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Chiapas en la época prehispánica (13,000 - 1540)[editar]

En tiempos prehispánicos el actual territorio de Chiapas no conformó una unidad política ni étnica. Su gran diversidad fisiográfica y ecológica[1]​ y su ubicación ístmica entre ambos océanos y entre Norte y Centro América lo configuró como un espacio sujeto a múltiples contactos demográficos, políticos y comerciales.[2]: 27–32 

La región estuvo habitada por pueblos de diversas filiaciones lingüísticas y culturales. A diferencia de la opinión popular que considera a este rincón del mundo exclusivamente como parte del área maya, las investigaciones arqueológicas y etnolingüísticas han puesto en evidencia que a lo largo del tiempo, además de los mayas, distintos grupos como los mokayas, los zoques, los mixes y los chiapanecas ocuparon el territorio.[2]: 27–32  Las fronteras entre estos grupos variaron con el tiempo a medida que interactuaron entre sí, que llegaron nuevas migraciones y que evolucionaron sus propias lenguas y culturas.[3]: 36 

Prehistoria (13,000 - 2,000 a.C.)[editar]

Es muy poco lo que se sabe de los primeros pobladores del territorio, pues si estos grupos humanos llegaron a través de la costa, como se presume, la mayor parte de los yacimientos arqueológicos han de haber desaparecido con la subida del nivel del mar a finales del Pleistoceno. Aun así se puede afirmar que Chiapas estuvo poblado desde fechas remotas. [4]: 21–29  En los milenios que siguieron al final del Pleistoceno —conocidos como el Paleoindio y el Arcaico— la población se compuso principalmente de cazadores recolectores que solían buscar refugio en cavernas o grandes formaciones rocosas.[5]: 237  En algún momento entre el cuarto y segundo milenio antes de nuestra era, surgieron los primeros grupos seminómadas en la región, principalmente en la costa de Chiapas aprovechando, los grandes recursos pesqueros del área lo que les permitió tener un suministro constante de alimentos a los grupos de la costa antes del desarrollo de la agricultura.[6]: 195–196 

Formativo (2,000 a.C. – 200 d.C.)[editar]

Algunas zonas del Formativo mencionadas en este artículo.

A comienzos del segundo milenio se produjo un profundo cambio en los patrones de asentamiento seminómadas de la zona y se observa el surgimiento de los primeros asentamientos completamente sedentarios. Los habitantes de estas primeras aldeas, como en Paso de la Amada en el Soconusco (1,800-1,100 a.C.), se alimentaron principalmente de pescados y mariscos.[6]: 198–199  Fue esta región costera uno de los primeros focos de vida sedentaria en Mesoamérica en los que se desarrolló el cultivo de frijol, maíz y calabaza.[7]: 198–199 

Los mokayas (1,800 – 1,150 a.C.)[editar]

Se le da el nombre de mokayas a estas primeras civilizaciones sedentarias que se desarrollaron en el Soconusco entre el 1,800 y el 1,150 a.C.[3]: 41  Junto a la civilización apareció una estratificación social marcada. El surgimiento de arquitectura doméstica diferenciada, de distintos tipos de entierros, el consumo de productos exóticos y una producción artesanal especializada y patrocinada son pruebas de esta naciente desigualdad social. Los primeros cacicazgos mokayas fueron políticamente independientes entre sí, pero la vida económica comenzó a gravitar alrededor de poblados mayores que fueron adquiriendo el rango de cabeceras, con una población de unos 1,200 habitantes.[8]: 47–48 

Los mokayas hablaron una lengua ancestral que luego daría origen al mixe y al zoque actuales y al tapachulteco ahora extinto. Florecieron en parte gracias a la condición de frontera, característica del actual territorio de Chiapas. Establecieron así una red estrecha de comercio con las primeras sociedades sedentarias de Mesoamérica a lo largo de la costa del Pacífico, así como con las de la del Golfo a través del Istmo de Tehuantepec. Exportaron principalmente cacao y plumas de aves, mientras que de la zona de Guatemala importaron obsidiana y jade.[3]: 41 

