Campaña de Occidente

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Esta es una versión antigua de esta página, editada a las 21:28 7 oct 2014 por 190.22.216.86 (discusión). La dirección URL es un enlace permanente a esta versión, que puede ser diferente de la versión actual.
Campañas de Occidente
Parte de Guerra de Independencia de Venezuela e Independencia de Colombia

Provincia de Coro en 1823-1830.
Fecha 1821-1823
Lugar Costa caribeña de Colombia, Zulia y Centro-Oeste de Venezuela
Resultado Victoria republicana
Beligerantes
República de la Gran Colombia Monarquía católica,
Guajiros
Comandantes
José Antonio Páez Francisco Tomás Morales

Plantilla:Campaña Independencia de Colombia

Plantilla:Guerra de independencia de Venezuela Las Campañas de Occidente fueron una serie de operaciones militares libradas entre 1821 y 1823 en el marco de las guerras de independencia de las nacientes repúblicas de Colombia y Venezuela. Se libraron en los actuales territorios de la costa caribeña colombiano y el oeste venezolano.

El Libertador Simón Bolívar (1783-1830) no participó directamente de estas campañas militares ya que se encontraba involucrado en las Campañas del Sur, fueron sus lugartenientes los encargados de dirigirlas, especialmente José Antonio Páez (1790-1873). En el otro bando, las tropas monárquicas estuvieron dirigidas por el canario Francisco Tomás Morales (c.1781-1845). Estas últimas estaban constituidas principalmente por las unidades sobrevivientes al desastre que les significo batalla de Carabobo y guerrillas realistas locales.

Estas campañas terminaran con la derrota definitiva de los realistas en ambos países (sin contar los sucesos en San Juan de Pasto).

Antecedentes

Asedio de Cartagena de Indias

En el Virreinato de la Nueva Granada, tras su derrota en la batalla de Boyacá (7 de agosto de 1819), las fuerzas realistas habían perdido la iniciativa bélica y se replegaban constantemente, sin embargo, aun dominaban la costa atlántica, el Bajo Magdalena y la región caucana a principios de 1820. Además, tenían el control de los importantísimos puertos de Cartagena de Indias y Santa Marta y podían de este modo bloquear la llegada de suministros a los independentistas venidos desde el exterior, en especial, de los mercaderes británicos y anulando cualquier ingreso que pudiera proceder desde la aduana.[1]​ Respecto a esto último, debe precisarse que el Reino Unido, aliado de España en la guerra contra la Francia napoleónica, estaba impedida de apoyar abiertamente a los revolucionarios hispanoamericanos, mas esto no impidió que permitiera a sus veteranos de las guerras europeas servir en América como mercenarios, corsarios, aventureros y demás,[2]​ por ejemplo, el número de británicos que luchó en el norte de Sudamérica del bando patriota llegará a los 6.000.[3]

Por esas fechas los patriotas lanzarán una ofensiva muy exitosa a cargo de Mariano Montilla (1782-1851) que consiguió apoderarse del Bajo Magdalena y comenzando un nuevo asedio a Cartagena el 14 de julio de 1820. La urbe resistió largo tiempo gracias a su dominio del mar y el apoyo de las zonas rurales a la causa monárquica, factores que le permitieron el acceso de suministros.[3]​ Ahí estaba atrincherada una guarnición de 2.000 realistas.[4]​ En cambio, las tropas sitiadoras sumaban 2.500 a 3.000 efectivos.[5]​ Mientras tanto el almirante José Prudencio Padilla (1784-1828) había tomado Riohacha (12 de marzo) y Santa Marta (11 de noviembre), para luego conseguir bloquear por mar Cartagena, haciendo la defensa realista a la larga insostenible. Finalmente, el gobernador de la ciudad, brigadier Gabriel Ceferino de Torres y Velasco (1782-después de 1835), capituló el 10 de octubre de 1821 con 700 sobrevivientes.[6]​ El brigadier y su tropa serán embarcados a La Habana donde vivió un proceso judicial entre 1824 y 1827 por su capitulación. Las bajas de los rebeldes también fueron terribles, debidas principalmente al vomito negro y al clima de la región que hacían estragos en los reclutas procedentes del interior de la Nueva Granada, poco acostumbrados a esas condiciones de vida.[3]

El Caribe neogranadino parecía sometido, pero partidas guerrilleras realistas siguieron actuando en Ocaña, Valledupar y la Guajira (luego extendidas a Santa Marta y Riohacha) hasta finales de año. Su existencia iba íntimamente ligada a la negativa de numerosos campesinos locales a reconocer a las nuevas autoridades.[7]​Por ejemplo, el 26 de marzo de 1820, tras la toma de Valledupar por Montilla, Riohacha quedo desguarnecida, con sólo el destacamento de Padilla para su defensa, a éste muy pronto se le sublevó la tropa y la población, viéndose obligado a pedir 1.500 refuerzos para calmar la situación.[8]​ Otro ejemplo del rechazo al nuevo régimen y la fuerza de las guerrillas monárquicas fue un ataque producido el día 29 del mismo mes por 2.000 regulares y milicianos a caballo de la Ciénaga al mando del comandante de milicias de Riohacha, el indio guajiro Miguel Gómez.[9]​ El resto de las unidades realistas estaban más preocupadas de avanzar hacia el valle del César para tomar Valledupar tras el fracaso del alzamiento.[10]​ Pero ambas ofensivas realistas fueron rechazadas, y aseguradas ambas ciudades las tropas republicanas se dedicarán a perseguir a las guerrillas de Gómez.[11]​ El indio Gómez, al igual que los samarios Vicente Narciso Crespo y Thomas Pacheco, pertenecía a los extractos inferiores de la sociedad y fue uno de los principales líderes monárquicos de la región.[12]

