Palacio Nacional (México)

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Palacio Nacional

Palacio Nacional
Localización
País México
Ubicación Ciudad de México, México México
Coordenadas 19°25′57″N 99°07′52″O / 19.4325, -99.13111{{#coordinates:}}: no puede tener más de una etiqueta principal por página
Información general
Nombres anteriores Casas Nuevas de Cortés
Usos Palacio
Estilo Barroco
Inicio 1522
Finalización 1526
Construcción 1522
Propietario Gobierno Federal de México.
Ocupante presidente de México
Detalles técnicos
Material cantera

El Palacio Nacional, ubicado en la Ciudad de México, es la sede del Poder Ejecutivo Federal de México. Su construcción se inició en 1522 como segunda residencia privada de Hernán Cortés sobre parte del palacio del huey tlatoani Moctezuma Xocoyotzin. Luego fue adquirido por la corona y destinado como sede del Virrey de la Nueva España. Durante aquél periodo sufrió un gran incendio y fue semidemolido en 1692 para ser posteriormente reconstruido por las autoridades virreinales. Consumada la Independencia de México fue sede de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de los diferentes regímenes republicanos y monárquicos del país, siendo en la década de 1930 su última gran remodelación.

Construido sobre 40.000 m2, se encuentra ubicado al oriente de la Plaza de la Constitución en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en la Delegación Cuauhtémoc del Distrito Federal.

Historia

Siglo XVI

Durante la primera Conquista de México de 1519 a 1520, las fuerzas de Hernán Cortés pusieron sitio a Tenochtitlan y en su avance destruyeron las Casas Nuevas de Moctezuma, como la mayor parte de la ciudad. Derrotados los tenochcas, Hernán Cortés se apropió de ella, junto con el Palacio de Axayacatl o Casas Viejas de Moctezuma, donde se hospedó de 1519 a 1520 durante la primera etapa de la Conquista, y en enero de 1522 comenzó la reconstrucción de la ciudad de Tenochtitlan, que desde entonces se conoce como México.[1]

La nueva ciudad reconstruida se hizo habitable a partir de 1524, bajo una nueva traza de corte europeo, la cual incluía una plaza central y casas para los conquistadores indígenas y españoles. Las de estos últimos, con una marcada forma de fortaleza. Hernán Cortés como principal conquistador toma el predio del Palacio de Axayacatl ubicado en el lugar que hoy ocupa la casa matriz del Nacional Monte de Piedad y que para la época se encontraba dando frente a la plaza del Empedradillo y a la antigua construcción de la Catedral, en este estableció su primera residencia en la ciudad, por lo que se le conoció como Casas Viejas de Cortés. Más tarde, la Real Audiencia y el primer virrey Antonio de Mendoza la tomaron como casa de gobierno.

Cortés, al verse impedido de utilizar su residencia utilizada por el gobierno novohispano, inició la construcción de un nuevo palacio para su uso personal en los terrenos que antes habían ocupado las Casas Nuevas de Moctezuma; residencia que conformó parte de su Marquesado del Valle de Oaxaca, ratificado por cédula real del emperador Carlos V en 1529. Para la obra usó la mano de obra y materiales que tenía en su marquesado, sobre todo de los pueblos dependientes de Coyoacán, como Tacubaya (para piedras y arena), Cuajimalpa (para madera), etc.[1]

En los años inmediatos a la conquista, la Plaza Mayor de la ciudad de México mostraba en su lado oriental la nueva gran propiedad de Hernán Cortés; hacia el sur, las construcciones que albergaban las casas del Cabildo, la cárcel del ayuntamiento y la carnicería; hacia el poniente se levantaban las Casas Viejas de Cortés, rentadas para albergar a la Real Audiencia y al virrey. En el lado norte se encontraba un modesto nuevo templo religioso y las ruinas del Templo Mayor mexica que con el tiempo dejarían su lugar a la grandiosa catedral.

Al crecer la burocracia del gobierno virreinal, se hizo necesario contar con una sede propia para albergar las instituciones de la Nueva España y con el fin de dejar de pagarle renta a Cortés y a sus herederos. Tras 41 años de litigios sobre rentas y prerrogativas de los Cortés es como el 19 de enero de 1562, el segundo virrey Luis de Velasco y Martín Cortés, hijo del conquistador, acuerdan la venta del palacio del conquistador ubicado al costado oriente de la Plaza Mayor de la ciudad, en 264 mil reales (equivalente a 33 mil pesos de aquella época), por lo que devuelven a la familia de Cortes el palacio frente a la catedral. Ocho meses después, las Casas Nuevas de Cortés se convierten en la sede del poder virreinal, que por lo mismo reciben desde entonces el nombre de Palacio Virreinal.[1]

La construcción de ese entonces colindaban al norte con una especie de plaza, la cual terminaba en la actual calle de Moneda que tenía un canal y daba frente al palacio del Arzobispado, al oriente con otro terreno baldío que debió de servir como patio, huerta y ruta de escape para las Ataranzas (puerto de las embarcaciones que navegaban rumbo a Texcoco), al sur con la acequia Real (actualmente la calle de Corregidora), que cruzándola contaba con un terreno en el cual se ponía un mercado que después se conocería como la Plaza del Volador, y al poniente con la Plaza Mayor y el mercado del Parian.

