Vulcano (mitología)

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La fragua de Vulcano de Diego Velázquez. El Prado, Madrid.

Vulcano[a]​ es el dios romano del fuego terrestre y la destructor en la religión de la Antigua Roma. Pertenece a la fase más antigua de la religión romana; de hecho, Marco Terencio Varrón señala, citando los Annales pontificum, que el rey Tito Tacio había dedicado altares a una serie de divinidades entre las cuales estaba también Vulcano.[1]

La dirección de su culto correspondía al flamen Vulcanalis y su festividad se celebraba el 23 de agosto,[b]​ fecha en la que se celebraban los Vulcanalia. Su templo principal en Roma era el Volcanal, situado en el Foro Romano. También fue particularmente relevante su culto en la ciudad de Ostia.

Con el tiempo, Vulcano sufrió un proceso de identificación con el dios griego Hefesto, asimilando sus características en el periodo clásico. Por dicho motivo, su genealogía en la tradición latina es complicada. Según las versiones, se le ha considerado padre de Céculo, Caco, Servio Tulio, Júpiter y Perifetes; hijo de Juno y de Júpiter; y amante de la esclava Ocresia y las diosas Maya, Fortuna y Feronia.

Etimología

La etimología del nombre no está clara: la tradición romana sostenía que el dios tomaba su nombre de algunos términos latinos conectados a la forja,[2]​ que, en cierta forma, está conectada al fuego. Es frecuente encontrar su nombre acompañado de tres epítetos: Mulciber (qui ignem mulcet), es decir "el que acaricia el fuego", o Quietus y Mitis, ambos con el significado de "tranquilo". Todos ellos sirven como invocación para neutralizar la acción destructiva del dios, por ejemplo, en los incendios. Tras la identificación de Vulcano con el griego Efesto, el epíteto Mulciber sería interpretado como "el que ablanda los metales en la fragua".[3]

Hasta mediados del siglo XX, se pensaba que su nombre no era latino y, por razones fonéticas, se le ponía en relación con el nombre del dios cretese Velkhanos[4]​ que, sin embargo, tiene funcionas muy diversas de las de Vulcano. Según Wolfgang Meid, el nombre del dios romano no tiene relación con Velkhanos[5]​ y Christian Guyonvarc'h, por su parte, ha propuesto conectarlo al antropónimo irlandés Olcán (en grafía ogámica Ulccagni, en genitivo).[6]​ Otra hipótesis, propuesta por Vasilij Abaev, toma en consideración una posible relación entre Volcanus y el osetio waergon, variante del nombre de Kurdalaegon, un herrero mitológico de la epopeya nártica. Como hace notar Dumézil, la forma Kurdalaegon es estable y tiene el significado de "herrero de la familia Alaeg" (kurd, "herrero" + -on "de la familia" + Alaeg, nombre de una de las familias nárticas).[7]​ La variante que se parece al nombre de Vulcano, en cambio, ha sido atestiguada una sola vez. Por dicho motivo Dumézil defiende que no hay relación entre los nombres.[7]

Vulcano forjando los rayos de Júpiter de Rubens (XVII SIGLO)

Naturaleza del dios

En Creta se veneraba a Velkhanos, un dios de la naturaleza y de los infiernos. Por ello, se ha llegado a plantear la posibilidad de que Vulcano proviniera del Mediterráneo oriental por medio del Etruria.[8]

Según Georges Dumézil, la verdadera naturaleza de Vulcano se explica con la teoría de los tres fuegos de las vedas. Según esta teoría, para celebrar un sacrificio se debían encender tres fuegos. El primero se conocía como "fuego del jefe de familia", representaba al sujeto que realizaba el sacrificio y servía para encender los demás. El segundo era el "fuego de las ofertas", que llevaba el sacrificio a los dioses por medio del humo. El tercer y último fuego era el "de derecha o del sur", que estaba situado en el límite del área destinada al sacrificio y servía como defensa contra el ataque de los espíritus malignos. Según la teoría, esta tradición se habría conservado también en Roma, donde los primeros dos fuegos representarían a Vista mientras que el tercero sería Vulcano.[9]​ Por lo tanto, Vulcano constituiría el fuego que devora y destruye, dirigido hacia las potencias hostiles. Esta teoría explicaría también una incógnita que ya se había preguntado Plutarco[10]​, es decir, por qué los templos de Vulcano tenían que estar construidos fuera o en límite exterior de las murallas, como estaba el Volcanal de los orígenes de Roma. Esto explicaría también por qué a Vulcano se le entregaban las armas y los restos del enemigo tomados del campo de batalla,[11]​ quemándolos para aniquilarlos, así como también se le entregaban las armas de los supervivientes de las Devotio[12]​.

