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La Segunda Guerra Mundial en Europa puede ser considerada una continuación de la [[Primera Guerra Mundial]], ya que esta dejó muchas disputas sin resolver.<ref name="BWW2"/><ref name="Kantowicz1999365">Kantowicz, 1999:365</ref> Sin embargo, el [[nazismo]] no sólo se limitó recuperar los territorios perdidos por el [[Imperio Alemán]] en [[1918]], sino que también planeó anexar grandes extensiones de territorio en el este, destruyendo el [[bolchevismo]] en el proceso; e impulsó operaciones de limpieza racial, dentro de los territorios ocupados por la [[Alemania Nazi]]. La [[Italia fascista]] se sumó al esfuerzo alemán al inicio de la guerra, al considerarla una oportunidad de formar su propio imperio colonial. |
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MARIANA Y SLAVADOR SED AMAN ILOVE YOU ESPERO Y YA SEAN NOVIO Y SEAN FELICES |
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La Segunda Guerra Mundial involucró a varias naciones y se libró en diferentes teatros y frentes, separados entre sí por grandes distancias. Aunque las causas para el inicio de hostilidades varían en cada frente; históricamente, la Invasión de Polonia de 1939 y el Ataque a Pearl Harbor en 1941 son considerados los detonantes de la guerra en Europa[1] y Asia respectivamente. En Japón, la Segunda Guerra Mundial suele ser estudiada junto con la Segunda Guerra Sino-Japonesa o incluso con eventos anteriores;[2] desde este punto de vista, el detonante de la guerra en Asia habría sido el Incidente del puente de Marco Polo en 1937 o el Incidente de Mukden en 1931.
Causas de la guerra en Europa
La Segunda Guerra Mundial en Europa puede ser considerada una continuación de la Primera Guerra Mundial, ya que esta dejó muchas disputas sin resolver.[1][3] Sin embargo, el nazismo no sólo se limitó recuperar los territorios perdidos por el Imperio Alemán en 1918, sino que también planeó anexar grandes extensiones de territorio en el este, destruyendo el bolchevismo en el proceso; e impulsó operaciones de limpieza racial, dentro de los territorios ocupados por la Alemania Nazi. La Italia fascista se sumó al esfuerzo alemán al inicio de la guerra, al considerarla una oportunidad de formar su propio imperio colonial.
Consecuencias del Tratado de Versalles
El fin de la Primera Guerra Mundial fue coronado con el Tratado de Versalles. En vista que los Aliados no habían entrado a Alemania todavía y la monarquía había sido depuesta, los líderes alemanes creyeron que su país tenía bases para negociar un tratado de paz que siguiera las líneas de los Catorce puntos del Presidente Wilson.[4][5] Esta esperanza no se vio realizada, y el Tratado de Versalles despojó al Imperio Alemán de sus colonias y de territorio en el este y en el oeste. Esto generó resentimiento en el pueblo alemán, que empezó a considerar que los grupos políticos alemanes que participaron en la revolución de Noviembre, que había precipitado la caída de la monarquía y la firma del armisticio de Compiègne, eran los responsables de la crisis económica y política que siguió.[4] Este sentimiento luego fue plasmado en la leyenda de la puñalada en la espalda; que fue utilizada por los militares alemanes para culpar a los socialistas, comunistas y judíos de la derrota alemana en la guerra.[4]
La Primera Guerra Mundial no sólo modificó las fronteras alemanas ya que otros dos grandes imperios, el Austrohúngaro y el Ruso, también sufrieron enormes pérdidas territoriales. Austria y Hungría fueron separadas, y sus posesiones al norte y al sur de Europa fueron reorganizadas bajo la forma de dos nuevas naciones: Checoslovaquia y Yugoslavia. En el este, la Rusia bolchevique perdió el control de los países bálticos y tuvo que hacer frente a una sangrienta guerra civil. Del Tratado de Versalles surgieron entonces once nuevos Estados, que debían servir como barreras contra la expansión germana y soviética.[6]
Más dramático fue el renacimiento de Polonia. Las esferas de influencia rusa y polaca chocaron en 1919, ya que cada bando intentó ocupar la mayor cantidad de territorio entre ellos,[7] y se dió inicio a la guerra Polaco-Soviética. Polonia logró evitar ser derrotada en el último momento; y ambos bandos, exhaustos, cesaron las hostilidades.[8] Sin embargo, tanto Alemania como la Unión Soviética continuaron deseando una revisión de los tratados de paz.[9] Además, al igual que Checoslovaquia y Yugoslavia, Polonia contó con importantes minorías étnicas en sus territorios: alemanes, ucranianos, etc., que no se sentían representadas por sus gobiernos. Eventualmente, estas minorías contribuirían en el desmembramiento de sus Estados.
Aunque la Triple Entente humilló a Alemania, la mayoría del territorio perdido era poco productivo;[10] y el núcleo industrial alemán permaneció intacto. Este factor, sumado a su posición geográfica y el tamaño de su población, otorgó a la nación germana un gran potencial industrial.[10] Explotando esto a su favor, los alemanes, en el futuro, buscarían recuperar lo perdido.
La República de Weimar
La República de Weimar fue el nombre histórico que recibe el estado alemán durante el período de entreguerras. Fue una república parlamentaria donde el Canciller se desempañaba como Jefe de Gobierno. No obstante, si el Parlamento alemán resultaba incapaz de formar un gobierno, el Presidente podía designar uno. Este poder especial del Presidente jugaría un papel clave en los últimos años de la República, y ayudaría a Hitler a subir al poder.
