Diferencia entre revisiones de «Imperio romano»

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Este artículo se refiere al Imperio romano hasta su disolución en Occidente, no a su continuación en Oriente conocida como Imperio bizantino.
IMPERIVM ROMANVM
Imperium Romanum
Imperio romano


27 a. C.-476 d. C.


Escudo
Bandera Escudo
Lema nacional: SENATVS POPVLVSQVE ROMANVS (SPQR)
(latín) El Senado y el pueblo romano
Ubicación de Roma
Ubicación de Roma
Capital Roma
41°53′N 12°29′E / 41.883, 12.483
Idioma principal Latín
Otros idiomas Griego, Galo, Bereber, Copto, Arameo, Fenicio...
Religión Religión romana (27 a. C.-337)
Cristianismo (337-476)
Gobierno Monarquía
Emperador
 • 27 a. C.-14 d. C. César Augusto
 • 475-476 Rómulo Augústulo
Cónsul
 • 27 a. C.-23 a. C. César Augusto
 • 476 Basilisco
Historia
 • César Augusto es proclamado emperador. 16 de enero de 27 a. C. de 27 a. C.
 • Batalla de Actium 2 de septiembre de 31 a. C.
 • Diocleciano divide la administración imperial entre oriente y occidente. 1 de mayo de 285
 • Constantino I declara Constantinopla nueva capital imperial. 11 de mayo de 330
 • Rómulo Augústulo es depuesto por Odoacro. 4 de septiembre de 476 d. C.[1][2]​ de 476 d. C.
Superficie
 • 117 6,000,000 km²
Población
 • 117 est. 88,000,000 
     Densidad 14,7 hab./km²
Moneda Denario, Sestercio, Sólido bizantino


El Imperio romano fue una etapa de la civilización romana en la Antigüedad clásica caracterizada por una forma de gobierno autocrática. El nacimiento del imperio viene precedido por la expansión de su capital, Roma, que extendió su control en torno al Mar Mediterráneo. Bajo la etapa imperial los dominios de Roma siguieron aumentando, llegando a su máxima extensión durante el reinado de Trajano, abarcando desde el Océano Atlántico al oeste hasta las orillas del Mar Negro, el Mar Rojo y el Golfo Pérsico al este, y desde el desierto del Sahara al sur hasta las tierras boscosas a orillas de los ríos Rin y Danubio y la frontera con Caledonia al norte. Su superficie máxima estimada sería de unos 6,14 millones de km².

El término es la traducción de la expresión latina Imperium Romanum, que no significa otra cosa que el dominio de Roma sobre dicho territorio. Polibio fue uno de los primeros cronistas en documentar la expansión de Roma aún como República. Durante casi tres siglos antes de César Augusto, Roma había adquirido numerosos dominios en forma de provincias directamente bajo administración senatorial o bajo gestión consular, y también mediante pactos de adhesión como protectorados de estados aliados. Su principal competidora en aquella época fue la ciudad púnica de Cartago cuya expansión rivalizaba con la de Roma y por ello fue la primera gran víctima de la República. Las Guerras Púnicas obligaron a Roma a salir de sus fronteras naturales, la península Itálica, y poco a poco adquirió nuevos dominios que debía administrar, como Sicilia, Cerdeña, Córcega, Hispania, Iliria, etc.

Los dominios de Roma se hicieron tan extensos que pronto fueron difícilmente gobernables por un Senado incapaz de moverse de la capital ni de tomar decisiones con rapidez. Asimismo, un ejército creciente reveló la importancia que tenía poseer la autoridad sobre las tropas, de cara a obtener réditos políticos. Así fue como surgieron personajes ambiciosos cuyo objetivo principal fue el poder. Este fue el caso de Julio César, quien no sólo amplió los dominios de Roma conquistando la Galia, sino que desafió la autoridad del Senado romano.

El Imperio romano como sistema político surgió tras las guerras civiles que siguieron a la muerte de Julio César, en los momentos finales de la República romana. Se alzó como mandatario absoluto en Roma, haciéndose nombrar Dictator (dictador). Tal osadía no agradó a los miembros del Senado romano, que conspiraron contra él asesinándole durante los Idus de marzo en las mismas escalinatas del Senado, restableciendo así la república, pero su retorno sería efímero. El precedente no pasó desapercibido para el joven hijo adoptivo de César, Octavio Augusto, quien sería enviado años más tarde a combatir contra la ambiciosa alianza de Marco Antonio y Cleopatra.

A su regreso victorioso, la implantación del sistema político imperial sobre un imperio territorial que de hecho ya existía, resulta inevitable, aun manteniendo las formas republicanas. Augusto aseguró el poder imperial con importantes reformas y una unidad política y cultural (civilización grecorromana) centrada en los países mediterráneos, que mantendrían su vigencia hasta la llegada de Diocleciano, quien trató de salvar un imperio que caía hacia el abismo. Fue éste último quien, por primera vez, dividió el imperio para facilitar su gestión. El imperio se volvió a unir y a separar en diversas ocasiones siguiendo el ritmo de guerras civiles, usurpadores y repartos entre herederos al trono hasta que, a la muerte de Teodosio I el Grande, quedó definitivamente dividido.

Finalmente en 476 el hérulo Odoacro depuso al último emperador de Occidente, Rómulo Augústulo. El senado envía las insignias a Constantinopla, la capital de Oriente, formalizándose así la capitulación del imperio de Occidente. El imperio oriental proseguiría varios siglos más bajo el nombre de Imperio bizantino, hasta que en 1453 Constantinopla cayó bajo el poder otomano.

El legado de Roma fue inmenso, tanto es así que varios fueron los intentos de restauración del imperio, al menos en su denominación. Destaca el intento de Justiniano I, por medio de sus generales Narsés y Belisario, el de Carlomagno así como el del propio Sacro Imperio Romano Germánico, pero ninguno llegó jamás a reunificar todos los territorios del Mediterráneo como una vez lograra la Roma de tiempos clásicos.

Con el colapso del Imperio de Occidente finaliza oficialmente la Edad Antigua dando inicio la Edad Media.

El Alto Imperio

Augusto (31 a. C.-14)

Octaviano, más conocido como Augusto, aprendió de la caída de Julio César y evitó sus errores.

Con la victoria de Octavio sobre Marco Antonio, la República se anexionó de facto las ricas tierras de Egipto, aunque la nueva posesión no fue incluida dentro del sistema regular de gobierno de las provincias, ya que fue convertida en una propiedad personal del emperador, y como tal, legable a sus sucesores. A su regreso a Roma el poder de Octavio es enorme, tanto como lo es la influencia sobre sus legiones.

En el año 27 a. C. se estableció una ficción de normalidad política en Roma, otorgándosele a Augusto, por parte del Senado, el título de Imperator Caesar Augustus (emperador César Augusto). El título de emperador, que significa «vencedor en la batalla» le convertía en comandante de todos los ejércitos. Aseguró su poder manteniendo un frágil equilibrio entre la apariencia republicana y la realidad de una monarquía dinástica con aspecto constitucional (Principado), en cuanto compartía sus funciones con el Senado, pero de hecho el poder del príncipe era completo. Por ello, formalmente nunca aceptó el poder absoluto aunque de hecho lo ejerció, asegurando su poder con varios puestos importantes de la república y manteniendo el comando sobre varias legiones. Tras su muerte Octaviano fue consagrado como hijo del Divus (divino) Julio César, lo cual le convertiría, a su muerte, en dios.

