Varón

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Símbolo para el varón.
El paradigma diseñado por Carl Sagan.


Varón u hombre es un ser humano de sexo masculino,[1]​ independientemente de si es niño o adulto. La palabra «varón» en español deriva del latín varo («valiente», «esforzado»),[1]​ muy probablemente relacionada con vir («varón», «héroe») bajo la influencia del germánico baro («hombre libre»).[2][3]

El Día Internacional del Hombre se celebra el 19 de noviembre.

Heracles y su hijo Telefos, ambos varones, Roma.

Biología

Cromosoma Y

Después de la fecundación durante las primeras etapas celulares se define a nivel biologico si es ser futuro será masculino o femenino resutando en este caso que el cromosoma 23 sea tipo XY determiando el desarrollo futuro del infante y del adulto, generando pene y testículos externos y posteriormente desencadenando un proceso hormonal segregando principalemnte testosterona a partir de la adolescencia que creará como consecuencia las caracteristicas sexuales secundarias másculinas.

Hormonas

La testosterona es una hormona androgénica propia del macho en muchas especies, que permite desarrollar los músculos del varón con poco esfuerzo[4]​ y es determinante en parte de su desarrollo físico y de las características sexuales secundarias.

Archivo:Male anatomy number.svg
Esquema del aparato reproductor masculino:
1. Vejiga urinaria 2. Hueso púbico 3. Pene 4. Cuerpo cavernoso 5. Glande 6. Prepucio 7. Abertura de la uretra 8. Colon sigmoideo 9. Recto 10. Vesícula seminal 11. Conducto eyaculador 12. Próstata 13. Glándula de Cowper 14. Ano 15. Vaso deferente 16. Epidídimo 17. Testículo 18. Escroto
Fresco representando un varón desnudo (La creación de Adán, del pintor renacentista Miguel Ángel).

Sexo masculino

El aparato reproductor masculino garantiza que el varón tenga la capacidad de fecundar el óvulo femenino y en ello la transmisión de la información genética por medio de la célula espermatozoidal. Los órganos sexuales primarios del varón son exteriores, a diferencia de los de la mujer que son internos. La andrología es la ciencia que estudia el aparato reproductor masculino.

Caracteres sexuales secundarios

Entre las características secundarias más comunes que empiezan a desarrollarse a partir de la pubertad y la edad viril (y que no necesariamente son siempre así) sin que su ausencia vaya en contra de la identidad masculina, se cuentan las siguientes

Ciclo vital

El jovencito dedica su adolescencia a su preparación para asumir el rol de varón adulto.

Un ser humano del sexo masculino es varón desde el momento en el cual es concebido: el espermatozoide contiene los cromosomas sexuales diferenciados X o Y, mientras la hembra tiene el cromosoma homogamético X. La combinación cromosómica entre el espermatozoide y el óvulo determina el sexo del individuo concebido, lo que da como resultado que un feto pueda ser determinado como “hembra” si la combinación cromosómica es XX y como varón si es XY. La combinación genética XY es más frecuente que la combinación genética XX, mientras que la mortalidad infantil es menor en varones recién nacidos que en niñas.

El varón infante recibe el nombre de “niño” al menos hasta el inicio de su pubertad. También es popular llamarlo “mozo”, palabra que lo determina hasta su primera juventud (aproximadamente hasta los 20 años de edad). Durante este tiempo comienza todo el proceso de desarrollo físico, psicológico y social como “varón” que le permitiría desarrollar un rol determinado por la cultura a su condición humana masculina.

Salud, expectativas de vida y mortalidad

Tanto varones como mujeres son víctimas del mismo tipo de enfermedades que afectan al género humano, pero cada género tiene una tendencia mayor a un determinado tipo. Las enfermedades que más se manifiestan en el varón son el Autismo, el Daltonismo y el Mal de Alzheimer, que ataca principalmente en la edad mayor, pero puede presentarse en varones jóvenes.

Las expectativas de vida masculina, como las femeninas, varían considerablemente de acuerdo al desarrollo de cada sociedad.

