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Revisión del 19:22 1 jun 2011

Reino de Murcia

Región de España


1258-1833


Escudo
Capital Murcia
Historia
 • Creación del adelantado mayor del reino de Murcia 1258
 • Nueva división en provincias de 1833 1833

El reino de Murcia[1]​ fue una jurisdicción territorial de la Corona de Castilla desde su reconquista en el siglo XIII hasta la división provincial de 1833, acometida por Javier de Burgos. Se extendía aproximadamente por el territorio de la actual Región de Murcia, la parte sur-este de la provincia de Albacete, Villena y Sax en Alicante y por algunas localidades de la actual provincia de Jaén. Véase Anexo:Localidades del Reino de Murcia (Corona de Castilla).

Protectorado castellano, revuelta mudéjar y conquista (1243-1266)

En 1243, el emir de la taifa de Murcia (Ibn Hud al-Dawla) firmó las capitulaciones de Alcaraz con Fernando III, aceptando ser un protectorado de los reinos de Castilla y de León. De esta manera Murcia ganaba una fuerte alianza para repeler a los aragoneses (de Jaime I) y a los granadinos (de Ibn al-Ahmar). Castilla, en contrapartida, conseguía una salida al Mar Mediterráneo.

El Castillo de Lorca, sede de la guarnición castellana, estuvo sitiado durante la revolución mudéjar.

Sin embargo, diversos núcleos de la antigua taifa no aceptaron el tratado, tales como Orihuela (que lo acató poco después), Mula, Cartagena y Lorca. Esta sublevación permitió aplicar a las tropas de Castilla (dirigidas por el infante Alfonso, futuro Alfonso X) el derecho de conquista sobre ellas (Mula cayó en 1244 y Cartagena en 1245) a excepción de Lorca que finalmente pactó. Este conflicto generó que todo el territorio murciano fuera un protectorado semi-autónomo de los musulmanes (al respetar el pacto), a excepción de los núcleos de Mula y Cartagena, las únicas poblaciones plenamente cristianas por su sublevación.

Sin embargo, en 1250 Castilla decidió crear la diócesis de Cartagena, y en 1258 el adelantamiento mayor del reino de Murcia. Esto se debió al paulatino incremento de la intervención cristiana en el protectorado, más evidente a partir de 1257, cuando el ya rey Alfonso X fue plenamente consciente de que si cumplía lo acordado en Alcaraz en nada avanzaría la transformación cristiana del reino y su jurisdicción en la zona seguiría estando limitada indefinidamente. Los sucesivos incumplimientos de lo pactado llevaron a la sublevación de los musulmanes murcianos en 1264.

La revuelta contra la Corona de Castilla fue dirigida por el miembro de la familia real musulmana Al-Watiq, consiguiendo el apoyo de Granada y los gobernantes del Norte de África. El conflicto fue sofocado gracias a la intervención aragonesa. La reina de Castilla Violante de Aragón y Hungría (esposa de Alfonso X el Sabio) pidió ayuda a su padre Jaime I. Tropas aragonesas comandadas por el infante Pedro (el futuro Pedro III el Grande) y el propio Jaime I sofocaron la revuelta entre finales de 1265 y principios de 1266, dejando a más de 10.000 aragoneses en Murcia. Aunque según las condiciones del tratado de Almizra (1244), Murcia fue devuelta a Castilla.

Fue entonces (a partir de 1266) cuando se dio por finalizado el protectorado y comenzó plenamente la construcción del nuevo reino de Murcia como un ente político articulado dentro de la Corona de Castilla.

Construcción institucional

Alfonso X y su corte.

Tras el fin de la revuelta en 1266 y hasta 1272, el reino de Murcia se vio sometido a una repartición y colonización (a través de los repartimientos) por parte de gentes venidas de toda la Península y ciertas zonas de Europa. Se formaron concejos de realengo a través de la concesión de fueros, además de señoríos laicos, esbozándose así los primeros términos municipales de la actual Región de Murcia. La estabilidad se vio favorecida por el establecimiento de órdenes militares tales como la de Santiago o la del Temple, evitando así las rebeliones internas, a los piratas de la costa y la conflictividad de la frontera con Granada. Esta última se fortificó con numerosos castillos y torres.

Alfonso X concedió a la ciudad de Murcia la representatividad de su reino en las Cortes castellanas. De especial importancia también fue la creación por parte del Rey Sabio del cargo de Adelantado Mayor del reino de Murcia en 1258 (anterior a la conquista definitiva de 1266), siendo nombrado como primer Adelantado Juan García de Villamayor. Tras el susodicho año de 1266, la sede del cargo se establecería en la ciudad de Murcia.