Breve tregua

La situación de los ejércitos monárquicos no era del todo negativa, poseían aun gran cantidad de recursos y tenían varios comandantes competentes, en especial, Pablo Morillo (1775-1837). Esto cambiará tras el estallido de una revolución liberal, la monarquía absoluta que había en la península Ibérica era reemplazada por el régimen del Trienio Liberal. De inmediato este último decidió negociar, lo que implico el reconocimiento (y fortalecimiento) de la causa rebelde.[13]​ Morillo recibió las instrucciones a inicios del mes de junio, informando luego a Bolívar del cese unilateral de hostilidades, alcanzándose una tregua en agosto. Finalmente, el 25 y 26 de noviembre se firmará en Santa Ana de Trujillo el Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra. La tregua se mostró a la larga contraproducente para el bando realista. Muchos de sus dirigentes y unidades desertaron, a Morillo se le permitirá regresar a España, siendo reemplazado por el menos talentoso Miguel de la Torre (1786-1843), mientras los republicanos no dejaron de recibir suministros del exterior y conspirar para debilitar a sus enemigos, destacando la revolución independentista de Maracaibo el 28 de enero de 1821, ocupada luego por el general Rafael Urdaneta (1788-1845) el 8 de marzo, evento que significo el final pactado de la tregua y reinicio de las hostilidades el 28 de abril.

A mediados de 1821 las tropas realistas eran fuertes en 9.000 a 13.500 hombres, pero dispersos en baluartes a veces aislados entre sí, destacan las agrupaciones de Morales en Calabozo (4.000 soldados) y Latorre en San Carlos (2.200), el resto estaba en las provincias occidentales y Caracas. Los revolucionarios tenían 10.000 a 11.000 combatientes: 3.000 a 5.000 hombres en Barinas a cargo de Bolívar, 3.000 a 4.000 en Apure (Páez), 1.500 en Maracaibo (Urdaneta) y 2.000 a 2.500 asediando Cumaná y amenazando Caracas desde el este (Bermúdez).[14]

Campaña de Carabobo

Archivo:Almirante Padilla.jpg
Pintura del almirante José Prudencio Padilla.

Al momento de acabar la tregua Latorre intento reunir unos 5.000 soldados para atacar a Bolívar, que solo poseía entonces 2.500 en Trujillo y Barinas, pero éste previó dicha maniobra y organizó con Páez un sistema defensivo en conjunto para apoyarse en caso de que alguno fuera atacado. Cuando José Francisco Bermúdez (1782-1831) inicio su ofensiva la iniciativa de la guerra quedó definitivamente pérdida para el comandante español.[15]​ Bolívar rápidamente concentró sus fuerzas. La división de Urdaneta (que el 11 de mayo había ocupado Coro) y 2.000 apureños de Páez se unieron a su propia unidad, logrando concentrar más de 6.000 combatientes. Latorre intento hacer lo propio juntando 5.000 plazas pero tuvo que dejar 1.000 de reserva en Barquisimeto por si Bermúdez atacaba Caracas.[16]​ Finalmente, el 24 de junio en la Sabana de Carabobo se da la batalla decisiva y el ejército realista es prácticamente destruido: 2.908 de sus hombres son muertos, heridos o capturados frente a muy pocas bajas de sus enemigos en comparación.[17]​ Los monárquicos se dieron cuenta que estaban vencidos, en un día habían desaparecido la mayor parte de sus veteranos y regulares junto a gran cantidad de material militar, las pocas unidades supervivientes se refugiaron en la fortificada ciudad de Puerto Cabello mientras el 29 de junio Bolívar entraba triunfante en Caracas.

Retrato del capitán general Francisco Tomás Morales.

Al comenzar julio de 1821 la situación de los realistas en Venezuela era crítica y su derrota parecía cercana. Sólo 1.000 de los 5.000 soldados que participaron en la Campaña de Carabobo había logrado refugiarse en Puerto Cabello y tenían al frente a 6.000 enemigos pisándoles los talones,[18]​ mientras que la guarnición de Cumaná, un millar de efectivos al mando de José Caturla, se rendía el 16 de octubre.[19]​ El asedio terrestre y naval de la ciudad, el último bastión realista en el oriente venezolano, había sido comenzado por las tropas de Bermúdez el 17 de agosto, cuando el general instalo su Cuartel General en Bordones.[20]

Pero gracias a que la preocupación principal de las autoridades grancolombianas se volvió hacia el Quito y Perú y el apoyo popular a su causa, Latorre consiguió reunir durante los meses siguientes a diversas unidades de soldados, milicianos y guerrilleros supervivientes al desastre. A estas se les sumaron unidades con armamento traído desde la Isla de Cuba. Pronto logro juntar cerca de 4.000 soldados junto a una poderosa flota, aunque no todo le resulto tan bien.[21]​ Meses después de su derrota fue reemplazado por Morales del mando de las tropas y enviado a Cuba. Morales tenía parte importante de la responsabilidad en la derrota de Carabobo, ambicioso e indisciplinado, se había retirado con su caballería de llaneros en cuanto empezó la batalla. También era muy popular, de hecho, en todas las ofensivas que realizó, Morales conto siempre con un fuerte apoyo del populacho, en especial coriano,[22]​ porque «la mayor parte de sus habitantes eran realistas decididos, y hubo otros jefes que los capitanearon para hacer una cruda guerra á la República».[23]​ Así, por ejemplo, la mayor parte de las tropas que siguieron a Morales eran milicianos locales más que soldados regulares.[24]

Operaciones

Las primeras operaciones estuvieron a cargo de Latorre, centrándose en los intentos de recuperar Coro, perdida el 11 de mayo de 1821. Una columna de 500 soldados al mando del coronel Juan Tello se unieron al coronel amotinado Pedro Luis Inchauspe y sus 1.300 seguidores,[25]​ siendo vencidos en varias ocasiones, como en Cumarebo, hasta que en el mes de julio consiguen recuperarla. Mientras estaban ocupados en Coro, los patriotas empezaron a amenazar Puerto Cabello, defendido por el mantuano Manuel de Carrera y de la Colina, quien dirigió la resistencia realista en Coro entre 1821 y 1823.[26]​ El 12 de diciembre Latorre embarcó con 1.200 hombres a auxiliar a los veteranos ahí atrincherados.[27]​ Posteriormente Latorre obligo a Juan Gómez a capitular en La Vela de Coro el 9 de enero de 1822 junto a más de mil soldados.[28]​ Desde ahí Morales con dos mil soldados intento llegar a Maracaibo a finales de marzo,[29]​ urbe defendida por 1.000 colombianos y 250 legionarios irlandeses pero una ofensiva republicana desde Carora contra Coro le obligo a retroceder.[30]​ Aunque consiguió vencer en Dabajuro el 7 de junio, Morales debió volver a Puerto Cabello para asumir el cargo de capitán general de Venezuela el 24 de julio, lo que fue aprovechado por los republicanos para recuperar Coro un día más tarde. Quedaban en la provincia sólo las guerrillas de Carrera.[29]

Ofensivas de Morales

Mapa de las campañas desarrolladas en la Gran Colombia entre 1821 y 1823.

