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=== Los peruanos opositores de la Confederación de Santa Cruz ===
=== Los peruanos opositores de la Confederación de Santa Cruz ===
[[Archivo:RamonCastilla.jpg|thumb|150px| General peruano [[Ramón Castilla y Marquesado]], uno de los tantos militares peruanos que estaba en contra de la confederación de Santa Cruz]]
[[Archivo:RamonCastilla.jpg|thumb|150px| General peruano [[Ravegetta777món Castilla y Marquesado]], uno de los tantos militares peruanos que estaba en contra de la confederación de Santa Cruz]]
Con la derrota de Salaverry y la definitiva creación de la [[Confederación Perú-Boliviana]], varios militares peruanos opositores del proyecto y de Santa Cruz fueron desterrados a Chile y Ecuador. Uno de ellos, el general [[Agustín Gamarra]] no cejó en su empeño de destruir la Confederación se dirigió a Chile para buscar apoyo y desalojar a las tropas bolivianas del Perú. Gamarra contaba con seguidores como [[Juan Ángel Bujanda|Bujanda]], [[Juan Crisóstomo Torrico|Torrico]], Negrón, Frisancho, Frías, Lasarte, Arrisueño; además de lograr por medio de Diego Portales de reconciliarse con el general [[Antonio Gutiérrez de la Fuente]], quien llevaba tiempo exiliado en Chile y se unió a la causa, al igual que otros peruanos como [[Ramón Castilla]], [[Manuel Ignacio de Vivanco]], Andrés Martínez y [[Felipe Pardo y Aliaga]] que gestionó incluso la intervención de Chile en la independencia del Perú respecto de la invasión boliviana de Santa Cruz.
Con la derrota de Salaverry y la definitiva creación de la [[Confederación Perú-Boliviana]], varios militares peruanos opositores del proyecto y de Santa Cruz fueron desterrados a Chile y Ecuador. Uno de ellos, el general [[Agustín Gamarra]] no cejó en su empeño de destruir la Confederación se dirigió a Chile para buscar apoyo y desalojar a las tropas bolivianas del Perú. Gamarra contaba con seguidores como [[Juan Ángel Bujanda|Bujanda]], [[Juan Crisóstomo Torrico|Torrico]], Negrón, Frisancho, Frías, Lasarte, Arrisueño; además de lograr por medio de Diego Portales de reconciliarse con el general [[Antonio Gutiérrez de la Fuente]], quien llevaba tiempo exiliado en Chile y se unió a la causa, al igual que otros peruanos como [[Ramón Castilla]], [[Manuel Ignacio de Vivanco]], Andrés Martínez y [[Felipe Pardo y Aliaga]] que gestionó incluso la intervención de Chile en la independencia del Perú respecto de la invasión boliviana de Santa Cruz.



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Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana

Escenas de la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, de izquierda a derecha:

1. Combate naval de Casma,
2. Combate naval de Islay,
3 y 4. Batalla de Yungay y enfrentamiento en el Cerro Pan de Azúcar,
5. Diego Portales ante los notables chilenos,
6. Batalla de Portada de Guías,
7. Captura de la goleta Peruviana,
8. El Frente Argentino,
9. El Combate del puente de Llaclla y

10. Fusilamiento de Diego Portales

Fecha 1836-1839
Lugar América del Sur
Resultado Victoria del Ejército Unido Restaurador.
Consecuencias
  • El Perú pagó a Chile la deuda contraída por el servicio prestado por el ejército chileno en la campaña restauradora y la independencia. [1]
Beligerantes
Bandera de la Confederación Perú-Boliviana Confederación Perú-Boliviana
Bandera de Chile República de Chile
Bandera de Perú Restauradores Peruanos
República Peruana del Norte(desde el 21 de agosto de 1838 hasta el final del conflicto)
Comandantes
Bandera de la Confederación Perú-Boliviana Protector de la Confederación
Andrés de Santa Cruz
Bandera de la Confederación Perú-Boliviana Jefe de la escuadra confederada (1836-1838)
José Trinidad Morán
Bandera de la Confederación Perú-Boliviana Jefe de la escuadra corsaria (1838-1839)
Jean Blanchet 
Bandera de Chile Presidente de Chile
José Joaquín Prieto

Bandera de Perú Presidente provisional del Perú
Antonio Gutiérrez de la Fuente (1837)
Agustín Gamarra (1838-1839)
Bandera de Chile Bandera de Perú Jefe del ejército restaurador del Perú
Manuel Blanco Encalada (1836-1837)
Manuel Bulnes (1838-1839)
Bandera de Chile Jefe de la marina de Chile
Roberto Simpson (1837-1838)
Carlos García del Postigo (1838-1839)
Fuerzas en combate
Bandera de la Confederación Perú-Boliviana Ejército de la Confederación:
12.000[4]​(1836 - 1839)
Bandera de la Confederación Perú-Boliviana Armada de la Confederación:
(1836-1838)
3 corbetas
3 bergantines
3 goletas
varias cañoneras y unidades artilladas menores
Bandera de la Confederación Perú-Boliviana Flota Corsaria: (1838-1839)
1 corbeta
2 goletas
1 barca
algunas cañoneras
  • Ejército del Estado Nor-Peruano:
    4.136[5]
Bandera de ChileBandera de PerúEjército Unido Restaurador:
3.200[6]​(1836-1837)
9.000[7]​-10.000[8]​(1838-1839)[nota 2]
Bandera de Chile Armada de Chile:[nota 3]​ (1836-1839)
1 fragata
1 corbeta
3 bergantines
2 goletas
1 barca.

La Guerra de la Confederación o Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana fue el enfrentamiento bélico ocurrido desde 1836 hasta 1839 entre la Confederación Perú-Boliviana y la coalición formada por la República de Chile y los peruanos contrarios a la Confederación.

En los inicios de la Confederación, las fuerzas peruanas al mando de Felipe Santiago Salaverry se enfrentaron a las fuerzas confederadas,[9]​ durante la Guerra entre Salaverry y Santa Cruz que terminó con la derrota y fusilamiento de Salaverry. Posteriormente, la Confederación Perú-Boliviana se enfrentaría a la Confederación Argentina, dirigida por Juan Manuel de Rosas, por la disputa de territorios en el altiplano. Temporalmente, el ejército de Andrés de Santa Cruz logró prevalecer.

La Confederación Perú-Boliviana se enfrentaría con la República de Chile y los peruanos contrarios a la Confederación que deseaban la reunificación del Perú y la expulsión de Santa Cruz del poder, los que terminarían por derrotar a los confederados luego de batallas que se libraron principalmente en los territorios del actual Perú.

La guerra terminaría con la victoria de las tropas del Ejército Unido Restaurador, conformado por chilenos y peruanos restauradores, determinando la disolución de la Confederación Perú-Boliviana y el fin del gobierno de Andrés de Santa Cruz en Bolivia.

Antecedentes

Durante la época virreinal, el territorio que constituía la Real Audiencia de Charcas o el Alto Perú, dependiente en un primer momento del Virreinato del Perú, desde 1776 pasó a formar parte del Virreinato del Río de La Plata. Este territorio fue independizado en 1825, naciendo la República de Bolivia.

Ideas sobre la unión entre Perú y Bolivia

El proyecto de Federación o Confederación entre los antiguos Alto Perú y Bajo Perú se mantuvo latente durante los primeros años de vida independiente en cada república. De esta manera, líderes de la independencia como Andrés de Santa Cruz y Agustín Gamarra favorecían estas ideas, siendo la principal diferencia entre ambos el control político de la unión. Santa Cruz proponía una Confederación Perú-Boliviana de tres estados y Gamarra la creación de un sólo estado, integrando Bolivia al Perú.

Las ideas de unión tenían un amplio respaldo en el sur del Perú, dados los importantes lazos económicos y políticos que unían a esta región del Perú con Bolivia. Arequipa y Cuzco, interesadas en romper el liderazgo político de Lima en los primeros años de la república, eran las ciudades que se mostraban más inclinadas hacia el proyecto de una Confederación.

En Bolivia había ascendido al gobierno Andrés de Santa Cruz quien impulsó una serie de medidas reformistas, logrando el progreso de su país. Santa Cruz era el propulsor de una confederación con el Perú por lo cual obtuvo partidarios en el Perú, así como en el resto de América.

El caudillismo en Perú y la sublevación de Salaverry

Tras la independencia, en Perú se vivía épocas de guerras internas entre diferentes caudillos que se peleaban por el poder.

En 1833 el general Luis José de Orbegoso era elegido presidente provisorio del Perú. En su gobierno, siguiendo con el problema interno que sufría el país tuvo que enfrentar a caudillos como Bermúdez y Gamarra en una guerra en 1834 que finalizó el 24 de abril de ese año con el Abrazo de Maquinhuayo en la que se reconocía la definitiva autoridad de Orbegoso.

