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La ética estudia qué es un acto moral, cómo se justifica racionalmente un sistema moral, y cómo se ha de aplicar posteriormente a nivel individual y a [[Sociedad|nivel social]]. En la vida cotidiana constituye una reflexión sobre el hecho moral, es decir busca las razones que justifican la adopción de un sistema moral u otro.
La ética estudia qué es un acto moral, cómo se justifica racionalmente un sistema moral, y cómo se ha de aplicar posteriormente a nivel individual y a [[Sociedad|nivel social]]. En la vida cotidiana constituye una reflexión sobre el hecho moral, es decir busca las razones que justifican la adopción de un sistema moral u otro.


Una doctrina ética elabora y verifica afirmaciones o juicios determinados. Una sentencia ética, juicio moral o declaración normativa es una afirmación que contendrá términos tales como «bueno», «malo», «correcto», «incorrecto», «obligatorio», «permitido», etc., referidos a una acción, a una decisión o incluso contendrá a las intenciones de quien actúa o decide algo. Cuando se emplean sentencias éticas se está valorando moralmente a personas, situaciones, o acciones. Se establecen juicios morales cuando, por ejemplo, se dice: «ese hombre es malo», «no se debe matar», etc. En estas declaraciones aparecen los términos «malo», «no se debe», etc., que implican valoraciones de tipo moral.<section end=intro />
El chorizo es doctrina ética elabora y verifica afirmaciones o juicios determinados. Una sentencia ética, juicio moral o declaración normativa es una afirmación que contendrá términos tales como «bueno», «malo», «correcto», «incorrecto», «obligatorio», «permitido», etc., referidos a una acción, a una decisión o incluso contendrá a las intenciones de quien actúa o decide algo. Cuando se emplean sentencias éticas se está valorando moralmente a personas, situaciones, o acciones. Se establecen juicios morales cuando, por ejemplo, se dice: «ese hombre es malo», «no se debe matar», etc. En estas declaraciones aparecen los términos «malo», «no se debe», etc., que implican valoraciones de tipo moral.<section end=intro />


== Introducción ==
== Introducción ==

Revisión del 11:50 13 feb 2018

El dilema del tranvía es un experimento mental que sirve para ilustrar y poner a prueba distintas teorías éticas.

La ética (del lat. ethĭcus, y este del gr. ἠθικός ēthikós; la forma f., del lat. tardío ethĭca, y este del gr. ἠθική ēthikḗ[1]​) es la rama de la filosofía que estudia lo correcto o equivocado del comportamiento humano,[2]​ la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen vivir.[3]​ Además, tiene como centro de atención las acciones humanas y aquellos aspectos de las mismas que se relacionan con el bien, la virtud, el deber, la felicidad y la vida realizada. El estudio de la ética se remonta a los orígenes mismos de la filosofía en la Antigua Grecia, y su desarrollo histórico ha sido amplio y variado.

La ética estudia qué es un acto moral, cómo se justifica racionalmente un sistema moral, y cómo se ha de aplicar posteriormente a nivel individual y a nivel social. En la vida cotidiana constituye una reflexión sobre el hecho moral, es decir busca las razones que justifican la adopción de un sistema moral u otro.

El chorizo es doctrina ética elabora y verifica afirmaciones o juicios determinados. Una sentencia ética, juicio moral o declaración normativa es una afirmación que contendrá términos tales como «bueno», «malo», «correcto», «incorrecto», «obligatorio», «permitido», etc., referidos a una acción, a una decisión o incluso contendrá a las intenciones de quien actúa o decide algo. Cuando se emplean sentencias éticas se está valorando moralmente a personas, situaciones, o acciones. Se establecen juicios morales cuando, por ejemplo, se dice: «ese hombre es malo», «no se debe matar», etc. En estas declaraciones aparecen los términos «malo», «no se debe», etc., que implican valoraciones de tipo moral.