Esta república nació por accidente, no fue producto de un consenso entre todas las fuerzas políticas y las clases sociales alemanas.[11] Los líderes socialdemócratas alemanes estaban estudiando la posibilidad de proclamar una monarquía constitucional cuando les llegó la noticia de que los izquierdistas, liderados por Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, estaban a punto de proclamar una república soviética.[11] El 9 de noviembre de 1918, de manera apresurada, proclamaron la República; pero luego tuvieron que cargar con la responsabilidad del Tratado de Versalles.[12]
Inestabilidad política alemana
No obstante, este acto de los socialdemócratas no calmó a la Liga Espartaquista, que insistía en crear un estado socialista. Para complicar las cosas, al regresar los veteranos de guerra a sus hogares, muchos de ellos se unieron a los Freikorps, grupos paramilitares de derecha. En las calles estallaron entonces enfrentamientos entre los grupos de derecha e izquierda. El Levantamiento de Enero de 1919 del Partido Comunista de Alemania asustó a los dirigentes de la República, que ya habían forjado un pacto con el Ejército para prevenir la llegada del bolchevismo.[13] De esta manera, apoyados por el gobierno y los militares, los Freikorps acabaron con el levantamiento armado izquierdista, y Luxemburg y Liebknecht fueron asesinados. Aunque a primera vista el Ejército había demostrado ser fiel a la República, esta impresión era errónea; un año después, el mismo oficial que comandó a las tropas que salvaron a la República de los espartaquistas, lideró el Kapp-Putsch, un golpe de derecha cuyo objetivo era restaurar la monarquía. Aunque el golpe de Kapp fracasó, eventos posteriores demostrarían que el antirepublicano Cuerpo de oficiales alemán era tan independiente del gobierno en sus acciones, que se había convertido en un "Estado dentro del Estado".[14]
En 1923, luego de que Alemania se retrasara en el pago de las indemizaciones de guerra, los franceses ocuparon el Ruhr, importante región industrial y minera. Después de que la resistencia pasiva fracasara, el gobierno alemán reinició los pagos, lo que ocasionó que la moneda alemana se devaluara drásticamente y que la clase media casi desapareciera.[15] Como era de esperarse, la agitación política tomó las calles de nuevo; y en noviembre de ese año, el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, apenas conocido fuera de Baviera, ejecutó una golpe de Estado en Múnich, que fue sofocado rápidamente. Este evento, casi usual en los primeros años de la República, hizo famoso a su líder, Adolf Hitler; y su partido, mejor conocido como el Partido Nazi, pasó a tener relevancia nacional.
El fracaso de la Democracia y la Gran Depresión
Al finalizar la Primera Guerra Mundial, casi todas las pequeñas naciones de Europa oriental habían implementado sistemas democráticos.[16] Sin embargo, al inicio de la Segunda Guerra Mundial, estos sistemas habían sido reemplazado por gobiernos autoritarios. La falta de experiencia democrática de estos pueblos, la presión de las minorías étnicas, el alto gasto militar y los conflictos religiosos fueron unas de las razones que hicieron sucumbir a los gobiernos democráticos de Europa oriental.[16] Igual de importante fue la indiferencia de las democracias occidentales a la constante interferencia de Alemania y la Unión Soviética en los asuntos de naciones que, en parte, habían ayudado a crear[16]; finalmente, estas últimas terminaron sucumbiendo a la influencia germana.
La llegada de la Gran Depresión en 1929 catalizó el fin de la democracia en unos países, incluyendo a la República de Weimar. A inicios de ese año, la inestabilidad política de la república parecía ser cosa del pasado. Los socialdemócratas estaban recuperando los votos perdidos luego del Tratado de Versalles, y los nazis eran una pequeña minoría en el Parlamento. Además, Austria y Alemania estaban recibiendo préstamos estadounidenses que, junto con el comercio externo, constituían la principal fuerza motriz de su economía. Sin embargo, la llegada de la Gran Depresión motivó la suspensión de estos préstamos, y arrojó a las naciones germanas a una nueva crisis económica; miles de trabajadores fueron despedidos e importantes bancos empezaron a colapsar. La caída del comercio externo mundial, por motivo de la recesión, terminó por profundizar la catástrofe alemana. Los miles de desempleados, 45% de la población activa, fueron entonces suelo fértil para el discurso incendiario de Hitler.[17]
En las elecciones parlamentarias de Alemania de 1930, los nazis consiguieron 107 asientos en el Parlamento, convirtiéndose en el partido más votado después de los socialdemócratas. En medio de la crisis, el pueblo alemán acudió a los partidos más radicales, ya que los comunistas también experimentaron una ganancia importante y se convirtieron en el tercer partido nacional. Con estos resultados, las fuerzas democráticas fueron incapaces de conseguir la mayoría parlamentaria necesaria para gobernar, y desde 1930, el Presidente Paul von Hindenburg empezó a gobernar por decreto, seleccionando al Canciller sin aprobación del Parlamento. En enero de 1933, el ex-Canciller Franz von Papen logró convencer al senil Hindenburg que si nombraba Canciller a Hitler, lograría acorrarlo.[18] Hitler fue nombrado Canciller el 31 de enero de 1933, y en poco tiempo logró neutralizar a Papen y barrer los últimos vestigios de democracia, con la complicidad del Ejército, obteniendo la libertad necesaria para iniciar su programa político.
La Gran Depresión no sólo desestabilizó el gobierno alemán, en Austria, el Canciller Engelbert Dollfuss utilizó este escenario de catástrofe económica para ejecutar la "Ley habilitante económica para tiempos de guerra", promulgada en 1917, en plena Primera Guerra Mundial. Estando a punto de perder su mayoría parlamentaria, suspendió el Parlamento, aplicó la censura en la prensa, disolvió el poder judicial y prohibió a los partidos políticos opositores.[19] Austria entró a una etapa llamada Austrofascismo, que acabaría con la democracia austríaca y facilitaría la entrada de este país a la esfera de influencia alemana.
