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Golpe de Estado en Bolivia de 1864

Antecedentes[editar]

Luego del derrocamiento del presidente José María Linares en 1861, el entonces coronel Mariano Melgarejo Valencia había logrado ganarse la confianza del nuevo presidente José María Achá, el cual en agradecimiento a su fiel lealtad, decidió ese mismo año otorgarle a Melgarejo la comandancia del Batallón "Cazadores" 1° de la Guardia, en donde por un año estaría al mando de dicha unidad militar hasta 1862. No había transcurrido mucho tiempo cuando el 26 de junio de 1863 y mediante una ley, el congreso boliviano decidió ascender a Melgarejo al alto grado de general de brigada.[1]

Candidaturas presidenciales y elección de Sebastián Agreda[editar]

Cabe recordar que las elecciones presidenciales estaban programadas para llevarse a cabo en el año 1865 por lo que varios políticos bolivianos empezaron a presentar sus candidaturas ya desde el año 1864. Uno de ellos fue el ex presidente Manuel Isidoro Belzu (1848-1855) de 56 años de edad, quien en ese entonces se encontraba residiendo momentáneamente en la ciudad de Lima, pues había llegado al Perú luego de haber vivido durante casi 10 largos años (una década) en Europa y haber inclusive visitado países del Asia como Turquía (Imperio Otomano) y las pirámides de Egipto.[2]

Desde el "Partido Rojo" (de oposición al gobierno), se proclamó como candidato a la presidencia al joven de 33 años de edad Adolfo Ballivián Coll (hijo del mariscal José Ballivián) que acababa de regresar a Bolivia desde Perú, luego de haber estado también en Europa en el último año, recorriendo paises como Inglaterra, España, Italia y Francia.

En cuanto al gobierno, el presidente Achá rechazó ir a reelección presidencial y decidió en su lugar reunir a su entorno más cercano en el Palacio de Gobierno para determinar quien seria su futuro sucesor. Al final y después de varias deliberaciones se dispuso que sea el Ministro de Guerra Sebastián Agreda el sucesor de Achá en el poder, proclamándolo de esa manera como el candidato presidencial en representación del oficialismo. Cabe recordar que el general Agreda era para ese entonces ya un hombre mayor de 69 años de edad y uno de los últimos militares bolivianos que durante su juventud habían llegado a pelear contra la corona española en la guerra de la Independencia de Bolivia (1809-1825) y que después de haber pasado más de 55 años aún quedaban con vida hasta esa época.

Una de las últimas fotografías tomadas al antiguo general Sebastián Agreda en 1864 siendo para esa época ya un hombre mayor de casi 70 años de edad y que durante su adolescencia había logrado alcanzar a ser testigo de los primeros disparos por la Independencia de Bolivia en 1809. Llegó a ser también Presidente de Bolivia de manera interina en 1841 aunque solamente estuvo un mes en la presidencia.

Pero la proclamación de Ágreda no fue del completo agrado de Mariano Melgarejo ya que él tenia la pretensión de ser el sucesor de Achá, porque según él, había peleado en tantos combates por sostener en el poder al presidente Achá que llegó a sofocar a varios levantamientos militares contra su gobierno.[2]​ Sin embargo, el presidente Achá conociendo que tenía que tener mucho cuidado con el peligroso Melgarejo, pues aparte de ser un militar borracho y mujeriego, este ya había adquirido mucha notoriedad y fama en la sociedad boliviana, entonces para apaciguar su enojo, Achá le otorgó a Melgarejo el alto cargo de Prefecto de Cochabamba.

Acusaciones de conspiración contra Melgarejo[editar]

Ya a principios del mes de agosto de 1864, empezó a correr en las calles el rumor de que el general Mariano Melgarejo se levantaría en armas para dar un golpe de estado al gobierno, creciendo de esa manera la desconfianza hacia el entorno más cercano de amigos que lo rodeaban. Pero Melgarejo salió a desmentir las acusaciones y aclaró que su "deber y lealtad" no le permitían tener ninguna actitud de plan conspirativo contra el gobierno del presidente José María Achá.[3]​ Algunos días después, Melgarejo encargo a uno de sus amigos a que le redactara un manifiesto para desvirtuar las acusaciones ante toda la opinión pública del país, el cual decía lo siguiente:

"Como general de la nación boliviana, tengo mi espada brillante de honor y de lealtad, consagrada a su servicio; pues tengo el firme propósito de defender la constitución política del estado y sostener al gobierno legítimo del general Achá, a despecho de una minoría descontenta y despreciable, así como también sostendré a su sucesor en el terreno del derecho"
General Mariano Melgarejo Valencia, (Cochabamba, Bolivia; agosto de 1864).[3]

Infidelidad de la Primera Dama[editar]

Uno de los factores que también han contribuido a la caída del presidente Achá fue la infidelidad de su misma esposa. Cabe mencionar que Melgarejo no se conformaba con ser solamente un simple comandante de batallón, sino que su influencia llegó inclusive al circulo más íntimo del propio mandatario hasta el extremo de atreverse a tener una relación amorosa clandestina con la Primera Dama de Bolivia Gertrudis Antezana, el cual era una mujer de bella presencia perteneciente a la clase alta pero ambiciosa en extremo, de personalidad arrogante y autoritaria.[3]

A raíz de esto, en la alta sociedad boliviana de aquella época, comenzaron a expandirse los rumores sobre la infidelidad que estaba cometiendo la esposa del presidente Achá con el general Melgarejo para luego ya convertirse en un escándalo público a nivel nacional. El descubrimiento de dicho amorío clandestino de los amantes, trajo como consecuencia que la moral y el estado de salud del primer mandatario decayera gravemente así como también su respeto y prestigio frente al ejército, pues sus enemigos aprovecharon esta delicada situación de su vida personal para humillar su honor como gobernante, siendo duramente criticado no solo por la oposición política sino también a la vez por la misma opinión pública del país.[3]

Poco tiempo después, su esposa llegaría a fallecer repentinamente a causa de una enfermedad a finales del mes de agosto de 1864 en la ciudad de Cochabamba, afligida también por la indiferencia de Achá quién muy enojado y molesto por su traición nunca más le volvió a dirigir la palabra, ignorándola de esa manera por completo hasta el día de su muerte. De tal manera, esto demuestra que pocos meses antes de su caída, el presidente Achá ya se encontraba muy afectado emocionalmente, lo que le impidió que tiempo después tomara buenas decisiones acertadas o correctas para evitar que Melgarejo suba al poder.[3]

Alejamiento de Melgarejo[editar]

Por esto y todo lo ocurrido, el entorno de ministros mas cercano a José María Achá comenzaron a tener gran recelo y desconfianza hacia Melgarejo por lo que le sugirieron al presidente alejarlo rápidamente lo más lejos posible para evitar que se produzcan futuros levantamientos militares entre los batallones. Cabe aclarar que en ese momento, Achá se encontraba gobernando el país desde la ciudad de Cochabamba y la mayoría de las tropas del ejercito boliviano también estaban momentáneamente acantonadas en esa urbe. Es así como días antes del golpe de estado, el presidente Achá lo designó como Prefecto de Santa Cruz, cargo que fue aceptado silenciosamente por Melgarejo pero sin ningún ánimo alguno y con mucho disgusto, pues lo estaban mandando otra vez a un lugar muy lejano de la patria. Sin embargo, siendo un hombre muy astuto para fingir y con una clara intención de retardar un poco más de tiempo su partida, Melgarejo pidió unos cuantos días más para terminar de arreglar algunos asuntos personales en la ciudad de Cochabamba antes de partir de viaje hasta la lejana ciudad oriental de Santa Cruz de la Sierra.

Ejecución del Golpe[editar]

Planificación de Ballivián[editar]

Según el historiador y escritor boliviano Alcides Arguedas Díaz, uno de los primeros autores intelectuales que planificó el golpe de estado contra el presidente Acha no fue Mariano Melgarejo sino que fue el propio Adolfo Ballivián, pues Melgarejo solamente fue "el ejecutor del golpe" pero no así el planificador. Cabe recordar que días antes de la sublevación, Adolfo Ballivián empezó a contactarse con todos los militares y civiles que se encontraban descontentos contra el gobierno de Achá, manteniendo de esa manera una activa correspondencia con todos ellos (mandando cartas de conspiración).

