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La acción cada vez más violenta de la derecha peronista -sostenida desde el entorno del propio Perón-, contra las organizaciones guerrilleras se acentuó más aún luego de la muerte del anciano líder, al asumir su esposa y vicepresidente [[María Estela Martínez de Perón]] la primera magistratura, cuya opinión y voluntad estaban bajo la influencia de [[José López Rega]].
La acción cada vez más violenta de la derecha peronista -sostenida desde el entorno del propio Perón-, contra las organizaciones guerrilleras se acentuó más aún luego de la muerte del anciano líder, al asumir su esposa y vicepresidente [[María Estela Martínez de Perón]] la primera magistratura, cuya opinión y voluntad estaban bajo la influencia de [[José López Rega]].

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== El secuestro de los Born ==
== El secuestro de los Born ==

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Archivo:Montoneros 1 de mayo de 1974.jpg
Montoneros el 1 de mayo de 1974 en Plaza de Mayo.

Montoneros fue una organización guerrillera argentina que se identificaba con la izquierda peronista y que desarrolló la lucha armada entre 1970 y 1979, aunque su período de máximo poder se extendió hasta 1976.

Sus objetivos iniciales fueron la desestabilización del gobierno de facto autodenominado "Revolución Argentina" (Onganía, Levingston, Lanusse / 1966 - 1973) y el retorno al poder del General Juan Domingo Perón; posteriormente, una vez que asumió la presidencia Héctor José Cámpora sus acciones se dirigían a la instauración en la Argentina de un sistema político que denominaban "Socialismo Nacional", al que consideraban como la evolución histórica natural del peronismo. Fue considerada como organización terrorista por el gobierno de María Estela Martínez de Perón.

Si bien durante sus primeros años de existencia recibieron el apoyo del General Perón y de buena parte del Movimiento Peronista, a partir del primero de mayo de 1974, sus acciones ocasionaron el rechazo por parte del mismo líder y de los sectores sindicales y políticos del peronismo ortodoxo, llevándolos a un gradual aislamiento y a decidir su pase a la clandestinidad, para ser posteriormente aniquilados por la dictadura militar que derrocó a la viuda de Perón, María Estela Martínez, el 24 de marzo de 1976.

Orígenes, ideología y fundadores

Las raíces tempranas del movimiento se pueden encontrar en la década de 1960, en la confluencia de militantes del movimiento nacionalista estudiantil Tacuara, la Agrupación de Estudios Sociales de Santa Fe, y el integrismo de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba.

Desde dichas vertientes se perfilan grupos que luego se afianzarían junto a la militancia católica de jóvenes pertenecientes a clases medias y altas, cuyo órgano de prensa aglutinante era la revista nacionalista "Azul y Blanco" dirigida por Marcelo Sánchez Sorondo y Ricardo Curutchet y cuyo secretario de redaccion fue desde 1966 Juan Manuel Abal Medina. Luego tambien estos jovenes tuvieron un punto de encuentro en la revista Cristianismo y Revolución, dirigida por Juan García Elorrio. A partir de allí se conforma el Comando Camilo Torres, el cual, junto al grupo conducido por José Sabino Navarro, pueden considerarse las células iniciales de Montoneros.

Hacia fines de la década del '60 fueron alineándose políticamente con el peronismo revolucionario, de neto perfil populista y anti-imperialista, en tanto que su ideología se iba estructurando con una poco clara mezcla de la doctrina peronista, con elementos del marxismo latinoamericano revolucionario provenientes del Che Guevara y de Fidel Castro, recibiendo además fuertes influencias católicas desde el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Varios fundadores de lo que luego se transformaría en una organización armada se conocieron cuando eran seguidores del sacerdote tercermundista Carlos Mugica.

Autodefinidos en sus comienzos como una vanguardia armada nacionalista, católica y peronista, y utilizando consignas tales como "Perón o muerte", Montoneros se asumió como organización político militar en la provincia de Buenos Aires, y fue encabezada por Fernando Abal Medina, Carlos Gustavo Ramus, José Sabino Navarro, Emilio Maza, Carlos Capuano Martínez, Norma Arrostito, Mario Firmenich, entre otros.

Los fundadores de la organización Montoneros deciden adoptar ese nombre para resaltar la continuidad histórica con los caudillos del interior argentino en el siglo XIX y las "montoneras" originales, del "Chacho" Peñaloza y Felipe Varela, estableciendo así una línea política nacionalista, antiimperialista y federal que la hacían partir de San Martín y las guerras de la independencia, pasar por los caudillos y Juan Manuel de Rosas y desembocar finalmente en Juan Domingo Perón. Inclusive, en las primeras épocas de la organización guerrillera, varios de sus comandos operativos (Unidades de Combate) adoptaron circunstancialmente el nombre de esos caudillos para firmar sus "partes de guerra". Esta práctica se abandonó posteriormente cuando sus militantes comenzaron a caer en combate y los comandos firmaban entonces con los nombres de los compañeros muertos.

