La Gioconda

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Plantilla:Pintura El cuadro La Gioconda, conocido también como la Mona Lisa, Monna Lisa o Madonna Elisa, es una obra pictórica de Leonardo da Vinci que nunca ha sido tasada.[1]​ Desde el siglo XVI es propiedad del Estado Francés, el cual la expone en el museo del Louvre. Su nombre oficial es Gioconda (cuya traducción del italiano al castellano es alegre) en honor a la tesis más fuerte acerca de la identidad de la modelo, apoyada en que era esposa de Francesco Bartolomeo del Giocondo y que su nombre era Lisa Gherardini.

Es un óleo sobre tabla de álamo de 77 x 53 cm, pintado entre 1503 y 1506,[2]​ y retocado varias veces por el autor. La técnica usada fue el sfumato, técnica muy característica de Leonardo. El cuadro está protegido por múltiples sistemas de seguridad y ambientado para su preservación óptima.[3]​ Es revisado constantemente para verificar y prevenir su deterioro.

Además, se han usado herramientas tecnológicas para la investigación de enigmas que rodean la obra. Por medio de estudios históricos se ha determinado que la modelo podría ser una vecina de Leonardo, que podrían conocerse sus descendientes y que la modelo podría haber estado embarazada.[4]​ Pese a todas las suposiciones, las respuestas en firme a los varios interrogantes en torno a la obra de arte resultan francamente insuficientes, lo cual genera más curiosidad entre los admiradores del cuadro.

La fama de esta pintura no se basa únicamente en la técnica empleada o en su belleza, sino en los misterios y enigmas que la rodean. Sus constantes traslados y cambios de dueño, el robo que sufrió en 1911, las reproducciones realizadas,[5]​ los enigmas como la identidad de la modelo o el secreto de su sonrisa,[4]​ las múltiples obras de arte que se han inspirado en el cuadro y las parodias existentes, convierten a La Gioconda en el cuadro más famoso del mundo, siendo visitado por millones de personas anualmente.[6]

Su autor

Leonardo da Vinci.

Leonardo da Vinci nació en el pequeño pueblo de Vinci, Italia. Fue fruto de la relación ilegítima del notario Ser Piero y de su sirvienta, Catarina Vacca.[2]​ A los 14 años entró en el prestigioso taller del pintor florentino Andrea Verrochio, donde estudió junto a Sandro Botticelli y Perugino.[7]​ Desarrolló el estudio de las matemáticas, geometría, perspectiva y todas las ciencias de la observación del medio natural,[8]​ las cuales se consideraban indispensables en la época. Como educación complementaria, estudió arquitectura e ingeniería.[9]​ Leonardo fue un Humanista Renacentista, destacado en múltiples disciplinas.[10]​ Sirvió a personas tan distintas e influyentes como Lorenzo de Médici, al Duque de Sforza, a los soberanos de Mantua y al rey Francisco I de Francia.[8]

En cuanto a su producción artística, puede subrayarse su vasta cantidad y diversidad. Entre sus obras más destacadas están La Virgen de las Rocas, La batalla de Anghiari (por la que sostuvo una disputa con Miguel Ángel), La Última Cena, obra innovadora y la Gioconda.[8]

Historia

Rey Francisco I de Francia, quien poseyó el cuadro por algún tiempo.

La Gioconda es el retrato más famoso de la historia y quizás el cuadro más famoso de la pintura occidental.[11][12]​ Su fama se debe probablemente a las múltiples referencias literarias, a las diversas interpretaciones sobre la protagonista y al robo escandaloso ocurrido el 21 de agosto de 1911.

Es además la última gran obra de Leonardo, si se tiene en cuenta que siguió retocándola hasta sus últimos años.[13]​ Cuando se marchó a Roma a instancias del nuevo Papa, su vida se hizo monótona y nada productiva.[14]​ Leonardo falleció sin encargos importantes, bajo la protección de León X, Giovanni de Médici, hijo del gran Lorenzo de Médici.[15][16]

