Diferencia entre revisiones de «Operación Barbarroja»

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[[Archivo:Молотов подписывает договор о дружбе и границе с СССР.jpg|thumb|right|Momento en que Molotov (con el cargo de Comisario del Pueblo para Asuntos Exteriores de la URSS) firma el tratado de amistad entre la URSS y el III Reich el 23 de agosto de 1939. Entre los presentes destacamos a Stalin, al fondo a la izquierda y de blanco]]
[[Archivo:Молотов подписывает договор о дружбе и границе с СССР.jpg|thumb|right|Momento en que Molotov (con el cargo de Comisario del Pueblo para Asuntos Exteriores de la URSS) firma el tratado de amistad entre la URSS y el III Reich el 23 de agosto de 1939. Entre los presentes destacamos a Stalin, al fondo a la izquierda y de blanco]]
[[Archivo:Bundesarchiv Bild 183-1991-0207-505, Berlin, Molotow im Auswärtigen Amt.jpg|thumb|right|Viacheslav Mólotov, al fondo a la izquierda, y Joachim von Ribbentrop al fondo a la derecha el 12 de noviembre de 1940. El Pacto de no agresión entre la URSS y el III Reich se mantuvo en vigor entre el 23 de agosto de 1939 y el 22 de junio de 1941. Entre esas fechas, las relaciones entre los dos países oscilaron entre la colaboración y la desconfianza mutua]]
[[Archivo:Bundesarchiv Bild 183-1991-0207-505, Berlin, Molotow im Auswärtigen Amt.jpg|thumb|right|Viacheslav Mólotov, al fondo a la izquierda, y Joachim von Ribbentrop al fondo a la derecha el 12 de noviembre de 1940. El Pacto de no agresión entre la URSS y el III Reich se mantuvo en vigor entre el 23 de agosto de 1939 y el 22 de junio de 1941. Entre esas fechas, las relaciones entre los dos países oscilaron entre la colaboración y la desconfianza mutua]]
En el ideario de [[Adolf Hitler|Hitler]] estaba la expansión hacia el este dentro de su política de «espacio vital» (''[[Lebensraum]]'' en alemán){{sfn|Lozano|2006|p=26}}, aunque esta ya era una aspiración alemana anterior a la [[Primera Guerra Mundial]]. En 1918, en la [[Paz de Brest-Litovsk]], el alto mando de los ejércitos imperiales alemanes del frente oriental había impuesto sus condiciones para el armisticio que los bolcheviques solicitaban. Por razones prácticas de supervivencia, los jefes comunistas habían desistido de extender su gobierno a las exregiones del [[Imperio ruso]] de [[Polonia]] y los [[países bálticos]], entregándolas al [[Imperio alemán|Reich]] del [[káiser]]. Como se puede leer en el libro de Hitler ''[[Mein Kampf]]'' (''Mi lucha''), la guerra contra los soviéticos es una «guerra cultural»{{sfn|Lozano|2006|p=26}} impregnada de antieslavismo{{sfn|Lozano|2006|p=58}}, y una cruzada de [[Europa]] contra [[Asia]]: se trata de enviar al continente asiático a los eslavos y crear así un «Nuevo Orden»<ref group="nota" name="Nuevo Orden">Término geopolítico creado por los propagandistas de la Alemania Nacionalsocialista durante la Segunda Guerra Mundial como base del proyecto de organización política, social y económica, que Alemania quería promover en Europa en la década de 1930 y 1940 </ref> haciendo un símil con los [[hunos]] de [[Atila]], que en su momento amenazaron a la Europa romana. Las ideas de Hitler sobre los eslavos eran de simpleza notable: los consideraba una sociedad primitiva cuyos individuos tenían impulsos más semejantes a los animales que a seres humanos civilizados{{sfn|Lozano|2006|p=59}}.
En el ideario de [[Adolf Hitler|Hitler]] estaba la expansión hacia el este dentro de su política de «espacio vital» (''[[Lebensraum]]'' en alemán){{sfn|Lozano|2006|p=26}}, aunque esta ya era una aspiración alemana anterior a la [[Primera Guerra Mundial]]. En 1918, en la [[Paz de Brest-Litovsk]], el alto mando de los ejércitos imperiales alemanes del frente oriental había impuesto sus condiciones para el armisticio que los bolcheviques solicitaban. Por razones prácticas de supervivencia, los jefes comunistas habían desistido de extender su gobierno a las exregiones del [[Imperio ruso]] de [[Polonia]] y los [[países bálticos]], entregándolas al [[Imperio alemán|Reich]] del [[káiser]]. Como se puede leer en el libro de Hitler ''[[Mein Kampf]]'' (''Mi lucha''), la guerra contra los soviéticos es una «guerra cultural»{{sfn|Lozano|2006|p=26}} impregnada de antieslavismo{{sfn|Lozano|2006|p=58}}, y una cruzada de [[Europa]] contra [[Asia]]: se trata de enviar al continente asiático a los eslavos y crear así un «Nuevo Orden»<ref group="nota" name="Nuevo Orden">Término geopolítico creado por los propagandistas de la Alemania Nacionalsocialista durante la Segunda Guerra Mundial como base del proyecto de organización política, social y económica, que Alemania quería promover en Europa en la década de 1930 y 1940 </ref> haciendo un símil con los [[hunos]] de [[Atila]], que en su momento amenazaron a la Europa romana. Las ideas de Hitler sobre los eslavos eran de una notable simpleza: los consideraba una sociedad primitiva cuyos individuos tenían impulsos más semejantes a los animales que a seres humanos civilizados{{sfn|Lozano|2006|p=59}}.


Declaraciones de Hitler sobre el pueblo ruso el 5 de julio de 1941:
Declaraciones de Hitler sobre el pueblo ruso el 5 de julio de 1941:

Revisión del 11:06 26 jul 2019

Operación Barbarroja
Parte de Frente Oriental de la Segunda Guerra Mundial

Instantáneas de la Operación Barbarroja.
Fecha 22 de junio de 1941 - 5 de diciembre de 1941 (5 meses y 13 días)
Lugar Europa Oriental y Rusia europea, (Unión Soviética)
Resultado
  • Victoria táctica del Eje
  • Victoria estratégica soviética
  • Ocupación alemana de Bielorrusia, Ucrania, los Países bálticos, Crimea y parte de Rusia
  • Caída de Kiev
  • Moscú y Leningrado siguen resistiendo
Cambios territoriales Ocupación alemana temporal de los Estados bálticos, Bielorrusia y Ucrania.
Beligerantes
Bandera de Alemania nazi Alemania nazi
Bandera de Rumania Reino de Rumanía
Bandera de Hungría Reino de Hungría
Bandera de Italia Reino de Italia
Bandera de Eslovaquia Estado Eslovaco
Estado de Croacia
Bandera de la Unión Soviética Unión Soviética

Bandera de Estados Unidos Estados Unidos (ley de préstamo y arriendo)
Comandantes
Bandera de Alemania nazi Adolf Hitler
Bandera de Alemania nazi W. von Brauchitsch
Bandera de Alemania nazi Franz Halder
Bandera de Alemania nazi W. Ritter von Leeb
Bandera de Alemania nazi Fedor von Bock
Bandera de Alemania nazi Gerd von Rundstedt
Bandera de Rumania Ion Antonescu
Bandera de Italia Benito Mussolini
Bandera de Italia Giovanni Messe
Bandera de Finlandia Gustaf Mannerheim
Bandera de Eslovaquia Jozef Tiso
Ante Pavelić
Bandera de la Unión Soviética Iósif Stalin
Bandera de la Unión Soviética Gueorgui Zhúkov
Bandera de la Unión Soviética Aleksandr Vasilevski
Bandera de la Unión Soviética Semión Budionni
Bandera de la Unión Soviética Kliment Voroshílov
Bandera de la Unión Soviética Semión Timoshenko
Bandera de la Unión Soviética Markián Popov
Bandera de la Unión Soviética Fiódor Kuznetsov
Bandera de la Unión Soviética Dmitri Pávlov  Ejecutado
Bandera de la Unión Soviética Mijaíl Kirponós  
Fuerzas en combate
Heer (Wehrmacht)
• 3 800 000 hombres[1][2]
• 3350 tanques[3][1]
• 7200 piezas de artillería[1]
Luftwaffe
• 2770 aviones[3]
Ejército Rojo
• 2 600 000 - 2 900 000 soldados[4][5][6]
• 11 000 tanques[7][8]
• 35 000 piezas de artillería[9]
Fuerza Aérea Soviética
• 7133 - 9100 aviones[10][11][12]
Bajas
182 608 muertos
35 439 desaparecidos
621 308 heridos
Total: 839 355
3 137 673 muertos
1 336 147 heridos
Total: 4 473 820

La Operación Barbarroja (en alemán: Unternehmen Barbarossa), emprendida el 22 de junio de 1941, fue el nombre en clave dado por Adolf Hitler al plan de invasión de la Unión Soviética por parte de las Fuerzas del Eje durante la Segunda Guerra Mundial. Esta operación abrió el Frente Oriental, que se convirtió en el teatro de una de las operaciones más grandes de la guerra, escenario de las batallas más grandes y brutales del conflicto en Europa. El nombre de la operación es un homenaje a Federico I Barbarroja cuyo nombre está unido al nacionalismo alemán del siglo XIX.

La Operación Barbarroja significó un duro golpe para las desprevenidas fuerzas soviéticas, que sufrieron fuertes bajas y perdieron grandes extensiones de territorio en poco tiempo. No obstante, la llegada del invierno ruso acabó con los planes alemanes de terminar la invasión en 1941. Durante el invierno, el Ejército Rojo[nota 1]​ contraatacó y anuló las esperanzas de Hitler de ganar la batalla de Moscú. La operación acabó el 5 de diciembre de 1941 con la retirada del ejército alemán.

Antecedentes

Motivaciones políticas y militares

Momento en que Molotov (con el cargo de Comisario del Pueblo para Asuntos Exteriores de la URSS) firma el tratado de amistad entre la URSS y el III Reich el 23 de agosto de 1939. Entre los presentes destacamos a Stalin, al fondo a la izquierda y de blanco
Viacheslav Mólotov, al fondo a la izquierda, y Joachim von Ribbentrop al fondo a la derecha el 12 de noviembre de 1940. El Pacto de no agresión entre la URSS y el III Reich se mantuvo en vigor entre el 23 de agosto de 1939 y el 22 de junio de 1941. Entre esas fechas, las relaciones entre los dos países oscilaron entre la colaboración y la desconfianza mutua

En el ideario de Hitler estaba la expansión hacia el este dentro de su política de «espacio vital» (Lebensraum en alemán)[13]​, aunque esta ya era una aspiración alemana anterior a la Primera Guerra Mundial. En 1918, en la Paz de Brest-Litovsk, el alto mando de los ejércitos imperiales alemanes del frente oriental había impuesto sus condiciones para el armisticio que los bolcheviques solicitaban. Por razones prácticas de supervivencia, los jefes comunistas habían desistido de extender su gobierno a las exregiones del Imperio ruso de Polonia y los países bálticos, entregándolas al Reich del káiser. Como se puede leer en el libro de Hitler Mein Kampf (Mi lucha), la guerra contra los soviéticos es una «guerra cultural»[13]​ impregnada de antieslavismo[14]​, y una cruzada de Europa contra Asia: se trata de enviar al continente asiático a los eslavos y crear así un «Nuevo Orden»[nota 2]​ haciendo un símil con los hunos de Atila, que en su momento amenazaron a la Europa romana. Las ideas de Hitler sobre los eslavos eran de una notable simpleza: los consideraba una sociedad primitiva cuyos individuos tenían impulsos más semejantes a los animales que a seres humanos civilizados[15]​.

Declaraciones de Hitler sobre el pueblo ruso el 5 de julio de 1941:

Por instinto, el ruso no va a una forma de sociedad superior. Ciertos pueblos pueden vivir de tal manera que entre ellos el conjunto de las unidades familiares no forme un Estado. Si Rusia adoptó a pesar de ello una forma comparable a lo que por tal cosa entendemos en Occidente, no quiere decir, en todo caso, que esto sea lo propio biológicamente en ella. [...] La energía es necesaria para dominar al ruso. La contrapartida es que cuanto más duro es un régimen, más convencido está de que en él se practican la equidad y la justicia. El caballo que no se siente constantemente sujeto olvida en un abrir y cerrar de ojos los elementos de doma que se le inculcaron. Lo mismo pasa con el ruso: hay en él una fuerza instintiva que le vuelve a llevar invariablemente a su estado natural. Se cita algunas veces el caso de esos caballos que, habiéndose escapado de un rancho en América, habían vuelto a formar, algunas decenas de años más tarde, inmensos rebaños de caballos salvajes. ¡Hace falta tan poco para que un animal vuelva otra vez a sus orígenes! Para el ruso, su retorno al estado natural consiste en formas de vida elemental. La familia existe, la mujer vela sobre sus hijos, como la hembra de la liebre, con todos los sentimientos de una madre. Pero el ruso no desea nada más.
H. Trevor-Roper, Las conversaciones privadas de Hitler (2004)[16]

Pese a la aparente distancia ideológica entre ambos países y las intenciones declaradas de Hitler de expansión hacia el este, en 1939 la URSS y Alemania firmaron el conocido como Pacto Ribbentrop-Mólotov[17]​. En dicho pacto, Alemania se aseguró la neutralidad de la URSS a cambio de ceder la mitad de Polonia, Besarabia, y los países bálticos. Además, la URSS reclamó el control del estrecho de los Dardanelos, Finlandia, y la posibilidad de abrir bases en Dinamarca[18]​. Este acuerdo entre la URSS y Alemania tuvo como precedentes el Tratado de Rapallo, en 1922 y el Tratado de Neutralidad de Berlín de 1926[19]​. Kissinger, en su libro Diplomacia (1996), afirma que el acuerdo entre ambas partes en 1939 se pareció más a un documento del siglo XVIII que a uno del XX y que ambos, Hitler y Stalin, trataron de alcanzar objetivos no convencionales, aplicar la ideología del Mein Kampf por un lado y la expansión global del comunismo por otro, mediante medios convencionales[19][nota 3]​.

El avance soviético en el Báltico provocó, no obstante, un desgaste en el acuerdo neutralidad, al hacer peligrar, bajo el punto de vista alemán, el suministro de hierro de Suecia y níquel de Finlandia[20]​. Ya a finales de mayo de 1940, Hitler comenzó a comentar a sus colaboradores la posibilidad de lanzar un ataque preventivo contra la URSS para julio de 1941[21]​. Sin embargo, el Führer trató de agotar la vía diplomática para atraer a la URSS a la órbita alemana. Para satisfacer el tradicional interés ruso por acceder a puertos libres de hielo, Hitler intentó disuadir a Stalin ofreciendo a la URSS un paso hacia el sur, a través de Afganistán e Irán, en dirección al Golfo Pérsico[22]​. Ribbentrop ofreció a Molotov esta salida:«[...] si, a largo plazo, Rusia no se volvería también hacia el sur, como salida natural al mar abierto que era tan importante para Rusia»[19]​. Hitler a su vez dijo a Molotov: «Tras la conquista de Inglaterra, el Imperio británico sería dividido como una gigantesca finca universal en bancarrota [...]. En esta finca en bancarrota, Rusia tendría acceso al océano libre de hielos, realmente abierto. Hasta entonces una minoría de 45 millones de ingleses había gobernado a 600 millones de habitantes del Imperio británico. Él estaba a punto de aplastar a dicha minoría [...]». Alemania no tuvo éxito con esta oferta, ya que Molotov mostró escaso interés debido a que Alemania no podía ofrecer lo que no tenía todavía[22][19]​. En un encuentro entre Hitler y Mussolini el 28 de octubre de 1940, el duce italiano llegó a afirmar que si conseguían unir a la URSS a las potencias del Eje, no tardaría en evolucionar hacia un «fascismo eslavo». Además del Báltico, Rumanía también fue otro punto de fricción entre los dos países al depender Alemania de sus refinerías de petróleo[23]​. Otro punto de roce entre la URSS y Alemania fue la Guerra de Invierno, entre 1939 y 1940, por los contactos de Finlandia con Alemania[24]​. Esta contienda provocó importantes pérdidas al Ejército Rojo y puso en evidencia las carencias que todavía tenían en su doctrina de guerra acorazada.[nota 4][25]​. El 13 de noviembre de 1940 regresó Molotov a Moscú con la propuesta de unir a la URSS al Eje. Sin embargo, entre noviembre de 1940 y marzo de 1941, en palabras de Paul Schmidt, se fue percibiendo en el ambiente la decisión de un ataque de Alemania a la URSS[26]​.

No existía unanimidad sobre la conveniencia de invadir la URSS. Erich Raeder, comandante en Jefe de la Kriegsmarine, insistía en la necesidad de acabar primero con Gran Bretaña, una opinión compartida por el Reichsmarschall de la Luftwaffe, Hermann Göring. Hitler impondría finalmente su decisión a los jefes del Estado Mayor del Alto Mando del Ejército (OKH)[27]​. El territorio conquistado se convertiría en el espacio vital que satisfaría las necesidades de tierra y materias primas para la población alemana durante siglos. Álvaro Lozano, historiador español, señala en su libro Operación Barbarroja (2006) que es probable que en el pensamiento de Hitler influyera la tesis de Mackinder sobre la Teoría del heartland[28]​. Lozano, citando a su vez a John Lukacs, apunta que entre otras causas que explicarían el ataque alemán estarían por un lado el miedo a que la URSS atacase tarde o temprano, y que Gran Bretaña tuviese puestas esperanzas en ese país[29]​.

En diciembre de 1940, el Führer firma la Directiva n.º 21, denominada «Operación Barbarroja», donde se declara la invasión relámpago de la Unión Soviética, que debía ser aniquilada, teóricamente, en una sola campaña de apenas un par de meses[14]​. El plan definitivo de Hitler era avanzar simultáneamente con tres Grupos de Ejércitos, que debían batirse continuadamente, para cercar a los ejércitos soviéticos en enormes maniobras de tenaza y embolsamientos, para posteriormente aniquilarlos. Hitler la nombró así en honor de Federico I, Friedrich I en alemán, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico durante el siglo XII, llamado Barbarroja por el color de su barba. Su reinado representó el apogeo del Sacro Imperio Romano Germánico, considerado el Primer Reich por los nacionalistas alemanes. La fama y el significado moderno de Federico I Barbarroja está unido al pangermanismo alemán del siglo XX. Barbarroja fue un referente para los nacionalistas alemanes que pretendían reunificar el país bajo un poder fuerte, como el del emperador. Como se ha mencionado, Adolf Hitler había decidido tomarse la guerra en el Frente del Este como una cruzada y así se lo advierte a sus generales, recordándoles que la Unión Soviética no ha firmado las convenciones de Ginebra y que no se trata de hacer alarde de espíritu caballeresco. El Führer piensa poner los territorios conquistados bajo una severa administración alemana, «desbolchevizar» el país y ver hundirse el régimen soviético cuando él esté en posesión de lo que él llama las «ciudadelas del bolchevismo»: Leningrado[nota 5]​ y Stalingrado.

En el momento del ataque seguía estando en vigor el ya citado Pacto Molotov-Ribbentrop de agosto de 1939, por el que ambas potencias definían sus esferas de influencia en Europa Oriental. El pacto quedó roto en el momento en que las tropas del III Reich atravesaron la frontera soviética.

Situación en junio de 1941

Situación geopolítica de Europa en 1941. En color gris, la Alemania nazi, sus aliados y países bajo su control.

Para entonces, el Tercer Reich controla militarmente Bélgica, Bohemia y Moravia, Dinamarca, Francia (salvo la parte gobernada por Vichy), Grecia, Países Bajos, Luxemburgo, Noruega, Polonia (salvo la parte invadida por los soviéticos) y Yugoslavia (salvo Bosnia, Croacia y Eslovenia que se le escinden), mientras que Bulgaria, Finlandia, Hungría, Italia, y Rumanía son aliados de Alemania. Además se espera contar con el apoyo logístico decidido de las poblaciones a liberar de Bielorrusia, Estonia, Letonia, Lituania y Ucrania, como también de los cosacos del Don y de los colonos alemanes residentes en la URSS. Así, la Wehrmacht presume de rápidas victorias en todo el extenso frente; sin embargo, ya se le plantean al vencedor provisional graves problemas:

  1. No se ha vencido militarmente al Imperio británico. La Operación León Marino, (Unternehmen Seelöwe en alemán) el plan para invadir Gran Bretaña, se ha pospuesto sine die, la campaña de bombardeos aéreos, la batalla de Inglaterra, se salda con un fracaso para la Luftwaffe y las operaciones de guerra submarina no han derrotado a los británicos.
  2. Estados Unidos ha abandonado su estado de neutralidad por uno de no beligerancia. Tras la caída de Francia, los EE. UU. iniciaron el primer reclutamiento realizado en tiempo de paz de su historia e incrementaron considerablemente su presupuesto militar. Era cuestión de tiempo que la batalla del Atlántico arrastrase a la guerra a los Estados Unidos y la ayuda militar estadounidense es una amenaza de la que Hitler es muy consciente.
  3. Pese a que con la Unión Soviética se mantiene aún vigente el pacto de no agresión, no es menos cierto que ya la Unión Soviética se ha anexionado la parte oriental de Polonia, Estonia, Lituania, Letonia, ha obtenido concesiones territoriales de Finlandia como consecuencia de la Guerra de Invierno ruso-finesa de 1939-1940 y mira hacia los Balcanes, por lo que un enfrentamiento entre ambas potencias es inevitable; sólo falta dilucidar quién dará el primer paso, y es precisamente Hitler quien lo hace.

El OKH (Alto Mando alemán) planificó la campaña relámpago bajo el concepto del Blitzkrieg para el verano de 1941, que concluyese con el derrumbe del Ejército Rojo en un par de meses, por lo que las Fuerzas Armadas alemanas no se equiparon para combatir en invierno ni estaban preparadas para una guerra de larga duración. Asimismo, la logística que se iba a poner en marcha para mantener el amplio frente de batalla no fue dimensionada bajo una holística real de la amplitud del espacio soviético, ni de las deficiencias en vías de comunicación.