Posteriormente, otros dirigentes notorios fueron Rodolfo Walsh, Julio Roqué, Dardo Cabo, Marcos Osatinsky, Roberto Quieto, Horacio Mendizábal, Raúl Yaguer, Roberto Perdía, Fernando Vaca Narvaja, Rodolfo Galimberti, algunos de ellos provenientes de la organización Descamisados y otros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR, una organización armada peronista similar, pero de bases más definidas hacia el marxismo, que se fusionó con Montoneros en octubre de 1973).

El 7 de septiembre de 1970 en William Morris (provincia de Buenos Aires), murieron en un enfrentamiento Fernando Abal Medina y Carlos Gustavo Ramus. Desde entonces, la militancia que adscribe al sector de izquierda peronista conmemora esa fecha como el "Día del Montonero".

Los pasos previos: Vandor

Si bien Montoneros no realizó el asesinato de Augusto Timoteo Vandor, que fue obra de un grupo guerrillero que se autodenominó en un "parte de guerra" como "Ejército Nacional Revolucionario", varios de sus integrantes pasarían tres años después a Montoneros. Se trata de Carlos Caride, Rodolfo Walsh, Horacio "el Lauchón" Mendizábal y Dardo Cabo entre los más notorios. En realidad, este grupo fue inicialmente el germen de una organización político militar denominada "Descamisados", conducida por Caride, Mendizabal, De Gregorio, Norberto Habegger, entre otros, que en 1972 se disolvió y se integró a Montoneros. Dardo Cabo reconoció en la revista El Descamisado, de la que era Director, que él había confeccionado los planos de la UOM para la operación, y que Rodolfo Walsh había hecho la planificación de la misma.

Su primera acción pública

La organización armada Montoneros se presentó ante la sociedad el 1 de junio de 1970 mediante un comunicado referido al secuestro y asesinato del general Pedro Eugenio Aramburu, quien fuera la cabeza de una sublevación militar que en 1955 había derrocado al General Lonardi. El Padre Carlos Mugica dijo entonces: "Quienes secuestraron a Aramburu no fueron los guerrilleros de Taco Ralo. Es un castigo por los fusilamientos de 1956 y si digo algo más me va a pasar un camión por encima". El secuestro se había realizado el 29 de mayo (Dia del Ejercito Argentino), cuando militantes de un autodenominado "Comando General Juan Jose Valle de la Organizacion Montoneros" vestidos como oficiales del Ejército lo sacaron en su departamento haciéndole creer que le brindarían custodia. Aramburu fue llevado por la fuerza a una chacra de la localidad de Timote, provincia de Buenos Aires y luego de un "juicio revolucionario" en que no tuvo posibilidad de defensa y cuyo desenlace estaba decidido de antemano fue acusado por traición a la patria, por los fusilamientos de civiles en los basurales de José León Suárez, por el del General Juan Jose Valle y otros militares, y por la desaparición del cadáver de Evita y finalmente asesinado por Fernando Abal Medina en el sótano de la mencionada chacra.

Generalmente los estudiosos de los movimientos armados de la época establecen el punto fundacional en este secuestro, pero en la práctica Montoneros ya existía como una organización política desde varios meses antes, aunque muy minoritaria y casi secreta.

La toma de la Calera

El 1 de julio de 1970, a las 7.30, los Montoneros realizaron un operativo en la localidad cordobesa de La Calera. Tomaron la comisaría, se asaltó el Banco de la Provincia de Córdoba, se tomó la central telefónica y se inutilizaron sus equipos y se dejó en la esquina del banco una caja -supuestamente un explosivo- que en realidad contenía un grabador con la marcha peronista. Luego de la retirada, diversos errores de planificación y ejecución provocaron la detención de varios militantes, algunos de ellos fundadores de la organización. Fueron heridos Ignacio Velez y Luis Lozada y detenidos José Breganti, Felipe Defrancesco, Cristina Liprandi, José Fierro, Juan Conte Grand, Juan Sorati Martínez y Heber Albornoz en tanto murió en el enfrentamiento el llamado Comandante Emilio Maza.

Inserción en el peronismo

A partir de allí y en sus primeros años de accionar, los Montoneros iniciaron un proceso de rápida captación de cuadros en el peronismo (que podía comprobarse con la participación de decenas de miles de simpatizantes y adherentes en las manifestaciones populares), y un gran crecimiento de militantes y adeptos que se integraban a sus agrupaciones de superficie (Juventud Peronista de las Regionales, Juventud Trabajadora Peronista y Juventud Universitaria Peronista, que titularizaba los Centros de Estudiantes en casi todas las facultades del país), y pudieron influir políticamente en el levantamiento de la proscripción del peronismo y la posterior convocatoria a elecciones, en las que impusieron la consigna: "Luche y Vuelve".

