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Guerra del Brasil
Parte de Guerras Platinas

Batalla de Juncal
Fecha 25 de octubre de 1825- 28 de agosto de 1828
Lugar La Banda Oriental (actual Uruguay), Carmen de Patagones (sur de la Provincia de Buenos Aires) y Río Grande del Sur (sur de Brasil).
Casus belli Anexión por Portugal/Brasil de la Provincia Oriental, posterior liberación de dicha provincia por los Treinta y Tres Orientales y su declaración de independencia del Brasil y la reunión a las Provincias Unidas del Río de la Plata. Si bien la guerra fue ganada por las Provincias Unidas del Río de la Plata lo fue con resultados paradojales.
Conflicto Disputa territorial entre el Imperio del Brasil y las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Resultado Victoria de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Creación del Estado Oriental y anexión al Imperio del Brasil de las Misiones Orientales.
Beligerantes
Provincias Unidas del Río de la Plata Imperio del Brasil
Comandantes
Juan Antonio Lavalleja
Guillermo Brown
Carlos María de Alvear
Bernardino Rivadavia
Pedro I de Brasil
Rodrigo Pinto Guedes
Marques de Barbacena
Fuerzas en combate
Ejército de las Provincias Unidas del Río de la Plata
Armada de las Provincias Unidas del Río de la Plata
Ejército Imperial del Brasil
Armada Imperial del Brasil
Bajas
1.500 muertos 7.000 muertos

Plantilla:Ficha de campaña

Bandera de la Provincia Cisplatina.

La Guerra del Brasil o Guerra Argentino-Brasileña o Guerra rioplatense-brasilera (en portugués Guerra da Cisplatina) fue un conflicto armado que tuvo lugar en la década de 1820 entre las Provincias Unidas del Río de la Plata, que recientemente se habían emancipado de España, y el Imperio del Brasil, por la posesión de los territorios que corresponden a la actual República Oriental del Uruguay y parte del actual estado brasileño de Río Grande del Sur.

En 1816 numerosas y bien pertrechadas fuerzas del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve comenzaron la invasión lusobrasileña de la Provincia Oriental y de la casi totalidad de Misiones, así como practicaban incursiones en las provincias de Corrientes y Entre Ríos.
En 1821 la entonces llamada Provincia Oriental del Río de la Plata, actual Uruguay y ex Banda Oriental, fue anexada al Brasil por Portugal con el nombre de Provincia Cisplatina tras ser derrotado José Gervasio de Artigas en la Batalla de Tacuarembó (1820).

Cinco años después, en 1825, y con el apoyo del gobierno argentino, un grupo de orientales y de otras provincias, llamados los Treinta y Tres Orientales y liderados por Juan Antonio Lavalleja, ingresó en la Provincia Oriental para desalojar a los ocupantes brasileños. A ellos se sumó oportunamente (tras haber servido a los brasileros) Fructuoso Rivera y en pocos meses logran retirar al ejército brasilero. El 25 de agosto de 1825, en el Congreso de Florida, se declaró la independencia del territorio oriental, y su voluntad de formar parte de las Provincias Unidas del Río de la Plata (actual Argentina).

Pese a que al comienzo las fuerzas imperiales eran mayores a las rioplatenses, las Provincias Unidas lograron derrotar a Brasil luego de una lucha de tres años por tierra y mar; la batalla decisiva fue la de Ituzaingó. Sin embargo, los problemas económicos, provocados por el bloqueo de la Armada de Brasil al puerto de Buenos Aires obligaron a aceptar reclamos brasileños por lo que finalmente, Bernardino Rivadavia envió al ministro Manuel José García a gestionar la paz; sin embargo, García firmó un tratado que luego sería conocido como el “tratado deshonroso” , ya que reconocía la soberanía del Imperio sobre la Provincia Oriental y se comprometía a pagarle a Brasil una indemnización de guerra. El presidente Rivadavia rechazó el convenio y posteriormente presentaría su renuncia.