El espionaje británico había alertado a la Unión Soviética de la inminente invasión, pero Stalin creyó que era un intento desesperado de Churchill para hacerle entrar en la guerra junto a los Aliados. A pesar de que el espía soviético Richard Sorge llegó a dar a Stalin la fecha exacta del ataque, el ataque tomó por sorpresa al Ejército soviético, puesto que la STAVKA (el Alto Mando del Ejército Rojo), bajo las órdenes de Stalin, no dictó ningún tipo de medida preventiva de guerra que pudiese ser interpretada como belicosa por su homólogo alemán.

Stalin, a pesar de que no albergaba dudas sobre que el conflicto germano-soviético sería inevitable, creía que Hitler no abriría un segundo frente antes de acabar la guerra con Gran Bretaña[30]​ y en todo caso los planes de defensa soviéticos estaban previstos para un enfrentamiento con Alemania como muy pronto en la primavera de 1942.

Hitler creía firmemente que el gobierno comunista se derrumbaría al primer golpe y lo llamaba desdeñosamente «el Gigante con los pies de barro»: el dictador austríaco suponía que la gran masa subyugada y desmoralizada se volvería contra su líder, Stalin, debido a las grandes hambrunas y matanzas realizadas bajo el Plan Cuatrienal y la Gran Purga. Hitler ignoraba o estaba muy mal informado de la verdadera envergadura del potencial bélico de los soviéticos, del número exacto de blindados y divisiones y de su extraordinaria capacidad homeostática de sobreponerse a los reveses militares.

Preparativos

Preparativos alemanes

Panzer IV, versión "D" en un ejercicio de entrenamiento (marzo de 1940). Al comienzo de la Operación Barbarroja, el Panzer IV ya estaba obsoleto frente al T-34 o el KV-1 soviéticos
Efectivos del 3.º Ejército Panzer alemán en el camino cerca de Pruzhany, Bielorrusia (junio de 1941)

La Operación fue diseñada en un principio en diciembre de 1940, tras el fracaso de la batalla de Inglaterra. Hitler deseaba dividir sus fuerzas y no repetir el error de Napoleón Bonaparte de invadir un país tan extenso mediante un solo bloque de tropas; asimismo se ejecutaron diversas misiones de reconocimiento aéreo a lo largo de la frontera germano-soviética. El plan Marck preveía la formación de dos grandes grupos de ejércitos que avanzarían desde Polonia en dirección a Moscú y Kiev. El plan de Lossebrg propuso la idea de tres grupos de ejército con Leningrado, Moscú y Kiev como objetivos. Entre el 3 y el 7 de diciembre se escenificó un juego de guerra, Kriegspiel, para determinar qué plan se llevaría a cabo. Se optó finalmente por el plan de los tres grupos de ejército[27]​.

Los tres grupos de ejército tendrían los siguientes objetivos al inicio de la invasión:

El mariscal del Alto Mando del Ejército Walther von Brauchitsch y Hitler estudiando mapas (31 de agosto)

Esta fue la propuesta presentada a Hitler el 17 de diciembre de 1940 que luego determinaría la Directiva Operacional nº 21, que a su vez perfiló la Operación Barbarroja[32]​. Es importante señalar que aunque se trataba de un objetivo importante, Moscú nunca fue prioritario en los planes de Hitler; sin embargo sí lo fue la destrucción del Ejército Rojo. Tenía como precedente que durante las invasiones de Polonia y Francia, ambos países se rindieron antes de la caída de Varsovia y París. Algunos generales como Franz Halder, no obstante, pensaban diferente al igual que una gran parte de la oficialidad que deseaba objetivos claros hacia los que marchar[33]​. Pauld Adair, en su libro La gran derrota de Hitler (1994) señala: «El Ejército empezó a planificar la campaña del este, y el OKW no se implicó hasta que el Ejército presentó su estrategia a Hitler, el 5 de diciembre; pero entonces surgió una disparidad de opiniones entre Hitler y los responsables de la planificación del OKW: aunque ambos estaban de acuerdo en la necesidad de aplastar la resistencia soviética en la frontera, el Estado Mayor creía que el principal objetivo debía ser Moscú»[34]​.

Al final de los preparativos, la Wehrmacht había movilizado cerca de 3,2 millones de soldados hacia la frontera soviética, junto con un millón de soldados de países aliados y satélites, preparados todos para iniciar una ofensiva general desde el mar Báltico hasta los Cárpatos, contando para ello con la entrada de Rumania y Eslovaquia en la guerra. Existía, sin embargo, una discrepancia en los objetivos: mientras Hitler daba prioridad a la política y a la economía, deseando unirse cuanto antes a las tropas finlandesas en el norte y ocupar la riqueza agrícola de Ucrania en el sur, el Alto Mando deseaba destruir el centro de poderío militar soviético en Moscú, principal centro de comunicaciones del país.[31]​ Hitler no contó con el apoyo japonés para la campaña; tras el inicio de la invasión se realizaron consultas con el gobierno nipón, que sin embargo manifestó su neutralidad[35]​.

La movilización de ciudadanos para la Wehrmacht fue tan masiva que provocó escasez de mano de obra en Alemania. Esta movilización aumentó el número de efectivos, pero empeoró en conjunto la calidad del ejército. Cada nuevo reclutamiento agregaba tropas de peor calidad, ya que no había suficientes oficiales y suboficiales profesionales y la edad media de los soldados aumentaba. Parte del armamento y equipo proporcionado a la Wehrmacht provenía de botines de campañas anteriores. En resumen, las fuerzas de infantería que iniciaron el ataque a la URSS no eran mejores que las empleadas en campañas anteriores contra el oeste[32]​.

El ejército se dividía en dos grupos: el Ersatzheer o Ejército de Reserva y el Feldheer o Ejército de Campaña. Antes del comienzo de la invasión, el Ersatzheer transfirió al Feldheer 90.000 hombres. En Alemania se quedarían unos 475.000 hombres para el Ersatzheer, de los cuales 90.000 pertenecían a la Luftwaffe. Las bajas previstas eran de 275.000 hombres para la zona fronteriza (julio y agosto), y 200.000 en septiembre. Se decidió que la quinta de 1922 no sería movilizada hasta noviembre para no dañar la capacidad productiva de Alemania y poder despachar tropas al frente con un entrenamiento mínimo[36]​.

Con respecto a las unidades acorazadas, en la campaña intervinieron todo tipo de vehículos. Estaban por un lado los ya obsoletos Panzer I[nota 6]​y Panzer II. También participaron los Panzer III, Panzer IV y los cañones de asalto Sturmgeschütz III . Asimismo se emplearon carros checos como el Panzer 35 (t), y el Panzer 38[nota 7]​. La industria militar alemana tenía dificultades para abastecer con buen ritmo a las Panzertruppen para una empresa de este tamaño: en 1940 la producción de blindados fue de 2.589, y en 1941 de 5.890[36]​. Las unidades acorazadas serían apoyadas con divisiones motorizadas que podrían seguir un ritmo superior que la infantería que marchaba a pie. Una fracción importante del material rodante era botín de guerra, lo que permitió a Alemania equipar a parte de sus unidades pero a costa de sufrir un posterior caos logístico[37]​. Para valorar la capacidad de combate (Kampfwert), el Ejército alemán tenía una escala del uno al cinco. El 20 de junio de 1941, el 100 % de las unidades acorazadas y motorizadas recibieron la máxima puntuación. El 60 % del resto de las divisiones también lo obtuvo[38]​. El Estado Mayor General alemán no disponía de buena información sobre la capacidad militar e industrial de la URSS. Esta carencia estaba provocada por un lado por el secretismo propio de la URSS, y por los numerosos prejuicios que había en Alemania hacia los eslavos[39]​.

La Luftwaffe había sufrido cuantiosas pérdidas en la Batalla de Inglaterra, y además tenía muchas unidades comprometidas en Occidente y el Mediterráneo. En junio de 1941, solo el 68 % de sus unidades estaban destinadas al frente del Este[39]​. La Kriegsmarine, a su vez, recibió el encargo del dominio absoluto del Báltico e impedir que la flota soviética pudiese salir del golfo de Finlandia. La preparación logística fue insuficiente para las necesidades de la operación. Cuando comenzó la campaña, el Ejército alemán solo disponía de tres regimientos de transporte de larga distancia[40]​. El Departamento de Economía del Oberkommando der Wehrmacht (en español "Alto Mando de la Wehrmacht", OKW) solicitó al Oberkommando des Heeres (en español "Alto Mando del Ejército", OKH) 360.000 hombres, 10.000 camiones y 4.000 coches, pero fue denegada. Para perseguir la actividad partisana en la retaguardia se asignaron nueve Divisiones de Seguridad que resultaron ser insuficientes para todo el territorio a cubrir[41]​.

Experiencia de Albert Speer, arquitecto alemán y ministro de Armamento y Guerra del Tercer Reich, sobre los meses previos a la invasión[42]​:

Molótov se presentó en Berlín a mediados de noviembre de 1940. Hitler se divirtió con sus comensales a costa del despectivo informe de su médico, el doctor Karl Brandt, según el cual el séquito del primer ministro y ministro de Asuntos Exteriores soviético, por miedo a las bacterias, había hecho hervir todos los platos y cubiertos antes de utilizarlos. En la sala de estar del Berghof había un gran globo terráqueo en el que, unos meses después, vi reflejadas las consecuencias del fracaso de estas conversaciones. Con gesto significativo, uno de los asistentes de la Wehrmacht indicó un sencillo trazo a lápiz: una linea que corría de norte a sur a lo largo de los Urales. Hitler la había dibujado como futura frontera entre el territorio que le interesaba y la zona de influencia japonesa. El 21 de junio de 1941, la víspera del ataque a la Unión Soviética, Hitler me llamó a su sala de estar de la residencia berlinesa después de la comida y me hizo escuchar unos cuantos compases de Los preludios de Liszt. Luego me dijo: —En los próximos meses oirá esto con frecuencia, pues va a ser nuestra marcha triunfal para la campaña de Rusia. La ha escogido Funk. ¿Qué le parece? Traeremos de allí todo el granito y el mármol que queramos. Ahora Hitler mostraba abiertamente su megalomanía: lo que ya se había insinuado años atrás en sus obras, ahora tenía que verse sellado por una nueva guerra o, como él decía, con «sangre».
Albert Speer, Memorias (2001) pp. 334-35

Otto Skorzeny, ingeniero y futuro coronel de las Waffen-SS, escribió años después de la guerra sobre su experiencia durante el despliegue en la frontera con la URSS los días previos al inicio de la operación Barbarroja[43]​:

Emplazamos nuestras baterías cerca del Bug, procurando camuflarnos al amparo de los matorrales del campo. Aproveché los momentos de descanso para pasear por los márgenes del río en compañía de algunos camaradas. Vimos los puestos avanzados rusos en la otra orilla del río y nos parecieron similares a los nuestros. Fue la primera vez que vimos, alineadas a todo lo largo de la frontera rusa, las altas torres de guardia que nos llamaron la atención. Nuestros centinelas se ocultaban entre los ramajes de los altos árboles; pasé muchas horas con ellos compartiendo sus inquietudes y desvelos. Pudimos comprobar que los rusos, al igual que nosotros, habían concentrado gran número de tropas en la frontera polaca; sus posiciones, medio enmascaradas aprovechando las ondulaciones del terreno, se nos ofrecían perfectamente visibles.
Otto Skorzeny, Vive peligrosamente

Experiencia de Curzio Malaparte, periodista italiano, sobre el aspecto de la orilla soviética frente a la localidad rumana de Galați, el 18 de junio de 1941[44]​:

Entre la Rusia soviética y mi cuarto del hotel, no media más que la corriente del Prut: un lento y amarillento río, que aquí, ya en la desembocadura, se alarga hasta formar casi un lago, un inmenso estanque tórbido, el Bratese, roto aquí y allá por los verdes copetes de cañas y juncos que surgen entre los bancos de lodo. El Prut parece extrañamente desierto en estos días: ningún remolcador, ninguna lancha, ni siquiera una barquilla, surcan la corriente. Sólo algún bote de pescadores, pegado a la ribera rumana, se mece sobre los fangosos arroyos. Pero ay de aquella que se aleje de la orilla, ay de aquella que se meta en medio del río: los rusos disparan inmediatamente. Los centinelas soviéticos nocturnos, hacen fuego al primer ruido, al menor rumor; basta para meterlos en alarma, el leve ruido que hacen las aguas del Prut al chocar contra la ribera. A ojo desnudo, desde la ventana de mi cuarto, se ven las casas de la ribera rusa, los almacenes de madera, el humo de algún remolcador atracado en el puerto fluvial. Por la calle que costea el río, se puede distinguir, con unos gemelos, grupos de gentes, seguramente soldados; columnas de automóviles, patrullas de caballería. Durante la noche, la orilla soviética aparece negra y ciega. Parece que la noche comienza allá abajo, en la otra ribera, que se levanta abajo dura y lisa como un muro negro, de frente a la orilla rumana centelleante de luces. Al alba, la ribera soviética parece un párpado abierto que se abre poco a poco, dejando correr sobre el río una pálida mirada, descolorida y extraordinariamente triste e inquietante.
Curzio Malaparte, el Volga nace en Europa (2015) pp. 16-17

Preparativos soviéticos

Prototipo del carro KV-2 en 1940

Diez años antes de la Operación Barbarroja, las teorías de la guerra motorizada ya habían captado la atención de los altos mandos soviéticos. Mijaíl Tujachevski[nota 8]​ advirtió entonces que un carro de combate rápido permitiría una ofensiva ininterrumpida. En 1935 la URSS poseía 7.000 carros de combate, 100.000 camiones militares y 150.000 vehículos oruga[45]​. Al igual que en otros ejércitos del momento, los partidarios de la guerra motorizada se encontraron con la resistencia de los militares procedentes de la caballería como Zhúkov quien, sin embargo, llegó a demostrar que era muy competente en el movimiento de grandes unidades acorazadas en el campo de batalla. En 1941 contaban con unos 24.000 carros de combate aunque la mayoría estaban ya anticuados[46]​. La producción de armamento fue aumentada en los años previos dentro del clima general europeo de rearme. En el año de la invasión, el Ejército soviético sobrepasaba al alemán por un gran margen en cantidades de soldados y material, siendo los modelos de tanques, el T-34, el KV-1[nota 9][47][48]​, en muchas ocasiones mejores técnicamente que sus pares alemanes. Hasta el 22 de junio de 1941, se habían construido 1.225 T-34[49]​. La mayor parte de ellos estaban desplegados en el distrito de Kiev[50]​. Asimismo la cantidad de tanques (siete veces más numerosos que sus oponentes alemanes),[51]​ cañones de largo alcance y aviones de combate disponibles en la Unión Soviética, resultaba ser mayor a la que Alemania y todos sus aliados pudiesen movilizar respecto de esas mismas armas. Sólo faltaba modernizarse en táctica militar y mejorar el mantenimiento y dirección del equipo[52]​. A pesar de disponer en algunas ocasiones de mejor material, una logística deficiente y mal estado de los equipos provocaron que en algunos casos los carros apenas tuviesen el 15 % de la munición necesaria una vez iniciada la invasión[49]​.

Las Fuerzas Aéreas del Ejército Rojo de los campesinos y los trabajadores (VVS-RKKA) estaban en pleno proceso de modernización cuando comenzó la Operación Barbarroja. En 1941, la mayor parte de las unidades de caza estaban equipadas con cazas Polikarpov. Estos aparatos fueron buenos modelos en su momento, pero ya estaban desfasados en 1941. Los distritos centrales estaban equipados con aparatos más modernos, pero adolecían de oficiales entrenados con estos nuevos modelos. La aviación de bombarderos tenían un problema semejante, estando equipada en su mayor parte con Túpolev SB y todavía con pocas unidades más modernas como el Petliakov Pe-2[53]​. El objetivo para finales de 1941 era el de disponer de 106 regimientos de caza, de los cuales al menos 22 deberían haber estado compuestos por aparatos de última generación[53]​. En 1939-1940, los ingenieros soviéticos producían ya excelentes modelos de caza como el Yak, el Mig, el Sturmovik o el LAG 3[48]​. Otro problema para la fuerza aérea soviética fue la falta de bases en general y cerca del frente en particular por lo que muchas estaban congestionadas el día del ataque alemán facilitando su destrucción en tierra[54]​.

La infantería soviética (denominada fusileros), suponían el 75 % del grueso del Ejército Rojo. Existían 303 divisiones cuando comenzó la invasión, de las cuales 178 era infantería estándar, 18 de montaña, 31 fusileros motorizados CEMZ, y 2 fusileros motorizados independientes. La división de fusileros soviética estaba compuesta en julio de 1941 por 10.859 hombres, con unos 2.500 caballos, y 200 camiones. Contaba con diversas armas de apoyo: 18 cañones C/C de 45 mm, 10 cañones A/A de 37 mm, 28 cañones de 76 mm y ocho obuses de 122 mm, además de 80 morteros[50]​. El soldado soviético destacaba por su capacidad de resistencia y determinación, algo reconocido incluso por los propios alemanes. Durante los primeros tres meses de ofensiva alemana, la URSS perdió más de 100 divisiones de fusileros. Gran parte de estos soldados provenían de la última leva de la primavera y tenían poca preparación. El arma básica del fusilero era el fusil de cerrojo Mosin-Nagant 1890/1930, de 7,62 mm. Se trataba de un fusil robusto y preciso, aunque ya estaba anticuado. La ametralladora ligera más extendida era la Degtiariov, de 7,62 mm, y las ametralladoras pesadas, la DS-39 y la Maxim, ambas de 7,62 mm. Había una grave carencia de armas anticarro durante los primeros meses de guerra. Este problema comenzó a solucionarse con la producción del modelo Simonov PTRS, de 14,5 mm, de 1941[55]​.

La artillería tenía en el Ejército Rojo un papel de gran importancia gracias al gran número de piezas. Sin embargo, a causa de su dispersión por las unidades de infantería, sufrieron grandes pérdidas durante la Operación Barbarroja. También estaban en pleno proceso de modernización y estandarización cuando comenzó la invasión[55]​. Todavía estaba en servicio material anticuado de la época de los zares: modelos como el 00/02 de 76,2 mm, o el de 1910, de 107 mm. Había material más moderno, como el 1902/30 y L30-L/40, de 76,2 mm. Entre las piezas más ligeras, la más moderna era la Pushka obr. 1936. En la artillería pesada destacaba el cañón de campaña modelo 1920/1930 de 152 mm y el modelo más nuevo de 1937. Había también artillería de 203 mm. Había pocas unidades operativas de lanzacohetes en junio de 1941[53]​.

Como ya se ha señalado, el número real de carros de combate, aviones de guerra y divisiones del Ejército Rojo era desconocido por el OKW alemán y de este modo por Hitler, quien consideraba inferior y desmoralizado al Ejército Rojo. Por otra parte los análisis de los generales germanos y del propio Hitler se sustentaban en el pésimo desempeño de las tropas soviéticas durante la Guerra de Invierno de 1939 contra Finlandia, en la que el Ejército Rojo sufrió cuantiosas pérdidas en hombres y material frente al ejército finlandés, mucho más pequeño y peor equipado, al cual combatían. Sin embargo, no todo fueron malas noticias. En el Lejano Oriente, en Jaljin Gol, en el verano de 1939, Zhukov cosechó una importante victoria contra las tropas japonesas[56]​.

El Mariscal soviético Gueorgui Zhúkov hablando en Moscú (septiembre de 1941)

En el momento de la invasión, la flota soviética contaba con tres viejos acorazados, cinco cruceros pesados, cuatro ligeros, 42 destructores modernos, 17 destructores anticuados y 18 torpederos. Durante la invasión alemana se enfrentarán a la Kriegsmarine tanto en el mar del Norte como en el Báltico. En el mar Negro se enfrentaron principalmente a la flota rumana contra los que contaron cierta ventaja[57]​.

Se había pensado que el Ejército Rojo estaba en desventaja numérica respecto a la Wehrmacht precisamente en las guarniciones de regiones occidentales de la Unión Soviética,[cita requerida] aunque sumando la totalidad de soldados soviéticos disponibles resultaba una cifra superior a la movilizada por Alemania y sus aliados. El Ejército Rojo podría movilizar casi cinco millones de soldados preparados ya en junio de 1941, pero para que tal diferencia fuese visible en combate era necesario primero movilizar grandes cantidades de tropas soviéticas desde Carelia, Siberia, Asia Central y de la región del Extremo Oriente ruso, principalmente a las tropas que resguardaban los avances japoneses en Vladivostok.

La única gran desventaja soviética parecía ser la falta de preparación táctica de sus mandos para una invasión alemana, la escasez de oficiales y la rigidez del mando. Tras la Gran Purga de 1938 Stalin había reforzado su poder dentro de la Unión Soviética pero para ello había ordenado encarcelar o fusilar a varios miles de oficiales muy competentes del Ejército Rojo tales como el general Mijaíl Tujachevsky, (cuyas ideas habían influido en Heinz Guderian), al punto que de 90 generales de Ejército, solo 6 sobrevivieron la purga, y de 180 jefes de distrito militar solamente 57 vivían tras la purga, casi dos tercios de los comandantes de divisiones y de cuerpos de ejército habían sido arrestados o ejecutados. Entre los oficiales menores el efecto fue menor (menos del 0,5% de los oficiales del Ejército Rojo fueron acusados durante el proceso), no obstante, tuvieron que hacer frente al hecho de que entre 1936 y 1940 se llevaran a cabo políticas de rearme que duplicaron el número de unidades sin aumentar el número de oficiales a la misma velocidad, por lo que había carencia de oficiales. La oficialidad quedó marcada para el futuro, creando un ambiente de desconfianza, apatía y falta de liderazgo, que tendría consecuencias durante la invasión alemana[56]​. Desde el punto de vista del gobierno de la URSS, las purgas fueron justificadas por el convencimiento de que había un complot en marcha contra Stalin en el alto mando del Ejército Rojo. Ludo Martens, historiador belga, señala en su libro Otra mirada sobre Stalin (1996): «En el curso de los años 1935-36, Bujarin, el jefe de fila de los revisionistas en el Partido, se había acercado a los grupos de conspiración militar que complotaban el aniquilamiento de la dirección del Partido. El 28 de julio de 1936 tuvo lugar una Conferencia clandestina de la organización anticomunista a la cual pertenecía el coronel Tokaïev. En el orden del día, entre otras cosas, hubo un debate sobre todos los anteproyectos de la nueva Constitución soviética [...] Bujarin veía en ella varios partidos e incluso partidos nacionalistas, y era partidario de una máxima descentralización. Quería que ciertos poderes fueran transferidos hacia las Repúblicas constituyentes, las más importantes tendían hasta el control de sus propios Negocios Extranjeros. Hacia 1936, Bujarin se aproximaba al punto de vista socialdemócrata del ala izquierda de los socialistas occidentales. [...] En 1939, Tokaïev y 5 de sus compañeros todos ellos oficiales superiores [...] Discutieron un plan para derrocar a Stalin en caso de guerra»[58]​.

