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== Antigüedad ==
== Antigüedad ==
Hace unos ocho mil años, los seres humanos empezaron a talar bosques en cantidades pequeñas pero significativas, aunque para ello sólo dispusieron de hachas de [[sílex]].<ref name="Los tres jinetes del cambio climático">Wiliam F. Ruddiman ''Los tres jinetes del cambio climático'' Edit: Turner Noema, pág.{{esd}}135. ISBN 978-84-7506-852-7.</ref>
bastian aweonao Hace unos ocho mil años, los seres humanos empezaron a talar bosques en cantidades pequeñas pero significativas, aunque para ello sólo dispusieron de hachas de [[sílex]].<ref name="Los tres jinetes del cambio climático">Wiliam F. Ruddiman ''Los tres jinetes del cambio climático'' Edit: Turner Noema, pág.{{esd}}135. ISBN 978-84-7506-852-7.</ref>


A medida que la [[agricultura]] se iba extendiendo, el ser humano limpiaba el terreno de árboles y arbustos para permitir que la luz del sol llegara hasta el suelo. El desbroce se hacía por el método de cortar y quemar. Al cabo de un año o dos, durante la estación seca se quemaban los residuos caídos y los árboles muertos y se sembraba en el suelo enriquecido con las cenizas.
A medida que la [[agricultura]] se iba extendiendo, el ser humano limpiaba el terreno de árboles y arbustos para permitir que la luz del sol llegara hasta el suelo. El desbroce se hacía por el método de cortar y quemar. Al cabo de un año o dos, durante la estación seca se quemaban los residuos caídos y los árboles muertos y se sembraba en el suelo enriquecido con las cenizas.

Revisión del 15:35 19 mar 2018

Imagen de la NASA de la cuenca del río Branco en Brasil observada el 28 de julio de 2000

La deforestación o tala de árboles es un proceso provocado generalmente por la acción humana, en el que se destruye la superficie forestal.[1][2]​ Está directamente causada por la acción de las personas sobre la naturaleza, principalmente debido a las talas o quemas realizadas por la industria maderera, así como por la obtención de suelo para la agricultura, minería y ganadería.

La deforestación arrasa los bosques y las selvas de la Tierra de forma masiva causando un inmenso daño a la calidad de los suelos. Los bosques todavía cubren alrededor del 30 % de las regiones del mundo.

Talar árboles sin una eficiente reforestación resulta en un serio daño al hábitat, en pérdida de biodiversidad y en aridez. Tiene un impacto adverso en la fijación de dióxido de carbono (CO2). Las regiones deforestadas tienden a una erosión del suelo y frecuentemente se degradan a tierras no productivas.

Entre los factores que llevan a la deforestación en gran escala se cuentan: el descuido e ignorancia medieval del valor intrínseco, la falta de valor atribuido, el manejo poco responsable de la forestación y leyes medioambientales deficientes.

Los motivos de la tala indiscriminada son muchos, pero la mayoría están relacionados con el dinero o la necesidad de los granjeros de mantener a sus familias. El inductor subyacente de la deforestación es la agricultura. Los agricultores talan los bosques con el fin de obtener más espacio para sus cultivos o para el pastoreo de ganado. A menudo, ingentes cantidades de pequeños agricultores despejan hectáreas de terreno arbolado, para alimentar a sus familias, mediante tala y fuego en un proceso denominado «agricultura de roza y quema».

Las operaciones madereras comerciales, que proporcionan productos de pulpa de papel y madera al mercado mundial, también participan en la tala de innumerables bosques cada año. Los leñadores, incluso de forma furtiva, también construyen carreteras para acceder a bosques cada vez más remotos, lo que conlleva un incremento de la deforestación. Los bosques y selvas también caen víctimas del crecimiento urbano constante.

No toda la deforestación es consecuencia de la intencionalidad. Alguna es causa de factores humanos y naturales como los incendios forestales y el pastoreo intensivo, que puede inhibir el crecimiento de nuevos brotes de árboles.

La deforestación tiene muchos efectos negativos para el medio ambiente. El impacto más dramático es la pérdida del hábitat de millones de especies. Setenta por ciento de los animales y plantas habitan los bosques de la Tierra y muchos no pueden sobrevivir la deforestación que destruye su medio.

La deforestación es también un factor coadyuvante del cambio climático. Los suelos de los bosques son húmedos, pero sin la protección de la cubierta arbórea, se secan rápidamente. Los árboles también ayudan a perpetuar el ciclo hidrológico devolviendo el vapor de agua a la atmósfera. Sin árboles que desempeñen ese papel, muchas selvas y bosques pueden convertirse rápidamente en áridos desiertos de tierra yerma.

La eliminación de la capa vegetal arrebata a los bosques y selvas sus palios naturales, que bloquean los rayos solares durante el día y mantienen el calor durante la noche. Este trastorno contribuye a la aparición de cambios de temperatura más extremos, que pueden ser nocivos para las plantas y animales.

Los árboles desempeñan un papel crucial en la absorción de gases de efecto invernadero, responsables del calentamiento global. Tener menos bosques significa emitir más cantidad de gases de efecto invernadero a la atmósfera y una mayor velocidad y gravedad del cambio climático.

En muchos países la deforestación causa extinción de especies, cambios en las condiciones climáticas, desertificación y desplazamiento de poblaciones indígenas.

Antigüedad

bastian aweonao Hace unos ocho mil años, los seres humanos empezaron a talar bosques en cantidades pequeñas pero significativas, aunque para ello sólo dispusieron de hachas de sílex.[3]

A medida que la agricultura se iba extendiendo, el ser humano limpiaba el terreno de árboles y arbustos para permitir que la luz del sol llegara hasta el suelo. El desbroce se hacía por el método de cortar y quemar. Al cabo de un año o dos, durante la estación seca se quemaban los residuos caídos y los árboles muertos y se sembraba en el suelo enriquecido con las cenizas.

En los seis mil años que van desde la prehistoria hasta el comienzo de la era histórica, hace dos mil años, el hombre fue mejorando sus herramientas para trabajar la tierra disponiendo de hachas y arados en la Edad del Bronce y luego en la Edad del Hierro, así como de bueyes y caballos domesticados que tiraban de los arados. Estos avances hicieron que la agricultura fuera ganando tierras al bosque, que fue talado allí donde ésta se desarrolló.

Periodo histórico

Hace dos mil años, en China, India, el sur y el oeste de Europa y el Magreb mediterráneo, así como en las tierras bajas de Centroamérica y las tierras altas de Perú se empleaban prácticas agrícolas sofisticadas (cultivos diversificados, plantaciones múltiples y cría de ganado). Todas esas regiones son naturalmente boscosas, y la agricultura a gran escala exigió talar esos árboles.[4]

En el año 1089, Guillermo el Conquistador ordenó realizar el estudio Domesday, un estudio de sus nuevos dominios (Inglaterra). Este estudio demostró que se había deforestado el 85 % de los campos, así como el 90 % de la tierra cultivable (de altitud inferior a los mil metros).[4]​ Siete siglos antes de la era industrial, Gran Bretaña estaba totalmente deforestada y muchos de los bosques que quedaban estaban protegidos en calidad de reservas de caza para la realeza y la nobleza.

