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En ''Los villancicos al glorioso San Pedro'' Sor Juana presenta al apóstol como adalid de la justicia verdadera, el arrepentimiento y la conmiseración.<ref>Chávez, p. 171.</ref> Otro de ellos vindica a la [[Virgen María]] como patrona de la paz y defensora del bien,<ref>Chávez, p. 175.</ref> y a [[San Pedro Nolasco]] como libertador de los negros, a la vez que realiza una disertación sobre el estado de dicho grupo social.<ref>Chávez, p. 182.</ref> Otros villancicos destacados de Sor Juana son los ''Villancicos del Nacimiento'', cantados en la [[Catedral de Puebla]] la Nochebuena de 1689,<ref>Chávez, p. 198.</ref> y los realizados en 1690 para honrar a [[José de Nazaret|San José]], también estrenados en la catedral poblana.<ref>Chávez, p. 207.</ref>
En ''Los villancicos al glorioso San Pedro'' Sor Juana presenta al apóstol como adalid de la justicia verdadera, el arrepentimiento y la conmiseración.<ref>Chávez, p. 171.</ref> Otro de ellos vindica a la [[Virgen María]] como patrona de la paz y defensora del bien,<ref>Chávez, p. 175.</ref> y a [[San Pedro Nolasco]] como libertador de los negros, a la vez que realiza una disertación sobre el estado de dicho grupo social.<ref>Chávez, p. 182.</ref> Otros villancicos destacados de Sor Juana son los ''Villancicos del Nacimiento'', cantados en la [[Catedral de Puebla]] la Nochebuena de 1689,<ref>Chávez, p. 198.</ref> y los realizados en 1690 para honrar a [[José de Nazaret|San José]], también estrenados en la catedral poblana.<ref>Chávez, p. 207.</ref>


== Crítica y legado ==
== En la cultura popular ==

A pesar de que adquirió gran fama durante su vida, a su muerte hubo un interés generalizado por la monja poetisa. Se reeditaron los tres tomos de sus obras entre 1689 y 1725, al tiempo que su figura produjo las más variadas opiniones tanto en España como en América, durante la primera mitad del siglo XVIII. Al final del XVIII y principios del XIX.

* Sor Juana aparece en los [[Peso mexicano|billetes mexicanos]] de alta denominación. Es la única artista que aparece en los billetes, aparte de [[Nezahualcóyotl]], también [[poeta]]. Inicialmente apareció en los billetes de mil [[Peso mexicano|pesos]], que con la inflación terminaron volviéndose monedas. Después del recorte de los tres ceros al peso, Sor Juana salió de circulación brevemente, para reaparecer en los billetes de doscientos pesos. En todos los tipos de billetes en los que ha aparecido ha sido siempre identificada por su nombre civil de ''Juana de Asbaje''.
* Sor Juana aparece en los [[Peso mexicano|billetes mexicanos]] de alta denominación. Es la única artista que aparece en los billetes, aparte de [[Nezahualcóyotl]], también [[poeta]]. Inicialmente apareció en los billetes de mil [[Peso mexicano|pesos]], que con la inflación terminaron volviéndose monedas. Después del recorte de los tres ceros al peso, Sor Juana salió de circulación brevemente, para reaparecer en los billetes de doscientos pesos. En todos los tipos de billetes en los que ha aparecido ha sido siempre identificada por su nombre civil de ''Juana de Asbaje''.



Revisión del 22:07 11 jul 2010

Juana Inés de la Cruz
Archivo:Sor-Juana.jpg
Retrato de Sor Juana Inés de la Cruz, Miguel Cabrera, ca. 1750.
Información personal
Nombre en español Sor Juana Inés de la Cruz Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento 12 de noviembre de 1651 Ver y modificar los datos en Wikidata
Nepantla de Sor Juana Inés de la Cruz (Virreinato de Nueva España, Corona de Castilla) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 17 de abril de 1695 Ver y modificar los datos en Wikidata
Ciudad de México (Virreinato de Nueva España, Corona de Castilla) Ver y modificar los datos en Wikidata
Causa de muerte Epidemia Ver y modificar los datos en Wikidata
Sepultura Ciudad de México Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad MéxicoMéxico
Religión Catolicismo Ver y modificar los datos en Wikidata
Lengua materna Español Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación Poetisa, escritora, dramaturga, religiosa.
Años activa Siglo de Oro español
Movimiento Barroco
Géneros Dramática, poesía
Obras notables
Orden religiosa Monjas de la orden de San Jerónimo Ver y modificar los datos en Wikidata
Firma Archivo:053firmasorjuana.jpg

Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, (San Miguel Nepantla, México, 12 de noviembre de 1651Ciudad de México, México, 17 de abril de 1695) fue una religiosa católica, poetisa y dramaturga novohispana del Siglo de Oro español. Cultivó la lírica y el teatro, así como la prosa. Por la importancia de su obra, recibió los sobrenombres de El Fénix de América y La décima Musa.[1]

A muy temprana edad aprendió a leer y a escribir. Perteneció a la corte del virrey de Mancera. En 1667 ingresó a la vida religiosa a fin de consagrarse por completo a la literatura. Sus más importantes mecenas fueron los Marqueses de la Laguna, virreyes de la Nueva España, quienes publicaron sus obras en España. Murió a causa de una epidemia el 17 de abril de 1695.

Sor Juana Inés de la Cruz ocupa, junto a Juan Ruiz de Alarcón y a Carlos de Sigüenza y Góngora, el lugar más destacado de la literatura novohispana.[2]​ En el campo de la lírica su trabajo se adscribe a los lineamientos del Barroco hispano en su etapa tardía. La producción lírica de Sor Juana, que supone la mitad de su obra, es un crisol donde convergen la cultura de una Nueva España en apogeo, el culteranismo de Góngora y la obra conceptista de Quevedo y Calderón.[3]

La obra dramática de Sor Juana va de lo religioso a lo profano. Sus obras más destacables en este género son Amor es más laberinto, Los empeños de una casa y una serie de autos sacramentales diseñados para representarse en la corte.[4]

Biografía

Primeros años

Hasta mediados del siglo XX, la crítica sorjuanista aceptaba como válido el testimonio de Diego Calleja, primer biógrafo de la monja, sobre su fecha de nacimiento. Según Calleja, Sor Juana había nacido el 12 de noviembre de 1651 en San Miguel de Nepantla.[5]​ El descubrimiento de un acta de bautismo supuestamente de Sor Juana, en 1952, retrasó la fecha de nacimiento de la poetisa a 1648. Según el dicho documento, Juana Inés habría sido bautizada el 2 de diciembre de 1648.[6]​ Varios críticos, como Octavio Paz[7]​ y Antonio Alatorre,[8]​ aceptan la validez del acta de bautismo presentada por García Salcedo, aunque la estudiosa española Georgina Sabat de Rivers considera insuficientes las pruebas que aporta esta acta, pues la poetisa solo usará su segundo nombre hasta la entrada en el convento. Así, según Sabat, la partida de bautismo pertenece a una pariente o una esclava.[9]

Retrato de Juana de Asbaje en 1666, a los quince años de edad. En esa fecha fue cuando entró a la corte virreinal.

