Diferencia entre revisiones de «Cine de terror»

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El '''[[cine]] de terror''' es un [[género cinematográfico]] que se caracteriza por su voluntad de provocar en el espectador sensaciones de pavor, miedo, disgusto, repugnancia u horror. Sus argumentos frecuentemente desarrollan la súbita intrusión en un ámbito de normalidad de alguna fuerza, evento o personaje de naturaleza maligna, a menudo de origen [[criminal]] o [[sobrenatural]].
El '''[[cine]] de terror''' es un [[género cinematográfico]] que se caracteriza por su voluntad de provocar en el espectador sensaciones de pavor, miedo, disgusto, repugnancia u horror. Sus argumentos frecuentemente desarrollan la súbita intrusión en un ámbito de normalidad de alguna fuerza, evento o personaje de naturaleza maligna, a menudo de origen [[criminal]] o [[sobrenatural]].


== Características ==
== más visitados serán la noche, cementerios, la casa abandonada, el castillo, las ruinas, el laboratorio lúgubre, el bosque o el erial sombrío, el jardín decadente, que han terminado conformando un cholaatálogo de "lugares" comunes. Asimismo, nunca debe faltar una [[banda sonora]] densa y sugerente (''[[El resplandor]]'', ''[[Psicosis]]'', ''[[Tiburón]]''...), junto a unos escalofriantes efectos de sonido (''[[El exorcista]]'', ''[[Alien]]'', ''[[Drácula de Bram Stoker]]'' de Coppola...), efectos que en los últimos tiempos rayan más bien en lo ensordecedor
El cine de terror bebe de las fuentes de la literatura y las supersticiones y leyendas tradicionales, así como de temores y pesadillas nacidos de contextos socioculturales mucho más actuales y precisos. Por una parte, de la [[novela de terror]], nacida en la segunda mitad del siglo XVIII; por otra, de la tradición oral del [[cuento de miedo]], ampliamente desarrollada en las sociedades rurales de todas las culturas. De aquí, en último término, surgirán los elementos y personajes básicos utilizados en las películas de este género: los [[vampiro]]s, el [[hombre lobo]], los [[monstruo]]s, [[fantasma]]s, [[bruja]]s, [[zombis]], así como las desdichadas réplicas humanas, al estilo de [[Frankenstein]].


Otras señas de identidad del género son un uso muy particular de la iluminación, que muchas veces tiende a inspirarse en la [[pintura romántica]] alemana del [[siglo XIX]], la cual se caracteriza por el recurso frecuente al [[claroscuro]], a los contrastes de colores y los tonos penumbrosos, efectos muy apreciables en el cine [[expresionista]] de los primeros años ([[Murnau]], [[Fritz Lang]]). Los espacios o escenarios más visitados serán la noche, cementerios, la casa abandonada, el castillo, las ruinas, el laboratorio lúgubre, el bosque o el erial sombrío, el jardín decadente, que han terminado conformando un catálogo de "lugares" comunes. Asimismo, nunca debe faltar una [[banda sonora]] densa y sugerente (''[[El resplandor]]'', ''[[Psicosis]]'', ''[[Tiburón]]''...), junto a unos escalofriantes efectos de sonido (''[[El exorcista]]'', ''[[Alien]]'', ''[[Drácula de Bram Stoker]]'' de Coppola...), efectos que en los últimos tiempos rayan más bien en lo ensordecedor (''Soy leyenda'', de 2007).
El público se siente atraído hacia este tipo de películas precisamente por los estímulos emocionales novedosos e intensos que recibe, es decir, lo truculentos en el género a lo largo de los últimos años.

El público se siente atraído hacia este tipo de películas precisamente por los estímulos emocionales novedosos e intensos que recibe, es decir, lo insólito-escabroso inscrito momentáneamente en la rutina diaria. Los efectos fisiológicos que experimenta el espectador horrorizado en su butaca incluyen fuertes subidas de [[adrenalina]], con dilatación de pupilas, aceleramiento cardíaco y respiratorio, y sudor frío, todo lo cual por lo común se cierra con un desahogo final, en el cual, de acuerdo con el remate que haya tenido la historia, reinará el consuelo o el desconsuelo.

