras dos años de duros combates con las tropas argentinas.
  14. Terrera, Caciques y capitanejos en la historia Argentina...; Pincén tenía 150 lanzas propias pero junto al aporte de sus aliados, entre ellos Cañumil, alcanzaba a reunir 600.
  15. Guillermo Alfredo Terrera (1974). Caciques y capitanejos en la historia Argentina: La epopeya del desierto. Buenos Aires: Plus Ultra, pp. 200. Namuncurá en 1873 al llegar al poder tenía 2.500 lanzas a su mando, cuatro años después le quedaban apenas mil.
  16. Su nombre completo era Vicente Catrinao Pincén, fue capturado en 1878.
  17. Durante y tras la Guerra a muerte en Chile, durante los años 1820, miles de araucanos de diversas tribus, migraron masivamente a la Pampa huyendo del brutal conflicto. Destacan los boroanos y los manzaneros de Chocorí, padre de Sayhueque, estos últimos terminaron mezclándose con tribus de tehuelches septentrionales.
  18. Lidia Rosa Nacuzzi (2002). Funcionarios, diplomáticos, guerreros: miradas hacia el otro en las fronteras de Pampa y Patagonia, siglos XVIII y XIX. Buenos Aires: Sociedad Argentina de Antropología, pp. 230. ISBN 978-9-87971-219-1. Él 1 de enero de 1885 se rindió Sayhueque con 700 lanzas y 2.500 indios de chusma.
  19. Entre araucanos, huilliches, ranqueles, pampas y tehuelches, es decir, se incluía tanto a la Pampa como a la Patagonia en el cálculo.
  20. De ellos, 3.000 eran yaganes.

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Véase también

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