Los amigos de Ballivián no tardaron en tramar pronto una revolución contra el gobierno y para cumplir aquel objetivo habían logrado comprometer para el levantamiento a varios jefes militares, pues solamente ya estaban esperando el momento propicio e ideal para dar el golpe de estado.

Adolfo Ballivián Coll (hijo del Mariscal José Ballivián Segurola) fue uno de los primeros en conspirar contra el presidente Achá. Pero unos nueve años después ganaría también las Elecciones generales de Bolivia de 1873 y se convertiría en presidente constitucional del país.

Aprehensión de Eliodoro Camacho y Lizandro Peñarrieta[editar]

Pero el gobierno de Achá ya tenía con anticipación algunas sospechas de este complot debido a que alguien del mismo grupo de amigos de Ballivián había traicionado a todos, develando al gobierno todas las intenciones conspirativas. En consecuencia, se procedió a arrestar a los principales cabecillas, los cuales eran dos militares; Eliodoro Camacho y Lizandro Peñarrieta. El gobierno justificaba la aprehensión de Camacho debido a que se lo había sorprendido en el momento en el que estaba mandando a construir una llave para la puerta del palacio del presidente y a Peñarrieta se lo había aprehendido cuando trataba de procurar una entrada sorpresiva al cuartel del Batallón "Cortez", aprovechándose de unas viviendas o tiendas cercanas al cuartel, pertenecientes a vendedoras chifleras. Ambos militares fueron derivados inmediatamente a un consejo de guerra para que sean juzgados.

Al hacerse público la noticia sobre la aprehensión de Camacho y Peñarrieta, un capitán de ejército de nombre José Ávila, que también estaba dentro del grupo conspirativo y que en ese momento se desempeñaba como comandante de una de las dos compañías de rifleros (cabe aclarar que un regimiento o batallón estaba compuesto en ese entonces por 2 compañías de rifleros), se encontraba muy preocupado y también asustado por la situación que se avecinaba por la reacción del gobierno y las acciones que se tomarían contra los golpistas, esto llevó a Ávila a tomar la decisión de insistir a sus cómplices y correligionarios políticos a ya no perder más tiempo y acelerar de una vez por todas el golpe convenido antes de que este fracase rotundamente.

Pero a pesar de todo, los conspiradores no estaban tan decididos a dar el golpe final, por lo que José Ávila decidió entonces ir a encontrarse con un viejo amigo suyo de nombre Pedro Rivas, el cual era un militar pero ya retirado del servicio activo y jubilado, a quien le cuenta todos sus temores y éste a cambio le ofreció ponerlo en contacto con "un hombre valiente y con coraje" que no le haría esperar mucho tiempo. Es así que ese mismo día se encontraron el capitán José Ávila y el general Mariano Melgarejo.

Fotografía del año 1879 del coronel Eliodoro Camacho Mesa que quince años antes (en 1864) y siendo todavía capitán fue también otro de los conspiradores para derrocar al presidente Achá

El día del golpe (28 de diciembre)[editar]

Amotinamiento del Escuadrón "Húsares"[editar]

Según el historiador militar boliviano Julio Díaz Arguedas, el golpe comenzó al día siguiente 28 de diciembre a las 6 de la mañana. Después de despertar y levantarse, Mariano Melgarejo se vistió su uniforme de gala que lo tenia con bordados de oro y poniéndose en la cabeza un sombrero de dos picos revestido con plumas, subió inmediatamente a su caballo, dirigiéndose con rumbo a los cuarteles para sublevarlos.

Mientras tanto esa misma mañana del 28 de diciembre, el comandante del Escuadrón Húsares había vuelto de nuevo a su casa acompañado de varios oficiales con el objetivo de sacar fondos económicos para la compra diaria de la comida de la tropa. Dejaron al Capitán José Ávila al mando de todo el cuartel sin conocer ni tener la menor idea de que este formaba parte de los conspiradores golpistas

Es de esa manera que aprovechando la ausencia de los principales jefes militares, Melgarejo se presenta frente al cuartel perteneciente al Escuadrón de "Húsares" 3° de Caballería. En ese momento Ávila ordena abrir las puertas para dejar entrar a Melgarejo e inmediatamente hizo formar en línea a las dos compañías del escuadrón donde pertenecía, comenzando por la suya.