Aunque se tienen pocos datos de sus padres, se sabe que nunca se unieron en matrimonio legítimo. Juana Inés fue la menor de las tres hijas, María, Josefa y Juana Inés, procreados por Pedro Manuel de Asbaje y Machuca e Isabel Ramírez de Santillana. El padre, que se cree que fue un militar español oriundo de Vergara, en la provincia vasca de Guipúzcoa, estaba asentado en San Miguel Nepantla.[10]​ Allí nació su hija Juana Inés, en un oscuro lugar llamado por entonces "la celda".[11]​ Su madre al poco tiempo se separó de su padre y procreó otros tres hijos con Diego Ruiz Lozano, a quien tampocó desposó.[12]

Muchos críticos han manifestado su sorpresa ante la situación civil de los padres de Sor Juana. Paz apunta que ello se debió a una "laxitud de la moral sexual en la colonia".[13]​ Se desconoce también el efecto que tuvo en Sor Juana el saberse hija ilegítima, aunque conocemos que trató de ocultarlo, como lo testifica su testamento de 1669: "hija legítima de don Pedro de Asbaje y Vargas, difunto, y de doña Isabel Ramírez". Su amigo, el padre Calleja, lo ignoraba, pues no hace mención de ello en su estudio biográfico. Su madre, en principio, también lo negó, pero en un testamento fechado en 1687 reconoce que todos sus hijos, incluyendo a Sor Juana, han sido concebidos fuera del matrimonio.[14]

La niña pasó su infancia entre Amecameca, Yacapixtla, Panoaya (donde su abuelo tenía una hacienda) y Nepantla. Allí aprendió náhuatl con los esclavos de las haciendas de su abuelo, donde se sembraba trigo y maíz. El abuelo de Sor Juana muere en 1656, por lo que su madre toma las riendas de las fincas.[15]​ Asimismo, aprendió a leer y escribir a los tres años al tomar las lecciones con su hermana mayor a escondidas de su madre.[16]

Pronto inició su gusto por la lectura, pues descubrió la biblioteca de su abuelo y así se aficionó a los libros.[17]​ Aprendió todo cuanto era conocido en su época, es decir, leyó a los clásicos griegos y romanos, y la teología del momento. Su afán de saber era tal que intentó convencer a su madre de que la enviase a la Universidad disfrazada de hombre, puesto que las mujeres no podían acceder a ésta.[18]​ Se dice que al estudiar la lección cortaba un pedazo de su propio cabello si no la había aprendido correctamente, pues no le parecía bien que la cabeza estuviese cubierta de hermosuras si carecía de ideas.[19]​ A los ocho años, entre 1657 y 1659, ganó un libro por una loa compuesta en honor al Santísimo Sacramento, según cuenta su biógrafo y amigo Diego Calleja.[20]​ Éste señala que Juana Inés radicó en la ciudad de México desde los ocho años, aunque se tienen noticias más veraces de que se asentó allí hasta los trece o quince.[21]

Adolescencia

Juana Inés vivió con María Ramírez, hermana de su madre, y con su esposo Juan de Mata. Posiblemente haya sido alejada de las haciendas de su madre a causa de la muerte de su medio hermano, o bien, de la de su abuelo materno. Aproximadamente vivió en casa de los mata unos ocho años, desde 1656 hasta 1664. Entonces comienza su período en la corte, que terminará en su ingreso a la vida religiosa.[22]

Archivo:018sorjuana.jpg
Retrato de Sor Juana, por Fray Miguel de Herrera.

Entre 1664 y 1665 ingresa a la corte del virrey Antonio Sebastián de Toledo, marqués de Mancera. La virreina, Leonor Carreto, será una de sus más importantes mecenas. El ambiente y la decidida protección de los virreyes marcará decisivamente la producción literaria de Juana Inés. Por entonces ya era conocida su inteligencia y su sagacidad, pues se cuenta que, por instrucciones del virrey, un grupo de sabios humanistas la evaluaron, y la joven superó el examen en condiciones excelentes.[23]

La corte virreinal era uno de los lugares más cultos e ilustrados del virreinato. Solían celebrarse fastuosas tertulias a las que acudían teólogos, filósofos, matemáticos, historiadores y todo tipo de humanistas, en su mayoría egresados o profesores de la Real y Pontificia Universidad de México. Allí, como dama de compañía de la virreina, la adolescente Juana desarrollará su intelecto y sus capacidades literarias. En repetidas ocasiones escribía sonetos, poemas y elegías fúnebres que eran bien recibidaas en la corte.

Chávez señala que a Juana Inés se le conocía como "la muy querida de la virreina", y que el virrey también le tenía un especial aprecio. Leonor de Carreto fue la primera protectora de la niña poetisa.

Poco se conoce de esta etapa en la vida de Sor Juana, aunque uno de los testimonios más valiosos para estudiar dicho período ha sido la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz.[24]​ Esta ausencia de datos ha contribuido a que varios autores hayan querido recrear, de manera casi novelesca, la vida adolescente de Sor Juana, suponiendo muchas veces la existencia de amores no correspondidos.[25]

Período de madurez

A finales de 1666 llamó la atención del padre Núñez de Miranda, confesor de los virreyes, quien, al saber que la jovencita no deseaba casarse, le propuso entrar en una orden religiosa.[26]​ Aprendió latín en veinte lecciones impartidas por Martín de Olivas y probablemente pagadas por Núñez de Miranda.[27][28]​ Después de un intento fallido con las Carmelitas, cuya regla era de una rigidez extrema que la llevó a enfermarse, ingresó en la orden de las Jerónimas, donde la disciplina era algo más relajada, y tenía una celda de dos pisos y sirvientas.[29]​ Allí permaneció el resto de su vida, pues los estatutos de la orden le permitían estudiar, escribir, celebrar tertulias y recibir visitas, como las de Leonor de Carreto, que nunca dejó su amistad con la poetisa.[30]

Muchos críticos y biógrafos atribuyeron su salida de la corte a una decepción amorosa, aunque ella muchas veces expresó no sentirse atraída por el amor y que sólo la vida monástica podría permitirle dedicarse a estudios intelectuales.[31]​ Se sabe que Sor Juana recibía un pago de la Iglesia por sus villancicos, como también lo obtenía de la Corte al preparar loas u otros espectáculos.[32]

Archivo:Neptunoalegorico.jpg
Reconstrucción del Neptuno alegórico, arco triunfal diseñado por Sor Juana para la entrada de los virreyes condes de Paredes en 1680.

Entre 1671 y 1672 enfermó gravemente de tifo, lo que casi le cuesta la vida.[33]​ Y en 1674 sufre uno de sus más duros golpes: el virrey de Mancera y su esposa son relevados de su cargo y en Tepeaca, durante el trayecto a Veracruz, fallece Leonor de Carreto. A ella dedicó Sor Juana varias elegías, entre las que destaca "De la beldad de Laura enamorados", seudónimo de la virreina; en este soneto desmuestra su conocimiento y dominio de las pautas y tópicos petrarquistas imperantes.[34]

En 1680 se produce la sustitución de Fray Payo Enríquez de Rivera por Tomás Antonio de la Cerda y Aragón, marqués de la Laguna al frente del virreinato. A Sor Juana se le encomendó la confección del arco triunfal que adornaría la entrada de los virreyes a la capital, para lo que escribió su famoso Neptuno alegórico. Éste impresionó gratamente a los virreyes quienes ofrecieron su ortección y amistad a sor Juana, especialmente la virreina María Luisa Manrique de Lara, condesa de Paredes, quien fue muy cercana a sor Juana: la virreina poseía un retrato de la monja y un anillo que ésta le había regalado, a su partida llevó los textos de sor Juana a España para que se imprimieran.

Su confesor, el jesuita Antonio Núñez de Miranda, le reprochaba que se ocupara tanto de temas mundanos, lo que junto con el frecuente contacto con las más altas personalidades de la época debido a su gran fama intelectual, desencadenó las iras de éste. Bajo la protección de la marquesa de la Laguna, decidió rechazarlo como confesor.[35]

El gobierno del marqués de la Laguna (1680-1686) coincide con la época dorada de la producción de Sor Juana. Escribió versos sacros y profanos, villancicos para festividades religiosas (San Pedro, Santa Catarina y Navidad son los más destacados), autos sacramentales (El divino Narciso, El cetro de José y El mártir del sacramento: San Hermenegildo) y dos comedias (Los empeños de una casa y Amor es más laberinto. También sirvió como administradora del convento, con buen tino, y realizó experimentos científicos.[36]

Sor Juana se vio involucrada en una disputa teológica, a raíz de una crítica privada que realizó de un sermón del muy conocido predicador de treinta años atrás, el jesuita António Vieira, que fue publicada por el obispo de Puebla Manuel Fernández de Santa Cruz; éste la imprimió bajo el título de Carta Atenagórica y la prologó bajo el seudónimo de Sor Filotea, recomendándole que dejara de dedicarse a las "humanas letras" y se dedicase en cambio a las divinas, de las cuales, según el obispo de Puebla, sacaría mayor provecho.[37]​ Esto provocó la reacción de la poetisa a través del escrito Respuesta a Sor Filotea, donde hace una encendida defensa de su labor intelectual y en la que reclamaba los derechos de la mujer a la educación.[36]

