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Mercado mexicano

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Uno de los pasillos en el Mercado La Merced en la Ciudad de México

Los mercados tradicionales en México tienen una gran variedad de nombres entre los cuales encontramos “mercados públicos”, “mercados Municipales”, o simplemente son llamados mercados. Lo que distingue a los mercados mexicanos es que se establecen en edificios construidos por los gobiernos locales, con numerosos espacios que son rentados y son ocupados de forma individual por comerciantes, quien usualmente vende productos básicos. Estos mercados surgieron como resultado del intento de regular los mercados del México prehispánico llamados en su tiempo "tianguis". Los Tianguis siguen siendo recordados por la cultura Mexicana, los cuales se establecen en días específicos, los tianguis se establecen y se retiran el mismo día, como se hacían en la Antigua Mesoamerica. Estos elaborados mercados pueden encontrarse en cualquier pueblo de México sin importar el tamaño, algunas ocasiones los mercados se establecen durante de un solo día, sin embargo existen algunos tianguis que se establecen por periodos largos cerca de grandes edificios, centros culturales y lugares públicos como Delegaciones.

Mercado Municipal en Tlacolula, Oaxaca

Mercados Tradicionales y Tianguis

"Fui de mercado en mercado por años enteros, porque México está en sus mercados" - Pablo Neruda.[1]​ En cada ciudad, pueblo o aldea en México, existe un mercado tradicional diseñado para satisfacer las necesidades básicas. Estos pueden ser llamados de diferentes formas; en los estados municipales, el principal mercado de la zona es conocido como mercado municipal. En muchos lugares de la Ciudad de México, los mercados reflejan la cultura de la zona y el folclore, algunos de ellos son obras de arte.[2]​ El presidente municipal de Tuxtla Gutiérrez, Yassir Vázquez fue citado diciendo que "los mercados públicos son un ejemplo vivo de nuestra cultura, durante una reunión de los comerciantes del mercado en la capital de Chiapas. La reunión fue parte de los esfuerzos de todo el estado para mejorar y ampliar el sistema de estos mercados a lo largo del estado.[3]

Estos mercados tradicionales son una variación de los tianguis, o mercados al aire libre, los cuales han sido una parte importante del comercio desde los tiempos pre-hispánicos. La diferencia radica en que los tianguis tradicionales se establecen en un día en específico, en donde cada uno los vendedores levantaban y desmontaban sus puestos en el mismo día. Así como los tianguis, los mercados tradicionales tienen puestos que son ocupados por comerciantes, en donde se puede encontrar una gran variedad de productos como: ropa, juguetes, alimentos de necesidades básicas. La diferencia es que los mercados fijos operan todos los días, mientas que los puestos individuales de los tianguis se establecen un solo día a la semana, ocupando el mismo lugar para que sus comensales puedan encontraros fácilmente cada vez que visitan el tianguis. Los mercados fijos tienen sus orígenes basados en los diversos intentos por reemplazar a los tianguis, tratando de hacer mercados regulados y en orden. Sin embargo, los tianguis nunca fueron reemplazados. Muchos tianguis, especialmente en las zonas rurales, operan en conjunción con los mercados fijos con la finalidad de ampliar la variedad de mercancía disponible en la zona.[4][5]

Además de su carácter permanente, otro aspecto importante de los Mercados son los costos de mantenimiento y operación, ya que están subsidiados para y por el gobierno, sin embargo son rentados ocasionalmente.[6]​ Alrededor de setenta y cinco por ciento de estos mercados están situados en barrios con ingresos medios y bajos. Veintitrés por ciento se encuentra en los barrios con ingresos superiores y un dos por ciento en las zonas consideradas de extrema pobreza.[7]

Vista de los puestos en el mercado Hidalgo en la ciudad de Guanajuato

El estudio antropológico más completo acerca del funcionamiento de los mercados fijos mexicanos fue realizado por Bronislaw Malinowski y Julio en la década de 1930 en la Ciudad de Oaxaca. El estudio se centró en la metodología que seguían los mercados de la ciudad para su operación, tomando en cuenta a las comunidades rurales de los alrededores. Se determinó que, en la gran mayoría de los casos, la relación no había cambiado mucho desde la Conquista de México, tanto en su estructura económica como en lo social.[8]​ En muchos lugares, los mercados locales, con gran abundancia y diversidad de colores, olores, sabores y significados, claramente representan la síntesis de la cultura y la historia de la región, especialmente la relación que mantiene el comercio con las comunidades cercanas según Amalia Attolina, etnohistoriadora en el INAH.[4]​ En muchas regiones del país, estos mercados tradicionales siguen constituyendo una zona de encuentro y una forma de cohesión social.[7]​ Otro indicador es el que podemos identificar con la presencia de santuarios en casi todos los mercados tradicionales. En tiempos de los aztecas, estos fueron a las deidades, tales como los relacionados con el comercio. Hoy en día, la mayoría están dedicados a la Virgen María o a Cristo.[5]