El motor sensacionalista en estas películas es, en muchos casos, la exhibición de la ''crueldad'', humana, bestial o sobrenatural, como representación del [[Mal]], en cualquiera de sus muchas variantes, y esto explica que la gran competencia comercial en esta industria haya generado una escalada indiscriminada de contenidos truculentos en el género a lo largo de los últimos años.


Aparte del [[Mal]] y muy ligado a él, lo oculto o misterioso, como es lógico, define también al cine de terror como género, y lo hace tanto en el plano arquetípico como en su desarrollo escenográfico. Lo oculto sugerido sirve tanto para referirse a la temática del cine de terror (lo oculto del inconsciente criminal, lo oculto de los monstruos siempre escondidos en las entrañas de la [[sociedad]], lo oculto de nuestras tendencias y deseos más inconfesables...), como a su caracterización y puesta en [[escena]], a veces tendente, como en el [[suspense]], a escatimar información al atribulado personaje, información ya conocida por el público, que, impotente en su butaca, espera angustiado acontecimientos. Otras veces se procede a la ocultación y sugerencia a través de la exacerbación engañosa del decorado, de la manipulación de la [[fotografía]], del [[maquillaje]], etc., o por medio de la más pura y simple privación de los elementos implicados, como en la técnica del fuera de [[campo]] (la escena terrorífica transcurre fuera del objetivo de la cámara, la cual se centra en sus aledaños; el espectador únicamente "la escucha" o imagina); la interposición del personaje entre la cámara y el elemento terrorífico, etc.
Aparte del [[Mal]] y muy ligado a él, lo oculto o misterioso, como es lógico, define también al cine de terror como género, y lo hace tanto en el plano arquetípico como en su desarrollo escenográfico. Lo oculto sugerido sirve tanto para referirse a la temática del cine de terror (lo oculto del inconsciente criminal, lo oculto de los monstruos siempre escondidos en las entrañas de la [[sociedad]], lo oculto de nuestras tendencias y deseos más inconfesables...), como a su caracterización y puesta en [[escena]], a veces tendente, como en el [[suspense]], a escatimar información al atribulado personaje, información ya conocida por el público, que, impotente en su butaca, espera angustiado acontecimientos. Otras veces se procede a la ocultación y sugerencia a través de la exacerbación engañosa del decorado, de la manipulación de la [[fotografía]], del [[maquillaje]], etc., o por medio de la más pura y simple privación de los elementos implicados, como en la técnica del fuera de [[campo]] (la escena terrorífica transcurre fuera del objetivo de la cámara, la cual se centra en sus aledaños; el espectador únicamente "la escucha" o imagina); la interposición del personaje entre la cámara y el elemento terrorífico, etc.

Revisión del 00:01 8 dic 2009

El cine de terror es un género cinematográfico que se caracteriza por su voluntad de provocar en el espectador sensaciones de pavor, miedo, disgusto, repugnancia u horror. Sus argumentos frecuentemente desarrollan la súbita intrusión en un ámbito de normalidad de alguna fuerza, evento o personaje de naturaleza maligna, a menudo de origen criminal o sobrenatural.

Características

El cine de terror bebe de las fuentes de la literatura y las supersticiones y leyendas tradicionales, así como de temores y pesadillas nacidos de contextos socioculturales mucho más actuales y precisos. Por una parte, de la novela de terror, nacida en la segunda mitad del siglo XVIII; por otra, de la tradición oral del cuento de miedo, ampliamente desarrollada en las sociedades rurales de todas las culturas. De aquí, en último término, surgirán los elementos y personajes básicos utilizados en las películas de este género: los vampiros, el hombre lobo, los monstruos, fantasmas, brujas, zombis, así como las desdichadas réplicas humanas, al estilo de Frankenstein.