Kliment Voroshílov fue retirado del mando en el Estado Mayor en mayo de 1940, siendo sustituido como Comisario de Defensa por Semión Timoshenko, quien llegaría a ser Mariscal de la URSS junto con Shaposhnnikov y Kulik. En junio de 1940 se promovieron 1.000 nuevos altos mando entre los que destacaron Zhukov, Meretskov,Tyulenez, Apanasenko o Gorodovikov. Estos nuevos altos oficiales emprendieron diversos programas para modernizar las fuerzas soviéticas. Estaban todavía en esa tarea cuando se desató la Operación Barbarroja[56]​. Tanto Timoshenko, como Zhukov, habían propuesto a Stalin un plan de ataque preventivo contra Alemania, que sin embargo, rechazó por no creer que la URSS estaba todavía preparada[59]​.

El despliegue soviético antes de la invasión alemana era el siguiente[60]​:

  • Distrito Militar de Leningrado: Teniente General M. M. Popov. Disponía de tres ejércitos (7º, 14º y 23º), además de fuerza y defensa aérea.Tenía un CE mecanizado, dos divisiones y una brigada de fusileros independientes. También disponía de divisiones de fortificaciones, tres regimientos de la NKVD, dos regimientos de obuses y tres de ingenieros.
  • Distrito Militar del Báltico: Teniente General F. I. Kuznetsov, con cuartel general en Riga. Disponía de tres ejércitos (8º, 11º y 27º), además de fuerza y defensa aérea. Disponía de un cuerpo de ejército (CE), el 67º, sin tropas asignadas y un CE de asalto aéreo (Mayor General I. S. Bezugliy). También disponía de otras unidades de la NKVD (guardias fronterizos). En total estaban desplegadas 26 divisiones, de las cuales seis eran acorazadas.
  • Distrito Militar Especial Occidental: General D. G. Pavlov[nota 10]​, con cuartel general en Minsk. Disponía de cuatro ejércitos (3º, 4º, 10º y 13º), además de fuerza y defensa aérea. Disponía de un CE de infantería, otro de asalto aéreo y dos CE motorizados. También disponía de unidades de artillería e infantería para la defensa de las fortificaciones. En total estaban desplegadas 36 divisiones, de las cuales diez eran acorazadas.
  • Distrito Militar de Kiev: Teniente General M. P. Kiponos, con cuartel general en Kiev. Disponía de cuatro ejércitos (5º, 6º, 12º y 26º), además de fuerza y defensa aérea. Disponía de cuatro CE de infantería (7º y 9º), uno de asalto aéreo (3) y varios regimientos de artillería. En total estaban desplegadas 14 divisiones, de las cuales dos eran acorazadas.
  • Distrito Militar de Odessa: Teniente General Y. T. Cherevichenko, con cuartel general en Odessa. Contaba con el 9º ejército además de fuerza y defensa aérea. Disponía también de dos CE de infantería (7º y 9º), uno de asalto aéreo (3º) y varios regimientos de artillería. En total estaban desplegadas 14 divisiones, de las cuales dos eran acorazadas.

La frontera, sin apenas obstáculos naturales, no disponía todavía de una adecuada fortificación. En un esfuerzo por evitar toda provocación contra Alemania, Stalin había ordenado que gran parte de las unidades estuviesen alejadas de la primera línea[61]​.

La invasión

Demoras alemanas

Mapa de los avances alemanes (junio de 1941)
Dos soldados de infantería alemana (21 de junio); El soldado de la izquierda sostiene un mauser Kar 98k con la bayoneta montada

La invasión estaba inicialmente prevista para el 15 de mayo, pero la intervención de Mussolini en África Oriental contra la Somalia Británica y, sobre todo, su frustrada invasión de Grecia durante el invierno de 1940 hizo aplazar la operación, al verse Hitler obligado a socorrer a su aliado decretando la invasión de Grecia (Operación Marita)[62]​.

Por otra parte, como respuesta al golpe de estado en Yugoslavia que sustituyó al gobierno proalemán que había firmado el Pacto Tripartito, Hitler ordenó la invasión de Yugoslavia (Operación 25). En conjunto, la intervención del Tercer Reich en Grecia y los Balcanes retrasó la Operación Barbarroja cuatro semanas que fueron vitales. Las fuertes lluvias de mayo retrasaron los preparativos otros diez días.[31]​ Tras esta breve campaña en los Balcanes, los vehículos necesitaron reparaciones, los hombres, descanso, y además fue necesario tiempo para volver a trasladarlos a la frontera del este[62]​. Muchos autores sostienen que esta demora resultó fatal a la larga para el avance alemán, como ya había advertido en su día el Alto Mando.[31]

El 6 de junio Hitler ordenó a todos los generales y mariscales fusilar sin juicio a todos los comisarios políticos aunque durante la campaña no todos obedecerán esta orden. Por ejemplo, Guderian fue uno de ellos. El 12 de junio, Ion Antonescu, Primer ministro de Rumanía (1940-44), acudió a Berlín para recibir instrucciones. El 17 de junio, ante los crecientes rumores de concentración de tropas en la frontera soviética, Hitler fija la invasión para el 22 a las 04:00 de la mañana con el nombre en clave «Operación Barbarroja». El sábado 21, a las 16:45, los soviéticos captan un radiograma dirigido al I Ejército acorazado de von Kleist: «Narraciones sobre los héroes de Wotan. No tocar 15». Sin embargo, no logran descifrarlo[62]​.

Actividad diplomática

Joseph Goebbels, ministro de Propaganda del III Reich, se reunió con Hitler durante la tarde del 21 de junio para ultimar detalles. Se emitiría un mensaje de radio a las 5:30 horas[63]​. Esa misma noche, la embajada alemana en Moscú recibió noticias sobre la llegada de un importante mensaje enviado por el Ministerio de Relaciones Exteriores del Reich. Ese día se hallaban en la sede diplomática solamente el embajador Friedrich-Werner Graf von der Schulenburg y su adjunto Gustav Hilger, pues el gobierno nazi había ordenado días antes que salieran de territorio soviético todos los ciudadanos alemanes y sus familias[64]​. Es posible que el embajador Schulenburg ya tuviera indicios de que se preparaba una masiva invasión alemana contra la URSS desde hacía varias semanas, por lo cual pudo no sorprenderse del contenido del mensaje que llegaría desde Berlín esa noche[64]​. Ese mismo día por la tarde, Hitler envió una carta a Mussolini informándole de la decisión de invadir la URSS[65]​. A las 03:00 de la mañana, el embajador alemán en Italia, von Bismarck, contactó con Ciano, ministro de Asuntos Exteriores de Italia, para hacerle entrega de la carta de Hitler donde detallaba los motivos que justificaban la agresión a la URSS. El ministro telefoneó de madrugada a Mussolini quien se mostró enojado porque le despertasen en mitad de la noche[66]​. La carta decía: «suceda lo que suceda ahora, Duce, nuestra situación no puede empeorar como consecuencia de este paso; solo puede mejorar». Mussolini dio órdenes inmediatas de que se declarase la guerra a la URSS[67]​.

Mientras tanto en Berlín el embajador soviético Vladímir Dekanózov, quien se había quejado de manera insistente a lo largo de la tarde por las constantes violaciones del espacio aéreo soviético por parte de aviones alemanes[68]​, recibía una llamada telefónica a su residencia en la madrugada del domingo 22 de junio de 1941 para ser convocado al despacho del ministro nazi Joachim Ribbentrop. Momentos antes del encuentro, P. Schmidt recuerda: «Jamás había visto a Ribbentrop tan excitado como durante los cinco minutos que precedieron a la llegada de Dekanosov. A grandes pasos como un animal enjaulado, medía de un lado a otro su despacho. "El Führer tiene toda la razón al atacar ahora a Rusia", se decía más bien a sí mismo que a mí, como si con tales palabras quisiera tranquilizarse de algún modo»[69]​. Cuando llegó Dekanózov, en una ceremonia oficial rodeado de otros diplomáticos y funcionarios alemanes le hacía entrega de una declaración de guerra formal en la cual el Tercer Reich alegaba una «traición soviética» que obligaba al régimen hitleriano a «tomar medidas militares para su defensa». El embajador soviético contestó: «¡Ustedes lamentarán este ataque insultante, provocador y absolutamente rapaz contra la Unión Soviética. Lo pagarán muy caro!»[70]​ Mientras Dekanózov abandonaba el despacho sin estrechar la mano de Ribbentrop, este le abordó una última vez y le dijo: «Digan en Moscú que yo estaba en contra del ataque»[71]​. Tras la reunión, Dekanózov fue internado junto con el resto del personal diplomático y luego enviado a la URSS.

En Alemania, en esos momentos, Goebbels miró su reloj a las 3:30 horas y afirmó: «nuestros cañones estarán tronando. Que Dios bendiga a nuestro ejército»[72]​.

Cuando en Moscú el embajador Schulenburg recibió el mensaje enviado por sus superiores desde Berlín, destruyó los libros de claves y documentos secretos [62]​ y se dirigió apresuradamente hacia la sede de la Comisaría del Pueblo de Asuntos Exteriores, donde poco antes del amanecer, pudo entrevistarse con el ministro soviético Viacheslav Mólotov, entregándole una declaración de guerra en similares términos a la entregada a Dekanózov en Berlín. Mólotov recibió la declaración y acusó de «mala fe e ingratitud» al gobierno nacionalsocialista, alegando que tenía noticias que desde antes de la llegada del diplomático alemán la Luftwaffe había empezado a atacar aldeas soviéticas situadas en la frontera.

Así, el domingo 22 de junio de 1941, a las 3:15 de la madrugada en un gigantesco frente de 1 600 km entre el mar Báltico y el mar Negro, los alemanes pusieron en marcha a más de 4 millones de hombres: 3,5 millones de alemanes y 1 millón de aliados aglutinados en 225 divisiones, junto a 4 400 tanques y 4 000 aviones,[cita requerida] convirtiéndola en la operación terrestre más grande de la historia. Inicialmente los puestos de vigilancia soviéticos tardaron en reaccionar al enorme movimiento, pareciendo increíble que, pese a las declaraciones de la propaganda oficial stalinista, Alemania estuviera atacando realmente a la URSS.

Experiencia de Otto Carius, comandante de carros de combate alemanes, el día 21 de junio de 1941[73]​:

Cuando en junio de 1941 nos repartieron nuestras raciones básicas de emergencia supimos que algo estaba a punto de ocurrir [...] Nos desplazamos a la frontera el 21 de junio. Tras recibir un informe de situación, finalmente nos enteramos de nuestro próximo papel en los acontecimientos que estaban a punto de producirse. Una gélida calma se instaló entre los miembros de la división a pesar de que, en el fondo, todos estábamos muy excitados. La tensión se volvió casi insoportable durante la noche. Prácticamente se nos salió el corazón del pecho cuando escuchamos los escuadrones de bombarderos y Stukas bramar sobre la división en dirección al este. Nuestro comandante había instalado una radio civil en su carro, que proclamó el inicio de la Campaña de Rusia cinco minutos antes de la Hora X.
Otto Carius, Tigres en el barro (2012) p. 22

Pocas horas después de que comenzase la invasión, Hitler partió en su tren particular blindado Amerika en dirección a la Prusia Oriental, donde se localizaba el cuartel conocido como Guarida del lobo para dirigir las operaciones[74]​.

Avances alemanes (junio-noviembre de 1941)

Tropas alemanas cruzando la frontera con la Unión Soviética (22 de junio)
Soldados alemanes con dos prisioneros en una aldea de Ucrania (junio)
Soldados soviéticos rindiéndose a los alemanes (junio)
Alemanes avanzando montados en un Sturmgeschütz III (junio)

Gueorgui Zhúkov, mariscal de la Unión Soviética, sobre el día que se inició la Operación Barbarroja[75]​:

La madrugada del 22 de junio, Timoshenko, Vatutin y yo nos encontrábamos en el despacho del comisario de defensa. A las 3.17 horas me telefonea el jefe de la Flota del mar Negro, almirante F. S. Oktiabrski: «El sistema de observación y vigilancia antiaéreas de la flota comunica la aproximación por el mar de gran número de aviones desconocidos; [...] A las 3.40 horas telefoneó el jefe de la circunscripción del Báltico, general F. I. Kuznetsov, notificando vuelos de la aviación enemiga sobre Kaunas y otras ciudades. El comisario me ordenó telefonear a I. V. Stalin. Lo hice. [...] Unos tres minutos después, Stalin tomó el auricular. Le informé de la situación y le pedí autorización para emprender operaciones de contraataque. Stalin callaba. Sólo oía su respiración. ¿Me ha comprendido usted? Siguió el silencio. Al fin, respondió: ¿Dónde está el comisario de defensa? [...] —Venga al Kremlin con Timoshenko. Y diga a Poskrebiyshev que avise a todos los miembros del Buró Político. [...] A las 4.30 de la mañana estaban presentes todos los miembros del Buró Político avisados. Al comisario de defensa y a mí se nos invitó a entrar en el despacho. Stalin estaba pálido, sentado detrás de la mesa, con la pipa llena de tabaco en la mano. Dijo: —Hay que telefonear en seguida a la embajada alemana. De la embajada contestaron que el embajador, conde Von Schulenburg, pedía ser recibido para hacer una comunicación urgente. Se encargó a V.M. Molotov de recibir al embajador. Mientras tanto, el primer subjefe del Estado Mayor General, Vatutin, anunció que las tropas terrestres alemanas, tras una fuerte preparación artillera, habían pasado a la ofensiva en varios sectores de las direcciones noroccidental y occidental. Poco después, en el despacho entró apresuradamente Molotov: —El Gobierno alemán nos ha declarado la guerra.
Gueorgui Zhúkov, Memorias y reflexiones (1990)

Experiencia de Mikhail Neishtadt, operador de señales en el cuartel general del distrito militar de Leningrado, tras recibir a las 04:00 de la mañana una comunicación urgente del cuartel general del Ejército Rojo donde decía: «Tropas alemanas han cruzado la frontera de la Unión Soviética»[76]​:

Aún bajo los efectos del shock, habían decidido que nuestro ejército —que estaba sufriendo un ataque demoledor— no tenía que responder. Vista en perspectiva, esta reacción fue claramente una estupidez, pero creíamos que de alguna forma aquello quedaría en nada. Mi turno tenía que terminar a las ocho de la mañana, pero las autoridades municipales nos tuvieron encerrados en el edificio hasta mediodía. En aquellas primeras horas horribles, no querían que nadie se enterase de la invasión alemana; se asieron a la vana esperanza de que fuera algún tipo de malentendido que aún tuviera solución.
Michael Jones, El sitio de Leningrado: 1941-1944 (2016)

Las defensas militares soviéticas se derrumban como estaba previsto. La Luftwaffe consigue abatir o destruir antes de las 12 del mismo día 1.200 aparatos, de los cuales 800 ni siquiera llegan a despegar[48]​. Centenares de Heinkel He 111, Dornier Do 17, y Junkers Ju 88 descargan sus bombas sobre aviones, pistas e instalaciones. A su vez, bombarderos en picado Ju-87 realizan ataques de precisión a baja altura contra objetivos determinados. Todos estaban protegidos por escuadrillas de Me-109[77]​. En la creencia de que no había ataque alemán que temer[nota 11]​, el Estado Mayor de la Fuerza Aérea Soviética había saturado sus bases occidentales con una elevada cantidad de aviones, sin darles además la suficiente protección antiaérea, y sin establecer sistemas de comunicación que permitieran alertar rápidamente de un ataque. A causa de todos estos errores, la aviación soviética es presa fácil de los bombarderos y cazas enemigos. Los pilotos alemanes disponen de buena información previa sobre los aeródromos soviéticos, lo que les permite alcanzar los objetivos previstos con gran eficacia[78]​. Algunos pilotos soviéticos tratan de hacer frente a los aviones alemanes, pero la mayoría son abatidos con rapidez por los pilotos de la Luftwaffe[79]​.

Experiencia de Hans-Ulrich Rudel, piloto de stukas[80]​:

Fieles a nuestra misión táctica, nosotros nos batíamos continuamente a la vanguardia de nuestras primeras puntas de la ofensiva. [...] Nuestros objetivos no variaban: blindados, vehículos, puentes, posiciones fortificadas y baterías de la DCA. De cuando en cuando se nos pide el corte de una vía férrea o volver a machacar uno de los trenes blindados que los soviets tanto gustan de utilizar como apoyo de artillería. En una palabra, se trata de aniquilar toda resistencia que se oponga al avance de nuestras cuñas ofensivas. Los rusos se defienden como pueden. Su antiaérea, pesada o ligera es casi siempre temible. Por el contrario, su aviación no es en nada peligrosa. En lo que a su caza concierne por el momento no disponen más que de aviones anticuados: los Rata J-15, que están muy lejos de valer lo que nuestros Messerschmidt 109. Todas las veces que estos desgraciados Ratas tropiezan con nuestra caza, caen el uno tras el otro. [...] Con frecuencia los aviadores soviéticos efectúan incursiones nocturnas sobre nuestras posiciones, con el fin de dificultar la llegada de refuerzos y aprovisionamientos y también por impedirnos dormir. Aunque sólo obtienen resultados pequeños, no se desaniman.
Hans-Ulrich Rudel, Piloto De Stukas (2009)

La coordinación entre las armas terrestres y aéreas de la Wehrmacht permite a los alemanes derrotar rápidamente a las sorprendidas guarniciones soviéticas. En menos de 24 horas, los alemanes consiguen avanzar entre 10 y 60 kilómetros según los lugares[48]​. Por el contrario, las unidades soviéticas sufren descoordinación debido principalmente al sobredimensionamiento del tamaño del Ejército Rojo, la falta de oficiales competentes, así como la subordinación de las órdenes tácticas al interés político. Además, por un fallo del entonces comandante del frente occidental, el general Pávlov, se dejó a los ejércitos del frente en unas posiciones que favorecían su embolsamiento a través de tres salientes. Bombarderos y artillería descargaban sus bombas sobre un sector en concreto del frente abriendo una brecha en las líneas enemigas que permitía la penetración de los panzer y la infantería móvil. Acto seguido, rodeaban a las unidades soviéticas por la retaguardia sembrando el caos. Los granaderos alemanes apoyados por carros, armas contracarro y artillería rodeaban las aldeas que tenían a su alcance. En los primeros días de la invasión, los soviéticos fueron incapaces de hacer fretnte a estos ataques, coordinados con oleadas de bombarderos en picado Stuka. «Los rusos huyen en todas partes, y nosotros les seguimos», afirmó Fuchs. «Todos nosotros tenemos fe en una pronta victoria». A veces irrumpían con tanta rapidez en las ciudades que los tranvías todavía estaban en funcionamiento[81]​.

Durante las primeras horas, Stalin y sus generales pensaron que Hitler estaba chantajeando a la URSS y que en pocos días presentaría una serie de reivindicaciones que quizás podrían dar pie a un nuevo tratado de Brest Litovsk. Su primera reacción fue la de ordenar no pasar a la ofensiva y no intentar atravesar el Bug[82]​. El historiador británico Antony Beevor, en su libro Stalingrado (2004) señala: «El líder más afamado por su despiadada astucia había caído en una trampa que en buena parte era producto de sus propias acciones»[83]​. Eric Hobsbawm, historiador de origen británico, afirma en su libro Historia del siglo XX (1999): «Era una operación tan disparatada —ya que forzaba a Alemania a luchar en dos frentes— que Stalin no imaginaba que Hitler pudiera intentarla. Pero en la lógica de Hitler, el próximo paso era conquistar un vasto imperio terrestre en el Este, rico en recursos y en mano de obra servil, y como todos los expertos militares, excepto los japoneses, subestimó la capacidad soviética de resistencia».[84]​. El historiador británico Robert Service, a su vez, apunta en su obra Stalin (2006), que Stalin llegó a creer en un primer momento que la orden de invasión no pudo provenir del propio Hitler, sino de una conspiración dentro de la Wehrmacht. Cuando Timoshenko expresó sus dudas al respecto, Stalin dijo: «si fuera necesario organizar una provocación, los generales alemanes serían capaces de bombardear sus propias ciudades»[85]​. Service señala a su vez que aunque es cierto que hubo muchos informes que indicaban a Moscú las intenciones alemanas, también había indicios para creer que los alemanes no atacarían tan pronto: «Aunque había humillado a Francia, Hitler no había conseguido golpear mortalmente a Inglaterra. Sus fuerzas armadas también se habían visto en dificultades en los Balcanes durante la primavera, cuando la resistencia de Yugoslavia a la ocupación alemana mantuvo ocupadas a las tropas que se necesitaban para la Operación Barbarroja». Había también algunos informes de agentes soviéticos que negaban que el ataque alemán fuera inminente[86]​. Pese a quedar trastornado por la noticia del inicio de la invasión, al día siguiente mantuvo una agenda apretada de reuniones con los miembros del Mando Supremo o Stavka. El 23 de junio esta quedó configurada de la siguiente manera: Timoshenko se hizo cargo de la presidencia. Dicho órgano incluía además a Stalin, Mólotov, Voroshílov, Budionny, Zhúkov y Kuznetsov[87]​. Sobrepasado mentalmente por la situación, Stalin se retiró el 29 de junio a su dacha en Blízhniaia[88]​. Tras permanecer desaparecido durante más de 24 horas, un grupo de personalidades liderado por Molotov decidió ir a buscarle para convencerlo de que regresase. Cuando Stalin recibió a la comitiva, en un primer momento pensó que vendrían a arrestarlo. Sin embargo, Molotov le planteó de inmediato la necesidad de crear un Comité Estatal de Defensa, y le propuso a Stalin presidirlo. Beria sugirió añadir al comité a sí mismo y a Molotov, Voroshílov y a Malenkov. El 1 de julio la noticia fue comunicada a la prensa, y Stalin volvía a estar al frente del país[89]​.