Melgarejo se pone delante de todos ellos y arrojando de su mano un puñado (objetos) de plata, gritó a los jinetes de caballería lo siguiente:

"¡Muchachos! Soy vuestro general y vuestro amigo. ¡Viva Melgarejo!"
General Mariano Melgarejo Valencia, (Cochabamba, Bolivia; 28 de diciembre de 1864).[4]

Al principio solamente hubo silencio, pero Ávila inmediatamente se atrevió a gritar también ¡Viva Melgarejo! y su compañía le siguió imitándole y haciendo eco de lo mismo. En cambio, la 2da compañía vaciló y dudo durante unos instantes pero al final siguió nomás el ejemplo de la 1ra compañía.

De ahí, Melgarejo acompañado por su escuadrón rebelde se dirigió rumbo al siguiente cuartel y esta vez a las puertas del Batallón de Infantería "Cortez" 2° de Línea para intentar también sublevarlo a su favor.

Lealtad del Batallón "Cortez" al presidente Achá[editar]

Sin duda alguna el Batallón de Infantería "Cortez" 2° de Línea pasaría a la historia de Bolivia por ser la única unidad militar que se mantuvo leal al presidente Achá hasta lo último, tratando de evitar a toda costa que Melgarejo suba al poder. Es de esa manera que al observar que las tropas melgarejistas se acercaban al cuartel, el capitán de guardia que en ese momento se encontraba también al mando de dicho batallón, ordenó cerrar inmediatamente las puertas e instruyó a sus soldados a que se prepararan para el combate. En ese mismo instante aparece el coronel Miguel Castro Pinto (comandante del batallón) que en el momento del levantamiento se encontraba ausente, pero observando desde lo lejos que la puerta principal estaba completamente bloqueada por las tropas sublevadas de Melgarejo, se dirigió a la parte de atrás y escalando las paredes logra introducirse en su cuartel.

Luego de unos minutos, empezaron a abrirse lentamente las puertas y por un momento Melgarejo creyó que ese batallón también se iba a amotinar a su favor, pero sin embargo quedó muy sorprendido cuando vio que los soldados del batallón "Cortez", ya formados en línea y apuntándole con sus fusiles, empezaron a disparar una tremenda descarga de fusilería contra él y su escuadrón sublevado, encontrándolos totalmente desprevenidos, lo que los obligó a dar inmediatamente la media vuelta y empezar a huir de aquel lugar de manera totalmente precipitada y desordenada. Según el historiador chileno Ramón Sotomayor Valdés (que durante esa época fue embajador de Chile en Bolivia), manifiesta que en ese momento Melgarejo no dio ejemplo de valor a sus tropas, mas al contrario fue uno de los primeros en huir, dejando a sus tropas atrás.

Amotinamiento del Batallón de Ingenieros y de la Artillería[editar]

Pero Melgarejo no se había dado por vencido y junto a sus tropas se dirigió en ese instante rumbo a las afueras de la ciudad de Cochabamba, al lugar denominado "Quinta de Viedma" en donde se encontraba acantonado el cuartel del "Batallón de Ingenieros". Logró sublevar a su favor a dicha unidad militar sin resistencia alguna, especialmente gracias a la convivencia y simpatía que el comandante de dicho batallón tenia hacia Melgarejo. Aunque tiempo después, la opinión pública boliviana de esa época califico de cobarde al comandante que no tuvo el valor de enfrentarse a Melgarejo como lo hizo el Batallón "Cortez".

Una vez conseguido su objetivo, Melgarejo se dirige rumbo a la Plaza principal 14 de septiembre donde deja algunas tropas en la bocacalles y de ahí se dirige a un pueblito denominado "El Paso" (que actualmente se ubica en el municipio de Quillacollo) en donde se encontraba un pequeña unidad militar de Artillería del ejército y que logró tomar sin resistencia alguna más que una simple protesta de algunos oficiales. Alrededor del medio día, Melgarejo ya tenía la situación totalmente controlada y vuelve nuevamente a la Plaza 14 de septiembre ya con la artillería sublevada. Coloca sus cañones en las esquinas de la plaza, apuntando al palacio donde se encontraba en ese momento el presidente Achá.