El primer censo fiable de China data de la dinastía Han, hace cerca de dos mil años y por entonces el país tenía 57 millones de habitantes, con una densidad que triplicaba la de Inglaterra en el momento del estudio Domesday lo que implicaba que tanto China como India e Indonesia, zonas densamente pobladas estaban deforestadas ya hace dos mil años[4]

Siglos XV y XVI

Las islas del Caribe, como también partes de México y Centroamérica, contaban con una gran riqueza forestal, la cual estaba compuesta de maderas como caoba y palo maría, entre otras. Con la llegada de los españoles a América comenzó la explotación de estos bosques, para la construcción y la extracción de productos químicos tintóreos, como también su utilización como combustibles. Ante un peligroso incremento del consumo, la Monarquía Española promulgó leyes para regular el aprovechamiento de los bosques y no comprometer al ambiente.[5]

Ante el poderío británico en los mares, los reyes Felipe V, Fernando VI y Carlos III incentivaron la creación de astilleros en algunas ciudades americanas, como La Habana, Campeche, Guayaquil, El Realejo, Nicoya, Panamá, El Callao y Coatzacoalcos, con el objetivo de recuperar el poderío naval que se había perdido. Ante esta situación, se produjo una gran demanda de madera para la construcción de estos barcos.[5]

Actualidad

Deforestación de un bosque tropical en el este de Bolivia provocada por el desarrollo de un proyecto agrícola para cultivar soja. Cada forma circular estrellada es una zona agrícola deforestada y en su centro hay una pequeña población distanciadas 5 km unas de otras, apreciándose las carreteras que las unen. La fotografía fue tomada por los astronautas de la Estación Espacial Internacional en 2001.[6]

En el presente, la deforestación ocurre principalmente, en América Latina, África Occidental y algunas regiones de Asia. En Brasil la deforestación en 2017 aumentó en un 28 %, con más de 5 mil kilómetros cuadrados de árboles talados, en gran medida, por la reforma del Código Forestal durante el gobierno de Michael Temer que achicó las áreas verdes protegidas dando cabida a megaproyectos que destruyen la vegetación carioca. Los estados de Mato Grosso, Roraima y Pará, registraron los mayores índices de deforestación. En Paraguay, se incrementó un 34 % la deforestación a comparación del 2012, con más de 160 mil hectáreas de boques taladas, afectando gravemente la Reserva Natural Cabrera Timane y el Parque Nacional Médanos del Chaco. En Perú, se deforestan alrededor de 150.000 hectáreas al año, por la práctica de la minería ilegal, el país ha perdido más del 50 % de la cubierta vegetal de la costa.[7]

Una tercera parte del total de la tierra está cubierta por bosques, lo que representa cerca de 4 000 000 000 (cuatro mil millones) de hectáreas. Hay 10 países que concentran dos tercios de este patrimonio forestal: Australia, Brasil, Canadá, China, la República Democrática del Congo, India, Indonesia, Perú, la Federación Rusa y los EE. UU.[8]​ Estos han sido explotados desde hace años para la obtención de madera, frutos, sustancias producidas por diferentes especies o para asentamientos de población humana, ganadería y agricultura. Indonesia, Malasia, Paraguay, Bolivia, Zambia y Angola han sido los países que más superficie forestal han perdido[9]

En los últimos 25 años la tasa de desaparición de los bosques se redujo a la mitad. Desde 1990 se han perdido 129 millones de hectáreas de bosque. La tasa anual de pérdida neta de bosques (que tiene en cuenta los nuevos bosques que se plantan) pasó de 0,18 % en los años 1990 a 0,08 % en los cinco últimos años.[10]​ Más países están mejorando la gestión forestal y existe una superficie cada vez mayor de áreas protegidas.[11]​ Particularmente relevante es el caso de Europa cuya superficie boscosa aumentó considerablemente, teniendo en 2016 un tercio más de bosques que un siglo atrás.[12]​ El mismo fenómeno se produce en Cuba con un aumento de la superficie boscosa del casi 30 % en las últimas décadas, como resultado de un ambicioso programa de reforestación.[13]​ Igual situación se da en Rusia, que posee el 20 % de todos los bosques del planeta, cuyas áreas boscosas se están ampliando desde 1961.[14]

En los países más desarrollados la cubierta forestal sufre otras agresiones, como la lluvia ácida, que comprometen la supervivencia de los bosques, situación que se pretende controlar mediante la exigencia de requisitos de calidad para los combustibles, como la limitación del contenido de azufre o la desulfuración de los humos de las centrales térmicas y refinerías.

En los países menos desarrollados las masas boscosas se reducen año tras año, mientras que en los países industrializados se están recuperando debido a las presiones sociales, reconvirtiéndose los bosques en atractivos turísticos y lugares de esparcimiento.

Mientras que la tala de árboles de la pluviselva tropical ha atraído más atención, los bosques secos tropicales se están perdiendo a un ritmo sustancialmente mayor, sobre todo como resultado de las técnicas utilizadas de tala y quema para ser reemplazadas por cultivos. La pérdida de biodiversidad se correlaciona generalmente con la tala de árboles.

La deforestación es un proceso antiguo que se ha incrementado en los últimos tres siglos, con un promedio de seis millones de hectáreas anuales. Principalmente se produjo en el Hemisferio Norte, en los siglos XVIII y XIX, aunque en el siglo XX comenzó a realizarse en el Hemisferio Sur, especialmente en las selvas tropicales de la región amazónica.

Deforestación por regiones

África

En África, entre los años 2000 y 2005 se perdieron unos 4 millones de hectáreas de bosques al año, cerca de 1/3 del área deforestada en todo el mundo. La causa principal es la conversión a una agricultura permanente de las áreas deforestadas.[15]​ Como medidas contra la deforestación en África se está adoptando un sistema de certificación, dada la preocupación mundial por obtener madera a partir de bosques gestionados de manera sostenible, aunque la aplicación de esta certificación sigue siendo escasa todavía. De los 306 millones de hectáreas de bosques certificados del mundo (junio de 2007), unos 3 millones (solo el 1 %) corresponde a África y la mayoría son bosques plantados. Con unos 15 millones de hectáreas de bosques plantados en todo el mundo (FAO, 2006), África solo representa el 5 % del total.

También se han llevado a cabo otras medidas a nivel regional contra la deforestación y la desertificación como la Iniciativa de la Gran Muralla Verde del Sahara (UNU, 2007), con un enfoque integrado entre la agricultura, la ganadería y la actividad forestal.

Prácticamente todos los países de África han firmado la Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación y han elaborado planes nacionales, a menudo con apoyo externo.