El ascenso de los nazis al poder impulsó la aparición de movimientos similares en distintos países de Europa oriental. En Hungría apareció el Partido de la Cruz Flechada, en Polonia la ONR-Falanga, en Rumania la Guardia de Hierro y en Checoslovaquia la Guardia de Hlinka. Todos estos movimientos eran antisemitas.[20] Para 1938, la única democracia saludable en Europa oriental era Checoslovaquia.[21][22]
Expansionismo, apaciguamiento y aislacionismo
Las ideas geopolíticas de Karl Haushofer tuvieron gran influencia en Hitler, específicamente la teoría del «espacio vital». Mientras que la opinión pública alemana deseaba reestablecer las fronteras previas a la guerra en el este, los nazis iban más lejos. Ellos clamaban que Alemania debía modificar sus fronteras nacionales para que incluyera a todos los alemanes étnicos,[23] y que debían conquistarse nuevos territorios en el este de Europa,[23] desplazando a los pueblos eslavos, que eran considerados genéticamente inferiores por Hitler. Alemania se convertiría de esta manera en un imperio continental, evitando un choque directo con el Occidente[23][24], y acabaría con el bolchevismo ruso y los judíos en el proceso.[25]
Alemania no era el único país europeo que deseaba revisar las fronteras. En el sur, Benito Mussolini soñaba con recrear el Imperio Romano;[26] y planeaba la conquista del Imperio de Etiopía, nación miembro de la Liga de Naciones. Cuando Hitler llegó al poder, Mussolini intentó acercarse al Reino Unido y Francia, formando parte del Frente de Stresa para hacer frente a las intenciones alemanas de anexar a Austria. Sin embargo, este frente fue debíl y colapsó cuando Italia finalmente invadió Etiopía, en octubre de 1935. Con esta campaña, Mussolini planeaba preparar su ejército para ejercer una futura política exterior agresiva y para hacerse un lugar entre las potencias mundiales.[27] Francia y el Reino Unido reaccionaron tímidamente a esta invasión, impusieron un inefectivo embargo económico, y, sin desearlo, alentaron a Alemania para que continuara desafiándolos.[28] Después de la participación italiana en la Guerra Civil Española, los británicos empezaron a considerar a Italia un oponente, y a su vez, Mussolini empezó a realizar planes para combatirlos en una futura guerra.[29]
Por otro lado, la llegada de los nazis al poder trajo mejorías en las relaciones exteriores de la Unión Soviética. Las relaciones con los Estados Unidos, Francia, Polonia e Italia se reactivaron o estrecharon,[28] y la nación euroasiática entró a la Liga de Naciones en septiembre de 1934. Maxim Litvinov se convirtió entonces en una de las principales voces contra el expansionismo nazi; sin embargo, Stalin no estaba interesado en combatir directamente a Alemania.[28] Preocupado de que estallara una rebelión durante la guerra, Stalin inició una serie de purgas; y mientras llamaba a las naciones occidentales a hacer frente a los nazis, al mismo tiempo mantenía conversaciones con estos últimos.[28]
Fracasos del apaciguamiento
El 16 de marzo de 1935, Hitler repudió la cláusula de desarme del Tratado de Versalles, alegando que Francia no la estaba respetando.[28] Se reinstauró el servicio militar obligatorio y el Ejército alemán empezó a expandirse. A pesar del rearme, Hitler realizó discursos con rasgos pacifistas para calmar al gobierno británico, y logró conseguir el Acuerdo Naval Anglo-Germano, que le permitió expandir la Armada y reiniciar la construcción de submarinos. Este acuerdo no contó con la aprobación de Francia e Italia, y fue una de las causas que hicieron fracasar el Frente de Stresa.[24]
El 7 de marzo de 1936, mientras el Reino Unido y Francia se encontraban distraídos en conflictos internos y la guerra en Etiopía, Hitler ordenó la remilitarización de la Renania por una fuerza simbólica. Aunque Hitler había ordenado la retirada en caso de que los franceses respondieran,[24] y aunque el Presidente francés Albert Sarraut había anunciado días antes que no iba a permitir esta maniobra, ninguno de los firmantes de los Tratados de Locarno se molestó en cumplir su palabra.[28] Este fue una de las primeras victorias alemanas obtenidas gracias a la política de apaciguamiento, que aconsejaba realizar las concesiones que fuesen necesarias ante los nazis, con el objetivo de mantener la paz en Europa.