Otras señas de identidad del género son un uso muy particular de la iluminación, que muchas veces tiende a inspirarse en la pintura romántica alemana del siglo XIX, la cual se caracteriza por el recurso frecuente al claroscuro, a los contrastes de colores y los tonos penumbrosos, efectos muy apreciables en el cine expresionista de los primeros años (Murnau, Fritz Lang). Los espacios o escenarios más visitados serán la noche, cementerios, la casa abandonada, el castillo, las ruinas, el laboratorio lúgubre, el bosque o el erial sombrío, el jardín decadente, que han terminado conformando un catálogo de "lugares" comunes. Asimismo, nunca debe faltar una banda sonora densa y sugerente (El resplandor, Psicosis, Tiburón...), junto a unos escalofriantes efectos de sonido (El exorcista, Alien, Drácula de Bram Stoker de Coppola...), efectos que en los últimos tiempos rayan más bien en lo ensordecedor (Soy leyenda, de 2007).

El público se siente atraído hacia este tipo de películas precisamente por los estímulos emocionales novedosos e intensos que recibe, es decir, lo insólito-escabroso inscrito momentáneamente en la rutina diaria. Los efectos fisiológicos que experimenta el espectador horrorizado en su butaca incluyen fuertes subidas de adrenalina, con dilatación de pupilas, aceleramiento cardíaco y respiratorio, y sudor frío, todo lo cual por lo común se cierra con un desahogo final, en el cual, de acuerdo con el remate que haya tenido la historia, reinará el consuelo o el desconsuelo.

El motor sensacionalista en estas películas es, en muchos casos, la exhibición de la crueldad, humana, bestial o sobrenatural, como representación del Mal, en cualquiera de sus muchas variantes, y esto explica que la gran competencia comercial en esta industria haya generado una escalada indiscriminada de contenidos truculentos en el género a lo largo de los últimos años.

Aparte del Mal y muy ligado a él, lo oculto o misterioso, como es lógico, define también al cine de terror como género, y lo hace tanto en el plano arquetípico como en su desarrollo escenográfico. Lo oculto sugerido sirve tanto para referirse a la temática del cine de terror (lo oculto del inconsciente criminal, lo oculto de los monstruos siempre escondidos en las entrañas de la sociedad, lo oculto de nuestras tendencias y deseos más inconfesables...), como a su caracterización y puesta en escena, a veces tendente, como en el suspense, a escatimar información al atribulado personaje, información ya conocida por el público, que, impotente en su butaca, espera angustiado acontecimientos. Otras veces se procede a la ocultación y sugerencia a través de la exacerbación engañosa del decorado, de la manipulación de la fotografía, del maquillaje, etc., o por medio de la más pura y simple privación de los elementos implicados, como en la técnica del fuera de campo (la escena terrorífica transcurre fuera del objetivo de la cámara, la cual se centra en sus aledaños; el espectador únicamente "la escucha" o imagina); la interposición del personaje entre la cámara y el elemento terrorífico, etc.

Clasificación

El cine de terror es un género rígidamente codificado por la industria y que a su vez posee muchos subgéneros, cada uno regido por sus reglas propias, y sometido a normas bien precisas que raramente son intercambiables entre subgéneros.

De entre todas las variantes surgidas en la historia del género, cabría entresacar una escueta clasificación con arreglo a la temática general:

  • Las preguntas sobre el más allá y lo desconocido que han generado toda la serie de zombis, momias, fantasmas, vampiros, extraterrestres, etc.
  • El miedo a la tiranía cruel, escenificado, por ejemplo, a través de la relación del Conde Drácula con sus súbditos y víctimas, o bien en la potencia amenazadora de brujos malignos o monstruos, como es el caso de Fu Manchú, King Kong, y tantos otros.
  • Lo monstruoso en sí mismo, relacionado con lo anterior: la aparición de la anormalidad que alarma y atemoriza; tiene su mejor ejemplo en el viejo Frankenstein, y más modernamente, los Alien, Predator, etc.
  • La pérdida de identidad y el miedo a la locura, visible en filmes como La invasión de los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1956), donde unos seres ocupan los cuerpos suplantando la personalidad de sus víctimas; El exorcista (William Friedkin, 1973), la posesión de la protagonista por el demonio, o la transformación del Dr. Jekyll en el monstruo Mr. Hyde que anida en su interior, en las muchas versiones cinematográficas que ha tenido esta historia; también, Psicosis, de Hitchcock.