Superficie forestal: extensión y variación

Superficie total
(1000 ha)
Variación anual
(1 000 ha)
Tasa de variación anual
%
1990 2000 2005 1990-2000 2000-2005 1990-2000 2000-2005
699 361 655 613 635 412 –4 375 –4 040 –0,64 –0,62

fuente: FAO, 2006a

Asia y el Pacífico

Imagen del sudeste de Asia captada por MODIS. La imagen se centra en los países de Birmania, Tailandia, Laos, Camboya y Vietnam, de izquierda a derecha, respectivamente. En el este de Tailandia, el color marrón que domina el centro de la imagen habla de la deforestación masiva que se produce en esta región.[16]

Esta región posee el 18,6 % de la superficie forestal mundial, repartida en una gran variedad de ecosistemas, como bosques tropicales, bosques templados, manglares costeros, montañas y desiertos.

La región contaba con 734 millones de hectáreas de bosques en el año 2005, unos 3 millones más que en 2000. No obstante, este aumento fue resultado, en gran medida, de la alta tasa de repoblación forestal de China, la cual oculta la notable desaparición de bosques naturales en diversos países; en total, desaparecieron en la región 3,7 millones de hectáreas de bosque al año entre 2000 y 2005.

Algunos países han invertido sus tendencias de pérdida de bosques, pero no es probable que los países que sufren una mayor deforestación sean capaces de hacerlo. La expansión de los cultivos comerciales a gran escala será la causa más importante de deforestación en la región.[15]

La región de Asia y el Pacífico cuenta con 136 millones de hectáreas de bosques plantados, prácticamente la mitad del total mundial. La mayor parte de los bosques plantados se encuentran en Australia, China, Filipinas, la India, Indonesia, Nueva Zelanda, Tailandia y Vietnam.

Superficie forestal: extensión y variación

Superficie total
(1 000 ha)
Variación anual
(1 000 ha)
Tasa de variación anual
%
1990 2000 2005 1990–2000 2000–2005 1990–2000 2000–2005
743 825 731 077 734 243 –1 275 633 –0,17 0,09

fuente: FAO, 2010a

Europa

Europa cuenta con una cuarta parte de los recursos forestales mundiales, aproximadamente 1000 millones de hectáreas, el 81 % de las cuales se encuentran en la Federación Rusa.

Prácticamente todos los países europeos poseen leyes que dificultan notablemente la deforestación y la reconversión a otros usos de la tierra. Además, se proporciona apoyo fiscal a la actividad forestal en virtud del Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural, lo que fomenta de manera significativa la plantación de árboles. Por ello, es probable que la superficie forestal aumente a medida que decrecen las tierras dedicadas a la agricultura.

Las principales amenazas a las que se enfrentan los recursos forestales en Europa son de naturaleza ambiental, como incendios, brotes de plagas y tormentas, algunas de las cuales se podrían incrementar con el cambio climático. Aunque se desconocen las repercusiones a largo plazo del cambio climático en los bosques, se han atribuido a este fenómeno numerosos acontecimientos catastróficos recientes. Se prevé un incremento considerable de la magnitud y de la frecuencia de los incendios, por ejemplo en la península ibérica y en la Federación Rusa

Superficie forestal: extensión y variación

Superficie total
(1 000 ha)
Variación anual
(1 000 ha)
Tasa de variación anual
%
1990 2000 2005 1990–2000 2000–2005 1990–2000 2000–2005
989 320 998 091 1 001 394 877 661 0,09 0,07

fuente: FAO, 2010a

América Latina y el Caribe

Selva quemada para la agricultura en el sur de México.

Esta región contiene el 22 % de la superficie forestal mundial. En ella se encuentra la mayor masa continua de bosque pluvial tropical del mundo: la cuenca del Amazonas.

En los últimos dos decenios, algunos países han concedido la propiedad legal de los bosques a las comunidades indígenas, por ejemplo, Perú, 6400 millones de hectáreas; Bolivia, 1200 millones de hectáreas; Brasil, 10 300 millones de hectáreas; Colombia, 27 millones de hectáreas; Ecuador, 4,5 millones de hectáreas y Guyana, 1,4 millones de hectáreas de tierra, comprendidos los bosques. Si bien la propiedad confiere a las comunidades derechos firmes de uso sostenible de los recursos forestales, los conflictos sobre la propiedad, en ocasiones violentos, y la falta de aplicación de las normas y los reglamentos han permitido la ocupación y la explotación maderera ilegales en extensas áreas de estos bosques.

Entre 2000 y 2010, esta región perdió casi 64 millones de hectáreas, un 7 %, de su superficie forestal. Más de una tercera parte de la deforestación mundial entre 2000 y 2010 tuvo lugar en esta región.

Todos los países de América del Sur registraron una pérdida neta en la superficie forestal entre 2000 y 2005, excepto Chile y Uruguay,[cita requerida]que presentaban tendencias positivas debido a programas de plantación industrial a gran escala. Los nuevos bosques plantados para usos industriales, en particular en Argentina, Uruguay y, posiblemente, Colombia, podrían contrarrestar, en lo que se refiere a hectáreas forestadas, la desaparición de bosques naturales, pero no en términos ecológicos. En caso de los países integrados en la Región Norte de América Latina como lo son Ecuador, Colombia y Venezuela las políticas de protección de áreas forestales no son estrictas y la deforestación de la zona persiste, lo que amenaza el equilibrio ecológico y climático de América del Sur, y puede tener repercusiones mundiales (expuesto en el Acuerdo Caracas FAO 2010).[17]

En contrapartida, en la mayoría de los países de América Central, la pérdida neta de superficie forestal disminuyó entre 2000 y 2005 en comparación con la década anterior, y Costa Rica logró un incremento neto de dicha superficie.

No obstante, en términos porcentuales, América Central presenta una de las mayores tasas de desaparición forestal del mundo en relación con el resto de las regiones, más del 1 % anual en el período entre 2000 y 2005.[15]

En el Caribe se registró un reducido aumento de la superficie forestal entre 2000 y 2005, principalmente en Cuba. La liberalización del comercio, que ha hecho que exportaciones agrícolas tradicionales como el azúcar y los plátanos no sean competitivas, está ocasionando el abandono de las tierras agrícolas y su conversión en bosque secundario (Eckelmann, 2005). Además, se está dando mayor énfasis a la protección del medio natural para apoyar la creciente industria del turismo. Por ello, se espera que la superficie forestal permanezca estable o se incremente en la mayoría de los países caribeños.

