Carlos Mugica

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Carlos Mugica

Carlos Mugica en 1970
Información personal
Nombre de nacimiento Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento 7 de octubre de 1930 Ver y modificar los datos en Wikidata
Buenos Aires (Argentina) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 11 de mayo de 1974 Ver y modificar los datos en Wikidata (43 años)
Villa Luro (Buenos Aires, Argentina) Ver y modificar los datos en Wikidata
Causa de muerte Herida por arma de fuego Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Argentina
Religión Catolicismo Ver y modificar los datos en Wikidata
Familia
Padres Adolfo Mugica
Carmen Echagüe
Educación
Educado en
Información profesional
Ocupación Sacerdote católico, profesor, columnista y escritor Ver y modificar los datos en Wikidata
Miembro de Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo Ver y modificar los datos en Wikidata

Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe (Buenos Aires, 7 de octubre de 1930-Villa Luro, Buenos Aires; 11 de mayo de 1974) fue un sacerdote y profesor argentino vinculado al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y a las luchas populares de la Argentina de las décadas de 1960 y 1970.

El apostolado de Mugica se caracterizó por su «opción preferencial por los pobres», principio fundamental de la Teología del pueblo. La mayor parte de su labor comunitaria tuvo lugar en la Villa 31 de Retiro, donde fundó la parroquia Cristo Obrero, siendo uno de los fundadores del movimiento conocido como curas villeros.

Carlos Mugica murió asesinado a balazos, después de celebrar misa en la iglesia de San Francisco Solano, en Villa Luro.[1]​ Entre 2012 y 2016 la justicia estableció que fue asesinado por la organización para policial Triple A.[2]

Biografía

Primeros años

Carlos Mugica nació en Buenos Aires el 7 de octubre de 1930. Era uno de los siete hijos del matrimonio de Adolfo Mugica —fundador del Partido Demócrata Nacional, por el cual fue diputado durante el período 1938-1942, y Ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno de Arturo Frondizi en 1961— y de Carmen Echagüe —hija de terratenientes adinerados de Buenos Aires—.[3]​ Cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires, del que egresó en 1948.[4]​ Luego tuvo un paso fugaz por la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. A los 21 años abandonó los estudios universitarios de derecho para ingresar en el Seminario Metropolitano de Buenos Aires.[5]

Mugica fue ordenado sacerdote por el cardenal Antonio Caggiano el 20 de diciembre de 1959 en la catedral de Buenos Aires. Junto con Mugica fue ordenado Luis H. Rivas,[6]​ más tarde biblista reconocido que lo ayudaría trece años después en la elaboración de un documento de descargo.[7][8][Nota 1]

Después de ser ordenado presbítero, Mugica desarrolló durante el año 1959 su trabajo pastoral con el obispo de la diócesis de Reconquista —y más tarde arzobispo de la arquidiócesis de Resistencia—, monseñor Juan José Iriarte, en el Chaco santafecino.[9]​ El propio Mugica describió a Iriarte como una persona que «visitaba a la gente de la parroquia; no la esperaba, la iba a buscar».[9]​ Luego fue designado vicario cooperador de la parroquia Nuestra Señora del Socorro, con funciones en la secretaría del cardenal Antonio Caggiano, mientras actuaba como asesor de jóvenes universitarios (ver más adelante) y profesor de teología en la Universidad del Salvador.[5]​ En 1954 comenzó a trabajar con fervor en la asistencia de familias empobrecidas desde la parroquia de Santa Rosa de Lima, en la ciudad de Buenos Aires, se acercó cada vez más al movimiento político denominado peronismo y a algunas ideas de Ernesto Che Guevara, Camilo Torres y Hélder Câmara, a quienes mencionaría más tarde como «profetas de nuestro tiempo».[10]

Accionar social

Además de su tarea pastoral en la entonces Villa del Puerto que ocupaba los terrenos linderos al ferrocarril que rodeaban el edificio de depósito del Correo, en la década del 60 Mugica era asesor espiritual de la Juventud Estudiantil Católica del Colegio Nacional de Buenos Aires y de la Juventud Universitaria Católica de la Facultad de Medicina. En 1964, la JEC del Buenos Aires tomó fuerza con el ingreso de Carlos Gustavo Ramus, que llegó a ser su presidente, incorporando a Mario Eduardo Firmenich, entre otros. Años más tarde, bajo la dirección de Fernando Abal Medina, éstos fundarían la célula primigenia de la organización armada Montoneros. A su vez integraron a compañeros de lo que luego sería la promoción 1967, como el Tala Ventura y Miguel Talento, que ya en la universidad conducirían la Juventud Universitaria Peronista, rama universitaria de la Tendencia Revolucionaria de la Juventud Peronista, y la conducción de Montoneros.

