Guerra civil española en la provincia de Valladolid
La Guerra Civil Española (1936-1939) tuvo un desarrollo desigual en las provincias de la actual comunidad autónoma de Castilla y León. En Valladolid, los militares sublevados el 19 de julio de 1936 se hicieron con el control de las fuerzas militares tras detener violentamente a su legítimo jefe, el general Molero. Con el importante apoyo de los falangistas y de los monárquicos alfonsinos, controlaron en poco tiempo toda la provincia, procediendo a organizar una columna que marchó sobre Madrid a través de los puertos de Guadarrama (Alto del León) y de Navacerrada.
Fuerzas militares
Valladolid era la sede de la 7.ª División orgánica, uno de los puntos fuertes con los que contaba el general Emilio Mola en sus planes golpistas. La división estaba mandada por el general Nicolás Molero Lobo, que había sido ministro de la Guerra en 1935 con Portela Valladares, y tenía sus fuerzas acantonadas en Valladolid, Segovia, Ávila, Medina del Campo, Salamanca, Zamora, Plasencia y Cáceres. Las unidades más importantes de guarnición en Valladolid eran los regimientos de infantería San Quintín núm. 25, de Caballería Farnesio núm. 10 y de Artillería Ligera núm. 14.
En el contexto político era una provincia con tradicional carácter conservador. En las elecciones de 1936, en las que estaban en juego 6 diputados, dieron como resultado la designación de 4 diputados de la derecha (3 de la CEDA y otro de Renovación Española), frente a 2 del Frente Popular (uno socialista y otro de Izquierda Republicana).[1] También es de los pocos lugares donde Falange Española tenía cierta relevancia.[2]
El general Mola había designado como jefe de la junta militar clandestina, que comenzó a funcionar en marzo de 1936, al coronel Ricardo Serrador Santés, pero sus actividades levantaron sospechas y en abril fue sancionado por el Gobierno con un mes de arresto en Cartagena y posterior residencia obligatoria en Madrid. Le sustituyó en la junta clandestina el comandante de artillería Gabriel Moyano Balbuena. Los golpistas se organizaron en todas las unidades de la división, en Valladolid y en las restantes plazas, así como entre la Guardia Civil y el Cuerpo de Seguridad y Asalto. Precisamente entre los guardias de Asalto era donde el ánimo antigubernamental estaba más exaltado, debido a que muchos de ellos eran falangistas (lo cual en cierta manera era sorprendente porque fue un cuerpo que en general destacó por su obediencia al gobierno).[3]
La sublevación militar
Para dirigir el alzamiento en Valladolid, Mola contaba con el general de división Andrés Saliquet Zumeta, que se encontraba en Madrid en situación de disponible forzoso. Antes de tomar esta decisión, Mola había rechazado el ofrecimiento de Queipo de Llano que quería sublevarse en Valladolid, su tierra (había nacido en Tordesillas). En vez de eso Mola le destina finalmente a Sevilla (Andalucia), un objetivo mucho más difícil de sublevar. Por tanto, Mola le había encomendado a Saliquet que estuviera en Valladolid el 17 de julio (1936), pero Saliquet se presentó dos días antes, acompañado del general Miguel Ponte y Manso de Zúñiga, retirado del servicio activo desde la reforma de Manuel Azaña en 1931, y de otros militares más. Para evitar que se detectara su presencia, todos ellos se alojaron, de paisano, en la finca “Monte Mucientes”, cercana a la ciudad, en el monte de Torozos, en el que se habían concentrado cientos de falangistas en espera de órdenes para ocupar la ciudad.
El día 17, cuando se tuvo noticia del alzamiento de tropas en África a través de la estación de radio de la Guardia Civil, el general Molero, que se encontraba convaleciente de una operación, se incorporó a su puesto para comunicar a los regimientos que el Gobierno controlaba totalmente la situación. Sin embargo, el mayor peligro iba a venir, en principio, del Cuerpo de Seguridad y Asalto. El gobernador civil, Luis Lavín Gautier, expulsó del Cuerpo el mismo día 17 a los tenientes y Cuadra (poco antes había expulsado el capitán Ruiz) por su manifiesta desafección, pero los guardias siguieron manteniendo una actitud de resistencia pasiva a las órdenes del gobernador, a pesar de que su comandante, Martínez Gómez, era leal a éste.