Superficie forestal: extensión y variación

Superficie total
(1 000 ha)
Variación anual
(1 000 ha)
Tasa de variación anual
%
1990 2000 2005 1990–2000 2000–2005 1990–2000 2000–2005
923 807 882 339 859 925 –4 147 –4 483 –0,46 –0,51

fuente: FAO, 2010a

Deforestación en Mato Grosso, Brasil, fotos satelitales.
1992
2006

América del Norte

La región contiene el 17 % de la superficie forestal global (677 millones de hectáreas). Aproximadamente una tercera parte del territorio regional está cubierto de bosques. Debido a la gran variedad de condiciones climáticas hay una gran diversidad de ecosistemas forestales, desde bosques húmedos tropicales a bosques boreales. Algunos de los bosques más productivos del mundo se encuentran en esta región.

Kootenay Valley en la Columbia Británica, Canadá; bosque destruido por el escarabajo del pino de montaña (Dendroctonus ponderosae).

La cubierta forestal en la región se mantiene estable.

América del Norte contribuyó en un 2 % aproximadamente a la deforestación mundial anual entre 2000 y 2005, aunque la tasa de desaparición de los bosques presenta una tendencia a la baja. El cambio climático podría intensificar las amenazas al estado de los bosques. La intensidad y la frecuencia de los incendios forestales han aumentado tanto en el Canadá como en los Estados Unidos, impulsadas por prolongadas sequías (atribuidas al cambio climático) y por programas de control de incendios que, aunque han tenido éxito, han incrementado de manera inadvertida la cantidad de material combustible. De igual manera, el cambio climático está fomentando las infestaciones de plagas: en el oeste del Canadá y de los Estados Unidos, el escarabajo del pino de montaña está causando mortalidad de árboles y daños de especial gravedad.

Superficie forestal: extensión y variación

Superficie total
(1 000 ha)
Variación anual
(1 000 ha)
Tasa de variación anual
%
1990 2000 2005 1990–2000 2000–2005 1990–2000 2000–2005
677 801 677 971 677 464 17 –101 0 –0,01

fuente: FAO, 2010a

Bosque de Agua

El Gran Bosque de Agua se encuentra[18]​ entre las ciudades de México D.F., Cuernavaca y Toluca. Este bosque posibilita la vida no sólo de quienes lo habitan, sino también la de quienes viven en los alrededores. Abarca las sierras de las Cruces, del Ajusco, del Chichinautzin, de Zempoala y el sistema Cadera, en los estados de Morelos, Estado de México y el Distrito Federal. Alberga casi 2 por ciento de la biodiversidad mundial, ayuda a regular el clima y la calidad del aire de la región, proporciona casi tres cuartas partes del agua que se consume en la ciudad de México y abastece de agua a dos de los ríos más importantes del país: el Lerma y el Balsas. Desafortunadamente, esta región se encuentra amenazada y está desapareciendo rápidamente: si continúa el actual ritmo de deforestación, podría desaparecer[18]​ en solo 50 años. De acuerdo con el Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México, cada año se pierden 2400 hectáreas de este bosque, lo que equivale a destruir una superficie de más 6 campos de fútbol por día. El Gran Bosque de Agua abarca 120 000 ha, incluye los parques nacionales de La Marquesa, Ajusco, Desierto de los Leones, Lagunas de Zempoala y Tepozteco, entre otras áreas. La tala ilegal, y el crecimiento desmedido de las urbes, la conversión del bosque en zonas de cultivo y potreros para ganado, los incendios forestales y la extracción de materiales y la venta del suelo lo merman constantemente. Además, la cacería furtiva y la introducción de especies exóticas ponen en riesgo la biodiversidad de esta región y son las causas por las que este bosque está en peligro. Mucha gente que reside en los estados donde se encuentra este bosque no conoce su importancia ecológica y la relevancia que tiene como principal fuente de abastecimiento de agua. Varios organismos e instituciones están trabajando en el análisis para la protección de este gran pulmón y fuente de agua.[19]​ La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) declaró parte de esta zona como una de las regiones terrestres prioritarias para la conservación en México, y la llamó "Corredor biológico Ajusco-Chichinautzin".[18]​ Greenpeace México ha lanzado una campaña para protegerla.

Asia occidental y central

Es la región con menos bosques del mundo, con tan sólo un 4 % de cubierta forestal (el 1,1 % de la superficie forestal mundial). La mayor parte de la superficie forestal corresponde a unos pocos países, mientras que en 19 países se encuentra menos del 10 % de la cubierta forestal. Cerca del 75 % de la región es árida, con una baja productividad de biomasa. La vegetación varía desde matorrales desérticos en Asia Central y la península arábiga hasta pequeñas áreas de manglares en la costa del golfo Pérsico y praderas de altura en Asia central. Debido a esta reducida cubierta forestal, los árboles fuera del bosque, especialmente en granjas y en otras tierras arboladas, desempeñan importantes funciones productivas y protectoras.

El establecimiento de cortavientos es una parte integral de las prácticas agrícolas en la mayoría de los países. El cultivo de palma datilera en diversos países de Asia occidental ha convertido los desiertos en oasis. En los Emiratos Árabes Unidos, las extensas plantaciones de palmas datileras han mejorado el paisaje a la vez que producen ingresos sustanciales.

Superficie forestal: extensión y variación

Superficie total
(1 000 ha)
Variación anual
(1 000 ha)
Tasa de variación anual
%
1990 2000 2005 1990–2000 2000–2005 1990–2000 2000–2005
43 176 43 519 43 588 34 14 0,08 0,03

fuente: FAO, 2006a

Efectos medioambientales

Impacto en la atmósfera

Roza y quema ilegal en Madagascar, 2010.

La deforestación está en marcha y está afectando al clima.[20][21][22][23]

La deforestación es un contribuyente neto al calentamiento mundial,[24][25]​ y se cita a menudo como una de las causas principales del efecto invernadero. La pérdida de los bosques tropicales es responsable de aproximadamente el 20 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.[26]​ De acuerdo con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, la deforestación, principalmente en áreas tropicales, podría suponer hasta un tercio de las emisiones de dióxido de carbono antropogénicas.[27]​ Pero cálculos recientes sugieren que las emisiones de CO2 provocadas por la deforestación y la degradación forestal (excluidas las emisiones naturales de las turberas) supondrían entre el 6 y el 17 % de todas las emisiones antropogénicas de CO2, con una media del 12 %.[28]​ La deforestación provoca que el CO2 permanezca más tiempo en la atmósfera. Al aumentar el CO2, se crea una capa que atrapa la radiación solar. Esta radiación se convierte en calor, provocando así el efecto invernadero.[29]

Las plantas extraen el CO2 de la atmósfera a través de la fotosíntesis, quedándose con el carbono, que incorporan a su estructura (raíces, tallos, hojas, flores) en forma de moléculas orgánicas y liberando parte del oxígeno. Aunque también liberan algo de CO2 durante su proceso normal de respiración. Solo cuando un árbol o un bosque crecen pueden extraer carbono de la atmósfera, almacenándolo en sus tejidos. Tanto la putrefacción de la madera como su quema devuelven a la atmósfera ese carbono almacenado. Para que los bosques realmente extraigan carbono de la atmósfera debe haber una acumulación neta de madera. Una forma es cortar los árboles, transformar la madera en objetos duraderos y reemplazar con nuevos árboles los cortados.[30]​ La deforestación también puede hacer que se libere el CO2 acumulado en el terreno. Los bosques pueden ser tanto sumideros de carbono como fuentes, dependiendo de las circunstancias ambientales. Los bosques maduros (donde la cantidad de materia vegetal no varía significativamente) alternan entre comportarse como fuentes netas y sumideros netos (véase Ciclo del carbono), pero esta variación resulta insignificante en relación con la enorme cantidad de carbono que tienen almacenada.