La Ciudad de México posee en su mayoría supermercados modernos, sin embargo los mercados tradicionales continúan siendo una parte fundamental para la economía del todo el país. El Estado de México tiene 652 mercados, de los cuales el 64,8% se encuentran al oriente del Estado. Esta forma tradicional de comercio proporciona el 65% de los productos alimenticios de los habitantes a pesar de que otros tipos de tiendas como supermercados han crecido en los últimos años. La ciudad de Toluca cuenta con varios mercados, incluyendo el llamado 16 de Septiembre, Miguel Hidalgo y José María Morelos y Pavón, que es el mercado más grande de alimentos de mayoreo, así como la Central de Abasto, el cual es segundo más grande en el país después de su similar en la ciudad.[2]

La Ciudad de México tiene el mayor número y una gran variedad de tianguis y mercados fijos,[4]​ los cuales son importantes en la cadena de suministro de alimentos básicos.[6]​ La ciudad de México cuenta con 317 mercados públicos con 70.000 proveedores y más de 1.000 tianguis con 314 tiendas de auto-Servicio como supermercados.[6]​ El modelo del mercado tradicional fijo se ha ampliado a los distribuidores de alimentos a nivel de mayoristas, como la Central de Abasto de la Ciudad de México “” y La Nueva Viga que es un mercado de mariscos, distribuyen alimentos con un valor aproximado de 90 mil millones de pesos al año.[9]

Mercado de pescadores en Ensenada, Baja California.

Estos mercados tradicionales han estado bajo presión desde el siglo XX debido a las nuevas formas de venta al menudeo, como supermercados, cadenas de tiendas y tiendas de conveniencia. Esto es especialmente cierto en las zonas urbanas, ya que un ochenta por ciento de todas las ventas de alimentos en la ciudad de México ahora se hace en los supermercados y puntos de venta similares.[10]​ Los mercados fijos tradicionales siguen siendo más viable en pequeños pueblos rurales, donde la red social es más fuerte y las opciones son limitadas. El sistema de un mercado público o municipal fija junto con los tianguis, representa una parte importante de la economía y la distribución de alimentos de las zonas rurales. Esto es como la mayoría de la gente en esas aéreas compran y venden, en ocasiones comercializan, con el fin de obtener lo básico para la vida.[8]​ Sin embargo, los mercados tradicionales continúan siendo recordados en muchas de las ciudades más grandes del país. Un factor a favor de estos mercados radica en la dificultad que genera el moverse en coche en una de las ciudades más grandes del mundo, incrementando la demanda de lugares de venta cerca de los hogares.[6]​ Los mercados mayoristas como “La Central de Abasto” son más a menudo el origen de los productos vendidos en diferentes puntos de comercio, tales como las tienditas de la esquina.[7]​ A pesar de que los supermercados son considerados modernos y más higiénicos, el mercado tradicional continúa ofreciendo mejores precios.[11]​ En 2007 y 2008, las ventas en los mercados tradicionales y tianguis subieron entre un 40 y un 44 por ciento, en zonas socioeconómicamente más bajas aumento entre el 50 y el 53 por ciento. La razón más probable de esto se debe a la crisis económica que obligó a las familias a economizar.[7]

Sin embargo, estos mercados tradicionales, especialmente en las ciudades principales, han enfrentado graves problemas. En los últimos treinta años, no se ha realizado ninguna construcción de este tipo de mercado en la Ciudad de México, y las que existen, se han caído debido a su estado en deterioro.[6]​ Si bien la mayoría de estos mercados viejos han tenido mejoras en sus estructura interior como en instalaciones de gas, electricidad y drenaje, además de mejorar e incorporar extintores contra incendios, el sesenta por ciento están en peligro de incendio debido al cableado eléctrico defectuoso. Muchos tienen infestaciones de insectos y roedores.[9]​ Además de que muchos de estos mercados se encuentran en lugares considerados inseguros, con drogadictos, alcohólicos y delincuentes.[6]

Vendedor de carne en el mercado deTenancingo, Estado de México.

El funcionamiento de estos mercados no es el óptimo. En la Ciudad de México, alrededor del 65% de los permisos con los que cuentan los comerciantes, tienen que operar en mercados públicos que tienen algún tipo de irregularidad.[12]​ Ninguno de estos mercados tiene medidas sanitarias adecuadas para la preservación de carne.[9]​ La carne y los productos lácteos que se venden en tianguis y mercados fijos no están regulados o inspeccionados de acuerdo con el Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI). Contaminantes tales como Salmonela yE. coli se han detectado en los productos vendidos por este tipo de establecimientos.[13]​ Desde 1997, las autoridades de Ciudad de México no han llevado a cabo inspecciones en las empresas que venden cualquier tipo de comestibles en la ciudad. Las autoridades federales sólo tienen jurisdicción en los estados.[9]

Desde que los mercados tradicionales están llenos de vendedores individuales, hay algunas desventajas, una de las principales es que hay muchos vendedores pequeños que no pueden vender a mayoreo como un supermercado.[10]​ Por lo mismo otra desventaja es la poca habilidad para pagar de otra manera que no sea efectivo, porque la mayoría de los vendedores no aceptan tarjeta de débito o crédito y tampoco los vales de despensa que reciben los empleados mexicanos con su salario regular.[14]​ Sin embargo el gobierno de la Ciudad de México en 2010 autorizó a los empleados de utilizar los vales en los mercados públicos para ayudar a la venta al por menor.[15]