Asesinato de políticos

El 18 de marzo de 1972 tres hombres y una mujer que dijeron pertenecer a Montoneros ingresaron a la casa del dirigente político Roberto Mario Uzal, miembro de la junta Promotora Provincial del partido Nueva Fuerza, e intentaron secuestrarlo. Uzal se resistió y en el tiroteo resultó gravemente herido, falleciendo dos días más tarde, el 20 de marzo. Los guerrilleros se retiraron luego de pintar la casa con consignas.[1]

Arturo Mor Roig dirigente radical que había sido Ministro del Interior durante la dictadura presidida por Lanusse y que se había retirado de la política, fue asesinado por Montoneros el 15 de julio de 1974 mientras almorzaba en un restaurante de San Justo.

La relación con Perón

Entre sus variados contactos con las agrupaciones de superficie, Montoneros integra a JAEN (Juventud Argentina para la Emancipación Nacional) a su estructura de masas. Los dirigentes de dicha agrupación eran Rodolfo Galimberti y Ernesto Jauretche. Se decide además que Rodolfo Galimberti viaje hacia España con una carta de Montoneros, dirigida al General Juan Domingo Perón en donde le explican las causas y motivos por los que secuestraron y dieron muerte al ex presidente Pedro Eugenio Aramburu, como también sus intenciones de continuar actuando como el brazo armado del movimiento peronista. Desde su exilio en Madrid, Perón los alentó en su proceder guerrillero, pues el accionar y la lealtad incondicional de esta organización le posibilitaba presionar y desestabilizar a los gobiernos de facto de la llamada Revolución Argentina que gobernaba por entonces en el país.

En dicha línea estratégica, a la distancia Perón los denominó «formaciones especiales», dando a entender que la existencia de los Montoneros y las otras organizaciones armadas del peronismo eran una circunstancia temporal y táctica, que se justificaba en la medida de la existencia de una dictadura militar. No obstante, les prodigó elogios tales como «juventud maravillosa», e inclusive en una carta, refiriéndose a la ejecución del General Aramburu, les escribió «encomio todo lo actuado». Según consta en numerosos testimonios y declaraciones públicas de la época, los Montoneros -erróneamente- consideraron que tenían el aval de Perón para constituirse en la vanguardia revolucionaria funcional a los planes del viejo caudillo para la construcción de una Patria Socialista.

El 11 de marzo de 1973 en las elecciones generales, el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI) nucleaba al Partido Justicialista, al Partido Conservador Popular, al Partido Socialista Unificado y a otras fuerzas menores, y ganó por abrumadora mayoría llevando como candidato a presidente al Dr. Héctor José Cámpora. Perón retornó definitivamente a la Argentina, y a partir de esos días modificó sustancialmente su relación con las corrientes de izquierda de su propio partido, prefiriendo apoyar y respaldarse en el ala histórica más conservadora del amplio espectro de sus colaboradores y simpatizantes de derecha, marcando por lo tanto una creciente distancia discursiva hacia Montoneros, y quitándole gradualmente espacio y protagonismo político dentro del movimiento que él lideraba.

La masacre de Ezeiza

El 20 de junio de 1973, durante la oportunidad tan esperada por sus partidarios del regreso de Perón a su país luego de 18 años de exilio, ocurrieron los hechos conocidos como masacre de Ezeiza, en esa localidad cercana al aeropuerto internacional donde estaba programado que arribaría la aeronave, constituyendo el dramático anticipo de lo que sobrevendría en los siguientes años del escenario político argentino.

Una multitud no vista hasta entonces, estimada por los medios periodísticos de la época en dos millones de personas, se reunió en el lugar para recibir a Perón y, en medio de ella, las columnas de Montoneros junto a otras agrupaciones de izquierda representaban un importante despliegue de movilización. Por expresas directivas de Perón, la seguridad de todo el operativo del regreso se delegó en el Coronel (RE) Jorge Osinde, del ala más conservadora de su movimiento político, excluyendo a Esteban Righi (por entonces Ministro del Interior de la Nación), responsable natural de la seguridad del país e ideológicamente cercano a Montoneros.

Varios enfrentamientos -cuyo saldo de quizás centenas de muertos y heridos nunca fue determinado exactamente, ni investigado judicialmente- se generaron durante todo el día entre los grupos armados paramilitares a cargo del operativo de seguridad, y militantes de Montoneros que habían concurrido armados, en medio de cientos de miles de concurrentes, algunos con sus familias, quienes no entendían lo que estaba ocurriendo y tampoco recibían información a través de las radios que silenciaban los hechos.

Al caer la tarde, y ante las noticias provenientes de Ezeiza, la aeronave que traía a Perón fue desviada al aeropuerto de Morón. Por la noche aún continuaron las corridas y enfrentamientos armados en Ezeiza, mientras la mayoría de la multitud pugnaba por abandonar el área y ponerse a salvo.