Carlos Mugica en 1970.

Mugica formó a esos jóvenes en la cosmovisión de Pierre Teilhard de Chardin, en el humanismo de Jacques Maritain, y en la doctrina del compromiso con el mundo de Emmanuel Mounier, Yves Congar,[11]​ y Michel Quoist, teólogos de cabecera de las nuevas generaciones.

Fue uno de los 270 sacerdotes que el 31 de diciembre de 1967 adhirieron al Mensaje de los 18 Obispos del Tercer Mundo, número que meses después alcanzó 400 que desde abril de 1968 decidieron llamarse Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y conformaron un Comité organizador.[12]

En referencia al tema de la lucha armada, en el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo —al que Mugica pertenecía— existía una gradación de posturas de los sacerdotes enrolados, desde las radicalizadas hasta las moderadas, situación que continuaría luego de la muerte de Juan Domingo Perón en 1974. A diferencia de otros sacerdotes tercermundistas como el padre Alberto Carbone, asesor nacional de la Juventud de Estudiantes Católicos, que mantenían un contacto más cercano con las llamadas «formaciones especiales», Mugica se alejó de la justificación teológica de la violencia armada.[13]

En 1969, durante el gobierno de Juan Carlos Onganía, se decretó el estado de sitio, se clausuró la Confederación General del Trabajo de los Argentinos y se produjo el arresto de Raimundo Ongaro y Agustín Tosco, entre otros. Carlos Mugica y Reinaldo Conforti, asesor nacional de Juventud Obrera Católica, declararon en nombre del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo de Buenos Aires que se trataba de una situación de tiranía, y señalaron que el gobierno, que se decía católico, sería responsable de que un pueblo religioso y creyente se volcara por desesperanza al ateísmo y al materialismo.[14]​ El 6 de diciembre de 1972, a instancias de Carlos Mugica, sesenta integrantes del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo fueron recibidos por Juan Domingo Perón en su residencia de Vicente López. Las respuestas de Perón, de tono generalista y ambiguo, no resultaron satisfactorias para muchos, pero el rumbo de la opción política asumida por la mayoría no se modificó.[11]

En 1973, se publicó un libro titulado Peronismo y cristianismo, que contenía fragmentos de artículos escritos por Carlos Mugica para diversos medios gráficos durante la autodenominada Revolución argentina; en tanto que el capítulo El rol del sacerdote era el texto de una disertación pronunciada en el Instituto de Psicología Integral, como parte del ciclo Ideología y Rol Profesional, que esa institución programara en 1971.[15]​ En la obra Entre dos fuegos. Vida y asesinato del padre Mugica se señala que se trata de un apócrifo realizado sin el consentimiento de Mugica.[16]

Crítica a Montoneros

Luego del retorno de Perón a la Argentina, Mugica tomó una postura crítica hacia la organización guerrillera Montoneros, en un creciente distanciamiento con su cúpula dirigente. El 7 de septiembre de 1973, expresó públicamente en una misa en conmemoración por la muerte de Fernando Abal Medina y Carlos Gustavo Ramus, dos de los fundadores de esa organización guerrillera:

«Como dice la Biblia, hay que dejar las armas para empuñar los arados.»[17][18]

Su mensaje tuvo como contexto el ataque al Comando de Sanidad por parte del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) el día anterior, en plena campaña electoral que llevaría a Juan Domingo Perón a su tercera presidencia.[19]​ Así continuó el mismo padre Mugica:

Hechos como el de ayer, en momentos en que la Argentina expone su visión justicialista en Argel y el general Carcagno nos habla del ejército liberador y no opresor, resultan una provocación [...][20]

Y ante las banderas de "Montoneros" que se colgaron en el lugar, aseveró:

Es muy fácil gritar "¡Montoneros!", o salir en manifestación. Pero no es fácil matar el egoísmo que tenemos dentro.[21]

Un día después, el 8 de octubre de 1973, el jefe montonero Mario Eduardo Firmenich dio a conocer su posición en una entrevista que le hiciera El Descamisado (número 17, del 11 de septiembre de 1973):