Evolución e Historia

El terror clásico

El cine de terror nació junto con el mismo cine: los Hermanos Lumière grabaron en 1896 la cinta "L'arrivée d'un train à La Ciotat" (La llegada del tren). En esta película, como su nombre indica, únicamente se mostraba la llegada de un tren; sólo que, dado que el cine era un invento desconocido para la mayoría de los espectadores, éstos creían que el tren se iba a salir literalmente de la pantalla para arrollarlos; los primeros espectadores de la cinta gritaban y escapaban de la sala aterrorizados.

Lon Chaney en El fantasma de la ópera (1925)

Pero la primera película deliberada de terror fue realizada en 1910 por J. Searle Dawley, para los Edison Studios se trató de la primera adaptación del mito de Frankenstein. En esta época del cine mudo aparecieron otras películas que aun hoy ponen los pelos de punta, como El Golem (Paul Wegener, 1915), El jorobado de Notre-Dame (Wallace Worsley, 1923) o El fantasma de la ópera (Rupert Julian, 1925).

El siglo XX conoció, pues, desde muy pronto excelentes cultivadores del miedo. Quizá el director más importante de esta primera época sea el alemán F. W. Murnau (1889-1931), responsable de la lóbrega y expresionista Nosferatu, el vampiro (1922), película basada en el Drácula de Bram Stoker. (Dentro del cine expresionista, véase también Fritz LangEl testamento del doctor Mabuse, M, el vampiro de Düsseldorf— y El gabinete del doctor Caligari.) El famoso vampiro transilvano ha conocido decenas de versiones a lo largo del siglo XX. Son destacables la neogótica (basada en Murnau: como en la película de éste, los dientes largos del vampiro no son los colmillos, sino los incisivos) Nosferatu, vampiro de la noche, a cargo del alemán Werner Herzog (1979), y la espectacular puesta en escena de la película Drácula de Bram Stoker (1992) del norteamericano Francis Ford Coppola.

En los años 1930 dominó el cine de monstruos. Se produjeron obras maestras -según gran parte de la crítica, nunca superadas- del género como El doctor Frankenstein (de James Whale, 1931), La parada de los monstruos (de Tod Browning, 1932) y la muy alabada King Kong (de Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, 1933).

Obtuvieron asimismo un éxito espectacular el director Rouben Mamoulian con Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de 1931, y Michael Curtiz con Los crímenes del museo, de 1933, película oscurecida por su remake Los crímenes del museo de cera (1953), de André de Toth.

La productora Universal se adentró en los años 40 con El hombre lobo (1941), la película más influyente sobre el tema. En esta década, Universal produjo también secuelas de Frankenstein. La compañía RKO Radio Pictures produjo que ya había producido el citado "King Kong" realizó convincentes películas de terror, como La mujer pantera, de Jacques Tourneur (1942), Yo anduve con un zombie (Tourneur, 1943) y The Body Snatcher (Don Siegel, 1956), esta última basada en el relato de Jack Finney. Otro hito del cine de terror de los 49 es Ladrones de cadáveres, basada en un relato de Robert Louis Stevenson.

Años 50 y 60

Si se habla de cine de terror, no se puede pasar por alto a la productora británica Hammer (ver Hammer Productions), que a lo largo de los años 50, 60 y 70 desencadenó una avalancha de películas del género, algunas de gran calidad, como La maldición de Frankenstein (1957), Drácula (1958) y La Momia (1959). Su director estrella fue el inglés Terence Fisher.