El conflicto continuó hasta el 28 de agosto de 1828, cuando durante el gobierno de Manuel Dorrego se llegó a una Convención Preliminar de Paz, donde se disponía la independencia de la Provincia Oriental y el cese de las hostilidades.

Antecedentes

Desde comienzos de la colonización Portugal había desarrollado una política de expansión hacia los territorios de la cuenca del Río de la Plata, contenida en forma parcial por la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776. Los desórdenes generados por la revolución dieron oportunidad a una nueva etapa de intervención portuguesa.

Con la excusa de terminar con las fuerzas artiguistas, que atacaban las estancias de los antiguos territorios españoles que Portugal ocupara en 1801 y que en 1816 fueran anexados al Brasil, los lusobrasileños invadieron entre 1817 y 1820 la Provincia Oriental que fue incorporada como Provincia Cisplatina al Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve. Proclamada la Independencia de Brasil en 1822, Pedro I mantuvo esta situación, quedando la Banda oriental repartida entre Río Grande del Sur y la "Provincia Cisplatina" del Brasil.

Terminada la Guerra de la Independencia respecto a España, la opinión pública en Buenos Aires y en el Litoral exigía la recuperación del territorio ocupado. Por su parte, el pueblo oriental intensificaba sus proyectos de liberación.

El Juramento de los Treinta y Tres Orientales, óleo de Juan Manuel Blanes.

Con el apoyo de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, fue organizada una pequeña expedición: los Treinta y Tres Orientales, al mando de Juan Antonio Lavalleja secundado por Manuel Oribe, los Treinta y Tres partieron de la localidad bonaerense de San Isidro y desembarcaron en las costas orientales del río Uruguay, más exactamente en la playa conocida como “El Arenal Grande” o, más conocida aún como La Agraciada. Reforzados por contingentes locales, derrotaron las fuerzas imperiales, principalmente en la batalla de Sarandí y pusieron sitio a Montevideo (ciudad que fue liberada por Manuel Oribe). Las fuerzas orientales también lograron desalojar a los brasileños de Maldonado y Colonia e incluso de la Fortaleza de Santa Teresa esta última liberada por fuerzas al mando de Leonardo Olivera.

La representación del pueblo oriental, reunida en el Congreso de la Florida, se pronunció por la unidad con las demás provincias argentinas, solicitándola al gobierno que tenía eventualmente su sede en Buenos Aires.

El Congreso Argentino reunido en Buenos Aires aceptó la reincorporación de la Provincia Oriental el 25 de octubre de 1825.[1]​ Ante esto Brasil declaró la guerra; las Provincias Unidas respondieron el 1 de enero de 1826. Inmediatamente la poderosa escuadra brasileña bloqueó el puerto de Buenos Aires y la boca del Río de la Plata, bloqueo que se mantuvo hasta el final del conflicto, en 1828.

Causas

  1. Brasil quería esa región para tener acceso al Río de la Plata, que era un importante centro de comercio internacional y además para navegar los ríos internos llegando hacia el interior de su propio país y permitir a sus barcos salir desde allí hacia el mar.
  2. Las tierras de la Banda Oriental (perteneciente a la cuenca del Río de la Plata) eran aptas para cría de ganado, un producto muy requerido, además de ser bastantes fértiles.
  3. Argentina quería defender su litoral y mantener el dominio exclusivo sobre el Río de la Plata.