En el plano militar Augusto estabilizó las fronteras del Imperio romano en lo que el consideraba debían ser sus límites máximos de extensión en el norte. El limes Elba-Danubio. Asimismo, finalizó la conquista de Hispania doblegando las últimas tribus del Norte de las montañas cantábricas: cántabros y astures, que permanecían aún al margen del control militar romano. Esta sangrienta lucha final sería conocida como las Guerras Cántabras. Tan difícil fue la tarea que Augusto se trasladó personalmente con toda su corte a la península ibérica estableciendo Tarraco como capital provisional imperial[cita requerida]. En este periodo a urbe experimentó un gran crecimiento urbanístico. Hacia el 17 a. C. Hispania pasa a dominio romano por completo, quedando el territorio organizado en tres provincias: Lusitania, Tarraconensis y Baetica, además de la provincia Transduriana, que organizaba los territorios recién conquistados del Noroeste, y de cuya existencia tenemos noticia por un epígrafe, aparecido en El Bierzo, recientemente descubierto: el Edicto del Bierzo.

En el sur, en Egipto batalló contra las tropas unidas de Marco Antonio y Cleopatra, a las que venció en la batalla de Actium(14d.c). Más tarde, la conquista de las tierras de los Ptolomeo, el general que gobernó Egipto cuando murió Alejandro Magno, y cuyo linaje era ostentado por Cleopatra, fue finalizada desde Alejandría hasta casi el desierto del Sahara.

En el norte, Augusto también obtuvo grandes victorias adquiriendo para el Imperio Germania Magna cuyos límites se extendían a lo largo del Río Elba. Pero esta situación no duraría mucho, Augusto confió la dirección de la provincia a un inexperto gobernador Publio Quintilio Varo. Su ineptitud y su poco entendimiento de las culturas locales, nada acostumbradas a plegarse frente a un conquistador incrementaron los recelos de los lugareños. Así fue como el 9 a. C. una rebelión protagonizada por Arminio aniquiló las tres legiones de Varo en una brutal emboscada conocida como la batalla del bosque de Teutoburgo. La reacción romana permitió evacuar no sin problemas el resto cuerpos militares acantonados en Germania. Augusto escandalizado ante el desastre militar exclamaría ¡Quintilio Varo devuélveme mis legiones!. Finalmente y, a pesar de los deseos iniciales de Augusto, las legiones se retiraron a defender el frente del Rin. Así el sistema de límites nórdico se mantendría estable hasta el colapso del Imperio en la menos firme frontera Rin-Danubio. Augusto recomendó a su sucesor Tiberio que no tratara de extender más allá sus fronteras.

La dinastía Julio-Claudia (14-69)

Árbol genealógico simplificado de los emperadores julio-claudios (la línea discontinua significa adopción como hijo y heredero).
Expansión del Imperio romano en 218 (rojo), 89 (rosa), 44 a. C. (naranja), 14 (amarillo), y 117 (verde).

Los sucesores de Augusto no demostraron ser especialmente dotados, evidenciando las debilidades de un sistema dinástico hereditario. Tiberio, Calígula y Nerón fueron especialmente despóticos, dejándose llevar incluso por los excesos de locura que pusieron a prueba la fortaleza del sistema consolidado bajo la sabia administración de Octavio.

Tiberio (14 - 37 d. C.)

Tiberio era hijo de Livia Drusilla y de Tiberio Claudio Nerón. El 18 de septiembre de 14, tras la muerte de Octavio, quedó sólo en la regencia que había obtenido con la acumulación de títulos los años anteriores. No adoptó el título de Imperator, y demostró su desapego al poder desde inicios de su reinado. Una de sus primeras decisiones fue reformar las instituciones, para lo cual aumentó el poder del Senado dándole la facultad de nombrar magistrados, con lo que los Comicios, instituciones cuya principal tarea era ésta, fueron debilitadas. Al aumentar el poder del Senado y anular el del pueblo, Tiberio buscó equilibrarlos, aumentando de 3 a 9 cohortes los efectivos pretorianos y asignándole un campamento permanente en Roma, la castra praetoria. El Senado comenzó la publicación de numerosas leyes, recuperando su antiguo poder, al mismo tiempo que se volvía en la entidad fiscalizadora sobre los gobernadores de las provincias romanas. Fue pocos años de iniciado su reinado que, en las regiones de Panonia y Germania, los legionarios se sublevaron exigiendo pagos no realizados. Germánico, un joven y brillante general, y el hijo de Tiberio, Julio César Druso, fueron enviados para sofocarla. Así, Germánico unió a los rebeldes a su causa y emprendió una campaña en Germania, atravesando el Rin. Estos hechos, unidos a que Germánico recuperó las águilas de las legiones destruidas en la Batalla del Bosque de Teutoburgo, generaron gran contento entre el pueblo y la popularidad de Germánico se disparó. En 17, tras decenas de años sin triunfos, Germánico conmemoró el suyo. En 19, Germánico murió envenenado, sin conocerse asesino, aunque muchas sospechas recayeron en Tiberio. En 23, tras la muerte de su hijo, Tiberio se sumió en un estado depresivo, y lentamente fue delegando poderes en su Prefecto del Pretorio, quien ejercía el cargo desde 15, Lucio Elio Sejano, hasta que, finalmente, en 26, Tiberio se retira a la isla de Capri, dejando el poder absoluto en Sejano, a quien estimaba mucho. Los 9.000 hombres que Sejano tenía a su mando le daban el poder de Roma. La muerte de Livia Drusilla, la temible mujer, envalentonó al, hasta entonces, moderado Sejano. Comenzó una serie de juicios contra sus enemigos, ejecutándolos y robando sus propiedades, y desterró a la descendencia de Germánico en 30. En 31, se volvió cónsul junto a Tiberio. Ese mismo año, un complot senatorial lo llevó a juicio y posteriormente, a la muerte. Fue reemplazado por el Prefecto del Pretorio, Nevio Sutorio Macro. Al enterarse de esto, Tiberio volvió raudo a Roma e inició una carnicería, diezmando las filas senatoriales y ejecutando a casi todos sus miembros. Muchos otros patricios fueron ejecutado, exiliados o encarcelados, debido a la caída de Sejano, amigo personal de Tiberio. En ese tiempo, comenzaron a salir a la luz rumores de supuestos actos indebidos de Tiberio durante su estancia en Capri, entre ellos, de perversión sexual. Tras terminar sus ejecuciones, Tiberio se retiró del poder y se aisló completamente, dejando que el Imperio andara por sí solo. Finalmente, muere en Miseno, el 16 de marzo de 37, supuestamente asesinado, o por Macro, o por Calígula, a quien dejaría el poder en su testamento por ser hijo de Germánico, junto a su nieto, Tiberio Gemelo.