Vulcano en la tradición latina y romana

Vulcano como fuego terrestre y destructor

A Vulcano se le atribuye la paternidad de algunos personajes de la tradición romana y latina: Ceculo, el fundador de Preneste; Caco, un ser arcaico y monstruoso que habitaba en el área de Roma y Servio Tulio, el penúltimo rey de Roma.

Catón en su obra Orígenes dice que algunas vírgenes que habían ido a buscar agua encontraron a Ceculo en medio del fuego y por lo tanto se pensó que él era hijo de Vulcano.[13]​ También Virgilioseñala en la Eneida a Vulcano como antecesor de Ceculo[14]​ y de Caco.[15]Ovidio cuenta en los Fastos que Servio Tulio había sido concebido por la esclava Ocresia, que se había sentado sobre un pene erecto aparecido en una hoguera. Vulcano habría reconocido la divina paternidad al hacer que un fuego rodease la cabeza del pequeño sin procurarle daño.[16]​ También Plinio el viejo cuenta la misma historia, pero atribuye la paternidad de Servio Tulio al Lar familiaris, en vez de a Vulcano[17]

Jacqueline Champeaux[18]​ y Attilio Mastrocinque[19]​ han sostenido la hipótesis de que se puede identificar con Vulcano al dios desconocido que en la mitología latina más antigua había fecundado una diosa virgen y madre, correspondiente a la Rea griega (la diosa Fortuna en la ciudad de Praeneste y la diosa Feronia en la ciudad de Anxur). En tal caso Vulcano habría sido el padre de Júpiter.

Confrontando los diversos relatos mitológicos, el arqueólogo Andrea Carandini considera que Caco y Caca fueron hijos de Vulcano y de una divinidad o de una virgen local tal y como es Ceculo. Caco y Caca representarían respectivamente el fuego metalúrgico y el fuego doméstico, proyecciones de Vulcano y Vesta. Estos relatos mitológicos se remontarían al periodo preurbano del Lacio y su significado parece bastante claro: en el plano divino Vulcano fecunda una diosa virgen y engendra a Júpiter, el soberano divino; en el plano humano Vulcano fecunda una virgen local (probablemente una princesa) y engendra un jefe.[20]​ La primera atestación de una asociación ritual entre Vulcano y Vista se remonta al lectisternio del 217 a.C.[21]​ Otras pistas que parecen confirmar este vínculo son la proximidad entre los dos santuarios y la afirmación hecha por Dionisio de Halicarnaso, según la cual ambos cultos habrían sido introducidos en Roma por Tito Tacio para cumplir con un voto que había hecho en batalla.[22]

A Vulcano están conectadas dos divinidades femeninas igualmente antiguas, Stata Mater,[23]​ que es probablemente la diosa que detiene los incendios, y Maia,[24]​ cuyo nombre según H. J. Rose deriva de la raíz MAG, por lo que debería interpretarse como la diosa que controla el crecimiento, quizás el de las cosechas.[25]​ Macrobio hace referencia a la opinión de Cincio para defender que la compañera de Vulcano era Maia, justificando esta afirmación con el hecho que el flamen de Vulcano hacía un sacrificio a Maia durante las calendas de mayo, mientras que según Pisone la compañera del dios sería Maiesta.[26]​ También según Gellio, Maia estaba asociada a Vulcano, citando los libros de oraciones en uso en sus tiempos.[27]​ El dios es el patrono de los oficios legados a los hornos (cocineros, panaderos y pasteleros). Este patronazgo encuentra atestado ya en Plauto[28]​, Apuleyo (cuando aparece el cocinero en las bodas de Amor y Psique)[29]​ y en el poemilla de Vespa contenido en la Antología latina que narra una contienda entre un panadero y un cocinero.[30]

Santuarios

Forja de Vulcano (Museo nacional del Bardo, Túnez)