En las áreas deforestadas, el terreno se calienta más rápido por efecto del sol y alcanza una mayor temperatura, lo que lleva a mayores corrientes de convección ascendentes que favorecen la formación de nubes y finalmente producen más lluvia.[31]​ Sin embargo, de acuerdo con el Laboratorio norteamericano de Dinámica de Fluidos Geofísicos (GFDL por sus siglas en inglés), los modelos utilizados para investigar los efectos a gran distancia de la deforestación tropical mostraron un amplio, pero suave, incremento de la temperatura en toda la atmósfera tropical. Estos modelos predijeron un calentamiento inferior a los 0,2 °C en la atmósfera tropical superior (entre 700 y 500 milibares). Sin embargo estos modelos no predicen cambios significativos en otras áreas más allá de los trópicos. Aun así la realidad puede ser diferente, porque el modelo puede contener errores y sus resultados nunca son absolutamente definitivos.[32]

La deforestación afecta a los vientos, el vapor de agua y la absorción de energía solar, influyendo así claramente en el clima zonal y mundial.[33]

La reducción de las emisiones de la deforestación y la degradación forestal (REDD por sus siglas en inglés) en países en desarrollo ha surgido como un importante complemento a las políticas climáticas actuales. La idea consiste en compensar económicamente a los países que consigan estas reducciones de forma significativa.[34]

Los legos piensan que los bosques tropicales contribuyen significativamente al oxígeno de la atmósfera[35]​ aunque los científicos consideran que la contribución neta de los bosques tropicales es pequeña y que la deforestación solo tiene efectos menores en los niveles de oxígeno atmosférico.[36][37]​ No obstante, la quema de masa forestal para obtener tierras cultivables libera ingentes cantidades de CO2, que contribuyen al calentamiento mundial.[25]​ Los científicos también afirman que la deforestación tropical libera anualmente 1 500 millones de toneladas de carbono a la atmósfera.[38]

Impacto hidrológico

La deforestación también afecta al ciclo del agua: los árboles extraen agua del subsuelo a través de sus raíces y la liberan a la atmósfera. Cuando desaparecen, el clima se vuelve más seco. Además la deforestación reduce la cantidad de agua en el terreno y en el subsuelo, de modo que las plantas restantes ven reducida su disponibilidad de agua.[39]​ Asimismo la deforestación reduce la cohesión del suelo, lo que da lugar a erosión, inundaciones, desertificación y corrimientos de tierras.[40][41]

Al reducirse la cubierta arbórea disminuye la capacidad del entorno para interceptar, retener y transpirar la lluvia caída. Las áreas boscosas atrapan el agua y la filtran al subsuelo; las deforestadas, en cambio, se vuelven fuentes de agua superficial, que se mueve mucho más deprisa que la subterránea. Los bosques devuelven a la atmósfera por transpiración la mayoría del agua que cae sobre ellos como precipitación. Por el contrario, cuando se deforesta una zona, casi toda la precipitación se pierde en forma de agua superficial.[42]​ Ese transporte más rápido de agua superficial puede traducirse en inundaciones relámpago e inundaciones más concentradas de las que ocurrirían si se hubiera mantenido la cubierta arbórea. La deforestación también reduce la evapotranspiración, y consiguientemente los niveles de humedad atmosférica, lo que en algunos casos afecta a las precipitaciones en las zonas a sotavento del área deforestada, porque el agua no se recicla en los bosques a sotavento, sino que corre por la superficie y va directamente a los océanos. De acuerdo con un estudio, en el área deforestada al norte y noroeste de China, la precipitación media anual descendió un tercio entre la década que comenzó en 1951 y la de 1981.[43]

Los árboles, y las plantas en general, inciden significativamente en el ciclo hidrológico:

  • Sus copas interceptan una porción de la precipitación, que luego se vuelve a evaporar.
  • Sus residuos en el suelo (hojas muertas, ramas) frenan la escorrentía.
  • Estos residuos también cambian las propiedades del suelo, mejorando su capacidad de retener agua.
  • Sus raíces crean macroporos que incrementan la filtración al subsuelo.
  • Contribuyen a la evaporación terrestre y reducen por transpiración la humedad del suelo.
  • Controlan la humedad del aire a través de la transpiración de sus hojas. El 99 % del agua absorbida por las raíces es transpirada.[44]

Como resultado, la presencia o ausencia de árboles cambia la cantidad de agua subterránea, superficial o atmosférica. Esto cambia también el ritmo de erosión y la disponibilidad de agua ya sea por el ecosistema o para las necesidades humanas. La deforestación de las llanuras traslada la formación de nubes y la lluvia a terrenos más elevados.[33]

En el caso de lluvias muy intensas y prolongadas que rebasen la capacidad normal de absorción de los bosques, es posible que, a pesar de su presencia, se produzcan inundaciones.

La selva tropical es la fuente de alrededor del 30 % del agua dulce del planeta.[35]

La deforestación altera los patrones climáticos favoreciendo un tiempo más cálido y seco, y por tanto incrementando la sequía, la desertificación, la pérdida de cosechas, la fusión de los polos, las inundaciones costeras y el desplazamiento de flora y fauna[33]

Impacto en el suelo

Los bosques naturales tienen un ritmo de erosión muy bajo, aproximadamente 2 toneladas métricas por kilómetro cuadrado.[45]​ La deforestación generalmente incrementa el ritmo de pérdida de suelo al aumentar la escorrentía y reducir el escudo de residuos vegetales. Esto puede ser una ventaja en los suelos de selvas tropicales excesivamente lavados. Las propias operaciones de tala incrementan la erosión por la construcción de carreteras y el uso de maquinaria pesada.

La Meseta de Loes en China fue despojada de sus bosques originales hace milenios. Desde entonces ha estado erosionándose, creando profundas cárcavas, proporcionando el sedimento que da al río Amarillo su color característico y favoreciendo las inundaciones en su curso bajo.

La desaparición de los árboles no siempre incrementa el ritmo de erosión. En ciertas regiones del suroeste de Estados Unidos los arbustos y los árboles han estado limitando las praderas. Los propios árboles refuerzan la pérdida de plantas herbáceas en el suelo sombreado por sus copas. Si el suelo queda desnudo, es muy vulnerable a la erosión. El Servicio Forestal estadounidense, por ejemplo en el parque nacional Bandelier, estudia cómo restaurar el ecosistema, y reducir la erosión, quitando los árboles.

