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Diferencia entre revisiones de «Alejandro Magno»

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l de Alejandro Magno, siglo II a. C. Obra helenística original de Alejandría (Egipto). |reinado = Rey de Macedonia (330 a. C. a 323 a. C.) |coronación = |otros títulos = |fecha de nacimiento = 20 o 21 de julio de 356 a. C. |lugar de nacimiento = Pela, Macedonia |fecha de defunción = 10 o 13 de junio de 323 a. C. (32 años)

|lugar de defunción = Babilonia |lugar de entierro = |predecesor = Filipo II (como rey de Macedonia)
Darío III (como rey de Media y Persia; y como faraón de Egipto) |sucesor = Alejandro IV (como rey de Macedonia; y como rey de Media y Persia)
Filipo III (como faraón de Egipto) |consorte = Roxana de Bactriana, Estateira y Parysatis |descendencia = Heracles de Macedonia y Alejandro IV de Macedonia |casa real = |dinastía = Argéadas |padre = Filipo II de Macedonia |madre = Olimpia de Epiro }} Alejandro III de Macedonia (Pela, Grecia, 20 o 21 de julio de 356 a. C.[nb 1][1]​-Babilonia, 10 o 13 de junio de 323 a. C.),[nb 2]​ más conocido como Alejandro Magno (en griego, Μέγας Αλέξανδρος; romanización, Mégas Aléxandros) o Alejandro el Grande,[nb 3]​ fue el rey de Macedonia desde 336 a. C. hasta su muerte. Hijo y sucesor de Olimpia de Epiro y Filipo II de Macedonia, su padre, quien lo preparó para reinar, proporcionándole una experiencia militar y encomendando a Aristóteles su formación intelectual. Alejandro Magno dedicó los primeros años de su reinado a imponer su autoridad sobre los pueblos sometidos a Macedonia, que habían aprovechado la muerte de Filipo para rebelarse. Como hegemón de toda Grecia en concepto de sucesor de su padre (asesinado), continuó el plan de su padre y el que habían aprobado las polis griegas: conquistar el vasto imperio de Persia, para vengar todos los daños que les habían causado a los griegos por siglos, incluyendo la captura de todas las ciudades costeras de Asia Menor y varias islas del mar Egeo. Preparó un ejército de aliados griegos (mayormente macedonios) y en el año 334 a. C. se lanzó con su pequeño ejército, de apenas 40 000 hombres, contra el poderoso Imperio persa: una guerra de venganza de los griegos —bajo el liderazgo de Macedonia— contra los persas.[2]

En su reinado de trece años, cambió por completo la estructura política y cultural de la zona al conquistar el Imperio aqueménida y dar inicio a una época de extraordinario intercambio cultural, en la que los griegos se expandieron por los ámbitos mediterráneo y próximoriental. Es el llamado Período helenístico (323 a. C.-30 a. C.) Tanto es así, que sus hazañas lo han convertido en un mito y, en algunos momentos, en casi una figura divina, posiblemente por la profunda religiosidad que manifestó a lo largo de su vida.[3]

Tras consolidar la frontera de los Balcanes y la hegemonía macedonia sobre las ciudades-estado de la antigua Grecia, poniendo fin a la rebelión que se produjo tras la muerte de su padre, Alejandro cruzó el Helesponto hacia Asia Menor (334 a. C.) y comenzó la conquista del Imperio persa, regido por Darío III. Victorioso en las batallas del Gránico (334 a. C.), Issos (333 a. C.), Gaugamela (331 a. C.) y de la Puerta Persa (330 a. C.), se hizo con un dominio que se extendía por la Hélade, Egipto, Anatolia, Oriente Próximo y Asia Central, hasta los ríos Indo y Oxus. Habiendo avanzado hasta la India, donde derrotó al rey Poro en la batalla del Hidaspes (326 a. C.), la negativa de sus tropas a continuar hacia Oriente le obligó a retornar a Babilonia, donde falleció sin completar sus planes de conquista de la península arábiga. Con la llamada «política de fusión», Alejandro promovió la integración de los pueblos sometidos a la dominación macedonia promoviendo su incorporación al ejército y favoreciendo los matrimonios mixtos. Él mismo se casó con dos mujeres persas de noble cuna.

Estatua de Alejandro del siglo III a. C., Museo Arqueológico de Estambul, Turquía.

En sus 32 años de vida, su Imperio se extendió desde Grecia, hasta el valle del Indo por el Este y hasta Egipto por el Oeste, donde fundó la ciudad de Alejandría[4]​ (hoy Al-ʼIskandariya, الاسكندرية). Fundador prolífico de ciudades, esta ciudad egipcia habría de ser con mucho la más famosa de todas las Alejandrías fundadas por el también faraón Alejandro. De las 70 ciudades que fundó, 50 de ellas llevaban su nombre.

El conquistador macedonio falleció en circunstancias oscuras -los escritos más antiguos dejan clara evidencia de una muerte lenta producto de un envenenamiento- dejando un imperio sin consolidar. El control sobre diversas regiones era débil en el mejor de los casos, y había regiones del norte de Asia Menor que jamás se hallaron bajo dominio macedonio. Al morir sin nombrar claramente un heredero, le sucedió su medio hermano Filipo III Arrideo (323-317 a. C.), que era una persona con discapacidad intelectual,[5]​ y su hijo póstumo Alejandro IV (323-309 a. C.). El verdadero poder estuvo en manos de sus generales, los llamados diádocos (sucesores), que iniciaron una lucha despiadada por la supremacía que conduciría al reparto del imperio de Alejandro y su fraccionamiento en una serie de reinos, entre los cuales acabarían imponiéndose el Egipto Ptolemaico, el Imperio seléucida y la Macedonia antigónida.

Alejandro es el mayor de los iconos culturales de la Antigüedad, ensalzado como el más heroico de los grandes conquistadores, un segundo Aquiles («soldado y semidiós»), para los griegos su héroe nacional y libertador, o vilipendiado como un tirano megalómano que destruyó la estabilidad creada por los persas. Su figura y legado han estado presentes en la historia y la cultura, tanto de Occidente como de Oriente, a lo largo de más de dos milenios, y ha inspirado a los grandes conquistadores de todos los tiempos, desde Julio César hasta Napoleón Bonaparte.

Mapa de la máxima extensión del imperio de Alejandro, con hoja de ruta. Desde Grecia, Mar Egeo y Mediterráneo, Asia Menor, Media, Egipto, Mesopotamia, Persia, Asia Central e India.

Vida

Nacimiento e infancia

Filipo II de Macedonia, padre de Alejandro.

Hijo de Filipo II, rey de Macedonia (dinastía de los Argéadas), y de Olimpia, hija de Neoptólemo I de Epiro, según Plutarco, el día de su nacimiento se tuvo noticia en la capital de tres triunfos: el del general Parmenión frente a los Ilirios, la victoria del sitio a una ciudad portuaria por su padre y la victoria del carro del rey en competición, que fueron considerados increíbles augurios en aquel tiempo,[6]​ aunque quizá fueran meras invenciones posteriores creadas bajo la aureola de grandeza de este personaje.

Existen dudas sobre la paternidad de Filipo sobre Alejandro, ya que hay otras dos versiones, y posiblemente haya existido una infidelidad por parte de su madre. Plutarco refiere que su madre Olimpia quedó encinta luego que un rayo cayera sobre su vientre. Filipo notó que en su abdomen apareció una figura del rostro de un león y la acusó de adulterio.[6]​ Es una de las razones por la que el rey macedonio deseaba contraer matrimonio con otra mujer. En tanto, Pseudo Calístenes narra que la vinculación de Alejandro con el dios Amón y la posterior visita al oráculo está relacionada con su verdadero padre, el faraón egipcio Nectanebo I,[7]​ que huyó a Grecia al ser invadido su país nuevamente por los persas. Según el relato histórico Nectanebo fue recibido en la corte de Filipo como «mago».[8]

Olimpia y Nectanebo conciben a Alejandro. Pintura antigua de la colección de Historia de British Library Royal.

Personificado bajo la serpiente de Amon, convenció a Olimpia de engendrar un hijo que ponga a salvo a las dos naciones, a lo cual ella accedió. Se ha mantenido varios años en la corte, hasta que murió en una caminata nocturna junto a «su hijo».[8]​ Alejandro, según Calístenes, supo que su verdadero padre era Nectanebo esa misma noche, razón por la que, descreyendo de él lo empujó a un pozo y murió. Hay vertientes que pueden indicar una cosa como la otra. Lo cierto es que los autores más antiguos que escribieron sobre él dan por válido un adulterio de Olimpia. Y no es para nada desechable la relación de Amon dios que «engendró» a Alejandro, ya que según relatos en el oráculo de Amon, lo trataron como hijo de Zeus («el rayo»).[9][7]

Alejandro Magno tenía el hábito de inclinar ligeramente la cabeza sobre el hombro derecho,[10]​ era físicamente de hermosa presencia, de baja estatura 1.60 cm con cutis blanco, la nariz un poco curva inclinado a la izquierda cabello ondulado de color castaño claro y ojos heterócromos (el izquierdo marrón y el derecho gris), que no se sabe si eran así de nacimiento o como consecuencia de un traumatismo craneal.

Alejandro junto a su madre Olimpia (réplica ubicada en Viena)

Su educación fue inicialmente dirigida por Leónidas,[11]​ un austero y estricto maestro macedonio que daba clases a los hijos de la más alta nobleza, que lo inició en el ejercicio corporal pero también se encargó de su educación. Lisímaco, un profesor de letras bastante más amable, se ganó el cariño del Magno llamándole Aquiles, y a su padre, Peleo.[11]​ Sabía de memoria los poemas homéricos y todas las noches colocaba la Ilíada debajo de su cama.[12]​ También leyó con avidez a Heródoto y a Píndaro.

Se cuentan numerosas anécdotas de su niñez, siendo la más referida aquella que narra Plutarco:[13]Filipo II había comprado un gran caballo al que nadie conseguía montar ni domar. Alejandro, aun siendo un niño, se dio cuenta de que el caballo se asustaba de su propia sombra y lo montó dirigiendo su vista hacia el Sol. Tras domar a Bucéfalo, su caballo, su padre le dijo: «Búscate otro reino, hijo, pues Macedonia no es lo suficientemente grande para ti».[8]

Según coinciden algunos historiadores antiguos, especialmente Calístenes, quien narra la participación de Alejandro en su adolescencia de los Juegos Olímpicos (a pedir de Filipo), en la cual obtuvo victorias en competencias de carros.[8]

A los trece años fue puesto bajo la tutela de Aristóteles,[8]​ el filósofo que más influyó en la filosofía y las ciencias. Durante cinco años sería su maestro, en un retiro de la ciudad macedonia de Mieza. Aristóteles le daría una amplia formación intelectual y científica en las ramas que este abordó, como filosofía, lógica, retórica, metafísica, estética, ética, política, biología, y otras tantas áreas.