Última etapa

Entre 1692 y 1693 comienza el último período de la vida de Sor Juana. Sus amigos y protectores han muerto: el conde de Paredes, Juan de Guevara y diez monjas del Convento de San Jerónimo. Las fechas coinciden con una agitación de la Nueva España; se producen rebeliones en el norte del virreinato, la muchedumbre asalta el Real Palacio y las epidemias se ceban con la población novohispana.[38]

En la poetisa ocurre un extraño cambio: hacia 1693 deja de escribir y parece dedicarse más labores religiosas. Hasta la fecha no se conoce con precisión el motivo de tal cambio; los críticos católicos han visto en Sor Juana una mayor dedicación a las cuestiones sobrenaturales y una entrega mística a Jesucristo, sobre todo a partir de la renovación de sus votos religiosos en 1694.[39][40]​ Otros, en cambio, adivinan una conspiración misógina tramada en su contra, tras la cual fue condenada a dejar de escribir y se le obligó a cumplir lo que las autoridades eclesiásticas consideraban las tareas apropiadas de una monja.[41][42]​ No han existido datos concluyentes, pero sí se han avanzado en investigaciones donde se ha descubierto la polémica que causó la Carta Atenagórica.[43][44]​ Su propia penitencia queda expresada en la firma que estampó en el libro del convento: "Yo, la peor del mundo", que se ha convertido en una de sus más célebres frases. Poco antes de su muerte fue obligada por su confesor (Núñez de Miranda, con quien se había reconciliado) a deshacerse de su biblioteca y su colección de instrumentos musicales y científicos, los cuales se vendieron para ayudar a los pobres.

Estatua de Sor Juana Inés en Madrid.

A principios de 1695 se desata una epidemia de peste que hace estragos en toda la capital, pero especialmente en el Convento de San Jerónimo. De cada diez religiosas enfermas, nueve morían. El 17 de febrero fallece Núñez de Miranda. Sor Juana cae enferma poco tiempo más tarde, pues colaboraba cuidando a las monjas enfermas. La mañana del 17 de abril de 1695, a los cuarenta y tres años, muere Juana Inés de Asbaje y Ramírez.[45]

Fue enterrada en el coro bajo de la iglesia de San Jerónimo, aunque durante mucho tiempo se desconoció el paradero de su tumba. En 1978, durante unas excavacaciones rutinarias en el centro de la Ciudad de México, se hallaron sus supuestos restos, a los se dio gran publicidad. Se realizaron varios eventos en torno al descubrimiento, aunque nunca pudo corroborarse su autenticidad. Actualmente se encuentran en el Centro Histórico de la Ciudad de México, entre las calles de Isabel la Católica e Izazaga.

Características de su obra

Compuso gran variedad de obras teatrales. Su drama más célebre es Los empeños de una casa, que en algunas de sus escenas recuerda a la obra de Lope de Vega. Otra de sus conocidas obras teatrales es Amor es más laberinto, escrita en colaboración con Francisco Fernández del Castillo. También fue estimada por su creación de caracteres, muestra de ello sería Teseo, el héroe principal de Amor es más laberinto.

Sus tres autos sacramentales revelan el lado místico de su obra: El mártir del Sacramento, donde mitifica a San Hermenegildo, El cetro de José y El divino Narciso, las que fueron confeccionadas especialmente para la educación cristiana de los indígenas a través de figuras del mundo precortesiano.

En el resto de su obra destaca la lírica, que aproximadamente suma la mitad de su producción artística, poemas de amor en la que la decepción es un recurso muy socorrido, poemas de vestíbulo y composiciones ocasionales en honor a personajes de la época. Otras obras destacadas de Sor Juana son sus villancicos y el tocotín, especie de derivación de ese género que intercala pasajes en dialectos nativos.

Sor Juana también escribió un tratado de música llamado El caracol, que no ha sido hallado, sin embargo ella lo consideraba una mala obra y puede ser que debido a ello no hubiese permitido su difusión.

Según ella, casi todo lo que había escrito lo hacía por encargo y la única cosa que redactó por gusto propio fue el Primero sueño. Sor Juana realizó, por encargo de la condesa de Paredes, unos poemas que probaban el ingenio de sus lectores (conocidos como enigmas), para un grupo de monjas portuguesas aficionadas a la lectura y grandes admiradoras de la obra de Sor Juana, que intercambiaban cartas y formaban una sociedad a la que dieron el nombre de Casa del placer. Las copias manuscritas que hicieron estas monjas de la obra de Sor Juana fueron redescubiertas recientemente por Antonio Alatorre en la Biblioteca de Lisboa.

Temas

Característico de Sor Juana Inés de la Cruz como autora es su predilección por temas filosóficos, especialmente relativos al feminismo y a la liberación de la mujer, temas insólitos dada la estricta moral religiosa predominante en el Barroco que hacía imposible que una mujer pudiera desarrollarse al mismo nivel que un hombre.[46]

De todos modos la Carta atenagórica es el más fiel reflejo de este rasgo de su obra. Sor Juana rebate punto por punto lo que consideraba tesis erróneas del jesuita Vieira. En consonancia con el espíritu de los pensadores del Siglo de Oro, especialmente Francisco Suárez. Llama la atención su uso de silogismos y de la casuística, empleada en una prosa enérgica y precisa, pero a la vez tan elocuente como en los primeros clásicos del Siglo de Oro.[47]

Ante la recriminación hecha por el obispo de Puebla a raíz de su crítica a Vieira, Sor Juana no se abstiene de contestar al jerarca. En la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz se adivina la libertad de los criterios de la monja poetisa, su agudeza y su obsesión por lograr un estilo personal, dinámico y sin imposiciones. El feminismo revelado por ambos documentos es, hasta cierto punto, una anticipación de los criterios revolucionarios que llevarán a la liberación de la mujer en los siglos XIX y XX.[48]

En el terreno de la comedia parte sobre todo del desarrollo minucioso de una intriga compleja, de un enredo inteligente, basado en equívocos, malentendidos, y virajes en la peripecia que, no obstante, son solucionados como premio a la virtud de los protagonistas. Insiste en el planteamiento de los problemas privados de las familias (Los empeños de una casa), cuyos antecedentes en el teatro barroco español van desde Guillén de Castro hasta comedias calderonianas como La dama duende, Casa con dos puertas mala es de guardar y otras obras que abordan la misma temática que Los empeños.[49]

Uno de sus grandes temas es el análisis del amor verdadero y la integridad del valor y la virtud, todo ello reflejado en una de sus obras maestras, Amor es más laberinto. También destaca (y lo ejemplifican todas sus obras) el tratamiento de la mujer como personaje fuerte que es capaz de manejar las voluntades de los personajes circundantes y los hilos del propio destino.[50]

Se observa también, confesada por ella misma, una imitación permanente de la poesía de Luis de Góngora y de sus Soledades, aunque en una atmósfera distinta a la del por ella conocido como Apolo andaluz. El ambiente en Sor Juana siempre es visto como nocturno, onírico, y por momentos hasta complejo y difícil. En este sentido, el Primero sueño, y toda su obra lírica, abordan la vasta mayoría de las formas de expresión, formas clásicas e ideales que se advierten en toda la producción lírica de la monja de San Jerónimo.[51]

Estilo

Barroca hasta la médula, Sor Juana era muy dada a hacer retruécanos, a verbalizar sustantivos y a sustantivizar verbos, a acumular tres adjetivos sobre un mismo sustantivo y repartirlos por toda la oración, y otras libertades gramáticas que estaban de moda en su tiempo. Asimismo es una maestra en el arte del soneto y en el concepto barroco.

Archivo:Cartatenagorica.jpg
Carta atenagórica. Portada de la edición princeps de Puebla, 1690.