El principal y más antiguo santuario de Vulcano en Roma era el Volcanal, situado en el area Volcani, un área al aire libre a los pies del Campidoglio, en la esquina noroccidental del foro romano, en el que se ubicaba un altar dedicado al dios y un fuego perenne. Según la tradición romana, Rómulo hizo el Vulcanal y ubicó una cuádriga de bronce dedicado al dios, un trofeo de guerra conquistado tras la derrota de los fidenas (aunque según Plutarco la guerra en cuestión fue contra Cameria, dieciséis años después de la fundación de Roma). Rómulo también ubicó una estatua de sí mismo con una inscripción que incluía una lista de sus éxitos redactada en caracteres griegos[31]​. En esta última estatua, según Plutarco, Rómulo estaba representado coronado por la diosa Victoria.[32]​ Además el rey habría plantado en el santuario un árbol de loto sagrado, que existía todavía en los tiempos de Plinio el viejo y se decía que era tan antiguo como la propia ciudad.[33]​ Se ha llegado a plantear que el santuario se remonte a la época en la cual el foro estaba todavía fuera de la ciudad. Tito Livio menciona el Volcanal en dos ocasiones con relación a unas extrañas lluvias de sangre, la primera en 183 a. C.[34]​ y la segunda en 181 a. C.[35]

El área Volcani, probablemente un locus substructus, estaba ubicado 5 metros más alto respecto al Comitium[36]​. Por ese motivo, era el lugar desde el que el rey y los magistrados de la primera república, antes de que estuvieran construidos los rostra, se dirigían al pueblo.[37]​ En el Volcanal había también una estatua en bronce de Horacio Cocles[38]​, que había sido trasladada allí desde el Comicio, un locus inferior, después de haber sido alcanzada por un rayo. Aulo Gelio cuenta que se llamó a unos augures para analizar el suceso y saber cómo actuar, pero estos, movidos por su mala intención, hicieron trasladar la estatua a un lugar más bajo, donde no llegaba nunca la luz del sol. El engaño fue descubierto y los augures ajusticiados; a continuación, se descubrió que la estatua debía estar situada en un lugar más alto y por eso se la llevó al area Volcani.[39]​ Ya en el 304 a.C. en el area Volcani, Cneo Flavio construyó un templo a la Concordia.[40]​ Poco a poco, como señala Samuele Ball Platner, el Volcanal estaría cada vez más rodeado de edificios hasta llegar a ser totalmente cubierto por las nuevas construcciones.[41]​ El culto, sin embargo, estaba todavía vivo en la primera mitad de la edad imperial, como atestigua la recuperación de una dedicatoria de Augusto en el año 9 a.C[42]

A principios del siglo XX fueron encontrados restos de cimientos construidos en toba volcánica detrás del Arco de Septimio Severo y que probablemente pertenecían al Volcanal; además de restos de una especie de plataforma rocosa de 3,95 metros de longitud y 2,80 metros de anchura, que había sido cubierta de cemento y pintada de rojo. Su superficie superior está socavada de pequeños canales y enfrente están los restos de un canal de drenaje hecho de lastre de toba. Se planteó la hipótesis de que se tratara del altar de Vulcano. La roca muestra signos de daños y de reparaciones y en la superficie hay algunas cavidades, redondas y descuadradas, que guardan una cierta semejanza con las tumbas y, por lo tanto, han sido consideradas como tales por algunos autores.[43]​ Von Duhn, después del descubrimiento de antiguas tumbas de cremación en el foro, ha defendido que el Volcanal era en su origen el lugar donde se quemaban los cadáveres.[44]

También se erigió otro templo a Vulcano antes del 215 a.C. en el Campo Marzio, en el Circo Flaminio donde se realizaban los juegos en su honor en ocasión de la festividad de los Vulcanalia. Vitruvio afirma que también los augures etruscos prescribían en sus libros que se construyeran los templos a Vulcano fuera de las murallas de las ciudades, para evitar que el fuego se dirigiera hacia las casas.[45]

Festividad

Volcán, vistiuendo una exomis y un pileo. Siglo I a.C circa.

Se asignaba el culto de Vulcano al flamen menor, denominado flamen vulcanalis. Por lo que respecta a la festividad, se celebraban los Vulcanalia el 23 agosto (es decir el X de las calendas de septiembre). Aquel día se realizaban los Ludi Piscatorii consistentes en juegos en honor de Vulcano que llevaban a cabo los pescadores del Tevere en la orilla del río contraria a la ciudad. En los Vulcanalia se sacrificaban pececillos vivos pescados en el río en el fuego del Volcanal en sustitución de almas humanas.[46][47]​. También parece ser una tradición del día que la gente tendiera sus vestimentas y telas al sol.[48]​ Según Dumézil, esta práctica ritual podría reflejar un vínculo teológico entre Vulcano y el dios Sol.[49]​ Otra práctica habitual era la de empezar a trabajar con la luz de una vela, probablemente en el intento de tener un uso beneficioso del fuego ligado al dios.[50]