Alejandro y Aristóteles. El notable filósofo se ocupó de la formación intelectual y académica de Magno durante 5 años.

Muy pronto (340 a. C.) su padre lo asoció a tareas del gobierno nombrándolo regente, a pesar de su juventud.[14]​ Recibía personalmente a los enviados persas, deseosos que Macedonia pagase los altos tributos exigidos por Darío. Les conversaba amablemente, y así obtenía información, acerca de las travesías de rutas tierra-mar, la preparación del ejército persa, valioso para las acciones que desarrolló en el futuro. En el 338 a. C. dirigió la caballería macedónica en la batalla de Queronea, siendo nombrado gobernador de Tracia ese mismo año.[14]​ Desde pequeño, Alejandro demostró las características más destacadas de su personalidad: activo, enérgico, sensible y ambicioso. Es por eso que, a pesar de tener apenas 16 años, se vio obligado a repeler una insurrección armada.[14]​ Se afirma que Aristóteles le aconsejó esperar para participar en batallas, pero Alejandro le respondió: «Si espero perderé la audacia de la juventud».

Un nuevo matrimonio de su padre,[8]​ que podría llegar a poner en peligro su derecho al trono (no conviene olvidar que el mismo Filipo fue regente de su sobrino Amintas IV —hijo de Pérdicas III—, hasta la mayoría de edad, pero se adueñó del trono), hizo que Alejandro se enemistara con Filipo. Es famosa la anécdota de cómo, en la celebración de la boda, el nuevo suegro de Filipo (un poderoso noble macedonio llamado Átalo) rogó porque el matrimonio diera un heredero legítimo al rey, en alusión a que la madre de Alejandro era una princesa de Epiro y que la nueva esposa de Filipo, siendo macedonia, daría a luz a un heredero totalmente macedonio y no mitad macedonio y mitad epirota como Alejandro, con lo cual sería posible que se relegara a este último de la sucesión. Alejandro se enfureció y le lanzó una copa, espetándole: «Y yo ¿qué soy? ¿un bastardo?». En ese momento Filipo se acercó a poner orden, pero debido a su estado de embriaguez, se tropezó y cayó al suelo, lo que le granjeó una burla de Alejandro: «Quiere cruzar Asia, pero ni siquiera es capaz de pasar de un lecho a otro sin caerse.» La historia le valió la ira de su padre, por lo que Alejandro tuvo que irse a Epiro junto con su madre. Para evitar un complot, Filipo ordenó el exilio de todos sus amigos,[8]​ siendo Frigio uno de los más cercanos. Sin embargo, Filipo terminaría por perdonarle.[14]

Ascenso al poder

Busto de Alejandro

Después del asesinato de Filipo en el año 336 a. C. por Pausanias, un capitán de su guardia, como resultado de una conspiración que es atribuida generalmente a una historia amorosa de Filipo pero que se sospecha pudo ser planeada por Olimpia,[7]​ madre de Alejandro, o por los persas, Alejandro tomaría las riendas de Macedonia a la edad de 20 años.[15][16]

Tras suceder a su padre, Alejandro se encontró con que debía gobernar un país radicalmente distinto de aquel que heredó Filipo II 23 años antes, ya que Macedonia había pasado de ser un reino fronterizo, pobre y desdeñado por los griegos, a un territorio que tras el reinado de Filipo se consideraba como parte de la Hélade y un poderoso Estado militar de fronteras consolidadas con un ejército experimentado que dominaba indirectamente a Grecia a través de la Liga de Corinto. En un discurso, puesto en boca de Alejandro por el filósofo e historiador griego Flavio Arriano, se describía la transformación del pueblo macedonio en los siguientes términos:

Filipo os encontró como vagabundos y pobres, la mayoría de vosotros llevaba por vestidos pieles de ovejas, erais pastores de parvos ganados en las montañas y solo podíais oponer escasas fuerzas para defenderos de los ilirios, los tribalios y los tracios en vuestras fronteras. Él os dio capas en lugar de pieles de oveja y os trajo desde las cimas de las montañas a las llanuras, él hizo que presentarais batalla a los bárbaros que eran vecinos vuestros, de tal modo que ahora confiáis en vuestro propio coraje y no en las fortificaciones. Él os convirtió en moradores de ciudades y os civilizó merced al don de leyes excelentes y buenas costumbres. (Alejandro Magno)

La muerte del gran Filipo supuso que algunas polis griegas sometidas por él se alzasen en armas contra Alejandro ante la aparente debilidad de la monarquía macedonia. Alejandro debía resolver dos puntos importantes: mantener el control de las ciudades y reclutar mercenarios de las polis para su campaña contra Persia.

En la primavera del 335 a.C. lanza una exitosa campaña al norte, Iliria (hoy Albania y FYROM) y Tracia (hasta las inmediaciones del río Danubio, hoy Rumania), donde es avisado que Tebas se había sublevado, tomando una guarnición macedonia.[7]

Alejandro, con una reacción relámpago, demostró rápidamente su destreza estratégica y militar: viajó casi 600 kilómetros hasta Tesalia para reafirmar el dominio en la región[14]​ (ya había sido conquistada por Filipo), y emprendió el camino hacia el Ática, reprimiendo la sublevación de Tebas,[17]​ que opuso una feroz resistencia, reduciendo la ciudad a escombros. Luego de ajusticiar a los sublevados, entrevistó a una parte de la población, ordenando más tarde la reconstrucción de la ciudad. Uno de los perjudicados era un deportista tebano de los Juegos Olímpicos, a quien Alejandro felicitó durante el desarrollo de estos,[8]​ y otro relato cuenta que una mujer que mató a un general tracio durante la contienda, fue liberada luego de haber hecho una «defensa sincera».[8]

Camino al sur del Ática, visitó el gran oráculo de Delfos, donde un general ateniense había depuesto a la pitonisa del templo, y que luego Alejandro restableció a la misma en su puesto.[8]​ Allí tuvo en dos ocasiones sus oráculos. La primera visita fue bastante errática, teniendo los sacerdotes que irrumpir en varias ocasiones. «Alejandro, no puedes entrar con espadas aquí. Y tampoco puedes llevarte las cosas».[8]​ En la segunda, fue a pedir el oráculo, pero en la residencia la pitia (sacerdotisa), que forcejeando le dijo «hijo mío, eres invencible».[8]

Su paso por Atenas fue por demás totalmente atípica. Los atenienses cerraron sus puertas, no por sublevación, sino por temor por lo ocurrido en Tebas. Alejandro, que sentía un gran respeto por los filósofos, el arte y la cultura de la ciudad, envió entonces una primera carta (era su estilo), a lo que respondieron: «estamos debatiendo si presentarte batalla o dejarte entrar».[8]​ Por lo que Alejandro, a través de otra carta propuso dejar a su ejército fuera y entrar solo. Dejó que solamente lo acompañaran algunos de sus amigos, los hetaroi. Una vez allí, Atenas reconoció su supremacía[18][19]​ por el gesto, nombrándolo de esta manera Hegemon, título que ya había ostentado su padre y que lo situaba como gobernante de toda Grecia,[20]​ consolidando así la hegemonía macedónica, tras lo cual Alejandro se dispuso a cumplir su siguiente proyecto: conquistar el Imperio persa.

Diógenes a Alejandro: «Quitate de ahí, me tapas el sol»

Una conocida anécdota fue, de visita enCorinto Corinto, durante los juegos ístmicos, se encontró con el filósofo Diógenes de Sinope, que se encontraba sentado en una gran vasija o barril reflexionando, preguntándole «oh, Diógenes, dime que puedo hacer por ti?». A lo que este le respondió con una ironía: «si, te corres de ahí, que me tapas el sol». La elocuente respuesta le valió las bromas de sus amigos allí presentes. Asombrado por la elocuencia, Alejandro exclamó «si no fuera yo Alejandro me gustaría ser Diógenes». Esto trascendió en los manuscritos de los filósofos y sofistas de toda Grecia.

Conquistas

Asia Menor

Año 334 a.C. Alejandro Magno cruza el Helesponto e inicia la conquista del Imperio Persa

Alejandro, luego de asegurar el orden en toda la región de la hélade y sureste de Europa, dejó a Antípatro al mando de todos los dominios. Preparó 160 embarcaciones, abastecimiento suficiente y armamento (y ya no contaba con tanto dinero para pagar a sus hombres), con su pequeño ejército de unos 40 000 soldados que contaba con miles de aliados griegos y mercenarios. Cruzó el Helesponto hacia Asia Menor, para iniciar la conquista del Imperio Persa, pretendiendo seguir los planes de su padre de liberar a todas las ciudades polis griegas de la zona de Jonia (Misia, Lidia, Licia) que se encontraban bajo dominio persa en Asia Menor (hoy Turquía). Hizo una breve parada en Troya, donde honró la tumba de su héroe Aquiles (héroe griego de la Guerra de Troya, relatada por Homero en La Ilíada). [cita requerida]

En la primera contienda que se libró en territorio asiático, la batalla del Gránico,[8][7]​ a orillas del riachuelo Gránico, los sátrapas persas le hicieron frente con un ejército de igual número que los helenos, unos 40 000 hombres, comandado por Memnón de Rodas, compuesto en su mayor parte por persas en la vanguardia, y mercenarios griegos en la retaguardia, pero el ejército persa ofreció una débil resistencia y fue vencido.[21][22]​ En este combate Alejandro estuvo cerca de la muerte, pues un persa trató de matarlo por la espalda. Finalmente salvó la vida gracias a Clito, uno de los hombres de confianza de Filipo, que de un sablazo le amputó la mano al agresor.[23]

Batalla del Gránico. Ubicado cerca del emplazamiento de Troya (actual Turquía). Primer victoria macedonia sobre suelo persa. Fuentes modernas calculan que en la contienda se enfrentaron 40 000 soldados macedonios y 40 000 persas. Las bajas persas fueron numerosas, mientras que el ejército heleno sufrió muy pocas

Memnón era un general mercenario griego al servicio de Persia, y poseía amplios dominios en el emplazamiento de Troya, donde se desarrolló la batalla del Gránico. En otros tiempos Filipo II (padre de Alejandro) le dio hospedaje junto a su familia en Macedonia durante la invasión persa, donde conoció a Alejandro y al filósofo Aristóteles, por lo que conocía muy bien al oponente. Con una inmensa flota bajo su mando, su objetivo fue recuperar las tierras que los persas le obsequiaron, atacando las líneas de suministros a Alejandro a través del Helesponto e islas del Egeo, y recibiendo una gran cantidad de barcos desde Chipre, Fenicia y Egipto. Memnón puso en aprietos a Alejandro en varias ocasiones con sus movimientos tácticos. Desafortunadamente para los persas, Memnon muere durante el asedio a Mitilene. Las ciudades griegas de las costas, Éfeso, Halicarnaso, Pérgamo, Mileto, y otras tantas más, lo recibieron como libertador,[8]​ y otras se sometieron por temor.[24][25]

Con la muerte de Memnon, la amenaza marítima estaba ya descartada, y teniendo ya el control del Mar Egeo, Alejandro dispuso hacer una pausa en Jonia, nuevamente restablecida a los griegos, ya sin la amenaza persa. Allí conoció al célebre pintor, Apeles.

