Diferencia entre revisiones de «Argumento ad hominem»

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Contenido eliminado Contenido añadido
Etiqueta: editor de código 2017
Etiqueta: editor de código 2017
Línea 44: Línea 44:
El polímata [[Italia|italiano]] [[Galileo Galilei]] y el filósofo [[Reino Unido|británico]] [[John Locke]] también examinaron este último tipo de ''ad hominem'' no falaz, examinar un argumento en función de si se ajusta a los principos de la persona que lo presenta. A mediados del {{siglo|XIX||s}}, el entendimiento moderno del término ''ad hominem'' comenzó a tomar forma, con la definición dada por el lógico inglés [[Richard Whately]]. Según él, los argumentos ''ad hominem'' son los que están «dirigidos a las circunstancias peculiares, el carácter, las opiniones declaradas o la conducta pasada del individuo».<ref name="Walton" />
El polímata [[Italia|italiano]] [[Galileo Galilei]] y el filósofo [[Reino Unido|británico]] [[John Locke]] también examinaron este último tipo de ''ad hominem'' no falaz, examinar un argumento en función de si se ajusta a los principos de la persona que lo presenta. A mediados del {{siglo|XIX||s}}, el entendimiento moderno del término ''ad hominem'' comenzó a tomar forma, con la definición dada por el lógico inglés [[Richard Whately]]. Según él, los argumentos ''ad hominem'' son los que están «dirigidos a las circunstancias peculiares, el carácter, las opiniones declaradas o la conducta pasada del individuo».<ref name="Walton" />


A lo largo del tiempo, el término adquirió un nuevo significado. A principos del {{siglo|XX||s}}, fue vinculado con una falacia lógica, en la cual un debatiente, en lugar de refutar un argumento, atacaba a su oponente. Esta aproximación tamién se popularizó en los libros de historia de mediados del {{siglo|XX||s}}, pero fue cuestionada por el filósofo [[australia|australiano]] [[Charles Leonard Hamblin]] en la segunda mitad del {{siglo|XX||s}}.
A lo largo del tiempo, el término adquirió un nuevo significado. A principos del {{siglo|XX||s}}, fue vinculado con una falacia lógica, en la cual un debatiente, en lugar de refutar un argumento, atacaba a su oponente. Esta aproximación tamién se popularizó en los libros de historia de mediados del {{siglo|XX||s}}, pero fue cuestionada por el filósofo [[australia|australiano]] [[Charles Leonard Hamblin]] en la segunda mitad del {{siglo|XX||s}}. En una obra detallada, sugirió que la inclusión de una declaración contra una persona en un argumento no necesariamente lo convertía en un argumento falaz, ya que esa afirmación no es una premisa que conduzca a una conclusión.

Aunque las críticas de Hamblin no fueron aceptadas mayoritariamente, el filósofo [[canada|canadiense]] [[Douglas N. Walton]] examinó aún más la cualidad de falacia del argumento ''ad hominem''.<ref>{{Cita libro|título=The History of the Argumentum Ad Hominem Since the Seventeenth Century|url=https://doi.org/10.1007/978-3-319-20955-5_32|editorial=Springer International Publishing|fecha=2015|fechaacceso=2023-07-18|isbn=978-3-319-20955-5|páginas=611–629|serie=Argumentation Library|doi=10.1007/978-3-319-20955-5_32|idioma=en|nombre=Frans H.|apellidos=van Eemeren|nombre2=Rob|apellidos2=Grootendorst|nombre-editor=Frans H.|apellido-editor=van Eemeren}}</ref> En la actualidad, excepto en usos filosóficos especializados, el uso del término ad hominem denota un ataque directo a la personalidad y ética de una persona, en un intento de refutar su argumento.<ref name="Walton" />


== Tipos de argumento ad hominem ==
== Tipos de argumento ad hominem ==

Revisión del 10:55 18 jul 2023

Falacias

En lógica, se conoce como argumento ad hominem (del latín ‘contra el hombre’)[1]​ o falacia ad hominem a varios tipos de argumentos, muchos de los cuales considerados falacias informales, que consisten en atacar una afirmación en función del carácter o algún atributo del emisor de esta en lugar de analizar el contenido sustancial del argumento en sí mismo.[2][3]​ Generalmente sigue la siguiente estructura: «A afirma x, B afirma que A tiene algo cuestionable, luego por extensión B afirma que x es cuestionable».