Introducción

Significado y objeto

La palabra ética proviene del latín ethĭcus, y este del griego antiguo ἠθικός transliterado como ēthikós. Según algunos autores, es correcto diferenciar êthos, que significa «carácter», de ethos, que significa «costumbre», pues «ética» se sigue de aquel sentido y no es éste.[4]

Según una corriente «clásica», la ética tiene como objeto los actos que el ser humano realiza de modo consciente y libre (es decir, aquellos actos sobre los que ejerce de algún modo un control racional). No se limita sólo a ver cómo se realizan esos actos, sino que busca emitir un juicio sobre estos, que permite determinar si un acto ha sido éticamente bueno o malo.

Fernando Savater, en el primer capítulo de su libro Ética para Amador («De qué va la ética»), define la ética como «el arte de vivir, el saber vivir, por lo tanto el arte de discernir lo que nos conviene (lo bueno) y lo que no nos conviene (lo malo)».

Ello implica establecer una distinción entre lo que sea bueno y lo que sea malo desde el punto de vista ético, y si el bien y el mal éticos coinciden o no con lo que serían el bien y el mal en sí.

Límites con disciplinas adyacentes

La ética se relaciona con la antropología, el derecho, con la Ley, y con ciencias empíricas que estudian el comportamiento humano, como la sociología y la psicología.

Un autor define ética del siguiente modo: «Ética (del griego ethika, de ethos, «comportamiento», «costumbre»), principios o pautas de la conducta humana, a menudo y de forma impropia llamada moral (del latín mores, «costumbre»)».[5]

La palabra ética proviene del griego êthikos («carácter»). Se trata del estudio de la moral y del accionar humano para promover los comportamientos deseables. Una sentencia ética supone la elaboración de un juicio moral y una norma que señala cómo deberían actuar los integrantes de una sociedad. Por profesión se entiende una ocupación que se desarrolla con el fin de colaborar con el bienestar de una sociedad. Para realizar dicha labor es necesario que el profesional (persona que ejerce la misma) actúe con responsabilidad, siguiendo los requisitos que la ley vigente plantee para el desarrollo de esa actividad.

La ética profesional pretende regular las actividades que se realizan en el marco de una profesión. En este sentido, se trata de una disciplina que está incluida dentro de la ética aplicada ya que hace referencia a una parte específica de la realidad.

Cabe destacar que la ética, a nivel general, no es coactiva (no impone sanciones legales o normativas). Sin embargo, la ética profesional puede estar, en cierta forma, en los códigos deontológicos que regulan una actividad profesional. La deontología forma parte de lo que se conoce como ética normativa y presenta una serie de principios y reglas de cumplimiento obligatorio.

Ética y moral

Se diferencia en que la ética es el estudio filosófico y científico de la moral y es teórica mientras que la moral es práctica. La ética trata sobre la razón y depende de la filosofía y en cambio la moral es el comportamiento en el que consiste nuestra vida. Etimológicamente «ética» y «moral» tienen el mismo significado. La palabra «moral» viene de latín mos que significa hábito o costumbre; y «ética» del griego ethos que significa lo mismo.[6]

Ramas

Dentro de la ética contemporánea se suelen distinguir tres áreas o niveles: la metaética, la ética normativa y la ética aplicada.[7]

Metaética

La metaética estudia el origen y el significado de los conceptos éticos,[7]​ así como las cuestiones metafísicas acerca de la moralidad, en particular si los valores morales existen independientemente de los humanos, y si son relativos, convencionales o absolutos.[7]​ Algunos problemas de la metaética son el problema del ser y el deber ser, el problema de la suerte moral, y la cuestión acerca de la existencia o no del libre albedrío.

El problema del ser y el deber ser

La ética teleológica es generalmente una ética orientada hacia fines, hacia un télos (en griego, «fin u objetivo que perfecciona a quien lo alcanza»).

Hume ha planteado la objeción de que la transición de «lo que es» a «lo que debe ser» es problemática, y en general ilegítima. La falacia naturalista de George Edward Moore plantea cuestiones estrechamente relacionadas, pero no es estrictamente lo mismo.