Relata el historiador Apiano que el 23 de agosto de 153 a. C. tuvo lugar el primer enfrentamiento entre el ejército romano, al mando de Quinto Fulvio Nobilior, y el ejército celtibérico de segedenses y numantinos al mando de Caro de Segeda. El resultado de esta primera batalla fue favorable a los celtíberos y desde entonces Roma declaró este día como nefasto y decidieron evitar batallar en esa fecha.[51]​ Actualmente, en el municipio aragonés de Mara, la antigua Segeda, se celebra una recreación de aquella batalla histórica.[52]

Vulcano fuera de Roma

En Ostia, el culto de Vulcano era el más importante de la ciudad, así como lo era su sacerdote, denominado pontifex Volcani et aedium sacrarum, que tenía el control de todos los edificios sagrados de la ciudad y concedía o negaba el permiso a la erección de estatuas dedicadas a las divinidades orientales. El pontífice de Vulcano era nombrado de forma vitalicia, probablemente por la junta de los decuriones, y su posición correspondía a aquella del pontífice máximo de Roma. Asimismo, era la máxima posición de la carrera administrativa de la ciudad de Ostia. De hecho, se elegía de entre las personas que ya habían ostentado un cargo público en la ciudad o a nivel imperial. El pontífice de Vulcano era la única autoridad que disponía de un cierto número de ayudantes, más concretamente, de tres pretores y dos o tres ediles, cargos religiosas que, aunque compartían el nombre con los cargos civiles de pretor y edil, tenían funciones diferentes.[53]​ En base a una inscripción[54]​ fragmentaria encontrada en Annaba (antigua Hippo Regius), se considera probable que el escritor Svetonio haya ostentado el cargo de pontifex Volcani.[55]

Hay otras referencias a Vulcano fuera de Roma. Gracias a Estrabón sabemos que en Pozzuoli había una zona denominada en griego "ágora de Hefesto" (Forum Volcanes en latino), una llanura caracterizada por numerosas desembocaduras de vapor volcánico (en la actual localidad de "La Solfatara").[56]​ Además, Plinio el viejo indicaba que en las proximidades de Módena el fuego salía de la tierra statis Volcano diebus[57]​.

Identificación con el dios griego Hefesto

Asimilado al dios griego Hefesto, en la Edad Clásica asumió también su genealogía, empezando a ser considerado hijo de Júpiter y de Juno y esposo de Venus. Ya el poeta Lucio Accio en el Filottete llama a Lemno, la isla de Hefesto, con el apelativo de Vulcania.[58]

En la Eneida, Virgilio mezcla temas arcaicos con otros helenizantes: por una parte, Vulcano se identifica con la furia del fuego que quema los barcos[59]​ o con las chispas que centellean en las antorchas[60]​, siguiendo la tradición romana; y por otra, se identifica con el dios griego Hefesto cuando se le llama "el dios de Lemno". En la misma obra también se revela otro episodio helenizante en el que la diosa Venus seduce a Vulcano para convencerlo de abastecer de armas a Enea.[61]​ El dios acepta y corre a la isla de Lipari bajo la que los cíclopes fraguan las armas para los dioses. Vulcano les ordena interrumpir el trabajo y dedicarse enteramente a la fabricación de armas para Enea[62]​, entre las que se encuentra un escudo en el que se graban los principales acontecimientos de la historia romana desde Rómulo hasta Augusto.[63]

También en Ovidio hay un mezcla similar entre el mito romano y el griego: en la Metamorfosis, Vulcano era asociado a la violencia del fuego[64]​ y a las llamas que salían de la nariz a los toros mitológicos que Jasón debía combatir para obtener el vellocinio de oro,[65]​ temas de origen romano; mientras que después se le atribuía la paternidad de Perifete, hijo de Hefesto.[66]

La estatua de Vulcano en Birmingham.

En la literatura latina del siglo III, Vulcano estaba ya totalmente identificado con Hefesto. Es el caso del De concubitu Martis et Veneris de Reposiano, un poema contenido en la Antología latina, que cuenta el episodio homérico del descubrimiento de la traición de Venus con Marte. Es decir, se narraba el mito griego con la única salvedad de que los dioses recibían su nombre romano en lugar del original griego.[67]​ La unidad de Volcán con Hefesto permaneció en los siglos siguientes. Es reconocible, por ejemplo, en las numerosas representaciones de Vulcano en el arte del Renacimiento y en el arte moderno como La forja de Volcán, pintura de Diego Velázquez (1630) o en algunas obras heroicómicas de la literatura italiana como La rete di Vulcano de Pallavicino, publicada en 1640 o la obra con el mismo título de Domenico Luigi Batacchi, publicada en 1812. En todas ellas se encuentra presenta una divinidad que, aunque aparece bajo el nombre de Vulcano muestra exclusivamente las características del dios griego Hefesto.