La política de apaciguamiento había sido bautizada por Neville Chamberlain, Primer Ministro británico, quien fue además su principal seguidor. Chamberlain sabía que la opinión pública británica y francesa se opondría fuertemente a una nueva guerra en Europa,[30] especialmente si era iniciada por conflictos en Europa central.[31] Además, determinó correctamente que el vasto Imperio británico no tenía fuerzas suficientes para hacer frente a una guerra con Alemania, y un probable choque con Italia y Japón simultáneamente. En la Primera Guerra Mundial, bajo falsas promesas de independencia, el Reino Unido había compensado su inferioridad numérica en frentes lejanos recurriendo a líderes nativos;[32] pero ahora era más probable que esas fuerzas índigenas se levantasen en su contra, como efectivamente ocurrió en Iraq. Adicionalmente, el apaciguamiento encontraba respaldo en aquellos que consideraban que el Tratado de Versalles había sido injusto con Alemania;[23][30] y que los nazis se volverían más dóciles conforme sus exigencias iniciales, que consideraban razonables,[30] fuesen respondidas.[31][33] Por otro lado, muchos anti-comunistas occidentales consideraban que una Alemania fuerte era la mejor garantía contra la expansión del comunismo soviético. [24]
Luego de la guerra en Etiopía, se agravó el distanciamiento entre el occidente e Italia, y esto motivó un acercamiento de esta última a Alemania.[34] El 11 de julio de 1936, el Ministro de Relaciones Exteriores italiano, Galeazzo Ciano, logró llegar a un acuerdo con Alemania respecto al "Anschluss".[35] El 26 de octubre se creó el Eje Roma-Berlín, un tratado simbólico para Mussolini,[29] que sirvió para hacer parecer debíl la causa francesa, defensora del statu quo. Fue entonces que Bélgica se declaró neutral, creyendo poder escapar de una futura guerra, pero su declaración sólo sirvió para comprometer los planes de defensa franceses.[36] Al finalizar la conquista italiana de Etiopía, la credibilidad de la Sociedad de Naciones estaba en el suelo y Hitler se sintió con suficiente confianza para proceder contra Austria.[34]
A finales de 1936, Hitler, deseoso de iniciar la búsqueda del "espacio vital" alemán en el este, buscó el apoyo del Reino Unido para esta causa, sin éxito.[37] Durante 1937, Hitler estuvo ocupado nazificando el Ejército y la economía, pero al iniciarse 1938 empezó a presionar al Canciller austríaco Kurt Schuschnigg para que renunciara. Alemania movilizó su ejército a la frontera, y bajo amenaza de ser invadido, Schuschnigg renunció el 11 de marzo. De inmediato, el nazi austríaco Arthur Seyß-Inquart se declaró nuevo Canciller y aprobó la entrada de tropas alemanas a Austria. Aunque Mussolini ofreció al gobierno británico resucitar el Frente de Stresa para detener a Hitler, a cambio de concesiones coloniales; Anthony Eden respondió protestando por la intervención italiana en la Guerra Civil Española. El 13 de marzo, Hitler declaró a Austria parte del Tercer Imperio Alemán.
Finalizada la crisis en Austria, se origina otra, esta vez en Checoslovaquia. Durante la creación de este Estado en 1919, alemanes étnicos, que habitaban la región de los Sudetes, quedaron dentro de sus fronteras. Ahora, estos alemanes sumaban 3.5 millones, y Hitler, invocando el derecho de autodeterminación de los pueblos, denunciaba la supuesta persecución de esta minoría, al tiempo que movilizaba sus ejércitos a la frontera checoslovaca. Presionado por los británicos, el gobierno checoslovaco de Edvard Beneš inició negociaciones con los alemanes de los Sudetes, liderados por el nazi Konrad Henlein; pero éste, bajo órdenes de Hitler, se encargó de estancarlas.[38] Chamberlain se reúne entonces con Hitler, quien le exige la secesión de los Sudetes el 22 de septiembre. Los checoslovacos se rehúsan a ceder, a pesar de que Francia se había negado a defenderla, renegando del Tratado Franco-Checoslovaco, firmado en 1924.[39][40] Es entonces cuando Mussolini propone la realización de una conferencia para solucionar la crisis de los Sudetes.
La Conferencia de Múnich se realizó con la presencia de Hitler, Mussolini, Chamberlain y el Primer Ministro francés, Daladier; pero los checoslovacos no fueron invitados.[38] El 30 de septiembre se firmaron los Acuerdos de Munich, donde se decidió la anexión de los Sudetes por Alemania. Polonia aprovechó la oportunidad para obtener la cesión checoslovaca de Těšín,[33] a pesar de las advertencias soviéticas de anular el pacto de no-agresión firmado en 1932. Por su parte, Hitler prometió no realizar más demandas territoriales en Europa; por lo que Chamberlain regresó eufórico a Inglaterra,[38] y anunciando ante una multitud que acababa de asegurar la paz en Europa.
Checoslovaquia perdió 30.000 km² de territorio, y la mayor parte de su cinturón defensivo, lo que motivó la renuncia de Beneš. La victoria política de Chamberlain fue efímera ya que, bajo estas condiciones, este Estado quedaba extremedamente vulnerable ante Alemania. Dos meses después, Hungría demandó a Checoslovaquia territorios habitados por magiares. Alemania intervino organizando el Primer arbitraje de Viena, donde Hungría ganó unos 12.000 km². El 13 de marzo de 1939, Hitler presionó al líder eslovaco Monseñor Jozef Tiso, para que declarase la independencia de Eslovaquia. Entonces, el nuevo Presidente checoslovaco Emil Hácha fue llevado a Berlín, y bajo amenaza de bombardear Praga, fue obligado a firmar una solicitud de incorporación a Alemania. De los restos de Checoslovaquia nacieron el Protectorado de Bohemia y Moravia y el Estado Eslovaco, ambos estados títeres germanos. Fue entonces que quedó en evidencia el fracaso de la política de apaciguamiento, y los gobiernos de Francia y el Reino Unido decidieron finalmente que no debían realizar más concesiones ante Hitler, ratificando sus garantías de seguridad a la potenciales próximas víctimas alemanas, Polonia, Grecia y Rumania.
Tardíamente, el Reino Unido y Francia se percataron de que Alemania buscaba extenderse vastamente. Mientras tanto, al otro lado del Atlántico, la nación que había ayudado a las democracias europeas en la guerra anterior, Estados Unidos, se encontraba enfrascada en una disputa interna entre aislacionistas e intervencionistas; disputa que tranquilizó a los gobiernos de Roma y Berlín. En una reunión, celebrada en octubre de 1938, Ribbentrop le aseguró a Ciano que la conducta estadounidense durante la crisis de los Sudetes le había demostrado que Estados Unidos no intervendría en una futura guerra europea.[41] El movimiento aislacionista estadounidense había ganado mucho apoyo político en los años 1930; luego de que una comisión del Senado hubiese insinuado que la participación de su país en la "Gran Guerra" había sido por motivos económicos. Además, muchos estadounidenses creían que la última guerra había sido iniciada por conflictos entre imperios, y también criticaban el Tratado de Versalles.[42] La expansión de Alemania no cambió la opinión pública, ya que un mes antes de que estallase la guerra, el 92% de los estadounidenses rechazaba la hipotética participación de su país en la misma.[42] Bajo esta presión popular se promulgaron las Leyes de Neutralidad, que imponían restricciones a la venta de material de guerra a las naciones beligerantes y parecían garantizar la ausencia estadounidense en el inminente conflicto europeo.