Alejandro fue un gran amante de las artes. Era consciente del poder de propaganda que puede tener el arte y supo muy bien controlar la reproducción de su efigie, cuya realización solo autorizó a tres artistas: el célebre escultor Lisipo, un orfebre. Y un pintor, el jonio Apeles.[26]​ Los biógrafos de Alejandro cuentan que este tenía en gran aprecio al pintor y que visitaba con frecuencia su taller y que incluso se sometía a sus exigencias. Son innumerables las representaciones de Apeles pintando sin atuendos a Alejandro, y a Campaspe, concubina del macedonio, y de aparentemente una gran belleza. Campaspe fue también modelo para representar a la diosa Afrodita (Venus)

Apeles pintando a Alejandro y a Campaspe (una de sus concubinas)

Una vez concluida esta primera etapa de conquistas, se celebraron bodas masivas de soldados griegos y mujeres de la polis liberadas. Por lo que en el otoño de 334 a. C., estando Alejandro en Caria, envió a aquellos soldados recién casados a Macedonia para que pasaran el invierno junto a sus esposas. Coeno, uno de los comandantes más capaces de Alejandro, los condujo de vuelta a Grecia. A finales de 334 a. C., Alejandro decidió pasar el invierno en Gordión,[7]​ antigua capital de Frigia (al centro de Turquía), a la espera de refuerzos. Allí se encontraba un famoso carro real, sujeto a un nudo muy complicado de deshacer. Según el oráculo de Gordión, quien supiera deshacerlo conquistaría Asia.[24][27]​ Algunas fuentes indican que Alejandro desató el nudo pacientemente, mientras que otras afirman que lo cortó con su espada. En cualquier caso, la tormenta que siguió al hecho se interpretó como un claro signo de que Zeus daba su aprobación.[28]

Coeno regresó de Grecia a encontrarse con Alejandro en Gordion, ya con refuerzos: los soldados macedonios recién casados y nuevos reclutas.

Mar Mediterráneo

Año 333-332 a. C. Control del mar Mediterráneo. Batalla de Issos. Conquista de Egipto.

Alejandro se dirigió desde Gordion hacia la región de Cilicia, y emprendió su marcha hacia el sur, donde es avisado que desde Siria los persas, al mando del rey Darío, destruyeron un campamento macedonio, aniquilando sus guarniciones (que eran casi todos soldados heridos en batalla), por lo que tuvo que retomar el camino norte, donde los persas le hicieron frente del otro lado del río Issos, con un ejército superior a los 500 000 hombres, cuando los aliados griegos no superaban los 50 000 hombres. Aun así, prevaleció la estrategia por sobre el número. Los persas perdieron casi la mitad de sus tropas, y tal es como describen las narraciones de esta batalla, una verdadera masacre.

Batalla de Issos. Segunda victoria de Alejandro sobre los persas. Según fuentes modernas, esta vez el rey Darío reunió 600 000 soldados, mientras que los macedonios sumarían 50 000. A pesar de la gran diferencia, la estrategia de Magno prevaleció por sobre la desventaja numérica. Las bajas persas fueron significativas, pero no así las macedonias. Darío huyó, abandonando también la tienda familiar, donde estaban su esposa, su madre, y sus dos hijas.

Esta es conocida como la batalla de Isos —pequeña llanura situada entre las montañas y el mar cerca de Siria— en el 333 a. C., en la cual, el rey Darío, ante tal debacle, huyó amparado en la oscuridad de la noche dejando en el campo de batalla, abandonando sus tesoros, armas y su manto púrpura.[29]​ El rey tomó conciencia de la amenaza y envió propuestas de negociación, que fueron rechazadas.

La familia de Darío III fue capturada en el interior de una lujosa tienda. Alejandro trató a todos con gran cortesía y les manifestó que no tenía ninguna cuestión personal contra Darío, sino que luchaba contra él para conquistar Asia.[30]​ Al tiempo le propondría matrimonio a una de sus hijas, Barsine-Estatira.

Luego de Issos, y asegurarse que no había amenazas por tierra y por mar, retomó el rumbo sur, conquistando fácilmente Fenicia, con excepción de la isla de Tiro, debiendo mantener un largo asedio —de enero a agosto de 332 a. C.— para capturarla, conocido como el sitio de Tiro.[31]​ Tras someter Gaza durante otro arduo sitio, Alejandro se dirigió a la satrapía de Egipto.

Egipto

Relieve de Alejandro Magno ante Amón-Ra, en el templo de Luxor.

Alejandro fue bien recibido por los egipcios, quienes le apoyaron en su lucha contra los persas, cuyos reyes habían dominado Egipto en dos ocasiones: de 523 a 404 a. C. (Dinastía XXVII) y de 343 a 332 a. C. (Dinastía XXXI). Como su salvador y libertador, por decisión popular se concedió a Alejandro la corona de los dos reinos, siendo nombrado faraón en noviembre de 332 a. C. en Menfis.[32]

En enero del 331 a. C. Alejandro fundó la ciudad de Alejandría en una zona costera muy fértil al oeste del delta del Nilo. Los motivos de la fundación eran tanto económicos (la apertura de una ruta comercial en el mar Egeo) como culturales (la creación de una ciudad al estilo griego en Egipto, cuya planificación se dejó en manos del arquitecto Dinócrates). La escritora inglesa Mary Renault, en su biografía de Alejandro, comenta:

De Menfis bajó por el río hasta la costa, donde tenía que tratar unos asuntos referentes a sus conquistas en Asia Menor. Navegó por el Delta y varó en las proximidades del lago Mareotis. Le pareció un sitio ideal para establecer una ciudad: buen fondeadero, buenas tierras, buen aire, buen acceso al Nilo. Estaba tan decidido a emprender las obras que deambuló por el emplazamiento, arrastrando tras de sí a arquitectos e ingenieros y señalando las situaciones de la plaza del mercado, de los templos de los dioses griegos y egipcios, de la vía real. Un hombre listo se percató de que Alejandro no tenía tiza para marcar y le ofreció harina, que el macedonio aceptó. Los pájaros se alimentaron de ella, por lo cual los adivinos previeron que la ciudad prosperaría y daría de comer a muchos forasteros, predicción que Alejandría sigue cumpliendo.
Plano de Alexandría, Egipto (reconstrucción). Hacia la derecha, se encontraba el Faro de Alejandría, una de las siete maravillas de la Antigüedad. Allí se edificó la Biblioteca de Alejandría, la más grande del mundo, a la vez que la ciudad empezó a ser también uno de los centros económicos, de fusión cultural, artística, y de conocimientos más importantes. En la era Ptolomaica, llegó a existir más de 1 millón de volúmenes. De allí surgieron grandes astrónomos, como Eratóstenes, que calculó la circunferencia de la tierra casi con exactitud (alrededor del 200 a. C.). Muchas veces intentaron saquearla, hasta que finalmente la ocupó Roma definitivamente (29 a. C.), quedándose con el control, entre otras cosas, de la biblioteca en su totalidad.

Posteriormente, tras un dificultoso viaje por el desierto, llegó al oasis de Siwa, donde el profeta del dios Amón le anunció que le saludaba tanto de parte del dios como de su padre.[7]​ Alejandro preguntó si había quedado sin castigo alguno de los asesinos de su padre Filipo, y si se le concedería dominar a todos los hombres. Habiéndole dado el dios favorable respuesta y asegurándole que Filipo estaba vengado, Alejandro le hizo magníficas ofrendas, y entregó ricos presentes a los hombres allí destinados. También se dice que Alejandro, en una carta enviada a su madre, le comunicó haberle sido hechos ciertos vaticinios arcanos, que solo a ella revelaría.[8]​ Algunos han escrito que queriendo el profeta saludarle en idioma griego con cierto cariño le dijo «hijo mío», equivocándose en una letra; y que a Alejandro le agradó este error, por dar motivo a que pareciera le había llamado hijo de Zeus.[9]

La cultura del antiguo Egipto impresionó a Alejandro desde los primeros días de su estancia en este país. Los egipcios nos han dejado testimonio, grabado en piedra, de estos hechos y apetencias. En Karnak existe un bajorrelieve donde se representa a Alejandro haciendo ofrendas al dios Amón en calidad de converso. En él, viste la indumentaria de faraón:

  • Nemes (el paño que cubre la cabeza y va por detrás de las orejas, clásico del antiguo Egipto), o la Corona Doble, roja y blanca.
  • Cola litúrgica de chacal, que con el tiempo se transformó en «cola de toro».
  • Ofrenda en cuatro vasos, como símbolo que indica «cantidad», «repetición», «abundancia» y «multiplicación».

En los jeroglíficos del muro se distinguen además los títulos de Alejandro-faraón que se representan dentro de un serej y un cartucho egipcio:

Titulatura Jeroglífico Transliteración (transcripción) - traducción - (referencias)
Nombre de Horus:
G5
G20V31
I6
O49
ḥr mk kmt (Horus Mek Kemet)
Protector de Egipto (Kemet)
Nombre de Nesut-Bity:
C12C2U21
n
N36
stp.n rˁ mr imn (Setepenra Meryamón)
Elegido de Ra; Amado de Amón
Nombre de Sa-Ra:
G1E23
V31
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ˁ l k s i n d r s (Aleksanders)
Alejandro

Persia

331 a. C. Magno toma Persia y todas sus satrapías.

En esa época controló la situación de rebeldía en Anatolia y el Egeo,[33]​ de tal modo que en la primavera del 331 a. C., desde Tiro, organizó los territorios conquistados.[7]​ Darío, con un ejército más numeroso, decidió hacerle frente en Gaugamela a orillas del Tigris, pero apenas logró salvar su vida, ya que pese a la superioridad numérica se vio derrotado por el genio militar del joven rey macedonio.[34]​ Así Alejandro con su ejército logró entrar en Babilonia quedando a las puertas del propio territorio persa.

En el año 331 a. C., el ejército macedonio invadió Persia entrando fácilmente a Susa, la vieja capital de Darío I, mientras que el derrotado Darío III huía hacia el interior del territorio persa en busca de fuerzas leales para enfrentar nuevamente a Alejandro.