Poco después, el 1 de marzo de 1822 Páez iniciaba el asedio de la ciudad de Puerto Cabello.[31]​ A pesar de que contaba con unos 3.000 soldados bien apertrechados y abundante material con el cual bloquear Puerto Cabello por tierra, las defensas de la urbe, la llegada constante de suministros por mar y las enfermedades le impidieron dar un fin rápido al asedio, siendo diezmadas sus tropas por las pestes.[32]​ Tampoco le impidió a Morales realizar una serie de incursiones apoyándose en su escuadra, dejando una pequeña guarnición en Puerto Cabello se preparó para usar al grueso de sus fuerzas en una serie de ofensivas.[33]​ Primero intento tomar Valencia, pero fue vencido el 11 de agosto en Naguanagua. Después transportó 1.000 ó 1.200 soldados y desembarco en Cojoro (Guajira) el 24 de agosto, ganándose el apoyo de los indios locales (algunos se unieron a sus fuerzas), ocupando Maracaibo el 7 de septiembre tras derrotar a las fuerzas que intentaron detenerlo en su marcha.[34]​ Una columna republicana fue enviada al mando de José Sardá desde Riohacha, siendo aplastada por Morales con 1.800 infantes y 120 jinetes en la batalla de Garabulla, solo 300 moribundos volvieron a la ciudad (13 de noviembre).[35]​ Tras esta exitosa acción, Morales desembarco en Ancón el 26 de noviembre mientras una fuerza salía de Maracaibo con rumbo a Trujillo, las tropas republicanas de Urdaneta se movieron para enfrentar esta última columna, desprotegiendo Coro, ciudad en la que Morales entro el 3 de diciembre con un millar de soldados, derrotando a las unidades grancolombianas que quedaban alrededor.[36]​ Morales, entre las fuerzas que trajo y las guerrillas que pudo reunir sumó 1.000 hombres con los que salió al encuentro del coronel Andrés Torrellas y Nebros (1785-1864) y 400 patriotas en Curimanga,[37]​ pero es vencido en combate durante diciembre. Para ese entonces la armada colombiana bloqueaba las costas de Coro y Maracaibo.

Inmediatamente después los corianos se proclamaron leales al rey nuevamente.[22]​ Junto a los pastusos, los corianos fueron de los gentíos más afectados por las guerras de independencia. El apoyo popular, la decisión y capacidades de sus dirigentes sumados a una difícil geografía permitieron a estos pueblos lograr ofrecer una prolongada y firme resistencia a los republicanos aunque a un grave coste económico y demográfico.[38]​ Así, por ejemplo, la provincia de Coro perdió un 50% de su población entre 1819 y 1825,[39]​ período en que la guerra se centro en su territorio. En términos netos ésta era de 32.000 residentes en el año 1800,[40]​ de los que 6.000 vivían en la capital provincial (número que aumento a 10.000 diez años después).[41]​ Debe mencionarse que los historiadores posteriores a la independencia decían que el rechazo de amplios sectores de la población a la «lucha justa contra España» se debía, según José Manuel Restrepo (1781-1863), a «el fanatismo religioso, el fanatismo por la monarquía y su funesta ignorancia llamándolos los hijos descarriados de Colombia».[42]​ Actuaron de un modo similar los marabinos, habitantes de una rica ciudad de 24.000 habitantes.[43]

A parte de los anteriores, los caquetíos de Santa Ana y Moruy también apoyaron largamente la causa monárquica. Desde 1810 participaron constantemente en las guerra de independencia, aportando varias veces numerosos contingentes al bando realista, durante la Segunda República la provincia de Coro estaba en poder del general español Cajigal, hombre al que dieron su apoyo.[44]​ Ya había tenido una participación activa en aniquilar el ejército republicano del Marqués del Toro.[45]​ Hacia 1821, tras la derrota en Carabobo, quedaron muy debilitados, siendo vencidos en San Francisco mientras que los criollos empezaran a desertar de las milicias creadas para defender Coro de los republicanos.[46]​ Terminaron culpándose entre ellos de su derrota. El cacique de Moruy murió poco después y el de Santa Ana huyo de los republicanos y rivales locales. Luego muchos indios fueron masacrados por los revolucionarios o terminaron suicidándose. Debido a esto no participaron de las contraofensivas de Morales. De los 8.000 que eran en 1800 quedaban 1.800 en 1821.[47]​ Durante el período posterior a la independencia terminaron por desaparecer como pueblo.

Rebelión de Santa Marta

Retrato del general José Antonio Páez, apodado el Centauro.

Santa Marta había sido siempre una región particularmente afecta al rey pero sometida tras la victoria de Prudencio Padilla sobre los monárquicos el 10 de noviembre de 1820 en San Juan de la Ciénaga (2.000 republicanos contra 1.800 realistas, principalmente indios de las localidades cercanas, muriendo cerca de 800 defensores).[48]​ Los vencidos supervivientes se refugiaron en las selvas samarias, a estos se sumaron poco después una columna de mil soldados que eran la guarnición de Mérida y conocedores del avance de Bolívar sobre la ciudad escaparon a Maracaibo y Santa Marta en un largo periplo donde muchos desertaron, el resto termino integrado a las guerrillas locales.[49]​ Parte importante del rechazo al nuevo régimen republicano venía de la leva forzada de dos millares de hombres de la región durante aquel año.[50]​ Para evitar aquello muchos huyeron a las montañas, uniéndose a las guerrillas.