En la noche del 17 al 18 grupos de jóvenes socialistas y cenetistas recorrieron la ciudad vigilando los cuarteles. El sábado 18 de julio se constituyó un comité permanente en la Casa del Pueblo y se declaró la huelga general. Ese mismo día, por la mañana, el gobernador Luis Lavín tomó una serie de medidas para abortar el golpe militar: por un lado, ordenó el arresto de algunos civiles derechistas muy significados; por otro, ordenó a la Guardia Civil que entregara a las Juventudes Socialistas más de dos mil armas que se custodiaban en el cuartel de Fabio Nelli, orden que no fue cumplida en modo alguno. También les ordenó que batieran el monte de Torozos, donde era vox populi que se habían concentrado numerosos falangistas. Pero los guardias, que eran mayoritariamente partidarios del golpe militar, no encontraron nada extraño.
Por último Lavín, según instrucciones del gobierno, ordenó a los de Asalto que salieran para Madrid, consiguiendo que saliera un grupo por la mañana. Pero por la tarde una improvisada columna de guardias de Asalto se sublevó y ocupó Correos, la Telefónica, Radio Valladolid y la sede de la CNT. Poco después la Guardia Civil se sublevó también, desde el momento en que el segundo jefe de la comandancia, comandante Mariano Salinas Bellver, detuvo al teniente coronel Ruiz Guerra, opuesto al alzamiento.
Mientras tanto, un enlace salió en coche hacia la finca “Monte Mucientes” para avisar a Saliquet y Ponte de que los guardias de Asalto se habían sublevado por su cuenta. Inmediatamente los golpistas se pusieron sus uniformes y partieron hacia Valladolid, llegando al cuartel general de la División hacia las once y media de la noche acompañados del abogado Emeterio Estefanía, dirigente de Renovación Española, y de otros golpistas. El general Molero se encontraba en su despacho con sus ayudantes, los comandantes Ángel Liberal Travieso y Roberto Riobóo Llobera, cuando se le anunció que el general Saliquet quería hablar con él. Tras una breve conversación, en la que Saliquet instó a Molero a que se uniera al alzamiento, replicando éste que sólo obedecía las órdenes del Gobierno, el comandante Riobóo disparó contra los golpistas, alcanzando de muerte a uno de ellos. Los acompañantes de Saliquet dispararon contra Riobóo y Liberal, que resultaron heridos y murieron poco después. El general Molero, también herido, quedó arrestado y Saliquet se hizo con el mando de la División. Por su parte, el general Ponte se dirigió al gobierno civil y se hizo cargo del mismo, proclamando el estado de guerra a las dos de la mañana del día 19.
El ayuntamiento fue tomado el domingo 19 por la mañana. Aunque parecía defendido por un nutrido grupo, a tenor de los disparos, luego se vio que en realidad los defensores eran media docena de bomberos. Saliquet nombró alcalde al comandante de intendencia Florentino Criado Sáenz, y presidente de la Diputación al general Martín Píriz.