Alejandro procedió cuidadosamente ocupando las ciudades, apoderándose de los caudales persas y asegurando las líneas de abastecimiento. Desde Susa pasó a Persépolis, capital ceremonial del Imperio aqueménida, donde quemó el palacio de la ciudad durante una fiesta. Después se dirigieron hacia Ecbatana para perseguir a Darío. Lo encontraron asesinado por sus nobles, que ahora obedecían a Bessos.[35]​ Alejandro honró a su otrora rival y enemigo, cubriéndolo con el manto púrpura que Darío abandonó en la batalla de Isos, y que Alejandro recogió. Le rindió un funeral real y prometió a la familia de este perseguir a sus asesinos.[36]

Batalla de Gaugamela. Esta batalla significó prácticamente la caída del Imperio Persa. Darío reunió al menos 500 000 hombres, mientras que los macedonios continuaban siendo alrededor de 50 000. Las estipulaciones modernas sugieren que la mitad del ejército persa pereció en combate, o al menos 200 000, mientras que los macedonios y aliados griegos contarían unas 5000 bajas incluyendo heridos. Ante tal debacle, nuevamente, Darío huyó, dejando a Babilonia, a la suerte de Alejandro.

Bessos escapó a la zona lindera del Hindú Kush (hoy Afganistán), en las inmediaciones de Sogdiana (al este de Asia), acompañado por una resistencia formada por nobles y arqueros a caballo, autoproclamándose rey de Persia, cosa que Alejandro no toleraba, motivo también por el cual lo perseguiría.

Los extranjeros que vivían en Persia se sintieron identificados con Alejandro y se comprometieron con él para venerarle como nuevo gobernante. En su idea de conquista también estaba la de querer globalizar su Imperio mezclando distintas razas y culturas. Los sátrapas persas en su mayoría conservaron sus puestos, aunque supervisados por un oficial macedonio que controlaba las fuerzas armadas.

En su intento de mezclar la cultura persa y la griega entrenó a un regimiento de muchachos persas para combatir a la manera macedonia.[7]​ La mayoría de los historiadores creen que Alejandro adoptó el título real persa de Shahanshah (Rey de Reyes).

En el 330 a. C. Filotas, hijo de Parmenión, fue acusado de conspirar contra Alejandro y asesinado junto con su padre (por temor a que este se rebelara al enterarse de la noticia).[37]​ Asimismo, el primo de Alejandro, Amintas (hijo de Pérdicas III), fue ejecutado por intentar pactar con los persas para convertirse en el nuevo rey (de hecho, era el legítimo sucesor al trono macedonio).[38]​ Tiempo después hubo una nueva conjura contra Alejandro, ideada por sus pajes, la cual tampoco logró su objetivo. Tras esto, Calístenes (quien hasta ese momento había sido el encargado de redactar la historia de las travesías de Alejandro) fue considerado como impulsor de este complot, por lo que fue condenado a muerte. Sin embargo, él se quitó antes la vida.[39]

Casamiento de Alejandro con Barsine. Mosaico de Pompeya, 324 a.C. Según cuenta Pseudo Calístenes, Alejandro pidió casarse con Barsine-Estátira, una de las hijas del rey persa Darío, pidiéndole la mano a su madre, siendo esta cautiva. El mosaico es un exponente de la época misma sobre la política de fusión entre pueblos que propuso Magno.

Uno de sus generales más queridos del último ejército legado por su padre fue Clito, apodado «El Negro», al que Alejandro nombraría antes de este incidente sátrapa de Bactriana. Alejandro, adoptando la costumbre persa de la proskynesis, pretendió ser adorado como un dios. En un banquete, su amigo Clito, cansado de tantas lisonjas y de oír cómo Alejandro se proclamaba mejor que su padre Filipo, le dijo indignado: «Toda la gloria que posees es gracias a tu padre»; incorporándose volvió a gritarle: «Sin mí, habrías perecido en el Gránico.»[40][41]

Alejandro, que estaba ebrio, le arrojó una manzana a la cabeza,[21]​ a lo que siguió una discusión en tonos líricos y cantados[18]​ (aparentemente la «discusión teatral» era común en Grecia), hasta que finalmente Alejandro buscó su espada, pero uno de los guardias la ocultó. Clito fue sacado del lugar por varios amigos, pero regresó por otra puerta, y mirando fijamente al conquistador, le cantó un verso de Eurípides: «Qué perversa costumbre han introducido los griegos.» Alejandro arrebató una lanza a uno de los guardias y mató a Clito, que se desplomó en medio del estupor de los presentes. Arrepentido del crimen, pasó 3 días encerrado en su tienda y algunos afirman que hasta trató de suicidarse a consecuencia de la muerte de su amigo.[40][42]

Asia Central

Tras muchos preparativos, y luego de establecer un nuevo orden en Babilonia, Alejandro partió en la persecución de Bessos, el asesino del rey Darío, y conquistar las satrapías persas de Asia Central. La mayoría de los sátrapas persas continuaron en sus cargos, dejando Alejandro en ellas pequeñas guarniciones de aliados griegos. Contaba con una expedición mediana de soldados griegos, llevando consigo soldados persas[7][8]​ (entrenados al estilo de combate macedonio), que conocían bien los territorios y los dialectos de las zonas a ocupar.

Alejandro luchando con el dragón, mujeres emergen de las aguas, posible alusión a su encuentro con las Amazonas. Texto original en griego del siglo X, texto en latín traducido por Leo de Nápoles «Historia de preliis Alexandri Magni»

Los escritos antiguos dejaron testamento que este viaje fue tan exótico como penoso. Una extensa travesía, con falta de provisiones, y fundamentalmente agua. Detalladamente se pueden encontrar en las cartas que le envió Alejandro a Aristóteles (recopiladas por Pseudo Calístenes), donde cuenta que en la expedición fueron atacados por «hombres gigantes sin inteligencia humana, que nos ocasionaron varias bajas».[7]

En las inmediaciones del mar Caspio, tuvo un encuentro con las Amazonas[7]​ (pueblo de mujeres guerreras), que lo recibieron con ofrendas, aunque inicialmente, con cautela. Según estas cartas, Alejandro recalcó «la belleza de esas mujeres y su gran fortaleza física».[7]​ También narra que en un oasis en medio de la expedición, Alejandro avistó piedras preciosas en las cristalinas aguas.[8]​ Luego de que unos soldados se metiesen al agua y fueran «devorados al instante por bestias acuáticas», planificó una de jaula anfibia, con tubos hechas con tripas de animales para respirar, para sumergirse él mismo y rescatarlas.[7]

Boda de Roxana y Alejandro, por el pintor Giovanni Bazzi

Luego de todas estas exóticas experiencias, siguió la ruta trazada para perseguir a Bessos, internándose en zonas que oscilaban entre desiertos y montañas. Hasta que llegó a Sogdiana y Bactriana,[43]​ donde entabló una relación de confianza con el sátrapa persa Artabazo II, cuya hija, la princesa Roxana,[44]​ con quien Alejandro se casó, sería su compañía a partir de ahí en las campañas sucesivas.

Finalmente, Bessos es arrestado por sus propios cortesanos, y entregado vivo a Ptolomeo, general y amigo de Alejandro (y futuro regente de Egipto). Es ejecutado, dando supuestamente por terminada la persecución. Alejandro dio aviso inmediatamente a la familia de Darío, que su asesino estaba vengado.

Pero ocurrió algo impensado: Espitamenes, cortesano de Bessos y principal mentor de su entrega, a cambio había pedido la independencia de Sogdiana y otras satrapías. Al tener la negativa provocó importantes revueltas en las ciudades, aniquilando guarniciones griegas y generando un gran caos al imperio establecido por Magno.

Espitamenes se desenvolvía en la región de Aria, logró aliados de tribus nómades, jinetes arqueros de estepas y desiertos, y tomó las ciudades del este asiático controladas por los griegos (atacó la capital Maracanda, y Bactriana, pero Artabazo II repelió los ataques).

Alejandro ordenó fortificar todas las ciudades y satrapías, ya ahora en pasos montañosos defendibles. Pero el factor decisivo fue fortificar todos los oasis, dejando a Espitamenes sin recursos para sus soldados y caballería.

Alejandro en un submarino (pintura del año 1445). British Library Royal

En diciembre de 328 a. C., el comandante macedonio Coeno lo derrotó, y cuando los sogdianos y las tribus nómadas se enteraron de que el ejército principal de Alejandro se acercaba, los masagetas asesinaron a su líder y enviaron su cabeza al conquistador.

Espitamenes tenía una hija, Apama, quien se casó con uno de los generales más importantes de Alejandro, Seleuco (febrero de 324 a. C.). La pareja tuvo un hijo, Antíoco. Tras la muerte de Alejandro, Seleuco fundó la Dinastía Seleucida (todos los territorios persas desde Media, Asia Central y este), siendo Apama reconocida como la madre de la Dinastía Seléucida. Varias ciudades fueron llamadas Apamea en su honor.

India

Año 327 a. C. Ocupación de las satrapías persas del este y región del Indo. Regreso a Babilonia.

Pronto llevaría a su ejército a atravesar el Hindu Kush[45]​ y a dominar el valle del Indo, con la única resistencia del rey indio Poros en el río Hidaspes.[46]

Con sus acciones militares extendió ampliamente la influencia de la civilización griega y preparó el camino para los reinos del período helenístico.

Tras la muerte de Espitámenes y su boda con Roxana (Roshanak en bactriano) para consolidar sus relaciones con las nuevas satrapías de Asia Central, en el 326 a. C. Alejandro puso toda su atención en el subcontinente indio e invitó a todos los jefes tribales de la anterior satrapía de Gandhara, al norte de lo que ahora es Pakistán para que vinieran a él y se sometieran a su autoridad. Āmbhi, rey de Taxila, cuyo reino se extendía desde el Indo hasta el Hidaspes, aceptó someterse pero los rajás de algunos clanes de las montañas, incluyendo los aspasioi y los assakenoi de la tribu de los kambojas, conocidos en los textos indios como ashvayanas y ashvakayanas (nombres que se refieren a la naturaleza ecuestre de su sociedad, de la raíz sánscrita ashva, que significa ‘caballo’), se negaron a ello.

Alejandro tomó personalmente el mando de los portadores de escudo, los compañeros de a pie, los arqueros, los agrianos y los lanzadores de jabalina a caballo y los condujo a luchar contra la tribu de los kamboja de la que un historiador moderno escribe que «eran gentes valientes y le fue difícil a Alejandro aguantar sus acometidas, especialmente en Masaga y Aornos».

Batalla del Hydaspes, India. El ejército macedonio bordeaba el río, imposible atraversarlo por su profundidad, mientras las tropas del rey hindú, Poros, seguían de cerca sus movimientos. Finalmente, en un tramo de aguas bajas, se abrió batalla. Fue una de las contiendas más difíciles que tuvo Alejandro, ante un nuevo elemento: el ejército adversario disponía de elefantes de guerra, y su olor descomponía a los caballos del ejército macedonio. Pero según Calístenes, Alejandro tuvo en cuenta esto, por lo que utilizaron el fuego para dispersar a los elefantes, prendiendo antorchas y estatuas de bronce. Una vez finalizada la batalla, Alejandro se encontró con Poro, herido, y lo felicitó por la tenacidad de sus hombres. Le dio trato «real», y lo conservó como sátrapa de su región, incluso le obsequió otras regiones mas.