En los terrenos al sur de la acequia Real, además de la Plaza del Volador, se instalaría una de las sedes de la Real Universidad de México. En los terrenos del mercado del Volador dio paso en el siglo XX al actual Palacio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

El edificio fue adaptado en 1563 para albergar al gobierno, siendo el segundo virrey Luis de Velasco y Castilla el primero en residir en él en el piso superior del palacio, junto con la Real Audiencia, mientras tenía abajo la cárcel de la Corte Real (la cual fue quemada en 1659) y una serie de bodegas donde los comerciantes podían ser vigilados.[1]

Siglo XVII

Con el paso de los años se construyeron nuevos edificios en el costado sur oriental, construcciones que no alteraron el extenso jardín ni las huertas que tenía. Hacia finales del siglo, el entonces llamado Palacio de los Virreyes, concebido para la defensa, tenía el aspecto de una fortaleza, con dos torres en las esquinas protegidas por artillería, con pocas ventanas y con troneras para la fusilería, ". Este palacio era mucho más pequeño que el actual, con solo dos patios y dos alturas; tenía solo tres puertas, dos daban a la Plaza Mayor y una a la calle de las huertas.[1]

Durante el gobierno del virrey fray García Guerra, entre los años 1611 y 1612, se construyó una plaza de toros, en la parte oriental del palacio, que resultó destruida por un terremoto.[2]

El 8 de junio de 1692, una terrible hambruna propició el motín de unos ocho mil indígenas en la ciudad de México, que se reunieron en la Plaza Mayor para exigir comida. Al no ser atendidos, decidieron prender fuego al palacio del Ayuntamiento y al Palacio Virreinal. Las llamas devoraron cada uno de los salones, estancias y oficinas del Palacio; durante el motín el erudito Carlos de Sigüenza y Góngora intentó salvar muchos de los archivos coloniales que se guardaban en ambos edificios. Al amanecer el día posterior al motín el estado del Palacio era desolador. Muchas áreas de la sólida construcción quedaron hechas cenizas, siendo la zona más devastada la que rodea el Patio de Honor.[1]

Siglo XVIII

Antes del incendio, y posteriormente, se cuenta que el Palacio Virreinal tenía un estado tal que recordaba un muladar. En su interior había cuartos de habitación de puesteros de la plaza, bodegas para guardar frutas y otros comestibles, fonda y vinatería que se llamaba la Botillería, panadería con amasijos, pulquerias, zonas de juego de naipes público y juego de boliche, donde incluso se podía terminar la parranda por la mañana. Todo esto causaban montones de basura que se acumulaban en el interior del Palacio.[1]

El Palacio quedó en ruinas varios años, pero en 1711 se reinicia la reconstrucción, manteniendo la composición básica original de dos patios y dos pisos, pero con acabados más moderno tipo Barroco y dejando de lado mucho de su aspecto de fortaleza. Las obras se enfrentaron a la continua falta de presupuesto, que llegaron a costar 195.500 pesos, razón por la cual el Palacio se mantuvo en obras continuas casi todo el siglo XVIII. En esta época también se construía el nuevo edificio de la Catedral, con el frente a la Plaza Mayor. El Palacio se amplia hacia el norte, hasta llegar a la calle de Moneda, con patios más pequeños y habitaciones para el virrey, con una pequeña puerta que da directo a la cárcel de Palacio.[1]

Con la llegada del virrey Juan Vicente de Güemes II, Conde de Revillagigedo, que se inicia la limpieza y dignificación del palacio y la Plaza Mayor, en 1789 se emite el primer reordenamiento del comercio ambulante e higiene, que desalojó a los comerciantes del Palacio, la Plaza Mayor y las calles de la ciudad de México, aún que con su sucesor en el cargo la situación volvió a lo que solía, pero fuera de Palacio.[1]

Durante esa época solo la Capilla Real, construida en la parte oriental, se mantuvo a salvo; esta tenía pintado el martirio de Santa Margarita por la mano del sevillano Alonso Vázquez. Al sur de la capilla; y tras los edificios de la Casa de Moneda (hoy Museo Nacional de las Culturas) se realizó el Jardín Botánico, que servía de paseo a los habitantes del Palacio.[1]

Frente del Palacio Nacional.

