Diferencia entre revisiones de «Llorona»

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Junto a la [[Patasola]] y la [[Tunda]], la Llorona también es una leyenda, la mas putamente conocida en colombia, (ignorantes). Según la versión de la leyenda en la tradición colombiana, la Llorona es el fantasma errante de una mujer que recorre los valles y montañas, cerca de los ríos y lagunas, vestida con una bata negra que la cubre hasta los talones. Tiene el cabello largo, negro y rizado, algunos dicen que de color plateado, café y dorado, y en él se posan grillos, luciérnagas, cocuyos y mariposas. Su rostro es una calavera aterradora, y en las cuencas de sus ojos giran dos bolas incandescentes. Las mangas de la batola le llegan hasta sus muñecas y con sus manos grandes, huesudas y ensangrentadas, arrulla a un bebé muerto.<ref name=colombia>{{cita libro |apellido=Ocampo López |nombre=Javier |enlaceautor= |título=Mitos, leyendas y relatos colombianos |url=http://books.google.co.cr/books?id=lARg1lafMBAC&pg=PA22&lpg=PA22&dq=La+Llorona&source=bl&ots=XhBIiC7JFu&sig=lCCUSRPAvNL_5JA4Kv0rZCCJu0w&hl=es&sa=X&ei=F9dXUNKlL6Tw0gH0iIGADA&ved=0CEgQ6AEwBjgU#v=onepage&q=La%20Llorona&f=false |fechaacceso=18 de septiembre de 2012 |idioma=español |otros= |edición= |año=2006 |editor= |editorial=Plaza y Janes Editores Colombia s.a |ubicación= |isbn=958140371X |capítulo= |páginas=132 (22-23) |cita= }}</ref>
Junto a la [[Patasola]] y la [[Tunda]], la Llorona también es una leyenda, la mas putamente conocida en colombia, (ignorantes). Según la versión de la leyenda en la tradición colombiana, la Llorona es el fantasma errante de una mujer que recorre los valles y montañas, cerca de los ríos y lagunas, vestida con una bata negra que la cubre hasta los talones. Tiene el cabello largo, negro y rizado, algunos dicen que de color plateado, café y dorado, y en él se posan grillos, luciérnagas, cocuyos y mariposas. Su rostro es una calavera aterradora, y en las cuencas de sus ojos giran dos bolas incandescentes. Las mangas de la batola le llegan hasta sus muñecas y con sus manos grandes, huesudas y ensangrentadas, arrulla a un bebé muerto.<ref name=colombia>{{cita libro |apellido=Ocampo López |nombre=Javier |enlaceautor= |título=Mitos, leyendas y relatos colombianos |url=http://books.google.co.cr/books?id=lARg1lafMBAC&pg=PA22&lpg=PA22&dq=La+Llorona&source=bl&ots=XhBIiC7JFu&sig=lCCUSRPAvNL_5JA4Kv0rZCCJu0w&hl=es&sa=X&ei=F9dXUNKlL6Tw0gH0iIGADA&ved=0CEgQ6AEwBjgU#v=onepage&q=La%20Llorona&f=false |fechaacceso=18 de septiembre de 2012 |idioma=español |otros= |edición= |año=2006 |editor= |editorial=Plaza y Janes Editores Colombia s.a |ubicación= |isbn=958140371X |capítulo= |páginas=132 (22-23) |cita= }}</ref>


Al gemir, la Llorona derrama lágrimas de sangre sobre la mortaja azul de la criatura, que conserva una expresión angelical y con sus ojos parece acusar a la madre que le quitó la vida. Dice la leyenda que la gente la oye llorar en los llanos, cuando no hay ruido o gente. También dicen que la Llorona asusta a las muchachas que han cometido actos de los cuales sus padres no estarían orgullosos. Como toda leyenda, los detalles cambian de pueblo en pueblo y de persona en persona. En [[Antioquia]], por ejemplo, se le llama «la María Pardo», mientras que en la región de [[Región Central (Nariño)|Pasto]], «la Tarumama». Esta última es una vieja monstruosa con cascos de mula por pies y grandes senos que se echa a la espalda, castigada como un alma en pena por haber abandonado al hijo que tuvo sin ser casada, para tapar su vergüenza. Su apariencia e historia tiene semejanzas con la [[Tulevieja]] de las leyendas de Costa Rica y Panamá, países vecinos de Colombia. Finalmente, también existe la versión de una mujer hermosa que llora por sus hijos en los cementerios, sosteniendo una vela encendida con llantos lastimeros.
Al gemir, la Llorona derrama lágrimas de sangre sobre la mortaja azul de la criatura, que conserva una expresión angelical y con sus ojos parece acusar a la madre que le quitó la vida. Dice la leyenda que la gente la oye llorar en los llanos, cuando no hay ruido o gente. También dicen que la Llorona asusta a las muchachas que han cometido actos de los cuales sus padres no estarían orgullosos. Como toda leyenda, los detalles cambian de pueblo en pueblo y de persona en persona. En [[Antioquia]], por ejemplo, se le llama «la María Pardo», mientras que en la región de [[Región Central (Nariño)|Pasto]], «la Tarumama». Esta última es una vieja monstruosa con cascos de mula por pies y grandes senos que se echa a la espalda, castigada como un alma en pena por haber abandonado al hijo que tuvo sin ser casada, para tapar su vergüenza. Su apariencia e historia tiene semejanzas con la [[Tulevieja]] de las leyendas de Costa Rica y Panamá, países vecinos de Colombia. Finalmente, también existe la versión de una mujer hermosa que llora por sus hijos en los cementerios, sosteniendo una vela encendida con llantos lastimeros.a ver si con la luz se les alcanza ver el pipi a moya o a pava pero no lo logra y op eso vagara eternamente buscando alguien que se le mida a eso tan pequeño


=== Costa Rica ===
=== Costa Rica ===

Revisión del 15:05 16 oct 2012

La Llorona es un personaje legendario, cuya leyenda se ha difundido por varios países de Hispanoamérica. Se trata de una mujer que pierde a sus hijos y, convertida en un alma en pena, los busca en vano, enturbando con su llanto a los que la oyen. Aunque hay muchas variedades de la historia, los hechos principales son siempre los mismos.