También debe recordarse al norteamericano Roger Corman (n. 1926), director de serie B (películas de bajo presupuesto) especializado en la adaptación, quizá en exceso libre y colorista, de relatos de Edgar Allan Poe: House of Usher ('La caída de la casa Usher', 1960), The Pit and the Pendulum ('El pozo y el péndulo', 1961), Premature Burial ('El entierro prematuro', 1962), Tales of Terror ('Cuentos de terror', 1962) The Raven ('El cuervo', 1963), The Masque of the Red Death ('La máscara de la Muerte Roja', 1964) The Tomb of Ligeia ('La tumba de Ligeia', 1964), entre otras. Todos estos filmes, salvo Premature burial, fueron protagonizados por el especialista en el género Vincent Price (1911-1993).

Boris Karloff en La novia de Frankenstein

Otros actores legendarios del género: Béla Lugosi (1882-1956), Boris Karloff (1887–1969), Lon Chaney Jr. (1906–1973), Peter Cushing (1913–1994) y Christopher Lee (1922), éste aún en activo.

El actor español Paul Naschy (Jacinto Molina Álvarez, n. 1934, Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes de 2001) es considerado internacionalmente gran especialista, habiendo participado, ya sea como actor, director o guionista, en un centenar de películas aproximadamente. Otros autores europeos muy valorados del género: el español Jess Franco y los italianos Mario Bava y Dario Argento, entre otros.

Alfred Hitchcock, llamado el mago del suspense, es autor de por lo menos dos cumbres del terror moderno: la película de terror psicológico Psicosis (1960) y la de terror naturalista Los pájaros (1962).

Cine de la Guerra Fría

Archivo:Night of the Living Dead affiche.jpg
Cartel de La noche de los muertos vivientes

Fenómeno digno de estudio es la filmografía catastrofista y apocalíptica, tanto japonesa como norteamericana, que surgió en los años 50, 60 y 70 con motivo de la llamada Guerra Fría: Gojira/Godzilla (1954), de Ishiro Honda, Vinieron de dentro de..., (1975), del muy apreciable director especialista del género David Cronenberg, La invasión de los ultracuerpos (1978), de Philip Kaufman. Años antes, en 1968, George Andrew Romero había estrenado La noche de los muertos vivientes, película con la que aportó otro tópico: el de los "zombis" o "zombies". Estos, al igual que el hombre lobo, dentro de la categoría de los no-muertos, como los vampiros, forman parte de la tradición folklórica y las leyendas populares más antiguas, pero no fueron demasiado frecuentados por los autores románticos. El terror contemporáneo, en cambio, tanto en literatura como en cine, aborda a los zombis sin el menor matiz romanticista, procurando lograr en el lector o espectador, a través de la cruda expresión de su monstruosidad exangüe y caníbal, un efecto de terror puro, ancestral (véase Cine de zombis).

Años 70

A principios de los años setenta encontramos dos ejemplos muy notables: El exorcista (William Friedkin, 1973), considerada por muchos críticos la película más terrorífica de la historia del cine, y la técnicamente magistral Tiburón (1975), de Steven Spielberg. Una nueva veta explotada por el terror en esta década fue la de los poderes paranormales. El gran precedente en dicho terreno fue Carrie (1976), basado en la novela del mismo título de Stephen King; la cinta fue dirigida por Brian De Palma, quien posteriormente incursionó en el terror psicológico con Vestida para matar (1980). Suspiria (1977), de Dario Argento, es considerada una obra maestra del cine italiano de terror, muy activo en esta década.

La mixtura de terror y ciencia ficción transitada en literatura por Lovecraft, reaparece con la excelente Alien (1979), de Ridley Scott, que narra la terrorífica lucha contra un monstruo extraterrestre indestructible a bordo de un carguero espacial. El filme dio origen a varias secuelas.