Calígula (37 - 41 d.C)

Calígula asume el 13 de marzo de 37. El testamento de Tiberio le dejaba el poder junto al nieto de Tiberio, Tiberio Gemelo. Con la ayuda del Prefecto del Pretorio, Nevio Sutorio Macro, éste anuló el testamento y se declaró emperador. Calígula había estado junto a Tiberio en su estancia en Capri y se había congraciado con él. El 28 de marzo, hacía una entrada triunfal a Roma, debido a que el recuerdo de su padre, el gran general Germánico, unido a la alegría del fin de reinado de Tiberio y a que su juventud hacía augurar buenos tiempos. Los primeros seis meses fueron bastantes prometedores. Calígula repartió una serie de recompensas monetarias a los pretorianos, a las tropas urbanas y a las fronterizas. Absolvió a todos los condenados y exiliados del régimen de Tiberio, alentándolos a volver a Roma. Pero, tras seis meses de reinado, cae gravemente enfermo, cambiando radicalmente su forma de gobernar, aunque no se conoce qué enfermedad padeció. Sin embargo, Calígula conntinuó con sus buenos actos, publicando sus gastos personales y reformando profundamente las políticas económicas del Imperio. Sin embargo, ordenó una serie de asesinatos sin juicio, incluyendo a Macro, quien lo elevó al trono. Entre el 38 y el 39, se desató una grave crisis económica debido a la bancarrota del emperador, quien había vaciado las Arcas Imperiales en numerosos juegos, banquetes, recompensas monetarias y en la construcción de obras públicas. Comenzó a multar e incluso a asesinar a muchos senadores y caballeros romanos para arrebatarles su patrimonio y así solventar su alicaída situación. Asimismo, puso impuestos a las bodas, prostíbulos y juicios. Además, comenzó a mendigar públicamente en los actos del circo ante el pueblo, rebajando su dignidad. Tergiversó muchos testamentos para recibir los bienes que en ellos se establecían. Los centuriones devolvieron sus propiedades recibidas en saqueos, y funcionarios públicos fueron multados por corrupción e incompetencia. Se desató una enorme hambruna que asoló el Imperio, debido, según muchos historiadores, al mismo Calígula y sus mandatos. En obras públicas, reconstruyó los puertos de Regium y Sicilia, y terminó el Teatro Pompeyo y el Templo de Augusto. Se construyeron los canales de Aqua Claudia y Anio Novus. Con el ascenso de Calígula, el Senado perdió el poder adquirido con Tiberio, lo que agravó sus relaciones. Ejecutó o humilló a numerosos senadores sin motivo alguno. En el plano militar, Calígula conquistó Mauritania y preparó la invasión a Britania. Desde 40, Calígula comenzó a aparecer en público caracterizado como dios o semidiós. Así, construyó tres templos en su honor y comenzó a reemplazar a los dioses romanos por su propia imagen. En su vida privada, Calígula fue un verdadero maniaco sexual, embarazando y prostituyendo a sus hermanas, e, incluso, se dice que quiso que Incitato, su caballo, fuera cónsul y sacerdote. Casio Querea, finalmente, en 41, lo asesinó con apoyo del Senado tras un año de homicidios por parte del demente emperador. Cae el 24 de enero de 41.

Claudio (41 - 54 d. C.)

Claudio era el tío de Calígula, e hijo de Antonia Minor y Nerón Claudio Druso. Los días posteriores a la muerte de Calígula, fue proclamado emperador por la Guardia Pretoriana, frustrándose los planes de Casio Querea de asesinar a la familia imperial. Había permanecida alejado de la política debido a que padecía de cojera, tartamudez, numerosas enfermedades respiratorias, y un carácter tímido. Sólo fue cuando Calígula lo nombró cónsul y senador que asumió algo de protagonismo. Su nombramiento, el 24 de agosto de 41, se realizó con la aprobación del Senado. Éste había sido nombrado porque se le creyó un sujeto fácilmente manipulable. En vez de eso, Claudio demostró ser uno de los emperadores más grandes de la historia romana, siendo un hábil juez, eexcelente legislador, un genio militar, y una persona autoritaria, pero también piadosa, humilde y amable. La expansión militar fue notable, anexándose Tracia, Nórico, Licia, Panfilia y Judea. En el año 43, Claudio envió al general Aulo Plaucio, junto a 4 legiones, a preparar la invasión de Britania, que constituiría el mayor logro militar de Claudio. Finalmente, la victoria romana fue celebrada en 44. En obras públicas, terminó los acueductos o canales de Aqua Claudia y Anio Novus. Construyó el puerto de Ostia, facilitando el transporte de suministros a Roma. En materia judicial, llegó a juzgar numerosos pleitos, ya agilizó el sistema judicial. Comenzó a invitar a la aristocracia de otros pueblos, bárbaros incluidos, a venir a Roma e incluso nombró a algunos senadores. Llegó a decretar 20 edictos por día. Favoreció los derechos de los esclavos en detrimento de los señores, prohibiendo la eutanasia por parte de éstos hacia sus esclavos. Con el Senado, se mostró humilde, negándose a ocupar su trono en medio de la sala y sentándose con el resto de los senadores. Además, les concedió el control de antiguas provincias imperiales, les permitió acuñar sus propias monedas y hasta incluso rechazó todos los títulos que merecía para ganárselos cuando fuera el momento. Formó un Senado más eficiente y representativo. Aún así, muchos senadores intentaron derrocarlo, generando una dura respuesta de Claudio, quien ejecuta a muchos sediciosos. Concedió un lugar especial a los libertos, dándoles una amplia plataforma de acción en los órganos burocráticos. En 38, se casó con Valeria Mesalina. Durante su matrimonio, se conocieron numerosos escándalos de Mesalina, quien era libertina en demasía. Sin embargo, el escándalo que la llevaría a la muerte fue cuando se casó con Cayo Silio públicamente en Roma, en 48. Para evitar la humillación, la mandó a ejecutar. Se casa, por cuarta vez, siendo esta vez la elegida Agripina la Menor, en 49. El 13 de octubre de 54, muere, según muchos, envenenado por su esposa, Agripina.

Nerón (54 - 68 d. C.)