En 1835 se ocasiona otro problema ya que alegando la acefalia en que había quedado el poder a causa del viaje del presidente provisional Luis de Orbegoso al sur, el general Felipe Santiago Salaverry se autoproclamó como Jefe Supremo de la República desconociendo a Orbegoso el 23 de febrero de 1835 y extendiendo paulatinamente su autoridad en el resto del país. Orbegoso se replegó hacia el sur e instaló su precario gobierno en Arequipa.

Por otra parte, entre el general Gamarra que se encontraba desterrado en Bolivia y el general Andrés de Santa Cruz planeaban ante la crisis en Perú una confederación entre ese país y Bolivia. Para esto, Gamarra se comprometió a ingresar al Perú por Puno y ocupar el Cuzco para comenzar el plan; por su parte Santa Cruz se comprometió a obtener el apoyo de Arequipa y la eliminación de Orbegoso.[10]

Alarmado por la presencia de Gamarra en suelo peruano, Orbegoso solicitó el auxilio de Bolivia, haciendo uso de una autorización del congreso dada durante la guerra civil de 1834, que le permitía solicitar ayuda extranjera en caso de que la República atravesara serio peligro. Santa Cruz se mostró interesado en esta propuesta, que le pareció muy ventajosa, y decidió entonces dejar de lado sus tratativas con Gamarra.[11]​ Hay que destacar que Orbegoso desconocía los acuerdos entre Santa Cruz y Gamarra.

La alianza entre Orbegoso y la Bolivia de Santa Cruz se firmó el 15 de junio de 1835, y por él se acordó que Santa Cruz pasaría al Perú con sus fuerzas, como acto preparatorio para el establecimiento de una Confederación entre Perú y Bolivia. Ese mismo día 5000 soldados bolivianos al mando del mismo Santa Cruz cruzaron la frontera peruano-boliviana para apoyar a Orbegoso.

Guerra y establecimiento de la Confederación Perú-Boliviana

Protector Andrés de Santa Cruz.

Gamarra se enfureció con el giro tomado por Santa Cruz, hasta hacía poco su aliado, y por su parte se alió con Salaverry para hacer frente a la invasión boliviana, siendo el primero en salir en campaña. Pero Santa Cruz lo derrotó en la batalla de Yanacocha (13 de agosto de 1835). Gamarra fue tomado prisionero y deportado. Quedaron entonces frente a frente Santa Cruz y Salaverry.

Santa Cruz y Orbegoso se pusieron de acuerdo sobre la estrategia a seguir: el primero, al mando del ejército boliviano, iría contra Salaverry, quien avanzaba hacia Arequipa; y el segundo marcharía a Lima con las fuerzas peruanas, precedida por las avanzadas del ejército santacrucista.

En Lima, los bandoleros, aprovechando la situación, se dedicaban al saqueo y al asesinato; el general Francisco Vidal, al mando de la Guardia Nacional ocupó Lima y fusiló al bandolero León Escobar (30 de diciembre de 1835); luego devolvió el poder a Orbegoso, quien ingresó triunfalmente en Lima, por tercera vez y sin haber combatido (8 de enero de 1836).

A pesar de que el mandato de dos años que el Congreso le había conferido en 1833 ya había vencido, Orbegoso volvió a ejercer el poder por algún tiempo más. En ese lapso emprendió campañas de pacificación en el norte y centro del país, relativamente fáciles.

Mientras tanto, en el sur, Santa Cruz derrotaba a Salaverry en la sangrienta batalla de Socabaya (7 de febrero de 1836). Salaverry fue apresado y fusilado en Arequipa, y Santa Cruz con amplios poderes pudo al fin empezar a edificar la Confederación Perú-Boliviana.

El 9 de mayo de 1837 la Confederación fue oficialmente promulgada por los representantes de las tres regiones en el Congreso de Tacna, antecedida por las pertinentes decisiones de dividir el Perú en dos estados y aunársele la República de Bolivia. Ese mismo día, Santa Cruz tomó el poder como Supremo Protector de la Confederación Perú-Boliviana, quedando Orbegoso como presidente del Estado Nor-Peruano que se crearía. Santa Cruz estableció como sede de gobierno el Palacio de descanso del Virrey Pezuela, en Lima.

En Perú y Bolivia hubo un cierto descontento por las medidas administrativas de cómo se iba a conformar la Confederación demorándose la ratificación de acuerdos. En Bolivia un congreso rechazó sumarse a la Confederación y luego de varias reuniones esta se unió recién el 3 de mayo de 1838.

El gobierno de Joaquín Prieto frente a la Confederación

El establecimiento en Chile de la República Conservadora se caracterizó por la llegada de Diego Portales al gobierno, concentrando tanta autoridad en sus manos que en la práctica terminó opacando al entonces presidente José Joaquín Prieto. El Gobierno de Chile, bajo la dirección de Portales, procedió a crear y establecer una marina mercante y a convertir a Valparaíso en el puerto más importante del Pacífico en Sudamérica.[12]

La idea o creación de una Confederación o Unión entre el Perú y Bolivia creó recelo en algunos sectores en Chile. El ministro Portales persuadió a Prieto para terminar con la influencia de la Confederación, indicando como razones la competencia comercial nacida tras la búsqueda de hegemonía de los puertos de ambas naciones y la influencia que pudiera ejercer la Confederación en sus territorios cercanos.[13]

En la posterior circular de Declaración de Guerra del Estado de Chile a la Confederación Perú-Boliviana se expondrían los motivos de la participación de Chile contra la Confederación. Entre estos, destaca el crecimiento de la Confederación amenazaba la independencia de otras repúblicas americanas, la acusación contra Santa Cruz por la muerte de Diego Portales, y que el Perú bajo la influencia de Santa Cruz había motivado una guerra civil en Chile prestando naves peruanas para desestabilizar el gobierno de Chile.[14]​ En los temas económicos de la intervención de Chile, se encontraba las exigencias por parte de Chile hacia el Perú del pago de la deuda de este último, contraída durante las luchas de independencia y la guerra de tarifas aduaneras entre los puertos chilenos y peruanos[15]​ ya que el tratado de Amistad, Comercio y Navegación, firmado en enero de 1835 fue revocado el 14 de febrero de 1836, después que Felipe Santiago Salaverry es fusilado y Orbegoso asume el poder. Finalmente no estalló la guerra en esos momentos.

Tensión contra la Confederación

La expedición de Freire parte de Lima a Chile

El general Ramón Freire y su expedición libertadora en Chiloé tuvo como principal objetivo derrocar el gobierno de Prieto.

Uno de los exiliados en el Perú tras la victoria conservadora en Chile fue el ex director supremo, el capitán general Ramón Freire. En circunstancias extrañas para la época, Freire consiguió adquirir por intermedio de terceros el arriendo de dos buques de guerra confederados, al parecer contando al mismo tiempo con el apoyo tácito de Luis Orbegozo y Andrés de Santa Cruz. Si bien el único propósito que Freire tendría con esos buques era derrocar al gobierno dictatorial de Prieto; existen pruebas contradictorias acerca de la responsabilidad y conocimiento de Orbegozo y Santa Cruz. Mientras diversos historiadores argumentan que ambos desconocían de la situación,[16]​ otros cuestionan esto,[17]​ tomando como prueba de culpabilidad una de las muchas cartas que Orbegozo escribió a Santa Cruz:

Los generales O’Higgins y Freire son mis amigos, y ambos desean una variación en el gobierno de Chile [...] El segundo me ha visitado confidencialmente, y asegurado que tiene todos los medios, y que contaría con seguridad el éxito, si yo le proporcionase un buque con municiones y algunos cañones en bodega y fusiles. Yo le he contestado que, aunque mi deseo seria ver variado un gobierno que nos hace tantos males, no daría paso alguno sin acuerdo de Ud. en asunto de tanta gravedad [...] He escrito al general Moran para que haga una visita al general Freire y con toda reserva le diga que estamos convenidos, y que tome con el mayor sigilo sus medidas, que a nuestra llegada a Lima acordaremos sobre todo.
Carta de Orbegozo a Santa Cruz, 5 de julio de 1836[18]

Así, el Orgebozo y el Monteagudo partieron a Chile. La expedición de Freire consistía en llegar a la Isla Grande de Chiloé, establecer su autoridad en esa parte del país e invadir el territorio chileno continental. Si bien el Orbegozo cumplió su objetivo al capturar uno de los fuertes más importantes del archipiélago, el Monteagudo se sublevó y se entregó a manos gubernamentales. Freire, quien no sabía de estos acontecimientos, fue engañado por la tripulación rebelde del Monteagudo, tomado prisionero y exiliado a Australia [19]​ por órdenes directas de Diego Portales.[20]

Cualquiera sea el caso, el resultado y la culpabilidad de la Expedición de Freire sería una de las causas principales que provocarían el distanciamiento y posterior ruptura entre Luis Orbegozo y Andrés de Santa Cruz, con consecuencias fatales para la Confederación.