Como se destaca más adelante, los positivistas, deben estar epistemológicamente entre las tasas y tarifas de destino, y se diferencian por su relación diferente a los sentidos. La distinción epistemológica entre es y debe se basa en la ciencia empírica moderna. Quien no acepta esta distinción, o bien debe postular a un ser que no es directamente o indirectamente detectable, o se debe considerar lo que debe ser perceptible.

Las normas éticas se derivan de supuestas declaraciones sobre los seres, con frecuencia pasan inadvertidos por el uso de la ambigüedad normativa y empírica de términos como «esencia», «naturaleza», «determinación», «función», «final», «sentido» u «objetivo alcanzado». Así, la palabra «objetivo» es incluso lo que en realidad busca una persona (Su meta es graduarse). La palabra objetivo puede referirse también a lo que debe perseguir un hombre (por ejemplo, cuando se dice de alguien que perdió el objetivo o la meta de su existencia humana).

La ambigüedad inadvertida empírico-normativa de ciertos términos conduce a falacias lógicas tales como: «La esencia de la sexualidad es la procreación. Por lo tanto, la anticoncepción no está permitida, porque no refleja la naturaleza de la sexualidad».

Tomando nota de que esto supone que se ha deducido lógicamente que el ser es una justificación de las normas aún no declaradas (Promulgadas). Porque, además de las declaraciones normativas y de los registros, hay voluntades. La expresión de la voluntad de una persona: «No quiero ser molestado en la siguiente hora por cualquier persona» incluye el deseo de que la norma «Nadie me debe molestar en la hora siguiente» sea capaz de ser acogida y respetada por otros. El punto central será saber si la expresión de la voluntad de esa persona sea o no sea éticamente correcta, o sea simplemente un acto arbitrario que no exige un respeto absoluto por parte de otros.

La falacia naturalista

George Edward Moore, en su obra Principia Ethica, acusa al naturalismo de cometer un error cuando infiere que algo tiene una propiedad moral a partir de que ese algo tiene tal o cual propiedad natural.[8]​ Por ejemplo, asumiendo que el placer es una propiedad natural, un naturalista podría sostener que las relaciones sexuales son buenas porque son placenteras.[8]​ Sin embargo, Moore señala que para afirmar esto, primero se necesita mostrar que todo lo placentero es bueno,[8]​ y esto requiere de un argumento que parece difícil de proveer. Pese al nombre de la falacia, la misma parece poder extenderse más allá del naturalismo.[8]​Así, el desafío propuesto por Moore parece mostrar cómo es posible concluir legítimamente que una propiedad no moral puede identificarse o tener la misma extensión que una propiedad moral.

Ética normativa

El dilema del tranvía es un experimento mental que puede servir para ilustrar y poner a prueba distintas teorías éticas.

La ética normativa estudia los posibles criterios morales para determinar cuándo una acción es correcta y cuándo no lo es.[7]​ Un ejemplo clásico de un criterio semejante es la regla de oro.[7]​ Dentro de la ética normativa, existen tres posturas principales:[7]

  • El consecuencialismo sostiene que el valor moral de una acción debe juzgarse solo basándose en si sus consecuencias son favorables o desfavorables.[7]​ Distintas versiones del consecuencialismo difieren, sin embargo, acerca de cuáles consecuencias deben considerarse relevantes para determinar la moralidad o no de una acción.[7]​ Por ejemplo, el egoísmo moral considera que una acción será moralmente correcta sólo cuando las consecuencias de la misma sean favorables para el que la realiza.[7]​ En cambio, el utilitarismo sostiene que una acción será moralmente correcta solo cuando sus consecuencias sean favorables para una mayoría.[7]​ También existe debate sobre qué debe contarse como una consecuencia favorable.
  • La deontología, en cambio, sostiene que existen deberes que deben ser cumplidos, más allá de las consecuencias favorables o desfavorables que puedan traer, y que cumplir con esos deberes es actuar moralmente.[7]​ Por ejemplo, cuidar a nuestros hijos es un deber, y es moralmente incorrecto no hacerlo, aun cuando esto pueda resultar en grandes beneficios económicos. Distintas teorías deontológicas difieren en el método para determinar los deberes, y consecuentemente en la lista de deberes a cumplir.[7]
  • La ética de las virtudes, por otra parte, se enfoca menos en el aprendizaje de reglas para guiar la conducta, y más en la importancia de desarrollar buenos hábitos de conducta, o virtudes, y de evitar los malos hábitos, es decir los vicios.[7]