Es una de las falacias lógicas más conocidas. Tanto la falacia en sí misma como la acusación de haberse servido de ella (argumento ad logicam) se utilizan como recursos en discursos reales.[4]​ Como una técnica retórica, es poderosa y tiene como objetivo convencer a personas que se mueven más por sentimientos que por la lógica.[5]​ Se atacan, así, no los argumentos propiamente dichos, sino a la persona que los produce y, más concretamente, su origen, raza, educación, riqueza, pobreza, estatus social, pasado, moral, familia, etcétera.

Al denunciar este tipo de falacia, no se debe caer en el error de pensar que por existir un argumento ad hominem la afirmación de B sería verdadera (esto es también una falacia conocida como argumento ad logicam). El hecho de que alguien desacredite al orador no prueba nada acerca de la falsedad o veracidad de lo que este diga.

El hecho de insultar a una persona dentro de un discurso no constituye necesariamente una falacia ad hominem. La falacia se comete al desacreditar a la persona que está ofreciendo la afirmación para intentar quitar fuerza al sistema argumentativo que él defiende, pero sin realmente mostrarla como inválida o errónea.

Por ejemplo:

Diálogo entre dos personas

  • A: «El Estado no está garantizando las necesidades básicas de todos los individuos».
  • B: «Usted nunca tuvo necesidades, no puede hablar sobre lo que hace el Estado».

En este caso B atacó la moral de A, pero no dijo nada sobre las necesidades básicas. Se dice entonces que el argumento usado por B es una falacia, porque no prueba falsedad, sino que intenta generar la sensación de falsedad.

Ejemplo 2:

  • A: «Los triángulos tienen cuatro lados».
  • B: «Usted nunca estudió geometría. No tiene razón en lo que dice».

Efectivamente la proposición de A es falsa, pero no porque no haya estudiado geometría, sino porque el triángulo tiene tres lados.

Historia

Aristóteles es acreditado por establecer la distinción entre argumentos personales y lógicos.[6]

Antigua Grecia

Los diversos tipos de argumentos ad hominem han sido conocidos en occidente desde al menos la antigua Grecia. Aristóteles, en su obra Refutaciones sofísticas, detalló la falacia de poner bajo escrutinio al cuestionador en lugar del argumento en sí mismo.[7]​ Su descripción era algo diferente del entendimiento moderno, refiriéndose a una clase de sofistería que aplica una pregunta con un lenguaje ambiguo acerca de las personas a una persona específica. La refutación adecuada, escribió, no es debatir las características de la persona (solutio ad hominem), sino abordar la ambigüedad original. [8]

Muchos ejemplos de argumentos ad hominem no falaces de la antigüedad se conservan en las obras del filósofo pirrónico Sexto Empírico. En estos argumentos, se utilizan los conceptos y supuestos de los oponentes como parte de una estrategia dialéctica en su contra para demostrar la falta de solidez de sus propios argumentos y supuestos. De esta manera, los argumentos son dirigidos a la persona (ad hominem), pero sin atacar las propiedades de los individuos que hacen los argumentos.[9]

Siglo XVI en adelante

El polímata italiano Galileo Galilei y el filósofo británico John Locke también examinaron este último tipo de ad hominem no falaz, examinar un argumento en función de si se ajusta a los principos de la persona que lo presenta. A mediados del siglo XIX, el entendimiento moderno del término ad hominem comenzó a tomar forma, con la definición dada por el lógico inglés Richard Whately. Según él, los argumentos ad hominem son los que están «dirigidos a las circunstancias peculiares, el carácter, las opiniones declaradas o la conducta pasada del individuo».[6]