Los unitarios argentinos se refugian en Bolivia

Del mismo modo que lo ocurrido entre la Confederación y Chile por Ramón Freire, la derrota de los unitarios en Argentina obliga a muchos de ellos a buscar refugio en Bolivia. Juan Manuel de Rosas, temiendo que su gobierno podría sufrir un ataque como el de Freire, optó por mantener una postura claramente hostil hacia Santa Cruz.

"En 1836 Rosas temía que Santa Cruz intentara usar a los unitarios para atraer a las provincias del noroeste argentino a su órbita, como lo había hecho con Perú. Rosas y los gobernadores provinciales percibieron la confirmación de esto en la documentación llevada desde Chile, en septiembre de 1836, por el agente confidencial ante el gobierno de Buenos Aires, Francisco Javier Rosales"
Historia general de las relaciones exteriores de la República Argentina[21]​#GGC11C

Diego Portales acusa a Santa Cruz de apoyar a Ramón Freire

El ministro chileno Diego Portales.

Estos hechos hicieron que Diego Portales considerara las acciones de Freire como un intento financiado por Andrés de Santa Cruz de alejarlo del poder. Decidido a que la única forma de evitar esto era manteniendo una política hostil y ofensiva hacia Confederación, Portales confía al marino español Victorino Garrido la misión de asestar un golpe decisivo contra la escuadra confederada fondeada en el puerto de El Callao.

En la noche del 21 de agosto de 1836, sin previa declaración de guerra, marinos chilenos a bordo del bergantín Aquiles, comandados por el capitán de fragata Pedro Angulo Novoa, tomaron control de la barca Santa Cruz, el bergatín Arequipeño y la goleta Peruviana. La Captura de Buques de la Confederación (si bien poco armados y siendo el Santa Cruz el único de los tres con tripulación que ofreció resistencia) provocó la ira del Protector Santa Cruz, quien ordenó el arresto inmediato del embajador chileno Ventura Lavalle por considerarlo cómplice del atentado, aunque fue liberado poco después en miras a un arreglo pacífico con Garrido.[22]

En vez de iniciar una guerra directamente, que pondría en peligro a la naciente Confederación, Santa Cruz intentó entablar negociaciones con el gobierno chileno. Por estos motivos, aceptó todas las condiciones propuestas por Garrido, consistiendo estas en que no se hostilizarían las naves y que si Ramón Freire y sus compañeros regresaban al Perú, se les juzgaría como rebeldes.

Declaratoria de guerra del gobierno de Joaquín Prieto contra la Confederación de Santa Cruz

El congreso chileno envió a Mariano Egaña con poderes plenipotenciarios para negociar con el Protector Santa Cruz la firma de un "Tratado de Paz" y terminar las disputas entre ambas naciones. El 30 de octubre Egaña llega al Callao junto a las naves Aquiles, Colo-colo, Valparaíso, Monteagudo y Orbegoso. Blanco Encalada era el comandante general de la escuadra.

Egaña presentó los siguientes temas en la negociación:

  • El pago de las deudas de la expedición libertadora en el Perú y del empréstito adeudado a Chile.
  • La limitación de las tropas confederadas.
  • Acuerdos comerciales entre ambas naciones y el fin a la guerra comercial entre Valparaíso y El Callao.
  • Indemnización por la incursión de Freire, de la que se hacía responsable el Gobierno Confederado.
  • Separación del Perú y Bolivia.

Andrés de Santa Cruz estuvo de acuerdo con los temas comerciales, y en contra de la disolución de la confederación. Las negociaciones concluyeron en fracaso.[23]​ En Chile, con sólo dos votos en contra (siendo uno el de Andrés Bello) en el Consejo de Estado, Chile declaró la Guerra a la Confederación el 28 de diciembre de 1836, contando con el apoyo de peruanos independentistas quienes se comprometieron a pagar el servicio prestado por el ejército chileno en las campañas restauradoras.[24]

Los peruanos opositores de la Confederación de Santa Cruz

General peruano Ravegetta777món Castilla y Marquesado, uno de los tantos militares peruanos que estaba en contra de la confederación de Santa Cruz

Con la derrota de Salaverry y la definitiva creación de la Confederación Perú-Boliviana, varios militares peruanos opositores del proyecto y de Santa Cruz fueron desterrados a Chile y Ecuador. Uno de ellos, el general Agustín Gamarra no cejó en su empeño de destruir la Confederación se dirigió a Chile para buscar apoyo y desalojar a las tropas bolivianas del Perú. Gamarra contaba con seguidores como Bujanda, Torrico, Negrón, Frisancho, Frías, Lasarte, Arrisueño; además de lograr por medio de Diego Portales de reconciliarse con el general Antonio Gutiérrez de la Fuente, quien llevaba tiempo exiliado en Chile y se unió a la causa, al igual que otros peruanos como Ramón Castilla, Manuel Ignacio de Vivanco, Andrés Martínez y Felipe Pardo y Aliaga que gestionó incluso la intervención de Chile en la independencia del Perú respecto de la invasión boliviana de Santa Cruz.

Estos hombres pasarían a formar parte del Ejército Unido Restaurador que organizaba Chile con la misión de restaurar el estado peruano que había sido dividido por Santa Cruz.

Hay que agregar por otra parte que las élites del norte del Perú y de Lima vieron este proyecto con bastante hostilidad al ver que en esta nueva Confederación se imponían los altiplánicos sobre ellos y por qué los tomaban como unos invasores. Es por eso que tomaron un mayor acercamiento con Chile por ese motivo y por ser este también uno de sus más importantes socios económicos.

Preludio a la guerra de los restauradores contra la Confederación

Tras el inicio de hostilidades contra la Confederación se hace más que evidente la búsqueda de una alianza entre Argentina, Chile, Ecuador y los peruanos contrarios a la Confederación, para buscar su fin. Esto se logró parcialmente con la declaratoria de guerra que el gobierno argentino dio formalmente el 9 de mayo de 1837, pero sin el apoyo de Ecuador, que entró en otro periodo de anarquía interna. Si bien tenían un enemigo común, Argentina actuó de forma separada.

Debido a esto, durante la segunda mitad del mismo año, Santa Cruz se vio obligado a dividir sus fuerzas: 7000 hombres en el Perú del Norte, 5000 en el del Sur y otros 5000 en la frontera con Argentina.[25]

Los confederados argentinos se enfrentan a la Confederación de Santa Cruz

Las relaciones entre la confederación Perú-Boliviana y la Confederación Argentina se habían deteriorado, entre otras razones por el apoyo de Santa Cruz a grupos unitarios que realizaron al menos cuatro incursiones desde el sur de Bolivia a las provincias del noroeste argentino en los años previos a la guerra, una de ellas fue la del coronel unitario Javier López en 1834 que culminó con su derrota en la batalla de Chiflón. Un nuevo intento de López en 1835 fue derrotado en la batalla de Monte Grande. También en 1835 Felipe Figueroa invadió la provincia de Catamarca y en 1836 Mariano Vásquez contando entre sus filas a fuerzas bolivianas, atacó poblados puneños.

El 16 de mayo de 1837 el Gobernador de Buenos Aires y encargado de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina, Juan Manuel de Rosas, designó a Alejandro Heredia como «General en Jefe del Ejército Argentino Confederado de Operaciones contra el tirano General Santa Cruz». Previamente, el 13 de febrero, había declarado cerrada toda comunicación comercial, epistolar y de cualquier género entre los habitantes de la República Argentina y los de Perú y Bolivia, declarando "traidor a la patria" a cualquiera que cruzara la frontera hacia esos países.