Nerón asumió el trono tras la muerte de su padrastro, Claudio, gracias a las conjuras de su madre, Agripina la Menor, esposa del difunto emperador, en reemplazo del real heredero, Británico, quien, por ser hijo de Claudio, tenía mejor derecho que Nerón, quien era hijo de Ahenobarbo. Tras asumir el trono, el 13 de octubre, fue realmente su madre quien tomó el poder, mientras que Nerón tomaba las decisiones nominalmente. Los 5 primeros años de su gobierno fueron moderados, debido en gran parte a la influencia que en él ejercían el filósofo y su tutor personal, Séneca, y el Prefecto de la Guardia Pretoriana, Sexto Afranio Burro. Entre sus medidas estuvo tratar de frenar la corrupción que se había instalado en el Senado. Sin embargo, pronto quiso tomar las riendas del poder con sus propias medidas, y fue arrebatando a su madre la influencia. Agripina, despechada, intentó conspirar contra Nerón, intentando, ahora, derrocar a su hijo y suplantarlo por Británico. Sin embargo, Nerón, adelantándose a su madre, manda envenenar en un banquete a Británico, acabando con el único sucesor posible, cuando éste hubo cumplido 14 años, el 12 de febrero de 55. Fue en ese entonces, cuando Nerón expulsó a Agripina del Palatino, la residencia imperial. Durante ese tiempo, aburrido de su matrimonio con Octavia, hija de Claudio, inició un famoso romance con una de sus libertas, Claudia Actea. Tras la expulsión de su madre, su autonomía aumentó y comenzó a imponer su voluntad, reduciendo el papel de Burro y Séneca a moderadores. En 58, inicia un romance con Popea Sabina, esposa del general Marco Salvio Otón. En el 59, queriendo librarse de su madre, la mandó asesinar, lográndolo al tercer intento. Con esto, comenzó a bajar su popularidad. En 62, muere Burro y Séneca es acusado de corrupción, por lo que se retira de la vida pública. Tras esto, el mismo año, se divorcia y destierra a Octavia y contrae matrimonio con Popea. Asume Cayo Ofonio Tigelino como Prefecto del Pretorio, siendo un hábil secuaz y maléfico alentador de los planes malvados de Nerón. En 64, se produce el famoso incendio de Roma, que destruiría por completo la ciudad. Muchos testigos aseguran que vieron a pretorianos prendiendo fuego en distintos puntos de la ciudad, y la creencia de que Nerón cantó un poema viendo el incendio de Roma, emulando el de Troya, confirma la creencias de que Nerón fue el incendiario. Éste, para librarse, culpa a los cristianos e inicia una feroz persecución contra ellos. Las sospechas son confirmadas cuando comienza una serie de remodelaciones al Palatino, con costo de más de 100 millones de sestercios, tras el incendio. En 65, es descubierta una conjura del senador Cayo Calpurnio Pisón para derrocarlo, debido a su exceso de poder y su tiranía. Tras ser ejecutados muchos patricios, Séneca se suicidó tras adimitir que había escuchado de la conspiración. En esa época, muere Popea, asesinada accidentalmente por Nerón tras propinarle una patada en el vientre, ella embarazada. El arrepentimiento de Nerón se ve en su búsqueda infructuosa de un amante que la reemplazara, llegando a buscar homosexuales y travestis. Nerón se vuelve famoso debido a su creencia de que era un excelente cantor, poeta y actor, cuando su habilidad era terrible. Sus humillantes actos en Roma y otras partes del imperio, indignaron a la aristocracia romana, llegando incluso a actuar desnudo de Hércules en Grecia, y muchos otros papeles haría. Un año antes, el 66, había estallado en Judea una poderosa revuelta aplastada oportunamente por el general Tito Flavio Vespasiano. En 60, la reina bárbara Boudica se había sublevado contra el imperio, siendo sofocada la rebelión. Entre el 67 y el 68, el gobernador de la Galia Lugdunensis, Cayo Julio Vindex, sublevó a sus tropas contra Nerón. Lucio Verginio Rufo, gobernador de Germania Superior, lo derrotó, teniendo que suicidarse. En junio del 68, el gobernador de la Hispania Tarraconense, Servio Sulpicio Galba, se subleva y el Senado lo declara emperador, declarando al mismo tiempo a Nerón enemigo de Roma. Nerón huye y se suicida el 9 de junio del 68.

Galba

Galba, tras haber perdido al gobernador Cayo Julio Vindex, marchó con sus legiones hacia Roma, en medio de un gran clima de hostilidad en la ciudad.

En el curso de los acontecimientos no sólo no dio a las legiones germanas la recompensa que esperaban por su lealtad, sino que además recibieron acusaciones de haber obstruido el camino de Galba al trono. Su comandante, Rufus, fue inmediatamente reemplazado por el nuevo emperador. La pérdida de confianza en la lealtad germana llevó a despachar al cuerpo de guardia imperial de Batavia. Mientras en el resto del Imperio se celebraba la muerte de Nerón, para la rebelión del Rin fue una pérdida.

La popularidad de Galba no duró mucho. En su camino hacia Roma destruyó o hizo pagar enormes sanciones a ciudades que no aceptaron su autoridad de inmediato. En Roma, Galba canceló todas las reformas de Nerón, incluyendo algunas medidas que habían beneficiado a personas importantes. Al igual que su predecesor, Galba padeció un irracional miedo a las conspiraciones y mandó ejecutar a muchos senadores y equites, sin pruebas. El descontento en el ejército se mantenía. Después de su salvadora llegada a Roma, Galba rechazó pagar los estipendios que prometió a los soldados que le apoyaron. Es más, con el estallido de la guerra civil el 1 de junio del 69 d. C. las legiones de Germania Inferior se negaron a jurar lealtad y obediencia al nuevo emperador. Al día siguiente, las legiones aclamaban a Vitelio, su gobernador, como emperador.

Al conocer la pérdida del control de las legiones del Rhin, Galba se aterrorizó. Adoptó a un joven senador, Lucio Calpurnio Pisón Liciniano, como su sucesor. Al hacer esto ofendió a mucha gente, sobre todo a Marco Salvio Otón, un personaje influyente y ambicioso que deseaba los honores para sí mismo. Otón sobornó a la Guardia Pretoriana que además estaba descontenta con el emperador. Cuando Galba tuvo noticias del golpe de Estado que se fraguaba, marchó por las calles en un intento de normalizar la situación tratando de que la gente se pusiera de su lado, pero nadie lo hizo. Finalmente fue asesinado por la guardia pretoriana en el Foro Romano.

Otón

Otón fue reconocido como emperador por el Senado el mismo día de la muerte de Galba. El nuevo emperador fue recibido con alivio. A pesar de su ambición y codicia, a Otón no se le conocía que fuera tiránico ni cruel, por lo que se esperaba que fuese un emperador justo. Pero estaba el problema de Vitelio, quien llevaba días marchando hacia Italia desde Germania.

Vitelio poseía el mando de las legiones de élite del imperio, compuestas por veteranos de las Guerras germánicas, como la I Germánica y la XXI Rapax. Estos eran sus mejores argumentos para conseguir el poder. Otón no tenía intenciones de iniciar otra guerra civil y envió mensajeros para proponer una paz e invitar a Vitelio a ser su hijo adoptado. Sin embargo, era ya demasiado tarde, y el ejército de Vitelio golpeó Italia con una serie de victorias menores. Otón fue finalmente derrotado en la Batalla de Bedriacum. En vez de huir e intentar un contraataque, Otón decidió poner fin al caos suicidándose. Había sido emperador durante poco más de tres meses.

Vitelio

Vitelio tras la noticia del suicidio de Otón, fue reconocido como emperador por el Senado. Con la aceptación garantizada, Vitelio salió de Roma. A pesar de todo el comienzo de su reinado no fue favorable. La ciudad acogió con inquietud el acceso al cargo como Pontifex Maximus de Vitelio en las misma fecha del aniversario de la Batalla de Alia (en 394 a. C.), un día de malos auspicios para la supersticiosa sociedad romana.

Los acontecimientos que seguirían demostrarían la certeza de tales temores. Con el trono fuertemente asegurado, Vitelio inició una serie de fiestas, banquetes (EL historiador Suetonio cita tres en un mismo día: mañana, mediodía y noche) y desfiles que llevaron a la tesorería imperial a la bancarrota. Pronto se acumularon las deudas y los prestamistas empezaron a solicitar los pagos. Vitelio mostró su naturaleza violenta al reprimir con crueldad el atrevimiento de los demandantes mediante torturas y ejecuciones. Con las finanzas imperiales en un estado pésimo, Vitelio hizo asesinar a todos los ciudadanos que se llamasen como él o su heredero. Se desató entonces una persecución de cualquier posible rival invitándoles a palacio con promesas de poder para después asesinarles.