La población mokaya más importante de este periodo fue Paso de la Amada, que, de hecho, fue la comunidad más grande de Mesoamérica hacia el 1,600 a.C. Ahí vivían en aquel entonces unas 5,000 personas. En el sur del poblado había una gran plaza en forma de U y al poniente un juego de pelota,[3]: 42  que parece ser el más antiguo de Mesoamérica.[9]: 269  Las excavaciones arqueológicas han demostrado que, aunque ya había comenzado el consumo de maíz y frijol, en realidad los peces y la fauna silvestre siguieron siendo los alimentos más importantes durante todo el periodo. El maíz, de hecho, no llegó a ser la base de la alimentación en Paso de la Amada sino a partir de 850 a.C.[10]: 79–80 

La expansión del sedentarismo al interior del territorio (1,400 a.C.)[editar]

En esta época los mokaya fundaron el asentamiento de Izapa hacia el año 850 a.C. que llegaría a ser el más importante de la región.[11]: 62–63  Por su parte, las primeras aldeas del interior de Chiapas surgieron en los valles de Cintalapa, Chiapa de Corzo, Acala y en la cuenca del alto Grijalva hacía 1,400 a.C. Estos pueblos tuvieron una fuerte influencia de la cultura mokaya.[3]: 42  Es desde esta zona donde comenzaría la colonización de los valles altos del área de Comitán y Las Margaritas durante el Formativo Medio (1200-400 a.C.). En todos ellos se habló la lengua madre del mixe-zoque.[12]: 63  Para ese entonces la población más importante de Mesoamérica era la capital olmeca de San Lorenzo, en el actual estado de Tabasco.[3]: 36 

Distribución de lenguas en Chiapas durante la mayor parte del preclásico. La zona en rojo es el grupo lingüistico mixe-zoque.

La primera expansión olmeca (1250-850 a.C.)[editar]

San Lorenzo fue por doscientos años la ciudad más importante del área, casi 10 veces más grande que su competidor más cercano.[3]: 43–45  A su vez, sus gobernantes fueron reyes que gobernaron un amplio territorio. Influida en un primer momento por la cultura mokaya,[3]: 67  el intercambio cultural enriqueció a la cultura olmeca y facilitó su desarrollo hasta convertirse en la cultura más importante de Mesoamérica hacia el 1,250 a.C. De esta forma, la expansión olmeca en Chiapas fue una especie de reflujo cultural.[8]: 49–50 

No se sabe hasta qué punto el dominio cultural de los olmecas se tradujo en dominio político. Pero para el caso de Chiapas hay fuertes indicios que sugieren que los olmecas ejercieron un control directo sobre el sitio de Plumajillo, en el valle de Cintalapa.[13]: 44  En contraste, San Lorenzo no parece haber sometido políticamente a Chiapa de Corzo, aunque sí entabló relaciones comerciales con ésta.[14]: 229–232  En la zona del Soconusco se produjeron fuertes cambios culturales que denotan la penetración de la cultura olmeca. En general, se nota un proceso de sustitución de los estilos del área por los de filiación olmeca. Esto fue especialmente marcado en Cantón Corralito, posiblemente otra colonia olmeca. De hecho, la llegada de los olmecas al área se relaciona con la pérdida de importancia de Paso de la Amada y su abandono definitivo.[15]: 207–211  La influencia olmeca en Soconusco duró hasta el fin de San Lorenzo hacia 950 a.C. aunque la región siguió floreciendo por cien años más, hasta que entró en declive y sufrió una fuerte emigración. Se cree que varios de sus pobladores se trasladaron a la costa de Guatemala.[3]: 44–45 

El fin del predominio de San Lorenzo sobre la costa del Pacífico coincide en el tiempo con la aparición de las primeras pirámides de Mesoamérica. En este sentido, se les confiere a los mixe-zoques el crédito de la invención de las pirámides, que fueron rápidamente adoptadas por los pueblos maya, xinca y lenca.[16]: 45–50  Finalmente, hacia el 850 a.C. Mesoamérica vería aparecer una nueva potencia: La Venta, en Tabasco.