Estas partidas de irregulares fueron particularmente exitosas, en vísperas del enfrentamiento en Carabobo los indios guajiros conseguirán cortar las líneas de suministros de los grancolombianos, aislando Riohacha y Maracaibo.[51]​ Pero en noviembre de 1821 intentaran asaltar Ocaña, fracaso que significara el final momentáneo del movimiento. La situación había cambiado completamente con la llegada de Morales a la región, en octubre de 1822 las columnas guerrilleras de Juan Salvador Anselmo Daza y Buenaventura de la Sierra salieron del valle del César y asediaron Valledupar.[52]

El caudillo principal de los guajiros era Miguel Gómez (Bolívar dio instrucciones de convencerlo de cambiar de bando o batirlo).[53]​ Estas tribus contaban con armas como flechas pero también de fuego, compradas por contrabando a marinos extranjeros, y podían sumar unos diez mil guerreros según datos de finales del siglo XVIII.[54]​ Menos de un mes después del éxito sobre Sardá las fuerzas de Morales son separadas de su aliado Gómez, estas últimas resultan destrozadas y deben volver a sus escondites. Riohacha se perdía definitivamente para el canario.[55]​ Las tropas de Padilla permanecieron tres meses ahí limpiando la zona de partidas guerrilleras.[56]​ Mientras el 31 de diciembre de ese año los indios de San Juan de la Ciénaga se alzaron en armas y unidos a los de Gaira, Bonda y Mamatoco atacaron Santa Marta al día siguiente. Tres o cinco centenares de indígenas capitaneados por el indio Juan Bustamante y el catalán Francisco Labarcés saquearon la ciudad, especialmente los hogares de los blancos considerados afines a la independencia, e izando por última vez la bandera real en el castillo del Morro.[57]

Los indios masacraron a los insurgentes que encontraron y la anarquía llegó a tal nivel que los realistas samarios eligieron al peninsular Vicente Puyales para que restableciera el orden.[58]​ La respuesta gubernamental no se hizo esperar y el general Montilla envió al coronel Francisco Carmona con 400 hombres contra San Juan. Finalmente, el 20 de enero Puyales claudicaba ante el comandante del destacamento. Después de ello, las partidas monárquicas fueron perseguidas, en particular la de Bustamante, un firme partidario de Morales y que contaba con 300 seguidores.[59]​ Mientras en Valledupar, el oficial realista Fiallo, que vivía oculto en la selva, tomó brevemente la ciudad con 800 combatientes. El movimiento fue prontamente aplastado y todos sus cabecillas capturados con excepción de Gómez.[59]​ Éste estuvo a punto de ser capturado, pero escapo lanzándose por un precipicio.[60]

Morales envió desde Maracaibo dos columnas a apoyar la insurrección al mando de los coroneles Narciso López y Antonio López de Mendoza hacia Perijá y Riohacha respectivamente.[61]​ Para marzo controlaban casi todos los pueblos entre Riohacha y Valledupar con apoyo de Gómez.[62]​ Sin embargo, el coronel Montilla consiguió rechazarlos, luego López de Mendoza y Gómez separaron sus fuerzas y así el republicano consiguió acabar con los indios cuando volvían a sus escondites, así, menos de un mes después de iniciar la expedición, los coroneles realistas volvían a su lugar de partida con sus tropas mermadas.[61][63]​ Los indios de Mamatoco y Bonda intentaron reconquistarla con 170 guerreros pero fueron rechazados y escaparon a los bosques.[64]​ De este modo, las guerrillas continuaron por algún tiempo pero en respuesta se ejerció una política represiva en Santa Marta, que incluyo el arresto de todos los españoles y americanos desafectos al nuevo régimen,[60]​ algunos terminaron en la cárcel de Chagres (Panamá) y otros reclutados a la fuerza en el ejército que combatía en Perú.[65]

Sumadas, las numerosas partidas que actuaron durante aquellos meses entre la Guajira y la Ciénaga Grande totalizaron tres o cuatro mil rebeldes monárquicos, principalmente campesinos indígenas mal armados.[66]

Contraofensivas republicanas

Retrato del general Rafael Urdaneta.

Las autoridades republicanas no podían permitir esto. Bolívar dio instrucciones a Francisco de Paula Santander (1792-1840) de acabar con el brigadier realista, además de informarle que no podría enviarle refuerzos.[67]​ Páez en enero de 1823 organizo una flotilla con la que bloqueo Puerto Cabello aprovechando que la escuadra monárquica estaba en Maracaibo, pero el 1 de mayo llegó una escuadra al mando de Ángel Laborde y Navarro (1772-1834) que lo rompió, apoderándose de dos corbetas. Por su parte, Padilla forzaba con su escuadra la barra de Maracaibo el día 8 y el 16 ocupaba brevemente la ciudad, aunque debió retirarse. Mientras que Morales, tras tomar Coro, se traslado por mar al lago de Maracaibo contra Trujillo y Mérida, amenazando el interior de Venezuela y Nueva Granada, dando la orden de ejecutar a todo extranjero capturado luchando por la república (en recuerdo de la Legión británica), derrotando a los generales Urdaneta y Lino de Clemente y Palacios (1767-1834). Luego regreso a Maracaibo (diciembre de 1822-enero de 1823). A comienzos de 1823 los republicanos aprovechan que Morales había partido de Coro para reconquistar la ciudad, pero recién el 10 de junio fue ocupada tras el combate de Cumarebo.

Sabedores de esto, los jefes republicanos decidieron aprovechar la distancia entre las unidades realistas para acabarlas por separado. En mayo Montilla y Manuel Manrique (1793-1823) iniciaron un avance coordinado contra Maracaibo por la costa. El primero tenía 2.500 en el este y el segundo 1.200 en el oeste, esperaban reunir unos 4.000 al reclutar las guarniciones que encontraran en el camino.[68]​ Rápidamente cortaron las vías de comunicación hacia la ciudad, que pronto empezó a pasar hambre. Por su parte, Morales no se atrevió a reunir todas sus fuerzas, pensaba que los nuevos contingentes que se le habían sumado planeaban deponerlo y reemplazarlo con su lugarteniente Sebastián de la Calzada (1770-1824), en especial, los corianos, pueblo que había demostrado una fidelidad fiera al rey a pesar de lo devastadora que les era la guerra.[69]​ Por esta razón Morales ordeno a La Calzada dirigir la guarnición de Puerto Cabello.