Origen del mito

La presencia de seres fantasmales que lloran en los ríos por motivos diversos es una característica de muchos aspectos de la mitología aborigen de los pueblos pre-hispánicos. Es así como pueden encontrarse rasgos de estas criaturas espectrales en varias de las culturas precolombinas, que eventualmente, con la llegada de los conquistadores españoles, fueron asumiendo rasgos comunes debido a la expansión del dominio hispánico sobre el continente. La leyenda es una historia que posee referentes míticos en el universo prehispánico pero que instaura su drama y su cortejo imaginario y angustiante en el orden colonial.[1]

La diosa mexica Cihuacóatl.
«...aparecía muchas veces como una señora compuesta con unos atavíos como se usan en Palacio; decían también que de noche voceaba y bramaba en el aire... Los atavíos con que esta mujer aparecía eran blancos, y los cabellos los tocaba de manera, que tenía como unos cornezuelos cruzados sobre la frente.»
Fray Bernardino de Sahagún.
Historia (libro I, cap.IV).
[2]

En México, varios investigadores estiman que la Llorona, como personaje de la mitología y las leyendas mexicanas, tiene su origen en algunos seres o deidades prehispánicas como Auicanime, entre los purépechas; Xonaxi Queculla, entre los zapotecos; la Cihuacóatl, entre los nahuas, y la Xtabay, entre los mayas lacandones. Siempre se le identifica con el inframundo, el hambre, la muerte, el pecado y también la lujuria.[3]​ En el caso de Xtabay (o Xtabal), ésta diosa lacandona se identifica como un espíritu malo en forma de hermosa mujer, cuya espalda tiene forma de árbol hueco; al inducir a los hombres a abrazarla, los vuelve locos y los mata. La diosa zapoteca Xonaxi Queculla, en tanto, es una deidad de la muerte, el inframundo y la lujuria que aparece en algunas representaciones con los brazos descarnados. Hermosa mujer, se aparece a los hombres, los enamora y seduce para después transformarse en esqueleto y llevarse el espíritu de sus víctimas al inframundo. Auicanime, entre los purépecha, era considerada como diosa del hambre (su nombre se puede traducir como la Sedienta, la Necesitada) y también era la diosa de las mujeres que morían al dar a luz en su primer parto, las cuales, según la creencia, se convertían en guerreras (mocihuaquetzaque), lo que las convertía en divinidades motivo de adoración y ofrenda.[4]

Finalmente, Cihuacóatl, para los mexicas, era a la vez diosa de la tierra (Coatlicue), diosa de la fertilidad y los partos (Quilaztli), mujer guerrera (Yaocíhuatl) y madre (Tonantzin) tanto de los aztecas como de sus mismos dioses. Mitad mujer y mitad serpiente, la leyenda de la diosa que emerge de las aguas del lago de Texcoco para llorar a sus hijos (los aztecas) es el sexto presagio de la devastación de la cultura mexica a manos de los conquistadores venidos del mar.[5]​ Cihuacóatl en particular muestra tres aspectos característicos: los gritos y lamentos por la noche; la presencia del agua,[nota 1]​ pues tanto Aztlán como la gran Tenochtitlan estaban cercados por ella -con lo que ambos sitios estaban conectados no sólo por coincidencias físicas, sino míticas-, y ser la patrona de las cihuateteo que de noche vocean y braman en el aire. Estas son las mujeres muertas en parto, que bajan a la tierra, en ciertos días dedicados a ellas en el calendario, a espantar en las encrucijadas de los caminos y son fatales a los niños. Esta abundancia de diosas conectadas con cultos fálicos y de la vida sexual fue génesis no solo para la Llorona, sino también para otros fantasmas femeninos que castigan a los hombres, como la Siguanaba, la Cegua o la Sucia.[4]

A la presencia de estos antecedentes mitológicos entre los pueblos precolombinos de Mesoamérica, se suma la contribución española para establecer el mito como tal. Es durante la colonia española en América que el mito de la Llorona toma forma.[1]​ A la vez diosa y demonio, nadie, en la psique del mundo colonial, puede resistir su aparición ni su llanto de ultratumba, ni siquiera los conquistadores afincados en el Valle de México, instituyéndose incluso un toque de queda a las once de la noche, pues pasada esa hora comenzaban a escucharse los gemidos aterradores de una mujer espectral por las calles de la ciudad de México. Su visión garantiza la muerte o la locura (en similar forma a la de las deidas prehispánicas antes descritas) para aquellos que intentan averiguar el origen de aquel lastimero gemido. Para los colonos, la diosa prehispánica toma la forma de una mujer de flotante vestido blanco, con la cara cubierta por un vaporoso velo (que cubre el aterrador rostro de la angustia), que cruza las empedradas callejuelas y plazas de la ciudad, lanzando un trémulo y estremecedor grito de desesperanza y derrota. La Llorona es también uno de los primeros signos del mestizaje, pues es durante este periodo que se identifica, en México, a este fantasmagórico personaje con Doña Marina, la Malinche, que vuelve arrepentida a llorar su desgracia, su traición a su pueblo indígena y también, su relación con Hernán Cortés, como parte de la «leyenda negra» de estos personajes. De aquí parecen venir muchas de las versiones que señalan a la Llorona como la protagonista de una trágica historia de amor y traición entre la mujer indígena (o mestiza o criolla) y su amante español, lo que finalmente la lleva al infanticidio como una manifestación del deseo de castigar al hombre en la forma de, en unas versiones, el amante, y en otras, el padre de la mujer, usando al niño como el instrumento de la venganza por ser este la prueba de la deshonra, pero también, de alguna forma, como una manera de castigarse a sí misma por su debilidad.[1]

Pero la creación e influencia del mito de la Llorona entre los pueblos hispanoamericanos tiene también elementos de otras fuentes mitológicas propias de las culturas aborígenes precolombinas diferentes de las civilizaciones mesoamericanas. En Centroamérica, entre los bribris, pueblo indígena que ocupa la región de Talamanca, en la frontera entre Costa Rica y Panamá (zona de influencia del Área Intermedia entre Mesoamérica y las culturas sudamericanas) existen historias de ancestrales espíritus llamados «itsas», especie de genios con aspecto de mujer y cuerpo de gallina, que habitan en las grutas y los cauces de los ríos, y que lanzan lastimeros gritos cuando un niño está a punto de morir, o bien, que pierden a los niños en los bosques cuando estos se alejan de sus padres. En el idioma bribri, la palabra 'itsa' significa tanto «llorona» como «tulevieja», de allí que haya similitudes entre las leyendas que se cuentan en Costa Rica y Panamá para estos dos fantasmas (básicamente, una mujer que mata a su hijo fruto de un embarazo no deseado y que por ello queda condenada a vagar como un fantasma).[6][7]​ Al ser una zona de transición entre Mesoamérica y Sudamérica, en las versiones de la leyenda de la Llorona en esta parte de Centroamérica se empiezan a observar algunos rasgos característicos que la diferencian de la versión mexicana. La Llorona en Mesoamérica es, primeramente, una deidad primigenia vinculada al parto y la vida sexual, que por la influencia española, adquiere la forma de un espectro castigador, en gran manera asociado a la ciudad, pero en el suwoh (la cosmogonía indígena transmitida por tradición oral entre los bribri), es más bien un ser que se asocia a los montes oscuros y enmarañados, los abismos de las montañas, lluvias y vientos fuertes, y las cataratas de los ríos, es decir, con una fuerte vinculación con las fuerzas de la naturaleza y la vida rural, por lo que el fantasma solo puede ser visto (muchas veces, tan solo oído su lamento) cerca de masas de agua como ríos, lagos, cataratas, generalmente en pueblos poco poblados, por lo que es un fantasma más asociado al campo. Su función castigadora, además, se ve un poco más atenuada que en la versión mexicana (aunque siempre presente, como en algunas versiones de la Tulevieja o la Tepesa), limitándose el espectro a espantar con su llanto a los viandantes en lugar de asesinarlos, pero reforzándose otro aspecto quizás aún más aterrador: el rapto de los niños, que puede observarse en variantes del cuento de la Tulevieja en Costa Rica y Panamá, en las leyendas de los duendes en Costa Rica, y en algunas versiones de la leyenda de la Llorona en Colombia.