La segunda expansión olmeca (850-400 a.C.)[editar]

El periodo que corre desde el 850 hasta el 400 a.C. se caracteriza por la fuerte influencia de La Venta, la segunda de las grandes ciudades olmecas. Fue una época de gran desarrollo de la cultura mesoamericana, especialmente en Chiapas. Las ciudades empezaron a ser planificadas. En efecto, La Venta está construida a lo largo de un eje que corre paralelo al horizonte y que va a parar a un grupo piramidal 50 m al oeste.[16]: 45–50  La traza de Chiapa de Corzo es la que guarda una mayor similitud con La Venta y su plaza principal tiene una capacidad para contener a 36,000 personas, lo que hace patente la importancia de Chiapa de Corzo como centro de peregrinaje y de reuniones masivas en la zona.[17]: 40–42  Al parecer, La Venta sí ejerció un dominio político directo sobre esta urbe. [14]: 107 Uno de los entierros de élite más antiguos encontrados en la antigua Chiapa de Corzo data del 750 a.C. y se trata de una mujer que parece haber tenido un fuerte vínculo con La Venta.[3]: 44–45  Es justamente en este periodo que Chiapa de Corzo creció hasta convertirse en el sitio más poblado del río Grijalva en los valles internos de Chiapas.

Un rasgo notable de esta época es la construcción de grandes sitios a lo largo del río Grijalva. Probablemente estos pueblos se encargaban de cuidar el comercio de jade y obsidiana desde las montañas guatemaltecas hasta el área olmeca. Es difícil conocer la relación exacta que existía entre estas ciudades y La Venta, probablemente fueron señoríos aliados o tributarios. Durante el predominio de La Venta (850 – 400 a.C.) se produjo la separación del mixe y el zoque de su lengua madre. El zoque se desarrolló en la zona olmeca y en los valles centrales y altos de Chiapas; mientras que en la costa del pacífico se usó el mixe.[3]: 40–50  Hacia el 400 se rompe el equilibrio que había reinado en la región por 450 años, con el abandono de La Venta. Chiapa de Corzo e Izapa, sin embargo, continuaron existiendo.[3]: 50–53 

Distribución de grupos lingüisticos en Chiapas a finales del Preclásico, órden que se mantuvo en sus trazas más generales hasta finales del periodo Prehispánico. Salvo por la entrada de los Chiapanecas al área de Chiapa de Corzo en el Posclásico.

La fragmentación del mixe-zoque y la llegada de los mayas (400 a.C. – 200 d.C.)[editar]

Con la caída de La Venta florecieron dos grandes ciudades en el actual territorio de Chiapas. Por un lado, Izapa alcanzó su momento de mayor esplendor entre el 300 a.C. y el 50 d.C. Esta ciudad desarrolló un estilo escultórico característico que recibe su nombre. Aunque no hay garantía de que haya tenido su origen en el sitio, sí fue éste el pueblo que lo acogió con más entusiasmo. Se han encontrado piezas de ese estilo en Veracruz, Oaxaca, el Petén y Yucatán. No obstante, a partir del 50 d.C. el sitio dejó de crecer y empezó a reducirse hasta volverse un pequeño centro, que fue abandonado definitivamente en 1,200 d.C.[11]: 62–80 [18]: 179–191 

Es también en esta época cuando Chiapa de Corzo experimentó su mayor crecimiento, entre el 450 a.C. y el 450 d.C. impulsado por las excelentes tierras de cultivo a su alrededor, el control del comercio a lo largo del Grijalva y por la descentralización del poder tras la caída de La Venta. No obstante, a pesar de haber sido la ciudad más importante de los valles de Chiapas, nunca logró imponer su dominio político en toda la zona.[19]: 89 

