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Diferencia entre revisiones de «Dioniso»

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Antigua estatua romana del tipo Madrid-Varese de Dioniso descansando sobre una herma (c. 150 d. C., Museo del Prado, Madrid).

En la mitología clásica, Dioniso (en griego antiguo Διώνυσος Diônysos o Διόνυσος Dionysos) es el dios del vino, inspirador de la locura ritual y el éxtasis, y un personaje importante de la mitología griega. Aunque los orígenes geográficos de su culto son desconocidos, casi todas las tragedias le presentan como «extranjero».[1]

Fue también conocido como Baco (en griego antiguo Βακχος Bakkhos)[2]​ y el frenesí que inducía, bakcheia. Es el dios patrón de la agricultura y el teatro. También es conocido como el ‘Libertador’ (Eleuterio), liberando a uno de su ser normal, mediante la locura, el éxtasis o el vino.[3]​ La misión divina de Dioniso era mezclar la música del aulos y dar final al cuidado y la preocupación.[4]​ Los investigadores han discutido la relación de Dioniso con el «culto de las almas» y su capacidad para presidir la comunicación entre los vivos y los muertos.[5]

En el panteón griego Dioniso fue incorporado como un hijo de Zeus y Sémele, nieto de Harmonía y bisnieto de Afrodita si bien otras versiones afirmaban que era hijo de Zeus y Perséfone. Se le describe como femenino o «masculino-femenino».[6]

El nombre Dionysos es de significado incierto. Su elemento -nysos bien puede ser de origen no griego, pero dio- ha sido relacionado desde antiguo con Zeus (genitivo Dios). Para los autores griegos, Nisa era una ninfa que lo crió o la montaña donde era atendido por varias ninfas (las Nisíades), que le alimentaron y le hicieron inmortal por orden de Hermes.[7]

El séquito de Dioniso era llamado el tíaso y estaba formado principalmente por ménades.

Adoración

El Dioniso Ludovisi con una pantera, un sátiro y uvas sobre una viña (siglo II d. C., Palazzo Altemps, Roma).

Dioniso es un dios de ritos religiosos mistéricos, como los para Deméter y Perséfone en Eleusis, en Atenas. Dioniso lleva el basjaris o piel de zorro, simbolizando la viña y la fauna. Sus propios ritos, los misterios dionisíacos, eran los más conocidos por todos. Muchos investigadores creen que Dioniso es un sincretismo de una deidad griega local de la naturaleza y un dios más poderoso de Tracia o Frigia, como Sabacio.

Heródoto sabía que el culto a Dioniso llegó más tarde a los griegos que el resto , pues comenta:

así es, la historia griega cuenta que tan pronto nació Dioniso Zeus lo llevó a Nisa en Etiopía allende Egipto, y como con Pan, los griegos no saben qué fue de él tras su nacimiento. Resulta por tanto claro para mí que los griegos aprendieron los nombres de estos dos dioses más tarde que los nombres de todos los otros, y sitúan el nacimiento de ambos en el momento en que los conocieron.[8]

Muchos griegos estaban seguros de que el culto a Dioniso llegó a Grecia desde Anatolia, pero sus nociones sobre si Nisa estaba situada en Anatolia, en Libia («lejos al este junto al gran océano»), Etiopía (Heródoto) o Arabia (Diodoro Sículo) son lo suficientemente variables como para sugerir que se pretendía un lejano país mágico, quizás llamado Nysa, para explicar el ilegible nombre del dios: ‘dios de Nisa’. Apolodoro parece seguir a Ferécides, quien cuenta cómo el infante Dioniso, dios de la parra, fue criado por las ninfas de la lluvia, las Híades, en Nisa. Sin embargo, el nombre que los hititas anatolios se daban a sí mismos en su propia lengua (nesili) era Nesi. La influencia hitita en la cultura griega antigua casi nunca es apreciada.

Las anteriores contradicciones sugieren a algunos que no se está tratando con la memoria histórica de un culto extranjero sino con un dios inherentemente extranjero. Y de hecho, el nombre de Dioniso aparece en las tablillas en lineal B micénico como DI-WO-NI-SO-JO,[9]​ y Károly Kerényi[10]​ lo localiza en la Creta minoica, donde su nombre minoico es desconocido pero su característica presencia resulta reconocible. Claramente, Dioniso había estado con los griegos y sus predecesores mucho tiempo, y aún así retuvo siempre cierto carácter de extranjero.