En Sudamérica, finalmente, existen algunas leyendas precolombinas que fueron asociadas con la de la Llorona mexicana una vez establecido el dominio hispano sobre el continente, pero que no tienen un origen común con esta, a pesar de que existan aspectos muy similares. Pueden encontrarse trazos similares en la leyenda del Ayaymama de la mitología amazónica peruana y en las leyendas guaraníes del Itá Guaymí, el Urutaú o el Guemi-cue. Destaca entre estas leyendas la historia de la Pucullén (del mapudungún «külleñu»: "lágrimas" y «pu»: "plural"),[8]​ perteneciente al folclor chileno. Mientras que la Llorona mesoamericana es castigada por haber asesinado a sus hijos, los de la Pucullén han sido raptados y asesinados por terceros, convirtiendo a ésta en una víctima inocente de la maldad ajena, por lo que llora eternamente. Relacionada igualmente con la muerte, al igual que la Llorona mesoamericana, la Pucullén es más bien una guía de los que van a morir más que un demonio castigador, indicándoles su paso al más allá.

Las diferentes versiones de la leyenda en los países hispanoamericanos

Argentina

En este país se dice que La Llorona era una mujer que mató a sus hijos arrojándolos a un río; ella se suicidó por el sentimiento de culpa por sus acciones. Se le describe como una mujer alta y estilizada vestida de blanco, a la cual no es posible observarle la cara y en algunas ocasiones, tampoco los pies, por lo que parece que flota en el aire. Se aparece por los caminos lanzando grandes lamentos que enloquecen incluso a los perros, y en algunos relatos cumple la función de espíritu vengador al subirse a los caballos de los trasnochadores y matarlos de un helado abrazo mortal.[9]

Se le considera un espíritu de malos presagios. Puede causar enfermedades a las personas, empeorar a los enfermos o traer desgracias a los seres queridos. En otros relatos se presenta como un ser inofensivo que necesita consuelo y ayuda, despertando piedad en la gente que, cuando se acerca a consolarla, les roba todas sus pertenencias.[9]

En la ciudad de Marcos Juárez, provincia de Córdoba, se solían escuchar llantos que se decían provenir de la Llorona, resultando ser que venían de algunos bromistas que, usando grabadoras y otras herramientas tecnológicas, asustaban a los vecinos de la ciudad. No solo ocurrió en Marcos Juárez sino que también en los pueblos aledaños como Leones.

Chile

Las diferentes leyendas chilenas sobre la Llorona van desde algunas versiones muy semejantes a la mexicana, hasta versiones muy particulares del folclore chileno. Las versiones chilenas definen al espectro como el espíritu de una mujer que busca a su hijo, caracterizándose por ser un espíritu que tiene una relación especial con la muerte.

En cualquier caso, se trata de una mujer que estaba celosa de su marido, porque compartía más tiempo con sus 2 hijos y con ella no compartía nada, por lo que la mujer tiró a sus dos hijos a un río, donde los ahogó. Al llegar su esposo a casa le pregunta por sus hijos, la mujer le dijo que los había tirado al río por que él no compartía nada de tiempo con ella. Debido a esto tuvieron varias discusiones que los llevó a separarse. La mujer queda desolada por lo que hizo y murió de pena. La leyenda cuenta que llora porque perdió a sus hijos y a su marido.

La Pucullén

En la versión distintiva de la tradición chilena, la Llorona se llama la Pucullén (de cullen, lágrima, y pu, plural).[8]​ Se dice que llora eternamente porque le quitaron a su hijo de sus brazos a muy corta edad. Es una presencia fantasmal vestida de blanco, a la que sólo puede ver la gente que está cercana a la muerte, algunas personas con habilidades especiales (como las Machis o los Calcus) y los animales que tienen los sentidos más agudos, entre ellos los perros, que lanzan lastimeros aullidos cuando perciben su presencia.

La Pucullén es una guía de los muertos, que indica con sus pasos y llantos el camino que debe recorrer el muerto para dirigirse desde su morada terrenal hacia el más allá. Se dice que llora como plañidera por todos los familiares del difunto, para que todos ellos se consuelen pronto de la pérdida; además, evita que el espíritu del muerto decida acudir a penarlos, disconforme con las pocas lágrimas y manifestaciones de pesar de sus parientes. Algunos cuentan que si uno se frota los ojos con lágrimas de perro, podrá verla; pero si el corazón del que observa no es firme, la imagen será espantosa.

Con sus abundantes lágrimas, que forman un charco cristalino, la Pucullén señala el sitio preciso en el campo santo donde debe abrirse la fosa para depositar el féretro. Se dice que si esto sucede, debe utilizarse toda la tierra necesaria para cubrir por completo el féretro, pues en caso contrario antes de un año morirá un familiar del difunto. Como castigo por el descuido que la llevó a perder a sus hijos, roba los hijos de otras madres, confundiéndolos con los de ella

La Llorona del puente de San Carlos

Según otra versión, los hechos sucedieron en el puente Lingue, en Litueche. Era un día de lluvia torrencial y el puente tenía mucha corriente, siendo muy peligrosa. Un señor que observaba lo que pasaba vio a una mujer con un bebé en los brazos. Ella, muy afligida por la lluvia, se apoyó en el palo del puente, gritó y gritó, confundiéndose sus gritos con los llantos del niño. Después, el bebe desapareció entre las aguas y la mujer se lanzó al agua, donde murió ahogada sin llegar a encontrar a su bebé. Desde entonces, cada vez que llueve se escucha llorar de forma inconsolable a la mujer. Sólo cuando encuentre a su hijo cesará su llanto.