En cinco semanas, el ejército soviético pierde aproximadamente un millón de soldados entre el Bug y Smolensk. Muchas de las unidades quedan atrapadas y cercadas entre las columnas alemanas, y al poco tiempo, sin provisiones ni comunicación, terminan por rendirse. La rápida derrota de las fuerzas soviéticas provoca el pánico entre la población civil. El Politburó, conmocionado por los acontecimientos, mantuvo abierta la comunicación por radio con el Ministerio de Asuntos Exteriores alemán, y trató en vano la mediación de Japón[90]​. Cientos de miles de personas escapan al este como pueden, en trenes o a pie. Sin embargo, en las regiones no rusas, el rápido avance alemán despierta entre la población un sentimiento anticomunista[91]​. Muchos soviéticos, que no sabían demasiado sobre los nazis, reciben a las tropas alemanas como «libertadores». Para Jean Meyer, historiador francomexicano, lo que salvó finalmente a la URSS de la invasión total fue su tamaño y su población, dos elementos que no tenían ni Polonia ni Francia[92]​.

Churchill recibe la noticia el mismo 22 de junio, a las ocho de la mañana. Pide inmediatamente que informen a la BBC de que se dirigirá al pueblo británico a las nueve de la tarde[93]​. Estuvo todo el día preparando el discurso. Finalmente declaró: «He sido a lo largo de esos veinticinco años el enemigo más determinado del comunismo, pero se trata de destruir a Hitler y el régimen nazi. El ataque contra Rusia es el preludio del ataque contra las islas británicas... El combate de cada ruso que defiende el suelo de su patria es el combate de todos los hombres libres». Ofreció pronto ayuda a la URSS. El 12 de julio fue firmado el primer acuerdo tripartito para la entrega a gran escala de armas, material y materias primas, tanto de Gran Bretaña como de los EEUU. Los estadounidenses, a su vez, ofrecen un préstamo de mil millones de dólares sin intereses[94]​.

En Alemania, la noticia del inicio de la invasión a la URSS es recibida por el pueblo con resignación esperando que fuese la última gran ofensiva de la guerra. A las 07:00, Gobbels lee un mensaje de Hitler: «Condenado a meses de silencio, Pueblo alemán, ahora puedo por fin hablar libremente. En estos momentos una marcha está teniendo lugar, que por su extensión, se compara con la más grande que el mundo haya visto. He decidido de nuevo poner el destino y el futuro del Reich y de nuestro pueblo en manos de nuestros soldados. Que Dios nos ayude, especialmente en esta lucha»[95]​. A pesar de los avances iniciales, la declaración de Stalin de «Guerra Patriótica» provoca preocupación entre algunos oficiales alemanes[96]​. El jefe del Estado Mayor del Ejército alemán señala: «Por todas partes, los rusos pelean hasta el último hombre. Solo capitulan ocasionalmente»[97]​.

En toda Europa acuden a las oficinas de reclutamiento cientos de voluntarios anticomunistas que desean participar en la invasión a la URSS: franceses, daneses, belgas, noruegos, holandeses, suecos, suizos... En España la noticia de invasión provoca los días 23 y 24 de junio dos Consejos de Ministros en el Pardo donde se analiza la situación internacional para determinar qué rol adoptará el gobierno de Franco en los días siguientes[98]​. Una manifestación frente a la Secretaría General de la Falange[nota 12]​ es aprovechada por el ministro de Exteriores, Serrano Súñer, para asomarse al balcón y lanzar la frase: «¡Rusia es culpable de la Guerra Civil española!»[99][nota 13]​. El régimen franquista decide mandar a una división de voluntarios al Frente Ruso, que terminaría siendo mixta entre militares profesionales y falangistas[100]​. La división sufrirá entre 1941 y 1943 4.000 muertes, y unos 8.500 heridos. Por otra parte, el gobierno español firma un acuerdo con el Deutsche Arbeitsfront para el envío de 100.000 trabajadores a Alemania. Entre 15.000 y 20.000 españoles acudirán a la oferta. Pese a los deseos alemanes de unir a España a las potencias del Eje, el envío de esta división no será el preludio de declaración de guerra formal del gobierno de Franco contra la URSS. Ribbentrop invita a Franco a que su compromiso fuera más formal, sin embargo este alega que no puede porque España no podría soportar un bloqueo naval aliado. Cuando Samuel Hoare, embajador británico en España entre 1940 y 1944, reprocha a Franco el envío de la división de voluntarios, este le replica que hay dos guerras en marcha: por un lado contra los aliados, y por otro contra Rusia. España tomaba partido en la segunda sin declarar la guerra a los aliados occidentales[101]​.

En el inicio de la invasión se respetó el plan preparado por Von Lossberg un año antes. En el primer asalto, Alemania empleó el 50% de las fuerzas que disponía para la campaña[102]​:

  • Grupo de Ejércitos Norte: Mariscal Wilhelm von Leeb, con punto de salida en la Prusia Oriental. Tenía la misión de tomar Leningrado a través de la costa báltica. Leeb disponía de 7 divisiones de infantería, 3 divisiones acorazadas, además de otras unidades complementarias. Sumaban un total de 130.000 hombres. Los blindados estaban a cargo del coronel Erich Hoepner[nota 14]​ (IV Grupo Panzer). Ernst Busch estaba a cargo de la infantería (16º Ejército).
  • Grupo de Ejércitos Centro: Mariscal Fedor von Bock. Tenía como misión tomar Moscú pasando por Minsk y Smolensko. Disponía de 42 divisiones de infantería y 9 divisiones acorazadas. Sumaban un total de 700.000 hombres. Las fuerzas blindadas estaban a cargo de Heinz Guderian[nota 15]​ (II Grupo Panzer) y Hermann Hoth (III Grupo Panzer). Günther von Kluge y Adolf Strauss estaban al cargo del 4º y 9º Ejércitos respectivamente.

El 2 de junio Mussolini comunica cuál va a ser la aportación italiana a la campaña: tres divisiones llamadas Torino, Célere y Pasubio, con un total de 50.000 hombres. El jefe al mando era Giovanni Messe[nota 17]​. La diplomacia alemana intenta sin éxito convencer al gobierno japonés para que se uniese a la invasión de la URSS. Japón no estaba interesado en el norte de Asia puesto que su mirada estaba hacia China y el sudeste asiático. Cuando Stalin comprendió esto, pudo trasladar tropas de Oriente a Europa justo a tiempo para la defensa de Moscú[103]​.

El 3 de julio, Stalin se dirige por primera vez al pueblo soviético para advertir que no se trataba de una guerra convencional, sino que estaba en juego la propia supervivencia de la propia URSS[nota 18][104]​. No apela a la revolución o al régimen comunista, sino que sale en defensa de la «Madre Patria» a la vez que invoca a los héroes nacionales. Ese mismo día, el general Pavlov y su Estado Mayor son juzgados en consejo de guerra por incompetencia y fusilados[103]​.

Junio-julio

Anuncio del comienzo de la Gran Guerra Patriótica en Bakú (22 de junio)
Niños soviéticos asustados durante un bombardeo alemán cerca de Minsk, Bielorrusia (24 de junio)

Fragmento del Pravda donde se informa sobre la creación del Constitución del Comité Estatal de Defensa el 1 de julio de 1941[105]​:

Constitución del Comité Estatal de Defensa de la URSS: El Presidium del Soviet Supremo de la URSS, el Comité Central del PC y el Consejo de Comisarios del Pueblo de la URSS, en vista de la situación extraordinaria y con el fin de una rápida movilización de todas las fuerzas de los pueblos de la URSS para hacer resistencia al enemigo que ha agredido a nuestra Patria, han reconocido como necesaria la constitución del Comité Estatal de Defensa bajo la presidencia del camarada J. Stalin. En manos del Comité Estatal de Defensa se concentra toda la plenitud de poderes en el Estado. Todos los ciudadanos y todos los órganos del Partido, del Estado, del Komsomol y militares están obligados a cumplir absolutamente todas las resoluciones y disposiciones del Comité Estatal de Defensa.
(Pravda, 1 de julio de 1941)

Experiencia de Vasili Grossman, escritor y periodista soviético[106]​:

Las hordas alemanas avanzaban desde occidente. Sus tanques exhibían como emblema calaveras con tibias cruzadas, dragones verdes y rojos, bocas de lobo, colas de zorro y cabezas de ciervo. Cada soldado alemán llevaba en sus bolsillos fotografías del París vencido, de la Varsovia destruida, del Verdún deshonrado, del Belgrado reducido a cenizas, de Bruselas y Amsterdam, de Oslo y Narvik, de Atenas y Gdynia invadidos. [...] Y decenas de millones de hombres se alzaban para hacerles frente, hombres venidos del límpido Oká y del ancho Volga, del sombrío y amarillento Kama, del espumoso Irtysh; de las estepas de Kazajstán y de la cuenca del Donetsk; de las ciudades de Kerch, Astrakán y Vorónezh. El pueblo organizaba su defensa: decenas de millones de brazos fieles cavaban zanjas antitanque, trincheras, refugios y pozos; [...] las alambradas envolvían los territorios de las fábricas y empresas; las barras de hierro se transformaban en erizos antitanque, cerrando las plazas y calles de nuestras pequeñas y queridas ciudades, llenas de verdor.
Vasili Grossman, Años de Guerra (2009)

Fragmento de una entrevista realizada a un veterana soviética por la periodista bielorrusa Svetlana Aleksiévich:

«Año 1941… Nos rodearon. Con nosotros estaba Lunin, el instructor político… Leyó ante todos nosotros el decreto que decía que los soldados soviéticos no se entregaban al enemigo. El camarada Stalin había dicho que entre nosotros no existían los prisioneros, solo los traidores. Los muchachos sacaron las pistolas… Entonces el instructor político dijo: “No lo hagáis. Vivid, chicos, sois jóvenes”. Y se pegó un tiro…».
Fragmento del libro La guerra no tiene rostro de mujer, (2015) escrito por la periodista Svetlana Aleksiévich
Órdenes nazis contra los judíos en Liepāja, Letonia (5 de julio)
Vanguardia de una patrulla de jinetes llega a una aldea en llamas a causa de la artillería alemana (17 de julio)

El Grupo de Ejércitos Norte del Mariscal von Leeb no encuentra gran resistencia y avanza entre 30 y 40 kilómetros diarios a través de Lituania. El 23 de junio toman Kaunas y el 24 Vilna. El jueves 26 capturan Daugavpils y el 27 Liepāja, ciudad situada al oeste de Letonia, en el mar Báltico[77]​. El 1 de julio las fuerzas de Leeb se hacen con Riga, capital de Letonia, para, a continuación, avanzar en dirección a Pskov, que cae el 3 de ese mismo mes. Los soviéticos contraatacan sin éxito el 6 de julio con el objetivo de frenar el avance alemán hacia Pskov, perdiendo 140 carros en la acción. El 14 de julio cae Luga, lo que permite a las fuerzas alemanas estar a solo 200 kilómetros de Leningrado. Los soviéticos movilizan a todos los soldados y habitantes de la ciudad para levantar las defensas a toda velocidad: fosos antitanques, blocaos, barricadas, trincheras... El 18 de julio se establece el racionamiento de alimentos a la población. El 20 de julio los soviéticos contraatacan durante 48 horas en la zona de Novgorod, aunque los alemanes resisten en sus posiciones. El 30 de julio, la Wehrmacht llega a las orillas del lago Ilmen. Leningrado está a solo 120 kilómetros. El 31 de julio toman Tallin, la capital de Estonia. La base naval soviética de la ciudad había sido evacuada previamente por el almirante Vladímir Tríbuts[107]​.

El 22 de junio, en el frente noruego, la 2ª División de Montaña alemana da comienzo la Operación Renntier llegando a Liinakhamari, en territorio Soviético. El 25 de junio el gobierno sueco consiente que la 163 División de Infantería alemana atraviese su territorio desde Oslo hasta Filandia. El mayor general alemán, Eduard Dietl, con el objetivo de avanzar hacia Múrmansk, a 100 kilómetros, captura Titovka, pero dos contraataques soviéticos le impiden seguir avanzando[108]​. A petición soviética, los británicos mandan el 23 de julio al mar Blanco dos portaaviones, dos cruceros y seis destructores. El 30 de julio, aparatos británicos bombardean Kirkenes, Pechenga y Liinakhamari pero poco después, tras sufrir graves pérdidas, regresan a Scapa Flow[109]​.

En el mar Báltico, la armada Roja forma un grupo de destructores y patrulleras a las órdenes del contralmirante W.P. Drozd para atacar los convoyes alemanes en el golfo de Riga. El 12 y 13 de julio atacan a las gabarras que transportan material sin conseguir acabar con ellas. Los soviéticos disparan a mucha distancia por miedo a los torpederos alemanes[110]​.

Pese a que las divisiones del Grupo de Ejércitos Centro no tienen dificultades en el asalto a las posiciones tras los ríos Niemen y Bug, se encuentran con una resistencia importante en la fortaleza de Brest-Litovsk. Una fuerza estimada en unos 4.000 combatientes contiene durante semanas el asalto de la 45ª división de Infantería alemana. La fortaleza disponía de muralla, torreones y foso, los cuales inesperadamente sirven como protección frente a los asaltos y fuego de artillería. Incluso tras abrir diversas brechas, la infantería alemana sufre importantes bajas al abrirse camino por las calles estrechas bajo el fuego de francotiradores y ametralladoras. Para el historiador español Álvaro Lozano, el asalto a Brest-Litovsk se podría considerar un anticipo a lo que se encontrarían los alemanes en Stalingrado en 1942[111]​. Sin contar con el retraso del cerco a Brest-Litovsk, el avance alemán es notable aunque no como estaba planificado ya que las unidades soviéticas no se rendían automáticamente: rodean 12 divisiones soviéticas en Biaystok y Volkovysk. El domingo 29 rodean otras 16 divisiones al oeste de Minsk, que aguantan hasta el 9 de julio[77]​. Muchos soldados y oficiales se internan en los pantanos de Pripet, iniciando una guerra de guerrillas contras las fuerzas de ocupación enemigas[103]​. La caída de Minsk supone para el Ejército Rojo un revés importante. Los alemanes capturan 287.000 prisioneros. A su vez capturan o destruyen 2.500 carros y 1.500 piezas de artillería.

El 8 de julio, carros integrantes de la 17ª División Panzer bordean cultivos de patatas y maíz en torno a Syanno, Bielorrusia, a orillas del Dniéper. Los Panzer III llevan dieciséis días de lucha ininterrumpida y sus cansadas dotaciones reciben órdenes de economizar ante la escasez de municiones. Durante una parada de descanso, surge en el campo de maíz la silueta de un carro desconocido para los alemanes. Varios Panzer III salen a su encuentro y descubren que sus disparos rebotan contra su torreta. El carro soviético continúa su avance arrollando a un cañón contracarro alemán de 37 mm, y dejando un Panzer III en llamas. Se mueve con libertad durante 14 minutos por la retaguardia alemana hasta que un cañón de 100 mm consigue destruirlo por detrás. Este es el primer contacto entre la 17ª División Pánzer y un T-34 soviético[112]​. Estos encuentros se repiten a lo largo de todo el frente y minan la confianza de los alemanes sobre las capacidades de sus propios carros[113]​.

Los carros de Guderian siguen hacia Smolensko donde llegan el día 10. Sin embargo, debe esperar a la llegada de la infantería para poder asaltar la ciudad. Una vez reagrupadas las fuerzas, von Bock ordena el asalto, capitulando la ciudad el día 16. Entre los prisioneros estaba Yákov Dzhugashvili[nota 19]​, hijo mayor de Stalin[103]​. Tras la captura de Smolensko, los alemanes se ven obligados a detener el avance a causa de una fuerza de 700.000 soviéticos al este de la ciudad, aislados pero bien pertrechados, ya que podían cortar la ruta de suministros alemán. Dicha fuerza no es derrotada hasta finales de agosto, desbaratando el calendario alemán en su avance hacia Moscú[114]​. El historiador Robert J. Kershaw afirma en su libro Tank Men: «Hacia el 17 de julio las pinzas de vanguardia se cerraron de nuevo sobre Smolensk, esta vez atrapando en una bolsa a tres ejércitos soviéticos. [...] Fue en este momento cuando la Blitzkrieg se quedó sin resuello. No había más unidades móviles alemanas, de tamaño apreciable, disponibles con las que continuar el avance hacia el este mientras las divisiones de infantería siguieran tan rezagadas. Pese a las brutales pérdidas soviéticas, el ímpetu de la Blitzkrieg había muerto justo más allá del «puente de tierra» de Smolensk, el histórico punto de partida en dirección a Moscú de anteriores invasiones»[81]​.

El Grupo de Ejércitos Sur del Mariscal von Rundstedt tiene como objetivo la industria de Kiev. El 25 de junio toman Dubno para avanzar inmediatamente hacia Rivne[103]​. El 2 de julio, alemanes y rumanos avanzan desde Besarabia (actual Moldavia) hacia Odessa, mientras que las unidades blindadas de Kleist se aproximan a Zhytómyr y a Berdýchiv. El 10 de julio, las fuerzas de von Rundstedt están a solo 15 kilómetros de Kiev. Los soviéticos contraatacaron desde Kórosten, siendo rechazados. En Uman, a 50 kilómetros al sur de Kiev, alemanes y húngaros cercan al 6º y 12º Ejércitos soviéticos, quienes resisten hasta el 8 de agosto[107]​. A finales de julio, los húngaros consiguen tomar Chisináu, en Besarabia[115]​.

El 19 de julio, Hitler toma una decisión de gran importancia en todo el planteamiento de la operación: ante el problema de tener comprometidas numerosas tropas en la bolsa de Smolensk y no poder avanzar hacia Moscú, ordena que unidades blindadas del Grupo de Ejércitos Centro se desplacen hacia el sur para apoyar a las fuerzas de von Rundstedt en su avance hacia Kiev.

El 21 de julio la Luftwaffe lanza el primer bombardeo sobre Moscú. La fuerza se compone de 195 bombarderos y su escolta. Sin embargo, ante la gran concentración de fuego antiaéreo, no consiguen sobrevolar el centro de la ciudad[115]​.

En el mar Negro los soviéticos pierden un buque durante el bombardeo de Constanza el 26 de junio. Los destructores Kharkov y Moskva, de la clase Leningrad, protegidos por el crucero Voroshilov y los destructores Smyshlnnyi y Soobrazitelnyi realizan 350 disparos a 19 y 20 kilómetros de distancia contra los depósitos de combustible del puerto sin llegar a causar daños en su objetivo principal[57]​. Los destructores rumanos Marasti y Regina Maria contraatacan con doce andanadas a 10 kilómetros de distancia. Cuentan con la ventaja de distinguir con claridad a los barcos soviéticos gracias a las luces del alba. Son alcanzados tanto el Moskva como el Kharkov, los cuales inician la retirada perseguidos por lanchas torpederas rumanas, la Viforul y la Vijelia. Al las 04:24 de la mañana, el Moskva se adentra en un campo de minas defensivo rumano colisionando contra una de ellas. Tras la explosión, se parte por la mitad y se hunde con 268 de sus tripulantes[110]​.

Algunos pueblos como los ucranianos o los lituanos reciben a los alemanes como fuerzas de liberación. Pero Hitler, basado en su doctrina racista de la supremacía aria desprecia el apoyo de los pueblos eslavos por considerarlo innecesario. En cuanto a los rusos o ucranianos, la ideología nazi los consideraba Untermenschen o «subhumanos», destinados a la explotación y al lento exterminio por hambre, ordenando el Führer que la población eslava recibiera un tratamiento especialmente cruel y brutal, al extremo de disponer mediante órdenes escritas que no habría castigo para los soldados de la Wehrmacht que cometieran crímenes contra civiles, por salvajes o atroces que éstos fueran[cita requerida]. Esta opresión violenta, basada en el puro racismo nazi, causó que la actitud de la población civil se tornara muy pronto en contra de los invasores, eliminando toda opción de que el Tercer Reich ganase algún grado de sincera colaboración. Además, en cuanto empezó el ataque alemán actuaron las unidades especiales de las SS de Himmler, dedicadas a la persecución y asesinato de judíos en el territorio soviético ocupado.

Stalin, en contraste, abandona la imagen intimidatoria que se había forjado durante la Gran Purga y apela directamente a los ciudadanos soviéticos llamándolos «hermanos y hermanas» en sus discursos radiados, para lograr mediante la propaganda una adhesión firme de las masas al régimen. Los pueblos conquistados, asqueados por la brutalidad alemana, fueron inspirados por la propaganda soviética que invocaba al nacionalismo panruso en oposición a la amenaza germana (dejando de lado adhesión ideológica al régimen). Tanto alemanes como rusos tratan con brutalidad a sus prisioneros, dejándolos morir de hambre —registrándose incluso casos de canibalismo— o directamente fusilándolos. La luego denominada por los soviéticos Gran Guerra Patria empezó a mostrar ribetes dantescos nunca antes vistos de ferocidad, impiedad e inmisericordia para con el enemigo, justificados propagandísticamente sobre la base de que los propios soldados soviéticos habían podido ver el tipo de brutalidades que cometieron los soldados nazis con los civiles soviéticos (incluyendo a sus familias).