En cuanto a la tasa de mortalidad infantil a nivel global, se considera que los varones recién nacidos tienen una mayor esperanza de vida que las niñas.

La desfase entre la población neonata masculina y femenina se equipara durante la adolescencia, tiempo en el cual aumenta en todos los continentes la morbilidad masculina por encima de la femenina debido a la mayor participación de los varones en confrontaciones armadas, guerras o simplemente en el desafío del peligro. Otros riesgos como el consumo de estupefacientes, alcohol, enfermedades de transmisión sexual y violencia urbana, mayor entre los varones que entre las muchachas, reducen la población masculina adolescente en todo el mundo.

Alteraciones biológicas

Modificaciones al cuerpo

La más popular alteración física de la constitución sexual del varón es la circuncisión, una práctica muy antigua y que tiene desde razones religiosas hasta de salud. La circuncisión es una operación que se práctica por lo general al recién nacido con la remoción del prepucio de su pene. Aparte de las razones religiosas que se tienen, la circuncisión ha probado ser un método de prevención contra el cáncer de pene. Pero la circuncisión no es tan restringida a un grupo religioso como muchos piensan. Las estadísticas hablan de que en el mundo por lo menos un 20% de los varones son circuncisos, especialmente en las sociedades judías, América del Norte, las Filipinas, Corea del Sur y los países musulmanes.

La circuncisión también es vista como una forma de ablación genital masculina, entre otras.[5]​ Entre las causas de que la circuncisión no provoque el mismo impacto social que otras formas de mutilación, atendería a razones de proximidad y tradición, al ser algo relativamente común y cercano, esta práctica sería vista como algo no trágico a pesar de que el debate sanitario sobre los beneficios de esta práctica no es concluyente. Aún habiendo hombres damnificados por esta práctica[6]​ se ignora la repercusión negativa de la circuncisión.

Síndromes cromosómicos

XXY

El cromosoma X extra se produce por una alteración biológica, pero involucra características específicas propias la patología, tanto anatómicas como psicoafectivas y sociales. Un cromosoma X extra altera la adecuada conformación de gametas necesarias para formar los espermatozoides.
La trisomía XXY afecta únicamente a los varones. Fue descubierta en 1942 por Klinefelter, Reifenstein y Albright, bajo la supervisión del Dr. Fuller Albright, del Hospital General de Massachusetts en Boston

De acuerdo con los datos del Servicio de Endocrinología y Metabolismo de la Unidad Asistencial Dr. César Milstein de Buenos Aires, en Argentina, el Síndrome de Klinefelter (en adelante, SK) tiene una prevalencia de 0.2%[7]​. Sin embargo, esta condición raramente es diagnosticada en la infancia. Las primeras consultas en relación con el SK suelen aparecer durante la adolescencia, suscitadas fundamentalmente por los primeros atisbos de cambios en el cuerpo que conlleva la pubertad. Hasta no hace mucho tiempo, las y los niños que tenían esta particularidad crecían y se desarrollaban sin ser conscientes de ninguna anomalía y desarrollaban una vida sexual común[8]​. Otro motivo para consultar es la preocupación en torno a problemáticas vinculadas con la infertilidad, a pesar de que en algunos casos se pudo observar que en sujetos donde había bastantes células germinales funcionando normalmente en los testículos, podrían fecundar sin inconvenientes[9]​. En la actualidad muchos agentes de la salud e investigadores científicos de disciplinas conexas fueron dejando en desuso el término "síndrome de Klinefelter", usando en su lugar la descripción de "varones XXY".

XYY

En general no afecta al fenotipo, pero en ocasiones se tiene estatura y extremidades mayores por lo que a veces se le llama sindrome del supermacho.

Evolución histórica, cultura, antropología e historia cultural

Prehistoria

En sociedades de caza y recolección, los varones suministraban la carne mediante la caza de animales.