Referencias[editar]

  1. lexivox.org (26 de junio de 1863). «Bolivia: Ley de ascensos del 26 de junio de 1863». Consultado el 8 de diciembre de 2021. 
  2. a b Arguedas Díaz, 1922, p. 183.
  3. a b c d e Arguedas Díaz, 1922, p. 184.
  4. Díaz Arguedas, 1932, p. 682.

Bibliografía[editar]




El Asesinato de Anastasio Somoza García fue un magnicidio que ocurrió el día viernes 21 de septiembre de 1956 en la ciudad de León en Nicaragua, llevado a cabo por el poeta Rigoberto López Pérez. Si bien Somoza García no murió ese día, falleció ocho días después en Panamá.

Juan Alberto Retamozo[editar]

Juan Alberto Retamozo (Camargo; Chuquisaca, Bolivia; 17 de mayo de 1946) es un abogado y docente universitario boliviano que ocupó el cargo de diputado nacional por el Departamento de La Paz desde 1985 hasta 1989 en representación del partido político del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR).

Antecedente[editar]

El día del antentado[editar]

Antecedentes[editar]

De lo que hoy se conoce en León como el Parque de los Poetas ciento cincuenta varas al Norte, hay una vieja casona de siete puertas a la calle, que está siendo restaurada. Se trata de la antigua Casa del Obrero. Dicha casa que por muchos años ha pasado cerrada, o semiabandonada, carga a lo largo del tiempo los fantasmas tenebrosos de lo ocurrido en ella el 21 de septiembre de 1956, cuando el entonces presidente de la República Anastasio Somoza García, quien se encontraba celebrando su nueva candidatura presidencial, se encontró con la muerte, cuya guadaña usase la mano de un joven idealista y poeta, Rigoberto López Pérez, que había tomado la decisión de ofrecer su vida, con tal que Somoza desapareciese. esperanza

Como todo dictador, que siempre promete ser el garante del orden y del progreso, lo que hoy se conoce como la estabilidad, Somoza García al establecer un nuevo pacto social para cimentar su régimen había trabajado a los obreros y artesanos, trayéndoles al líder sindical mejicano Vicente Lombardo Toledano para prepararlos en la promulgación del primer Código del Trabajo, l que en su tiempo fue de vanguardia entre las legislaciones laborales del istmo, y abriéndoles clubes y casas del obrero que junto con las normales para preparar a los maestros, las escuelas nocturnas, y la Guardia Nacional, su academia, su club de clases, hospitales y periódicos, como el Diario Novedades, radiodifusoras como Estación X, jueces de mesta, capitanes de cañadas, y el ala femenina liberal, constituyeron, por años, el corazón de lo que existió en Nicaragua: un movimiento o agrupación humana, que respaldaba totalmente a su jefe y que se conoció como el somocismo.


Rigoberto, además de ser un idealista y un poeta tenía en su personalidad la de ser todo un creyente confeso y de un amor a María, como lo comprueba su último escrito publicado días después del atentado (24 de septiembre de 1956) por el Diario de Hoy, titulado El Árbol : Sor Melancolía se miraba triste, porque su árbol, el arbolito aquel que sabía tantos secretos de su vida, amaneció, sin hojas sin flores y sin frutos… A él le hablaba de su patria lejana, de su familia y de “alguien” que a la Virgen María le llamaba “Mi Virgen” y “que una tarde se perdió en las sombras del dolor”.

De ahí, que la restauración de esa casa sea muy importante para León, para la historia de Nicaragua y para sus futuras generaciones. Se debiera de dar a hacer un mural que describa todos estos hechos. Un gran cuadro que sintetice el amor de estos hombres que le tuvieron a Nicaragua, la lección que nos dejan y que la vieja casona se convierta en un verdadero altar de sacrificio, que nos recuerde a todos lo que nos ha costado aspirar a tener una verdadera democracia.

Preparativos[editar]

Conspiradores[editar]

Lugar del hecho[editar]

Somoza García entró esa noche por la puerta principal, la más ancha de las siete, pletórico y confiado, a tal punto que no portaba ningún chaleco ni malla contra balas que lo protegiese. Iba acompañado de su esposa, Salvadora Debayle Sacasa, hermana mayor de Margarita (la del cuento de Rubén), y habiéndole donado en su administración, a la ciudad, el bello edificio de la universidad de estilo italiano y empezado a pavimentar sus calles, se sentía como en casa.