El estilo de Sor Juana se caracteriza por la elipsis y la concentración de un máximo de significado en un mínimo de forma, procedimiento que lleva a su extremo en la Carta atenagórica. En ella se juega constantemente con las palabras y cada frase se convierte en un acertijo por obra de los más diversos mecanismos de la retórica.

Si los manieristas, como Herrera, tuvieron por modelo el estilo oratorio de Virgilio y Cicerón, Sor Juana —filósofa y escritora del barroco— adopta el estilo lacónico de Tácito, Séneca. En el drama, destaca su imitación de Calderón o Góngora. Ello no significa, sin embargo, que el suyo sea un estilo llano, al modo de Cervantes. La diferencia entre Sor Juana y sus contemporáneos estriba en que el esfuerzo de comprensión del lector de estos últimos exige descifrar los múltiples significados ocultos tras cada expresión lingüística. La concisión sintáctica, además, obliga frecuentemente a suponer elementos elididos, ya sean palabras con significado léxico o conectores lógicos.

La prosa sorjuanesca está conformada por oraciones independientes y breves separadas por signos de puntuación (coma, punto y punto y coma) y no por nexos de subordinación. Predomina, pues, la yuxtaposición y la coordinación. La escasa presencia de oraciones subordinadas en periodos complejos, lejos de facilitar la comprensión, la hace ardua, se hace necesario suplir la lógica de las relaciones entre las sentencias, deduciéndola del sentido, de la idea que se expresa, lo que no siempre es fácil. Su profundidad, pues, está en el concepto a la vez que en la sintaxis.

Fuentes

Primera parte de Inundación castálida, obras completas de Sor Juana Inés de la Cruz (Madrid, 1689).

Destaca su habilidad para cultivar géneros tan distintos como la comedia de enredos (Los empeños de una casa) o los autos sacramentales. Sin embargo, sus obras casi no tocan temas del romancero popular, limitándose a la comedia de santos y a asuntos religiosos.

Es bien conocida la emulación que realizaba de autores señeros del Siglo de Oro. Uno de sus poemas presenta a la Virgen como el Don Quijote de Cervantes, salvando a las personas en aprietos. Su admiración por Góngora se manifiesta en la mayoría de sus sonetos y, sobre todo, en el Primero sueño, mientras que la enorme influencia de Calderón de la Barca puede resumirse en los títulos de dos obras sorjuanescas: Los empeños de una casa, emulación de Los empeños de un ocaso, y El divino Narciso, título similar a El divino Orfeo de Calderón.[52]

Su formación y apetencias son las de una teóloga, como Calderón, o las de un fraile, como Tirso o un especialista en la historia sagrada, como Lope de Vega. Su concepción sacra de la dramaturgia le alejó también del mundo indígena, al que solo recurrió para evangelizarlo a través de sus autos sacramentales.

Toma sus asuntos de fuentes muy diversas: de la mitología griega, de las leyendas religiosas prehispánicas y de la Biblia. También se ha señalado la importancia de la observación de costumbres contemporáneas (e incluso de sus propias experiencias amorosas), presente en obras como Los empeños de una casa.

Personajes

La mayoría de sus personajes pertenecen a la alta nobleza, y escasean burgueses o labradores, lo cual refleja una intención moralizante en consonancia con los presupuestos didácticos de la tragedia religiosa, más ejemplares cuanto más elevada sea la clase social a la que pertenecen los tipos dramáticos que la representan.

En su obra destaca la caracterización psicológica de los personajes femeninos, muchas veces protagonistas, siempre inteligentes y finalmente capaces de conducir su destino, pese a las dificultades con que la condición de la mujer en la estructura de la sociedad barroca lastra sus posibilidades de actuación y decisión. Ezequiel A. Chávez, en su "Ensayo psicológico", eñala que en su producción dramática los personajes masculinos están caracterizados por su fuerza, llegando incluso a extremos de brutalidad; en tanto que las mujeres, que comienzan personificando las cualidades de belleza y la capacidad de amar y ser amadas, acaban siendo ejemplos de virtud, firmeza y valor.

Los autos sacramentales de Sor Juana, especialmente El cetro de José, incluyen gran cantidad de personajes reales —José y sus hermanos— e imaginarios, como la personificación de diversas virtudes. El patriarca José aparece como la prefiguración de Cristo en Egipto. El pasaje alegorizado del auto, donde se realiza la transposición de la historia bíblica de José, permite equiparar los sueños del héroe bíblico con el conocimiento dado por Dios.[53]

Lista de obras

Archivo:200 pesos, serie D1.jpg
Billete mexicano de 200 pesos con la imagen de Sor Juana.

Dramática

Además de las dos comedias aquí reseñadas (Los empeños de una casa y Amor es más laberinto, escrita junto con Juan de Guevara), se ha atribuido a Sor Juana la autoría de un posible final de la comedia de Agustín de Salazar y Torres: La segunda Celestina. En la década de 1990 Guillermo Schmidhuber encontró una suelta que contenía un final diferente al que se conocía y propuso que esas mil líneas eran de Sor Juana. Algunos sorjuanistas han aceptado la coautoría de sor Juana, entre ellos Octavio Paz,[54]​ y Luis Leal.[55]​ Otros, como Antonio Alatorre[56]​ y José Pascual Buxó, la han refutado.

Los empeños de una casa

Es una de las obras capitales de la producción dramática de Sor Juana Inés de la Cruz. De datación incierta, pudo haberse montado para la entrada a la capital del arzobispo Francisco de Aguiar y Seijas o bien, para el nacimiento del primogénito del conde de Paredes, virrey y mecenas de la poetisa. En cualquier caso, la fecha comúnmente aceptada para el montaje de Los empeños de una casa es el 4 de octubre de 1683.

El conflicto se teje en torno a dos parejas que se aman pero que no pueden unirse todavía. La fuerza cómica que provocan los equívocos no está exenta de una verdad amarga, la frustración del amor que tantas veces vivió Sor Juana. A lo largo de toda la obra la fuerza dramática recae en los dos personajes femeninos: doña Ana, la antagonista, y doña Leonor, la heroína. La mujer como eje conductor de la historia, a la vez que personaje fuerte y decidido, es una de las características más presentes en toda la obra de Sor Juana.

Representa la culminación de la obra dramática de la monja poetisa y de toda la escuela literaria novohispana. Sus personajes pertenecen a la nobleza, o bien a la incipiente burguesía hidalga de la Nueva España. Son caballeros y damas de acomodada posición y vida urbana que protagonizan una intriga de relaciones conyugales gobernadas por el engaño y la insatisfacción muy poco frecuente en el teatro barroco español.

Caracterizada como una muy bien construida comedia de enredo, aparecen singulares personajes: los hermanos Pedro y Ana, don Carlos y doña Leonor. Los protagonistas de esta obra recuerdan, por momentos, a los graciosos personajes de las comedias del valenciano Guillén de Castro.

Destaca el desenlace, con un final feliz que remarca la soledad del villano don Pedro. Éste deberá quedarse solo, con un criado negro travestido que también es partícipe del enredo generado por su patrón.

Amor es más laberinto

Fue escrita en colaboración con Juan de Guevara y se estrenó el 11 de enero de 1689, con motivo de las festividades por la toma de posesión del virrey Gaspar de la Cerda y Mendoza. Sigue el modelo de teatro cortesano impuesto por Pedro Calderón de la Barca en la corte de Felipe IV.

El argumento, como en muchas de las comedias calderonianas, se ciñe a temas mitológicos. Gira en torno a Teseo, héroe de Creta, que es entregado al Minotauro a guisa de tributo. Dos princesas, Ariadna y Fedra, tratan de salvarlo pues se han enamorado del joven protagonista.

Sor Juana concibe al héroe a su manera, compartida por Juan Ruiz de Alarcón. Para ella, el héroe es aquel triunfador que en la victoria no se ensoberbece, sino que reconoce su humildad. El Teseo de Amor es más laberinto es el arquetipo del héroe masculino sorjuanesco.

