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[[Jacques Turgot]] es nombrado por Luis XVI ''controlador general de las finanzas''.

Turgot se lanza entonces a un proyecto "revolucionario" de creación de un sistema de asambleas con estructura piramidal, elegidas por el pueblo: municipalidades en los municipios, distritos en provincias y finalmente una municipalidad de reino. Como explica en 1854 el historiador [[Victor Duruy]]: «Había novedades muy grandes; Turgot planeaba otras más temibles: eliminación de las cargas que asfixiaban a los pobres, establecimiento sobre los nobles y el clero de un impuesto territorial; pero mejora de la situación de los curas y vicarios, que poseían la porción mñas pequeña de las rentas de la Iglesia y supresión de la inmensa mayoría de monasterios, igual participación en el impuesto a través de la creación de un catastro, libertad de pensamiento para los protestantes, rescato de las rentas feudales, el mismo sistema de peso y medida para todo el reino, libertad de oensamiento también para la industria y el comercio y finalmente, como Turgot se ocupaba de necesidades morales y materiales un vasto plan de instrucción pública para difundir [[Ilustración|las Luces]] (los principios de la ilustración)».<ref>[[Victor Duruy]], Histoire de France, 1854, tomo II, páginas 426-427.</ref>

En la primavera de [[1775]], la reforma llevada a cabo por el ministro [[Jacques Turgot]] sobre [[libre comercio]] de [[cereales]], incomprendida y criticada tanto por el Parlamento como por la alta aristocracia, suscitó graves disturbios: en casi toda Francia, estallaron revueltas populares por el precio de la harina (llamadas ''la guerra de la harina''), probablemente organizadas por algún [[príncipe de sangre]], que junto a la rica burguesía eran los primeros perjudicados por las reformas económicas.<ref>Haslip, Maria Antonietta, p. 97.</ref> El rey impuso la sumisión de los rebeldes con una ''[[lit de justice]]''.<ref>Las revueltas dividieron las calles entre el rey y el ministro de Hacienda. Mientras que el monarca defendía la clemencia para los sublevados, el ministro mostró una gran dureza al querer calmar la revuelta. (Haslip, p. 98-99).</ref>

Turgot quería renovar el reino con sus reformas, no sólo en el ámbito fiscal: pretendÍa que fuera reconocido un estatus civil a los protestantes, hacer [[laica]] la educación y la asistencia pública, reformas que chocaban con muchos privilegios. El ministro quería también recortar los gastos de la corte: ya en [[1776]] se había enemistado con la reina cuando no quiso dar la concesión de privilegios para los favoritos de la soberana, como ''Madame de Polignac'' o ''Madame de Lamballe'' y se había opuesto al probable conflicto en [[América]] con [[Inglaterra]], en el cual Francia esperaba recuperar sus colonias perdidas durante la [[Guerra de los Siete Años]].

El ministro de finanzas también sufrió la oposición por parte de sus compañeros, el primero de ellos, Maurepas, el cual no perdió la ocasión de denigrarlo a ojos del monarca.<ref>Lever, p. 134-135.</ref> Inicialmente el rey fue reacio a adoptar reformas estructurales, aunque venciendo su propio miedo impuso los edictos de su ministro con un ''lit de justice''. Viéndose acribillado por las numerosas críticas y siendo aconsejado por Maurepas, el soberano destituyó a Turgot el [[12 de mayo]] de [[1776]].


==== La reforma de Necker ====
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Luis XVI
Rey de Francia y Navarra
Rey de los franceses

Luis XVI retratado por Antoine-François Callet.
Rey de Francia y Navarra
10 de mayo de 1774 - 10 de octubre de 1789
Predecesor Luis XV
Sucesor Abolición del título (él mismo como rey de los franceses)
Rey de los franceses
10 de octubre de 1789[1]​ - 21 de septiembre de 1792
Predecesor Nuevo título (él mismo como rey de Francia y Navarra)
Sucesor Convención Nacional (Primera República Francesa)
Información personal
Nombre completo Louis-Auguste de Bourbon
Otros títulos Duque de Berry (1754 - 1774)
Delfín de Francia (1765 - 1774)
Rey titular de Francia y Navarra (1792 - 1793)
Coronación 11 de junio de 1775, Reims
Nacimiento 23 de agosto de 1754
Palacio de Versalles, Versalles, Francia
Fallecimiento 21 de enero de 1793 (38 años)
París, Francia
Sepultura Tras su muerte es enterrado en el cementerio de la Magdalena de París. En 1815 es trasladado a la basílica de Saint-Denis, (Saint-Denis, Francia)
Himno real Vive Henri IV (de facto)
Residencia Palacio de Versalles (1774-1789)
Palacio de las Tullerías (1789-1792)
Familia
Casa real Borbón
Padre Luis Fernando de Francia (1729–1765)
Madre María Josefa de Sajonia (1731–1767)
Consorte María Antonieta de Habsburgo-Lorena (1755–1793)
Hijos María Teresa (1778–1851)
Luis José (1781–1789)
Luis XVII (1785–1795)
María Sofía Helena Beatriz (1786–1787)

Firma Firma de Luis XVI

Luis XVI de Francia (en francés Louis XVI) (Versalles, 23 de agosto de 1754París, 21 de enero de 1793) llamado Luis el Último (Louis le Dernier) o Luis Capeto (Louis Capet) por los revolucionarios, fue rey de Francia y de Navarra y copríncipe de Andorra, entre 1774 y 1789, y rey de los franceses entre 1789 y 1792.

El reinado de Luis XVI está marcado por reformas importantes concernientes a los derechos de las personas: abolición de la servidumbre en los dominios reales en 1779, la abolición de la tortura en 1781 y 1788, abolición del peaje para los judíos de Alsacia en 1784 y el edicto de tolerancia de los protestantes en 1787. También está marcado por cuatro tentativas de reformas (1774-1776, 1781 y dos en 1787) pasando por la instauración de un impuesto directo igualitario (en sustitución de la talla desigual) y de asambleas privinciales destinadas a controlar este impuesto. Estas últimas reformas padecieron la oposición de la nobleza de toga del Parlamento de París y de la corte de Versalles. Luis intentó entonces hacer caso omiso a los privilegiados, presentando sus reformas primero ante la Asamblea de Notables (1787) y luego ante los Estados Generales (1789).

Los últimos años de su reinado están caracterizados por el estallido de la Revolución francesa, que aunque llevó a cabo las reformas propuestas por el rey en 1789, las excedió, haciéndolas mucho más profundas. Luis XVI se convirtió en monarca constitucional de facto en 1789, sin embargo ha sido acusado de no aceptar la nueva forma de gobierno constitucional, de maniobrar secretamente para terminar con la Revolución y de intentar escapar de Francia (fuga de Varennes), hechos considerados una traición. Por lo que fue arrestado el 10 de agosto de 1792 por los republicanos, procesado por la Convención Nacional y guillotinado el 21 de enero de 1793.

Actualmente los historiadores ven a Luis XVI como un hombre de buenas intenciones pero que no estaba a la altura de una herculea tarea que significaba una profunda reforma de la monarquía.

Biografía

Infancia y juventud

Nacido como Luis Augusto de Francia, duque de Berry, Luis XVI fue el quinto hijo de Luis Fernando, Delfín de Francia y María Josefa de Sajonia. La segunda esposa del Delfín era hija de Federico Augusto III de Polonia, rey de Polonia. En el momento de su nacimiento, su padre y su hermano, Luis José Javier (nacido en 1751) le precedían en la línea de sucesión, por lo que nunca se creyó que llegara al trono. Su hermanos y hermanas fueron:

Luis (a la derecha) y su hermano, el Conde de Provenza (a la izquierda) en su infancia, pintados por François Hubert Drouais.