Después de terminar el cuadro, Leonardo llevó su obra a Roma y luego a Francia, donde se conservó hasta su fallecimiento.[17]​ Se sabe que pasó a manos del rey francés Francisco I, quien la habría comprado a un valor de 12.000 francos (4.000 escudos de oro),[18]​ aunque no está claro si fue en 1517, antes de la muerte del artista, o con posterioridad a su fallecimiento en 1519.[19]​ Tras la muerte del rey, la obra pasó a Fontainebleau, luego a París y más tarde al palacio de Versalles. Sin embargo, está comprobado que permaneció en las colecciones reales francesas y que en el siglo XIX, Napoleón Bonaparte lo tuvo guardado en el palacio de las Tullerías tras una temporada en su casa de habitación.[20]​ Con la Revolución francesa llegó al museo del Louvre donde se encuentra actualmente; Napoleón lo retiró de allí para colocarlo en su cámara personal. Finalmente regresó al museo,[6]​ donde se alojó hasta 2005 en la Sala Rosa, siendo trasladada en ese año al Salón de los Estados.[21]​ Es pertinente decir que la mayoría de datos acerca del cuadro se poseen gracias al trabajo biográfico del pintor contemporáneo Giorgio Vasari.[22][23]

Técnica

Pintura exhibiéndose tras el cristal antibalas en el Louvre

Leonardo dibujó el esbozo del cuadro y después aplicó el óleo diluido en aceite esencial. La técnica se conoce como Sfumato,[24][25]​ la cual incluye un difuminado de los contornos de la figura, un juego de luces y sombras,[2]​ que dan una sensación de tres dimensiones a la figura.[26]

El cuadro se sostiene sobre una tabla de madera de álamo extremadamente frágil recubierta por varias capas de enlucido.[27]​ Se conserva en una urna de cristal de 40 cm de espesor a prueba de balas,[21][2]​ tratada de manera especial para evitar los reflejos.[21]​ La cámara que alberga el cuadro está diseñada para mantener una temperatura constante de 20ºC y 50% de humedad relativa, lo cual busca garantizar las condiciones óptimas para los cuidados de la pintura.[21][28]

La pintura tiene una grieta de 12 centímetros en la mitad superior, probablemente debido a la eliminación del marco original, aunque un estudio con infrarrojos, revela que la grieta puede ser tan antigua como el lienzo mismo;[29]​ dicha grieta fue reparada entre mitad del siglo XVIII y principios del XIX.[30]​ En la actualidad, se ha determinado que es estable y no ha empeorado con el tiempo.[30]

Sin embargo, para descartar cualquier peligro, en 2004 se conformó un equipo de curadores franceses, quienes vigilan permanentemente el estado de la pintura, previniendo cualquier alteración provocada por el tiempo.[31]

Descripción de la obra

La dama está sentada en un sillón, y posa sus brazos en los apoyos del asiento. En sus manos y sus ojos puede verse un claro ejemplo característico del "sfumato", y también puede destacarse el juego que hace con la luz y la sombra para dar sensación de volumen.[32][15]

Detalle del lado izquierdo del paisaje
Detalle del lado derecho del paisaje

En el fondo puede apreciarse un paisaje inspirado en las vistas que Leonardo pudo alcanzar a divisar en los Alpes, cuando hizo su viaje a Milán.[33]​ El paisaje posee una atmósfera húmeda y acuosa que parece rodear a la modelo. Se ha intentado localizar el aparente recodo del Arno o una porción del Lago de Como,[33]​ sin haber llegado a conclusiones definitivas. Muchas veces se ha tratado de compaginar uno y otro lado del paisaje tras la modelo, pero la discordancia entre ambos lados no permite que se diseñe un modelo continuado de la imagen.[34]​ Debe tenerse en cuenta que el lado izquierdo parece estar más alto que el derecho, entrando en contraste con la física, puesto que el agua no puede encontrarse estática a desnivel en el terreno.[35]​ Al respecto, el historiador de arte, E.H. Gombrich, expresa que:[34]

En consecuencia, cuando centramos nuestras miradas sobre el lado izquierdo del cuadro, la mujer parece más alta o más erguida que si tomamos como centro la derecha. Y su rostro, asimismo, parece modificarse con este cambio de posición, porque también en este caso las dos partes no se corresponden con exactitud
E.H. Gombrich
Detalle de la mirada de la modelo

La modelo carece de cejas y pestañas, dirige la mirada ligeramente a la izquierda y muestra una sonrisa francamente enigmática.[21]​ La tradición popular afirma que mientras posaba tenía siempre alguien a su lado que cantaba o tocaba algún instrumento musical o contaba alguna historia, y de esa manera el pintor consiguió la expresión placentera y la sonrisa dulce de la Gioconda;[36]​ sin embargo, no existen evidencias de dicha afirmación.

