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Relaciones China-Rusia

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Relaciones China-Rusia
Bandera de la República Popular China
Bandera de Rusia
     China
     Rusia
Misión diplomática
Embajada de China en Moscú Embajada de Rusia en Pekín
Representantes
Embajador Zhang Hanhui Embajador Igor Morgulov

Las relaciones China-Rusia son las relaciones internacionales entre la República Popular China y la Federación Rusa. Las relaciones diplomáticas bilaterales mejoraron después de la disolución de la Unión Soviética y el establecimiento de la Federación Rusa en 1991.[1]

Los dos países comparten una frontera terrestre que fue demarcada en 1991, y firmaron el Tratado de Buena Vecindad y Cooperación Amistosa en 2001, el cual fue renovado en junio de 2021 por cinco años más.[2]​ En vísperas de una visita de estado a Moscú en 2013 por parte del líder chino Xi Jinping, el presidente ruso, Vladímir Putin, comentó que las dos naciones estaban forjando una relación especial.[3]​ Los dos países han disfrutado de estrechas relaciones militar, económica y políticamente, mientras se apoyan mutuamente en varios asuntos globales. Rusia y China declararon oficialmente sus relaciones como de «No aliados, mejor que aliados».[4]

Historia

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Relaciones China-Unión Soviética

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Mao (segundo a la izquierda) visitando a Stalin (segundo a la derecha) en Moscú, diciembre de 1949.

En los años inmediatamente posteriores a la proclamación de la República Popular China (1949), la Unión Soviética se convirtió en su aliado más cercano. Moscú envió miles de ingenieros y trabajadores soviéticos, y trenes cargados de maquinaria y herramientas. A fines de la década de 1950, los soviéticos habían erigido una red de plantas industriales modernas en toda China, capaces de producir aviones de combate, tanques y buques de guerra. Moscú incluso proporcionó algo de tecnología nuclear.[5]​ Sin embargo, Nikita Jrushchov desconfiaba profundamente de Mao por abandonar las estrictas tradiciones de Lenin y Stalin. A fines de la década de 1950 y principios de la de 1960, las relaciones se volvieron profundamente tensas. Al atacar al revisionismo soviético, Mao consolidó su lucha política en Beijing y ganó a sus oponentes. Jruschov ridiculizó los fracasos del Gran Salto Adelante y el Movimiento de Comunas Populares.[6]​ La división chino-soviética estuvo marcada por combates a pequeña escala en el Conflicto fronterizo sino-soviético en 1969. Moscú consideró un ataque nuclear preventivo.[7]​ Eso nunca sucedió, pero los soviéticos alentaron a los uigures a rebelarse contra China.[8]​ Más importante aún, China lanzó su propia apuesta por controlar los movimientos comunistas en todo el mundo y, en la mayoría de los casos, los partidos comunistas locales se dividieron entre los dos patrocinadores, confundiendo a los compañeros de viaje y debilitando el movimiento comunista en general en el Tercer Mundo. Beijing dijo que la Unión Soviética había caído en la trampa del socialimperialismo y ahora era vista como la mayor amenaza que enfrentaba. Mao hizo propuestas a Nixon en los EE. UU., que culminaron en la sensacional visita de Nixon a China en 1972.

En 1976, Mao murió, y en 1978, Hua Guofeng derrocó a la Banda de los Cuatro,[9]​ quien pronto implementaría una reforma económica a favor del mercado. Dado que la República Popular China ya no defendía la noción antirrevisionista de la contradicción antagónica entre clases, las relaciones entre los dos países se normalizaron gradualmente. En 1979, sin embargo, la República Popular China invadió Vietnam (que, después de un período de ambivalencia, se había puesto del lado de la Unión Soviética) en respuesta a la invasión vietnamita de Camboya que derrocó del poder a los Jemeres Rojos respaldados por China.

A pesar de que el líder soviético Mijaíl Gorbachov criticó al PCCh postmaoísta cuando permitió que los millonarios de la República Popular China hubieran perdido el camino socialista, con la disolución de la Unión Soviética a fines de la década de 1980 y principios de la de 1990, la propia Unión Soviética recurrió a la privatización.