Avances alemanes antes del inicio de la Operación Tifón —Batalla de Moscú— (septiembre de 1941)

Experiencia de Kurt Meyer, de las Waffen-SS, sobre la primera vez que ven soldados alemanes ejecutados en el frente oriental[116]​:

Yo marchaba detrás de la sección de vanguardia y escrutaba el terreno con mis binoculares. Creí distinguir un cañón abandonado en la ladera. Por primera vez habíamos encontrado un arma alemana abandonada en el campo de batalla. [...] No se divisaban soldados, ni vivos ni muertos. Subimos lentamente la pendiente. [...] podíamos distinguir claramente una mancha grande y otra pequeña. Dejé caer mis binoculares, me froté los ojos y los cogí de nuevo. [...] ¿Podía ser cierto lo que acababa de ver? Recorrimos rápidamente los últimos doscientos metros. [...] Los cuerpos desnudos de una compañía de soldados alemanes brutalmente masacrados yacían ante nosotros. Sus manos estaban atadas con alambre. Sus ojos muy abiertos nos miraban fijamente. Los oficiales de esta compañía habían tenido quizás un final más cruel. [...] Encontramos sus cuerpos hollados y hechos pedazos.
Kurt Meyer, Granaderos (2016) pp. 103-104

Experiencia del teniente de la Wehrmacht, Heinz R. en su paso por Ucrania con el 93.º Regimiento de Infantería el 26 de junio de 1941[117]​:

Volvimos a ponernos en marcha con las primeras luces del alba. Los caminos eran pésimos, pero, como había llovido, había menos polvo. En no pocas ocasiones fuimos a campo través, porque las carreteras se encontraban en un estado lamentable. Las casas eran primitivas, pero no estaban especialmente sucias. [...] Las carreteras tenían cada vez más barro [...]. A menudo estaban invadidas de maleza, pero, aun así, conseguimos avanzar. [...] Cuando cayó la noche, llegamos a la pequeña ciudad de L. En la periferia, ardían ruinas de casas. Los habitantes no habían huido. En una plazoleta había muchos soldados interrogando con insistencia a un judío que, aterrorizado, era incapaz de defenderse. Él estaba tumbado en el suelo, suplicando. Decían que había sido cómplice en la mutilación de dos aviadores alemanes que habían tenido que hacer un aterrizaje de emergencia. Poco después oí varios disparos. La noche siguiente dormí muy bien en el camión. Por la mañana, encontré combustible y pudimos continuar el viaje con Berndt. A mediodía, vimos a soldados de infantería peinando los campos de cereales y las granjas, en busca de los soldados que habían huido. De repente, se oyeron fuertes detonaciones. Los francotiradores no se dejaban coger. Al final, se prendió fuego a las granjas en las que se escondían. A continuación, continué mi camino en moto. En un momento dado, vi a muchos rusos muertos. Pero aparte de eso no encontré más que polvo y sol.
Heinz R., Cartas de la Wehrmacht: La segunda guerra mundial contada por los soldados (2015)

Planes de Hitler para los territorios conquistados revelado a sus colaboradores más íntimos el 17 de septiembre de 1941:

Es necesario que dominemos esa región del este con doscientos cincuenta mil hombres encuadrados por buenos administradores. Tomemos ejemplo de los ingleses, que con un total de doscientos cincuenta mil hombres —de ellos cincuenta mil soldados— gobiernan a cuatrocientos millones de hindúes. El espacio en Rusia debe ser dominado para siempre por los alemanes. Nuestro mayor error sería querer educar a esas masas. Lo único que nos interesa es que esas gentes se limiten a interpretar las señales de las carreteras. Actualmente son analfabetos y así deben quedarse. Pero hay que hacer, naturalmente, que puedan vivir con decencia, cosa que también nos interesa a nosotros. Del sur de Ucrania, particularmente de Crimea, haremos una colonia exclusivamente alemana. No me dará mucho trabajo dispersar a sus actuales pobladores. [...] Proveeremos de cereales a todos los que en Europa carecen de ellos. Crimea nos dará los frutos del sur, el algodón y el caucho (40.000 hectáreas de plantaciones serán suficientes para asegurar nuestra independencia). [...] A los ucranianos les proporcionaremos pañoletas, cuentas de cristal y todo lo que les gusta a los pueblos coloniales. Los alemanes, esto es esencial, deberán constituir entre sí una sociedad cerrada como una fortaleza. El último cochero nuestro debe ser superior a cualquier indígena. Para la juventud alemana, esto será un magnífico campo de experiencias. Atraeremos a Ucrania a los daneses, a holandeses, noruegos y suecos. El ejército encontrará allí campos de maniobras, y nuestra aviación el espacio que le es necesario.
H. Trevor-Roper, Las conversaciones privadas de Hitler (2004)[16]

Agosto

Operador de radio alemán en vehículo blindado (agosto)
Soldado con ametralladora (MG 34) (agosto)
El general Heinz Guderian en un puesto de mando avanzado de un regimiento panzer cerca de Kiev (agosto)

A causa de la complejidad y necesidad de recursos y fuerzas que está adquiriendo la invasión, se decide movilizar en Alemania a todos los varones entre los 15 y los 55 años[115]​. La gran extensión que debían controlar desbordaba a la capacidad de la Wehrmacht[118]​. El frente, que inicialmente arrancó con una longitud de 1.200 km de anchura se expandió hasta los 1.600 km a medida que se iba aproximando a Moscú, un objetivo localizado a 1.000 km de profundidad. Según una estimación, tales distancias requerían de 280 divisiones para poder cubrir todo el frente; los alemanes invadieron la URSS con 127[81]​. Los carros de combate alemanes no eran suficientes para la misión que se les había encomendado en la Instrucción nº 21 de Hitler. Douglas Orgill afirma en su libro T-34 blindado ruso (1973): «Si Hitler hubiese podido disponer de 2.000 T-34 en vez de 2.000 Panzer III la historia de la guerra podría haber cambiado»[118]​.

El Grupo de Ejércitos Norte de von Leeb mantiene su avance hacia Leningrado. El 12 de agosto, en Stáraya Rusa, al sur del lago Ilmen, el 24º Ejército soviético lanzan un segundo contraataque contra el flanco derecho del avance alemán. Son rechazados, aunque las tropas alemanas sufren pérdidas importantes y comienzan a dar muestras de cansancio. Tras rechazar el contraataque, los carros del General Erich Hoepner entran en Novgorod el martes 17. Ese mismo día, las tropas que avanzan por el Báltico toman Narva. El día 20 es ocupada Gátchina, a 50 kilómetros de Leningrado. Los soviéticos se retiran a Leningrado dejando atrás a 20.000 prisioneros. Los alemanes toman el 30 de agosto Mga, cortando así las líneas de ferrocarril hacia Leningrado. Al norte, los finlandeses avanzan y el 16 toman Víborg en la zona de Carelia[115]​. Los soviéticos evacúan el resto de sus fuerzas de Carelia y se repliegan a Leningrado. El general finlandés Gustaf Emil Mannerheim tiene como objetivo recuperar los territorios perdidos en 1940, sin avanzar más en territorio soviético. Hitler tratará de disuadirlo a seguir más allá, aunque sin éxito[119]​.

El 28 de agosto los soviéticos abandonan el puerto de Tallin perdiendo cinco destructores y tres patrulleros a causa de las minas y los ataques de la Luftwaffe[120]​.

En el frente noruego, el 2 de agosto los alemanes deciden volver a atacar el río Litsa. El 19 de agosto, los británicos despachan una segunda fuerza naval al Ártico: los cruceros Aurora y Nigeria, más los destructores Icarus, Antelope y Anthony y un buque de pasajeros, el Empress of Canada, bajo las órdenes del contralmirante Philip L. Vian. Tenía como misión evacuar los 3.200 habitantes soviéticos y noruegos de la isla de Spitsbergen, la mayor del archipiélago de Svalbard, y destruir las instalaciones mineras de carbón de Barentsburg. El 31 de agosto llega a Arcángel desde Hvalfjör∂ur, en Islandia, el primero de los convoyes aliados. Condujeron seis mercantes, y el ya anticuado portaaviones Argus depositó 24 Hurricanes en Severomorsk, a 25 kilómetros de Múrmansk[121]​.

El Grupo de Ejércitos Centro mantiene la presión sobre la bolsa de Smolensk, que resiste hasta el 25 de agosto, sumando un total de 40 días. El retraso será de vital importancia para los soviéticos en la preparación de las defensas de Moscú. En su avance hacia Kiev, Guderian se enfrenta a diversos contratiempos. El primero de ellos, el 1 de agosto, es el 28º Ejército soviético defendiendo Roslavl. Tres días después la ciudad cae dejando 38.000 prisioneros. El segundo es el 21º Ejército apostado en los alrededores de Gómel. El asalto a esta ciudad se prolongará 16 días por la tenaz resistencia de los soldados soviéticos. El 24 de agosto las fuerzas del 21º Ejército realizan un contraataque desesperado, siendo aniquiladas contra las defensas alemanas. Tras la captura de Gómel, Guderian continuará su avance hacia Kiev, a 250 kilómetros al sur[119]​.

Mapa donde se muestra el avance alemán en la orilla norte del Mar Negro y la Península de Crimea

El Grupo de Ejércitos Sur consigue acabar con las fuerzas soviéticas, el 6º y 12º Ejércitos, que resistían en Uman, capturando a 103.000 soldados[119]​. Dominar esta bolsa tiene como coste cuatro semanas de combates y un gran desgaste de soldados y material además de numerosas bajas. Durante los primeros diez días de agosto, los alemanes se reagrupan frente a Kiev a la vez que esperan los carros de Guderian, que sin embargo están atascados frente a Gómel. El 21 de agosto, von Rundstedt decide lanzar el asalto, iniciando los combates que durarían nueve días. Paralelamente, los alemanes que marchan junto al Mar Negro capturan la base de Mykolaiv el día 16, y el 20 cae Jersón, muy cerca de la entrada a la península de Crimea[119][nota 20]​. El 22 es capturado Níkopol, donde se localiza una de las industrias de manganeso, y el 26 Dnipropetrovsk[119]​.

A finales de agosto ya han sido capturados gran parte del territorio y población de la URSS, pero Stalin había iniciado un gran plan para el traslado de las industrias más allá de los montes Urales[122]​. Alrededor de Cheliábinsk surgirá el complejo llamado Tankograd, la Ciudad del Tanque. Las condiciones de trabajo serán muy duras, con temperaturas de hasta cuarenta grados bajo cero, trabajando 16 horas al día en naves protegidas con lonas[123]​. El 12 de agosto llegan los refuerzos italianos, y el 31 las fuerzas españolas denominadas División Azul. También llegan refuerzos de Alemania y Holanda[122]​.

Valoración del general alemán Franz Halder el 11 de agosto[124]​:

La situación global hace cada vez más evidente que hemos subestimado al coloso ruso… Las divisiones [rusas] no están armadas y equipadas según nuestros estándares, y su liderazgo táctico es a menudo pobre. Pero allí están, si aplastamos a una docena de ellas, los rusos simplemente ponen otra docena… están cerca de sus propios recursos, mientras que nosotros estamos moviéndonos más y más lejos de los nuestros. Y por eso nuestras tropas, extendidas sobre una inmensa línea de frente, sin ninguna profundidad, están sujetas a los ataques incesantes del enemigo.
David Glantz & Jonathan House, Cuando chocan los titanes: Cómo el Ejército Rojo detuvo a Hitler (1995)

Experiencia de Vasili Grossman en agosto de 1941[125]​:

Pasamos la noche en un enorme edificio de varios pisos. Estaba desierto, oscuro, aterrador y triste. [...] Por la noche nos despertó un espantoso zumbido y salimos a la calle. Escuadrones de bombarderos alemanes volaban hacia el este sobre nuestras cabezas [...] Se oía el rugido de los motores al despegar, polvo y viento, ese viento tan especial de los aviones, aplastado contra el suelo. Los aviones subieron hacia el cielo uno tras otro, dieron una vuelta y se alejaron. E inmediatamente el aeródromo quedó vacío y silencioso, como un aula cuando la abandonan los alumnos. [...] Finalmente, tras un ataque con éxito contra una columna alemana, los cazas regresan y aterrizan. El avión líder de la escuadrilla tenía carne humana pegada en el radiador, porque el avión de apoyo había alcanzado un camión con municiones que estalló en el momento en que el líder volaba sobre él. Poppe, el piloto, está sacando la carne con unos papeles. Llaman a un médico, que examina atentamente la sangrienta masa y dice por fin: «¡Carne aria!». Todo el mundo ríe la broma.
Antony Beevor, Años de Guerra (2015)

Franz Halder, quien llegó a ser Coronel General durante la guerra, anotó en su diario en agosto[126]​:

«Considero que la situación que ha creado la interferencia del Führer es insostenible para el OKH. Nadie más que el Führer es responsable del avance en zigzag provocado por sus órdenes sucesivas, ni tampoco puede el OKH, que está viviendo ahora su cuarta campaña victoriosa, empañar su buen nombre con estas últimas órdenes».
Franz Halder, 1941

Joseph Goebbels, ministro de propaganda del III Reich, anotaba en agosto en su diario sobre la relación entre Hitler y sus generales[127]​:

«Brauchitsch tiene buena parte de responsabilidad. El Führer sólo hablaba de él con desdén. Un desdichado, cobarde y vanidoso que no era ni capaz de evaluar la situación, por no hablar de dirigirla. Con sus constantes interferencias y su desobediencia continuada arruinó totalmente el plan entero de la campaña oriental tal y como la había diseñado el Führer con absoluta claridad. El Führer tenía un plan que muy probablemente nos hubiera llevado a la victoria, y si Brauchitsch hubiera hecho lo que se le pedía y lo que debería haber hecho realmente, nuestra posición en el este sería hoy totalmente distinta. El Führer no tenía ninguna intención de ir a Moscú; quería aislar el Cáucaso y, así, atacar el sistema soviético por su punto más vulnerable. Pero Brauchitsch y su Estado Mayor fueron más listos. Brauchitsch siempre insistió en llegar a Moscú: quería éxitos que le dieran prestigio, en lugar de victorias reales. El Führer le tachó de cobarde y de papanatas».
Joseph Goebbels, 1941

Septiembre

Tropas de infantería alemana en un pueblo de la Unión Soviética (2 de septiembre)
Voluntarios soviéticos marchando a la milicia (2 de septiembre)
Un puesto de guardia de la Wehrmacht con el puente Dnieper en llamas al fondo (19 de septiembre)
Soldado alemán con civiles ucranianos (26 de septiembre)

Septiembre trae diversos imprevistos para las fuerzas de invasión, como el alargamiento de las rutas de suministros y la bajada de las temperaturas. El desgaste del material y creciente cansancio de las tropas es generalizado debido a que han luchado de manera ininterrumpida desde hace 9 semanas. Las divisiones acorazadas disponen de solo un 50 % de carros operativos. Los alemanes poseen en general de buen equipo, pero inadecuado para el tipo de terreno donde se desarrollaban los combates[128]​.

El Grupo de Ejércitos Norte tiene a la vista Leningrado. Los bombardeos aéreos comienzan el 1 de septiembre, y el 4 lo hace la artillería de largo alcance a la vez que las unidades blindadas llegan a sus arrabales. Hitler decide aplazar un asalto a gran escala por miedo a sufrir muchas bajas por combates callejeros y opta por matar de hambre a la población de la ciudad. Los siguientes ataques serán a una escala menor con el objetivo de tantear las defensas y buscar puntos débiles. El 8 de septiembre, los alemanes capturan Shlisselburg, consiguiendo de esa manera cerrar el cerco. Comienza el asedio a la ciudad y durará 900 días, hasta el 27 de enero de 1944. Stalin decide mandar a Zhukov para que tome el control y organizar la defensa, quien vuela de Moscú a Leningrado el 10 de septiembre[128]​. El 11 los alemanes capturan Dudernof, una elevación a 12 kilómetros del centro de la ciudad[129]​. El día 14, von Leeb decide detener el asalto terrestre ya que no dispone de los carros necesarios, a tener destinados una parte importante a la operación de asalto a Moscú. Sin embargo, continúan los bombardeos a la ciudad. La División Azul iba a participar en el asalto a Moscú, sin embargo es despachada al sector norte, junto a Leningrado[130]​. Las fuerzas españolas sienten decepción cuando marchan hacia el frente no en columnas motorizadas, sino a pie y cargando sus equipos en carros de tracción animal. Para los alemanes nunca serán una unidad de vanguardia, sino que serán emplazados adoptando una posición defensiva en un sector secundario del frente[131]​.

En el Báltico, la Kriegsmarine pone a Otto Ciliax con el objetivo de hacer frente a la flota soviética. Dispone del acorazado Tirpitz, el crucero pesado Scheer, los cruceros ligeros Köln, Nürmberg, Emden, y Leipzig, además de tres destructores y cuatro torpederos. Tras la captura de las islas estonias Muhu, Saaremaa, e Hiiumaa, la flota soviética queda cercada en el golfo de Finlandia y se repliega a Leningrado para defender la ciudad[120]​.

En el frente noruego, el 8 de septiembre, Dietl informa a Jodl que puede capturar Múrmansk pero no Kandalakcha antes de la llegada del invierno, y que sería imposible abastecer a las tropas si se quedan en Múrmansk. El 15 de septiembre Hitler da por imposible la captura de Múrmansk. Se propone que la Kriegsmarine realice bombardeo de costa, pero finalmente el 18 de septiembre Dietl detiene la ofensiva[132]​ y ordena la retirada de todas las tropas en la orilla opuesta del río Litsa[133]​. El ataque alemán en este sector había costado 10.290 bajas para avanzar solo 30 kilómetros. Las razones fueron por un lado el escaso interés del OKW por el territorio hasta Múrmansk, considerado de poca importancia desde el punto de vista militar, y por otro una mayor resistencia soviética de lo esperado[133]​.

El Grupo de Ejércitos Centro pierde Yelnia, que es recuperada por las fuerzas soviéticas. Hitler toma la decisión de volver a destinar para el grupo central los carros comprometidos en el asalto a Kiev, pero el ataque a la ciudad se alargaría hasta el día 26, obligando a posponer el asalto a Moscú hasta octubre[134]​.

El Grupo de Ejércitos Sur ataca en oleadas y con dureza Kiev. En paralelo capturan Poltava y Járkov al otro lado del río Dniéper. El 26 los alemanes apresan Kiev. La URSS pierde 600.000 soldados, de los cuales 330.000 son muertos o heridos. Pierden también 884 carros y 3.718 cañones. Los carros de von Kleist cruzan el Dniéper, enfrentándose al problema creciente del barro. Myrhorod es capturado a mediados de septiembre, y Krasnohrad una semana después. El 21 la Wehrmacht comienza a adentrarse en la península de Crimea. El día 27 ya controlan el acceso a la península. Para estas fechas, la Luftwaffe ha perdido 1.603 aparatos de los 2.715 con los que comenzó la campaña. La mayoría de los derribos han sido sobre territorio soviético, por lo que los pilotos morían o eran hechos prisioneros. Ernst Udet, inspector general de la Luftwaffe se suicida tras discutir con Hermann Göring por los fracasos aparentes de la aviación alemana. A finales de 1941, los alemanes solo dispondrán de 1.700 aparatos operativos en el Frente del Este. A final del mes, fuerzas rumanas inician el asalto a Odessa, que sin embargo resiste[134]​.

Experiencia del periodista italiano Curzio Malaparte en Ucrania en septiembre de 1941[135]​:

Observo atentamente estos muchachos soviéticos de 1941, tan diferentes de los de 1929, de 1921.[...] Uno pregunta: «Cto eto takoie? ¿Qué cosa es?». «Es un limón», respondo. «Un limón, un limón», se repiten entre ellos mismos los muchachos. Aquel del principio, me dice que jamás habían visto un limón. Ahí, cerca a la casa de un campesino, una muchacha se asoma por la puerta, nos hace seña de entrar. «Pajalauista, pajaláuista, por favor, por favor», dice. Entramos. Sobre una banca están sentados un viejo y un jovenzuelo [...] El jovenzuelo tiene un pie enfermo, todo rojo e hinchado, debe ser artritis. Me mira lamentándose: «Manié boulno, me duele» Y mientras tanto observa el limón, también la muchacha y el viejo lo observan. El viejo dice: «¡Pero esto es un limón!».Hace más de veinte años que no tenía ante sus ojos un limón. Los viejos, los hombres de cuarenta años para arriba, recuerdan los limones. Forman parte de los recuerdos del antiguo régimen. Pero los jóvenes no, no saben ni siquiera qué cosa son. [...] El camino es un torrente de fango. La lluvia ha cesado, ahora sopla un viento frío, insistente, árido y áspero, como una lengua de gato. [...] Basta una media hora de lluvia para cambiar aquellos caminos ucranianos en profundos pantanos. La guerra se debate en la opresión viscosa del fango los soldados alemanes corren de un caballo a otro, de un camión al otro, gritando. Nada se puede hacer. Se necesita esperar a que los caminos se sequen. El cañón truena allá abajo, tras aquel bosque. ¡Eh, la guerra en Ucrania! ¡Polvo, fango, polvo, fango. Maldito el polvo, maldito el fango! De las colinas baja un estrépito confuso, formado por voces y relinchos. Son tropas que llegan, no pueden bajar, deben pasar la noche allá arriba, mañana por la mañana las carreteras estarán secas.
Curzio Malaparte, El Volga nace en Europa (2015)

Octubre

Automóvil alemán atascado por el barro (octubre)
Alemanes inspeccionan cerca de Bialystok un MiG-3 soviético dañado (octubre)

El Grupo de Ejércitos Norte sigue estrechando el cerco sobre Leningrado, aunque sin plantear ningún asalto por tener fuerzas comprometidas en avance hacia Moscú. Las tropas de la División Azul[nota 21]​, comandadas por Agustín Muñoz Grandes, son desplegadas en el río Vóljov sufriendo las primeras bajas. Los divisonarios cruzan el río con la intención de establecer una cabeza de puente en la orilla enemiga. Avanzarán hasta sufrir un contraataque el 24 de octubre, viéndose obligados a atrincherarse junto con las fuerzas alemanas para contener las diversas oleadas soviéticas[134]​.

El 11 de octubre llega a Arcángel el segundo convoy ártico aliado con suministros para la URSS[133]​. El 15 de octubre la Kriegsmarine crea el cargo de almirante del Ártico (Admiral Nordmeer), con el almirante Hubert Schmundt al frente. La misión del almirante era dirigir las fuerzas navales en el norte de Noruega, incluidos los submarinos U-Boote[136]​. El historiador español Santiago Mata afirma en su libro Kriegsmarine (2017) que los convoyes aliados a la URSS, de gran importancia para su esfuerzo bélico, fueron en parte posibles gracias a que los alemanes no llegaron a capturar Múrmansk[137]​.