La técnica de Leonardo da Vinci se aprecia con más facilidad gracias a la "inmersión" de la modelo en la atmósfera y el paisaje que la rodean, potenciada además por el avance en la "perspectiva aérea" del fondo, que sería logro final del Barroco,[37]​ y en la que los colores tienden al azulado y la transparencia, aumentando la sensación de profundidad.[38]

Enigmas

Durante varios siglos, las interrogantes sin respuesta acerca de la obra de Leonardo han ido creciendo, creando pasiones en muchos autores e investigadores. Pese a la gran cantidad de preguntas, las respuestas a las mismas no suelen ser del todo convincentes, dejando abierto el debate. Especialmente durante los siglos XIX y XX, las teorías acerca del origen de la modelo, la expresión de su rostro, la inspiración del autor y otras tantas, han tomado gran protagonismo y obligan a un análisis histórico y científico profundo.

La sonrisa

En el siglo XVI Leonardo da Vinci pintó la Mona Lisa dando el efecto de que la sonrisa desaparezca al mirarla directamente y sólo reaparezca cuando la vista se fija en otras partes del cuadro.[39]

Detalle de la sonrisa de la Mona Lisa

Margaret Livingstone, experta en percepción visual, desveló en el Congreso Europeo de Percepción Visual que se celebró en La Coruña que la enigmática sonrisa es "una ilusión que aparece y desaparece debido a la peculiar manera en que el ojo humano procesa las imágenes".[39][40]​ Livingstone señala además que los artistas llevan mucho más tiempo estudiando la percepción visual humana, que los mismos médicos especialistas en el tema.[39]

El ojo humano tiene una visión fotópica, fóvea o directa, y la escotópica o periférica. La primera sirve cuando se trata de percibir detalles, pero no para distinguir sombras, que es la especialidad de la segunda.[41]​ Leonardo pintó la sonrisa de la Mona Lisa usando unas sombras que se ven mejor con la visión periférica.[39]​ Para ilustrar el efecto, puede concentrarse la mirada en una sola letra sobre una página impresa y comprobar lo difícil que resulta reconocer el resto de letras.[42]

Por otro lado, para efectos de esclarecer los enigmas, se utilizó un software especializado en la "medición de emociones", el cual fue aplicado a la pintura para obtener datos relevantes acerca de la expresión de la modelo.[43]​ La conclusión revelada por el programa, es que La Mona Lisa está un 83% feliz, un 9% disgustada, un 6% temerosa y un 2% enfadada.[44]​ El software trabaja sobre la base de tomar en cuenta rasgos como la curvatura de los labios y las arrugas producidas alrededor de los ojos. Tras obtener las mediciones, se compara con una base de datos de expresiones faciales femeninas, la cual contiene una expresión promedio.[44]​ Así, mediante este nuevo programa, se podría analizar el estado de ánimo de una persona a través de una fotografía suya o un cuadro.

Supuesto embarazo y condición física

Las manos de la Gioconda sobre el vientre, hacen suponer que estaba embarazada

Las manos sobre el vientre han hecho pensar a varios investigadores que la modelo se encontraba embarazada en el momento de posar.[45]​ Para esclarecer esta teoría, un grupo de investigadores utilizaron un escáner de infrarrojos en tres dimensiones, cuyos resultados fueron publicados el 26 de septiembre de 2006 por el Consejo de Investigaciones de Canadá.[30][46]

El uso de dicha técnica permite una resolución 10 veces más fina que el cabello humano; las pesquisas permitieron a los investigadores apreciar detalles hasta ahora desconocidos. Descubrieron que la Mona Lisa portaba un velo de gasa fina y transparente, enganchado al cuello de la blusa, una prenda que solían llevar las mujeres embarazadas.[30][47]​ Por otro lado, el estudio reveló el peso (63 kilos) y la estatura (1.68 m) de la modelo,[29]​ así como que llevaba un moño en el pelo cubierto por un bonete detrás de la cabeza, que el cuadro fue colocado en el cuarto de baño del rey Francisco I y que no aparece ningún mensaje secreto en ninguna de las capas de la pintura, como se contaba en la novela El Código Da Vinci.