El toro, la serpiente, la hiedra y el vino son los signos de la característica atmósfera dionisíaca, y Dioniso está estrechamente asociado con los sátiros, centauros y silenos. A menudo aparece montando un leopardo, llevando una piel de leopardo o en un carro tirado por panteras, y también puede ser reconocido por el tirso que lleva. Además de la parra y su alter ego salvaje estéril, la hiedra venenosa, ambas a él consagradas, la higuera también era un símbolo suyo. La piña que coronaba su tirso le relacionaba con Cibeles, y la granada con Deméter. En Atenas se celebraban en su honor las Dionisias y las Leneas. Los iniciados le adoraban en los misterios dionisíacos, que eran parecidos y estaban relacionados con los misterios órficos, y pueden haber influido sobre el gnosticismo.[cita requerida] Se decía que Orfeo había inventado los misterios de Dioniso.[11]

Bacanales

Estatua de Dioniso en Delos.

Introducidas en Roma (c. 200 a. C.) desde la cultura griega del sur de Italia o a través de la Etruria influida por Grecia, las bacanales se celebraban en secreto y con la sola participación de mujeres en la arboleda de Simila, cerca del monte Aventino el 16 y 17 de marzo. Posteriormente, se extendió la participación en los ritos a los hombres y las celebraciones tenían lugar cinco veces al mes. La notoriedad de estas fiestas, donde se suponía que se planeaban muchas clases de crímenes y conspiraciones políticas, provocó en 186 a. C. un decreto del Senado —el llamado Senatus consultum de Bacchanalibus, inscrito en una tablilla de bronce descubierta en Calabria (1640) y actualmente en Viena— por el que las bacanales fueron prohibidas en toda Italia, excepto en ciertas ocasiones especiales que debían ser aprobadas específicamente por el Senado. Pese al severo castigo infligido a quienes se sorprendía violando este decreto, las bacanales no fueron sofocadas, especialmente en el sur de Italia, durante mucho tiempo.

Dioniso se equipara con Baco y con Liber (también Liber Pater). Liber (‘el libre’) era un dios de la fertilidad y el crecimiento, casado con Libera. Su fiesta era la Liberalia, celebrada el 17 de marzo, pero en algunos mitos también se celebraba el 5 de marzo.

Epítetos

Los borrachos o el triunfo de Baco de Velázquez.
  • Acratoforo, epíteto con el que era designado como dador del vino sin mezclar, y bajo el que se le adoraba en Figaleya (Arcadia).[12][13]
  • Acroreites, bajo el que era adorado en Sición.[14]
  • Adoneo (Adoneus, ‘gobernante’), epíteto latino que recibía como Baco.[15]
  • Bromio (‘atronador’ o ‘el que brama’).
  • Dendrites (Δενδρίτης Dendrítês, ‘el de los árboles’), como poderoso dios de la fertilidad.
  • Dimorfo (Δίmορfoς), por el hecho que podía mostrarse como bello o como terrible de acuerdo a las circunstancias.
  • Ditirambo (‘el de la doble puerta’) se usa a veces para referirse a él en las solemnes canciones cantadas en los festivales, y hace referencia a su prematuro nacimiento.
  • Egóbolo (‘matador de cabras’), nombre bajo el que fue adorado en Potnias (Beocia).[16]
  • Eleuterio (Ελευθερευς, ‘el libertador’), también aplicado a Eros.
  • Eneo, como dios de la prensa de vino.
  • Enorches (‘con bolas’[17]​ o quizá ‘en los testículos’, en alusión a Zeus cosiendo al infante Dioniso en su muslo),[18]​ otra forma relacionada con la fertilidad en Samos y Lesbos.
  • Esimnetes (‘gobernante’ o ‘señor’), nombre bajo el que fue adorado en Aroe y Patras (Acaya).
  • Evio, un epíteto que se usa prominentemente en la obra de Eurípides, Las bacantes.
  • Faleno (Φαλλην, ‘del falo’), garante de la fecundidad.
  • Floios (Φλοῖος, ‘corteza’), como espíritu de ésta.
  • Licnite (‘el del bieldo’) le hacía un dios de la fertilidad relacionado con las religiones mistéricas. El bieldo era un instrumento similar a una pala que se usaba para aventar, es decir separar la paja del grano.
  • Lieo (‘el que desata’), como un dios de la relajación y la liberación de las preocupaciones.
  • Omadio (Ὠμάδιος, ‘que come la carne cruda’), sobrenombre de Baco en Quíos.
  • Sukites (Συκίτης), protector de las higueras.
  • Yaco (Ιακχος) le relaciona con los misterios eleusinos, donde era conocido como hijo de Zeus y Deméter. El nombre puede proceder de ιακχος (iakchos), un himno cantado en honor de Dioniso.