El 19 de mayo de 1837 Rosas declaró que "la Confederación Argentina está en guerra con el gobierno de Santa Cruz, y sus sostenedores". [26]

Aunque Rosas le envió a Heredia 500 tercerolas y carabinas, 900 fusiles, 700 sables, 3500 piedras de fusil y unos 54 500 cartuchos, no lo apoyó efectivamente, quedando el noroeste argentino vulnerable a los ataques de las fuerzas de Santa Cruz. Aprovechando la inactividad de Heredia, el general alemán, nacionalizado boliviano, Otto Felipe Braun, comandante del frente boliviano, concentró sus tropas en Tupiza esperando el ataque de los argentinos el cual ocurrió por Tarija de manera que reaccionó e hizo retroceder a los atacantes hasta la provincia de Jujuy, en agosto de 1837. El 28 de agosto de 1837 unos 100 soldados bolivianos ocuparon las aldeas de La Quiaca y Cochinoca. Otra columna ocupó las aldeas de Santa Victoria e Iruya, reuniéndose ambas columnas el 11 de septiembre en la quebrada de Humahuaca. El 12 de septiembre, Felipe Heredia con unos 400 soldados fue derrotado por los bolivianos en el Combate de Humahuaca o «Batalla de la Herradura» y al día siguiente se produjo el Combate de Santa Bárbara en el poblado de Santa Bárbara. El 11 de diciembre el capitán Aramayo logró una victoria en el Combate de Vicuñay cerca de Tres Cruces y el 2 de enero de 1838 un destacamento al mando del capitán Gutiérrez tomó prisioneros bolivianos tras el Combate de Rincón de las Casillas, mientras que dos fracciones bolivianas combatieron entre sí por error en Negra Muerta.

El general Gregorio Paz inició la marcha el 27 de mayo de 1838, atacando dos días después el poblado de Carapari. El 5 de junio el coronel argentino Manuel Virto inició su marcha desde San Andrés rumbo al Abra de Zenta, desde allí las tropas argentinas intentaron contratacar a través de la yunga y el Chaco Salteño. El 8 de junio, Paz logró la victoria en el Combate de San Diego, llegando cerca de Tarija desde donde retrocedió el 24 de junio, siendo derrotado por el general Braun en la Batalla de la Cuesta de Coyambuyo o «batalla de Montenegro».

El 11 de junio, Manuel Virto en el Combate de Iruya intento tomar Iruya pero no lo logró. El 22 de agosto de 1838 Heredia ordenó la retirada.

El prestigio de Heredia se vio debilitado en Tucumán, por lo que el pueblo tucumano, el 12 de noviembre, se levantó contra el ejército de este. Al mando de Alejo Córdoba, comandante del Regimiento Nº 9, estalló la rebelión denominada Coalición del Norte, siendo asesinado el general Alejandro Heredia. El comandante Rentería sería el encargado de sofocar esta revolución al mando de 50 hombres desalojando al militar alzado. Los gobernadores de las provincias del noroeste de Argentina no deseaban prolongar la guerra.[27][28]

El motín de Valparaíso y la muerte de Diego Portales

Fusilamiento del ministro Diego Portales por los sublevados.

El contexto internacional no era favorable para los enemigos de la Confederación. Santa Cruz contaba con apoyo internacional de Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos, mientras que Ecuador no se atrevió a intervenir. Por otra parte, la intervención de Chile tuvo una mala acogida en su opinión pública, pues no se comprendían las razones del enfrentamiento.

El gobierno chileno estableció estado de sitio y dotó de facultades extraordinarias al Poder Ejecutivo para actuar autoritariamente. En 1837 se promulgó la Ley de los Consejos de Guerra, tribunales que se regían por el severo código militar y que carecían del recurso de apelación. La oposición liberal acusó a Portales de autoritario, al tiempo que se desplegaba contra él y la guerra una intensa campaña en la prensa.

La tensión política y la oposición general a la contienda se trasladaron al ejército. José Antonio Vidaurre, jefe del Regimiento Maipo acantonado en Quillota, apresó a Portales cuando este pasaba revista a los soldados. Las tropas sublevadas se dirigieron a Valparaíso con el fin de apoderarse de esta plaza, pero Manuel Blanco Encalada movilizó a la infantería de línea, alertó a la Escuadra y con la valiosa ayuda del general peruano Ramón Castilla y sus tropas de caballería, también acantonadas en Quillota, se dio el encuentro de la Caballería y se derrotó a los sublevados, condenando a muerte a sus jefes y oficiales por la rebelión. No obstante, en la retaguardia de los sublevados, el capitán Santiago Florín dicta la orden de fusilar a Portales.

Guerra entre la Confederación y los Restauradores

En una misiva que el ministro Portales envió al almirante Blanco Encalada, antes del inicio de las negociaciones entre el enviado de su país Mariano Egaña y el protector Andrés de Santa Cruz, exponía los motivos por los que, a su juicio, irremediablemente tendría que darse una guerra entre Chile y la Confederación a menos que esta se disolviera, estos motivos eran de índole política, económica, sociológica e incluso racial.

“(...) La posición de Chile frente a la Confederación Perú Boliviana es insostenible. No puede ser tolerada ni por el pueblo ni por el Gobierno porque ello equivale a su suicidio. No podemos mirar sin inquietud y la mayor alarma, la existencia de dos pueblos, y que, a la larga, por la comunidad de origen, lengua, hábitos, religión, ideas, costumbres, formarán, como es natural, un solo núcleo. Unidos estos dos Estados, aún cuando no más sea que momentáneamente, serán siempre más que Chile en todo orden de cuestiones y circunstancias(...) La confederación debe desaparecer para siempre jamás del escenario de América por su extensión geográfica; por su mayor población blanca; por las riquezas conjuntas del Perú y Bolivia, apenas explotadas ahora; por el dominio que la nueva organización trataría de ejercer en el Pacífico arrebatándonoslo; por el mayor número también de gente ilustrada de la raza blanca, muy vinculadas a las familias de influjo de España que se encuentran en Lima; por la mayor inteligencia de sus hombres públicos, si bien de menos carácter que los chilenos; por todas estas razones, la Confederación ahogaría a Chile ante de muy poco(...) Las fuerzas navales deben operar antes que las militares, dando golpes decisivos. Debemos dominar para siempre en el Pacífico: ésta debe ser su máxima ahora, y ojalá fuera la de Chile para siempre (...)”.
Carta de Diego Portales a Blanco Encalada, 10 de setiembre de 1836.[29]

Primera expedición restauradora

El 30 de octubre zarpó al Perú una escuadra de cinco buques al mando del almirante Manuel Blanco Encalada, la fragata Monteagudo, el bergantín Orbegoso, el bergantín Aquiles, la goleta Colo Colo y la corbeta Valparaíso, llevando a don Mariano Egaña Fabres, nombrado Ministro Plenipotenciario de Chile ante el Gobierno del Mariscal Andrés de Santa Cruz, con los poderes necesarios para celebrar un tratado que resolviera las cuestiones pendientes o para declarar la guerra, si ese gobierno se negara a dar las satisfacciones y seguridades que Chile exigía. Egaña presentó ante Santa Cruz varios temas en la negociación. Andrés de Santa Cruz estuvo de acuerdo con los temas comerciales, y en contra de la disolución de la confederación. Las negociaciones concluyeron en fracaso.[23]

Tras el inicio de hostilidades contra la Confederación, se hace más que evidente la búsqueda de una alianza entre Argentina, Chile, Ecuador y los peruanos contrarios a la Confederación, para buscar su destrucción.

Esto se logra más adelante con la declaratoria de guerra que el gobierno argentino dio formalmente el 9 de mayo de 1837, pero sin el apoyo de Ecuador que entró en otro período de anarquía interna. Si bien tenían un enemigo potencial común, Argentina actuó de forma separada.

Comienzos de las hostilidades: acciones navales contra las naves confederadas

El almirante Manuel Blanco Encalada, al mando de la Escuadra, se había mantenido en El Callao mientras duraban las negociaciones para evitar la guerra. Habiéndose declarado ésta, comenzó las operaciones contra la Armada Confederada Perú-Boliviana. El objetivo era neutralizar la armada confederada para que Chile obtuviera el dominio absoluto del mar y así dar paso a la campaña terrestre.

Blanco Encalada conociendo que los buques peruanos, la corbeta Libertad y el bergantín Fundador, ahora denominado Congreso, y la goleta Flor de Mar se habían dirigido a Ecuador, zarpó con la fragata Monteagudo, y el bergantín Orbegoso hacia ese país. Tres días después lo seguían el bergantín Aquiles y la corbeta Valparaíso.

Horas antes del arribo de la flota chilena, el bergantín Congreso pasó por Puná y siguió río arriba. Blanco Encalada al enterarse de la noticia se internó también en el río hasta llegar con los buques al frente del puerto de Guayaquil. Allí se encontraban los buques peruanos, las goletas Flor de Mar y Limeña y los bergantines Catalina y Congreso. Este último traía armas y municiones para los otros buques.

Como el Ecuador era neutral nada podía hacer en el puerto el almirante Blanco Encalada y regresó dos días más tarde a la isla de Puná. Blanco dejó al bergantín Orbegoso y la fragata Monteagudo al mando del comandante Manuel Díaz, en espera de la salida de los buques peruanos para capturarlos en altamar, mientras él se regresaba a bloquear El Callao con la corbeta Valparaíso y el bergantín Aquiles.