Aunque este cargo sólo era efectivo en la zona de realengo, pronto fue copado por miembros de la familia Manuel, como el Infante Don Manuel, pasando posteriormente a su hijo Don Juan Manuel, que además eran poseedores de la principal jurisdicción nobiliaria del reino: el señorío de Villena, por lo que su poder en todo el reino de Murcia llegaría a ser indiscutible.

De los reinos creados por la Corona de Castilla en la reconquista del siglo XIII, sólo el de Murcia llegó a tener instituciones propias.[2]​ De hecho, Alfonso X el Sabio estableció en su testamento que su hijo el infante don Jaime de Castilla y Aragón heredara el reino de Murcia como premio por haber vuelto a su servicio en la guerra que mantenía contra el infante Sancho, con la condición de que fuese vasallo del reino de Castilla y León, que legaba a su nieto Alfonso de la Cerda;[3]​ disposición que hubiera supuesto la independencia del reino de Murcia frente a la Corona castellana. Sin embargo, el testamento del rey quedó sin valor al heredar finalmente el trono de Castilla Sancho IV el Bravo.

El periodo aragonés (1296-1304)

El rey Jaime II el Justo de Aragón planeó en 1296 la conquista del reino de Murcia tras el ofrecimiento que le hizo Alfonso de la Cerda (candidato al trono de Castilla) a cambio del apoyo real contra el infante heredero, el todavía menor de edad Fernando IV.

Jaime II de Aragón.

Establecida esta alianza, Alicante fue conquistada en abril, tras una dura resistencia en el castillo de Santa Bárbara de su alcaide Nicolás Pérez. Jaime II tomó posteriormente Guardamar con el apoyo de la flota, negoció con Don Juan Manuel, señor de Elche, prosiguiendo hacia Orihuela y Murcia, que capitularon, igual que el resto de la huerta murciana.

La conquista se vio facilitada por la numerosa población de origen aragonés que habitaba en el reino desde la intervención de Jaime I de 1266, aunque tuvo la oposición de las guarniciones castellanas de los castillos y del obispo de Cartagena.

Una segunda campaña tuvo lugar en 1298, ocupando Alhama de Murcia, y el 21 de diciembre de 1300 capitulaba Lorca tras un largo asedio.

Por aquel entonces Jaime II pensó en articular el reino de Murcia como uno más de los territorios de la Corona de Aragón al concederle Fueros, los llamados Constitutiones Regni Murcie de 1301.[4]​ Sin embargo, tras la mayoría de edad de Fernando IV la crisis política de Castilla llegó a su fin, por lo que ambas coronas prefirieron llegar a un acuerdo, tanto Castilla como Aragón necesitaban la paz, firmándose el Tratado de Torrellas (1304) y la modificación expresada en el Tratado de Elche (1305), que devolvían el reino a la jurisdicción castellana y cambiaban definitivamente las fronteras entre Castilla y Aragón fijadas en el Tratado de Almizra (1244), incorporando a la Corona de Aragón, en concreto al Reino de Valencia, las comarcas del Valle del Vinalopó, el Campo de Alicante y la Vega Baja del Segura. Sin embargo, estas comarcas continuarían perteneciendo a la diócesis de Cartagena hasta el siglo XVI.

Las localidades de Jumilla, Abanilla, Villena y Sax; que en un principio también pasaron a Aragón, acabaron regresando al reino de Murcia a lo largo del siglo XIV.

Siglo XIV y primera mitad del XV

Crisis poblacional: Las epidemias de peste y la inseguridad de la frontera con Granada

Durante gran parte del siglo XIV y la primera mitad del siglo XV el reino de Murcia vivió una profunda crisis que quedó reflejada en su economía y demografía, motivada no sólo por las epidemias, como la peste que apareció en diversos momentos, sino por las continuas incursiones de tropas musulmanas provenientes del reino de Granada que crearon una profunda inseguridad en todo el reino y favorecieron una importante despoblación.

Castillo de Moratalla, localidad que tras la pérdida de Huéscar se convirtió en vanguardia fronteriza del reino de Murcia frente al Islam.