Luis era un niño sano y robusto, se parecía a su madre por el aspecto físico: era corpulento, su rostro tenía forma cuadrada y unos ojos grandes y azules. De su padre heredó el carácter reservado.[3]

Al morir prematuramente su hermano Luis José, se convirtió en heredero al trono después de su padre. Entonces aparecieron su complejo de inferioridad y la falta de confianza en sí mismo, que lo marcarían durante el resto de su vida. [4]​ Sus padres lloraron intensamente la muerte de su hijo predilecto y no disimularon su desconfianza en las capacidades de Luis. El duque de Vauguyon, su tutor, quizás por el bien espiritual del chico, no dejó de mentalizarlo en lo inadecuado que sería que poseyera el título de Delfín, anteriormente llevado por su talentoso hermano.[4]

La inseguridad del futuro Delfín no fue compensada por su belleza: su peso fue aumentando (probablemente en esta rama de los borbones hubo un gen de obesidad que causó disfunciones glandulares).[5]​Sus ojos azul Sajonia sufrieron miopía. No sintiéndose apto para la vida de la corte, se refugió en la caza, actividad tradicional de la familia real francesa.

El futuro Delfín fue un amante de la literatura y también fue dotado con una gran fe, idónea para un futuro rey de Francia, ya que las relaciones entre la Corona y la Iglesia eran inestables.

Según el historiador francés Ran Halévi:[6]​ «Luis recibió una educación propia de un «príncipe de las Luces», «Era un monarca iluminado». Los profesores de historia Philippe Bleuzé y Muriel Rzeszutek precisan que «Luis XVI conocía el latín, el alemán, el español, dominaba perfectamente el inglés, practicaba la lógica, la gramática, la retórica, la geometría y la astronomía. Tenía una conocimientos históricos y geográficos incontestables y competencias económicas». Estiman que «estuvo muy influenciado por Montesquieu, quien le inspiró una concepción moderna de la monarquía, libre del derecho divino».[7]

En 1765 murió su padre y se convirtió oficialmente en heredero al trono. Dos años más tarde, también perdería a su madre.

Matrimonio

Luis XVI como Delfín de Francia.

Después de la Guerra de los Siete Años Francia se encontraba aliada a su tradicional enemiga, Austria. Para consolidar la alianza, el 13 de junio de 1769, el Delfín se comprometió con la duquesa María Antonieta, hija de la emperatriz María Teresa de Austria. La joven archiduquesa aportó a las arcas reales 200.000 florines, una renta de 20.000 escudos y cantidad de objetos joyas y piedras preciosas.

María Antonieta como Delfina de Francia.

El 19 de abril de 1770 se celebró el matrimonio por poderes, y el 14 de mayo, con un séquito de 57 carrozas, la Delfina de Francia (como era llamada ahora) llegó a Compiègne, donde conoció al rey y a su marido, el cual estaba acobardado, ya que en sus retratos enviados a Austria fue retocado.[8]​ El 16 de mayo se celebró la boda de los adolescentes. Para festejarlo, el rey Luis XV, abuelo del Delfín no reparó en gastos (a pesar de que las arcas del Estado estaban en crisis) y programó 15 días de festejos.[9][10][11]​ Después del banquete tuvo lugar la ceremonia del coucher, a la que tuvo que asistir la corte entera. El matrimonio no fue consumado.[12]​ Esto se prolongó durante bastante tiempo, según algunos historiadores por una fimosis (tal y como insinuaron a los médicos reales en 1772),[13]​ aunque finalmente rehusó operarse,[14]​ según otros por un bloqueo psicológico debido a una educación excesivamente religiosa,[15][16]​ disparándose rumores sobre la impotencia del Delfín. El matrimonio fue finalmente consumado el 30 de agosto de 1777.[17]

Reinado como monarca absoluto

Luis XVI a los veinte años por Duplessis

La población pensaba que el reinado de Luis mejoraría sus condiciones de vida y los ciudadanos más cultos creían que tendrían una cierta participación en la vida del reino.[18]

Poco después del comienzo de su reinado, el joven monarca autorizó a los ministros de su abuelo a nombrar a otros. Para dirigir el Consejo de la Corona, fue elegido el anciano Maurepas, para los asuntos Exteriores, el conde de Vergennes, y para las finanzas, Jacques Turgot. El 12 de noviembre de 1774, aconsejado por Maurepas, el joven rey restauró el Parlamento de París (unas Cortes, nada que ver con los actuales parlamentos), abolido por el el ministro de Luis XV, Maupeou en 1771. Su recuperación puso en entredicho el poder de la monarquía y daría pie a sucesos posteriores.[19]

El 11 de junio de 1775 se celebró en la catedral de Reims la ceremonia de coronación del soberano. El ministro Turgot había propuesto trasladar la ceremonia a la capital, para incrementar el comercio, pero Luis se negó a causa de las numerosas revueltas populares por el elevado precio del pan y la harina, que habrían podido amenazar la seguridad de la ceremonia.[20]

El ministerio de Turgot

Jacques Turgot.

Jacques Turgot es nombrado por Luis XVI controlador general de las finanzas.

Turgot se lanza entonces a un proyecto "revolucionario" de creación de un sistema de asambleas con estructura piramidal, elegidas por el pueblo: municipalidades en los municipios, distritos en provincias y finalmente una municipalidad de reino. Como explica en 1854 el historiador Victor Duruy: «Había novedades muy grandes; Turgot planeaba otras más temibles: eliminación de las cargas que asfixiaban a los pobres, establecimiento sobre los nobles y el clero de un impuesto territorial; pero mejora de la situación de los curas y vicarios, que poseían la porción mñas pequeña de las rentas de la Iglesia y supresión de la inmensa mayoría de monasterios, igual participación en el impuesto a través de la creación de un catastro, libertad de pensamiento para los protestantes, rescato de las rentas feudales, el mismo sistema de peso y medida para todo el reino, libertad de oensamiento también para la industria y el comercio y finalmente, como Turgot se ocupaba de necesidades morales y materiales un vasto plan de instrucción pública para difundir las Luces (los principios de la ilustración)».[21]

En la primavera de 1775, la reforma llevada a cabo por el ministro Jacques Turgot sobre libre comercio de cereales, incomprendida y criticada tanto por el Parlamento como por la alta aristocracia, suscitó graves disturbios: en casi toda Francia, estallaron revueltas populares por el precio de la harina (llamadas la guerra de la harina), probablemente organizadas por algún príncipe de sangre, que junto a la rica burguesía eran los primeros perjudicados por las reformas económicas.[22]​ El rey impuso la sumisión de los rebeldes con una lit de justice.[23]

Turgot quería renovar el reino con sus reformas, no sólo en el ámbito fiscal: pretendÍa que fuera reconocido un estatus civil a los protestantes, hacer laica la educación y la asistencia pública, reformas que chocaban con muchos privilegios. El ministro quería también recortar los gastos de la corte: ya en 1776 se había enemistado con la reina cuando no quiso dar la concesión de privilegios para los favoritos de la soberana, como Madame de Polignac o Madame de Lamballe y se había opuesto al probable conflicto en América con Inglaterra, en el cual Francia esperaba recuperar sus colonias perdidas durante la Guerra de los Siete Años.

El ministro de finanzas también sufrió la oposición por parte de sus compañeros, el primero de ellos, Maurepas, el cual no perdió la ocasión de denigrarlo a ojos del monarca.[24]​ Inicialmente el rey fue reacio a adoptar reformas estructurales, aunque venciendo su propio miedo impuso los edictos de su ministro con un lit de justice. Viéndose acribillado por las numerosas críticas y siendo aconsejado por Maurepas, el soberano destituyó a Turgot el 12 de mayo de 1776.

La reforma de Necker

Jacques Necker.

El sustituto de Turgot murió varios meses después, habiéndole dado tiempo a agravar el balance del Estado. Su sucesor, el suizo Jacques Necker no se opuso a los nuevos gastos necesarios para preparar la guerra contra Inglaterra y, para financiar el esfuerzo bélico, tomó a préstamo de bancos extranjeros sumas considerables (cerca de 530 millones de libras), a tasas elevadas. Intentó hacer finanzas, pero sin tocar los privilegios de los nobles y cargando de impuestos a la población francesa. En un primer momento, el Estado recaudó a sus arcas 36 millones de libras, pero finalmente tuvo que suprimir varios cargos honoríficos, enemistándose así tanto con la nobleza como con el Parlamento, cuyas prerrogativas fueron sustraídas por las Asambleas Provinciales, creadas por el propio Necker.