La atención del comandante español estaba dividida entre las unidades de Montilla y Manrique. En junio reunió 2.000 soldados para enfrentar los 3.000 hombres que traía Montilla desde Riohacha, mientras la división de Manrique se ralentizaba a causa del clima y las guerrillas corianas.[70]​ Además, envió un fuerte destacamento a Perijá para auxiliar la guarnición contra las numerosas guerrillas patriotas que ahí pululaban, pero su comandante, Calixto Rodríguez, cambio de bando y terminó acaudillando las partidas, causando muchos daños a sus antiguos camaradas de armas.[71]​ La amenaza principal, el cuerpo de Montilla, era también acosado por los guajiros, los convoyes con víveres sufrían constantes ataques y todo soldado que quedaba rezagado o se separaba de la columna podía ser dado por muerto. Finalmente, al llegar a la estancia de Cojoro el general republicano dio orden de regresar a Riohacha.[72]

La escuadra de Laborde siguió hasta Maracaibo, pero para entrar al lago homónimo tuvo que dejar atrás a los más poderosos barcos que tenía, por su mayor calado, lo que fue aprovechado por Padilla para bloquear el puerto. Al final, la flota de Laborde fue vencida en la batalla naval del lago de Maracaibo el 24 de julio de 1823. La situación en la ciudad se hizo insostenible, logrando algunos navíos con Laborde y La Calzada forzar el cerco naval y llegar a Puerto Cabello. Planeaban ir a ésta ciudad y conseguir tropas, mientras Morales llegaba por tierra a Coro para reunirse ahí con la flota, embarcarse y atacar Caracas, aprovechando que en la provincia de Maracaibo estaba el grueso del ejército grancolombiano de Venezuela.[67]​ El plan nunca pudo realizarse porque Morales nunca pudo salir de la ciudad y tuvo que capitular el 3 de agosto ante el brigadier Manrique, embarcándose un día más tarde con un millar de sus tropas hacia Santiago de Cuba.[73]​ El resto de sus tropas (unos dos mil hombres) se desmovilizaron o integraron al ejército independentista.[74]

Retrato del general José Francisco Bermúdez, llamado José Francisco Pueblo.

Sabedor de esto, La Calzada ordeno la evacuación de Puerto Cabello de todo el personal incapaz de combatir a La Habana y Puerto Rico.[67]​ El 23 de septiembre se iniciaba el quinto y último asedio de la ciudad de manos de Santiago Mariño (1788-1854). A continuación, el brigadier español decidió atrincherarse en el castillo San Felipe mientras los grancolombianos reunían 3.000 soldados a su alrededor. Páez le solicito su rendición el 31 de octubre, La Calzada, a pesar de saber que la guerra estaba perdida se negó, esperando ayuda de Laborde; para ese entonces se había iniciado un nuevo bloqueo naval a la ciudad por dieciocho barcos.[75]​ En la noche del 7 y 8 de noviembre las tropas de Páez asaltaron la urbe liderados por los tenientes coroneles brasileño José Inácio de Abreu e Lima (1794-1869) y José Francisco Farfán (m. 1840), caen las baterías de Corito, de La Princesa y de El Príncipe, provocándose la capitulación de La Calzada con sus últimos 56 oficiales y 539 soldados.[76]​ El coriano Carrera y de la Colina aprovecha la confusión para huir de la ciudad al castillo con algunos oficiales y soldados, donde resistirá hasta el día 10. Tras la capitulación se embarcaran a Cuba con muchos de los vecinos de la localidad.[76]​ A comienzos de 1824 La Calzada es liberado y enviado a Cuba.[77]

Consecuencias

A pesar de que este se considera tradicionalmente el final de la guerra durante varios años más rebeliones y guerrillas de carácter monárquico continuaron azolando una devastada Venezuela. En la Nueva Granada (actual Colombia), tras pacificar la costa caribeña solamente quedó como último bastión realista la región de Pasto en el sur por unos años más. En fechas tan tardías como 1826 Bolívar seguía temiendo que los corianos se sumaran en masa a apoyar cualquier intento español de reconquista:

Ni aun a mi llegada se acercan a verme como que sus pastores son jefes españoles. Yo creo que si los españoles se acercan a estas costas, levantarán 4 ó 5.000 indios en esta sola provincia. La nobleza de este país permanece renuente y abstraída de todo; pero cobrando millones y Coro no ha valido jamás un millón (Carta de Bolívar a Urdaneta, Coro, 24 de diciembre de 1826).[78]

Estallaron cada cierto tiempo de revueltas negros incitados por sacerdotes contra el reclutamiento forzado al grito de «¡Viva el Rey y mueran los blancos!». Como en Curiepe en 1822, Isla Margarita y Petare, suburbio de Caracas, en 1824.[79]​ No eran las primeras ni serían las últimas, en 1812 se habían alzado por las mismas razones contra la Primera República en Barlovento y en 1835 y 1845 en Caucagua y Ocumare respectivamente.[80]​ Revueltas así se veían facilitadas por el clima de anarquía que había en gran parte de Venezuela, grupos de llaneros o de soldados licenciados, acostumbrados por años a extorsionar o simplemente saquear las propiedades ajenas, continuaron hacerlo una vez acabada la guerra, afectando principalmente Apure.[81]

Sin embargo, en una fecha tan tardía como 1830 la guerrilla realista del indio José Dionisio Cisneros (1796-1847), activa desde la derrota de Carabobo, conseguía apoderarse de los Valles del Tuy y de Aragua en medio del caos producido por el fin de la Gran Colombia y la caída de Bolívar.[82]​ Esta partida de bandoleros, campesinos y antiguos soldados llegó a alcanzar el millar de hombres que operaban incluso muy cerca de Caracas lo que motivo una ofensiva contra ellos capitaneada por Felipe Macero Prócer (1777-1865). En noviembre de 1831 se acordó una amnistía con Páez para él y sus tropas siendo incorporados al ejército nacional.[83]