A diferencia de la RPC, esta fue una forma de privatización mucho más extrema y altamente desregulada que resultó en pérdidas masivas para los especuladores extranjeros, condiciones casi anárquicas y colapso económico. Así, en el período posterior a la Guerra Fría, mientras que la Unión Soviética seguía estando mucho más desarrollada (económica y militarmente), de manera sistémica y profunda (es decir, la RPC en 1949 estaba menos industrializada que Rusia en 1914), la RPC surgió en una posición financiera mucho más favorable y estable. Si bien la grave escasez soviética de capital era nueva, el subdesarrollo económico y militar de China no lo era. Tampoco lo era la necesidad desesperada y cada vez mayor de la República Popular China de recursos minerales, especialmente combustible de petróleo, que la Unión Soviética tenía en abundancia en regiones asiáticas como Siberia occidental.

Desde 1993

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Nueva Guerra Fría, Segunda Guerra Fría o Guerra Fría 2.0[10]​ (en inglés: New Cold War,[11]​ también referida como Cold War II,[12]Cold War Redux [13]​ o Cold War 2.0[14]​)[15][16]​ son términos utilizados —como paralelismo a la Guerra Fría entre 1945 y 1991— para designar lo que se interpreta como un conflicto político, ideológico, informativo, social y militar en el siglo XXI, lo cual terminó la llamada era post-Guerra Fría. Desde esta visión, se verían las tensiones entre potencias como estructuradas dentro de grandes bloques de poder geopolíticos opuestos; en uno se encontraría Occidente, liderado principalmente por Estados Unidos y Reino Unido, así como en menor medida también por la Unión Europea (partidarios del poder blando y de un orden mundial unipolar) y el otro, Oriente, que estaría liderado principalmente por China y por Rusia (partidarios del poder duro y de un orden mundial multipolar). Se incluyen acciones propias de guerra híbrida (como los ciberataques) y guerras subsidiarias (como Libia, Siria, Ucrania o Irán). La rivalidad, además de geopolítica, también sería de carácter económico, militar, cultural y tecnológico.[17]

El conflicto se evidenció a raíz de la invasión de Irak de 2003, para la cual Estados Unidos desplegó bases militares en los países de Asia Central, anteriormente bajo la influencia rusa, los cuales son ricos en gas y petróleo. Occidente desarrolló a su vez políticas tendientes a permitir la ampliación de la OTAN para incluir varios Estados postsoviéticos que compartían frontera con Rusia. En respuesta, y para lograr una forma de equilibrio, Rusia hizo una serie de maniobras en las que contribuyó el hecho de que la guerra de Irak generó un alza en los precios del gas natural y del petróleo, fortaleciendo a Rusia puesto que era una de los más grandes productores de ambos recursos. El país desarrolló lazos de cooperación con China y otros estados de Asia dentro del marco de la Organización de Cooperación de Shanghái, con el objeto de proteger sus intereses energéticos.

En un discurso en febrero de 2007, el presidente ruso Vladímir Putin acusó a los Estados Unidos de «arrojar al mundo en un abismo de conflictos permanentes» e intentar crear un «mundo unipolar» gobernado por Washington.[18]​ Esta declaración fue la respuesta a las medidas tomadas en Washington para instalar un escudo antimisiles que según Estados Unidos no tenía la intención de apuntar a Rusia sino la de defender a Europa de ataques provenientes de Corea del Norte e Irán. Esta explicación no satisfizo a Rusia que vio los intentos estadounidenses de expandir la OTAN como parte de una política para contener y rodear a Rusia.

Tras la adhesión de Crimea a Rusia en 2014, Rusia invadió Ucrania en 2022 con el casus belli de la violación de los Tratados de Minsk, la posible adhesión de Ucrania a la OTAN, la, según Vladímir Putin, "nazificación" de Ucrania y un presunto genocidio en el Dombás.

Entre tanto, Estados Unidos, Reino Unido y Australia formaron una nueva alianza militar diseñado para contrarrestar la influencia de China en la región del Indo-Pacífico: el llamado "AUKUS".[19]​ Por otra parte, la contienda entre los Estados Unidos y China esta encuadrada dentro de una puja para obtener un cierto dominio en el campo tecnológico, lo cual le permitiría a la potencia dominante afianzar su posición estratégica a largo plazo.[20][21]
Jiang Zemin y Vladímir Putin después de haber firmado el FCT
El Tratado de Buena Vecindad y Cooperación Amistosa entre la República Popular China y la Federación Rusa (FCT) es un acuerdo estratégico que fue firmado por los líderes de las dos potencias internacionales, Jiang Zemin y Vladímir Putin, el 16 de julio de 2001.[22]

El tratado bosqueja los grandes rasgos que han de servir de base para unas relaciones pacíficas, cooperación económica, así como dependencia diplomática y geopolítica. Controversialmente, el Artículo 9 del tratado puede ser visto como un pacto de defensa, y otros artículos (A7 y A16) apuntan a incrementar la cooperación militar, incluyendo el compartir "know-how militar" (A16), es decir, acceso chino a tecnología militar rusa.