Las teorías de la filosofía ética o moral se pueden distinguir de acuerdo a los criterios de sus bases para la determinación del bien moral. El bien moral puede ser determinado por:

  • Las consecuencias (ética teleológica) consecuencialismo;
  • Disposiciones de comportamiento, rasgos de carácter y virtudes (ética de la virtud);
  • La intención del actor (ética disposición);
  • Objetivos hacia hechos morales, como objetivo de las evaluaciones morales sobre la propiedad o la acción (ética deontológica);
  • Optimización de los intereses o de las partes interesadas (de preferencia), la ética utilitarista, de la felicidad (eudaimonía), o del bienestar.

Consecuencialismo

Jeremy Bentham, uno de los padres del utilitarismo.

Las éticas teleológicas (Del gr. τέλος, fin) es un grupo de teorías éticas que emana deberes u obligaciones morales que buscan lograr un fin último, que presume bueno o deseable. También se le conoce como ética consecutiva, ya que se basa el juicio de los actos en sus consecuencias, y se opone a la éticas deontológicas (del griego δέον, deber), que sostienen que la moralidad de una acción es independiente del bien o mal generado a partir de ella.[9]

El consecuencialismo sostiene que la moralidad de una acción depende sólo de sus consecuencias (el fin justifica los medios).[10][11]​ El consecuencialismo no se aplica sólo a las acciones, pero éstas son el ejemplo más prominente.[10]​ Creer que la moralidad se trata sólo de generar la mayor cantidad de felicidad posible, o de aumentar la libertad lo más posible, o de promover la supervivencia de nuestra especie, es sostener una postura consecuencialista, porque aunque todas estas creencias difieren en cuanto a las consecuencias que importan, están de acuerdo en que lo que importa son las consecuencias.[11]

Una manera de clasificar a los distintos tipos de consecuencialismos es a partir de los agentes que se deben tener en cuenta cuando se consideran las consecuencias de las acciones. Esto da lugar a tres tipos de consecuencialismo:[12]

Egoísmo moral
Una acción es moralmente correcta si produce consecuencias positivas para el agente.[13]
Altruismo moral
Una buena acción es aquella que produce el bien de los demás, sin considerar al agente.
Utilitarismo
Una acción es moralmente correcta si predominan los resultados favorables sobre los indeseables para todos. Por tanto, la mejor acción posible es aquella que produce el mayor bien para el mayor número de personas.[14]

Deontología

Immanuel Kant, uno de los principales pensadores de la deontología, desarrolló la ética kantiana.

La deontología es la teoría normativa según la cual existen ciertas acciones que deben ser realizadas, y otras que no deben ser realizadas, más allá de las consecuencias positivas o negativas que puedan traer.[15]​ Es decir, hay ciertos deberes, u obligaciones, que deben ser cumplidos más allá de sus consecuencias.[15]

Ética de la virtud

La ética de virtud es una teoría que se remonta a Platón y, de modo más articulado, a Aristóteles, según la cual una acción es éticamente correcta si hacerla fuera propio de una persona virtuosa.[16][17]​ Por ejemplo, si para el utilitarismo hay que ayudar a los necesitados porque eso aumenta el bienestar general, y para la deontología hay que hacerlo porque es nuestro deber, para la ética de virtudes, hay que ayudar a los necesitados porque hacerlo sería caritativo y benevolente.[16]