La Llorona y el Diablo

En Valparaíso se dice que la Llorona fue una mujer que se casó con el Diablo. Esta mujer se enamoró de él pensando que era un hombre bueno, sin saber quién era en realidad. Un día, el Diablo llegó más temprano de lo normal a su casa y la mujer aún no tenía preparada la comida. Salió a comprar para cocinar, pero el Diablo no aguantó más y tuvo que matar a sus hijos. Cuando volvió la mujer, desconsolada lloraba por sus hijos todas las noches. Un día, el Diablo se cansó de sus llantos continuos. La amarró a la cama con unas cadenas y le enterró una estaca en el corazón. Desde ese momento, la Llorona recorre las calles de toda la región arrastrando sus cadenas y llorando por sus hijos perdidos.

Colombia

Junto a la Patasola y la Tunda, la Llorona también es una leyenda, la mas putamente conocida en colombia, (ignorantes). Según la versión de la leyenda en la tradición colombiana, la Llorona es el fantasma errante de una mujer que recorre los valles y montañas, cerca de los ríos y lagunas, vestida con una bata negra que la cubre hasta los talones. Tiene el cabello largo, negro y rizado, algunos dicen que de color plateado, café y dorado, y en él se posan grillos, luciérnagas, cocuyos y mariposas. Su rostro es una calavera aterradora, y en las cuencas de sus ojos giran dos bolas incandescentes. Las mangas de la batola le llegan hasta sus muñecas y con sus manos grandes, huesudas y ensangrentadas, arrulla a un bebé muerto.[10]

Al gemir, la Llorona derrama lágrimas de sangre sobre la mortaja azul de la criatura, que conserva una expresión angelical y con sus ojos parece acusar a la madre que le quitó la vida. Dice la leyenda que la gente la oye llorar en los llanos, cuando no hay ruido o gente. También dicen que la Llorona asusta a las muchachas que han cometido actos de los cuales sus padres no estarían orgullosos. Como toda leyenda, los detalles cambian de pueblo en pueblo y de persona en persona. En Antioquia, por ejemplo, se le llama «la María Pardo», mientras que en la región de Pasto, «la Tarumama». Esta última es una vieja monstruosa con cascos de mula por pies y grandes senos que se echa a la espalda, castigada como un alma en pena por haber abandonado al hijo que tuvo sin ser casada, para tapar su vergüenza. Su apariencia e historia tiene semejanzas con la Tulevieja de las leyendas de Costa Rica y Panamá, países vecinos de Colombia. Finalmente, también existe la versión de una mujer hermosa que llora por sus hijos en los cementerios, sosteniendo una vela encendida con llantos lastimeros.a ver si con la luz se les alcanza ver el pipi a moya o a pava pero no lo logra y op eso vagara eternamente buscando alguien que se le mida a eso tan pequeño

Costa Rica

La Llorona es el personaje legendario más famoso de Costa Rica, junto con el Cadejos y la Cegua. Era una muchacha indígena muy hermosa. Cuando la conquista española, ella se enamoró de un español y él se enamoró de ella. Se veían a escondidas en lo alto de una cascada, para que el padre de ella no se diera cuenta. Ella quedó embarazada y cuando su padre se dio cuenta retó al español a un duelo por haber deshonrado a su hija. El español murió en ese duelo. Cuando el niño nació el indio lo cogió y lo tiró por la cascada. Cuando la muchacha buscó a su hijo; él la maldijo; la condenó a vagar por las orillas de los ríos buscando a su hijo perdido. Y desde entonces, siempre hay quien oye un leve lamento por las orillas de los ríos y dice: es la Llorona que busca a su hijo y cumple la maldición de su padre.[11]

Ecuador

En Ecuador ésta es una leyenda muy conocida, junto a la leyenda de la dama tapada. La Llorona era una mujer cuyo esposo la abandonó junto a su bebé. Ella enloqueció y ahogó al bebé en el río, pero después se arrepintió y se echó al agua a buscarlo. Cuando lo encontró, ya estaba muerto y sin uno de sus dedos, el meñique. Entonces la Llorona se suicidó y desde entonces su alma en pena vaga, cortando el dedo meñique de quien se le aparezca. Sin embargo, también existe la versión más conocida, en la que ahoga a su bebé y ahora llora buscándolo sin descanso. Estas historias son muy creídas por los campesinos. También se dice que se aparece cuando hay una mujer pariendo en su casa y se trata de llevar al niño y para que no pase eso le ponen dulces para que se empalague y se marche.

El Salvador

En El Salvador, junto con La Siguanaba y La Descarnada, la Llorona es el personaje legendario más conocido de este país. Los ancianos cuentan a menudo su historia. Se dice que vaga por las calles de pueblos rurales llorando por sus hijos y, tras entrar en la iglesia local, desaparece. Afirman que el alma de quien la mire y la siga vagará durante toda la Eternidad. La llorona es un personaje que al entrar por la calle principal de algún pueblo lanza su primer grito y comienza a llorar. Se dice que busca el camino que lleva al cementerio de la comunidad, y las personas que la escuchan experimentan escalofrios en sus cuerpos. Se recomienda jamás darle la espalda, porque de hacerlo aparecerá de pronto al lado de uno.

España

La llorona de Barceloneta

La leyenda cuenta que una mujer joven y bella conoció a un hombre rico y respetuoso. Al pasar el tiempo llegaron a contraer un matrimonio lleno de mucho amor concibiendo sus hijos con gran ilusión. Pasaron los años y la buena mujer fue abandonada por su esposo. Ella quedó sola con sus hijos y con una gran responsabilidad que la llevó a la depresión. Una noche invitó a sus hijos a dar un paseo por la playa. Allí los lanzó al agua viendo como poco a poco se iban ahogando. Su macabra acción le llevó a huir despavorida del lugar. Mientras corría por la oscura carretera en forma aturdida fue atropellada por un vehículo. Su muerte fue al instante.

A raíz de este suceso, vecinos de la playa del pueblo de Barceloneta, comentan sobre la misteriosa aparición de una dama a la que han apodado “La Llorona”. Dicha mujer aparece en altas horas de la noche produciendo un extraño sonido similar al llanto.

Guatemala

En la versión guatemalteca, la Llorona es una mujer llamada María, condenada a repetir hasta el fin de los tiempos su grito («¡Ay, mis hijos!»). En efecto, mientras su esposo estaba fuera, María tuvo amores con un mozo que llegó a revisar un problema en su casa y la dejó embarazada. Angustiada, ahogó a su hijo, Juan de la Cruz, en el río (o, según otras versiones, a sus tres hijos).