En el panteón griego, Dioniso absorbe junto con Zeus el papel de Sabacio, una deidad tracia/frigia a la que se sacrificaba cerámica rota (probablemente para evitar que otra se rompiese en el fuego). En el panteón romano, Sabacio pasó a ser un nombre alternativo de Baco.[19]

Mitología

Nacimiento

Procesión dionisíaca en un sarcófago de mármol, posiblemente indicativa de que el difunto estuvo iniciado en los misterios.

Dioniso tuvo un nacimiento inusual que evoca la dificultad de encajarle en el panteón olímpico. Su madre fue una mujer mortal, llamada Sémele, hija del rey Cadmo de Tebas, y su padre Zeus, el rey de los dioses. La esposa de Zeus, Hera, una diosa celosa y vanidosa, descubrió la aventura de su marido cuando Sémele estaba encinta. Con el aspecto de una anciana (en otras versiones de una nodriza), Hera se ganó la amistad de Sémele, quien le confió que Zeus era el auténtico padre del hijo que llevaba en el vientre. Hera fingió no creerlo, y sembró las semillas de la duda en la mente de Sémele, quien, curiosa, pidió a Zeus que se revelara en toda su gloria como prueba de su divinidad. Aunque Zeus le rogó que no le pidiese eso, ella insistió y él terminó accediendo. Entonces Zeus se presentó ante ella con sus truenos, relámpagos y rayos, y Sémele pereció carbonizada. Zeus logró rescatar al fetal Dioniso plantándolo en su muslo. Unos meses después, Dioniso nació en el monte Pramnos de la isla Icaria, a donde Zeus fue para liberarlo ya crecido de su muslo. En esta versión, Dioniso tuvo dos «madres» (Sémele y Zeus) antes de nacer, de donde procede el epíteto dimētōr (‘de dos madres’), relacionado con su doble nacimiento.

En otra versión de la misma historia, Dioniso era el hijo de Zeus y Perséfone, la reina del Inframundo. Una celosa Hera intentó de nuevo matar al niño, enviando esta vez a los Titanes a descuartizarlo tras engañarlo con juguetes. Zeus hizo huir a los Titanes con sus rayos, pero éstos ya se habían comido todo salvo el corazón, que fue salvado, según las fuentes, por Atenea, Rea o Deméter. Zeus usó el corazón para recrearlo en el vientre de Sémele, de donde de nuevo fue ‘el nacido dos veces’. Otras versiones afirman que Zeus dio a comer el corazón a Sémele para preñarla.

En ambas versiones de la historia, el renacimiento es el principal motivo de adoración en las religiones mistéricas, pues su muerte y resurrección eran sucesos de reverencia mística. Aparentemente este relato se usó en ciertos cultos griegos y romanos. Variantes del mismo se encuentran en la obra de Calímaco y Nono, quien se refiere a este Dioniso bajo el título de Zagreo, y también en varios poemas fragmentarios atribuidos a Orfeo.[cita requerida]

Infancia y juventud

Hermes con el niño Dioniso, por Praxíteles.