Alejandro se enzarzó en una feroz contienda contra los aspasioi en la que le hirieron en el hombro con un dardo, pero en la que los aspasioi perdieron la batalla y 40 000 de sus hombres cayeron prisioneros. Los assakenoi fueron al encuentro de Alejandro con un ejército de 30 000 soldados de caballería, 38 000 de infantería y 30 elefantes, lucharon valientemente y opusieron una tenaz resistencia al invasor en las batallas de las ciudades de Ora, Bazira y Masaga, ciudad esta última cuyo fuerte fue reducido solo tras varios días de una sangrienta lucha en la que hirieron a Alejandro de gravedad en el tobillo.

Cuando el rajá de Masaga murió durante la batalla, el comandante supremo del ejército acudió a la vieja madre de este, Cleofis, la cual también parecía dispuesta a defender su tierra hasta el final y asumió el control total del ejército, lo que empujó también a otras mujeres del lugar a luchar por lo que Alejandro solo pudo controlar Masaga recurriendo a estratagemas políticas y actos de traición. Según Quinto Curcio Rufo, «Alejandro no solo mató a toda la población de Masaga, sino que redujo sus edificios a escombros». Una matanza similar ocurrió en Ora, otro bastión de los assakenoi.

Mientras todas estas matanzas ocurrían en Masaga y Ora, varios assakenoi huyeron a una alta fortaleza llamada Aornos donde Alejandro los siguió de cerca y capturó la roca tras cuatro días de sangrienta lucha. La historia de Masaga se repitió en Aornos, y la tribu de los assakenoi fue masacrada.

En sus escritos acerca de la campaña de Alejandro contra los assakenoi, Victor Hanson comenta: «Después de prometer a los assakenoi, quienes estaban rodeados, que salvarían sus vidas si capitulaban, ejecutó a todos los soldados que aceptaron rendirse. Las contiendas de Ora y Aornos se saldaron de forma similar. Probablemente todas sus guarniciones fueron aniquiladas».

Campañas de la invasión del sur de Asia.

Sisikottos, que había ayudado a Alejandro en esta campaña, fue nombrado gobernador de Aornos. Tras reducir Aornos, Alejandro cruzó el Indo y luchó y ganó una batalla épica contra el gobernante local Poros, que controlaba la región de Panjab, en la batalla del Hidaspes del 326 a. C.

Tras la batalla, Alejandro quedó tan impresionado por la valentía de Poros que hizo una alianza con él y le nombró sátrapa de su propio reino[7]​ al que añadió incluso algunas tierras que este no poseía antes. Alejandro llamó Bucéfala a una de las dos ciudades que había fundado, en honor al caballo que le había traído a la India, y que habría muerto durante la contienda del Hidaspes. Alejandro siguió conquistando todos los afluyentes del río Indo.

Al este del reino de Poros, cerca del río Ganges, estaba el poderoso Imperio de Magadha gobernado por la dinastía Nanda. Temiendo la perspectiva de tener que enfrentarse con otro gran ejército indio y cansados por una larga campaña, el ejército macedonio se amotinó en el río Hífasis (actual río Beas), negándose a seguir hacia el Este:[9]

El combate de Poro desmoralizó mucho a los Macedonios, apartándolos de querer internarse más en la India: Pues no bien habían rechazado a este, que les había hecho frente con 20 000 infantes y 2000 caballos, cuando ya se hacía de nuevo resistencia a Alejandro, que se disponía a forzar el paso del río Ganges, cuya anchura sabían era de 32 estadios, y su profundidad de 100 brazas, y, que la orilla opuesta estaba cubierta con gran número de hombres armados, de caballos y elefantes; porque se decía que le estaban esperando los reyes de los gandaritas y los preslos, con 80 000 caballos, 200 000 infantes, 8000 carros y 6000 elefantes de guerra.
Plutarco, Vida de Alejandro LXII.

Alejandro, tras reunirse con su oficial Coeno, uno de sus hombres de confianza, se convenció de que era mejor regresar. Alejandro no tuvo más remedio que dirigirse al sur. Por el camino su ejército se encontró con los malios. Los malios eran las tribus más aguerridas del sur de Asia por aquellos tiempos. El ejército de Alejandro desafió a los malios, y la batalla los condujo hasta la ciudadela malia. Durante el asalto, el propio Alejandro fue herido gravemente por una flecha malia en el pulmón. Sus soldados, creyendo que el rey estaba muerto, tomaron la ciudadela y descargaron su furia contra los malios que se habían refugiado en ella, llevando a cabo una masacre, y no perdonaron la vida a ningún hombre, mujer o niño. A pesar de ello y gracias al esfuerzo de su cirujano, Critodemo de Cos, Alejandro sobrevivió a esa herida. Después de esto, los malios supervivientes se rindieron ante las fuerzas macedónicas, y estas pudieron continuar su marcha.

Alejandro combate contra el rey persa Darío III en la batalla de Issos. Detalle del mosaico de la Casa del Fauno de Pompeya (Museo Arqueológico Nacional de Nápoles).

Alejandro envió a la mayor parte de sus efectivos a Carmania (al sur del actual Irán) bajo el mando del general Crátero, y ordenó montar una flota para explorar el golfo Pérsico bajo el mando de su almirante Nearco, mientras que él conduciría al resto del ejército de vuelta a Persia por la ruta del sur a través del desierto de Gedrosia (ahora parte del sur de Irán y de Makrán, en Pakistán). En su regreso a Babilonia, Alejandro sufre una importante pérdida: su oficial Coeno muere (326 a. C.), producto de una enfermedad que había cotraído. Siendo Coeno uno de sus oficiales de infantería más destacados, Magno le rindió un funeral con todos los honores.

Alejandro dejó, no obstante, refuerzos en la India. Nombró a su oficial Peitón sátrapa del territorio del Indo, cargo que este ocuparía durante los próximos 10 años hasta el 316 a. C., y en Panyab dejó a cargo del ejército a Eudemos, junto con Poros y Āmbhi. Eudemos se convirtió en gobernador de una parte de Panyab después de que estos murieran. Él y Peitón volvieron a Occidente en el 316 a. C. con sus ejércitos. En el 321 a. C., Chandragupta Mauria fundó el Imperio mauria en la India y expulsó a los sátrapas griegos.

Últimos años

Archivo:Alexander on Bucephalus bronze statue.jpg
Escultura de bronce de Alejandro montado en caballo.

Tras enterarse de que muchos de sus sátrapas y delegados militares habían abusado de sus poderes en su ausencia, Alejandro ejecutó a varios de ellos como ejemplo mientras se dirigía a Susa. Como gesto de agradecimiento, Alejandro pagó las deudas de sus soldados, y anunció que enviaría a los veteranos mayores a Macedonia bajo el mando de Crátero, pero sus tropas malinterpretaron sus intenciones y se amotinaron en la ciudad de Opis, negándose a partir y criticando con amargura su adopción de las costumbres y forma de vestir de los persas, así como la introducción de oficiales y soldados persas en las unidades macedonias. Alejandro ejecutó a los cabecillas del motín, pero perdonó a las tropas. En un intento de crear una atmósfera de armonía entre sus súbditos persas y macedonios, casó en una ceremonia masiva a sus oficiales más importantes con persas y otras nobles de Susa,[8]​ pero pocas de esas parejas duraron más de un año. Mientras tanto, en su regreso, Alejandro descubrió que algunos hombres habían saqueado la tumba de Ciro II el Grande, y los ejecutó sin dilación, ya que se trataba de los hombres que debían vigilar la tumba que Alejandro honraba.

Tras viajar a Ecbatana para recuperar lo que quedaba del tesoro persa, su amigo más íntimo, Hefestión, murió a causa de una enfermedad o envenenado, lo que afectó mucho a Alejandro.[47][9]

Muerte

El imperio de Alejandro tras su muerte en el 323 a. C.

El 13 de junio del 323 a. C. (10, según algunos autores), Alejandro murió en el palacio de Nabucodonosor II de Babilonia. Le faltaba poco más de un mes para cumplir los 33 años de edad. Existen varias teorías sobre la causa de su muerte, que incluyen envenenamiento por parte de los hijos de Antípatro (Casandro y Yolas, siendo este último, copero de Alejandro) u otros sospechosos;[48]​ enfermedad (se sugiere que pudo ser la fiebre del Nilo), o una recaída de la malaria que contrajo en el 336 a. C. Se sabe que el 2 de junio Alejandro participó en un banquete organizado por su amigo Medio de Larisa. Tras beber copiosamente, inmediatamente antes o después de su baño, le metieron en la cama por encontrarse gravemente enfermo. Los rumores de su enfermedad circulaban entre las tropas, que se pusieron cada vez más nerviosas. El 12 de junio, los generales decidieron dejar pasar a los soldados para que vieran a su rey vivo por última vez, de uno en uno.[49]

Plutarco hace referencia respecto a su última semana con vida, en la que se internaba en extensos baños de inmersión para curarse y sacrificar a los dioses[9]​ (lo que sugiere la práctica de la hidroterapia, muy común entre los griegos).

Causas

La teoría del envenenamiento deriva de la historia que sostenían en la antigüedad Justino y Curcio. Según ellos, Casandro, hijo de Antípatro, regente de Grecia, transportó el veneno a Babilonia con una mula,[7]​ y el copero real de Alejandro, Yolas, hermano de Casandro y amante de Medio de Larisa, se lo administró. Muchos tenían razones de peso para deshacerse de Alejandro. Las sustancias mortales que podrían haber matado a Alejandro en una o más dosis incluyen el heléboro y la estricnina. Según el historiador Robin Lane Fox, el argumento más fuerte contra la teoría del envenenamiento es el hecho de que pasaron doce días entre el comienzo de la enfermedad y su muerte y en el mundo antiguo no había, con casi toda probabilidad, venenos que tuvieran efectos de tan larga duración.

Una de la hipótesis posibles es que sufrió una pancreatitis aguda, ya que los síntomas que sufrió, según explican los autores clásicos, encajan con los propios de esa enfermedad.[50]

Las disputas sucesorias

Diario astronómico de los años 323-322 a. C. que contiene la muerte de Alejandro, Museo Británico.

Alejandro no tenía ningún heredero legítimo. Su medio hermano Filipo Arrideo era deficiente, su hijo Alejandro nacería tras su muerte, y su otro hijo Heracles, cuya paternidad está cuestionada, era de una concubina.[51]​ Debido a ello la cuestión sucesoria era de vital importancia.

En su lecho de muerte, sus generales le preguntaron a quién legaría su reino. Se debate mucho lo que Alejandro respondió: algunos creen que dijo Krat'eroi (‘al más fuerte’) y otros que dijo Krater'oi (‘a Crátero’). Esto es posible porque la pronunciación griega de ‘el más fuerte’ y ‘Crátero’ difieren solo por la posición de la sílaba acentuada. La mayoría de los historiadores creen que si Alejandro hubiera tenido la intención de elegir a uno de sus generales obviamente habría elegido a Crátero porque era el comandante de la parte más grande del ejército, la infantería, porque había demostrado ser un excelente estratega, y porque tenía las cualidades del macedonio ideal. Pero Crátero no estaba presente, y los otros pudieron haber elegido oír Krat'eroi, ‘el más fuerte’. Fuera cual fuese su respuesta, Crátero no parecía ansiar el cargo. Entonces, el imperio se dividió entre sus sucesores (los diádocos).