Además, el doctor Julio Cruz Hermida, de la Universidad Complutense de Madrid, afirma que la modelo tenía bruxismo (rechinar de los dientes), alopecia (caída del cabello) y principios de la Enfermedad de Parkinson.[6]

Los resultados del estudio fueron avalados por el Consejo Nacional de Investigaciones de Canadá, principal institución oficial de investigación del país. Los hallazgos fueron presentados en Ottawa, durante un acto académico en 2004.[45]

Identidad de la modelo

Diversas hipótesis se han generado en torno a la identidad de la modelo. Sin embargo, ninguna ha sido aceptada de manera absoluta. Se ha afirmado que era una amante de Juliano II de Médicis, una amante del propio Leonardo, un adolescente vestido de mujer,[6]​ un autorretrato del autor en versión femenina[48]​ o incluso, una simple mujer imaginaria.[49][50]​ Al respecto, Sigmund Freud sugirió que la pintura reflejaba una preocupante masculinidad.[51]

Sin embargo, el historiador Giuseppe Pallanti, en su libro La historia de la Mona Lisa, trata el tema tras veinticinco años de investigación. Pallanti asegura que el retrato es de Lisa Gherardini (también aceptado como Madonna Elisa Gherardini),[30]​ una mujer de escasos recursos de Florencia, quien se habría casado con un acaudalado comerciante llamado Francesco del Giocondo. Dicha aseveración nace de la observación del autor Giorgio Vasari, quien en 1550 vinculó a Gherardini con la pintura, en su libro La vida de los Artistas.[49]

Por otro lado, en los archivos de impuestos de 1480, puede verificarse la identidad, paradero y lugar de nacimiento de la probable modelo.[49]​ Nació el 15 de junio de 1479 y murió el 15 de julio de 1542, a los 63 años, en el convento de Santa Úrsula de Florencia.[52][53]​ Según el historiador Pallanti, Gherardini ingresó en el convento cuatro años después de quedar viuda, donde ya era monja su hija Marietta.[51]

Basándose en estos datos, el investigador genealogista italiano, Domenico Savini, asegura que existen descendientes de Gherardini; se trata de Natalia e Irina Strozzi, hijas del príncipe Girolamo de Toscana. Natalia, bailarina de profesión, asegura que:[54]

Esta historia legendaria ha circulado en nuestra familia desde hace siglos y ahora tenemos la prueba
Natalia Strozzi

En el supuesto de que la modelo de Leonardo fuera la mujer que falleció en el convento, el médico forense Maurizio Seracini se ha ofrecido para buscar el cadáver y hacer un análisis de ADN para establecer el parentesco de los Strozzi con Gherardini.[54]

Unido a dichos elementos, documentos oficiales del censo de la época confirman que el padre de Leonardo da Vinci vivía exactamente enfrente de la familia de Gherardini.[52]​ El historiador supone, sin mayores pruebas, que el retrato fue un regalo de Giocondo a su esposa por motivo de su segundo embarazo, a los veinticuatro años de edad.[24]​ Debe tenerse en cuenta que existen detractores de las teorías expuestas por Pallanti. Pese a ello, sus explicaciones son ampliamente aceptadas.[49]

Algunas teorías poco difundidas afirman que podría tratarse de Isabel de Aragón, a quien Leonardo dibujó a lápiz para luego hacer un óleo.[6]​. También podría tratarse de Constanza d'Avalos, duquesa de Francaville, mencionada en un poema de la época, donde se lee que Leonardo la pintó "bajo el hermoso velo negro".[6]

Para saciar la curiosidad histórica acerca de la veracidad de las teorías vertidas, en 1987 se realizaron los primeros estudios, superponiendo un autorretrato de Leonardo a la pintura de la Mona Lisa; el resultado fue una gran similitud en las dimensiones y rasgos físicos.[55][6]​ Los detractores de dicha investigación alegan que dado que el autor es el mismo, los trazos son similares y es por eso que generan la confusión. Lillian Swartz y Gerald Holzman, los directores de dicha prueba, aseguran que el autor se autorretrató, dándose apariencia de mujer.[55]