Comienzos

La guerra presentó desde su comienzo, dos fuerzas disímiles en material, recursos y hombres.[2]
Las Provincias Unidas del Río de la Plata, recién habían concluido por el norte y el oeste la guerra de liberación respecto al Imperio Español, por el noreste debieron afrontar la oportunista invasión lusobrasilera que ocupó, tras las Misiones Orientales, toda la Banda Oriental y extensas regiones en el este de la Mesopotamia Argentina, actualmente correspondientes a las provincias argentinas de Misiones, Corrientes y Entre Ríos. Tras concluir la amenaza realista (española y proespañola) las Provincias Unidas debieron afrontar las tendencias secesionistas que desde la recién creada Bolivia terminaron con la existencia de la extensa provincia de Tarija. En cuanto al Atlántico, ya se vislumbraban las injerencias que culminarían con la ocupación británica de las islas Malvinas (pobladas hasta la ocupación inglesa en gran parte por orientales) que se harían palmarias en 1833. Las Provincias Unidas del Río de la Plata, en su sector actualmente argentino, poseían fronteras secas muy lábiles y tales provincias eran sólo catorce, con sus territorios mucho menos extensos que en el presente. Las diferencias de riquezas accesibles entre las Provincias Unidas y el Brasil eran abismales: prácticamente el único recurso (que sólo posibilitaba una muy magra redistribución y con esto fuertes tensiones por la coparticipación) que entonces poseían las Provincias Unidas era la exportación de cueros "en crudo", por otra parte existían entonces difícilmente accesibles unas pocas modestas minas de oro en Famatina que apenas bastaban para la acuñación de unas pocas monedas, pocas riquezas que terminaron siendo factor de grave conflicto entre un gobierno centralista y los gobiernos provinciales.

Por contrapartida el Brasil, aunque poseía también fuertes contradicciones, era un estado territorialmente muy extenso y monolítico, cohesionado, con mucha más población (es decir: un mayor mercado interno y una posibilidad de reclutar más efectivos para la guerra) que se había independizado del Portugal tras unas breves y poco onerosas acciones bélicas (prácticamente escaramuzas); los recursos efectivos que detentaba Brasil ya eran a nivel internacional importantísimos: explotación de millones de personas como mano de obra esclava, exportación de café, caña de azúcar, algodón, tabaco, pieles, maderas finas, pesca, bálsamos, tinturas, productos medicinales naturales, plumas llamativas, importantes minas de oro, diamantes y hierro, incluso en las grandes riquezas regionales (cuero vacuno, tasajo y mate) el Brasil, al ir anexando gradualmente territorios en la cuenca del Plata, había superado a todos los estados concurrentes. Más aún, la situación geopolítica al nivel global de entonces era absolutamente favorable para Brasil; se encontraba (como la geografía lo impone) mucho más cerca de sus mercados (Europa, América del Norte e incluso el África), tal situación geopolítica le permitía al Brasil incluso interrumpir o dificultar enormemente el tránsito comercial entre las Provincias Unidas y los principales mercados de la época. La diferencia geopolítica a favor de Brasil se acentuaba en otros aspectos, por ejemplo: mientras que Brasil poseía ya un extensísimo litoral marítimo –por lo cual era impracticable todo intento de aplicarle bloqueos navales– las Provincias Unidas poseían casi exclusivamente una única salida y entrada para el comercio ultramarino: la del fácilmente bloqueable Río de la Plata.


Brasil doblaba prácticamente la cifra de efectivos terrestres (gran parte de las tropas al servicio de Brasil estaba constituida por mercenarios alemanes). Respecto de su flota, cercana a las 80 unidades, sólo destacó en el Plata la mitad de ellas; mientras que las Provincias Unidas disponían tan sólo de unos pocos barcos (14) en su mayoría pequeños y medianos navíos mercantes improvisados para combatir, uno de medio tonelaje y algunas lanchas cañoneras.

El Congreso Nacional Argentino (primera vez que se usó ese nombre oficialmente) cohesionó a todas las provincias las cuales, según sus posibilidades, enviaron contingentes para formar el Ejército de Observación que estableció un primer campamento en Arroyo de la China (Entre Ríos) y luego se desplazó hacia Salto (Provincia Oriental, luego República Oriental del Uruguay).