El suizo fue defendido sorprendentemente por el rey, aunque no le causara simpatía. Necker siguió así haciendo finanzas, comprometiéndose a revisar los presupuestos de todos los ministerios. El 19 de febrero de 1781 publicó -por primera vez en la historia de Francia- una "rendición de cuentas" del presupuesto estatal que era, en gran parte fruto de su optimismo: representaba un superávit de 10 millones, omitiendo los gastos de los préstamos para apuntalar la economía.[25]​ Le solicitó luego al rey que fuese oficializado su cargo como Revisor General de Hacienda, pero Luis se lo rechazó. La antipatía que le causó al rey lo que él consideraba un acto de autoglorificación le dio la oportunidad a Maurepas de librarse de Necker, que estaba haciéndose demasiado fuerte.[25]​ Su reputación era tal, que la noticia de su dimisión (acontecida el 19 de mayo de 1781) hizo mella en el crédito de Francia en el extranjero.[25]​ Un daño que su sucesor, Jean-François de Fleury no supo reparar.

Política exterior

La Guerra de Independencia americana
Carlos III de España.

En el verano de 1776 llegó a Francia la noticia de la proclamación de independencia de las colonias americanas de Inglaterra. Ya en el año anterior tuvieron lugar negociaciones entre las colonias y Francia. Finalmente, Vergennes convenció a Luis XVI para entrar en la guerra por la libertad de las colonias, en detrimento de la hostiles ingleses. El objetivo de Francia era recuperar las colonias perdidas en la guerra de los Siete Años.

Benjamin Franklin.

El 8 de febrero de 1778 se hizo pública la alianza franco-americana. Ese mismo año, Luis XVI acogió en Francia a Benjamin Franklin y convenció a Carlos III de España para que se aliara a las colonias. Otra noticia importante fue que María Antonieta quedó, en la primavera de 1778 embarazada. Daría a luz el 19 de diciembre del mismo año, con una gran decepción para los presentes: una niña, llamada María Teresa. Entretanto, Francia había cosechado numerosas victorias, entre las cuales, en la decisiva batalla frente a la isla Oussant, el 27 de julio de 1778. El propio Luis XVI, con ayuda de Sartine, ministro de la Marina planificó ataques en la Mancha.[26]​ En 1779, los franceses lograron reconquistar el Senegal, pero sufrieron varias derrotas navales; además su flota y la española fueron diezmadas por enfermedades como la disentería.

John Adams.

El rey decidió guarnecer América enviando numerosas tropas, compuestas en parte por nobles cortesanos, en ayuda del general Washington. El 1781 fue un año rico en acontecimientos: en América tuvieron lugar numerosas victorias durante el asedio de Yorktown, y en Francia, el 22 de octubre María Antonieta dio a luz al tan deseado Delfín, Luis José. Otro hecho importante fue la muerte el 21 de noviembre de Maurepas. Los cortesanos se preguntaron entonces quién sería el sucesor, mas el soberano lo aclaró todo al decir las siguientes palabras: "J'entends regner" (yo pienso reinar).[27]

El 2 de febrero, la flota franco-española reconquistó Menorca al derrotar a la flota inglesa. En la noche entre el 8 y el 9 de abril, Luis XVI se comprometió a calmar una sublevación burguesa en Ginebra actuando bajo los principios del absolutismo, olvidando que estaba luchando en América por la libertad y la igualdad.[28]​ Como consecuencia de este acontecimiento, los delegados del Congreso americano, Benjamin Franklin, John Adams y John Jay rechazaron los acuerdos con Francia y firmaron una paz separada con Inglaterra, lo que hizo montar en cólera al rey francés, que ordenó a Vergennes reprender a Franklin.

Finalmente, el 20 de enero de 1783 se llegó a un acuerdo, cuando los delegados franceses, españoles, americanos e ingleses se reunieron en la Sala del Consejo del palacio de Versalles. La firma del acuerdo trajo consigo la obtención por parte de Francia del Senegal, de algunas islas caribeñas y de escalas comerciales en la India y Dunkerque, mas los franceses perdieron seis millones de libras acordados inicialmente con los americanos, con lo que se agravó la crisis financiera del Estado. El déficit llegó a los 80 millones de libras.[29]

Relaciones con Austria
José II de Habsburgo.

En los primeros meses de 1778 estalló la guerra de Sucesión bávara a causa de los supuestos derechos al trono bajo-bávaro del emperador José II, hermano de María Antonieta. La reina, sufriendo constantes chantajes psicológicos por parte de su madre, y hábilmente manipulada por el embajador Mercy,[30]​ habló a su marido y a sus ministros sobre la causa austríaca, pero éstos y el rey se opusieron, no valiendo para nada los arrebatos de la reina y tampoco su embarazo en primavera cambió la situación. Luis XVI decidió hacer de mediador entre las dos partes, pidiendo a José II que renunciara a sus derechos al trono de Baja Baviera. La paz fue firmada en Teschen, el 13 de mayo de 1779.

Catalina II de Rusia, la Grande.

En 1782, José II le pidió expresamente a su hermana que le pidiera al rey intervinir en apoyo de Austria y Rusia en una operación ventajosa para las tres naciones. Junto con la zarina Catalina II, José II tuvo intención de repartir el Imperio Otomano, y Egipto fue ofrecido a Luis XVI a cambio de la neutralidad de Francia. El soberano pudo aceptar esta oferta, mas le escribió una carta a su cuñado en la que denunció el monstruoso sistema de las compensaciones, que causó conflictos perennes en el viejo continente. José, resentido y enfadado y convencido de que desde hacia tiempo Francia era protectora del Imperio Otomano y lo hubiese defendido, se vio obligado a renunciar a sus planes. María Antonieta tuvo un acercamiento con Luis, quedando nuevamente embarazada y teniendo un aborto involuntario el 1 de noviembre de 1783.

En 1784, José, renunciando a los Balcanes, se centró en los Países Bajos. Quiso que los holandeses reabrieran la desembocadura del río Escalda para permitir la plena expansión del puerto de Amberes, en los Países Bajos austríacos. Aquello fue una violación de la Paz de Westfalia de la que Francia se percató. Los planes del emperador, además de violar los intereses comerciales holandeses, molestaron a los franceses. Exasperado de su cuñado, el cual no paraba de poner en peligro la paz en Europa, Luis no tuvo ninguna intención de apoyarlo; además la opinión pública gala se alineó con Holanda, teniendo incluso un ataque de rabia contra el emperador.

El emperador ejerció nuevas presiones sobre María Antonieta, pero para nada valieron las peticiones de la soberana, aunque quedara embarazada por cuarta vez.[31]​ No tuvo otro remedio que confesar a su hermano su derrota.[32]​ Aunque intuyera que el rey no lo apoyaría, José II se reafirmó por la fuerza y mandó un buque austríaco por el Escalda. Después de varias advertencias, los holandeses dispararon al barco. El emperador amenazó con declarar la guerra. Cuando las hostilidades llegaron al punto de poder hacer desaparecer la paz en Europa, Luis XVI apareció como pacificador. José, para renunciar a sus conquistas pidió 10 millones de florines, rebajados a ocho por los holandeses. Luis XVI se ofreció a pagar los dos millones restantes, por amor a la paz, tal y como dijo.[33]​ Esta inútil maniobra de reconciliación fue atribuida a la influencia de la reina, la cual, el 27 de marzo de 1785 dio a luz a otro varón: Louis Charles (Luis Carlos). Un año después tendría a Marie Sophie Hélène Beatrice (María Sofía Elena Beatriz), la cual moriría casi al año de vida de tuberculosis.

Política interna

La grave crisis financiera
Charles Alexandre de Calonne.
Luis XVI en 1786 por Antoine-François Callet.

Francia perdió dos millones de libras en América y de nada sirvieron los ingresos conseguidos por Necker, ya que fueron empleados para pagar la guerra. Después de Joly de Fleury, el ministerio de Hacienda le fue otorgado a Charles Alexandre de Calonne.