Siglo XIX

Recinto parlamentario al interior de Palacio; sede del congreso hasta 1872
Campana original usada por Miguel Hidalgo la madrugada del 16 de septiembre, en el llamado Grito de Dolores, fue trasladada desde Dolores Hidalgo por orden del Presidente Porfirio Díaz

El 27 de septiembre de 1821, después de un desfile por parte del ejército Trigarante, desde el Palacio del Ex Arzobispado, en Tacubaya, Juan O'Donojú entrega el gobierno virreinal a Agustín de Iturbide. Al día siguiente, el 28, se instaló en su interior la Junta Provisional Gubernativa, presidida por Iturbide, que emitió el Acta de Independencia del Imperio Mexicano que quedó en espera de que el rey español Fernando VII reclamara para si el trono de México, según el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba, y el el Palacio pasa a ser llamado Palacio Imperial. Fernando VII rechazó la independencia de la Nueva España y por ende el trono mexicano y el Congreso Imperial proclamó a Iturbide como emperador, aunque Agustín I continuó viviendo en el palacio de los condes de San Mateo de Valparaíso (actualmente el Museo Palacio Cultural Banamex, también conocido como Palacio de Iturbide).[1]

Tras la caída de Iturbide en 1823, en el templo de San Pedro y San Pablo (actualmente el Museo de la Luz de la UNAM) se llevan a cabo las secciones del Congreso Constituyente, que firma el Acta Constitutiva de la Federación Mexicana y,posteriormente, la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1824. Fundada la República, el Congreso decretó que todos los lugares que en su nombre llevaran los términos de "Imperial" serían sustituidos por el de "Nacional".[3]​ y por ello, el palacio adopta desde entonces el nombre de Palacio Nacional. Se remodela para dar cabida a los tres poderes federales que se formaron en la nueva república: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.[1]

Para entonces, la construcción del Palacio cubría ya toda la fachada poniente que daba a la Plaza Mayor. La mitad sur seguiría ocupada por el Mercado del Parian durante los primeros 40 años de la vida independiente del país.

Los posteriores golpes de estado y revueltas afectaron en menor o mayor medida al Palacio Nacional y las obras de reconstrucción y adecuación fueron continuas durante el siglo XIX y por causa de los movimientos políticos y simples accidentes, se fueron perdiendo obras artísticas de la época colonial, ocupación indebida de espacios, anulación de la pequeña puerta que conectaba con la cárcel en 1831 para mejorar la seguridad de las habitaciones presidenciales,[1]​ pero sobre todo, la edificación del Recinto Parlamentario, creado para albergar la Cámara de Diputados que habría de incendiarse en 1872.[4]

A raíz de la guerra de 1847 entre México y los Estados Unidos, luego de la toma del último reducto que protegía la ciudad en el Castillo de Chapultepec, el 14 de septiembre de 1847, el ejército estadounidense entra en la plaza principal de la ciudad de México. El ejército estadounidense izó su bandera en el Palacio Nacional, en señal de victoria, aunque por instrucciones del General Winfield Scott se respetan las instalaciones. De esta manera, el 16 de septiembre de 1847 en que se celebraría la independencia de México, los estadounidenses concretaban la ocupación del país. La ocupación del ejército de Estados Unidos terminaría tras la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo el año de 1848 por el que se perdía más de la mitad del territorio mexicano. La desocupación del Palacio Nacional se realizó hasta el 28 de junio de 1848. Al día siguiente se izó de nuevo la bandera nacional mexicana en una ceremonia.[1]

Entre las nuevas modificaciones del Palacio Nacional posteriores a la Guerra contra los Estados Unidos, está la construcción de la puerta frontal en la parte norte de la fachada, por órden del presidente Mariano Arista en 1852, por lo que esa puerta recibe el nombre Mariana en su honor; teniendo con ello desde entonces las tres puertas con que el Palacio da al Zócalo. El día 5 de febrero de 1857 en el recinto legislativo de Palacio se jura frente a un crucifijo la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1857, que de corte liberal.

Durante la Guerra de los Tres Años o Guerra de Reforma de 1857 a 1861, el gobierno del país se divide en dos. Por un lado, desde el Palacio Nacional, se mantienen los presidentes del gobierno conservador. Por otro, el presidente Benito Juárez instala su gobierno federal en el puerto de Veracruz de donde ingresará a la Ciudad de México hasta enero de 1861.