Las contradicciones con el gobierno

Una vez radicado en el país Perón comenzó a apartarse tanto de los cuadros armados de Montoneros como de sus enlaces políticos, los miembros de las Juventudes Peronistas de la Tendencia Revolucionaria.

En ese año 1973 Montoneros ya sufría un proceso de contradicciones internas entre la realidad del proyecto de Perón y sus propias expectativas. No obstante siguieron aparentemente apoyando al gobierno aunque posteriormente se confirmó que mataron al dirigente sindical José Ignacio Rucci, por entonces Secretario General de la Confederación General del Trabajo (CGT), hecho que acaeció el 25 de setiembre de 1973 en el populoso barrio de Flores de la ciudad de Buenos Aires.

Si bien Montoneros no reconoció en ese momento la autoría -tal como era su costumbre operativa-, fue aceptado años después por varios dirigentes de la organización que ese atentado fue planificado y concretado por ellos para "tirarle un muerto a Perón" y demostrarle poder. La emboscada a Rucci ocurrió sólo dos días después de las elecciones que consagraron a Perón por tercera vez presidente constitucional de Argentina, y provocó una conmoción política. Aparentemente el objetivo del asesinato fue mostrar sus fuerzas y sus límites desafiando al propio Perón, y reclamar con ello la cuota de poder que se les negaba dentro del gobierno. El sindicalismo ortodoxo, la CGT y el resto del peronismo interpretaron este atentado como una abierta declaración de guerra.

La "Triple A" (AAA)

Afloró entonces el pleno protagonismo político de José López Rega, ex Cabo de la Policía Federal Argentina, secretario privado de Perón y conocido también como Lopecito, tal como lo llamaba familiarmente Perón, Daniel por sus allegados y El Brujo por sus enemigos, debido a sus inclinaciones esotéricas, quien fue ascendido a Comisario General por Perón en un solo paso e inmediatamente nombrado Ministro de Bienestar Social del gobierno. Ministro y consejero de confianza del líder, López Rega tuvo un importante rol en la lucha contra Montoneros, a quienes solía referirse como la infiltración marxista. Su poder en el gobierno le permitió crear y apoyar financieramente con fondos ilícitamente desviados desde el ministerio a su cargo a la paramilitar Alianza Anticomunista Argentina o Triple A.

La Triple A contaba muchas veces con la colaboración operativa y de inteligencia militar para atentar violentamente, no sólo contra los cuadros Montoneros y las juventudes políticas de la Tendencia Revolucionaria, sino también contra cualquier ciudadano sospechoso de poseer una ideología de izquierda.

Oesterheld, guionista-montonero, desaparecido por la dictadura militar de 1976-1983.

El Primero de Mayo

El punto de máxima tensión en el proceso de expulsión de Montoneros del movimiento peronista se produjo el 1 de mayo de 1974, en ocasión de los festejos por el Día del Trabajo. Ya en el ocaso de su vida, en pleno ejercicio de sus facultades como Presidente de la Nación, e indignado por los cánticos ofensivos que entonaban las columnas montoneras (contra su esposa, contra López Rega y acusando a su gobierno de "estar lleno de gorilas"), durante una gran convocatoria en la Plaza de Mayo Perón los llamó estúpidos e imberbes en un encendido y recordado discurso desde el balcón de la Casa de Gobierno. La reacción de los militantes montoneros y sus simpatizantes, provocó algunos enfrentamientos y la inmediata retirada de la Plaza de las columnas que respondían a la organización. Entonces el Gral Peron le encomendó al Dr. Juan Manuel Abal Medina que les transmitiese que él queria hablar personalmente con Norma Arrostito y con Fernando Vaca Narvaja. La conducción de Montoneros no trasmitió ese mensaje a los dos convocados por Perón, que se enteraron de ello tiempo después, por lo que la reunión no se realizó. Luego de dicho suceso, la jerarquía montonera pasó de hecho a la clandestinidad, y retomó sus operaciones militares, ahora ya en abierta oposición al gobierno encabezado por Perón, lo que les dejaba sin la más mínima expectativa de tener su apoyo. El retorno a la actividad clandestina fue reconocido formalmente por la Conducción Nacional de Montoneros en el mes de septiembre de 1974.

A partir de 1975 se realizan conversaciones para un acercamiento entre la dirigencia de Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), otra organización armada irregular argentina (en este caso de ideología marxista-leninista) brazo armado del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).

La acción cada vez más violenta de la derecha peronista -sostenida desde el entorno del propio Perón-, contra las organizaciones guerrilleras se acentuó más aún luego de la muerte del anciano líder, al asumir su esposa y vicepresidente María Estela Martínez de Perón la primera magistratura, cuya opinión y voluntad estaban bajo la influencia de José López Rega.