El tratado también comprende un enfoque de cooperación mutua en tecnología ambiental, regulaciones y conservación de la energía; además de sinergias en sus mercados financieros y comercio. El documento afirma la posición rusa sobre el Taiwán como "una parte inalienable de China" (A5), y destaca el compromiso de asegurar la "unidad nacional y la integridad territorial" en los dos países (A4).

Frontera entre China y Rusia

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En 1689, como consecuencia de conflictos armados, los imperios chino y ruso firmaron el tratado de Nérchinsk en el cual Rusia renunció a la región del río Amur. En los años 1850, la geopolítica cambió y el Imperio chino se vio debilitado. Una nueva expedición rusa tuvo como objetivo explorar la región. En 1858, China se vio obligada a firmar el tratado de Aigun, considerado como uno de los tratados desiguales. Rusia tomó el control del margen izquierdo del Amur, del Argún hasta el mar. Dos años más tarde, Rusia confirmó y amplió sus ganancias territoriales por medio de la convención de Pekín. Obtuvo la cesión de la región de Vladivostok.[23]​ Rusia buscaba luego controlar Manchuria para proteger Siberia y ampliar su cobertura sobre el océano Pacífico. Obtuvo también la cesión de Puerto Arthur (Lüshunkou en chino). La derrota frente a Japón en 1905 arruinó esta política. Rusia renunció a la Manchuria y cedió Puerto Arthur. Este último se encontró temporalmente la soberanía soviética entre 1945 y 1955.[24]

En los años 1960, las relaciones entre China y la Unión Soviética se degradaron fuertemente y Mao Zedong puso en tela de juicio los tratados firmados en el siglo XIX entre los imperios ruso y chino. Estas tensiones desembocaron en 1969 en un enfrentamiento armado que causó centenares de muertes, en su mayoría chinas, pero no logró un nuevo trazado. La Unión Soviética consideró incluso destruir preventivamente las instalaciones nucleares chinas.[25]​ En las décadas que siguieron, las relaciones quedaron muy tensas y la situación no evolucionó mucho hasta los años 1980.

A partir de 1988, y por iniciativa de Mijaíl Gorbachov, mejoraron las relaciones entre la Unión Soviética y China y se retomaron las negociaciones. El 16 de mayo de 1991, la Unión Soviética y China firmaron un tratado sobre las fronteras, que dejó sin embargo en suspenso la suerte de ciertas regiones disputadas. Estos últimos puntos están regulados por diferentes acuerdos firmados en un contexto netamente diplomático entre ambos países. El último tratado fue firmado en 2004. A la salida de estos reglamentos, China ha realizado algunas ganancias territoriales de acuerdo a los tratados anteriores.

Economía

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Los expertos han propuesto un número de teorías para explicar el éxito de las reformas económicas de China en su cambio de una economía planificada al capitalismo, a pesar de los factores desfavorables como los legados conflictivos del socialismo, considerable erosión de la ética laboral, décadas de propaganda anti-mercado y la "generación perdida", cuya educación se desintegró en medio del trastorno de la Revolución Cultural.[26]

El colapso del Bloque Soviético y las economías de plan centralizado en 1989 renovaron los ímpetus en China para reformar a futuro su economía en un curso diferente para evitar el mismo destino.[27]​ China también quiso evitar ser como Rusia bajo la administración de Boris Yeltsin, con experimentos a medida con el mercado capitalista que resultaron en el aumento de poderosos oligarcas, corrupción y pérdida de ingresos públicos que exacerbaban la desigualdad económica.[28]

La presidencia de Putin ha devuelto la economía a Rusia, con el dominio de las compañías estatales, a través de la nacionalización de importantes industrias, como el petróleo y sus derivados, y frenando a los oligarcas.[29]