La leyenda cuenta que Zeus tomó al infante Dioniso y lo puso a cargo de Hermes. Una versión de la historia es que éste dio el niño al rey Atamante y su esposa Ino, tía de Dioniso. Hermes pidió a la pareja que criase al bebé como una niña, para esconderlo de la ira de Hera.[20]​ Otra versión es que Dioniso fue puesto bajo la tutela de las ninfas de la lluvia de Nisa, que le criaron en su infancia y niñez, y que por sus cuidados fueron recompensadas por Zeus con el ascenso entre las estrellas como las Híades. Otra versión es que Zeus lo dio a Rea, o a Perséfone para que lo criase en el Inframundo, lejos de Hera. Alternativamente, fue criado por Maro.

Cuando Dioniso creció, descubrió la cultura del vino y la forma de extraer su precioso jugo, pero Hera hizo que se volviese loco y le empujó a vagar por diversas partes de la tierra. En Frigia la diosa Cibeles, más conocida por los griegos como Rea, le curó y le enseñó sus ritos religiosos, y así emprendió su recorrido por Asia enseñando a la gente el cultivo del vino. La parte más famosa de sus viajes es su expedición a la India, que se dice duró varios años. Volvió triunfante y emprendió la introducción de su culto en Grecia, pero se le opusieron algunos príncipes que temían los desórdenes y la locura que éste acarreaba (véase Penteo y Licurgo).

Como hombre joven, Dioniso era excepcionalmente atractivo. Una vez, disfrazado como un mortal sentado junto a la orilla del mar, fue visto por unos pocos marineros, que creyeron que era un príncipe. Intentaron secuestrarle y llevarle lejos para venderlo como esclavo o pedir un rescate. Probaron a atarle con cuerdas, pero ninguna podía sujetarlo. Dioniso se convirtió en un fiero león y soltó un oso a bordo, matando a todos los que entraron en contacto con él. Los que saltaron por la borda fueron transformados compasivamente en delfines. El único superviviente fue Acetes, el timonel, que reconoció al dios e intentó detener a sus marineros desde el principio.[21]​ En una historia parecida, Dioniso deseaba navegar desde Icaria hasta Naxos, así que alquiló un barco pirata tirrenio. Pero cuando el dios estuvo a bordo, no navegaron hacia Naxos sino hasta Asia, con la intención de venderlo como esclavo. Por esto Dioniso transformó el mástil y los remos en serpientes, y llenó la nave de hiedra y del sonido de flautas, de forma que los marineros enloquecieron y saltaron al mar, donde fueron transformados en delfines.

Otras historias

Midas

Una vez Dioniso halló que su antiguo profesor y padre adoptivo, Sileno, había desaparecido. El anciano había estado bebiendo, se había marchado ebrio y se encontró con algunos campesinos, que lo llevaron ante el rey, Midas (alternativamente, Sileno se metió en la rosaleda del rey). Midas le reconoció y le trató hospitalariamente, entreteniéndole durante diez días y noches educadamente, mientras Sileno divertía al rey y sus amigos con historias y canciones. Al undécimo día Midas llevó a Sileno de vuelta con Dioniso. Éste ofreció a Midas que eligiera la recompensa que deseara. Midas pidió que todo lo que tocase se transformara en oro. Dioniso accedió, aunque lamentó que no hubiese hecho una elección mejor. Midas se regocijó en su nuevo poder, que se apresuró en poner a prueba, tocando y convirtiendo en oro una rama de roble y una piedra. Deleitado, tan pronto como llegó a casa ordenó a los sirvientes que dispusieran un festín en la mesa. Entonces halló que su pan, su carne, su hija y su vino se convertían en oro.

Enfadado, Midas se esforzó en desprenderse de su poder (el toque de Midas), pues odiaba el don que había codiciado. Rezó a Dioniso, rogando ser librado de su hambre. Dioniso le oyó y consintió, diciendo a Midas que se bañase en el río Pactolo. Midas así lo hizo, y cuando tocó las aguas el poder pasó a éstas, y las arenas del río se convirtieron en oro. Esto era un mito etiológico que explicaba por qué las arenas del río Pactolo eran ricas en oro.

Penteo

Baco, escultura hispanorromana del siglo II (M.A.N.)