El secuestro de los Born

En medio de un clima político y social sumamente enrarecido y conflictivo, el 19 de septiembre de 1974 un comando montonero concreta el secuestro extorsivo que obtuvo el cobro del mayor rescate de la historia argentina ya que la organización recibió sesenta millones de dólares, por la entrega con vida de los hermanos Juan y Jorge Born (Bunge & Born), a los seis y nueve meses respectivamente. Los hermanos Born eran por entonces los principales accionistas del mayor conglomerado productor y exportador cerealero argentino. Durante este hecho Montoneros asesinó a un empresario (de apellido Bosch) y al conductor del vehículo (apellidado Pérez) en que viajaban los secuestrados.

Dirigentes montoneros confirmaron que una parte del dinero fue derivada hacia Cuba con el fin de ponerla transitoriamente a resguardo, en tanto que el pago final de unos 17 millones de dólares fue cobrado y administrado por el banquero David Graiver, quien tenía sus oficinas en la ciudad de Nueva York y falleció en un dudoso accidente de aviación. En ambos casos hasta el presente ha sido un gran misterio el destino final de buena parte del dinero en efectivo producto del rescate. Las relaciones entre el régimen de Fidel Castro y los Montoneros no siempre eran de mutua afinidad. Por un lado han circulado versiones periodísticas sugiriendo que la fortuna de los Montoneros quedó finalmente incautada y confiscada en Cuba por orden de Castro, pero algunos ex funcionarios cubanos han declarado que todo el dinero proveniente de este mega secuestro les fue entregado a Firmenich, Perdía y Yaguer, algunas veces en forma personal y en efectivo, y otras en graduales y sucesivas remesas al exterior vía complejas triangulaciones financieras a través de bancos de Checoslovaquia y Suiza.

Los mencionados dirigentes montoneros jamás han dado precisiones ni respondido fehacientemente los cuestionamientos en tal sentido, y el destino final de los fondos del rescate se mantiene como un enigma.

La desaparición de Roberto Quieto

El hecho

El domingo 28 de diciembre de 1975 Roberto Quieto, que integraba la conducción de Montoneros, concurrió a la playa “La Grande”, en Martínez, situada sobre el Río de la Plata donde además de muchos otros paseantes estaban unos veinte familiares suyos, entre ellos su esposa, su madre, sus hijos Paola (diez años) y Guido (seis años), hermanos, primos.

Alrededor de las 7 de la tarde aparecieron alrededor de diez personas portando armas largas y luego de hacer unos disparos al aire se dirigieron hacia él, que en ese momento tenía en brazos a su sobrino Manuel de un año, al mismo tiempo que otras que hasta el momento aparentaban ser paseantes. Estas personas, dirigidas por quien se identificó con una credencial como Inspector Rosas, de la Policía Federal, redujeron a Quieto con violencia a culatazos en la cabeza, lo arrastraron hasta un auto y partieron velozmente.

La noticia fue difundida ese mismo día por radio Colonia y publicada al día siguiente en El Cronista Comercial y Clarín al mismo tiempo que legisladores radicales denunciaban el hecho en el Congreso. Al gobierno de la presidente María Estela de Perón llegaron reclamos de dirigentes e intelectuales del país y del extranjero pero en ningún momento reconoció la detención de Quieto quien, según algunas fuentes habría sido torturado en la guarnición militar de Campo de Mayo, pero del que nunca se tuvieron noticias ciertas pasando a la categoría de desaparecido.[2]

El juicio realizado dentro de Montoneros

Montoneros emitió un comunicado informando que el 14 de febrero de 1976 el Tribunal Revolucionario había encontrado a Roberto Quieto "culpable de los delitos de deserción en operación y delación, y propuesto las penas de degradación y muerte a ser aplicadas en el modo y oportunidad a determinar".[3]

La detención de uno de los principales dirigentes de Montoneros, que además tenía fuerte llegada a las bases militantes había conmocionado a la militancia, en especial porque las circunstancias en que se había producido mostraban que Quieto había violado palmariamente las reglas de seguridad que, incluso, había establecido la conducción. En primer lugar porque tenían prohibido el contacto con familiares y en segundo término porque había permanecido largo tiempo en una playa pública sin armas ni custodia de ninguna naturaleza. Si la detención de Quieto había causado consternación entre los militantes, la noticia de su condena provocó que algunos de ellos replantearan la necesidad de rediscutir el tema de cómo actuar en la tortura en la nueva situación represiva y otros miraron con suspicacia lo que pensaban era un apresuramiento de la Conducción sin explicaciones visibles. Esa condena fue un paso adelante en el camino a la implantación de la pastilla de cianuro.