Durante la Guerra de Intervención Francesa, Benito Juárez se ve obligado a dejar la capital y el 31 de mayo de 1863 deja Palacio Nacional, quien simbólicamente cierra la puerta central.[1]​ En junio de 1863 el ejército francés ocupa el Palacio Nacional y por breve tiempo de 1863 a 1867, nuevamente se le llamará Palacio Imperial, durante el Segundo Imperio Mexicano de Maximiliano de Habsburgo, aunque no lo usó como residencia, ya que en 1863 el emperador cambió su residencia al Castillo de Chapultepec, dejando al Palacio como un edificio puramente administrativo y de protocolo, no obstante lo anterior, ordenó diversas obras en su interior para que adquiriera un toque majestuoso y dejar atrás algo del estilo sobrio que le caracterizaba.

Derrotado el imperio de Maximiliano, el 15 de julio de 1867 el presidente Benito Juárez regresa a la Ciudad de México y abre simbólicamente las puertas centrales de Palacio Nacional y preside desde el palco central el desfile triunfal.[1]

Pocos años luego con el bronce de varios cañones capturados al conservador Miguel Miramón en Calpulalpan y con el de obuses que sirvieron para la defensa de Puebla durante el sitio de 1863 se crea la estatua sedente del presidente Juárez que se encuentra entre el primer y segundo Patios Marianos.

Ya durante el gobierno del presidente Porfirio Díaz son realizadas varias obras de infraestructura y adecuación del Palacio, una de ellas es la creación de una puerta especial para el acceso directo a las oficinas del ejecutivo en el costado surponiente, la instalación de la primera línea de potencia eléctrica, la instalación del primer elevador de la ciudad de México en las áreas de oficinas del presidente y que aún hoy sigue en uso exclusivo del jefe del ejecutivo federal.

El 14 de septiembre de 1886 se lleva a cabo con una ceremonia oficial la instalación de la campana original del templo de Dolores Hidalgo en Guanajuato, la cual es transportada con honores militares esta llamada Campana de Dolores se ubica en sobre el balcón central de palacio que da al Zócalo, en un nicho que es especialmente construido, por lo que se demuele el original copetón del centro, es a partir de entonces que se usa para celebrar el aniversario del Grito de Dolores.[1]

Siglo XX

Interior del Palacio Nacional (Claustro).
Balcón central de Palacio Nacional, desde el cual, el Presidente de México encabeza las Ceremonias del Grito de independencia el 15 de septiembre y el Desfile militar del 16 de septiembre

El último presidente que usó el Palacio Nacional como residencia fue Porfirio Díaz, quien terminó de rehabilitar el Castillo de Chapultepec para usarlo como residencia, siguiendo los pasos de Maximiliano y Lerdo de Tejada. Aunque continuó siendo la sede del Poder Ejecutivo, albergando las oficinas principales de las secretarias de Guerra y Marina, de Gobernación y Hacienda siendo esta última la única que queda a la fecha dentro de Palacio; Además de la comandancia de la Primera Zona Militar.[1]

Para las fiestas del Centenario de la Independencia, Díaz ordenó en 1901 la rehabilitación casi total del palacio, salvo por el Salón de Recepciones, pero el estado actual del resto de las áreas protocolarias del Palacio Nacional son de esta época. Destacan de estos trabajos los plafones de algunos salones, el Salón Panamericano y la colocación de otro elevador en el área de Hacienda. Es así como durante 1910 se llevan a cabo diferentes ceremonias en Palacio, siendo de estas la más vistosa y última la "Apoteosis de los Héroes" el 6 de octubre en el Patio Central, para lo cual se construyo con madera y otros materiales varios monumentos alegóricos, siendo el principal un catafalco ubicado en el centro del Patio Central el cual se techo totalmente.

Es así como durante la Revolución Mexicana y principalmente durante la Decena Trágica, que el Palacio Nacional recibe los daños de la guerra, teniendo el daño más fuerte en la zona de oficinas de la presidencia al sur del palacio.

En 1926 se inauguró el Salón de la Tesorería (en el espacio que ocupaba la Tesorería desde 1891). Pero no fue sino hasta 1929 en que se volvió a realizar una reforma profunda al edificio, cuando el presidente Plutarco Elías Calles mandó construir la galería o tercer nivel de toda la construcción, así como sustituir la piedra blanca de la fachada por el actual tezontle rojizo que lo caracteriza y cambiar muchas de las características que hasta entonces lo distinguían, como eran las estatuas de ángeles sobre las puertas laterales del frente. Entre 1930 y 1951 es cuando se realizan las pinturas murales de Diego Rivera en la Escalera de la Emperatriz y en el corredor del segundo piso del Patio Central.

En 1945, el presidente Manuel Ávila Camacho ordenó la creación de las Galerías de los Presidentes y de los Insurgentes, que se ubican en el segundo nivel de los patios que dan al Patio de Honor en la zona de presidencia.