Las raíces de los árboles cohesionan el suelo y, si es lo suficientemente superficial, lo mantienen en su lugar ligándolo a la roca madre. Por esta razón talar los árboles de laderas empinadas con suelo superficial puede incrementar el riesgo de corrimientos de tierras y amenazar las vidas de quienes residan cerca.[46]

Impacto en la biodiversidad

La deforestación disminuye la biodiversidad[47]​ y es causa de la extinción de muchas especies.[48]​ Más de la mitad de las especies de plantas y animales terrestres viven en las selvas tropicales.[49]​ La pérdida de áreas boscosas ha resultado en un entorno degradado, con menor biodiversidad.[50]​ Los bosques sostienen la biodiversidad proporcionando un hábitat a numerosas especies de fauna y flora,[51]​ algunas de las cuales pueden tener aplicaciones medicinales.[52]​ Siendo los biotopos forestales fuentes irreemplazables de nuevas medicinas (como el taxol), la deforestación puede destruir irrecuperablemente la riqueza genética que proporciona a las plantas comestibles resistencia frente a las plagas.[53]

Al ser las selvas tropicales los ecosistemas más diversos de la Tierra[54][55]​ y encontrarse en ellos alrededor del 80 % de la biodiversidad conocida,[56][57]​ la desaparición de áreas significativas de cubierta arbórea ha resultado en degradación del suelo[58]​ y un entorno de menor biodiversidad.[48][59]​ Un estudio en Rondonia (Brasil) muestra que la deforestación acaba también con la comunidad microbiana que se ocupa de reciclar los nutrientes, limpiar el agua y eliminar la contaminación.[60]

Se estima que cada día estamos perdiendo 137 especies de plantas y animales (incluidos insectos) debido a la deforestación de las selvas, lo que supone 50 000 especies anuales.[61]​ Autores como Lewin et al. afirman que la deforestación de las selvas está contribuyendo a la extinción masiva del Holoceno.[62][63]

Los ritmos conocidos (no estimados) de extinción de mamíferos y aves por la deforestación son mucho más bajos, aproximadamente una especie por año. Pero si se extrapola a todas las especies sale la cifra de aproximadamente 23 000 cada año. Se ha predicho que el 40 % de las especies animales y vegetales del sudeste asiático podría desaparecer en el s. XXI.[64]​ Posteriormente se han cuestionado estas predicciones al observarse en 1995 que en el sudeste asiático la mayoría del bosque original ha sido transformado en plantaciones de monocultivo, pero que las especies potencialmente amenazadas son pocas, y que los árboles y el resto de la flora permanecen estables y muy extendidos.[65]​ La comprensión científica del proceso de extinción es insuficiente para hacer predicciones acertadas sobre el impacto de la deforestación en la biodiversidad.[66]​ La mayoría de las predicciones de pérdida de biodiversidad ocasionada por operaciones silvícolas se basan en modelos especie-área, asumiendo que si el bosque decae, la diversidad de las especies decaerá de modo similar. [67]​ Sin embargo muchos de esos modelos han demostrado ser erróneos y la pérdida de hábitat no lleva necesariamente a la pérdida de especies a gran escala.[67]​ Se sabe que los modelos especie-área sobreestiman el número de especies amenazadas propias de las áreas que están siendo deforestadas, y mucho más en el caso de especies más difundidas (presentes tanto en áreas que están siendo deforestadas como en las que se están dejando intactas).[65]

Un estudio de 2012 sobre la Amazonia predice que, pese a la falta de extinciones por ahora, hasta el 90 % de las predichas se producirá en los próximos 40 años.[68]

Fragmentar los bosques, o incluso trazar carreteras en ellos, tiene un fuerte impacto sobre la biodiversidad: un estudio[69]​ publicado en Nature en 2017 muestra que el 85 % de las especies de animales que viven en una selva se ven afectadas por el efecto linde. El 46 % aumenta[70]​ su abundancia, y el 39 % (en general, las especies más amenazadas, y especialmente anfibios pequeños, grandes reptiles y mamíferos no voladores de tamaño medio) la disminuye.

Lucha contra la deforestación

Reducción de emisiones

Las principales organizaciones internacionales, incluidas las Naciones Unidas y el Banco Mundial, han empezado a desarrollar programas de lucha contra la deforestación. El término general REDD (siglas en inglés de Reducción de Emisiones de Deforestación y Degradación) describe estos programas, que emplean incentivos monetarios directos o de otro tipo para animar a los países en desarrollo a que limiten o reviertan su deforestación. Se ha debatido sobre la financiación, pero en la decimoquinta conferencia de las partes (COP 15) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) en Copenhague (diciembre de 2009) se alcanzó un acuerdo por el que los países desarrollados se comprometieron a aportar recursos nuevos y adicionales, incluidas la silvicultura e inversiones canalizadas por instituciones internacionales, que se aproximarán a los 30 millardos de dólares para el período 2010-2012[71]​ Se está trabajando significativamente en herramientas para controlar cómo los países en desarrollo cumplen los objetivos REDD a los que se han comprometido. Estas herramientas, que incluyen seguimiento remoto de los bosques por imágenes satelitales y otras fuentes de datos, incluido FORMA (acrónimo en inglés de iniciativa de Seguimiento Forestal para la Acción) del Centro para el Desarrollo Global [72]​ y el portal de seguimiento del carbono forestal del Grupo de Observación de la Tierra (GEO por sus siglas en inglés).[73]​ También se dio importancia al guiado metodológico para el seguimiento de los bosques en la COP 15.[74]​ La organización medioambiental Socios para Evitar la Deforestación encabeza la campaña para el desarrollo de la REDD a través de financiación del Gobierno estadounidense.[75]​ En 2014 la FAO, con varios socios, lanzó Open Foris —un conjunto de programas informáticos de código abierto para ayudar a los países a recoger, producir y difundir información sobre el estado de sus recursos forestales—.[76]​ Estos programas (hay versión en español) sirven para todo el ciclo de vida del inventario forestal, desde la valoración de las necesidades, diseño, planificación, recogida y gestión de datos sobre el terreno, análisis estimativos y difusión. Se incluyen herramientas para el procesado de imágenes remotas, así como para las comunicaciones internacionales REDD y MRV (siglas en inglés de medida, comunicación y verificación).