Todo comenzó cuando en 1314, las localidades en aquel momento murcianas de Huéscar, Orce y Galera cayeron en poder de los musulmanes granadinos, generando un peligro bélico omnipresente en todo el reino. A esto se unió la epidemia de peste de 1348, que fue aprovechada por las tropas granadinas para saquear el valle del Guadalentín. Las sucesivas pestes de 1372, 1379 y 1395 dejaron despobladas comarcas enteras, como las de Caravaca y Cehegín. La peste de 1395 generó en la ciudad de Murcia casi 6.000 víctimas.[5]

Numerosas villas y aldeas desaparecieron para nunca más resurgir, como las cristianas Chuecos, Ugíjar, Puentes o Felí, o las mudéjares Ascoy, Celda, Calentín, Gañuelas y Caristón.[6]

El contexto de inseguridad y despoblación motivó el abandono de gran parte de las explotaciones agrarias, orientándose la economía del reino de Murcia hacia la ganadería. Los intentos repobladores fueron numerosos, entre ellos la bula de la Santa Sede de 1386 para atraer guerreros y pobladores a diversas fortalezas como las de Moratalla, Yeste, Caravaca, Cehegín y Aledo.[7]

Inestabilidad política: Los Manuel y la Guerra de los dos Pedros

La inestabilidad interna también se hizo notar durante esta centuria. El adelantado de Murcia, Don Juan Manuel, tuvo numerosos enfrentamientos con la nobleza de la capital; puesto que obtuvo atribuciones totales de gobierno sobre el reino de Murcia al pactar la regencia de Castilla,[8]​ y posteriormente, cuando Alfonso XI alcanzó la mayoría de edad, el adelantado promovió una revuelta contra el monarca aliándose con Alfonso VI de Portugal.

Con la muerte de Don Juan Manuel, le sucedió en el cargo Fernando Manuel, y tras el fallecimiento de éste su pequeña hija, Blanca Manuel, algo que fue aprovechado por Pedro I para recuperar el control sobre el reino de Murcia, secuestrando a Blanca Manuel e imponiendo a linajes fieles en el adelantamiento.[9]

La conocida Guerra de los dos Pedros (1356-1369) entre Castilla y Aragón; motivada por la ocupación murciana de algunas de las localidades perdidas tras la Sentencia de Torrellas (1304), generó todavía mayor inestabilidad. Sin embargo supuso la reintegración en el reino de Jumilla, Villena, Sax, y Abanilla a través del Tratado de Almazán (1375).

Siglo XV: los Fajardo y los inicios de la ofensiva contra Granada

A comienzos del siglo XV, la crisis sucesoria que se vivía en Granada y la pacificación conseguida en el reino murciano por el adelantado Alfonso Yáñez Fajardo II permitieron iniciar un inédito periodo de acoso cristiano contra las poblaciones granadinas que dió excelentes resultados. En 1433 el adelantado conquistó Xiquena y Tirieza, y posteriormente avanzó hacia Los Vélez y Huéscar, pero la reacción granadina en 1445 recuperó estas últimas.

Los enfrentamientos entre miembros de la familia Fajardo favorecieron un nuevo periodo de acoso de Granada con el saqueo de Cieza en 1448, cuya población fue llevada cautiva. También se saquearon tierras del marquesado de Villena en la batalla de Hellín, recogiendo a su regreso a los habitantes de Letur (de mayoría mudéjar) dejando a la villa despoblada.

En 1452 una incursión granadina que asoló el Campo de Cartagena fue derrotada a su regreso por milicias de Lorca y Murcia en la llamada batalla de los Alporchones.

Edad Moderna

Exterior de la Capilla de los Marqueses de los Vélez (los Fajardo) en la Catedral de Murcia.

El final de la frontera

Ante la debilidad de la monarquía, en la época final de la Edad Media, el Reino sufrió múltiples incidentes y banderías que enfrentaron a las diferentes familias nobiliarias y al patriarcado urbano. Fueron los Reyes Católicos quienes lograron poner fin a esta inestabilidad y restablecer el orden social.

El Reino de Murcia tuvo un papel clave en la conquista de Granada. Los Reyes Católicos visitaron el reino de Murcia en 1488 para organizar desde aqui la conquista de la parte oriental del reino nazarí. Una vez conquistada esta área, muchos murcianos repoblaron tierras granadinas como el valle del Almanzora y la comarca de Los Vélez. De hecho, tras la conquista, la localidad de Huércal-Overa se asignó al término municipal de Lorca, y por tanto al reino de Murcia.

La poderosa familia de los Fajardo, poseedores en ese momento del Adelantamiento del reino, recibieron de los Reyes Católicos la comarca de Los Vélez como marquesado a cambio de Cartagena, que desde 1464 era patrimonio nobiliario de los Fajardo (como lo eran Mula, Molina de Segura, Alhama de Murcia, y las minas de Mazarrón), pasando de esta forma la localidad portuaria al realengo en 1503, y la comarca granadina al patrimonio de los adelantados murcianos.