Los mercados tradicionales en la ciudad están en constante pérdida de sus clientes comunes, una de las razones de esto es que muchos de ellos se han mudado a las afueras de la ciudad donde no se encuentran los mercados.[6]​ Arriba del 50% de los que hacen las compras en estos mercados están sobre la edad de 35 años, los jóvenes y los compradores más pudientes prefieren los supermercados, que son generalmente más limpios y tienen mejor mantenimiento.[6][11]​ Aquellos mercados que tienen supermercados y/o otras cadenas de tiendas cerca de ellos, han visto bajar sus ventas hasta un 50%.[6]​ Esto también ha provocado el abandono de varios puestos en el mercado y alrededor de un 20% en la Ciudad de México han sido dejados completamente.[6][9]​ Sin embargo, el porcentaje de ventas de comida en mercados básicos ha bajado a solamente un 20% en la ciudad. De los 317 mercados, 248 ofrecen producto fresco y varios puestos han sido reemplazados por los que venden comida preparada como tortas y jugos, también por puestos de películas y música pirata, entre otros[6]

Problemas similares con puestos similares y falta de mantenimiento pueden ser encontrado en los mercados fijos del norte, como en la ciudad de Durango donde el 80% de los puestos están vacíos y en el sur, como en Mérida, Yucatán donde el número ha sido completamento abandonado y por la misma razón, la competencia de tiendas de autoservicio y tiendas de ultramarinos.[16][17]

Grandes Mercados en México

Central de Abasto en la Ciudad de México

Estos mercados tradicionales que también son llamados mercados públicos, mercados municipales o simplemente mercados, funcionan de la misma manera en todo el país. Sin embargo la Ciudad de México tiene un buen número y variedad de tianguis y mercados;[4][8]​ tiene 312 mercados que cubren un área de aproximadamente 60,000 m².[10]

El mercado tradicional más grande es La Merced, localizado en la parte este del Centro Histórico de la Ciudad de México. Fue un tianguis por muchos años, antes de que el gobierno federal decidiera construir una estructura permanente en el siglo XIX. A mediados del siglo XX era la principal venta al por mayor en la ciudad. Sin embargo este mercado se volvió demasiado pequeño para soportar la venta al por mayor de la ciudad en crecimiento. Entonces esa función de trasladó a la Central de Abasto en Iztapalapa en 1982. Pero la merced sigue siendo la más grande y una de las más cotizadas de la ciudad.[5]

El mercado más grande en la ciudad es la Central de Abasto, un mercado de comida al mayoreo que está localizado junto a La Nueva Viga, que es un mercado de mariscos en el sureste de la ciudad. El complejo está localizado en una propiedad que mide 328 hectáreas, con más de 2000 negocios que venden principalmente frutas, verduras, carne y comida procesada en un edificio completo que cubre 85 hectáreas. La central de abastos por ella misma comercializa más de 30,000 toneladas de productos de comida diaria, representando el 80% del consumo de 20 millones de personas en la Zona Metropolitana del Valle de México.[18]

El mercado de mariscos La Nueva Viga maneja el 60% de todo lo que es consumido en México. Este mercado comercializa 1,500 toneladas por día y fue construido en los años 90 para remplazar el viejo Mercado de la Viga, aunque este todavía funciona.[19][20]​ El siguiente mercado más grande es el Mercado del Mar en Zapopan, Jalisco, que comercializa aproximadamente el 10% de todos los mariscos vendidos en México. El gobernador de Baja California y la comisión nacional de Acuacutura y pesca (Conapesca) está trabajando en un proyecto para inaugurar un mercado de mariscos en el estado que compita con la Nueva Viga y el mercado del mar. Una de las razones de poner el mercado ahí, es que los mares alrededor de la Península de Baja California producen alrededor del 75% de los mariscos del país.[21]

Mural en el mercado Abelardo L. Rodríguez

La Ciudad de México tiene 80 mercados especializados (o sea completa o parcialmente dedicados a uno o varios tipos de cosas específicas).[10]​ El mercado de San Juan en el centro histórico se especializa en comida Gourmet, lo mejor producido o exclusivo en carnes y quesos.[5][20]​ El Mercado de Jamaica que empezó en 1957 en un espacio de chinampas a lo largo del Canal de la Viga, es mejor conocido como el vendedor de flores cortadas y plantas de decoración con una larga sección dedicada a producir.[5]​ El Mercado de Sonora vende platillos, animales vivos y accesorios para fiesta, pero es mejor conocido por su sección dedicada a hierbas medicinales y lo oculto.[4][10]La Lagunilla tiene un edificio dedicado a muebles y otro a ropa. Este mercado también es conocido por sus domingos de ventas de antigüedades.[4][5]​ Otro mercado especializado es el dedicado a dulces en Candelaria y el Mercado de Plantas en la Reserva Ecológica de Xochimilco.[4]

Un gran número de mercados son considerados lugares históricos. El Mercado Abelardo L. Rodríguez está localizado en el centro histórico de la Ciudad de México, al noroeste de la plaza principal o zócalo. Fue construido en 1934 como un prototipo de un mercado moderno y tiene un gran número de características inusuales como la guardería de día y un auditorio.[22]​ Sin embargo la característica más distintiva son los aproximadamente 1450 metros cuadrados de pared y techo cubierto de murales.[23]​ Estos murales fueron pintados por estudiantes de Diego Rivera y bajo su supervisión.[22]​ Los murales en general reflejan temas sociales como la explotación de los trabajadores, campesinos y mineros, la lucha contra el nazismo y el fascismo y la discriminación racial.[23]​ Los temblores, el paso del tiempo, la humedad y el vandalismo han afectado los murales desde que fueron pintados, pero a restauración comenzó en el 2009.[22][23]