Mientras tanto, las legiones estacionadas en las provincias de Oriente próximo, Judea y Siria, aclamaron a Vespasiano como emperador. Vespasiano había sido un comandante excepcional en Judea bajo el mandato de Nerón en el año 67 cuando asumió la tarea de sofocar la rebelión judía. Se ganó el apoyo del gobernador de Siria, Cayo Licinio Muciano. Las experimentadas legiones que habían combatido duro en Judea marcharon sobre Roma al mando de Muciano. Vespasiano viajó a Alejandría, donde fue aclamado como Emperador el 1 de julio obteniendo el control de los vitales suministros de grano de Egipto. Tito, el hijo de Vespasiano, permaneció en Judea para acabar con la rebelión judía. Antes de que las legiones orientales pudieran alcanzar Roma, las legiones danubianas de las provincias de Recia y Mesia aclamaron a Vespasiano como emperador en agosto y encabezaron la invasión de Italia al mando de Marco Antonio Primo. En octubre las fuerzas de Primo obtuvieron una aplastante victoria sobre el ejército de Vitelio en la segunda Batalla de Bedriacum.

Rodeado de enemigos, Vitelio hizo un último intento de ganarse el apoyo de la ciudad, sobornó y prometió poder a quien hizo falta. Mientras, los ejércitos del Danubio estaban cada vez más cerca. Ante la inminente amenaza, Vitelio trató de ganar tiempo y envió a unos emisarios acompañados por vírgenes vestales para negociar una tregua e iniciar conversaciones de paz. Al día siguiente, los mensajeros volvieron con la noticia de que el enemigo estaba a las puertas de la ciudad. Vitelio se dispuso entonces a esconderse y huir, pero antes decidió hacer una última visita al palacio. Allí fue asesinado por uno de los hombres de Vespasiano.

El Senado acogió al día siguiente a Vespasiano como emperador. Esto ocurrió el 21 de diciembre del 69, el mismo año que había empezado con Galba en el trono.

La Dinastía Flavia (69 - 96 d. C.)

Vespasiano (69 - 79 d. C.)

Vespasiano descendía de una familia del ordo equester que había alcanzado el rango senatorial durante los reinados de los emperadores de la Dinastía Julio-Claudia. Siendo designado cónsul en 51, ganó renombre como comandante militar, destacando en la invasión romana de Britania (43). Comandó las fuerzas romanas que hicieron frente a la rebelión de los judíos del año 66. Cuando se disponía a sitiar Jerusalén, la capital rebelde, el emperador Nerón se suicidó, sumiendo al Imperio en un año de guerras civiles conocido como el Año de los Cuatro Emperadores. Tras la rápida sucesión y fallecimiento de Galba y Otón y el ascenso al poder de Vitelio, los ejércitos de las provincias de Egipto y Judea proclamaron emperador a Vespasiano el 1 de julio de 69 En su camino hacia el trono imperial, Vespasiano se alió con el gobernador de Siria, Cayo Licinio Muciano, quien condujo las tropas de Vespasiano contra Vitelio, mientras el propio Vespasiano tomaba el control sobre Egipto. El 20 de diciembre, Vitelio fue derrotado y al día siguiente Vespasiano fue proclamado emperador por el Senado.

Poca información ha sobrevivido del reinado de Vespasiano tras sus diez años de gobierno. Destaca de su reinado el programa de reformas financieras que promovió, tan necesario tras la caída de la Dinastía Julio-Claudia, su exitosa campaña en Judea y sus ambiciosos proyectos de construcción como el Anfiteatro Flavio, conocido popularmente como el Coliseo Romano. Tras su muerte el 23 de junio de 79 fue sucedido en el trono por su hijo mayor, Tito.

Tito (79 - 81 d. C.)

Tito, antes de ser proclamado emperador alcanzó renombre como comandante militar al servir a las órdenes de su padre en Judea, durante el conflicto conocido como la Primera Guerra Judeo-Romana (67 - 70). Esta campaña sufrió una breve pausa tras la muerte del emperador Nerón (9 de junio de 68), cuando su padre fue proclamado emperador por sus tropas (21 de diciembre de 69). En este punto, Vespasiano inició su participación en el conflicto civil que asoló al Imperio durante el año de su nombramiento como emperador, conocido como el año de los cuatro emperadores. Tras dicho nombramiento recayó sobre Tito la responsabilidad de acabar con los judíos sediciosos, tarea que realizó de forma satisfactoria tras sitiar y destruir Jerusalén (70), cuyo templo fue destruido en el incendio. Su victoria fue recompensada con un triunfo y conmemorada con la construcción del Arco de Tito.

Bajo el reinado de su padre, Tito cosechó recelos entre los ciudadanos de Roma debido a su servicio como prefecto del cuerpo de guardaespaldas del emperador, conocido como la Guardia Pretoriana, y también debido a su intolerable relación con la reina Berenice de Cilicia. A pesar de estas faltas a la moral romana, Tito gobernó con gran popularidad tras la muerte de Vespasiano el 23 de junio de 79 d. C. y es considerado como un buen emperador por Suetonio y otros historiadores contemporáneos.

Lo más importante de su reinado fue su programa de construcción de edificios públicos en Roma (Tito finalizó el anfiteatro Flavio, conocido comúnmente como el Coliseo). La enorme popularidad de Tito también se debió a su gran generosidad con las víctimas de los desastres que sufrió el Imperio durante su breve reinado, la erupción del Vesubio en el año 79 d. C. y el incendio de Roma de 80 d. C. Tras dos años en el cargo, Tito falleció a causa de unas fiebres, el 13 de septiembre de 81 d. C. La gran popularidad de Tito hizo que el Senado lo deificara. Tito fue sucedido por su hermano menor, Domiciano.

Domiciano (81 - 96 d. C.)

Su juventud y los inicios de su carrera transcurrieron a la sombra de su hermano Tito, que alcanzó considerable renombre militar durante las campañas en Germania y Judea de los años 60. Dicha situación se mantuvo durante el reinado de su padre Vespasiano, coronado emperador el 21 de diciembre de 69, tras un largo año de guerras civiles conocido como el Año de los Cuatro Emperadores. Al tiempo que su hermano gozó de poderes semejantes a los de su padre, él fue recompensado con honores nominales que no implicaban responsabilidad alguna. A la muerte de su padre el 23 de junio de 79, Tito le sucedió pacíficamente, pero su corto reinado finalizó abrupta e inesperadamente a su muerte por enfermedad, acaecida el 13 de septiembre de 81. Al día siguiente Domiciano fue proclamado emperador por la Guardia Pretoriana; su reinado, que duraría quince años, sería el más largo desde el de Tiberio.

Las fuentes clásicas le describen como un tirano cruel y paranoico, ubicándole entre los emperadores más odiados al comparar su vileza con las de Calígula o Nerón. No obstante, la mayor parte de las afirmaciones acerca de él tienen su origen en escritores que le fueron abiertamente hostiles: Tácito, Plinio el Joven y Suetonio. Dichos hombres exageraron la crueldad del monarca al efectuar adversas comparaciones con los Cinco Buenos Emperadores que le sucedieron. A consecuencia de todo ello, la historiografía moderna rechaza la mayor parte de la información que contienen las obras de estos escritores al considerarles poco objetivos. Se le describe como un autócrata despiadado pero eficiente, cuyos programas pacíficos, culturales y económicos fueron precursores del próspero siglo II, en comparación con el turbulento crepúsculo del siglo I. Su muerte marcó el final de la Dinastía Flavia, así como la instauración de la Antonina.