Al igual que en el Neptuno alegórico, en Amor es más laberinto abundan las metáforas en honor al celebrado. Rodríguez Garrido considera que el Minotauro podría representar al antecesor del virrey de la Cerda, en tanto gobernante cruel y déspota. Y Teseo vendría a personificar al virrey entrante, honesto y justo.

Amor es más laberinto representa muchos valores de la obra sorjuanesca, como el tipo del héroe y el amor femenino por encima de todo. También, al aludir a la antigua Grecia, es inevitable la mención de la primitiva democracia helénica. La amistad, el desdoblamiento de la personalidad y la unidad del yo son otras características destacadas de la obra.

Autos sacramentales

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Fama y obras póstumas del Fénix de México (Madrid: Ruiz de Murga, 1700).

Desde finales del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX el género del auto sacramental permaneció casi en el olvido. La prohibición de representarlos en 1765 condujo a que la crítica lo señalara como una deformación del gusto y a un atentado contra los principios del catolicismo. Al romanticismo alemán se debe la revaloración del auto sacramental. Poco después los investigadores comenzaron a estudiar el tema y a señalar su importancia en la historia de la literatura española.

En la Nueva España el auto sacramental comenzó a representarse inmediatamente después de la Conquista, pues era un medio útil para lograr la evangelización de los indígenas. Sor Juana escribió por encargo de la corte de Madrid tres autos —El divino Narciso, El cetro de José y El mártir del sacramento— cuyos temas abordan la colonización europea de América. Aquí Sor Juana retoma recursos del teatro de Pedro Calderón de la Barca y las usa para crear pasajes líricos de gran hermosura.

El divino Narciso

Es el más conocido, original y perfecto de los autos sacramentales de Sor Juana.[57]​ Fue publicado en 1689.[58]

En la época en la que fue compuesto El divino Narciso, el auto sacramental estaba muy mal valorado en el ambiente literario de Hispanoamérica, aunque los autos de Calderón fueron muy bien acogidos. De acuerdo a la gran mayoría de la crítica, Sor Juana es quien perfecciona el auto sacramental y crea los mejores exponentes del género.[59]​ En El divino Narciso Sor Juana usa un conjunto lírico-dramático para dar vida a los personajes creados. El divino Narciso, personificación de Jesucristo, vive enamorado de Su Imagen, y a partir de ese planteamiento se narra toda la historia. Marcelino Menéndez y Pelayo, Julio Jiménez Rueda y Amado Nervo han coincidido en que El divino Narciso es el más logrado de los autos sorjuanescos.[60]

Alude al tema de la conquista de América y a las tradiciones de los pueblos nativos del continente, aunque este tema no era popular en la literatura de su tiempo. Sor Juana se aprovecha de un rito azteca, representado por un tocotín,[61]​ en honor a Huitzilopochtli para introducir la veneración a la Eucaristía y ligar las creencias precolombinas con el catolicismo hispánico. Es una de las obras pioneras en representar la conversión colectiva al cristianismo, pues el teatro europeo estaba acostumbrado a representar solo la conversión individual.[62]

La obra cuenta con la participación de personajes mitológicos, alegóricos y en menor medida bíblicos. Naturaleza Humana, la protagonista, dialoga con Sinagoga y Gentilidad, y se enfrenta a Eco y Soberbia.[63]​ Al mismo tiempo Narciso, el divino pastor hijo de la ninfa Liríope y del río Cefiso, personifica la belleza de la juventud.[64]

El cetro de José

Se ignora la fecha de su composición, pero fue publicado, junto con El mártir del sacramento en el segundo tomo de Inundación castálida en 1692 en Madrid.[65]

Al igual que El divino Narciso, El cetro de José utiliza a la América prehispánica como vehículo para relatar una historia con tintes bíblicos y mitológicos. El tema de los sacrificios humanos aparece nuevamente en la obra sorjuanesca, como imitación diabólica de la Eucaristía.[66]​ Aún así, Sor Juana siente cariño y aprecio por los indígenas y por los frailes misioneros que llevaron el cristianismo a América, como puede verse en varias secciones del auto. Además, el auto es pionero en representar conversiones colectivas al cristianimo, hecho insólito hasta entonces en la literatura religiosa.[67]

El cetro de José pertenece a los autos vétero-testamentarios, y es el único de esta clase compuesto por Sor Juana. Calderón de la Barca escribió varios autos vétero-testamentarios, de los que destaca Sueños hay que verdad son, también inspirado por la figura del patriarca José.[68]

Es habitual considerar que Sor Juana escribió sus autos con la firme convicción, alentada por la condesa de Paredes, de que se representarían en Madrid. Por ello, los temas y el estilo de estas obras fueron dirigidas hacia el público peninsular, aunque no existe constancia escrita de que se hayan montado fuera de Nueva España.[69]

El mártir del sacramento

Aborda el tema del martirio de San Hermenegildo, príncipe visigodo hijo de Leovigildo, muerto por negarse a adorar una hostia arriana. Podría catalogarse como auto alegórico-historial, como La gran Casa de Austria, de Agustín Moreto, o El santo rey don Fernando, de Calderón de la Barca.[70]

El lenguaje es muy llano y simple, con excepción de algunos tecnicismos de cátedra. Es una obra costumbrista, al estilo de los entremeses del siglo XVI y de algunas obras calderonianas.[71]​ Sor Juana trata un tema que es, al mismo tiempo, hagiográfico e histórico. Por un lado, intenta robustecer la figura de San Hermenegildo como modelo de virtudes cristianas; por otro, su fuente es la magna Historia general de España, de Juan de Mariana, la fuente más reputada de aquella época.[72]

La autora juega con "El General", especie de auditorio del Colegio de San Ildefonso, y con la compañía de actores que representarán su auto. La obra empieza al abrirse el primer carro, y existen dos más en el resto de la puesta en escena.[73]

Lírica

La lírica de Sor Juana, testigo del final del Barroco hispano, tiene al alcance todos los recursos que los grandes poetas del Siglo de Oro emplearon en sus composiciones. A fin de darle un aire de renovación a su poesía, introduce algunas innovaciones técnicas y le imprime su muy particular sello. La poesía sorjuanesca tiene tres grandes pilares: la versificación, alusiones mitológicas y la hipérbaton.[74]

Varios eruditos, especialmente Tomás Navarro Tomás, han concluido que Sor Juana consigue un innovador dominio del verso que recuerda a Lope de Vega o a Quevedo. La perfección de su métrica entraña, sin embargo, un problema de cronología: no es posible determinar qué poemas fueron escritos primero en base a cuestiones estilísticas.[75]

En el campo de la poesía Sor Juana también recurrió a la mitología como fuente, al igual que muchos poetas renacentistas y barrocos. El conocimiento profundo que poseía la escritora de algunos mitos provoca que algunos de sus poemas se inunden de referencias a estos temas. En algunas de sus más culteranas composiciones se nota más este aspecto, pues la mitología era una de las vías que todo poeta erudito, al estilo de Góngora, debía mostrar.[76]

Por otro lado, el hipérbaton, recurso muy socorrido en la época, alcanza su esplendor en El sueño, obra repleta de sintaxis forzadas y de formulaciones combinatorias. Rosa Perelmuter apunta que en Nueva España la monja de San Jerónimo fue quien llevó a la cumbre la literatura barroca.[77]

Poesía amorosa

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Tomo primero de Poemas de la unica poetisa americana, musa dezima, Sor Juana Ines de la Cruz.