Mientras tanto, en el Petén Guatemalteco se desarrolló la ciudad más grande de todo el Formativo mesoamericano: la ciudad maya de El Mirador. Hay indicios de una creciente influencia cultural maya sobre Chiapa de Corzo hacia el 50 d.C.[19]: 107–114  que ha llevado a considerar la posibilidad de que esta ciudad se hubiese vuelto tributaria de El Mirador, aunque la mayoría de su población continuara siendo zoque. [3]: 55  Por estos años, grupos mayenses llegaron a las montañas centrales de Chiapas y a los valles altos de Comitán en donde convivieron y más tarde desplazaron a los antiguos pobladores zoques.[1]: 127  El resto de la población zoque del noroccidente de los valles centrales no parece haber estado nunca bajo el dominio político de El Mirador, que fue abandonado en 100 d.C. Para finales del Formativo el actual territorio chiapaneco había quedado dividido en tres zonas: los zoques al oeste, grupos mayenses al este y mixes en el Soconusco.[3]: 55–57 

Clásico (200 – 900 d.C.)[editar]

El Clásico fue el periodo de la historia de Mesoamérica caracterizado por la expansión de grandes estados centralizados con gobiernos teocráticos. Este periodo se suele dividir en dos: el Temprano (200 – 600 d.C.) que vivió el auge de Teotihuacán en el Altiplano Central; y el Tardío (600 – 900 d.C.), cuando Teotihuacán perdió su empuje como gran potencia del área y el poder político se fragmentó. En el área maya éste fue el momento de auge de sus mayores ciudades como Tikal y Calakmul. Chiapas, siendo un área de contacto entre las diversas regiones de Mesoamérica, no fue ajena a los efectos de estos desarrollos.

Zonas arqueológicas del Clásico mencionadas en este artículo.

Área zoque[editar]

El área zoque no fue solo una de contacto, sino de innovación: las fechas calendáricas en cuenta larga más antiguas de Mesoamérica provienen del área zoque y corresponden al 31 a.C. en Tres Zapotes y al 36 a.C. en Chiapa de Corzo.

Tras la caída de influencia de El Mirador, se reforzó en Chiapa de Corzo la presencia de rasgos cerámicos de la región del Pacífico y disminuyó la maya. Los últimos edificios construidos antes del abandono del sitio datan del 500 d.C. Existen pruebas de contactos con Teotihuacán, pero el alcance de éstos es desconocido.[19]: 114–116  Chiapa de Corzo finalmente fue abandonado alrededor de 600 d.C., y sus ruinas permanecieron desocupadas hasta el Posclásico.[19]: 116  Sin embargo, la zona zoque continúo estando densamente poblada alcanzando su pico demográfico en la segunda mitad del Clásico entre el 600 y el 900 d.C.[20]: 69–70  Una de las zonas más exploradas por los arqueólogos es la del cañón del río La Venta y la selva de El Ocote. Allí se desarrolló El Varejonal, que llegó a contar con dos juegos de pelota, así como varios asentamientos menores.[20]: 122–135  Pese a la construcción de centros urbanos, las cuevas del área se utilizaron con fines rituales durante todo este periodo y el Posclásico, no solo en el área del cañón, sino también en los cerros del sur del estado como el Cerro Bernal.[20]: 237–263 

El área del Pacífico[editar]

La importancia de la costa chiapaneca para el comercio del Pacífico atrajo la atención de diversos grupos externos. Uno de ellos fue Teotihuacán. Los lazos de esta urbe con el sitio de Los Horcones, cerca de Tonalá, fueron muy estrechos como lo revela la gran afinidad escultórica y cerámica y el uso de la obsidiana. Este sitio debió de haber sido clave para el control de la ruta marítima hacia las plantaciones de cacao del Soconusco. Aun así, no fue un sitio completamente teotihuacano como lo indica la presencia de seis juegos de pelota, los cuales no eran habituales en Teotihuacán, a diferencia de lo que sucedía en las culturas del Pacífico, del Istmo y del Golfo.[9]: 265–275 

Las tierras altas mayas en Chiapas[editar]