La Dinastía de los Antoninos

Tras la muerte de Domiciano en el 96, se sucedió la Dinastía de los Antoninos, de los cuales sus cinco primeros emperadores fueron conocidos dentro de la Dinastía de los Cinco Emperadores Buenos, porque todos fueron sabios y dirigieron muy bien Roma. Esto gracias a un nuevo sistema de sucesión que se basaba en la designación del sucesor, en vez de ser el pariente más cercano. Es así como se aseguró una buena sucesión, hasta que Marco Aurelio rompe la norma, designando a su hijo, Cómodo, decisión que resultaría desastrosa.

Nerva (96 - 98 d. C.)

Nerva, a su adhesión al trono contaba con 65 años; este reputado senador había dedicado su vida al servicio del Imperio durante los reinados de Nerón, Vespasiano, Tito y Domiciano. Con Nerón como emperador fue miembro del séquito imperial y desempeñó un importante papel en el descubrimiento de una conspiración contra el emperador orquestada por el senador Cayo Calpurnio Pisón (65). Tras esto se le recompensó con dos consulados (71 y 90).

El 18 de septiembre del año 96, el emperador Domiciano fue asesinado víctima de una conspiración palaciega en la que se vieron implicados varios miembros de la Guardia Pretoriana y varios libertos. Al día siguiente el Senado le nombró emperador; como nuevo monarca juró restaurar los derechos que habían sido abolidos o simplemente obviados durante el reinado de Domiciano. Sin embargo, su administración estuvo marcada por problemas financieros y por su falta de habilidad a la hora de tratar con las tropas. Una rebelión de la Guardia Pretoriana en el año 97 casi lo forzó a adoptar al popular Marco Ulpio Trajano como su heredero y sucesor. Tras lo que aproximadamente fueron dieciocho meses de gestión, Nerva murió de muerte natural el 27 de enero de 98. A su muerte fue sucedido por su hijo adoptivo, Trajano.

Aunque se desconoce gran parte de la vida de Nerva, es considerado por los historiadores antiguos como un emperador sabio y moderado. Esta opinión ha sido confirmada por los historiadores modernos, uno de los cuales, Edward Gibbon, llama a Nerva y a sus cuatro sucesores, los Cinco Buenos Emperadores. La adopción de Trajano como heredero finalizó con la tradición de los anteriores emperadores, que nombraban a alguno de sus parientes como hijo adoptivo en el caso en que no les sucedieran sus propios hijos.

Trajano (98 - 117 d. C.)

Trajano, sucedió al emperador Nerva en el año 98. Como administrador civil, Trajano es conocido sobre todo por su amplio programa de construcción de edificios públicos, que reformaron la ciudad de Roma y dejó numerosos monumentos perdurables como el foro de Trajano, el mercado de Trajano y la Columna Trajana. Sin embargo, fue como comandante militar por lo que celebró sus mayores triunfos. En 101, lanzó una expedición punitiva contra el reino de Dacia gobernado por el rey Decébalo, derrotando al ejército dacio cerca de Tapae en 102, y finalmente conquistó Dacia completamente en 106. En 107, Trajano fue más al Este y se anexionó el reino nabateo, estableciendo la provincia de Arabia Pétrea. Después de un período de relativa paz dentro del Imperio, lanzó su campaña final en 113 contra Partia, llegando hasta la ciudad de Susa en 116, y alcanzando con ello la máxima expansión del Imperio Romano en toda su historia. Durante esta campaña, Trajano enfermó y falleció mientras volvía a Roma. Fue deificado por el Senado y sus cenizas se enterraron bajo la Columna Trajana. Le sucedió su sobrino Adriano.

Adriano (117 - 138 d. C.)

Imperio Romano en el 125 d. C. bajo Adriano.

Adriano nació en Itálica, o en Roma, en el seno de una familia acomodada oriunda del Piceno (Italia) y establecida a fines del siglo III a. C. en Itálica (Hispania Baetica), cerca de la moderna ciudad de Sevilla (España). Era sobrino segundo por línea materna de Trajano, quien, aunque nunca le nombró públicamente su heredero, le dio varias muestras de preferencia durante su reinado y, de acuerdo con lo manifestado por su esposa, Pompeia Plotina, lo declaró como tal momentos antes de morir.

Aunque es posible que debiera el trono sobre todo al favor de Plotina, su condición de posible sucesor fue siendo marcada por el propio Trajano durante su reinado. Así, en el periodo comprendido entre los años 100 - 108 le concedió la mano de Vibia Sabina, le nombró quaestor Imperatoris y comes Augusti, le regaló el diamante de Nerva como «esperanza de sucesión» y le recomendó como consul suffectus, amén de otros honores y distinciones. Aunque era descendiente de Trajano, el apoyo de Plotina y de Lucio Licinio Sura (m. en 108) fueron determinantes en su ascenso al trono.

Sus relaciones con el Senado no fueron buenas; quizá tuviera algo que ver con ello el que Adriano, a diferencia de muchos emperadores anteriores, no deseara desempeñar el consulado ordinario más que dos veces, ambas consecutivas y al comienzo de su reinado: en el primer semestre de 118, teniendo como collega a su sobrino, el barcinonense Cneo Pedanio Fusco Salinator, y, en el primer cuatrimestre de 119, con Publio Dasumio Rústico, otro posible pariente, esta vez de los Dasumii italicenses. Asimismo, las reformas administrativas llevadas a cabo durante su reinado suscitaron la oposición de los senadores; el emperador modernizó el sistema administrativo estatal ascendiendo a expertos y tecnócratas, lo que supuso que muchas secciones de la administración quedaran en manos de estos funcionarios. A causa de ello la élite senatorial y aristocrática vio mermada su influencia.

Antonino Pío (138 - 161 d. C.)

Antonino Pío, tras desempeñar con un sorprendente éxito los cargos de cuestor y pretor, obtuvo el consulado en 120. Fue posteriormente nombrado por Adriano como uno de los cuatro procónsules que administraban Italia. Su labor durante su proconsulado en Asia aumentó en gran medida su reputación gracias a su buena conducta. Antonino Pío fue favorecido durante su carrera por Adriano, que lo adoptó como su heredero el 25 de febrero de 138, tras la muerte de su hijo adoptivo Lucio Aelio Vero, con la condición de que el propio Antonino Pío adoptara a Marco Annio Vero, el hijo de la mujer de su hermano, y a Lucio, hijo de Aelio Vero, que después se convertirían en los emperadores Marco Aurelio y Lucio Vero.

Su reinado transcurrió pacíficamente, a pesar de una serie de disturbios militares que asolaron el Imperio durante su gobierno en Mauritania, Judea y en Britania contra los brigantes, aunque ninguna de estas insurrecciones se consideran de importancia. Se cree que la insurrección en Britania llevó al Emperador a erigir el Muro de Antonino en el Fiordo de Forth y el Fiordo de Clyde, a pesar de que fue pronto abandonada. Fue uno de los pocos emperadores que se enfrentaron a las crisis de su gobierno sin salir de Italia, tratando los asuntos bélicos provinciales a través de gobernadores o por medio de cartas a ciudades como Éfeso. Este estilo de gobierno fue muy elogiado por sus contemporáneos y por las generaciones futuras.