Para evaluar las implicaciones generales de las reducciones de emisiones, los países donde se concentra la mayor atención son los de mucho bosque y altos ritmos de deforestación (HFHD por sus siglas en inglés) y los de poco bosque, pero altos ritmos de deforestación (LFHD por sus siglas en inglés). Países HFHD se consideran Brasil, Camboya, Corea del Norte, Guinea Ecuatorial, Malasia, Islas Salomón, Timor Este, Venezuela y Zambia. En cambio se anotan como LFHD Afganistán, Benin, Botswana, Birmania, Burundi, Camerún, Chad, Ecuador, El Salvador, Etiopía, Ghana, Guatemala, Guinea, Haití, Honduras, Indonesia, Liberia, Malaui, Malí, Mauritania, Mongolia, Namibia, Nepal, Nicaragua, Níger, Nigeria, Pakistán, Paraguay, Filipinas, Senegal, Sierra Leona, Sri Lanka, Sudán, Togo, Uganda, Tanzania y Zimbabue.[77]

Pagos para conservar los bosques

En Bolivia la deforestación en los cursos fluviales altos ha causado problemas medioambientales, entre ellos erosión del suelo y disminución de la calidad del agua. Un proyecto innovador para remediar la situación establece que los usuarios del agua río abajo paguen a los propietarios de tierras río arriba para conservar sus bosques. Los propietarios reciben 20 dólares norteamericanos ($) para conservar los árboles, evitar prácticas ganaderas contaminantes y favorecer la biodiversidad y la fijación de carbono por el bosque en su propiedad. También reciben 30 $ para la compra de una colmena, lo que les compensa por la conservación de 2 hectáreas de bosque durante 5 años, de manera que se proteja una fuente de agua. Los ingresos por hectárea de la miel recolectada ascienden a 5 $ anuales, de modo que en 5 años ascienden a 50 $ para el propietario.[78]​ El proyecto lo llevan la Fundación Natura Bolivia y la organización ecologista Rare, con el apoyo de la Alianza Clima y Desarrollo.

Propiedad de la tierra

Bosque virgen de Shennongjia.

Se afirma que transferir la propiedad de los terrenos donde se ubican los bosque a las poblaciones indígenas es una manera eficiente de protegerlos. [79]​ Esto incluye la protección de tales derechos cuando las leyes existentes los conceden, como en la ley india de bosques.[79]​ Se sostiene que transferir estos derechos en China, quizá la mayor reforma agraria de la edad contemporánea, ha incrementado la cobertura forestal.[80]​ En Brasil, las áreas forestales cuya propiedad se ha transferido a pueblos indígenas sufren menos tala permanente que incluso los parques nacionales.[80]

Métodos agrícolas que no exigen despejar bosques

Talar el bosque y plantar con métodos agrícolas tradicionales rinde poco. Algunos métodos agrícolas nuevos que ofrecen mucho mayor rendimiento por hectárea (y por tanto permiten talar menos bosque, o no talarlo en absoluto, si se aplican al terreno donde se usaban métodos tradicionales) son: plantas hibridadas, invernaderos, huertos urbanos o hidroponía. Estos nuevos métodos dependen a menudo de insumos químicos (abonos, pesticidas) para mantener alto su rendimiento. En la agricultura cíclica[81]​ (llamada así por oposición a la agricultura itinerante, en que una tribu tala una zona de bosque, la cultiva y, cuando la tierra se agota, la abandona para talar una nueva zona) el ganado pasta sobre tierra dejada en barbecho, fertilizándola y preparándola para una próxima siembra. La rotación de cultivos es una forma de agricultura cíclica. Por otra parte la agricultura biointensiva obtiene rendimientos muy altos en terrenos muy reducidos sin emplear sustancias químicas. La agricultura intensiva, en cambio, puede disminuir los nutrientes del suelo[82]​ a un ritmo acelerado. El enfoque más prometedor, sin embargo, es la jardinería forestal (traducción habitual, pero poco afortunada del término forest gardening; poco afortunada porque, en español, la jardinería es ornamental,[83]​ no nutricional; la traducción francesa, bosque nutritivo da una mejor idea del significado) en permacultura, que consiste en sistemas agroforestales, cuidadosamente diseñados para imitar a los bosques naturales, que favorecen las especies animales y vegetales de interes nutricional, maderero y otros usos. Estos sistemas tienen baja dependencia de combustibles fósiles y sustancias químicas, necesitan poco mantenimiento, son altamente productivos y causan poco impacto en el suelo, la calidad del agua y la biodiversidad.

Seguimiento de la deforestación

Hay múltiples métodos adecuados y fiables para seguir la deforestación. Uno de ellos es la interpretación visual de fotos aéreas o imágenes por satélite. Es intensivo en mano de obra, pero no requiere formación de alto nivel en procesamiento automatizado de imágenes ni una fuerte inversión en ordenadores.[84]​ Otro método es el análisis de los puntos calientes (hotspots, zonas de rápido cambio) empleando la opinión de expertos o imágenes de satélite de baja resolución para identificar estas zonas, y entonces realizar análisis digitales detallados sobre imágenes satelitales de alta resolución.[84]​ Normalmente se valora la deforestación cuantificando la cantidad de área deforestada, medida en el momento actual.

Desde un punto de vista medioambiental, cuantificar el daño y sus posibles consecuencias es una tarea más importante, mientras que los esfuerzos de conservación se centran en proteger los bosques y desarrollar usos de la tierra alternativos para evitar que la deforestación continúe.[84]​ El ritmo de deforestación y el área total deforestada se han utilizado ampliamente para el seguimiento de la deforestación en muchas regiones, entre ellas la Amazonia brasileña por el INPEN(Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais).[38]​ Está disponible una vista satelital de la Tierra.[85][86]

Gestión forestal

Desde hace siglos se han hecho esfuerzos para detener o frenar la deforestación, porque hace mucho tiempo que se sabe que puede causar daños ambientales tan graves que lleven a la desaparición de sociedades enteras. En Tonga los gobernantes desarrollaron políticas para evitar los conflictos entre las ganancias a corto plazo de convertir los bosques en tierras de cultivo y los problemas a largo plazo que ocasiona la desaparición del bosque.[87]​ En Japón, durante el shogunato Tokugawa (s. XVII-XVIII) [87]​ los shogunes desarrollaron un avanzado sistema de planificación a largo plazo para detener e incluso revertir la deforestación de los siglos precedentes, mediante la sustitución de la madera por otros productos y un uso más eficiente de la tierra que se había cultivado durante centurias. En la Alemania del s. XVI los terratenientes desarrollaron la silvicultura para lidiar con los problemas de la deforestación. Sin embargo esas políticas tienden a limitarse a ecosistemas con suficiente lluvia, sin estación seca y suelos muy jóvenes (resultado de vulcanismo o glaciaciones). En suelos más viejos y menos fértiles los árboles crecen demasiado despacio como para que la silvicultura sea económica, mientras que en zonas con una larga estación seca, siempre hay un riesgo de que un incendio forestal destruya los árboles plantados antes de que maduren.

En las zonas donde se practica la agricultura de tala y quema (llamada también de roza y quema), el cambio a talar y carbonizar (en vez de quemar, con llama, en fuego abierto y combustión completa, la materia vegetal cortada, convertirla en carbón vegetal mediante combustión incompleta y esparcir el carbón sobre el terreno), no solo es un método duradero de fijación del carbono. También es extremadamente enriquecedor para el suelo. Mezclando el carbón vegetal con biomasa se crea la terra preta (preta por la palabra portuguesa para el color negro, no por prieta), uno de los suelos más ricos y el único conocido que se autorregenera.