Todos sus familiares y herederos, tanto su madre Olimpia, su esposa Roxana, su hijo Alejandro, su amante Barsine y su hijo Heracles, fueron mandados a asesinar por Casandro, lo que llevó a la extinción de la dinastía Argéada.

A pesar de los intentos de mantener unificado el Imperio macedónico, este acabaría por dividirse en varios reinos independientes que fundaron sus dinastías.

Testamento

Algunos autores clásicos, como Diodoro, relatan que Alejandro dio detalladas instrucciones por escrito a Crátero poco antes de su muerte. Aunque Crátero ya había empezado a cumplir órdenes de Alejandro, como la construcción de una flota en Cilicia para realizar una expedición contra Cartago, los sucesores de Alejandro decidieron no llevarlas a cabo, basándose en que eran poco prácticas y extravagantes. El testamento, descrito en el libro XVIII de Diodoro, pedía expandir el imperio por el sur y el oeste del Mediterráneo, hacer construcciones monumentales y mezclar las razas occidentales y orientales. Sus puntos más interesantes fueron:[9]

  • Completar el monumento funerario en honor a Hefestión;
  • Construir «mil barcos de guerra, más grandes que los trirremes, en Fenicia, Siria, Cilicia y Chipre para la campaña contra los cartagineses y aquellos que viven por la costa de Libia e Iberia y las regiones costeras que se extienden hasta Sicilia»;
  • Construir una carretera desde el norte de África hasta las columnas de Heracles, con puertos y astilleros alrededor;
  • Erigir grandes templos en Delos, Delfos, Dodona, Dión, Anfípolis, Cirno e Ilión;
  • Construir una tumba monumental «que rivalice con las pirámides de Egipto» para su padre Filipo;
  • Establecer ciudades y «llevar poblaciones de Asia a Europa y también en la dirección opuesta de Europa a Asia, para traer unidad y amistad al continente más extenso a través de enlaces matrimoniales y la unión familiar».

Tumba

Catafalco de Alejandro, según la descripción de Diodoro. Alejandro falleció en el año 323 a.C, y su cuerpo fue trasladado en el año 321 a.C. Los restos iban a ser trasladados a su Macedonia natal, en Grecia. Existe un gran misterio de cómo ocurrió el desvío del mismo, ya que fue trasladado a Alejandría, Egipto, donde permaneció al menos hasta comienzos de la Edad Media. En el hecho se implicó directamente a su amigo personal y comandante, y nuevo regente de Egipto, Ptolomeo, fundador de las dinastías helenísticas. Lo que ha sucedido con su tumba desde la ocupación romana es todo un misterio. Los emperadores romanos robaron objetos de Magno, como su coraza, su capa, incluso flagelándolo.

El cuerpo de Alejandro se colocó en un sarcófago antropomorfo de oro, que se puso a su vez en otro ataúd de oro y se cubrió con una capa púrpura. Pusieron este ataúd junto con su armadura en un carruaje dorado que tenía un techo abovedado soportado por peristilos jónicos. La decoración del carruaje era muy lujosa y fue descrita por Diodoro con gran detalle. Mary Renault resume sus palabras:

El féretro era de oro y el cuerpo que contenía estaba cubierto de especias preciosas. Los cubría un paño mortuorio púrpura bordado en oro, sobre el cual se exponía la panoplia de Alejandro. Encima, se construyó un templo dorado. Columnas jónicas de oro, entrelazadas con acanto, sustentaban un techo abovedado de escamas de oro incrustadas de joyas y coronado por una relumbrante corona de olivo en oro que bajo el sol llameaba como los relámpagos. En cada esquina se alzaba una Victoria, también en noble metal, que sostenía un trofeo. La cornisa de oro de abajo estaba grabada en relieve con testas de íbice de las que pendían anillas doradas que sustentaban una guirnalda brillante y policroma. En los extremos tenía borlas y de estas pendían grandes campanas de timbre diáfano y resonante. Bajo la cornisa habían pintado un friso. En el primer panel, Alejandro aparecía en un carro de gala, «con un cetro realmente espléndido en las manos», acompañado de guardaespaldas macedonios y persas. El segundo representaba un desfile de elefantes indios de guerra; el tercero, a la caballería en orden de combate, y el último, a la flota. Los espacios entre las columnas estaban cubiertos por una malla dorada que protegía del sol y de la lluvia el sarcófago tapizado, pero no obstruía la mirada de los visitantes. Disponía de una entrada guardada por leones de oro. Los ejes de las ruedas doradas acababan en cabezas de león cuyos dientes sostenían lanzas. Algo habían inventado para proteger la carga de los golpes. La estructura era acarreada por sesenta y cuatro mulas que, en tiros de cuatro, estaban uncidas a cuatro yugos; cada mula contaba con una corona dorada, un cascabel de oro colgado de cada quijada y un collar incrustado de gemas.

Según una leyenda, se conservó el cadáver de Alejandro en un recipiente de arcilla lleno de miel (que puede actuar como conservante) e introducido en un ataúd de cristal. Claudio Eliano cuenta que Ptolomeo robó el cuerpo mientras lo llevaban a Macedonia y lo trajo a Alejandría, donde se mostró hasta la Antigüedad Tardía.[52]Ptolomeo IX, uno de los últimos sucesores de Ptolomeo I, reemplazó el sarcófago de Alejandro por uno de cristal, y fundió el oro del original para acuñar monedas y saldar deudas que surgieron durante su reinado. Los ciudadanos de Alejandría se mostraron horrorizados por esto y poco después Ptolomeo IX fue asesinado.

El denominado «Sarcófago de Alejandro Magno» (Museo Arqueológico de Estambul).

Luego que Roma ocupara Egipto definitivamente en el año 29 a. C., la tumba de Alejandro ha sido saqueada, y el propio cuerpo de Magno flagelado por los mismos emperadores romanos. El emperador Octavio Augusto rompió la nariz de Alejandro.[53]​ Luego Pompeyo el Grande robó su capa. Se dice que el emperador romano Calígula saqueó la tumba, robando la coraza de Alejandro para ponérsela. Alrededor del 200 d. C., el emperador Septimio Severo cerró la tumba de Alejandro al público. Su hijo y sucesor, Caracalla, admiraba mucho a Alejandro y visitó la tumba durante su reinado. Tras esto, los detalles sobre el destino de la tumba son confusos.

Ahora se piensa que el llamado «Sarcófago de Alejandro», descubierto cerca de Sidón y ahora situado en el Museo Arqueológico de Estambul, pertenecía en realidad a Abdalónimo, a quien Hefestión nombró rey de Sidón por orden de Alejandro. El sarcófago muestra a Alejandro y a sus compañeros cazando y luchando contra los persas.

Ejército de Alejandro Magno

Al comienzo de la campaña, su ejército era de 40 000 hombres. Luego ese número se incrementó hasta 50 000 al recibir refuerzos de aliados griegos. Por lo que, inicialmente, su ejército estaba compuesto de 35 000 soldados de infantería, y 5000 de caballería.[9]​ Es un número bastante bajo en comparación de los grandes volúmenes de ejércitos que utilizaba Darío (600 000) y las ciudades de los sátrapas persas.

El ejército macedonio bajo Filipo II y Alejandro Magno consistía de diferentes cuerpos que se complementaban entre sí: caballería pesada y caballería ligera; infantería pesada e infantería ligera, armas de asedio (catapultas).[7]

Planteo táctico de Alejandro, basado en el utilizado por su padre Filipo II. Lo que cambiaba sustancialmente era la estrategia. La infantería (falange), actuaba como «yunque», y la caballería (hetaroi) era el «martillo», cuyo movimiento formaba la llamada línea oblícua, rompiendo el orden de las líneas enemigas.

Caballería pesada formaba por izquierda (aliados griegos) y por derecha con Alejandro, que la constituían los hetairoi o compañeros.

Falange macedonia. Portaban lanzas (sarissa) de 6 metros de largo. Manteniendo lejos al enemigo, o caso contrario, atraversarlo. La segunda fila cubría los huecos formados en la primera, haciéndola prácticamente impenetrable. Las sarissas de las líneas de atrás tomaban medidas angulares desde 45º y la última a 90º. Los analistas coinciden que la falange macedonia en tiempos del Magno era similar a la de un puercoespín
  • Los hetairoi estaban formados en escuadrones ilai de 256 jinetes con casco beocio, coraza de bronce o linotorax, equipados con xyston o lanza de 3,80 m y una espada. Los «compañeros» formaban la unidad de élite de caballería aristocrática macedonia, siendo el principal elemento ofensivo de Alejandro. En batalla, los compañeros se formaban a la derecha de los hypspistas: los nueve escuadrones en el orden del día con el escuadrón real de 300 jinetes tomando el lugar de honor en la línea bajo el mando de Clito, cuyo deber era el de proteger al rey en batalla; a su izquierda formaban los otros compañeros en 8 escuadrones de 256 compañeros, subdivididos en cuatro unidades de 64 jinetes bajo el mando de Filotas.
  • Arqueros y lanzadores de jabalinas. Ubicados al frente de los compañeros hetairoi, formaban los arqueros y agrianos (de Tracia y Peonia), y protegiendo su flanco derecho estaban los prodromoi y demás caballería ligera.
  • Caballería ligera. Formaba a la derecha de los heitairoi, y consistía de los prodromoi, exploradores con casco beocio y sin armadura, cuyo deber era el de reconocer el territorio enemigo que el ejército atravesaría. Usaban la sarissa o pica de los falangistas, pero podían estar armados con jabalinas para reconocimiento y exploración. Los prodromoi a su vez estaban apoyados por la caballería de Tracia, odrisios y paionios en su mayoría, armados y equipados con casco tracio o, en el caso de los paionios, con casco ático sin más armadura y blandiendo lanza y espada.
    Arma colectiva: el «euthytonón», predecesor de la helépolis y la ballesta
  • Caballería aliada. Su misión era proteger el flanco izquierdo de la falange macedonia. El escuadrón de Farsalia servía de guardia a Parmenio. Mayormente integrada por aliados griegos de las polis de la región de Tesalia, servía también como caballería pesada, armados y equipados como los «compañeros», presuntamente la mejor caballería de toda Grecia. Al principio de la campaña había 1800 jinetes tesalios, estos a su vez eran apoyados por el resto de la caballería pesada griega. Este contingente aliado era parte de la fuerza con que contribuyó la Liga Helénica al ejército macedonio y que además servían de «rehenes» para garantizar el buen comportamiento de sus respectivas ciudades.
  • Infantería. Actuaba de «yunque», mientras que la caballería era el «martillo» que azotaba al enemigo. Portaban casco, coraza, escudo, y lanzas de hasta 6 metros, con lo que hacía muy difícil atravesar estas falanges.
  • Armas de asedio. Sus ingenieros introdujeron diseños de catapultas de torsión, o «mejoradas» (tipo ballestas), que a diferencia de las catapultas anteriores, estas tenían el doble de alcance, más potencia, y un carril para dirigir el disparo. Su uso fue decisivo en la toma de ciudades, como el caso de Tebas y Tiro. Calístenes narró además, el uso del onagro, que son máquinas para destruir grandes portales y dañar murallas.[7]

Alejandro Magno en el arte

Bustos

Monumentos

Monedas

Pinturas

Matrimonios, sexualidad, amistades

Campaspe, concubina de Alejandro. Museo del Louvre

A lo largo de su vida, Alejandro se casó con varias princesas de los anteriores territorios persas:[7][9][8]

Alejandro fue padre de al menos dos niños: Heracles de Macedonia, nacido en el 327 a. C. de la princesa Barsine, hija del sátrapa Artabazo de Frigia, y Alejandro IV de Macedonia, nacido en el 323 a. C. de la princesa Roxana, seis meses después de la muerte de Alejandro.