El nuevo ministro pretendía reorganizar los gastos del reino y pagar la deuda implicando a todas las clases sociales. Estaba al frente de una situacin desastrosa: los ingresos de 1783 fueron inferiores a los previstos. Calonne decidió así aumentar el coste del dinero e introducir en el mercado valores nuevos para atraer a inversionistas, incentivar la economía con la financiación de obras públicas y la creación de puertos francos para facilitar el comercio.[34]

Calonne negoció un acuerdo por librecambio con Inglaterra, afirmando que una política de austeridad no sería ventajosa y que realizar algunos gastos podría ser productivo.[35]​ Pero Calonne hizo del gasto su doctrina: después de saldar las deudas del conde de Artois, negoció la adquisición de los palacios de Rambouillet y Saint-Cloud para los reyes y también extrajo dinero del Tesoro del Estado para otorgar cientos de sueldos vitalicios injustificados a amigos y partidarios.[36]​ Los gastos continuaron creciendo así como la deuda pública, que ya llegó a ser el 50% del balance: los gastos de la corte, aunque fueran un 6% más un 2% de los sueldos vitalicios, fueron los más criticados.[36]

En 1786, Calonne aprendió que ya no podía conseguir más préstamos, en los que se basaba su economía. Se dio cuenta de que la bancarrota se habría podido evitar tasando de modo ecuánime todas las clases sociales. Le presentó al rey su idea, siendo duramente criticado por el clero y la nobleza: estaba claro que la igualdad tributaria conllevaría a la larga la igualdad civil. Luis XVI, ahora atacado, titubeó en votar esta y otras reformas [37]​ que habrían sido debatidas en la Asamblea de los Notables. La Asamblea hubiera tenido lugar en Versalles, pero se pospuso por la muerte Vergennes.

El rey, que hubiera necesitado a su ministro aquellos días, lloró amargamente su muerte.[37]​ La Asamblea se opuso rápidamente a las propuestas de Calonne. Formada en su mayoría por gente acomodada, fue natural que se opusieran a unas reformas que los hubieran perjudicado.[38]​ El 4 de abril de 1787, el presidente de la Asamblea, el arzobispo Loménie de Brienne se presentó ante María Antonieta pidiendo la destitución de Calonne y solicitando ser el nuevo ministro. La reina comunicó los deseos del obispo intentando que se hicieran realidad y tuvo éxito, siendo Calonne sustituido por Brienne, aunque éste no le fuera especialmente simpático al soberano.[39]

En esta época de crisis, Luis XVI empezó a alejarse de la vida política debido a la depresión que lo atrapaba. Los síntomas de ésta fueron difundidos como el resultado de la embriaguez, mas las cortesanos bien informados, como Mercy y el conde Fersen negaron categóricamente esta hipótesis.[40]​ Obligada por las circunstancias, la reina María Antonieta tuvo que abandonar sus divertimentos para dedicarse a la vida política aunque no lo deseara. Lo hizo por instinto, tratando de ayudar al rey y adoptando incluso una política anti-austríaca, siendo desacreditada por la opinión pública.[41]

Los soberanos realizaron numerosos recortes a sus gastos y a los cargos de la corte, enemistándose con los aristócratas. Finalmente, Brienne tuvo que presentar ante la Asamblea de los Notables, las mismas propuestas que Calonne, las cuales, él mismo hizo suspender. Incluso ahora, los Notables también rechazaron las propuestas. El Parlamento fue exiliado el 11 de noviembre y mientras el monarca preparaba un lit de justice para aprobar las reformas más urgentes se vio denegado públicamente por su primo, Felipe Igualdad, duque de Orleans, el cual, exiliado también al Palacio Real de París (que se había convertido en un guarida de rebeldes). El 17 de noviembre de 1787 el rey firmó un edicto de tolerancia sobre los rebeldes, permitiéndoles volver a ser elegidos para cargos de gobierno. Esto alineó al clero contra la monarquía.

La política de austeridad empezó a dar sus frutos, pero no fue suficiente: Francia estaba en bancarrota. [42]​ Brienne decidió como último recurso recurrir a la tasación obligatoria de todas las clases sociales. Esto lo expuso a la ira de la aristocracia y el clero, además de la de la reina. Fue esta última quien quiso y consiguió la vuelta del ginebrino Necker que entró nuevamente en el gobierno en agosto de 1788, después de conseguir la dimisión de Brienne.

Los Estados Generales

David, dibujo para El Juramento del Juego de Pelota.

La vuelta de Necker no solucionó nada. El pésimo clima hizo subir el precio del pan. Varios motines estallaron y los soldados fueron mandados a calmarlos disparando a la muchedumbre.[43]​ El pueblo pedía a grandes voces la convocación de los Estados Generales.

Luis XVI aceptó a regañadientes aunque sólo los consideró una asamblea de consulta fiscal, pero las mentes iluminadas creyeron que su función era elegir una Asamblea Nacional que redactara una constitución para Francia. Para congratularse con el Tercer Estado (la burguesía), el soberano decidió duplicar su número de representantes, dando un voto por individuo. El voto por individuo finalmente no se concedió [44][45]​, con gran contrariedad.

El 5 de mayo de 1789 se reunieron los Estados Generales en Versalles. El Tercer Estado entró rápidamente en oposición con los otros dos. Lo que ocurría aquellos días no implicaba a los soberanos, que estaban pendientes del ya moribundo Delfín.[46]​ Luis José murió el 4 de junio de 1789 y Luis XVI decidió suspender las reuniones de los Estados Generales durante dos meses, en señal de luto. El Tercer Estado, que mientras se había autoproclamado Asamblea Nacional rechazó la decisión del rey y reuniéndose el 20 de junio en la Sala de la Pelota, juraron no disolverse hasta que Francia tuviera una constitución.

El 9 de julio al nombre de Asamblea Nacional se le sumó el de Constituyente. En el mismo día, la mayor parte del clero y cincuenta nobles se sumaron a la recién nacida Asamblea. Para controlarla, el rey hizo traer desde Alsacia a los regimientos del mariscal de Broglie para tomar Versalles y París, pero la presencia de soldados hizo que se descubriera el complot monárquico. La furia popular aumentó el 13 de julio y el monarca aceptó la dimisión de Necker. El 14 de julio el pueblo parisino y un buen número de desertores tomaron la fortaleza de la Bastilla, para ellos símbolo del despotismo real: La Revolución había comenzado.[47]

La Revolución

Toma de la Bastilla, pintado en 1789 por Jean-Pierre-Louis-Laurent Houel.

En las semanas que siguieron, las familias más conservadoras como los Artois o los Polignac huyeron del país por miedo a ser asesinados. El 17 de julio, Luis XVI partió hacia París, aunque la reina intentó por todos los modos hacerlo desistir: la consideraba una acción humillante y peligrosa no habiendo esperanza de volver a verlo vivo. El rey volvió a Versalles. Había apoyado la revolución de París y llevaba sobre el sombrero la escarapela tricolor, símbolo de la unión de la monarquía y la nación.[48]​ El 29 de julio, a petición del pueblo, Necker volvió y fue nombrado Primer Ministro de Hacienda.[49]

Mientras tanto, en toda Francia se difundió el Gran Terror; revueltas, homicidios, etc, en detrimento casi exclusivamente de la nobleza. Para poner remedio, el 4 de agosto, la Asamblea anunció la abolición de los derechos feudales y la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. El rey montó en cólera, ya que no logró comprender como siglos de tradición podían ser barridos de un plumazo por unos cuantos nobles y burgueses. El 1 de octubre, en el palacio de Versalles se dio una cena en honor a los regimientos de Flandes, pero en París se filtró la noticia de que era en realidad una reunión anti-revolucionaria.[50]​ El 5 de octubre, una muchedumbre armada compuesta en su mayoría de mujeres, marchó sobre Versalles para pedirle pan al rey y presentarle una petición con la esperanza de que la sitación se resolviera. La mañana del 6 de octubre las habitaciones reales fueron invadidas y hubo fallecidos entre los guardias y los civiles. La familia fue obligada entonces a trasladarse a París, al palacio de las Tullerías, bajo vigilancia de la Guardia Nacional.

María Antonieta retratada por Kucharsky poco antes de la fuga a Varennes. En la parte baja izquierda se puede apreciar el golpe de bayoneta que un revolucionario le asestó a la pintura.