—¿Esto quiere decir que ustedes abandonan las armas?— le preguntaron.
—De ninguna manera (respondió Firmenich), el poder político brota de boca de un fusil.[22][23]

En un programa radial realizado en Chivilcoy el 11 de noviembre de 1973, Carlos Mugica criticó a la organización montonera y le atribuyó el crimen de José Ignacio Rucci:

[...] En este momento, ¡para nada las armas! En este momento el problema es entre las armas que tienen los sindicatos, las armas que tiene el CdeO (Comando de Organización Peronista) y las armas que tiene la guerrilla, el Ejército no tiene que ver para nada. [...] para mí muchos de los guerrilleros tampoco son pueblo [...] son pequeñoburgueses intelectuales que aprenden la revolución en un libro y no en la realidad, ¡y juegan con el pueblo! ¡Juegan con el pueblo! ¡Le quitaron la alegría tremenda de experimentar a Perón presidente dos días después de habar sido elegido! Y crearon un clima imperdonable de miedo al pueblo [...] un error tremendo de la burocracia montonera, la nueva burocracia [...] ¿Quién mató a Rucci? ¡Los montoneros! No es que yo opino, ¡Lo sé! Los montoneros lo hicieron saber directamente.[24]

Los ataques contra el padre Mugica recrudecieron, tanto desde la Derecha como desde la Izquierda. Luego de dejar su cargo de asesor ad honerem del Ministerio de Desarrollo Social el 29 de agosto de 1973, fue fustigado por El Caudillo, publicación muy cercana al ministro José López Rega el 7 de diciembre de 1973.[25]​ (El ministro había intentado inculparlo burdamente de no presentar "comprobantes de pago" por los materiales entregados en las villas a lo que el padre Carlos respondió que no sólo había presentado todo, sino que él seguiría apoyando al inminente gobierno del general Perón.)

Tras el ataque del ERP a la Guarnición Militar de Azul (integrada por el Regimiento X de Caballería Blindada y el Grupo de Artillería Blindado 1) realizado el 19 de enero de 1974, Mugica aseveró:

[...] la violencia ejercida contra un regimiento del ejército, cuyo comandante en jefe es el Teniente General Perón, presidente plebiscitado por los argentinos, además de absurda, y antipueblo, es inhumana y anticristiana.[26]

Carlos Mugica instó a la paz y a apoyar al gobierno constitucional de Perón. Se le atribuye un ascendente destacado sobre la juventud militante, y la participación en la conformación de la «JP Lealtad», la mayor escisión que experimentó la organización Montoneros en sus filas, y que tuviera al padre Jorge Galli —también sacerdote del Tercer Mundo— como uno de sus máximos referentes.[27]​ En los primeros meses de 1974, entre el 30 y el 50% de los integrantes de Montoneros habrían dejado esa organización y pasado a formar parte de la JP Lealtad (así lo aseguró Alejandro Peyrú en el artículo La JP Lealtad, publicado en el anuario 2010 de la Revista Lucha Armada, y en una entrevista a J. M. Duarte, autor del libro Entregado por nosotros. Montoneros y el asesinato del Padre Mugica).[28]

Como respuesta, la revista Militancia (Número 38, página 48), órgano oficioso de Montoneros, condenó a Carlos Mugica el 28 de marzo de 1974, 43 días antes de su asesinato. En la sección titulada «Cárcel del Pueblo», en la que regularmente se denunciaba a los «enemigos de la Revolución», se leía que Carlos Mugica trataba «de ser al mismo tiempo un conservador progresista, un oligarca popular, un cura humilde y bien publicitado, un revolucionario y defensor del Sistema», para concluir: «Por todo lo expuesto, quede Carlos Mugica preso en la Cárcel del Pueblo [...]».[29]​ La sola aparición en dicha sección, implicaba una velada amenaza de muerte por parte de esa organización armada.

Su asesinato

Parroquia de San Francisco Solano, en la puerta de donde fue asesinado el padre Mugica luego de dar misa. La placa dice: "Padre Carlos Mugica. 11 de mayo de 1974. Después de celebrar la misa cayó aquí víctima de aquellos a quienes molestaba su ardiente palabra y su acción impulsadas por la fuerza del Evangelio en favor de los humildes del pueblo. "Señor, quiero estar con ellos a la hora de la luz..."