Una de sus concubinas más célebres, fue la tesalia Campaspe, de aparentemente gran belleza, que a pedido de Alejandro ha sido retratada por Apeles (su pintor preferido), y que ha modelado en el retrato de Venus saliendo del mar, entre otras obras. Alejandro sentía simpatía y respeto por este pintor, e incluso se sometía a sus exigencias.

Generalmente se considera que el objeto principal de los afectos de Alejandro fue su amigo, estratega de campo de batalla y comandante de caballería, Hefestión, al que probablemente se hallaba unido desde la niñez, dado que ambos se educaron en la corte de Pella. Hefestión hace su aparición en la Historia en el momento en que el conquistador alcanza Troya. Allí ambos realizaron sacrificios en los altares de los héroes de la Ilíada, Alejandro honrando a Aquiles y Hefestión a Patroclo.

La familia de Darío ante Alejandro Magno. En la obra podemos observar a Hefestión señalando a Alejandro. Obra de Justus Sustermans conservada en la Biblioteca Museo Víctor Balaguer.

A continuación, citaremos algunos fragmentos cuestionados, enmarcados dentro de la saga de escritores denominado «vulgata», llamados así literalmente en el Anábasis de Magno (Flavio Arriano, prólogo), por la falta de rigor histórico, basado en «habladurías». Algunos de ellos son Justino, Diodoro y Curcio.

Ejemplo, la carta 24 atribuida al sofista y cínico Diógenes —de muy dudosa fiabilidad, ya que vivió en el siglo IV a. C., y esta fue escrita en el siglo I o II d.C.— expresa que amonestó a Alejandro diciendo «Si quieres ser hermoso y bueno (kalos kai agathos), arroja ese trapo que tienes sobre tu cabeza y ven con nosotros. Pero no serás capaz de hacerlo, dado que estás dominado por los muslos de Hefestión». Como se sabe, Diógenes despreciaba a todos por igual, y Alejandro ha sido su principal centro de ironías y burlas.

El escritor romano Curcio (siglo I d. C.) fue uno de los impulsores de introducir la idea de su ambivalencia sexual. Curcio relata que «Alejandro despreciaba los placeres sensuales a tal grado que su madre estaba ansiosa por temor de que este no le dejase descendencia». Para agudizar su apetito por las mujeres, el rey Filipo (que ya había reprochado a su hijo por cantar con voz demasiado aguda cuando Alejandro era aun pequeño) junto a su madre Olimpia, trajo a una costosa cortesana llamada Calixina, esta narración se sitúa en la época adolescente de Alejandro, etapa en la que el macedonio estaba deslumbrado por las enseñanzas de Aristóteles, cuando sus padres tenían buena relación.

Busto de Alejandro Magno como Helios. Museos Capitolinos, Roma.

Curcio mantiene que Alejandro también tomó como amante a Bagoas, un eunuco persa que Alejandro designó como uno de sus trierarcas, hombres de capacidad administrativa y carácter que supervisaban y financiaban la construcción de barcos. Además de Bagoas, Curcio menciona otro amante de Alejandro, Euxenipo.[54]

Los debates sobre la identidad sexual de Alejandro son considerados anacronismos por los eruditos en ese período, quienes señalan que el concepto de homosexualidad no existía en la Antigüedad: la atracción sexual entre hombres era vista como normal y parte universal de la naturaleza humana, ya que el hombre era atraído hacia la belleza, que era un atributo de la juventud, independientemente del sexo. Si la vida amorosa de Alejandro fue transgresora lo fue no por su amor hacia jóvenes bellos, sino por su relación con hombres de su propia edad en un tiempo en el que el modelo estándar del amor masculino era el que relacionaba hombres mayores con otros mucho más jóvenes.

Ancestros

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
8. Arrhidaeus
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
4. Amintas III de Macedonia
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
2. Filipo II de Macedonia
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
20. Arrabeo
 
 
 
 
 
 
 
10. Sirra de Lincestis
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
5. Eurídice I de Macedonia
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
1. Alejandro Magno
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
24. Táripe
 
 
 
 
 
 
 
12. Alcetas I de Epiro
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
6. Neoptólemo I de Epiro
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
3. Olimpia de Epiro
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Alejandro en la posteridad

Camafeo de Alejandro Magno representado como Zeus-Amón.

Principalmente en Asia, Alejandro Magno es adjetivado Dhul-Qarnayn (‘el de dos cuernos’),[55]​ porque se hacía representar como el dios Zeus-Amón, llevando una diadema con dos cuernos de carnero (el animal que representa a Amón), y por los dos largos penachos blancos que salían de su yelmo.

La figura del rey macedonio se prestó desde la Antigüedad a todo tipo de fantasías legendarias. Así, una leyenda neogriega recogida por Nikolaos Politis presenta a Alejandro obsesionado por la inmortalidad (como Gilgamesh) y emprendiendo en vano la búsqueda del agua sagrada que podría proporcionársela.[56]

Los zoroastristas lo recuerdan en el Arda Viraf como el «maldito Alejandro», responsable de la destrucción del Imperio persa y el incendio de su fastuosa capital, Persépolis.

Entre las culturas orientales se le conoce como Eskandar-e Maqduni (‘Alejandro de Macedonia’) en persa, Dhul-Qarnayn (‘el de los dos cuernos’) en las tradiciones del Medio Oriente, Al-Iskandar al-Akbar الإسكندر الأكبر en árabe, Sikandar-e-azam en urdu e hindi, Skandar en pashto, Alexander Mokdon en hebreo, y Tre-Qarnayia (‘el de los dos cuernos’) en arameo, debido a una imagen empleada en monedas acuñadas durante su reinado en las que aparece con los cuernos de carnero del dios egipcio Amón. Sikandar, su nombre en urdu e hindi, también se utiliza como sinónimo de ‘experto’ o ‘extremadamente hábil’.

El cráter lunar Alexander lleva este nombre en su honor.

Influencia en la Antigua Roma

Al final de la República y a principios del Imperio, los ciudadanos romanos cultos usaban el latín solo para asuntos legales, políticos y ceremoniales, empleando el griego para hablar sobre filosofía o sobre cualquier otro debate intelectual. A ningún romano le gustaba oír que su dominio de la lengua griega era pobre. En el mundo romano, la única lengua que se hablaba en todas partes era la koiné, variante de griego que hablaba Alejandro.

Muchos romanos admiraban a Alejandro Magno y sus conquistas y querían igualar sus hazañas, aunque poco se sabe acerca de las relaciones diplomáticas que mantenían Roma y Macedonia en aquellos tiempos. Julio César lloró en Hispania con la sola presencia de una estatua de Alejandro, lamentándose de que a su edad no había conseguido realizar tantas cosas.[57]​ También Julio César honró la tumba de Alejandro Magno en su estadía en Alejandría (Egipto), siendo Cleopatra su aliada y anfitriona, y que posteriormente le daría un hijo, Cesarión (fue la última reina de la dinastía helenística de Ptolomeo). En el año 29 a. C. el Egipto de Ptolomeo cae en manos de Roma definitivamente, Alejandría era el último bastión helénico en pie. Luego de la caída de Alejandría, la tumba y el cuerpo de Magno fue saqueado y arruinado poco a poco por los propios emperadores romanos. El emperador Augusto (más conocido como Octavio), luego de someter a Egipto y sus ciudades más importantes, fue a visitar su tumba en Alejandría, le preguntaron si quería ver el lugar de descanso de los faraones ptolemaicos, a lo que respondió que Alejandro era el único líder que merecía su visita.[58]​Acto seguido, Augusto, en su empeño de honrar a Alejandro, rompió accidentalmente la nariz del cuerpo momificado mientras dejaba una guirnalda en el altar del rey. Pompeyo el Grande robó la capa de Alejandro, de 260 años de antigüedad, y se la puso como símbolo de grandeza. Calígula, el emperador desequilibrado, robó la coraza de Alejandro de su tumba para su uso personal.[59]​ Los Macriani, una familia romana que ascendió al trono imperial en el siglo III d. C., llevaban siempre consigo la imagen de Alejandro, ya fuera estampada en brazaletes y anillos o cosida en sus ropas. Hasta en su vajilla estaba representada la cara de Alejandro, y la vida del rey se podía ver descrita con dibujos a lo largo de los bordes de los platos.

Alejandro Magno en la literatura

Se han escrito innumerables obras de Alejandro

  • De 1969 a 1981 Mary Renault escribió una trilogía de ficción histórica sobre Alejandro: Fuego en el paraíso (sobre su niñez y adolescencia), El muchacho persa (la campaña de Asia a partir de la conquista de Persia, narrada desde el punto de vista del eunuco Bagoas), y Juegos funerarios (sobre las luchas de los diádocos). Alejandro también aparece brevemente en la novela La máscara de Apolo, y se alude directamente a él en El último vino, e indirectamente en El cantador de salmos. Además de estas obras de ficción, Renault también escribió una biografía histórica, The Nature of Alexander (traducida al castellano simplemente como Alejandro Magno).
  • El polémico[60]​ escritor francés Roger Peyrefitte escribió una trilogía sobre Alejandro que es considerada una buena biografía:[61]La Jeunesse d'Alexandre (1977), Les Conquêtes d'Alexandre (1979) y Alexandre le Grand (1981).
  • Una tercera trilogía fue escrita por el italiano Valerio Massimo Manfredi en 1998: El hijo del sueño, Las arenas de Amón y El confín del mundo.
  • Gisbert Haefs también noveló la vida en una obra con título el nombre del rey, Alejandro Magno.
  • La ucronía Alejandro Magno y las águilas de Roma, de Javier Negrete, fue publicada en 2007 en España.