Para la comandancia de las tropas rioplatenses hubo una primera propuesta al ya veterano gobernador de Córdoba, Juan Bautista Bustos, éste declinó tal oferta que obedecía al propósito de lograr el máximo de adhesión de las provincias del Interior (de las cuales Bustos era uno de los principales referentes desde el Tratado de Benegas), por otra parte el máximo estratega argentino, José de San Martín[3]​ hasta quien prácticamente se hallaba exiliado en Europa ofreció sus servicios pero éstos fueron rechazados por el gobierno de Rivadavia, quien, junto a Alvear, era uno de los enemigos de San Martín. De esta manera, con gran desventaja material, la ofensiva a cargo del general Alvear se produjo en el año 1826.

Desarrollo

Acción terrestre

Mientras los brasileños concentraban sus fuerzas en Santa Ana del Libramento con el objetivo de invadir la Mesopotamia, Martín Rodríguez primero internó el Ejército de Observación en Entre Ríos y cruzó el río Uruguay hasta el Arroyo Grande, siempre con rumbo sudeste en territorio Oriental. Desde allí, Alvear llevó a cinco millares y medio de hombres a internarse hacia el noreste, más allá de la actual frontera uruguaya con Brasil, este movimiento hizo que las tropas brasileñas acantonadas en Santa Ana del Libramento, temiendo ser rodeadas por las republicanas (argentino-orientales) se retiraran velozmente hacia el este salvándose de un combate en Bagé (o Valles) merced a una fuerte lluvia que hizo crecer el río Negro. De tal modo la ofensiva republicana no pudo proseguir al establecerse puestos y sistema de abastecimientos desde retaguardia, con lo cual debía enfrentar de inmediato al enemigo o retroceder.

Al fin, como culminación de ese avance, el 13 de febrero comenzaron los éxitos iniciales del ejército rioplatense, frente a los imperiales brasileños (más de 10.000 hombres al mando del marqués de Barbacena) los cuales tras la retirada de Santa Ana del Libramento se fortificaron en la sierra de Camacuá en donde la caballería (principal arma de los rioplatenses) tenía dificultades operativas. Juan Galo Lavalle con su 4° de caballería, venció a fuerzas de Bento Manuel en Bacacay, y Lucio Norberto Mansilla en Ombú.

Luego, el ejército brasileño con su principal núcleo, se preparó a la réplica total, mientras Alvear insistió en la retirada con rumbo noroeste para volver al Uruguay, y para ello buscó el Paso del Rosario, sobre el Río Santa María, en las cercanías del Arroyo Ituzaingó. Fue allí donde tuvo lugar el encuentro mayor de la guerra al interrumpir Alvear su paso del río y enfrentarse a las fuerzas de Barbacena (20 de febrero de 1827). Este combate fue resuelto por la acción conjunta del general en jefe y de sus inmediatos colaboradores: Juan Antonio Lavalleja, José María Paz, Lavalle, y Federico Brandsen (que murió allí), Pirán y Olavarría, combinándose las cargas de caballería con la infantería, más la artillería de Chilavert e Iriarte. Como consecuencia, el Ejército Imperial retrocedió, tras grandes pérdidas de hombres. Sin embargo, la falta de recursos y caballadas le impidió a los rioplatenses perseguir al enemigo y emprender nuevas acciones ofensivas para definir la campaña. La batalla de Ituzaingó según las memorias de Paz, Iriarte y Gregorio Aráoz de La Madrid se debió más que a los méritos de Alvear, a la experiencia de los oficiales subordinados ( experiencia logradas en las campañas llevadas a cabo con José Gervasio Artigas, Manuel Belgrano y José de San Martín durante las luchas emancipadoras contra España) y el coraje y la destreza ecuestre del gauchaje que formaba la dotación principal del ejército argentino y oriental. En 1827 Alvear traspasó el mando de las fuerzas republicanas a Lavalleja, en 1828 tropas al mando de Estanislao López y Fructuoso Rivera lograron reconquistar las Misiones Orientales (que habían caído en poder lusobrasileño desde la derrota de Andrés Guazurary en 1821).