El 10 de octubre de 1789, la Asamblea General aprobó la nueva titulación de Luis: Louis, par la grâce de Dieu et la loi de l'État constitutionnelle, Roi des Français (Luis, por la gracia de Dios y la ley del Estado constitucional, Rey de los franceses). A partir de este momento obtuvo el título de Rey de los franceses, el cual no sólo se diferenciaba del de Rey de Francia gramaticalmente, sino que simbolizaba el cambio en el Estado, y el cambio de concepción del monarca, que ahora pertenecía a los franceses y les debía lealtad.

No pudiendo salir ya de caza y ni tan siquiera salir de las Tullerías, el rey cayó en una profunda apatía. En la familia real empezó a crecer la agitación y se empezó a hablar de planes de fuga de París, para buscar apoyo político y militar en las cortes europeas. La empresa era muy arriesgada y complicada. Así, los reyes tuvieron que hacer pactos con el sector más moderado de la Asamblea. Se inició una correspondencia secreta entre la familia real y el marqués Honoré Mirabeau. Los soberanos estudiaron con detalle los informes de Mirabeau; pero tenían más confianza en el conde Fersen y en Breteuil: este último, emigrado a Suiza, fue nombrado por el monarca su único representante en las cortes europeas.

Mientras tanto, la presencia de la Guardia Nacional recordaba a los reyes que eran prisioneros políticos y también los llamaba a un estado de sumisión. Temían la Constitución con cuyo préambulo no estaban de acuerdo pero también los avisos de los nobles exiliados, que afirmaban querer hacer estallar una auténtica contrrevolución. Pero estos nobles no mostraron más que desprecio por Luis XVI y María Antonieta, los cuales, aterrorizados por sus afirmaciones habían enviado emisarios instándoles a calmarse. Entretanto, en París se desencadenó la ira popular contra los reyes, por culpa de Marat, el cual acusó a Luis XVI de ser el jefe de una contrarrevolución e incitó al pueblo a exterminar a la familia real. Fue así como los parisinos se acostumbraron a ver a Luis XVI como un traidor a la nación que merecía la muerte.[51]

Armas de facto de Luis XVI tras adoptar el título de Rey de los franceses.[52]​ Son idénticas a sus anteriores armas (usadas por los reyes franceses desde Enrique IV), salvo por la eliminación de las cadenas de Navarra debido a la abolición del Reino de Navarra (Baja Navarra) en 1789 y su posterior integración al territorio francés.[53]

A causa de esto, la reina, impulsada por el conde Fersen, empezó a insitir a su marido para que se decidiera a huir de París. También Mirabeau aconsejó a la familia huir: propuso organizar un ejército formado por tropas leales (según él, recibir ayuda de las tropas extranjeras habría sido un error irreparable) para disolver la Asamblea y elegir una nueva que revisara la Constitución en favor del monarca. Al principio, Luis XVI no estaba de acuerdo, pero consintió tras ser obligado a firmar la Constitución civil del clero: «En tales condiciones, preferiría ser Rey de Metz antes que seguir siendo Rey de Francia» parece ser que dijo inmediatamente después de rectificar el decreto.[54]

Los problemas se multiplicaron a la muerte de Mirabeau, el 2 de abril de 1791. El rey, aunque no se fiaba mucho de él, lo consideraba el único hombre capaz de perorar la causa monárquica en la Asamblea Nacional. El 18 de abril día de Pascua, la familia fue detenida por la muchedumbre y no se le permitió celebrar la misa en Saint-Cloud. Enfadado, Luis XVI exclamó: «Es sorprendente que, después de darle libertad a la nación, yo mismo sea privado de ella». Bajaron de la carroza, la reina y los dos niños y se dirigieron a las Tullerías entre los abucheos y risas de la plebe.[55]​ «El rey ha llegado al escalón más bajo de la vileza» escribió en la época Madame-Roland, la mujer de un girondino, que abrió un salón en París. «Ha sido puesto al descubierto por quienes están a su alrededor; no inspira otra cosa que desprecio... La gente lo llama Luis el Mentiroso o el cerdo gordo. Es imposible imaginar en el trono a un ser tan abominable.» L'Ami du peuple calificó a Luis Capeto como un ser hipócrita, físicamente vulgar, que «se consolaba con una botella».[56]

Regreso de la familia real a París tras su captura en Varennes.

El 21 de junio de 1791, la familia real emprendió la fuga hacia los Países Bajos austríacos, pero a pocos kilómetros de la frontera, cerca de la ciudad de Varennes-en-Argonne fueron reconocidos, detenidos y enviados a París. El viaje de vuelta fue una auténtica pesadilla: en Épernay un hombre escupió frente al rey y otros intentaron matarlo.[57]​ El intento de fuga demolió por completo la ya muy mellada idea del carácter sagrado de la persona del rey. Se empezó a pensar que un rey, que traicionó a su propio país intentando fugarse ya no era necesario para el Estado; mas el monarca dejó una reclama explicando las razones de su fuga: en aquel largo acto de acusación, acusó a la Revolución desde el principio subrayando que fue cohartado para realizar los actos que la Asamblea quería.[58]

Los reyes siguieron viviendo un año más en las Tullerías, tratados como prisioneros. Mientras, el 14 de septiembre de 1791, Luis aceptó (en realidad no estaba de acuerdo con su contenido; la aceptó por temor a la Asamblea) la Constitución francesa. El soberano, impulsado por la Asamblea, declaró la guerra a Austria pero en junio de 1792 usó su poder de veto para prohibir la deportación de los sacerdotes que no habían jurado fidelidad a la nueva Constitución y la creación de un cuerpo de soldados provinciales para asignarlos fuera de París. El 20 de junio de 1792 la muchedumbre en armas atacó por primera vez las Tullerías. En aquellas circunstancias la impasibilidad del rey era una cualidad.[59]​ Ni siquiera tembló cuando un carnicero, un tal Legendre despotricó contra él diciendo: «Señor, tenéis que preocuparos en escuchar, sois un bribón. Siempre nos ha engañado y seguirá haciéndolo. Nuestra paciencia se ha agotado ¡La gente está harta de sus puestas en escena!.» Mientras afirmaba esto, obligó al soberano a asomarse al balcón. El soberano aceptó impasible ponerse el gorro frigio y bebió vino a la salud del pueblo.[60]

Los acontecimientos del 20 de junio sólo fueron el ensayo general de lo que ocurriría el 10 de agosto. Aquel día tuvo lugar el más salvaje asalto al edificio, que sentenció la caída definitiva de la monarquía francesa. En las Tullerías murieron todos los guardias suizos del rey y un gran número de aristócratas al quedarse para defender a la familia real, que buscó refugio en la Asamblea Nacional. A los dos de la mañana, la Asamblea se había convertido ya en Convención por la seguridad nacional, decidida a encerrar a la familia real. El soberano tuvo que asistir a la creación de un gobierno únicamente formado por revolucionarios.[61]​ La tarde del 13 de agosto de 1792, el Rey de los franceses fue oficialmente detenido y hecho prisionero en el Temple, una torre parte de una ex-propiedad del Estado, que perteneció a la Orden de los Templarios transformada en prisión para los reyes.[62]

«[...] Entre la Monarquía absoluta y la Asamblea Nacional trancurrieron siglos; de la Asamblea a la Constitución dos años; de la Constitución al asalto de las Tullerías, un par de meses; del asalto de las Tullerías a la prisión sólo tres días. Todavía quedan unas pocas semanas para el cadalso y luego sólo un barquinazo para la tumba.[63]​»

Ciudadano Luis Capeto

El Temple

La torre del temple. La construcción poseeía dos estructuras separadas. Por un lado estaba el lujoso edificio del siglo XVII (que perteneció al Conde de Artois) y la torre, de veinte metros, que perteneció al antigua monasterio de los Templarios.