A lo largo del tiempo, el término adquirió un nuevo significado. A principos del siglo XX, fue vinculado con una falacia lógica, en la cual un debatiente, en lugar de refutar un argumento, atacaba a su oponente. Esta aproximación tamién se popularizó en los libros de historia de mediados del siglo XX, pero fue cuestionada por el filósofo australiano Charles Leonard Hamblin en la segunda mitad del siglo XX. En una obra detallada, sugirió que la inclusión de una declaración contra una persona en un argumento no necesariamente lo convertía en un argumento falaz, ya que esa afirmación no es una premisa que conduzca a una conclusión.

Aunque las críticas de Hamblin no fueron aceptadas mayoritariamente, el filósofo canadiense Douglas N. Walton examinó aún más la cualidad de falacia del argumento ad hominem.[10]​ En la actualidad, excepto en usos filosóficos especializados, el uso del término ad hominem denota un ataque directo a la personalidad y ética de una persona, en un intento de refutar su argumento.[6]

Tipos de argumento ad hominem

Argumento ad hominem abusivo

Se comete al atacar el carácter de un individuo, su inteligencia, su integridad cuando esto es totalmente irrelevante para la falsedad o verdad de lo que dice una persona.

"Las propuestas son falsas porque las proponen los radicales de izquierda"

No siempre el argumento es falaz. En el caso de los tribunales, cuando se presenta un testimonio y se demuestra que quien lo emite es probadamente un perjuro, este argumento puede invalidar el testimonio. sin embargo, para no incurrir en una falacia es necesario mostrar que es un mentiroso a partir de la pauta de conducta que hasta entonces ha seguido el testigo, o de la inconsistencia del testimonio presentado.[11]

Argumento ad hominem circunstancial

Se comete cuando se ataca la circunstancia de interlocutor en vez del argumento en cuestión. Así la conclusión de un argumento es rechazada solo por el empleo, escolaridad, nacionalidad u otra circunstancia de quien la propone.[12]

"¿Cómo tú vas a hablar de política social cuando tienes un trabajo bien remunerado y vives en un barrio acomodado? Tú no sabes nada de las necesidades de los menos afortunados".

Ejemplos

  • «¿Qué puede saber un sacerdote sobre los hijos, si no ha tenido ninguno?»
  • «Turing piensa que las máquinas piensan. Turing es homosexual. Por tanto, las máquinas no piensan.» (Silogismo que aparece en una carta escrita por Alan Turing, debido al rechazo social que recibió por ser abiertamente homosexual; le preocupaba que los ataques hacia su persona se utilizaran para descalificar su trabajo en inteligencia artificial). [13]
  • «Tú dices que este hombre es inocente, pero no eres creíble porque tú también eres un criminal.»

Falacias similares

Existen falacias similares:

Ad hominem en la literatura clásica

Los clásicos denominaban al argumento ad hominem con la expresión argumentum ex concessis, es decir, que usa en su favor los argumentos «aceptados» o «concedidos» (ex concessis) por el interlocutor. Fue John Locke, creador de los argumentos en ad, quien lo renombró como ad hominem. Un ejemplo muy conocido es el de Tito Livio refiriéndose a la forma en que Aníbal persuadía a sus hombres:

Aníbal [tras cruzar los Alpes], empleó toda clase de exhortaciones para animar aquella confusa mezcla de hombres que nada tenían en común, ni la lengua, ni las costumbres, ni las leyes, ni las armas, ni los trajes, ni el aspecto ni los intereses. A los auxiliares les habló de alta paga por el momento y ricos despojos en el repartimiento del botín. Hablando a los galos, avivó en su ánimo el fuego de aquel odio nacional y natural que alimentaban contra Roma. A los ojos de los ligures hizo brillar la esperanza de cambiar sus abruptas montañas por las fértiles llanuras de Italia. Asustó a los moros y númidas con el cuadro del cruel despotismo con que los abrumaría Masinissa; y dirigiéndose a los demás les señalaba otros temores y otras esperanzas. A los cartagineses habló de las murallas de la patria, de los dioses penates, de los sepulcros de sus padres, de sus hijos, de sus parientes, de sus esposas desoladas.
Tito Livio, XXX