En algunos de sus sonetos Sor Juana ofrece una visión maniquea del amor: personifica al ser amado como virtuoso y al amante aborrecido le otorga todos los defectos. Varios de sus críticos han querido ver en ello una vivencia de la monja, un amor frustrado de sus tiempos de la corte, aunque no es una tesis respaldada por la comunidad de estudiosos. Paz, por ejemplo, señala que de haber reflejado su obra algún trauma amoroso, se hubiera descubierto y habría provocado un escándalo.[78]

La poesía amorosa de Sor Juana asume la larga tradición de modelos medievales fijados en el Renacimiento español, que evolucionaron sin rupturas al Barroco. Así, en su producción podrán encontrarse las típicas antítesis petrarquistas, los lamentos y quejas del amor cortés, la tradición neoplatónica de León Hebreo y Baldassare Castiglione o el neoestoicismo barroco de Quevedo.[79]

Puede clasificarse en tres grupos de poemas: de amistad,[80]​ de índole personal y de casuística amorosa.[81]​ Al igual que en toda su producción, la obra lírica de Sor Juana incluye varios rasgos de feminismo: por primera vez la mujer deja de ser el elemento pasivo de la relación amorosa y recupera su derecho, que la poetisa consideraba usurpado, a expresar la variada gama de situaciones amorosas.[82]

Los denominados poemas de amistad o cortesanos se dedican, en la vasta mayoría de los casos, a ensalzar a la gran amiga y mecenas de Sor Juana: la marquesa de la Laguna, a quien ella motejaba como "Lisi". Son poemas de carácter neoplatónico, donde el amor es despojado de toda vinculación sexual para afirmarse en una hermandad de las almas a nivel espiritual. Por otro lado, la idealización de la mujer que el neoplatonismo toma del amor cortés medieval se hace presente en estos poemas en una alabanza continua de la hermosura de la marquesa.[83]

En los otros dos grupos de poema, se analiza una variada serie de situaciones amorosas: algunas muy personales, herencia del petrarquismo imperante en la época. En buena parte de sus poemas Sor Juana confronta a la pasión, impulso íntimo que no debe rechazare, y a la razón, que para Sor Juana representa el aspecto puro y desinteresado del amor verdadero.[84]

Otros

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Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, redondilla de Sor Juana.

Buena parte de la obra lírica de Sor Juana la forman poemas de situación, creados para eventos sociales donde se elogiaba desmesuradamente a los anfitriones. Son poemas festivos, donde muchas situaciones triviales se engradecían. Hasta cierto punto, son fiel reflejo de una sociedad consolidada en dos fortísimos pilares: la Iglesia y la Corte.

En ellos Sor Juana emplea los más variados recursos poéticos que ha aprendido a lo largo de su vida: la imagen sorprendente, el cultismo léxico, la omnipresente alusión religiosa, juego de conceptos, recursos sintácticos que recuerdan a Góngora y referencias personales que sirven de contrapeso a los desmesurados elogios que contienen la mayoría de ellos.[85]

También escribió poesía jocosa y satírica. No era nueva en la retórica barroca la burla de uno mismo, corriente de la que Sor Juana participa al escribir una amplia gama de poemas burlescos. Su sátira a los "hombres necios" es el más conocido de sus poemas. Paz señala:

El poema fue una ruptura histórica y un comienzo, por primera vez en la historia de nuestra literatura una mujer habla en nombre d propio, defiende a su sexo y, gracias a su inteligencia, usando las mismas armas que sus detractores, acusa a los hombres de los mismos vicios que ellos achacan a las mujeres. En esto Sor Juana se adelanta a su tiempo: no hay nada parecido, en el siglo XVII, en la literatura femenina de Francia, Italia e Inglaterra.
Paz, Octavio. Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe. México: FCE, 1982, pp. 399-400.

Solo dieciséis poemas religiosos compuso Sor Juana durante su vida, una cantidad extraordinariamente pequeña, que sorprende por el poco interés que la monja tenía por cuestones religiosas. La mayoría de ellos son obras de ocasión, pero existen tres sonetos en los que la poetisa plantea la relación del alma con Dios en términos más humanos y amorosos.[86]

Filosofía

A pesar de su escasez, pues comprende solo tres obras, este grupo es de gran importancia en la producción sorjuanesca. Expresión característica de la ideología barroca, plantean problemas existenciales con una manifiesta intención aleccionadora. Los tópicos son bien conocidos y forman parte del "desengaño" barroco: el carpe diem, el triunfo de la razón frente a la hermosura física y la limitación intelectual del ser humano.[87]

Primero sueño

Es su poema más importante, según la crítica. De acuerdo al testimonio de la poetisa, fue la única obra que escribió por gusto. Fue publicado en 1692.

Apareció editado con el título de Primero sueño. Como la titulación no es obra de Sor Juana, buena parte de la crítica duda de la autenticidad del acierto del mismo. En la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz Sor Juana se refirió únicamente al Sueño. Como quiera que sea, y como la misma poetisa afirmaba, el título de la obra es un homenaje a Góngora y a sus dos Soldedades.[88]

Es el más largo de los poemas sorjuaninos —975 versos— y su tema es sencillo, aunque presentado con gran complejidad. Se trata de un tema recurrente en la obra de Sor Juana: el potencial intelectual del ser humano. Para transformar en poesía dicha temática acude a dos recursos literarios: el alma abandona el cuerpo, a lo que otorga un marco onírico.[89]

Las fuentes literarias del Primero sueño son diversas: el Somnium Scipionis, de Cicerón; Hercules furens, de Séneca; el poema de Francisco de Trillo y Figueroa, Pintura de la noche desde un crepúsculo a otro; el Itinerario hacia Dios, de San Buenaventura y varias obras herméticas de Atanasio Kircher.[90]

El poema comienza con el anochecer del ser humano y el sueño de la naturaleza y del hombre. Luego se describen las funciones fisiológicas del ser humano y el fracaso del alma al intentar una intuición universal. Ante el fracaso, el alma recurre al método deductivo y alude excesivamente al conocimiento que posee la humanidad. Se mantiene el ansia de conocimiento, aunque se reconoce la escasa capacidad humana para comprender la creación. La parte final relata el despertar de los sentidos y el triunfo del Día sobre la Noche.[91]

Es la obra que mejor refleja el carácter de Sor Juana: apasionado por las ciencias y las humanidades, rasgo heterodoxo que podría presagiar la Ilustración.[92]​ El final de la obra, en el que el Sol vence a la noche, podría interpretarse como el triunfo de la razón frente a los fanatismos y prejuicios.[93]

La obra contiene gran variedad de símbolos. La sombra, además de representar el paso al sueño, representa el mal. Más adelante, podrán encontrarse sendas alusiones mitológicas, como Acteón, que simboliza el deseo carnal.[94]​ Existen, además, rasgos autobiográficos en el poema, pues los versos 704-780 abordan la "sobriedad intelectual", un tema bastante recurrente en la obra de Sor Juana.[95]

El juicio de Paz sobre el Primero sueño es tajante: "hay que subrayar la absoluta originalidad de Sor Juana, por lo que toca al asunto y al fondo de su poema: no hay en toda la literatura y la poesía españolas de los siglos XVI y XVII nada que se parezca al Primero sueño".[96]

Carta atenagórica

Fue escrita en noviembre de 1690, en Puebla de los Ángeles, a petición del obispo Fernández de Santa Cruz]]. Atenagórica significa "digna de la sabiduría de Atenea".[97]​ La carta es una crítica al sermón de Mandato del portugués António Vieira sobre las finezas de Cristo. Sin embargo, es definida como un escrito lleno de "ardientes declaraciones feministas".[98]

Marca el inicio del fin de la producción literaria sorjuanina. Poco tiempo después, en 1693, Sor Juana emprenderá una serie de obritas llamadas de superogación, en las que pretendía agradecer a Dios por las muchas mercedes recibidas.[99]

En marzo de 1691, a modo de continuación de esta carta, Sor Juana redactará la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, donde se defiende argumentando que el vasto conocimiento que posee de varias áreas es suficiente para que se le permita discurrir en temas teológicos que no deben circunscribirse únicamente a los varones.