Acción Naval

En el aspecto naval, Brasil no tuvo dificultad en establecer el bloqueo de Buenos Aires (como dijo Ferreira de Lobo el jefe de la armada brasileña: “no van a pasar ni los pájaros”). Dominó el Plata durante la casi totalidad del conflicto, trayendo enormes perjuicios comerciales.

Pese a la superioridad naval, los criollos intentaron contrarrestarla, sin lograr resultados concluyentes. Guillermo Brown, marino irlandés nacionalizado argentino, designado almirante, comenzó su accionar con la flotilla de un solo barco de regular porte: la fragata 25 de mayo y otros menores de diversa tripulación.

La estrategia de las tropas argentinas consistió en el hostigamiento constante y sorpresivo. En sus salidas iniciales de febrero y marzo de 1826, Brown atacó, aunque sin éxito, la plaza artillada Colonia del Sacramento, alejando, por un tiempo, el bloqueo más próximo a Buenos Aires y recuperando la isla Martín García.

En mayo se formalizó la acción naval brasileña con tres líneas de bloqueo, desde la desembocadura del Plata hacia adentro, hasta enfrentar a Buenos Aires. Las fuerzas brasileñas trataron de destruir las cuatro naves más grandes y algunas cañoneras de Brown, refugiadas en los bancos y arenas de Los Pozos (Batalla de Los Pozos frente a la misma ciudad de Buenos Aires, 11 de junio de 1826), entre la rada y balizas. Hubo un fuerte cañoneo, pero las naves brasileñas no lograron llegar hasta allí, aunque no se registraron bajas.

Luego se trató de allegar recursos y adquirir la antigua escuadra de Chile (de tres naves subsistentes, sólo llegó la más pequeña). Brown, sin embargo, reinició salidas y ataques nocturnos, como esfuerzo para aliviar el bloqueo. El 30 de julio, la 25 de Mayo (nave insignia) y la Rosales sostuvieron otro combate, el de Quilmes, contra elementos superiores que resultaron dañados. Pero la 25 de Mayo se inutilizó, desmantelándosela luego. Con posterioridad, sólo quedó el recurso de acciones sorpresivas con escasos barcos: la campaña de Brown en las costas del Brasil y la guerra de corso a cargo de naves artilladas para esa emergencia.

El combate de mayor importancia en la guerra naval fue el de Juncal (8 al 9 de febrero de 1827), donde los efectivos de Brown lograron desbaratar totalmente a las superiores naves del bloque “interior” del almirante Sena Pereira; logrando levantar el bloqueo momentáneamente.

Otra acción exitosa para los criollos se libró en el sur, en Carmen de Patagones, puerto que intentaron conquistar los brasileños — casi al mismo tiempo esa población argentina sufría los ataques de los Pincheira—. Como consecuencia del bloqueo al puerto de Buenos Aires, Carmen de Patagones se transformó en refugio de los corsarios argentinos que atacaban a los barcos esclavistas brasileños. El 28 de febrero de 1827 cuatro naves brasileñas al mando del capitán inglés James Shepherd', llegaron a la boca del Río Negro, uno de ellos el Duquesa de Goyaz varó en un barco de arena y naufragó, muriendo 40 de sus ocupantes, siendo rescatados los demás por el Constancia. Los otros dos barcos, la Itaparica y la Escudeira ingresaron en el río sorteando el bombardeo de la batería "La Pantomima" destrozándola y continuaron remontándolo hasta desembarcar uno 300 efectivos el 6 de marzo. Fueron vencidos totalmente el 7 de marzo en el Combate del cerro de la Caballada por milicias populares y navales comandadas por el coronel Martín Lacarra y el marino Santiago Bynon, muriendo en la acción el capitán James Shepherd. Las dos banderas que se hallan expuestas en la iglesia parroquial de Carmen de Patagones como trofeo, atestiguan el triunfo.[4]

Los brasileños también intentaron tomar el destacamento de la bahía de San Blas en el sur de la actual provincia de Buenos Aires.