Vulcano en Alabama

En el siglo XX, la ciudad estadounidense de Birmingham ha asumido a Vulcano como símbolo, dedicando al dios una estatua en hierro fundido que se encuentra em la cima de la Red Mountain ("Montaña Roja"), en el interior del Vulcan Park, desde el que observa la ciudad. Mide 56 pies (17 metros) y está situada en un pedestal de 124 pies (38 metros), de tal forma que constituye la mayor estatua de hierro fundido del mundo.[68]

Fu construida por Giuseppe Moretti (1857-1935), escultor de origen italiano, para ser presentada en la Exposición de St. Louis del 1904 como símbolo de la actividad industrial de la ciudad. A continuación fue devuelta a Birmingham. En 1938 fue situada en su actual ubicación. Con el paso de los años la estatua comenzó a presentar signos de deterioro y sobre todo de formación de óxido, por lo que entre octubre y noviembre de 1999 fue desmontada en varias piezas y sometida a una restauración financiada por la comunidad. La operación de desmontaje fue difícil por la presencia del cemento que se había colocado en su origen en las piernas de la estatua para estabilizarla. El proyecto de restauración recibió un premio de la National Trust for Historic Preservation en 2006.[69]​ Tras la restauración, la estatua fue recolocada en su lugar en el 2003 y, en el 2004, año del centenario, el Vulcan Park volvió a abrirse al público.