La Llorona es bien conocida en toda Guatemala. Según la tradición, pasea por las calles solitarias y frecuenta los lugares donde hay agua, como piletas, ríos, fuentes o tanques. Sus lastimeros gritos asustan al más valiente y paralizan al pavoroso. Muchos dicen haberla visto y escuchado. Se cuenta que cuando se la escucha cerca, en realidad está muy lejos, y viceversa. Se dice que no puede ganarse a una persona (es decir, quitarle la vida) si ésta usa la ropa interior al revés, se le presenta a los hombres mujeriegos pensativo en una mujer para engañarlos, se dice que si se le habla ella les quitara la vida, y que un hombre acechado por la Llorona se salvará si una mujer le toma de la mano, pues el espectro sólo ataca a personas solitarias. También se cuenta que si uno escucha el grito debe tratar de moverse y no quedarse congelado por el pavor. La persona tiene que huir antes de escuchar el tercer grito, o la Llorona se la ganará. Para evitar encontrarse con ella, o ahuyentarla, hará bien en rezar al santo de su devoción o repetir las oraciones tradicionales católicas.

Unos imaginan a la Llorona como una mujer vestida de luto riguroso; otro la ven vestida de blanco. También se dice que el pelo suele taparle la cara, algunas personas dicen que su cara es como la de un caballo. otro aspecto propio del espectro según otra leyendas guatemaltecas es que su grito viene acompañado de un viento frío que hiela la sangre.

Otros dicen que si ves los ojos de la llorona, esta te quita la vida.

Honduras

La Llorona y la Sucia son personajes bien conocidos en las leyendas hondureñas. Se cuentan muchas versiones de su historia. Generalmente, se la sitúa junto a los ríos,a las 12:00 de la noche, vestida de blanco, gritando: ¡Aaaaaay, mis hijos!. La tradición oral es muy famosa, en las áreas rurales la personas están convencidas de su existencia. La llorona mato a sus 3 hijos ahogándolos en el río y por eso ella mata a la gente que esta en el río pensando que son sus hijos.

México

La Catrina (derecha) es el emblema del tradicional Día de Muertos mexicano. Su figura huesuda y cara de calavera recuerda las formas de las cihuateteo (izquierda) aztecas, espíritus femeninos de las mujeres que mueren durante los partos, de los cuales la Chocacíhuatl (la Llorona) es la primera de todas.

Es el país en el que se encuentra más arraigada esta tradición. Según la tradición mexicana, la leyenda de la Llorona nace donde hoy se encuentra la Ciudad de México.

Existen dos versiones conocidas.

La primera es la más conocida y difundida en México:

Existió una mujer indígena —criolla en algunas versiones— que tenía un romance con un caballero español. Fruto de esta pasión, nacieron tres niños, que la madre atendía siempre en forma devota. Cuando la joven comienza a pedir que la relación sea formalizada, el caballero la esquivaba, quizás por temor a lo que dirán. Un tiempo después, el hombre dejó a la joven y se casó con una dama española de alta sociedad. Cuando la mujer se enteró, dolida y totalmente desesperada, asesinó a sus tres hijos ahogándolos en un río o apuñalándolos, según la versión. Luego se suicida porque no soporta la culpa. Desde ese día, se escucha el lamento lleno de dolor de la joven en el río donde esto ocurrió. Luego de que México fuera establecido, comenzó un toque de queda a las once de la noche y nadie podía salir. Es desde entonces que dicen escuchar un lamento cerca de la plaza de la Patria, y que al ver por las ventanas para ver quien llamaba a sus hijos de forma desesperada, veían una mujer vestida enteramente de blanco, delgada y que se esfumaba en la Presa Calles.

La segunda es la versión que precede a la anterior, a pesar de esto es poco conocida y es la versión más antigua de todas las leyendas de la Llorona:

Antes de la llegada de los españoles a lo que ahora es México, la gente que habitaba la zona del lago de Texcoco, además de temer al dios Viento de la Noche, Yoalli Ehécatl, podía escuchar en las noches los lamentos de una mujer que estaría por siempre vagando y lamentando la muerte de su hijo y la pérdida de su propia vida. La llamaban «Chocacíhuatl» — del náhuatl «choka», llorar, y «cihuatl», mujer —,[12]​ y ella era la primera de todas las madres que murió al dar a luz. Allí flotaban en el aire las calaveras descarnadas y separadas de sus cuerpos (Chocacíhuatl y su hijo), cazando a cualquier viajero que hubiese sido atrapado por la oscuridad de la noche. Si algún mortal veía estas cosas, podía estar seguro de que para él esto era un presagio seguro de infortunio o incluso muerte. Era esta entidad una de las más temidas del mundo nahua desde tiempo antes de la llegada de los españoles. Tiempo después, José Guadalupe Posada, durante el refinamiento porfiriano, la plasma en una de las estampas más emblemáticas de todos los tiempos, y desde entonces, bautizada por Diego Rivera como «Catrina», esta huesuda elegante se pasea por las calles de la ciudad arrastrando a las personas que andan errando en horas que deben ser para estar dormidos.[13]

Fray Bernardino de Sahagún recoge la leyenda de Chocacíhuatl en su obra monumental, «Historia general de las cosas de Nueva España» (1540-1585) e identifica a este personaje con la diosa Cihuacóatl.[2]​ Según el Códice Aubin, Cihuacóatl fue una de las dos deidades que acompañaron a los mexicas durante su peregrinación en busca de Aztlán, y de acuerdo con la leyenda prehispánica, poco antes de la llegada de los españoles emergió de los canales para alertar a su pueblo de la caída de México-Tenochtitlán, vagando entre los lagos y templos del Anáhuac, vestida con un vaporoso vestido blanco,[nota 2]​ y sueltos los negros y largos cabellos, lamentando la suerte de sus hijos con la frase «...¡Aaaaaaaay mis hijos... Aaaaaaay aaaaaaay!... A dónde iréis....a dónde os podré llevar para que escapéis a tan funesto destino....hijos míos, estáis a punto de perderos...».[5]​ Posterior a la Conquista de México, durante la época colonial, los pobladores reportaban la aparición del fantasma errante de una mujer vestida de blanco que recorría las calles de la Ciudad de México, lanzando tristes alaridos,[nota 3]​ pasando por la Plaza Mayor (antigua sede del destruido templo de Huitzilopochtli, el mayor dios azteca e hijo de Cihuacóatl) donde miraba hacia el oriente,[nota 4]​ y luego seguía hasta el lago de Texcoco,[nota 5]​ en el cual se desvanecía entre las sombras.[4][14]

Panamá

La leyenda de la Llorona es el cuento folklórico más popular de Panamá. Su llanto suele escucharse siempre de noche, y casi siempre en las comunidades cerca de los ríos o playas.

En este país centroamericano esta leyenda se fusionó o influenció dos leyendas: la Tulivieja, muy popular en las provincias centrales, y la Tepesa, oriunda de las comarcas indígenas y muy popular en las tierras de las provincias de Los Santos, Veraguas y Chiriquí.