En el Grupo de Ejércitos Centro, el 1 de octubre, en Smolensk, se reúnen los jefes militares para ultimar los preparativos de la Operación Tifón, que comenzaría al día siguiente. El ataque arranca desde Smolensko hacia Kalinin, al noroeste de Moscú, y por la autopista en dirección al mismo Moscú. Al sur, los carros de Guderian marchan hacia Briansk y Oriol. Ambas ciudades fueron tomadas en 48 horas. El éxito inicial es importante. En solo cinco días, los alemanes rompen las defensas soviéticas. En Viazma consiguen cercar el 7 de octubre a los ejércitos 19º, 24º, 30º y 32º, sumando un total de 500.000 hombres. En Briansk, a su vez, consiguen cercar al 3º y 13º Ejércitos. Pero el 7 cae la primera nevada que se funde en el suelo, provocando el fango de las primeras lluvias otoñales. El material rodante alemán queda atascado: carros, camiones, armores de artillería, cocinas de campaña... El avance alemán se ve casi detenido[138]​.

De izquierda a derecha: Adolf Heusinger (de perfil), Friedrich Paulus (el más alto al fondo), von Brauchitsch (a la izquierda de Hitler), y Wilhelm Keitel a la derecha y de espaldas (octubre)
Ejecución pública de partisanos en Minsk, Rusia. El letrero que sostiene la mujer dice: «Somos partisanos y disparamos contra soldados alemanes» (16 de octubre)

Stalin hace venir desde Leningrado a Zhúkov para encargarle la defensa de Moscú mientras que las divisiones siberianas todavía vienen de camino y a marchas forzadas para reforzar la defensa de la capital. Se trata de fuerzas experimentadas por los combates contra los japoneses de 1939 y acostumbradas al rigor del clima en Siberia. Sin embargo, el avance alemán provocó que gran parte de la población civil moscovita tratase de escapar al este, generando un gran caos en las carreteras. Las autoridades se ven obligadas a instaurar un férreo control policial, ejecutando incluso sin juicio a los saqueadores que son sorprendidos robando[139]​. El 12 los alemanes capturan Kaluga, y el 13 Kalinin. Ambas ciudades están a menos de 200 kilómetros. Las fuerzas germanas están tratando de cercar la ciudad mediante una gran pinza. El 14 de octubre los alemanes capturan Borodinó[139]​. El 15 se reagrupan y tratan de seguir avanzando hacia Moscú aunque se encuentran con un adversario inesperado; las fuerzas siberianas finalmente han llegado al frente de la capital y están siendo desplegadas frente a las columnas alemanas. El 15 cesa la resistencia en la bolsa de Viazma, y el 25 ocurre lo mismo con la bolsa de Briansk. Aunque son victorias tácticas alemana, han retrasado el avance lo suficiente como para permitir el despliegue de las unidades siberianas. El mal estado de las carreteras provoca que los carros alemanes solo puedan avanzar 3 kilómetros por hora. Con el fin de frenar la retirada generalizada en el frente, Stalin adoptó una posición de firmeza con sus generales y oficiales. Por ejemplo, el comisario Stepánov telefoneó a la Stavka para solicitar trasladar los cuarteles generales al este de Perjushkovo. La petición enfureció a Stalin, quien comunicó al comisario que de ninguna manera autorizaría dicha retirada[140]​:

Stalin: Camarada Stepánov, averigüe si sus camaradas tienen palas. Stepánov: ¿Cómo dice, camarada Stalin? Stalin: ¿Tienen palas los camaradas? Stepánov: Camarada Stalin, ¿a qué clase de palas se refiere: a las que usan los zapadores o a algún otro tipo? Stalin: No importa qué tipo. Stepánov: Camarada Stalin, ¡claro que tienen palas! ¿Pero qué deberían hacer con ellas? Stalin: Camarada Stepánov, avise a sus camaradas de que tienen que coger sus palas y cavar sus propias tumbas. Nosotros no nos vamos de Moscú. La Stavka va a permanecer en Moscú. Y ellos no se van a ir de Peijushkovo.
Robert Service, Stalin: Una biografía (2006) p. 453

Stalin permanece en Moscú, pero ordena el traslado del gobierno a Kúibyshev, a 850 kilómetros al este[141]​. Mólotov comunica a las embajadas de los EEUU y Gran Bretaña que se preparen para ser evacuadas[142]​. El 19 es declarado el estado de sitio, y tras los días de caos el gobierno consigue restablecer el orden. El 18 las unidades alemanas toman Mozhaisk, en la autopista de Smolensk a Moscú, a solo 100 kilómetros de la capital. El sábado 25 cae la primera gran nevada del otoño. Los soldados alemanes comienzan a sufrir el intenso frío, ya que carecen de ropa de invierno adecuada[141]​. El día 28, Guderian trata de tomar Tula, al sur de Moscú, pero a causa del barro que todavía no se ha helado y una encarnizada resistencia, el avance queda paralizado. Ese mismo día, al norte, los alemanes capturan Volokolamsk, pero es evidente que el impulso de la Wehrmacht pierde fuerza[143]​. Para evitar que cayese en manos enemigas, el cuerpo de Lenin fue trasladado en secreto a Tiumén, aunque se mantuvo la guardia en su mausoleo para no desanimar a la población[144]​.

Con el enemigo en las afueras de Moscú, Stalin telefoneó a Zhúkov[145]​:

Stalin: ¿Está convencido de que podremos defender Moscú? Se lo pregunto con todo el dolor de mi corazón. Dígamelo honestamente, como un comunista. Zhúkov: Desde luego que vamos a defender Moscú.
Robert Service, Stalin: Una biografía (2006) p. 454

El Grupo de Ejércitos Sur será el que consiga mayores avances en el mes de octubre. Los carros de von Manstein se despliegan en la península de Crimea de camino a Sebastopol. A finales de mes la ciudad está ya prácticamente cercada, siendo posible su abastecimiento solo por mar o por aire. Simultáneamente, los alemanes avanzan por la costa del mar del Azov hacia Melitópol. Más al norte, el avance alemán tiene como objetivo Járkov. Los italianos capturan Stalino, amenazando la industria de la cuenca del Donets. El 10 de octubre se rinden en Mariúpol los 9º y 18º Ejércitos, dejando 100.000 prisioneros. El 16 se rinde Odessa tras un largo asedio[143]​. Durante el asalto a Taganrog, a orillas del mar del Azov, soldados alemanes llegan a tiempo para observar en la distancia la destrucción sistemática que los soviéticos llevaban a cabo de las ciudades que debían abandonar ante el avance alemán. Edificios públicos y factorías fueron demolidos a la vista del enemigo mediante voladuras siguiendo la táctica de «tierra quemada». Los barcos que estaban en el puerto también fueron hundidos, algunos incluso antes de que sus últimos ocupantes pudiesen escapar. Más allá de la ciudad, en el horizonte, era posible ver las cimas nevadas del Cáucaso. Vientos helados barrían el mar anunciando la proximidad del invierno[146]​. Kurt Meyer, de las Waffen-SS, asiste a una sesión informativa en el puesto de mando de Lachanoff junto a von Kleist, Josef Dietrich y expertos en asuntos petrolíferos. En dicha reunión se informa de la necesidad de capturar los pozos petrolíferos de Bakú para poder continuar la guerra y la importancia de capturar Rostov como paso previo[147]​. Sin embargo entre los oficiales existe pesimismo sobre la capacidad de las fuerzas alemanas de mantener Rostov una vez capturado a causa de la mala salud de los soldados alemanes y su equipo deficiente para ese tipo de terreno y clima[148]​.

Las victorias alemanas a lo largo del mes de octubre son notables, pero están muy cerca de su límite. Esta realidad quedará patente en el asalto a Moscú a lo largo del mes de noviembre[143]​.

Experiencia de Otto Skorzeny sobre el efecto del barro sobre las unidades motorizadas del ejército alemán en su avance hacia el interior de la URSS:

Seguimos avanzando por las orillas del Dnieper. Y una inesperada lluvia, que duró varias horas, nos dio idea de lo que nos esperaba. Tuvimos que enfrentarnos con verdaderas montañas de barro y fango, que fueron nuestros mayores obstáculos. Los primeros de nuestros vehículos hicieron unos baches tan grandes en el suelo, que los que les seguían se atascaron en ellos. En este aspecto, todas nuestras prevenciones resultaron ineficaces. Cortamos varios troncos de árbol y cubrimos el suelo con ellos. Pero a pesar de todo sólo conseguíamos avanzar muy lentamente. Tuvimos un sinfín de averías y "pannes"; se rompieron varias ballestas de nuestros camiones. Ya habíamos agotado todas las piezas de repuesto y no sabíamos dónde podríamos suministrarnos otras nuevas. Hasta tuvimos que abandonar muchos vehículos al borde de la carretera. Desmontamos todo aquello que considerábamos era utilizable y abandonamos lo restante. Poco tiempo más tarde todas las carreteras de Rusia estaban flanqueadas por esqueletos de coches y camiones abandonados.
Otto Skorzeny, Vive peligrosamente[149]

Experiencia de Walter N. del 59.º Regimiento de Artillería[117]​:

Han pasado quince días desde el inicio de las operaciones. Ya os podéis hacer una idea de lo que eso significa, con este frío. Como no hemos recibido todavía nuestros uniformes de invierno, cada soldado se las apaña como buenamente puede. Utilizamos telas y pieles o les quitamos los guantes a los prisioneros. El que todavía no lo haya hecho tendrá que prepararse para que se le congelen los huesos. Los primeros copos de nieve cayeron el 6 de este mes. [...] Al amanecer del 2 de octubre comenzó la ofensiva, que volvió a librarse con éxito gracias a la terrible potencia de nuestro armamento pesado. El irreprochable trabajo de los rusos despierta también aquí asombro y admiración. Los rusos son maestros en la construcción de puestos avanzados y en el camuflaje, y no nos ponen nada fácil la tarea de encadenar victorias. El primer día acudieron en masa. Y cada día la imagen se repite. Siguen resistiendo. [...] Las carreteras se encuentran en un estado deplorable. Una de las ventajas de las heladas es que, al menos, endurecen el barro de los caminos. Además, el hambre y el frío sacan a los rusos de los bosques. El 7 de octubre avanzamos varios kilómetros por la pista y en un momento estábamos ya como cubiertos de canela. Es lo que tiene el polvo de barro.
Walter N., Cartas de la Wehrmacht: La segunda guerra mundial contada por los soldados (2015)

Valoración de los soviéticos de Dionisio Ridruejo, falangista español de la División Azul[150]​:

De la operación del Regimiento Esparza, que sigue su curso en ampliación de la cabeza de puente, llegan nuevas noticias y con ellas notas o impresiones sobre el carácter y la conducta del ejército enemigo. Es ante todo un ejército que se manifiesta como innumerable en cualquier parte, en la más pequeña acción. En ningún caso los nuestros se encuentran con él en proporción menor de diez hombres por uno. A veces la proporción es aún más desfavorable para los españoles. Su equipo y armamento son, por lo general, mejores que los nuestros. Mejores botas y capotes, buenísimos gorros, macutos provistos de tocino, armas automáticas y fusiles de largo alcance en proporciones considerables [...] A cambio de estas notas de superioridad son muy deficientes sus métodos de combate, no sólo en cuanto a concepción de las operaciones sino -esto es lo que puede alcanzar la experiencia de los nuestros- respecto al modo de conducirse en ataques y resistencias. En general son soldados que actúan en masa, como no se trate de algunos grupos adiestrados para la sorpresa en retaguardia, y sólo en masa son capaces de acometividad. Se lanzan apelotonados y por centenares, medio ebrios de vodka, vociferando terriblemente con estentóreos «hurras». Su aspecto es así pavoroso. Pero si se tienen los nervios templados y se aguanta hasta tenerlos a tiro seguro, no son tan peligrosos como parecen. Enfilados por una fusilería diestra o por unas máquinas, sus filas se clarean, y al clarearse los que quedan en pie pierden el impulso, pierden el sentido de su fuerza, casi siempre superior aún, y desisten o se entregan. Son flojos también para la resistencia ante una fuerza audaz aunque sea poco numerosa. [...] No obstante, entre ellos, es brava la oficialidad, más brava que experta, y bravísimos los comisarios políticos, es decir, los responsables. Se sabe que la disciplina en las filas rusas es muy severa y que con frecuencia después de un fracaso hay fusilamientos numerosos.
Dionisio Ridruejo, 21 de octubre de 1941, Cuadernos de Rusia (2013)

Noviembre

Soldados soviéticos marchan en la Plaza Roja (7 de noviembre)
El comandante soviético Alexander Lizyukov habla con la tripulación de un carro de combate en la víspera de la batalla (noviembre)
Baterías antiaéreas para la defensa de Moscú (noviembre)

El Grupo de Ejércitos Norte sufre constantes oleadas de asaltos soviéticos en el frente del río Volchov. Las tropas alemanas y la División Azul no cede terreno, pero a un precio muy alto. En Possad, Posselok y el monasterio de Otenskig sufren hasta un 50 % de bajas[143]​. Los alemanes capturan Vóljov y Tijvin, con el objetivo de cortar el ferrocarril entre Leningrado y Moscú, pero el día 29 los ordenan la retirada de todo el sector. Los divisionarios españoles retroceden con ellos. En Leningrado, el hambre causa estragos. Se contabilizan cientos de muertos al día por la desnutrición. El día 26 los alemanes redoblan los bombardeos a la ciudad y los muertos pasan a ser miles al día. Sin embargo, la superficie helada del lago Ladoga permite abrir una precaria ruta de suministros hacia Leningrado y evacuar civiles en sentido contrario. Mantener esta ruta abierta será a costa de muchas bajas y pérdida de material[151]​.

El Grupo de Ejércitos Centro queda paralizado desde el 1º de noviembre a causa del barro. Hitler recibe diversos informes preocupantes para la Wehrmacht. Han sufrido muchas bajas tratando de someter las bolsas de Viazma y Briansk. Al Ejército alemán solo le quedaban dos opciones, o se replegaban a posiciones de invierno, o trataban de asaltar Moscú mediante un último esfuerzo. Ambas eran opciones llenas de riesgos, como declararía von Manstein. El fantasma de la derrota napoleónica comenzó a flotar entre los jefes alemanes[151]​. El 6 de noviembre Stalin se dirige al pueblo soviético: «Los invasores fascistas alemanes están frente al desastre». El Ejército Rojo desfiló ese día en la Plaza Roja como todos los años con Stalin en la tribuna. Tras la parada, las tropas marchan directamente al frente[152]​. Poco a poco van llegando las heladas. El día 12 se alcanzan los 22 grados bajo cero. Con el barro endurecido, los carros alemanes se lanzan de nuevo hacia Moscú. El ataque tiene tres puntas: al norte avanzan los carros de Hoeppner, partiendo de Kailin. Los carros de Guderian avanzan desde el sur hacia Tula. Von Kluge, en sustitución de von Bock, avanza por el centro[152]​. Hoeppner ocupa Krasnaya Poliana a 27 kilómetros al norte de Moscú aunque las fuerzas del Mariscal Rokossovsky lo recuperan 24 horas después. Sigue bajando la temperatura. El día 22 se llegan a los 32 grados bajo cero. Se hiela todo, aceites, combustibles, alimentos, motores... Los alemanes avanzan con muchas dificultades. El 28 los alemanes conquistan Visikova, y el 31 llegan al barrio moscovita de Polevo, a solo 12 kilómetros de la Plaza Roja. Los carros de Guderian no consiguen capturar Tula. Los alemanes están muy cerca de su objetivo, pero el avance queda detenido[152]​.

El Grupo de Ejércitos Sur no es tan castigado como el central. Ocupa toda Crimea salvo Sebastopol, que resistirá hasta el 2 de julio de 1942[153]​. El 14 de noviembre se ordena el asalto a Rostov, comenzando varios días después. Las temperaturas mínimas llegan a alcanzar los -30℃, y el contraataque de T-34 soviéticos llega a amenazar con una ruptura del frente. Sin embargo, el 21 de noviembre, los alemanes consiguen capturar la ciudad. Von Mackensen felicita a sus tropas por la acción[nota 22]​, pero éstas deben cubrir un terreno demasiado grande. Este hecho unido a constantes contraataques soviéticos provocará la evacuación de la ciudad en diciembre[154]​.

Los mandos alemanes se enfrentan a diciembre con numerosos informes que dibujan un panorama amenazador[153]​. El historiador británico Eric Hobsbawm, en su libro Historia del siglo XX (1999) afirma: «Al no haberse decidido la batalla de Rusia tres meses después de haber comenzado, como Hitler esperaba, Alemania estaba perdida, pues no estaba equipada para una guerra larga ni podía sostenerla. A pesar de sus triunfos, poseía y producía muchos menos aviones y carros de combate que Gran Bretaña y Rusia, por no hablar de los Estados Unidos»[155]​.

Experiencia de Anna Iósifovna Strumílina, partisana soviética en la zona ocupada:

Nos dijeron… que los alemanes habían entrado en la ciudad y me di cuenta de que yo soy judía. Antes de la guerra habíamos vivido en armonía: rusos, tártaros, alemanes, judíos… Éramos todos iguales. ¡Qué va! Yo ni siquiera había oído la palabra “judío”, yo vivía con mi papá, mi mamá, con mis libros. Y de pronto éramos leprosos, nos echaban de todas partes. Algunos conocidos incluso dejaron de saludarnos. Sus hijos no nos saludaban. Los vecinos nos decían: “Déjennos sus cosas, ya no las necesitarán”. Antes de la guerra eran amigos de la familia: tío Volodia, tía Ania… ¡Qué va! A mi madre la mataron de un tiro… Ocurrió unos días antes de nuestro traslado al gueto.
Experiencia de Anna Iósifovna Strumílina. Fragmento del libro La guerra no tiene rostro de mujer, (2015) escrito por la periodista Svetlana Aleksiévich

Desenlace de la operación (diciembre de 1941)

Stalin y el primer ministro polaco Władysław Sikorski en Novosibirsk (diciembre)
Soldados soviéticos con camuflaje para la nieve (diciembre)
Unidades soviéticas de refuerzo marchan hacia el frente (1 de diciembre)
Soldados durante la contraofensiva soviética (diciembre)

A principios de diciembre, Stalin ya cuenta con suficientes fuerzas como para lanzar un contraataque a gran escala. Las divisiones siberianas y 1.700 carros, muchos de ellos T-34, pondrán en serias dificultades a las unidades alemanas y sus panzer. Zhúkov fue acumulando las unidades que iban llegando de Asia para lanzarlas todas a la vez. El Ejército alemán, en cambio, ha ido perdiendo potencial militar desde el mes de junio. Pese al deseo de Hitler de un esfuerzo final, von Kluge da la orden de detener la ofensiva el 4 de diciembre. La Operación Barbarroja llegaba a su fin[153]​.

Zhúkov ordena el avance de las 17 divisiones siberianas, que organizadas como el 10º, el 20º, y el 1º Ejércitos marchan entre el 5 y el 6 de diciembre hacia las líneas alemanas[127]​. Contraatacan desde Tula, en el sur, desde Krasnaya Polyana, en el norte, y por la carretera de Moscú-Smolensko, en el centro, en lo que se conocerá como batalla de Moscú. Los alemanes tratan de resistir, pero a los pocos días comienzan a ceder terreno[153]​. En el momento de comenzar el contraataque, la URSS cuenta con 2.000 carros de combate frente a los 1.500 alemanes, con 3.600 aviones frente a los 2.500 de la Luftwaffe, y con 4.190.000 soldados frente a los 5.000.000 alemanes[156]​. Douglas Orgill, en su libro T-34: blindado ruso (1973), afirma que la victoriosa defensa de Moscú constituyó uno de los puntos cruciales de la guerra y reivindica el esfuerzo realizado por los soldados soviéticos frente a los argumentos que dan más importancia al tipo de terreno y climatología[157]​.

En Alemania, el Führer reconoce que la guerra no va a terminar en 1941 y da órdenes para que se contenga lo máximo posible a los soviéticos y no se produzca una desbandada general[127]​. Guderian acude a ver a Hitler para protestar por estas órdenes[nota 23]​. Ante las quejas, Hitler decide apartar a todos los generales que se oponían a su manera de hacer la guerra[127]​. El 12 de diciembre destituye a von Rundstedt, a quien destina a Francia. Von Leeb y von Bock son relevados. Hoeppner es degradado. Von Brauchitsch, Comandante en Jefe del Ejército, es sustituido por el propio Hitler quien asume personalmente el mando del Ejército el 16 de diciembre[158][nota 24]​. Mientras se producen estos cambios en el mando del Ejército alemán, los soviéticos recuperan Kalinin al norte, y Tula y Kaluga al sur. En la carretera de Smolensko también recuperan Klin. La amenaza de la Wehrmacht sobre Moscú ha finalizado[159]​. Paul Adair afirma en su libro La gran derrota de Hitler (1994): «El hecho de no haber tomado Moscú fue la primera derrota importante sufrida por el Ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial»[158]​.

En el norte, la División Azul junto con los alemanes vuelven a atravesar el río Volvhov el 8 de diciembre. Aunque se mantiene el cerco sobre Leningrado, la situación de los asediados mejora notablemente[159]​.

En el sur los soviéticos recuperan Rostov tras el repliegue alemán ordenado por von Rundstedt contradiciendo las órdenes de Hitler de resistir a toda costa. Von Rundstedt es destituido por el mariscal von Reichenau[160]​. Kurt Meyer, quien llegaría a ser general de brigada de las Waffen-SS, señalará años después que de no haberse retirado el ejército de Rostov y establecer una línea defensiva en el río Mius, pudo haberse desmoronado el frente sur ruso en diciembre de 1941[161][nota 25]​. Los italianos consiguen capturar Stalino y Gorlowka, pero un contraataque soviético les obliga a abandonar la segunda y retroceder hasta la primera, donde se estabilizaría el frente[159]​.

La situación mundial cambia radicalmente el 7 de diciembre de 1941. Una flota japonesa ataca el puerto estadounidense de Pearl Harbor en Hawái. Alemania declara la guerra a los EEUU el 11 de diciembre [nota 26]​. Aunque la Operación Barbarroja no había conseguido la mayoría de sus objetivos, la sensación de derrota no era percibida por los alemanes que sobre el mapa sentían que seguían controlando un gran territorio de la URSS[159]​. Las pérdidas humanas y materiales fueron estremecedoras para la Wehrmacht, absolutamente agotada tras seis meses de guerra ininterrumpida. Stalin había perdido terreno y parte de la población para ganar tiempo. En diciembre de 1941 tenía a todo el país en plena movilización militar e industrial, y las plantas trasladadas más allá de los Urales pronto comenzarían a producir a gran escala. Alemania volvería a cosechar algunas victorias en el verano de 1942, llegando incluso a amenazar los campos petrolíferos del Cáucaso. Pero la derrota en Stalingrado truncará nuevamente el propósito de acabar con la URSS. A comienzos de 1943, Alemania se enfrentará a la previsible derrota que llegará dos años después[162]​.