En el Temple, la familia real fue separada de sus acompañantes, entre los cuales estaba Madame de Lamballe; ésta última moriría durante las matanzas de septiembre. Sólo a Hanet Cléry, uno de los criados del Delfín, se le autorizó a permanecer junto a ellos, incluso cuando las condiciones de arresto empeoraron. Ante el temor de que la familia real pudiera mantener una correspondencia oculta se tomaron varias medidas. Pero a pesar de ello, Cléry consiguió informar de las noticias que había escuchado en el exterior cuando venía a peinar al rey o a las señoras. Después, cada tarde, los fieles realistas hicieron gritar a un vendedor de periódicos las noticias del día justo debajo de las paredes del Temple.[64]

Durante el periodo de reclusión del rey, además de hacer de profesor de su hijo y de jugar con él dedicó sus últimos días a leer los libros que se encontraban en la biblioteca de la torre: milquinientos volúmenes que constituían el archivo de los caballeros de Malta. Leía aproximadamente un libro al día, frunciendo el ceño cuando leía a Voltaire y Rousseau, afirmando que hubieran sido la ruina de Francia.[65]​ Luis también tuvo que soportar varias groserías por parte de los guardias, que además de empezar por llamarlo Monsieur (Señor) o incluso Louis (Luis) en vez de Majesté (Majestad),[65]​ ensuciaron las paredes exteriores de la torres con dibujos obscenos o pintadas amenazadoras.[66]​ El 21 de septiembre los prisioneros sintieron un gran clamor que venía de la ciudad. Desde el exterior una voz imperiosa proclamó que la monarquía había sido abolida oficialmente y había nacido la República. La reina se acostó sintiéndose desgraciada y el rey ni siquiera interrumpió su lectura.

El proceso

Mientras tanto se inició el debate sobre la suerte que debía correr el soberano. Se creía mientras estuviese vivo constituiría el pretexto para una contrarrevolución. Se crearon así dos comisiones: una con el encargo de investigar los documentos encontrados en las Tullerías y la otra con el deber de establecer si Luis Capeto, declarado inviolable por la Constitución podía ser procesado.

El 6 de noviembre la inmunidad del soberano fue revocada, con lo que el ex-monarca pudo ser puesto bajo proceso de la Convención. El 19 de noviembre fue descubierto el armario de hierro, escondite de la correspondencia entre Luis XVI y los soberanos extranjeros. Después de tal hallazgo, algunos diputados, como Robespierre o Saint-Just declararon se deseo de querer castigar al ciudadano Luis Capeto sin proceso alguno, pero la mayoría de la Convención optó en cambio por un proceso regular, para que Francia y los países extranjeros no dudaran de la legalidad del veredicto.

La Convención interroga a Luis el Último.

Al principio del proceso, el 10 de diciembre de 1792 Luis fue separado de su familia.[67]​ Mientras tanto, el ex-monarca trató de reunir a los abogados que lo defenderían, pero muy pocos accedieron a ello. Al fin, los únicos dispuestos a defenderlo fueron Malesherbes, François Denis Tronchet, un ex-magistrado y el abogado Raymond de Sèze, un girondino temido por sus grandes capacidades oratorias e intelectuales.[68]​ Luis Capeto trabajó activamente con sus abogados, pero supo que tenía pocas posibilidades de salvarse: «No espero convencer a los diputados y tampoco conmoverlos. Sólo os ruego que no recurráis a peroraciones tocantes a mi dignidad. Yo no quiero suscitar otro interés que el que tiene que nacer espontáneamente de la exposición de mis justificaciones.» dijo a de Sèze.[68]​ El 25 de diciembre escribió su Testamento, un documento de gran valor político.

El día siguiente, de Sèze desarrolló su larga alegación, pero no convenció: quería demostrar la inviolavilidad del soberano, referida en la Constitución de 1791 y pidió que fuera juzgado como un ciudadano normal y no como un jefe de Estado.[68][69]​ Los diputados estaban divididos, ya que los más moderados querían juzgar al monarca pero no ejecutarlo. Los debates duraron varios días pero finalmente la sentencia de muerte fue proclamada (con 362 votos a favor, 288 en contra y 72 abstenciones) y fue leída a las 2 de la mañana del 19 de enero. La ejecución estaba fijada a las once de la mañana en la Plaza de la Revolución (hoy Plaza de la Concordia) el 21 de enero.[70]

El monarca estaba preparado para el veredicto. Escuchó en silencio la sentencia con estoica resignación; el único momento en el que mostró sorpresa fue cuando escuchó que su primo, Felipe de Orleans, conocido entonces como Philippe Égalite (Felipe Igualdad) había votado a favor de su muerte.[71]​ Fue conducido por el sacerdote refractario (es decir, que no había jurado la constitución) Edgeworth de Firmont a quien le entregó una copia firmada de su testamento, ya que temía que la entregada a la Convención nunca fuera hecha pública. A las ocho de la tarde, Luis Capeto fue conducido hasta su familia. Madame Royale en sus memorias dijo que su padre le habló a María Antonieta del proceso, luego, tomando al Delfín y sentándolo en sus rodillas, les hizo prometer que perdonarían a sus enemigos. Escribió: «Mi padre lloró por nosotros, no por miedo a la muerte». María Antonieta habría querido pasar la última noche junto a su marido, pero éste se lo negó. Más tarde el rey le dijo a Edgeworth: «Es terrible amar tanto sobre la tierra y ser correspondido de tanto amor. Pero ahora cada pensamiento y cada amor debe de irle solamente a Dios».[72]

Ejecución

La mañana del 21 de enero, recibida la comunión, el todavía rey para los monárquicos Luis Capeto le confío a Cléry la tarea de dar el último adiós a sus parientes y abandonó el Temple en carroza. A las diez y cuarto el condenado llegó a la Plaza de la Revolución: fue vestido de blanco y sostuvo el libro de los Salmos en sus manos.

La ejecución de Luis XVI.

Al bajar de la carroza se quitó la chaqueta, se desabrochó la camisa de lino y se apartó el pañuelo del cuello. Algunos soldados trataron de atarle las manos pero Luis se negó con indignación: «Haréis lo que se os haya mandado hacer, pero no me ataréis nunca».[73]​ Edgeworth ayudó a Luis Capeto a subir los empinados peldaños del cadalso y alcanzado el palco, el verdugo Sanson le cortó la coleta y el rey accedió finalmente a que le ataran las manos, después de que Edgeworth le dijera que ese era "el sacrificio final".[74]​ Tras esto, el "ex-rey" preguntó si los tambores redoblarían durante su ejecución.[74]​ El condenado, logrando apartarse del verdugo, hizo ademán de volverse hacia el pueblo de Francia pero no lo dejaron, llegando a exclamar: «¡Pueblo, muero inocente de los delitos de los que se me acusa!. Perdono a los que me matan. ¡Que mi sangre no recaiga jamás sobre Francia!».[75]​ El verdugo refirió que el rey soportó todo eso con una compostura y una firmeza que nos asombró a todos nosotros. Estoy convencido de que sacó su fortaleza de los principios de la religión, de los que nadie parecía más convencido y afectado que él.[74]​ Uno o dos minutos después de las diez y veinte, la cuchilla de la guillotina cayó sin piedad sobre el cuello de Luis XVI.[74]

Entonces, un joven miembro de la Guardia Nacional cogió la sangrante cabeza y la enseñó al pueblo paseándose por el cadalso.[76]​ La muchedumbre estalló gritando ¡Viva la República! Se empezó a cantar La Marsellesa y algunos espectadores se echaron a bailar en círculo alrededor del cadalso. Otros se entretuvieron en recoger la sangre que se había filtrado a través de los maderos del cadalso, otros la probaron.[77]​ Un ayudante del verdugo subastó las prendas y el pelo del fallecido.[78]​ Los guardias civiles, mientras tanto pusieron el cadáver y la cabeza en un cesto de mimbre que colocaron en un carro. El carro se dirigió al cementerio de la Magdalena, donde en una fosa común fue enterrado el último monarca del Antiguo Régimen en Francia.[79]​ En la Restauración, bajo el reinado de su hermano Luis XVIII, su cuerpo fue trasladado junto al de María Antonieta a la basílica de Saint-Denis.

A su muerte, su hijo de ocho años, Luis Carlos se convirtió automáticamente para los monárquicos y algunos estados extranjeros[80][81]​ en el Rey de jure Luis XVII. La reina María Antonieta siguió a Luis XVI en la guillotina, el 16 de octubre de 1793, como Madame Isabel, el 10 de mayo de 1794. Luis XVII murió en misteriosas circunstancias, quizás a causa de la tuberculosis, el 8 de junio de 1795.[82]​ Sólo María Teresa sobrevivió a la Revolución, viviendo en completa soledad durante un año tras la muerte de su tía. Al final de la guerra fue usada como rehén y liberada el 26 de diciembre de 1795. Se exilió en Austria donde residían sus parientes y atendiendo a los deseos de sus padres se casó con su primo Luis Antonio, duque de Angulema.