Prácticas sostenibles

Se promueve el bambú como una alternativa más sostenible que cortar leña para combustible.[88]

La certificación de que un bosque se explota de manera sostenible, como la proporcionada por los sistemas mundiales Programa para el Reconocimiento de Certificación Forestal (PEFC por sus siglas en inglés) o Consejo de Administración Forestal (FSC por sus siglas en inglés) contribuye a contener la deforestación al crear mercado para productos de bosques gestionados sosteniblemente. De acuerdo con la FAO, «Una condición indispensable para la adopción de la gestión forestal sostenible es la demanda para productos producidos sosteniblemente y el deseo de los consumidores de pagar por los mayores costes que implican. La certificación representa cambiar de planteamientos regulatorios a incentivos de mercado para promover la gestión forestal sostenible. Al promover los atributos positivos de productos forestales de bosques gestionados sosteniblemente, la certificación se enfoca en el lado de la demanda de la gestión medioambiental.»[89]​ En cambio, la australiana Rainforest Rescue alega que los estándares de organizaciones como FSC están demasiado conectados con la industria maderera y que por tanto no garantizan una gestión forestal sostenible y socialmente responsable. Que en realidad los sistemas de seguimiento de las certificaciones son inadecuados y en el mundo se han documentado varios casos de fraude.[90]

Algunas naciones han tomado medidas para incrementar el número de árboles sobre la Tierra. En 1981 China creó el día nacional de plantado de árboles y en la década que comenzó en 2001 la cobertura forestal ha alcanzado el 16,55 % del territorio cuando en la que comenzó en 1991 solo era del 12 %.[91]

Usar como leña el bambú, que técnicamente no es un árbol, sino una hierba (concretamente una gramínea) conduce a una combustión más limpia que la de madera de árbol, y como el bambú madura mucho más rápido que la madera, se reduce la deforestación, porque el suministro se puede reponer más rápidamente.[88]

Reforestación

En muchas partes del mundo, especialmente el este de Asia, la reforestación y la forestación están incrementando las áreas boscosas.[92]​ La cantidad de bosque ha aumentado en 22 de las 50 naciones del mundo con más bosques. Asia en conjunto ganó un millón de hectáreas de bosque entre 2000 y 2005. El bosque tropical en El Salvador creció más del 20 % entre 1992 y 2001. Basándose en estas tendencias, un estudio[93]​ estima que la superficie forestal mundial en 2050 será un 10 % —una superficie de la extensión de la India— superior a la de 2006 .

En China, donde se han destruido bosques a gran escala, ha sido obligación legal de cada ciudadano capacitado de entre 11 y 60 años el plantar de 3 a 5 árboles anualmente, o hacer la cantidad de trabajo equivalente en otros servicios forestales. El Gobierno chino sostiene que, desde 1982, se ha plantado cada año al menos un millardo de árboles. En 2016 esta obligación ya no se encuentra vigente, pero cada 12 de marzo en China son las vacaciones de plantado. Además está en marcha el proyecto Gran Muralla Verde de China que, plantando árboles, pretende frenar la expansión del desierto de Gobi. Sin embargo, debido al alto porcentaje de árboles que mueren después de plantarlos (hasta el 75 %), el proyecto no está teniendo mucho éxito. En China la superficie forestal ha aumentado 47 millones de hectáreas desde la década que comenzó en 1971.[93]​ El número total de árboles en 2001 se estimaba en 35 millardos.[91]​ Otra propuesta ambiciosa para China es el sistema aéreo de reforestación y control de la erosión.

En África, con un nombre parecido, la Gran Muralla Verde de África, se está llevando a cabo otra iniciativa de contención del desierto (el Sahara en este caso) mediante el plantado de árboles. Se ha propuesto utilizar invernaderos de agua marina.

En los países occidentales, la creciente demanda del consumidor por productos forestales que hayan sido cultivados y cosechados de forma sostenible está haciendo que los propietarios de bosques y la industria maderera rindan cada vez más cuentas de sus prácticas de gestión forestal y tala.

El programa de rescate de la selva de la norteamericana Arbor Day Foundation utiliza sus donaciones para comprar y preservar selvas antes de que las puedan adquirir compañías madereras. Esta fundación protege así las tierras de la deforestación. También aísla el modo de vida de las tribus primitivas que las habitan. Otras organizaciones como Cool Earth, Community Forestry International, The Nature Conservancy, WWF/Adena, Conservation International, African Conservation Foundation y Greenpeace también se centran en preservar los hábitats forestales. En particular Greenpeace ha identificado los bosques aún intactos[94]​ y publicado esta información en Internet.[95]​ Por su parte, el Instituto de Recursos Mundial ha trazado un mapa[96]​ temático más simple donde se muestran los bosques hacia el año 6000 A.C. y a comienzos del S. XXI (mucho más reducidos).[97]​ Estos mapas muestran la cantidad de reforestación requerida para reparar el daño causado por la humanidad.

Plantaciones de árboles

Para satisfacer la demanda mundial de madera, los silvícolas Botkins y Sedjo proponen plantaciones de árboles de alto rendimiento. Se ha calculado que plantaciones que produzcan 10 m³ (metros cúbicos) de madera por hectárea anualmente podrían suministrar toda la madera que demanda el comercio internacional utilizando solamente el 5 % del área forestal actual. Los bosques naturales solo producen entre 1 y 2 m³ por hectárea, y por tanto se requeriría de 5 a 10 veces más terreno para satisfacer la demanda. El ingeniero de montes Chad Olivier propone un mosaico de bosques de alto rendimiento entremezclados con tierras preservadas.[98]

Los bosques plantados se incrementaron en el mundo del 4,1 al 7,0 % de la superficie forestal total entre 1990 y 2015[99]​ En 2015 sumaban 280 millones de hectáreas, un incremento de alrededor de 40 millones de hectáreas desde 2010.[100]​ El 18 % de estos 280 millones son especies exóticas o introducidas, mientras que el resto son nativas del país donde se han plantado. En el este y sur de África, Sudamérica y Oceanía los bosques plantados son principalmente de especies introducidas: 65, 88 y 75 % respectivamente. En Norteamérica, Asia central y occidental, y Europa, las proporciones de especies introducidas son muy inferiores: 1, 3 y 8 % del área total plantada respectivamente.[99]

En Senegal, en la costa oeste de África, un movimiento encabezado por jóvenes ha ayudado a plantar más de 6 millones de árboles de manglar. Estos árboles protegeran las aldeas de las tormentas y proporcionarán un hábitat a la fauna y flora local. El proyecto empezó en 2008 y en 2010 ya se ha pedido al Gobierno senegalés que proteja los nuevos manglares.[101]

Véase también

Referencias

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