Otro movimiento monárquico venezolano tardío fue la incursión del coronel José Arizábalo que en 1827 desembarca en Venezuela logrando formar una pequeña guerrilla logrando aliarse a Cisneros, llegara a contar con el apoyo de varios bandoleros locales hasta juntar una fuerza de 2.000 hombres para alzarse contra la nueva república[84]​ (Páez dirá que las guerrillas que amenazaban directamente Caracas llegaron a un número de 3.000 en diversas partidas).[85]​ Cisneros destaco por sus masacres de blancos a manos de indios y negros, algo que asombro a Arizábalo.[86]​ En 1829 dejan de recibir apoyo de Puerto Rico debido a que su suministrador, Laborde, estaba ocupado en una fallida expedición a México, por lo que Arizábalo se verá obligado a capitular.

El plan de ambos guerrilleros era aprovechar la inestabilidad interna (y el descontento que esta causaba con la independencia) en Venezuela para reactivar el movimiento realista, garantizando el apoyo local a cualquier expedición que pudiera enviarse desde España para la reconquista de las provincias de Ultramar. Estos planes se vieron cancelados por la muerte de Fernando VII en 1833 y la guerra civil en la que se sumergió España, el posterior gobierno liberal triunfador estaba más interesado en imponer sus reformas que reconquistar América por lo que a la larga reconocería las independencias.

Referencias

  1. Palacios, 2002: 221-222
  2. Elliott, 2009: 571
  3. a b c Palacios, 2002: 222
  4. Larrazábal, 1883: 29; Restrepo, 1858b: 11
  5. Marley, 2005: 756; Mitre, 2003: 423
  6. Marley, 2005: 756
  7. Helg, 2004: 162, Henao, 1984: 43; Sæther, 2005: 218; Thibaud, 2003: 454
  8. Diago, 2005: 166
  9. Blanco, 2011: 403. Carta del general Padilla a Francisco de Paula Santander, presente en: Ureta, José (1889). El gran almirante José Padilla. Cartagena: Edición oficial, tipografía de Antonio Araujo, pp. 304-306; Vergara, José R. & Fernando Baena (1922). Barranquilla: su pasado y su presente. Barranquilla: Banco Dungand, pp. 122-124.
  10. Sæther, 2005: 221
  11. Rivas, 1934: 235
  12. Sæther, 2005: 222. Nacido en Riohacha aproximadamente en 1770 como hijo del capitán de milicia Gabriel Gómez estaba clasificado como "pardo" en los registros. Era teniente de una compañía de milicianos de color.
  13. Palacios, 2002: 221
  14. López, 2005: 141-143; Mitre, 2003: 423
  15. López, 2005: 167
  16. López, 2005: 151; Mitre, 2003: 423
  17. Zamora, 2008: 67
  18. Briceño, 1973: 298
  19. Mitre, 2003: 425
  20. Castillo Lara, Lucas G. (1993). Los olvidados próceres de Aragua. Caracas: Academia Nacional de la Historia, pp. 170. ISBN 978-9-80222-749-5. A finales de 1820 los republicanos lanzaron una exitosa ofensiva en el oriente, conquistando Barcelona y toda su provincia. Desde ahí en abril siguiente lanzaron contra Caracas una ofensiva de distracción que obligo a Latorre a dividir sus fuerzas.
  21. Mitre, 2003: 425; Henao, 1984: 43
  22. a b Sanz, 2002: 224
  23. Restrepo, 1858b: 141
  24. Lovera, 2011: 23
  25. Arcaya, Pedro Manuel (1974) [1916]. La guerra de la independencia en Coro y Paraguaná. Caracas: Cromotip, pp. 21
  26. Zarama, 2004: 108
  27. Arcaya, 1974: 30
  28. Restrepo, 1858b: 198
  29. a b Baralt, Rafael María & Ramón Díaz (1841). Resúmen de la historia de Venezuela desde el año de 1797 hasta el de 1830. Tomo I. París: Imprenta de H. Fournier, pp. 80.
  30. Walker, Alexander (1822). Colombia: siendo una relacion geografica, topografica, agricultural, comercial, politca, &c. de aquel pays, adaptada para todo lector en general, y para el comerciante y colono en particular'. Tomo II. Londres: Baldwin, Cradock, y Joy, pp. 549.
  31. Hernández, 1999: 33; Manzo, 1981: 87
  32. Scott, 1824: 356
  33. Valencia, 1993: 375; Walker, 1822: 549. Hablaban de 3.000 soldados usados en las mismas.
  34. Espinosa, 1988; Tarre, 1986: 112
  35. Benedetti, 1887: 644 Un batallón perdió 220 de sus 228 efectivos y otro 393 de 482.
  36. Montenegro, 1837: 385
  37. Arcaya, 1974: 40
  38. Zarama, 2004: 111-113
  39. Lovera, 2007: 136
  40. Lumbreras, 2003: 156
  41. Toro, 2008: 22
  42. Zamara, 2004: 114-115
  43. Chen, 1979: 20
  44. Zarama, 2004: 112
  45. Lovera, 2011: 23
  46. Lovera, 2011: 24-25
  47. Zarama, 2004: 112
  48. Sæther, 2005: 217
  49. Restrepo, 2009b: 63. Bolívar entro el 1 de octubre de 1820 en Mérida.
  50. Pérez, 1982: 208
  51. Polo, 2005: 60
  52. Sæther, 2005: 218
  53. Pérez, 1972: 50
  54. Moreno, 1984: 171
  55. Castro, 1979: 140
  56. Delgado, 1973: 38
  57. Borda, 1904: 172; Helg, 2004: 162; Restrepo, 1858b: 286
  58. Groot, 1870: 212
  59. a b Groot, 1870: 212; Henao, 1984: 43
  60. a b Castro, 1979: 135
  61. a b Castro Pimienta, Kerennys; María Balcázar Aristizábal; Mauricio Blanco Montero; Linda Gámez Montero; Tomás Ramírez Díaz & Emel Ballesteros Sepúlveda (2010). El papel que jugó El Molino en el proceso de independencia de Colombia. El Molino: Construyendo Respuestas.
  62. Sæther, 2005: 228
  63. Castro, 1979: 140
  64. Restrepo, 2009b: 255
  65. Restrepo, 1858b: 289
  66. Cevallos, 1870: 35
  67. a b c Suárez, 1992: 322
  68. Torrente, 1830: 431
  69. Torrente, 1830: 432
  70. Restrepo, 1858b: 316-317; 2009b: 279
  71. Restrepo, 2009b: 279
  72. Restrepo, 1858b: 319
  73. Torrente, 1830: 435
  74. Restrepo, 2009b: 227
  75. Dellepiane, 1939: 58. En esos momentos el ejército republicano era de unos 12.000 hombres, contando solo a los profesiones que había entre Valencia y La Guaira.
  76. a b Urdaneta, 2007: 338
  77. Bolívar ya planea anexarse Cuba y Puerto Rico, una expedición poderosa al mando de Páez, Padilla y Sucre.
  78. Egea López, Antonio (1985). "La resistencia española en Sudamérica tras Ayacucho, a través del Diario Mercantil de Cádiz". Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz. Cádiz: Universidad de Cádiz, pp. 233.
  79. Cussen, 1992: 115; De Madariaga, 1975: 330; Rivera, 1992: 172
  80. Gómez, Lucy. "Quien me dice negro, me pone corona". Web articulista. 19 de julio de 2009. Consultado el 12 de febrero de 2014.
  81. Rosario, 1992: 166
  82. Esteves, 2006: 10
  83. Palacios, 1989
  84. Filippi, 1992: 169-170
  85. Paéz, 1829: 285
  86. Straka, 2000: 445