Véase también

Notas

  1. En latín, Volcanus o Vulcanus.
  2. Según el calendario romano, el décimo día antes de las calendas de septiembre.

Referencias

  1. DE LINGUA LATINA. Liber V. 
  2. Fulgere, fulgur, fulmen
  3. Festo, libro XI, s.v.
  4. A. B. Cook, Zeus: a Study in Ancient Religion, vol.
  5. Wolfgang Meid, "Etr Velkhans - lat.
  6. Articolo su Ogam, 91 (1969), p. 364
  7. a b Georges Dumézil, La religione romana arcaica, p. 284, nota 12
  8. Herbert Jennings Rose, "Vulcano" in Dizionario di antichità classiche.
  9. Georges Dumézil, La religione romana arcaica, p. 277 e sgg.
  10. Plutarco, Questioni romane, 47.
  11. Servio, Commento all'Eneida, VIII, 562.
  12. Tito Livio, Historia de Roma, VIII, 10
  13. Catone il Censore, Origini, frammento 65, citato negli Scholia Veronensia all'Eneida, VII, 681, p. 438, 16 ss.
  14. Virgilio, Eneida, VII, 680
  15. Virgilio, Eneida, VIII, 198
  16. Ovidio, Fasti, VI, 627-636
  17. Plinio il vecchio, Storia naturale, XXXVI, 204
  18. Jacqueline Champeaux, Fortuna, I, Fortuna dans la religion romaine archaïque, Roma, 1982.
  19. Attilio Mastrocinque, Rómulo.
  20. Andrea Carandini, La nascita di Roma, §45, pag. 52.
  21. Tito Livio, Historia de Roma, XXII, 10
  22. Dionisio de Halicarnasso, Antigüedades romanas, II, 50, 3
  23. CIL, VI, 00802, proveniente de Roma
  24. Aulo Gelio, Notti Attiche, XIII, 23, 2: Maiam Volcani
  25. Herbert Jennings Rose, "Vulcano" in Dizionario di antichità classiche. Torino, San Paolo, 1995. ISBN 88-215-3024-8.
  26. Macrobio, Saturnales, I, XII, 18.
  27. Aulo Gelio, Notti attiche, XIII, 23, 2.
  28. Plauto, Aulularia, 359
  29. Apuleio, Metamorfosis, VI, 24, 2
  30. Iudicium coci et pistoris iudice Vulcano
  31. Dionisio de Halicarnaso, Antigüedades romanas, II, 54, 2
  32. Plutarco, Rómulo, 24
  33. Plinio il vecchio, Storia naturale, XVI, 236.
  34. Tito Livio, Historia de Roma, XXXIX, 46.
  35. Tito Livio, Historia de Roma, XL, 19, 2.
  36. Dionisio de Halicarnasso, Antigüedades romanas, II, 50, 2.
  37. Dionisio de Halicarnasso, Antigüedades romanas, XI, 39, 1.
  38. Plutarco, Publicola, 16.
  39. Aulo Gelio, Notti attiche, IV, 5; Gellio dice que el episodio era narrado en el libro XI de los Annales maximi e y en el libro I de las Cose memorabili de Verrio Flacco
  40. Tito Livio, Historia de Roma, IX, 46
  41. Samuel Ball Platner, A Topographical Dictionary of Ancient Rome, s.v.
  42. CIL, libro VI, 457
  43. Richter, BRT iv.15-16
  44. Friedrich von Duhn (Italische Gräberkunde i.413 sqq.
  45. Vitruvio, Dell'architettura, I, 7, 1.
  46. Festo, libro XIV, s.v.
  47. DE LINGUA LATINA. Liber VI. Liber VI. 
  48. Paolino de Nola, Lettere, XXXII, 139
  49. Georges Dumézil, Feste romane, pag. 70
  50. Plinio el joven, Lettere, III, 5.
  51. Apiano. Iberica. pp. 121-122. 
  52. El periódico de Aragón. «Mara recrea la batalla entre celtas y romanos». 
  53. Carlo Pavolini, La vita quotidiana a Ostia.
  54. L'Année épigraphique, 1953, 00073
  55. Gianfranco Gaggero, introduzione a Vite dei dodici Cesari di Svetonio.
  56. Strabone, Geografía.
  57. Plinio il vecchio, Storia naturale, II, 240.
  58. DE LINGUA LATINA. Liber VII. 
  59. Virgilio, Eneida, V, 662
  60. Virgilio, Eneida, IX, 76
  61. Virgilio, Eneida, VIII, 454
  62. Virgilio, Eneida, VIII, 370-453
  63. Virgilio, Eneida, VIII, 626-728
  64. Ovidio, Metamorfosis, IX, 251
  65. Ovidio, Metamorfosis, VII, 104
  66. Ovidio, Metamorfosis, VII, 437
  67. Reposiano, De concubitu Martis et Veneris
  68. Glionna, John M. (12 de abril de 2015). «Birmingham's Vulcan statue, often the butt of jokes, remains well-loved». Los Angeles Times (en inglés). Consultado el 11 de abril de 2018. 
  69. National Trust for Historic Preservation (2 de noviembre de 2006). «National Trust Presents National Preservation Honor Award to Vulcan Park in Birmingham, Alabama» (en inglés). Consultado el 11 de abril de 2018. 

Bibliografía

Fuentes clásicas

Fuentes modernas

  • Andrea Carandini, La nascita di Roma, §45, pag. 52, Einaudi, Torino 1997. ISBN 88-06-14494-4.
  • Jacqueline Champeaux, Fortuna dans la religion romaine archaïque (Fortuna.[..] vol. I), Ecole française de Rome, Roma, 1982.
  • Arthur Bernard Cook, Zeus: a Study in Ancient Religion, vol. II, pag. 946 e seguenti. (1914-1925).
  • Georges Dumézil, Feste romane, pag. 70, Il Melangolo, Genova, 1989. ISBN 88-7018-091-3.
  • Georges Dumézil, La religione romana arcaica, pag. 284, nota 12, Rizzoli, Milano, 1977. ISBN 88-17-86637-7.
  • Svetonio, Vite dei dodici Cesari a cura di Gianfranco Gaggero, introduzione, Rusconi, Milano 1994. ISBN 88-18-70081-2.
  • Mastrocinque, Attilio, Rómulo. La fondazione di Roma tra storia e leggenda, Zielo Editore, Este, 1993.
  • Meid, Wolfgang, Etrusk. Velkhans, kret. Welkhanos und die angebliche Herkunft des lat. GN. Volcānus aus dem Etruskischen, in Indogermanische Forschungen nº66 (1961), pp. 259–266.
  • Pavolini, Carlo, La vita quotidiana a Ostia, Laterza, Roma-Bari, 1986. ISBN 88-420-4817-8.
  • Platner, Samuel Ball, A Topographical Dictionary of Ancient Rome, Oxford University Press, Londra, 1929.
  • Rose, Herbert Jennings, Vulcano in Dizionario di antichità classiche, San Paolo, Torino 1995. ISBN 88-215-3024-8.

Enlaces externos

  • Grabados de Venus y Vulcano, con su explicación respectiva: 1; 2.