La Tulivieja

Según la tradición, la Tulivieja era una hermosa y joven mujer casada que tenía fama de ser muy fiestera, en una ocasión había un baile en un pueblo vecino y ella porsupuesto no se lo quería perder, la mamá se negó esa noche de cuidarle al bebé ya que ya estaba cansada de hacerlo mientras ella se iba siempre de parranda. Esa noche por querer ir al baile de todas maneras dejó al bebé junto a su tule cerca de un río, con la intención de recogerlo después del baile. Sin embargo,cuando regresó al río a buscar a su hijo no lo encontró y comenzó a llorar, el río se lo había llevado corriente abajo. Arrepentida por el grave error que había cometido comenzó desesperada a buscarlo. Dios viendo lo que pasaba la castigó por su irresponsabilidad y la transformó en un ser horripilante con agujeros en su cara y cabellos largos hasta los pies. Sus pies se le viraron y se transformaron en patas de gallina. Desde entonces, anda vagando por la eternidad buscando a ese hijo perdido.

La Tepesa

En cuanto a la Tepesa, su historia se remonta a la conquista, cuando un español enamoró a una hermosa joven indígena de la comarca Ngöbe Bugle y la dejó embarazada. Para que nadie en su tribu se percatara de su falta, la joven escapó hacia lo más profundo de las montañas, y cuando nació su hijo, lo ahogó en un río. Al ver el crimen, Dios le habló desde lo alto y la maldijo: "Ese pecado te pesa y te pesará hasta la eternidad, y desde ahora llorarás para pagar tu culpa". La Tepesa quedó transformada así en un ser espantoso que, al igual que la Tulivieja, anda vagando por los ríos y quebradas llorando, arrepentida de su pecado.

Uruguay

En Uruguay la leyenda de la Llorona es muy popular. Corren numerosas versiones, como éstas:

La Llorona del Parque Rivera

Una tarde de otoño, hace muchos años, una joven mujer decidió salir a pasear por el Parque Rivera. Aunque soplaba un viento frío y cortante que hacía gemir a los árboles y sumía al parque en la más absoluta soledad, la chica, madre soltera a punto de casarse, salió a dar un paseo con su bebé y se aventuró por el parque, por entonces más agreste que ahora y embarrado por las recientes lluvias. Se la vio bordear el lago con su niño, mientras el viento arreciaba con fuerza, hasta desaparecer de la vista. La futura novia no regresó. Al día siguiente hallaron su cuerpo inerte en el lago del parque, sin rastros del paradero del pequeño. Cuenta la historia que desde entonces, en las noches brumosas y tristes del otoño, puede verse a una joven vestida de novia en los alrededores del lago. Camina sola y llora desconsoladamente, mientras clama por un bebé que perdió hace mucho tiempo.

La Llorona y los ladrones

Hace mucho tiempo, en los inicios del mismo Parque Rivera, vivía una pareja en una casa contigua al lugar. Un miércoles 9, mientras la pareja se hallaba fuera, unos ladrones irrumpieron en la casa. El esposo llegó antes de que terminaran su faena y los sorprendió in fraganti: desesperados, los delincuentes le quitaron la vida con un cuchillo. Cuando intentaban esconder el cuerpo, sintieron ruido: era la mujer, que, vestida de blanco, llegaba a la casa. Se escondieron detrás de una puerta y observaron cómo la joven, aterrada, descubría el cuerpo de su marido. Mientras la mujer lloraba desconsoladamente sobre él, los ladrones, decididos a todo, llegaron por detrás y la mataron de igual manera. Para ocultar las huellas, los delincuentes arrojaron los dos cuerpos a la laguna del parque. Desde entonces, los vecinos de la zona comentan que el día 9 de cada mes se oyen extraños llantos y quejidos que provienen de la laguna, en el lugar donde los cuerpos de los infortunados amantes fueron arrojados.

La bufanda de la Llorona

Un hombre fue a un boliche y se encontró con una hermosa mujer. Estuvieron juntos y él decidió acompañarla a su casa. Como ella tenía mucho frío, él le prestó su bufanda. Al otro día, cuando él fue a buscar su bufanda, al tocar la puerta salió una señora mayor. Le preguntó qué quería y él dijo que venía a ver a la chica. La mujer, llorando, dijo que su hija había muerto hace 20 años a orillas de un río y que su cuerpo enterrado se encontraba en el Cementerio del Norte. Rápidamente él fue allí y buscó la tumba de la joven. Encontró la bufanda enroscada en la cruz. Preguntó por todos lados si conocían a la chica y todos decían que era la Llorona. Quiso saber por qué la llamaban así y averiguó que la chica se suicidó al ver a su esposo muerto en el río y desde entonces se escuchan día a día en su tumba fuertes llantos y lamentos.

Venezuela

En Venezuela también se conoce la leyenda de la Llorona, que circula en prosa y en forma de corrido (canción narrativa). La Sayona es otro personaje similar, pero sólo se aparece a los hombres parranderos, que gustan de estar de fiesta en fiesta.

Cuenta la leyenda que la Llorona es el alma en pena de una mujer muy jovencita que tuvo amores con un soldado. De esos amores quedó embarazada de una niña, a la cual dio a luz. El soldado la abandonó y ella, como no tenía idea de cómo criar a un infante, desesperada por el llanto de la niña, la mató con sus propias manos. Cuando la joven vio lo que había hecho, comenzó a llorar y a gritar fuertemente, lo que atrajo a los vecinos y familiares. Al ver lo sucedido, la maldijeron. Ella salió corriendo hacia el llano y se convirtió en espanto. Siempre está llorando, y cuando entra a los poblados dicen que llama a su hija. Se sabe que roba niños que están solos, ya sea en sus casas o en las orillas de ríos o quebradas. Por lo general, se la oye llorar en tiempos de Semana Santa.

Otra versión cuenta que era una mujer indígena llamada Yoltzin que tras llevar una mala vida en México se vino a vivir a los llanos de Venezuela con sus dos hijos Ollin y Tonatiuh. Como era una mujer sola tenía que trabajar duro y cuidar su chinampa. Poco a poco se fue ganando el cariño de toda la población del llano, hasta que un mal día de esos cuando Yoltzin llegó a su casa con sus hijos vieron cómo aquella casa estaba envuelta en llamas. Ela dejó a sus niños en la canoa y trató desesperadamente de apagar el fuego, pero no se dio cuenta de que la canoa donde estaban sus hijos se iba alejando. Cuando se dio cuenta de su ausencia ya era demasiado tarde, no quedaba ni rastro de los pequeños. Durante dos días enteros toda la población ayudaba para buscar a los niños hasta que un campesino encontró a dos niños muertos junto al canal. Yoltzin quedó envuelta en un dolor muy grande y poco a poco su vida se fue apagando, y cuando su historia fue quedando en el olvido, a medianoche se escuchan los gritos desgarradores de aquella mujer, así que en venganza se lleva a los niños para encontrar la paz, pero también cuenta la leyenda que solo encontrara la paz al ver la tumba de sus hijos.