La mayoría de los mercados están localizados en los barrios de nivel socioeconómico medio o bajo. Una excepción es el Mercado de Michoacán, localizado en una de las colonias más prestigiosas del DF, la Condesa. Está localizado entre las calles de Michoacán, Vicente Suárez y Tamaulipas donde se intersectan tres colonias: Condesa, Hipódromo e Hipódromo-Condesa, es el único mercado que provee servicios a colonias donde hay edificios de oficinas. Ellos están considerados como cosmopolitas con art déco y otra arquitectura de los años 30 y 40, a lo largo de estructuras modernas. Es una colonia con un ingreso superior aunque tiene problemas relacionados con el deterioro urbano. Mientras el mercado fue designado a la venta de mariscos al menudeo, la mayoría de sus ventas son a restaurantes localizados en esta área al igual que los que pasan a través de ella.[24]​ El mercado de La Paz en el centro de Tlalpan ha estado ahí por aproximadamente 110 años. Tiene 161 puestos con todo desde comida a ropa y hasta productos esotéricos.[11]

Historia de los mercados de venta al menudeo

Mercados mesoamericanos

Sección de un mural de Diego Rivera con una escena del mercado de Tlatelolco

Los mercados mexicanos tradicionales y otras numerosas prácticas de negocios tienen su origen en el trueque y mercados prehispánicos o mesoamericanos. Evidencia arqueológica ha demostrado que los Olmecas eran probablemente la primera cultura con un sistema de trueques que abastecía todo el centro de México. Culturas posteriores con una vasta red de trueques incluyendo a los habitantes de Teotihuacán y al Pueblo Maya.[5]​ Los productos locales que se obtuvieron de estos trueques fueron distribuidos entre los mercados locales llamados tianguis (del náhuatl "mercados") generalmente puestos solo algunos días.[10]​ Los mercados mesoamericanos estaban basados en el trueque de cosas, con elementos valuables como granos de cacao que servían como monedas.[4]​ Este tipo de mercados consistían en un juego de puestos armados por los vendedores en una plaza designada para ese propósito.[5]​ A menudo estos vendedores igual que los comerciantes y otros negocios se agrupaban por producto o servicio.[10]​ Había también mercados especializados en Atenantitlan, perros en Acolman y esclavos en Azcapotzalco e Iztocan.[5]

Las rutas comerciales más activas se situaron a lo largo del Eje Neovolcánico, la cual está centrada en el Valle de México. El transporte de mercancías por medio de barcos, resultaba mucho más fácil y barato que cualquier otro medio y, por esta razón, los lagos situados en esa zona del país fueron el factor principal por el cual todos aquellos comerciantes decidieron establecerse ahí.[4]​ El sistema de red de comercio y el mercado más grande de toda Mesoamérica, fueron desarrollados por los Mexicas, quienes traían y después comercializaban mercancías exóticas y de gran valor de tierras muy lejanas como el jade, algodón, cacao y diferentes metales preciosos. La plaza principal de Tenochtitlan, que hoy en día corresponde a la zona de la Zócalo, era el mercado principal de la ciudad en aquel momento. Debido a la gran demanda, se volvió insuficiente y, después de haber tomado Tlatelolco, el mercado principal fue trasladado allá debido a su fácil acceso al lago y al canal de transporte: "La Lagunilla".[5]​ Los mercados más importantes estaban localizados en Tenochtitlan, Tlatelolco, Azcapotzalco y Tacubaya. El más grande era el de Tlatelolco seguido por el de Tenochtitlan, en este último no sólo ocurrían actividades comerciales, sino también políticas.[7]​ El mercado de Tlatelolco estimaba entre 20,000 a 25,000 compradores y vendedores al día y cada 5 días se conmemoraba como el "día del mercado" en dónde se esperaban alrededor de 40,000 a 45,000 personas ya que se vendían una mayor variedad de productos a mejores precios. Estos mercados solían vender absolutamente todo, desde alimentos y productos básicos para esclavos, hasta productos exóticos traídos de tierras lejanas, como el oro, para aquellas personas que pertenecían a la alta sociedad.[7]

En el pasado, los mercados mexicanos tradicionales solían reflejar la cultura local tanto en lo que vendían como en la forma en la que los productos eran vendidos, y eso no ha cambiado en la actualidad.[4]​ Muchos de los elementos prehispánicos continúan existiendo hoy en día. Un "tianguis" es un conjunto de puestos ambulantes que normalmente se instalan durante la mañana y se desinstalan en la tarde-noche. Muchos tianguis son establecidos de manera periódica, usualmente por una semana, pero la mayoría son situados y retirados el mismo día. Los pequeños negocios y comercios aún pueden ser encontrados agrupados en determinadas zonas de las ciudades, como es el caso del Mercado de Sonora, que aún sigue existiendo.[5][10]​ Los mercados prehispánicos solían tener, dentro de ellos, diferentes tipos de altares dedicados a los Dioses, esa práctica continúa en los mercados de hoy en día a diferencia que, en la actualidad, la gente pone altares dedicados a la Virgen de Guadalupe o a Jesús.[4]​ Si bien estas prácticas son más utilizadas en las antiguas zonas de Mesoamérica, los tianguis y otras prácticas de comercio pueden ser encontrados en varias partes de México.[25]