Ética aplicada

La ética aplicada estudia la aplicación de las teorías éticas a asuntos morales concretos y controversiales.[7]​ Algunas de estas cuestiones son estudiadas por subdisciplinas. Por ejemplo, la bioética se ocupa de las cuestiones relacionadas con el avance de la biología y la medicina, como el aborto inducido, la eutanasia y la donación de órganos.[7]​ La ética ambiental, por otra parte, estudia cuestiones como los derechos de los animales, la experimentación con animales y el control de la contaminación.[7]​ Otras cuestiones estudiadas por la ética aplicada son la pena de muerte, la guerra nuclear, la homosexualidad, el racismo y el uso recreativo de drogas.[7]

La ética aplicada es la parte de la ética que se ocupa de estudiar cuestiones morales concretas y controvertidas.[12]​ Por ejemplo, algunos objetos de estudio de la ética aplicada son el aborto inducido, la eutanasia y los derechos de los animales.[12]​ Algunas de estas cuestiones se agrupan por similitudes y son estudiadas por subdisciplinas:[12]

En el primer sentido la deontología profesional es una disciplina normativa y filosófica. En el segundo sentido, se trata más bien de una disciplina descriptiva y por lo tanto científica.[19]​ La deontología profesional también cuenta con subdisciplinas como la ética médica, la ética de negocios y la ética de la ingeniería.[20]

Quizás las dos preguntas fundamentales de esta disciplina sean: ¿qué deberes tienen los seres humanos hacia el medio ambiente, y por qué?[21]​En general, la respuesta a la primera pregunta es una consecuencia de la respuesta a la segunda.[21]​Distintas respuestas o aproximaciones a respuestas han dado lugar a distintas éticas ambientales.[21]

  • Ética militar es un conjunto de prácticas y discursos que sirven para orientar a las fuerzas armadas y a sus integrantes para que actúen conforme a unos valores y unas normas determinadas, y para mostrar al conjunto de la ciudadanía esos valores de referencia.
  • La ética económica se ocupa de las relaciones éticas que deberían guiar las relaciones económicas entre los seres humanos y el efecto que tales normas tendrían sobre la economía de nuestras sociedades. De hecho gran parte de los economistas que desarrollaron la teoría moderna de la economía partieron de bases éticas. El ejemplo más cercano es el utilitarismo desarrollado primero como doctrina moral y luego usado para la teoría del valor neoclásica.[22][23]

Historia

Edad Antigua

Desde el inicio de la reflexión filosófica ha estado presente la consideración sobre la ética. Platón afronta la temática ética en diversos lugares y desde contextos diferentes. Así, por ejemplo, en el Gorgias busca superar el hedonismo y la ley del más fuerte. En el Fedón evidencia la importancia de lo que exista tras la muerte para regular el propio comportamiento. En La República aborda juntamente la ética individual (desde la perspectiva de una justicia dentro del alma) y la ética pública, con una compleja teoría del Estado, que encuentra complementos y puntos de vista diferentes en otras dos obras, el Político y las Leyes. En la segunda mitad de la obra Fedro, uno de los temas principales es la ética.[24]

La Ética nicomáquea, seguramente el más importante tratado de ética de Aristóteles, se basa en la premisa de que todo ser humano busca la felicidad (ética eudemónica). Para Aristóteles todos los seres naturales tienden a cumplir la función que les es propia y están orientados a realizar completamente sus potencialidades. El bien, que es lo mismo que la perfección de un ser o la realización de las capacidades es cumplir su función propia, aquello a que solo él puede realizar. También los seres humanos están orientados a la realización plena de la función que les es propia. El problema que se suscita, entonces, es cuál es la función propia del hombre. Y si acaso hay más de un bien propio del hombre, ¿cuál es el bien más alto y más perfecto de los que puede alcanzar el ser humano?

Como en otras de sus obras, Aristóteles releva las opiniones de sus contemporáneos al respecto y comprueba que todas parecen estar de acuerdo en que el objetivo supremo del hombre es vivir bien y ser feliz, aunque hay muchos desacuerdos respecto de en qué consiste la felicidad y el buen vivir. Para Aristóteles la vida feliz (plena) es la que permite realizar la actividad superior (contemplación), con una suficiente autonomía (bienes materiales, salud), y en compañía de un número suficiente de amigos (cf. Ética nicomáquea I).