Día del atentado[editar]

El viernes 21 de septiembre de 1956, en la Casa del Obrero en la ciudad de León, se daba una fiesta, tras la convención del Partido Liberal Nacionalista (PLN) que proclamaría otra vez a Somoza García como su candidato. La tarde de ese viernes, cuando Somoza y su esposa llegaron a la ciudad, mientras ella estaba junto a su peinador, manicurista y modista, discutía con Somoza García ya que Salvadora quería reforzar la seguridad en el edificio, además de que él usara el chaleco antibalas.

Rigoberto logró entrar al baile sin ser registrado, acompañado únicamente de su pequeña pistola 38 de cinco tiros, gato escondido; posiblemente su vieja amistad con el director del diario El Cronista, Rafael Corrales Rojas, le sirvió de sombra para no despertar sospechas. Su amigo Edwin Castro lo había introducido ante su padrino, el doctor Enoc Aguado Farfán (el mismo a quien Somoza le había robado la elección de 1947) quien lo financió y le extendió una carta de presentación ante los exilados nicaragüenses en El Salvador, hecho que hizo posible que el exteniente GN, Adolfo Alfaro, se convirtiese en su mentor y lo entrenase para ejecutar el plan que en el exilio salvadoreño había planeado: la muerte de Anastasio Somoza.

Asesinato[editar]

Atentado[editar]

Según el libro "La Saga de los Somoza" de Agustín Torres Lazo, el cual era teniente de la Guardia Nacional en esa época, relata que esa noche, el joven Rigoberto López llegó al local una hora antes que Somoza y estuvo sentado esperándolo en una silla dentro del mismo local. Para pasar el tiempo y mientras se encontraba aguardando la llegada de Somoza, el poeta Rigoberto López se puso a realizar algunas anotaciones o apuntes en un cuaderno, dando la apariencia de ser supuestamente un periodista que estaba dando cobertura al evento festivo.

Pasada una hora después, Anastasio Somoza llega a la "Casa del Obrero" y entre los aplausos de los asistentes, ingresa al local acompañado junto a su esposa Salvadora Debayle Sacasa (1895-1987) y tomándola del brazo ambos procedieron a saludar con sonrisas a todos los invitados

Cabe mencionar que durante toda la noche, nadie de la seguridad presidencial había sospechado de ese joven vestido elegantemente con camisa blanca y pantalón azul. Siendo ya muy tarde, Salvadora Debayle había tratado infructuosamente de convencer a su marido de retirarse del lugar debido a las altas horas de la noche, pero éste se negaba a hacerlo e inclusive la esposa del mandatario ya le había hecho “señas” al joven Danilo Barreto (funcionario público que pertenecía al Protocolo Presidencial), para que convenciera a su marido de que se retiraran temprano. Pero Somoza se resistió a retirarse del lugar y muy molesto le responde a Barreto lo siguiente:

"¡Qué dictador que sos! Dejame bailar la última pieza”"
Anastasio Somoza García (21 de septiembre de 1956)

Inmediatamente después, siendo ya las 23:00 de la noche, la Orquesta de la Guardia Nacional se pone a interpretar y tocar el tema musical «Caballo Negro» del compositor y músico cubano de le época Dámaso Pérez Prado. Somoza se había levantado de su mesa y se puso a bailar con la jovencita Azucena Poveda, sin saber aún que ese sería su último baile. Poco tiempo después y agotado por el agitado baile y su edad (pues tenia ya 60 años), Somoza se dirige nuevamente hacia su mesa donde se sienta al lado de su esposa para descansar un poco. Mientras se encontraba sentado, Somoza observa un periódico en su mesa y se pone a leerlo mientras descansaba después del baile, sin sospechar que el joven Rigoberto López de 27 años se le acercaba lenta y sigilosamente.

Siendo ya las 23:20 de la noche y viendo que Somoza se encontraba distraído leyendo el periódico, Rigoberto aprovecha para acercarse lo suficientemente a él y sacando su revolver Smith and Wesson calibre 38 mm, le dispara 5 veces a Somoza, de los cuales solo 4 disparos acertaron y uno falló.