China, Rusia y el multilateralismo

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Diferentes visiones y enfoques han sido propuestos por diferentes autores, a efectos de definir y caracterizar el poder en este periodo. Uno de los primeros en abordar esta temática fue el politólogo estadounidense Zbigniew Brzezinski, quien consideró que el mundo de la era posterior a la Guerra Fría constaba de dos categorías de estados: “los vasallos y los tributarios de Estados Unidos”.[30]​ En su libro titulado El gran tablero de ajedrez: América y el resto del mundo (1997), describe a su país como la única potencia que tiene una supremacía incuestionable y simultánea en los cuatro más importantes dominios (militar, económico, tecnológico, y cultural), ya que luego de disolución de la Unión Soviética, Rusia no logró cubrir la laguna dejada por el gigante socialista desaparecido.[31]​ Sin embargo, ya en los años 2010, Brzezinski pasó ha mostrarse partidario del orden tripolar con Estados Unidos, Rusia y China como solución a la supuesta anarquía en relaciones internacionales, como consecuencia de la decadencia de los Estados Unidos. Los tres principales poderes dominantes podrían de esta forma cooperar para lograr la estabilidad global.[32]​ Según esta visión, Estados Unidos ya no tiene las condiciones que tuvo antes de imponer fácilmente su unilateralismo mundial.[32]

Todos los organismos internacionales surgidos de la Segunda Guerra Mundial están en una encrucijada por los nuevos centros de poder, y Estados Unidos puede tener resistencias a aceptar ese nuevo orden.[32]​ En este sentido, el autor estadounidense Michael Klare ha estimado que el nuevo orden mundial rompe con el paradigma de la Guerra Fría, porque las tres potencias pueden cooperar para hacer valer sus respectivas esferas de influencia, aunque como posibles riesgos señala el de la militarización.[33]​ Así mismo, el politólogo estadounidense Graham Allison ha señalado que el siglo XXI será de un equilibrio de poderes como Estados Unidos no había conocido, China ahora es el principal motor de la economía mundial, con grandes proyectos de alto impacto como la Nueva Ruta de la Seda y del Collar de Perlas (geopolítica), y con varias de las principales empresas de tecnología en el mundo, por esto Allison asegura que muchos de los compromisos de Estados Unidos para con sus aliados no son sostenibles, tomando en cuenta su propia seguridad, para Allison seguir compromisos irrealizables es lo que ha causado los fracasos de la política exterior de Estados Unidos en Medio Oriente.[34]​ Además, cada vez es mayor el número de observadores que consideran a China como una superpotencia internacional, a la par que ven en los Estados Unidos indicios de deterioro y de retroceso.[35][36]​ Tal es el caso del analista Timothy Garton Ash quien en 2020 aseguró que los Estados Unidos solamente podían aspirar a ser “un país líder en una red poshegemónica de democracias... he dicho un, no el país líder”. Garton Ash resaltó la “diferencia importante con el principio de este siglo, cuando la hiperpotencia estadounidense parecía dominar el planeta como un coloso”.[37]

Sylvain Allemand y Jean-Claude Ruano-Borbalan por su parte, opinaban en 2008 que Estados Unidos no buscaba ni busca dominar intencionalmente al mundo, sino simplemente lo que por encima de todo quiere es proteger sus intereses y preservar su seguridad.[38]​ Y dentro de esta lógica, los atentados del 11 de septiembre de 2001 lo que provocaron fue un reforzamiento de las intervenciones americanas en el mundo, con la finalidad casi exclusiva de mejorar la seguridad dentro de fronteras, llevando conflictos y fricciones a otras partes. Y es que la degradación del bloque comunista y la incapacidad de la Unión Europea para organizar su autonomía estratégica, de una u otra forma favorecieron la supremacía estadounidense hegemónica posterior a 1990.

Por su parte, el periodista británico Martin Jacques señaló en 2016 que las economías occidentales se encuentran en una fase de estancamiento, parecida a una “década perdida” que no tiene un punto de fin claro, por ello el reorden geoestratégico y geoeconómico sigue a las relaciones que se desarrollan entre las grandes potencias. La globalización, al inicio promovida por occidente, era a su juicio aprovechada por China mientras Estados Unidos y Europa resienten sus efectos negativos con consecuencias (por ejemplo el Brexit). Por último, el autor consideraba que desde China también se promovía el multilateralismo como solución a los problemas de la gobernanza global.[39]