Jean Meyer señala en su libro Rusia y sus imperios (2007): «Hitler fracasó porque sus tropas habían arrancado demasiado tarde y también porque el Pacto de No Agresión entre Japón y la URSS permitió la llegada a Moscú de excelentes tropas siberianas» [92]​. Hitler se disculparía posteriormente declarando que tenía mala información sobre la URSS antes de decidir el ataque. Lo cierto es que en 1936 y 1937 había recibido informes del alto mando donde se indicaba que la victoria alemana solo era posible en los tres primeros meses. De no ocupar desde Leningrado, Moscú y Bakú, el Ejército alemán estaría condenado al fracaso[163]​.

Experiencia de Otto Skorzeny durante el asalto a Moscú:

El gran Stalin, que en 1941 demostró saber resolver la difícil situación en que se encontraba Rusia cuando el Ejército alemán llegó a las puertas de Moscú, [...] La posibilidad de poder dar fin a tan incomparable y sangrienta campaña reanimó nuestras deterioradas fuerzas. Conquistamos un pequeño pueblo. [...] Estaba a quince kilómetros al nordeste de Moscú. Desde él, en días claros, podíamos ver las torres de las iglesias, y los cañones de nuestras baterías bombardeaban constantemente los suburbios de la capital de Rusia. Pero nos dimos cuenta de que había llegado el momento de parar nuestra ofensiva. La unidad vecina a la nuestra, División de "panzers" número 10, sólo disponía de diez tanques. La mayor parte de nuestra artillería pesada carecía de remolques de arrastre y los camiones debían remolcarlas trabajosamente a través de los campos. Ahora bien, sabíamos igualmente que el enemigo estaba al límite de sus fuerzas, exactamente igual que nosotros. Por ello mismo, la imposibilidad de continuar avanzando nos causó una inmensa sensación de impotencia, un sentimiento deprimente, más doloroso que cualquier derrota. ¡La meta, nuestra anhelada meta, estaba muy cerca de nosotros y no podíamos alcanzarla!
Otto Skorzeny, Vive peligrosamente, p.120[164]

Experiencia de Hans-Ulrich Rudel, piloto de stukas[80]​:

La lucha contra el frío es más dura que los combates más encarnizados contra el enemigo. [...] Estamos en el mes de diciembre y el termómetro se mantiene entre -40.º y -50.º. [...] Como en Kalinin, nuestro principal adversario es el invierno. El soldado soviético se defiende ciertamente con valor e incluso ferozmente, pero se halla, como el alemán, debilitado y casi al límite de sus fuerzas. Incluso las nuevas divisiones siberianas que el mando ruso lanza ahora a la batalla no podrían por sí mismas forzar una decisión. Pero los ejércitos alemanes están detenidos por el frío. Los transportes ferroviarios están prácticamente detenidos y de ahí la imposibilidad de llevar el aprovisionamiento a primera línea y de evacuar a retaguardia a los heridos. Carecemos de las cosas más indispensables y se hace necesario abandonar vehículos y cañones, pues ya no tenemos ni gasolina. Desde hace mucho tiempo, ningún camión, ninguna locomotora han llegado hasta las primeras líneas. [...] Nuestra escuadrilla está reducida a un número de aparatos verdaderamente ridículo. Con un frío tal, nuestros motores no pueden funcionar.
Hans-Ulrich Rudel, Piloto De Stukas (2009)

Características de la guerra con blindados

Asalto de tropas soviéticas y un T-34 a una aldea ocupada. Frente occidental (diciembre)

Aunque existe la idea muy extendida de que las dotaciones de carros soviéticas carecían de experiencia antes de entrar en combate, esto solo fue cierto durante un breve periodo de tiempo en 1942[165]​. Justo antes del inicio de la invasión, los carros soviéticos podían tener deficiencias o estar anticuados, pero sus tripulaciones eran bastante competentes[166]​. La vida en el interior de los carros de combate era, en general, muy incómoda además de peligrosa: padecían frío o calor en función de la estación del año, suciedad, oscuridad o mala ventilación. Para matar los piojos, solían hervir la ropa o lavarla con con gasóleo. Para proteger la cabeza de los golpes por vibraciones o por los proyectiles del enemigo que impactaban contra el acero del blindaje, disponían de un gorro de cuero acolchado llamado tankoshlem[167]​. No todo era peor en la condición de conductor de carros; los tanquistas de la URSS recibían el doble de paga que un soldado de infantería y eran premiados por cada carro alemán que destruían[168]​. A veces, para descansar por las noches, las tripulaciones abrían una zanja excavando debajo del carro o bien lo situaban sobre un cráter abierto mediante explosivos[81]​, donde se introducían y tapaban los orificios con una lona alquitranada con el fin de evitar corrientes de aire; de este modo disponían de más espacio para poder dormir y quedaban resguardados de las inclemencias meteorológicas o de la metralla o explosiones de los bombardeos enemigos. Podían volver al carro a través una escotilla situada en su suelo. Mediante una estufa de carbón se calentaban y a la vez impedían que la temperatura del aceite del motor disminuyera por debajo de los -25.º[169]​. Entre las líneas de vanguardia soviética había muchas unidades de élite y rara vez se dio en ellas casos de crueldad contra el enemigo rendido o los civiles. Estos actos eran mal vistos por los oficiales y con frecuencia estaban penados. La mayoría de los desmanes o actos de crueldad que se dieron en el Ejército Rojo durante la guerra fueron provocados en su mayor parte por soldados de "segunda línea", mucho menos disciplinados. La alimentación de los tanquistas era, como norma general, mejor que la de la infantería. Aunque el consumo de vodka era relativamente frecuente antes de los ataques en las unidades de infantería, los soldados de los carros lo tenían terminantemente prohibido, y solo podían beber al finalizar la operación[170]​. Cuando divisaban a un enemigo tenían que destruirlo con el cañón. El jefe del carro indicaba al artillero el tipo de munición necesaria. En el caso de los T-34, su munición completa constaba de 100 proyectiles: 75 eran rompedores y 25 perforantes. De los perforantes, 4 tenían núcleo de wolframio y estaban destinados contra carros pesados. Para poder disparar con precisión, el carro debía detenerse por completo. Esta maniobra no podía durar mucho tiempo pues el carro propio totalmente inmóvil se convertía en un objetivo más fácil de destruir[171]​.

El torbellino de experiencias del frente ruso resultó en cambios que dieron nueva forma a la estructura de las fuerzas acorazadas y a los hombres que las formaban. La guerra acorazada estaba evolucionando hacia una ardua pugna entre carro y cañón; también estaba inevitablemente abocado al dilema de tener que reconciliar calidad con producción en masa. Como resultado de tales lecciones el carro de combate cambió de forma. Era necesario un cañón mayor, además de una torreta mayor para albergarlo y blindaje más grueso para protegerlo de cañones más efectivos. Todas esas mejoras tenían que ser encajadas en chasis más grandes con motores más potentes que los propulsaran y con cadenas más anchas para darles la movilidad que tan pesados vehículos necesitaban para poder atravesar terreno blando y sinuoso. Tanto la experiencia alemana en el Este como la británica en el desierto convencieron a unos y a otros de la necesidad de que debía haber en la torreta suficiente espacio como para que pudieran operar allí el trío formado por comandante, artillero y cargador, apoyados desde abajo, en el chasis, por conductor y operador de radio. Una vez que los alemanes se dieron cuenta de que los modelos rusos, considerados despectivamente como primitivos, eran en realidad mejores que los suyos, se dio inicio a una carrera técnica de armamentos.
Robert Kershaw, Tank men: la historia humana de los tanques en la guerra (2011)

Por su parte, los conductores de carros alemanes se enfrentaban a problemas semejantes que los rusos pero con el agravante de tener en algunos puntos del frente carros técnicamente inferiores y a medida que avanzaban graves problemas de suministros. En verano, cuando comenzó la campaña, sufrían en el interior de los carros por la falta de ventilación y el calor. En su avance, el equipo y las armas se ensuciaban por el polvo, lo que disminuía su eficacia[172]​. El polvo y el poco espacio dentro de los carros asimismo podía dificultar la lectura de los mapas[81]​. Las dotaciones también sufrieron la fatiga resultado de avanzar sin descanso durante varias semanas seguidas al comienzo de la invasión. Como existía el temor del agua envenenada, tenían prohibido beber de los pozos que se encontraban por el camino. Una vez agotadas las reservas de agua, si la unidad no era abastecida a tiempo, las paradas eran aprovechadas por los tanquistas para bajar de sus vehículos y beber de cualquier charco del camino[173]​. Al igual que pasaba en los carros rusos, si el acero era de mala calidad, por el interior del vehículo volaban esquirlas a gran velocidad cuando eran alcanzados incluso por impactos que no llegaban a atravesar la coraza. Estas esquirlas podían provocar heridas graves en las dotaciones de los carros[174]​. En el invierno, cuando no combatían, con el fin de que los motores de los carros no fallaran por el frío, se encendían cada cuatro horas durante diez o quince minutos hasta que alcanzaban los 60.º[175]​. Las unidades que conseguían anticongelante descubrían con sorpresa que también se congelaba[176]​. La vanguardia de una división panzer estaba formada por una unidad mixta compuesta por carros ligeros e infantería transportada en motocicletas y sidecares. Hacían de exploradores para el siguiente grupo, un batallón de panzer medios y pesados que en condiciones normales disponía de más de 100 carros e iban acompañados de infantería transportada en camiones o blindados semiorugas. En la retaguardia marchaba un batallón o en ocasiones un regimiento de artillería remolcada por vehículos motorizados. Los carros marchaban en Keils o formación en cuña. El resto de vehículos avanzaba en dos columnas en paralelo. Con frecuencia, el enemigo solo era visible como pequeños puntos negros en el horizonte. Esto implicaba que solo si veían llamas y una columna negra de humo tras los primeros disparos podían suponer que estaban en una batalla contra carros. Identificar por primera vez un carro enemigo podía consistir simplemente en una torreta avanzando sobre un campo de maíz. Entonces, en el interior del carro se sucedían gritos nerviosos informando sobre la distancia, dirección y tipo de proyectil requerido, seguidos del sordo «bang» que golpea el chasis del carro mientras que un sonido cimbreante iba indicando que el proyectil avanzaba segando el maíz en su trayectoria antes de impactar contra su objetivo con el característico «plunc». Todo esto ocurre en pocos segundos mientras la torreta del carro que dispara se llena de gases. Un ruido metálico seco indica que otro proyectil más ha sido deslizado y sellado en el interior de la recámara; una voz de «listo» comunica el siguiente disparo. Realizaban tantos disparos como eran necesarios hasta que la tripulación creía haber destruido a su adversario. A veces lo sabían porque veían a los enemigos abandonar su carro o bien salían llamas de su interior. Si alcanzaban compartimento de municiones del carro enemigo normalmente se desencadenaba una serie de grandes explosiones que podían llegar incluso a hacer volar la torreta[81]​. En ocasiones, cuando una dotación perdía un carro se veía obligada a luchar como infantería; como no disponían de un entrenamiento adecuado, sufrían muchas bajas si se veían en esta situación[177]​. En una ocasión Guderian escribió en su diario: «Esta mañana, 5 grados bajo cero. Las torretas de los tanques inmovilizados por el hielo, serias bajas por congelación de miembros, el fuego de la artillería es ahora irregular debido a que la pólvora arde de manera diferente»[178]​.

Causas

Causas de las primeras derrotas soviéticas

«Dieron la orden: “¡A formar!”. Nos alineamos por altura, yo era la más pequeña. El comandante iba recorriendo la fila, observaba. Se acercó a mí.

»—¿Qué hace aquí esta Pulgarcita? ¿Por qué no vuelves con tu mamá hasta que crezcas un poco? »Yo ya no tenía madre… Mi madre había muerto en un bombardeo…

»Lo que más me impresionó… Para toda la vida… Pasó durante el primer año, estábamos en retirada… Vi —nos estábamos escondiendo en la maleza— cómo de pronto nuestro soldado, fusil en mano, se abalanzó contra un tanque alemán y empezó a aporrear la carrocería con la culata de su fusil. Golpeaba, gritaba y lloraba hasta caerse. Hasta que los fusileros alemanes le acribillaron. El primer año luchábamos con fusiles contra los tanques y aviones de caza alemanes…».
Polina Semiónovna Nosdrachiova, instructora sanitaria. Fragmento del libro La guerra no tiene rostro de mujer, (2015) escrito por la periodista Svetlana Aleksiévich

Experiencia del sargento mayor de carros Semen Matveev sobre el caos que reinaba en algunas unidades acorazadas soviéticas al comienzo de la invasión alemana[81]

Mi cuerpo contaba con menos de la mitad de sus efectivos reglamentarios. Solo teníamos elementos sueltos. Mi batallón de tanques era en realidad inferior a una compañía. No teníamos camiones ni tractores en absoluto. Un ejército es un organismo enorme. Los alemanes tenían el suyo a pleno funcionamiento, y diría que funcionando bien; el nuestro apenas había comenzado a ser construido. Por lo que no deberíamos avergonzarnos de que entonces ellos fueran más fuertes que nosotros. Eran mucho más fuertes. Esta es la razón por la que nos derrotaron repetidamente durante el primer año de la guerra
Sargento mayor de carros Semen Matveev
Tanquista soviético posa sosteniendo una bandera antes de marchar hacia el frente en Moscú (31 de diciembre)

Las causas de la derrota inicial soviética están circunscritas a la nueva táctica de la guerra relámpago o Blitzkrieg[cita requerida], basada en la guerra de movimientos y el uso de la táctica de tenazas acorazadas, algo relativamente nuevo para el resto del mundo (aunque ya se había empleado en la Invasión alemana de Polonia de 1939 y en la batalla de Francia en 1940, así como en la Batalla de Jaljin Gol.

Un espléndido verano ayudó a las divisiones alemanas a realizar avances espectaculares, pero el invierno de 1941 los entorpeció severamente. Los ejércitos alemanes sufrieron bastante a causa de las bajas temperaturas, sobre todo porque contaban con pocos abrigos (casi ningún general alemán esperaba que la guerra continuaría hasta el invierno). El Frente Oriental duró cuatro años, dando como resultado 4 millones de muertes alemanas y 11 millones de bajas soviéticas en combate, más otros 15-18 millones de civiles soviéticos muertos por masacres, enfermedades y hambre. Stalin al principio no reaccionó ante este nuevo escenario al que se enfrentaba y solo dos semanas después pudo tomar las riendas del problema; no contaba con mucha oficialidad competente debido a que él mismo había purgado al ejército de excelentes generales. Los soviéticos contaban con un arsenal muy grande frente al alemán, pero ¿por qué habrían sufrido tal derrota inicial? Hubo numerosos motivos que habitualmente se pasan por alto o no son conocidos por todo el mundo:

  • La tecnología alemana no era la mejor del momento en cuanto a vehículos de combate. Los tanques T-34 y KV-1 eran muy superiores a lo mejor que tenían los alemanes,[179]​que eran sus preciados Panzer III, Panzer IV y los Stug III. El autor Robert J. Kershaw, en su libro Tank Men afirma que en el momento de la invasión alemana, al menos 1 700 de sus carros de combate eran inferiores a los mejores carros soviéticos[81]​. Sin embargo, de los 19 500 tanques soviéticos, sólo el 5% eran T-34 de primera generación y propensos a fallos por su corta vida y un 2% eran KV-1, con los mismos problemas.[179][180]​A todo esto, hay que añadir que los viejos T-26 y los vehículos rápidos de la serie BT tenían una vida útil (antes de necesitar un cambio de motor o grandes reparaciones en él) de unas 100 horas de uso,[179]​tras las cuales se requería una gran labor de mantenimiento. Esto hizo que en la primera semana, el 50 % de los tanques soviéticos quedasen fuera de combate sin siquiera luchar.[180]
  • El enorme parque soviético de vehículos estaba en un pobre estado de reparación hacia 1941, donde más del 29 % necesitaba recambios y un 44 % una reconstrucción.[179][180]​Estos quedaron rápidamente fuera de servicio en los primeros días de la invasión debido a las averías.
  • Stalin se sorprendió por el hecho de que Alemania realmente estuviese atacando a la Unión Soviética, creyendo que el Tercer Reich no violaría el Pacto Ribbentrop-Mólotov de 1939 sin haber derrotado primero a Gran Bretaña y por ello tardó varios días en darse cuenta de la gravedad de la situación y en comenzar los preparativos para la guerra que ya había empezado con factor sorpresa. Pero además, las purgas stalinistas (como la Gran Purga de 1935) causaron que muchos buenos oficiales no estuvieran disponibles al haber sido encarcelados o fusilados, por lo que las tácticas soviéticas fueron deficientes durante una buena parte de la guerra.[181]
  • En el primer día se destruyeron más de 1 800 aviones soviéticos, muchos de ellos en tierra sin tan siquiera despegar y en el segundo día ya había unos 2 700 destruidos en total. Además, los aviones alemanes eran más veloces que los soviéticos y tuvieron el cielo bajo su dominio, lo cual propiciaba que las labores de localización de enemigos y exploración fueran un punto a favor de los alemanes, privando a los soviéticos de esta necesaria tarea.
  • Las tácticas alemanas estaban bastante evolucionadas y las cadenas de mando eran más cortas que en cualquier otro ejército,[182]​ pues en el Ejército Rojo sin órdenes de los mandos de más alto nivel las unidades más reducidas no podían actuar, ni siquiera en las más elementales tareas defensivas; esto provocaba que regimientos enteros de soldados soviéticos estuviesen quietos en el frente sin tomar iniciativas para el ataque o la defensa, esperando vanamente instrucciones de la STAVKA incluso cuando el enemigo estaba muy cerca, pues en caso de actuar por cuenta propia, o contraatacar sin permiso, los oficiales a cargo se exponían a ser sometidos a un consejo de guerra y fusilados.
  • La falta de municiones fue un punto de gran importancia. Sólo un 12 % de los tanques soviéticos tenía proyectiles perforantes,[179]​ mientras que el resto rara vez poseía un cargamento completo de munición rompedora o de alto explosivo, lo cual hacía que los enfrentamientos entre vehículos fuesen desastrosos para los soviéticos durante las primeras semanas.
  • La dispersión de los tanques del Ejército Rojo entre varias unidades frente a la cohesión de las divisiones acorazadas de la Wehrmacht fue también un punto importante, pues los tanques alemanes se concentraban para eliminar a los enemigos individualmente, mientras los tanques soviéticos (dispersos en pequeñas unidades) se veían en inferioridad en sus combates, a pesar de que el número global era mayor.[183]​ Esto mismo pasó a menudo en el desierto, donde el general Erwin Rommel solía tener menos efectivos, pero más concentrados que en el bando británico, lo cual aumentaba la eficacia alemana.
  • Otro aspecto crucial fue la mala calidad de las tropas soviéticas, descuidando la preparación de los soldados para operaciones reales.[179][180][182][183]​ Los alemanes estaban curtidos en las batallas del Frente Occidental y además estaban bien instruidos en los entrenamientos básicos. Esto suponía una gran ventaja en los combates, donde algunos vehículos soviéticos recibieron innumerables impactos sin siquiera localizar al enemigo.[179]
Bajas alemanas y soviéticas en el primer mes de la invasión[51]
Tipo de bajas Pérdidas alemanas Pérdidas soviéticas
Muertos y heridos 97 253 350 000
Prisioneros o desaparecidos 5 335 819 000

Causas del fracaso de la Operación Barbarroja

Panzer IV Ausf. D con pintura de camuflaje blanca atascado en la nieve; En el borde derecho de la imagen se pude ver un corresponsal de guerra con cámara de cine (diciembre)
Soldados alemanes durante la batalla de Moscú (diciembre)

Experiencia de Otto Carius, comandante de carros de combate alemanes, sobre la primera toma de contacto con los carros soviéticos T-34[184]​:

Otro suceso que nos cogió como si nos hubiera caído encima una tonelada de ladrillos fue la aparición de los primeros carros rusos T-34. Nos sorprendieron completamente, ¿cómo era posible que «los de arriba» no conocieran la existencia de este carro superior? [...] ¿Qué se suponía que debíamos hacer contra tales monstruosidades que los rusos arrojaban contra nosotros en grandes cantidades? [...] Nuestra única salvación era el 8,8 cm Flak. Gracias a esos cañones podíamos hacer frente incluso a estos nuevos carros rusos. [...] Con Moscú casi a nuestro alcance —en nuestra opinión— comenzamos a darnos cuenta de que ya no era posible contar con un final rápido de la campaña.
Otto Carius, Tigres en el barro (2012) p. 29

Experiencia de Kurt Meyer, de las Waffen-SS, sobre la primera vez que se enfrentaron a un T-34, el 7 de octubre, y el efecto psicológico que provocaban en los soldados[185]​:

Franz Roth, el corresponsal de guerra que venía con nosotros, gritó como si algo le hubiera picado. Tiró de mí hasta ponerme detrás del seto, y no fue de manera gentil. [...] A menos de veinte pasos de distancia frente a nosotros hacia la izquierda había un carro de combate monstruoso que parecía que iba a arrancar o a disparar en cualquier momento. La calle se vació en un abrir y cerrar de ojos. El Untersturmführer Bergemann cogió una carga de demolición y se abrió paso a través de un pequeño huerto con la protección del fuego de cobertura para destruir el carro. [...] Vi a Bergemann caer mientras la carga rodaba por la arena a unos pocos metros del blindado. Un tiro de pistola procedente del monstruo de acero le había asestado un golpe mortal a nuestro camarada. [...] Un cañón de asalto se puso en posición y disparó proyectil tras proyectil sobre el gigante de acero a una distancia de apenas veinticinco metros. Nada sucedió; los proyectiles no lograban penetrar. Los rusos parecían invencibles. [...] Finalmente logramos destruir el primer T-34 al que acabábamos de tener el placer de conocer rociándolo de combustible y prendiéndole fuego.
Kurt Meyer, Granaderos (2016) pp. 171-72