El auge del siglo XVI

Durante el siglo XVI la población del reino de Murcia aumentó en un 40%. La ciudad de Murcia, la más poblada del reino, pasó de 11.000 a más de 16.000 habitantes. Lorca, la segunda más poblada, superó los 9.000 (cuando partía de los 6.500). La comarca del Noroeste vivió el proceso más ascendente, de hecho Caravaca llegó a convertirse en la tercera más populosa al alcanzar los 7.000 habitantes, superando a Albacete que rozaba los 6.000. Núcleos como Cartagena también ascendieron llegando a los 4.500 habitantes.[10]

Una vez reconquistada la Península y tras la unificación de las Coronas de Castilla y Aragón, el reino de Murcia entró en un periodo de prosperidad que se tradujo en un aumento notable de su población. Los factores determinantes que propiciaron este desarrollo, además del final del peligro bélico de la frontera, fueron el auge de la industria de la seda, las minerías de Cartagena y Mazarrón y la mejora de las explotaciones agrícolas.

Durante el reinado de Felipe II, tropas murcianas bajo mando de Luis Fajardo, III marqués de los Vélez y adelantado del reino de Murcia, ayudaron a sofocar la rebelión morisca en el Reino de Granada.[11]​ Este hecho hará que se le conceda a la ciudad de Murcia el título de Muy noble y muy leal.[12]​ Otro de los problemas fue la piratería berberisca, que forzó a Felipe II a construir varias torres de vigilancia en la costa que aún en nuestros días se conservan.

La expulsión de los moriscos

En tiempos de Felipe III se produjo la expulsión de los moriscos murcianos. A principios del siglo XVII su volumen de población era de 12.500 individuos, un 15% del total del reino, siendo abrumadora mayoría en las tradicionales comarcas moriscas como el Valle de Ricote, la Vega Media del Segura y la mayoría de los municipios de la comarca del Río Mula, además de Abanilla y Fortuna y el pueblo del alto Segura de Socovos.[13]

La población morisca estaba por lo general bien integrada en el reino de Murcia, sin embargo, la política anti-morisca diseñada en la lejana Corte se mostró indiferente a la realidad murciana y decretó la expulsión a finales de 1611. Un grupo de la nobleza murciana contrario a la misma intentó influir en la Corte, sin demasiado éxito. En octubre de 1613 Felipe III decretó la expulsión de los moriscos murcianos,[14]​ aunque el grado de cumplimiento de la norma fue desigual según las comarcas.

La crisis del siglo XVII

La expulsión morisca supuso un mazazo para la economía del reino de Murcia, sobre todo para el sector sericícola, el cual tuvo un importante boom tras el hundimiento de la seda granadina por los sucesos de las Alpujarras. Esto hizo que la crisis que ya se vivía en Castilla desde finales del XVI no tuviera demasiado reflejo en el reino murciano, si exceptuamos el cierre de las minas de alumbre de Mazarrón en 1594.

Pero tras la expulsión morisca y el declive demográfico que trajo consigo, llegó el cierre de los mercados toledanos y cordobeses a la seda murciana en 1630, lo que provocó el hundimiento. La epidemia de peste que se desató en 1648 ahondó en la crisis, muriendo cerca de 30.000 personas en todo el reino. Las riadas vinieron a complicar la situación, con la conocida como "riada de San Calixto" que asoló a la ciudad de Murcia en 1651, o la "riada de San Severo" que destruyó parte de Lorca en 1653.

Entrada al Arsenal de Cartagena.

El esplendor del siglo XVIII

El siglo XVIII dió comienzo con la Guerra de Sucesión, en la que el reino de Murcia tuvo un importante papel en la victoria borbónica; en la que destacó la acción del Cardenal Belluga, nombrado virrey de Murcia por Felipe V. En el reino se desarrollaron importantes batallas como la decisiva batalla de Almansa, y otras como la del Huerto de las Bombas; en donde la ciudad de Murcia se libró del cerco de las tropas austracistas, provenientes de Orihuela y Cartagena, en donde el Marqués de Santa Cruz había hecho triunfar la causa del Archiduque Carlos de Habsburgo.

Como consecuencia del apoyo del reino de Valencia al bando del archiduque Carlos, Felipe V ordenó que el exclave valenciano de Caudete, pasara a ser parte del reino de Murcia.[15]

Tras la guerra, el reino vivió un auténtico siglo de oro con un importante incremento de la población (la ciudad de Murcia llegó a los 70.000 habitantes), se desarrolló la agricultura y la industria de la seda, se vivió un gran esplendor artístico (con el escultor Francisco Salzillo), se repobló la zona de la costa con la creación de Águilas y se convirtió a Cartagena en capital del Departamento Marítimo del Mediterráneo, instalándose en ella el Arsenal de la armada.