Durante todo el día 18 la Guardia Civil había estado en contacto con los sublevados en Tetuán a través de su estación de radio, que fue utilizada tanto para obtener noticias e instrucciones de los sublevados en África (que a su vez fueron dirigidas a otras comandancias) como para dar información falsa al gobierno, en el sentido de que en Valladolid no pasaba nada. Sin embargo, desde la sublevación de los guardias de Asalto no habían faltado los tiroteos en la ciudad, protagonizados por grupos socialistas y sindicalistas, por un lado, y falangistas por otro. Ya la primera manifestación subversiva de los guardias de Asalto había sido contestada con tiros por militantes socialistas y cenetistas. En algunas zonas de la ciudad abundaron los controles de uno u otro signo, mientras que por la noche proliferaron los pacos. El domingo 19 de julio por la mañana sólo resistían algunos núcleos de ferroviarios y unas quinientas personas —entre ellas muchos niños— que se habían refugiado en la Casa del Pueblo. Ciertamente resulta incomprensible, desde cualquier punto de vista, este encierro masivo en la Casa del Pueblo, sin armas y sin posibilidad ninguna de resistir. Bastó con que los militares hicieran varios disparos de artillería contra la fachada para que los ocupantes salieran y se entregaran. Parece ser que muchos de ellos eran simples viandantes que sólo pretendían refugiarse de los tiroteos.
El grueso de la resistencia al golpe lo protagonizaron los obreros del ferrocarril. El Sindicato Nacional Ferroviario (UGT) tenía en la 5º zona (Valladolid, Palencia, Burgos, Venta de Baños y Aranda de Duero) una gran fuerza. También fueron muy activos contra el alzamiento los tipógrafos del Sindicato Único de Artes Gráficas (CNT). Hasta el día 25 no se restableció el trabajo en los ferrocarriles y en las imprentas y rotativas.
Durante varios días se mantuvieron los tiroteos entre fuerzas sublevadas y piquetes de izquierdas, sobre todo en los barrios periféricos. Estos enfrentamientos dieron lugar a numerosas detenciones y ejecuciones. Entre los sublevados hubo ocho muertos entre los días 18 y 19, según reconoció la prensa local. Los paqueos desde los tejados e incluso desde automóviles en marcha se sucedieron durante una semana larga.
Gran cantidad de militantes y dirigentes de las izquierdas salieron de la ciudad para esconderse en los pinares, en cuevas, o en casas de confianza, a la espera de que el gobierno recuperase el control de la ciudad. Como esto no se produjo, fueron siendo detenidos a medida que volvían a casa agotados. Se dio el caso excepcional del alcalde de Rueda, Eulogio de Vega, que se pasó escondido hasta 1964 (28 años).[5]
Desde el gobierno civil y la División se alertó a todas las unidades de la Guardia Civil para que detuvieran a los “extremistas”, al tiempo que grupos de falangistas salían en todas direcciones para controlar la provincia. Onésimo Redondo y los falangistas vallisoletanos que habían sido detenidos semanas antes y trasladados a la cárcel de Ávila, se presentaron en Valladolid en cuanto el triunfo del golpe en esa ciudad les permitió recuperar la libertad.
Combates en Alto del León (Segovia)
El general Saliquet, siguiendo el guion que le correspondía según los planes de la conspiración, organizó una columna para marchar sobre Madrid por los puertos de Guadarrama y Navacerrada, formada con un batallón del regimiento de infantería San Quintín, un escuadrón del regimiento de caballería Farnesio y dos baterías del regimiento de artillería ligera, a los que se sumaron 94 falangistas dirigidos por José Antonio Girón de Velasco y 150 voluntarios derechistas. En total unos 800 hombres. Saliquet encomendó el mando de la columna al coronel Serrador, que se había presentado en Valladolid el día 21 después de huir de Madrid.
Así pues, a medianoche del martes 21 de julio, salió de Valladolid, "en medio de escenas de indescriptible entusiamo", la columna rebelde compuesta por falangistas vallisoletanos mandada por el coronel Serrador con la misión de ocupar un puerto importante de la sierra de Madrid, el Alto del León, situado al oeste del de Somosierra (provincia de Segovia). A las dos de la mañana del 22 salieron por la carretera de Olmedo hacia Villacastín y el puerto de Guadarrama (Alto del León) por la carretera N-VI Madrid-La Coruña. En la columna del coronel Serrador participaban falangistas entre los que destacaba Onésimo Redondo, fundador de las JONS (el grupo fascista que se unió a la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera en 1934 en el teatro Calderón), otro miembro de la columna era el joven dirigente falangista de Valladolid José Antonio Girón. Cuando llegaron al puerto se encontraron con que ya había sido ocupado por un grupo de milicianos procedentes de Madrid, pero consiguieron desalojarlos de allí y el día 25 de julio ya estaba en su poder.[7]A esta bandera (unidad militar de Falange) se la denominó "Leones de Castilla".