Bibliografía

  • Benedetti, Carlos (1887). Historia de Colombia. Lima: Imprenta de C. Prince.
  • Blanco Barros, José Agustín (2011). Obras completas. Barranquilla. Tomo I. Bogotá: Kimpres. ISBN 978-9-58741-052-5.
  • Borda, José Joaquín (1904). Compendio de historia de Colombia. Bogotá: Liberia Nueva.
  • Briceño Perozo, Mario (1973). José Antonio Páez: visto por seis historiadores. Caracas: Congreso de la República.
  • Castro Trespalacios, Pedro (1979). Culturas aborígenes cesarenses e independencia de Valle de Upar. Valledupar: Casa de la Cultura de Valledupar.
  • Cevallos, Pedro Fermín (1870). Resumen de la historia del Ecuador desde su orijen hasta 1845. Tomo III. Lima: Imprenta del Estado.
  • Chen, Chi-Yi & Michel Piccouet (1979). Dinámica de la población: caso de Venezuela. Caracas: Universidad Católica Andrés Bello.
  • Cussen, Antonio (1992). Bello and Bolívar: Poetry and Politics in the Spanish American Revolution. Cambridge: Cambridge University Press. ISBN 978-0-52141-248-3.
  • De Madariaga, Salvador (1975) [1958]. El Ciclo Hispánico: El ocaso del imperio español en América. Bolívar. Tomo II. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.
  • Delgado Nieto, Carlos (1973). José Padilla, estampa de un almirante. Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura.
  • Dellepiane, Antonio; Mariano de Vedia y Mitre & Rómulo Zabala (1939). El Argos de Buenos Aires. Tomo III. Buenos Aires: Taller de artes gráficas Futura.
  • Diago Julio, Lázaro (2005). Riohacha, fénix del Caribe. Tomo I. Riohacha: Fondo Mixto para la Promoción de la Cultura y de las Artes de La Guajira.
  • Elliott, John H. (2009) [2006]. Imperios del mundo atlántico. España y Gran Bretaña en América, 1492-1830. México, Madrid: Taurus. Traducción de Marta Balcells. ISBN 978-6-07110-082-5.
  • Espinosa Goitizolo, Reinaldo; Guillermo Grau Guardarrama & Nelsy Babiel Gutiérrez (1988). Atlas mínimo histórico biográfico y militar Simón Bolívar. La Habana: Pueblo y educación.
  • Esteves González, Edgar (2006). Las Guerras de los Caudillos. Caracas: El Nacional. ISBN 978-9-80388-247-1.
  • Filippi, Alberto & Alberto Gil Novales (1992). Bolívar y Europa en las crónicas, el pensamiento político y la historiografía: siglos XIX y XX. Tomo II. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República. ISBN 978-9-80265-361-4.
  • Groot, José Manuel (1870). Historia eclesiástica y civil de Nueva Granada: escrita sobre documentos auténticos. Tomo III. Bogotá: Imprenta de Medardo Rívas.
  • Henao, Jesús María & Gerardo Aruba (1984). Historia de Colombia. Tomo II. Bogotá: Plaza & Jánes.
  • Hernández, Adriana (1999). Jurisprudencia, liberalismo y diplomacia: la vida pública de Julián Viso (1822-1900). Caracas: Instituto de Altos Estudios Diplomáticos "Pedro Gual", Ministerio de Relaciones Exteriores. ISBN 978-9-80075-711-6.
  • Larrazábal, Felipe (1883). La vida y correspondencia del general Libertador Simón Bolívar. Tomo II. Nueva York: Andrés Cassard.
  • López Contreras, Eleazar (2005) [1930]. Bolívar, conductor de tropas. Caracas: Presidencia de la República. ISBN 978-9-80030-339-9.
  • Lovera Reyes, Elina (2007). De leales monárquicos a ciudadanos republicanos: Coro 1810-1858. Caracas: Academia Nacional de Historia. ISBN 978-9-80222-999-4.
  • Lovera Reyes, Elina (2011). “El fidelismo de los indios caquetíos de Coro durante la independencia de Venezuela”. Tiempo y Espacio. Vol. 21, no. 56: 9-29.
  • Lumbreras, Luis Guillermo (2003). Historia de América andina: Creación de las repúblicas y formación de la nación. Tomo V. Quito: Libresa. ISBN 978-9-97880-510-7.
  • Manzo Núñez, Torcuato (1981). Historia del Estado Carabobo. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República.
  • Marley, David (2005). Historic Cities of the Americas: The Caribbean, Mexico and Central America. Santa Bárbara: ABC-CLIO. ISBN 978-1-57607-027-7.
  • Mitre, Bartolomé (1907). Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana. Tomo V. Buenos Aires: Imprenta de la Nación.
  • Mitre, Bartolomé (2003). The Emancipation of South America. A condensed translation of History of San Martin by General Don Bartolomé Mitre. Traducción de William Pilling. Buenos Aires: Stockcero. ISBN 978-9-87205-060-3.
  • Montenegro Colón, Feliciano (1837). Geografía general para el uso de la juventud de Venezuela. Tomo IV. Caracas: Imprenta de A. Damiron.