Entre tanto Rusia y China han aumentado su cooperación militar y económica en los últimos años, buscando su espacio de cooperación y alianzas regionales, esto a juicio de analistas, como Alfredo Jalife, se debe a la intención de promover un frente estabilizador que se contraponga a Estados Unidos, para pasar de la hegemonía estadounidense a un sistema multipolar, o de equilibrio de poderes, específicamente tripolar. Este sería el realineamiento geopolítico de las superpotencias más importante desde el acercamiento de Nixon a China en los años 70.[40]

Hegemonía del dólar estadounidense

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A partir del final de la Guerra Fría, la mayoría de las transacciones globales, incluyendo a los países de la ex Unión Soviética, seguirían apoyándose en el dólar estadounidense. China, como potencia económica global, se convierte en el principal acreedor de EE. UU., manteniendo buena parte de sus reservas en bonos de deuda de ese país norteamericano. Contribuyen además las crisis inflacionarias de los países latinoamericanos (consecuencia de las crisis de deuda anteriores), destacándose los casos de Venezuela, Brasil, Argentina y Ecuador.

El crecimiento de la economía china a partir de finales del siglo XX ha dado vigor a su moneda, el yuan, que ha incrementado su valor respecto del dólar estadounidense.[41]​ Esto posiciona a la divisa china como una posible alternativa para utilizarse como reserva a global.[42]​ A partir de la década de 2010, el gobierno chino ha impulsado medidas orientadas a la internacionalización del yuan.[41][43]​ Estas medidas incluyen la presencia de los bancos chinos en las principales plazas financieras del mundo, así como la realización de acuerdos de respaldo monetario mutuo con varios países (swap financieros).[44][43]​ Asimismo, se han iniciado gestiones ante el FMI para incluir al yuan en la canasta de DEGs,[45][46]​ lo que se concretó en octubre de 2016.[47]​ El yuan pasó a ser la tercera divisa con mayor peso dentro de la canasta, con un 10,92% del total, por encima del yen japonés y la libra esterlina.[48]

La hegemonía monetaria del dólar estadounidense ha dado lugar a numerosas críticas y a propuestas para establecer alternativas. Tradicionalmente, se ha discutido las posibilidades del euro para establecerse como divisa dominante, siendo que la mayor parte de las reservas del Banco Central Europeo se encuentra nominada en dólares.

En la primera cumbre del bloque integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS) se ha criticado el rol del dólar como moneda de reserva mundial.[49]​ BRICS posee a 2014 un producto bruto interno (PBI) combinado que casi duplica al de EE. UU.[50]​ Los países miembros han acordado entonces realizar transacciones utilizando sus propias monedas de manera directa,[51]​ además de la creación de un banco propio como alternativa al FMI y al Banco Mundial.[50]

BRICS

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Los BRICS+ (anteriormente BRICS),[52]​ es una asociación, grupo y foro político y económico de países emergentes, que se ha constituido en un espacio internacional alternativo al G7, integrado por países desarrollados.[53][54]

Fue conformado inicialmente por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica,[55]​ y fue creado en 2010 tras la incorporación de Sudáfrica a la ya existente organización BRIC. El nombre de la formación son las iniciales de sus Estados miembros, si bien a partir del 1 de enero de 2024 se incorporaron al grupo como miembros plenos Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán, como se anunció en su XV Cumbre, celebrada en agosto de 2023 en la ciudad de Johannesburgo, Sudáfrica. Luego de ser aprobadas en la Cumbre de 2023 las solicitudes de ingreso de Argentina y Arabia Saudita,[56]​ un nuevo gobierno en el país sudamericano retiró la solicitud antes de ingresar, mientras que el país asiático no concluyó las formalidades de ingreso.[57]​ En la XVI Cumbre, celebrada en octubre de 2024 en la ciudad de Kazán, Rusia, los BRICS aceptaron la incorporación de 13 nuevos Estados miembros. A partir del 24 de octubre de 2024 se incorporaron al grupo como miembros asociados Argelia, Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Indonesia, Kazajistán, Malasia, Nigeria, Tailandia, Turquía, Uganda, Uzbekistán y Vietnam.[58]