Al inicio de la segunda mitad del siglo XX, surgió un desprecio y descuido por la herencia colonial en el centro de la ciudad de México se realizaron obras que contrastaban burdamente con los edificios virreinales. Así por ejemplo edificios tan antiguos como el Hospital de Jesús fueron desfigurados con áreas modernas. El Palacio Nacional no se quedó exento de estas ideas y en la década de 1960, en la parte oriente del antiguo huerto, fueron construidos los edificios Landa para albergar más oficinas de la Presidencia, la Primera Zona Militar y de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, con una arquitectura que en nada armonizaba con el entorno del lugar.

Contrario a lo anterior en 1972, se rehabilitó el Recinto Parlamentario con base a litografías y descripciones del siglo XIX, reinaugurándose con una sección especial del Congreso de la Unión el 18 de julio,[5]​ por estos años también se habilitaron otros salones con ideas vanguardistas que contrastaban con el origen colonial del edificio, como lo fue el vestíbulo del Recinto Parlamentario, entre otros.[6]

Después del seísmo del 19 de septiembre de 1985 que sacudió la capital de la República, se desocuparon los edificios Landa (que resultaron dañados por los terremotos), junto con otros espacios. Además se tornó preocupante el asentamiento del edificio, principalmente porque comenzó a ser de manera altamente irregular y acelerado. Con lo cual se iniciaron trabajos de rescate del inmueble, no para remodelarlo, sino para evitar su colapso. Principalmente se atacaron problemas de cimentación.

Otra intervención se realizó entre 1999-2000 por órdenes del presidente Ernesto Zedillo, que en estos trabajos incluyó la remodelación de la capilla, la demolición de los edificios Landa y otros más antiguos con el fin de recuperar 14 mil metros cuadrados, la idea fue habilitar espacios para la instalación de salas destinadas a exposiciones museográficas permanentes, por lo que ahora cuenta con un museo que alberga entre otros copias del Acta de Independencia, el Tratado de Córdoba, entre otros, en los trabajos de restauración se tomó darles un estilo más apegados al siglo XIX a los salones habilitados como vanguardistas en las décadas pasadas, se estableció el jardín botánico en remembranza del jardín botánico de Moctezuma y el Jardín de la Emperatriz, el primero se hallaba originalmente donde hoy esta la Torre Latinoamericana, el segundo ocupó parte del huerto de Palacio.

Además el presidente Ernesto Zedillo es quien emite un reglamento para el uso del palacio determinando la creación de la Conservaduría del Palacio Nacional, compuesta por miembros de diferentes ramas del gobierno federal, lo que limita la preeminencia que había tenido el ejecutivo en la administración del inmueble a través del Estado Mayor Presidencial, por lo que la seguridad del inmueble se divide entre la Secretaria de Hacienda (quienes controlan la zona abierta al público en general), la Secretaria de la Defensa Nacional quienes controlan los edificios del oriente que dan a la calle de Correo Mayor pertenecientes entonces a la Primera Zona Militar y la Presidencia de la República quienes a través del Estado Mayor Presidencial controlan el Patio de Honor y la zona de oficinas del presidente.[7][8]

Siglo XXI

Jardín de Palacio Nacional.

Durante la administración del presidente Vicente Fox se da el primer intento en serio de abandonar el edificio por parte de la presidencia, por lo que el entonces Secretario de Hacienda y Crédito Público Francisco Gil Díaz toma áreas administradas por Hacienda como oficinas, desalojando las muestras museográficas, aunque muda muchas de sus actividades al edificio de Av. Constituyentes 1001. la idea era convertir las áreas de Presidencia a un museo de sitio, pero la presión de varios sectores sociales obligó a abandonar la idea.[9]​ Aunque se terminaron los trabajos de remodelación del vestíbulo del Recinto Parlamentario, se abrió el archivo de Francisco I. Madero.[10]

En noviembre de 2006 se inauguran los nuevos edificios que dan a la calle de Correo Mayor, que sustituyen a los edificios Landa, estos son destinados a oficinas y cuartel perteneciente a la Primera Zona Militar, que son compartidos por el Estado Mayor Presidencial ya que permiten contar por primera vez, contar con un estacionamiento para funcionarios y visitantes especiales, a este edificio se le cuidaron sus fachadas para mantener la armonía arquitectónica con el resto del conjunto.[9]

Con motivo de los festejos del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana, el presidente Felipe Calderón Hinojosa autorizó el remozamiento del Palacio y de la Casa de Moneda (actualmente Museo Nacional de las Culturas), con el fin de integrarlos en un solo conjunto que cubre toda la manzana. Los trabajos son principalmente en la fachada y su acera principal, trabajos de cimentación con la inyección de lodos con Bentonita.

Felipe Calderón Hinojosa, encabezando el grito de Independencia del Bicentenario de la Independencia Mexicana 2010.