Eurípides escribió un cuento sobre la naturaleza destructiva de Dioniso en su obra Las bacantes. Dado que Eurípides escribió esta obra en la corte del rey Arquelao de Macedonia, algunos investigadores creen que el culto a Dioniso era maligno en este país pero benigno en Atenas. En la obra, Dioniso vuelve a su lugar de nacimiento, Tebas, gobernado por su primo, Penteo. Dioniso quería vengarse de las mujeres de Tebas, sus tías Ágave, Ino y Autónoe y su primo Penteo, por negar su divinidad y por tanto no adorarle. Penteo fue vuelto loco lentamente por el convincente Dioniso, y atraído a los bosques del monte Citerón para ver a las Ménades, las adoradoras de Dioniso que a menudo experimentaban el éxtasis divino. Cuando las mujeres vieron a Penteo, lo descuartizaron como habían hecho antes en la obra con una manada de ganado. Brutalmente, su cabeza fue cortada por su madre Ágave cuando suplicaba por su vida.

Licurgo

Cuando el rey Licurgo de Tracia oyó que Dioniso estaba en su reino, envió a prisión a todas sus seguidoras. El dios huyó, refugiándose con Tetis y envió una sequía que hizo que la gente se sublevara. Entonces volvió loco a Licurgo, y éste descuartizó a su propio hijo con un hacha, creyendo que era un brote de hiedra, planta consagrada a Dioniso. Un oráculo afirmó entonces que la tierra permanecería seca y baldía mientras Licurgo siguiera vivo, así que su pueblo lo mató y descuartizó. Con Licurgo muerto, Dioniso levantó la maldición.

Prosimno

Una historia más conocida es la de su descenso al Hades para rescatar a su madre Sémele, a la que ubicó entre las estrellas.[22]​ Dioniso hizo el descenso desde un pozo del que se decía que no tenía fondo, ubicado en la costa de la Argólide, cerca del yacimiento prehistórico de Lerna. Fue guiado por Prosimno o Polimno, quien pidió como recompensa ser su amante. Prosimno murió antes de que Dioniso pudiese acceder a esta petición, así que satisfacer a su fantasma, Dioniso fabricó un falo con una rama de olivo y lo clavó en la tumba de Prosimno.[23]​ Esta historia se narra completa solo en fuentes cristianas (cuya intención era desacreditar la mitología pagana y, por ello, pueden no ser de confianza). Parece haber servido como explicación de los objetos secretos que eran revelados en los misterios dionisíacos.[24]

Ámpelo

Según Nono, otro mito incluía a Ámpelo, un sátiro que murió en un accidente al montar un toro enloquecido por la picadura del tábano de Ate. Las Moiras concedieron a Ámpelo una segunda vida como parra, de la que Dioniso prensó el primer vino.[25]

Mitos menores

Dioniso y Ariadna, de Sebastiano Ricci.

Cuando Hefesto apresó a Hera en un trono de oro mágico, Dioniso lo emborrachó y lo llevó de vuelta al Olimpo, donde finalmente accedió a liberar a Hera.

Cuando Hestia, diosa del hogar, decidió dejar el Consejo de los Doce y atender el fuego de las casas de las familias, Zeus eligió a Dioniso para ocupar su lugar en el Olimpo como dios inmortal del vino, el jolgorio y las fiestas.

Aristófanes inventa en su comedia Las ranas un tercer descenso de Dioniso al Hades. Éste, patrón del festival dramático ateniense, la Dionysia, quería devolver a la vida a uno de los grandes dramaturgos. Tras un concurso elige a Esquilo sobre Eurípides.

Cuando Teseo abandonó a Ariadna durmiendo en Naxos, Dioniso la encontró y se casó con ella. Tuvieron un hijo llamado Enopión, que se suicidó o murió a manos de Perseo. En algunas versiones, su corona era puesta en el cielo como la constelación Corona, en otras Dioniso descendía al Hades para devolverla a los dioses del Olimpo.

Calírroe era una mujer calidonia que desdeñó a un sacerdote de Dioniso que amenazó con provocar la locura a todas las mujeres del país (véase Ménade). El sacerdote recibió la orden de sacrificar a Calírroe pero en vez de esto se suicidó. Calírroe se arrojó a un pozo que más tarde recibió su nombre.

Consortes y descendencia

En el arte

Estatua de Dioniso Sardanápalo en el Museo Palazzo Massimo Alle Terme de Roma.