La guerra naval regular terminó con el dispar combate de Monte Santiago, lugar próximo al puerto de Ensenada de Barragán, donde una numerosa flotilla brasileña luchó, durante dos jornadas, contra efectivos de Brown, consistentes en dos pequeños barcos varados apoyados por otro y un pequeño cañón costero. Finalmente, Brasil obtuvo la victoria, a costa de grandes pérdidas. Por su parte, la flota argentina tuvo un centenar de bajas argentinas — entre ellas el comandante Francisco Drummond — más dos barcos perdidos.

Las luchas posteriores se concretaron en el fuerte bloqueo brasileño del Plata, mantenido invariablemente hasta la terminación de la guerra. Ese bloqueo provocó grandes problemas económicos a la provincia de Buenos Aires. Hubo "la paralización del comercio exterior, descontrol de los precios, pérdida del valor de la moneda y escasez de productos. Por primera vez, la inflación se abatió sobre los Porteños".[5]
La campaña perdió muchos trabajadores para levantar las cosechas.

Afectada por la crisis económica, la poblacción empiezó a pedir la terminación de la guerra. El gobierno de Rivadavia, que enfrentaba una crisis interna y una guerra civil, se vio obligado a elegir entre seguir con la guerra en contra del Imperio o reunir fuerzas para controlar las provincias. Finalmente, Rivadavia firmó un acuerdo de paz con Brasil, en que reconocía la derrota argentina.

Asimismo se mantuvieron las actividades de corso, aunque con efectividad decreciente: una mayor vigilancia imperial y la presión del Reino Unido para doblegar la intransigencia argentina — que comenzó a atacar a los pocos navíos corsarios argentinos so pretexto de que practicaban "piratería" — obligó a una mucho mayor prudencia. Para la guerra de corso, los argentinos llegaron a construir dos pequeños veleros dotados con seis cañones por cada borda, llamados respectivamente “El hijo de Mayo” y el “El hijo de Julio”, que operaban principalmente desde puertos ocultos en la bahía de Samborombón y en Carmen de Patagones y San Blas.

Tratativas de paz

El gobierno argentino sufría de la falta de apoyo, el bloqueo marítimo y el rechazo provincial unánime a la Constitución de 1826 que era unitaria (sólo se aceptaba el carácter federal de La Provincia Oriental), la situación se había vuelto crítica también en este punto: Rivadavia aprovechando su situación en el gobierno había ofrecido a capitales ingleses la explotación de las minas de Famatina lo cual produjo irritación en el Interior, tal irritación se agravó cuando una fuerza al mando de Lamadrid enviada con el pretexto de reclutar más tropas concluyó siendo una campaña punitiva contra los federales del noroeste quienes reaccionaron al mando de Facundo Quiroga, mientras se iniciaba un conflicto con Bolivia por Tarija. Además, la situación económica había llegado a la crisis debido a los costos de la guerra, tanto para Argentina como para Brasil.

Con la finalidad de mediar fue enviado Lord John Ponsonby, quien comenzó a trabajar por una solución intermedia: la Independencia de la Banda Oriental. En un principio la solución fue rechazada ya que la opinión pública confiaba en la victoria militar.

Sin embargo, la falta de recursos y el levantamiento de las provincias contra la autoridad de Rivadavia impusieron la necesidad de lograr la paz. El presidente Rivadavia envió a Manuel José García al Brasil para gestionarla; sus instrucciones indicaban que debía llegarse a ella sobre la base del reconocimiento de los derechos argentinos o la Independencia de la Banda Oriental.

García firmó un acuerdo preliminar que no incluía ninguna de estas dos soluciones: en el acuerdo reconocía la soberanía del Imperio sobre la Banda Oriental, comprometía a las Provincias Unidas a desarmar la isla Martín García y a pagar una indemnización de guerra. El convenio fue rechazado por el presidente argentino Rivadavia, quien posteriormente presentó su renuncia.