Según los testigos de la época que se encontraban en el lugar de los hechos, Somoza García logró mirar a su asesino, y antes de caer herido al piso, le grita a Rigoberto López lo siguiente:

"¡Bruto, animal! ¡Ay, Dios mío!"
Anastasio Somoza García (21 de septiembre de 1956)

Inmediatamente después de haber cometido el magnicidio contra el Presidente de Nicaragua, Rigoberto recibe por atrás y sin darse cuenta, un fuerte culatazo (golpe) de fusil en su nuca, propinado por un cabo de apellido "Lindo" que lo hace desmayar y caer bruscamente en el suelo. Una vez en el piso, el sargento Pedro Gutiérrez lo remata propinándole 5 disparos en el rostro y los ojos, llegando a fallecer instantáneamente ya en ese momento. Casi al mismo tiempo, todos los efectivos de la Seguridad Presidencial de Nicaragua sacan sus pistolas Colt y subfusiles Thompson de calibre 11.43 mm (fabricación estadounidense) y se abalanzan sobre Rigoberto López, empezando a dispararle una terrible ráfaga de balas.

Como resultado de la balacera, falleció también un ciudadano de nombre Gonzalo Zamora y quedaron al menos 3 personas heridas entre ellas Mariana Sansón que se encontraba en la mesa presidencial

Somoza herido[editar]

El primer hombre que se acerco a auxiliar a Somoza fue el Coronel Lisandro Delgadillo, quién se desempeñaba en ese momento como jefe militar de León. Pero tiempo después, los hijos de Somoza García implicarían en el atentado de su padre al mismo Delgadillo. Cabe recordar que paradójicamente unos 22 años antes (en 1934), Lisandro Delgadillo –que en ese entonces tenía el grado de Capitán–, dirigió el pelotón que asesinó al General Augusto César Sandino.

Inmediatamente después de quedar herido producto de los disparos, se logró evacuar del lugar a Somoza García y dentro de una limosina blindada lo trasladaron de urgencia al Hospital San Vicente, de León, donde ingresó en un estado de shock. Una vez ya en el hospital, la primera dama de la nación, Salvadora Debayle de Somoza, muy desconfiada, en un primer momento sólo permitió que sea un estudiante de medicina de nombre Ramiro Abaunza el que atendiera a su marido en los primeros minutos. Ya luego se fueron agregando los demás médicos como Julio Castro, Gustavo Sequeira y Ernesto López. Los galenos lograron estabilizar a Somoza a las cuatro y media de la madrugada del sábado 22 de septiembre de 1956.

Cadáver de Rigoberto López[editar]

Después de haber sido brutalmente asesinado, el cadáver de Rigoberto López Pérez quedó tirado en el piso de la Casa del Obrero donde lo guardias presidenciales lo identificaron. Luego su cuerpo fue arrastrado hasta un jeep que lo condujo al cuartel de León, para posteriormente ser fotografiado y en donde además se supo que el poeta había muerto luego de haber recibido en su cuerpo un total de 54 proyectiles de bala.

Ya finalmente, los somocistas tiraron el cuerpo de Rigoberto López en la acera del teatro González, donde lo velaron pero a pie de puntapiés y fuertes patadas, llegando inclusive a quebrarle el brazo izquierdo y a la vez que por vejamen irracional le lanzaban en el rostro colillas de cigarrillos encendidos. Al día siguiente, decidieron trasladar el cuerpo a Managua, pero en medio camino, el cadáver de Rigoberto López desapareció para siempre de la faz de tierra de manera misteriosa.

Rumbo a Managua, al día siguiente, desapareció para siempre de la faz de la tierra.

Papel de Estados Unidos[editar]

Durante los varios años que estuvo en el poder, Anastasio Somoza García había mantenido muy buenas relaciones con Estados Unidos. Después del atentado, Danilo Barreto (perteneciente al protocolo presidencial) había logrado comunicarse con el embajador estadounidense en Nicaragua Thomas E. Whelan que era muy amigo de Somoza. El diplomático le ordenó que por ningún motivo no movieran al mandatario del Hospital San Vicente, pues la embajada de Estados Unidos se encargaría de enviar un helicóptero a para trasladar a Somoza a la ciudad de Managua.