Años 80

Los años 80 estuvieron acaparados por seriales de "terror adolescente", cintas sin grandes pretensiones artísticas aunque sí económicas, dirigidas a un público muy determinado. Esta modalidad sigue abarrotando salas en nuestros días. En 1980, se estrenaría Friday the 13th (en España y países hispanohablantes traducido como Viernes 13), de Sean S. Cunningham, arranque de una saga de películas en las que el gestor terrorífico es un salvaje asesino que actúa en la oscuridad. De 1984 es la primera entrega de Pesadilla en Elm Street, firmada por otro especialista, Wes Craven. Aunque la precursora de la modalidad había sido Halloween (1978), de John Carpenter, director igualmente muy proclive al género. La serie Creepshow, de Stephen King y George A. Romero, pertenece también a esta época.

Otros filmes destacados de la década: El resplandor (1980), de Stanley Kubrick; El ente (1981), de Sidney Furie; La cosa (1982), de John Carpenter; Poltergeist, de Tobe Hooper; Re-animator (1985), de Stuart Gordon; Hellraiser (1987), de Clive Barker. El canadiense David Cronenberg acertó nuevamente de lleno con La mosca (1986, remake de una gran cinta de los años 50), y con Inseparables (1988). Visualmente muy poderosa, la película de zombis Terroríficamente muertos (1987), de Sam Raimi. Cerraría esta década una de las mejores adaptaciones sobre la obra del novelista Stephen King: El cementerio viviente, de Mary Lambert (1989).

Hitos 1968-1999

No deben olvidarse otros grandes hitos del cine de terror de calidad surgidos en el último tercio del pasado siglo: La semilla del diablo (1968), de Roman Polanski, La matanza de Texas (1974), de Tobe Hooper, La profecía (1976), de Richard Donner, El resplandor (1980), de Stanley Kubrick, Poltergeist (Tobe Hooper, 1982), Videodrome (David Cronenberg, 1983), la controvertida Nekromantik (del alemán Jörg Buttgereit, 1987), It (película), película basada en la novela de Stephen King, filme que provocó grandes traumas entre la juventud de ese tiempo, El silencio de los corderos (1991), de Jonathan Demme, y más recientemente, lanzada con astucia a través de Internet, El proyecto de la bruja de Blair (1999), de los jóvenes Daniel Myrick y Eduardo Sánchez.

Últimas tendencias

De los años 90: Entrevista con el vampiro (Neil Jordan, 1994); la producción de ciencia-ficción canadiense Cube (1997), impactante e innovadora; el ya mencionado Drácula de Francis Ford Coppola (1992), y han tenido gran éxito entre el público adolescente las producciones de Wes Craven Scream (1996) y secuelas, y Sé lo que hicisteis el último verano (1997). El neozelandés Peter Jackson (trilogía de El Señor de los Anillos) se había estrenado con la espectacular aunque estomagante parodia titulada Braindead (1992). Del director de origen indio M. Night Shyamalan, la original fantasmagoría El sexto sentido (1999), que ha sido comparada con la también escalofriante Los otros, de Alejandro Amenábar.

El inicio del siglo XXI ha conocido una verdadera explosión de cine de terror asiático, con cintas nada desdeñables como la japonesa The ring (1998, de Hideo Nakata), que muy pronto ha conocido diversas versiones y secuelas. Aquí podría incluirse también la serie Ju-on, del también japonés Takashi Shimizu.

En Hispanoamérica y España la filmografía de terror ha experimentado igualmente un auge inusitado en tiempos recientes. Autores ya consolidados de este movimiento como Guillermo del Toro (Cronos (película), 1992; El espinazo del diablo, 2001), Jaume Balagueró (Los sin nombre, 2001) y el oscarizado Alejandro Amenábar (Abre los ojos, 1997; Los otros, 2001), han sido secundados por directores noveles de gran éxito, como Juan Carlos Fresnadillo (28 semanas después, 2007) y Juan Antonio Bayona (El orfanato, 2007).

Iconos

Enlaces externos

Véase también

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