Fin de la guerra

El gobierno de la provincia de Buenos Aires, ejercido por el federal Manuel Dorrego, se manifestó partidario de proseguir la lucha. De modo que las tropas al mando de Estanislao López pasaron el río Uruguay por La Cruz e Itaquí y liberaron, bajo el mando de Fructuoso Rivera, las Misiones Orientales hasta Cruz Alta. Desde allí se intentaría desalojar a los brasileños de su reducto en Porto Alegre. También entró Dorrego en tratativas con los caudillos gaúchos Bento Gonçalves da Silva y Bento Manuel Ribeiro, con el objetivo de crear la República de San Pedro del Río Grande (antecedente de la República Riograndense), e incluso logró Dorrego que dos de los jefes –Friedrich Bauer y Anton Martin Thym– de las tropas mercenarias alemanas que servían al Brasil intentaran la creación de una república en Santa Catarina. Las derivaciones de estos hechos son conocidas en Brasil como la Revuelta de los Mercenarios.

Pero el agotamiento financiero, la negativa del Banco Nacional –controlado por comerciantes ingleses– de contribuir a la continuidad de la guerra y la presión británica lo obligaron a aceptar la mediación. Por su parte, Juan Antonio Lavalleja temiendo una reanexión al Brasil comenzó a trabajar secretamente por la Independencia del territorio oriental.

La misión de Tomás Guido y Juan Ramón Balcarce firmó el 27 de agosto de 1828 una nueva Convención Preliminar de Paz, ratificada por la convención de Santa Fe, donde se disponía:

  • Los estados firmantes reconocían y garantizaban la Independencia de la Banda Oriental.
  • Cesaban las hostilidades y se evacuaba el territorio oriental.
  • Se reconocía la libre navegación del Río de la Plata para los firmantes, durante un lapso de 15 años.
  • En la nueva república (el Estado Oriental del Uruguay) se establecía un gobierno provisional, hasta la organización definitiva.

Consecuencias

Como consecuencia de la guerra, se produjo una nueva secesión en las Provincias Unidas del Río de la Plata: el Estado Oriental del Uruguay. Una asamblea de representantes sancionó una constitución que fue jurada por el pueblo el 18 de Julio de 1830.
La paradojal conclusión de esta guerra, con victorias militares de las Provincias Unidas pero con ventajas concretas para Brasil que retuvo las Misiones Orientales, y sectores septentrionales de la Provincia Oriental, sumada a la fuerte crisis económica, fue uno de los principales factores para que se reanudara (tras el derrocamiento y ejecución de Manuel Dorrego) con más ferocidad la llamada Guerra Civil entre federales y unitarios, teniendo su correlato uruguayo en la guerra entre nacionales y colorados.

El Imperio del Brasil debió frenar su expansión hacia el Río de la Plata, perdiendo los dos tercios meridionales del territorio que había sido la Provincia Oriental, pero conservó los territorios de la Banda Oriental histórica que Portugal había ocupado y que luego Brasil había heredado (Río Grande y las Misiones Orientales y sectores septentrionales de la Provincia Oriental) además de obtener, Brasil, la libre navegación de los ríos de la Cuenca del Plata aún en sus tramos argentinos y uruguayos.

Referencias

  1. Decreto de Reincorporación de la Provincia Oriental a las Provincias Unidas del Río de la Plata.
  2. Decreto de habilitación de gastos para la Guerra del Brasil emitido por el Congreso General Constituyente.
  3. La situación geopolítica era tal que, el navío francés que transportaba a San Martín desde Europa hasta Buenos Aires debía hacer forzosamente una etapa en el puerto de Río de Janeiro, allí al ser inspeccionado el pasaje por los brasileños, San Martín debió ocultar el apellido por el cual era y es conocido y declarar llamarse José Matorras –usando el apellido materno– y ser oriundo de España.
  4. Nuevo aniversario de la gesta del 7 de marzo de 1827
  5. s:es: Historia de la Argentina, Siglos XVIII,XIX y XX

Enlaces externos