Sólo son morales las acciones en las que se puede elegir y decidir qué hacer. En cambio, no son morales ni inmorales las acciones padecidas, compulsivas o forzosas. Lo que es moral es la acción que depende de la voluntad, si se actúa de modo correcto. ¿Cuándo se actúa correctamente? La forma correcta de actuar depende del ámbito de acción (dianoético o intelectual, ético o moral) y en parte está pautada por las costumbres de la comunidad a la que se pertenece (si la comunidad es éticamente sana, algo que supone Aristóteles para el mundo griego quizá de modo acrítico) y se aprende con la educación. Cuando se actúa de acuerdo con estas pautas, se vive bien y se es virtuoso.

Por otra parte, los filósofos estoicos y epicúreos propusieron teorías morales basadas en principios opuestos: la virtud y la vida con moderación (estoicismo), y la búsqueda del placer (epicureísmo).

Edad Media

Es un momento en el que la ética asume elementos de las doctrinas clásicas de la felicidad (el fin del actuar humano consiste en obtener el bien que nos hace felices) y los une a la doctrina cristiana (vista como Revelación divina), especialmente según la normativa que recogen los mandamientos. El fin último del actuar humano es la caridad, que se consigue al vivir desde el Evangelio, y que permite al hombre acceder a la visión de Dios (en el cielo), donde el ser humano alcanza su máxima plenitud y el bien supremo.

Diversos autores hablan de ética y según perspectivas diferentes. Es oportuno recordar dos grandes nombres, san Agustín de Hipona y santo Tomás de Aquino (especialmente en la segunda parte de la Suma de teología, en la que se recogen numerosos elementos de la ética de Aristóteles).[25]

Posteriormente, y tras las huellas de las ideas de Tomás de Aquino, se desarrolla en el ámbito católico lo que luego será conocido como principio de doble efecto.

Edad Moderna

Los filósofos éticos modernos trabajan con la mirada puesta, sobre todo, en el mundo antiguo (estoicos, epicúreos, Platón, Aristóteles), si bien con algunos elementos heredados de la Escolástica medieval. Descartes tiene algunos elementos de ética en su famoso Discurso del método. Dentro del racionalismo, es Baruch Spinoza quien elaboró de modo más amplio y sistemático una propuesta ética. En el ámbito del empirismo, David Hume trabajó en diversos momentos para comprender los motivos profundos de las acciones humanas.

La gran revolución ética moderna se realiza a través de Immanuel Kant, que rechaza una fundamentación de la ética en otra cosa que no sea imperativo moral mismo (deontologismo formal), pues si la moral se orienta a buscar la felicidad no podría dar ninguna norma categórica ni universal. Los filósofos idealistas desarrollaron esta moral del imperativo categórico. Hacen frente así al utilitarismo, al afirmar que el principio de utilidad no es el único criterio de corrección de las acciones.

Edad Contemporánea

La ética del siglo XX ha conocido aportes muy importantes por parte de numerosos autores: los vitalistas y existencialistas desarrollan el sentido de la opción y de la responsabilidad, Max Scheler elabora una fenomenología de los valores. Autores como Alain Badiou han intentado demostrar que esta principal tendencia (en las opiniones y en las instituciones), la cuestión de «la ética» en el siglo XX, es en realidad un «verdadero nihilismo» y «una amenazante denegación de todo pensamiento».[26]

Recientemente, y desarrollando un análisis en profundidad de los orígenes y fundamentos de la ética, han aparecido diversos estudios sobre el papel de las emociones en el desarrollo de un pensamiento ético antifundacionalista, como ha indicado Richard Rorty. En las últimas dos décadas, el filósofo escocés MacIntyre establece nuevas herramientas de análisis histórico-filosófico de distintas versiones rivales de la ética.