Antigüedad y Edad Media en el Mediterráneo y Europa

Edad moderna y contemporánea en Europa

Otras regiones


Cultura


“Retrato de varón fuerte”, 1894.

Estereotipos masculinos

La discusión acerca de las diferencias entre varones y mujeres, especialmente en Occidente no es unánime. Psicológicamente, la asociación tradicional de aptitudes y actitudes a un género normalmente se basa en suposiciones consolidadas por el hábito de la observación directa, de la actividad y personalidad de las personas de ambos géneros en el contexto social. Esta asociación se arraiga principalmente en la edad infantil.[10]

Los estereotipos masculinos varían según el nivel cultural de la sociedad, la edad y el momento histórico. Por ejemplo, estudiantes y personas adultas definen de forma diferente lo que se considera masculino. Los estudiantes elaboran unos estereotipos de rol de género más claramente definidos que las personas adultas. Los estereotipos masculinos normalmente está más definido que los estereotipos femeninos.[11]​ No obstante, esta asignación de características es cada vez más alejada de la realidad, por lo que los mismos estereotipos de género van cambiando paulatinamente, conforme al cambio de tareas tradicionalmente asignadas a uno de los dos sexos como, por ejemplo, la incorporación de la mujer al mundo laboral. Así mismo, el incremento de la actividad de las mujeres en los ámbitos deportivos propicia un cambio del estereotipo tradicional masculino.[12]

Las sociedades y culturas orientales o más conservadoras, asumen muchos de esos estereotipos como lo que es o debe ser en el varón, pero la era de la globalización poco a poco los hace entrar en el debate. Entre los "estereotipos" más comunes se pueden enumerar:

Muchos de estos paradigmas tienen fundamento científico, mientras que otros no (aunque la sociedad ha hecho que muchos de estos estereotipos sean realidad como por ejemplo, el saludo de dos mujeres puede ser beso, entre hombre y mujer también, pero entre hombres es raro sin ninguna razón, etc). Por ejemplo, no es sencillo separar los elementos innatos de la biología masculina de aquellos que han sido influenciados por la cultura. En tal caso, la agresividad puede darse tanto en el varón como en la mujer de acuerdo al ambiente en que estos se desenvuelvan. La mayor masa corporal y muscular del varón y las culturas patriarcales contribuyen a acentuar el estereotipo de la agresividad masculina. Los grupos feministas en sus estudios señalan que en la violencia intrafamiliar, el abuso infantil, el maltrato infantil y la violencia contra la mujer, tienen como principal verdugo en la mayoría de los casos al varón tanto de países industrializados como en vías de desarrollo.

Algunos de estos estereotipos se asocian, en ocasiones erróneamente y en ocasiones acertadamente con los niveles de hormonas sexuales masculinas, como la testosterona, o la menor cantidad de hormonas sexuales femeninas, como los estrógenos. En el caso de la agresividad, tradicionalmente relacionada con el nivel de testosterona, algunos estudios indican que dicha relación no corresponde con sus resultados.[17]

Desde su nacimiento se viste a los varones de celeste y se les enseña a creer que productividad, conquista, poder, hiperactividad y penetración son sinónimos de virilidad. De pequeños se les enseña a no llorar, a no ser vulnerables, a no quejarse, a no mostrar sus debilidades ni sus sentimientos y a ser autosuficientes y no pedir ayuda. Se les enseña a confundir acción y agresión con masculinidad, a rendir en los deportes aún a expensas de su propia salud, a exponerse a peligros y a deportes de riesgo. Las consecuencias de la adecuación a este marcado estereotipo social se las puede encontrar en los servicios de terapia intensiva de los hospitales con mayoría masculina, en la población carcelaria, donde la gran mayoría de los reclusos son varones, en las estadísticas de accidentes y en los hechos delictivos que leemos en los diarios.[18]

Educación masculina

El padre constituye para el hijo varón el modelo principal de la masculinidad
Caricatura del cortejo del varón a la mujer.