Periodo colonial y el establecimiento de mercados fijos

Modelo de un mercado colonial en el Museo Nacional del Virreinato en Tepotzotlán.
Leña y otros productos básicos en un tianguis semanal ubicado a un costado del mercado municipal de Villa de Zaachila, Oaxaca

La Conquista de México no tuvo ningún efecto de cambio en los patrones de comercio de Mesoamérica. Tenochtitlan, renombrada como Ciudad de México, permaneció siendo el centro de la economía y los comerciantes seguían trayendo mercancía de las mismas regiones que antes, sin tener algún tipo de alteración. Los mercados se mantuvieron como asuntos externos, con puestos individuales e independientes establecidos dentro de las plazas. Los granos de cacao seguían siendo utilizados como forma de moneda hasta el comienzo del sigo XIX.[5][7]​ Dentro del Valle de México, los lagos y canales permanecieron como los principales medios por los cuales hacían llegar los bienes y productos, especialmente los de origen agrícola, que eran transportados hasta los centros de las ciudades; y se mantuvo de esa manera hasta que desaparecieron debido al drenaje de éstos a finales del siglo XIX.[5]​ Una excepción fue el gran mercado de Tlatelolco que nunca se recuperó de la conquista y eventualmente desapareció. Fue reemplazado por el mercado de San Juan, que fue situado por primera vez donde actualmente se encuentra el Palacio de Bellas Artes, y luego fue trasladado a la plaza principal de la ciudad reconstruida, hoy en día conocido como Zócalo.[5][10]

Los principales cambios, ocurridos en el comercio mesoamericano por la conquista española, inicialmente fueron la introducción de la rueda, la cual amplió las rutas comerciales y la variedad de tamaños de productos que los comerciantes podían ofrecer. La moneda, los cultivos, los animales entre otros productos traídos desde Europa tuvieron de igual manera grandes efectos en el comercio mexicano.[4][5]​ En 1541 los pueblos indígenas ya comenzaban a cultivar, vender y consumir cultivos como el rábano, la lechuga, la granada, el durazno, membrillo, la manzana y el higo.[25]​ Muchas tecnologías artesanales, como la cerámica vidriada, también fueron fabricadas y vendidas, sin embargo, los productos más preciados y valiosos eran fabricados y traídos desde España.[5]​ Otro gran cambio fue la introducción de nuevas técnicas agrícolas que minimizaban el trabajo humano. Esto creó una clase indígena y una mestiza de comerciantes en carpintería, cerámica, fabricación de canoas, cerrajería, herrería, entre muchas cosas más. Como solían hacerlo en los antiguos mercados, todos estos nuevos artesanos se situaron juntos en ciertas zonas de la ciudad. Los carpinteros, cerrajeros y herreros normalmente se encontraban en la calle de Tacubaya. Las pieles de oveja eran manufacturadas y preparadas para venderse en el barrio La Palma y, por otra parte, los curtidores se encontraban en San Hipólito y en San Sebastián, mientras que los alfareros se encontraban en la calle de Santa María. No obstante, no todos los negocios estaban agrupados; los sastres, carniceros, zapateros, albañiles, panaderos y los bares que vendían pulque tendían a dispersarse.[4]

Lo que en la actualidad son los mercados tradicionales públicos con venta al menudeo, son el resultado de los esfuerzos por regular y reemplazar los tianguis con formas más modernas de comercialización. El primer paso que regularizó esto se hizo en 1580, cuando se les prohibió a los productores de grano vender directamente productos al mercado. En su lugar, se les exigía venderle al gobierno colonial, que almacenaba los granos en grandes almacenes llamados pósitos o alhóndigas para después venderlos al mercado en general.[5][7]

El establecimiento del Zócalo como la principal zona de mercado significó el comienzo del desarrollo comercial de México, para luego expandirse hacia el exterior del país.[10]​ Por lo tanto se puede decir que fue una zona muy concurrida, con mucho caos por el número de puestos establecidos, con varios intentos de ser eliminados durante el periodo colonial y con poco éxito a largo plazo.[26]​ Esto se debe a que a pesar de todos los intentos por parte de las autoridades civiles y religiosas para controlar los mercados, el comercio indígena jamás desapareció.[5][10]​ A finales del siglo XVI, se les fue permitido, a una serie de mercados indígenas, establecerse para que pudieran vender sus productos, especialmente en áreas fuera y por lo tanto lejos de la Ciudad de México, como lo es Tacubaya. Eventualmente, comenzaron a vender en la plaza principal de la Ciudad de México, primero de manera semanal y después a diario.[25]