Véase también

Notas y referencias

  1. Real Academia Española. «ética». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). 
  2. Fiesser, James. «Ethics». Internet Encyclopedia of Philosophy (en inglés). p. 1. Consultado el 27 de abril de 2015. 
  3. Singer, Peter. «Ethics». Encyclopædia Britannica Online (en inglés). p. 1. Consultado el 15 de junio de 2009. 
  4. Corominas, Joan. Diccionario crítico etimológico castellano e hispano. 
  5. Cano de Pablo, Juan. El discurso filosófico de Foucault y Habermas.
  6. «Origen de una diferencia conceptual y su trascendencia en el debate ético contemporáneo». Consultado el 29 de enero de 2018.  Parámetro desconocido |autora= ignorado (ayuda)
  7. a b c d e f g h i j k l m n ñ o p Fieser, James. «Ethics». Internet Encyclopedia of Philosophy (en inglés). Consultado el 14 de noviembre de 2009. 
  8. a b c d Véase la primera sección de Ridge, Michael. «Moral non-naturalism». En Edward N. Zalta, ed. Stanford Encyclopedia of Philosophy (en inglés) (2010). 
  9. «teleological ethics». Encyclopædia Britannica. Consultado el 14 de mayo de 2014. 
  10. a b Sinnott-Armstrong, Walter. «Consequentialism». En Edward N. Zalta, ed. Stanford Encyclopedia of Philosophy (en inglés) (Fall 2008 Edition). 
  11. a b Haines, William. «Consequentialism». Internet Encyclopedia of Philosophy (en inglés). Consultado el 25 de marzo de 2010. 
  12. a b c d Fieser, James. «Ethics». Internet Encyclopedia of Philosophy (en inglés). Consultado el 25 de marzo de 2010. 
  13. Véase la sección 2 de Shaver, Robert. «Egoism». En Edward N. Zalta, ed. Stanford Encyclopedia of Philosophy (en inglés) (Fall 2008 Edition). 
  14. Driver, Julia. «The history of utilitarianism». En Edward N. Zalta, ed. Stanford Encyclopedia of Philosophy (en inglés) (2009). 
  15. a b Alexander, Larry y Michael Moore. «Deontological ethics». En Edward N. Zalta, ed. Stanford Encyclopedia of Philosophy (en inglés) (Fall 2008 Edition). 
  16. a b Hursthouse, Rosalind. «Virtue ethics». En Edward N. Zalta, ed. Stanford Encyclopedia of Philosophy (en inglés) (Spring 2009 Edition). 
  17. Athanassoulis, Nafsika. «Virtue ethics». Internet Encyclopedia of Philosophy (en inglés). Consultado el 25 de marzo de 2010. 
  18. Robert Audi (ed.). «Bioethics». The Cambridge Dictionary of Philosophy (en inglés) (2nd Edition). Cambridge University Press. 
  19. a b Robert Audi (ed.). «Professional ethics». The Cambridge Dictionary of Philosophy (en inglés) (2nd Edition). Cambridge University Press. 
  20. Robert Audi (ed.). «Applied ethics». The Cambridge Dictionary of Philosophy (en inglés) (2nd Edition). Cambridge University Press. 
  21. a b c d Cochrane, Alasdair. «Environmental Ethics». Internet Encyclopedia of Philosophy (en inglés). Consultado el 26 de marzo de 2010. 
  22. Mejía Uribe, Francisco. Pensando la ética desde la economía. 
  23. Riqueza ética. 
  24. Garrido, Manuel (2013). «La filosofía platónica del amor». En Sacristán, Manuel; García Bacca, David, eds. Los diálogos eróticos: Banquete y Fedro (Manuel Sacristán y David García Bacca, trads.). Madrid: Tecnos. p. 11. ISBN 9788430958207. 
  25. Véase la segunda parte de Summa theologiae, de Tomás de Aquino.
  26. Badiou, Alain (1993). La ética. Ensayo sobre la conciencia del mal. 

Bibliografía

Enlaces externos