El valle de Comitán y los lagos cercanos a Las Margaritas destacaron en esta época por su importancia como punto de contacto entre las rutas comerciales del Grijalva y las rutas del Usumacinta. Éstas, a su vez, unían las rutas del Golfo con el Pacífico.[21]: 312 Las ciudades prehispánicas más conocidas de esta zona son Tenam Puente y Chinkultic, fundadas por grupos mayenses.[2]: 29–30  En algún momento entre el 350 y el 500 d.C. parecen haber llegado al área nuevos grupos mayas hablantes del tojolabal que se asentaron en la zona.[22]: 298–299  La segunda mitad del Clásico (600-900 d.C.) fue un momento de auge para las poblaciones mayas de las tierras altas de Chiapas. Llama la atención la tardía adopción de la práctica de introducir fechas calendáricas en las construcciones del valle de Comitán, siendo la más antigua registrada el 780 d.C.[23]: 145–149  Tanto Tenam Puente como Chankultik se abandonaron hacia el mil de nuestra era.[21]: 298–299  [22]: 290 

En la cuenca superior del río Grijalva se desarrollaron otros centros mayas como Tenam Rosario y El Lagartero. A diferencia de otras zonas mayas, aquí los grupos humanos no se congregaron en grandes urbes, sino que tendieron a hacerlo de manera dispersa.[24]: 95–97  La comparación de los estilos cerámicos demuestra que la zona no estuvo aislada del resto del mundo maya y que tuvo un papel fundamental en el sistema comercial que unía la zona de los Altos de Guatemala con el Golfo, la zona zapoteca y el Altiplano Central a través del río Grijalva.[25]: 196–176 

Las tierras bajas mayas en Chiapas[editar]

En las tierras bajas mayas se desarrollaron las ciudades prehispánicas que dejaron los restos físicos más espectaculares y famosos de la actualidad. En las orillas del Usumacinta encontramos las ruinas de una de las dos grandes ciudades mayas que se desarrollaron a sus orillas: Yaxchilán, que alcanzó su máximo desarrollo durante el Clásico Tardío (600 – 900 d.C.). Esto al mismo tiempo que todas las ciudades mayas de la zona, y mantuvo una estrecha competencia por el control de las rutas comerciales del río con su vecino Piedras Negras, en el actual territorio guatemalteco. La corriente del río se acelera pasando Yaxchilán camino al Golfo y se calma nuevamente a la altura de Piedras Negras. Este camino no es navegable río arriba en ciertas temporadas del año, por lo cual la posición estratégica de ambas ciudades tenía como objetivo controlar el tránsito terrestre de esta ruta. Ambas ciudades compitieron durante toda su historia por el control de estas rutas comerciales y esta encarnizada competencia evitó que ninguna de las dos lograra imponer su hegemonía en la zona.[26]: 42–56 Otra ruta importante fue la que conectaba esta zona del Alto Usumacinta con los reinos orientales de Palenque y Toniná. La ciudad mediana de La Mar ocupó un lugar central en esta ruta, lo que le valió ser el centro de continuas disputas entre las grandes urbes de la zona, que la gobernaron en forma alternada.

Estas cuatro capitales mayas empezaron su historia como pequeñas aldeas a finales del Preclásico. La dinastía del k’uhul ajaw o rey divino de Yaxchilán data del 359 d.C. mientras que la de Piedras Negras del 430 d.C.[26]: 215 , la de Palenque del 431 d.C.[9]: 205–206  y la de Toniná del 593 d.C.[27]: 245–251  Durante el siglo V y VI Yaxchilán se expandió hacia el occidente hasta la zona de Bonampak; mientras que Piedras Negras realizó diversas campañas buscando someter la región baja del Usumacinta en su camino hacia el Golfo de México en donde topó con la oposición de Pomoná. La segunda mitad del siglo VI se caracteriza por la ausencia de inscripciones en Yaxchilán y Piedras Negras, al igual que en otros sitios importantes del área maya como Tikal. Este periodo de silencio coincide con el mayor auge de Calakmul como potencia militar. Esta ciudad llegó incluso a imponerse sobre la lejana Palenque en el 599 y el 611.[26]: 216–219 