Los intentos por regular los tianguis en el Zócalo, conllevaron al establecimiento de varios mercados formales, sin embargo estos comercios nunca eliminaron a los tianguis en la plaza principal.[10]​ El primer mercado formal establecido fue El Parián en el año de 1703, después de que ocurriera un gran incendio en la ciudad. El Parián fue creado originalmente para ser un mercado común, con todos los vendedores que se encontraban en el Zócalo en el interior de él. Sin embargo, el edificio no era lo suficientemente grande, y los requisitos de espacio estructural obligaron a los comerciantes que sobraron a establecerse en la zona de la catedral y en la del gobierno.[10]​ Entonces, este mercado se convirtió en el espacio de los distintos gremios de la ciudad para comercializar sus productos.[4]​ A finales del siglo XVIII se convirtió en el mercado para las clases superiores españolas y criollas, pues vendían mercancía importada en el "Galeón de Manila" y así de grande llegó a ser hasta que eventualmente fue decayendo y finalmente fue demolido en 1843.[25][10]

Conforme fue pasando el periodo colonial, más mercados y tianguis fueron establecidos a las fueras del Zócalo, incluyendo el de Santa Catarina y La Lagunilla.[10]​ Incluso, dentro de la plaza del Zócalo, existían muchos más centros comerciales y mercados: Portales de Mercaderes, Portales las Flores y Portales la Diputación, que eran tiendas adheridas a varios de los principales edificios que rodeaban al Zócalo. Sin embargo, el Zócalo permaneció lleno de vendedores hasta el siglo 20.[5]​ A finales de la época colonial, mercados y tianguis de la ciudad se agruparon en tres categorías. Uno correspondía a la zona que abarcaba el Zócalo y sus alrededores. El segundo grupo más importante, estaba situado en la periferia del primero grupo. Había grupos de puestos fijos hechos de madera en lugares como las plazas de Santa Catarina Mátir, La Cruz del Factor y Las Vizcanías. El tercer y último grupo consistía en puestos no permanentes que se encontraban incluso más lejos del centro de la ciudad. Estos incluyen los tianguis de Jesús, La Cal, Santa Ana, Carbonero, Mixcalco y otros. Durante el último siglo de dominación colonial, "Estanco" o monopolios gubernamentales se establecieron sobre la producción y comercialización de determinados productos como: el tabaco, la pólvora, juegos de cartas, los cueros curados, la sal, el mercurio y el huelo (que era traído por medio de mulas desde los volcanes Popocatepetl e Iztaccihuatl).[4]

Se establecieron prácticas de mercado tradicional para México y se desarrollaron mejor en el Distrito Federal. Después de la Conquista, otras áreas en Mesoamérica continuaron sus patrones de comercio tradicional, con las autoridades españolas y así regulándolos y construyendo estructuras fijas. En áreas fuera de Mesoamérica, como Jalisco, no existía un sistema de mercado mayor, por lo que el de la Ciudad de México, debió haber sido "trasplantado" a nuevas áreas. La historia del mercado de Guadalajara comenzó en la plaza de Teatro Degollado, cuando se estableció el mercado general de la ciudad en 1606, siguiendo la tradición mesoamericana del "día de mercado" cada cinco días como un tianguis. Después de haber ocurrido un incendio en 1795, los puestos de venta cubiertos llamados "portales" fueron reconstruidos con adobe y piedra para el mercado. Más tarde, un mercado "Parián", muy parecido a los que se localizaban en la Ciudad de México, fue demolido con los portales en 1855. Al igual que en la Ciudad de México, los distintos mercados y comerciantes fueron a menudo separados por distrito: con los productores de jabón en Zacoalco, los productores de botas en Sayula, los productores de sillas y tapices en Atoyac y los productores de queso en Tizapán. Eventualmente, los comerciantes adoptaron el sistema de mercados fijos, como el de la Ciudad de México, con el fin de hacerse más visibles para el público. Nuevos mercados modernos fueron construidos en la ciudad a finales del siglo 19 y a principios del siglo 20, incluyendo el Mercado Corona en 1891, el Mercado Libertad, también llamado San Juan de Dios en 1896; Mercado Alcalde en 1897, Mercado Mexicaltzingo en 1900 y el Mercado Sebastián Allende en 1905. Otros más fueron construidos después, como el Mercado Zalatitlan en 1920 y el Mercado IV Centenario en 1941. Sin embargo, esta ciudad abandonó el modelo de mercados tradicionales demasiado temprano ya que los supermercados y los almacenes de cadena los sustituyeron. Los viejos mercados fijos fueron construidos de nuevo en 1960 y solamente en los nuevos barrios creados por el crecimiento de la zona metropolitana.[1]

De la independencia a la actualidad

El mercado Juárez en 1950.

Tras el final de la Independencia de México en 1821, los mercados inicialmente tuvieron un impulso muy grande al ser levantadas las restricciones en importaciones y otros medidas para liberar el mercado. Sin embargo, durante gran parte del siglo 19, la inestabilidad política del país obstaculizó el desarrollo del mercado y la distribución de alimentos, vendiendo los restos y sobras de productos en pequeños tianguis y lo demás en mercados formales situados en las grandes ciudades.[5][7]​ La situación económica empezó a estabilizarse a finales del siglo 19, especialmente en las últimas décadas bajo el régimen de Porfirio Díaz. Este gobierno tomó medidas para comenzar a regular y modernizar el sistema de distribución de alimentos, mediante el establecimiento de monopolios oficiales llamados "tendajones" o "estanquillos".[5]