Destaca de entre los festejos del Bicentenario de la Independencia, el rescate de muchas de las áreas destinadas para museografía que habían sido invadidas por la Secretaría de Hacienda, junto con otros espacios, integradas en la Galería Nacional inaugurada el 5 de septiembre de 2010 por el presidente Calderón con la exposición México 200 años: La patria en construcción[11]​ (abierta al público a partir del 19 de septiembre). En esta exposición destaca la exhibición de once urnas con los restos de los catorce héroes que reposan en la Columna de la Independencia: Miguel Hidalgo y Costilla, Ignacio Allende, Juan Aldama, Mariano Jiménez, Nicolás Bravo, Vicente Guerrero, Mariano Matamoros, Francisco Xavier Mina, José María Morelos y Pavón, Andrés Quintana Roo, Leona Vicario, Guadalupe Victoria, Pedro Moreno y Víctor Rosales; los cuales fueron exhumados del Monumento de la Independencia el 30 de mayo y llevados para su estudio al Castillo de Chapultepec y recibidos con honores en Palacio Nacional el 16 de agosto, los cuales estuvieron en exhibición hasta el 30 de julio de 2011, exactamente al cumplirse el bicentenario de la ejecución de Miguel Hidalgo, en el que regresaron a la Columna de la Independencia y en que se terminó la exposición.[12]​ Asimismo, en la exposición México 200 años se exhibieron documentos como el Acta de Independencia, los Sentimientos de la Nación; así como banderas, muebles y artículos de gran valor histórico.[11]

El Palacio hoy

Fuente en el patio de Palacio Nacional.
Salon de la Tesorería, ubicado en la planta baja. Hoy usado para reuniones plenarias de autoridades federales y estatales

El Palacio continúa siendo la sede oficial del Poder Ejecutivo, aunque ya no es la residencia oficial del Presidente (trasladada a Los Pinos en el área del Bosque de Chapultepec). Sin embargo, aquí se realizan importantes actos protocolarios del Presidente, como jefe de estado: celebración del Grito de Dolores, desfiles militares conmemorativos de la Independencia y de la Revolución Mexicana, mensajes del Presidente con motivo de sus informes de gobierno, recepción de Jefes de Estado y de gobierno extranjeros, recepción de credenciales del cuerpo diplomático acreditado en el país, entre otros eventos.

Este alberga las siguientes instalaciones y recintos:

Áreas de Presidencia

Administradas por la Presidencia de la República y por el Estado Mayor Presidencial que no tienen acceso al público en general:[1]

  • Despacho Presidencial
  • Salón de Recepciones (que cuenta con el Balcón Central)
  • Salón de Embajadores
  • Salón Morado
  • Salón Verde
  • Salón Azul
  • Salón Juárez
  • Salón de Acuerdos
  • Salón Morisco
  • Galería de los Presidentes (Corredor Norte)
  • Galería de los Presidentes (Corredor Oriente)
  • Galería de los Presidentes (Corredor Sur)
  • Galería de los Insurgentes (Corredor Poniente)
  • Comedor Presidencial
  • Antecomedor Presidencial
  • Biblioteca Presidencial
  • Biblioteca
  • Oficinas de la Presidencia
  • Escalera de Honor
  • Patio de Honor.

Áreas militares

Administradas por la Secretaría de la Defensa Nacional:

  • Instalaciones de la Primera Zona Militar.
  • Jardín Botánico de Zona Tropical
  • Jardín Botánico de Zona Árida

Áreas de Hacienda

Administradas por la Secretaria de Hacienda y Crédito Público, que no tienen acceso al público general[1]

  • Despacho del Secretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
  • Sala de Juntas
  • Salón Verde
  • Salón Café
  • Salón Panamericano
  • Salón de los Escudos
  • Salón de los Retratos
  • Salón Guillermo Prieto (antes Salón de la Tesorería o Tesorería)
  • Pasillo de Cajas con dos Bóvedas de Seguridad
  • Escalinata de la Emperatriz
  • Oficinas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (varios edificios)
  • Colección Acervo Patrimonial de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público

Administradas por la Secretaria de Hacienda y Crédito Público, con acceso al público en general:[1]

  • Recinto de Homenaje a Don Benito Juárez (Museo de sitio con 7 salas)
  • Salón de Homenajes del Recinto Homenaje a Don Benito Juárez
  • Recinto Parlamentario (antigua Cámara de Diputados)
  • Vestíbulo del Recinto Parlamentario
  • Galería Nacional (inaugurada el 5 sep. 2010)
  • Biblioteca Fondo Histórico de Hacienda (Antigua Sala de Fundición de Casa de Moneda o Capilla)
  • Biblioteca y Archivo de Francisco I. Madero.
  • Escalinata principal (que cuenta con los murales de Diego Rivera)
  • Patio Central
  • Patios Marianos
  • Ventanas Arqueológicas prehispánicas y novohispanas
Mural de Diego Rivera.