Es uno de los textos más difíciles de Sor Juana. Originalmente fue titulado Crisis de un sermón, pero al publicarse en 1690 se le dio el nombre de Carta atenagórica.[100]​ Para Elías Trabulse, el verdadero destinatario de la Carta atenagórica es Núñez de Miranda, quien celebra en sus sermones y escritos el tema de la Eucaristía, central en la Carta. Aunque así fuera, no es improbable que Aguiar se haya sentido atacado por la publicación.[101]

Santa Cruz hace circular la carta entre la comunidad teológica del virreinato, a fin de restarle influencia al arzobispo. Es conocida la admiración que el obispo de Puebla sentía por Sor Juana, lo que lo lleva a olvidar la actitud antifeminista predominante en el siglo XVIII. De modo que la actitud admirativa de Santa Cruz, que lo lleva a editar a sus expensas la Carta, es un gesto poco común entre los intelectuales de su siglo.[102]

A través de sus principales conclusiones, Sor Juana sostiene que los dogmas y las doctrinas son producto de la interpretación humana, la cual nunca es infalible. Como en la vastísima mayoría de sus textos, tanto dramáticos como filosóficos, la interpretación de tópicos teológicos se convierte en un juego conceptista plagado de ingenio.[103]

Una de las preguntas que se hace Paz es a quién va dirigida la crítica en la Carta atenagórica. Entre 1680 y 1681 se da en Madrid una disyuntiva por la elección del importantísimo puesto de arzobispo de México, a la salida de Fray Payo Enríquez de Rivera. Fernández de Santa Cruz era uno de las opciones contempladas, junto con Francisco de Aguiar y Seijas. Éste era fiel admirador de Vieira y, al igual que el portugués, pertenecía a la Compañía de Jesús. Al atacar a Vieira en un sermón realizado 40 años antes, Sor Juana se involucra en una disputa por el poder entre ambos clérigos, desafiando a Aguiar y Seijas —conocido por misógino, por censurar el teatro, la poesía y la comedia—. La Carta Atenagórica es publicada por el prelado poblano bajo el seudónimo de Sor Filotea de la Cruz, con un prólogo en el que éste elogia y critica a la monja por sus atribuciones hacia las letras sagradas.

Respuesta a Sor Filotea de la Cruz

Fue redactada en marzo de 1691, como contestación a todas las recriminaciones que le hizo eFernández de Santa Cruz, bajo el seudónimo de Sor Filotea de la Cruz. El obispo advierte que ninguna mujer debió afanarse por aprender de ciertos temas filosóficos. En su defensa, Sor Juana señala a varias mujeres doctas, como Hipatia de Alejandría, una filósofa neoplatónica asesinada por cristianos en el año 415.[104]​ Escribe sobre su intento fallido y el constante dolor que su pasión al conocimiento le trajo, pero exponiendo un conformismo, ya que aclara que es mejor tener un vicio a las letras que a algo peor. También justifica el vasto conocimiento que tiene de todas las materias de educación: lógica, retórica, física e historia, como complemento necesario para entender y aprender de las Sagradas Escrituras.

La Carta de Sor Filotea expresa la admiración que el obispo de Puebla siente por Sor Juana, pero al mismo le recrimina que no emplee su enorme talento en cuestiones teológicas, sino que lo use en temas profanos. Aunque no se declara en contra de la educación de la mujer, sí manifiesta su inconformidad con la falta de obediencia que podrían demostrar algunas mujeres ya educadas. Por último, le recomienda a la monja seguir el ejemplo de otros escritores místicos que se dedicaron a la literatura teológica, como Santa Teresa de Ávila o San Gregorio Nacianceno.[105]

Sor Juana concuerda con Sor Filotea en que debe mostrar obediencia y que nada justifica la prohibición de hacer versos, al tiempo que afirma que no ha escrito mucho sobre la Escritura pues no se considera digna de hacerlo. También reta, a Sor Filotea y a todos sus enemigos, a que le presenta una copla suya que peque de indecencia. No puede calificarse la suya de poesía lasciva o erótica, por lo que muchos críticos consideran que el afecto que mostraba por las virreinas era filial, no carnal.[106]

Neptuno alegórico

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Portada de la edición príncipe del Neptuno alegórico (México, 1680).

Fue escrito para conmemorar la entrada del virrey marqués de la Laguna en la capital, el 30 de noviembre de 1680. A la vez, Sor Juana publicó un larguísimo soneto a manera de explicación del arco.[107]​ Consta de tres partes principales: la "Dedicatoria", "Razón de la fábrica" y "Explicación del arco".[108]

En los lienzos y estatuas de este arco de triunfo se representaron las virtudes del nuevo virrey, personificadas por la figura de Neptuno. La obra se adscribe en una larguísima tradición clásica que vincula las bondades de héroes o gobernantes con arcos triunfales y a un contexto alegórico específico.[109]​ Aunque se vincula al marqués solo con el dios del mar, su divinización abarca todos los reinos naturales.[110]​ Fue muy bien recibida en la sociedad novohispana, tanto por los virreyes entrantes como por buena parte del clero.[111]

Para Paz, la obra, además de estar influida por Atanasio Kircher, establece una conexión entre la veneración religiosa del antiguo Egipto y el cristianismo de la época.[112]​ Esta obra fue, además, causa de la ofuscación de Antonio Nüñez de Miranda, confesor y amigo de la poetisa. Varios autores conjeturan que el prelado estaba celoso del prestigio que su amiga iba adquiriendo en la corte, al tiempo que el suyo decaía, lo que resquebrajó su relación.[113]​ Poco después, sintiéndose con el apoyo de los virreyes, Sor Juana se permite despedirlo como confesor.[114]

Fue escrito para conmemorar la entrada del virrey marqués de la Laguna en la capital, el 30 de noviembre de 1680. A la vez, Sor Juana publicó un larguísimo soneto a manera de explicación del arco.[115]​ Consta de tres partes principales: la "Dedicatoria", "Razón de la fábrica" y "Explicación del arco".[116]

En los lienzos y estatuas de este arco de triunfo se representaron las virtudes del nuevo virrey, personificadas por la figura de Neptuno. La obra se adscribe en una larguísima tradición clásica que vincula las bondades de héroes o gobernantes con arcos triunfales y a un contexto alegórico específico.[117]​ Aunque se vincula al marqués solo con el dios del mar, su divinización abarca todos los reinos naturales.[118]​ Fue muy bien recibida en la sociedad novohispana, tanto por los virreyes entrantes como por buena parte del clero.[119]

Para Paz, la obra, además de estar influida por Atanasio Kircher, establece una conexión entre la veneración religiosa del antiguo Egipto y el cristianismo de la época.[120]​ Esta obra fue, además, causa de la ofuscación de Antonio Nüñez de Miranda, confesor y amigo de la poetisa. Varios autores conjeturan que el prelado estaba celoso del prestigio que su amiga iba adquiriendo en la corte, al tiempo que el suyo decaía, lo que resquebrajó su relación.[121]​ Poco después, sintiéndose con el apoyo de los virreyes, Sor Juana se permite despedirlo como confesor.[122]

Loas

Sor Juana publicó doce loas, de las cuales nueve aparecieron en la Inundación castálida y el resto en el tomo II de sus obras. Tres loas sorjuanescas precedían, a manera de prólogo, a sus autos sacramentales, aunque todas ellas tienen identidad literaria propia.[123]​ Obras de tono culto, rondando los 500 versos, incluían alabanzas a los personajes de la época —a Carlos II y a su familia dedica seis loas, dos a la familia virreinal y una al padre Diego Velázquez de la Cadena—. Solían representarse con toda fastuosidad y poseían un tono excesivamente adulador y temas artificiosos, como lo exigía la poética culta del siglo XVII.[124]

La mayoría de las loas de Sor Juana, principalmente las de tipo religioso, son composiciones de estilo florido y conceptuoso, con gran variedad de formas métricas y firme claridad de pensamiento. En este aspecto destaca la Loa de la Concepción.[125]

Cinco loas fueron compuestas "a los años del rey don Carlos II", es decir, para sus cumpleaños. En cada una de ellas Sor Juana celebra al imperio español en décimas de vivaz esplendor rítmico y cuadrático. Aún así, la segunda loa de esta clase presenta un estilo llano, un largo romance y cierta sobriedad estrófica. Otra de las loas, más sencilla, realiza muchas alusiones mitológicas de enorme agudeza para celebrar el 6 de noviembre, fecha del natalicio del rey. El resto de estas loas, de enorme alarde decorativo, celebran a Carlos usando alegorías fabulescas, trozos líricos de excepcional musicalidad y color. Estas loas son obra representativa del barroquísimo estilo de Sor Juana.[126]