  • Moreno, Josefina & Alberto Tarazona (1984). Materiales para el estudio de las relaciones interétnicas en la Guajira, siglo XVIII: documentos y mapas. Caracas: Academia Nacional de Historia.
  • Páez, José Antonio (1829). Oficio del jefe superior de Venezuela al secretario general del Libertador. República de Colombia. No. 58, 16 de mayo de 1828, Caracas. Editado en Colección de Documentos relativos a la vida pública del Libertador de Colombia y del Perú Simón Bolívar, para servir a la historia de la independencia del Suramérica. Tomo XIII. Caracas: Imprenta de G. F. Devisme, pp. 283-301.
  • Palacios Herrera, Oscar (1989). Dionisio Cisneros, el último realista. Caracas: Academia. Nacional de la Historia. ISBN 978-9-80222-333-6.
  • Palacios, Marcos & Frank Safford (2002). Colombia: país fragmentado, sociedad dividida: su historia. Bogotá: Norma. ISBN 978-9-58046-509-6.
  • Pérez Tenreiro, Tomás (1972). Los sucesos militares de Coro en los años de 1821 y 1822. Caracas: Archivo General de la Nación.
  • Pí y Margall, Francisco & Francisco de Pi y Arsuaga (1903). Historia de España en el siglo XIX: sucesos políticos, económicos, sociales y artísticos. Tomo II. Madrid: Seguí.
  • Polo Acuña, José (2005). Etnicidad, conflicto social y cultura fronteriza en la Guajira: 1700-1850. Bogotá: Facultad de Ciencias Sociales-Ceso de la Universidad de los Andes. ISBN 978-9-58695-171-5.
  • Restrepo, José Manuel (1858a). Historia de la Revolución de la República de Colombia en la América Meridional. Tomo I. Besazon: Imprenta de José Jacquin.
  • Restrepo, Juan Manuel (1858b). Historia de la revolución de la República de Colombia en la América Meridional. Tomo III. Besanzon: Imprenta de José Jacquin.
  • Restrepo, José Manuel (2009) [1827]. Historia de la Revolución de la República de Colombia en la América Meridional. Tomo I. Medellín: Universidad de Antioquia. Edición de Leticia Bernal Villegas. ISBN 978-9-58714-259-4.
  • Restrepo, José Manuel (2009b) [1827]. Historia de la Revolución de la República de Colombia en la América Meridional. Tomo II. Medellín: Universidad de Antioquia. Edición de Leticia Bernal Villegas. ISBN 978-9-58714-259-4.
  • Rivera, Raquel Rosario (1992). Los emigrantes llegados a Puerto Rico procedentes de Venezuela entre 1810-1848,(incluye registro de emigrados). Puerto Rico: Hato Rey.
  • Sæther, Steinar A. (2005). Identidades e independencia en Santa Marta y Riohacha, 1750-1850. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia. ISBN 978-9-58818-129-5.
  • Sanz, Víctor (2002). Nuevo bosquejo de historia de España. Caracas: Universidad Central de Venezuela, Ediciones de la Biblioteca EBUC. ISBN 978-9-80002-094-4.
  • Scott, Sir Walter (1824). The Edinburgh anual register. Tomo XV. Londres: John Ballantyne and Company.
  • Straka, Tomás (2000). La voz de los vencidos. Ideas del partido realista de Caracas, 1810-1821. Caracas: Universidad Central de Venezuela. ISBN 978-9-80674-145-4.
  • Suárez Fernández, Luis (1992). Historia general de España y América: Emancipación y nacionalidades americanas. Tomo XIII. Madrid: Rialp. ISBN 978-8-43212-119-7.
  • Tarre Murzi, Alfredo (1986). Biografía de Maracaibo. Maracaibo: Fundación Belloso.
  • Thibaud, Clément (2003). Repúblicas en armas: los ejércitos bolivarianos en la Guerra de Independencia en Colombia y Venezuela. Bogotá: Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA). ISBN 978-9-58420-614-5.
  • Toro Jiménez, Fermín (2008). Historia diplomática de Venezuela: 1810-1830. Caracas: Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezuela. ISBN 978-9-80002-490-4.
  • Torrente, Mariano (1830). Historia de la revolución hispano-americana. Tomo III. Madrid: Imprenta de Moreno.
  • Urdaneta, Ramón (2007). Historia Oculta de Venezuela: 1498-2000. Caracas: Fundur.
  • Valencia Tovar, Álvaro & José Manuel Villalobos Barradas (1993). Historia de las fuerzas militares de Colombia. Bogotá: Planeta. ISBN 978-9-58614-355-4.
  • Rivas Vicuña, Francisco (1934). Las Guerras de Bolívar. Tomo LIII. Bogotá: Imprenta Nacional.
  • Zarama Rincón, Rosa Isabel (2004). "Héroes y Antihéroes en Pasto y Coro, 1821-1824". Montalban. Caracas: Universidad Católica Andrés Bello, no. 38.
  • Zamora R., Augusto (2008). Ensayo sobre el subdesarrollo: Latinoamérica, 200 años después. Madrid: Ediciones AKAL. ISBN 978-8-49679-714-7.

Véase también