En 1844, un nuevo edificio fue construido para el mercado El Volador, para después ser destruido por un incendio en 1870.[10]​ Varios de los principales mercados en la Ciudad de México fueron establecidos o formalizados para este tiempo. En 1850, el nuevo mercado de San Juan, también llamado Iturbide, fue inaugurado. La primera estructura permanente, ahora conocida como La Merced, fue construía alrededor de 1861 y 1880. Esta estructura fue construida para albergar una gran parte de la actividad comercial que había tenido lugar en esta área, así como darle una nueva área de trabajo a los vendedores de El Volador, que había sido destruida. Hoy en día, el área se encuentra todavía junto a un canal llamado La Viga, el cual estaba lleno de muelles para recibir mercancía traída desde Xochimilco, Chalco y Texcoco.[4][5][25]​ En 1887 hubo nuevo mercados principales en la capital. En el norte, estaban los mercados de Santa Catarina, Santa Ana y Guerrero; en el sur, el mercado de San Juan; en el este La Merced y San Lucas y en el oeste Dos de Abril y San Cosme.[4]​ A finales de siglo, se les unió el mercado de La Lagunilla en 1893, el mercado de Loreto en 1889 y el de Martínez de la Torre en 1895.[4][5]​ De igual manera, durante ese tiempo nuevas formas más modernas de comercio fueron comenzando a aparecer en México como el establecimiento de tiendas departamentales, como Liverpool y El Palacio de Hierro que aún existen hoy en día.[7]

El mercado de Juárez fue inaugurado en 1912, el último gran mercado que fue abierto antes de que la Revolución mexicana hiciera que el comercio decayera.[4]​ La guerra interrumpió la producción y distribución de comida, con el abandono de haciendas, la falta de mano de obra en el sector agrícola y la interrupción de los sistemas de transporte.[5]​ Con excepción de el Mercado Abelardo L. Rodríguez en 1934, no hubo nuevas construcciones de mercados en la Ciudad de México, solamente unos cuantos pequeños construidos dentro de pequeños barrios de reciente creación en la ciudad por el crecimiento de ésta.[4][5]​ Afuera de la Ciudad de México, los mercados formales todavía se podían introducir para reemplazar a los tianguis mayores. La instalación de estructuras fijas para reemplazar a los tianguis no siempre salía bien. En Xalapa, Veracruz un nuevo y moderno mercado fue construido y promovido en la década de 1940 para reemplazar el mercado semanal en la Plazuela del Carbón. Sin embargo, al principio nada iba a comprar ahí, por lo que fue un fracaso. Tardaron aproximadamente quince años para hacer que el mercado fuera aceptado y rentable.[8]

En la década de 1950, el gobierno comenzó a reemplazar una serie de mercados que eran puestos hechos de madera y laminado, por edificios modernos. Durante el periodo de presidencia de Adolfo López Mateos (1958 - 1964) ochenta y ocho mercados fueron construidos en la Ciudad de México.[4][5]​ Los "mercados sobre ruedas" fue un concepto inventado en 1969, para dar a los productores agrícolas un medio para vender sus productos directamente a los consumidores. La idea principal era que una asociación de productores pudieran solicitar permisos para vender sus productos en un lugar y día de la semana determinado. Sin embargo, los intermediarios terminaron vendiendo más que los propios productores agrícolas ya que no podía estar tantos días vendiendo su mercancía.[5]​ En la actualidad un "mercado sobre ruedas" se refiere a los vendedores ambulantes informales que venden en grupos grandes que en general pueden ser encontrados, no sólo los "días de mercado", pero todos los días también. De acuerdo con el INEGI, alrededor del 23 por ciento de la población gana dinero en la economía informal, que incluye a los "mercados sobre ruedas" y a los tianguis.[4]

Durante el resto del siglo 20, los patrones de comercialización de alimentos y otros productos básicos se vieron fuertemente afectados por los Estados Unidos, con la introducción de nuevos conceptos tales como supermercados y tiendas de conveniencia.[10]​ La situación actual de venta en las ciudades mexicanas varía ampliamente. En un extremo hay un gran número de pequeñas tiendas de barrio, llamados: misceláneas, expendios de abarrotes o tienditas. Por otro lado, se encuentran las principales cadenas de supermercados y almacenes como la Comercial Mexicana, Wal-Mart, Liverpool, entre otros.[4][5]​ Estos tipos de mercados representan en la actualidad el ochenta por ciento de las ventas de alimentos en la Ciudad de México.[10]​ La aparición de los supermercados ha disminuido las ventas en muchos mercados. Por ejemplo, las ventas en el mercado de la Colonia Industrial, fueron cortadas por la mitad, cuando un supermercado fue inaugurado a mediados de 2009. A pesar de que los mercados suelen tener mejores precios y productos más frescos, las condiciones degradadas que muchos tienen es uno de los factores por el cual muchos consumidores prefirieron ir a los supermercados.[11]