También, tras la aparición de El código da Vinci, se ha manejado la teoría minoritaria acerca de la relación entre María Magdalena y la pintura,[43]​ aseverando que se trata de la mujer de los tiempos de Jesús de Nazaret, embarazada.[50][56]

Tanta ha sido la obsesión por esclarecer la identidad de la Mona Lisa, que el doctor Matsumi Suzuki, investigador japonés, reconstruyó el cráneo de la Gioconda mediante un análisis óseo, y a partir de dicho cálculo, generó la posible voz de la modelo, la cual pronuncia en italiano:[57]

Me llamo Mona Lisa. Mi identidad real está envuelta en el misterio. Algunos dicen que soy María Magdalena; otros, que doña Gioconda, Isabel de Este o la madre de Leonardo, y hasta hay quien dice que soy el propio Leonardo. Sin embargo, lo único que puedo decir con toda certeza es que soy la mujer con la sonrisa mas amada y misteriosa del mundo

El investigador asegura que la reproducción de la voz es 90% confiable. También ha realizado la misma simulación para el autor de la obra, de la cual desconfía un poco porque la barba reflejada en los autorretratos esconde algunos detalles importantes.[57]

El título del cuadro

El título del cuadro se dio a conocer treinta y un años después de la muerte de su autor, por lo cual no pudo ser Leonardo quien le pusiese dicho título;[43]​ por otro lado, se sabe que Leonardo no acostumbraba titular sus obras. [16]

No se sabe a ciencia cierta cuál es el origen del nombre del cuadro o de quién lo bautizó. Existen hipótesis variadas:

  • Gioconda significa "Alegre" en castellano, lo cual haría alusión directa a la sonrisa de la modelo.
  • Giocondo era el apellido del esposo de la supuesta modelo, compagina con Mona Lisa puesto que era el nombre de Gherardini.[49]​ Además, Mona es el diminutivo en italiano de Madonna, que quiere decir Mi Señora, por lo que podría leerse Mi Señora Elisa. De cualquier manera, el nombre más popular en Italia es Gioconda.[22]
  • Mona Lisa podría ser un anagrama de dos deidades egipcias asociadas con la fertilidad: Amón (varón) e Isis (mujer).[43]

El robo

Museo de Louvre, de donde fue hurtado el cuadro y donde hasta la fecha se exhibe.

Un comerciante argentino llamado Eduardo Valfiemo convenció al carpintero italiano Vincenzo Perugia (ex empleado del museo del Louvre) para que robase el cuadro para venderlo por una cifra millonaria.[58]​ El 20 de agosto de 1911, Perugia salió del museo con el cuadro escondido bajo su ropa, colocándolo posteriormente en una valija.[59]​ Cuando el pintor Louis Béroud entró al salón para apreciar el cuadro, notó que no estaba y avisó de inmediato a la guardia. El museo fue cerrado por una semana para efectos de investigación.[60]

Valfiemo hizo negocio con cinco coleccionistas estadounidenses y un brasileño,[61]​ a quienes les vendió falsificaciones realizadas por el pintor Yves Chaudron,[62]​ a cada uno por trescientos mil dólares.[6][63]

Unos años antes, el museo había sufrido el robo de otras piezas de arte, lo cual hizo suponer a la policía que ambos acontecimientos estaban relacionados.[62]​ Esta suposición se mantuvo hasta el 6 de septiembre de 1911, cuando se captura erróneamente al escritor Guillaume Apollinaire, quien fue declarado inocente más adelante pese a haber pedido la quema del museo aduciendo que ahí se "encarcelaba el arte".[60]​ Posteriormente, fue capturado el pintor Pablo Picasso al tener antecedentes de comprar objetos de arte robados,[64]​ quien posteriormente también fue declarado inocente.[60]​ Al mismo tiempo que se realizaban las investigaciones sobre el robo, se capturó al aventurero belga Honoré-Joseph Géry Pieret, quien confesó ser el autor del robo de 1906, pero no del de la Gioconda.[62]​ Durante su ausencia en el museo, la afluencia de visitantes continuaba; acudían (en menor número) a apreciar el hueco en la pared, de donde el cuadro fue hurtado.[65]