En términos generales, BRICS es el acrónimo de una asociación económica-comercial de las cinco economías nacionales emergentes que en la década de los 2000 presentaban un gran potencial de desarrollo. Tras la ampliación de 2024, el PIB de los BRICS, incluyendo Argentina, podría representar el 37 % del PIB mundial y el 46 % de la población mundial.[59]​ Los BRICS fueron considerados el paradigma de la cooperación Sur-Sur, aunque esta interpretación fue puesta en cuestión dadas las contradicciones entre los intereses de China y los demás miembros,[60]​ y la pérdida de proyección económica.[61]
Todas estas naciones tienen en común una gran población (China e India por encima de los mil cuatrocientos millones, Brasil encima de doscientos y Rusia por encima de los ciento cuarenta millones), un enorme territorio (casi 38,5 millones km²), lo que les proporciona dimensiones estratégicas continentales, una muy amplia cantidad de recursos naturales, un importante crecimiento de su producto interno bruto (PIB) y el aumento de participación en el comercio internacional en los últimos años.[62]

En agosto de 2023, en la XV Cumbre de los BRICS, el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, anunció la entrada en enero de 2024 de seis nuevos países.[63][64]​ La inclusión de Argentina tras la victoria de Milei en las elecciones de 2023 fue descartada por el gobierno electo.[65]

Organización de Cooperación de Shanghái

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La Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) es una organización intergubernamental fundada el 15 de junio de 2001 por China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán, países que, con excepción del último, fueron miembros del grupo de los Cinco de Shanghái, precursor de la OCS, fundado el 26 de abril de 1996. Desde su creación, la organización ha expandido su membresía a nueve estados; India y Pakistán se unieron en junio de 2017, e Irán lo hizo en septiembre de 2022.

Es la organización regional más grande del mundo, en términos de alcance geográfico y población, cubriendo aproximadamente el 80% del área de Eurasia,[66]​ y el 40% de la población mundial. En 2023 su PIB combinado rondaba el 25% del PIB mundial.[67][68]​ y

Rusia y la República de China

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La oficina de representación de la República de China en Rusia, la Oficina de Representación en Moscú de la Comisión de Coordinación Económica y Cultural Taipéi-Moscú, fue inaugurada el 12 de julio de 1993 por el Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de China. La oficina de representación de Rusia en Taiwán, Oficina de Representación en Taipéi para la Comisión de Coordinación Moscú-Taipéi sobre Cooperación Económica y Cultural, fue inaugurada el 15 de diciembre de 1996 por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia.[69]

En 2002, en el contexto de las reclamaciones de la República de China como la verdadera y única China histórica, el gobierno de Taipéi eliminó sus reclamaciones oficiales de la región de Mongolia Exterior, que incluía la totalidad del Estado de Mongolia y la República de Tuvá, una entidad administrativa de Rusia.

En 2005, el monto total del comercio entre los dos países (en dólares estadounidenses) fue de 2.188.944.473. Como puede verse en los datos, Rusia mantiene un balance positivo en sus relaciones comerciales con Taiwán gracias al petróleo crudo, hierro y acero fundido, metales no ferrosos, productos petroquímicos, ferroaleaciones, carbón coquizable, madera y fertilizantes químicos. Rusia importa principalmente productos electrónicos y partes electrónicas, computadoras y partes de computadoras, y electrodomésticos.

En los últimos años, Rusia ha recibido a más de 300 estudiantes taiwaneses para trabajar en el país, mientras que Taiwán ha permitido que 200 estudiantes rusos ingresen a su mercado laboral.[70]​ También se dice que alrededor de 1000 taiwaneses visitan Rusia cada año.[70]

En 2022, el gobierno de Rusia agregó a la República de China a una lista de estados y territorios extranjeros que cometen "acciones hostiles" contra el accionar ruso de la Invasión de Ucrania,[71]​ a pesar de que Rusia reconoce oficialmente a Taiwán como parte de la República Popular China.

Pandemia de COVID-19

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Los primeros casos de la pandemia de COVID-19 en Rusia iniciaron el 31 de enero de 2020 en las ciudades de Tiumén (Tiumén) y Chitá (Zabaikalie), que estaban contenidos. Las medidas de prevención temprana incluyeron restringir la frontera con China y pruebas exhaustivas. La infección se propagó desde Italia el 2 de marzo, lo que condujo a medidas adicionales como cancelar eventos, cerrar escuelas, teatros y museos, cerrar la frontera y declarar un período de inactividad que actualmente está vigente hasta al menos el 11 de mayo, después de haber sido extendido dos veces. A fines de marzo, se impusieron bloqueos en la gran mayoría de los sujetos federales, incluido Moscú. Para el 17 de abril, se confirmaron casos en todos los sujetos federales. El 27 de abril, el número de casos confirmados superó a los de China y el 30 de abril superó los 100.000.

Véase también

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Referencias

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