También escibió una loa a la reina consorte, María Luisa de Orleans, repleta de agudos retruécanos y de una impronta calderoniana que resalta sobre todo en las metáforas.[127]​ Otra de las loas fue dedicada a la reina madre, Mariana de Austria. Es una composición muy similar a las escritas en honor de Carlos II, aunque con menos majestuosidad. Destacan en ella los decasílabos de arranque esdrújulo y la alegoría mitológica para ensalzar a la reina.[128]

A sus amigos y protectores, los marqueses de la Laguna y los condes de Gelve, también les dedicó varias loas. Nuevamente emplea recursos mitológicos para cantar las virtudes de sus gobernantes.[129]​ Lo que realza su estilo es la agilidad para crear símbolos y símiles, a través de un juego muy calderoniano tejido por los anagramas o iniciales de los personajes a los que Sor Juana pretende ponderar.[130]

Villancicos

Los villancicos de Sor Juana, contrario a sus loas, son composiciones sencillas y populares que se cantaban en los maitines de las fiestas religiosas.[131]​ Cada juego de villancicos obedece a un formato fijo de nueve composiciones —ocho alguna vez, pues la última era fácilmente sustituible por el Te Deum—, lo que les otorgaba una conisderable extensión.[132]

Temáticamente, los villancicos celebra algún acontecimiento religioso en una variada gama de tonos poéticos que abarcan desde lo culto hasta lo popular.[133]​ Aunque los villancicos solían incluir composiciones en latín, lo cierto es que toda la pieza se desviaba hacia lo popular, a fin de atraer la atención del pueblo y generar alegría. Sor Juana, como otros creadores barrocos, tiene pleno dominio de la poesía popular y sus villancicos son una muestra de ello, pues acertó a captar y a transmitir la alegre comicidad y los gustos sencillos del pueblo.[134]​ Cantados en los maitines, los villancicos tienen una clara configuración dramática, gracias a los distintos personajes que intervienen en ellos.[135]

En Los villancicos al glorioso San Pedro Sor Juana presenta al apóstol como adalid de la justicia verdadera, el arrepentimiento y la conmiseración.[136]​ Otro de ellos vindica a la Virgen María como patrona de la paz y defensora del bien,[137]​ y a San Pedro Nolasco como libertador de los negros, a la vez que realiza una disertación sobre el estado de dicho grupo social.[138]​ Otros villancicos destacados de Sor Juana son los Villancicos del Nacimiento, cantados en la Catedral de Puebla la Nochebuena de 1689,[139]​ y los realizados en 1690 para honrar a San José, también estrenados en la catedral poblana.[140]

En la cultura popular

  • Sor Juana aparece en los billetes mexicanos de alta denominación. Es la única artista que aparece en los billetes, aparte de Nezahualcóyotl, también poeta. Inicialmente apareció en los billetes de mil pesos, que con la inflación terminaron volviéndose monedas. Después del recorte de los tres ceros al peso, Sor Juana salió de circulación brevemente, para reaparecer en los billetes de doscientos pesos. En todos los tipos de billetes en los que ha aparecido ha sido siempre identificada por su nombre civil de Juana de Asbaje.
  • El poeta sardo José Zatrilla y Vico Dedoni y Manca escribió un poema dedicado a Sor Juana con el título: Poema heroico al merecido a/plauso del el único Oraculo de/las/Musas, glorioso assombro de los Ingenios, y/Ce/lebre Phenix de la Poesía, la Esclarecida y Ve/ne/rable Señora, Sor Juana Ines de la Cruz Religiosa Professa en el Monasterio de San Geronimo de la Imperial Ciudad de México, Barcelona, 1696

Referencias

  1. Casa de América. Una musa muy actual.
  2. La literatura barroca en la Nueva España
  3. Sor Juana Inés de la Cruz. Poesía Lírica, edición de José Carlos González Boixo. Madrid: Cátedra, 1992.
  4. Los autos sacramentales de Sor Juana: tres lugares teológicos.
  5. Gonzáñez Boixo, p. 12.
  6. García Salcedo, Alberto. "El acta de bautismo de Sor Juana". México: Ábside, enero-marzo de 1952.
  7. Paz, pp. 96-97.
  8. Alatorre, 2007 p. 597.
  9. Sabat de Rivers, p. 582.
  10. Alfonso Méndez Plancarte, "Estudio liminar", nota, en Obras completas de Sor Juana Inés de la Cruz, t. I, pp. 52-53
  11. Chávez, p. 17.
  12. González Boixo, p. 13.
  13. Paz, pp. 98-107.
  14. Salazar Mallén, p. 21.
  15. Ezequiel A. Chávez, Sor Juana Inés de la Cruz: Ensayo de psicología. México: Porrúa, 1970, pp.6-7
  16. Véase Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, en Obras completas, t. IV, ed. de Alberto G. Salceda. México: FCE, 1957, p. 455
  17. Calleja, "Aprobación", en Antonio Alatorre (ed.), Sor Juana a través de los siglos, t. I, p. 241
  18. Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, en Obras completas, p. 446
  19. Chávez, pp. 10-11,
  20. Chávez, p. 12.
  21. Paz, op. cit., va más lejos y aventura la fecha de 1656.
  22. González Boixo, p. 14.
  23. Diego Calleja, "Aprobación", en Antonio Alatorre (ed.), Sor Juana a través de los siglos, t. I. México: Colegio Nacional-Colegio de México-UNAM, 2007, pp. 241-242
  24. González Boixo, pp. 15-16.
  25. González Boixo, p. 17.
  26. Diego Calleja, "Aprobación", en Antonio Alatorre (ed.), Sor Juana a través de los siglos, p. 243.
  27. También Marco Aurelio Almazán menciona su aprendizaje del latín.
  28. Diego Calleja, loc. cit., p. 241.
  29. González Boixo, p. 18.
  30. González Boixo, p. 19.
  31. Véase Antonio Alatorre y Martha Lilia Tenorio, "Una enfermedad contagiosa: los fantaseos sobre sor Juana#", Nueva Revista de Filología Hispánica, 46 (1998), 105-121.
  32. Pérez Walker, María Luisa. Antología de Sor Juana Inés de la Cruz. México: Editorial Universitaria, 1993, p. 24.
  33. González Boixo, p. 21.
  34. González Boixo, p. 23.
  35. Antonio Alatorre, "La Carta de Sor Juana al Padre Núñez", Nueva Revista de Filología Hispánica, XXXV (1987), pp. 591-673
  36. a b «Sor Juana Inés de la Cruz». Biografías y Vidas. Consultado el 11, 01|fechaacceso= y |Añoacceso= redundantes (ayuda). 
  37. González Boixo, p. 26-44.
  38. González Boixo, p. 34.
  39. Véase Alfonso Méndez Plancarte, "Introducción", en Juana Inés de la Cruz, Obras completas, t. I, ed. de... México: FCE, 1951, pp. 31-33.
  40. Alberto G. Salceda, "Introducción", en Juana Inés de la Cruz, Obras completas, t. IV, ed. de... México: FCE, 1957, pp. 39-45
  41. Véase Octavio Paz, Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe. 3ª ed., México: FCE, 1983, pp. 511-608.
  42. Elías Trabulse, Los años finales de Sor Juana. México: Condumex, 1995.
  43. Véase Antonio Alatorre y Martha Lilia Tenorio, Serafina y Sor Juana: con tres apéndices. México: El Colegio de México, 1998, y también José Antonio Rodríguez Garrido, La Carta Atenagórica de Sor Juana: Textos inéditos de una polémica. México: Conacyt-UNAM, 2004.
  44. Elías Trabulse, El enigma de Serafina de Cristo. Tóluca: Instituto Mexiquense de Cultura, 1995
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Enlaces externos

Biografías y estudios críticos

Obras digitalizadas

Bibliografía sobre Sor Juana