Quieto proponía fortalecer la oposición civil al gobierno de María Estela de Perón y plantear el adelanto de las elecciones, o sea dar prevalencia a la actividad política y no a la acción militar que iba a favorecer la llegada del golpe pero las propuestas que se impusieron en la última reunión de 1975 del Consejo Superior Montonero, efectuada en octubre se alineaban con la posición que favorecía al golpe.[4]

José Aricó se refirió a su impresión de Roberto Quieto poco antes de su detención describiéndolo como:

“un dirigente aniquilado, derrotado, sin posibilidad de cambiar una situación en la dirección del movimiento, desconfiando profundamente de lo que ese movimiento estaba diciendo, pero obligado a defender cosas absurdas, como la creencia que una confrontación frontal con el Ejército podía llevarlos a ellos al triunfo. Eso no lo creía Quieto, Quieto era un hombre que estaba derrotado antes y su detención es la consecuencia lógica de ese desplome moral, diría, y político que se produjo en este hombre”[5]

El debate sobre la tortura en Montoneros

Muchos años después se siguió debatiendo sobre la mencionada condena. En un reportaje Mario Eduardo Firmenich justificó el juicio a Quieto expresando:

"Evidentemente como todos los desaparecidos Quieto fue sometido a las peores torturas que uno se pueda imaginar. Nosotros no tuvimos nunca más información de él, pero sí tuvimos evidencia de delaciones de él durante la tortura. (...)Nuestra fuerza en su ideología tenía como un elemento significativo, importante del tema del "hombre nuevo". (...)Una sociedad que construya un hombre nuevo y ese hombre nuevo era el futuro de la sociedad. Y se suponía que los militantes revolucionarios tenía que aproximarse o ser casi ese hombre nuevo. (...) Cómo era posible que aquel que tenía que ser el hombre nuevo pudiera cantar en la tortura. Este fue el problema. Nosotros establecimos a partir de ahí dos cosas: un juicio, una ausencia a Quieto que tenía un valor realmente simbólico. Sabíamos que no tendríamos ningún rastro de él. Era un juicio que en definitiva implicaba establecer jurisprudencia para la conducta ante la represión que se avecinaba. En ese juicio Quieto fue condenado por cantar en la tortura, condenado por delación. Que tenía el efecto de decir no admitimos la delación, no nos parece razonable que alguien delate, aunque las torturas puedan ser muy tremendas. (...) nadie puede garantizar antes de pasar por la tortura que no va a hablar era morir antes de la tortura. Y allí fue que se estableció para los miembros de la conducción la obligatoriedad de la pastilla de cianuro, para no entregarse vivo. (...)De modo que establecimos la pastilla de cianuro. Y como esto fue un gran debate dentro de la organización, en realidad la conducción recibió una crítica generalizada de la organización. Y la crítica que consistía en decir que se establecía un privilegio para lo miembros de la conducción. Los miembros de la conducción teniendo pastillas de cianuro tenían el privilegio de no ir a la tortura y el resto de los militantes no tenían esos privilegios. Y allí fue entonces que se decidió generalizar la pastilla de cianuro para evitar la delación en la tortura."[6]

Por su parte Lila Pastoriza consideró que esa condena es un dato que muestra el reemplazo de la política por el accionar militar, el cerrojo de las opciones binarias –héroes o traidores, valientes o cobardes-, la preeminencia de las lógicas bélicas. La conducción que lo juzgara igualó en el cargo de traición tanto al integrante que se vendía al enemigo como al que era obligado a entregar información mediante la tortura y parece no haber reflexionado sobre el efecto desmoralizador que tenía para muchos militantes la condena en esas circunstancias de un dirigente respetado.[7]

Al referirse a la resolución que impuso la pastilla de cianuro expuso Ana Longoni:

"implica una actitud esquizofrénica en la medida en que el discurso explícito seguía siendo que la tortura podía aguantarse, mientras la pastilla implicaba un “por si acaso”, un reaseguro en la sospecha de que no se aguantaba siempre ni tanto, aunque ello no se admitiera. Caer vivos en manos del enemigo deviene a partir de entonces en una falta, incluso un delito. Se puede pensar en ese sentido el uso dentro de la jerga militante del término “perder” para referirse a caer en manos de la represión: “X perdió” antes que “X fue chupado” implica un matiz de responsabilidad y derrota personal del prisionero en su caída."[8]

Finalmente, para Lila Pastoriza "su historia no es la de un traidor. Es la de alguien de larga trayectoria política, que se dio cuenta de que se estaba equivocando y ya era tarde, pero que de ningún modo abandonaría su puesto. Siguió como le fue posible, siendo fiel a lo suyo e intentando actuar con dignidad."[9]

Fuerza de Monte del Ejercito Montonero

A mediados de 1975, se había iniciado la tarea de reclutamiento y entrenamiento dentro los Montoneros para formar la "Compañia Montoneros de Monte" que operaría en el noroeste de Tucumán. Se efectuaron reconocimientos y se prepararon 40 depositos, que serian futuras bases de operaciones. Para minimizar su deteccion entre la población civil se había formado la unidad principalmente con cuarenta voluntarios solteros oriundos de la provincia. La zona de operaciones prevista fue el noroeste de de la Sierra de Medina de Tucumán.