Pero las columnas de Escámez y de Serrador no avanzaron hacia Madrid por falta de municiones y se parapetaron en los puertos preparándose para resistir el ataque de las fuerzas republicanas, con lo que su situación se hizo desesperada en los días siguientes, hasta que por fin llegaron las municiones que había enviado el general Franco desde Andalucía al general Mola.[7] Primero los republicanos intentaron el asalto frontal y posteriormente intentaron envolverlos, teniendo lugar durísimos combates.[8]
Una columna gubernamental al mando del coronel Mangada salió de Madrid en dirección a Ávila para intentar aislar por la retaguardia a las fuerzas rebeldes que ocupaban el Alto del León. En su avance Mangada conquistó varios pueblos en los que la guardia civil se había sumado al golpe pero no pasó de Navalperal de Pinares a 20 kilómetros de su objetivo, temeroso de perder la comunicación con Madrid y quedar aislado.
El frente en Guadarrama queda estancado desde aproximadamente el 10 de agosto de 1936 hasta el final de la guerra.[9] Hubo unas 5000 bajas,[10] entre ellas la de Onésimo Redondo, que combatió en el Alto del León y murió el 24 de julio de 1936 cuando llegó en automóvil al pueblo segoviano de Labajos, que creía zona sublevada, y murió en una emboscada organizada por un grupo de milicianos. Según parece, identificó erróneamente como falangistas a militantes anarquistas de la Confederación Nacional del Trabajo por el parecido de sus banderas, y murió acribillado.
Bombardeos republicanos
Valladolid fue la sexta ciudad de la retaguardia de la zona nacionalista más bombardeada por la aviación republicana, después de Córdoba, Palma de Mallorca, Granada, Ávila y Sevilla. Según El Norte de Castilla hubo 412 afectados por los 20 bombardeos acontecidos en la provincia. En 1938 la Delegación local de Falange daba cuenta, con todo detalle, de los bombardeos acaecidos en la capital. Arrojaba la cifra de diez ataques, 183 muertos y 861 heridos distribuidos del siguiente modo:[11]
- 1 de agosto: de 1936 a las 8:30 de la mañana: 30 cuerpos sin vida y 120 heridos
- 3 de agosto: con bombardeos por la mañana y tarde con 12 horas de diferencia con el resultado de 29 víctimas mortales y 126 los heridos.
- 5 de agosto: 25 muertos y 110 heridos.
- 23 de septiembre: a las 12:30, una bomba acababa con la vida de dos personas y producía 130 heridos.
- 8 de abril de 1937: un nuevo avión segaba la vida de 60 vallisoletanos y hería a 24.
- 21 de mayo: 15 muertos y 60 heridos.
- 22 de mayo: otro bombardeo acababa con la vida de 7 personas y hería a otras 20.
- 16 de agosto: muerte de una mujer y cinco heridos.
- 25 de enero de 1938: 14 personas muertas e hirió a otras 70. Este ataque -unido al bombardeo de Sevilla- provocó un violento raid sobre Barcelona que produjo 150 muertos y 500 heridos por la aviación sublevada.
Referencias
- ↑ En las elecciones de 1933 dieron como resultado la designación de 4 diputados de la derecha (2 de la CEDA y otros 2 de PAE), frente a 2 socialistas
- ↑ En las elecciones de 1936 obtuvo más de 4.000 votos, que representaban más o menos el 4% de los votos, la cifra relativa más alta de toda España. En valor absoluto le superaban Madrid (casi 5.000 votos) y Cádiz (6.965 votos).