Naturalmente, el dios aparecía en muchas cráteras y otras vasijas para vino de la Antigua Grecia. Su iconografía se hizo más compleja en el periodo helenístico, entre los tipos severamente arcaizantes o neoáticos como el Dioniso Sardanápalo y los tipos mostrándolo como un joven indolente y andrógino.

Kessler ha teorizado que un mosaico presente en el suelo del triclinio de la Casa de Aión en Nea Pafos (Chipre) detalla un culto monoteísta de Dioniso.[26]​ En el mosaico aparecen otros dioses pero pueden ser solo representaciones menores del Dioniso central.

Paralelos con el Cristianismo

Martin Hengel argumentó que la religión dionisíaca y el cristianismo son significativamente paralelos.[27]

El investigador moderno Barry Powell cree que las nociones cristianas de comer y beber la «carne» y la «sangre» de Jesús fueron influidas por el culto a Dioniso. En otro paralelismo, aduce Powell, Dioniso fue también peculiar entre los dioses griegos, como deidad comúnmente percibida dentro de sus seguidores.[28]

El vino era importante para Dioniso, a quien se imaginaba como su creador; la creación de vino a partir de agua aparece también en las Bodas de Caná. En el siglo XIX, Bultmann y otros compararon ambos temas y concluyeron que la teofanía dionisíaca estaba transferida a Jesús. En Élide, durante las Tías, el festival de Dioniso, los sacerdotes colocaban tres tarros en una habitación sellada y al día siguiente aparecían milagrosamente llenos de vino.[29]​.[30][31]

Heinz Noetzel discrepa,[32]​ argumentando que Dioniso nunca transformó realmente el agua en vino. Martin Hengel replicó que las tradiciones opuestas serían anacrónicas, y que dado que todos los palestinos estaban familiarizados con la transformación del agua en vino como un milagro, se esperaba que el Mesías lo realizase.

Peter Wick arguye que el uso del simbolismo del vino en el Evangelio de Juan, incluyendo la historia de las Bodas de Caná en la que Jesús transforma el agua en vino, está destinado a mostrar a Jesús como superior a Dioniso.[33]

Interpretaciones modernas

Escultura de Dioniso que celebra el 100º aniversario de Qingdao Beer (provincia de Shandong, China).

Dioniso ha permanecido como una inspiración para artistas, filósofos y escritores de la época moderna. En su libro El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música, el filósofo alemán Friedrich Nietzsche contrastó a Dioniso con Apolo como símbolo del principio estético fundamental e incontrolado de la fuerza, la música y la intoxicación frente al principio de la vista, la forma y la belleza representado por el segundo.

El poeta y filósofo ruso Vyacheslav Ivanov elaboró la teoría del Dionisismo, que rastrea las raíces del arte literario en general y del arte de la tragedia en particular a los antiguos misterios dionisíacos. Sus opiniones fueron expuestas en los tratados La religión helenística y el dios sufridor (1904) y Dionisio y el antiguo Dionisismo (1921).

Inspirados por James Frazer, algunos investigadores han etiquetado a Dioniso como una deidad de vida, muerte y resurrección. El mitógrafo Károly Kerényi dedicó mucha energía a Dioniso en su larga carrera, y resumió sus pensamientos en Dionisios: raíz de la vida indestructible.[10]