Poco se conoce de la política exterior del gobierno de Antonino, aunque a juzgar por los eventos consecuentes de ella, no acaecieron importantes acontecimientos durante este periodo, comparado con sus antecesores y predecesores en el trono. Algunos historiadores defienden que trató con gran cuidado los asuntos del Imperio, o que tal vez se desinteresó de los eventos que sucedieron en el exterior de Italia, y de su inactividad se derivaron los problemas a los que se tuvo que enfrentar, no solo Marco Aurelio, sino un gran número de emperadores del S. III.

Antonino Pío mantuvo buenas relaciones con el Senado, en contraste con su predecesor Adriano. Su reinado, junto con el de sus predecesores Trajano y Adriano, y el de su sucesor Marco Aurelio, se conoce como la Edad de Oro del Imperio Romano.

Marco Aurelio (161 - 180 d. C.)

Su gobierno estuvo marcado por los conflictos militares en Asia frente a un revitalizado Imperio Parto y en Germania frente a las tribus bárbaras asentadas a lo largo del Limes Germanicus, en la Galia y a lo largo del Danubio. Durante su reinado tuvo que hacer frente a una revuelta en las provincias del Este liderada por Avidio Casio a la cual aplastó.

La gran obra de Marco Aurelio, Meditaciones, escrita durante las campañas de la década de 170, todavía es considerada como un monumento al gobierno perfecto. Es descrita como "una obra escrita de manera exquisita y con infinita ternura".

Cómodo (180 - 192 d. C.)

Cómodo fue el primer emperador que sucedía en el trono a su padre desde el reinado de Tito. El joven hijo de Marco Aurelio fue también el primer emperador «nacido para la púrpura» (símbolo de realeza romana), ya que era el primero que nacía cuando su padre ya había ascendido al trono.

Su gobierno puede dividirse en dos fases:

  • 177 – 180. Reinado conjunto con su padre, Marco Aurelio. En esta etapa las acciones de Cómodo se pueden definir como moderadas. Entre otras cosas, Cómodo luchó con los ejércitos del Danubio.
  • 180 – 192. Gobierno en solitario. El modo de reinar del joven fue degenerando en una paranoia incontrolable que llevó al Imperio Romano a una de sus mayores crisis desde los gobiernos de Calígula, Nerón o Domiciano.

A su muerte, el Imperio se sumió en una época de guerras civiles conocida como el Año de los cinco emperadores. Al término de este conflicto asumió el trono Septimio Severo, quien instauró la Dinastía de los Severos.

La dinastía Severiana (193-235)

Fases de expansión del Imperio romano y sus vecinos en el siglo II.

Tras un breve periodo anárquico Septimio Severo, militar no perteneciente a la aristocracia romana, consigue establecer una nueva dinastía el año 193, para ello debería salir victorioso en la mayor y más sangrienta confrontación entre ejércitos romanos ( Batalla Lugdunum). Alejandro Severo es el último emperador de esta línea hereditaria, dando paso a la tercera anarquía (la primera fue el año de los cuatro emperadores y la segunda la que precedió a los Severos). A partir de ahora se suceden en el trono varios emperadores que llegan al poder gracias a haber subido en el escalafón militar por méritos sin ser necesariamente de procedencia noble. El primer emperador de esta nueva era es Maximino el Tracio, hijo de campesinos y procedente de una zona de la actual Bulgaria.

Crisis del siglo III (235-284)

Tras el asesinato de Alejandro Severo, por sus tropas en el año 235, se inició una etapa de crisis.

Tanto en Italia como en las provincias irán surgiendo poderes efímeros sin fundamento legal, mientras que la vida económica se verá marcada por la incertidumbre de la producción, la dificultad de los transportes, la ruina de la moneda, etc.

El Bajo Imperio (284-395)

Diocleciano y la tetrarquía (284-395)

La dinastía constantiniana (305-363)

La dinastía valentiniana (364-395)

La división del Imperio (395-476/1453)

El fin del Imperio romano de Occidente (395-476)

A principio del siglo V, las tribus germánicas, empujadas hacia el Oeste por la presión de los pueblos hunos, procedentes de las estepas asiáticas, penetraron en el Imperio Romano. Las fronteras cedieron por falta de soldados que las defendiesen y el ejército no pudo impedir que Roma fuese saqueada por visigodos y vándalos. Cada uno de estos pueblos se instaló en una región del imperio, donde fundaron reinos independientes. Uno de los más importantes fue el que derivaría a la postre en el Sacro Imperio Romano Germánico.

Sólido bizantino de Odoacro en nombre del Zenón.

El emperador de Roma ya no controlaba el Imperio, de tal manera que en el año 476, un jefe bárbaro, Odoacro, destituyó a Rómulo Augústulo, un niño de 15 años que fue el último emperador Romano de Occidente y envió las insignias imperiales a Zenón, emperador Romano de Oriente.

Supervivencia del Imperio romano de Oriente (395-1453)

El Imperio restaurado: el Sacro Imperio Romano (800-1806)

Arquitectura

Anfiteatro de Tarraco (hoy Tarragona).

Las ciudades romanas eran el centro de la cultura, la política y la economía de la época. Base del sistema judicial, administrativo y fiscal eran también muy importantes para el comercio y a su vez albergaban diferentes acontecimientos culturales. Es importante destacar que Roma fue, a diferencia de otros, un imperio fundamentalmente urbano.

Las ciudades romanas estaban comunicadas por amplias calzadas que permitían el rápido desplazamiento de los ejércitos y las caravanas de mercaderes, así como los correos. Las ciudades nuevas se fundaban partiendo siempre de una estructura básica de red ortogonal con dos calles principales, el cardo y el decumano que se cruzaban en el centro económico y social de la ciudad, el foro alrededor del cual se erigían templos, monumentos y edificios públicos. También en él se disponían la mayoría de las tiendas y puestos comerciales convirtiendo el foro en punto de paso obligado para todo aquel que visitase la ciudad. Así mismo un cuidado sistema de alcantarillado garantizaba una buena salubridad e higiene de la ciudad romana.

Curiosamente, este riguroso ordenamiento urbanístico, ejemplo del orden romano, nunca se aplicó en la propia Roma, ciudad que surgió mucho antes que el imperio y que ya tenía una estructura un tanto desordenada. El advenimiento del auge del poder imperial motivó su rápido crecimiento con la llegada de multitud de nuevos inmigrantes a la ciudad en busca de fortuna. Roma nunca fue capaz de digerir bien su grandeza acentuándose más aún el caos y la desorganización. La capital construía hacia lo alto, el escaso espacio propició la especulación inmobiliaria y muchas veces se construyó mal y deprisa siendo frecuentes los derrumbes por bloques de pisos de mala calidad. Famosos eran también los atascos de carros en las intrincadas callejuelas romanas. La fortuna sin embargo quiso que la capital imperial se incendiara el año 64 dC, durante el mandato de Nerón. La reconstrucción de los diferentes barrios se realizó conforme a un plan maestro diseñado a base de calles rectas y anchas y grandes parques lo que permitió aumentar muchísimo las condiciones higiénicas de la ciudad.

Por lo demás toda ciudad romana trataba de gozar de las mismas comodidades que la capital y los emperadores gustosos favorecían la propagación del modo de vida romano sabedores de que era la mejor carta de romanización de las futuras generaciones acomodadas que jamás desearían volver al tiempo en que sus antepasados se rebelaban contra Roma. Por ello, allí donde fuera preciso se construían teatros, termas, anfiteatros y circos para el entretenimiento y el ocio de los ciudadanos. También muchas ciudades intelectuales gozaban de prestigiosas bibliotecas y centros de estudio, así fue en Atenas por ejemplo ciudad que siempre presumió de su presuntuosa condición de ser la cuna de la filosofía y el pensamiento racional.