Blanco Encalada recalo en Paita donde esperaba encontrar a la goleta Yanacocha, pero está ya había zarpado con destino al puerto del Callao. Hacia allí, siguió el almirante dispuesto a bloquear el puerto.

El protector Andrés Santa Cruz no deseaba la guerra con Chile y hacia todo lo que razonablemente podía para evitarla. Fue así como al llegar Blanco se encontró que en el Callao se hallaban detenidos cuatro mercantes chilenos. El protector, después de cambiar notas con Blanco, los dejó libre; a cambio, se comprometería a no comenzar el bloqueo del puerto en lo que respecta a neutrales por un plazo determinado.

El 21 de enero de 1837 se da la primera acción de la guerra cuando mientras Blanco Encalada mantenía el bloqueo en el Callao, una flotilla de lanchas cañoneras confederadas sale del apostadero aprovechando la neblina para atacar y abordar los buques chilenos. La presencia de estas lanchas es descubierta y rápidamente los chilenos sacan sus buques a alta mar y al levantarse la niebla los buques chilenos se lanzan al ataque. Las cañoneras ante el ataque viraron para refugiarse al puerto y cubrirse con los fuegos de los Castillos del Callao, donde a pesar del fuego de las baterías, los buques chilenos se adentraron para atacarlas y para intimar a los buques confederados que se encontraban en el lugar a salir de su fondeadero. Finalmente los buques salen del fondeadero sin sufrir daños de consideración.

Después de esta acción, Blanco Encalada había ordenado al comandante Roberto Simpson mantener el bloqueo del Callao frente a la Isla San Lorenzo con el bergantín Aquiles mientras él con la corbeta Valparaíso fue a Huacho donde hizo aguada. En seguida puso proa al sur, con destino a Valparaíso donde lo llamaba el gobierno.

Al estar el bergantín Aquiles solo frente al puerto, el 5 de febrero salió a batirlo la goleta Yanacocha al mando de Miguel Balareso.[30]​ Un combate frente a la isla San Lorenzo a larga distancia se produjo entre ambos buques durante algunos minutos, luego la goleta Yanacocha desistió del combate y se retiró al fondeadero mientras iba siendo perseguido por el bergantín Aquiles causándole algunos daños estructurales. [31]

Más adelante a pesar de los esfuerzos por mantener un bloqueo fuerte, la goleta Yanacocha lograría escapar a las costas de Ecuador donde se reuniría con la corbeta Libertad en el río Guayas para refugiarse. En cuanto al bergantín Aquiles con la llegada del bergantín Napoleón al Callao se decidió regresar a Chile.

Por otra parte, en las costas ecuatorianas el comandante Manuel Díaz con el bergantín Orbegoso y la fragata Monteagudo se mantuvo tres meses en Puná, esperando la salida de los buques peruanos para destruirlos o capturarlos.

En la noche del 13 al 14 de febrero los buques confederados después de varios intento fallidos por escapar, protegidos por la oscuridad, se hicieron a la mar saliendo por la boca de Maquillán y navegando por el canal del Morro. La escuadrilla confederada dejó atrás al bergantín Catalina de manera que al amanecer este apareció subiendo el río, por lo que se hizo creer a bordo de los buques chilenos que ese rumbo habían tomado los confederados.

Solo dos días después, y gracias a una nave mercante, Díaz supo que habían salido a alta mar. Determinado el comandante chileno a salir en su persecución levó anclas y cazó sus velas. Al salir del río se encontró con el bergantín mercante Napoleón que le traía provisiones. En alta mar frente a Guayaquil se encontró con los bergantines Arequipeño y Aquiles que traían órdenes de Chile. En cumplimiento de estas, los buques tomaron rumbos distintos: el bergantín Orbegoso se quedó frente a Guayaquil, la fragata Monteagudo salió con rumbo a Talcahuano mientras que el Aquiles y el Arequipeño quedaron al mando de Roberto Simpson.

La operación marítima no dio los resultados esperados. La escuadrilla confederada que estaba en Guayaquil había huido al puerto del Callao, lugar donde un ataque era imposible debido a las defensas que tenía el apostadero. Pese a esto, el 8 de diciembre de 1836, llegó a Chile la corbeta confederada Libertad para entregarse a la Comandancia General de Marina, debido al hostigamiento de la escuadra chilena, lo que provocó que la tripulación del buque se revelara en contra de las autoridades confederadas. Además, el gobierno de Chile dio el siguiente paso de la guerra, llevando fuerzas terrestres por mar para derrotar el ejército confederado y disolver la Confederación Perú–Boliviana.

Llegada de las fuerzas restauradoras y firma del Tratado de Paucarpata

Después de organizar la expedición, zarpa el 15 de septiembre de 1837 la que sería la Primera Expedición Restauradora enviada por el gobierno de Chile junto a los peruanos contrarios a la Confederación. La fuerza expedicionaria leva ancla embarcados en 16 transportes y lo convoyaban los buques de guerra Libertad, Aquiles, Monteagudo, Valparaíso, Arequipeño, Orbegoso y Santa Cruz que iban al mando del capitán de fragata Roberto Simpson. La expedición quedó bajo el mando de Manuel Blanco Encalada y estaba compuesta por una fuerza total de 3.200[6]​ hombres entre los cuales figuraba una columna peruana de exiliados compuesta de 402[32]​ hombres al mando del general Antonio Gutiérrez de la Fuente. Las acciones de los restauradores estarían coordinadas con tropas argentinas del general Alejandro Heredia para poner dos frentes al enemigo.

Manuel Blanco Encalada, jefe de la expedición.

La fuerza de expedicionaria al salir de Valparaíso tocó puerto en Iquique el 22 de septiembre, ante la frialdad de la población y de las autoridades, la expedición continua inmediatamente al norte considerando el mando expedicionario el escaso valor estratégico de la permanencia de la expedición en ese puerto, zarpan con destino al puerto de Arica donde arriba el 24 de septiembre. El almirante Blanco esperaba en este puerto la adhesión al bando expedicionario al coronel boliviano López de Quiroz, a la sazón prefecto de la provincia Litoral de Moquegua con sus tropas que ascendían a 900 hombres. López había prometido unirse a él una vez llegada la expedición pero al llegar a territorio peruano no se pudo contactar ni lograr una señal de él.

Blanco al llegar a Arica había mandado enviar una fuerza para una acción de guerra sobre el puerto atacameño de Cobija, acción que se verifica el 27 de septiembre con una pequeña escuadra compuesta por el transporte Napoleón y la goleta de guerra Peruviana.

El ejército partió el 15 de septiembre. El 14 había dado la vela para Cobija el transporte Napoleon convoyado por la goleta de guerra Peruviana, llevando un cuadro de reclutas voluntarios (la colunmna del comandante Frijolet) que debian ocupar aquel puerto e iniciar una diversion militar en coordinacion con las tropas argentinas, para lo cual se había prevenido al general Heredia que destaca una columna sobre Atacama.
Campaña del ejército restaurador. El Mercurio de Valparaiso. Enero de 1838.[1]

la toma de Cobija duró 11 días, tiempo que se utilizó para requerir información y abastecerse de algunas vituallas que encontraron en los almacenes, el 8 de octubre se da la orden de zarpe para dirigirse al norte para reunirse al resto de la expedición.

En tanto en Arica ante la frialdad de los escasos pobladores que habían permanecido en la ciudad durante la ocupación expedicionaria, con el engaño manifiesto por parte del prefecto López de Quiroga, el almirante Blanco Encalada da la orden de embarcar y poner proa al puerto de Islay, donde llegan el día 29 de septiembre, las condiciones del puerto eran tan malas que en el intento naufragó el transporte Carmen donde iba la división peruana. No ocurrieron desgracias humanas pero se perdió armamento y una buena cantidad de pertrechos; sólo el 4 de octubre se verifica el desembarco un poco más al norte en el puerto de Quilca, iniciándose de inmediato la marcha para tomar la ciudad de Arequipa.

Las tropas expedicionarias atravesaron el arenal lleno de cuestas que los separa de su objetivo sufriendo algunas irregularidades. Blanco durante la marcha a la ciudad envió parlamentarios hacia Arequipa así como algunas avanzadas militares para vigilar el movimiento del enemigo. Estas avanzadas tuvieron algunos tiroteos con algunas milicias confederadas.[33]

El 12 de octubre el ejército restaurador ocupó Arequipa (en el Estado Sud-Peruano), pero no encontró la ayuda y adhesión que le habían augurado los agentes peruanos. Mientras los restauradores permanecieron inactivos a la espera de pronunciamientos en su favor las fuerzas confederadas provenientes del norte peruano y de Bolivia al mando del general Santa Cruz lograron reunirse, conformando aproximadamente un ejército de 5.000[34]​ soldados de las tres armas, para luego avanzar hacia la ciudad de Arequipa. Mientras también otra división confederada al mando del general Antonio Vigil proveniente de Lima salió de aquella ciudad por orden de Santa Cruz con el objetivo de ir al sur para cortar las comunicaciones entre la escuadra chilena y el ejército de Blanco.