Preparativos para la guerra
Polonia fue el siguiente blanco de la Alemania Nazi. El 20 de marzo de 1939, Hitler realizó un discurso demandado un paso por el corredor polaco, para conectar Prusia oriental con el resto de Alemania, así como la anexión de la Ciudad libre de Dánzig. Dos días después, presionó a Lituania para que cediese la ciudad de Memel, actual Klaipėda. El Reino Unido reaccionó el 6 de abril, anunciando un acuerdo militar bilateral con Polonia. Muchos consideraron que esto representaba el fin de la política de apaciguamiento, pero en realidad Chamberlain todavía no se resignaba a ir a la guerra con Alemania.[42] Ni Francia ni Inglaterra contaban con una estrategia de ayuda inmediata;[43] y la Unión Soviética, el único país que parecía poder brindar asistencia militar rápida a Polonia, era rechazado por esta última, que temía por su autonomía.[42]
El 2 de junio, Stalin tomó la iniciativa y planteó la formación de una alianza militar con occidente.[44] Las naciones occidentales estudiaron el planteamiento soviético y enviaron delegaciones a Moscú en un velero,[44] llegando el 11 de agosto. En este punto los soviéticos descubrieron que los delegados no tenían autoridad para firmar un acuerdo.[44] Las negociaciones progresaron lentamente, pero se estancaron cuando Kliment Voroshílov propuso discutir la defensa de Polonia. El gobierno polaco se negó rotundamente a dejar entrar tropas soviéticas a Polonia, ya que temían que su Estado perdiera los territorios ganados en la Paz de Riga. En la tercera semana de agosto, la negativa polaca paralizó completamente el progreso de las negociaciones, incluso bajo presión anglo-francesa.
Existen dos puntos de vista principales sobre la motivación de las acciones soviéticas de los días siguientes. Historiadores han declarado que luego de la Conferencia de Múnich, Stalin creyó ver un plan occidental para empujar a Hitler hacia Rusia.[45] Incluso después de que el Reino Unido y Francia reaseguraron sus garantías hacia Polonia, Stalin consideró que las mismas no eran sinceras, y que las democracias occidentales harían luchar a la Unión Soviética y Alemania en la primera etapa de la guerra, mientras ellas se fortalecían.[44][46] De esta manera, las dos principales amenazas del Occidente, el bolchevismo y el nazismo, se aniquilarían entre sí. Sin embargo, otros historiadores han argumentado que la declaración británica sobre la seguridad polaca dió a Stalin la oportunidad de condicionar su participación en la guerra, y que la supuesta conspiración occidental fue un pretexto para justificar las negociaciones paralelas con Alemania.[47] Además, culpan a Stalin por el fracaso de las negociaciones, ya que éste solicitó la ocupación militar de los Estados bálticos,[46] a cambio de ofrecer su ayuda, propuesta inaceptable para los británicos y los franceses. Finalmente, claman que Stalin, temeroso de una inserrucción en su contra, prefirió sacrificar el Estado colchón polaco para apaciguar a la Alemania Nazi. En ambos casos, los historiadores coinciden que el choque soviético-japonés, que se estaba llevando a cabo en ese momento en Manchuria, hizó ver a Stalin de que este no era el momento correcto para iniciar la guerra con Alemania.[44]
El primer indicio del aproximamiento germano-soviético se dió el 3 de mayo, cuando Stalin reemplazó a Maxim Litvinov, judío étnico, por Vyacheslav Molotov como Ministro de Relaciones Exteriores;[48][45] los nazis ahora podían negociar de nuevo con la Unión Soviética. El 19 de agosto, Joachim von Ribbentrop viajó a Moscú y se reunió con Molotov, para la firma de un acuerdo comercial por siete años. Luego, Ribbentrop sugirió extender el acuerdo al ámbito político, para asegurar las buenas relaciones entre las naciones durante la duración del acuerdo comercial.
El 24 de agosto, Ribbentrop se reunió con Stalin y se firmó el Pacto Ribbentrop-Molotov, que estipulaba la no-agresión entre la Unión Soviética y la Alemania Nazi durante 10 años, así como la neutralidad de una nación si la otra iba a la guerra con una potencia tercera, que podía entenderse como Francia y el Reino Unido. Una claúsula secreta, desconocida hasta 1945, indicaba que Finlandia, Estonia y Letonia pasarían a formar parte de la esfera de influencia soviética, mientras que Polonia y Lituania serían repartidas entre Alemania y Rusia. Además, la región de Besarabia sería anexada por los soviéticos de Rumania.