Debido a su «opción por los pobres» concretada en una activa militancia social y por su independencia política recibió críticas de todos los sectores; amenazas de muerte y diversos ataques e intentos de matarlo.

El 11 de mayo de 1974, después de las 8 de la noche, fue emboscado cuando se disponía a subir a su auto Renault 4 azul estacionado en la puerta de la iglesia de San Francisco Solano de la calle Zelada 4771 en el barrio porteño de Villa Luro donde acababa de celebrar misa. Mugica estaba acompañado de su amigo Ricardo Rubens Capelli. Fueron atacados con armas de fuego por varios hombres, entre los que la investigación judicial identificaría a Eduardo Almirón como autor inmediato. Mugica recibió 14 balazos de frente, mientras que Capelli recibió 4.[30]

Ambos fueron trasladados al hospital Juan F. Salaberry —hoy plaza Salaberry donde una placa recuerda a Mugica— del vecino barrio de Mataderos, donde fueron operados por el doctor Marcelo Larcade. El propio Larcade ha relatado que Mugica insistió en que primero fuera atendido su amigo:

Yo no quiero que me operes a mí antes que a él.
Carlos Mugica[30]

En el quirófano había al menos unas 300 personas, de uniforme y de civil: «había una banda de mafiosos adentro del quirófano que lo único que buscaba era la certificación de la muerte de Carlos».[30]​ Al fallecer Mugica «hubo como una especie de desbande y luego salieron. El objetivo estaba cumplido. Era la certificación», dice el doctor Larcade.[30]

La operación de Mugica duró aproximadamente dos horas, pero por la gravedad y cantidad de las heridas sus posibilidades de sobrevivir eran muy pocas.[30]

Capelli fue trasladado al Rawson donde recibió la visita de Jorge Conti, yerno de José López Rega, acto que Capelli tomó como una amenaza de muerte. A partir de ese momento Capelli fue perseguido, amenazado e incluso mantenido como detenido-desaparecido en 1978.[30]​ Fue Capelli precisamente el que años después indentificaría a Almirón como uno de los asesinos, porque él lo conocía del Ministerio de Bienestar Social, donde Alimirón se desempeñaba.[30]

El doctor Larcade ha contado que el parte quirúrgico y la historia clínica que confeccionó inmediatamente después de la operación, desaparecieron y que nunca fue citado a declarar, algo completamente inusual cuando se trataba de muertes violentas.[30]

Autoría del crimen

La tumba del padre Mugica, en la parroquia Cristo Obrero.

En los días posteriores se plantearon dos hipótesis acerca de quiénes habían ejecutado el crimen. Oficialmente, la agencia Télam atribuyó el asesinato a los grupos que habían lanzado una «campaña de terror contra todas la instituciones de la República, cuyos efectos ya se hicieron sentir en relación al sindicalismo y las Fuerzas Armadas».[31]​ Martín De Biase señala que en ese momento la tendencia mayoritaria fue señalar a la organización Montoneros, atribuyendo el móvil a las diferencias políticas entre ellos.[16]

Montoneros difundió de inmediato un comunicado, publicado en los periódicos del 13 de mayo de 1974 negando la autoría del hecho e imputaba el mismo a "las bandas armadas de derecha": el último acto público del Padre Mugica había sido una misa por un dirigente villero asesinado por la policía. Desde las páginas de medios de prensa enrolados en la posición de José López Rega, ministro de Bienestar Social, se insistió en esa versión y poco después el propio ministro bautizaba un barrio recién construido en Ciudadela con el nombre Presbítero Carlos Mugica.[16]

Comunicado de Montoneros por la muerte de Mugica

Con el tiempo, la opinión mayoritaria se inclinó por imputar el crimen a la organización de derecha Alianza Anticomunista Argentina (La Triple A), organizada a instancias de Perón. Algunos sindican a Rodolfo Eduardo Almirón, miembro de la custodia del entonces presidente e integrante de la Triple A, como el autor material del crimen.[32]​ Según versiones de testigos, el autor fue un individuo con bigotes: se sindicó a Rodolfo Eduardo Almirón, cabecilla de dicha organización. Mugica fue baleado con una ametralladora Ingram MAC-10. Los proyectiles le afectaron abdomen y tórax; trasladado al hospital, falleció a los pocos minutos. Ese modelo de arma era el utilizado en atentados por la Triple A. Según Miguel Bonasso, al conocerse la muerte del dirigente peronista, Arturo Sampay le dijo:

«[...] el asesinato del padre Mugica es la respuesta de Perón al retiro de ustedes en la Plaza. Es una operación maquiavélica, destinada a que los militantes de la Tendencia se maten entre sí. Demasiado inteligente para que se le haya ocurrido al animal de López Rega.»[33]

En 2012 el entonces senador peronista Antonio Cafiero, en el programa de televisión Tiene la palabra, reveló por primera vez que el padre Mugica le había dicho dos días antes de morir que creía que podía ser asesinado por Montoneros.[34]

El 12 de julio de 2012 el juez Norberto Oyarbide emitió una declaración en la que hizo público que «Rodolfo Eduardo Almirón fue el autor inmediato del homicidio de Carlos Francisco Sergio Mugica, en el marco del accionar delictivo de la Triple A». Fundó su decisión a fin de «declarar la verdad de lo que aconteció, y así brindar una respuesta a los familiares de la víctima y a la sociedad». En ese expediente resultaron centrales los testimonios de Carlos Capelli y Helena Goñi, amigos y colaboradores de Carlos Mugica.[32]​ La investigación relativa al asesinato de Carlos Mugica integra una megacausa sobre los delitos presuntamente cometidos por la Triple A, imprescriptibles por haber sido declarados de "lesa humanidad". La causa estuvo en etapa de instrucción desde su reapertura en 2006, y en ella actúa como querellante la Liga Argentina por los Derechos del Hombre. Rodolfo Eduardo Almirón, sindicado como el autor material del asesinato de Mugica y jefe operativo de la Triple A, fue extraditado desde España y murió en la Argentina en 2009, tras haber pasado detenido en prisión un breve lapso y ser beneficiado con el arresto domiciliario.[35]

El 19 de febrero de 2016 la jueza María Servini de Cubría condenó por el delito de asociación ilícita, por haber pertenecido a la Triple A, a Jorge Héctor Conti, Carlos Alejandro Gustavo Villone, Julio José Yessi, Norberto Cozzani y Rubén Arturo Pascuzzi. En el juicio quedó acreditado que esa organización parapolicial realizó el asesinato del padre Mugica.[36]

En conexión con la causa por asociación ilícita citada en el párrafo anterior, en abril de 2016 el fiscal Eduardo Taiano, pidió a la jueza Servini de Cubría, que se condene a Jorge Conti, Carlos Villone, Julio José Yessi y Rubén Pascuzzi, por cuatro homicidios, privaciones ilegítimas de la libertad y lesiones graves. Uno de los cuatro homicidios es el de Carlos Mugica.[37]

La Fiscalía dio a conocer el pedido de condena en estos términos:

El 11 de mayo de 1974, después de las 20, Eduardo Almirón, secundado por Miguel Ángel Rovira, disparó cinco veces contra Carlos Mugica a metros de la iglesia San Francisco Solano. Junto a él se encontraba Ricardo Rubens Capelli, que sufrió lesiones graves por balas provenientes desde adelante. Así lo determinó el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N°5 el 12 de julio de 2012, en el marco del expediente 14.905/2009, a través del testimonio de al menos cuatro testigos del homicidio que vieron también cómo los atacantes escapaban a bordo de un Chevrolet de color verde claro, que luego se identificó como robado.[37]

Con todo, las opiniones de diferentes historiadores y periodistas sobre los alcances de las responsabilidades en el crimen de Carlos Mugica distan de ser unánimes. Mientras Felipe Pigna, Eduardo Anguita y Martín Caparrós se posicionaron a favor de la tesis que sostiene una responsabilidad plena de la Alianza Anticomunista Argentina, Ceferino Reato y Marcelo Larraquy manifestaron sus reservas al respecto al sugerir que la organización Montoneros podría haber tenido algún tipo de vínculo con el hecho.[38][39]​ Ricardo Capelli dijo en el programa de Felipe Pigna de Radio Nacional 18/5/2014 que al llegar a la capilla de San Francisco Solano con Mugica, para dar misa, advirtió la presencia de Rodolfo Almirón - mano derecha de López Rega. Al salir, luego de dar la misa, se dirigían al auto Renault 4L para retirarse y alguien llama al padre Mugica. Este se vuelve. Los demás siguen caminando. Se escucha un fuerte insulto de Mugica ante algo que ve y a continuación el tableteo del arma con que le dispararon. Los disparon le llegan a Capelli. Uno le golpea en el hombro y lo tira. Al caer ve que Mugica está herido, deslizándose contra la pared hasta quedar sentado y ve claramente a Rodolfo Almirón con el arma en la mano. Es el arma que les disparó a ambos: Mugica y el propio Ricardo Capelli. Los que iban con el grupo del cura los cargan en el auto, que con 5 ocupantes no tenía fuerza para tomar mucha velocidad y lo llevan para ser atendido por médicos. (Fuente: Radio Nacional Argentina - Programa: Historias de Nuestra Historia - 18/5/2014)