Los años finales del reino

Ya en pleno siglo XIX, tras la dura Guerra de Independencia que tuvo desastrosas consecuencias en la región, la reforma liberal de Javier de Burgos hizo desaparecer el reino de Murcia en 1833 dando lugar a la provincia de Murcia y a gran parte de la provincia de Albacete. A partir de aquí dió comienzo la denominada Región Murciana biprovincial, que duraría hasta 1982.

Límites territoriales

El Reino de Murcia en el contexto de los territorios de la Corona de Castilla en 1590.
Mapa del Reino de Murcia en 1795

El Reino de Murcia poseía una extensión bastante mayor que la actual Región de Murcia.

En un principio se mantuvieron los límites de la anterior cora de Tudmir, pero posteriormente las fronteras aumentaron y disminuyeron irregularmente. Con el reinado de Ibn Hud, llegaron a alcanzar Almería, Málaga, Ceuta y La Mancha. Posteriormente, la taifa de Murcia quedó limitada a lo que posteriormente sería el Reino de Murcia cristiano, el cual incluía:

Dicha extensión ocupaba unos 26.400 kilómetros cuadrados. En la actualidad, la Región de Murcia ocupa algo más de 11.300 kilómetros cuadrados.[16]

Símbolos

La primera bandera del Reino de Murcia existió durante el reinado de Alfonso X, y consistía en cinco coronas sobre fondo carmesí, con flechos a la derecha.[17]​ El rey Pedro I, reconociendo la ayuda prestada por el Reino de Murcia en su lucha contra la Corona de Aragón, dio una sexta corona a su bandera.[17]​ Dos meses después el mismo rey señaló un cambio en la bandera, que pasaría a tener leones y castillos, afianzando simbólicamente con ello la pertenencia del Reino de Murcia a la Corona de Castilla. Este símbolo permanecerá hasta la Guerra de Sucesión.[17]

En cuanto al escudo del Reino de Murcia, durante mucho tiempo fue de siete coronas sobre fondo azul.[18]

Otro de los símbolos del Reino, en este caso religioso, es el que constituye la imagen medieval de la Virgen de la Arrixaca. Se trata de una legendaria escultura entronizada en la ciudad de Murcia en el siglo XIII como patrona del Reino. Actualmente se venera en la Capilla Real de la murciana iglesia de San Andrés.

Notas

  1. Véase la 2º acepción del término reino en el Diccionario de la Real Academia Española.
  2. Miguel Artola (1999). La monarquía de España. Madrid: Alianza Editorial. p. 145. ISBN 84-206-8195-4. 
  3. Ibañez de Segovia Peralta y Mendoza, Gaspar; Marqués de Mondejar (1777). «XVIII». En Joachin Ibarra, ed. Memorias historicas del Rei D. Alonso el Sabio i observaciones a su chronica. Madrid. p. 535. 
  4. Jesús Maestre i Campí y Flocel Sabaté (1998). Atlas de la Reconquista. La frontera peninsular entre los siglos VIII y XV. Barcelona: Ediciones Península. p. 49. ISBN 84-8307-078-2. 
  5. Rodríguez Llopis, pags. 111
  6. Miguel Rodríguez Llopis (2006). Atlas Histórico Ilustrado de la Región de Murcia y su antiguo reino. Murcia: Fundacion Séneca. p. 118. ISBN 84-935446-0-4. 
  7. Rodríguez Llopis, pags. 112
  8. Rodríguez Llopis, pags. 108
  9. Rodríguez Llopis, pags. 119
  10. Rodríguez Llopis, pags. 231
  11. Rodríguez Llopis, pags. 265-266
  12. Comunidad Autónoma de la Región de Murcia (ed.). «Historia de Murcia - Edad Moderna». Región de Murcia Digital. Consultado el 26 de mayo de 2009. 
  13. Rodríguez Llopis, pags. 273
  14. Rodríguez Llopis, pags. 276
  15. «Caudete». Gran Enciclopedia Temática de la Comunidad Valenciana. Geografía. Editorial Prensa Valenciana. 2009. 
  16. Una visión de los cambios territoriales desde la época medieval puede encontrarse en el Atlas Histórico Ilustrado de la región de Murcia y su antiguo reino, dirigido por Miguel Rodríguez Llopis (Fundación Séneca, Murcia, 2006).
  17. a b c Banderas históricas en la web de la Asociación Jarique
  18. El escudo tradicional del Reino de Murcia en la web de la Asociación Jarique

Bibliografía

Véase también

Enlaces externos

Web recopilatoria de Historia, repoblación, gastronomías, música y hablas típicas del Reino de Murcia - actual Región de Murcia (España)