Los restauradores había cometido el mismo error que el general Felipe Santiago Salaverry el año anterior, quien con su ejército restaurador expedicionó también a Arequipa donde tras ser rechazado por la población fue derrotado en la Batalla de Socabaya por el ejército unido de Santa Cruz. A esto agregarle la inactividad de Blanco Encalada por hacer algo para cambiar la situación llevaría al pronto desastre de la campaña. Por otra parte, el ejército expedicionario en su camino a Arequipa y en su estancia en ella había sufrido varios problemas por el cansancio y las enfermedades que se produjeron y debilitaron el ejército dejando sin posibilidad de enfrentar con exitó al ejército confederado de Santa Cruz.

Mientras esto sucedía en tierra, en el mar algunos buques de la armada chilena empezaron a bloquear puertos peruanos. La goleta Peruviana al mando del teniente primero Tomás Ruedas luego de regresar de su misión en Cobija y al no encontrar al resto de la escuadra en Islay zarpó al norte del Perú con la misión de hostigar sus puertos, interferir el comercio por ellos y capturar los mercantes que encontrara a su paso. En estas andanzas arribó al puerto de Santa el 26 de octubre, creyendo que el puerto estaba desguarnecido mando una lancha tripulada por 15 hombres para hacerse de agua dulce sin embargo el capitán del puerto Juan Seguín reunió y armó a un grupo de milicianos con los cuales atacó a los marinos chilenos venciéndolos después de un reñido tiroteo.[35]​ La goleta se retiró del puerto hacia otra dirección.

Al llegar a la ciudad el ejército confederado maniobró hasta ocupar posiciones favorables en el alto de Paucarpata que Santa Cruz calificó como el balcón de Arequipa.[36]​ Inmediatamente ordenó a las tropas que se movilizaran para un posible combate ante el posicionamiento de los restauradores pero al no realizarse combate alguno, Santa Cruz hizo que pasase rancho a las tropas y se establecieran partidas de vigilancia en diversos puntos, luego Santa Cruz envió una nota a Blanco Encalada proponiéndole el inicio de conversaciones de paz lo que este aceptó.

Ante esta nueva situación y luego de dos negociaciaciones donde Blanco Encalada pidió garantías para sus tropas y para Chile celebraron el 17 de noviembre el Tratado de Paucarpata por parte de la República de Chile: Blanco Encalada y Antonio José de Irisarri y por parte de la Confederación Perú-Boliviana: Anselmo Quiroz y el chileno Ramón Herrera quien era presidente del Estado Sud-Peruano. El tratado establecía la devolución de los barcos apresados por Chile, el restablecimiento de las relaciones comerciales, la retirada de los ejércitos restauradores con todos sus implementos y el reconocimiento de la deuda reclamada por el gobierno chileno por el apoyo brindado a la Independencia del Perú. El cumplimiento del Tratado fue puesto bajo la garantía del Gobierno de Inglaterra.[37]

El 18 de noviembre empezaron a desfilar los cuerpos del ejército sobre Quilca (Arequipa), con escepcion del Portales i del Valdivia, que presenciaron el 19 la entrada triunfal de Santa Cruz en Arequipa i le rindieron honores militares. El cuerpo del ejército chileno que llevaba el nombre de la ilustre víctima del Baron (se refiere al batallon Portales) haciendo honores a Santa Cruz!... Faltaba este nuevo vilipendio para completar sin duda la serie de desaciertos que por resultado de la última campaña, han dado, en lugar de la independencia de dos naciones americanas i de la libertad de dos pueblos hermanos, el tratado de Paucarpata, transaccion tan precaria como indigna de las altas razones politicas i de los justos motivos en que Chile apoya la guerra que ha declarado el tirano del Perú i de Bolivia.
Campaña del ejército restaurador. El Mercurio de Valparaiso. Enero de 1838.[2]

En los días siguientes el ejército chileno se dirigió a la caleta de Quilca de donde se reembarcó para su patria, quedaron en la ciudad, junto al coronel Antonio Irrisari, aproximadamente cien oficiales y soldados enfermos.

El acuerdo de Paucarpata estipulaba que los barcos de guerra confederados apresados antes de la guerra por orden de Diego Portales: la barca Santa Cruz, el bergatín Arequipeño y la goleta Peruviana debían ser devueltos pero esto no se concretó. La goleta Peruviana al arribar a Pisco el 22 de diciembre se le impuso la firma del Tratado de Paucarpata. Apremiado por el gobernador de Pisco, al no entregarle más víveres que los necesarios para llegar a El Callao, recaló en ese puerto, donde se le exigió la entrega de la nave. Como el Comandante de la Peruviana, Tomás Ruedas no había recibido instrucción alguna del Gobierno de Chile, trató de zarpar inmediatamente después de una reunión con el Ministro de Guerra, pero la falta de viento lo impidió, siendo capturado junto a su tripulación luego de un combate en su cubierta.[38][39]

En diciembre, cuando Blanco Encalada legó a Valparaíso, los términos del acuerdo no sólo no convencieron sino que fueron ampliamente rechazados por gobierno chileno y a la opinión pública en general que ahora estaban totalmente a favor de la guerra. Tanto Blanco Encalada como Antonio José de Irisarri fueron acusados y juzgados como responsables de este fracaso, aunque finalmente fueron absueltos.

Se han hecho severas críticas por no haberse derrotado en esta oportunidad al ejército expedicionario que era numéricamente y materialmente inferior, al que se le dejó partir con sus elementos bélicos pudiéndose haber conseguido una victoria decisiva contra los opositores del proyecto confederado. Se cree que debido al americanismo imperante entre los personajes representantes de ambos ejércitos se llegó al acuerdo mutuo de paz.

A pesar del desafortunado final de las fuerzas expedicionarias, al año siguiente se prepararía una segunda expedición que volvería al Perú para destruir la confederación.

Expedición naval confederada a las costas chilenas

General José Trinidad Morán.

Tres días después de la ocupación de Arequipa por las fuerzas expedicionarias provenientes de Chile, zarpó del Callao una escuadra confederada al mando del general venezolano José Trinidad Morán, quien con 400[40]​ hombres a bordo de las corbetas Socabaya y Confederación y el bergantín Congreso, tenía como misión incursionar en las costas chilenas, hostilizar sus puertos y liberar al general chileno Ramón Freire quien, tras correr peligro de ser condenado a muerte, había sido recluido en el presidio ubicado en las islas de Juan Fernández.

Mientras el ejército restaurador permanecía inactivo en Arequipa y el ejército confederado de Santa Cruz se aproximaba a la ciudad, la expedición de Morán continuó su viaje arribando el 14 de noviembre en las islas Juan Fernández. Allí, Morán tuvo conocimiento de que Freire había sido exiliado a Australia, donde permaneció hasta 1842.

La guarnición chilena compuesta por 51[41]​ soldados al mando del teniente del batallón Carampangue Andrés Campos, quien además era gobernador de la isla, fue tomada completamente por sorpresa. El general Morán envió al sargento mayor Nicolás Freire, sobrino peruano del general Ramón Freire, a solicitar la rendición y entrega de la plaza, armas y municiones. La pequeña guarnición de la isla rehusó rendirse y luego de una respetable resistencia[42]​ tuvo que retirarse al interior de la isla donde finalmente se llegó a un acuerdo donde se toma la isla. Los términos de capitulación fueron suscritos a efecto de «evitar la efusión de sangre infructuosa por la escasez de recursos que el expresado gobernador tiene para hacer una honrosa defensa y salvar sus responsabilidades». El artículo 2.º establecía que «todos los señores que se hayan confinados en esta isla por el gobierno de Chile quedan en completa libertad»; por otra parte, el artículo 3.º señalaba que los oficiales chilenos y sus familias quedaban en completa libertad de abandonar la isla o permanecer en ella, según fuera su parecer, con la sola condición de «no poder en ningún tiempo durante esta guerra tomar las armas contra la Confederación».[43]

Tras destruir las instalaciones del presidio y las defensas militares de la isla, la expedición confederada se reembarcó, no sin antes recibir en sus buques a 24 individuos de la guarnición y 16 de los confinados. Aquellos que no quisieron esa opción, se embarcaron en la corbeta ballenera estadounidense George Washington que los trasladó al continente.[44]