Para traer agua desde todos los rincones se construían acueductos si era preciso, el agua llegaba a veces con tal presión que era necesario construir abundantes fuentes por todas partes lo que aun aumentaba más el encanto de dichas ciudades que aun construidas en tierras secas recibían la llegada de las bien planificadas canalizaciones romanas.

Las casas típicas eran las insulae (isla). Solían estar hechas de adobe normalmente de unos tres o cuatro pisos aunque en Roma o en otras ciudades de gran densidad se llegaban a construir verdaderos rascacielos cuya solidez muchas veces fue más que dudosa. La gente rica y de dinero, patricios de buena familia o ricos comerciantes plebeyos que habían hecho fortuna se alojaban en casa de una sola planta con patio interior (impluvium) recubierto de mosaicos llamadas domus.

En honor a las victorias se construían columnas, arcos de triunfo, estatuas ecuestres y placas conmemorativas que solían hacer siempre referencia al emperador reinante y sus gloriosas victorias conseguidas en pos de la salvaguarda de la pax romana de la que gozaban inconscientes los ciudadanos de la urbe. Era un motivo que se recordaba constantemente para dar sentido a la recaudación imperial, sin dinero no hay ejército, sin ejército no hay seguridad y sin seguridad no hay ciudades ni comercio. Algo que quedaría patente a finales del bajo imperio.

Con la llegada de la crisis del siglo tercero y, particularmente, ya en el tardío imperio cristiano la seguridad de la que disfrutaron durante tiempo las ciudades romanas había desaparecido. Y muchas de ellas, sobre todo las más fronterizas con los limes acechados por los pueblos germanos se vieron obligadas a amurallarse y recluirse en fortificaciones sacrificando calidad de vida por seguridad. Fue un paso hacia atrás que se materializaría con la desaparición del imperio de occidente, la ruralización, el fin de las actividades comerciales y el surgimiento de los castillos medievales.

Economía

La economía del Imperio Romano era la propia de un imperio esclavista; los esclavos trabajaban obviamente de forma gratuita, lo cual producía una enorme riqueza. Las diferentes ciudades y provincias estaban conectadas por una red de comunicaciones, vías y puertos, que fomentaban el comercio notablemente.

Aunque la vida se centraba en las ciudades, la mayoría de los habitantes vivían en el campo con un buen nivel, donde cultivaban la tierra y cuidaban el ganado. Los cultivos más importantes eran el trigo, la viña y los olivos, también árboles frutales, hortalizas, legumbres y lino. Los romanos mejoraron las técnicas agrícolas introduciendo el arado romano, molinos más eficaces, como el grano, el prensado de aceite, técnicas de regadío y el uso de abono.

Desde el punto de vista económico, la base agrícola varía bastante según las zonas.

  • En el Valle del Po predominaba el pequeño campesinado que convivía con los grandes dominios. El cultivo de cereales, cultivo idóneo para la zona, tiende a desaparecer.
  • El Ager Galicus y el Picenum es una tierra de pequeños campesinos surgidos de la distribución de tierras por el Estado.
  • Etruria y Umbría son tierras de ciudades, cuya organización dificulta el progreso del campesinado.
  • En el Lacio, País Marso y País de los Sabélicos la situación es similar a la de la propia Roma.
  • En Italia del Sur las ciudades están arruinadas y existe poco campesinado.
  • En el Samnio hay una despoblación notable y las ciudades están también arruinadas.
  • En Campania y Apulia las antiguas ciudades han quedado arruinadas, y los repartos de tierras, en general no prosperaran. En parte de Campania las tierras eran Ager Publicus y solo se dejaban a su ocupante a título de arrendatario por tiempo limitado.
  • En el Brucio y Lucania el poblamiento es débil y la agricultura apenas progresa.

Sociedad

Un hombre con una toga.

La sociedad romana se configura de dos clases sociales que tenían la ciudadanía romana: una aristocracia de propietarios (patricii, patricios) y una clase popular que luchaba por conseguir derechos (plebs, plebeyos). Como ya se ha dicho anteriormente, la economía estaba basada en el sistema de producción esclavista, donde la mayoría de los esclavos eran prisioneros de guerra. Existían mercados de esclavos donde se comerciaba con ellos como si fuesen simples mercancías.

Así pues la sociedad romana estaba dividida en:

  • Patricios: la clase dominante que poseía todos los privilegios tanto fiscales, como judiciales, políticos y también culturales.
  • Plebeyos: eran el pueblo que no gozaba de todos los derechos ni privilegios.
  • Esclavos: no tenían derechos y eran posesión de sus amos. El esclavismo era toda una institución social en Roma. No fue un esclavismo de raza, como sí lo sería siglos después. En Roma cualquiera podía ser esclavo; la fuente de esclavos provenía sobre todo de pueblos conquistados, pero también de delincuentes u otra gente que fuera degradada a esa clase social por algún motivo. En realidad el esclavismo no era más que la clase social más baja. Y como toda clase, también era posible ascender a veces comprando la propia libertad, o simplemente por el deseo expreso del amo que se formalizaba con el acto de manumisión, un privilegio exclusivo de todo propietario que convertía al esclavo en liberto (esclavo liberado).

Religión

Escultura de la diosa Diana.

La religión de los romanos era politeísta (adoraban un gran número de dioses). Los más venerados eran Júpiter, Minerva y Juno. En honor a ellos se construyeron templos y se ofrecieron sacrificios de animales. El emperador era adorado como un dios y en todo el Imperio se practicaba el culto imperial.

También veneraban, en casa, a los dioses protectores del hogar y de la familia; en cada casa había un altar dedicado a esos dioses. Además, los romanos eran muy supersticiosos y, antes de tomar una decisión consultaban la voluntad de los dioses, expresada por medio de los oráculos.

Las fiestas religiosas

El calendario religioso romano reflejaba la hospitalidad de Roma ante los cultos y divinidades de los territorios conquistados. Originalmente eran pocas las festividades religiosas romanas. Algunas de las más antiguas sobrevivieron hasta el final del imperio pagano, preservando la memoria de la fertilidad y los ritos propiciatorios de un primitivo pueblo agrícola. A pesar de eso, se introdujeron nuevas fiestas que señalaron la asimilación de los nuevos dioses. Llegaron a incorporarse tantas fiestas que los días festivos eran más numerosos que los laborales. Las más importantes eran las fiestas lupercales, saturnales, equiria y de los juegos seculares.

Tiempo después, terminadas las persecuciones contra los cristianos, el cristianismo se convirtió en la religión oficial del imperio, con el emperador Constantino que toleró las dos religiones, ya que según la leyenda, antes de una gran batalla vio una cruz en el cielo, bajo la cual una inscripción decía «bajo éste símbolo vencerás». Al día siguiente grabó en los escudos de todos sus soldados la cruz y obtuvo una gran victoria, si bien sólo se bautizó unos días antes de su muerte. Algunas festividades cristianas que se celebran actualmente se basan en las festividades que ya se celebraban en tiempos romanos, sólo que cristianizadas para hacerlas compatibles con la nueva religión. Incluso, en países de cultura cristiana, se mantienen algunas completamente paganas como el carnaval.

Véase también

Referencias

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Enlaces externos

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