La educación masculina depende en gran parte de la discusión de los estereotipos masculinos en el grado en que estos sean asumidos por una sociedad. La educación entonces que parte desde el hogar dada al niño, pasa por la formal y se expresa en las relaciones sociales y en la imagen que presentan los medios de comunicación, tiene diversos matices que dependen de la cultura del país, continente o región del mundo.

La primera educación de la sexualidad y socialización del niño parte del hogar. El padre y la madre son los encargados de transmitir la primera información sobre el rol sexual que desempeñará el niño en sociedad. En general, el padre transmitirá al hijo varón las características psicológicas de su sexualidad. En ello entran en juego los paradigmas asumidos y las maneras de ser del varón en la sociedad en la que nació. La manera de vestirse, de llevar el cabello, de hablar, de modular la voz, el tipo de juegos, los juguetes, las exigencias disciplinarias diferenciadas entre el varón y la mujer, la casi ausencia de cosméticos y otros muchos elementos, determinan poco a poco la conciencia propia del ser un varón en sociedad. Llegada la pubertad, el papel del padre adquiere un rol más activo en la educación del hijo varón. En muchas culturas este paso entre el niño y el hombre es celebrado. Entre culturas del orden natural como tribus y clanes, el muchacho debe afrontar un número determinado de desafíos que le permitirán ser respetado en su grupo social como un varón adulto. En antiguas culturas célebres por su formación militar como los griegos (Esparta por ejemplo), China, Japón (los Samurái), los Azteca, los Quechua y los Chibcha, el paso a la edad adulta del muchacho era marcado por su capacidad de prepararse como un guerrero y su aceptación y aprecio social nacían de su coraje demostrado en las luchas, artes marciales y batallas. Pero también la religión tiene un papel del primer orden en la formación masculina del muchacho. La pubertad está marcada por un rito de iniciación que da al muchacho un estatus social y religioso. Por ejemplo, para el Judaísmo este viene representado en el bar mitzvah, celebración que le da al varón adolescente el derecho de leer los libros sagrados en la Asamblea. Para el Cristianismo ese momento viene marcado por la Confirmación.

Pasada la pubertad, el muchacho comienza un camino de desarrollo final hacia la adultez en la cual compite por demostrar la capacidad de su identidad como varón. Los deportes de competencia y fuerza física, por ejemplo, adquieren una enorme importancia, el afán por tener una pareja, el ingreso en un grupo social de adolescentes (la pandilla), la búsqueda de una vocación y otros son la preocupación del muchacho, situaciones no siempre pacíficas. Resta el peligro del consumo de drogas, alcohol, fumar, delincuencia y otros males sociales en el cual el joven ingresa en muchos casos llevado por el ánimo de una búsqueda de su propia identidad e independencia.

El matrimonio

El rol sexual del varón adquiere su máxima plenitud en el matrimonio como marido y como padre. El rol masculino ha tenido una diversidad de influencias a lo largo de la historia. La Revolución industrial, la Revolución Femenina y otros momentos, han tenido sus consecuencias en la figura del padre y marido. Obviamente partimos de una lectura de Occidente, porque en otras culturas no occidentales, este papel puede estar marcado por una concepción más tradicionalista como la llamada Familia patriarcal en la cual la figura paterna es el centro de toda autoridad. En India y otros sitios de la tierra, se practica la dote en la cual el padre de la hija paga una cierta cantidad al padre del hijo varón. Dicha práctica trae como desventaja principal un cierto desdén en la concepción de las niñas, las cuales son vistas más como una carga y abre las puertas al infanticidio femenino. En otros países en cambio, como Camboya, la tradición es al contrario, es el padre del hijo varón quien da la dote al padre de la hija. Pero en ambos casos, la libertad de ambos jóvenes se ve restringida en la escogencia del cónyuge, la cual es decisión de sus padres. Casos similares se presentan entre las culturas musulmanas, muchas de las cuales todavía practican la poligamia, es decir, el varón puede casarse con varias mujeres como solución a la escasez de hombres que morían en la guerra.