Las reacciones a la ejecución del monarca

Tumba de Luis XVI y María Antonieta en Saint-Denis.

La muerte del soberano indignó a la Europa monárquica y a Roma. Pío VI ya habló de la beatificación del monarca en la apología Quare Lacrymae.[83]

Con la Restauración de la monarquía de 1814, la "buena sociedad francesa" vivió en un clima de luto para expiar la culpa del doble regicidio y se idealizó la vida de los dos soberanos.[84]​ El 18 de enero de 1815 se empezaron a desenterrar los cuerpos de los dos soberanos. El cuerpo de María Antonieta fue extraído en primer lugar y luego el de Luis XVI. Los restos fueron hallados gracias a Pierre Louis Desclozeaux, un anciano abogado que después del cierre del cementerio de la Magdalena lo transformó en jardín y plantó sauces llorones en el lugar de la inhumación. María Teresa, conducida a sus tumbas por Madame Tourzel, ya condesa de Bearne donde cayó de rodillas y empezó a rogar.[85]

Por orden de Luis XVIII se construyeron dos capillas expiratorias, una en la celda de María Antonieta en la Concerniège y otra en el cementerio de la Magdalena. Ésta última, diseñada como un mausoleo clásico se emplazó en el lugar donde los reyes fueron originalmente enterrados. El 21 de enero de 1815 los restos de los soberanos fueron llevados, en pompa magna a la basílica de Saint-Denis, donde fueron inhumados en ataúdes de plomo. Desde aquel momento, poetas, escritores, pintores y escultores no hicieron otra cosa que exaltar las virtudes del Roi Martyr.[86]

Personalidad

El joven soberano no colmó de excesivo empeño sus días, más bien, se concedió numerosos descansos, durante los que leyó cuentos de viajes, consultó mapas geográficos, se dedicó a estudios de topografía, de física y de química. O bien se divertía preparando los recorridos cotidianos de las batidas de caza, su gran pasión. Otra gran pasión del rey fue montar y arreglar cerraduras y forjar llaves y candados, junto a Gamain, herrero de las habitaciones reales y Poux-Landry, experto en mecánica. Todo esto ocurrió en la fragua instalada en su biblioteca. Los aristócratas, empezando por María Antonieta se sorprendieron al verlo ocupado en tareas tan plebeyas. Para explicar esta inclinación al trabajo manual han sido elaboradas varias hipótesis:

  • Que se tratara de una neurosis obsesiva; después de todo el rey también mostró otras "rarezas": por ejemplo, apuntó cada mínima cosa: las noches pasadas fuera de Versalles, los paseos, las cabalgatas, las presas abatidas, los animales (perros, golondrinas...) abatidos por error durante las batidas de caza.[87]
  • Según los psicoanalistas Nicolás Abraham y María Torok, Luis XVI habría estado sometido a una criptoforia; término utilizado para describir a las personas que llevan dentro de sí mismas (en su propia cripta), el fantasma de un familiar fallecido, generalmente, un hermano o una hermana. Este fantasma vive enterrado en el yo del huésped, inhibiéndolo completamente hasta que el que lo hospeda lo libera. Probablemente el fantasma del soberano habría sido su hermano mayor, el duque de Borgoña, Luis de Francia, niño sano e inteligente al que sucedió como futuro Delfín de Francia.[87]
María Antonieta con sus hijos, retratada por Vigée Lebrun.

Descendencia

Con su única esposa, María Antonieta tuvo cuatro hijos:

Ancestros

Apariciones como personaje cinematográfico

Robert Morley como Luis XVI en la película María Antonieta de 1938
Año Película Director Actor
1916 My Lady's Slipper Ralph Ince Joseph Kilgour
1921 Las dos huérfanas D.W. Griffith Lee Kohlmar
1931 Danton Hans Behrendt Ernst Stahl-Nachbaur
1938 La Marseillaise Jean Renoir Pierre Renoir
1938 María Antonieta W.S. Van Dyke Robert Morley
1954 Madame du Barry Christian-Jaque Serge Grand
1956 María Antonieta, reina de Francia Jean Delannoy Jacques Morel
1981 Historia del Mundo Mel Brooks Mel Brooks
2001 The Affair of the Necklace Charles Shyer Simon Shackleton
2006 Marie - Antoinette Francis Leclerc Olivier Aubin
2006 María Antonieta Sofia Coppola Jason Schwartzman


Predecesor:
Carlos de Borbón
Duque de Berry
1754 - 1774
Sucesor:
Carlos de Artois
Predecesor:
Luis Fernando de Francia
Delfín de Francia

1765 - 1774
Sucesor:
Luis José de Francia
Predecesor:
Luis XV
Rey de Francia y Navarra

17741789
Sucesor:
Abolición del título
(él mismo como Rey de los franceses)
Predecesor:
Nuevo título
(él mismo como Rey de Francia y Navarra)
Rey de los franceses

1789[1]​ – 1792
Sucesor:
Convención Nacional
(Primera República Francesa)
Predecesor:
Luis XV
Copríncipe de Andorra

1774 - 1793[2]
Sucesor:
Abolición del copríncipe francés
(Napoleón Bonaparte desde 1806)
Predecesor:
Él mismo como Rey
Rey titular de Francia y Navarra
17921793
Sucesor:
Luis XVII