En el siglo VII Calakmul perdió buena parte de su poder. Los reinos del Usumacinta volvieron a luchar entre ellos a partir de 624 d.C.[26]: 219 Estos conflictos coincidieron con la primera gran expansión de Palenque bajo el reinado de Pakal I (615-683). Esta ciudad logró vencer a Pomoná en el 659 e impuso su control sobre La Mar. [9]: 21–29  No obstante, medio siglo después fue derrotada por Toniná en una importante batalla del 711.[27]: 270–272  Un patrón generalizado en este siglo es que las esculturas de las capitales mayas empezaron a presentar a los reyes en compañía de los gobernantes de las urbes subordinadas y otros miembros de su corte, lo que se ha interpretado como una debilitación del poder central de los reyes divinos.[26]: 226–227 

La historia de estas grandes urbes terminó de manera repentina. Por un lado, Piedras Negras se alió con La Mar y libró una serie de campañas exitosas contra sus antiguos rivales del Golfo como Pomoná entre el 785 y el 795. No obstante, en el 808 fue derrotada definitivamente por Yaxchilán. Piedras Negras fue saqueada e incendiada, lo que contribuyó a su abrupto abandono. Pero a diferencia de lo que uno pensaría, el triunfo definitivo de Yaxchilán sobre su antigua rival no vino acompañado de su apogeo: la última fecha registrada en esta urbe es del 809. Un siglo más tarde no subsistía ningún asentamiento importante en toda la región, aunque las orillas del río no fueron completamente abandonadas: pequeñas poblaciones dispersas continuaron habitando los bordes del Usumacinta durante los siglos IX y X.[26]: 237  Por su parte, Palenque fue derrotada definitivamente por Toniná en el 805, acontecimiento que puso fin a su dinastía reinante y la ciudad entró en decadencia para ser abandonada hacia el 850.[9]: 241  A diferencia de Yaxchilán, la nobleza de Toniná sí tuvo tiempo para disfrutar la victoria sobre su antiguo rival. La última fecha registrada en el sitio data del 909, la cuenta larga más antigua del área maya.[27]: 276–277 

Se ha discutido mucho sobre las razones que llevaron al abandono de los grandes sitios mayas a finales del Clásico, periodo en el que las zonas más pobladas perdieron hasta el 90% de su población. El estudio de los esqueletos encontrados indica que éste fue un periodo de hambrunas. Al parecer, la sobrepoblación fue el mayor de los problemas de las sociedades mayas. En el siglo VIII se calcula que el área maya pudo haber tenido 10 millones o más de habitantes. Es posible que un ambiente sujeto a mucho estrés ecológico hubiese roto su punto de equilibrio con las fuertes sequías que parecen haber azotado el siglo IX. La falta de agua en momentos críticos de la germinación y la polinización afecta severamente el crecimiento del maíz, sumado esto a un ambiente de guerra que ya de por sí alejaba a los campesinos de sus parcelas y creaba descontento social. Todos estos debieron de haber sido importantes factores en el colapso.[28]: 507–512 

Posclásico (900 – 1540 d.C.)[editar]

Algunas zonas arqueológicas del Posclásico mencionadas en el artículo.

En el periodo Posclásico se produjo una descentralización del poder en Mesoamérica al debilitarse los antiguos grandes reinos del Clásico. Los militares y comerciantes adquirieron mayor predominio a costa de los sacerdotes. [29]: 177–179 Por eso los sitios del Posclásico suelen tener una arquitectura menos llamativa a primera vista que los del Clásico y esto explica el menor interés popular en ellos.[2]: 178–179 

Los chiapanecas[editar]

El territorio del actual estado de Chiapas continúo siendo durante el Posclásico un área de frontera cultural y lingüística. Durante el Posclásico esta complejidad se enriqueció con la llegada de un grupo nuevo a la zona hacia el 900 d.C.: los chiapanecas. Su lengua pertenecía a la familia otomangue, emparentada por lo tanto a varias lenguas del Altiplano Central, Oaxaca y el Golfo, pero también de Costa Rica y Nicaragua. La versión más aceptada sugiere que tuvieron su origen en el centro de México y debieron de haber llegado al sur en un movimiento migratorio: unos grupos se quedaron en Chiapas, mientras que otros continuaron su camino hasta Nicaragua.[30]: 89–91 