- ↑ La Guardia de Asalto fue decisiva en muchos sitios (especialmente Madrid o Barcelona) para que fracasase el golpe. Un 70% se mantuvo leal al Gobierno, sólo se sublevaron los grupos de Oviedo, Valladolid y Zaragoza.
- ↑ Boletín Oficial del Estado, 18/7/1939.
- ↑ http://www.elnortedecastilla.es/20140322/local/valladolid/liberado-topo-rubia-201403221045.html Liberado un ‘Topo’ en La Rubia
- ↑ Thomas, Hugh (1976). pp. 349-350. Falta el
|título=
(ayuda) - ↑ a b Thomas, Hugh (1976). p. 342. Falta el
|título=
(ayuda) - ↑ http://tuportada.elnortedecastilla.es/tamanos/?dia=06&mes=08&ano=1936 Portada de "El Norte de Castilla" 08/08/1936: "El ejército y los falangistas vallisoletanos han inflingido grandes bajas al enemigo en diversos combates, capturando automóviles, material de guerra, ropa, víveres, haciendo igualmente considerable número de prisioneros. Serán propuestos para la laureada de San Fernando varios falangistas de Valladolid".
- ↑ http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1936/08/13/011.html Pág. 11 de "ABC" 13/08/1936: "El enemigo retrocede cobardemente. Sin novedad en Somosierra. El enemigo convencido de la imposibilidad de dar un paso adelante, ha retrocedido intentando acaso encontrar posiciones que le aseguren la retirada".
- ↑ Thomas, Hugh (1976). p. 350. «A juzgar por la gran cantidad de oficiales regulares que murieron en el bando republicano, capitanes de la guardia civil o de la guardia de asalto, las bajas entre los milicianos debieron ser muy numerosas, debido a la confusión entre grupos de milicianos y grupos regulares, y también al ingenuo valor de los milicianos». Falta el
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(ayuda) - ↑ http://www.elnortedecastilla.es/v/20110715/valladolid/bombas-sobre-ciudad-bajo-20110715.html
Bibliografía
- Joaquín ARRARÁS IRIBARREN. Historia de la Cruzada Española. Madrid: Ediciones Españolas, 1939. Vol. 3, p. 280-297.
- Enrique BERZAL DE LA ROSA. "Nuevos aspectos sobre la represión en Valladolid durante la Guerra Civil (1936-1939). En: Juan Andrés BLANCO RODRÍGUEZ (coord.). A los 70 años de la Guerra Civil española: actas del Encuentro celebrado en Zamora, 21 y 22 de diciembre de 2006. Zamora, Centro de la UNED en Zamora, 2010, p. 329-358.
- Severiano DELGADO CRUZ y Santiago LÓPEZ GARCÍA, "Una aproximación a la Guerra Civil en Castilla y León", en: Actas de las Jornadas "Castilla y León en la historia contemporánea", Salamanca, 8-11 de marzo de 2006. Organizadas por la Fundación 27 de Marzo (León).
- Ignacio MARTÍN JIMÉNEZ. La guerra civil en Valladolid (1936-1939): amaneceres ensangrentados. Valladolid, Ámbito, 2000.
- Ignacio MARTIN JIMÉNEZ y Enrique BERZAL DE LA ROSA. "La depuración del colectivo docente en la provincia de Valladolid." En: Berzal de la Rosa, Enrique, y Rodríguez González, Javier (eds.). Muerte y represión en el Magisterio de Castilla y León. León, Fundación 27 de Marzo, 2010. p. 433-483.
- Jesús María PALOMARES IBÁÑEZ. La Guerra Civil en la ciudad de Valladolid: entusiasmo y represión en la "capital del alzamiento". Valladolid, Ayuntamiento de Valladolid, 2001.
Véase también
Enlaces externos
- Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Valladolid
- La represión franquista en Valladolid. Grupo Verdad y Justicia
- "Las enseñanzas de Antígona", de Gustavo Martín Garzo, El País, 24 de agosto de 2009. Sobre las fosas comunes de los montes Torozos.