Experiencia de un veterano ruso recogida en 1992 por la periodista bielorrusa Svetlana Aleksiévich[186]​:

A veces entrábamos en combate compartiendo un fusil entre cuatro. Mataban al primero y el segundo cogía el fusil; mataban al segundo y lo reemplazaba el próximo... Los alemanes no: ellos llevaban sus ametralladoras nuevecitas... Los alemanes se comportaban con altivez al principio. Ya habían doblegado a toda Europa y tomado París. Pensaban que la URSS caería en sus manos en un par de meses. Cuando caían heridos y los hacíamos prisioneros, escupían en nuestras enfermeras en la cara y se arrancaban las vendas al grito de «Heil Hitler». Pero su comportamiento cambió al final de la guerra. «¡No dispares, ruso! Hitler kaputt», imploraban.
Fragmento del libro el fin del «Homo soviéticus» escrito por la periodista Svetlana Aleksiévich, p. 257
Aviones soviéticos sobrevolando posiciones alemanas cerca de Moscú (1 de diciembre)

Entre las causas del fracaso de la primera fase de la consolidación en tomar el control de la Unión Soviética se pueden citar:

  • La falta de información fiable sobre el número de divisiones, armamentos y ubicación en el escenario del Ejército Rojo, producto de la escasa labor de la Abwehr alemana respecto a ese tema y un peligroso exceso de confianza por parte de Hitler. El alto costo en vidas y material bélico sufrido por el Ejército Rojo en la Guerra de Invierno ayudó mucho a que el OKH germano menospreciara a los soviéticos: ver a la URSS perdiendo más tropas que Finlandia en ese conflicto avivó la desmedida confianza de Hitler.
  • La falta de abastecimientos: la logística alemana no estuvo a la par con las necesidades del frente. Por un error de cálculo Hitler creía posible aniquilar al Ejército Rojo en seis semanas y no dio órdenes para que las tropas germanas se preparasen para una guerra prolongada. Esto generó graves dificultades para vestir, armar y alimentar a las tropas mientras combatían en sitios muy distantes entre sí.
  • La vastedad del espacio soviético hizo que para la Wehrmacht fuera difícil controlarlo en su totalidad mientras a la vez estaba combatiendo. A eso se agrega que cada avance germano implicaba extender cada vez más las líneas de abastecimiento y comunicaciones, lo cual era la labor más importante para los alemanes. La misma vastedad geográfica permitía que los altos jefes del Ejército Rojo preparasen maniobras en espacios de docenas de kilómetros sin estar limitados por territorios reducidos que contuvieran grandes centros urbanos, como sucedió con los jefes militares de Polonia o de Francia.
  • La subestimación que Hitler hizo sobre la moral combativa y la industria militar soviética: no se tuvo en cuenta que la industrialización forzosa en la URSS fue acompañada de una gran mejora en las vías de comunicación internas del territorio soviético, lo cual no solo permitió a Stalin consolidar su poder en todo el país sino movilizar grandes masas de soldados y concentrarlas oportunamente en los frentes desde 1942. Nótese que se hace referencia a las comunicaciones internas, y no a las de las fronteras o las zonas periféricas, que eran, en general, más escasas o menos desarrolladas, lo que fue otro factor para ralentizar el avance alemán (al contrario de lo que ocurrió en Francia, donde su buen sistema de vías terrestres permitió una rápida penetración del ejército alemán).
  • La falta de flexibilidad en la toma de decisiones cruciales al tomar el mando Hitler personalmente sobre las operaciones: tal decisión resultó errada en tanto Hitler tomaba decisiones a 5.000 km de distancia del frente de batalla, desoyendo frecuentemente a sus asesores más experimentados como Gerd von Rundstedt o Erich von Manstein.
  • La falta de la experiencia en el terreno por parte de Hitler, quien tomaba decisiones militares de carácter técnico sin ser oficial profesional, y descartando el consejo de sus generales más expertos. Stalin también ansiaba mostrarse ante las masas como líder político-militar de la URSS pero en cuestiones tácticas y técnicas daba la iniciativa a oficiales profesionales como Gueorgui Zhúkov o Konstantín Rokosovski.
  • Las informaciones del espía comunista alemán Richard Sorge, establecido en Japón, permitieron a Stalin sacar de la frontera con Mongolia numerosas tropas soviéticas y a su comandante más capaz, el general Gueorgui Zhúkov. Sabiendo gracias a Sorge que Japón trataría de evitar un conflicto simultáneo con la Unión Soviética y con los Estados Unidos, y que el esfuerzo militar japonés se dirigiría hacia el Sur (hacia las Filipinas y las Indias Orientales Neerlandesas pero no hacia Siberia), Stalin pudo movilizar sin temor gran parte de sus unidades de reserva estacionadas en Asia, junto a la frontera china.
  • El «general invierno» de 1941-1942, con temperaturas históricamente extremas que limitaron la capacidad militar y moral del combatiente alemán. A ello se agrega que Hitler no esperaba un conflicto de larga duración contra los soviéticos y que la Wehrmacht no tenía planes, como se menciona anteriormente, de suministrar municiones, combustible y suministros para el invierno, decidiéndose por el armamento debido a la necesidad de mantener constantes los avances. Nótese que las anteriores campañas victoriosas de la Wehrmacht se habían desarrollado siempre en primavera o en otoño del hemisferio norte, pero jamás en invierno hasta 1941. El Ejército Rojo también padeció seriamente por la crudeza del invierno, pero su logística sí había previsto esta posibilidad y su personal estaba adaptado al clima.
  • Los fallos en la logística germana, pues no se previó que los ferrocarriles alemanes tuvieran que ser adaptados al ancho de vía ruso mientras se avanzaba en el frente, lo que era indicio de que tarde o temprano el avance debía detenerse o tornarse lento, lo que ocurrió después de la batalla de Smolensk. El tiempo perdido (de uno a dos meses) permitió a los soviéticos preparar sus defensas de cara a la crucial batalla de Moscú. Tampoco se previó la escasez de carreteras asfaltadas, ya que la mayoría eran de tierra, que con las lluvias se convertían en barrizales (la raspútitsa).
  • Y principalmente la reorganización y con ello la reacción del Ejército Rojo y de la Unión Soviética entera, ante el ejército alemán, en donde el gobierno y la nación completa se vieron comprometidos en la lucha defensiva, llamándose el conflicto como la Gran Guerra Patria, y cuidando de no repetir los errores de la Guerra de Invierno. En esta desesperada defensa nacional, los soviéticos se vieron obligados a crear métodos y mecanismos de defensa nunca antes vistos, como el temido lanzacohetes múltiple Katiusha o Katiushka, el poderoso subfusil automático PPSh-41, el práctico fusil SVT-40, el preciso fusil para francotiradores Mosin-Nagant (si bien es una versión modificada de un fusil de finales del siglo XIX), entre otros[cita requerida]. También se desarrolló la propaganda de inspiración, en donde se publicitaba y se incentivaba el patriotismo, como es el caso de las publicaciones de las proezas realizadas por el famoso francotirador Vasili Záitsev, y los continuos paralelismos que hacía Stalin entre la invasión nazi de 1941 y la invasión napoleónica de 1812, excitando el patriotismo y el nacionalismo de las masas.
Tanques alemanes y soviéticos a lo largo de la guerra[187]
1941 1942 1943 1944 1945
Fuerza de tanques soviéticos 22 600 7 700 20 600 21 100 25 400
Fuerza de tanques alemanes 5 262 4 896 5 648 5 266 6 284
1941 1942 1943 1944 1945 Total
Producción de tanques soviéticos 6 274 24 639 19 959 16 975 4 384 72 231
Producción de tanques alemanes 3 256 4 278 5 966 9 161 1 098 23 759
Relación de producción 1:2 1:5.6 1:3.3 1:1.86 1:4 1:3
1941 1942 1943 1944 1945 Total
Pérdidas de tanques soviéticos 20 500 15 000 22 400 16 900 8 700 83 500
Pérdidas de tanques alemanes 2 758 2 648 6 362 6 434 7 382 25 584
Relación de pérdidas 1:7 1:6 1:4 1:4 1:1.2 1:4.4

Véase también

Notas

  1. Su nombre completo era Ejército Rojo de Obreros y Campesinos (RKKA)
  2. Término geopolítico creado por los propagandistas de la Alemania Nacionalsocialista durante la Segunda Guerra Mundial como base del proyecto de organización política, social y económica, que Alemania quería promover en Europa en la década de 1930 y 1940
  3. «Hasta 1941, Hitler y Stalin habían buscado objetivos no tradicionales utilizando medios tradicionales. Stalin aguardaba el día en que un mundo comunista pudiera ser dirigido desde el Kremlin. Hitler había esbozado en su libro Mein Kampf su demencial visión de un imperio racialmente puro, gobernado por la predominante raza germana. Sería difícil imaginar dos visiones más revolucionarias. Sin embargo, los medios que Hitler y Stalin emplearon hasta culminar en su pacto de 1939 habrían podido tomarse de un tratado del arte de gobernar escrito en el siglo XVIII. En un nivel, el Pacto Nazi-Soviético fue una repetición de los repartos de Polonia efectuados por Federico el Grande, Catalina la Grande y la emperatriz María Teresa en 1772. Con todo, en contraste con estos tres monarcas, Hitler y Stalin eran adversarios ideológicos. Durante un tiempo, su común interés nacional en buscar la caída de Polonia superó sus diferencias ideológicas. Cuando por fin se deshizo su pacto, en 1941, se desencadenó la mayor guerra en tierra de la historia de la humanidad: de hecho, por la voluntad de un solo hombre. No deja de ser una gran ironía que el siglo XX, la época de la voluntad popular y de las fuerzas impersonales, fuese forjado por tan pocos individuos, y que su más grande calamidad habría podido evitarse con la eliminación de un solo hombre».| Kissinger, Diplomacia (1996)
  4. «En Karelia los ataques iniciales del Séptimo Ejército soviético contra las fortificaciones finlandesas de la línea Mannerheim fueron rechazados con grandes pérdidas. De poco sirvió el apoyo de tres brigadas del X Cuerpo Acorazado y cuatro regimientos de artillería. El ataque, llevado a cabo por 180.000 hombres, 900 piezas de artillería y 1.400 vehículos de combate, se realizó aproximadamente contra 133.000 defensores finlandeses angustiosamente cortos de artillería y medios blindados. Su carencia mas crítica era de piezas anticarro, ya que disponían tan solo de 67. Pero antes de ser aplastados, los finlandeses demostraron claramente las deficiencias de la doctrina de guerra acorazada de los soviéticos. [...] Se estima que los soviéticos desplegaron más de 6.000 vehículos de combate en Finlandia durante los tres meses y medio de guerra y que más de 3.500 se perdieron por diversos combates, averías o accidentes. Las fuerzas finlandesas capturaron o destruyeron aproximadamente 1.600 de estos vehículos, aparte de causar, de forma aproximada según los datos y la documentación disponibles, 250.000 bajas, poniendo en relieve las deficiencias del Ejército Rojo».| David Porter, Tanques soviéticos (2012), p.25
  5. Desde el 6 de septiembre de 1991 la ciudad se llama San Petersburgo
  6. Las dos ametralladoras MG 13 de 7,92 mm de que disponía tenían capacidad de giro completo y estaban montadas una al lado de la otra, pero podían dispararse independientemente [...] La elevación máxima era de +18 grados, y la depresión máxima de -12 grados [...] El grosor del blindaje era de 13 mm en todas partes, a prueba de munición de armas portátiles y poco más.| Bryan Perrett, Panzer ligeros (1999)
  7. «El comandante de mi carro era el Unter Officer August Dehler, una persona extraordinaria y un buen soldado. Yo era el cargador y toda la tripulación no cabía en sí de orgullo cuando nos entregaron nuestros Panzer 38 (t) checoslovacos. Nos sentíamos prácticamente invencibles con nuestro cañón de 3,7 cm y las dos ametralladoras checas. Nos entusiasmaba pensar que contábamos con blindaje pero más tarde nos daríamos cuenta de que este servía solo como protección moral pues podía protegernos del fuego procedente de armas ligeras».| Otto Carius, Tigres en el barro, (2012) p.21
  8. Fue una de las víctimas más destacadas de la Gran Purga de fines de la década de 1930. Sus teorías fueron retomadas años después tanto por Zhukov como por Stalin
  9. «El blindaje inclinado del T-34 le hacía prácticamente invulnerable a todas las armas montadas en los vehículos alemanes que no les disparasen a bocajarro, salvo los cañones de 50 mm L/60de los Panzer III. Por su parte, el KV solo debía temer a la artillería media y a las piezas antiaéreas de 88 mm. El KV tenía un impacto psicológico tan enorme que la presencia de un solo carro podía imponer un retraso importante al avance de los alemanes, como ocurrió entre el 23 y 24 de junio, cuando un KV-2 del III Cuerpo Mecanizado cortó la ruta de suministros de la 6ª División Panzer en la cabeza de puente sobre el río Dubissa, en Lituania, durante más de 24 horas».| David Porter, Tanques soviéticos (2012), p.37
  10. Fue uno de los consejeros militares soviéticos enviados por la Unión Soviética para participar entre 1936 y 1937, en la Guerra Civil española apoyando al bando republicano y en España mandó una brigada de tanques soviéticos, participando en la Batalla del Jarama y otros combates, por lo que fue premiado al regresar como Héroe de la Unión Soviética. Después de que sus fuerzas fueran sorprendidas y gravemente derrotadas en la Batalla de Bialystok-Minsk (22 de junio - 3 de julio de 1941) fue acusado de incompetencia militar, y posteriormente ejecutado ese mismo año.
  11. «Durante la noche del 21 de junio, Stalin, en el Kremlin, iba poniéndose cada vez más nervioso. El vicedirector del NKVD acababa de comunicarle que aquel mismo día se habían producido no menos de «treinta y nueve incursiones aéreas sobre la frontera estatal de la URSS». Cuando le hablaron de cierto desertor alemán, un ex comunista que había cruzado las líneas para avisar del ataque, Stalin ordenó inmediatamente que lo fusilaran por ser culpable de desinformación».|Antony Beevor, La Segunda Guerra Mundial (2012)
  12. Partido único del régimen franquista fundado en 1937 y disuelto en 1977. También era conocido como «Movimiento Nacional».
  13. «Incluso antes de la invasión alemana de la Unión Soviética, Serrano Súñer se había comprometido a presionar a Franco a favor de una iniciativa de esta índole. El día antes del asalto alemán, lo reveló en el curso de una comida en el Hotel Ritz de Madrid con el intelectual falangista Dionisio Ridruejo y el vicesecretario de la Falange, el fanático Manuel Mora Figueroa. Consciente de que las hostilidades entre el Tercer Reich y Rusia eran inminentes, les informó de que había decidido enviar un cuerpo expedicionario de voluntarios para pelear contra Rusia en el mismo momento en que la guerra estallase. Mora Figueroa y Ridruejo aplaudieron la idea y expresaron su intención de unirse al cuerpo. Este se materializaría inicialmente en forma de una fuera de 18.000 hombres, conocida por una sugerencia del secretario general de la Falange, José Luis Arrese, como la División Azul por las camisas azules de la falange».| Paul Preston, Franco: caudillo de España, (2015) p. 484
  14. Fue ejecutado por participar en el atentado fallido contra Hitler el 20 de julio de 1944.
  15. En los juicios de Núremberg, Guderian declararía que no transmitió a la tropa la «Orden de los Comisarios» (Der Kommissarbefehl) (Orden Nº 44822) con el objetivo, según sus declaraciones, de mantener la disciplina. Fue declarado inocente de los crímenes de guerra cometidos por el régimen nazi y liberado en 1948.
  16. Al igual que Erich Hoepner, también fue ejecutado por participar en el atentado fallido contra Hitler el 20 de julio de 1944.
  17. Fue relevado del mando en Rusia en julio de 1942 tras comunicar al Duce que las tropas italianas no estaban preparadas para esta lucha, además de hallarse muy escasas de equipamiento y armas.
  18. «El enemigo era cruel e implacable. Pretende apoderarse de nuestras tierras, nuestros cereales y nuestro combustible. Es una cuestión de vida o muerte para nuestro estado. Esto no puede considerarse una guerra normal, porque es muchísimo más que un enfrentamiento entre ejércitos».| Stalin, 3 de julio de 1941
  19. Falleció el 15 de abril de 1943 en el campo de concentración de Sachsenhausen.
  20. «Crimea estaba separada de la tierra continental por el "Mar Pútrido". Este así llamado mar tenía unos pocos cientos de metros de anchura y generalmente era infranqueable. Se trataba de un obstáculo insuperable incluso para botes de asalto debido a la poca profundidad de sus aguas. Tres accesos se adentraban en Crimea: la franja de tierra desde Perekop en el oeste, el cruce ferroviario en Sal'kove en el centro y la estrecha ruta de acceso de Gernichesk en el este. El Istmo de Perekop tenía unos pocos kilómetros de amplitud y lo atravesaba en toda su anchura el "muro tártaro", que tenía quince kilómetros de profundidad en algunos sitios. Estas pronunciadas y a menudo profundas depresiones recibían el nombre de "Balkas". Ofrecían la única cobertura para el batallón. Firme y poderosa al norte del "muro tártaro" se hallaba la vieja ciudad fortificada de Perekop».| Kurt Meyer, Granaderos (2016) p. 149
  21. Hitler diría de los soldados de la División Azul en enero de 1942: «Considerados como tropa, los españoles son una banda de andrajosos. Para ellos el fusil es un instrumento que no debe limpiarse bajo ningún pretexto. Entre los españoles, los centinelas no existen más que en teoría. No ocupan sus puestos, pero si los ocupan es durmiendo. Cuando llegan los rusos, son los indígenas los que tienen que despertarlos. Pero los españoles no han cedido nunca una pulgada de terreno. No tengo idea de seres más impávidos. Apenas se protegen. Desafían a la muerte. Lo que sé es que los nuestros están siempre contentos de tener a los españoles como vecinos de sector. Si se leen los escritos de Goeben sobre los españoles, se advierte que no han cambiado desde hace cien años. Extraordinariamente valientes, duros para las privaciones, pero ferozmente indisciplinados. En ellos, lo lamentable es la diferencia de trato entre los oficiales y la tropa. Los oficiales españoles viven de maravilla, mientras que la tropa ha de contentarse con la más exigua de las miserias».| H. Trevor-Roper, Las conversaciones privadas de Hitler, p. 142,
  22. «La Batalla de Rostov ha sido ganada. El Cuerpo marchó a la ofensiva antes del mediodía del 17 de noviembre con la misión de capturar Rostov y un puente sobre el Don. Para el 20 de noviembre la misión ha sido ejecutada con éxito. [...] ¡Soldados de mi cuerpo! Todos podemos estar orgullosos de este nuevo y exitoso gran desempeño, en el que cada uno de vosotros ha tenido su buena parte. Ni el viento helado, ni el intenso frío, ni la escasa ropa de invierno o equipo ni la noche más oscura y cerrada, ni los carros de combate, cohetes artillería o miles de minas, ni las fortificaciones de campaña [...] ni, menos aún, el soldado del Ejército Rojo, pudieron detener nuestro avance triunfante».|Eberhard von Mackensen, 21 de noviembre de 1941
  23. «La situación es más grave de lo que uno puede imaginarse. Si no ocurre algo pronto, pasarán cosas que las fuerzas armadas alemanas no han experimentado nunca. Cogeré estas órdenes y las archivaré; no las pienso transmitir, ni aunque con ello me arriesgue a un consejo de guerra. Al menos quiero que mi carrera militar tenga un final respetable».|Heinz Guderian, 1941
  24. «¡Soldados del Ejército y de la Waffen-SS, nuestra lucha por la liberación nacional se acerca a su momento álgido! ¡Están a punto de tomarse decisiones de importancia mundial! ¡El Ejército es portador de la responsabilidad primordial de la batalla! ¡Por lo tanto, desde el día de hoy asumo directamente el mando del Ejército! Como soldado que ha luchado en muchas de las grandes batallas mundiales, me siento estrechamente vinculado a vosotros en la voluntad de victoria»|Adolf Hitler, 16 de diciembre
  25. El Ejército Alemán ya no estaba preparado para resistir a una fuerza tan inmensamente superior. El frío extremo, la ropa totalmente inadecuada y las terribles pérdidas, además de la escasez de reemplazos y de equipo, hicieron imposible que se pudiera llevar a cabo operaciones exitosas. ¡Estábamos luchando por nuestras vidas! A mediodía el III Cuerpo Panzer ordenó la evacuación de Rostov y una retirada gradual a la línea defensiva establecida en el río Mius. [...] Yo participé en la retirada con el estado mayor de la división. Estábamos felices de que por fin se hubiera dado la orden de evacuar la ciudad y estrechar el frente. Esa decisión evitó un desastre de primera magnitud. En consecuencia, la orden del Cuartel general del Führer de no evacuar Rostov bajo ningún concepto y de defender las posiciones capturadas hasta el último hombre nos impactó como un rayo caído del cielo. [...] El mariscal de campo von Rundstedt, el general Mackensen y otros se ganaron el agradecimiento de las unidades. Gracias a su decisión habían preservado las vidas de incontables soldados y evitado el colapso del Frente Sur| Kurt Meyer, Granaderos (2016), pp. 189-90
  26. .«Las decisiones de invadir Rusia y declarar la guerra a los Estados Unidos decidieron el resultado de la segunda guerra mundial. Esto no se apreció de forma inmediata, pues las potencias del Eje alcanzaron el cénit de sus éxitos a mediados de 1942 y no perdieron la iniciativa militar hasta 1943. [...] Winston Churchill no se equivocaba cuando afirmó después del episodio de Pearl Harbor que la victoria era segura. [...] Desde los últimos meses de 1942, nadie dudaba del triunfo de la gran alianza contra las potencias del Eje. Los aliados comenzaron ya a pensar cómo administrarían su previsible victoria».| Eric Hobsbawn, Historia del siglo XX, (1999), pp. 49-50

Referencias

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Bibliografía

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