Los que se quedaron en Chiapas fundaron su principal asentamiento sobre las ruinas abandonas de la antigua Chiapa de Corzo. Ahí erigieron una gran ciudad con plazas bien construidas y distribuidas de acuerdo a un plan urbano preciso, con más de 4,000 casas y con algunas villas tributaras alrededor. Desde allí, expandieron sus dominios sojuzgando y desplazando a mayas tzotziles y zoques. Algunos de estos últimos se volvieron tributarios suyos, que debían pagar en especie y trabajando sus tierras de cultivo. Su territorio se expandió sobre los vecinos de Acala, Suchiapa, Chiapilla, Totolapa y La Frailesca. También mantuvieron una fuerte relación comercial con el resto de Mesoamérica, especialmente con las zonas de Tehuantepec, el Soconusco y Guatemala. Establecieron una fuerte rivalidad con el señorío maya vecino de Zinacantán, que a su vez también dominó varios pueblos tributarios. [30]: 15–25 

Una peculiaridad del gobierno chiapaneca fue que el poder de su rey estaba fuertemente cimentado en los sacerdotes. Dos conquistadores españoles describieron que, en un enfrentamiento con ellos, los soldados chiapanecas se congregaron alrededor de una sacerdotisa profusamente ataviada. En Chiapa de Corzo, el templo principal de la capital estuvo dedicado a Matove. El edificio permaneció en la ciudad hasta su destrucción por los frailes dominicos en 1544. Se dice que eran muy diestros en la fabricación de telas de algodón, aunque sólo las usaban los sacerdotes y principales.[30]: 21–25 

Los mayas chiapanecos del Posclásico[editar]

Si bien a finales del Posclásico los chiapanecas llegaron a ser el grupo más preponderante de la región, la mayor parte del territorio estaba poblado por grupos mayas divididos en innumerables señoríos. En el siglo XVI los distintos grupos mayenses estaban divididos de la siguiente manera: las tierras bajas, en donde se habían desarrollado los antiguos reinos del Usumacinta y Palenque estaban pobladas por grupos tzeltales y choles; mientras que la región de Los Altos estuvo habitada por los tzotziles y tzeltales; al oriente de los valles centrales, en el alto Grijalva, coexistían hablantes del tzeltal, mochó, cabil y tojolabal.[31]: 45  En la actualidad se hablan otras lenguas mayas en Chiapas: lacandón, chuj, kanjobal, jacalteco y mam, pero esto es producto de movimientos de población de los siglos posteriores.[32]: 339 

La historia política de los mayas del Posclásico es mucho menos conocida que la de sus antepasados, en gran parte porque abandonaron la costumbre de grabar textos en piedra. No obstante, no debe creerse por esto que abandonaron la escritura. Más bien ésta se trasladó a otros soportes como los códices, que tienen la ventaja de ser más fáciles de transportar y copiar; pero que resultaron más frágiles ante las inclemencias del tiempo y ante la furia evangelizadora de los frailes católicos.[32]: 226–227 

La actividad constructiva se redujo a la reutilización de edificios anteriores o a la elaboración de pequeñas plataformas. Es posible que por estas fechas los grupos mayas de Chiapas adoptaran el nuevo rito asociado a Serpiente Emplumada, pero en menor intensidad que sus vecinos yucatecos.[26]: 328–336  La densidad de población del área fue de unas 10 personas por km cuadrado, mucho menor a la que llegaron a tener zonas del Clásico como Tikal.[33]: 14  Estos centros surgieron en posiciones defensivas, como islas, penínsulas y cimas de cerros. Por ejemplo, el asentamiento chol en la isla de Lacamtun en las tierras bajas, o Canajasté en el área de Comitán.[34]: 295–316  Pero al igual que en otras regiones de Chiapas, el auge económico no se acompañó de la construcción de grandes edificios.[29]: 45  Ello sugiere la existencia de periódicos enfrentamientos bélicos. Al parecer, la planificación de plazas y construcción de edificios estaba volviendo a recuperar su escala de pasadas épocas al momento de la llegada de los españoles.