El embajador norteamericano partió de Managua hacia León en dos automóviles Cadillac y acompañado por un grupo de marines. Cuando llegó se sorprendió y se emocionó mucho al ver a su mejor amigo en ese delicado estado de salud. El helicóptero aterrizó en la Loma de Tiscapa y trasladó a Somoza a Managua a medio día del 22 de septiembre.

Ese mismo día aterrizo en Managua el avión estadounidense Constellation de la Fuerza Área Estadounidense (USAF) como resultado de una gestión que hizo el embajador norteamericano con el entonces Presidente de Estados Unidos Dwight D. Eisenhower. La aeronave trajo consigo a Nicaragua un equipo médico de primera línea, así como especialistas provenientes del Canal de Panamá. A pesar de que Somoza se había salvador de morir, aún todavía tenía tres proyectiles incrustados en su cuerpo.

Traslado de Somoza a Panamá[editar]

Los especialistas médicos que llegaron a Nicaragua en el avión estadounidense, aconsejaron que lo mejor sería llevar a Somoza al Hospital Gorgas en la zona del Canal, esto debido a que, según ellos, los "hospitales nicaragüenses no prestaban las suficientes garantías necesarias para cuidar de su salud".

La tarde del día siguiente, Somoza García voló al Hospital Gorgas, acompañado de su esposa Salvadora, de su fiel ayudante, el Coronel Luis Ocón; de su yerno, Guillermo Sevilla Sacasa; y del asistente de éste, José María “Chema” Castillo. Los reciben allá una delegación de la Embajada nicaragüense en Panamá, encabezada por el propio embajador Carlos Tellería.

Y efectivamente, en la mañana del 22 de septiembre aterrizo un aeronave

cuando se homenajeaba a Somoza García por su candidatura en la Casa del Obrero, López Pérez llegó a la actividad y estuvo sentado en una silla dentro del local y, mientras hacía anotaciones en un cuaderno, aparentaba ser un periodista que daba cobertura a la actividad. De vez en cuando —escribió Torres Lazo— López Pérez se llevaba la mano debajo de la camisa guayabera y acariciaba un revólver.

Diagnóstico médico[editar]

De los cuatro impactos recibidos ninguno era mortal, como lo describe el estudiante de Medicina que fue el primero que lo atendió esa noche, el doctor Ramiro Abaunza, en su libro La banca del parque . Él estaba acostumbrado a tratar heridos de esa clase con los medios a su alcance. Lo que verdaderamente lo mata es el miedo y el pavor que inspira todo tirano, que paraliza a la gente que lo rodea, y fue el retraso en tomar las medidas correctas lo que llevó a la tumba a Somoza García.

Últimos días[editar]

Somoza fue trasladado primero al hospital San Vicente de la ciudad de León, donde los médicos le transfundieron plasma, sangre, un litro de suero dextrosado y demerol. Luego fue trasladado en helicóptero al Hospital Militar de Managua, pero como allí estaba fuera de servicio el equipo radiológico lo pasaron al Hospital General de la misma ciudad. Aquí las radiografías confirmaron que las balas no eran mortales, pero la bala que lesionó la cauda equina de la columna vertebral era peligrosa, aunque el médico César Amador Kühl recomendó que no era necesario hacer de inmediato la operación para sacársela.

Este tipo de cirugía no existía en Nicaragua, por lo que el presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower, envió un avión militar para trasladarlo al Hospital Gorgas, que se encontraba en la Zona del Canal de Panamá (entonces en poder de Estados Unidos). El lunes 24 de septiembre de 1956 le realizaron la cirugía, pero los médicos cometieron el error de ponerle anestesia general en vez de anestesia local. Como Somoza era diabético y obeso, entró en estado de coma, desarrollando una encefalopatía metabólica severa hasta que falleció cinco días después en ese centro sanitario estadounidense el sábado 29 de septiembre de 1956 a las 4:05 de la mañana.

Muerte y Funeral[editar]

Acciones Pos-magnicidio =[editar]

Desde esa noche del 21 de septiembre, en Nicaragua se declaró el estado de sitio. Muchos opositores fueron encarcelados, incluyendo Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, dueño del diario La Prensa.

Arresto de os sospechoso[editar]