Véase también

Referencias

  1. a b Periódico Le Moniteur de la época
  2. a b Minahan, James (2000), Una Europa, varias naciones: un diccionario histórico de las naciones europeas, ed.Greenwood Publishing Group, pág.49
  3. Spinosa,Luis XVI - El último sol de Versalles p. 20.
  4. a b Fraser, María Antonieta - La soledad de una reina, p. 44.
  5. Su padre fue de excepcional gordura, también el abuelo materno fue obeso, mientras que el abuelo de su madre fue apodado el Fuerte por su físico prodigioso. El mismo problema de peso afectó a su hermano Luis Estanislao Javier, futuro Luis XVIII y María Clotilde, que fue llamada Grosse-Madame a causa de su aspecto físico. Probablemente su obesidad fue dada por las combinaciones de dos genes similares.(Fraser, p. 45).
  6. Ran Halévi, Louis XVI, faut-il le réhabiliter ? dossier in revue L’Histoire, n°303, noviembre de 2005, p. 34
  7. Philippe Bleuzé y Muriel Rzeszutek, « Un même personnage, des images contradictoires : Louis XVI » en la web de la Academia de Lille
  8. Fraser, p. 77.
  9. Lever, Maria Antonietta - L'ultima regina, p.35.
  10. El revisor de las finanzas consciente de que las arcas estatales estaban vacías, dijo irónicamenteque aquellos grandiosos festejos eran: «impayables»! (Spinosa, p. 39).
  11. Los festejos no comenzaron bien, ya que el día de la boda estalló un violento temporal que hizo posponer los fuegos artificiales y terminaron peor: el 30 de mayo algunos fuegos artificiales cayeron sobre la muchedumbre y en el caos posterior centanares de parisinos murieron pisoteados y aplastados por el gentío. (Lever, p.39).
  12. Spinosa, p. 40.
  13. Fraser, p.122
  14. "Dictionary of World Biography". Autor: Barry Jones. Publicado en 1994
  15. Spinosa, pp. 41-42.
  16. Se cuenta que Luis XV examinaba cada día las partes de su nieto, exclamando: «¡Querido mío, parece el toro de Creta!, ¿qué esperas para montar a tu Pasífae?», Spinosa, p. 42
  17. Lever, p. 152.
  18. Lever, María Antonieta - La última reina, p. 78.
  19. Spinosa, p. 43.
  20. El arzobispo ungió al monarca recitando la antigua fórmula: Ungo te in regem de oleo sanctificato in nomine Patri et Filii et Spiritus Sancti e, y como Rey "taumaturgo", Luis imploró la curación de varios enfermos de escrófula imponiéndoles las manos, tal y como hiciera su antepasado, Enrique IV. (Spinosa, p. 55)
  21. Victor Duruy, Histoire de France, 1854, tomo II, páginas 426-427.
  22. Haslip, Maria Antonietta, p. 97.
  23. Las revueltas dividieron las calles entre el rey y el ministro de Hacienda. Mientras que el monarca defendía la clemencia para los sublevados, el ministro mostró una gran dureza al querer calmar la revuelta. (Haslip, p. 98-99).
  24. Lever, p. 134-135.
  25. a b c Haslip, p. 166.
  26. Spinosa, p. 77.
  27. Spinosa, p. 102.
  28. Spinosa, p. 110.
  29. Spinosa, p. 111.
  30. Lever, p. 155.
  31. Una noche, fue Luis XVI en persona quien puso fin a una acalorada disputa entre la reina y el conde de Vergennes. Lever p. 215.
  32. «Sé que en temas políticos tengo poca influencia sobre el rey ¿es prudente por mi parte tener conversaciones con sus ministros sobre temas en los que sé que no me apoyaría? Sin ostentación alguna o mentiras, he hecho creer a los otros que tengo más influencia sobre él de la que en realidad tengo, porque si no lo hubiera hecho, tampoco la hubiera tenido en ellos», le escribió la reina a su hermano, el emperador. (Lever, p.214-215).
  33. Lever, p. 216.
  34. Spinosa, p.116.
  35. El acuerdo anglofrancés pretendido por Calonne hubiera sido perjudicial, ya que los productos ingleses hubieran invadido el país desplazando a los franceses. (Lever, p.270).
  36. a b Lever, p. 248.
  37. a b Lever, p. 249.
  38. El Duque de Orleans y el arzobispo de Toulouse, Étienne-Charles de Loménie de Brienne, presidente de la Asamblea, hostigaron a los miembros para que pareciera que se oponían a la gestión de Calonne y no sólo a sus propuestas. (Spinosa, p.132).
  39. Lever, p. 250.
  40. El silencio del rey angustiaba a los ministros, calmándose sólo durante las batidas de caza; a partir de ahí consumía comidas desmedidas y se derrumbaba en la cama para dormirse. (Lever, p. 256).
  41. Haslip, p. 217.
  42. Spinosa, pp. 139-140.
  43. Lever, p. 270-271.
  44. Lever, p. 271-272.
  45. «Majestad [...] un rey que se somete a una constitución se siente degradado. Pero un rey que propone una constitución glorifica su país y se gana la eterna gratitud del pueblo. Cread una constitución para vuestro país. Tomad vuestro sitio en el mundo y no tengáis miedo de basarlo en los derechos de vuestro pueblo. Para controlar los grandes acontecimientos hace falta poderlos crear». Chrètien-Guillaume escribió desde Lamoignon de Malesherbes una carta al rey, sobre la convocación de los Estados Generales. (Haslip, p.219).
  46. Haslip, p. 234.
  47. "Rien" escribió el soberano aquel día en su diario de caza. Aunque nada indicaba que no había ido a cazar, es una anotación preocupante, puesto que el rey apuntó todos los hechos de su vida dignos de ello; por ejemplo, el 12 de julio consideró importante la destitución de su ministro, es decir, digna de ser apuntada. (Lever, p. 285). Por la noche, el duque de Rochefoucauld lo despertó para comunicarle que la capital había caído en manos de los rebeldes. Entonces ocurrió el famoso diálogo: «...¡Pero es un motín!» dijo adormilado y el duque le contestó: «No, majestad, es un Revolución». (Spinosa, p. 147).
  48. Lever, p. 288.
  49. Spinosa, p. 148.
  50. Lever, pp. 295-297.
  51. Lever, p. 323-324.
  52. Heráldica francesa (en inglés)
  53. A rebellious people: Basques, protests, and politics, p. 27
  54. Lever, p. 327.
  55. Spinosa, pp. 164-165.
  56. Fraser, p. 385.
  57. Spinosa, p. 172.
  58. Lever, p. 338.
  59. Según una anécdota probablemente verdadera, pidió a un granadero que le tocara el pecho para que notara si su corazón tenía un latido acelerado. (Fraser, p. 404-405).
  60. El joven Bonaparte, que estaba asistiendo a la escena dijo: «¡Qué idiota! Si el rey hubiera tenido la capacidad y se hubiera puesto a la cabeza de un pequeño grupo de soldados hubiera salvado la Corona y con ella su dignidad. ¡Pero ahora todo ha terminado!». (Spinosa, p. 178-179).
  61. La tarde del 10 de agosto, en una sesión de 9 horas, la Asamblea Legislativa designó por aclamación un Consejo Ejecutivo provisional compuesto por seis miembros, incluyendo a Danton, ministro de Justicia y Gaspard Monge, ministro de la Marina. (Spinosa, p. 181).
  62. Durante el viaje en carroza, el rey caído fue recibido con ofensas y amenazas. La carroza recorrió lentamente la ciudad y pasó intencionadamente por la Plaza Vendôme, de manera que el soberano pudo ver que habían derribado la estatua de Luis XIV, El Rey Sol. El pueblo gritó: «¡Así se trata a los tiranos!». (Lever,p. 374).
  63. Zweig, María Antonieta - Una vida involuntariamente heroíca, p. 373.
  64. Giardini, El proceso de Luis XVI y de María Antonieta (1793), p. 98.
  65. a b Fraser, p.422.
  66. Lever, p. 379.
  67. Se le propuso que el Delfín fuera con él a cambio de que éste no viera más a su madre, pero rechazó porque no le quiso causar a se mujer el dolor de separarla de su hijo. (Lever, p. 381).
  68. a b c Spinosa, pp. 190-191.
  69. El poeta Lamartine escribió en La Historia de los Girondinos: «El defensor habló con dignidad pero no supo atraer. Su defensa no se elevó nunca excepto en alguna frase. Olvidó que no hay mayor convicción, para un pueblo, que la emoción. La desgracia de Luis XVI fue no encontrar a alguien cuya voz alzase la piedad a la altura de la suerte». (Spinosa, p. 190-191).
  70. Spinosa, p. 192.
  71. Haslip, p. 337.
  72. Haslip, p. 338.
  73. Erickson, María Antonieta, p. 419-420.
  74. a b c d elmundo.es, "Habla" el verdugo de Luis XVI Consultado el 26/07/10.
  75. Spinosa, p. 195.
  76. Edgeworth añade que acompañó la ceremonia de los gestos más atroces e indecentes. (Erickson 419 -420).
  77. Spinosa, p. 196.
  78. Louis-Sébastien Mercier, testigo de la ejecución añadió: «Vi gente que paseó del brazo riendo y bromeando amablemente, como si se encontraran en una fiesta». (Erickson, pp. 420-421).
  79. Los restos fueron depositados en un ataúd sin tapa. No hubo ceremonia alguna. La fosa fue rociada con cal viva. (Erickson, pp. 420-421).
  80. Haydn's Dictionnery of Dates, p.340
  81. The Nort American Review, p.117
  82. Al menos esta es la fecha de los informes de la Convención donde las circunstancias de su muerte quedan muy oscuras, por la vergüenza que sintieron los revolucionarios de ello. Lo que sí es cierto es que en mayo la Convención, "preocupada" por el grave estado de salud del desgraciado niño, ya moribundo, lo confió a dos médicos cirujanos. Al morir, uno de ellos le extirpó el corazón y lo conservó, descansando éste desde 2004 en la cripta real de Saint-Denis.
  83. Spinosa, p.220.
  84. En cambio, los republicanos justificaban la doble ejecución alimentando la leyenda negra de María Antonieta. (Lever, p. 409).
  85. Fraser, p. 488.
  86. El culto a Luis XVI ha perdurado a través de los siglos. En 1993, en el bicentenario de la Revolución, los parisinos acudieron a la Plaza de la Concordia y escucharon el testamento del rey, leído por el actor Jean-Pierre Darras. Ramos y coronas de flores se acumularon en el lugar de la ejecución, sobresaliendo la del embajador de los Estados Unidos, Walter Curley. Por fin, en una larga velada de ruegos, las naves de Saint-Denis quedaron abarrotadas como nunca antes. (Espinosa, p. 11).
  87. a b Lever, p. 124.

Bibliografía

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