Campaña de Extremadura

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Campaña de Extremadura
Guerra Civil Española
Parte de Guerra civil española
Fecha 3 - 28 de agosto de 1936
Lugar Norte de Sevilla y Extremadura (España)
Resultado Decisiva victoria sublevada
Beligerantes
Bandera de España República Española Bandera de España Fuerzas sublevadas[n. 1]
Apoyados por:
Bandera de Alemania Alemania nazi
Bandera de Portugal Portugal[n. 2]
Comandantes
Bandera de España José Riquelme
Bandera de España Ildefonso Puigdendolas
Bandera de España Juan Yagüe Blanco
Bandera de España Carlos Asensio
Bandera de España Antonio Castejón
Bandera de España Fernando Barrón
Bandera de España Helí Rolando de Tella y Cantos

La Campaña de Extremadura[1]​ es el nombre por el que se conoce a un episodio bélico de la Guerra Civil Española durante el cual el ejército sublevado logró unir las dos zonas principales en las que había triunfado el levantamiento del 18 de julio, el centro norte peninsular y el Marruecos español, y reunir así al Ejército de África con el Ejército del Norte. La ofensiva se concretó con la batalla de Badajoz en agosto de 1936, a partir de la cual las tropas del Ejército de África bajo el mando de Francisco Franco avanzaron rápidamente por Extremadura para iniciar la marcha hacia Madrid.

Desarrollo

Desde finales de julio, poco después de fracaso de la Sublevación militar, la Alemania nazi había proporcionado aviones de transporte para que trasladaran a Sevilla a los efectivos del Ejército de África.[1]​ Desde el 29 de julio al 5 de agosto los alemanes transportaron unos 1.500 africanos a la capital hispalense; A partir de ese día la cifra fue de 500 la cifra de soldados trasladados por aire diariamente.[1]​ Además, el 5 de agosto un convoy sublevado logró cruzar el Estrecho de Gibraltar y trasladar a otros 3.000 soldados africanos a la península junto con todo su equipamiento.[2]​ Así pues, pudo organizarse una columna militar bien pertrechada y liderada por militares africanistas como Franco, Yagüe, Asensio, Barrón, Castejón o Tella.[2]

Estas fuerzas alcanzaron un tamaño de 8.000 hombres apoyados por baterías de artillería y camiones, además de la cobertura aérea ofrecida por bombardearos italianos y alemanes que les concedían el dominio local del aire.[2]​ Durante su avance por el norte de la provincia de Sevilla y Extremadura la brutalidad de los legionarios y los marroquíes fue implacable.[3]​ Se habla de más de 1.000 civiles asesinados por regulares africanos durante la toma de Almendralejo, según informó la prensa portuguesa de la época.[3]​ El avance continuó sin oposición y así Yagüe llegó a Mérida el 10 de agosto, tras recorrer más 300 Km menos de una semana.[3]​ Tras un combate de unas pocas horas, los sublevados lograron conquistar el puente romano que hay el río Guadiana y hacerse con el control de la antigua capital de la Lusitania.[3]​ La batalla de Mérida constituyó una importante victoria para los sublevados dado que logró unificar zonas sur y norte que en aquel entonces controlaban, además de haber dejado aislada a Badajoz.[3]​ El 11 de agosto las milicias republicanas que habían huido de Mérida se vieron reforzadas por 2.000 guardias de asalto y guardias civiles venidos desde Madrid y lanzaron un contraataque, pero las fuerzas de Tella lograron resistir.[4]​ Mientras tanto las fuerzas de Yagüe se dirigieron rápidamente a Badajoz, ciudad que había quedado cercada con una guarnición de 8.000 milicianos al mando de Ildefonso Puigdendolas y se encontraba de espaldas a Portugal, cuyo régimen era poco favorable a la República española.[4]​ El 14 de agosto fuerzas de la Legión lanzaron el primer asalto contra la ciudad, que fue rechazado por las ametralladoras republicanas, pero un segundo asalto logró penetrar en el casco antiguo de la ciudad; No obstante, de la fuerza de asalto original solo quedaron vivos unos pocos legionarios.[4]​ Los sublevados continuaron avanzando por las calles hasta alcanzar el centro de la ciudad, aunque la lucha urbana continuó hasta el anochecer de aquel día. Tras esto sobrevino una sangrienta represión, la denominada masacre de Badajoz, quedando la ciudad sembrada de cadáveres.[4]

Las matanzas en Badajoz continuaron al día siguiente, alargándose incluso durante las siguientes semanas. El régimen salazarista de Portugal contribuyó en no poca medida a la represión cuando procedió a entregar a los militares sublevados un buen número de refugiados que habían huido al país luso desde Badajoz.[5]​ La batalla de Badajoz significó el cierre definitivo de la frontera portuguesa a la Segunda República.[5]

El 20 de agosto las unidades de Yagüe iniciaron un nuevo avance, esta vez en dirección hacia Madrid. Las fuerzas de Tella alcanzaron Navalmoral de la Mata solo tres días después, lo que suponía haber alcanzado el valle del río Tajo y el camino abierto hacia la capital.[6]​ Las fuerzas republicanas al mando del General Riquelme presentaron batalla en esta ocasión, aunque solo consiguieron retrasar el avance sublevado.[6]​ En la zona de Guadalupe hubo una nueva desbandada de los milicianos republicanos.[6]​ Para el 28 de agosto todas las fuerzas sublevadas se encontraban ya en la zona del valle del Tajo, avanzando directamente hacia Madrid.[6]

Consecuencias

Esta rápida campaña resultó en una gran victoria militar y propagandística para los sublevados, tras haberse saldado un avance de 500 kilómetros en alrededor de un mes.[7]​ Especialmente, fue un triunfo para Franco, dado que algunos le habían criticado la estrategia y la ruta de avance hacia Madrid escogidas, dado que Extremadura era la ruta más larga por el oeste.[7]​ Y en cierta medida, este éxito consolidó aún más la posición de Franco frente a las de los generales Mola o Queipo de Llano.[7]

Notas

  1. En los primeros momentos de la Guerra, las fuerzas sublevadas no tenían una bandera diferente a la del resto del ejército. El 29 de agosto de 1936 un decreto de la Junta de Defensa Nacional (organismo que ostentaba la Jefatura del Estado en la zona nacional) restableció la bandera bicolor, roja y gualda.
  2. El Portugal salazarista colaboró con los sublevados mediante el cierre de fronteras a los republicanos y el paso de armas alemanas por su territorio. Tras la Batalla de Badajoz, entregó a todos los refugiados republicanos que habían huido a su territorio por temor a las represalias, aún sabiendo de la Masacre que estaba teniendo lugar en la retaguardia.

Referencias

  1. a b c Hugh Thomas (1976); pág. 402
  2. a b c Hugh Thomas (1976); pág. 403
  3. a b c d e Hugh Thomas (1976); pág. 404
  4. a b c d Hugh Thomas (1976); pág. 405
  5. a b Hugh Thomas (1976); pág. 407
  6. a b c d Hugh Thomas (1976); pág. 408
  7. a b c Hugh Thomas (1976); pág. 409

Bibliografía