Durante el 13 de febrero de 1976 mientras los integrantes de la organización Montonera penetraban por la zona de El Cadillal se produjo un encuentro imprevisto con el Ejército Argentino. Como resultado fueron muertos varios integrantes del “Fuerza de Monte del Ejército Montonero”, entre ellos Juan Carlos Alsogaray, hijo del quien habia sido Comandante en Jefe del Ejército Argentino, Teniente General Julio Alzogaray[10]​ quien, hacía un tiempo, había sufrido un intento de secuestro fallido en la vía pública a manos de Montoneros, donde militaban sus hijos.

Aislamiento y derrota

Con el transcurso del tiempo los Montoneros sufrieron un gradual aislamiento de la base popular peronista en que se apoyaban, hasta que fueron completamente derrotados por el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, una dictadura militar que se inició en 1976 derrocando al endeble gobierno constitucional de la viuda de Perón, después de casi dos años de gran inestabilidad política y económica, una evidente inoperancia institucional, y la indiferencia de la gran mayoría de la población. En la semana previa al golpe militar los Montoneros perdieron 25 combatientes en diversas operaciones y 63 militantes en atentados de la Triple A[11]​ y asesinaron a 13 policias, como parte de su nueva ofensiva denominada "La Tercera Campaña Militar Nacional Montonera".[12]

Con vías a aniquilar a sus opositores, este nuevo régimen dictatorial (cuyos dirigentes y cuadros militares habían sido entrenados en la famosa "Escuela de las Américas" a cargo de los EEUU, y en donde se les enseñaba entre otras materias técnicas de acción psicológica, tortura, y control de población) inició una política institucionalizada de secuestro, desaparición forzada, tortura y exterminio en más de trescientos cuarenta centros clandestinos de detención. Años después los defensores de tal régimen alegarán que éste "continuó la política ordenada por la Presidenta Martínez de Perón", a través de dos decretos por los cuales en 1975 ordenaba "aniquilar el accionar subversivo".

En ese período Montoneros continuó contra la dictadura militar la lucha que había iniciado durante el gobierno constitucional. El 2 de julio de 1976 llevó a cabo un atentado colocando una bomba en la Superintendencia de Seguridad Federal de la Policía Federal Argentina, que causó la muerte de 18 personas y heridas a otras 66. El 19 de agosto, los Montoneros interceptaron el auto particular del general Omar Carlos Actis a cargo de la organización del Mundial 78 de fútbol, y cuatro guerrilleros lo asesinaron.[13]​ El 12 de setiembre Montoneros destruyó un ómnibus policial en Rosario con un coche bomba, matando a 9 policías y dos civiles, e hiriendo gravemente a por lo menos 50. Durante el 8 de octubre fueron atacados con bombas las oficinas de las compañías Fiat, Mercedes Benz y Chevrolet.[14]​ Durante el 16 de octubre otra bomba detonó en el club de cine del Circulo Militar, que no causó muertos pero hirió a 60 personas.[15]​ Durante los primeros tres dias de noviembre cinco casas de cinco ejecutivos empleados por Laboratorios Lazar fueron atacados con bombas y Carlos Roberto Souto, ejecutivo de Chrysler fue asesinado por miembros de los Montoneros.[14]​ Finalmente el 16 de diciembre hicieron estallar otra bomba en sala de películas del Ministerio de Defensa, matando a por lo menos 14 personas y resultando heridos 30 oficiales y miembros de familia.

Entre mediados y fines de 1976 la Conducción Nacional y los cuadros de más jerarquía partieron al exilio a México donde establecieron su "cuartel general", desde el cual continuaron actuando. En enero de 1978 se fueron a Cuba, por motivos de seguridad, pues en esos días un comando militar junto a militantes "doblados" intentaron atentar contra Firmenich en suelo mexicano. La operación pudo ser desbaratada gracias a uno de los integrantes del comando, Tulio Valenzuela, quien simulando estar "quebrado" y ser un militante "doblado", al llegar a México se puso en contacto con la organización y denunció la maniobra.

Luego de una estadía en La Habana, la conducción montonera se trasladó a Europa.

La represión tuvo también coordinación con los militares uruguayos: en 1977-1978, en el marco de los operativos contra los GAU y otros grupos de extrema izquierda, elementos Montoneros presentes en Uruguay fueron sistemáticamente perseguidos.[16]

Durante el transcurso del "Proceso", la mayoría de los cuadros activos de la organización Montoneros fueron muertos o secuestrados, quedando a disposición de las Fuerzas Armadas o de seguridad como "detenidos/desaparecidos".