Fuente del Pegaso

La fuente ubicada al centro de Patio Central es una réplica de la original que existió hace más de 300 años en ése mismo sitio, esta tiene en parte superior una representación de un Pegaso, cuyo simbolismo se apega al mito griego de Perseo donde al matar a Medusa nace Pegaso que representa tres virtudes: el valor, la prudencia y la inteligencia ya que Perseo al decidirse a enfrentar a la Medusa fue valiente, al decidir no mirarla de frente fue prudente y al hacerlo a través del reflejo en su escudo fue inteligente. Se considera que estas tres virtudes deben formar parte del carácter de quien ocupe este palacio para gobernar al país.

Murales

Entre 1929 y 1951, el muralista Diego Rivera realizó cinco murales en la segunda planta en el tejado central, y el espacio de la escalera principal. Los cuales fueron restaurados durante el año 2009, con motivo de los festejos del Bicentenario de la Independencia Mexicana.[13]

Los murales de Palacio Nacional fueron pintados por el artista mexicano Diego Rivera, los cuales fueron realizados entre los años de 1929 y 1951, las obras narran con una extraordinaria síntesis e iconografía periodos significativos de la historia de México, ahí están representados el México precolombino y el México de la tercera década del siglo XX, sin omitir los periodos de la Conquista, el Porfiriato y la Revolución Mexicana. La composición y el modo de relatar los hechos históricos es muy parecida a las técnicas que utilizaron los antiguos mexicanos en sus pinturas y códices.

Aunque a un inicio estas obras tenían un fin educativo, hoy en día son un gran legado para la plástica mexicana. Dentro de los murales que podemos apreciar está el de la escalinata principal del Palacio Nacional, esta obra llamada México a través de los siglos,o,Epopeya del pueblo mexicano, representa a México en diversas etapas históricas. La narración visual es cronológica y esta lectura inicia a nuestra derecha, hecho seguramente simbólico para el artista, el recorrido visual tiene inicio con la obra El mundo prehispánico, 1929, donde el personaje central es el legendario Quetzalcóatl, situado debajo de un templo y un sol invertido rodeado de discípulos, el siguiente mural describe la lucha del pueblo y ejército mexicano contra la invasión norteamericana (1846-1848). En éste se aprecian detalles que resaltan la defensa de la ciudad de México. En el arco central del fresco de la escalera, Diego Rivera pinta lo que para él serían las dos grandes hazañas revolucionarias en la historia de México: la Independencia y la Revolución de 1910, en la siguiente obra se ilustra el Porfiriato y la Revolución Mexicana. La última parte de esta gran narración visual titulada México de hoy y mañana, 1945, muestra diversos hechos revolucionarios del siglo XX y ejemplifica la opresión de obreros y campesinos; así como las arraigadas creencias religiosas del pueblo. Aquí quedó reflejado el ideal comunista de Diego Rivera y sus aspiraciones políticas y sociales para el México del futuro.

En los pasillos del primer piso del Palacio Nacional se encuentran otros murales de Rivera, sin perder la temática inicial, el primero de ellos, La gran ciudad de Tenochtitlán, datado en 1945, donde se aprecia este islote rodeado de montañas y volcanes.

Nuestro segundo mural, La cultura Purépecha, establecida en los estados de Michoacán y parte de Jalisco, narra escenas de la industria textil.

La cultura Zapoteca, establecida principalmente en la región central de Oaxaca es otro mural que representa la vida cotidiana caracterizada por actividades artesanales como el trabajo de la filigrana de oro para la creación de joyas. El trabajo del oro y la joyería fueron algunas de las actividades económicas más importantes para este pueblo.

La siguiente obra de Rivera se titula La Cultura Totonaca, 1950, cultura situada al norte de Veracruz. En la parte central de este mural, se ve la ciudad de Tajín, en ella se practicaba el juego de pelota y la danza del volador.

Seguido de este mural se encuentra La producción de hule, pequeña obra que relata el uso que le daban a la savia del árbol del Tule, con la cual elaboraban las pelotas utilizadas en el juego ceremonial.

El Cultivo del maíz, la siguiente obra, se refiere a la importancia que este grano tenía para la gastronomía mesoamericana y que junto con el frijol, el chile y la calabaza se convirtieron en la base de la alimentación indígena.

En La Cosecha del cacao se expone este hermoso árbol cuyo fruto mezclado con agua produce el chocolate, bebida ceremonial reservada para los nobles y sacerdotes. El cacao también tuvo funciones monetarias para las diferentes transacciones comerciales a lo largo y ancho de Mesoamérica.