Sin embargo, aunque sus últimas acciones lo contradecían, Hitler deseaba evitar la guerra con el Occidente. Además de neutralizar momentáneamente al gigante soviético, Hitler creía que el Pacto Molotov-Ribbentrop obligaría al Reino Unido y Francia a renunciar a su compromiso con Polonia.[49] Hasta el último momento el dictador alemán creyó que esas naciones no irían a la guerra si atacaba a los polacos. Sin embargo, este no fue el caso. El 25 de agosto, el acuerdo anglo-polaco de abril se transformó en una alianza militar. Esta reacción perturbó a Hitler, quien retrasó la invasión de Polonia por una semana. Durante este tiempo, estuvo ofreciendo garantías al Imperio Británico y exigiendo la visita de un plenipotenciario polaco; sin obtener respuesta.[50] Hitler también acudió a Mussolini, quien había permanecido callado a pesar de haber firmado el Pacto de Acero, un acuerdo político-militar, el 22 de mayo. En los últimos meses, Mussolini también había acelerado su proyecto expansionista, ya que el 7 de abril Italia había invadido el Reino de Albania. Sin embargo, el Primer Ministro italiano no deseaba iniciar todavía una guerra con el Reino Unido, y Hitler decidió finalmente atacar Polonia sin su apoyo.
El 1 de septiembre de 1939, Alemania invadió Polonia. Hitler pronosticó incorrectamente la respuesta occidental, ya que dos días después Francia y el Reino Unido le declararon la guerra dando inicio a la Segunda Guerra Mundial en Europa. No obstante, tres importantes actores, la Unión Soviética, los Estados Unidos e Italia se mantuvieron fuera de la contienda inicialmente.
Entradas tardías
Aunque la guerra en Europa comenzó con la invasión en Polonia, no adquirió un carácter mundial hasta que, uno a uno, varias naciones de otros continentes se fueron sumando al conflicto europeo. Italia, miembro del Pacto Tripartito, fue la primera potencia de importancia en sumarse. Posteriormente la Unión Soviética y Estados Unidos, superpotencias de la Guerra Fría, también se involucraron.
Vacilación italiana
Aunque la principal razón que mantuvo a Italia fuera de la invasión de Polonia fue la escasa preparación del ejército italiano y la falta de interés en Europa oriental,[51] también existieron razones de carácter estratégico. Historiadores italianos aseguran que Mussolini, manteniéndose fuera del conflicto, planeaba romper su alianza con Alemania y, tal vez, intentar renegociar con los británicos.[51] Esto no significaba que el dictador italiano estaba aferrado a la no-intervención. En una reunión de gabinete celebrada el 8 de diciembre de 1939, concluyó que sin importar cual bando saliese victorioso, la independencia política de Italia se vería afectada, a menos que interviniese. Entonces, Mussolini expresó su deseo de participar eventualmente en la guerra, cuando ambos bandos estuviesen exhaustos.[52] No obstante, la guerra en Europa todavía no recrudecía, y Mussolini también creyó posible finalizarla mediante la diplomacia. Con esto en mente, Mussolini intentó convencer a Hitler, en enero de 1940, de que suspendiese la guerra con el Reino Unido; y que se concentrase en la Unión Soviética.[53]
Mussolini fracasó en su intento de apaciguar a Hitler, y para marzo, quedó finalmente convencido que las intenciones alemanas no podían ser desviadas, por lo que ordenó a Rodolfo Graziani que iniciase los preparativos para librar una guerra en el Mediterráneo y Yugoslavia. En otra reunión de gabinete celebrada el 2 de abril, Mussolini concluyó que si Alemania atacaba a Francia, Italia entraría a la guerra a su lado, pero retrasaría su entrada el mayor tiempo posible.[52] Aunque muchos oficiales fascistas no estuvieron de acuerdo con la decisión de su líder, todos guardaron silencio una vez Mussolini tomó la decisión.[54] Al percatarse de que su Primer Ministro estaba determinado de ir a la guerra, el Rey italiano Víctor Manuel III envió señales indirectas al Ministro de Relaciones Exteriores Galeazzo Ciano sobre la posibilidad de dar un golpe de Estado contra Mussolini; pero Ciano, a pesar de que no le agrada la idea de ir a la guerra, las ignoró.[54]
Sin embargo, la temprana derrota aliada en la Batalla de Francia cambió todo. El 10 de junio, el ejército italiano atacó Francia, con resultados decepcionantes; Niza, el objetivo mínimo de la campaña, estuvo lejos de ser capturada. Aunque la invasión italiana de Francia ha sido vista como la coronación de un plan expansionista, varios historiadores sostienen que Mussolini se decidió a entrar finalmente a la guerra al creer que la misma sería breve.[51] En abril, había mencionado que Italia podía luchar una guerra de seis meses, ya que un período mayor le acarrearía problemas económicos insuperables.[55] Con la llegada de la paz, su nación estaría en una mejor posición para negociar frente al Occidente.
Inicio de la "Gran Guerra Patria"
El Nacionalsocialismo alemán estipulaba que la dirección de expansión de Alemania era el este de Europa. Por esta razón, Hitler se excusaba de la guerra con Francia y Gran Bretaña, alegando que había sido "obligado a luchar" con estas naciones, ya que impedían el "avance natural" alemán, al oponerse a la invasión de Polonia. En 1941, con el frente occidental calmado, y con los británicos fuera de Europa continental por un tiempo, Hitler se enfocó en la URSS, que era el enemigo natural de Alemania según su ideología.
La Operación Barbarroja significaba la invasión de la Unión Soviética con tres enormes grupos de ejércitos, que expulsarían a las fuerzas eslavas más allá de los Urales. No obstante, la campaña en la Unión Soviética era muy distinta a las campañas alemanas anteriores, ya que estaba ideada también como campaña de exterminio. En efecto, fuerzas especiales del Ejército Alemán y de las SS debían "limpiar" el camino a los colonos alemanes, exterminando a todos los eslavos que no escapasen al avance alemán. Esta alta mortalidad permitiría que los campos de trigo de Ucrania alimentasen a los ciudadanos alemanes, causando un superávit en la producción. Después de la guerra soviético-finesa, Hitler estaba convencido de la debilidad del Ejército Rojo, y creía que antes del invierno de 1941 Moscú sería capturada. Esta derrota de la URSS, dejaría aislado al Reino Unido, que no tardaría en solicitar un armisticio.