Juan Manuel Duarte escribió que, más allá de quienes oficiaron como autores materiales del crimen, entre fines de 1973 y principios de 1974 Carlos Mugica recibió ataques, tanto de las filas de Montoneros como de los esbirros de José López Rega —líder de la Alianza Anticomunista Argentina—, «en una especie de pacto tácito».[40]​ En efecto, las publicaciones cercanas a estos dos grupos opuestos (Militancia y El caudillo) recriminaron al sacerdote su origen —ya que no provenía de las villas sino de una familia de clase alta—, su exposición mediática y su influencia entre los pobres y los jóvenes. Las respuestas de Mugica parecieron irritarles más todavía: el sacerdote señaló que los hermanos villeros jamás le habían cuestionado que hubiera crecido en Recoleta y que solo sus críticos lo veían como un problema.

En 2020, la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, quien fuera integrante de Montoneros, afirmó en un programa de TV que había sido esa organización la que cometió el crimen, sin dar detalles sobre sus autores inmediatos.[41]

Legado

Cartel de bienvenida a la Villa 31, en el que se homenajea al sacerdote al denominarla «Padre Mugica».

Carlos Mugica es considerado por sus seguidores como un ejemplo de coherencia entre las ideas y la acción, y de fortaleza de fe, la cual trabajaba en forma constante, instando a quienes le rodeaban a no claudicar e insistir en la oración y la entrega a Dios. En palabras del libro Padre Mugica, una vida para el pueblo:

En poco más de 13 años de labor sacerdotal, había llegado a ser ampliamente conocido en la país. Su asesinato conmovió profundamente. Miles de personas desfilaron ante su féretro, primero en la parroquia de San Francisco Solano y después en la capilla de Cristo Obrero en la Villa de Retiro. Una impresionante multitud, que reunía exponentes de todas las clases sociales, pero especialmente a los pobres de las «villas miseria», lo acompañó por más de 50 cuadras hasta la Recoleta, en una manifestación de fe con tal profundo sentido religioso y popular que no se tiene memoria, en nuestra ciudad, de otra similar.[42]

El 9 de octubre de 1999 los restos de Carlos Mugica se trasladaron desde el cementerio de la Recoleta hasta la parroquia Cristo Obrero de la Villa 31 de Retiro, donde descansan actualmente. El traslado hasta ese sitio, donde el sacerdote había desplegado su mayor actividad como «cura villero», había sido sugerido por el Equipo de Sacerdotes para las Villas de la Arquidiócesis de Buenos Aires, y fue encabezado por el entonces arzobispo Jorge Mario Bergoglio.[43]

Sus frases y oraciones

Luego de que el 2 de julio de 1971 estallara una bomba frente al edificio donde vivían los padres de Mugica, y que cuatro desconocidos se presentaran en la Villa de Retiro en busca del sacerdote, Carlos pronunció una frase que se citaría como su testamento espiritual,[44]​ y que tomó difusión luego de su muerte:

Nada ni nadie me impedirá servir a Jesucristo y a su Iglesia, luchando junto a los pobres por su liberación. Si el Señor me concede el privilegio, que no merezco, de perder la vida en esta empresa, estoy a su disposición.[45]
Carlos Mugica, agosto de 1971

Carlos Mugica creó varias oraciones propias. Entre ellas se cuenta la siguiente de 1969,[46]​ reiterada hoy por los «curas villeros»:

Imagen de la Villa 31, donde Carlos Mugica desarrolló su apostolado caracterizado por su «opción por los pobres».
Señor, perdóname por haberme acostumbrado
a ver que los chicos parezcan tener ocho años y tengan trece.
Señor, perdóname por haberme acostumbrado
a chapotear en el barro. Yo me puedo ir, ellos no.
Señor, perdóname por haber aprendido a soportar el olor de aguas servidas,
de las que puedo no sufrir, ellos no.
Señor, perdóname por encender la luz y olvidarme que ellos no pueden hacerlo.
Señor, yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no,
porque nadie puede hacer huelga con su propia hambre.
Señor, perdóname por decirles 'no solo de pan vive el hombre'
y no luchar con todo para que rescaten su pan.
Señor, quiero quererlos por ellos y no por mí.
Señor, quiero morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos.
Señor, quiero estar con ellos a la hora de la luz.[47]

Homenajes

  • Tras su trágica muerte, los vecinos de la Villa 31 llamaron con su nombre a dicho asentamiento, y existe un anteproyecto para urbanizar la zona y denominarla como «Barrio Padre Mugica».[48]
  • En el 2014 fue erigido un memorial en la avenida 9 de julio a 40 años de su muerte.

Filmografía

En 1999 se estrenó el filme documental Padre Mugica sobre su vida.

Vídeos

Referencias

Notas

  1. En septiembre de 1972, Luis Rivas colaboró en la preparación de un descargo de Carlos Mugica ante la curia. El Boletín eclesiástico de Buenos Aires, órgano oficial del Arzobispado, había publicado un documento áspero sin firma en el que se criticaban las posturas teológicas que Mugica había expresado en su artículo Jesús y la política de su época. Mugica escribió una respuesta de 18 páginas, con la asistencia de Luis Rivas, Lucio Gera y Rafael Tello. Mugica quiso que ese escrito fuera publicado en el Boletín eclesiástico de Buenos Aires, lo que nunca sucedió.
    Luego del asesinato de Carlos Mugica se hallaron publicaciones de Luis Rivas entre sus documentos y objetos personales, que se conservan en la Universidad Católica de Córdoba: Los bienes de la justicia. La pobreza: opción de vida y precedencia de valores (Revista Bíblica 32 (1970) 245-251) y Jesús entre sus contemporáneos (Revista Bíblica 33 (1971):111-123). Ver: Universidad Católica de Córdoba. «Archivo Carlos Mugica». Consultado el 30 de enero de 2015. 