Sólo durante el gobierno de Moctezuma II, los mexicas lograron extender sus dominios en el Chiapas central, avanzando por la región zoque hasta alcanzar Huixtán (el actual Santiago El Pinar). Se ha afirmado que llegaron a establecer una guarnición en Zinacantán, pero las pruebas de su existencia no son concluyentes. Tal vez, se haya producido, más bien, una alianza militar contra el enemigo común: los chiapanecas.[33]

Los zoques del Postclásico[editar]

A comienzos del Posclásico la población zoque sufrió un retroceso demográfico similar al de sus vecinos mayas. En el cañón del Río La Venta se abandonaron todos los sitios mayores y sólo en dos cuevas del área se han encontrado restos del Posclásico. La población no se recuperó sino hasta la segunda mitad del periodo, aunque aún entonces el único sitio monumental reocupado fue El Higo. Algunos autores sostienen que los zoques regresaron al cañón del El Ocote huyendo de la invasión [20]: 80–83  Los pequeños asentamientos de la región en esta época se asentaron en posiciones defensivas, lo que sugiere enfrentamientos bélicos entre distintos señoríos.

En cuanto a los valles centrales, a finales del Posclásico los zoques estaban divididos en varios señoríos y algunos de ellos fueron tributarios de otros poderes, como Zinacantán, la Triple Alianza o Chiapa de Corzo. Otros, como el señorío de Quechula, permanecieron independientes. Este último estaba asentado en los márgenes del Grijalva y tuvo un papel importante en el control de las rutas comerciales que pasaban del golfo hacia los Altos de Guatemala.[32]: 343 

El Soconusco Posclásico[editar]

En la primera mitad del Postclásico (900 – 1200) se expandió por toda Mesoamérica la cerámica plomiza conocida en Izapa, hasta lugares tan distantes como Colima, Tula y Chichén Itzá. Esto hace evidente que el Soconusco era un punto nodal en el que confluían distintas rutas comerciales: las del Pacífico norte y sur de Mesoamérica, así como las del Golfo a través de Istmo e incluso las del Altiplano Central.[13]: 23  El crecimiento del comercio a larga distancia se ve reflejado en la mayor importancia de los asentamientos costeros en este periodo, pues su tamaño aumenta considerablemente. Tras el abandono de Tonalá a finales del Clásico el mayor centro del área fue Acapetahua.[35]: 295–316  Pero al igual que en otras regiones de Chiapas, el auge económico no se acompañó de la construcción de grandes  edificios.[29]: 45 

Se sabe poco acerca de la organización política del área durante la mayor parte del Posclásico, pero se cree que la región estuvo fragmentada en varios reinos o señoríos cuyas fronteras y número estaban en constante cambio. Esta situación empezó a cambiar a partir de 1400. En el siglo XV llegaron al área los mayas quichés que intentaron conquistarla, imponiendo entre 1424 y 1475 su control sobre los pueblos de Ayutla, Mazatán y Tapachula.[29]: 3–4  Entre el 1486 y 1502 los mexicas conquistaron la zona, forzando la unidad política e imponiendo una capital de nombre Soconusco. Es muy posible que antes de esta intrusión y la anterior de los quichés haya habido ocho señoríos en la zona, que se convirtieron en los ocho pueblos tributarios mexicas: Mapastepec, Soconusco, Acapetahua, Huixtla, Huehuetán, Mazatán, Coyoacán y Ayutla. Estos pagaban tributo en ámbar, algodón, plumas de pájaro, pieles de ave y jaguar, tacomates, adornos de oro y 480,000 granos de cacao.[29]: 7–9 

Bibliografía[editar]

Del periodo prehispánico[editar]

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