Juicios sobre su personalidad

Cualquiera que hable mal de Alejandro que lo haga contando no solo las cosas censurables que Alejandro hizo, sino que junte todo lo que Alejandro llevó a cabo, y vea así el conjunto. Que considere ese tal quién es él mismo y cuál es su suerte y, frente a eso, que calcule quién llegó a ser Alejandro y hasta qué grado de humana felicidad llegó... Que hable mal ese tal de Alejandro, él que será un personajillo insignificante que se ocupa en pequeñeces y es incapaz incluso de poner orden en ellas.
Los [historiadores] modernos que lo han acusado de “una desagradable preocupación por su propia gloria” piensan en función de otra época. Hasta ese momento y de ahí en adelante, los más altos niveles de la literatura griega están impregnados del axioma según el cual ser digno de fama es la más honrosa de las aspiraciones, el incentivo de los mejores hombres para alcanzar las más altas cotas. Sócrates, Platón y Aristóteles lo aceptaron. Este ethos duró más que Grecia y Roma. La última palabra de la única épica inglesa es lofgeornost: ‘de lo más deseoso de fama’. Cierra el lamento de los guerreros ante el difunto Beowulf.
  • Hermann Bengston:
Si alguien tiene derecho a ser juzgado de acuerdo con las normas de su propio tiempo, este alguien es Alejandro.
Hermann Bengston, The Greeks and the Persians, citado por Mary Renault como introducción de la novela El muchacho persa.
Los historiadores, que no ven bien las guerras sin justificación ni las matanzas, ahora consideran a Alejandro excepcionalmente salvaje y cada vez más propenso a matar. Sus más viejos contemporáneos recuerdan a Hitler o Stalin (...) Hay historiadores modernos que, detestando el “imperialismo”, intentan barrer estos movimientos considerándolos “pragmáticos” o muy limitados. Creo que sus prejuicios modernos les conducen a mal puerto, como les ocurre a muchos otros. Alejandro nació rey —no derrocó una constitución, como Hitler—. No tenía ni idea de qué era la limpieza étnica o racial. Quería incluir a los pueblos conquistados en su nuevo reino, el de Alejandro, mientras sus súbditos, por supuesto, pagaban tributos y no podían rebelarse.
Robin Lane Fox en una entrevista para la web archeology.org y publicada en la revista Archeology.[62]
A demasiados estudiosos les gusta comparar a Alejandro con Aníbal o Napoleón. Un equivalente mucho mejor sería Hitler (...) ambos eran místicos chiflados, concentrados únicamente en el botín y el saqueo bajo la apariencia de llevar la 'cultura' a Oriente y 'liberar' a los pueblos oprimidos de un imperio corrupto. Ambos eran amables con los animales, mostraban deferencia a las mujeres, hablaban constantemente de su propio destino y divinidad, y podían ser especialmente corteses con subordinados aunque estuvieran planeando la destrucción de cientos de miles de personas, y asesinaron a sus colaboradores más íntimos.
Hemos mencionado muchas facetas de la personalidad de Alejandro: sus profundos afectos, sus fuertes emociones, su valor sin límite, la brillantez y rapidez de su pensamiento, su curiosidad intelectual, su amor por la gloria, su espíritu competitivo, la aceptación de cualquier reto, su generosidad y su compasión; y, por otro lado, su ambición desmesurada, su despiadada fuerza de voluntad: sus deseos, pasiones y emociones sin freno (...) en suma, tenía muchas de las cualidades del buen salvaje.
¿O no fue ninguno de estos [posibles Alejandros recreados por los sabios], o tenía algo de todos, o algunos, de ellos? (...) Mi Alejandro es una suerte de contradicción: un pragmatista con una veta de falsedad, pero también un entusiasta con una veta de romanticismo apasionado.

Véase también

Notas y referencias

Notas

  1. Alejandro nació el día seis del mes de hecatombeón, al que los macedonios llamaban Loo (Plutarco de Queronea, Alejandro, III, 5).
  2. Existen discrepancias sobre la fecha exacta de su muerte. Cf. Roger Caratini: Alejandro Magno, pp. 417 y 422.
  3. El nombre, derivado de las palabras griegas αλέξω ‘repeler, proteger’ y ανήρ ‘hombre’, puede significar literalmente tanto ‘protector de los hombres’ como ‘espantahombres’.

Referencias

  1. «The birth of Alexander». Livius (en inglés). Online Etymology Dictionary. Consultado el 4 de agosto de 2008. 
  2. «Biografías y vidas. Entrada } : Biografía de Alejandro Magno». Consultado el 14 de febrero de 2011. 
  3. «Protagonistas de la historia. Ficha: Alejandro Magno». Archivado desde el original el 25 de diciembre de 2010. Consultado el 14 de febrero de 2011. 
  4. Arriano, 1982a, p. III.1.
  5. Noguera Borel, 1998, p. 3.
  6. a b Plutarco, Vida de Alejandro III.
  7. a b c d e f g h i j k l m n ñ o p q r Pseudo Calístenes (Español año 2008 (original s. III a. C - II d. C.)). Vida y Hazañas de Alejandro de Macedonia. Gredos. ISBN 978-987-609-122-0. Consultado el 14 de febrero de 2017. 
  8. a b c d e f g h i j k l m n ñ o p q r s Pseudo Calístenes. «Pseudo Caslístenes «Vida y Hazañas de Alejandro de Macedonia»». https://es.scribd.com/document/180217990/001-Pseudo-Calistenes-Vida-y-hazanas-de-Alejandro-de-Macedonia. Gredos. Consultado el 10 de febrero de 2017. 
  9. a b c d e f g h Plutarco: Vida de Alejandro.
  10. Renault, 2013, «Troya», p. 1.
  11. a b Plutarco, Vida de Alejandro V.
  12. Plutarco, Vida de Alejandro VII y VIII.
  13. Plutarco, Vida de Alejandro IV.
  14. a b c d e Plutarco, Vida de Alejandro IX.
  15. Plutarco, Vida de Alejandro X.
  16. Arriano, 1982a, p. I.1.
  17. Plutarco XI / Arriano I: 7, 8 y 9.
  18. a b Plutarco, Vida de Alejandro XIII.
  19. Arriano, 1982a, p. I.10.
  20. Plutarco, Vida de Alejandro XIV.
  21. a b Plutarco, Vida de Alejandro XVI.
  22. Arriano, 1982a, pp. I.13-16.
  23. Arriano I.15.8; Plutarco L.6; Diodoro XVII.20.6-7.
  24. a b Plutarco, Vida de Alejandro XVIII.
  25. Arriano, 1982a, p. I.17.
  26. Plutarco, Fortuna II; Valerio Máximo VIII.11.
  27. Arriano, 1982a, p. II.3.
  28. Michael Wood, In the Footsteps of Alexander the Great, ep. 1: «The Gordian Knot», BBC.
  29. Arriano, 1982a, pp. II.10-11.
  30. Arriano, 1982a, p. II.12.
  31. Arriano, 1982a, pp. II.16-24.
  32. Arriano, 1982a, pp. III.4-5.
  33. Arriano, 1982a, p. III.6.
  34. Arriano, 1982a, pp. III.8-15.
  35. Arriano, 1982a, p. III.21.
  36. Arriano, 1982a, p. III.25.
  37. Arriano, 1982a, p. III.26.
  38. Arriano, 1982a, p. III.27.
  39. Arriano, 1982b, pp. IV.14-15.
  40. a b Plutarco, Vida de Alejandro LI.
  41. Arriano, 1982b, p. IV.8.
  42. Arriano, 1982b, p. IV.9.
  43. Arriano, 1982b, p. IV.1-1.
  44. Plutarco, Vida de Alejandro XLVII.
  45. Skanda, Romance indio de Alejandro (20 al 22).
  46. Arriano, 1982b, p. VI.2-4.
  47. Arriano, 2012-2013, pp. VII.208-210.
  48. Bosworth, 2005, pp. 190-191.
  49. pothos.org (2006-2016). «Alexander's death». All about Alexander the Great (en inglés). Consultado el 15 de diciembre de 2016. 
  50. Antón, Jacinto (8 de marzo de 2011). «Tras la tumba de Alejandro Magno» (HTML). El País. ISSN 0213-4608. Consultado el 15 de diciembre de 2016. 
  51. Renault (2001: 100); Tarn (1948: II, 330).
  52. Claudio Eliano, Varia Historia 12.64.
  53. Martinez-Pinna, Javier (2015). Grandes tesoros ocultos. Nowtilus. 
  54. Curcio VII.9.19.
  55. Michael Wood, In the Footsteps of Alexander the Great, BBC.
  56. Ν. Γ. Πολίτης, Μελέται περὶ τοῦ βίου καὶ τῆς γλώσσης τοῦ ῾Ελληνικοῦ λάου· Παραδόσεις, Atenas, 2t., 1904, tradición número 552.
  57. Suetonio, Vidas de los doce césares, "Vida de Julio César", VII.
  58. Suetonio, Vidas de los doce césares, "Vida de Augusto", XVIII.
  59. Suetonio, Vidas de los doce césares, "Vida de Calígula", LII.
  60. Mira, Alberto (1999). Para entendernos. Barcelona: Ediciones de la Tempestad. 
  61. «Autores: Roger Peyrefitte». Egales Editorial. Consultado el 16 de diciembre de 2016. 
  62. «Riding with Alexander». Archeology (en inglés). 14 de septiembre de 2004. ISSN 0003-8113. Consultado el 15 de diciembre de 2016. 

Bibliografía

Fuentes clásicas

Obras modernas

Bibliografía adicional

Enlaces externos

  • Demóstenes o Hipérides: Sobre el tratado con Alejandro (Περὶ τῶν πρὸς Ἀλέξανδρον Συνθηκῶν).
    • Texto francés, con anotaciones en el mismo idioma, en el sitio de Philippe Remacle. Los números en azul entre corchetes son rótulos activos que sirven para cambiar al griego.
      • Texto griego en el mismo sitio. Los números en azul entre corchetes son rótulos activos que sirven para cambiar al francés.
  • Pseudo-Calístenes: Carta de Alejandro Magno a Aristóteles y a Olimpia sobre los prodigios de la India.
    • Texto francés, con anotaciones en el mismo idioma, en el mismo sitio; trad. de Jules Berger de Xivrey (1801 - 1863). Imprimiere Royale (hoy, Imprimerie Nationale),[1] París, 1836.


Como soberano


Predecesor:
Filipo II
Rey de Macedonia

336-323 a. C.
Sucesor:
Filipo III y Alejandro IV
Predecesor:
Darío III
Rey de Egipto

330-323 a. C.
Sucesor:
Filipo III y Alejandro IV
Predecesor:
Darío III
Shahanshah de Persia
330-323 a. C.
Sucesor:
Filipo III y Alejandro IV


Historia de Grecia


Predecesor:
Época clásica
Alejandro Magno
336 a. C.-323 a. C.
Sucesor:
Período helenístico