Citas

  1. https://www.pagina12.com.ar/193141-mugica-el-sacerdote-de-los-pobres
  2. https://www.elhistoriador.com.ar/cae-asesinado-por-la-triple-a-el-sacerdote-carlos-mugica-11-de-mayo-de-1974/
  3. Arabian, Lidia Ana (Marzo de 2001). «¿Quién fue el padre Mugica?». La Fogata. Buenos Aires. Consultado el 12 de septiembre de 2018. 
  4. Colegio Nacional de Buenos Aires (1948). «Búsqueda de Ex-alumnos - Carlos Francisco Sergio Mugica». Archivado desde el original el 12 de mayo de 2014. Consultado el 11 de mayo de 2014. 
  5. a b Mignone, Emilio F. (2006). Iglesia y dictadura. El papel de la Iglesia a la luz de sus relaciones con el régimen militar (2.ª edición). Buenos Aires: Ediciones del Pensamiento Nacional-Editorial Colihue. pp. 234 y ss. ISBN 950-581-379-1. Consultado el 19 de marzo de 2012. 
  6. La catedral metropolitana era el escenario donde serían consagrados los quince compañeros de promoción que habían completado sus estudios: Hugo Amaral, Alfredo Beranger, Ernesto Bernardi, Héctor Blanes, Norberto Catanese, Alejandro Cordeyro, Gilberto Furlán, Nicolás González, Carlos Hernando, Alejandro Mayol, Carlos Mugica, Luis Rivas, Mariano Soja, Alberto Penas y Juan Zárate., p. 67.
  7. de Biase, 1998, p. 309.
  8. Amuchástegui, María Mercedes (2010). Lucio Gera y la pastoral popular: una interpretación histórica de sus orígenes. Tesis de Licenciatura. Universidad Católica Argentina, Facultad de Filosofía y Letras, Departamento de Historia. Consultado el 30 de enero de 2015. 
  9. a b Mugica, 1984, pp. 171, 216.
  10. Mugica, 1984, p. 63.
  11. a b Touris, Claudia (2005). «Neo-integralismo, denuncia profética y Revolución en la trayectoria del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo». Prismas (Revista de historia intelectual) (9): 229-239. Consultado el 11 de mayo de 2014. 
  12. Mangione, Mónica (2001) Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. CEME,.
  13. Urquiza, Fernando Carlos (2006). «Las transformaciones de la Iglesia argentina: del Concilio Vaticano II a la recuperación democrática». Cartapacio de Derecho 11: 1-30. Consultado el 30 de diciembre de 2013. «El padre Mugica –confesor de algunos de los líderes del grupo Montoneros— les dijo en una ocasión frente a testigos a propósito del retorno de Perón: "Se acabó esta joda. Ahora que el gobierno es constitucional, ustedes se meten los fierros en el culo..." Esta expresión condena el uso político de la violencia y de las armas (fierros).»  El autor refiere a un relato de Elena Goñi, amiga de Carlos Mugica, citado por Wornat, O. (2002), Nuestra Santa Madre. Buenos Aires: Ediciones B, p. 128.
  14. Verbitsky, Horacio (2013). Vigilia de armas. Tomo 3: Del Cordobazo de 1969 al 23 de marzo de 1976. Editorial Sudamericana. Consultado el 30 de diciembre de 2013. 
  15. Mugica, Carlos (1973). Peronismo y cristianismo. 100 páginas (1ª edición). Buenos Aires: Editorial Merlín. Archivado desde el original el 5 de septiembre de 2013. Consultado el 30 de diciembre de 2013.  Posteriormente lo reeditaron otras editoriales (Gea, Punto de Encuentro). ISBN 9789872762056.
  16. a b c de Biase, 1998.
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  25. Duarte, Juan Manuel (2014). Entregado por nosotros: Montoneros y el asesinato del padre Carlos Mugica. Buenos Aires: Editorial Sudamericana. p. 136. ISBN 978-950-07-4750-9. 
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  36. «Condenaron por asociación ilícita a cinco integrantes de la Triple A». Fiscales. 28 de marzo de 2016. «El fallo recuerda que Paino “aseguró que le habían encargado el asesinato” del diputado Rodolfo Ortega Peña y que pudo ver una lista de las personas que la asociación ejecutaría, entre los que nombró al padre Carlos Mugica y al ex subjefe de policía Julio Troxler, entre otros... Tuvo gran peso el testimonio de Ricardo Rubens Capelli, quien fue testigo y resultó baleado en el asesinato de Mugica: estando internado en el Hospital Rawson recibió la visita de Conti, quien le comunicó que López Rega se ponía a disposición “para lo que necesite”. Su reacción fue inmediata: le pidió a sus amigos que lo sacaran de ahí “porque iba a ser boleta”.» 
  37. a b «Pidieron reclusión perpetua para cuatro integrantes de la Triple A». Fiscales. 1 de abril de 2016. 
  38. Reato, Ceferino (10 de mayo de 2014). «¿Quién mató a Mugica?». Infobae. Consultado el 13 de mayo de 2014.  Ceferino Reato escribió: «Desde un punto de vista racional, no se entiende bien por qué López Rega mataría a una figura pública que le hacía tanto bien a la causa política de su jefe, el presidente Perón.»
  39. Larraquy, Marcelo (11 de mayo de 2014). «Padre Mugica: el legado de su vida y las dudas que aún despierta su muerte». Diario Clarín. Consultado el 13 de mayo de 2014.  Larraquy escribió que el crimen se atribuyó a la Triple A aunque todavía se sospecha de Montoneros y recordó que Carlos Mugica le confió a Jacobo Timerman, director del diario La Opinión,lo difícil que le resultaba sobrellevar el enfrentamiento político con Mario Firmenich, uno de los fundadores de Montoneros: «Le producía ansiedad, dolor, angustia».
  40. Duarte, Juan Manuel (2014). Entregado por nosotros: Montoneros y el asesinato del padre Carlos Mugica. Buenos Aires: Editorial Sudamericana. ISBN 978-950-07-4750-9. Consultado el 11 de mayo de 2014. 
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  48. Página 12 - Se puso en marcha la mesa participativa para urbanizar la Villa 31: Será el barrio Carlos Mugica

Bibliografía

  • Bellotta, Araceli (1997). «Carlos Mugica, el cura de las villas». Todo es Historia (Buenos Aires) (361): 8. 

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