Según otras versiones, la Llorona fue una muchacha joven que vivía en un pequeño pueblo de los llanos venezolanos. Esta muchacha cada vez que daba a luz a un hijo lo mataba sin piedad. Le confesó todo al sacerdote que vivía en su pueblo, añadiendo que no sentía ningún remordimiento por lo que había hecho. El cura notó que estaba embarazada de nuevo y le dijo a la muchacha que cuando tuviera a su hijo le diera de mamar antes de matarlo, y así lo hizo; tras darle leche materna lo mató, pero el solo hecho de amamantar despertó su instinto maternal, haciéndole sentir una gran culpabilidad. Desde entonces, vaga por los campos llorando de dolor, buscando a sus hijos y asustando a todo el que se le atraviesa en su camino.

Se la representa como una mujer joven, con una larga cabellera morena y la piel blanca. Lleva una bata blanca larga y encima otra bata de color negra con capucha, y suele portar un bebé en los brazos. Llora y grita diciendo "¡Mi hijo, mi hijo!".

A veces, las madres castigan y asustan a sus hijos diciéndoles que si las desobedecen, la Llorona vendrá a buscarlos y asustarlos por las noches.

La diferencia entre la Llorona y la Sayona es que esta última normalmente sólo se viste de blanco, tiene ojos rojos y colmillos que parecen de león. Asusta, mata o vuelve locos a los hombres que son o fueron infieles, no a todas las personas o niños, como hace la Llorona, se dice que tenía un frasco de agua de río y otro de sangre pura de niños, se ponía la sangre en los ojos y hacia que cada persona se le acercara y lo ataba a ella, lloraba por que su marido estaba con otra mujer y por eso decidió matar a sus hijos ahogándolos en el mismo río de donde sacaba el agua, su alma ronda en ese río diciendo: ¡mis hijos, devuélvanme mis hijos!

Perú

En Perú también se habla mucha de esta historia se dice que es muy vista en la chacras o en los campos los guardianes o los que viven ahí dicen que escuchan lamentos de una mujer llorando pidiendo por sus hijos los guardianes o los vecinos cuando van al lugar donde se escucha los ruidos no se encuentra a nadie y luego oyen como de una voz de ultratumba que les dice:¿ustedes saben o han visto a mis hijos?.

Paralelismos con otras culturas

Alrededor del mundo existen mitos y leyendas acerca de seres que tienen algunas características similares con la Llorona.

En la mitología griega, se pueden encontrar similitudes con el mito de Medea, quien asesinó a sus propios hijos luego de que su esposo Jasón (a quien había ayudado a recuperar el vellocino de oro) la abandone por otra mujer. Igualmente, entre los griegos también existía la leyenda de Lamia, una princesa con quien Zeus había tenido varios hijos, que fueron asesinados por Hera. Lamia vagaba desde entonces lamentándose por la pérdida de sus hijos y devorando a los niños de otras madres.[15]

En la mitología celta, la banshee era un espíritu femenino que anunciaba la muerte de una persona mediante grandes gemidos que podían escucharse a largas distancias.[15]

En África, entre los pueblos yoruba de Dahomey y Togo, existe una leyenda que describe al viento como una mujer que recorre los ríos, lanzando grandes lamentos, en busca de sus hijos asesinados. Estos fueron ahogados por el océano (que en este mito es también una mujer) y sus restos desperdigados por el mundo. Esta leyenda, que muestra grandes similitudes con la leyenda de la Llorona, fue introducida en los Estados Unidos por los esclavos africanos traídos por los europeos a América, y es especialmente conocida en los estados sureños como Luisiana.[16]

En las Filipinas, existen dos leyendas similares a la de la Llorona. En una de ellas, es el fantasma de una sirena que aúlla en el mar por las noches, lamentando el asesinato de sus hijos por un pescador. Se dice que cuando se escucha su llanto, es porque alguien se ha ahogado. En la otra versión, conocida como la leyenda de la Mujer Blanca, el fantasma es un espíritu que mora en la niebla y captura jóvenes mujeres una vez al año, atrapándolas entre la bruma en medio de grandes alaridos.

En la Biblia, en Jeremías, se narra la historia de Raquel, quien llora por sus hijos (el pueblo de Israel) porque perecieron, como un simbolismo del exilio del pueblo hebreo en la tierra de Babilonia.

Su presencia y representación en la cultura contemporánea

En la televisión

La presencia de la Llorona, o mejor dicho, de una mujer sonámbula a la que confunden con el espectro es común en los programas de televisión de Roberto Gómez Bolaños, Chespirito.

Así, en los cortos del Chavo del Ocho es común que el Chavo, Quico, la Popis o la Chilindrina confundan a Doña Florinda o a Doña Clotilde, sonámbulas, con la protagonista de la más famosa leyenda de su país. En los cortos de Los Caquitos sucede lo mismo con el personaje de Doña Nachita. También en Los Chifladitos, Lucas Tañeda y Chaparrón Bonaparte confundieron una vez a la bella vecina Florinda Meza, que andaba sonámbula, con la Llorona.

En Costa Rica, con motivo de la instauración del 31 de octubre como el Día de las Mascaradas, la compañía de televisión de Costa Rica presentó una mini-serie con las leyendas más conocidas de esa nación, donde se incluyó, por supuesto, a la Llorona.

En Venezuela, el canal RCTV produjo dos historias de Humberto Kico Olivieri, acerca de La Llorona y La Sayona. Con toques de humor negro, relataban las aventuras de dos camioneros enamoradizos y parranderos que contactaban con los dos personajes de la leyenda, dos hermosas y misteriosas mujeres, al tiempo que se veían involucrados, sin saberlo, en una trama de tráfico de drogas. Las dos versiones planteaban los enfrentamientos entre la religión cristiana y una absurda religión popular, cuyo personaje central era una entidad alucinante, un tal Chalu, al que un brujo borracho invocaba para acrecentar su popularidad entre los lugareños frente a la del cura del pueblo.

En Estados Unidos, en el episodio piloto de la exitosa serie de televisión Supernatural de WB Network, los hermanos Winchester se enfrentan a «La Llorona» (a la que identifican como «The White Lady», la Dama de Blanco). Durante el episodio comentan que en muchos países existe el mismo personaje, con una historia parecida: «Una mujer que llora y grita, por haber matado a sus hijos».