Referencias

  1. a b Liliana Hernández Luquín (2005). «Mercados Municipales en Guadalajara - 1era parte». Mercadotecnica Global ITESO Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente Universidad Jesuita de Guadalajara. Archivado desde el original el 21 de marzo de 2012. Consultado el 25 de marzo de 2011. 
  2. a b «De paseo por pueblos, barrios y colonias». Diario de Toluca (Toluca). 14 de marzo de 2011. Consultado el 25 de marzo de 2011.  (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).
  3. «Se reúne Yassir Vázquez con locatarios de mercados públicos». Chiapas Hoy (Tuxtla Gutierrez). 17 de febrero de 2011. Archivado desde el original el 1 de julio de 2016. Consultado el 25 de marzo de 2011. 
  4. a b c d e f g h i j k l m n ñ o p q r s t u v «Mercados mexicanos, síntesis y germen de cultura». México: INAH. 3 de agosto de 2010. Consultado el 25 de marzo de 2011. 
  5. a b c d e f g h i j k l m n ñ o p q r s t u v w x y z aa «Historia de los mercados en México». Sistema de Información Cultual. México: CONACULTA. Consultado el 25 de marzo de 2011. 
  6. a b c d e f g h i j k Karla Santiago (20 de enero de 2008). «Enfrentan mercados públicos el abandono». El Sol de México (Ciudad de México). Consultado el 25 de marzo de 2011. 
  7. a b c d e f g h i j María Merino; Carlos Mondragón (Junio de 2010). «Las misceláneas en México». Instituto Tecnológico Autónoma de Mexico. Consultado el 25 de marzo de 2011.  (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).
  8. a b c d Carlos Romero Giordano (enero de 2004). «Mercados tradicionales en México». Ciudad de México: Revista México Desconocido. Consultado el 25 de marzo de 2011. 
  9. a b c d e Luis Pérez (20 de noviembre de 2004). «En riesgo mercados públicos del DF». Noticieros Televisa (Ciudad de México). Archivado desde el original el 14 de septiembre de 2011. Consultado el 25 de marzo de 2011. 
  10. a b c d e f g h i j k l m n ñ o p q Gustavo Ahuactzin Larios (2004). «1». Rehabilitación del mercado Michoacán y su entorno (Tesis de BA). Universidad de las Américas Puebla. Consultado el 25 de marzo de 2011. 
  11. a b c d «Los mercados de la ciudad, en peligro de desaparecer». Publimetro (Ciudad de México). 19 de junio de 2009. Consultado el 25 de marzo de 2011. 
  12. «Con anomalías opera 65% de comerciantes en mercados». El Porvenir (Ciudad de México). 9 de enero de 2011. Archivado desde el original el 3 de marzo de 2016. Consultado el 25 de marzo de 2011. 
  13. Martha Eva Loera (29 de septiembre de 2009). «Carnes y lácteos en tianguis y mercados públicos están contaminados». Universidad de Guadalajara. Consultado el 25 de marzo de 2011. 
  14. Arturo Paramo (22 de septiembre de 2010). «Mueren mercados públicos en la Ciudad de México». El Excelsior (Ciudad de México). Archivado desde el original el 19 de marzo de 2012. Consultado el 25 de marzo de 2011. 
  15. Sara Pantoja (24 de diciembre de 2010). «Mercados públicos aceptarán vales de GDF». El Universal (Ciudad de México). Consultado el 25 de marzo de 2011. 
  16. «Mercados populares, condenados a morir». El Siglo de Torreon (Torreon, México). 2 de noviembre de 2004. Consultado el 25 de marzo de 2011. 
  17. Maribel Fuentes (18 de diciembre de 2009). «Total Abandono los Mercados Municipales». Yucatan a la Mano (Mérida, México). Consultado el 25 de marzo de 2011.  (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).
  18. «Historia de la Central de Abasto». Ciudad de México: Televisa. 2011. Archivado desde el original el 29 de noviembre de 2014. Consultado el 10 de marzo de 2011. 
  19. «Zapopan e Iztapalapa concentran el mercado pesquero nacional». El Informador (Guadalajara, México). 2 de abril de 2010. Consultado el 25 de marzo de 2011. 
  20. a b Sharenii Guzmán Roque (11 de marzo de 2011). «Cuaresma: Dónde comprar pescado en el DF». El Universal (Ciudad de México). Archivado desde el original el 23 de septiembre de 2015. Consultado el 25 de marzo de 2011. 
  21. «Avanza proyecto del mercado depescados y mariscos en BC». Secretaría de Pesca y Acuacultura de Baja California. 23 de junio de 2010. Consultado el 25 de marzo de 2011. 
  22. a b c Gomez Florez, Laura (19 de mayo de 2008). «Remodelan el histórico mercado Abelardo L. Rodríguez como parte del rescate del Centro». Ciudad de México: La Jornada. Consultado el 3 de junio de 2009. 
  23. a b c «Sobreviven en un mercado murales de discípulos de Diego Rivera». Ciudad de México: El Universal. 27 de junio de 2007. Archivado desde el original el 11 de enero de 2013. Consultado el 3 de junio de 2009. 
  24. Gustavo Ahuactzin Larios (2004). «3». Rehabilitación del mercado Michoacán y su entorno (Tesis de BA). Universidad de las Américas Puebla. Consultado el 25 de marzo de 2011. 
  25. a b c d e Martha Delfín Guillaumin (noviembre de 2010). «Un breve comentario sobre la historia de los tianguis y los mercados de México». Historiadores de la Cocina. España: Grupo Gastronautas. Consultado el 25 de marzo de 2011. 
  26. Enciclopedia de Mexico 16. Ciudad de México: Encyclopædia Britannica. 2000. pp. 8273-8280. ISBN 9781564090348.