Tras obtener la capitulación de la guarnición chilena de la isla Juan Fernández y ocupar brevemente la población, la escuadra confederada al mando del general José Trinidad Morán zarpó en demanda del puerto de Talcahuano a donde arribo el 23 de noviembre y donde se produjo un enfrentamiento. Tras adelantarse el general Morán con la corbeta Socabaya a reconocer el puerto, el cual se encontraba defendido por dos fuertes y una guarnición de soldados, y luego de desistir de batir los fuertes por las nulas ventajas que esto le traería, según expreso en su parte oficial, ordenó que dos lanchas tripuladas con 8 hombres cada una al mando de los tenientes Loayza y Valle Riestra se dirigieran al fondeadero con la finalidad de obtener noticias de los buques extranjeros que se encontraban surtos en el lugar. Al aproximarse las lanchas al fondeadero los defensores en tierra creyendo que se trataba del preludio de un desembarco abrieron fuego sobre ellos logrando alcanzar sus disparos a dos marinos peruanos que resultaron muertos. Cumplido su cometido bajo el fuego enemigo y tras informarse de la inminente llegada de tropas chilenas provenientes de Concepción al mando del intentende Manuel Bulnes las dos lanchas confederadas regresaron a la corbeta Socabaya. Cuando el general Bulnes arribó al puerto hizo desplegar sus fuerzas en la playa permaneciendo los confederados en la bahía hasta las 6 de la tarde en que soltaron velas retirándose del lugar.

Vista en la isla Juan Fernández de la bahía de Cumberland donde fondearon las naves confederadas.

Con la finalidad de reconocer y hostilizar las costas chilenas la expedición de Morán zarpó al norte arribando al puerto de San Antonio el 28 de noviembre donde capturó al bergantín mercante Feliz Inteligencia que no opuso resistencia. Luego intento un desembarco al puerto cuyos defensores, según refiere en su parte el general Morán, habían enarbolado una bandera de parlmento sin embargo a poco de desembarcar los cinco hombres que conducía el bote que para tal efecto había enviado escoltado por una lancha artillada al mando del alférez Vieiras, fueron emboscado por las milicias de la población siendo tres de ellos tomados prisioneros y habiendo logrado ganar la lancha a nado los dos restantes. Tras contestar el fuego que le dirigían de tierra con la metralla del cañón que portaba la lancha confederada retorno a su corbeta habiendo llevando consigo dos hombres muertos y cuatro heridos, entre estos últimos el alférez Vierias. Para contrarrestrar el ataque la corbeta Socabaya dirigió ocho cañonazos sobre los defensores logrando dispersar a las milicias de huasos montandos que habían hecho aparición a galope.

Luego de capturar un segundo mercante chileno cerca de Valparaíso, los confederados recalaron en el puerto de Huasco donde la población indefensa fue víctima de algunos disparos de las tropas confederadas.

La última operación de los confederados en las costas chilenas fue en Caldera, puerto donde se sabía estaban almacenadas barras de oro, plata y cobre. Al producirse el ataque en el puerto término en un fracaso, los botes no contaron con el apoyo de la artillería de a bordo y los tiradores desde la playa hicieron estragos entre los atacantes obligándolos a regresar con algunas pérdidas,[45]​ finalmente Morán retira del puerto para regresar definitivamente al puerto del Callao.

La expedición de Morán a su regreso al Perú, seria homenajeada por el Protector Andrés de Santa Cruz el 27 de diciembre en Lima. Morán también se enteraría de la firma del Tratado de Paucarpata el cual ponía fin a las hostilidades con Chile.

El crucero duró 50 días, no encontró resistencia alguna en el mar y solo obtuvo como recompensa dos buques mercantes, no se logró interrumpir el comercio y crear el pànico en las poblaciones costeras. Además de intentar rescatar a Ramón Freire.

Algunos autores chilenos[45]​ sostienen que la expedición Morán tenía por finalidad también ocupar el puerto de Talcahuano, promover pronunciamientos y sublevaciones en el ejército chileno y capturar a su jefe el general Bulnes, esto sin embargo no ha sido documentalmente demostrado, no existiendo mención a estos supuestos planes en las comunicaciones y partes que desde puertos chilenos dirigió el general Morán al protector Andrés de Santa Cruz.[46]

Segunda expedición restauradora: Batalla de Yungay

Manuel Bulnes retratado por Raimundo Monvoisin.

En 1838, el general chileno Manuel Bulnes Prieto, al mando de un ejército de 5600 hombres, emprendió una Segunda Expedición Restauradora. Junto al Ejército Unido Restaurador asistieron peruanos como Agustín Gamarra, Ramón Castilla y otros de sus connacionales promotores de la unificación del Perú y contra la invasión boliviana al Perú.

El Ejército Unido Restaurador, partió de Chile con las órdenes de buscar la seguridad de los países limítrofes buscando destituir a Santa Cruz, lograr la independencia del Perú restituyendo la república al estado anterior de la confederación y nombrando a Bulnes jefe de estado mayor y comandante en jefe del ejército.

El 21 de agosto de 1838 tuvo lugar el Batalla de Portada de Guías, que permitió la ocupación de Lima por el ejército restaurador, comandado por Bulnes.

A este primer éxito bélico de los restauradores le sucedieron en enero de 1839 el Combate Naval de Casma, ocasión en que corsarios franceses comandados por el capitán Blanchet y que luchaban por la Confederación fueron derrotados por la Armada de Chile, guiada por el capitán Roberto Simpson. Posteriormente, el ejército de Santa Cruz fue completamente derrotado por el Ejército Restaurador en la Batalla de Yungay, el 20 de enero de 1839. En esta lid, las tropas de la Confederación esperaban resistir la ofensiva enemiga parapetadas en el cerro Pan de Azúcar, finalmente sin éxito y con un alto costo en vidas humanas. El congreso reunido en Huancayo, el 15 de agosto de 1839, nombra presidente provisional del Perú al general Agustín Gamarra.[47]​ El general chileno Manuel Bulnes fue nombrado Gran Mariscal de Ancash por el presidente peruano Agustín Gamarra.

La derrota significó la desintegración de la Confederación y el exilio de Santa Cruz en Guayaquil, Ecuador. Sin embargo, Gamarra prosiguió con su proyecto de unificación y es así como sucede la Guerra entre Perú y Bolivia. La derrota del ejército de Gamarra en Ingaví en 1841 hizo que las tropas bolivianas del general José Ballivián ocuparan el territorio peruano hasta Tarapacá. No obstante, al no contar los bolivianos con tropas suficientes para poder mantener una ocupación prolongada y tras sufrir varias derrotas, ambos contendientes se avinieron a firmar una paz en 1842, previa mediación del Ministro Plenipotenciario peruano José Antonio de Lavalle.

El gobierno del Perú pagó al gobierno de Chile la deuda contraída por el servicio prestado por el ejército chileno en la campaña restauradora,[24]​ así como reconoció las acciones de los oficiales de Chile otorgándoles premios[48]​ y condecoraciones del ejército del Perú.[49]

El Ejército de Chile estaría acantonado en el Perú para evitar alzamientos contra el nuevo gobierno hasta octubre de 1839.[2]

Los oficiales peruanos que sirvieron al ejército de la Confederación fueron retirados de la lista de militares del Perú, entre ellos se encontraban los mariscales Guillermo Miller, Mariano Necochea, José de la Riva Agüero, Blas Cerdeña; los generales de división Francisco de Paula Otero, Luis José de Orbegoso, Domingo Nieto y los generales de brigada Manuel Aparicio, José Rivadeneira, Juan Pardo de Zela, Domingo Tristán y Pedro Bermúdez.[50]

El triunfo en la Batalla de Yungay es recordado por el Ejército de Chile con el Himno de Yungay,[51]​ y en el Perú con la creación del Departamento de Ancash (zona donde se realizó la Batalla de Yungay), reemplazando al antiguo Departamento de Huaylas.

La Batalla de Yungay no tiene en la memoria histórica del Perú la misma importancia que tiene en Chile.[52]​ Mientras en este último país se la recuerda como un hito fundacional de la nación chilena, en el Perú no se conmemora oficialmente, ya que las guerras de la confederación se vivieron más como una guerra civil que como una guerra externa.

Existen versiones encontradas al respecto en la historiografía peruana, hay quienes lamentan la derrota de la confederación, porque se perdió la oportunidad que el Perú fuera un país reconciliado con sus raíces andinas (representadas por la alianza con el Alto Perú), y hay quienes consideran que el "invasor" fue Bolivia (minimizando el papel de la intervención de Chile).