Notas

  1. «Dionysus». Encyclopædia Britannica. 
  2. En Grecia «tanto el devoto como el dios se llaman Baco.» (Burkert, Walter (1985). Greek religion. Cambridge: Harvard University Press. p. 162. ISBN 9780674362802. ) Señalando, para el iniciado, a Eurípides, Las bacantes 491, y para el dios, que solo es «Dioniso», Sófocles, Edipo rey 211 y Eurípides, Hipólito 560.)
  3. Sutton (1992), pág. 2, menciona a Dioniso como el El Libertador en relación a las Dionisias.
  4. Fox (1916), pág. 221: «La misión divina de Dioniso era mezclar la música de la flauta y traer el cese al cuidado». Fox cita entonces a Eurípides como una fuente directa para esta afirmación:
    Santa señora de los dioses, santa que bajo la tierra mueves tu ala de oro, ¿oyes esto a Penteo? ¿Oyes su impía blasfemia contra Bromio, el hijo de Sémele, el demonio que en las fiestas de hermosas coronas es el primero de los bienaventurados? Aquel que sabe danzar en comitiva y reír con la flauta y quitar los cuidados, cuando del vino llega la gala en el banquete de los dioses, y en las fiestas en que se lleva yedra la copa envuelve en sueño a los mortales.
    Eurípides, Las bacantes 370–85
  5. Riu (1999), capítulo 4 (Happiness and the Dead), pág. 105: «Dioniso preside sobre las comunicaciones con los muertos».
  6. Otto, Walter F. (1995). Dionysus Myth and Cult. Indiana University Press. ISBN 0253208912. 
  7. Fox (1916), pág. 217: «La palabra Dionysos es divisible en dos partes, la primera originalmente Διος (es decir Ζευς), mientras la segunda es de significado desconocido, aunque quizá esté relacionada con el nombre del monte Nisa que aparece en la historia de Licurgo: [...] cuando Dioniso había renacido del muslo de Zeus, Hermes le confió al cuidado de las ninfas del monte Nisa, quienes le alimentaron con la comida de los dioses y le hicieron inmortal.»
  8. Heródoto, Historia ii.146.
  9. Adams, John Paul (2005). «Dionysos» (en inglés). Northridge. Consultado el 2 de noviembre de 2008. 
  10. a b Kerényi (1976).
  11. Apolodoro, Biblioteca i.3.2: «Orfeo también inventó los misterios de Dioniso, y habiendo sido descuartizado por las Ménades está enterrado en Pieria
  12. Pausanias viii.39.4.
  13. Smith, W., ed. (1867). «Acratophorus». A Dictionary of Greek and Roman biography and mythology. Boston: Little, Brown & Co. i.14. OCLC 68763679. 
  14. Esteban de Bizancio, s. v. Ακρωρεία.
  15. Ausonio, Epigramas xxix.6.
  16. Pausanias ix.8.1.
  17. Kerényi (1976), pág. 286.
  18. Jameson (1993), pág. 53, para las sugerencias de Devereux sobre Enorkhes.
  19. Taylor-Perry (2003), cap. «Sabazius», pág. 89.
  20. Apolodoro, Biblioteca iii.4.3.
  21. Higino, Astronomía ii.5.
  22. Clemente de Alejandría, Protreptikos ii.30.3–5.
  23. Arnobio, Contra los gentiles v.28; Dalby (2005) pág. 108–17.
  24. Nono, Dionisíacas x.175–430, xi, xii.1–117; Dalby (2005) pág. 55–62.
  25. Kessler, E. Dionysian Monotheism in Nea Paphos, Cyprus. 
  26. Hengel, Martin (2005). Studies in Early Christology. p. 331. ISBN 0567042804. 
  27. Powell(2007).
  28. Pausanias vi.26.1; Ateneo, Deipnosofistas ii.34a.
  29. Plinio, Naturalis Historia ii.106 y xxxi.16; citado en Cotter, Wendy (1999). Miracles in Greco-Roman antiquity: a sourcebook. Londres, Nueva York: Routledge. p. 165. ISBN 9780415118637. 
  30. Ridderbos, Herman N. (1997). The Gospel according to John: a theological commentary. Grand Rapids: W. B. Eerdmans Publishing. p. 110. ISBN 9780802804532. 
  31. Noetzel, Heinz (1960). Christus und Dionysos: Bemerkungen zum religionsgeschichtlichen Hintergrund von Johannes 2, I-II. Stuttgart: Calwer Verlag. OCLC 1636832. 
  32. Wick, Peter (2004). «Jesus gegen Dionysos? Ein Beitrag zur Kontextualisierung des Johannesevangeliums». Biblica (Roma: Pontifical Biblical Institute) 85 (2): 179-98. Consultado el 10 de octubre de 2007. 

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  • Sutton, Dana F. (1993). Ancient comedy: the war of the generations. Nueva York: Twayne. ISBN 9780805709575. 
  • Taylor-Perry, Rosemarie (2003). The God who comes: Dionysian mysteries revisited. Nueva York: Algora. ISBN 9780875862309. 

Véase también

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