En el cine

Hay numerosas películas inspiradas en el personaje. Entre ellas, las siguientes:

El filme Kilómetro 31 de Rigoberto Castañeda ofrece una versión moderna de la leyenda de la Llorona. Según la película, la Llorona era "una joven de belleza imponente", que vivía en un pueblo cercano a la Ciudad de México. Un militar español la enamoró, y con ella procreó los hijos que su esposa (al parecer peninsular, como él) no podía darle; la muchacha no lo sabía, y cuando se enteró, llena de despecho se lanzó al Río Mixcoac junto con su hijo. Se ahogaron ahí mismo, y ahí quedó el cuerpo de la madre. El cuerpo del niño, en cambio, fue arrastrado por el río hasta llegar a "Desierto de los Leones", donde aún aparece, causando accidentes a mujeres jóvenes, buscando a su madre. Ésta también lo busca, por eso grita por las noches "¿Dónde está mi hijo?", acompañado de muchas mujeres que también han sido catalogadas como Lloronas, principalmente madres ahogadas (por ejemplo, la madre de las protagonistas de la película, que se ahogó en una bañera)

En la música

Véase La Llorona (música)

  • En la música folklórica del estado de Oaxaca hay una canción llamada "La Llorona". En la letra, que varía de intérprete a intérprete y de región a región, predominan las referencias a la melancolía y el amor, temas característicos de la leyenda.
  • Artistas y grupos musicales como Joan Baez, Eugenia León, Chavela Vargas, Lila Downs, Banda Bostik, Susana Harp, Voodoo Glow Skulls y Caifanes han cantado a la Llorona.
  • La cantante mexicano-canadiense Lhasa de Sela grabó en 1998 un disco de música mexicana llamado La Llorona.
  • El grupo español Mägo de Oz incluyó una melodía instrumental llamada "La leyenda de la Llorona" en su álbum Gaia.
  • El cantante estadounidense "Beirut" escribe una canción en su honor titulada "La Llorona" en su álbum "The Marche of the Zapotec" (La Marcha del Zapoteca)
  • Caifanes en su último disco El Nervio Del Volcán presentan una canción titulada la llorona, con una historia muy espiritual.

Véase también

Referencias

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  2. a b Sahagún, Fray Bernardino de (2001). Juan Carlos Temprano, ed. Historia general de las cosas de Nueva España (Crónicas de América tomos 1 y 2 edición). Madrid: Dastin Historia. p. 1236. 
  3. Adame, Homero. «Mitos y leyendas de Homero Adame: Mitos y leyendas de Veracruz». Consultado el 14 de septiembre de 2012. 
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  5. a b León Portilla, M.; Garibay, A.M.; Beltrán, A. (2007). Miguel León Portilla, ed. Visión de los vencidos. Relaciones indígenas de la conquista (29 edición). Volumen 18 de Biblioteca del estudiante universitario, México D.F: Universidad Autónoma de México. p. 312. ISBN 9703244696. Consultado el 15 de septiembre de 2012. 
  6. Medina, Andrés (1996). La etnografía de Mesoamérica Meridional y el área Circuncaribe. Universidad Nacional Autónoma de México. ISBN 9683-64-847-9. 
  7. García Segura, Alí (2003). Diccionario de mitología bribri. Universidad de Costa Rica. ISBN 9977-67-738-7. 
  8. a b Quintana Mansilla, Bernardo (1987). s.n., ed. Chiloé mitológico: mitos, pájaros agoreros, ceremonias mágicas de la provincia de Chiloé. p. 173. Consultado el 8 de septiembre de 2012. 
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  10. Ocampo López, Javier (2006). Mitos, leyendas y relatos colombianos. Plaza y Janes Editores Colombia s.a. pp. 132 (22-23). ISBN 958140371X. Consultado el 18 de septiembre de 2012. 
  11. Zeledón Cartín, Elías (2000). Alexandra Meléndez, ed. Leyendas Costarricenses (compilación) (4o edición). Universidad Nacional. ISBN 9977-65-133-7.  Texto «pp.286 » ignorado (ayuda)
  12. Velarde, Eduardo (2010). El gran orador: un viaje al más allá. México D.F: Palibrio. p. 114. ISBN 1617643475. Consultado el 15 de septiembre de 2012. 
  13. Lázaro, Carlos (1 de noviembre de 2011). «En busca de las ofrendas de muertos en la ciudad de México». Consultado el 15 de septiembre de 2012. 
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  15. a b Cotterell, Arthur (1999). Enciclopedia de Mitología Universal. Barcelona, España: Parragon. ISBN 1-40542-648-9. 
  16. De Aragon, Ray John (2006). The Legend of La Llorona (en inglés). Sunstone Press. p. 94. ISBN 0865345058. Consultado el 16 de septiembre de 2012. 

Bibliografía

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  • Weitlaner, Roberto (1977). Relatos, Mitos y Leyendas de la Chinantla. México: Instituto Nacional Indigenista. Serie antropología social.

Notas

  1. El agua es el elemento femenino y maternal por excelencia; la fuente de la purificación, pero donde la pena es infinita. El agua también es muerte; en este caso, la muerte de la madre por sí misma, una especie de suicidio o inmolación ante lo inevitable. Es el camino al sendero del fin. La Llorona aparece en donde hay agua pues así su pena es mayor, es continua. Nunca las corrientes de un río serán las mismas, nunca alcanzará el destino, nunca volverá tener en sus manos el pasado, siempre correrá tras aguas diferentes, insondables, eternas, inaprensibles.
  2. El color blanco es propio de todas las manifestaciones de Cihuacóatl y remite al destino, a la sonaja de niebla de la diosa, a los huesos de los hombres, a las cihuateteo pintadas de blanco, a la tierra blanca de Aztlán.
  3. Nótese que el llanto de Llorona cambia luego de consumada la Conquista: mientras en la época previa a la caída de Tenochtitlan el fantasma se pregunta qué será de sus hijos (de algún modo, albergando alguna esperanza de salvarlos), durante la época colonial se limita a un «¡Ay mis hijos!» que denota un hecho consumado y la pérdida de la esperanza.
  4. La referencia al oriente es importante en la cosmogonía mesoamericana. El oriente está cargado de significados: es el rumbo por donde sale el Sol. Se relaciona con el rojo. En él estaban el paraíso del Sol y el tlalocan. El Tlillan Tlapallan «en donde está el color negro y el rojo», lugar mítico hacia donde marchó Quetzalcóatl. Se le ha interpretado como una región de sabiduría, cargada de simbolismo esotérico y los nahuas la ubican al este, más allá del mar. Para los tarascos, hacia ese rumbos estaba el camino al inframundo. De oriente, también, venían los conquistadores.
  5. Durante los presagios del fin del imperio azteca, el lago de Texcoco (también «Meztliapan», el lago de la Luna -una de las manifestaciones de Cihuacóatl es Coatlicue, madre del Sol, la Luna y las estrellas-) jugó un papel preponderante en el quinto y séptimo prodigio, primero porque hirvió con furia y destruyó las casas, y después dado que ahí atraparon un ave que mostraba el destino que esperaba a los mexicas.

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