Orientación sexual

No siempre la heterosexualidad en el varón fue vista como la única opción. De hecho, en sociedades antiguas la atracción hacia otros varones y la actividad sexual con ellos era considerada tan normal como la expresada hacia las mujeres,[cita requerida] y esta característica predomina en la cultura grecorromana. La milicia utilizó este tipo de relaciones para unir a los guerreros con fines de autoprotección y compañerismo, mientras que ciertos autores griegos y latinos dan por hecho que todos los hombres sienten deseo homosexual en algún momento.[cita requerida]

Galería

Véase también

Referencias

  1. a b Real Academia Española. «varón». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). 
  2. Moliner, María (2006). Diccionario de uso del español II (2ª edición). Madrid: Gredos. ISBN 84-249-1975-0. «varón (de «barón» con influencia del lat. «vir»)». 
  3. Moliner, María (2006). Diccionario de uso del español I (2ª edición). Madrid: Gredos. ISBN 84-249-1975-0. «barón, -esa (del germ. «baro» hombre libre)». 
  4. Gabriela Gottau (29 de octubre de 2008). «Diferencias entre hombres y mujeres que influyen en el entrenamiento». Vitónica.com. Consultado el 3 de agosto de 2012. «las mujeres tienen menores posibilidades de desarrollar igual fuerza y tamaño muscular que los varones, aun cuando se ejercitan de la misma forma.» 
  5. Earp, Brian (18 de enero de 2014). Female genital mutilation (FGM) and male circumcision: Should there be a separate ethical discourse?. Consultado el 15 de marzo de 2018. 
  6. «A preliminary poll of men circumcised in infancy or childhood». 
  7. «Pacenza, N., Pasqualini, T., Gottlieb, S., Knoblovits, P., Costanzo, P., Stewart Usher, J., Rey R., Martínez M. & Aszpis, S. (2010). Síndrome de Klinefelter en las distintas edades: experiencia multicéntrica. Revista argentina de endocrinología y metabolismo, 47(4), 29-39.». 
  8. «Aszpis, S.; Gottlieb, Silvia; Knoblovits, P.; Pacenza, N.; Pasqualini, T.; Rey, R. & Stewart Usher, J. (2006). Síndrome de Klinefelter: Viejos y nuevos conceptos. Revista Argentina de Endocrinología y Metabolismo, 43: 22-39.». 
  9. «Nielsen, J. & Wohlert, M. (1990). Sex chromosome abnormalities found among 34.910 newborn children: results from a 13-year incidence study in Arhus, Denmark. Birth Defects Orig Artic Ser 26: 209-223.». 
  10. Baroja, P. (2005) No apto para menores
  11. Carrasco Galán, M. J. (1996)Análisis de la construcción cultural de los varones y mujeres. Su implicación en los trastornos depresivos
  12. Vázquez Gómez, B. (2005) Seminario permanente “Mujer y Deporte”
  13. Muñoz Reyes, Jose Antonio. «Conducta agresiva de adolescentes como un mecanismo de competición intrasexual dentro del mercado biológico de la elección de pareja». Universidad Autónoma de Madrid. 
  14. La mayor competitividad de los hombres El Mundo, España. Publicado el 2001-03-03
  15. Maffia, Diana (2004)Contra las dicotomías: feniminsmo y epistemología crítica Archivado el 13 de agosto de 2004 en Wayback Machine. Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género. Universidad de Buenos Aires. Argentina. Con acceso el 2007-11-14.
  16. Acevedo Álvarez, María del Pilar et al. (2002) Violencia de género. Sugerencias para la intervención en escuelas secundarias Instituto Nacional de Psiquiatría "Ramón de la Fuente Muñiz". Universidad de México. México. Con acceso el 2007-11-14.
  17. El mito de la testosterona El Mundo, España. Publicado el 1995-06-22.
  18. Norberto, Inda (1992). «Género masculino, número singular, pág. 212». Género, psicoanálisis y subjetividad. Buenos Aires, Paidós. ISBN 950-12-4192-0. 

Bibliografía

Enlaces externos