La intervención alemana en los Balcanes en abril de 1941 atrasaría los planes alemanes de invasión, y disminuiría el tiempo que las fuerzas alemanas poseían para capturar Moscú, antes de la llegada del invierno. Además, la inteligencia alemana subestimaría la capacidad de recuperación soviética, e ignoraría las grandes reservas de soldados rusos existentes. De esta manera, el 22 de junio de 1941, los soldados alemanes atacarían a la Unión Soviética vestidos con uniformes de verano para una campaña que debía durar tres meses, pero que se alargaría por casi cuatro años.
Entrada oficial de Estados Unidos
Aunque Hitler pensaba que tarde o temprano tendría que enfrentarse a Estados Unidos, primero deseaba esperar finalizar la guerra en Europa.[56] Su embajada en Washington D. C. se encargó entonces de sobornar a congresistas estadounidenses, y financió al Comité América Primero, principal organización aislacionista;[56] en un intento de mantener al gigante norteamericano fuera de Europa.
Respecto a Japón, Alemania intentó inicialmente mantenerla fuera de la guerra, para que sirviera de contrapeso a Estados Unidos. Sin embargo, a inicios de 1941, Hitler emitió una directiva secreta ordenando empujar a Japón hacia la guerra con los británicos, con la esperanza de obtuviesen una rápida victoria y dejasen a los estadounidenses aislados en la zona.[57] Si la nación asiática lograba atacar a las colonias europeas sin que Washington reaccione, Hitler habría logrado una gran victoria; ya que hubiera obligado a los británicos a desviar recursos militares a Asia y acabaría con cualquier esperanza japonesa de llegar a un acuerdo con Estados Unidos. Con esto último, los estadounidenses se verían obligados a enviar más recursos al Pacífico, descuidando el Atlántico.
Sin embargo, la Armada alemana urgía por medidas inmediatas. Aunque Estados Unidos mantenía una posición oficial neutral frente al conflicto europeo, también suministraba materias primas a Inglaterra bajo condiciones muy favorables, haciendo uso de la Ley de Préstamo y Arriendo. Además, había organizado patrullas estadounidenses que empezaron a escoltar a los convoyes hasta Islandia, limitando seriamente el área de operación de los submarinos alemanes durante la Batalla del Atlántico.[58] El Almirante Erich Raeder le solicitó permiso a Hitler para atacar a estas patrullas, pero éste se negó. Para junio, la situación había empeorado, pero Raeder fue obligado por Hitler a ordenar a sus submarinos que se abstuviesen de atacar, a menos que estuviesen completamente seguros que los barcos tenían bandera británica.[59]
El 9 de julio, el Presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt anunció que sus tropas ocuparían Islandia, isla estratégica que hasta entonces estaba bajo ocupación militar británica, y que ya había sido declarada objetivo de guerra alemán. En ese momento, Hitler se encontraba enfocado en la invasión de la Unión Soviética, y a pesar de la indignación de Raeder ante "este acto de provocación" norteamericano, el primero le respondió que debía mantenerse a Estados Unidos fuera de la guerra por "uno o dos meses".[59] Sin embargo, Raeder pronosticó que, más temprano que tarde, uno de sus submarinos hundiría por error a un navío estadounidense; hecho que ya había ocurrido en mayo.
Esta predicción se hizo realidad en las siguientes semanas, y Roosevelt reaccionó el 11 de septiembre, ordenando a su Armada atacar a cualquier submarino a la vista dentro de una zona de defensa establecida por Estados Unidos. Sin embargo, Hitler continuó negándose en permitir que se atacase indiscriminadamente a cualquier navío con rumbo a las islas británicas o a sus colonias, fuera de esta zona inclusive.
De esta manera, Alemania y Estados Unidos entraron en un estado de guerra no declarada.[60] El primer combate con bajas se realizó en la noche del 16 y 17 de octubre, cuando un destructor norteamericano acudió en ayuda de un convoy atacado por submarinos germanos, y fue torpedeado por estos, convirtiéndose en la primera baja estadounidense de la guerra. Esa semana, los alemanes le pidieron a Japón que comunicasen a los estadounidenses que si estos combates continuaban, le declararían la guerra. En realidad, Hitler todavía esperaba mantener a la nación americana fuera del conflicto, y este mensaje sólo era una apuesta diplomática, cuyo objetivo era intimidar a Washington.[61]
Mientras tanto, Japón mantenía negociaciones con Estados Unidos para levantar un embargo impuesto de por los británicos, neerlandeses y estadounidenses, como respuesta a la ocupación japonesa de Indochina. Hitler y sus asesores deseaban que estas negociaciones fracasaran, ya que creían que la nación asiática atacaría entonces a las colonias británicas y neerlandesas o, mejor aún, a la Unión Soviética. Aparentemente, nunca se les ocurrió que el gobierno de Tokio planearía atacar a Estados Unidos también.[61] En efecto, el 7 de diciembre de 1941, Japón realizó el ataque a Pearl Harbor.
Aunque este ataque finalizó abruptamente las disputas entre intervencionistas y aislacionistas, el Presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt se negó a hacer mención de Alemania en su famoso discurso del "Día de la infamia".[62] El Secretario de Guerra Henry L. Stimson le urgió que aprovechara la oportunidad para declarar la guerra al país germano, pero Roosevelt se negó.[62]
Hitler se encargó de resolver el dilema de Roosevelt; el 11 de diciembre, Alemania declaró la guerra a los Estados Unidos. El Canciller alemán concluyó que debido a los conflictos en el Atlántico, su nación ya estaba en guerra con los norteamericanos.[63] Hitler pareció subestimar el potencial industrial y militar de Estados Unidos, y, en cambio, sobreestimó las fuerzas de su aliado japonés.