No obstante, algunos miembros de la cúpula dirigente de Montoneros (Firmenich, Perdía y Vaca Narvaja), han sobrevivido. Algunos (tal el caso del propio Firmenich) han sido acusados de haber actuado como agentes de contra inteligencia y entregadores de sus propios compañeros por el fiscal Romero Victorica. Acusación de la cual salieron exonerados por falta de pruebas (al no haber ningún testigo, testimonio ni escrito que los incriminase, y al plantearse la investigación en rumores, originados muchos en los propios enemigos de la dirigencia de Montoneros).

Actualidad

Actualmente la organización Montoneros ha dejado de existir. Muy pocos de sus militantes orgánicos han sobrevivido luego del exterminio que la dictadura efectuó. Fue una de las organizaciones más castigada en pérdida de vidas entre los miles de desaparecidos.[17]​ Entre los sobrevivientes, existen aquellos que critican duramente a la que fuera su conducción nacional, algunos que intentan minimizar o negar su participación en esa época y otros sectores que, aún reconociendo muchos errores graves cometidos, reivindican su pertenencia y su práctica en la organización guerrillera enmarcándola en un contexto histórico y geopolítico.

Notas

  1. Lucas Lanusse - La situación de Montoneros entre fines de 1970 y comienzos de 1972
  2. Pastoriza, Lila (2006). «La 'traición' de Roberto Quieto. Treinta años de silencio.». Lucha armada en la Argentina n*6 pág. 4. Buenos Aires. 
  3. Juicio revolucionario a Roberto Quieto en Evita Montonera n* 12, feb-marzo 1976 pág. 13
  4. Pastoriza, Lila (2006). «La 'traición' de Roberto Quieto. Treinta años de silencio.». Lucha armada en la Argentina n*6 pág. 4. Buenos Aires. 
  5. Carlos Altamirano (entrevista) y Rafael Filipelli (filmación), “La última entrevista a J.M. Aricó”, en Estudios, Nº 5, Córdoba, enero-junio de 1995
  6. Entrevista a Mario Eduardo Firmenich por Felipe Pigna
  7. Pastoriza, Lila (2006). «La 'traición' de Roberto Quieto. Treinta años de silencio.». Lucha armada en la Argentina n*6 pág. 4. Buenos Aires. 
  8. Longoni, Ana en El mandato sacrificial
  9. Pastoriza, Lila: La 'traición' de Roberto Quieto. Treinta años de silencio en Lucha armada en la Argentina n*6 pág. 4, Buenos Aires 2006
  10. Guerrillas and Generals, Paul H. Lewis, pagina 125
  11. Evita Montonera Nro. 12
  12. Guerrillas and Generals, Paul H. Lewis, pagina 125
  13. Time Magazine, 5 de junio de 1978
  14. a b [foia.state.gov/documents/Argentina/0000A12D.pdf]
  15. [1]Una "Travesura" de los "Jovenes Idealistas".
  16. El eslabón perdido de la represión en Uruguay
  17. "El ex líder de los Montoneros entona un «mea culpa» parcial de su pasado", El Mundo, 4 de mayo de 1995.

Referencias

  • Firmenich, Mario E. "Eutopia. Una alternativa al modelo Neoliberal". Editorial Colihue. ISBN: 950-581-948-X
  • Bonasso, Miguel. Recuerdo de la Muerte. Buenos Aires: Planeta. ISBN:950-742-437-7
  • Ramus, Susana. Sueños sobrevivientes de una montonera. Editorial Colihue. ISBN:950-581-599-9
  • Chavez, Gonzalo y Lewinger, Jorge. Los del ´73 (memorias montoneras). Editora De la Campana. ISBN:987-9125-13-4
  • Falcone, Jorge. Memorial de guerra larga. Un pibe entre cientos de miles. Editorial De la Campana. ISBN:978-987-9125-33-5
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  • Sadi, Marisa. Montoneros, la resistencia después del final". Buenos Aires, Nuevos Tiempos, 2004.
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  • Perdía, Roberto Cirilo. Otra Historia. Editorial Agora. ISBN:987-96235-0-9
  • Anguita y Caparrós. La Voluntad. 5 Tomos, Editorial Booket. ISBN:987-58-0067-8
  • Márquez, Nicolás La otra parte de la Verdad. Mar del Plata: Edición del autor, 2004. ISBN 987-43-8267-8
  • Lanusse, Lucas. Montoneros - El Mito de sus 12 Fundadores. Buenos Aires: Vergara, 2005. ISBN 950-15-2359-4
  • Larraquy, Marcelo y Caballero, Roberto. Galimberti, de Perón a Susana, de Montoneros a la CIA. Buenos Aires 2000. ISBN 987-9334-93-0
  • Sanchez Sorondo, Marcelo. "Memorias". Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2001.
  • Rosendo Fraga - Rodolfo Pandolfi. "Aramburu". Buenos Aires, Vergara , 2005.
  • Evita Montonera Nro. 12

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