Por ejemplo, como señala Arthur Schopenhauer parafraseando a Aristóteles, si el interlocutor «es partidario de una secta con la que no estamos de acuerdo, podemos utilizar contra él las máximas de esa secta como principia».[14]

Los tratadistas consideran que el argumento ad hominem es un recurso que se utiliza con fines prácticos, en discusiones filosóficas, jurídicas, políticas, etc., siempre que se pretende persuadir a alguien de algo, lo cual exige compartir con el auditorio algunas de las premisas, aunque sea de forma solo teórica:

Las posibilidades de argumentación dependen de lo que cada uno está dispuesto a conceder, de los valores que reconoce, de los hechos sobre los que señala su conformidad; por consiguiente, toda argumentación es una argumentación ad hominem o ex concessis.
Chaim Perelman

Referencias

  1. Real Academia Española. «ad hóminem». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). 
  2. Real Academia Española. «argumento ad hóminem: El que se funda en las opiniones o actos de la misma persona a quien se dirige, para combatirla o tratar de convencerla.». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). 
  3. Falacias lógicas. Falacia ad hominem en el punto 2.1
  4. Abud, Farid (2013). «Del ataque personal como evasiva, como procedimiento de criminalización y como forma de protesta. Una mirada a los usos del argumento Ad Hominem en el debate Uribe-Coronell». Cuadernos del GESCAL 1 (1): 307-338. Consultado el 18 de julio de 2023. 
  5. Barnes, Ralph M.; Johnston, Heather M.; MacKenzie, Noah; Tobin, Stephanie J.; Taglang, Chelsea M. (30 de enero de 2018). «The effect of ad hominem attacks on the evaluation of claims promoted by scientists». PLOS ONE (en inglés) 13 (1): e0192025. ISSN 1932-6203. PMC 5790247. PMID 29381757. doi:10.1371/journal.pone.0192025. Consultado el 18 de julio de 2023. 
  6. a b c Walton, D. N. (1 de mayo de 2001). «Searching for the Roots of the Circumstantial Ad Hominem». Argumentation (en inglés) 15 (2): 207-221. ISSN 1572-8374. doi:10.1023/A:1011120100277. Consultado el 18 de julio de 2023. 
  7. Tindale, Christopher W. (22 de enero de 2007). Fallacies and Argument Appraisal (en inglés). Cambridge University Press. ISBN 978-1-139-46184-9. Consultado el 18 de julio de 2023. 
  8. Nuchelmans, Gabriël (1 de enero de 1993). On The Fourfold Root of The Argumentum Ad Hominem. BRILL. pp. 37-47. ISBN 978-90-5183-592-2. Consultado el 18 de julio de 2023. 
  9. Walton, D. N. (1 de mayo de 2001). «Searching for the Roots of the Circumstantial Ad Hominem». Argumentation (en inglés) 15 (2): 207-221. ISSN 1572-8374. doi:10.1023/A:1011120100277. Consultado el 18 de julio de 2023. 
  10. van Eemeren, Frans H.; Grootendorst, Rob (2015). van Eemeren, Frans H., ed. The History of the Argumentum Ad Hominem Since the Seventeenth Century. Argumentation Library (en inglés). Springer International Publishing. pp. 611-629. ISBN 978-3-319-20955-5. doi:10.1007/978-3-319-20955-5_32. Consultado el 18 de julio de 2023. 
  11. Copi, 2013, p. 159
  12. Copi, 2013, p. 160
  13. Alan Turing: el fantasma que inventó la informática. Publicado el 12 de febrero de 2012. Consultado el 21 de mayo de 2019.
  14. Schopenhauer, Arthur (2004). El arte de tener razón (p. 40). Alianza Editorial: Madrid.

Bibliografía

Véase también