Esto se debe, en parte, a que el Perú estaba profundamente dividido durante la época de la confederación. La élite costeña que gobernaba el Perú desde Lima –militarmente representada por el caudillo cuzqueño Agustín Gamarra– vio en el proyecto confederado una amenaza a su alianza económica con Chile, la que mantenía a través de un comercio por el Océano Pacífico. Las elites costeñas de Lima y el norte del Perú veían con agrado el apoyo de Chile (país que tenía sus propios intereses para intervenir en el conflicto, ver doctrina Portales). Por otro lado estaban las élites de la sierra y costa sur peruana, vinculadas cultural y económicamente con el Alto Perú desde la colonia, en donde el proyecto de la Confederación Perú-Boliviana era respaldado.

Esta toma de partidos no estaba exenta de prejuicios racistas, como los poemas satíricos del escritor peruano Felipe Pardo y Aliaga contra "el indio Santa Cruz" y "el cholo Santa Cruz", jefe e ideólogo de la Confederación Perú-Boliviana, a quien Pardo llegó a llamar el "Alejandro Guanaco" (en alusión a Alejandro Magno y a un auquénido típico de los Andes) y el "conquistador ridículo".

La historiografía boliviana recuerda la Confederación Perú-Boliviana como una época de máximo apogeo.

Combates y batallas

En la tabla que se detalla a continuación, se nombran las batallas de la Confederación Perú-Boliviana contra el Ejército Unido Restaurador.

Fecha Nombre
21 de agosto de 1838 Batalla de Portada de Guías
18 de septiembre de 1838 Combate de Matucana
6 de enero de 1839 Batalla de Buin
10 de enero de 1839 Combate naval de Casma
20 de enero de 1839 Batalla de Yungay

Véase también

Referencias

  1. http://web.archive.org/web/http://www.congreso.gob.pe/ntley/Imagenes/LeyesXIX/1849093.pdf Convención celebrada con el gobierno de Chile para el pago de la deuda peruana, de 11 de diciembre de 1849
  2. a b Jorge Javier Molina "Vida de un soldado: Desde la Toma de Valdivia(1820) a la Victoria de Yungay" págs. 232 a 253
  3. Modesto Basadre, "Diez años de historia política del Perú, 1834-1844", pág. 68
  4. Robert L. Scheina (2003). The age of the caudillo, 1791-1899. Washington DC: Brassey Inc., pp. 136. ISBN 978-1-10000-449-4.
  5. Historia militar de Chile, Tomo II. Guerra contra la Confederación Perú-boliviana hasta la Guerra Civil de 1891, p. 28.
  6. a b Sergio Villalobos "Chile y Perú: la historia que nos une y nos separa, 1535-1883" pág. 47
  7. Cayo Cordova, Percy (1994). Ramón Castilla. Editorial Brasa, pp. 62. ISBN 978-84-8389-600-6. Al ingresar a Huaraz, el Ejército Restaurador se componía de 4.000 peruanos y 5.000 chilenos según Dulanto Pinillos.
  8. Osvaldo Silva, "Atlas de Historia de Chile", pág. 88
  9. «Jorge Basadre. Lima y el norte en poder de los confederales. Uchumayo y Socabaya». Consultado el 1 de abril de 2017. 
  10. Basadre 1998, p. 297.
  11. Basadre 1998, p. 298.
  12. «Historia General de las Relaciones Exteriores de la República Argentina - La Argentina Embrionaria - Tomo III». Consultado el 1 de abril de 2017. 
  13. "En diferentes documentos Andrés de Santa Cruz manifiesta un ideal Pan-Sudamericano similar al de Simón Bolívar. Algunos gobiernos limítrofes consideraban la creación y expansión de la Confederación Perú-Boliviana como una amenaza. Esta fue una de las causas que influenciaron la declaratoria de guerra de Chile y la Confederación."
  14. Circular de Declaración de Guerra del Estado de Chile a la Confederación Perú-Boliviana
  15. «Memoria Chilena - Guerra contra la Confederación». Archivado desde el original el 1 de abril de 2017. 
  16. «La Cuestión de los 2 barcos - ¿Cómo consiguió Freire dos barcos de la Armada Peruana?». Consultado el 1 de abril de 2017. 
  17. Villalobos, Sergio (2000), Chile y Perú, la historia que nos une y nos separa, Santiago de Chile: Editorial Universitaria, Págs. 34-36
  18. Mariano Felipe Paz Soldán, Historia del Perú Independiente (1835-1839), Buenos Aires, 1868, tomo IV.
  19. libro de historia para segundos medios santillana
  20. «La Cuestión de los 2 barcos - Fracaso de la expedición Freire». Consultado el 1 de abril de 2017. 
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  25. Robert L. Scheina (2003). The age of the caudillo, 1791-1899. Washington DC: Brassey Inc., pp. 136. ISBN 978-1-57488-449-4.
  26. *Universidad CEMA. (2000). «Historia General de las Relaciones Exteriores de la República Argentina. El cierre de la frontera y la declaración de guerra a la Confederación Peruano-Boliviana». Buenos Aires, Argentina. Consultado el 28 de enero de 2007. 
  27. «Guerra con Perú-Bolivia». Archivado desde el original el 1 de abril de 2017. 
  28. *Universidad CEMA. (2000). «Historia general de las relaciones exteriores de la República Argentina. Desarrollo de la guerra». Buenos Aires, Argentina. Consultado el 28 de enero de 2007. 
  29. Sergio Villalobos R. "Chile y su historia" págs. 241-242
  30. Calendario y guía de forasteros de Lima para el año 1836 pág. 114
  31. Carlos López Urrutia "Historia de la Marina de Chile" pág. 168
  32. Robert L. Scheina ... pág. 135
  33. Ramón Sotomayor Valdés "Campaña del ejército chileno contra la Confederación Perú-Boliviana en 1837" pág. 130
  34. Robert L. Scheina "Latin America's Wars: The age of the caudillo, 1791-1899 - The Peru Bolivian Confederation" pág. 135
  35. Gonzalo Búlnes, "Historia de la campaña del Perú en 1838", pág. 11
  36. Basadre Jorge "La iniciación de la República: contribución al estudio de la evolución política y social del Perú" pág. 144
  37. Alejandro Málaga Medina "Arequipa: estudios históricos" pág. 132
  38. Ramón Sotomayor Valdés, "Historia de Chile, bajo el gobierno del Jeneral D. Joaquín Prieto", Volumen 3, pág. 242
  39. Comisión para Escribir la Historia Marítima del Perú, "Historia marítima del Perú: pt.1. La republica", pág. 555
  40. Robert L. Scheina "Latin America's Wars: The age of the caudillo, 1791-1899 - The Peru Bolivian Confederation" pág. 136
  41. Manuel Nemesio Vargas "Historia del Perú independiente" pág. 207
  42. Carlos Lopez Urrutia, "Historia de la Marina de Chile", pág. 252
  43. Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú "Colección de los tratados, convenciones capitulaciones, armisticios, y otros actos diplomáticos y políticos celebrados desde la independencia hasta el día, precedida de una introducciín que comprende la época colonial" Volumen 4, 1892, pág. 40
  44. Basadre Jorge "Historia de la República del Perú" Tomo II págs. 323-324
  45. a b Carlos López Urrutia, "Historia de la Marina de Chile", pág. 253
  46. Luis Uribe y Orrego, "Las Operaciones Navales Durante La Guerra Entre Chile y La Confederacion Peruboliviana", págs. 77 y sigs.
  47. «LEY NOMBRANDO PRESIDENTE PROVISORIO AL GENERAL AGUSTÍN GAMARRA». Consultado el 1 de abril de 2017. 
  48. «Concediendo premios a los jefes y oficiales de la marina chilena». 
  49. «Concediendo premios al ejército de Chile». 
  50. «Dan de baja a los generales peruanos que sirvieron a Santa Cruz.». 
  51. Pedemonte, Rafael (2008). Los acordes de la patria. Música y nación en el siglo XIX chileno. Santiago: Globo Editores.
  52. Gabriel Cid, La Guerra contra la Confederación. Imaginario nacionalista y memoria colectiva en el siglo XIX chileno (Santiago: Ediciones Universidad Diego Portales, 2011)

Notas

  1. El 30 de julio de 1838 Orbegoso declaró al Estado Nor-Peruano libre e independiente de toda dominación extranjera.[sic][3]
  2. En la segunda expedición restauradora el Ejército Restaurador sufrirá bajas, así como, aumentará fuerzas por el envío de algunos refuerzos desde Chile y por la creación de unidades peruanas. Por lo que la cifra puede verse alterada durante el trascurso de la guerra.
  3. Durante la guerra Chile perderá y capturará buques confederados que modificarán esta lista.

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