La pintura fue recuperada dos años y ciento once días después del robo, registrándose la captura de Perugia.[66]​ El detenido, intentó vender el cuadro original al director de la Galleria degli Uffizi, Alfredo Geri, quien se hizo acompañar de la policía.[62]​ Perugia alegó que el robo había sido perpetrado para devolver la obra a su verdadera patria,[67]​ y que él sólo era víctima de un estafador; el jurado lo sentenció a varios años de prisión.[68]​ Antes de regresar al museo, la pintura fue exhibida en Florencia, Roma y Milán.[69]​ En 1931, Valfierno contó su historia a un periodista estadounidense, revelando la identidad de los estafados con las falsificaciones.[68]

Tras dicho robo, algunos pintores afirman que puede dudarse de la originalidad del cuatro en exhibición, puesto que fácilmente puede ser una copia.[70]​ Durante la Segunda Guerra Mundial, el cuadro fue custodiado por Château Amboise y posteriormente por Loc-Dieu Abbey.[71]

Arte derivado del cuadro

Canciones

Libros

  • "Valfierno", del escritor argentino Martín Caparrós y ganador del premio Planeta en 2004.[76]​ En torno a este libro, se suscita una polémica puesto que el ex embajador argentino ante los Estados Unidos, Diego Guelar, reclama la autoría del libro, asegurando que fue plagiado.[61]
  • "El código da Vinci", del escritor Dan Brown en 2005.
  • "El día que robaron la Mona Lisa" (Day They Stole the Mona Lisa), del escritor Seymour Reit, publicada en 1981. En el libro se realiza una reconstrucción de los hechos que circundaron el robo del cuadro en 1911.[61]

Teatro

  • ¿Quién robó la Gioconda?, del escritor Vittorio di Girolamo y del productor Luis Fierro. La obra polemiza acerca de la verdadera motivación que tuvo el ladrón del cuadro.[77]

Filmografía

  • La Gioconda, dirigida por Giacinto Solito y estrenada en 1953.


Por otro lado, el cuadro marca un punto de inflexión al perfeccionar las características propias del renacimiento; el autor buscaba imitar la naturaleza mediante la reproducción de los rasgos físicos de la modelo mediante el análisis de la composición muscular, buscaba también desviar la atención de temas religiosos, planteando la belleza como parte del ámbito secular y además, por la utilización del óleo y los colores sobrios.[80]​ Deja como herencia la concepción del arte como una reproducción de la realidad mediante la medición a escala del modelo, logrando dar un realismo que en siglos anteriores no se había alcanzado.[81]

Reproducciones y parodias

Reproducción de La Gioconda por un autor desconocido.

La Mona Lisa adquirió un estatuto de icono cultural.[82]​ Son numerosas sus reproducciones y utilización en la publicidad, objetos cotidianos y también como referencia cultural. Algunas incluyen:

Reproducciones

  • Algunos autores afirman que el mismo Leonardo hizo una reproducción llamada Isleworth Mona Lisa, su autenticidad es evidentemente cuestionada.[83]​ Dicha pintura es propiedad de Hugh Blake, quien la exhibe privadamente en Londres, Inglaterra.
  • Existe una reproducción anónima del cuadro, la cual se encuentra en el Museo del Prado, en Madrid.[84]
  • La reproducción libre de Rafael, la cual se exhibe en el mismo museo que la obra de Leonardo.[33]
  • Una copia anónima que se conserva en el Parlamento Italiano.[33]

Parodias

  • En 1919, el dadaísta Marcel Duchamp pintó una parodia de la Mona Lisa que incluía un bigote y perilla en la modelo y la inscripción LHOOQ (que significa ella tiene el culo caliente, traducido del francés).[85]
  • Salvador Dalí, pintó su autorretrato sobre el paisaje de la obra de Leonardo, a manera de ridiculización.[85]
  • Fernando Botero pintó una mujer extremadamente obesa y deforme a manera de parodia del cuadro.[86]
  • Jim Henson montó sobre el cuadro la cara de la Cerdita Piggy.[87]
  • La revista "The New Yorker" hizo un montaje del rostro de Monica Lewinsky sobre el cuadro de on.[6]
  • Samuel Clemens reprodujo La Gioconda a base de pigmentos oscuros sobre una lona de 40X60 pies en Oregón.[88]

Referencias

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Bibliografía

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Véase también

Enlaces externos