Causas de la guerra en Asia
El Japón imperial de los años 1930 era gobernado principalmente por una camarilla militarista de líderes del ejército y la marina, devotamente dedicados a convertir al Japón en una potencia colonial. Japón invadió Manchuria en 1931, y China en 1937, con la doble finalidad de mejorar sus magras reservas de recursos naturales y extender su control colonial sobre áreas mayores. Los Estados Unidos de América y el Reino Unido reaccionaron otorgando préstamos a la República de China, proporcionando ayuda militar encubierta, enviando pilotos y aviones de caza a la China del Kuomintang, e instituyendo embargos cada vez mayores sobre el petróleo y los recursos naturales comprados por Japón. Esos embargos habrían acabado forzando al Japón a abandonar sus posesiones recientemente conquistadas en China o buscar nuevas fuentes de recursos para mantener su economía. Japón debía elegir entre retirarse de China (algo inaceptable para el orgullo nacional), desarrollar nuevas fuentes de recursos (lo que era altamente improbable), comprar los recursos en el mercado internacional (extremadamente difícil debido a los embargos), o ir a la guerra para conquistar territorios ricos en petróleo, bauxita y otros recursos en las Indias Orientales Neerlandesas, Malasia y las Filipinas.
Según la opinión del estado mayor japonés, franceses, holandeses y británicos estaban más que ocupados en la guerra en Europa, los soviéticos retrocedían frente a los ataques alemanes, y los estadounidenses tardarían años en organizarse para la guerra, por lo que preferirían llegar a un compromiso antes que entrar en una guerra total. Con esas premisas se inició la planificación de la Guerra de la Gran Asia Oriental en el Pacífico.[64]
Segunda Guerra Sino-Japonesa
La primera víctima de los militares nacionalistas en el gobierno del Japón fue China. Este gigantesco país se encontraba dividió a inicios de los años 30 en las facciones del Kuomintang, el Partido Comunista de China y los Señores de la Guerra. Si bien estos últimos habían perdido poder en los últimos años en favor del Kuomintang, algunos de ellos continuaban controlando grandes provincias chinas.
El reinicio de los enfrentamientos entre Japón y China ocurrió con el incidente de Mukden. En 1931, el Kuomintang se había alzado como la principal fuerza política de China, logrando reconocimiento de muchas naciones bajo el nombre de la República de China. No obstante, el Ejército Nacional Revolucionario de China, del Kuomintang, continuaba en desventaja tecnológica frente al Ejército Imperial Japonés, por lo que no fue sorprendente que oficiales japoneses del Ejército Guandong destruyeran secciones del Ferrocarril del Sur de Manchuria, y luego culparan a disidentes chinos, procediendo a ocupar Manchuria y estableciendo el estado títere de Manchukuo.
El débil gobierno de la República de China no supo oponer resistencia a Japón y continuó perdiendo territorio a favor de Manchukuo en los siguientes años. La Sociedad de Naciones rehusó reconocer al recién creado estado y Japón renunció al organismo en marzo de 1933.
Finalmente, después del Incidente del Puente de Marco Polo en 1937, el Generalísimo Chiang Kai-shek decidió finalmente hacerle frente a Japón. En aquella época, China contaba con 80.000 soldados de élite, entrenados por alemanes, y un ejército de 1.7 millones de hombres, aunque la mayoría de estos no poseían entrenamiento alguno.
A pesar de estas mejoras chinas, los ataques japoneses hicieron retroceder a las fuerzas chinas al centro y al sur. En la batalla de Shanghái, los chinos nacionalistas ofrecieron su primera resistencia seria, aunque perdieron sus mejores tropas. La entrada de tropas japonesas en Nanking, conocida como la Masacre de Nanking, es considerado uno de los episodios más oscuros de esta guerra, debido a la cantidad de matanzas y violaciones de civiles chinos en la ciudad.
A inicios de la Segunda Guerra Mundial, China no contaba con apoyo directo internacional, y el gobierno se había trasladado a la remota ciudad de Chongqing, mientras que el ejército japonés ocupaba la mayor parte de la franja costera oriental de China, controlando los principales centros de producción económica. No obstante, esta guerra influyó de manera importante en eventos posteriores: en primer lugar, la fuerte resistencia china y la negativa a rendir sus fuerzas frustaron todas las esperanzas japonesas de una victoria rápida en China, por lo que continuaron buscando territorios de fácil expansión en el norte, controlado por la Unión Soviética, y luego en el sur, controlado por las naciones europeas. Eventualmente, el Imperio de Japón se dirigiría al sureste, chocando directamente con los intereses de Estados Unidos, que impondría un embargo económico al Japón, a la postre principal detonante del ataque a Pearl Harbor. En segundo lugar, las fuerzas del Partido Comunista obtuvieron un respiro del hostigamiento que recibían de las fuerzas del Kuomintang, y durante la guerra ganaron territorio. Al finalizar la guerra, expulsarían a las fuerzas del Kuomintang, con apoyo soviético, a Taiwán.
La entrada de los Estados Unidos en la guerra en 1941 frenó el avance japonés en China, aunque el Imperio nipón continuó controlando los territorios conquistados, e incluso, en 1944, logró lanzar una ofensiva exitosa hacia el sur de China (véase Operación Ichi Go).
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Enlaces externos
- The History Channel
- France, Germany and the Struggle for the War-making Natural Resources of the Rhineland Explains the long term conflict between Germany and France over the centuries, which was a contributing factor to the World Wars.
- The New Year 1939/40, by Joseph Goebbels
- "We shall fight on the beaches" speech, by Winston Churchill
- Czechoslovakia primary sources
- More Czechoslovakia primary sources