La Industria del Maguey y el Amate, 1951, muestra cómo esta planta fue aprovechada de diferentes maneras, por ejemplo de techumbre en la construcción de las casas, en la producción de bebidas embriagantes como: aguamiel, mezcal y pulque, ésta última, una poderosa bebida chamánica. Además, su fibra es empleada hasta la fecha para la manufactura de vestidos, escudos y sandalias.

El último mural titulado El Desembarco de los Españoles en Veracruz, aborda con gran simbolismo el tema de la llegada de los barcos españoles a las costas de Veracruz y la Conquista de México.

Fachadas

Palacio Nacional que se sitúa al oriente de la Plaza de la Constitución, es el edificio más grande entre los que rodean el Zócalo de la Ciudad de México y uno de los conjuntos arquitectónicos de mayores dimensiones del país. Los cuatro rostros pétreos de Palacio Nacional son poco mencionados, sin embargo cuentan con grandes maravillas y simbolismos, a continuación los describiremos brevemente:

Su fachada principal, revestida con piedra de chiluca y tezontle, muestra en su parte inferior y media un estilo barroco sobrio de los siglos XVII y XVIII, y en su parte superior, construida entre 1926 y 1928, el estilo llamado neocolonial. Dicha fachada consta de tres portadas, correspondientes a sus puertas monumentales, entre las que destaca por su simbolismo la central. En lo alto se observa la Campana de Dolores, uno e los objetos históricos de mayor relevancia para la historia patria. Según cuenta la tradición, esta fue la campana que hizo sonar Miguel Hidalgo y Costilla la madrugad del 16 de septiembre de 1810 y comenzar una de las grandes epopeyas de la historia mexicana "La Independencia". En 1896, la campana fue trasladada de Dolores Hidalgo, a la Ciudad de México por el general Sostenes Rocha. Debajo de ella se ubica el balcón Presidencial, sitio donde cada 15 de septiembre por la noche abre sus puertas al presidente quien da el tradicional "Grito de Independencia", con vítores y repiques de campana. Remata la portada el escudo nacional flanqueado por un caballero águila y un soldado español.

Las portadas laterales descubren las puertas denominadas Mariana y de Honor. La primera, ubicada en el ala norte es así conocida en memoria del presidente Mariano Arista, quien la mando construir en 1852, la otra orientada al sur, recibe su nombre por el hecho de ser la puerta reservada para uso exclusivo del presidente de la República. Esta costumbre data de cuando los mandatarios se dirigían del Palacio de Chapultepec o de los Pinos a Palacio. La fachada cierra en sus extremos con los densos torreones de estilo militar revestidos de cantera.

La fachada lateral norte se extiende a lo largo de la calle de Moneda. La primeras dos partes presentan los mismos elementos formales de la fachada principal, pero en un estilo más sobrio y puro, característica del siglo XVIII. La segunda parte consta de tres pisos y casi en su totalidades la original de ese siglo. Destaca la portada que da acceso al Museo Nacional de las Culturas, cuya imponente puerta ostenta ornamentaciones neoclásicas. A los costados de la puerta se se levantan dos pares de columnas corintias rematadas con un friso típico del siglo XVII, el cual sostiene una ventana balconeada flanqueada por dos columnas jónicas. La gran portada termina con un frontón de estilo neoclásico y un águila en bronce.

El lado oriente muestra una fachada dividida en cuatro segmentos de diversas proporciones y estilos. En la esquina que forman Moneda y Correo Mayor asoma el mismo estilo arquitectónico de la fachada principal del Museo Nacional de las Culturas. No así la adyacente de la antigua Procuraduría, la cual permite observar el estilo neocolonial predominante en las primeras décadas del siglo XX, con sus grandes ventanas y balcones enmarcados en cantería. El segmento inmediato muestra la fachada construida por el ingeniero Miguel Constanzó en el siglo XVIII, en un estilo que puede calificarse como versallesco, aunque con elementos estilísticos Luis XVI; destaca el revestimiento en tezontle rojo y los altorrelieves de amorcillos, guirnaldas, figuras humanas, trofeos e instrumentos musicales que se observan en los diversos tableros situados arriba de los ventanales. En el segmento que cierra la fachada oriente, en la esquina de las calles Correo Mayor y Corregidora, se levantan dos edificios reconstruidos en los tiempos recientes, cuyas fachadas presentan un estilo sobrio característico de los años en que se aumentó el cuarto piso a Palacio Nacional.

La fachada lateral sur está formada por tres partes que, en lo fundamental, siguen el estilo que el arquitecto Petriccioli impuso a Palacio Nacional entre 1926 y 1928: no obstante, la fachada intermedia, que antes correspondía al Archivo General de la Nación guarda elementos que permiten imaginar la antigua fachada del Palacio Virreinal.

Referencias

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